III Seminario Internacional Grupo Pensamiento Crítico 19-21 de noviembre de 2012 “Pensamiento crítico: capitalismo, indignación y democracia” Con el auspicio del Programa Pensamiento Social Alternativo, la Cátedra de pensamiento crítico "Franz Hinkelammert" y el Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional (UNA) En múltiples ocasiones, Franz Hinkelammert ha sostenido: La reconstitución del pensamiento crítico no significa hacerlo completamente de nuevo o inventar algo completamente diferente. La reconstitución es solamente posible en continuidad. Pero rompe con elementos de este pensamiento crítico, que han sido considerados como centrales o esenciales y saca de eso sus consecuencias. (2010: 227) Estamos en un momento en que no solo requerimos reconstituir el pensamiento crítico, sino necesitamos sacar las conclusiones, tanto de ese pensar críticamente como de las situaciones sociales que analiza, comprende y enfrenta ese pensamiento crítico. En ese sentido, los escenarios internacionales, nacionales y locales actuales aparecen transidos por una tensión que desde hace tiempo se viene avizorando, pero que requiere una profundización y discernimiento, por saber: la tensión entre capitalismo y democracia, que hace su aparición explosiva en las expresiones de indignación de los colectivos y sociedades, ya sea en Oriente Medio y el Norte de África, o en Europa, Norteamérica o Latinoamérica. Por eso se torna pertinente y urgente volver a pensar (despensar y repensar) esas categorías y las situaciones con ellas aludidas. Y es lo que proponemos como orientación para las conversaciones del Grupo Pensamiento Crítico, en este 2012 que parece poner en escena muchas de estas contradicciones. 1 Del capitalismo y las armas de destrucción masiva Actualmente las sociedades capitalistas viven una crisis, ante lo cual muchos se preguntan si se trata de “la” crisis del capitalismo en tanto crisis terminal, o si es “otro ciclo más”, a partir del cual el capitalismo se reconstituirá, y hasta hay quienes ven esto no como tal crisis sino como la oportunidad de hacer “jugosos negocios” como nunca antes. Lo que sí parece estar claro es que ante la remisión de la Guerra Fría y la amenaza de una confrontación militar global, con el uso de armas de destrucción masiva, hoy el sistema capitalista ha declarado una guerra total al planeta y sus sociedades. Para esto se ha armado con un nuevo tipo de armas letales, que algunos han denominado las “armas financieras de destrucción masiva”. Son reales armas que se habían venido desarrollando en muchos escenarios de la dominación colonial mediante la perversidad de la deuda, primero en la construcción del “mundo subdesarrollado” (los terceros mundos en África, América Latina, Asia), y que hoy se vuelven contra las mismas sociedades del primer mundo (Grecia, Islandia, Italia, España…). Armas financieras de destrucción masiva que pasan por tergiversar la historia de los pueblos, más si es una historia de éxito, para crear los fantasmas de los déficits públicos, aun cuando hay crecimiento económico. Armas que son la distorsión de la situación financiera real, de las economías nacionales que se quieren recolonizar, para generar nerviosismo en los mercados y la banca internacional, que se cierran a invertir y elevan los préstamos a intereses con cifras prohibitivas. Armas que orquestan grandes campañas sobre la inminencia del derrumbe económico, la corrupción de la empresa pública y de los servicios públicos, y la incapacidad de los agentes nacionales para hacer frente a esa crisis, que requiere una intervención técnica de los recetarios de los organismos internacionales (FMI, BM). Con esto se prepara el golpe final, que es privatizar todo aquello alcanzado con el esfuerzo colectivo y para el servicio colectivo, con la consecuente ruina de las empresas nacionales, la paralización de la producción, la expulsión forzada de la población, particularmente de aquella más capacitada (fuga de cerebros), y la generación de lacras que se creían superadas (muertes por enfermedades prevenibles, hambrunas, desnutrición, etc.). “Hoy, el espectro del hambre vuelve a nuestro infortunado y calumniado país”, denuncia Mikis Theodorakis (2012). Pero esta es la suerte de aquellos que confían su suerte a los organismos financieros por los que “se supone que debemos vivir gracias a la generosidad de nuestros prestamistas”, insiste vehemente y claramente Mikis Theodorakis (2012). De esta forma, vemos como la situación actual expone, es decir, deja al descubierto, pone a la mirada descarnada, toda la brutal crudeza y contradicción del sistema capitalista, ante lo que se levanta la voz de los acallados, de los oprimidos, de los ninguneados, de los marginados, de los utilizados, de los funcionalizados, de los prescindibles, de los rezagados… Es la voz de los indignados, masa ingente que empieza a descubrirse no como 2 anomia ni amorfa, sino como colectivos múltiples y diversos, en la pluralidad y complejidad de sus formas de agregación, que empiezan a generar liderazgos alternativos, pues son capaces de “…liderizar el sentido común de las personas, el sentido de lo justo, de lo valedero” (García Linera, 2011). De la indignación como locura divina Esta situación de crisis del capitalismo abre las posibilidades de una verdadera revolución social que es: …una Revolución mucho más profunda que tendría que afectar el modo de producción de una sociedad, el modo de distribución de las riquezas, el modo de la propiedad de los medios de producción, el modo de la decisión de los recursos económicos de una sociedad. (García Linera, 2011) Solo en y desde el espíritu de esta revolución social se pueden enfrentar las armas financieras de destrucción masiva. Eso se hace mediante la expresión de la indignación, que reclama el derecho a poder decir “…lo que vendrá a futuro, del orden de las cosas, del sentido de la sociedad, de cómo está organizado el país y hacia dónde debe ir” (García Linera, 2011). Es la indignación por el saqueo de las riquezas de los colectivos y los pueblos (“Con una estafa así (…) ganaban por partida doble”, aclara Theodorakis, 2012), sobre todo por el saqueo de sus historias y conciencias, que quita a los pueblos el derecho a decir y decirse, a soñar e imaginar, por tanto, a construir un “proyecto común” de convivencia. Hay indignación frente a la conversión en sensatez de la distorsión y la mentira, que hace de la perversidad una buena acción, que ve como fantasma a lo que reclama dignidad y vida, que considera locura la “doctrina de que el hombre es el ser supremo para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable” (Marx, cit. en Hinkelammert, 2010: 52). Esta es la indignación que responde con esa locura que recorre el mundo, la locura que exige reconocimiento y participación, respeto y alternativa. Es la locura que ante el ataque inmisericorde responde “con la solidaridad y la resistencia” (Theodorakis, 2012). “Hoy podríamos decir: una locura recorre el mundo. La locura divina del yo soy si tú eres. // Es la locura que lo hace a uno sabio hoy” (Hinkelammert, 2010: 54). Acaso no es esto lo que está detrás de los movimientos sociales y las movilizaciones masivas en el norte de África, contra siglos de dominación; en las calles de Madrid, Nueva York y Londres; la locura que se levantó en Islandia, para pedirle cuenta a todos los que estaban detrás de la crisis financiera y decirles ¡basta a la impunidad!; la locura de los que marchan en México, de los que votan en Buenos Aires por la esperanza que vuelve a su país; de los que impulsan esas revoluciones sociales en Bolivia, Ecuador, y así un sinfín de indignados, de levantados, que reclaman vida… y vida en abundancia. 3 Democracia… los criterios para vivir-convivir Es la indignación que desemboca en “…procesos políticos muy importantes que dicen del Estado, que interpelan al Estado, que están haciendo revolución con el Estado” (García Linera, 2011). Por tanto, es indignación como base del espíritu democrático que permite reconstruir el Estado, pero ya no como mero conjunto institucional del/y desde el poder, sino como un flujo relacional y cultural que incluye un tramado de instituciones, un sistema de creencias y tolerancias que guían y ordenan la vida cotidiana, y una estructura de correlación de fuerzas sociales, en la que se expresa el liderazgo no como dominio ni control, sino como orientación del: …sentido común de las personas, el sentido de lo justo, de lo valedero, de lo que vendrá a futuro, del orden de las cosas, del sentido de la sociedad, de cómo está organizado el país y hacia dónde debe ir. (García Linera, 2011) Democracia, entonces, se empieza a decir de nueva manera, reconstituyendo su sentido en tanto “orden de convivencia en que todos pueden vivir, no porque el crimen no sea posible, sino porque no está legitimado” (Yamandú, 152), y siempre tensionada en una “conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado” (Lechner). Y se trata tanto del crimen personalizado, el hecho cruento o incruento que genera las pequeñas injusticias de cada día, pero también es contra el crimen masivo, que subyuga a colectivos y pueblos enteros en condiciones de lesa humanidad. El crimen que es suicidio, personal y colectivo, como lo están experimentando los pueblos que gritan indignados frente a sus supuestos salvadores/verdugos, como diría Mikos Theodorakis. Así, democracia se trata de: …un orden de convivencia en el que todos pueden vivir [mas no con todas sus formas desordenadas y perversas de vivir en contra de los otros], no porque el crimen no sea posible, sino porque no está legitimado, cuya construcción se presenta a todas luces como “conflictiva”, también se presenta como “nunca acabada. (Acosta, 2008: 153) Como criterio, esta idea de democracia opera válidamente para los distintos espacios de la vida, personal y colectiva, ya sea en los ámbitos íntimos, familiar, privado, público, local, nacional, regional, continental y mundial. Y es que democracia también es la búsqueda y apuesta –en sentido pascaliano- por establecer criterios para ese proyecto de vida en común, que son criterios de sabiduría/locura divina, por saber: - En lo pequeño está la fuerza. 4 - Los elegidos de Dios son los plebeyos. - … la exigencia de que el análisis de la realidad tiene que hacerse bajo el punto de vista de lo que no es, y no a partir de lo que es” (Hinklammert, 2010: 53) para revelar la verdad. Estos son criterios para democratizar las llamadas “democracias contemporáneas” –las mismas que someten [a otras: las del llamado “Tercer mundo”, por ejemplo] y se someten [a sí mismas, como las europeas y noratlánticas] a condiciones criminales y suicidas- en la medida que no permiten continuar el proceso de legitimación de los crímenes, tanto intencionales como estructurales, que plagan la historia de las personas, los colectivos y los pueblos, y que atentan contra la vida, de unos y de todos. Son criterios que permiten la intervención de los sujetos, constituidos y autoconstituidos como tales sujetos: …sobre el orden de convivencia efectivamente existente, en la perspectiva sea de aproximación, sea de realización de un orden de convivencia en que el crimen no esté legitimado y, muy especialmente, que no lo esté en nombre de la Democracia. (Acosta, 2008: 154) Un sujeto que puede interpelar e interpelarse sobre los procesos que está impulsando y que le permiten ser, y cuestionar el tipo de orden que se construye, es una revolución política, en tanto que la política implica “la construcción de la hegemonía por definición” (García Linera, 2011). Y es esa misma intervención, la que gritan y demandan los indignados del mundo, lo que: …va a ir definiendo la profundidad de nuestra revolución política como revolución social o simplemente sólo como revolución política: transformación del Estado pero preservación del orden socioeconómico o, al contrario, a partir de una revolución política su prolongación como revolución social. (García Linera, 2011) Se tiene así, en el proceso de construir el conflictivo y nunca acabado orden deseado, en el cual el crimen intencional y estructural no esté legitimado, una revolución política y una revolución social en los términos que se definieran anteriormente. Pues discernir, apostar y aportar en este proceso democratizador de las democracias, revolucionador de las mismas llamadas “revoluciones”, de abrir espacios y construir un orden en que sea posible vivir, y que todos puedan vivir, es tarea del pensamiento crítico. Y al hacerlo, estaremos reconstituyendo el propio pensamiento crítico. ***** 5 Acosta, Yamandú (2008). Filosofía Latinoamericana y sujeto. Caracas: Fundación editorial el perro y la rana. García Linera, Álvaro (2011). Estado, Revolución y Construcción de Hegemonía. Conferencia, disponible en Internet: http://librepenicmoncjose.blogspot.com/2011/12/conferencia-estadorevolucion-y.html, consultado el 29-03-2012. Hinkelammert, Franz J. (2010). La maldición que pesa sobre la ley. Las raíces del pensamiento crítico en Pablo de Tarso. San José: Editorial Arlekín. Theodorakis, Mikis (2012). La verdad sobre Grecia. Llamamiento, disponible en Internet: http://www.contrainjerencia.com/?p=39245, consultado el 29-03-2012. ***** A partir de estas consideraciones iniciales convocamos al III Encuentro Internacional “Pensamiento crítico: capitalismo, indignación y democracia”, a realizarse del 19 al 21 de noviembre en el Campus Omar Dengo de la Universidad Nacional (Heredia, Costa Rica). Las personas interesadas pueden participar en los encuentros de diálogo y reflexión preparatorios, que durante el 2012, tendremos los últimos jueves de cada mes: 29 de marzo; 26 de abril; 31 de mayo; 28 de junio; 26 de julio; 30 de agosto; 27 de setiembre y 25 de octubre. También se pueden seguir y participar en estos diálogos mediante la página webb: www.pensamientocrítico.info 6