El Colegio de la Frontera Norte Síntesis Ejecutiva Con el propósito de articular los objetivos de la política social con las políticas de desarrollo territorial y urbano, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) diseñó el Programa Hábitat y lo instrumenta desde el 2003. Este programa está dirigido a enfrentar los desafíos de la pobreza y el desarrollo urbano mediante la instrumentación de un conjunto de acciones que combinan, entre otros aspectos, el mejoramiento de la infraestructura básica, el equipamiento de las zonas urbano-marginadas y la prevención de desastres, con la entrega de servicios sociales y acciones de desarrollo comunitario en esos ámbitos. Mediante este programa se busca asegurar la concurrencia y la integridad de los esfuerzos dirigidos a apoyar a la población urbana en situación de pobreza patrimonial, de acuerdo con los criterios establecidos por Sedesol para la medición de la pobreza. El programa es particularmente sensible a las necesidades de las mujeres, en especial las jefas de familia, las personas con capacidades diferentes y los adultos mayores. En función de la información disponible, el concepto de pobreza patrimonial cumple con dos requisitos básicos que justifican su utilización como eje ordenador de las acciones del programa. En primer lugar, se ha demostrado ampliamente que este concepto está estrechamente ligado a otras cuestiones que tienen que ver con la expresión de la pobreza, tales como el acceso a servicios educativos o de salud, y en segundo lugar, a diferencia de otros conceptos asociados a la medición de la pobreza, permite la desagregación espacial que el programa requiere para la ubicación puntual de problemáticas y acciones. En respuesta a lo que dispone el Presupuesto de Egresos de la Federación respecto a la obligatoriedad de que los programas sociales sean objeto de evaluaciones externas, El Colegio de la Frontera Norte se dedicó a la tarea de realizar la primera evaluación del Programa Hábitat para los ejercicios del 2003 y 2004, a solicitud de la Subsecretaría de Evaluación, Prospectiva, Planeación y Evaluación de la Secretaría de Desarrollo Social. Un proceso de evaluación de un programa de esta naturaleza y magnitud debe ser integral y referirse por lo menos a su diseño, cobertura, focalización, operación e impactos en la población objetivo. Este documento, no obstante, se refiere exclusivamente a las partes de diseño, cobertura y focalización. Por ello, sus conclusiones deben incorporarse a una visión más completa del funcionamiento y efectos del programa, misma que se logrará al evaluar la operación y los impactos alcanzados por el programa en una etapa posterior, una vez que haya transcurrido mayor tiempo entre el diseño del programa y su instrumentación. Así pues, este documento presenta el resultado de una evaluación estructurada en tres vertientes de estudio. En primer término se desarrolla la evaluación del diseño del programa, que aborda desde su inserción en la política social y la pertinencia de la 1 El Colegio de la Frontera Norte implementación del programa frente a las necesidades del país, hasta su grado de complementariedad o duplicidad con otros programas sociales, y su consistencia interna respecto a los mecanismos e instrumentos diseñados para su estructuración y operación. Esta vertiente constituye la primera sección del documento, misma que concluye con un cuadro sintético que contiene lo que en nuestra opinión son las principales fortalezas y debilidades del programa en cuanto a su diseño. La segunda sección del documento alberga las dos vertientes analíticas restantes, que son la focalización y la cobertura del programa, en las cuales se examina, a partir del ejercicio de los recursos en 2003 y 2004, el grado de precisión en la atención de la población objetivo planteada por el programa, así como la forma de distribución de los recursos con respecto de las entidades federativas y las ciudades seleccionadas. El programa no es un instrumento aislado de la política social o de la realidad nacional. Por el contrario, aborda una problemática añeja y compleja, de carácter multidimensional que se inserta en un marco institucional que no necesariamente responde a los retos de operación del programa. En esta lógica, habría que distinguir por lo menos dos aspectos que no deben perderse de vista para lograr una adecuada lectura e interpretación de este documento. El primero de ellos se refiere a que muchas de las afirmaciones incluidas en el documento, que podrían ser leídas como limitaciones del programa, en realidad son expresiones del fenómeno de la pobreza urbana. Tal es el caso del análisis de focalización del programa, que no debe ser realizado solamente a partir de los datos de hogares y personas (referente obligado en el análisis de cualquier programa social), toda vez que el lugar de atención y desarrollo de las acciones se refiere al espacio en donde se expresa este tipo de pobreza, misma que no ocurre en zonas homogéneas, sino en áreas donde conviven personas con distintos grados de pobreza junto a población no pobre y que además son áreas que tienen diversas carencias de servicios públicos e infraestructura urbana. Esos espacios, que el programa denomina polígonos, son aquellos a los que formalmente hablando deberían referirse los conceptos tradicionales de focalización y cobertura. Sin embargo, si bien es cierto que dichos espacios representan unidades en las cuales se desarrollan acciones, también es cierto que no corresponden a un concepto cuyo significado vaya mas allá de su definición funcional, que el programa establece claramente y que, en consecuencia, impide su comparación estricta con otros espacios que si tienen un significado propio (como por ejemplo barrio, colonia, localidad o municipio). Así, una aparente focalización limitada, formulada en función de hogares y personas, no refleja una debilidad del programa, sino una expresión de la pobreza urbana y la elección de los espacios de intervención. La evaluación de la focalización del programa y de sus conceptos asociados, tales como inclusión y exclusión, deben interpretarse y referirse solamente a los polígonos. Sin embargo, en ausencia de referente conceptual, se analizan además los datos al nivel de los hogares y las personas involucradas. Precisamente, una 2 El Colegio de la Frontera Norte de las mayores cualidades del programa es la vinculación entre el espacio en el que se manifiesta la pobreza y la población que en él reside. El segundo aspecto es el de considerar que el programa no puede corregir el marco institucional y operativo que rige a los actores locales, encargados de la ejecución del mismo. Por el contrario, la vocación municipalista del programa, que abre espacios importantes de participación local, ya sea de autoridades o de las propias comunidades, es una de sus principales cualidades, que irá ajustando su potencial con el paso del tiempo, en la medida en que estos actores locales transformen sus capacidades, funcionamiento y marco institucional a un mejor y más transparente aprovechamiento del programa. Por ello, aunque no siempre es fácil, resulta de gran trascendencia no perder de vista, en la interpretación de la evaluación, aquellas cuestiones que son competencia de los actores federales, responsables del diseño del programa, de aquellas correspondientes a los actores locales, responsables de su ejecución. Tal es el caso de la “debilidad” apuntada en inciso 1.5.2 donde se expresa que los gobiernos locales presentan limitaciones en sus capacidades institucionales, lo cual debe ser leído como un reto para el programa, en cuanto a generar estrategias de superación de estas capacidades, además de sistemas de información, monitoreo y evaluación que contribuyan a la superación de esas limitaciones. Conclusiones y recomendaciones Hábitat es concebido como un programa para ejercerse en el marco de la concurrencia de los tres órdenes de gobierno, el cual ratifica en sus principios y lineamientos tanto la política social, como la de desarrollo urbano y ordenamiento territorial. Consideramos que ello representa un acierto y un reto del programa. Finalmente, son los actores y las comunidades locales quienes deben ejecutar la gestión de sus problemas sociales y urbanos. Este programa social enfrenta un conjunto de desafíos desprendidos de la magnitud del problema que atiende, mejorar las condiciones de vida de los hogares en situación de pobreza urbana, en donde además los gobiernos municipales son los responsables directos de la realización de la mayoría de obras que se desprenden de los fondos mixtos conformados a partir de Hábitat. Contexto que implica la necesidad de contar con sólidos esquemas de coordinación intergubernamental e interinstitucional, así como de sistemas de información, seguimiento y evaluación permanentes. Si bien no es descartable la posibilidad de desfases respecto al grado de desarrollo institucional entre los órdenes de gobierno, particularmente con respecto a la heterogeneidad preeminente al nivel municipal, que podría comprometer los principios y criterios del programa en la ejecución de las acciones, se hacen necesarios mecanismos de monitoreo ágiles y oportunos para cuidar el cumplimiento de criterios y principio de designación y operación del programa. Para ello, Hábitat parte en su diseño del 3 El Colegio de la Frontera Norte diagnóstico sobre la pobreza y sobre la localización mayoritaria de grupos de personas pobres en las ciudades y zonas metropolitanas del país -de acuerdo a tales indicadores, el 42% de la población urbana y el 35% de los hogares urbanos del país se encuentran en condición de pobreza patrimonial-, lo cual le permite instrumentar el conjunto de mecanismos e instrumentos necesarios para garantizar su aplicación sin sesgo. Sin embargo, es necesario mantener un sistema de vigilancia del cumplimiento de los compromisos en forma, fondo y tiempo, que elimine la posibilidad de la utilización del programa en función de intereses particulares de grupos locales que no reflejen los intereses de la comunidad o que pueden pervertir la ejecución de las acciones. Dentro del programa destaca de manera importante el lugar que se otorga a las mujeres Jefas de Familia, que fungen como cabezas de un amplio número de hogares en el país, dando con ello una prioridad a la dimensión de género y ciclo de vida, para ser atendido en el sentido de revertir esas tendencias y abrir un campo de oportunidades para que espacios y servicios adquieran los atributos de equidad e inclusión de hombres y mujeres. Adicionalmente, Hábitat establece como alta prioridad la constitución de reservas urbanas de suelo, en orden de satisfacer la demanda futura de los asentamientos humanos en el medio urbano, y en respuesta a la intensa competencia por los usos del suelo, el equipamiento y los servicios que han experimentado las ciudades y zonas metropolitanas. Este esfuerzo se orienta principalmente al apoyo de los gobiernos locales para ofrecer suelo a precios accesibles en beneficio de las familias en condición de pobreza patrimonial. En este sentido, resulta de gran importancia que el programa apoye el fortalecimiento de los marcos institucionales locales, y en particular el desarrollo institucional de las áreas responsables de la gestión urbana, cuyo funcionamiento poco eficiente es causa del crecimiento más bien caótico de las ciudades. Las estrategias programáticas de Hábitat se encuentran alineadas con los objetivos definidos por la política nacional de desarrollo social, plasmadas dentro de la Ley de Desarrollo Social, por lo que resulta importante mencionar que este programa se constituye como parte fundamental del conjunto de programas sociales que operan bajo la lógica de la integralidad y la visión de largo plazo en que se enmarca la política social del gobierno federal. El programa Hábitat, formulado como instrumento de articulación de las dimensiones legal y funcional de la política social, mantiene plena congruencia con los ordenamientos jurídicos, al tiempo que articula sus objetivos específicos con el Plan Nacional de Desarrollo, mientras que en el ámbito local introduce la identificación de la pobreza urbana como elemento a ser considerado dentro de las legislaturas locales, como un problema de atención prioritaria por parte del gobierno y como factor estratégico del desarrollo urbano y regional. La evaluación presentada permite evidenciar la existencia de casos en donde los instrumentos de política social estatales compaginan en forma clara con los objetivos y herramientas delineadas por Hábitat, permitiendo inferir una relación de 4 El Colegio de la Frontera Norte complementariedad de las estrategias que componen al programa con respecto de lo dispuesto por las entidades federativas, dentro de la estructuración de sus políticas sociales. En el ámbito local los instrumentos de política social reflejan un amplio espectro de planteamientos de prioridades municipales, sin embargo, se puede establecer una orientación convergente respecto de las prioridades establecidas para ciertos temas, cuya instrumentación encuentran apoyos alineados a las estrategias e instrumentos que ofrece Hábitat. Empero, resulta deseable que las legislaciones estatales se actualicen hacia el apuntalamiento de la instrumentación de acciones a favor de la población en condición de pobreza y vulnerabilidad en las zonas urbanas, no necesariamente bajo la tesitura planteada por el programa, sino en términos del reconocimiento de la imperiosa necesidad de atender a este grupo poblacional dadas sus implicaciones en materia de ordenamiento territorial y el desarrollo de las localidades. El reto principal de Hábitat tiene que ver con establecer bases sólidas para generar o activar mecanismos de ingreso derivados de la actividad productiva, distintos a los de la asistencia social, como medio de superación de la pobreza a mediano y largo plazo, actuando sobre los espacios en los que esta pobreza ocurre (en su Hábitat) y derivando beneficios para sus residentes. Durante el año 2003, la selección de ciudades para la cobertura del programa se llevó a cabo en todo el país, con ausencia de criterios regionales. En cambio, en el presente año Hábitat ha considerado el insumo de las autoridades locales y de prioridades establecidas en los programas nacionales y estatales, lo cual constituye un avance no sólo en la ampliación de la cobertura sino también con respecto del reconocimiento de las diferencias en las necesidades específicas de cada localidad, y particularmente a los requerimientos específicos de cada espacio en condición de pobreza urbana. Así, los actores locales participan en la ejecución de las acciones desde etapas tempranas y trascienden al papel meramente receptor de obras que otros programas les asignaban. No obstante, resulta deseable en términos de la eficiencia operativa y de la eficacia respecto del cumplimiento de los objetivos expuestos por Hábitat, la incorporación de otros programas sociales que compartan la población objetivo, lo que redituaría en ventajas para su operación, permitiendo organizar estrategias más integradas en términos de los servicios disponibles para la población en condición de pobreza patrimonial. Debido a que los recursos financieros no son suficientes para enfrentar las necesidades de urbanización de los estados con alta concentración de pobreza patrimonial, la focalización de las acciones, en los polígonos seleccionados, se convierte en un mecanismo para priorizar los verdaderos objetivos del programa. En este sentido, los criterios de asignación de recursos están relacionados con la equidad horizontal hacia la cobertura de la población objetivo, que permita una distribución adecuada sobre las regiones involucradas. 5 El Colegio de la Frontera Norte La evaluación de los dos primeros años de operación del Programa Hábitat, permiten no solo observar un incremento ligeramente superior al doble de polígonos intervenidos, sino la ampliación de la cobertura del número de ciudades con espacios de concentración hogares en situación de pobreza patrimonial, que fue cercana al triple. Ello significa un incremento considerable de la ampliación de la cobertura del programa ante una mayor distribución de los recursos sobre más localidades con espacios de concentración de pobreza urbana, pese a que en términos absolutos el incremento de los recursos financieros dispuestos dentro del programa respecto del año anterior fue ligeramente superior del doble, lo cual se explica en gran medida por las modificaciones realizadas a las Reglas de Operación del programa, particularmente en la incorporación para el 2004 de localidades de más de 15 mil habitantes a través de la Vertiente Fronteriza, a diferencia del criterio establecido en el 2003 en donde se consideraba la actuación del programa sólo para ciudades con población mayor a los 100 mil habitantes. Respecto a la eficiencia de los instrumentos de focalización establecidos por el programa, se observó una considerable concentración de recursos dispuestos sobre los polígonos de atención localizados en espacios urbanos calificados con grado alto y muy alto de marginación. Es decir, ocho de cada diez pesos fueron invertidos dentro de dichos espacios, lo que proporciona una validación significativa de los mecanismos establecidos para la orientación adecuada y eficiente de los recursos. Pese a que comparativamente entre los ejercicios presupuestales del 2003 y 2004 del programa se puede apreciar un pequeño incremento porcentual de los recursos asignados en polígonos de actuación con grado muy alto de marginación, pese al incremento considerable de las localidades incorporadas en las acciones del presente año. Sin embargo, en forma conjunta con los recursos dispuestos para polígonos ubicados en nivel alto de marginación, se aprecia una reducción inferior a tres puntos porcentuales en la eficiencia de la focalización respecto de la disposición y orientación de los recursos. Si consideramos el número de hogares residentes dentro de los polígonos atendidos en el 2003 en forma conjunta, se observa un incremento por encima del 150 por ciento en la cobertura de los hogares a ser beneficiados en el 2004, lo cual fortalece aún más la apreciación de la eficiencia no sólo de los instrumentos de focalización, sino también de los mecanismos dispuestos para la instrumentación de las acciones. Respecto a la estructura de la inversión asignada para cada ejercicio presupuestal se observa que en términos generales prevalece como prioridad de las autoridades locales, la orientación de los recursos hacia las acciones comprendidas dentro de la modalidad de Mejoramiento del Barrio (lo cual guarda congruencia con el enunciado de que es el polígono el espacio de acción), lo que resulta congruente con la baja condición de cobertura de servicios de infraestructura básica dentro de espacios de alta concentración de pobreza urbana. Asimismo el porcentaje de recursos asignados a la modalidad de Suelo para la Vivienda, que ocupó el segundo lugar en las prioridades en la participación de recursos por parte de los gobiernos locales, presupone el afianzamiento dentro de las instituciones municipales de planeación urbana de uno de los objetivos principales de 6 El Colegio de la Frontera Norte Hábitat, comprendido por el impulso a medidas previsoras de largo plazo que permitan establecer el control del ordenamiento territorial en lo que corresponde al crecimiento de las ciudades. Empero, se observan también casos de localidades en donde las prioridades de atención se inclinan hacia acciones comprendidas dentro de las otras modalidades de actuación, situación que alude al sentido federalista de autodeterminación de los gobiernos locales, para la disposición de los recursos complementarios proporcionados por el programa en apoyo al conjunto de necesidades particulares para cada una de las regiones y espacios urbanos. Para abordar de mejor manera estas voluntades locales, además de los sistemas de información, monitoreo y evaluación ya mencionados, es necesario detonar procesos de superación de la capacidad de los actores locales. Pese a los logros alcanzados en los primeros dos años de actuación del Programa Hábitat, resulta importante impulsar el fortalecimiento de su integralidad mediante la suma de otras acciones que ya forman parte de la estrategia CONTIGO, que tiene como destinatario a la misma población objetivo tal como se hizo con los programas de Jefas de Familia y Superación de la Pobreza. Ello permitiría la disminución de los costos de operación independiente de los programas respecto del costo-beneficio obtenido por una integración de esfuerzos, además de la multiplicación de los efectos logrados con una mayor integración de las acciones en beneficio de la población en condición de pobreza patrimonial. Asimismo, es importante enriquecer el concepto de pobreza patrimonial y hacer explícita la manera de actualizar el criterio de ingreso, al tiempo que resulta indispensable dar mayor impulso al desarrollo institucional de la instancia de gestión de los gobiernos locales, a fin de reducir la brecha de las capacidades diferenciales de los ayuntamientos para la detección de las necesidades prioritarias y la instrumentación de las acciones, con apego a los principios de equidad e inclusión que estructuran la operación de Hábitat, permitiendo así una mayor focalización de los beneficios hacia la población en condición de pobreza patrimonial, o bien para derivar de manera más eficiente los resultados de las acciones a los residentes de los polígonos donde éstas se desarrollan. La mayor virtud del Programa Hábitat, estriba en su enfoque territorial orientado hacia la transformación del espacio en donde se concentra la pobreza, la cual debe trascender hacia la evolución del entorno o hábitat de la pobreza, a partir de nuevos impulsos a estrategias dentro del Programa; que le permitan también extenderse hacia esquemas acordes al avance en las formas de organización y participación social, contenidas en las nuevas tendencias del federalismo en México, dando prioridad a una mayor participación comunitaria y generación de mecanismos de evaluación de impactos, que orienten y retroalimenten la consecución de los objetivos de la reducción de la pobreza. 7