Cuando la historia argentina cambió su rumbo Una de las batallas más controvertidas que ha causado una serie de interpretaciones de parte de todos los historiadores que han hablado de esos tiempos fue la Batalla de Pavón a fines de 1861 y que con el triunfo de Bartolomé Mitre ante Urquiza comenzó el desbarranco del ideario federal que terminaría poco más de una década posterior con el asesinato de Urquiza en su palacio de San José y el posterior levantamiento en armas de su sobrino Ricardo López Jordan. La batalla de Pavón siempre se vio envuelta en una serie de cuestiones de por qué este encuentro bélico de tanta significación pues le permitió a Buenos Aires imponer en definitiva su política a todo el país tuvo el inesperado final que todo hacia suponer no lo tendría. De los jefes de ambos ejércitos encontrados, indudablemente el que tenía más capacidad estratégica y experiencia era Urquiza pues a lo largo de su historia había logrado importantes éxitos en esto de dar batalla, cosa que para nada había hecho Mitre que no solamente había sido vencido tiempo antes en la batalla de Cepeda sino que pocos años después y en la cruenta guerra del Paraguay y especialmente en cómo llevó a la muerte a miles de soldados argentinos en Curupaity donde los paraguayos masacraron a los regimientos argentinos, perdiendo ellos apenas unos pocos hombres y demostrando que Mitre además de meter al país en una guerra inútil e incalificable no tenia la mas minima idea de estrategia militar y que lo único que le cupo es hacer lo que hizo dejar en manos de los brasileños la prosecución de la guerra hasta su definitivo final. Lo curioso de todo es que algunos historiadores explican el final de esta batalla esgrimiendo toda suerte de explicaciones y razones: unos afirmaron que la retirada cuando todo mostraba que la batalla la había ganado Urquiza se debió a una profunda reflexión del caudillo entrerriano pensando que la lucha fratricida no tenía sentido de ser continuada; otros expresaron que había entre ambos generales una suerte de pacto entre “hermanos masónicos” y que todo ya se había derimido antes de la batalla; otros historiadores han hablado de mala comunicación entre las distintas fuerzas de Urquiza y así hasta el hartazgo. Lo cierto es que en un momento determinado de la misma. Mitre se retiró del campo de batalla para embarcarse en un vapor ubicado en el Río Paraná que lo llevaría de vuelta a Buenos Aires, pues daba por hecho que la batalla se había perdido, algo que para nada creían los jefes del ejército de Urquiza que estaban convencidos del triunfo total. Hasta ahí lo que cuentan los historiadores y las crónicas de esos y posteriores tiempos pues ante la sorpresa de todos primero de sus seguidores y luego de los supuestamente vencidos Urquiza, en un momento determinado abandonó el campo de batalla, dejó a todos sus soldados sin jefatura y se marchó con un grupo de su estado mayor y de soldados hacia el norte buscando cruzar el Paraná y volverse a Entre Ríos. En definitiva le dejó o mejor le brindó o regaló el triunfo a su adversario que a partir de allí aplicaría a rajatabla el plan de exterminio del régimen federal en el interior del país, a sangre y fuego teniendo entre sus tantos objetivos prioritarios la destrucción del federalismo riojano y de su jefe Peñaloza, además de proclamarse poco tiempo después el tercer presidente constitucional argentino. El que realmente pensamos habla claro y concreto sobre las razones que tuvo Urquiza para alejarse del campo de batalla y darle la victoria a su adversario es el santafesino José Luis Busaniche que en su monumental e inacabada obra “Historia argentina” cuenta que preguntando alguien tiempo después a Urquiza las verdaderas razones que tuvo para hacer lo que hizo, cambiando con su decisión totalmente el rumbo de nuestra historia contestó muy concretamente: “Me dolían las almorranas (hemorroides vulgarmente). La curiosa explicación de Urquiza citada por uno de los más serios historiadores argentinos la pensamos válida pues nadie lo obligaba al prócer entrerriano a decir lo que dijo explicando de esa manera que uno de los hitos de nuestra historia que marcó el cambio de 180° de la misma se debía a esa causa realmente dolorosa quizá pero realmente ridícula. Aunque observando no solamente nuestra historia sino la del mundo en general creemos que muchos hechos qué marcaron momentos fundamentales de la misma tuvieron razones tan validas o estupidas como las que citamos. Miguel Bravo Tedin