LA ACCION CORRECTA El título de este trabajo es un tema de grandes controversias, porque inmediatamente nos sugiere la debatida cuestión de lo bueno y lo malo. Por experiencia propia todos sabemos que lo bueno para la personalidad nuestra puede no ser lo bueno para la individualidad y viceversa. Como tampoco lo bueno para una persona en particular puede ser lo bueno para otras. Y así sucesivamente podemos extenderlo a regiones, pueblos, naciones, etc. Pero si nos detenemos a considerar mas profundamente este tema vemos que los conceptos de lo bueno y lo malo son productos exclusivamente del pensamiento que responden a una rígida limitación mental, donde se compara, mide, compite, teme, etc, y además donde se emiten las ordenes para actuar. ¿Podrán ser estas acciones correctas? Ciertamente no. Entonces el encuentro con la acción correcta nunca podrá producirse en las regiones del pensamiento, ni dependerá de nada preconcebido. Esta acción será instantánea, perfecta e iluminada por la sabiduría. Ahora bien cuando arribamos a este punto, vemos que el mismo es crucial y que nos está indicando la tremenda importancia que tiene el movernos desde la limitación mental en la que usualmente permanecemos, hacia la sabiduría. Pero antes de seguir adelante es completamente necesario dar una explicación para evitar futuras confusiones con respecto al principio mental, el cual es extraordinariamente divino y vasto para señalarlo como el causante de nuestras imperfecciones y limitaciones, pero por otro lado y paradójicamente así es, cuando este principio queda atrapado exclusivamente en el cuaternario inferior o personalidad. Veámoslo con más detalles, Mahat o Mente Universal es la Inteligencia primera y divina, conocida entre los Yogis con el nombre de Chit, su gérmen, porque la palabra Chit es usada para denominar una cualidad de manas en conjunción con Budhi. Y si nos remontamos a la causa primaria o inmanifestada, el principio mental es el aspecto tercero o tercer Logos, nombrado como la Ideación Cósmica, Mahat. o inteligencia, el Alma Universal, el nóumeno cósmico de la materia, la base de las operaciones inteligentes de la Naturaleza. Ahora bien de todas estas apropiadas nominaciones que se le atribuyen al principio mental, la de Alma Universal es una de las que mas nos va a arrojar luz en el tópico que estamos interesados, porque es precisamente el Alma humana o Manas inferior con su antakarana, la que permite evolucionar y porque además es el alma humana en esencia la misma que el Alma Universal. Esta afirmación aparece en el Proemio de la Doctrina Secreta con estas sabias palabras: ‘La Doctrina Secreta enseña la identidad fundamental de todas las almas con el Alma suprema Universal, siendo esta última un aspecto de la Raíz desconocida; y la peregrinación obligatoria para todas las almas, destellos suyos, a través del ciclo de encarnaciones, o de necesidad, conforme a la Ley Cíclica y Kármica, durante todo el término de aquel. En otras palabras: ningún Budhi puramente espiritual (Alma Divina) puede tener una existencia conciente independiente, antes que la chispa que brotó de la esencia pura del principio Sexto Universal, o sea el Alma suprema, haya pasado por todas las formas elementales pertenecientes al mundo fenomenal de aquel Manvantara, y adquirido la individualidad, primeramente por impulso natural y después por los esfuerzos propios concientes dirigidos y regulados por su Karma, ascendiendo así por todos los grados de inteligencia desde el manas inferior hasta el superior, desde el mineral y la planta al Arcángel mas santo ( Dhyani Buddhi ). La doctrina fundamental de la filosofía esotérica no admite en el hombre ni privilegios, ni dones especiales, salvo aquellos ganados por su propio Ego, por esfuerzos y méritos personales a través de una larga serie de metempsicosis y reencarnaciones.” Metempsicosis significa el progreso del alma de un estado de existencia a otro. Y reencarnaciones es el progreso del alma confinado a la individualidad que es lo que a nosotros mas nos concierne en nuestra etapa de seres reencarnantes y con una nueva oportunidad en dada una de estas reencarnaciones para liberal los obstáculos en que se encuentra sumido nuestro manas humano. El rescate del manas teñido con los principios del cuaternario inferior nos lleva directamente al encuentro del manas Egóico, lo cual constituye para nosotros la sabiduría. Nuestro actual trabajo esta entre los parámetros comprendidos entre el manas absorbido totalmente por la personalidad, el que está en los distintos estados de conciencia del antakarana y el manas liberado o purificado que vuelve al Ego superior. Podríamos representar estos tres momentos con el sentimiento de profunda separatividad para el ser humano que se encuentra esclavizado por su personalidad; con el naciente sentimiento de unidad para los que están por liberarse y se encuentran recorriendo el sendero o antakarana y el último con el sentimiento de unidad, completamente fundido sin distinción, pues se es uno con el todo. Al segundo estado podríamos identificarlo con el florecimiento de la conciencia búdica en el cual se comienzan a percibir los magníficos sentimientos de unidad con todo lo que nos rodea, desde el más ínfimo animalito, las piedras, las flores, las yerbas y hasta nuestros acérrimos enemigos. Pudiéndose plenamente compadecer al sufriente y gozar las alegrías del que esta feliz, pero por magnífico que resulten estos sentimientos incipientes de unidad aún existe la conciencia de ello, mientras que en el tercer estado, se es uno con la unidad, en completa estabilidad y firmeza, es decir se es uno con la unidad, en completa estabilidad y firmeza, es decir se ha llegado a un estado nirvánico. Ahora bien nuestro interés hoy gira entre el primer y segundo estado, es decir la trayectoria que va desde el confinamiento mental centralizado y egocéntrico hacia la disolución del mismo para dar paso a la sabiduría. Esta trayectoria no es otra que el Sendero de Sabiduría sustentado inicialmente por dos grandes pilares: anhelo por la verdad con su consecuente valor (virya) y el desapego (vairaga) que naturalmente brota cuando la verdad se va develando. Estos dos pilares se encuentran en la facultad humana de la atención perfecta, ya que se atiende cuando se está profundamente interesado en la búsqueda de alguna verdad y a su vez el interés por algo, desvanece el resto de lo que nos rodea para acabar por desvanecer también al que percibe, llegándose por ende a un desapego total. Esto parece sencillo y realmente lo es, porque lo hemos experimentado, pero si el íntimo interés ha sido despertado con la intención de beneficiar nuestra propia personalidad entonces quedamos atrapados en el nivel intelectual de la personalidad Por ejemplo, los estudiantes ponen gran atención a sus materias de estudio, pero la intención es lograr aprobar la asignatura. Pero la intención tiene otras sutiles dimensiones en los mundos internos, y adquiere extraordinarias dimensiones cuando tiende hacia la impersonalidad, porque entonces y de acuerdo a la ley de afinidad, esta intención se ve avalada con el poder de la potencia de las leyes superiores. La Sra. Burnier en su librito titulado ‘No otro camino para recorrer’ trata magistralmente la sutileza de la intensión en cuanto al verdadero significado de la filosofía y de la teosofía y como pueden quedar desfiguradas ambas al no captarse la intensión que ellas conllevan. Porque filosofía significa ‘amor la sabiduría’ pero generalmente se confunde con un sistema de pensamiento, el cual probablemente surgió sobre la indagación que hizo algún individuo sobre Dios, el hombre y el Universo, pero ello no confirma que el citado individuo haya llegado a la auto-realización propia, aunque es muy cierto que la investigación profunda sobre estos temas, acompañado de meditación pueden culminar en la auto-realización del que lo practica, pero en todo caso es el practicante el único beneficiado y no así los que siguen el sistema en detalles y aprendiéndose los conceptos por él emitidos. Porque en el fondo hay dos intensiones diferentes, la del verdadero investigador y la del que solamente tiene curiosidad intelectual. Igualmente sucede con el significado de la Teosofía la cual se traduce como la Sabiduría Divina, tal como la Jerarquía Divina la vive. Entonces estaríamos completamente errados si viéramos la Teosofía como un código de conceptos nuevos relacionados con el Universo, el hombre y la Realidad Ultima, porque esta visión correspondería a los que solamente tienen la íntima intensión de conocer algo mas para beneficio de su propio intelecto, mientras que para el verdadero indagador, la Teosofía significa conocer la vida como un todo y a su vez encontrar el significado de ese todo. Pero para captar la intensión oculta y verdadera de lo que nos rodea o nos interesa saber se necesita de la facultad conocida con el nombre de Viveka, la cual es un discernimiento de tipo espiritual o inteligencia clarificada la que en forma neutra podríamos llamar ‘la claridad’. La trilogía de Virya, Viveka y Vairagya o sea ánimo de investigación, discernimiento espiritual y desapego nos conduce a la meditación o contemplación, para finalmente culminar en el éxtasis nirvánico, el cual desgarra los velos de la ignorancia dando paso a algo completamente distinto que hemos denominado con el nombre de Sabiduría. Así el estrecho mundo intelectual con todas sus limitaciones e imperfecciones queda desvanecido por la fragancia sutil y poderosa de esa inteligencia exquisita y pura que felizmente en todos nosotros anida, tal vez muy débilmente en el presente, pero es precisamente labor nuestra fortalecerla, siendo esta labor asequible desde el momento en que somos seres auto-concientes. En lenguaje muy poético Blavatsky en su librito titulado ‘La voz del Silencio’ apoya esta idea como sigue: ‘Aquel que ha de darte nacimiento, búscalo en el Vestíbulo de la Sabiduría, el vestíbulo que está situado mas allá, en donde la luz de la Verdad brilla con gloria inmarcesible. Aquello que es increado reside en ti, discípulo, como reside aquel vestíbulo. Si quieres llegar a el y fundir los dos en uno debes despojarte de las negras vestiduras de la ilusión. Acalla la voz de la carne, no consientas que ninguna imagen de los sentidos se interponga entre su luz y la tuya, para que así los dos puedan conducirse en una, y tan pronto te hayas persuadido de tu propia ignorancia, huye del vestíbulo de la instrucción. Este vestíbulo, tan peligroso en su pérfida belleza es necesario, solo para tu prueba. Cuidado, lanú, no sea que deslumbrado por el resplandor ilusorio se detenga tu alma, y en su engañosa luz quedes presa’. Para mas adelante decirnos: ‘Si desde el vestíbulo de la sabiduría pretendes pasar al valle de bienaventuranza, cierra por completo tus sentidos, discípulo a la grande y espantable herejía de separatividad que te aparta de los demás’. En estos párrafos existe mucha enseñanza pues su contenido claramente nos advierte que no solamente se adquiere la sabiduría, rescatando el manas de su parte kamásica sino que el discernimiento espiritual ha de acompañarnos siempre para evadir los Siddhis inferiores, al que ella le llama el vestíbulo de la instrucción, que es el que le sigue al de la ignorancia, en el cual la generalidad de la humanidad permanece el mayor tiempo. Cultivar el discernimiento espiritual o Viveka es como dotarnos con la llave que nos abrirá puertas conducentes a caminos maravillosos, plenos de verdadera sabiduría y aún más, esta misma llave, nos hará discernir sobre el último y más grave obstáculo el sentimiento de separatividad, que al ser trascendido, nos da acceso a la completa bienaventuranza. Antes de terminar no podemos dejar de mencionar al Señor Krishnamurti que tanto ha hablado sobre este tema, no en forma poética ni alegórica, pero en una forma tan exquisitamente sencilla que logra revestir su lenguaje de gracia magistral. El le llama inteligencia a la sabiduría y intelecto al Kama-Manas. En su libro ‘Cartas a las Escuelas’ nos dice que la inteligencia y la capacidad del intelecto son dos cosas distintas aunque tengan un mismo origen. La capacidad del intelecto es la de pensar, y el pensar es limitado bajo todas las circunstancias. Cuando el intelecto domina nuestras actividades tanto en el mundo exterior como en el interno, nuestras acciones deben ser naturalmente parciales, incompletas. Esto genera pesadumbre, ansiedad y dolor. El es incapaz a causa de su propia condición divisiva, de comprender la plenitud… y esta siempre comparando, evaluando, compitiendo, imitando, así es como nos volvemos conformistas, de segunda mano. Cuando uno comprende toda la naturaleza y el movimiento del intelecto y del pensar, puede comenzar a investigar que es la inteligencia. La inteligencia es la capacidad de percibir la totalidad. La inteligencia es incapaz de dividir uno de otro los sentidos, las emociones, el intelecto. Los considera como un solo movimiento unitario. Debido a que su percepción es siempre total, la inteligencia no puede poner al hombre contra el hombre ni a éste contra la naturaleza. A causa de que por su misma índole la inteligencia es total, ella es incapaz de matar. ‘No matar’, si es un concepto, un ideal, no es inteligencia. Cuando la inteligencia está activa en nuestra vida cotidiana, ella nos dirá cuando cooperar y cuando no. La misma naturaleza de la inteligencia es sensibilidad, y esta sensibilidad es amor. Sin esta inteligencia no puede haber compasión. La compasión no consiste en realizar actos caritativos o reformas sociales, está libre de sentimentalismo, romanticismo y entusiasmos emocionales. La compasión tiene la fuerza de la muerte. Es como una gran roca, inmóvil en medio de la confusión, la desdicha y la ansiedad. Sin esta compasión no puede surgir ninguna nueva cultura o sociedad. La compasión y la inteligencia marchan juntas; no están separadas. La compasión actúa por medio de la inteligencia. Nunca puede actuar por medio del intelecto. La compasión es la esencia de la totalidad de la vida’. Y reflexionando sobre todo lo expuesto anteriormente, siento que el encuentro con nuestra propia inteligencia, nos bañaría con la armoniosa sabiduría que todo lo ordena y guía con incomparable amor. Por lo tanto anhelo compartir con todos ustedes la sugerencia de que un pequeño esfuerzo por encontrarnos con nosotros mismos, vale tremendamente la pena. Gracias, Eneida Carbonell.