Ernesto Bozzano Ernesto Bozzano fue uno de los más eruditos sabios de los últimos tiempos. Nacido en Savona, provincia de Génova, Italia, en el año de 1861, vino a desencarnar en Génova, el día 7 de julio de 1943. Dado su inusitado interés por el estudio del Espiritismo, a cuyo afán dedicó la mitad de su proficua existencia de 81 años, mereció el apodo de Gran Maestro de la Ciencia del Alma. Trabajando 14 horas diarias, durante cincuenta y dos años, elaboró un estudio que, si fuese compilado en un libro de tamaño mediano, resultaría en un volumen de 15.000 páginas. Para llevar a cabo sus estudios contó con el concurso valioso de 76 médiums, habiendo además dejado nueve monografías inconclusas. Con tan solo 16 años de edad, Bozzano ya se interesaba por temas que abarcaban estudios filosóficos, psicológicos, astronómicos, ciencias naturales y paleontológicas. Además, desde su juventud sentía inusitada atracción hacia los problemas de la personalidad humana, principalmente los que conducían a las causas de los sufrimientos, la finalidad y la razón de la vida humana. Su nombre alcanzó notable proyección internacional, habiendo sido elegido Presidente de Honor del V Congreso Espírita Internacional, llevado a cabo en Barcelona, España, del 1 al 10 de septiembre de 1934. Según noticia estampada en el famoso diario inglés Two Worlds, en su edición de mayo de 1939, los espíritas británicos le ofrecieron bellísima medalla de oro, en la cual aparecía en una de sus caras una figura simbólica sosteniendo una corona de laurel en la mano derecha, con la divisa latina Aspera ad Astra y, en la otra cara una dedicatoria cuya traducción es la siguiente: Al Gran Maestro de la Ciencia del Alma, Ernesto Bozzano, que abrió nuevos horizontes a la humanidad sufriente, sus amigos y admiradores. Bozzano fue intransigente defensor del Espiritismo, habiendo asumido incumbencia de tal relevancia, tras haberlo estudiado minuciosamente. En una época en que el Positivismo de Augusto Comte encandilaba a muchas conciencias, Bozzano pasó a engrosar sus filas, demostrando nítida inclinación hacia todas las ramas del saber humano y entregándose resueltamente al estudio de las obras de los grandes filósofos de todas las épocas. De los postulados positivistas gravitó hacia una forma intransigente de materialismo, lo cual le condujo a proclamar, más tarde: Fui un positivista-materialista hasta tal punto convencido, que me parecía imposible que pudiese haber personas cultas, dotadas normalmente de sentido común, que pudieran creer en la existencia y supervivencia del alma. En los idos de 1891, recibió del profesor Ribot, director de la Revista Filosófica, la información sobre el lanzamiento de la Revista Anales de las Ciencias Psíquicas, dirigida por el Dr. Darieux, bajo el patrocinio de Charles Richet. Su opinión inicial sobre esa publicación fue la peor posible, dada la circunstancia de considerar un verdadero escándalo el hecho de que representantes de la Ciencia oficial tomasen en serio la posibilidad de la transmisión del pensamiento entre personas que viven en continentes diferentes, la aparición de fantasmas y la existencia de las llamadas casas embrujadas. En esa misma época, el profesor Rosenbach, de S. Petersburgo (actual Leningrado), publicó un violento artículo en la Revista Filosófica, situándose en posición antagónica a la introducción de ese nuevo misticismo en el dominio de la psicología oficial. En la edición subsiguiente, el Dr. Charles Richet refutó, punto por punto, las afirmaciones de Rosenbach, que reputaba erróneas, mostrando en seguida sus conclusiones lógicas sobre la materia. Ese artículo del sabio francés tuvo el mérito de disminuir las dudas de Bozzano. Los últimos residuos de esa duda fueron completamente destruidos en la mente de Bozzano, cuando hubo leído el libro Fantasmas de Vivos, de autoría de Gurney, Podmore y Myers. Las dudas que alimentaba acerca de los Fenómenos telepáticos quedaron así completamente eliminadas. En adelante se dedicó con ahínco y verdadero fervor al estudio profundo de los fenómenos espíritas, haciéndolo a través de las obras de Allan Kardec, Leon Denis, Gabriel Delanne, Paul Gibier, William Crookes, Russell Wallace, Du Prel, Alexander Aksakof y otros. Como medida inicial para un estudio más profundo, Bozzano organizó un grupo experimental, del que participaron el Dr. Giuseppe Venzano, Luigi Vassalo y los profesores Enrique Morselli y Francesco Porro de la Universidad de Génova. En el transcurso de cinco años consecutivos, gracias al intenso trabajo desarrollado, ese pequeño grupo proporcionó vasto material a la prensa italiana y, traspasando las fronteras de la península, llegó a varios países, pues, prácticamente se había objetivado la realización de casi todos los fenómenos, culminando con la materialización de seis Espíritus, de forma bastante visible, y con la más rígida comprobación. Su primer artículo se tituló Espiritualismo y Crítica Científica, pero el sabio pasó cerca de nueve años estudiando, comparando y analizando, antes de publicar sus ideas. Polemista de vastos recursos sostuvo cuatro acérrimas e importantes polémicas con detractores del Espiritismo. A fin de pulverizar una obra de ataque, publicada en aquella época, hizo editar un libro de doscientas páginas, que llevó por título En Defensa del Espiritismo. La primera obra por él publicada, con el propósito de sostener la tesis espírita fue Hipótesis Espírita y la Teoría Científica, a la cual siguieron otras no menos importantes: De los Casos de Identificación Espírita, de los Fenómenos Premonitorios, y La Primera Manifestación de Voz Directa en Italia. Las siguientes obras de Bozzano fueron traducidas al portugués: Animismo o Espiritismo, Pensamiento y Voluntad, Los Enigmas de la Psicometría, Metapsíquica Humana, La Crisis de la Muerte, Xenoglosia, Fenómenos Psíquicos en el Momento de la Muerte y Fenómenos de Transporte. Su dedicación al trabajo hizo que el gran sabio italiano se convirtiese de derecho y de hecho en uno de los más sobresalientes investigadores de los fenómenos espíritas, imponiéndose por la proyección de su nombre y por el acendrado amor que dedicó a la causa que había abrazado y defendido con todas las fuerzas de su convicción inquebrantable. Un hecho nuevo vino a contribuir al robustecimiento de su creencia en el Espiritismo. La desencarnación de su madre, en julio de 1912, sirvió de puente para la demostración de la supervivencia del alma; Bozzano realizaba en esa época sesiones semanales con un reducido grupo de amigos y con la participación de una famosa médium. Realizando una sesión en la fecha en que se conmemoraba el transcurso del primer aniversario de la desencarnación de su progenitora, la médium escribió unas palabras en un trozo de papel, que después de leídas por Bozzano lo dejaron asombrado. Allí estaban escritos los dos últimos versos del epitafio que aquel mismo día él había dejado en el túmulo de su madre. Durante los años de 1906 y 1939, Bozzano colaboró intensamente en la Revista espírita Luce e Ombra, escribiendo además centenas de artículos para Revistas del género, que se publicaban en Italia, Francia, Inglaterra y otros países. Texto extraído del libro Fenómenos de Transporte, de Ernesto Bozzano