TEORÍA DEL CONOCIMIENTO 5. “Lo que distingue la ciencia de todas las demás actividades humanas es que cree que todas las conclusiones son provisionales” (Michael Sherner, www.edge.org) Evalúe críticamente esta forma de diferenciar la ciencia de otras áreas de conocimiento. Eduard Butterfield Bruget BI Nº: 0407-004 Nº Palabras: 1656 Bell-lloc del Pla Curso 2009 / 2010 Introducción: Un enunciado es una proposición que pretende definir un aspecto concreto de la realidad; por ello, una proposición es susceptible de ser afirmada o negada. La afirmación o negación de una proposición está ligada sustancialmente a la ‘verdad’ de lo que enuncia respecto a la realidad del objeto enunciado. Una proposición, por lo tanto, establece siempre una relación entre el ser de lo que enuncia (ámbito ontológico) y el conocimiento de este ser (ámbito epistemológico). En todo enunciado existe una serie limitada de conceptos-clave que en su interrelación nos acercan al significado de la proposición. En consecuencia, analizar estos conceptos se impone como el primer paso metodológico dirigido hacia la ulterior interpretación y valoración del sentido integral del enunciado. En nuestro caso, hemos aislado los siguientes conceptos esenciales: distinción, ciencia, actividades humanas, creer, conclusiones y provisional. Para la analítica conceptual se hará uso preeminente del Diccionario de Filosofía1, pero, también, será de utilidad el Diccionario de la Lengua Española (DRAE)2, en tanto que plataforma básica y punto de partida del nombre definido. Analizadas las ideas clave del enunciado de Michael Sherner estaremos en óptima disposición para su evaluación crítica. Análisis conceptual: Tomemos del DRAE y del Diccionario la primera determinación de la palabra distinción3; tanto en uno como en otro caso, nos encontramos con la idea de que distinguir es diferenciar ámbitos de realidad separados. Es por ello que, ontológicamente, la distinción se debe contraponer a la unidad, y epistemológicamente 1 Ferrater Mora, José (1990) Diccionario de Filosofia. Madrid: Alianza Editorial. Nota: en el presente trabajo y para nuestros usos se abreviará el nombre: Diccionario. 2 VV.AA (2001, vigésima segunda edición) Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Madrid. Nota: en el presente trabajo y para nuestros usos se abreviará el nombre: DRAE. La edición utilizada será la electrónica sita en la siguiente URL: http://www.rae.es/rae.html 3 DRAE: ‘diferencia por la cual una cosa no es otra, o no es semejante a otra’. Diccionario: ‘la idea de distinción se contrapone, por un lado, a la idea de unidad, y por otro, a la de confusión. en el primer caso la distinción tiene un carácter ontológico; en el segundo, un carácter epistemológico’. a la confusión. De ello podríamos deducir que el autor quiere distinguir de forma clara y distinta –haciendo uso de la terminología cartesiana- el quid de la ciencia, determinar qué es, pero también qué no es, delimitar su campo semántico. El concepto de ciencia, empero, parece resistirse a una fácil delimitación y abre el horizonte semántico de manera llamativa. Así, por ejemplo, la definición del DRAE4 parece situar la ciencia sólo en los campos de la realidad natural y de lo lógicomatemático, haciendo, además, una distinción predecimonónica entre las ciencias y las letras insostenible en la actualidad. Más ajustado es sin duda el Diccionario del cual hacemos un sintético extracto: “El sustantivo ‘scientia’ procede del verbo ‘scire’, que significa ‘saber’; etimológicamente, ‘ciencia’ equivale, pues, a ‘el saber’. Sin embargo, no es recomendable atenerse a esta equivalencia. Hay saberes que no pertenecen a la ciencia; por ejemplo, el saber que a veces se califica de común, ordinario o vulgar”. El Diccionario enfatiza lo crucial de la distinción platónica entre opinión (doxa) y ciencia (episteme), como núcleo filosófico e histórico en la definición de las ciencias y sus posteriores teorías y debates. En cuanto a la expresión ‘actividades humanas’ cabe decir que es la más ambigua del enunciado. El DRAE5 nos ofrece una definición de carácter generalista que en poco ayuda a la acotación del significado. Vale la pena resaltar que el Diccionario ya nos advierte de la imprecisión del uso indebido o sin contextualizar de la palabra ‘acción’6. Ante esta positura creemos que cabe entender que Michael Sherner hace referencia, indistintamente, tanto a las actividades de naturaleza teorética como a las actividades de naturaleza práctica. Respecto a la palabra ‘creer’, encontramos una acepción en el DRAE7 que creemos plenamente significativa en nuestro contexto, ya que resalta lo que de probableverosímil tiene la creencia. Vale la pena resaltar la utilización del término ‘cree’ en lugar del ‘sabe’, puesto que acabará resaltando la `provisionalidad’ del conocimiento DRAE: ‘Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, fisicoquímicas y naturales’. Facultad de Ciencias, a diferencia de Facultad de Letras’. 5 DRAE:’Conjunto de operaciones o tareas propias de una persona o entidad’. 6 Diccionario: ‘(...) en la literatura filosófica se tiende a emplear ‘acción’ en estrecha relación con ‘acto’, ‘actividad’, ‘operación’, ‘producción’, ‘práctica’(…) El vocablo ‘acción’ es un buen ejemplo de ese tipo de vocablos con tantos y tan diversos sentidos que es poco recomendable usarlos fuera de contexto o sin especificar su empleo’. 7 DRAE: ‘Tener algo por verosímil o probable’. 4 científico que Michael Sherner pretende defender. Por su lado, el Diccionario se nos muestra cuantitativamente exhaustivo. De entrada, hace una interesante diferenciación entre ‘fe’ y ‘creencia’. En síntesis nos explica que durante la Edad Media los dos conceptos eran usados como sinónimos, que incluso se consideraba la ‘fe-creencia’ como un tipo de conocimiento de rango superior a la ‘razón’, pero que a partir de la Filosofía Moderna el término ‘creencia’ se emparentó a lo ‘subjetivo’ y a la voluntad 8. Con ello, el concepto de ‘creencia’ parece de nuevo retomar el clásico valor que vemos en la obra de Platón: la creencia (pistis) es un tipo de conocimiento de inferior rango respecto a la ciencia (episteme), un conocimiento ‘no-objetivo’ que dirige su poder cognitivo hacia el mundo físico-natural, siempre cambiante y, en consecuencia, sólo parcialmente cognoscible. Sólo el mundo eidético - sus principios primeros y sus entes matemáticos - son absolutamente cognoscibles, en tanto que son absolutamente, que su ser no cambia, como sí lo hacen los objetos del mundo material. El término ‘conclusión’ no ofrece tantas dificultades semánticas. El DRAE9 la define, al nivel lógico convencional, en sintonía con el Diccionario que nos dirige hacia el término ‘argumento’10. Nos encontramos, luego, con un concepto de marcada naturaleza lógica; la conclusión representa el punto final de una tesis argumentativa. Su origen debemos encontrarlo en el conjunto de premisas o proposiciones que generan su ser. Por último, la palabra ‘provisional’ sólo cuenta, curiosamente, con entrada propia en el DRAE11: La sujeción de susodicho concepto a la temporalidad nos invita de forma patente al mensaje central que Michael Sherner tiene como manifiesto objetivo darnos: la ciencia inevitablemente está sujeta a la temporalidad, sus conclusiones son temporales. La tensión que conlleva la histórica necesidad de permanencia en los resultados de la ciencia y la necesaria admisión de la provisionalidad de los mismos, nos sitúa en la paradoja y la esencia del enunciado del autor que analizamos. Dicccionario: ‘(...)una manifestación de la voluntad, esto es, un asentimiento dado por la voluntad’. DRAE: ‘Proposición que se pretende probar y que se deduce de las premisas’. 10 Diccionario: ‘Razonamiento mediante el cual se intenta probar o refutar una tesis, convenciendo a alguien de la verdad o falsedad de la misma’. 11 DRAE: ‘Que se hace, se halla o se tiene temporalmente’. 8 9 Interpretación y valoración: El neoescéptico, fundador de la revista Skepsis, parece querer afirmar de manera llana, que la ciencia ‘cree’ en la provisionalidad de sus conclusiones, a diferencia de otras ‘actividades humanas’, de las cuales podríamos inferir - aunque no lo encontremos en el texto de forma explícita - que ‘creen’ en la permanencia de sus conclusiones. La afirmación de Scherner no es por sí misma original. Podríamos encontrarla de una u otra forma en el falsacionismo popperiano, en la noción de revolución científica de Kuhn, en el anarquismo científico de Feyerabend, y mutatis mutandis, encontraríamos su esencia en el escepticismo griego y en la Nueva Academia de Cicerón, con su famosa ‘probable verosimilitud’. No obstante, debemos tener en cuenta que, la ciencia en general, no se ha creído y postulado provisional hasta hace relativamente poco. Aún así, hay algunos aspectos en los que la ciencia no se considera provisional: el uso de lenguajes artificiales especializados y específicos, de simbología científico-técnica, la consistencia lógico-matemática de sus argumentos y, sobre todo, el uso de la matemática como lenguaje en la cuantificación de los datos, serían claros ejemplos de lo que en ciencia permanece. No debemos olvidar que la ciencia, por su naturaleza, tiene la pretensión de objetividad, verdad, publicidad, sistematicidad, universalidad y permanencia de sus resultados y conclusiones. Los grandes pensadores clásicos (Platón, Aristóteles), la filosofía y ciencia moderna (Descartes, Galileo), los pensadores ilustrados (Kant), los positivistas del s. XIX (Comte) y, finalmente, la filosofía de la ciencia neopositivista del Círculo de Viena, suponen esfuerzos monumentales siempre en esa dirección. Ahora bien, es también verdad, que corre casi en paralelo una ‘corriente escéptica’ o crítica contra la que luchan los partidarios de la ‘objetividad’. Michael Sherner viene a remarcar lo que el llamado ‘criterio de demarcación’ exige a la hora de delimitar el conocimiento científico respecto al pseudocientífico. Efectivamente, las ciencias auténticas (química, astronomía...) creen en la provisionalidad de sus conclusiones y someten sus hipótesis al criterio de falsabilidad popperiano12. Según Popper: ‘El criterio de refutabilidad es una solución al problema de la demarcación, ya que sostiene que, por tal de ser incluidas en la categoría de científicas, las proposiciones han de ser susceptibles de entrar en conflicto con observaciones posibles o concebibles’. No así ocurre con las llamadas pseudociencias (alquimia, astrología…) donde las proposiciones y argumentos parecen saber más que creer saber la verdad de sus contenidos de forma apriorística y absoluta, sin la más mínima posibilidad de verificación ni de refutación empírica. Analógicamente, encontramos una relación similar a la que existe entre la ciencia y la pseudociencia en el binomio: tecnología-magia. La tecnología, entendida como la técnica que resulta de la aplicación del método científico, estaría en las antípodas de la magia y la brujería, pseudotécnicas que bajo los principios de ‘similitud’ y de ‘contacto o contagio’ utilizan prácticas perennes incapaces de falsarse ni verificarse. Como colofón a la crítica del enunciado de Michael Sherner sería bueno clarificar el diferente estatuto de lo que entendemos por ciencia. Para ello, nos remitimos a la diferenciación que comúnmente se hace desde la Filosofía de la Ciencia. Así, se dividen las ciencias en dos grandes bloques: las llamadas ciencias formales o deductivas (matemáticas, lógica) y las llamadas ciencias fácticas. Las primeras, no necesitan de ninguna ‘creencia’ en la verdad, puesto que son saber por su propia naturaleza. Su verificación no necesita de ningún elemento empírico externo, en tanto que ‘su verdad’ y su esencia residen en la propia lógica deductiva de los principios. En este sentido, debemos entender que Michael Sherner no lo puntualiza en su enunciado por ser una obviedad. Las segundas se subdividen a su vez en dos, ambas de carácter empírico: las ciencias naturales (Física, Química, Biología…) y las ciencias humanas o sociales (Psicología, Sociología, Historia…). Su objetivo fundamental es el de describir, explicar y predecir los hechos pasados, presentes y futuros. Las proposiciones que formulan deben – a diferencia de las ciencias formales- contrastarse a posteriori con la experiencia y ponerse a prueba con la experimentación. 12 Popper, Karl (1983). Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Barcelona: Paidós. La verdad de las ciencias naturales es siempre provisional, pero su grado de ‘explicación’ del mundo es fiable y elevado. Por su parte, las ciencias humanas o sociales podemos afirmar que de alguna manera tienen tienen un grado de cientificidad inferior a las anteriores (su poder de predicción, por ejemplo, es mucho menor). Sin eludir el uso de la matemática en sus procedimientos (la Estadística, por ejemplo), algunos pensadores creen que su modelo científico se basa más en la ‘compresión hermenéutica’ de los hechos estudiados que en la ‘explicación’ de los mismos. Bibliografía: FERRATER MORA, José (1990): Diccionario de Filosofía. Alianza Editorial, Madrid. BUNGE, Mario (1982): ¿Cómo desenmascarar falsos científicos? Cuadernos del Norte, Asturias. POPPER, Karl (1983): Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Paidós, Barcelona VV.AA (2001, vigésima segunda edición): Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Madrid. http://www.rae.es/rae.html