PASION Y MUERTE (parte 2) Satisfacción = reparación de una falta u ofensa mediante la entrega de alguna compensación. Con Dios, analogía: significa la acción que Dios requiere del hombre para cancelar su pecado (arrepentimiento, obras de penitencia). CCE 615: “Por su obediencia hasta la muerte, Jesús llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que ‘se dio a sí mismo en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de muchos’, a quienes ‘justificará y cuyas culpas soportará’ (cfr. Is 53, 10-12). Jesús repara por nuestras faltas y satisface al Padre por nuestros pecados”. La Pasión de Cristo satisface por los pecados del mundo. Es una satisfacción vicaria: “del justo por los injustos” (1 P 3, 18). El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho solidario por amor con nosotros pecadores, representándonos a todos y llevando las penalidades de nuestro pecado, como víctima del pecado, intercede por todos para cancelar nuestra falta. Así se deben interpretar algunos textos de la Escritura como 2 Cor 5, 21 (“a quien no conoció pecado Dios le hizo pecado por nosotros”) o Gal 3, 13 (“nos redimió de la maldición de la Ley haciéndose por nosotros maldición”). Sacrificio es el ofrecimiento hecho a Dios de algo propio, signo de la entrega interior a Dios y de la renuncia a sí mismo, para reconciliarnos con Él. El valor del sacrificio exterior está en ser signo del sacrificio interior o espiritual (entrega del alma a Dios por amor), elemento principal del sacrificio. La Pasión es un sacrificio porque en ella Cristo se ofrece voluntariamente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios. Por parte de los que le crucificaron la Pasión no fue ningún sacrificio, sino iniquidad; pero por parte de Cristo que padecía libremente y por amor, fue un acto supremo de entrega, un verdadero sacrificio. Cristo no sólo mereció que Dios Padre nos otorgue la gracia, sino que el mismo Cristo es quien nos la comunica. La salvación de cada uno procede de nuestra Cabeza, como la vida de los sarmientos procede de la vid. La causa eficiente principal de la gracia de la salvación sólo puede ser Dios; pero Dios produce esta gracia en nosotros mediante la humanidad de Jesucristo que es el instrumento de la divinidad para comunicar -y no sólo para merecer- todas las gracias a los hombres. Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia. La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pecado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios (aunque a veces suponga cargar con la cruz). La Pasión de Cristo nos enseña el sentido del dolor: Jesús no ha eliminado nuestros sufrimientos ni nos evita la muerte, pero los ha transformado. Ahora esas penalidades no son una simple pena del pecado, sino que sirven de purificación y de mérito, son participación de su cruz y de su obra redentora, son camino de la salvación y de la verdadera vida. ¿En quién se cumple la profecía de Is 53, 10-12 y que nombre recibe comúnmente y por qué? En Jesucristo, y recibe el nombre de Siervo doliente, ya que Jesucristo se dio a sí mismo en expiación’, ‘cuando llevó el pecado de muchos ¿Cómo interpretar citas como como 2 Cor 5, 21 o Gal 3, 13? El Hijo de Dios, Santo y Justo, pero hecho solidario por amor con nosotros pecadores, representándonos a todos y llevando las penalidades de nuestro pecado, como víctima del pecado, intercede por todos para cancelar nuestra falta. ¿Por qué la pasión es un sacrificio? Porque en ella Cristo se ofrece voluntariamente a su Padre para reconciliar a los hombres con Dios ¿Si Cristo murió hace mucho tiempo, como es posible que su sacrificio valga para la gente de hoy? Las acciones realizadas por Cristo en el pasado tienen un poder divino y alcanzan con su eficiencia toda la historia. ¿A qué nos mueve la contemplación de la pasión de Cristo? La contemplación de la Pasión de Cristo nos mueve a amarle, ya que Él nos ha dado pruebas de la verdad y de la grandeza de su amor. Nos mueve a la contrición, a la conversión, a evitar el pecado (apreciamos más claramente su malicia), a seguir a Cristo e imitarle y a la generosidad para abrazar la voluntad de Dios (aunque a veces suponga cargar con la cruz).