Los riesgos del colecho: ¿Es recomendable que el bebé duerma en la misma cama que sus padres? La mayoría de pediatras advierten de los peligros de practicarlo, una costumbre de moda | La Asociación Española de Pediatría da claves para que un recién nacido duerma de forma segura Vida | 08/05/2014 - 00:13h | Última actualización: 08/05/2014 - 10:30h Los especialistas no recomiendan que los bebés compartan cama con sus padres, el llamado colecho Peasap / Flickr Los riesgos del colecho - No hacer con bebés de menos de seis meses y de forma especial en menores de tres. - No practicar con prematuros o bebés con bajo peso. - El riesgo del colecho aumenta si los padres fuman, toman alcohol, drogas o fármacos sedantes. También con cansancio extremo (por ejemplo, después del parto) - Nunca practicar colecho sobre superficies blandas o colchones de agua y es muy peligroso en sofás. - No se recomienda el colecho multicompartido, con otros hermanos y los padres En otro tiempo se practicaba obligado por el poco espacio en las casas –y en muchos hogares del mundo con pocos recursos se sigue haciendo por necesidad- pero hoy el colecho, que padres y bebé compartan cama, es una moda que cada día gana adeptos a pesar de que los pequeños tengan cuna y habitación propia. Los motivos esgrimidos por muchos padres y también por algunos especialistas para practicar el llamado colecho es que este favorece el apego y facilita la lactancia materna. A pesar de ello, pediatras y organismos internacionales advierten de que se trata de una práctica de riesgo que puede llevar incluso a la muerte súbita del bebé por asfixia o aplastamiento. Por ello, no recomiendan practicarlo en menores de seis meses y de forma muy especial en neonatos de menos de tres. La Asociación Española de Pediatría ha elaborado un documento de consenso con directrices de cómo debe ser el ambiente seguro en que debe dormir un bebé: boca arriba y en su propia cuna en la habitación de los padres. Riesgo de muerte súbita “No se debe recomendar el colecho en bebés de menos de seis meses”. Así de tajante se muestra la pediatra Isabel Izquierdo. Para esta especialista, que además es coordinadora del grupo de Muerte Súbita de la Asociación Española de Pediatría (AEP), evitar que el bebé y sus padres compartan cama es una de las maneras de prevenir el Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), cuyo mayor riesgo de que se produzca está entre los dos y los cuatro primeros meses de vida del recién nacido. El riesgo, explica esta especialista que trabaja en el hospital La Fe de Valencia, es de “muerte por asfixia porque se obstruya la vía aérea del pequeño” porque el bebé esté chafado contra el pecho de la madre, por aplastamiento o también porque se encuentre muy tapado con mantas. La especialista explica que está tan extendida la práctica que incluso se empieza a hacer en el mismo hospital y que ello hace que en ocasiones los neonatos acaben en el suelo. La pediatra detalla que un estudio elaborado con 100 bebés fallecidos por muerte súbita no se encontró causa en el 50% de los casos y de este porcentaje en el 75% de los casos se halló que los bebés no tenían un “ambiente seguro para dormir”: algunos habían hecho colecho, otros dormían boca abajo, etc. A pesar de que es un tema sobre el que no hay consenso al 100%, especialmente en el ámbito de la lactancia, explica Marta Díaz, coordinadora del comité de Lactancia Materna de la AEP, “la evidencia científica” existente en la actualidad “no permite” asegurar que el colecho sea una práctica “segura” en los primeros meses de vida. Así, prosigue Díaz, ni la Academia Americana de peditaría ni la Sociedad para el Estudio y la Prevención de la Muerte Súbita Infantil recomiendan el colecho con menores de seis meses. También la AEP ha elaborado un documento desaconsejando la práctica hasta el medio año de vida y, de forma muy especial, en bebés de menos de tres meses. Se recomienda que duerman en su cuna en la habitación de los padres hasta los seis meses. El pediatra Carlos González, sin embargo, considera que este riesgo de muerte súbita es “mínimo” o casi inexistente a no ser que los padres que meten a su bebé en la cama sean fumadores. González señala, que dormir en una habitación distinta a la de los padres durante los seis primeros meses de vida es “más peligroso” que hacerlo en la misma cama de los padres y que el riesgo de muerte súbita “aumenta por 10” si el niño duerme en otra estancia. Para este pediatra, el riesgo de aplastamiento no parece existir con padres sanos. González, que asegura que durmió con sus progenitores hasta los ocho años, se muestra favorable a que los progenitores elijan la forma de dormir de sus hijos y apunta que “esto de dormir los niños solos en su habitación” es algo “moderno”. Facilita la lactancia Lo cierto es que el colecho facilita la lactancia materna, especialmente durante la noche, y numerosos estudios han demostrado que la lactancia reduce el riesgo de SMSL, explican Izquierdo y Díaz. Y este es uno de los factores que puede estar propiciando un aumento de esta práctica. Así, Izquierdo explica que un análisis de 2011 constató que los bebés con lactancia materna exclusiva estaban protegidos frente al síndrome los primeros seis meses de vida. La especialista señala que la mayoría de pediatras están a favor de la lactancia materna, pero “el 90% no lo estamos del colecho por el riesgo que tiene”. La experta apunta que se puede continuar con la lactancia sin necesidad de compartir cama usando las llamadas cunas sidecar, que se acoplan al lecho materno y permiten hacer los traspasos con facilidad y que el bebé duerma sobre su cuna. Favorecer el apego Otra de las reivindicaciones por las que muchos bebés acaban durmiendo con sus padres es que esto favorece el apego entre ambos. Pero los pediatras aseguran que hay muchos momentos al día para promocionar este sentimiento “sin poner en riesgo al bebé” y que el problema puede surgir cuando metemos al bebé en la cama para dormir. Para Izquierdo, el colecho también puede generar problemas de “destete” y considera que, después de los seis meses, es aconsejable ir acostumbrando al pequeño a que duerman en su habitación, aunque reconoce que el ritmo y los tiempos de esto dependerán de los niños, los padres y las situaciones concretas.