Tras 20 años de democracia Las asignaturas pendientes insoslayables de la educación “20 años de democracia, Uruguay 1985-2005: miradas múltiples” es un libro que acaba de ser editado por Taurus bajo la dirección de Gerardo Caetano. Entre los 25 autores participantes de la obra, Renato Opertti, ex coordinador del programa MEMFOD, es el responsable del capítulo relativo a la educación. De ese artículo reproducimos textualmente su parte final: “Asignaturas pendientes insoslayables”. Los veinte años próximos de democracia deberán tener una educación distinta, que construya sobre las bondades del pasado, pero que sepa a la vez ser más dialoguista hacia dentro y fuera del sistema educativo, más propositiva y audaz en la formulación programática e institucional, menos trancada por las inercias y los privilegios burocráticos, menos politizada partidaria y corporativamente, más profesional en su dirección y gerenciamiento y más decidida a ser protagonista del desarrollo equitativo del país, de su inserción en el mundo. Algunas de las asignaturas pendientes refieren: a) Al reconocimiento del nuevo mapeo social del Uruguay y sus impactos fuertes en la educación, lo cual lleva a la profundización de la educación como politica social. Actualmente, entre el 60% y el 70% de los alumnos asistentes a educación primaria pública residen en hogares pobres; estos valores se sitúan entre 40% y 50% en los concurrentes a educación media. b) A una concepción abierta de reracionamiento entre la educación, la producción, el trabajo y la sociedad civil, en la que se puedan dejar de lado las posturas de pseudoautonomía, de exclusivismo soberbio, de corporativismo que impone. La agenda de la educación es esencialmente un bien público de la sociedad. c) A la revisión en profundidad del marco institucional de la educación, que se plasme en una nueva Ley de Educación consensuada sobre la necesidad de forjar una visión y una operativa de un sistema educativo como tal, desde el nivel inicial al terciario. d) Al fortalecimiento de la inversión pública en educación y al compromiso del sistema político de lograr una participación mínima del 6% del PBI en un plazo de 10 años, pero que a la vez implique una mejora sensible de la calidad del gasto y sus impactos. Sin un marco institucional y la práctica de la permanente evaluación, la incidencia de un mayor gasto será limitada. e) A establecer como meta un mínimo obligatorio de 15 años de escolaridad completos, desde el nivel 3 de inicial al sexto año de educación media, pilar necesario del combate a la pobreza y la marginalidad, así como de la competitividad que necesita nuestro país para una inserción decorosa y dinámica en el mundo. f) Al desarrollo de conceptos claves para la conformación de una ciudadanía democráticamente sólida, sustentada en la visión de un ser humano libre, creativo, responsable, crítico, propositito y audaz, que haga particular hincapié en el desarrollo de actitudes y destrezas. El desafío central parece radicar en que los cambios curriculares se transformen en instrumentos eficaces para el logro de aprendizajes relevantes en el aula. g) A la afanosa e incesante búsqueda de la excelencia en la formación inicial y en servicio de nuestros docentes para que, de aquí a diez años, todos los docentes, no importa de qué nivel, sean profesionales de su oficio en el cabal sentido de la palabra.