NOSTALGIAS Letra de Enrique Cadícamo Música de Juan Carlos Cobián Compuesto en 1936 Quiero emborrachar mi corazón para olvidar un loco amor que más que amor es un sufrir... Y aquí vengo para eso, a borrar antiguos besos en los besos de otras bocas. Si su amor fue flor de un día, por qué causa es siempre mía esta cruel preocupación. Quiero, por los dos, mi copa alzar para olvidar mi obstinación, y más la vuelvo a recordar. Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración... Angustias de sentirme abandonado y sentir que otro a su lado pronto, pronto le hablara de amor... Hermano, yo no quiero rebajarme ni pedirle ni rogarle ni decirle que no puedo más vivir. Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud. Gime, bandoneón, tu tango gris quizás a tí te hiera igual algún amor sentimental... Llora mi alma de fantoche sola y triste en esta noche, noche negra y sin estrellas. Si las copas traen consuelo, aquí estoy con mi desvelo para ahogarlo de una vez. Quiero emborrachar al corazón para después poder brindar por los fracasos del amor. Nos cuenta Francisco García Giménez que Juan Carlos Cobián nació en 1895. Había estudiado en el Conservatorio Williams, con altas calificaciones. Perdió a la madre cuando Ella esperaba que se dedicara a la música clásica. El hogar le pareció vacío, y se fue. Tenía ya la bohemia en el alma adolescente. Malvivió tocando en el "biógrafo" de Las Familias, de la calle Santa Fe, donde adaptaba distintos ritmos al rodar sincopado de las películas mudas. Pero con la pasión del tango metida en los tuétanos. Conoció al "tano" Genaro y anduvo con El por los cafetines "abajeños". Cuando Arolas lo oyó el "tano" se quedo sin pianista. Y en el Royal Pigalle primero, y en el Montmartre después, supieron de lo que era capaz en el teclado este "botija". Así lo llamaron algunos, usando el modismo montevideano aclimatado en Buenos Aires. Y El, ni corto ni perezoso, se apuntó con su tanguito novel y de circunstancias "El Botija". No pasó nada. Como compositor, se entiende...porque SI que pasó, en cuanto al músico tiernito. Hasta el lugar de su nacimiento anduvo en danza. Lo creyeron porteño, no lo era. El hablaba siempre de Bahía Blanca. Es bahiense, afirmaron. Un día aclaró las cosas: había recibido la educación primaria en Bahía Blanca y luégo su familia se radicó en Buenos Aires. En realidad había nacido en Pigué. La aclaración le costó aguantarse las "cargadas" de sus compañeros aficionados a la broma. Lo llamaban "el paisano Cruz Montiel" y le canturreaban el estilo: " En un pingo pangaré, flete nuevo y parejero, buen herraje y buen apero, y en dirección al Pigué" Pronto frenaron la broma, porque El no se quedaba corto en devolver golpe por golpe. En 1919 Juan Carlos Cobián era positivamente una primera figura. Se le atribuye la creación de los solos de piano mechados entre la ejecución orquestal tanguista. Bien puede acreditarse a Cobián la introducción formal de tal modalidad en la ejecución, porque se recuerda que era, particularmente en aquella orquesta de Arolas, donde al promediar la interpretación de un tango, callaba el bandoneón del director, se apagaban los trinos de violín, y el piano solista de Cobián bordaba una malla de acordes en contrapunto de notas agudas y graves, poniendo una pausa fantaseada en la realidad sensual del "canyengue". A la edad de la conscripción se le dio a Cobián el juego en contra. Ese fue un párate en toda la regla. A Juan Carlos se le olvidó que con el uniforme de milico había que cambiar ciertas costumbres y obedecer. El titulo de un tango suyo " A Pan y Agua" es símbolo recordativo de negras horas pasadas en el calabozo del regimiento. Ya tenía en su haber de compositor títulos de reconocida valía: El Motivo", "La Casita de mis Viejos", "Mi Refugio", "Shusheta". Un día se fue a Norteamérica solito de cuerpo y con el tango en el alma. Iba para imponerlo en los "rascacielos". Se lo impusieron a El y termino haciendo Jazz. Dándole rienda suelta a su inquietud, hizo nuevas escapadas a Nueva York, Rio de Janeiro, Europa. Algunas veces viajó con su íntimo amigo y colaborador Enrique Cadícamo, que al morir Gardel, escribió una figura musical inspirado en la figura del Zorzal: "El Cantor de Buenos Aires", a la que Cobián puso música, y que el empresario del Teatro Smart decidió llevar a escena. El cantable "leiv motiv" de la obra era, naturalmente, un tango. No le gustó al empresario el que incluía la partitura y lo rechazó. Cobián hizo otro. La comedia se frenó y pasó sin pena ni gloria. Al año siguiente, 1936, actuaba Cobián en una boite de la calle Florida, entre Paraguay y Charcas, al frente de un pequeño conjunto, y les dio a conocer a los concurrentes aquel tango rechazado por el empresario teatral. Su cantor Rodríguez Lesende lo entonaba con una media voz grata y concentrado dramatismo: "Quiero emborrachar mi corazón para pagar un loco amor que más que amor es un sufrir. Y aquí vengo para eso, a borrar antiguos besos en los besos de otras bocas" Pasados un par de meses, "Nostalgias" era el caballito de batalla de los cantores y cancionistas del tango. El publico le asigno un favoritismo que tiene vigencia indeclinable.