2013 ISBC- Guía de Estudio de la Biblia De tal manera nos amó…Así amemos En la Conferencia Bíblica Internacional del Verano 2013 se estudiará principalmente el evangelio de Juan, y en particular, el discurso de la última cena, la muerte y la resurrección de Jesús, así como Jesús y su visión. Oramos para conocer la profundidad del amor de Dios y tener una relación profunda e íntima de amor con él. En base a este amor, debemos orar por las relaciones de amor genuino entre todos, y para servir al mundo con el amor de Dios. Especialmente queremos pensar en los siguientes puntos clave: Capítulo 13:1-38- Jesús demuestra el amor de Dios a sus egoístas discípulos en medio de los ataques del diablo al lavarles los pies humildemente. Como él nos ha amado, nos manda amarnos los unos a los otros en su comunidad para que todos puedan ver el amor de Jesús a través de ellos. Capítulo 14:1-31- Jesús consuela a sus perturbados discípulos, dándoles esperanza verdadera en la casa de su Padre y enseñándoles que él es el camino al Padre: el único camino de salvación, la verdad; Dios mismo, y la vida; el dador de la vida eterna. Capítulo 15:1-17- Jesús explica a sus discípulos cómo vivir una vida de fruto en este mundo permaneciendo en él. Capítulo 15:18-16:15: Jesús explica a sus discípulos que el mundo va a odiarlos y a perseguirlos, y les promete que el Espíritu Santo les ayudará a llevar a cabo su misión. El Espíritu Santo da testimonio de Jesús, convence al mundo de pecado, de justicia y de juicio, y guía a sus discípulos a toda la verdad. Capítulo 19: 16-42- Las últimas palabras de Jesús desde la cruz fueron: “Consumado es.” Esto quiere decir que Jesús llevó a cabo el plan de salvación del mundo de Dios: ser un sacrificio sustitutivo para la expiación de nuestros pecados, y el cumplimiento de las Escrituras. La muerte de Jesús en la cruz es la pantalla final del amor de Dios para todos los pueblos del mundo. Capítulos 20:1-31- La tumba vacía, el testimonio de los testigos oculares, y especialmente las apariciones de Jesús demuestra que él se levantó de entre los muertos. El Cristo Resucitado disipa todas las penas, miedos y dudas de sus seguidores y les llena de alegría, paz y amor. Jesús los envía al mundo como testigos gozosos del Evangelio del perdón y de la vida. Capítulo 4:35-38- Después de ayudar a una mujer samaritana sedienta a recibirlo como el Mesías, Jesús anima a sus discípulos a abrir los ojos y a ver que la temporada de la cosecha espiritual ha llegado. Jesús les insta a participar en su trabajo como sembradores y segadores y a compartir la alegría de una cosecha fructífera juntos. Capítulo 13: “Como yo os he amado” Antecedentes: Jesús vino al mundo para revelar a Dios, y sobre todo su amor. En el comienzo del ministerio mesiánico de Jesús, formó un grupo de seguidores al quienes les confesó que él era el Mesías (1:41, 45,49). Jesús quería que se caracterizaran por el amor de servir. Jesús estaba a punto de dejar este mundo, pero ellos no estaban practicando el amor mutuo. Ellos eran competitivos, ambiciosos e indiferentes entre sí. En este capítulo, Jesús revela la naturaleza del amor de Dios y les enseña a amarse los unos a los otros. La magnitud del amor de Jesús (1-5). Jesús amó a sus discípulos hasta el final (1). Su amor es inmutable, incondicional, sacrificado y eterno. Jesús estaba plenamente consciente de que él era el Hijo de Dios con autoridad divina y el poder sobre todas las cosas (2-3). Pero el no ejercitó su poder sobre sus discípulos. Más bien, demostró su amor al lavarles los pies de uno en uno (4-5). El significado de Jesús lavando los pies (6-11). Sin embargo, cuando llego el turno de Pedro, éste se negó a ser lavado por Jesús (6). Jesús le pidió suavemente a Pedro a aceptar su humilde lavado de pies, con la promesa de que el entendería mas tarde (7). Entonces Pedro, reveló su justicia propia rechazando enérgicamente el lavado de pies de Jesús (8ª). Primeramente, Esto afectaría su relación con Jesús, y causaría problemas en todas sus relaciones con los otros discípulos también. Jesús explicó la necesidad de este lavado con palabras fuertes” “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo” (7-8). Pedro realmente quería tener una relación con Jesús por lo que cambio su actitud. Entonces le pidió que le lavara las manos y la cabeza también (9). Jesús explico que los que han tenido un baño necesitan solo lavarse los pies, porque todo su cuerpo está limpio (10). Aquí, “baño” se refiere al nuevo nacimiento por la obra del Espíritu Santo a los que han confesado a Jesús como el Mesías (Juan 3:5; 6:68-69). “El lavado de pies” de Jesús simboliza la limpieza de nuestros pecados por su sangre y su palabra (Juan 15:03; 1 Juan 1:7) Esto se refiere a la santificación en curso, que necesitamos a diario (Juan 17:17; Lucas 11:04) De esta manera podemos tener una relación íntima de amor con Jesús. Seguir el ejemplo de Jesús (12-17). Jesús les recordó quien es él, su Maestro y Señor (13-14). Por lo general, los maestros y los señores son honrados y servidos por sus alumnos y súbditos. Jesús, al contrario, sirvió humildemente a sus discípulos. De esta manera, Jesús dio el ejemplo a seguir de la humildad y el servicio. Así que debemos lavarnos los pies unos a otros. En la práctica, esto se refiere a perdonarnos mutuamente nuestras debilidades, fracasos y errores con la mente de Cristo (Col 3:13). Jesús prometió bendecirlos al poner en práctica esto (17). Desde entonces, el lavar los pies de otros con humildad de Jesús se han convertido en un valor superior cristiano. Este ejemplo de amor de Jesús ha cambiado al mundo, y seguirá haciéndolo a través de esos que siguen su ejemplo. Jesús amaba incluso a Judas Iscariote hasta el final (18-32). En medio de este hermoso evento, Satanás trato de destruir la comunidad de Jesús a través de Judas Iscariote, quien era uno de los doce (2, 11, 18, 21-30). La mala influencia de Judas podría haber dañado enormemente la comunidad de Jesús. Jesús trato este ataque de Satanás con seriedad y prudencia. Jesús predijo la traición de Judas basada en las Escrituras para revelar que era la voluntad de Dios (18). En medio de esta tragedia aparente, Jesús plantó fe que él es el Mesías (19-20). En su gran agonía, Jesús demostró su amor hasta el final, incluso a Judas, ofreciéndole un pedazo de su pan como un gesto íntimo de su amor por él (21-26). Pero Judas rechazó el amor de Jesús hasta el final y salió a la noche (27-30). A través de este evento, Jesús fue glorificado como el Hijo de Dios (31). Jesús seria glorificado aún más a través de su muerte en la cruz y en la resurrección que glorifica a Dios al mostrar el amor de Dios por el mundo (32). Nuevo mandato de Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (33-38). Después de mostrarles su ejemplo de amor, Jesús dio a sus discípulos un nuevo mandamiento de amarse los unos a los otros como él les había amado (3334). No era una opción o consejo, pero el mandato de Jesús, lo que implica la obediencia. ¡Se trata de un nuevo mandamiento! Por supuesto, el mandamiento de amar estaba en el Antiguo Testamento: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18b). Sin embargo, el mandato de Jesús es nuevo porque él amo de una manera que nadie había querido o conocido antes. El amor de Jesús nos permite amarnos los unos a los otros (1 Juan 2:7-8; 4:19). Amar a los demás es el mandamiento principal que Jesús les dio a sus discípulos, y lo repitió para dar énfasis (14: 15, 21; 15:10, 12, 14,17). Para practicar esta cualidad de amor por los demás, tenemos que recordar lo mucho que Jesús nos amó y seguir su ejemplo en amar a los demás. En otras palabras, Jesús se convierte en el centro de las relaciones de amor y quiere que nos amemos los unos a los otros, aun si las personas son desagradables. Jesús quiere que su iglesia sea una comunidad de amor, para que a través de nosotros el mundo pueda reconocer a Jesús y llegar a conocer el amor de Dios (35). Jesús cargó las debilidades de Pedro hasta el final (36-38). Capítulo 14: Jesús es el camino. Jesús exhorta a sus discípulos a tener fe y esperanza (1-4). Jesús había dicho a sus discípulos que el se iba y no podía seguir aquí más (13:36). Los corazones de sus discípulos estaban preocupados y llenos de ansiedad, miedo, de desesperanza y de confusión. Se sentían como huérfanos, solos y sin dirección. Jesús les consoló plantando en ellos fe y confianza en Dios y en Jesús mismo. Jesús también sembró la esperanza en la casa del Padre y les enseñó el camino hacia el Padre. El prometió volver y llevarlos con él para siempre a la casa del Padre. En los versículos 5-31, los discípulos de Jesús lo abordan con preguntas o afirmaciones y Jesús les responde con claridad. Jesús es el camino, la verdad y la vida (5-7). La primera pregunta fue: “No sabemos a dónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino?” (5) Jesús responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mi (6) Jesús enseña que nuestro destino final es el Padre, y que él mismo es el camino al Padre, así como la verdad y la vida. En estos días, al igual que los discípulos de Jesús, muchas personas se preguntan a donde van y como llegar allí. Ellos están confundidos en la plétora de ideas engendradas por el pluralismo relativista. Jesús declara que él es el único camino al Padre porque el vino de Dios e irá de regreso a Dios. Jesús es el único mediador entre Dios y nosotros por medio de su muerte por nuestros pecados y su resurrección de entre los muertos. Esta es la verdad y solo Jesús nos da la vida eterna. Cualquier persona que ha visto a Jesús ha visto al Padre (7-14). La segunda petición era: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” (8). Al igual que Felipe, muchos intelectuales quieren ver a Dios con los ojos y tocarlo con las manos antes de creer. Ellos piensan que esto les satisface. Ellos piensan que creer, debe basarse en el conocimiento de la cabeza, ignorando el corazón. Para ellos, creer sin ver parece una tontería, intencional y poco científica como creer en los cuentos de hada. Esperan que algunos grandes milagros les sucedan a ellos de una manera dramática y dinámica. Jesús reprendió a Felipe con el fin de sembrar la fe en él, “¿No me conoces, Felipe, incluso después de haber estado conmigo durante tanto tiempo? El que me ha visto, ha visto al Padre ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre?’” (9). Entonces Jesús explicó la base para que creyeran que él está en el Padre y el Padre está en Jesús. La primera evidencia es la palabra que Jesús había dicho (10). La segunda prueba es la obra que Jesús había hecho (11). El propósito de Jesús en la realización de signos milagrosos era plantar fe en sus discípulos que él es el Hijo de Dios (20:30-31). Jesús prometió que todo aquel que crea en él podrá hacer aún más cosas de las que hizo Jesús (12). Estas obras mayores se pueden hacer solamente con la oración en el nombre de Jesús (13-14). Jesús promete estar con ellos a través del Espíritu Santo (15-21). Aunque Jesús dejaría el mundo físico, no abandonaría a sus discípulos como huérfanos (18). Mientras Jesús estaba con sus discípulos, les prometió que el Espíritu Santo estaría con ellos y en ellos (15-17a, 18). El Espíritu Santo mora en aquellos que aman y obedecen a Jesús (15-16,21, 23). Sin embargo, el mundo no puede aceptar al Espíritu Santo (17b). Jesús llama al Espíritu Santo "otro Paráclito o defensor" (16, la presencia de Cristo). Cuando el Espíritu Santo venga a morar en ellos, sabrán que Jesús está en el Padre, que están en Jesús y Jesús está en ellos (19-20). El Espíritu Santo los une entre sí, ya que obedecieron los mandatos de Jesús (21). El que ama a Jesús, será amado por el Padre y por Jesús. Jesús se apareció solamente a los que el ama (22-24). La tercera pregunta era: “Señor, ¿Por qué te manifiestas a nosotros y no al mundo?” (22). La pregunta de Judas sugiere que él quería que Jesús se mostrara al mundo para tener éxito y ser famosos. Entonces Judas podría cosechar los beneficios de todo. Pero Judas no entendía la naturaleza del mundo. Aquí “el mundo” no se refiere a la creación o la gente en general, sino al reino bajo el dominio del diablo (30). Ese mundo está en enemistad contra Dios y Jesús. Así como la luz y la oscuridad son opuestos e incompatibles, así lo son Dios y el diablo (1 Juan 2:15-16, 2 Corintios 6:14-15). Por eso Jesús no se mostró al mundo. En su sabiduría, Dios se revela solo a los que le aman y le obedecen. El padre ama a los que aman a Jesús y obedecen su enseñanza (23). Jesús les da a sus discípulos paz y victoria en sus promesas (25-31). Jesús se dio cuenta de que sus discípulos no entendían plenamente su enseñanza. Así que el prometió que el Padre enviaría el Espíritu Santo en el nombre de Jesús para enseñarles todas las cosas, y les recordó todo lo que él les había enseñado (2526). Jesús dio su paz a sus ansiosos discípulos (27) Antes de morir en la cruz, Jesús plantó fe en los discípulos en que lo que hizo fue hecho por amor a Dios, y era exactamente lo que Dios el Padre le había mandado hacer. La muerte de Jesús en la cruz no fue un fracaso, sino la victoria final sobre Satanás (28-31). Capitulo 15:1- 16:15,33: “Permanece en Jesús” Primera parte: Permanece en Jesús (15:1-17). Jesús enseñó a sus discípulos a vivir una vida fructífera (1-8). Jesús explica que tipo de relación sus discípulos tendrían con él después que los dejara en este mundo mediante el uso de la vid y la rama. El Padre es el labrador, Jesús es la vid verdadera, los discípulos son las ramas (1,5). Los tres tienen una relación inseparable. El propósito del Padre por sus discípulos fue dar mucho fruto. Por lo tanto, el Padre corta ramas estériles que se refieren a las personas que deliberadamente rechazan a Jesús como el Mesías, como Judas Iscariote. El Padre también poda ramas fructíferas, lo cual se refiere a la disciplina divina por medio de la palabra para aquellos que han aceptado a Jesús como el Mesías, como Pedro y el resto de los discípulos, para que sean aún más fructíferos (2-3). Jesús es la vid verdadera, la fuente de la vida, el único que puede hacer que sus discípulos den fruto. El fruto es muy importante para los discípulos de Jesús. Todo el mundo quiere vivir una vida fructífera. El problema es como dar frutos. Jesús dijo: “Permaneced en mi, y yo permaneceré en ustedes” (4a). Ninguna rama puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid (4b). De la misma manera, nadie puede dar fruto sin no permanecen en Jesús (4c). La gente trata de producir frutos a través de su propio esfuerzo y arduo trabajo sin Jesús. En lugar de tener una relación con Jesús, ellos crean buenos programas, utilizan las redes, o navegan por la web para encontrar algo. Deben darse cuenta de que son solo ramas, que no pueden dar fruto por sí mismos. Aparte de Jesús, no podemos hacer nada. Si no permanecemos en Cristo, llegamos a ser como las ramas que se parten, se marchitan, y se queman en el fuego (6a). Nuestros espíritus se drenan y se convierten en “algo quemado”. Así que nos sentimos sin vida, secos e inútiles. Tenemos que darnos cuenta de que Jesús es la única fuente de frutos. Mientras permanecemos en Jesús, y Jesús esta en nosotros, él da fruto a través de nosotros. En términos prácticos, esto se refiere al Espíritu Santo que habita en nosotros, como Jesús prometió en 14:18. En el libro de los Hechos, es el Espíritu Santo el que permite a los apóstoles dar sus frutos. ¡Que Jesús de su fruto a través de nosotros! En este pasaje, la palabra "Permaneced en mí" y "yo en ustedes" o su equivalente se repiten varias veces (4a, 4b, 5, 6,7). Esta es la unión con Jesús a través de la fe y compromiso con él. Cuando permanecemos en Jesús y sus palabras permanecen en nosotros, podemos pedir a Dios por todo lo que queramos, y este será hecho por nosotros (7b). La Palabra y la oración a Jesús debe ir de la mano para llevar fruto. Cuando llevamos mucho fruto, revelamos la gloria del Padre y nosotros mismos puede demostrar ser discípulos de Jesús (8). El fruto que Jesús quiere que llevemos (9-17). Jesús amo a sus discípulos como el Padre ha amado a Jesús (9). Su amor por sus discípulos es divino, es intimo y eterno, de sacrificio, in ocultar nada, y sin nada. El amor de Jesús es diferente que cualquier amor que experimentamos en este mundo, como el amor romántico o el amor filial. Los discípulos habían recibido el amor de Jesús y ahora lo necesitaban para permanecer en este amor. La manera de permanecer en su amor es guardando sus mandamientos (10). Mantener sus mandamientos no es una carga, sino que es la forma de experimentar la verdadera alegría que Jesús nos da (11). El mandato de Jesús es: “que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (12). Jesús explicó como él nos amó a nosotros: Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos (13). Jesús demostró su amor por sus discípulos para que sus ellos aprendieran a amarse los unos con los otros. Eran como amigos, no era una jerarquía. Los amos y los servidores tienen una relación jerárquica basada en funciones. Pero los discípulos de Jesús son iguales. De esta manera, muchos de los conflictos han surgido en la historia cristiana cuando no se ha practicado este tipo de amor. En lugar de iguales, la gente trata de desarrollar una jerarquía que impone una estructura de poder del mundo dentro de la iglesia. Sin embargo, en la comunidad de Jesús, todos los miembros son iguales como amigos. Tenemos que amarnos los unos a los otros como amigos. La evidencia de que somos sus amigos es la obediencia a su mandamiento de amarnos los unos a los otros (14). Los amigos de Jesús disfrutan del privilegio de conocer los negocios del Padre, que se refiere al plan de redención del mundo de Dios (15). Podemos participar en este plan de buen grado como los amigos de Jesús. Podemos servir al mundo con el amor de Dios. Tenemos que recordar que no elegimos a Jesús, sino que Jesús nos eligió a nosotros. Si pensamos, “elegimos a Jesús”, entonces el fruto sería nuestra responsabilidad. Pero cuando nos damos cuenta de que Jesús nos ha elegido, dando fruto es responsabilidad de Jesús. Jesús nos llamó a nosotros para que vayamos a dar fruto, un fruto que va a durar, el fruto de la vida eterna (16, 4:36). Todo lo que tenemos que hacer es confiar en Jesús y obedecerle. El mandato de Jesús es amar a los demás (17). Este es el fruto que Jesús quiere. Mucha gente no entiende el concepto de fruto. Ellos piensan que es limitado a los logros visibles. Cuando no ven este tipo de fruto, se sienten que son un fracaso en comparación con los demás y caen en un sentimiento de indignidad e insuficiencia. Ellos sienten la tentación de ser competitivos y tienen celos. Tenemos que tener un concepto correcto del fruto. El fruto es el amor. Otro fruto es la alegría (11). Cuando permanecemos en Jesús tenemos amor, alegría y paz (Gal. 5:22). En breve, esto es crecer en la personalidad de Jesús para ser usados en el trabajo de salvar las almas perdidas. Parte 2: Jesús nos enseña la obra del Espíritu Santo (15:18-16:15,33). Los discípulos de Jesús tienen que entender por qué el mundo donde viven los odia (15:18-25). Jesús envía a sus discípulos al mundo (18a, 15:16, 17:11). Aquí, “el mundo” se refiere a lo que es enemigo de Dios, porque está bajo el control del diablo (12:30, 14:30). Jesús declaró que las obras de “el mundo” es el mal (7:7; 1Jn 2:16). Así que el mundo odia a Jesús (18b). Cuando los discípulos trabajan en el mundo, no deben esperar el amor, el honor y el reconocimiento del mundo. Más bien, se pueden esperar ser perseguidos. Cuando suceden estas cosas, es fácil confundirse y perder su identidad. Pero es necesario recordar que el mundo odio a Jesús primero. No pertenecemos al mundo, sino a Jesús (19). Por esa razón, algunas personas los persiguen y otros desobedecen; no es por ellos sino que es por el nombre de Jesús (20-21). Otra razón por la que el mundo odia a Jesús es que él expone su pecado y la culpa (22). El que odia a Jesús odia a Dios Padre también (23-24). Este odio es irracional por lo que Jesús había hecho (25). El Espíritu Santo ayuda a los discípulos de Jesús (15:26-16:16,33). El “abogado”, paraklaytos en griego es llamado el “consejero”, “ayudante”, “consolador”, y “el Espíritu de verdad”. Jesús lo envía desde el Padre. El Espíritu Santo da testimonio de Jesús (15:26). Los discípulos también deben dar testimonio de Jesús (15:27). Jesús advirtió sobre la persecución severa que se avecinaba. Los discípulos serán expulsados de la sinagoga, lo que significa ser expulsados de la sociedad. Incluso podría ser asesinados por personas que pensaban que estaban sirviendo a Dios (16:2). Sin embargo, no deben caer (16:1). Más bien, deben dar testimonio de Jesús (15:27). Han de recordar lo que Jesús dijo (4). Jesús había ayudado a sus discípulos hasta el momento. Pero ahora Jesús se iba (5)y ellos se llenaron de dolor (6). Pero Jesús plantó fe independiente en ellos para que no dependieran de Jesús, que estaba presente físicamente, sino del Espíritu Santo. Era por su bien que Jesús se iba (7a). Solo yéndose lejos podía él enviarles el Espíritu Santo (7b). Cuando el Espíritu Santo venga convencerá al mundo de estar en pecado, de justicia y de juicio (8). El pecado más grave es la falta de fe de Jesús (9). Otro pecado grave es la justicia propia. La propia justicia de las personas no es nada más que trapos sucios. La justicia de Jesús es la que realmente hace que uno tenga una relación correcta con Dios (10). Antes de que Jesús viniera, Satanás tenía en su mano a la gente bajo el poder del pecado y de la muerte. Pero a través de su muerte y resurrección, Jesús destruyó a Satanás (Hebreos 2:14). El Espíritu Santo nos guía a toda verdad y dice lo que está por venir (13). El Espíritu Santo glorifica a Jesús (14-15). En este mundo tenemos muchos problemas, pero Jesús nos dice: “! Animo, yo he vencido al mundo ¡” Podemos salir victorioso porque Jesús ganó la victoria y el Espíritu Santo está con nosotros (33). Capítulo 19: “Consumado es” Todos sufrimos de problemas internos, como la culpa, la vergüenza, el dolor, el fracaso, el miedo, la ansiedad, y las relaciones rotas. Debido a esto nos resulta difícil amar a nadie, ni siquiera a nosotros mismos. La causa principal de estos problemas es nuestra relación rota con Dios, que es el pecado. Tratamos de resolver nuestro problema del pecado de muchas maneras, pero nuestros esfuerzos son, por lo general, en vano. Jesús murió en la cruz para resolver nuestro problema de pecado. Esto sucedió, según las Escrituras, y revela el gran amor de Dios por nosotros. Cuando recibimos este amor mediante la aceptación de que Jesús murió por nosotros, podemos encontrar la verdadera solución a nuestros problemas internos. Esto nos permite amar a los demás y servir al mundo con el amor de Dios. Jesús fue crucificado como rey de los Judíos (16-27). Pilato no encontró ninguna base para una acusación contra Jesús (18:38; 19:4,6). Jesús era inocente. Pero Pilato se rindió a la presión de los judíos, y condenó a Jesús a la muerte y entregó a Jesús a los soldados romanos para que lo crucificaran. Jesús llevó su propia cruz pesada a lo largo de lo que ha llegado a ser conocido como la "Vía Dolorosa". Era un camino de tristeza, de dolor, de la vergüenza y de las lágrimas. Jesús vino al Gólgota, un lugar horrible, fuera de la ciudad, conocido como "el lugar de la calavera" (Hebreos 13:11-13). Ahí iba a ser ejecutado públicamente por crucifixión. La crucifixión era la forma más cruel, dolorosa y vergonzosa de la pena capital en esos días. Cualquier persona que era colgada en una cruz era considerada como estar bajo la maldición de Dios (Dt. 21:23). En realidad, Jesús llevó la maldición que nos merecemos (Gal 3:13). Jesús fue crucificado entre dos malhechores (Isaías 53:12). De esta manera, Jesús se convirtió en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). Isaías predijo que iba a ser despreciado y aplastado, y el Señor cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros (Isaías 53:3-6). En resumen, Jesús fue juzgado, condenado y crucificado en nuestro lugar, por nuestros pecados. Pilato colocó un aviso sobre la cruz: "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos" (19). Desde un punto de vista humano, Jesús parecía un criminal, pero desde el punto de vista de Dios, Jesús era el Rey de los Judíos. Este rey no era un gobernante terrenal como muchos Judíos lo esperaban (Juan 6:15; 18:36). Fue burlado, escupido, golpeado, azotado, insultado y finalmente crucificado. De hecho, él fue profetizado por Dios como un rey humilde y victorioso (Zacarías 9:9; Juan 12:15). Era un rey espiritual que derrotó al diablo (Gen 3:15; Hebreos 2:14-15). El signo por encima de él se escribió en tres idiomas internacionales de los tiempos, en arameo, latín y griego. Esto significa que Jesús es el Salvador del mundo (Juan 4:42). Los soldados se sentaron junto a la cruz, y repartieron la ropa de Jesús. Parecía como si el Imperio Romano y los líderes judíos malos eran los encargados de llevar a cabo su plan, y el mal se ejecutaba fuera de control. Pero esto sucedió para que la Escritura se cumpliese (24). De hecho, el Dios soberano tenía el control para llevar a cabo su plan de salvación. La madre de Jesús María, su hermana, María, mujer de Cleofás, María Magdalena y Juan fueron testigos de la crucifixión de Jesús y de su muerte. Jesús demostró su humanidad compasiva en medio de su agonía al confiar su madre a Juan, y Juan a su madre (25-27). Las últimas palabras de Jesús: "Consumado es" (28-42). Aunque Jesús estaba en una angustia extrema en la cruz, su principal preocupación no era en sí mismo, sino en el cumplimiento de las Escrituras acerca del Mesías. Jesús se dio cuenta de que había algo más que cumplir. Así que él dijo: "Tengo sed" (Salmo 69:21). De esta manera, Jesús reveló su obediencia absoluta y se puso en disposición de Dios Padre para cumplir su plan de salvación. Después que Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: "Consumado es." Con eso habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu (30). "Todo se ha cumplido", significa que el trabajo de Dios para proveer el sacrificio perfecto por los pecados fue cumplido por la muerte de Jesús en la cruz. Jesús quebró su cuerpo y derramó su sangre en la cruz por nuestros pecados. Jesús se convirtió en el sacrificio sustitutivo, el Cordero de Dios, sin mancha y sin defecto que fue ofrecido una vez y para siempre (Hebreos 10:10). Jesús pagó el precio completo por nuestros pecados. El problema del pecado del hombre ha sido completamente resuelto por el sacrificio de Jesús. Dios no requiere nada de nosotros para nuestra salvación excepto creer lo que ha hecho en y a través de Jesús. No hay condenación o culpa de los que están en Cristo Jesús (Ro 8:01). El poder del pecado se rompe y se puede vivir una vida nueva. Nuestra relación con Dios es restaurada, lo que es la vida eterna (Juan 17:03). Podemos tener la victoria sobre nuestros pecados y sobre las tentaciones del diablo. "Todo se ha cumplido" es un verbo pasivo perfecto en griego. Esto significa que el evento de la muerte de Jesús sucedió solamente una vez en la cruz pagando completamente la deuda del pecado de una vez por todas, y su efectividad continúa hasta la actualidad, a través de nuestras vidas, y en el futuro, hasta la Segunda Venida de Jesús. Cada vez que nos acercamos a Jesús y confesamos nuestros pecados, Jesús es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados y su sangre nos limpia de todo pecado y maldad (1 Juan 1:7,9). La muerte de Jesús en la cruz fue el acto más grande de amor que Dios haya realizado por nosotros (Juan 3:16). Después dijo: "Consumado es," Jesús inclinó la cabeza y entregó el espíritu (30b). Jesús murió voluntariamente, dando su vida, no fue tomada de él (Juan 10:18). Los soldados vinieron a confirmar que Jesús había muerto. Al ver que ya estaba muerto, no le quebraron los huesos. En su lugar, le abrieron el costado con una lanza. De esta manera se cumplen las Escrituras (36-37, Salmo 34:20; Zacarías 12:10; Isa 53:5). Jesús fue sepultado, esto significa que realmente murió y fue sepultado (38-42). Capítulo 20: "Yo los envío" La gente está sufriendo de dolores, temores y dudas. En la raíz, todos estos se derivan del poder de la muerte, que ha gobernado la vida de las personas. Jesús resucitó de los muertos conforme a las Escrituras, conquistando así al poder de la muerte. El Cristo Resucitado disipa las tristezas, miedos y dudas de sus seguidores y nos llena de alegría, paz y amor. Jesús nos envía al mundo como testigos del evangelio de perdón y vida. Como de tal manera amó Dios al mundo que envió a Jesús, así también Jesús envía a sus discípulos al mundo para servir al mundo con el amor de Dios. "He visto al Señor!" (1-18). En primer lugar, Juan presenta a la tumba vacía como la primera evidencia de la resurrección de Jesús (1-10). Estos versículos son los testimonios de María, Pedro y Juan. María encontró que la piedra había sido removida del sepulcro, e informó esto a los discípulos de Jesús. Juan el autor registra detalles vívidos: la carrera hacia la tumba que contrasta la valentía de Pedro y el cuidado de Juan, el cuerpo que falta, y el sudario y las vendas (7). Esto nos dice que el cuerpo de Jesús no fue robado, y no se desenvolvió, sino que simplemente se desapareció de las telas, lo que les deja donde estaban. Juan vio y creyó los hechos, aunque no comprendió de las Escrituras que Jesús debía resucitar de entre los muertos (8). Debemos creer en la resurrección de Jesús, basándonos en las Escrituras, así como los hechos. Hasta el día de hoy, la tumba vacía testifica que Jesús resucitó de entre los muertos. En segundo lugar, el Jesús resucitado se aparece a María Magdalena (11-18). María estaba muy triste, debido a la muerte de Jesús y por la suposición de que el cuerpo de Jesús había sido robado y que no sabía dónde estaba. Ella estaba llorando y llorando. La causa principal de su dolor era el poder de la muerte. La vida cristiana sin encontrar al Cristo resucitado es triste, porque nos sentimos muy débiles, miserables y sin sentido (1 Corintios 15:19). María vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde el cuerpo de Jesús había estado. Ellos le preguntaron: "¿Por qué lloras?", Sugiriendo que ella no tenía por qué llorar. Pero no le sirvió de nada. Ella todavía estaba buscando el cadáver de Jesús. A pesar de que vio a Jesús que estaba allí ella no se dio cuenta que era Jesús. Jesús está de pie junto a nosotros, llamando a la puerta de nuestro corazón (Apocalipsis 03:20). Pero nosotros no somos conscientes de esto y permanecemos en nuestros dolores. Para ayudar a superar su dolor, Jesús resucitado le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? "Jesús, el único a quien ella buscaba, estaba justo allí hablando con ella. Sin embargo, ella no lo reconoció. En la profundidad del mundo del pensamiento de María, nadie podía conquistar el poder de la muerte, ni siquiera Jesús. Estaba más allá de su imaginación que Jesús resucitaría. Pensando en lo que el jardinero le dijo: "Dime dónde lo has puesto y yo lo llevaré." Jesús le llamó por su nombre, "María" (16). Era la voz de su buen pastor (Juan 10:3,14). Cuando escuchó la voz de Jesús personalmente llamarla por su nombre, se abrieron sus ojos espirituales y vio que Jesús estaba allí con ella, y él era el mismo Jesús (16b; Hebreos 13:08). Él había resucitado! Había vencido a la muerte! María estaba muy feliz de que ella trató de aferrarse a Jesús con todas sus fuerzas. Ella nunca quiso desprenderse de él. Pero Jesús le impidió aferrándose a su cuerpo (17a). Él le dijo que iba a ascender al Padre. Ella tenía que empezar una nueva relación con Jesús. Esto no se limitaba al nivel humano y emocional, pero sería espiritual y por la fe. Entonces Jesús le dio la misión de ir a decirle las buenas noticias a sus discípulos (17b). En su mensaje, Jesús llamó a los discípulos "mis hermanos" y que él llama el Padre: "A mi Padre y su Padre... mi Dios y a su Dios" (17c). Hasta ese momento, nadie podía llamar personalmente a Dios "Padre", sin ser acusado de blasfemia (Juan 5:18). Pero a través de la fe en Jesús, que murió por nuestros pecados y resucitó, de la relación entre Dios y la gente se revolucionó. Ahora podemos tener una relación de amor más íntima con Dios en la que llamamos a Dios "Padre." Nos hemos convertido en la familia de Dios que heredará el reino de Dios. Podemos formar una hermosa hermandad de Jesús, como la familia de nuestro Padre Dios, con la gloriosa esperanza de la resurrección. Después de encontrarse con Jesús Resucitado, la triste María se convirtió en un testimonio lleno de gozo. Fue a donde estaban los discípulos con la noticia: "He visto al Señor" (18). Ella les dijo que Jesús había le había dicho estas cosas (18b). En esta parte nos enteramos de que Jesús verdaderamente resucitó de entre los muertos. El encuentro personal con Jesús resucitado y el vivir como sus testigos es la solución a todos los dolores que provienen del poder de la muerte. "Como el Padre me ha enviado" (19-31). En primer lugar, el Jesús resucitado se les aparece a sus discípulos temerosos (19-23). Esa noche, los discípulos estaban reunidos. Cerraron las puertas porque tenían miedo de que la gente mala que mató a Jesús, los atacaran también (19a). El miedo a la muerte los tenía totalmente angustiados y paralizados. El miedo surge cuando nuestra relación con Dios se rompe (Gen 3:10). El diablo, que tiene el poder de la muerte, esclaviza y atormenta (Hebreos 2:14-15). No podían liberarse de las garras del miedo. Necesitaban liberación. Jesús resucitado se apareció por las puertas cerradas, se puso en medio y les dijo: "La paz esté con ustedes" (19b). Jesús, con su muerte y resurrección, restaura nuestra relación con Dios y nos da la paz (Rom. 5:01). Podemos tener una relación íntima de amor con Dios, llamándole "Abba, Padre" (Ro 8:15-16). El amor de Dios echa fuera el temor (1 Juan 4:18). Para demostrar que era realmente él, Jesús resucitado mostró la evidencia de sus heridas. Los discípulos se llenaron de alegría (20). Su miedo se convirtió en alegría cuando vieron al Señor. Sólo el Jesús resucitado podía salvarlos de su temor y darles la paz y la alegría. También nosotros vivimos temerosos en el mundo donde el sufrimiento y la muerte son reales y que el diablo ronda como león rugiente, buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8). Pero Jesús resucitado nos da la paz que sobrepasa todo entendimiento, y guarda nuestros corazones y mentes, y nos permite vivir como hijos de Dios (Filipenses 4:7). Otra vez Jesús les dijo: "La paz sea con ustedes" (21a). Con esta paz, Jesús los envía al mundo. Jesús dijo: "Como el Padre me envió, también yo los envío" (21b). Dios tomó la iniciativa de enviar a Jesús al mundo. Dios sacrificó a su único Hijo por que el mundo y le resucitó de entre los muertos. El motivo de Dios era amor (Juan 3:16). El propósito de Dios era para salvar a las personas del pecado y de la muerte, y hacernos sus hijos, y darnos vida eterna. Jesús obedeció al Padre por amor y completó la obra de salvación. Así como el Padre lo había enviado, Jesús envió a sus discípulos al mundo. Para ello sería necesario seguir el ejemplo de la iniciativa, el sacrificio, el amor y la obediencia de Jesús. Jesús les dio el Espíritu Santo para que estuviera con ellos. Luego se les confió la tarea de proclamar el evangelio del perdón a los pueblos del mundo. Los que creen en su mensaje podrán recibir el perdón. Aquellos que no reciban su mensaje no podrán recibir el perdón. De este modo, Jesús les enseñó a sus discípulos la importancia y necesidad de anunciar el Evangelio del perdón de los pecados. En segundo lugar, dejar de dudar y creer (24-31). Cuando Jesús resucitado apareció por primera vez, Tomás no estaba con los otros discípulos (24). Ellos le dijeron: “Hemos visto al Señor" (25a) Pero Tomás no les creyó. Él dijo: "Si no veo las marcas de los clavos en sus manos y pongo mi dedo donde estuvieron los clavos, y no meto mi mano en su costado, no creeré" (25b). Para Tomás, el testimonio de los testigos no fue suficiente. Él quería pruebas de que él podía ver y tocar personalmente a Jesús. Jesús entendió a Tomás y lo visitó personalmente. Jesús dijo: "Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Y acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo y cree"(27). Tomás aceptó las palabras de Jesús y confesó: "¡Señor mío y Dios mío" (28) Entonces Jesús le dijo: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (29) . En el versículo 31 Juan dice: "Pero éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengan vida en su nombre." Jesús quiere que creamos en base a lo que está escrito. Jesús envió a sus discípulos al mundo para que amaran a los pueblos del mundo como el Padre lo había enviado a él. Jesús quería que sirvieran al mundo con el amor de Dios. Este es el significado de "De tal manera nos amó... así amemos." Jesús los envió con el poder del Espíritu Santo para proclamar el Evangelio del perdón de los pecados para que todo el que crea tenga vida en su nombre. Esta es la versión de Juan de la orden mundial de las misiones donde enfatiza el amor, más que ningún otro evangelio.