IX Domingo del Tiempo Ordinario z AÑO A z Mt 7, 21-27 z Primera lectura z Dt 11, 18. 26-28. 32 z “Mirad: Os pongo delante bendición y maldición”. z Segunda lectura z Rm 3, 21-25a. 28 z “El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley”. z Salmo z 30 z Evangelio z Mt 7, 21-27 z “La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena”. z “Sé la roca de mi refugio, Señor”. N o todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día, muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande. Para situar el evangelio Otro salto. La liturgia omite los versículos 1- capítulo 7 y pasa al final del Sermón de la Montaña con el texto de este domingo. Si hemos ido trabajando siguiendo el Sermón, será conveniente leer el fragmento omitido antes de entrar en el hoy donde encontraremos la advertencia sobre la ilusión del pragmatismo, del camino fácil, y contra e el falso profetismo. Por lo que respecta a esta página de hoy, deben tener muy presente que estamos al final del Sermón de la Montaña. Es, por tanto, un texto conclusivo en el que se proyecta todo el contenido anterior. De ahí, pues, la contundencia con la que acaba cuando considera la posibilidad de no cumplir “la voluntad del Padre que está en el cielo”: “¡se hundió totalmente!”. Para fijarnos en el Evangelio Estamos al final del Sermón de la Montaña. Mateo ha condensado y organizado una buena colección de palabras de Jesús que expresan la vida del verdadero discípulo. En la conclusión queda muy claro que ser un verdadero discípulo pasa por “cumplir la voluntad del Padre”, por “poner en práctica” “estas palabras” de Jesús. “Cumplir la voluntad del Padre que está en el cielo” no es someterse como un esclavo se somete al amo. La voluntad de Dios no es ley. El Sermón de la Montaña no es ley. Es actitud de hijo, de hija. Los hijos reciben el amor del padre y corresponden a él amándolo. Este amor hace coincidir las voluntades. Hacer la voluntad del Padre no se limita nunca a palabras y a ritos, por más que las palabras y los ritos sean importantes. He aquí el sentido de los vv. 21 -23. La expresión “Señor, Señor” es propia de los discípulos del Resucitado, que le invocamos como quien ha recibido de Dios toda la autoridad (Mt 28, 18) y que la manifiesta sobre todo curando con amor a los heridos y necesitados de la tierra (Mt 8, 2.6; 9, 28; 15, 22; 17, 15; 20, 30). Pero no basta con invocar. Hacen falta los frutos, las obras. Es necesaria la disposición a ser instrumentos de esta autoridad del “Señor”. da a captar el mentido profundo de la vida de los discípulos de Jesucristo. Estas palabras conclusivas del Sermón de la Montaña indican el convencimiento de Jesús de que lo que él ha propuesto se puede “cumplir”. Las bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) no son un imposible. No son un ideal ante el que pensamos: “¡Si la gente viviera así...!” o, cargándonos de voluntarismo: “¡Ojalá yo lo pudiera vivir!”. No. Las bienaventuranzas son lo que hoy podemos poner en práctica. La parábola de los cimientos de la casa lo traduce en imagen. Fe y vida son una sola cosa para aquellas personas que han acogido a la persona de Jesucristo. Porque el Evangelio no es Ley, es gracia. Dios, dándonos al Hijo y, con él, dándonos el Evangelio, nos da la gracia para vivirlo: para Dios todo es posible (Mt 19, 26; Le 1, 37) Los frutos u obras que se esperan de los discípulos vienen del Amor del Padre del cielo. Este Amor que tiene el nombre de Caridad, palabra a menudo destrozada. Es decir, Amor gratuito hacia los que no tienen nada para poder recompensar. El capítulo 25 de Mateo, con la escena del juicio final (Mt 25, 3146) que estos vv. 21 -23 anticipan “¡Alejaos de mí, malvados!”-, nos ayu- z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor. z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. z Leo el texto. Después contemplo y subrayo. z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... veo. Y me pregunto si pongo en práctica la propuesta de vida de Jesús o no. z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? ¿Qué testimonio descubro de las Bienaventuranzas a mi alrededor? z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... CONSTRUIR SOBRE JESÚS «El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente, que edificó su casa sobre roca» (Mt 7, 24) Señor Jesús: Hoy nos recuerdas claramente en el Evangelio: «No todo el que me dice “Señor, Señor”, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre, que está en el cielo». No quieres creyentes de palabras y de teorías, sino que esperas creyentes de hechos y de obras. También nos invitas a no ser «hombres vacíos», que edifican «su casa sobre arena», es decir: la comodidad como criterio de conducta, el egoísmo como manera de convivir, la mediocridad como postura creyente, el desencanto como situación actual, el oportunismo como excusa ante el ambiente... Queremos construir sobre Ti, Señor Jesús, para que, siguiendo tu ejemplo, cumplamos siempre la «voluntad del Padre». AMEN Todo esto desde una apertura a «la voluntad del Padre». Además nos explicas con mucha sencillez, el sentido de tu mensaje concreto: debemos construir nuestra vida como «hombres prudentes», que edifican «su casa sobre roca», esto es: el Evangelio como programa de actuación, el amor como estilo de relación, el apostolado como compromiso de fe, la esperanza como actitud ante el futuro, la constancia como superación de las dificultades... Ver z Juzgar z Actuar e la acción” d d a d li a u it ir “Esp VER U n tema que la gente creyente suele plantear es la dificultad que muchos encuentran para mostrarse o manifestarse como creyentes en Cristo, tanto ante sus familiares y amigos como en sus lugares de trabajo o estudio. Normalmente esta dificultad viene por los comentarios y actitudes de los demás respecto a la Iglesia, a temas de la fe... “Es que no sé cómo responder”; “Es que no te dejan hablar, te apabullan”; “Es que plantean temas que yo tampoco tengo claros...”. Y para evitar conflictos, se calla, o se oculta que se es creyente. Pero esta actitud no nos deja tranquilos, nos sentimos acobardados y como si nuestra vida de fe dejase de tener apoyo firme. Y dudamos. JUZGAR N uestros obispos, en el documento Orientaciones morales ante la actual situación de España [2006], afirmaron: “la condición indispensable para que los católicos podamos tener una influencia real en la vida de nuestra sociedad (...) es el fortalecimiento de nuestra vida cristiana” [32]. Porque de lo contrario, viviremos la experiencia que hemos escuchado en el Evangelio, la del «hombre necio que edificó su casa so- bre arena», y cuando vinieron los contratiempos «se hundió totalmente». Necesitamos ser como «aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca», porque cuando vinieron los contratiempos, «no se hundió». ¿Cómo fortalecer nuestra vida cristiana para estar “cimentados sobre roca”? La 1ª lectura nos daba unas indicaciones: «Meteos mis palabras en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente». La Palabra de Dios y el estilo de vida que de ella se deriva es algo que debe estar presente en nuestros sentimientos («corazón»), nuestra espiritualidad («alma»), nuestro actuar («muñeca») y nuestra reflexión («frente»), para no vivir esas dimensiones como compartimentos estancos en nuestra vida cotidiana, sino de un modo unificado. Porque como se indica en el Cursillo de presentación de la nueva Acción Católica, “Ser miembro de la sociedad y de la Iglesia son dimensiones que deben vivirse sin división, integrada una en la otra desde la fe y la espiritualidad cristiana. No hay dos conciencias, una humana y otra política, cristiana o eclesial. Sólo existe una conciencia cristiana única, movida por la vivencia de la fe que lleva a construir la comunidad eclesial y a tratar de ordenar las cosas según el Plan de Dios”. Se necesita, por tanto, formar la conciencia cristiana para que la persona se sienta edificada sobre roca y pueda hacer frente a los desafíos de hoy. Una formación cristiana que no consiste simplemente en aprender una serie de conocimientos, sino en “el logro progresivo de un modo de ser, de pensar, de sentir, de actuar y de vivir -personal y comunitario- profundamente cristiano, cuyo objetivo fundamental es suscitar, promover y alimentar la comunión con Jesucristo” [La AC Española - Documentos]. Es el estilo de formación que ofrece la Acción Católica, y que enseña y ayuda a vivir la “espiritualidad de la acción”, encarnando el espíritu de Jesucristo, que es acción, en la vida cotidiana, de tal manera que la propia acción se convierte en fuente de espiritualidad. Como decía la primera lectura: «hoy os pongo delante maldición y bendición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor...; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor... y os desviáis del camino». Y decía Jesús: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre...». Si queremos “elegir la bendición” para sentirnos edificados sobre roca, tengamos presente que la espiritualidad cristiana no es algo intimista y fuera de la realidad: “La espiritualidad que la fe cristiana genera, implica toda la vida humana (...) Su vivencia abarca, por tanto, todos los ámbitos y aspectos de la vida personal, familiar, profesional, eclesial y política” [La AC Española - Documentos]. ACTUAR A la luz de la Palabra de Dios, preguntémonos: ¿Me he visto en algún conflicto con familiares, amigos, compañeros... por causa de mi fe? ¿Cómo reaccioné? ¿Alguna vez he callado u ocultado mi condición de creyente? ¿Me siento “edificado sobre arena” o “sobre roca”? ¿Qué puedo hacer? Estamos a punto de iniciar la Cuaresma, tiempo de conversión, tiempo de gracia para fortalecer nuestra vida cristiana. Tenemos los instrumentos necesarios para formar cristianamente nuestra conciencia, de modo que vayamos logrando la unión entre lo que creemos, vivimos y celebramos y así ir asumiendo la espiritualidad de la acción. De nosotros depende elegirlos y aprovecharlos, porque como han dicho nuestros obispos en el documento citado, “La evangelización y el servicio cristiano a la sociedad serán obra de cristianos convertidos y convencidos, maduros en su fe, una fe (...) que les impulse a influir eficazmente en los ámbitos culturales, económicos, sociales y políticos” [37]. Acción Católica General Alfonso XI, 4 5º 28014 - Madrid www.accioncatolicageneral.es