Frank Lloyd Wright [Biografía]

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Frank Lloyd Wright.
En el momento mismo de su nacimiento en 1869,su
madre manifestó el deseo de que fuera “el mejor
arquitecto de América”. A su muerte, 90 años después,
Frank Lloyd Wright había trazado al país toda una
dirección arquitectónica. Wright dejó tras de sí más de
400 obras y proyectos un gran número de ellos ya iconos
que, difícilmente clasificables dentro de las categorías
académicas se traducen en diversos estilos y variaciones
estilísticas. El arquitecto fue a la vez predecesor,
protagonista, acompañante y ejecutor de la gran línea
evolutiva que abarca el siglo XX: la modernidad.
A primera vista sólo es la voluntad de
configuración universal de Wright lo que une se obra. Fue entre 1887 y 1893, años en
que Wright trabajaba en el despacho de Louis Sullivan, cuando quedó colocada la
primera piedra de la perfección con que elaboraba personalmente sus proyectos desde
la perspectiva general hasta los detalles del mobiliario e imponía su forma a propuestas
tan reacias como el proyecto de molino de viento Romeo & Julia (1896). Mientras el
mundo se llenaba de edificios contra el historicista del el de decoración de la el y
mucho antes del que la modernidad hiciese de la la tesis suscrita por Sullivan, form
follows function, uno de sus valores fundamentales, Wright intentaba desarrollar la
forma de un edificio en consonancia con su construcción y a la construcción en
consonancia con el material.
Por el contrario, nunca tuvo Wright una formación universitaria que le hubiera
facilitado un acercamiento teórico a la arquitectura. Por falta de medios económicos
sólo pudo asistir a un curso de dibujo en la universidad de tercera categoría en la
universidad de Wisconsin, curso que interrumpió para trabajar con Sullivan. En 1894
Wright fundó su propio taller en Chicago. En 1906 viajo a Japón, donde el arte japonés
le impresiono profundamente. En Europa, adonde viajo en 1910, una exposición de sus
trabajos en Berlín y la publicación de sus obras en la editorial Wasmuth lo señalaron
como uno de los impulsores más importantes de la arquitectura europea. Por su parte,
abordó con menor intensidad las concepciones de sus colegas Gropius, Le Corbusier y
Mies van der Rohe, que operaban dentro del racionalismo más riguroso. Es cierto que
Wright estudió prácticamente todos los temas de la modernidad, pero no en el plano
abstracto y teórico, sino en el plano de la realización de proyectos. Obsérvese el
ejemplo de la “máquina”: mientras sus colegas europeos traducían su esquema
funcional en edificios, para Wright sólo representaba un instrumento para el arte. Así
en 1924 construyó la Casa Charles Ennis con elementos de hormigón fabricados
industrialmente. No obstante, Wright se sirvió de la técnica en el sentido del
movimiento Arts and Crafts y adornó la fachada con decoración maya, en tanto que los
modernos, con Adolf Loos al frente, repudiaban el “ornamento como un crimen”.
El verdadero tema que el autodidacto Wright desarrollo personalmente y al que
se entregó durante toda su vida con celo de apóstol fue la arquitectura orgánica. “Un
edifico sólo es orgánico cuando hay una concordancia entre su interior y su exterior y
cuando ambos están en armonía con las características y la naturaleza de la finalidad,
de la realización, de la situación y del momento de construcción del mismo”.
El punto inicial de partida lo constituyó la “casa de la pradera”. Sobre una planta
libre, revolucionaria en aquellas circunstancias, el espacio residencial se vertebra en
torno a una chimenea. Bajo cubiertas muy proyectadas y sobre un zócalo macizo, la
casa se abre al paisaje con bandas continuas de ventanas. Con su predominio de la
horizontalidad, las casas, en expresión de Vincent Scully, hacen “creíble que los
norteamericanos han vivido siempre en su continente”. A partir de 1910 se
construyeron docenas de ejemplares de este tipo de construcción.
Posteriormente las casas se individualizaron más y se adaptaron a la finalidad de
la construcción y al terreno. La Casa Kaufmann de 1936 se llamó sencillamente Falling
Water en razón de su perfecta simbiosis con la cascada sobre la que está construida;
otras casas, el Marin County Civic Center de 1957 por ejemplo, corona la colina como
visiones fantásticas.
El mismo Wright tomó posición en el paisaje. Hijo de un predicador y nacido en
una pequeña ciudad de Wisconsin, paso toda la vida alejado de los centros de
civilización. En 1911 se retiró a Spring Green, Wisconsin. En el valle de sus
antepasados fundó Taliesin (hasta 1914, reconstruido tras un incendio en 1925). En
Taliesin la arquitectura constituía un modelo de vida. La finca era residencial, taller y
granja agrícola al mismo tiempo. En 1938 se creó en Scottsdale, Arizona, Taliesin
West, con un nombre conscientemente igual. Los estudiantes del colegio de Taliesin se
reunían en una intimidad casi espiritual con el egocéntrico superpadre en medio de la
pradera, bajo los planos inclinados de la sala de dibujo.
Quien así vive, desarrolla una hostilidad contra la ciudad. Refiriéndose a Chicago
escribió Wright “¡Era tan frío, tan negro y tan húmedo! El horrible parpadeo azul y
blanco de las lámparas de arco dominaba todo. Me estremecí”. Consecuentemente se
dedicó sobre todo a construir en pleno campo. Los pocos edificios que construyó en el
contexto urbano se desentienden de la calle y desarrollan ricos mundos interiores.
Mientras el edificio Larkin en Buffalo, Nueva York (1905), presenta exteriormente el
aspecto de una fortaleza de piedra, su interior, amplio y abierto, aunque iluminado
únicamente desde arriba, constituye una revolución de la arquitectura al servicio dela
administración. El mismo efecto produce la fábrica de la Jonson Wax Company en
Recine, Wisconsin (1936—1939). Una calle interior sitúa el acceso en el centro de las
instalaciones. Bajo un bosque de columnas hongo aparece uno de los interiores más
impresionantes. En el museo Guggenheim de Nueva York un ascensor traslada al
visitante desde la 5th Avenue hasta la altura. Por una rampa en espiral se desciende al
interior, resulta tan sensacional que el visitante se olvida de la ciudad y del arte.
Wright concibió un contramodelo antiurbano contra metrópolis como Nueva
York. A diferencia de la ciudad jardín europea, “Usonia” no parte de la comunidad, sino
de la libertad del individuo en que se funda la sociedad norteamericana. Así Wright
asignaba a cada familia como mínimo una hectárea de tierra para autoabastecerse.
Proyectó casas unifamiliares baratas e insistió en el derecho de cada ciudadano a su
propio coche. Finalmente en 1935 concibió un plan que habría de realizar la armonía de
los individuos entre sí y con el paisaje: Broadacre City.
Esta visión se realizó sólo como arrabal sin rostro. Frente a lo que había soñado,
el arquitecto no fue el “salvador de la cultura norteamericana moderna”. En su
testamento Frank Lloyd Wright constataba resignadamente que “América es el único
país del mundo que ha pasado directamente del estado de barbarie al estado de
decadencia”.
Su Padre, William Cary Russell
Wright
Su Madre, Anna Lloyd Wright
Fallingwater
(Casa de la Cascada).
Frank Lloyd Wright (1876—1959) es considerado por
autores como el mejor arquitecto norteamericano, y a su vez,
la “casa de la cascada” (Fallingwater) su obra maestra.
Llamada “la residencia más famosa que se haya construido”,
la AIA (American Institute Architects) la ha juzgado como “el
mejor trabajo de un arquitecto americano”.
Diseñada entre 1934—1935 y construida durante
1936—1937 en Pensylvania, Fallingwater fue la casa de
campo para Edgar Kaufmann su esposa Liliane y su hijo
Edgar Jr., dueños de un almacén de departamentos en
Pittsburgh.
La casa de la cascada constituye un hito singular
dentro de la abundante producción de Wright. Lejos ya de los
tejados rurales de las Prairie Houses e incluso del
barroquismo decorativo de muchas Usonian, su simplicidad
lingüística y su resolución exterior de planos rectos la hacen aparecer como la más
emparentada con el estilo internacional entre las obras del autor. Más allá de esta
apreciación, la singularidad de esta obra parece deberse principalmente a la conjunción
de tres factores fundamentales:
 La libertad espacial siempre buscada por Wright llega aquí a su
grado de expresión máxima, lo que se percibe en la notable articulación de
sus plantas así como en la potencia expresiva de sus terrazas lanzadas en
voladizos hacia el espacio circundante.
 La utilización coherente de un recurso expresivo tan sencillo como
eficaz; el contraste entre el lenguaje de planos blancos de las formas
horizontales, que siguen la línea de las bandejas rocosas, y el lenguaje
pétreo y fuertemente texturado de los volúmenes verticales, que parecen
conjugarse con el sentido de elevación de los árboles circundantes.
 La escenográfica implantación de la casa en medio del bello paisaje
de Bear Run explotando al máximo las posibilidades estructurales del
hormigón armado — que Wright usaba por primera vez — para proyectarse
en espectaculares voladizos sobre el salto de agua.
Hoy en día Fallingwater es un monumento nacional en Estados Unidos que
funciona como museo y pertenece al Westem Pennsylvania Conservancy, y esta abierto
diariamente para los recorridos excepto los lunes, de abril hasta noviembre. La
admisión es de $ 8 dólares entre semana y de $12 dólares los fines de semana y días
feriados.
Fallingwater sigue los
principios
de
“Arquitectura
Orgánica”
enfatizados
por
Wright en su escuela y estudio
Taliesin. Básicamente consiste
en integrar en una unidad
(edificación)
los
factores
ambientales del lugar, uso y
función, materiales nativos, el
proceso de construcción y el ser
humano o cliente.
Existen varias anécdotas
sobre
la
construcción
de
Fallingwater;
la
localización
preferida de los Kaufmann en su
finca estaba situada frente a la
cascada
formada
por
el
riachuelo “Bear Run”. Después
de un par de visitas al lugar, proponer y ser aceptada la construcción sobre la cascada,
y nueve meses “sin tocar un lápiz” Frank Lloyd Wright “germino” el proyecto en su
cabeza.
Cuando Edgar Kaufmann anuncio su visita a Taliesin (septiembre 1935), Wright
se sentó y dibujo la primera ilustración de la casa y los planos se desarrollaron en
pocas horas. Wright le comento a Kaufmann “…diseñada para la música de la cascada...
para quien le gusta oírla”. Hoy en día el sonido de la cascada se percibe desde
cualquier lugar de la casa.
Para preservar la mundialmente famosa
obra de Frank Lloyd Wright y su igualmente
importante locación natural, la organización
Western Penssylvania Conservasy promovió un
proyecto valorado en 11.5 millones de dólares,
que consistía en reparaciones estructurales
mayores, restauración de los muebles de
madera,
cinturones
de
acero,
impermeabilización, un novedoso sistema de
tratamiento de desechos sin descargas y un
proyecto ambicioso de paisajismo para mejorar
la visita de los turistas, a la vez que se protege
la propiedad.
La reparación estructural del nivel principal de la casa fue completado
exitosamente en marzo; tres de las cuatro vigas principales fueron postensadas, así
como varias de las vigas este—oeste de menores dimensiones. Las grietas del
hormigón fueron reparadas, y tres vigas muy dañadas fueron sustituidas. Durante el
tensado, la casa se levanto centímetro y medio, tal como se esperaba, y ya no
descansa tanto sobre las rocas, como ocurría anteriormente.
Frank Lloyd Wright En México.
Frank Lloyd Wright (1867—1959), el arquitecto más importante de los Estados
Unidos, es universalmente conocido como uno de los iniciadores de la arquitectura
moderna. Con sus proyectos definió, al inicio del siglo XX, los elementos que acabarían
modelando el concepto del espacio.
La obra de Wright, emblema de un país pujante y democrático, influyo de manera
trascendental en toda la producción arquitectónica a lo largo de todo el siglo XX, es por
ello que se le considera como uno de los pilares de la arquitectura mundial, cuya
influencia ha estado presente en las diferentes corrientes de todas las latitudes
terrestres. Sin lugar a dudas, es uno de los arquitectos más influyentes en las diversas
generaciones de urbanistas que buscan revertir o evitar en el desarrollo de las
ciudades los problemas generados por el crecimiento acelerado: exceso de población,
contaminación, zonas marginales, etc.
El carácter orgánico de su obra arquitectónica y sus opiniones respecto de los
trabajos realizados por sus colegas europeos, lo llevó a crear su propio lenguaje
conocido hasta hoy como el “Internacional Style”, que llego a México a través de los
diseños de arquitectos como Mauricio Romano, Mario Pani, cuya influencia se refleja
en las casas que construyó en las Lomas de Chapultepec y el Conservatorio Nacional
de Música donde se aprecia una marcada influencia de su concepción por proyectar al
edificio como un organismo que nace del propio sitio que lo sustenta; Agustín
Hernández y Carlos Ortega, quienes también se basaron en las obras de Wright.
Gran parte de la magnificencia de Frank Lloyd Wright, podrá ser admirada en
nuestro país gracias a la exposición que recientemente fue inaugurada en el Museo de
Arte
Contemporáneo,
donde
el
publico
interesado,
podrá
adquirir
una
mejor
comprensión
de
la
importancia
y
trascendencia
de
la
obra de uno de los
arquitectos urbanísticos
más importantes del
siglo pasado.
Llega a México
Frank Lloyd Wright, el
pionero
de
la
arquitectura
moderna,
cuyas
propuestas
innovadoras
redefinieron el urbanismo del siglo XX, ya que estuvieron orientadas a satisfacer las
necesidades del ser humano, siempre en armonía con el paisaje y el entorno
circundante.
El Museo de Arte Moderno preocupado por ofrecer una visión incluyente de las
artes visuales, tanto en México como en el mundo, abre sus espacios a una de las
expresiones más importantes del siglo XX: la arquitectura. Al igual que en la plástica,
esta manifestación artística recibió, a partir de la década de los años veinte, un
renovado impulso mediante el uso de lenguajes arquitectónicos modernos, aunado a la
innovación de técnicas y materiales de construcción.
Para el Museo de Arte Moderno es
relevante realizar un evento anual con los temas
de la arquitectura, en esta ocasión en
colaboración con el Museo Nacional de
Arquitectura, presentan juntos esta muestra
dedicada a Frank Lloyd Wright, considerado uno
de los grandes iconos de la arquitectura del
siglo XX.
La muestra Frank Lloyd Wright y la
ciudad viviente examina el amplio espectro de
sus obras, hasta sus últimas propuestas,
incluyendo la progresiva visión de lo que él
denominó La ciudad viviente: un proyecto de
arquitectura orgánica que incluye asimismo el
diseño y la planificación urbanística de toda una
ciudad, y su íntima relación con el entorno
natural.
De igual manera la exposición permitirá dar a conocer al publico visitante a
Wright, no sólo como arquitecto, sino que también mostrará su particular interés por
abarcar un amplio espectro de los elementos que conforman una concepción del
espacio; incluyendo la decoración y el mobiliario que, combinados entre sí, integran un
todo orgánico.
Después de itinerar por diversos países europeos, llega por primera vez a
América, gracias al decidido apoyo del Vitra Design Museum, Weil am Rhein, Alemania;
a la Exhibitions International, Nueva York y la cooperación de la Frank Lloyd Wright
Foundation en Scottsdale, Arizona.
Museo Guggenheim.
( Nueva York)
En Junio de 1943 Frank
Lloyd Wright recibió el encargo
de proyectar la sede del Museo
de la Fundación Guggenheim
quería levantar en Nueva York,
dedicado a la exhibición del arte
no figurativo del siglo XX. Llevó
dieciséis años de lucha imponer
el proyecto contra las criticas de
algunos arquitectos, críticos y
obstáculos
planteados
por
códigos de edificación y representantes inmobiliarios. Guggenheim y Wright
murieron antes de ver terminado el edificio, hecho que ocurrió en 1959. El éxito
resultante es testimonio no sólo de genio arquitectónico sino también del espíritu
aventurero que caracterizo a sus fundadores.
El Museo Guggenheim encarna el intento de proporcionar la plasticidad de las
formas orgánicas en la arquitectura. Su estructura de ziggurat invertido, de origen
babilónico, permite al visitante pasear a través de una serie de salas
interconectadas para volver sobre sus pasos cuando se marchan. El edificio es una
sinfonía de triángulos, óvalos, arcos, círculos y cuadrados.
Como tantas obras del autor, la
importancia
de
ésta
radica
fundamentalmente en que se planteo
un modo absolutamente original de
responder a un programa tradicional.
Un museo para exhibición de
pinturas
requiere
básicamente
garantizar un cómodo y fluido
recorrido por paños de tabique y/o
paredes contra las cuales se puedan
ver las obras sin que la luz del día en
caso de que penetre al edificio,
incida directamente sobre ellas. La
forma en que Wright resolvió este requisito tiene que ver con el logro de uno de los
pilares de su propuesta arquitectónica: la continuidad espacial, la experiencia de un
espacio interior no compartimentado en lo posible por requerimientos funcionales.
Estos requisitos derivaron en la concepción de un espacio circular que consistía en
un gran recorrido a lo largo de una
suave
rampa
perimetral
que
va
ascendiendo en espiral configurando en
su desarrollo un volumen de cónico que
se abre hacia arriba. Esta rampa se
enrosca —valga el termino— en torno a
un espacio central que tiene toda la
altura del edificio y que esta bañado por
la luz que penetra por la gran lucarna
cenital que corona dicho espacio. De
este modo se reemplazó la rígida
estratificación del espacio en pisos,
generando en su lugar la vivencia de un
recorrido continuo en el interior de un
mágico espacio único. La suave luz
cenital baña dicho espacio sin incidir
sobre las pinturas, amparadas por la
cinta continua de la rampa.
Originalmente la gran rotonda iba
a estar acompañada por una más pequeña y por otra torre. Wright deseaba que esa
torre fuese destinada a apartamentos para Rebay y Guggenheim y estudios para
artistas, pero en lugar de eso se instalaron oficinas y almacenes. En 1965, el
segundo piso fue renovado para mostrar la
creciente
colección
permanente.
Con
la
restauración del edificio, entre 1990 y 1992,
volvió por completo la colección al espacio de
exposiciones y se rebautizó como edificio
Thannhauser, en honor de uno de los más
importantes mecenas del museo.
Su proximidad a Central Park fue clave, tan
cerca de la naturaleza como uno pueda estar en
Nueva York, el parque proporciona alivio del
ruido y la congestión de la ciudad. La naturaleza
no sólo da al museo un respiro de las
distracciones de Nueva York, también alimenta su
inspiración.
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