Año 2030 Rompe el Círculo volvió a mudar la piel. Esta vez el esfuerzo organizativo fue menor, pero hizo falta un salto al vacio, la aventura de abrir la puerta sin tener la llave, tensar los límites del momento contemporáneo. El nuevo hogar había sufrído ya 10 años de abandono y algúna que otra incursión. La comunidad humana de Rompe decidió emprender “La Gran Marcha”, desde Plaza del Turia a Avenida 2 de Mayo, como una procesión de hormigas podadoras nos fuimos con los trastos a otra parte. Todavía perduran las negociaciones con la autoridad para habilitarlo como espacio público de gestión colectiva, están en ese cajón de cosas pendientes, de las que ya nadie hace caso. Los procesos de especulación y gentrificación fueron sustituidos por una progresiva recuperación de la ciudad para satisfacer las necesidades de sus habitantes. Los legales propietarios, un nutrido número de acreedores internacionales, cada vez confían menos en poder obtener beneficio de su propiedad. La depreciación del suelo urbano es galopante y enfrentarse a la autoridad social solo conduce al ostracismo, algo que por otra parte, sus responsables delegados tratan de evitar. El mercado va perdiendo terreno en los distintos ámbitos de relaciones, el dinero circula de forma marginal. Las necesidades vienen satisfechas en procesos de producción y consumo cada vez más cercanos, simplificados y directos, inmediados. Igual le ocurre a las instituciones políticas, han pasado otros tantos años del amargo desencantamiento, el Estado cede posiciones, no es capaz de controlar los recursos, languidece, se muestra debil en una batalla entre control interno y reordenación internacional. Estado y Mercado, dos hermanos mellizos que discuten y se reparten una casa que ahora se desmorona. Atrás quedaron los años de lucha por el salario público seguro, por el control de los recursos institucionales, las batallas internas y externas por ocupar el sillón, pocos quieren estar en las fotos que nadie mira, subir a los estrados que solo algún gato observa con curiosidad. A esas salas ya no vale la pena recurrir, las energías, los recursos, las garantías, la fuente de vida se ha trasvasado a las iniciativas sociales, las viejas formas civilizatorias se cuelan por el sumidero de la historia. Fluidas, duras y explosivas. Estas tres propiedades de las materia social, los tres estados del carácter de Rompe han hecho de él una asidero social fiable en estos años disruptivos. Rompe se ha constituido como una asociación integral, albergándo en su ser la multiplicidad de funciones de las que ha necesitado dotarse, concurriendo en su interior una suerte de pueblo acogedor y cotilla, del que vale la pena desprenderse para renovar el linaje asociativo con La Casika y el resto de pandillas. La central de abastos de Rompe, DisReC, es una suerte de rastro del intercambio, de convite de la abundancia, de manifestación vanidosa del orgullo por el talento artesano. El taller de reparaciones de Rompe es, por un lado, un laboratorio mágico de la creatividad, el recicle, la reutilización, la readaptación, la simplificación. Por otro es un divertido campo de batalla entre el diogenismo caótico y el orden maniático, dos polos de intuición que balancean el número de objetos ponderables de cobrar sentido. Mecánica y electrónica son otros ejes sobre los que se diseña el gráfico de las transformaciones en el taller. Experiencia e innovación es otro. La chiquillera francamente se nos ha ido de las manos, la obsolescencia de la tele supuso un nuevo babyboom, hasta Soria está rejuvenecida. Rompecitos pone a disposición el utillaje de crianza y educativo común. Juguetes, libros, carritos, tizas, pelotas, muñecos, ropa. Pieza de especial simbolismo es la casita de muñecas de Apple, no está domotizada, solo construida con las tablets y moviles que ya no funcionan. Delirio volvió a su pequeña pecera, pero Such se la pasa en la terraza tiene mucho que contar, tiene mucho que aprender, tiene un nido de crios fascinados que no lo dejan descansar. El comedor comunitario es un referente de “Fashión Cuisine” caracoles con tomate, calabacines con menta, nunca el minimalismo y el tiempo llevó a tan alta expresión de la exquisitez y el deleite por el buen manjar. Las sobremesas se celebran en los recres: Hay quien se hecha una cabezada en los sofas despues de leer muy poquito, quien el dominó lo enjuaga en un licor de hierbas del curso medio del Guadarrama, quien se hecha un futbolín y quien no presta mucha atención a las cartas porque anda de chachara desesperando a su compañera de partida. Alan, Marcos y Vera siguen descabezandose con Bwr por organizar una liga de baloncesto decente en Móstoles echándose unas canastas en lo más alto de la azotea. De vez en cuando juegan a hablar en morse con espejos con la cuadrilla del CA2M. Cuentan que el huerto de allí lo empezaró gente de Rompe. Todos hacen tiempo hasta que empiecen los ensayos, hacen falta todos, los músicos, las actrices, las tramollistas, los payasos el próximo mes nos toca actuar para el resto de barrios de Móstoles y no podemos permitirnos dejarles indiferentes. A poco a poco ya se echa la noche encima, es tiempo de recojerse, meterse entre las sábanas y descansar. Mañana toca una larga jornada de 3 horas y media en el huerto y 2 horas de tareas colectivas.