GRIEGO Tema de cultura_6 5 páginas La oratoria griega La oratoria en Grecia La elocuencia siempre tuvo una gran importancia en Grecia. Era una cualidad celebrada ya en los héroes homéricos. Con el desarrollo de las instituciones democráticas su importancia, lógicamente, aumenta: el ciudadano tiene que saber defenderse ante los tribunales o saber convencer en la asamblea. Los grandes políticos tienen que ser también convincentes oradores y cualquier acontecimiento de política interior o exterior va acompañado de los correspondientes discursos. Sin embargo, cuando hablamos de la oratoria griega no nos referimos a estos discursos improvisados o atribuidos a personajes famosos, sino al arte de la retórica, que en Grecia llegó a desarrollarse con sus reglas propias y modelos bien establecidos desde el último cuarto del siglo V en Atenas. En Atenas cobran una especial importancia los discursos judiciales, es decir, aquellos en los que el ciudadano común tenía que defenderse ante un jurado. Con la difusión de las enseñanzas sofísticas se extiende cada vez más la profesión de logógrafo o redactor de discursos judiciales para otros, mediante un pago estipulado. Este tipo de discursos solía constar de cuatro partes: prefacio, narración, prueba y epílogo. Su objetivo no era esclarecer la verdad, sino convencer al jurado. Tienen para nosotros un enorme interés como banco de datos para el conocimiento de la vida cotidiana en la Grecia de la época (herencias, robos, transacciones comerciales, calumnias, crímenes, adulterios, etc.). El estilo del discurso político era mucho más elevado y solía constar de las partes antedichas y, además, la invectiva. Los sofistas influyeron también en la extensión del llamado discurso epidíctico o demostración pública, o discursos de aparato que se pronunciaban en las fiestas nacionales ante grandes multitudes; también el lamento funerario fue sustituido por el solemne discurso fúnebre. En estos casos el estilo de los discursos era grandilocuente y muchas veces su tono cercano al de la poesía. El desarrollo de la retórica forma parte del movimiento sofístico. La enseñanza metódica, introducida por la sofística, enseñó a redactar discursos y difundió las teorías del habla en público, como un arte consciente ya, que tiene sus propios cánones y alcanza categoría literaria. Si bien los introductores del arte retórico no son atenienses, fue en esta ciudad donde se desarrolló y alcanzó su esplendor en el siglo IV a.C. C_6. La oratoria griega. Página 1 de 5 Los primeros oradores Gorgias de Leontinos. Llegó a Atenas procedente de Sicilia en el año 427 como miembro de una embajada de su ciudad natal y allí impresionó vivamente por su elocuencia. Desde entonces inició en Grecia su labor de maestro de retórica; parece que viajó por todo el país dando clases de retórica y murió en Larisa. Su enseñanza de la retórica estaba basada en la belleza y en la efectividad de la expresión. Para ello se apoyaba en el ritmo poético, rompiendo sus frases en cortas cláusulas simétricas, y en la ornamentación del lenguaje. Los paralelismos y las antítesis, las relaciones musicales entre las diferentes palabras y los finales de palabra en rima, son procedimientos usuales en él. Entre sus discursos se ha conservado un fragmento bastante extenso del Epitafio a los atenienses muertos en la guerra del Peloponeso y dos declamaciones retóricas que seguramente formaban parte de sus ejercicios: la Helena, en la Gorgias defendía a la legendaria causante de la guerra de Troya, y el Palamedes, alegato a favor de quien había sido acusado injustamente. Discípulos de Gorgias y seguidores de sus ideas fueron importantes personajes públicos como Antifonte o Andócides, que se sirvieron del arte retórico para defender sus posturas políticas o para defenderse en procesos judiciales. Isócrates (463-338) Biografía. Procedente de una acaudalada familia ateniense, sin embargo la decadencia económica de la casa paterna durante la guerra del Peloponeso le llevó a buscarse dinero ejerciendo la profesión de logógrafo. Por otra parte, su débil voz y su exceso de nerviosismo no le facilitaban su actividad como orador político, por lo que fundó en 390 una escuela en Atenas y allí enseñó, con gran éxito, hasta su muerte. Obra. Conservamos 21 discursos y 9 cartas suyos. Los discursos de la época anterior a la fundación de la escuela son procesales en su mayor parte, mientras que los posteriores son modelos del arte retórica sobre los más variados temas. Su obra más célebre es el Panegírico de contenido político en el que solicita a Filipo de Macedonia que una bajo su mando a todos los estados griegos contra el enemigo persa. Para lograr su brillante retórica tenía unas doctrinas muy precisas sobre el estilo, que ejemplificaba en sus obras e inculcaba a sus discípulos. Daba mucha importancia a la musicalidad de la frase y disponía el discurso rítmicamente. Sus períodos son enormemente dilatados y raras veces se permite la frase corta. De todo ello resulta un estilo muy brillante, pero que a duras penas logra encubrir la vaciedad y el anquilosamiento que afectó a toda la literatura griega del s. IV y que casi llega a asfixiarla bajo el peso de la retórica. Isócrates ejerció una enorme influencia en su siglo, no sólo en el campo de la estilística como perfeccionador de la prosa ática, sino también en el terreno de la educación y de la propaganda política. En el terreno de la educación su filosofía es muy pragmática: pretende formar hombres que gobiernen bien sus asuntos y participen con éxito en las tareas estatales. Recupera la doctrina sofística de la practicidad del aprendizaje sobre el C_6. La oratoria griega. Página 2 de 5 afán del conocimiento absoluto: la educación debe ayudar a adaptarse a cualquier circunstancia. Y la formación retórica, en su opinión, proporcionaba esa clase de sabiduría. En cuanto a la propaganda política manifiesta en sus discursos, o bien sus tendencias oligárquicas, o bien su afán de unión de todos los estados griegos contra el enemigo común persa. Fue, sin duda, el orador que ejerció una mayor influencia en la literatura griega como perfeccionador de la prosa artística. Lisias (445-380?) Biografía. Su padre, siracusano, se estableció en Atenas invitado por Pericles e hizo una gran fortuna como fabricante de escudos. Por su carácter de meteco (es decir, emigrante sin los derechos políticos del ciudadano), Lisias no podría pronunciar por sí mismo discursos políticos o epidícticos, las auténticas piezas de lucimiento para un orador, y por eso tuvo que centrar su actividad retórica en la composición de discursos para otros. Como logógrafo fue extraordinariamente fecundo, y a través de sus discursos conocemos muchos datos de su vida y de las circunstancias de la Atenas de su tiempo. Hacia el 430 se trasladó a Turios, la colonia ateniense fundada en el sur de Italia, y allí sin duda trató con los maestros de oratoria de la Magna Grecia. En 412 regresó a Atenas, pero con el advenimiento de los Treinta Tiranos cayo en desgracia, perdió su fortuna y tuvo que huir a Mégara. Desde allí, con dinero, armas y hombres apoyó el movimiento de restauración de la democracia. Después del regreso de los demócratas en 403 pudo volver a Atenas, pero no consiguió la ciudadanía. Obra. Tiene Lisias un auténtico talento narrativo y sus discursos carecen de recursos retóricos. Su estilo es sencillo y claro y logra siempre adaptarlo a la personalidad del cliente y a las circunstancias de la defensa. Con igual fluidez nos acerca a las intimidades de un hogar ateniense que a los bajos fondos, que a los entresijos de la política o las finanzas de Atenas. De los cuatrocientos discursos que en la antigüedad se le atribuían a Lisias, la mitad de ellos eran considerados apócrifos. A nuestras manos ha llegado un conjunto de treinta y tantos, de los cuales sólo unos quince muestran el genuino sello de Lisias: sencillez, ausencia de afectación, claridad, mesura, gusto impecable, adaptación perfecta del fondo a la forma, retrato realista y simpático de los clientes que encargaron los discursos… Uno de sus discursos más famosos es el Contra Eratóstenes. Iseo Biografía. Sabemos que su actividad se desarrolló por la mitad del s. IV. Ejerció como maestro de retórica y logógrafo. Parece que fue maestro de Demóstenes y quizá discípulo de Isócrates. Obra. Tenemos de él once discursos de herencias. Son de gran sutileza, pero menos naturales que los de Lisias y con mucha más acumulación de recursos retóricos y C_6. La oratoria griega. Página 3 de 5 sólidos argumentos jurídicos. A diferencia de Lisias, no hace el menor esfuerzo por adaptarse a la condición del cliente, y tiene más interés para la historia del derecho que para la de la literatura. Demóstenes (384-322) Biografía. Nació en Atenas y pertenecía, como Isócrates y Lisias, a la clase de la burguesía enriquecida por la industria; su padre poseía un importante taller de armas, pero murió cuando él contaba siete años y sus tutores dilapidaron su patrimonio, de modo que en los umbrales de su mayoría de edad, Demóstenes tuvo que entablar duros procesos para conservar parte de su herencia. El resultado de estos procesos no debió de ser muy positivo, por el hecho de que ejerció como logógrafo y parece que impartió también enseñanzas de retórica. Su indomable fuerza de voluntad para conseguir sus objetivos se demuestra también en la tenacidad y constancia empleadas para vencer su ineptitud natural como orador. No tenía capacidad de improvisación e incluso, ya desde la antigüedad, se le han atribuido serios defectos físicos que le inhabilitaban para el arte de hablar en público, como la tartamudez. Se conservan anécdotas de cómo logró dominar estos defectos físicos, como la de llenarse la boca de guijarros y ejercitarse a la orilla de un río. A pesar de todo, nunca llegó a ser un fácil improvisador y su obra delata la elaboración exhaustiva. Estudió concienzudamente el arte oratorio y pulía sus discursos hasta dejarlos perfectos, verdaderas obras clásicas. Su vida está marcada por su fuerte oposición a la unificación de Grecia a manos de Filipo de Macedonia. El consideraba que esta unión por la fuerza acabaría con la independencia de Atenas y la libertad de los atenienses. A esta causa perdida entregó todas sus energías desde puestos de responsabilidad política en Atenas, y a esta causa acabó entregando la vida cuando, tras la muerte de Alejandro, varias ciudades griegas se sublevaron temporalmente. Antípatro, el sucesor de Alejandro en Grecia, lo tenía rodeado cuando Demóstenes se suicidó para evitar caer en sus manos. Obra. Presenta tres tipos de discursos: los destinados a causas privadas ante los tribunales, los destinados a causas públicas y los pronunciados ante la asamblea. Los primeros son legales, los segundos entre legales y políticos, y los terceros exclusivamente políticos. Los privados son en general cortos y sencillos y su interés, como sucede con Lisias, es ser testimonios de la vida privada de la Atenas del siglo IV. Sus discursos públicos son muy diferentes: en ellos prevalecen sus arrolladoras convicciones políticas, tanto de política interior como de política exterior (ejemplos de estos discursos es A favor de la libertad de los Rodios). Una vez que Filipo empieza a intervenir de manera descarada en los asuntos de las ciudades griegas, Demóstenes inicia una campaña destinada a hacer ver a sus conciudadanos el peligro que se abatía sobre ellos. A lo largo de estos años va componiendo sus famosas cuatro Filípicas contra el avance de Filipo de Macedonia. Pero el rey macedonio prosigue su avance irresistible hasta que domina a toda Grecia tras la batalla de Queronea (338). Para los atenienses caídos en Queronea compuso una oración fúnebre, el Epitafio. De esta época es tal vez su obra más conseguida, Sobre la corona, enmarcada dentro de una polémica con su rival político Esquines, que C_6. La oratoria griega. Página 4 de 5 consideraba que Demóstenes no debía ser objeto de un homenaje en el que se le iba a hacer entrega de una corona simbólica por sus servicios a Atenas. Aunque en sus comienzos como orador Demóstenes deja ver una gran influencia de isócrates, poco a poco va encontrando su estilo personal, utilizando multitud de recursos retóricos al servicio del contenido del discurso. Al final consigue ser considerado el orador más completo de la antigüedad, sobre todo en lo que se refiere a los discursos políticos, y muy apreciado por la coherencia de su discurso y de su vida con sus ideas políticas, coherencia llevada hasta las últimas consecuencias. Y ello a pesar de que su oposición a la unidad forzosa de Grecia para unos sea todo un símbolo de patriotismo ateniense, y para otros, una enorme miopía política ante un mal menor inevitable. Contemporáneos de Demóstenes Esquines (389-314) lleva su nombre unido al de su acérrimo adversario Demóstenes. A diferencia de Demóstenes era de origen humilde, lo que su adversario le echa en cara más de una vez. De su actividad política no sabemos otra cosa que su antagonismo con Demóstenes. El oportunismo político que su adversario le atribuye no parece de todas maneras haber levantado contra él animosidades, ya que murió tranquilamente como maestro de retórica en Rodas. Al contrario que Demóstenes, poseía sin duda auténticas facultades naturales para hablar en público y para la improvisación. Conservamos de él tres discursos: Contra Timarco, Sobre la embajada corrompida y Contra Ctesifonte, los tres de acusación o de defensa contra Demóstenes. Dinarco (360-post. 292) fue otro adversario de Demóstenes, aunque su actividad es en gran parte posterior. Quedan de él tres discursos: Contra Demóstenes, Contra Aristogitón y Contra Filocles. Su construcción es descuidada, predomina la invectiva sobre la argumentación y sobre todo son una muestra de lo decadente del arte oratorio que sigue rigurosamente los cánones del género. Hipérides (390-322) fue un orador partidario de Demóstenes. Siguió con fidelidad y energía la misma línea antimacedónica de Demóstenes, hasta su trágica muerte, capturado en Egina y ejecutado por orden del general macedonio Antípatro. Tenemos extensos fragmentos de seis discursos suyos. Como orador está muy lejos de la talla de Demóstenes, pero se mantiene en una aceptable discreción. En sus discursos empieza a perfilarse el paso del dialecto ático a la koiné helenística. Licurgo (390-324) fue otro político y orador partícipe de la tendencia antimacedónica. Conservamos de él un solo discurso, Contra Leócrates, acusando a un ateniense que huyó ante el pánico de Queronea y después pretendía volver a la ciudad. Los diez oradores mencionados son los considerados por los eruditos helenísticos como los maestros de la oratoria ática y fueron reunidos en un canon de oradores. Eso garantizó la conservación de parte de su obra, al ser fruto de una selección, pues conocemos los nombres de otros muchos oradores griegos. C_6. La oratoria griega. Página 5 de 5