Arquitectura moderna en México

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Arquitectura Moderna en México
de Angelica Fernández Morales
Introducción
México tiene tal extensión y variedad de paisajes que siempre puede observarse desde distintos puntos de
vista y descubrir cosas nuevas.
Cuando estuve hace dos años, lo que más me impactó fueron sus contrastes:
Por un lado, los contrastes económicos. Tales contrastes no se encuentran normalmente en las ciudades
europeas. En el centro urbano conviven los edificios institucionales (de estilo clasicista o Beaux Arts), los
hoteles de lujo, los comercios más caros con miles de pobres vendedores ambulantes.
Por otro lado, los contrastes entre los diferentes barrios de la ciudad. México DF es tan grande que abarca
diferentes ciudades con su propio origen, historia y habitantes. La densidad general se mantiene baja pero
la ciudad se sigue extendiendo por el territorio.
Por último, la coexistencia de dos civilizaciones. México es al mismo tiempo la ciudad europea y la ciudad
indígena. La plaza de las tres culturas así lo refleja con sus tres edificios simbólicos: la iglesia de estilo
clásico colonial, unos hallazgos arqueológicos aztecas y un bloque moderno.
La arquitectura moderna
La arquitectura moderna mexicana, a pesar de su fuerte influencia de de Europa, tiene sus rasgos propios.
Se acerca de nuevo a su tradición prehispánica. Las formas de Teotihuacán a menudo se repiten en las
obras de este siglo.
Un ejemplo es C.U., la Ciudad Universitaria, proyectada entre 1950 y 1952 por 150 arquitectos e ingenieros.
Este proyecto fue después de la Revolución el marco perfecto para la modernidad, el nuevo hombre.
CU presenta el contraste mexicano entre intento de modernidad e identidad nacional. En él no se buscó la
identidad internacional sino una unidad como nación, a pesar de las diferencias abismales y contrastes
internos de México.
La integración funcional de los edificios resultó un problema debido a la topografía. El tema se resolvió con
andadores, escaleras y aterrazamientos (como en la arquitectura precolombina).
En el proyecto y concepción de C.U. se unificaron principios modernos y referencias históricas. El campus
central, por ejemplo, debe su orden a un eje central y una gran plaza. Este eje cental puede compararse con
la “Calzada de los Muertos” de Teotihuacán. En cambio se evita en aquí la simetría.
Los murales en las fachadas (un buen ejemplo es la Biblioteca Central, de O´Gorman) muestran un
simbolismo precolombino. Los artistas mexicanos, concienciados con su pasado y los aspectos didácicos
de la Revolución, contradicen el Estilo Internacional con representaciones corpóreas, simbólicas y
metamórficas y un significado cultural.
El Museo Nacional de Antropología es otro ejemplo de la revalorización e importancia de las civilizaciones
precolombinas. El presidente Adolfo López Mateos declaró en la inaguración en 1964:
“(…) Frente a los testimonios de aquellas culturas el México de hoy rinde homenaje al México indígena en
cuyo ejemplo reconoce características de su originalidad nacional."
El edificio se construyó entre 1963 y 1964 según el proyecto de Pedro Ramírez Vázquez gebaut. Se
encuentra en el bosque de Chapultepec, en una gran superficie de 70000 m2. Los 30000 m2 para espacio de
exposición se divide en 23 salas: 12 explican la historia prehispánica de México, aquí puede verse una
importante colección de hallazgos arqueológicos como utensilios manuales, estatuillas, elementos
arquitectónicos, etc. de las diferentes culturas indígenas. Las otras 11 documentan sobre la etnografía del
país y las culturas indígenas que aún existen hoy en día.
Las diferentes partes forman una planta rectangular con –una vez más- un eje central y una gran plaza en
medio. La simetría, la simplicidad de formas, los materiales y el contacto con la naturaleza tienen mucha
relación con Teotihuacán. Se hizo un esfuerzo por que el visitante pudiese utilizar el espacio exterior,
también cuando lloviese. Por eso está el patio cubierto con un gran “paraguas” de apoyo central a modo de
fuente, por donde sale agua constantemente. Como elemento identificativo se encuentra una escultura de
Tlaloc (dios de la lluvia).
El espacio interior también fue diseñado cuidadosamente: la luz, los recorridos a través del espacio y la
sensación de interior y exterior, el modo de exponer los objetos…
La utilización de algunos elementos como celosías recuerdan a las formas prehispánicas.
La arquitectura de Barragán
Luis barragán es una figura importante de la arquitectura mexicana del siglo 20. Su obra es muy personal y
bastante atemporal. Nació en Mexico y fue fuertemente influído por sus tradiciones históricas. En su periodo
racionalista también fue influído por Le Corbusier, pero sus obras más importantes son posteriores, con su
casa en el barrio de Tacubaya y el Convento de las Capuchinas Sacramentarias en Tlalpan.
La arquitectura de Barragán trasciende la materialidad física de sus paredes para transportarnos a un
“espacio emocional”. Siempre trabaja con materiales sobrios y cuerpos macizos (como en la arquitectura
tradicional) que juegan con la naturaleza (agua y vegetación) y con la luz.
Teodoro González de León
Finalmente nos acercamos al arquitecto actual Teodoro González de León. Él y Francisco Serrano
pertenecen a una generación que busca su expresividad en determinados elementos de la arquitectura
mexicana de todos los tiempos: grandes espacios abiertos, superficies rugosas y materiales robustos.
Juntos ganaron el concurso para la Embajada de México en Berlin. El edificio de la nueva embajada debía
estar a la altura de las grandes expectativas. Era necesaria una construcción que representara a México en
el exterior y al mismo tiempo se adaptara al entorno de Berlin, concretamente a la zona de Tiergarten, donde
debía ubicarse.
El edificio cuenta con rasgos de la arquitectura mexicana. Tal y como dice el propio arquitecto:
“ (…) Un país es representado. Por lo tanto hay que trabajar con formas que representen el país. En este
caso procede pensar en una cierta monumentalidad – en un edificio que va a ser considerado como un
monumento.”
Un edificio concebido como un símbolo de la ciudad es, ante todo: la fachada y el acceso. Teodoro González
de León lo tiene en cuenta. La fachada de la Embajada es, al mismo tiempo, monumental y moderna, al igual
que el antiguo y el actual México. Se compone de pilares de hormigón visto blanco y tiene una entrada en
diagonal con una ancha escalera a la izquierda. El hormigón está compuesto totalmente de mármol:
fragmentos de mármol con mármol molido. Algo nada sencillo. Teodoro Gonzälez de León consigue con ello
un efecto especial de reflexión de la luz y una superficie rugosa, sin recubrimiento, que muestra el material
constructivo. Se consigue así una fuerte sensación de plasticidad arquitectónica actual, en la que se han
utilzado las tecnologías más nuevas.
En el espacio interior es la calidad lumínica especialmente impresionante. La luz inunda el patio, un cilindro
de 18 metros de altura, que sirve de punto de paso de toda la gente. Para Teodoro González de León debe
ser luminosa y rica en reflejos. Su edificio nos convence de ello.
El siguiente texto está escrito por el arquitecto. Cuatro puntos son especialmente importantes en relación a
su obra:
-La organización del edificio en torno a un patio central, donde la gente puede encontrarse
-La luz, que revela las formas y los volúmenes y a través de la cual el espacio interior existe
-La importancia de la entrada y el diálogo con la ciudad
-El tectonismo de los materiales y el uso de hormigón en sus obras
-la arquitectura como símbolo de una cultura
“La arquitectura es un negocio que llevamos a cabo a través de las ideas y la practica. Las ideas constituyen
nuestra visión personal de los edificios. La practica modifica esta visión, estableces limites y provee de
nuevas ideas. A través de mis 48 años de practica regular, algunas ideas han desaparecido, otras han
permanecido e ideas nuevas han emergido. El propósito de este prefacio es comentar brevemente estas
ideas. Pienso que la arquitectura es una configuración espacial, una construcción y una representación
cultural. Estos tres aspectos están siempre presentes e intrínsicamente enlazados. El espacio esta formado
con volúmenes (volúmenes que envuelven y desenvuelven el espacio).
El espacio es formado en respuesta al clima y las características del lugar, es también usado para extender
las actividades humanas. Estoy interesado en ver edificios organizados alrededor de "lugares" donde la
gente inevitablemente se reúne alrededor de espacios centrales como patios, andadores, donde los usuarios
se encuentran y donde la vida compartida es la principal forma de interacción. Lugares en donde el destino
se desenvuelve, enriqueciendo nuestras vidas. En mis trabajos recientes, di forma al espacio ensamblando
volúmenes diferentes dentro de composiciones estrictamente calculadas que parecen ser accidentales.
Estoy convencido mas que nunca que es a través de la luz -y de las dificultades en su manejo- que la
composición del volumen es revelada. Pienso, como Le Corbusier,
que los interiores existen solo cuando son inundados con luz. Estoy interesado en manejar el acceso como
un evento: celebrando el lugar en donde los visitantes tienen su primer contacto con esas obras. He
diseñado vestíbulos abiertos que son arcadas, las cuales en su caso, nos dan la oportunidad de estar en
contacto con la calle. Esos espacios abiertos son también una revelación de la ciudad en la arquitectura.
Además, también pienso que cada edificio debería establecer un dialogo con la ciudad. Esta es la
responsabilidad mas grande de los arquitectos trabajando en las ciudades enormes y caóticas que la
sociedad moderna trajo consigo. Nuestra tarea es asegurar que cada edificio sea un punto de referencia
identificando el lugar en el que fue construido.
Hablando de construcciones, estoy interesado en mostrar como las obras pueden expresar la forma en que
fueron ejecutadas, como se sostienen y donde sus refuerzos mienten. Las obras deberían expresar su
tectonismo (la poesía de la construcción). En mis obras, he evitado los recubrimientos: los materiales
estructurales hacen las fachadas. Estoy constantemente buscando formas de reducir los detalles. El
concreto ha sido el material predominante en mis obras, porque se adapta a mis objetivos formales y
responde al actual desarrollo tecnológico de mi país.
Construyendo y formando espacios, dos de los tres aspectos del arte arquitectónico. Ellos requieren
experiencia (Le Corbusier solía decir que Mozart no existe en la arquitectura), y también un pensamiento
lógico y racional: Son un producto de nuestra conciencia. Pero la arquitectura inevitablemente transmite
dentro de ella los signos del tiempo y lugar en donde fue concebida. La arquitectura crea escenarios que
representan nuestra cultura y que nosotros podemos identificar.
Las representaciones vienen del subconsciente, de nuestro pasado cultural. Este es la parte intemporal de la
arquitectura, la parte en donde se convierte en una de las bellas artes, crea emoción y permanece mas allá
de nuestra época. Representa nuestra época y no tiene limites espaciales; es internacional, pero si es
genuina, sus antecedentes son lanzados con expresión local.
Expresa el subconsciente colectivo de cada país.”
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