CRISTOLOGÍA: LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD La humanidad de Cristo es el adecuado instrumento indisolublemente unido al Verbo para la obra salvífica. Es un instrumento vivo y racional, no inerte o pasivo. Cuanto más unido se está con Dios, más se participa de su bondad y más abundantes bienes se reciben. No hay unión más íntima con Dios que la unión en una persona divina. De ahí que Cristo en su humanidad esté lleno de los dones divinos: su naturaleza humana pertenece propiamente a la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido (cfr. CEC 470). El Hijo de Dios no asumió aquellos defectos o limitaciones que dificultarían la obra salvífica (pecado, ignorancia...). Sí asumió aquellas limitaciones de nuestra naturaleza que sirven al fin de la Encarnación y que no son defecto moral (dolor...). Santidad en el AT: alguien o algo es santo en sentido ontológico en la medida que está unido a Dios, le pertenece, y está destinado o consagrado a su servicio exclusivo (el Templo, el sábado, el pueblo de Dios...). En el NT, esta noción se enriquece con la de una participación en la vida divina por acción del Espíritu Santo que transforma al hombre interiormente, lo diviniza, lo purifica del pecado. En sentido operativo y moral se dice que es santo quien vive establemente la unión sobrenatural con Dios por la fe y el amor. Cristo es santo no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre. Por la unión hipostática, la humanidad de Cristo tiene la santidad infinita del Verbo. Así en cuanto hombre, Cristo es santo porque su humanidad está unida al Verbo y le pertenece. Ese don a la naturaleza humana de Cristo se llama “gracia de unión”. Cristo en cuanto hombre también es santo por la gracia habitual, conveniente porque su humanidad no es santa por sí misma ni se ha transformado en divina (distinción de las dos naturalezas). Llega a ser divina y santa por participación. Cristo tiene plenitud de gracia santificante porque la unión de su humanidad a Dios es la más estrecha imaginable. Jesús poseía la gracia con toda la perfección posible: con todos los efectos, virtudes, dones y operaciones que ésta puede tener y alcanzar. Todas las gracias que tienen los hombres provienen de Él. Esa plenitud se llama “gracia capital”. La gracia diviniza al alma en su esencia. Esta divinización se extiende a las potencias del alma por las virtudes sobrenaturales. Cristo en cuanto hombre está plenamente divinizado por la gracia habitual: por eso no podían faltarle las virtudes infusas en grado máximo y perfecto. Pero no tuvo aquellas virtudes que suponen en sí mismas alguna carencia o imperfección (fe: ya poseía la visión de Dios; esperanza: ya tenía la unión con Dios; penitencia: no tuvo pecado). A causa de su plenitud de gracia, Cristo poseía los dones del Espíritu Santo en grado excelentísimo y eminente, y todos los carismas que han tenido los hombres para alguna misión de edificación de los demás (apóstoles, profetas, predicadores, doctores, pastores, etc.). Jesús es santo también en sentido operativo y moral: completa identificación de su voluntad humana con su voluntad divina, en lo grande y en lo pequeño. El Magisterio ha enseñado en varias ocasiones que Cristo no tuvo pecado, es “semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Calcedonia, 451); y estuvo libre también del pecado original y del “fomes peccati”, por lo que en Él la sensibilidad estaba siempre perfectamente subordinada a la razón (ej.: Constantinopla II, 553). Cristo no sólo no tuvo pecado de hecho, sino que era impecable, porque las acciones son de la persona. Si Cristo pudiera pecar, sería Dios quien pecaría. Además Cristo gozaba de la visión de Dios, que supone la imposibilidad de rechazar el Bien infinito. Como Cristo tiene dos naturalezas perfectas, tiene dos modos de conocer, uno infinito y divino y otro humano. Gaudium et spes 22: El Hijo de Dios “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”. Tuvo ciencia adquirida (parte de los sentidos y de la experiencia), ciencia de visión (visión beatífica propia de los bienaventurados: Jn 8, 38: “Yo digo lo que veo en el Padre”) y ciencia infusa o profética (proviene directamente de Dios por la comunicación de algunas ideas a la mente humana). La crítica histórica, el protestantismo liberal y el modernismo, han sostenido que Jesús padecía error en cuanto a la fecha del fin del mundo y en cuanto a la naturaleza de su mesianismo. Teorías condenadas por San Pío X (Enc. Pascendi, 1907). La existencia de un error en Cristo implicaría que no es Dios, que no es la Verdad. No tuvo ni error ni ignorancia. Los Santos Padres: Cristo no ignoraba la fecha del fin del mundo, sino que ni quería ni debía revelarla. CEC 474: “Lo que reconoce ignorar en este campo (cfr. Mc 13, 32), declara en otro lugar no tener misión de revelarlo (cfr. Hch 1, 7)”. A partir del siglo XX, especial interés por la conciencia que Jesús tenía de sí mismo: si se sabía Hijo de Dios y Mesías. Unos autores niegan que tuviera conciencia de su divinidad. Otros sostienen que desde una inicial ignorancia, iría poco a poco tomando conciencia de ser Hijo de Dios y Salvador del mundo. Jesús en su conciencia humana tenía un claro y verdadero conocimiento de sí: Hijo de Dios venido al mundo para salvarnos. En NTse ve ya cuando tenía 12 años: “¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” (Lc 2, 49). Además, nunca aparece un yo humano de Jesús y otro yo del Hijo de Dios. Y Jesús utiliza a menudo la expresión revelada a Moisés, “Yo soy”, manifestando que es Dios. ¿Por qué el Hijo de Dios no podía asumir los defectos o limitaciones de la naturaleza humana como el pecado y la ignorancia? Porque dificultarían la obra salvífica ¿Cuáles son los dos formas de conocer de Jesucristo? Al poseer dos naturalezas, Cristo tiene dos formas de conocer. uno infinito y Divino y otro humano. ¿Jesús es santo en sentido ontológico o en sentido operativo moral? Jesús es santo en los dos sentidos. En sentido ontológico ya que la unión hipostática ha santificado, el cuerpo de Jesús queda santificado por la santidad del verbo. Y en sentido operativo moral por que en Jesús hay identificación de su voluntad humana con la Divina ¿Por qué es imposible la existencia de error en Cristo? Porque esto implicaría que no es Dios, que no es la Verdad. Cristo no tuvo error ni ignorancia ¿Jesús tenía conocimiento verdadero de quien era o lo fue adquiriendo? El pasaje de Jesús en el templo, nos Indica que Jesús sabía realmente quien era. Muchos otros pasajes muestra a Jesús diciendo “YO SOY”, la misma expresión de Dios a Moisés.