Universidad P. Comillas 33. Lectura orante de la Biblia LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS Lc 15, 1-32 1 Los publicanos y los pecadores se acercaban para oírlo. 2Y los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban: «Éste acoge a los pecadores y come con ellos». 3 Entonces les propuso esta parábola: 4 «¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una, no deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la perdida hasta que la encuentra? 5Cuando la encuentra, se la echa sobre sus hombros lleno de alegría, 6y, al llegar a casa, llama a los amigos y vecinos y les dice: ¡Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida! 7Pues bien, os digo que habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse». 8 «O ¿qué mujer que tenga diez monedas, si pierde una, no enciende una luz y barre la casa y la busca cuidadosamente hasta encontrarla? 9Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas y les dice: ¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la moneda que había perdido! 10 Os digo que así se alegrarán los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente». 11 Y continuó: «Un hombre tenía dos hijos. 12Y el MENOR dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y el padre les repartió la herencia. 13A los pocos días el hijo menor reunió todo lo suyo, se fue a un país lejano y allí gastó toda su fortuna llevando una mala vida. 14Cuando se lo había gastado todo, sobrevino una gran hambre en aquella comarca y comenzó a padecer necesidad. 15Se fue a servir a casa de un hombre del país, que le mandó a sus tierras a guardar cerdos. 16Tenía ganas de llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, y nadie se las daba. 17 Entonces, reflexionando, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18Volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo: tenme como a uno de tus jornaleros. 20 Se puso en camino y fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su PADRE lo vio y, conmovido, fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. 21El hijo comenzó a decir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. 22 Pero el padre mandó a sus criados: Sacad inmediatamente el traje mejor y ponédselo; poned un anillo en su mano y sandalias en sus pies. 23Traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron todos a festejarlo. 25 El hijo MAYOR estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa, oyó la música y los bailes. 26Llamó a uno de los criados y le preguntó qué significaba aquello. 27Y éste le contestó: Que ha vuelto tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado porque lo ha recobrado sano. 28Él se enfadó y no quiso entrar. Su padre salió y se puso a convencerlo. 29Él contestó a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin desobedecer jamás tus órdenes, y nunca me has dado ni un cabrito para celebrar una fiesta con mis amigos. 30¡Ahora llega ese hijo tuyo, que se ha gastado toda su fortuna con malas mujeres, y tú le matas el ternero cebado! 31 El PADRE le respondió: ¡Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo! 32 En cambio, tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Convenía celebrar una fiesta y alegrarse». Universidad P. Comillas 33. Lectura orante de la Biblia CUANDO LEAS. Lucas es el evangelista de la ternura de Dios. El autor que con más delicadeza nos presenta las entrañas del Padre: Dios es misericordia. Las tres parábolas de la misericordia intentan deslindar el rostro del Dios de la ternura. Las dos primeras parábolas permiten contemplar a Dios como el Padre que siempre espera y perdona. La parábola de la oveja perdida presenta al Dios de la ternura yendo en busca de aquel discípulo que se ha salido del camino. La dracma perdida recuerda la preferencia del Dios de la misericordia por los pequeños y por todos aquellos que se ‘pierden’. El hijo pródigo muestra al Dios Padre que acoge siempre, espera siempre y perdona siempre sin imponer condiciones. Jesús enseña a sus seguidores a ser buenos discípulos, pero en el centro de su enseñanza coloca la descripción de este rostro de Dios. Explica a sus amigos las cualidades que debe tener todo discípulo, y en estas parábolas les muestra la intimidad de Dios. Pero también sabe muy bien que los proyectos humanos suelen ser geniales e ilusionados, pero que las respuestas son, muchas veces, tan sólo mediocres. Jesús no se conforma con presentar a Dios como un Padre de misericordia, sino que matiza, certeramente, la forma en que el Padre ejerce la ternura. Los discípulos se alejarán del camino propuesto por Jesús y abandonarán la senda del amor. Pero a pesar del pecado humano, Dios –igual que el padre de la parábola- siempre permanecerá a la espera del retorno de sus hijos y, sin que ellos lo sepan, velará la senda de su regreso. CUANDO MEDITES Nuestro Dios es el Señor de la vida. En ocasiones nos apartamos del camino del Dios de la vida y nos precipitamos, sin darnos cuenta, en las tinieblas del poder de los ídolos. Pero aunque huyamos de Dios, Él siempre nos acoge y nos espera porque es amor y ternura. Nuestra parábola es una invitación a volver a la casa del Padre, a reiniciar nuestro camino junto a Dios, y a experimentar juntamente con Él el gozo de la plenitud vital. Date cuenta de que estas historias son tu historia, de manera especial, la última: el hijo, con su cabeza rapada, su ropa raída, sus talones heridos y sus sandalias desatadas, no parece que al principio se atrevió a mirar a su padre porque quizá esperaba encontrar un juez. Pero después de hacerlo se ha sentido como un náufrago que se refugia en un puerto y, apoyado sobre su seno, parece un recién nacido que acaba de salir del vientre materno. La voz muda de las entrañas de aquel de quien se había alejado está murmurando algo en su oído: no palabras de reproche, sino su nombre familiar tantos años perdido. Antes de acercarte al texto prepara tu interior para acogerlo como Palabra de Dios. Ponte en su presencia leyendo estas palabras: "Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal. Si obedeces los mandatos del Señor, tu Dios, siguiendo sus caminos, guardando sus preceptos, mandatos y decretos, vivirás y crecerás" (Dt 30,15-16). CUANDO ORES Desde tu estar en la presencia del Señor, intenta descubrir el mensaje de la Palabra, en tu contexto personal, habitual y comunitario... Pregúntate, si te ayuda, ¿con cuál de los personajes de la parábola te identificas espontáneamente? ¿Por qué? ¿Qué imagen de Dios descubres para tu vida en este pasaje? ¿Es compatible con otras ideas sobre Dios que a veces tenemos? Responde, también, desde la luz que te ha dado la Palabra de Dios. Puedes hacerlo con algún salmo, oración espontánea e incluso, a través de un compromiso personal. Ora expresando aquello que la Escritura te invita pedirle a Dios, buscando cómo poner en práctica la propuesta que te hace su Palabra. Busca una conversión personal, una acción en favor de la comunidad, un trabajo social... Y termina tu oración expresándole a Dios tu acción de gracias. Pues como dice el texto: «Convenía celebrar una fiesta y alegrarse».