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La gracia (iv)
¿PUEDE LA GENTE ABUSAR DE LA GRACIA DE DIOS?
Mucha gente inteligente se pregunta: “Si Dios en verdad nos perdona y nos ama a pesar de
toda nuestra maldad y pecado, ¿no es posible, sabedores de ello, aprovecharse y hacer todo
el mal posible? Si a Dios le gusta perdonar pecados, ¿por qué no puedo cometer unos
cuantos? Al fin y al cabo, a Dios le gusta perdonar pecados.
Se cuenta la historia de un reo australiano que estaba en la cárcel por asesinato, se cansó de
la vida en la cárcel, y mató a otro reo. Lo llevaron al juez, y éste le preguntó cuál era el
motivo. El reo dijo: “como soy católico, sé que si me suicido me voy a ir al infierno, pero si
mato a alguien más para que me den la silla eléctrica, puedo confesarme con el sacerdote
antes de la ejecución, y Dios me va a perdonar”.
Siempre va a haber alguien que abuse de la gracia de Dios y de la gracia de los cristianos. El
ministerio de Jesús está lleno de ejemplos. ¿Recuerdas aquella historia de cómo Jesús sanó a
diez leprosos pero sólo uno regresó a darle las gracias? Se encuentra en Lucas 17:11-19.
Jesús mismo, maravillado, le pregunta al que regresó: “Y los demás, ¿dónde están?”. Lo más
interesante del relato es que quien regresó ni siquiera era judío sino extranjero. Los mismos
compatriotas de Jesús no fueron para darle las gracias por el regalo recibido de su parte.
Muchos no sólo dan por merecida la gracia que Dios les da, sino que responden con una
actitud de parásitos, como si Dios tuviera la obligación de continuar derramando su gracia
sobre ellos. Hay un episodio, también en los evangelios, en Juan 6:25-27, en el que Jesús
regaña a la gente que lo viene a escuchar porque sabe que vienen no por oírlo a él, sino
porque el día anterior Jesús los había alimentado a todos, multiplicando los panes y los
peces. Jesús los confronta y pone al descubierto las intenciones de su corazón.
¿PUEDE EL CRISTIANO ABUSAR DE LA GRACIA DE DIOS?
En Romanos 5:20-6:2, Pablo responde a la pregunta con un contundente no. El cristiano DE
NINGUNA MANERA puede responder a la gracia de Dios con planes premeditados de
continuar pecando a fin de seguir recibiendo esa gracia. Si hemos muerto al pecado, no
podemos vivir ya en él.
Dicen los entomólogos que las hormigas reaccionan a la muerte de una de ellas gracias a
una sustancia que segregan al morir. Cuando las hormigas vivas huelen esa sustancia,
identifican el cadáver de la hormiga muerta y lo llevan lejos. Un biólogo de Harvard
descubrió cuál era este ácido y lo untó a hojitas de papel y otros objetos, los cuales las
hormigas llevaban prontamente al cementerio. Lo curioso fue que cuando le untó el ácido a
hormigas vivas, las otras se abalanzaron sobre ellas y las llevaron con las muertas, y no las
dejaban regresar hasta que no estuvieran limpias del ácido. Esta es una ilustración de lo que
el pecado hace en nosotros. Despide un olor a muerte, y a veces el olor se nos queda. Pero
en verdad estamos muertos al pecado. No podemos vivir como hormigas muertas, pues
estamos vivos.
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EL AMOR ES RIESGOSO; NO TE CANSES DE AMAR
La gracia de Dios es suceptible al abuso. Cada vez que tú quieras amar de todo corazón,
corres el riesgo de que la persona a la que amas abuse de ti, te escupa en el rostro, te eche
en cara tu amor, e incluso hasta que se convierta en tu enemigo. Este es el riesgo que Dios
corrió, y lo hizo por amor a ti y a mí.
¿Es esa suficiente motivo para dejar de dar gracia a los demás? La verdad es que no. Si te
dices cristiano, acostúmbrate a que la gente abuse de tu gracia y la pisotee. Si eso hicieron
con Jesús, no esperes una experiencia diferente. Si algún día alguien hiere tus sentimientos
por haber intentado tú mostrarle gracia, no lo tomes personal. La gente que rechaza la
gracia de los cristianos rechaza a Cristo Jesús y no a la persona.
A DIOS NADIE LE PUEDE TOMAR EL PELO; QUERÉRSELO TOMAR A ÉL ES TOMÁRSELO A UNO MISMO
Al respecto de tu propia actitud ante la gracia de Dios, recuerda que el acto de pecar
inmediatamente te aleja de Dios. Te aliena. Pecar significa automáticamente darle la
espalda a Dios y caminar en dirección contraria a él. El pecado fractura la relación y crea
una grieta entre la persona y el Señor. Y desgraciadamente no hay garantía de que vas a
regresar, o de que vas a regresar fácilmente.
Además, ten por seguro que a Dios nadie le puede tomar el pelo. Acercarse a él con el
propósito de abusar premeditadamente de su gracia tiene consecuencias graves, aun para el
cristiano. El Nuevo Testamento nos da unas palabritas de advertencia al respecto en
Hebreos 10:26-31.
Al que peca voluntariamente después de haber conocido la verdad ya no hay sacrificio que
pueda cubrir sus pecados. Lo que queda para él es una horrenda expectación de juicio, y de
hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. Los estudiosos de la Biblia no se ponen
de acuerdo sobre lo que estas palabras significan, pero lo que debe quedarle claro al
creyente es que, precisamente, a Dios nadie le puede ver la cara. Va a haber un precio que
pagar por abusar de su gracia premeditadamente.
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