reproducción de las plantas: sexual y asexual Como la mayor parte de los organismos vivos, las plantas deben reproducirse para continuar con sus linajes y dominar los ambientes. Las estrategias que desarrollaron durante su evolución determinaron que algunos grupos se extinguieran, mientras que otros sean buenos colonizadores de ambientes de catástrofe, o formen las comunidades más tardías. En la vegetación con embrión, o Embriófitas, existen dos tipos de reproducción de plantas: la reproducción asexual y la reproducción sexual. En una planta con reproducción asexual, ésta genera nuevos individuos a partir de sus órganos vegetativos, por esto también lleva el nombre de “multiplicación vegetativa”. En cambio, en la reproducción sexual deben intervenir las gametas y darse el proceso denominando fecundación (o singamia). En una primera aproximación, podemos reconocer que la reproducción asexual tiene como virtud la rápida propagación de las plantas, porque se generan muchos organismos en poco tiempo: su defecto es, sin embargo, que todos los organismos son iguales, entonces si ocurre algún disturbio en el ambiente lo más probable es que todos se vean afectados. En cambio, la reproducción de las plantas de tipo sexual es más lenta: se necesita una generación especial, el gametofito, para producir las gametas, y las estructuras reproductivas suelen tardar tiempo en desarrollarse. A su vez, la ventaja que posee este tipo de reproducción es la variabilidad, porque los hijos no son idénticos a los padres, y esto es muy beneficioso porque genera evolución. En jardinería se suele aprovechar la reproducción asexual más que la sexual, puesto que este es un método rápido de, al captar plantas con buenas características, multiplicarlas. Esta multiplicación manual se hace en general a partir de gajos o esquejes, cortando alguna ramita o tallo, el cual se prepara en un recipiente con agua o en tierra húmeda hasta que forma nuevas raíces y puede plantarse en otra maceta. También pueden cortarse ramas con brotes o yemas y plantarse en otros lugares: a esto se lo llama reproducción de las plantas por estacas. Otra cosa que se puede hacer es colocar injertos de una planta en otra, tratando de que sean similares. Y un modo más avanzado de reproducción asexual artificial es el cultivo de tejidos: esto se hace en un medio controlado, sin microorganismos, usando hormonas vegetales y soluciones nutritivas, para que a partir de un fragmento de planta crezcan los diferentes órganos. Características de la reproducción de las plantas Ahora bien, existe la reproducción de las plantas asexual natural; en las plantas inferiores podemos encontrar mitosporas (esporas producidas por mitosis), que son muy comunes además en hongos, y bastante generalizados encontramos a los denominados propágulos. En sentido estricto, son estructuras de propagación que se encuentran en los conceptáculos de algunas briofitas, pero además toman ese nombre los tubérculos, rizomas, estolones y bulbos. Los primeros, como la papa o patata, comprenden porciones de tallos subterráneos, ricos en material nutritivo, que en general toman una forma más o menos esférica. Las yemas se desarrollan en su superficie, y son las que dan origen a nuevas plantas. Reciben vulgarmente el nombre de “ojos”. Los rizomas son tallos subterráneos, no raíces propiamente dichas, y al fragmentarse pueden generar nuevas plantas. Los estolones son ramas que crecen mucho y alcanzan a tocar el suelo, tras lo cual enraízan y generan una nueva planta. Por último, los bulbos son tallos cortos, que poseen una yema terminal rodeada de hojas, las cuales almacenan la reserva alimenticia. En las axilas de estas hojas se generan bulbos de renuevo, los cuales se desprenden para dar lugar a nuevas plantas. La reproducción de plantas de forma sexual es bastante más complicada, y requiere más tiempo y gasto de energía. La generación haploide se denomina gametofito porque la planta multicelular produce gametas: células espermáticas o células huevo o ambas. La generación diploide se denomina esporofito porque produce esporas a través de meiosis. Estas meiosporas germinan formando el gametofito, que a través de estructuras como los anteridios y arquegonios genera las gametas. En las briófitas (musgos, hepáticas) la generación dominante es la gametofítica, mientras que en las plantas vasculares, lo que denominamos “planta”, es el esporofito. En la evolución de las plantas se observa una reducción del gametofito, que termina siendo casi “parásito” del esporofito, como es el caso de las angiospermas, donde el gametofito apenas se desarrolla en la flor. En los helechos, encontramos que el esporofito es dominante, a diferencia de lo que ocurría en las briófitas. El esporofito produce las esporas que generarán los gametofitos: pueden ser isosporas o heterosporas (produciendo gametofitos femeninos y masculinos). Semillas La multiplicación por semilla tiene el inconveniente de que NOse obtienen plantas exactamente iguales a la planta madre, ya que es el resultado de la combinación de genes del padre y de la madre, y quizás no conserve la descendencia las buenas características que nos interesan de la madre. Sin embargo, por esquejes, acodos e injertos, sí se obtienen individuos genéticamente idénticos a la planta madre (clones) y por tanto, se mantienen las mismas características positivas que tenga ésta, por ejemplo, estéticas, de resistencia, etc 1. Selecciona una buena rama ó tallo. Por ejemplo, una que si desapareciese de la planta no afectaría a su aspecto estético. 2. Haz un anillo de corteza a unos 30 cm. de la punta de la rama, por ejemplo, o a más distancia. 3. Efectúa con un cuchillo dos cortes paralelos separados 1 centímetro (en Ficus vale 3 cm.) y extrae con cuidado la corteza de entre los dos cortes. 4. A la zona anillada aplícale polvo de hormonas de enraizamiento. Esto NO es imprescindible, pero ayuda bastante a la emisión de raíces. 5. Seguidamente, coge un trozo de plástico transparente, rodea con él la ramita y ata con una cuerda en su parte inferior, quedando como un cucurucho. Es mejor usar un plástico transparente que un plástico negro, con el fin de que se pueda ver si aparecen raíces sin necesidad de abrir el plástico. 6. Rellena este cucurucho de plástico con unos puñados de turba rubia (tipo musgo, esfagno, Sphagnum) o de turba negra. La turba rubia es preferible a la turba negra porque posee una mayor porosidad que proporciona más aireación a las raíces. 7. Ata fuertemente con una cuerda, para que la turba o esfagno contacten perfectamente con el anillo de la corteza. El aspecto que queda es el de un "morcón" (ver fotos superiores). 8. A continuación, inyecta agua con una jeringuilla para humedecer la turba o esfagno. 9. Por último, cubre todo con papel de periódico o papel de aluminio, quedando así aislado del sol y de la luz. En un acodado resulta fundamental que no entre luz en las partes en las que se desea que se formen raíces. 10. La turba deberás mantenerla húmeda durante todo el proceso, pero no demasiado mojada. Para ello, cada 15 ó 20 días introduce agua usando una jeringuilla. El método de la jeringuilla es mejor que andar desatando el acodo para verter el agua. 11. Pasados los 2 primeros meses, ve destapando el papel cada 15 días para mirar cómo va el enraizamiento. Tendrás que esperar hasta observar una buena cantidad de raíces blancas a través del plástico. 12. El tiempo de separación del acodo varía según la especie y las condiciones. En algunas plantas el enraizado se efectúa en 2 ó 3 meses, o menos, como los Ficus. La Higuera acodada al principio de la primavera, generalmente estará bien enraizada para mediados de verano. Si el acodo se hace en otoño, es posible que para la primavera siguiente se haya desarrollado un sistema radical suficientemente grande. El Cerezo suelen bastar unos 3 meses para que tengan unas buenas raíces. Las Camelias de 4 a 6 meses en climas templados. Magnolia necesitará otro año más sin separarlo de la planta ya que el enraizamiento es más lento, igual que el Acebo, Lilo, Azalea... 13. En cuanto las raíces rodeen el plástico por dentro, es el momento de separar el acodo de la planta madre con un corte limpio justo por debajo de las raíces. 14. Retira con cuidado el plástico sin que se desmorone el cepellón de turba y raíces y planta en una maceta. 15. Se debe ubicar en un lugar fresco, húmedo y con luz pero sin sol. Ya tenemos una nueva planta. Tres consejos adicionales para tener más posibilidades de éxito: Etiolización