PASION Y MUERTE En la Muerte de Jesús, por encima de las causas inmediatas históricas -el Sanedrín, Pilato, los soldados- hay una causa de nivel más alto que sólo puede ser conocida por la revelación: el plan y la disposición de Dios que han permitido los actos nacidos de la ceguera de los hombres para realizar el designio de nuestra salvación. Dios quiere que el hombre se arrepienta del pecado y exprese su arrepentimiento interior con obras externas de penitencia, obras de entrega a la voluntad divina. Las penas derivadas del pecado se ordenan a la reparación del mismo. Dios las permite porque son medicinales y se ordenan a un bien mayor: la vida sobrenatural. En el plan divino, el dolor purifica el alma, quita el obstáculo de la propia voluntad que nos apartó de Dios, sirve, con la ayuda de la gracia, para reparar el desorden del pecado en el hombre. El sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo con la obra salvífica de Cristo. La reparación plena de los pecados de los hombres se da por la Pasión y Muerte de Cristo. Dios Padre no es causa directa de la Muerte de su Hijo. La permitió porque de ahí vendría un bien mayor. Entregó a Cristo a la Pasión y Muerte porque según su eterna voluntad las dispuso para reparar los pecados del género humano. Valor inmenso de la salvación de las almas para Dios. Autores de la Pasión de Cristo (su causa eficiente): los que tenían la intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormentos que produjeron su muerte. Detrás de ellos actúa Satanás, homicida desde el principio (cfr. Jn 8, 44). Pero también los pecadores son autores de la Pasión: “la Iglesia no duda en imputar a los cristianos la responsabilidad más grave en el suplicio de Jesús” (CCE 598). El documento llamado Nostra aetate, dice en el no. 4: “Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura”. Cristo aceptó libremente su Pasión y su Muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar. Se entregó libre y voluntariamente a la Pasión, por amor nuestro. Pero esa entrega no significa en modo alguno que se matara a sí mismo, sino que no impidió, pudiendo, la acción de los que le ajusticiaron. Flp 2, 8: “Se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Se trata de una obediencia vivida por amor. El verdadero amor a Dios se muestra cumpliendo libremente su voluntad. Jesús padeció por parte de los judíos, de los gentiles y de los que le seguían (Judas, Pedro, abandono...). Padeció en su alma: todos los pecados de los hombres, tristeza y temor ante la muerte cierta, caída de Judas, escándalo de sus discípulos, humillaciones, injusticias, burlas e insultos. Padeció en su cuerpo: flagelación, coronación de espinas, crucifixión, agonía en la cruz hasta la muerte. “Mérito” es el derecho a un premio o retribución por una obra realizada. Con relación a Dios, el hombre propiamente no tiene ningún derecho ante ÉL. Si puede merecer algo ante Dios, es porque Él previa y libremente ha establecido retribuir algunas acciones nuestras nacidas del amor. No aparece la palabra en la Escritura, pero sí su contenido. Todas las acciones de Cristo son meritorias (nacen de su amor y libertad) y obtienen del Padre nuestra salvación. Pero en su Pasión mereció de modo particular. Cristo mereció la vida sobrenatural para todos los hombres y para todos, la gracia que quita el pecado: se ofreció por nosotros como Cabeza nuestra. ¿La muerte de Cristo fue solo producto de causas históricas y cómo podemos saberlo? Hay una causa de nivel más alto que sólo puede ser conocida por la revelación: el plan y la disposición de Dios que han permitido los actos nacidos de la ceguera de los hombres para realizar el designio de nuestra salvación. ¿Por qué Dios permite las penas? Dios las permite porque son medicinales y se ordenan a un bien mayor: la vida sobrenatural. ¿Qué tiene que ver Satanás en la pasión de Cristo? Los que tenían la intención de matarlo, lo condenaron y le hicieron sufrir los tormentos que produjeron su muerte, detrás de ellos actúa Satanás, homicida desde el principio (cfr. Jn 8, 44) ¿Podemos culpar a los judíos de la muerte de Jesús si-no porque? No. Lo que se perpetró en su pasión no puede ser imputado indistintamente a todos los judíos que vivían entonces ni a los judíos de hoy (...). No se ha de señalar a los judíos como reprobados por Dios y malditos como si tal cosa se dedujera de la Sagrada Escritura. ¿Puede tener el hombre algún mérito ante Dios? El hombre propiamente no tiene ningún derecho ante ÉL. Si puede merecer algo ante Dios, es porque Él previa y libremente ha establecido retribuir algunas acciones nuestras nacidas del amor