EL TAJIN Durante las primeras centurias de nuestra era, al mismo tiempo que en el Altiplano Central emergía Teotihuacan como la más grande urbe de su época, surgió, en la parte central del estado de Veracruz, y en medio de una abundante vegetación y del imperante clima caluroso de la región, la ciudad arqueológica de El Tajín, ubicada en las proximidades de los actuales poblados de Papantla y Poza Rica. Según los arqueólogos y los especialistas, la ciudad de El Tajín, cuyo nombre significa en lengua totonaca, “la ciudad del dios del trueno”, alcanzó su esplendor entre los años 800 y 1200, siendo precisamente ésta, la época en que se levantaron la mayoría de sus construcciones, de entre las que destaca la popular Pirámide de los Nichos, famosa por su decoración basada en vistosas grecas y los aproximadamente 360 nichos que la caracterizan y que inmediatamente le otorgan un carácter tanto solar como calendárico; sin lugar a dudas, este edificio es una de las más grandes creaciones arquitectónicas del México Antiguo. Junto a esta pirámide sobresalen otras construcciones como: el Juego de Pelota Sur, el más importante de los 17 hasta ahora descubiertos en la zona, ya que sus muros se encuentran decorados con singulares tableros que muestran relieves donde la temática predominante es alusiva a la práctica de este deporte ritual. Por otro lado destacan también, los distintos conjuntos o áreas palaciegas donde con sorpresa advertimos la presencia de ventanas, elementos poco vistos en Mesoamérica y que quizá deban su presencia a un ingenioso sistema mediante el cuál, la brisa vespertina pasa por donde encuentra libre trayectoria, refrescando las habitaciones de estos espacios habitacionales; así mismo, sobresale el llamado Edificio I, el cual alberga algunos de los pocos restos de pintura mural con que los habitantes de la ciudad decoraban los muros y paredes de sus edificios durante la época de gloria y esplendor de El Tajín. Es precisamente en estas muestras plásticas de arte, donde se aprecian algunas imágenes de personajes que, probablemente, se traten de los dioses que se veneraban en esta gran urbe costeña, la cual, recibe siempre a sus visitantes con la majestuosa presentación de los Voladores de Papantla, quienes sujetos a una cuerda, dejan caer sus cuerpos desde lo alto de un poste fijo al suelo; su armonioso descender, acompañado del rítmico soplar de la flauta indígena, simboliza el último vuelo del ave sagrada que, hacia los cuatro puntos cardinales, busca su verdadero encuentro con el Sol. Como ya se mencionó, esta zona arqueológica fue, primordialmente un centro religioso, lo cual hace de élla un sitio colmado de altares y templos. Al igual que en casi todas las construcciones de Mesoamérica, la Pirámide de los Nichos y el resto de la edificaciones cuenta con el talud y el tablero, pero su orientación con los puntos cardinales no es del todo exacta. En su periodo de apogeo, hacia el 600 d.C. se emprendió la construcción de un complejo llamado Tajín Chico. Ahí las edificaciones están hechas con basamentos más elaborados, espacios interiores sumamente amplios y fachadas que contienen motivos geométricos. El Tajín Chico se encuentra en la parte norte del núcleo principal y en una sección mas elevada del resto de la ciudad, y que como se dijo con antelación constituyó el centro administrativo y residencial de la ciudad. Otro tipo de construcción relevante es el relacionado con los juegos de pelota, de los que se han identificado alrededor de 14 en la zona. Asimismo, es bueno señalar que sobresalen los edificios #4, al norte de la plaza, el #2, en el extremo sur y el #5. Jürgen Brüggemann, sin duda, sintetiza de manera excelente la trascendencia de El Tajín dentro de la arquitectura mesoamericana al sostener que "La arquitectura de El Tajín es de especial interés para toda Mesoamérica, no sólo por el elemento formal y tal vez estructural de los nichos, sino también por el juego de las proporciones entre los taludes de los diversos cuerpos superpuestos de los basamentos de los edificios y los diferentes sistemas constructivos empleados en la edificación." PIRÁMIDE DE LOS NICHOS Al hablar de El Tajín, indudablemente tenemos que mencionar la famosa Pirámide de los Nichos, la cual es, prácticamente, única en su estilo arquitectónico. Dicha pirámide consta de una base cuadrada con 35 metros al costado. Tiene siete cuerpos, de los cuales, el último, constituía un recinto que coronaba la cúspide; se encuentra totalmente destruido y no es posible poder determinar su forma. Cuenta además con una escalera principal, la cual cuenta con nichos semejantes a los del resto de la construcción, pero de menor tamaño. Los nichos de este edificio están construidos de la siguiente manera: se tiene una tapia en talud, recubierta en piedra, en la que se levanta una pared vertical, revestido también en piedra y el que conforma el fondo del nicho; pequeños apoyos de piedras sobrepuestas van formando bordes hasta llegar al tamaño del claro que configura el mismo nicho; sostienen enormes losas que aparecen como ladradas pero que en realidad tienen este aspecto ya que se provienen de una formación sedimentaria cercana a la zona arqueológica. Otras lajas, que se colocan una sobre otra, van dando forma a los que es el armazón de la cornisa; las cornisas tuvieron un apariencia de un plano inclinado y el cual se obtiene gracias a un grueso aplanado. Se puede ver, en distintas partes de la pirámide, que ésta estuvo aplanada. Gracias a las investigaciones realizadas en la pirámide, se pudo descubrir que ésta se encuentra construida encima de otra más antigua. Esto se constató cuando, al hacer un túnel en el lado poniente de la estructura, los arqueólogos se toparon con varios taludes y lajas superpuestas que daban como resultado que la subestructura se constituía de un sólo cuerpo. PINTURA En El Tajín existe gran cantidad de pinturas murales, lo cual poca gente lo sabe. Estas pinturas están elaboradas con pigmentos de origen mineral, los cuales contenían fijadores como goma de nopal, orquídeas; también tuvieron que usar agua decantada pues utilizaron la técnica del "fresco". Para pintar, llegaron a emplear brochas y pinceles de pelo o pluma. Los murales se planeaban de antemano, pues se ha visto que la simetría que guardan algunos de ellos sólo podía obtenerse con un diseño previo. Los colores que en éllos se aprecian son: rojo, naranja, rosa, azul, verde, café, ocre, negro y blanco. La temática que presentan es sumamente diversa y no sólo es de tipo religioso. ESCULTURA La escultura en El Tajín es prolija y una de las mejor conservadas en Mesoamérica. La mayoría de los edificios tienen sus muros ladrados con sin número de figuras; sobresalen los muros de los juegos de pelota. Contrariamente a lo que se pensaría, existen gran parte de las piedras labradas del templo que ocupaba la parte alta de la Pirámide de los Nichos, contándose más de 150 de éllas. Los relieves de El Tajín, por lo regular, se componen de tres partes: una inferior, ricamente decorada con motivos entrelazados, con la representación del cuerpo de la serpiente de la Tierra; la intermedia en la que se desarrolla la escena libre, y la última representa a la faja celeste. Destacan tres tipos de esculturas que son típicas de esta zona: las palmas, los yugos y las hachas votivas. De las primeras, podemos decir que son unas figuras que asemejan a la palma, teniendo tres o cuatro tallos y que tienen ornatos muy sui generis, como serían el casos de los collares de manos cortadas rostros humanos descarnados. Los "yugos" de piedra fueron unos implementos mortuorios y se decoraban con bajos relieves que representaban al "monstruo de la Tierra", un ser fantástico que era la combinación entre un tigre y una rana, el cual, en sus fauces, llevaba un rostro humano. Las hachas votivas son unas singulares retratos, que casi es seguro, se esculpían en honor a algún guerrero distinguido. Estos retratos no son mas que cabezas planas cuyos ángulos tienen todos los grados de abertura; desde los más abiertos hasta los más cerrados. Casi todas estas esculturas fueron hechas en piedra basáltica. CERÁMICA La alfarería totonaca del horizonte Clásico es altamente conocida, no sólo en México, sino a nivel internacional, pues las cerámicas más representativas son las famosas "caritas sonrientes". Estas figurillas son la personificación de distintas personas, tanto de cuerpo completo como sólo su rostro, pero que tienen como rasgos en común el hecho de que sonrían de manera exagerada. Existen también otro tipo de figurillas, casi todas antropomorfas, pero son muy escasas. Toda esta cerámica esta elaborada con un sólo tipo de barro, el cual es de color rojizo. El Tajín, un sitio mágico, místico que casi se perdió en la oscuridad de los tiempos, un lugar que si bien no contó con la grandeza militar y comercial de otras metrópolis de Mesoamérica, si supo trascender por la exquisitez en su arquitectura y lo magnifico de su ingeniería. ZONA ARQUEOLÓGICA El núcleo de esta antigua ciudad esta dividido en 5 secciones verticalmente, "La Plaza del Arroyo", "La Xicalcoliuhqui", la zona central “el Tajin Chico” y el Grupo de las Columnas. Los edificios principales son la Pirámide de los Nichos, el Juego de Pelota, el Juego de Pelota Sur y el Templo de las Columnas. La Plaza del Arroyo es el primer grupo de edificaciones y es también el mas antiguo. Esta conformado por Templos, Palacios y Altares, así como las 17 canchas de Juego de Pelota. TAJÍN, EL (Ver.). Zona arqueológica situada en la región del Totonacapan septentrional, 14 km al suroeste de la ciudad de Papantla. El lugar está limitado por dos arroyos, uno en el norte y otro en el sur, los cuales se unen en el oeste; el espacio que queda entre ellos presenta una parte más o menos plana, conocida como La Cañada, y otra elevada, rodeada por cerros y montañas. En La Cañada se ubica el conjunto denominado El Tajín, formado por la plazuela del Arroyo, rodeada por cuatro edificios no explorados; la Pirámide de los Nichos, consolidada y restaurada en la temporada 1987-1988; el Juego de Pelota Sur; el Juego de Pelota Norte, ahora denominado central, explorado y reconstruido durante 1988; y la plaza central, con un edificio no explorado del lado sur. Al noreste se levanta una extensa plataforma de casi 600 m de longitud, bordeada por un muro de contención con escalinata, sobre la cual está el conjunto denominado Tajín Chico, compuesto por varias estructuras; y sobre una terraza más elevada que la anterior, se halla el Edificio de las Columnas. En los lomeríos que rodean la zona quedan numerosos montículos sin explorar en una superficie de casi mil hectáreas, formando así una de las ciudades más extensas de Mesoamérica y una de las más singulares por su arquitectura. Los habitantes de El Tajín se sirvieron de materiales de la región para construir edificios de planta cuadrangular, en los que emplearon los siguientes elementos: el talud y el tablero con nichos en serie, rematados por cornisas voladas; escalinatas limitadas por alfardas decoradas con la greca xicalcoliuhqui, hecha con piedras labradas y estuco; juegos de pelota con tableros decorados en bajorrelieve; arcos semejantes a la bóveda maya; techos de una sola losa que podían cubrir espacios de 75 m2 y esculturas integradas a la arquitectura: columnas cilíndricas, lápidas, figuras, yugos, hachas, candados y palmas, lo mismo que relieves con ganchos y volutas entrelazados, representaciones de dioses y personajes, animales y plantas, símbolos y jeroglíficos, que explican algo de la religión y costumbres de ese pueblo. El edificio principal, la Pirámide de los Nichos, es de planta cuadrangular, de 36 m por lado y 18 de altura. Se compone de seis cuerpos escalonados que van decreciendo de tamaño y dejan entre sí un pasillo o entrecalle; cada cuerpo está constituido por un talud sobre el que descansa un tablero con nichos en serie, rematado por una cornisa volada; en el lado oriente queda la escalera de acceso al templo, la cual tiene cinco nichos al centro, espaciados a intervalos regulares, y está limitada por alfardas decoradas con grecas que dan la impresión de una serpiente estilizada. El basamento y el templo tienen 364 nichos, y parecen relacionarse con el calendario o ciclo solar. De los 18 juegos de pelota que hay en la ciudad, dos han sido explorados: el Central y el del Sur. Se trata de recintos rectangulares acotados por plataformas paralelas, cuyos muros verticales están hechos con grandes bloques monolíticos. El Juego de Pelota Sur tiene una cancha de 60 m de largo por 23 de ancho, flanqueada por dos muros laterales de piedras, algunas de ellas hasta de 11 m de largo, y al parecer se construyó en tres etapas: la primera con piedra simple, la segunda con piedra labrada recubierta de estuco y la última con bloques monolíticos decorados con bajorrelieves. Cada lado del pasillo central tiene tres tableros con relieves, uno a cada extremo y uno en el centro, es decir, seis en total. El tablero I representa el sacrificio de un jugador de pelota; sobre éste hay una figura que simboliza la muerte; dos hombres detienen a la víctima y le clavan un cuchillo de pedernal, en tanto que un cuarto observa la escena. El tablero II muestra una ceremonia del pulque; entre los personajes presentes se reconoce a los dioses del agua, de la lluvia, del trueno y del relámpago; una parte de la escena está dedicada a la transformación del maguey desde que brota hasta que florece. En el tablero III aparece un juego de pelota en el que dos sujetos intercambian palabras; también se aprecian símbolos de ollin o movimiento. El tablero IV figura un juego de pelota, donde un personaje es iniciado; allí se observa una figura con atavío y aspecto de águila que parece representar al Sol, considerado dios patrono de ese rito. El tablero V es la representación de la ceremonia del pulque. Y el tablero VI muestra la investidura de un sacerdote o señor. En el Grupo de El Tajín Chico se halla el Edificio A, construcción rectangular de 34.50 m de largo, dividida en una planta baja o plataforma maciza, dos cuartos laterales y el cuerpo central. La fachada de la plataforma tiene una serie de entrepaños con tableros moldurados, una cornisa y un friso con decoración de grecas, símbolos del viento. Estos elementos se repiten en los muros exteriores de los cuartos. En el cuerpo central queda la escalera, con un medio arco de paso, a manera de bóveda maya, para permitir la entrada al edificio. Y sobre un promontorio de 45 m de alto se encuentra el Edificio de las Columnas, desplantado sobre una plataforma de 18 m de largo, decorada con tableros en forma de cruz rematados en nichos, cuya escalinata lleva alfardas que ostentan vértebras humanas como motivo decorativo. Sobre la plataforma queda un pórtico formado por seis columnas equidistantes, cada una con varios tambores de piedra superpuestos, bellamente esculpidos con relieves de guerreros, sacerdotes, fechas calendáricas y escenas rituales y de la vida cotidiana. Durante su apogeo El Tajín fue la ciudad más importante de la costa del golfo de México, pues influyó sobre Teotihuacan, Xochicalco, Cholula y aun Chichén Itzá. La cultura de El Tajín ha sido atribuida a diversos pueblos. Seler opinó en 1908 que fue obra de los antecesores de los actuales totonacas, llamados también tenimes, según fray Bernardino de Sahagún, “por hablar lengua bárbara”. Esta lengua, a juicio de Seler y Lehmann, sería el popoluca, cuya rama mixe-popoluca encontró Mc-Quown similar a la totonaca. Se sabe que los totonacas estuvieron presentes en Teotihuacan, ya sea como dominadores o como esclavos, de donde se infiere que su antigüedad es no menor de mil años. García Payón dice que “o los pueblos teotihuacanos que emigraron a la costa al mezclarse con sus vecinos perdieron su propio idioma, formándose el grupo totonaca, o bien habiendo los totonacas vivido en constante unión con aquellos pueblos, imbuidos de su ideología prosiguieron esta civilización”, de donde se sigue que El Tajín pudo ser una modalidad de la cultura teotihuacana.