Nombre: _____________________________ Curso: _____ Tiempo: ________ TITULO: La herencia del cura Una vez vivió en Granada un albañil muy pobre. Tenía mucha familia, y como apenas ganaba dinero, iba muy mal vestido. Aunque nuestro hombre era un vago, era muy piadoso, y se pasaba las horas rezando en la iglesia. El cura, de verlo por allí, ya le conocía, y un buen día se presentó en su casa. -Buenas noches, buen hombre –le dijo-; como eres un buen cristiano, quisiera darte algo a ganar con un trabajillo. El albañil contestó: -Con mucho gusto, padre, si me lo paga bien. El cura le aseguró que, si lo hacía, no habría de arrepentirse, pero le advirtió que debería vendarle los ojos. El albañil no opuso a esto el menor reparo. Una vez colocada la venda sobre sus ojos, se lo llevó por calles estrechas, hasta que llegaron al portal de una casa. El cura metió la llave en la cerradura y abrió una pesada puerta. Una vez que entraron, volvió a cerrarla con los cerrojos y condujo luego al albañil por una espaciosa ala al interior del edificio. Cuando le quitó la venda de los ojos, el albañil se encontró en un patio o corral, alumbrado por la luz de un candil. En el centro había una fuente con un pilón. El cura le dijo: -Aquí tienes ladrillos y cemento para que me hagas un nicho debajo de esta fuente. NIVEL: 6º Prueba: 3 Nº pal: 948 IFL.: 74 ver otra cosa que tres grandes cajas arrimadas a un rincón. Por lo que pesaban, no podía dudarse de que encerraban algo más que huesos. Con gran trabajo consiguieron, entre los dos, meterlas en la tumba, que quedó cerrada, y, luego de arreglado el pavimento, nadie hubiera dicho que allí se había realizado obra alguna. El albañil, siempre vendado, fue conducido por un lugar distinto de donde entró, y después de atravesar estrechos callejones y hacerle dar muchas vueltas, el cura se detuvo, puso en su mano dos monedas de oro y le advirtió: -Espera aquí hasta que oigas la campana de la catedral, que toca a maitines. Si tratas de quitarte la venda de los ojos antes, te ocurrirá una gran desgracia. Y, dicho esto, se alejó. El albañil, distrayéndose con el soniquete de las monedas de oro que tenía en la mano, hizo como se le había ordenado. Cuando la campana de la catedral tocó a maitines, se arrancó la venda y vio que se encontraba en la ribera del Genil. Se apresuró a marchar a casa y gozó durante un mes, con su familia, de las ganancias de dos noches de trabajo. Pasados esos días, volvió a quedarse tan pobre como antes. Un día estaba sentado a la puerta de su cueva, se le acercó un viejo rico y avariento, muy conocido en el lugar. A través de sus espesas cejas se le quedó mirando un rato y le dijo: -Tengo entendido, amigo, que eres muy pobre. Trabajó el albañil toda la noche, pero no le dio tiempo a acabar la obra. Al amanecer, el cura le entregó una moneda de oro y, después de vendarlo de nuevo, lo condujo a su casa. -Entonces, tal vez te gustaría hacerme un ligero remiendo, si me trabajas barato. ¿Estás dispuesto –le preguntó- a volver esta noche y concluir tu trabajo? -Más barato, señor mío, que ningún otro albañil de Granada. -Con mucho gusto, mientras me pague bien. -Eso es lo que yo quería Tengo una casa que amenaza ruina y he de gastarme en reparaciones más de lo que me produce de renta, porque nadie quiere vivir en ella. Por eso me propongo, con el menor dinero posible, hacerle algunos arreglillos para dejarla habitable. -Esta noche volveré a buscarte. Así fue, y la obra quedó terminada. -Ahora –dijo el cura-, ¿quieres ayudarme a transportar los cadáveres que quiero enterrar en este nicho? Al oír aquello, el pobre albañil se quedó muerto del susto. Receloso y temblando, siguió al cura a una apartada salita del edificio, en espera de presenciar un horroroso espectáculo; pero se tranquilizó al no -No hay por qué negarlo, señor, salta a la vista. El albañil acompañó al propietario a una casa desierta que amenazaba ruina por todas partes. Después de atravesar varias salas, llegó a un patio interior con una vieja fuente que no le resultaba del todo desconocida, por lo que preguntó: Proyecto de Innovación “Un plan lector para nuestro centro” C.P. “Benedicto XIII” -IIlueca- Curso 2008-09 -¿Puede usted decirme quién habitó esta casa últimamente? -Un clérigo viejo que no se ocupaba más que de sí mismo. Se decía que, como no tenía parientes, dejaría toda su riqueza a la Iglesia. Murió de repente. Compañeros suyos acudieron corriendo a su casa en busca de su fortuna, pero no hallaron sino unos pocos ducados en una bolsa de cuero. La gente –continuó el viejo- dice que se oyen todas las noches sonidos de monedas en el cuarto en que dormía el cura, como si alguien estuviera contando dinero; y, a veces, lamentos y gemidos en el patio. Por estas habladurías, no hay nadie que quiera habitarla. -En tal caso –dijo el albañil resueltamente-, déjeme instalarme en ella de balde y a cambio yo la iré restaurando poco a poco. El propietario aceptó el trato y el albañil se trasladó a vivir a aquella casa. Pasó el tiempo y la casa pronto apareció restaurada por completo. Como la gente seguía sin querer arrendar aquella casa, el albañil siguió viviendo en ella. Apenas trabajaba; más, sin saberse cómo, la familia del albañil comenzó a prosperar. Comían bien, vestían mejor y llegaron a ser unos respetables personajes en Granada. Esta es la leyenda que se cuenta en Granada acerca de una espaciosa casa de una oscura calle del Albaicín. Proyecto de Innovación “Un plan lector para nuestro centro” C.P. “Benedicto XIII” -IIlueca- Curso 2008-09