El TLC y la calidad empresarial. Por: Hernando José Gómez, jefe negociador del Gobierno colombiano para el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y los países Andinos Las conversaciones adelantadas por Colombia, Ecuador y Perú, con Estados Unidos en el marco de la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC), ciertamente brindan la oportunidad de mejorar de manera continua en el aspecto de la calidad empresarial para las empresas colombianas. En principio, la calidad empresarial no se encuentra expresamente prevista en los textos de negociación del TLC, sin embargo, sería un error desechar el tema de entrada. Al respecto, hay que destacar que la importancia de la calidad empresarial frente al TLC no se encuentra en las múltiples posibilidades normativas del texto legal, sino en las apreciables posibilidades fácticas, una vez el Tratado entre en vigor y comience el flujo de bienes, servicios y capital entre los países involucrados. Por ello, la calidad empresarial frente al TLC debe entenderse como parte del entorno sobre el cual operará el Tratado, en particular, en lo relacionado con el capítulo denominado Obstáculos Técnicos al Comercio. El capítulo de Obstáculos Técnicos al Comercio –también conocido como OTC-es uno de los capítulos más técnicos y difíciles de comprender para el común de los empresarios. Sin embargo, dicho capítulo constituye la herramienta clave para entender los requisitos de carácter técnico que exigen tanto las autoridades como el mismo mercado estadounidense en los aspectos relacionados con la calidad, y para el caso objeto de nuestro análisis, lo relativo a la calidad empresarial. En beneficio del proceso de negociación del TLC, hemos contado dentro del equipo negociador con la colaboración del director de Normalización de ICONTEC, quien ha explicado al sector privado, el contenido y los alcances del lenguaje técnico de la normalización y reglamentación técnica. Gracias a dicho apoyo, hemos logrado que los empresarios comiencen a hablar sobre “comités de trabajo”, “acreditación”, “certificación”, “procedimientos de evaluación de la conformidad”, “pruebas y ensayos”, entre otros, todos ellos normalmente ajenos al lenguaje de los negocios. Al ver con detenimiento la estructura y campo normativo del capítulo de Obstáculos Técnicos al Comercio, queda claro que, para las partes, resulta fundamental que los organismos de acreditación tanto de Estados Unidos, como de los países andinos tengan como base la transparencia de los procedimientos de normalización voluntaria. Dicho esto, el siguiente elemento por analizar resulta del desarrollo mismo de la normalización voluntaria, en cada uno de los países. Como se indicó, el texto del Tratado no contempla disposiciones expresas sobre calidad empresarial, pues el TLC pretende que el mercado mismo determine los niveles de calidad a los cuales estarán sujetos los empresarios. Ahora bien, como contrapartida, el TLC debe desarrollar e implementar el acuerdo OTC de la Organización Mundial del Comercio, permitiéndole a las autoridades, dentro de un marco reglado, intervenir en el mercado mediante reglamentos técnicos cuando ello se requiera por motivos de seguridad nacional, seguridad personal, salubridad, protección del medio ambiente y protección a los consumidores por posibles engaños. Lo anterior quiere decir que la intervención en materia de bienes y servicios se hará de manera excepcional. El TLC reforzará de manera preferencial los niveles de calidad a través de las relaciones entre compradores y vendedores en el mercado y, por tanto, es aquí mismo donde los procesos de normalización y los niveles de Calidad Empresarial comienzan a operar dentro del contexto del Tratado. En el ámbito internacional, distintas entidades de normalización han venido trabajando y adoptando varias normas técnicas de gestión de calidad, entre las que se encuentran las normas ISO 9000, 14000, OHSAS 18000, así como otras normas adoptadas para sectores particulares como el Sistema HACCP para alimentos y bebidas. Tales normas encuentran reconocimiento internacional y por ello se convierten en la base necesaria para generar confianza, como primera condición en las relaciones de mercado entre exportadores e importadores. Por lo anterior, resulta fundamental para las empresas colombianas que deseen exportar a los mercados internacionales, particularmente al mercado de Estados Unidos, contar con la certificación de gestión de calidad respectiva. De ello dependerán, en buena medida, las posibilidades de competir con los exportadores norteamericanos y lograr la preferencia de consumidores locales y extranjeros por los bienes o servicios de una determinada empresa. Durante las distintas rondas, el equipo negociador se ha propuesto lograr que los bienes, servicios y capital colombianos tengan un acceso efectivo a los mercados. En concordancia con lo anterior, la noción de calidad empresarial aparece reiterativamente, y en virtud de ella se realizan, con frecuencia, numerosos y costosos esfuerzos para establecer o renovar instrumentos y herramientas que intentan mejorar la administración organizacional. Por esto, el gran reto que tiene sector productivo colombiano en los próximos años en materia de calidad, es pasar de los modelos de gestión de calidad a modelos de calidad en la gestión. Esto dicho en otras palabras se refiere a calidad empresarial, lo cual comprende la calidad de los procesos de producción y el direccionamiento de la gestión empresarial a nuevos y más altos niveles de calidad. Así, la nueva frontera de calidad se ha venido delimitando con la reevaluación de los paradigmas tradicionales asociados a la calidad. Hace tiempo se hablaba fundamentalmente de las características que el productor u oferente de servicios consideraba que debían cumplir sus productos, pero se no tenía en cuenta la voz del cliente. Por ello, en un pasado no distante, se reflexionaba ampliamente no sólo sobre los requisitos técnicos que impone el consumidor para satisfacer sus necesidades y expectativas y que se convierten en insumos valiosos para adelantar procesos de innovación, sino también del valor agregado diferenciador incorporado a un producto al ser lanzado al mercado. Hoy en día, al concepto moderno de calidad empresarial se asocian otras ideas de gestión integral. Por ejemplo, al adentrarnos en esferas diferentes a la gestión de procesos, pero que hacen parte del área a la que nos referimos, encontramos preceptos como la gestión estratégica, la gestión de la cultura y la responsabilidad social de las organizaciones. Estos tres conceptos deben servir de brújula a cualquier entidad, en el mejoramiento continuo de la calidad empresarial. En el corto y mediano plazo, los verdaderos obstáculos para el acceso de bienes y servicios en el ámbito global, no se encontrarán en tarifas arancelarias, cuotas de importación o salvaguardias, sino en requisitos de orden técnico, medidas sanitarias y fitosanitarias, normas de origen y procedimientos para demostrar su cumplimiento. Sin embargo, al profundizar sobre el sistema que garantiza el cumplimiento de requisitos de un producto o servicio, nos encontramos que el compromiso empresarial en los procesos de normalización, reglamentación técnica, evaluación de la conformidad y metrología es todavía incipiente, especialmente entre las pequeñas y medianas empresas. Por todo lo anterior, la invitación del Gobierno a los empresarios del país es para que, de la mano con las autoridades respectivas, (i) trabajen en la certificación de sus compañías en normas de gestión de calidad, internacionalmente aceptadas, (ii) apoyen a ICONTEC para que participe de manera activa en el mayor número de comités técnicos de organismos de normalización en el ámbito internacional dedicados a la expedición de normas que pueden tener un efecto en la comercialización de nuestros productos y servicios, y (iii) persistan en la búsqueda constante de la óptima calidad en la gestión empresarial como uno de los medios para identificar y cerrar brechas para fortalecer la competitividad de las empresas nacionales.