Educación: ¿formación o propaganda? En el presente trabajo se trata el tema de la educación actual a la luz de Las nociones de persona, fin de la educación y orden natural. El problema mayor de la educación surge de la “falta de respeto a la realidad.” En efecto, sólo ella es guía para alcanzar la perfección de la persona. Prof. Ana Aurora Esposito Profesora de Enseñanza normal y especial en Filosofía. Profesora Adjunta a cargo en la Facultad de Filosofía y Letras (U.C.A.) Profesora Adjunta de la Facultad de Filosofía y Letras (U.N.S.T.A.) Profesora Adjunta a cargo en el Instituto Teológico Franciscano “Fray Luis Bolaños”. Correo postal: Rosario 254 10mo “A” (1424) E-mail: aae@sinectis.com.ar Al leer una obra de C. S, Lewis, me llamó especialmente la atención un párrafo que concierne al tema de la educación: “... la diferencia entre la antigua y la nueva educación .... Mientras que la antigua formaba, la nueva simplemente ‘condiciona’. La antigua se ocupaba de los alumnos como los pájaros adultos se ocupan de los jóvenes cuando les enseñan a volar; la nueva les trata más como el avicultor trata a los polluelos: dirigiéndose a ellos de tal o cual manera con propuestas de las que los pájaros no entienden nada. En una palabra: la antigua era una especie de propagación: hombres que transmitían humanidad a otros hombres; la nueva es simplemente propaganda.” 1 Creo que la diferencia que plantea el autor se puede analizar teniendo en cuenta tres temas: la persona humana, el fin de la educación y el respeto. Santo Tomas, siguiendo a Boecio, define a la persona humana de la siguiente manera: “... la persona es sustancia individual de naturaleza racional.” 2 El nombre de “persona” se asigna al individuo de orden espiritual. Es el hombre en cuanto posee una existencia propia, incomunicable, distinta de los otros seres y también distinta de los otros individuos. La persona, entonces, es: 1 2 Lewis, C.S. La abolición del hombre, p. 26. S. Th., I, 29, 1: “persona est rationalis naturae individua substantia.” Sustancia: una sustancia que existe en sí misma. Es sustancia primera o supuesto. Individuo: es lo que es indistinto en sí mismo pero distinto de los demás. De naturaleza racional: dotada de razón. Implica que es capaz de obrar por sí misma y ser dueña de sus actos. La persona humana engloba tanto el cuerpo como el alma en tanto que la naturaleza del hombre consiste en ser un cuerpo animado por un alma espiritual. “ Por lo tanto la persona, en cualquier naturaleza, significa eso que es distinto en aquella naturaleza: como en la naturaleza humana significa esta carne y estos huesos y esta alma., que son principios que individúan al hombre.” 1 La naturaleza racional de la persona acentúa su individualidad en virtud de la libertad fundada en la razón. “de un cierto modo más especial y perfecto se encuentra lo particular y lo individual en las sustancias racionales las cuales tienen dominio de su propio acto y no sólo son movidas (actuadas) como otras sino que actúan por sí mismas.” 2 Por todo lo dicho, la persona es sujeto en el sentido moral de la palabra. Es sujeto de derechos y deberes que se determinan por la situación concreta en que se encuentra, pero fundados en el fin último hacia el cual se ordena. Conectado con esto último se encuentra el segundo de los temas a tratar, esto es, el fin de la educación. La educación se ordena al buen ejercicio de las operaciones humanas en cuanto implican un auténtico perfeccionamiento del hombre. El hombre se perfecciona operando, en tanto que actualiza sus potencias. Pero no todas las operaciones del hombre constituyen el fin de la educación; sólo aquéllas que obedecen a la razón y están sometidas al imperio de la voluntad. Son las operaciones totalmente humanas sobre las que recae la educación; es decir, sobre las intelecciones y voliciones libres, pues como operaciones esencialemnte racionales son humanas en cuanto a la esencia, y como libres son humanas en cuanto al modo de producirse. En general, la educación comprende la órbita de la libertad. Por ella el hombre es señor de sus actos y dueño de sí mismo. Ahora bien, si este perfeccionamiento no incide sobre la perfección del hombre, de la persona humana en cuanto tal, la educación se encuentra en situación comprometida. Es necesario que todas las acciones humanas cumplan sus respectivos fines en subordinación y dependencia respecto del fin último natural y sobrenatural, si la educación quiere lograr una perfección integral del hombre. Cuando hablo de respeto como tercer punto a tener en cuenta, me refiero a la mirada contemplativa de la realidad y el actuar acorde con lo que ella es. El educador debe mirar al alumno como lo que es, como una persona. La persona, como ya dije, por su naturaleza racional es libre. El educador debe ser un guía que conduzca a la persona que tiene ante sí a conocerse a sí mismo y a la realidad que lo circunda. En esto consiste lo que Lewis llamaba “formar”. El conocimiento de la realidad hace que la persona sea libre realmente. El verdadero educador es aquel Ibid. I, 29,4: “Persona igitur, in quacumque natura, significat id quod est distinctum in natura illa: sicut in humana naturasignificat has carnes et haec ossa et hanc anima, quae sunt principia individuantia hominem.” 2 Ibid. I, 29,1: “quodam specialiori et perfectiori modo invenitur particulare et individuum in substantiis rationalibus quae habent dominium sui actus et non solum aguntur sicut alia, sed per se agunt.” 1 que no impone límites o esquemas preestablecidos al alumno sino que lo educa en la contemplación de la realidad y, fundamentalmente, de su propio ser. No pretende hacer de éste lo que no es, no lo “condiciona” sino que le ayuda a desarrollar sus potencias, partiendo de lo que éste es y permaneciendo firme en la adhesión al bien de sí mismo. Si el hombre no quiere reconocer el orden natural, nada tiene sentido incluído él mismo. Así, querrá ser lo que no debe ser y deberá ser lo que no es. Pero esta situación lo llevara al vacío interior, al desasosiego, al “hago lo que quiero, pues al fin da lo mismo.” No se sentirá pleno, pues no se desarrollará sino que cambiará de una cosa a otra, tratando de encontrar la felicidad. Ésta es más o menos la situación que describen los autores posmodernos: “El reino de la moda... agudiza el conflicto subjetivo e intersubjetivo, permite más libertad individual1, pero engendra una vida más infeliz.” 2 Esto es lo que el educador debe evitar en sus alumnos. Por esto es que es necesario que se eduque en el conocimiento contemplativo del orden natural. Esto lo llevará al desarrollo de su propia ser, armonizando y subordinando lo corpóreo sensible a lo racional, a partir de lo que es. También evitará no sólo el vacío existencial que provoca el vivir en continua confusión sino también la real incomunicación que surge de dicho vacío, al no saber dar ni ser capaz de recibir con el corazón alegre de quien ama la verdad y el bien. Creo que la solución a los problemas de la educación actual se encuentra en la vuelta a la actitud contemplativa del orden natural y la actuación a partir de ella. No nos asustemos si nos tachan de “antidemocráticos” por querer los límites que nuestra realidad nos marca (al fin de cuentas, sólo dentro de ellos nos desarrollaremos hacia la perfección que nos corresponde), pues en realidad hoy en día, al menos en nuestro país, se utiliza la palabra “democracia” como ausencia de todo límite, ya interno ya externo.3 No considero que nadie pueda ni quiera progresar indefinidamente desde la confusión de la nada hacia una nada sin sentido. En efecto, tenemos un fin al cual podemos alcanzar y este viene con nuestra propia persona. Aunque no lo parezca, los hombres queremos alcanzar la perfección y ella sólo se logra, como ya he dicho, desarrollando las propias potencialidades. 1 N. B.: debe entenderse libertad individual como posibilidad indeterminada de hacer lo que se quiere. Lipovetsky, Giles. El imperio de lo efímero. 3 N.B. entiendo como “interno” aquel límite que proviene de nuestra propia naturalez; como “externo”el que proviene de la realidad, incluídos nuestros semejantes. 2