El origen de la comunidad cristiana Durante la vida de Jesús Cuando Jesús comenzó su misión, realizó dos acciones importantes que no pueden separarse: Predicaba con sus acciones y sus palabras la llegada del Reino de Dios. Se rodeó de un grupo de seguidores que, dejándolo todo, le seguían y formaron su nueva familia. La Buena Noticia de Jesús: El Reino de Dios Jesús dedicó todo su tiempo, sus fuerzas y su entusiasmo a la implantación del Reino de Dios en la tierra. Es decir, para Jesús, el reinado de Dios entre los hombres era lo más importante de su misión. El Reino de Dios es el plan que Dios tiene para la humanidad: Dios es Padre que acoge, perdona y ayuda; todos los hombres son hermanos; la única Ley es el amor. El Reino de Dios es una oferta a todos los hombres, especialmente a los más necesitados. El Reino de Dios comenzó con Jesús; pero sigue siendo una llamada al trabajo diario de sus seguidores para que el mundo en que vivimos cambie. La comunidad de Jesús Jesús escoge a un grupo de seguidores para hacer realidad el Reino de Dios. Para ser discípulo de Jesús, él exigía las siguientes condiciones: Renunciar al dinero y a todo lo que significa: poder, influencia, prestigio... Renunciar a lo fácil y cómodo y estar dispuesto, si fuera preciso, a entregar la propia vida por él. Aceptar el «seguimiento» de Jesús como lo primero y principal de su vida. El programa de la comunidad de Jesús Jesús concretó en las bienaventuranzas el programa de vida para sus seguidores; éste es su contenido: Todo seguidor de Jesús tendrá que estar dispuesto a ser pobre y compartir su vida con los demás. Debe ser una persona de corazón limpio, sin malas intenciones, es decir una persona «buena». Debe comprometerse a trabajar por la paz en una sociedad dominada por el dinero y el poder. El objetivo de su vida será construir el Reino de Dios, basado en el servicio y la solidaridad. Debe estar dispuesto a sufrir persecución mientras intenta influir en la sociedad para que sea signo de la presencia de ese Reino de Dios. El grupo de «los Doce» De entre su comunidad de seguidores, Jesús escogió a «doce». «Mientras subía a la montaña fue llamando a los que él quiso y se reunieron con el. Designó a doce para que fueran sus compañeros y para enviarlos a predicar con poder de expulsar demonios. Así, constituyó el grupo de los doce: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Santiago Zebedeo y su hermano Juan, a quienes puso el sobrenombre de Boanerges (los truenos), Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Tadeo, Simón el fanático y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó» (Marcos 3,13-19). El relato del Evangelio nos dice lo siguiente: Jesús es el que elige a sus seguidores para: Servir al pueblo necesitado y deprimido. - Servir a la sociedad, aunque surjan riesgos y dificultades. - Dedicarse a extender el Reino de Dios sin miedo. El «doce» es un número simbólico: el testimonio que dieron «los doce» sobre Jesús y su resurrección se convierte en el cimiento de la Iglesia. La figura de Pedro Su persona. Pedro era un humilde pescador natural de la ciudad de Betsaida, situada junto al mar de Galilea, que lo dejó todo para seguir a Jesús. Era un hombre sencillo, con poca cultura pero con un gran corazón; generoso y, a veces, impulsivo. Dedicó su vida a extender el Reino de Dios y al servicio y desarrollo de las nuevas comunidades cristianas. Murió crucificado en Roma durante la persecución de Nerón, hacia el año 67. En relación con la persona de Jesús. Pedro es la figura destacada del grupo de «los doce». Es el primer elegido, el portavoz del grupo y el primero en reconocer a Jesús como el Mesías esperado (Marcos 8,29). Goza del respeto de sus compañeros y es el predilecto de Jesús. Pero también los Evangelios nos hablan de sus debilidades: es presuntuoso; a veces intenta corregir a Jesús en la manera de entender su misión y lo traiciona negándolo públicamente. A pesar de todo, Jesús lo convierte en fundamento de la Iglesia (Mateo 16,1819). En la vida de la Iglesia. Pedro era una persona apreciada por los primeros cristianos, lo consideraban el modelo de seguidor de Jesús y punto de referencia para verificar la autenticidad de la Palabra de Dios por las siguientes razones: Fue el primero al que se apareció Jesús. Fue el primero en reunir a la comunidad de seguidores dispersa y desilusionada por la muerte de Jesús. Actuaba como portavoz de los apóstoles ante el pueblo y ante las autoridades judías. Fue el primero en sufrir la persecución de los judíos. Desde la Resurrección de Jesús Al morir Jesús, los discípulos y la primera comunidad de seguidores se desintegraron: Todos huyeron (Marcos 14,50). Quedaron decepcionados (Lucas 24,21). Tenían miedo de los judíos (Juan 20,19). Con desilusión volvieron a las ocupaciones que tenían antes de seguir a Jesús. Poco tiempo después, esta situación da un giro espectacular: los discípulos aparecen de nuevo públicamente en Jerusalén, predican sin ningún temor en las plazas, en las calles, en el Templo, comunicando abiertamente lo que han vivido: «Jesús, al que vosotros matasteis, ha sido resucitado por Dios y nosotros somos testigos!» (Hechos 2,32). El Resucitado reconstruye la comunidad Tras la Resurrección de Jesús, surge de nuevo la comunidad: La aparición a Pedro significa el nuevo comienzo de la comunidad (Lucas 22,32). Las apariciones a «los once» restauran la fe en Jesús y la comunidad de seguidores (Marcos 16,14). La aparición a los dos discípulos de Emaús anima a éstos a regresar junto a los otros discípulos en Jerusalén (Lucas 24,33). El Resucitado transforma a los seguidores La Resurrección de Jesús transforma a sus seguidores, que dejan atrás sus miedos, temores y cobardías: Practican la fraternidad. Anuncian públicamente su experiencia con Jesús sin temor a la persecución o a la cárcel. Ponen totalmente su vida al servicio del proyecto de Jesús. El Resucitado suscita la misión de la comunidad La experiencia de la Resurrección suscita en la comunidad la misma misión de Jesús, que es extender el Reino de Dios: La comunidad reencuentra su vocación-misión de anunciar a todo el mundo esta Buena Noticia: «Id por el mundo entero, pregonando la Buena Noticia a toda la humanidad» (Marcos 16,15). Los discípulos reciben la ayuda del Espíritu Santo para ser testigos del Resucitado: «Recibiréis una fuerza, el Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros, para ser testigos míos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo» (Hechos 1,8).