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“La pregunta es por qué no antes” 1
La embajadora en las Naciones Unidas explica los pasos futuros para llegar a un texto
jurídico multilateral. Las claves.
Por Martín Granovsky
Un embajador en las Naciones Unidas le preguntó a su colega de la Argentina por qué
ahora. “La pregunta es por qué no antes”, dijo Marita Perceval, que le respondió al
embajador. Ambos hablaban de la votación en la ONU impulsada por el Grupo de los 77
más China para conseguir la redacción de un proyecto de marco legal sobre
reestructuración de deudas soberanas que pueda ser aprobado en la Asamblea General de la
ONU de 2015.
“El Grupo de los 77 lleva 12 años tratando de que la ONU avance en cuestiones
relacionadas con la deuda soberana de los países”, dijo Perceval desde Nueva York en
diálogo telefónico con Página/12. “Muchas veces, para rechazar iniciativas como ésta, nos
dijeron que este tipo de temas tiene que salir por consenso, y que entonces no convenía
votar. Pero también en asuntos de derechos humanos o de derechos sociales es frecuente el
voto en lugar del consenso. Me niego a pensar que el voto sea un delito.”
La ONU aprobó buscar, textualmente, el “establecimiento de un marco jurídico multilateral
para los procesos de reestructuración de la deuda soberana”. El problema, según el
documento votado a favor por 130 países, en contra por sólo 11 y con la abstención de 41
(muchos de los cuales participarán de la negociación del documento futuro), es la
imprevisibilidad que da la falta de un marco y el peligro de los que llama “fondos de
cobertura”, o sea fondos buitre. La meta consiste en “aumentar la eficiencia, la estabilidad y
la previsibilidad del sistema financiero internacional, y lograr un crecimiento económico
sostenido, inclusivo y equitativo y el desarrollo sostenible, de conformidad con las
circunstancias y prioridades nacionales”.
Sea convención, protocolo u otro tipo de marco legal multilateral, la historia de la ONU
permite saber a trazos gruesos cómo pinta el futuro:
1
Artículo publicado originalmente Página/12. Disponible en Web: http://bit.ly/1to16EU
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- La base estará dada, según el punto 6, por “negociaciones intergubernamentales”. Nada
impedirá acceder a la opinión de grupos de expertos o de organismos como el Fondo
Monetario Internacional pero la clave son los representantes de los Estados.
- Para otros acuerdos legales, ese proceso llegó a durar entre dos y cinco años. El texto
aprobado establece que antes de fin de año deben quedar estipuladas las modalidades
concretas para llegar con todo listo a septiembre de 2015.
- El instrumento que se votará en 2015 implicará obligaciones legales precisas a los países
que lo ratifiquen. No será una exhortación a negociar, como ocurrió con la resolución 2065
sobre las Malvinas, todavía vigente.
- Como es una norma que aspira a ser vinculante para quienes firmen, el proyecto deberá
contener la cantidad mínima de ratificaciones necesarias para que las nuevas reglas entren
en vigencia. En la Argentina, por ejemplo, es necesaria la aprobación de ambas cámaras del
Congreso.
Si la secuencia se desarrolla de ese modo, parece evidente que con ratificación y todo el
camino emprendido sobrepasará el mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
El Gobierno y el oficialismo apostaron a que la aprobación de la necesidad de un marco
legal fuera un contrapunto que enfrentara la negativa de la posición a respaldar el proyecto
de ley de pago soberano. Funcionarios del Gobierno se quejaron de que los parlamentarios
opositores no comprendían el apoyo mundial a la Argentina. La táctica del Gobierno fue
presentar el punto como una moneda de dos caras. De un lado el voto en la ONU. Del otro,
la Ley de Pago Soberano. En simetría, la crítica al voto en la ONU señaló lo obvio: una
decisión de las Naciones Unidas hoy no resolverá ningún problema con los buitres mañana.
Sin embargo, la dinámica internacional excede las chicanas y aun los argumentos de un año
preelectoral. Al anunciar su voto en contra del proyecto, la misión de Estados Unidos en la
ONU dejó en claro de manera taxativa que la creación de un mecanismo regulatorio para la
reestructuración de deuda “crearía incertidumbre en los mercados financieros” y aumentaría
el costo de los préstamos. Para que no quedaran dudas de su posición, la representante Terri
Robl se remitió al debate realizado en los comienzos de la década pasada, o sea justo el
momento en que el G-77 inició su búsqueda de una regulación. Dijo que hoy hasta existen
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cláusulas de acción colectiva. Tal vez sea un mensaje a la Argentina: en su momento los
negociadores de deuda del gobierno de Néstor Kirchner se privaron de apelar a cláusulas
sobre mayorías y minorías supuestamente en procura de que la oferta de canje de 2005
fuese más convocante. Para Washington es mejor seguir trabajando sobre “este asunto
técnicamente tan complejo en otros foros”, incluyendo el FMI y la Asociación
Internacional del Mercado de Capitales, ICMA en sus siglas en inglés. Son foros donde rige
el predominio de los países desarrollados o directamente el de las grandes corporaciones
financieras.
Que el discurso en la ONU no fuera pronunciado por la jefa de la misión, la influyente
Samantha Powers, puede ser una forma de minimizar al G-77, no sólo votando en contra
sino rebajando el nivel de la representación diplomática. Robl añadió un elemento más de
presión: advirtió que el apuro insumirá muchos recursos de la ONU y será caro. Es un
argumento que pareció regalar a los norteamericanos más conservadores la bandera de
criticar a las Naciones Unidas como un organismo que Washington mantiene para que el
resto de las naciones critique a Estados Unidos.
El ex director del Banco Central Arnaldo Bocco, uno de los economistas que sigue más de
cerca el litigio con los fondos buitre, dijo a Página/12 que Estados Unidos emitió un
mensaje de dureza para los que votaron a favor, incluso para los poderosos China y Rusia, y
para algunos de los que se abstuvieron, como Francia, que es el mercado donde China y
Rusia operan.
“Un instrumento legal multilateral sería una buena herramienta”, dijo Bocco. “Estados
Unidos respondió de ese modo porque tal vez sienta que el G-77 más China es un grupo de
países que puede constituirse en un desafío no sólo en cuestiones de deuda, sino en otros
temas económicos y financieros.”
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