Unidad I .Introducción a la ética 1.1 Los seres humanos. La existencia de las normas morales siempre ha afectado a la persona humana, ya que desde pequeños captamos por diversos medios la existencia de dichas normas, y de hecho, siempre somos afectados por ellas en forma de consejo, de orden o en otros casos como una obligación o prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana. Ya que las normas morales existen en la conciencia de cada uno, esto provoca que existan diferentes puntos de vista y por ende problemas en el momento de considerar las diferentes respuestas existenciales que ejercen las personas frente a ellas. Estos problemas se mencionan a continuación. El Problema de la Diversidad de Sistemas Morales. Este se da debido al pluralismo que existe en las tendencias frente a un mismo acto, esto es que, para cuando algunas personas un acto es lo correcto, para otros es inmoral, por ejemplo el divorcio, el aborto, la eutanasia, etc. O sea la pregunta que normalmente se hace una persona que rige su conducta en base a las normas morales es ¿cuál es el criterio para escoger una norma o la contraria? El Problema de la Libertad Humana. La libertad humana no es del todo real, ya que todo individuo está de cierta forma condicionado por una sociedad en la cual toda persona actúa bajo una presión social, cultural o laboral; aunque considerando a la ética y la moral, permite conservar una conciencia, misma que permite a una persona actuar en base a un criterio propio. El problema está en la incompatibilidad de la libertad humana y las normas morales, o sea en el ser y el deber ser. El Problema de los Valores. De este problema surgen numerosos cuestionamientos pero el problema radica principalmente en la objetividad y subjetividad de los valores, o sea, que existen cuestionamientos sobre si ¿los valores son objetivos?, ¿los valores existen fuera de la mente de tal manera que todo hombre deba acatar los valores ya definidos?, o si los valores son subjetivos porque ¿dependen de la mentalidad de cada sujeto?. También existe otro aspecto, su conocimiento, ¿cómo podemos conocer los valores? y en sí ¿cuál es su esencia? El Problema del Fin y los Medios. Muchos sostienen la importancia del fin de tal modo que cualquier medio es bueno si se ejecuta para obtener un fin bueno, esto se conoce como la tesis maquiavélica "El fin justifica los medios", pero con esto lo único que ocurre es que se sobre valoran las "buenas intenciones " de un acto, que es parte del interior del ser y se descuida el aspecto externo del acto (intenciones y finalidades). Con esto quiero decir que "El fin jamás va a justificar los medios". El Problema de la Obligación Moral. Esto está íntimanete ligado con el tema de los valores ya que normalmente se dice que lo que se hace por obligación, pierde todo mérito , en cambio, cuando se realiza por propio convencimiento, adquiere valor moral. Con esto se da a entender que la obligación moral le quita al hombre la única posibilidad de ser el mismo, de cuerdo con su propia moralidad y con su propio criterio. Pero hay que clarar también que una cosa es la obligación entendida como coreción externa y otra como la obligación basada en la presión interna que ejercen los valores en la conciencia de una persona. La Diferencia entre Ética y Moral. Este es un problema que yo creo que a la mayoría de las personas nos ha ocurrido y nos hemos preguntado ¿qué no es lo mismo?. Pues no, por definición de raíces significan lo mismo (costumbre), pero en la actualidad se han ido diversificando y lo que hoy conocemos como Ética son el conjunto de normas que nos vienen del interior y la Moral las normas que nos vienen del exterior, o sea de la sociedad. 1.2 La ética y la moral El uso de la palabra Ética y la palabra Moral está sujeto a diversos convencionalismos y que cada autor, época o corriente filosófica las utilizan de diversas maneras. Pero para poder distinguir será necesario nombrar las características de cada una de estas palabras así como sus semejanzas y diferencias. Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, es un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad. Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un conjunto de normas a saber, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta. Semejanzas y Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen son los siguientes: En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser. La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir de generación en generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su propia mentalidad. Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes: La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección. Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan en la conducta desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye en la conducta de una persona pero desde si misma conciencia y voluntad. Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales impera el aspecto prescriptivo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto. Con lo anterior podemos decir existen tres niveles de distinción. El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y tienen una acción impositiva en la mentalidad del sujeto. El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un origen interno en la mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida, pero su característica mayor es su carácter interno, personal, autónomo y fundamentante. El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas originadas en una persona a raíz de su reflexión sobre los valores. En los capítulos anteriores se han analizado los actos humanos desde el punto de vista de su libertad, ahora se verá el aspecto de la bondad o maldad de ellos que es el objeto formal de estudio de la Ética. La Esencia de la Bondad en general. Podemos aproximarnos a la esencia de la bondad por su paralelismo con la verdad Así como la inteligencia está hecha para la verdad, la voluntad está hecha para la bondad. Es por esto qué se dice que el objeto propio de la inteligencia es la verdad y que, similarmente, el objeto propio de la voluntad es la bondad. Se trata de las dos tendencias fundamentales del ser humano (inteligencia y voluntad); cada una de ellas está dirigida a estos dos valores en particular (verdad y bondad). Existen dos tipos de bondad. La bondad ontológica, que existe en cualquier objeto en tanto que se presenta como atractivo para la voluntad. La bondad moral es un calificativo referido a los actos humanos cuando éstos llenan las condiciones especificadas por la Ética. A esta ciencia le compete el estudio de las cualidades requeridas para que un actos pueda ser considerado poseedor del valor moral, es decir, como bueno o como malo moralmente hablando. La esencia del Valor en general. La esencia del valor está en la preferibilidad de un objeto, es decir, en una cualidad que logra atraer la atención y la inclinación de las personas que lo perciben, es pues, una especie de imán que poseen algunos entes, gracias al cual una persona dice preferir ese objeto. Tenemos pues, Valor es todo ente en cuanto que guarda relaciones de adecuación con otro ente (en este caso el ser humano) . El valor reside en las cosas, y consiste en una cualidad por la cual esas cosas son preferibles al hombre, a sus facultades, a su naturaleza. Los valores son tales porque guardan una relación armoniosa con el ser humano. El valor es todo ente en cuanto qué guarda una relación armoniosa con el ser humano. La diferencia principal entre bien y valor está en la mayor extensión de este último. El bien es un valor, al igual que la verdad, la belleza y la virtud. Y el término valor es un género donde entran las especies antes mencionadas. La Esencia del Valor Moral. Una de las respuestas más claras y prácticas es la que propone a la naturaleza humana como el fundamento de la moralidad. Ser moral significa actuar conforme a las exigencias de la naturaleza humana. Quien reflexione sobre la naturaleza humana, descubrirá allí algunas exigencias, que son la base de los derechos y las obligaciones de todo hombre, tales como el derecho a la vida, a la verdad, a sus propiedades, etc. Uno de los criterios fundamentales en lo que a moralidad se refiere es la recta razón. Se entiende por recta razón como la inteligencia humana en tanto que actúa por sí misma, sin desviaciones provocadas por las pasiones, los instintos o algún interés personal. Quien actúa conforme a la recta razón, determina cuáles son sus exigencias propias de la naturaleza humana que en ese momento le conciernen. De acuerdo con lo anterior, una persona con valor moral es aquella que actúa en la misma línea de sus tendencias y exigencias como ser humano. Ser moral es equivalente a ser más hombre (independientemente del sexo), ser más humano, apropiarse de las cualidades que pertenecen por esencia a su propia naturaleza humana. El valor moral lo puede adquirir una persona cuando realiza una norma moral y mejor también, cuando ejerce una norme ética. Lo esencial en la conducta moral está en la libertad guiada por valores superiores. Descripción del Valor Moral. La Esencia del valor moral es la congruencia de la conducta con la naturaleza humana, pero esta esencia resulta muy general y poco aplicable así que es conveniente mencionar algunas características propias de este valor: El valor moral perfecciona a las personas en cuanto a tal, en tanto que los demás valores perfeccionan al individuo en aspectos parciales o periféricos, el valor moral se enclava en el núcleo de la identidad personal. La persona con valor moral es todo lo contrario al sujeto mezquino, egocéntrico interesado exclusivamente en su propio bienestar. La Persona con moral manifiesta y contagia una felicidad que surge de su propia interioridad, del núcleo de su identidad personal. La persona con valor moral manifiesta una triple armonía: Su conducta es congruente con lo que piensa y lo que dice. No hay autoengaño ni falsas posturas hacia los demás. Y los tres niveles: pensamiento, palabras y acciones, expresan lo mismo, la naturaleza que se está realizando en forma armoniosa. La Persona que actúa con un nivel moral positivo tiene puesta su atención en valor moral intrínseco del acto que ejecuta y no del beneficio personal que le traerá este. Un acto honesto es una acción que posee un valor intrínseco y, además, se ejecutan dentro de una actitud de benevolencia, desinterés y generosidad que procede del núcleo de identidad personal del individuo. El Relativismo Moral. Es la postura moral que sostiene la falta de objetividad de los valores y, por lo tanto, la ausencia de un fundamento objetivo y universal de sostener un criterio moral determinado. Según esto cada persona crea sus propios valores y, en consecuencia, es imposible hablar de un criterio moral único que rija por igual a todos los seres humanos. El Amoralismo. El sentido correcto de la palabra amoral es le etimológico; sin moral, independiente de la moral, carente de valor moral. A este plano corresponden los actos del hombre que permanecen en un plano inferior al de los actos humanos. Pero en la actualidad se ha tergiversado, ya que basta que una persona se declare autónoma o indiferente a las leyes morales para que indebidamente se calique a si misma como amoral. El calificativo obviamente es incorrecto, ya que sigue ejecutando actos humanos (utiliza la inteligencia y la voluntad), por lo tanto no son actos amorales, sino morales, ya sean con signo positivo o negativo. En si el término amoral corresponde a los actos del hombre y a las ciencias y técnicas que ha creado. Por ejemplo: la ciencia en cuanto a ciencia es amoral ya que la ciencia es un conjunto de verdades objetivas, frías y racionales acerca de la naturaleza de las cosas y las personas, permanece en un plano que no toca lo moral.¿qué valor se le puede asignar a la ley general del estado gaseoso?. Sin embargo en el caso del científico, él y su conducta, aunque son libres, son susceptibles de los cánones de la Ética. Este científico puede alcanzar un enorme valor moral en sus investigaciones, aun cuando la ciencia en sí misma sea amoral. 1.3 El objeto de estudio de la ética A lo largo de su vida el hombre puede utilizar una enorme variedad de criterios orientadores para elegir su propia conducta, aunque muchos de ellos no tengan que ver con la ética y la moral. Pueden distinguirse seis niveles o tipos de criterio: El placer y los instintos. Las normas inconsistentes y el Super Yo. La presión social. Las normas morales y civiles. Los valores apreciados por sí mismo. El Yo Profundo. El Criterio basado en el placer y los instintos. Con este criterio el hombre, desde niño, busca lo agradable y evita lo desagradable, o sea, buscar placer y evitar dolor. Este nivel de placer instintivo, es el normal entre niños y adultos que no han recibido una educación que les haya mostrado una apertura hacia otros valores superiores. Pero tampoco hay que desechar por completo este criterio cuando se trata de escoger una diversión, pasatiempo o un tema de conversación, ya que este nivel es un auténtico criterio que sirve como orientación en muchos casos de forma legítima. El problema o el error por así decirlo es cuando se va a los dos extremos, es decir, 1) el uso exclusivo de este nivel en cualquier situación de la vida, o 2) la eliminación absoluta de este criterio, como si el placer fuera algo malo. Por el contrario, el placer es un valor sin duda alguna ya que busca la satisfacción de las necesidades vitales del ser humano. El Criterio basado en el Super Yo. Este criterio se reconoce con facilidad ya que el sujeto se deja orientar rígidamente por ciertas normas o valores que las autoridades le han inducido desde la infancia. Y como son desde la infancia esas normas y valores ya forman parte del inconsciente del sujeto y por esa razón tienen un carácter autoritario, rígido, exagerado. De hecho este tipo de criterio impide al sujeto de hacer excepciones cuando se encuentra en una situación dudosa. La orientación que este experimenta ya es mecánica y ni el mismo puede saber el porqué tener que actuar por necesidad en determinado sentido o dirección. Existe un gran conflicto entre el primer nivel y el segundo. El Criterio basado en la presión social. Este reside en la absorción de todas las normas y valores que el medio ambiente o sociedad influyen en el individuo en forma de "presión social". La guía de conducta dentro de una sociedad es pues la moda y la propaganda. La presión social es la principal fuente que orienta y empuja la conducta de las personas cultas. En muchas ocasiones esa conducta no tiene nada de objetable, pero en muchas ocasiones la gente se pregunta se un individuo que actuó con cierta conducta, lo hico por responsabilidad o por simple inercia, y si pudo haber actuado de manera diferente. Normalmente si confundimos la "obligación" como la "presión social", pero la verdadera obligación es la que da origen a méritos de carácter ético, o sea, no es la obligación que proviene del exterior, si no la que tiene que venir de nuestro interior, la que uno se impone, de una autónoma y en función de los valores que hemos asimilado. Es por esto que este criterio es muy generalizado y de escaso valor ético, sin embargo es superior a los otros criterios debido a que se trata de una orientación consciente (aun que no siempre en su totalidad). Por ejemplo: una persona usa un determinado tipo de ropa porque es lo que ve, está de moda o lo que oye en la propagando; en cambio, no está consciente del origen de las normas y valores inculcados en su infancia por los cuales puede llegar a ser muy puntual, muy aseado o muy ahorrativo. Los tres niveles o criterios mencionados anteriormente son los que se podrían llamar básicos o de uso generalizado. Los que se explicarán a continuación son de orden superior y mucho más valiosos para la Ética. El Criterio Legal. Este consiste en orientar y dirigir la conducta por medio de normas y leyes establecidos por terceros en algún código. En cierto aspecto este tipo de criterio resulta ser muy cómodo, pues uno puede consultar la ley y decide conforme a ella sin mayor discusión. En atención a dicha ley o conjunto de normas el individuo está dispuesto a contravenir lo que dicen a sus instintos, su inconsciencia (Super Yo) y la presión social. Se puede decir que al hacer esto se tiene cierta garantía del valor de su conducta, sin embargo, el apego y la fidelidad a la ley no constituyen la esencia del valor moral. Con esto podemos decir que pueden llegar a existir verdaderas diferencias entre un código civil y un código moral, los cuales podrían quedar en una verdadera contraposición. Por ejemplo puede existir una ley que permita el aborto, pero sin embargo, el individuo en su código moral no lo permite, y podría regirse por ese criterio. O también una persona condenada a varios años en prisión conforme a las leyes de su país, pero es inocente desde el punto de vista de su propia conciencia moral. Con esto entendemos que existe una enorme variedad de criterios de orden legal que pueden llegar a originar una verdadera confusión en la mentalidad de una persona. Pero el hecho de que existan códigos escritos ofrecen la posibilidad de la amplia difusión de la ley con el mínimo de distorsión, puede plantearse de manera universal y por tanto enseñarse y difundirse de generación en generación. No hay que tampoco apegarnos tanto a este criterio, ya que al apegarnos a este criterio en realidad nos estamos apegando en exceso a la letra y no al propio espíritu de la ley, es aquí donde surge el legalismo, que podría ser considerado como la falla principal de esta ley. Encontramos entonces defectos en los niveles anteriores (Super Yo y Legal) , los cuales son su rigidez y su falta de adecuación a los casos singulares, cuyas características particulares no pueden ser tomadas en cuenta por disposiciones de orden general. Pero no todo es malo, lo fuerte del nivel Legal es la apertura y su capacidad de difusión de la ley. El Criterio Axiológico. Este criterio se basa en los valores internamente percibido y apreciados como tales, este criterio coincide con lo que se llama "actuar por propio convencimiento". Con este criterio una persona puede descubrir algunos valores y los aprecia como tales, en función de esos valores puede juzgar su situación y orientar su conducta, aún cuando tenga que ir en contra de las leyes, la presión social y sus costumbres o instintos. Una propiedad notable de este criterio es la capacidad de eliminar aquellos conflictos que puedan surgir en los niveles previos y actuar con serenidad y responsabilidad, pues su conciencia ya no está dividida, sino que elige y actúa conforme a lo que el percibe como valioso. Por este motivo, su conducta adquiere un valor ético. El criterio axiológico es el más adecuado para la Ética, ya que los cuatro niveles anteriores pueden diferir con respecto a lo que la persona considera valioso en su fuero interior. Sin embargo el criterio axiológico muestra algunos defectos. El primero es la limitación de los valores sustentados, una persona normalmente descubre los valores que se practican en su ambiente, pero nada más, se tiene que hacer uso del Yo Profundo (nivel 6) para ser capaz de vislumbrar un amplio horizonte de valores. El segundo defecto es su individualismo, este criterio trata de una Ética individual y para que pueda ser colectiva se tiene que hacer uso nuevamente del Yo profundo. El Criterio basado en el Yo Profundo. Este criterio se caracteriza por que el sujeto se guía en sus decisiones a partir de la percepción axiológica que se obtiene durante la captación de su Yo Profundo. El Yo profundo es el núcleo del ser humano, es la persona, el plano del ser, difiere a lo del plano del tener, que son las cualidades de la personalidad entre las cuales se encuentran el estatus, los conocimientos, el inconsciente, el grado de inteligencia y belleza, etc. El Yo profundo es lo verdaderamente distingue a cada individuo, ya que no reside en lo que se cree ser y valer. La importancia del Yo profundo destaca por varias razones: Cuando una persona enfoca su Yo Profundo con los otros niveles de criterios el horizonte axiológico o repertorio de valores se amplía, por lo tanto, el individuo puede actuar en función de otros valores más profundos, elevados y comunitarios. La captación del Yo Profundo crea un mayor sentido de responsabilidad al tener una conciencia más clara de su Yo como sujeto y autor de su conducta. También, esta captación permite el descubrimiento de los valores propiamente humanos, comunitarios y con validez universal. Con el uso del Yo Profundo, el valor moral de una persona puede quedar incrementado. Desde le punto de vista práctico es importante tomar la actitud adecuada para poder captar al Yo Profundo y, con ello, al conjunto de valores que allí están implicados. Es importante destacar que debe existir una relación entre los seis criterios de conducta en la evolución de a cada individuo ya que no es extraño que un bebé se instale en el criterio de los instintos y un niño de siete años elija conforme al criterio del Super Yo, o que un adolescente se oriente principalmente por el criterio de la presión social y sólo en función de cierta educación es posible saltar a los tres niveles superiores: la Ley, el Valor y el Yo profundo. Esto no quiere decir que un adulto tenga que seguir un criterio determinado, lo aconsejable es que dejen las decisiones importantes a los niveles superiores y las mayorías de sus orientaciones cotidianas las dejen a cargo de los niveles inferiores. Es por esto que no debemos quedarnos fijos en un solo nivel, y es recomendable usar la reflexión para revisar los hechos personales pasados y los criterios utilizados, para así poder realizar una adecuación a nuestra conducta y que amerite un nivel superior. La mejor manera de alcanzar estos niveles superiores es la meditación mediante la cual podemos captar y asimilar los valore superiores y los comunitarios que influyen en la vida humana. 1.4 Fundamentos de la ética El Carácter Científico y Racional de la Ética La palabra ética viene del griego ethos, que significa costumbre y la palabra moral viene del latín mos, moris que también significa costumbre. Por lo tanto como ya se mencionó en capítulo anterior ética y moral etimológicamente significan lo mismo. Las dos palabras se refieren a las costumbres. Por lo que la definición nominal de ética sería la ciencia de las costumbres. Pero lo que en realidad le interesa a la ética es estudiar la bondad o maldad de los actos humano, sin interesarse en otros aspectos o enfoques. Por lo tanto podemos determinar que su objeto material de estudio son los actos humanos y su objeto formal es la bondad o maldad de dichos actos. Con esto podemos da una definición real de la ética como la Ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos. Con esta definición tenemos que la Ética posee dos aspectos, uno de carácter científico y otro de carácter racional El carácter científico que da fundamentado en que la ética es una ciencia, pero ¿por qué una ciencia?, ¿por que no una técnica?. Bueno pues para aclarar esta duda tenemos que definir lo que es una ciencia; la ciencia es un paradigma fundamentado, paradigma porque establece un modelo universal o patrón de comportamiento de la realidad y nos puede decir como se va a comportar dicha realidad, o sea que la ciencia puede predecir el comportamiento de un objeto debido a que proporciona el modelo bajo el cual actúa, así pues la ciencia no nos "indica" como se comporta un objeto sino como "debe" actuar un objeto. Es fundamentado ya que utiliza el método científico, que es el encargado de corroborar por todos los medios posibles la adecuación del modelo con la realidad. Recordemos que el modelo inicial que propone la ciencia es una hipótesis y que gracias al método científico, la hipótesis puede comprobarse y en ese momento se trata ya de un modelo fundamentado. En fin el carácter científico de la ética queda fundamentado en virtud de que esta disciplina presenta un paradigma de conducta valiosa que el hombre debe realizar El carácter racional viene por el uso de la razón. La ética no es una ciencia experimental, sino racional ya que fundamenta sus modelos éticos por medio de la razón. Ésta razón nos proporciona causas, razones, el porqué de la bondad en una conducta realizada. Con todo esto se puede decir que a la Ética le concierne proporcionar las razones por las que ciertas conductas son buenas y por lo tanto dignas de realizarse, también de argumentar en contra de conductas malas como el homicidio, la drogadicción, el engaño, el robo, etc. La Ética es una Ciencia Normativa La Ética también es una ciencia normativa ya que estudia lo que es normal, pero no lo normal de hecho, que es lo que suele suceder, sino lo normal de derecho, o sea lo que debería suceder, por lo tanto la Ética es una ciencia que estudia lo normal de derecho. Entonces podemos decir que se está actuando de un modo ético cuando en esta conducta lo normal de hecho coincide con lo normal de derecho. El Método de la Ética La Ética como toda ciencia posee un método por medio del cual se tenga un conocimiento profundo de la conducta humana. El cual consiste en los siguiente pasos: Observación. Este paso también es propio del método científico. La observación no solo consiste en acercarse al hecho real y percibir a través de los sentidos en forma penetrante y amplia. Evaluación. A partir de la percepción del acto por medio de la observación, se emiten un juicio de valor moral, es decir tratar de catalogar el acto observado dentro de las categorías morales previamente establecidas estudiadas como pueden ser: reprobable, honesto, obligatorio, bueno, amable, recomendable, etc. Es necesario existan matrices de valoración moral para así poder catalogar con más detalle el acto estudiado. Percepción axiológica. Es este aspecto se trata de descubrir en forma personal los valores que todavía no se ha sido capaz de descubrir o percibir en este acto. Una vez hecho esto podemos darle un valor al acto estudiado de acuerdo a una escala de valores. Conceptualización y conocimiento holístico en Ética Existen dos conceptos que aclaran el modo de cómo son captadas en la mente los temas propios de la Ética. Los conceptos son dos vocablos alemanes, Verstand y Vernunft . Verstand significa intelecto. Se trata de la inteligencia o sea la conceptualización, análisis, razonamiento y percepción con toda claridad de un significado. El concepto claramente percibido es una ventaja en el terreno científico pero cuando se trata de captar la realidad en toda su riqueza, sus aspectos y dimensiones, es una desventaja ya que está demasiado delimitado o definido con precisión. Esto es que no podemos aplicar el Verstand a una obra de arte, ya que se puede hacer una descripción oral y perfecta de dicha obra pera no es suficiente para que logre atraer a nuestra mente todo lo que contiene esa obra, ya sea una novela, pieza de teatro, pintura, sinfonía, etc. Esto mismo sucede cuando se trata de captar valores, ya sean morales, estéticos o intelectuales. La Verstand nos puede dar el concepto de un valor, pero nunca hacernos percibir le valor en sí mismo. Es ahí donde entra el concepto Vernunft. Vernunft se refiere a un tipo de conocimiento totalmente opuesto al Verstand ya al de la razón precisa y rigurosa. Vernunft es un modo de captar la realidad sin necesidad de conceptos.. En el caso de los valores ocurre cuando ya se sabe la definición del valor, se acepta y se asimila, mas no necesariamente se puede actuar con valor. Esto es por ejemplo, un campesino que no ha ido a la escuela, nunca ha tomado una clase de ética, pero eso no quiere decir que no sepa lo que es ser bueno, honesto, íntegro. Pudiera ser que no sepa definir con palabras esos valores, mas sin embargo los ha aceptado como parte de su conducta humana. En la Psicología a este tipo de conocimiento (Vernunft) también se le ha llamado Conocimiento Holístico. En Pedagogía se le ha citado cuando se hace referencia a la síntesis, llamada en alemán Aufhenbung y consiste unir los significados que parecían oponerse y excluirse. Por ejemplo la tesis y la antítesis captadas por medios de Verstand, o sea de manera conceptual, se contraponen y excluyen, en cambio por medio de Vernunft, estas se fusionan en un significado unitario, superior, armónico, holístico. 1.5 El acto moral Existen dos tipos de actos, los Actos humanos y los Actos del hombre, ambos son ejecutados por el hombre pero poseen ciertas diferencias: Los Actos Humanos. Son ejecutados consciente y libremente, es decir, en un nivel racional. Son originados en la parte típicamente humana del hombre, es decir, en sus facultades específicas, como son la inteligencia y la voluntad. Estos son el objeto material de la Ética y son los que pueden ser juzgados como buenos o malos desde el punto de vista de la Moral. Los Actos del Hombre. Carecen de conciencia o de libertad o de ambas cosas, un ejemplo claro es por ejemplo la digestión, la respiración, etc. Los actos del hombre sólo pertenecen al hombre porque él los ha ejecutado, pero no son propiamente humanos porque su origen no está en el hombre en cuanto a hombre, sino en cuanto a animal. Estos actos carecen de moral (son amorales) por lo tanto no pueden juzgarse desde el punto de vista moral como buenos o malos, si pueden juzgarse como buenos o malos pero desde otro punto de vista, como por ejemplo el fisiológico. Los actos, ya sean humanos o del hombre, tiene un cierto valor ontológico independiente del valor moral. El valor ontológico o metafísico de la conducta humana se refiere al hecho real, a la existencia, a la objetividad del acto. En cambio el valor moral depende de ciertas condiciones subjetivas y propias de la persona que ejecuta dicho acto, como la intención, la libertad, el grado conciencia, etc. El valor moral se encuentra solo en los actos humanos y el valor ontológico se encuentra en ambos. Cuando se dice que un acto humano tiene un valor moral, se está implicando que este valor moral puede ser de signo positivo o de signo negativo. Trabajar, por ejemplo, tiene valor moral positivo, pero asesinar tiene un valor moral negativo. Normalmente hemos designado al valor moral negativo como "inmoral", pero esta palabra, en su etimología, indica mas bien un desligamiento del valor moral y los únicos actos que están desligados de los valores morales son los actos del hombre, pero estos ya han sido calificados como "amorales". Todo acto humano tiene un elemento psíquico que también es motivo de una valoración moral, este es el "Fin" o "intención" que es el objetivo o finalidad por la cual se realiza un acto humano, por medio del fin o intención dos actos humanos idénticos pueden diferir notablemente por el autor que realizó cada acto. La palabra "Fin" tiene varios significados, desde luego no se tomará en cuenta el que se refiere a lo último, lo extremo. La palabra fin significa intención, objetivo, finalidad. La palabra fin tiene una doble división cuando significa objetivo o finalidad. Cuando significa objetivo, suele considerarse el fin próximo (es el que se subordina a otros), el fin último (no se subordina a ningún otro), el fin intermedio (participa de los dos, o sea, se subordina al fin último y él mismo mantiene subordinado al fin próximo). Cuando hablamos del fin como intención o finalidad, podemos referirnos al fin intrínseco del acto (es el que posee la acción misma de acuerdo a su propia naturaleza) o al fin del sujeto que ejecuta el acto (es el que de hecho intenta el actor de la acción, en algunas ocasiones este fin difiere con respecto al fin del acto). Otro aspecto que ha estado conectado a la Ética desde los tiempo de Aristóteles es el tema de la felicidad. La felicidad es la actualización de las potencias humanas, es decir, la realización y el ejercicio de a facultades y demás capacidades del hombre. Cuando el hombre pone a funcionar sus potencialidades, la consecuencia natural es la felicidad. Además, éste es el fin propio del hombre. El hombre está hecho para ser feliz. Desde el punto de vista de la Filosofía y la Psicología, la felicidad es la consecuencia normal de un funcionamiento correcto del ser humano. Se pueden distinguir tres tipo o niveles de felicidad: La Felicidad Sensible. Es la experiencia de satisfacción y beneplácito a partir de los sentidos. La Felicidad Espiritual. Es superior a la sensible y se obtiene por el correcto funcionamiento de las potencialidades humanas en un nivel suprasensible, como la inteligencia, la voluntad, el amar, la libertad, el arte, las virtudes, etc. La Felicidad Profunda. Proviene del núcleo de identidad personal. Es una felicidad más refinada que las dos anteriores y sólo se percibe cuando el individuo capta su propio núcleo por medio de un conocimiento conceptual y matemático. 1.6 Los valores éticos fundamentales El valor se puede referir como todo objeto en cuanto qué guarda relaciones de adecuación con otro objeto. Esto significa que cualquier objeto puede ser valioso, todo depende de su armonización con otras cosas. Dicha armonía o integración no depende de que el sujeto la capte o no; el sujeto no crea esa armonía, sino que se da mucho antes de que el sujeto la descubra y la observe. Esa es la base de la objetividad de los valores. Además, un valor tiende siempre hacia dos polos,, dado que la adecuación o armonía entre dos cosas puede tener, incluso grados o gamas entre los dos polos que suelen considerarse, esta es la base de la bipolaridad. Además los valores poseen otra característica, son preferibles, es decir, muestran un cierto atractivo a las facultades humanas. Los valore también son trascendentes, es decir, los objetivos valiosos no agotan el concepto o esencia del valor que entrañan, esta es la diferencia entre valor y bien. Una última característica de los valores es que son jerarquizables , es decir, todos ellos, guardan entre sí un cierto orden en relación con las preferencias y características del ser humano. Decir que los valores son objetivos equivale a decir que éstos existen en la realidad independientemente de que éstos sean conocidos o no. En cambio afirmar la subjetividad de un valor quiere decir que los valores son creados por el sujeto. Esta objetividad y subjetividad son mutuamente excluyentes sino que normalmente se complementa ya que puede ser que mientras existe una relación de adecuación entre dos cosas (la objetividad del valor), en este caso la persona y el objeto, es también posible que esta persona añada por su cuenta (subjetividad) un elemento de preferibilidad al mismo objeto. Normalmente a esa parte subjetiva del valor se le conoce como valorización, que muchas veces es confundida con el valor. El valor es objetivo, ya que se da independiente del conocimiento que se tenga o no de él, en cambio la valorización es subjetiva ya que depende de las personas que juzgan; aún así para que una valorización sea valiosa, debe tener un poco de objetividad, es decir, necesita basarse efectivamente en los hechos reales que se están juzgando y no ser un producto de conductas viciosas o circunstancias desfavorables del que juzga. Los valores fundamentales Hoy se sigue hablando de valores en el ámbito de la economía: son bien conocidos los valores que se cotizan en las diferentes bolsas del mundo. Pero el término 'valor' ha traspasado este ámbito y se usa para designar realidades apreciadas y, como en el campo de la economía, más bien escasas. Así, estamos hablando de valores estéticos cuando afirmemos que esta pieza musical es hermosa (el conjunto de notas recibe un"plus", lo calificamos positivamente); de valores intelectuales cuando el profesor afirma que este alumno es muy brillante; de valores vitales cuando afirmamos que nuestro amigo tiene muy buena salud; de valores éticos cuando pedimos más igualdad a la hora de organizar nuestra convivencia; de valores religiosos cuando calificamos de sagrado un ritual o ceremonial; de valores políticos cuando reclamamos participación y diálogo. A menudo, pero, las fronteras entre estos ámbitos no son nítidas: el valor de la libertad, por ejemplo, tiene aspectos intelectuales, éticos y políticos. Lo que tienen más propio los valores éticos (o, si queremos, los valores morales) es el imperativo de acción que comportan, es decir, son unos valores que se nos imponen como pautas de nuestra acción. Los valores éticos, pueden no coincidir con nuestros deseos, pero sentimos que debemos intentar realizarlos si no queremos perder categoría como personas que somos. Nadie está obligado a ser una persona bella, ágil o simpática, pero toda persona está moralmente obligada a ser justa. Los valores éticos, a diferencia de los que no lo son, dependen de la libertad humana: una persona puede no ser justa, negando la exigencia universal de justicia. Y porque dependen de la libertad, los valores éticos sólo pueden atribuirse a las personas, no a las cosas: un paisaje puede ser bello pero no justo, unas deportivas pueden ser cómodos pero no buenas en sentido moral. Los valores éticos se clasifican según diferentes puntos de vista. Considerando el nivel de mayor o menor incidencia social, hablamos de valores éticos públicos o cívicos y de valores éticos privados o personales. Justicia y bien son los valores fundamentales o básicos; todos los otros valores éticos no son sino concreciones de éstos. 1.6.1 La justicia Valor que exige igual trato en el reparto d elos bienes, recompensas, premios, castigos, etc. que el grupo social realiza. CLASES DE JUSTICIA J. commutativa. Se refiere al reparto mutuo de los bienes entre dos o más personas ( retribuir un bien recibido con otro equivalente). Ejm. una empresa a miembros de una comunidad servicio de agua, los miembros deben retribuir el costo. J. distributiva. A cada cual se debe retribuir según la calidad del trabajo y la responsabilidad que le sea asignada. Ejm. cuando se establezcan cargos, empleos, etc. LA SOCIEDAD JUSTA El buen desarrollo de las relaciones sociales debe basarse principalmente en la apliación de la justicia. La justicia scocial moral. Principio que nos exige tratar a todo hombre como un ser digno de respeto y merecedor de nuestra consideración y ayuda para lograr si perfección personal. 1.6.2 La libertad La libertad humana se puede definir como la "autodeterminación axiológica". Esto significa que una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores que previamente ha asimilado. Cuando no se da la libertad, o se da en forma disminuida, entonces el sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta. De acuerdo con esto se dice que la condición previa de la libertad en un individuo es la captación y asimilación de los valores. En la medida en que un individuo amplía su horizonte axiológico, podrá ampliar paralelamente el campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una limitación en su libertad. La libertad humana tiene que ir paralela con el sentido axiológico y el sentido de responsabilidad, de no ser así se convierte en libertinaje. La postura que niega la libertad humana es el "determinismo", postura propuesta por Skinner que ha cobrado auge, este psicólogo conductista rechaza la libertad en función de un fenómeno también real: los condicionamientos en que vive inmersa la mayoría de la gente. Uno de los aspectos más importantes en la vida de una persona es su proceso de liberación. La libertad puede aumentar o disminuir a lo largo de la vida. Los primeros factores que limitan la libertad del hombre son: los condicionamientos, el Super Yo, las manipulaciones ajenas, las emociones sofocantes y las ataduras de una filosofía pesimista. El tipo de libertad del que estamos hablando es la libertad interior, ésta se rige por valores captados, también es llamada libertad axiológica una vez que se asimilan los valores. El hombre elige realizar algún valor o rechazarlo. La Libertad no existe cuando una persona es ciega para los valores. Actuar libremente significa inclinarse, adoptar y realizar un valor, o rechazarlo. Cuando no existe uno o varios valores en la mente del individuo, su conducta va a estar orientada, no por valores, sino por instintos, reflejos, condicionamientos, hábitos, inclinaciones surgidas del inconsciente, presiones externas, etc. La percepción de los valores es indispensable para que exista un acto libre. Existen dos modos de percibir lo valores: En forma conceptual. Es la que se logra por medio de explicaciones teóricas o descripciones más o menos distantes del objeto valioso. En forma intuitiva. Es la que se logra por medio de una vivencia en la cual se capta, se aprecia y se adopta ese valor como tal dentro del mundo personal del sujeto cognoscente. Para que la libertad axiológica se pueda dar debe existir la posibilidad de un conocimiento holístico o intuitivo de uno o varios valores. Sin este tipo de conocimiento, muy diferente al conocimiento conceptual, no es posible que se dé la libertad que nos lleva al valor moral. En otras palabras: para elegir un valor, primero hay que conocerlo y apreciarlo en cuanto a tal. Para un manejo sencillo de las clasificaciones de la libertad, esta se ha divido dos muy sencillas: Libertad-de: Significa libertad de obstáculos, de vínculos o de restricciones, sean estos de orden físico o de orden moral. Libertad-para: Significa libertad para alcanzar un objetivo o para realizar un valor o para llegar a una meta, es de tipo interna y reside en la voluntad. La libertad humana no es absoluta. Existen varios obstáculos que disminuyen y, a veces, nulifican la libertad de la conducta humana. El Estudio de ellos proporciona mayor claridad para la comprensión de los actos humanos en la vida real. En la medida en que falta libertad, el acto humano pierde su calidad de humano y llega a convertirse en un simple acto del hombre. A pesar de esto, la libertad puede conquistarse e incrementarse a partir del nivel de desarrollo y madurez propio de cada uno. Afortunadamente existen procedimientos psicológicos que fomentan este gradual crecimiento de la libertad personal. Los Obstáculos de la Libertad Existen cinco obstáculos contra la libertad: La Ignorancia. Consiste en la ausencia de conocimientos, es un obstáculo ya que para elegir algo, es preciso conocerlo. El mejor consejo para obtener la libertad es abrir horizontes, ilustrar acerca de nuevas posibilidades. Muchos fracasos en las carreras profesionales se deben a una elección incorrecta de ella por ignorar otras especialidades que estarían más de acuerdo con las cualidades del sujeto. El Miedo. Consiste en la perturbación emocional producida por la amenaza de un peligro inminente y es un obstáculo ya que en casos extremos (pavor), puede producir una ofuscación completa de las facultades superiores, y todo lo que se ejecuta en esos momentos pierde el carácter de acto humano, pues el sujeto no puede responder de ello. La Cólera y Otras Pasiones. La cólera, también llamada ira, enojo o coraje, al igual que otras emociones y pasiones producen una fuerte limitación en nuestra capacidad de elegir libremente. Las emociones como el odio, la tristeza, la alegría, los celos, la envidia y el enamoramiento, son respuestas orgánicas (de adecuación o de inadecuación, de aceptación o de rechazo) por parte del sujeto cuando percibe un objeto afín o discordante. La emoción llevada a los extremos recibe el nombre de pasión. La palabra "sentimiento" expresa casi siempre lo mismo que la palabra emoción, cuando se trata de un fenómeno persistente. La Violencia. Es una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual es difícil o imposible resistirse. Ésta puede debilitar la libertad del sujeto hasta el grado de suprimir toda responsabilidad en lo que se refiere a la conducta realizada en esos momentos. Los Desajustes Psíquicos. Los desajustes psíquicos, entre los cuales sobresale la neurosis, debilitan la libertad debido a que la persona se siente atada a ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el autoconcepto o el Super Yo, a las emociones exageradas, como la ansiedad y la angustia, que ya hemos mencionado. 1.6.3 La verdad Las Pruebas de la Libertad y el Determinismo Una vez que se ha estudiado a libertad en su esencia, en sus diferentes tipos y en su realización limitada, es necesario reflexionar sobre el fenómeno y obtener cuáles son las razones por las que afirmamos que el hombre es libre. Estas razones son las siguientes: Cada persona tiene conciencia de su propia libertad. En cualquier momento puede verificar experimentalmente que en realidad posee la capacidad de escoger una dirección u otra, y que de hecho escoge una de ellas por propia determinación. Este hecho es innegable. Si se reflexiona sobre los obstáculos de la libertad ¿sería posible que se experimentaran obstáculos y limitaciones de la propia libertad, si ésta en realidad no existiera?. Una persona se puede experimentar en sí misma en dos situaciones diferentes: en la primera se capta con el poder de autodeterminarse, pero en la segunda se capta limitada por los obstáculos ya descritos. En el primer caso experimenta un cierto poder de elección, y en el segundo no, pues se siente dominado, determinado, por fuerzas que en ese momento son invencibles. Es por eso, que esa diferencia, ese poder, que es innegable, constatable, limitable, y que no es el producto de ninguna teoría abstracta, es justamente la libertad o poder de autodeterminación. Contradiciendo todo lo relacionado a la existencia de la libertad está el fenómeno del determinismo, el cual niega la existencia de la libertad como tal, ya que aunque los hechos no se pueden negar, el hombre ha sufrido una ilusión desde el momento en que ignora las causas ocultas de su propia conducta. Ingenuamente, aseguran pensadores de ésta corriente, se cree que elegimos libremente cuando no se tiene conciencia de las causas más profundas de nuestra conducta. La tesis central del determinismo es la de que el hombre ya está fijado o "determinado" en cierta dirección por diferentes causas que desconoce en el momento mismo y que, por tanto, su decisión "libre" sólo sigue siendo de nombre. Los principales expositores de esta corriente fueron: Leibniz, Spinoza, Freud y Skinner. Cada uno con su tesis sobre el comportamiento del hombre. Existen otros tipos de determinismo además de los expuestos por los pensadores mencionados anteriormente, éstos son el Determinismo Biológico y el Sociológico, que sostienen la existencia de otras fuerzas rectoras de la conducta humana como pueden ser la programación genética y la coerción social. Según hemos visto la Libertad es una de las principales condiciones para que un acto pueda ser calificado como un acto humano propiamente dicho (ya que solo en los actos humanos interviene la inteligencia y la voluntad). También la Libertad ha quedado definida como una "autodeterminación axiológica", o sea, que los valores morales sólo son alcanzados cuando una persona ejecuta su conducta en pleno uso de sus facultades de conocimiento y de voluntad. El ejercicio de la Libertad, en la medida en que incorpora valores en el momento de la elección, es la raíz de la superioridad de un acto humano y de su valor moral. 1.6.4 La responsabilidad En los capítulos anteriores se han analizado los actos humanos desde el punto de vista de su libertad, ahora se verá el aspecto de la bondad o maldad de ellos que es el objeto formal de estudio de la Ética. La Esencia de la Bondad en general. Podemos aproximarnos a la esencia de la bondad por su paralelismo con la verdad Así como la inteligencia está hecha para la verdad, la voluntad está hecha para la bondad. Es por esto qué se dice que el objeto propio de la inteligencia es la verdad y que, similarmente, el objeto propio de la voluntad es la bondad. Se trata de las dos tendencias fundamentales del ser humano (inteligencia y voluntad); cada una de ellas está dirigida a estos dos valores en particular (verdad y bondad). Existen dos tipos de bondad. La bondad ontológica, que existe en cualquier objeto en tanto que se presenta como atractivo para la voluntad. La bondad moral es un calificativo referido a los actos humanos cuando éstos llenan las condiciones especificadas por la Ética. A esta ciencia le compete el estudio de las cualidades requeridas para que un actos pueda ser considerado poseedor del valor moral, es decir, como bueno o como malo moralmente hablando. La esencia del Valor en general. La esencia del valor está en la preferibilidad de un objeto, es decir, en una cualidad que logra atraer la atención y la inclinación de las personas que lo perciben, es pues, una especie de imán que poseen algunos entes, gracias al cual una persona dice preferir ese objeto. Tenemos pues, Valor es todo ente en cuanto que guarda relaciones de adecuación con otro ente (en este caso el ser humano) . El valor reside en las cosas, y consiste en una cualidad por la cual esas cosas son preferibles al hombre, a sus facultades, a su naturaleza. Los valores son tales porque guardan una relación armoniosa con el ser humano. El valor es todo ente en cuanto qué guarda una relación armoniosa con el ser humano. La diferencia principal entre bien y valor está en la mayor extensión de este último. El bien es un valor, al igual que la verdad, la belleza y la virtud. Y el término valor es un género donde entran las especies antes mencionadas. La Esencia del Valor Moral. Una de las respuestas más claras y prácticas es la que propone a la naturaleza humana como el fundamento de la moralidad. Ser moral significa actuar conforme a las exigencias de la naturaleza humana. Quien reflexione sobre la naturaleza humana, descubrirá allí algunas exigencias, que son la base de los derechos y las obligaciones de todo hombre, tales como el derecho a la vida, a la verdad, a sus propiedades, etc. Uno de los criterios fundamentales en lo que a moralidad se refiere es la recta razón. Se entiende por recta razón como la inteligencia humana en tanto que actúa por sí misma, sin desviaciones provocadas por las pasiones, los instintos o algún interés personal. Quien actúa conforme a la recta razón, determina cuáles son sus exigencias propias de la naturaleza humana que en ese momento le conciernen. De acuerdo con lo anterior, una persona con valor moral es aquella que actúa en la misma línea de sus tendencias y exigencias como ser humano. Ser moral es equivalente a ser más hombre (independientemente del sexo), ser más humano, apropiarse de las cualidades que pertenecen por esencia a su propia naturaleza humana. El valor moral lo puede adquirir una persona cuando realiza una norma moral y mejor también, cuando ejerce una norme ética. Lo esencial en la conducta moral está en la libertad guiada por valores superiores. Descripción del Valor Moral. La Esencia del valor moral es la congruencia de la conducta con la naturaleza humana, pero esta esencia resulta muy general y poco aplicable así que es conveniente mencionar algunas características propias de este valor: El valor moral perfecciona a las personas en cuanto a tal, en tanto que los demás valores perfeccionan al individuo en aspectos parciales o periféricos, el valor moral se enclava en el núcleo de la identidad personal. La persona con valor moral es todo lo contrario al sujeto mezquino, egocéntrico interesado exclusivamente en su propio bienestar. La Persona con moral manifiesta y contagia una felicidad que surge de su propia interioridad, del núcleo de su identidad personal. La persona con valor moral manifiesta una triple armonía: Su conducta es congruente con lo que piensa y lo que dice. No hay autoengaño ni falsas posturas hacia los demás. Y los tres niveles: pensamiento, palabras y acciones, expresan lo mismo, la naturaleza que se está realizando en forma armoniosa. La Persona que actúa con un nivel moral positivo tiene puesta su atención en valor moral intrínseco del acto que ejecuta y no del beneficio personal que le traerá este. Un acto honesto es una acción que posee un valor intrínseco y, además, se ejecutan dentro de una actitud de benevolencia, desinterés y generosidad que procede del núcleo de identidad personal del individuo. El Relativismo Moral. Es la postura moral que sostiene la falta de objetividad de los valores y, por lo tanto, la ausencia de un fundamento objetivo y universal de sostener un criterio moral determinado. Según esto cada persona crea sus propios valores y, en consecuencia, es imposible hablar de un criterio moral único que rija por igual a todos los seres humanos. El Amoralismo. El sentido correcto de la palabra amoral es le etimológico; sin moral, independiente de la moral, carente de valor moral. A este plano corresponden los actos del hombre que permanecen en un plano inferior al de los actos humanos. Pero en la actualidad se ha tergiversado, ya que basta que una persona se declare autónoma o indiferente a las leyes morales para que indebidamente se calique a si misma como amoral. El calificativo obviamente es incorrecto, ya que sigue ejecutando actos humanos (utiliza la inteligencia y la voluntad), por lo tanto no son actos amorales, sino morales, ya sean con signo positivo o negativo. En si el término amoral corresponde a los actos del hombre y a las ciencias y técnicas que ha creado. Por ejemplo: la ciencia en cuanto a ciencia es amoral ya que la ciencia es un conjunto de verdades objetivas, frías y racionales acerca de la naturaleza de las cosas y las personas, permanece en un plano que no toca lo moral.¿qué valor se le puede asignar a la ley general del estado gaseoso?. Sin embargo en el caso del científico, él y su conducta, aunque son libres, son susceptibles de los cánones de la Ética. Este científico puede alcanzar un enorme valor moral en sus investigaciones, aun cuando la ciencia en sí misma sea amoral. http://www.monografias.com/trabajos6/etic/etic2.shtml#vca Unidad II Métodos de abordaje Los múltiples orígenes de la sociología y la diversidad de problemas que aborda, han provocado una serie de falsas querellas de método que conviene disipar. 1) Comprensión y explicación Los social, se comprende o se explica? La querella surge cuando Dilthey y otros autores consideraron que en sociología los fenómenos se comprenden (a partir de sus relaciones significativas y únicas) y en ciencias de la naturaleza los fenómenos se explican (a partir de leyes naturales). Se trata de una falsa oposición: la comprensión se utiliza en ciertos momentos de la investigación sociológica, pero ella sola no basta: también los hechos sociales deben ser explicados. 2) El carácter específico de los humano Aquí la cuestión es si el hecho de que el hombre sea capaz de proyectos, deseos y previsiones no le impone usar un método específico que considere esta característica. Este método que considera los deseos parece oponerse al otro método que considera las causas de las conductas, que pueden ser distintas a los deseos o aspiraciones de las personas. Por ejemplo, la conducta de un consumidor puede ser explicada a partir de una fórmula que se refiera a sus causas, pero las razones subjetivas que lo llevan a comprar pueden ser muy distitnas y variadas. En realidad, los deseos interesan al sociólogo sólo en la medida en que se traducen en hechos sociales, en modalidades de consumir,y desde aquí la tarea del sociólogo es explicar estos resultados observados. Los deseos, aspiraciones, etc., afectan indudablemente las variables sociológicas, pero basta con reemplazar esos nombres con símbolos formales (tipo fórmula matemática, por ejemplo), para que puedan ser tratados como enunciados de las ciencias naturales. 3) La querella de la totalidad Se sostiene que la sociología debe estudiar la sociedad en su conjunto, como totalidad, y que si se la estudia en partes aisladas no podrían llegar a comprenderse los hechos sociales. Para Gurvich, en efecto, no podemos comprender la sociedad si no se intenta comprender todos sus niveles de profundidad, y en este sentido critica los métodos de sondeo de opinión por ser demasiado simples y rudimentarios. Sin embargo esto no es así: muchos de estos sondeos pueden explorar toda la complejidad de la sociedad en su conjunto. La noción de "totalidad" puede entenderse de tres maneras: 1) como descripción exhaustiva de la realidad social, b) como análisis de la sociedad como todo compuesto de partes interdependientes, y c) como análisis del cambio social considerando todos los elementos de la realidad social. La posición de Gurvich se refiere a este tercer sentido de totalidad, y para él la sociedad debe ser entendida como un sistema en cambio permanente. Existen, sin embargo, investigaciones sociológicas que no consideran totalidades pero que son igualmente valiosas; además, debe especificarse cuál de los tres sentidos de totalidad se está considerando. 2.1 Métodos no deseados 2.1.1 La exposición informativa ##################### 2.1.2 El sermon " Jesucristo es, sin duda, la figura más importante que jamás aparecido en la historia de la humanidad. Esto hemos de admitirlo, no importa cómo le consideremos. Ello es verdad así le llamemos Dios u hombre, y si le consideramos hombre, ya le tengamos por el más grande Profeta y Maestro del mundo, o meramente como un bienintencionado fanático que, después de una efímera y tempestuosa vida pública, sufrió el dolor, la ruina y el fracaso. Sea cual sea nuestra interpretación, quedará el hecho incontrovertible de que su vida y su muerte, así como las enseñanzas que se le atribuyen, han influido en el curso de la historia más que las de cualquier otro hombre que jamás haya vivido." " El Sermón de la Montaña comienza con las ocho Bienaventuranzas. Esta es, sin duda, una de las secciones más conocidas de la Biblia. Aun aquellas personas cuyo conocimiento de las Escrituras se limita a media docena de los capítulos más familiares, conoce de memoria las Bienaventuranzas. Casi nunca las comprenden, por desgracia, y generalmente las consideran como consejos hacia una perfección teórica sin aplicación alguna en la vida diaria. Tal hecho se debe a una carencia completa de la Clave Espiritual. " "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. " Que enseñó realmente Jesús? Esencia destilada de largos años de estudios bíblicos y metafísicos, aclamado en los Estados Unidos por más de un millón de lectores, la respuesta de Emmet Fox en el Sermón de la Montaña es tan sencilla como contundente : La Biblia es un texto de metafísica y las enseñanzas de Jesús expresan, de un modo no dogmático, un camino práctico para el desarrollo del alma. Jesús no enseñó teología : su teología : su enseñanza es enteramente espiritual o metafísica. Su enseñanza es la Verdad, capaz de cambiar nuestra vida y nuestro destino. Cuál es la virtud que hace al hombre más semejante a Dios e igual a su arquetipo, tal como era Dios, antes de que éste hiciera a las criaturas? Cuando ahondo en todo lo que se ha escrito acerca de la materia, no encuentro otra virtud que el retiro o desasimiento puro y simple de todo lo creado. Con esta intención dice nuestro Señor a Marta: "Solo una cosa es necesaria". Lo que significa: Quien quiera ser limpio y puro debe poseer una cosa: RETIRO Muchos maestro ensalzan el amor como alta virtud; así San Pablo, cuando dice: "Por muchas obras que yo haga, si no tengo amor, nada soy". Pero yo coloco el retiro por encima, todavía, del amor. En primer lugar, lo mejor del amor es que me fuerza a amar a Dios. Pero es algo más importante que yo fuerce a Dios, consiste en que yo y Dios seamos uno. Porque Dios puede encajar y unificarse mejor conmigo que yo con El. Y que el retiro fuerza a Dios, lo demuestro así: todo se halla a gusto en su lugar natural y propio. El lugar más natural y propio de Dios es la unidad y la pureza, y éstas estriban en el retiro. Por eso Dios no puede dejar de entregarse a un corazón retirado. La segunda razón por la cual prefiero el retiro al amor es: Que si el amor me lleva a soportarlo todo por Dios, el retiro a no poder recibir más que a Dios, Y esto es lo supremo. Porque en el dolor el hombre mira todavía a la criatura por la cual sufre, mientras que en el retiro se halla desligado de toda criatura. Que el retiro no es susceptible más que de Dios, lo demuestro así: Lo que tiene que serlo dentro de algo. Ahora bien, el retiro esta tan cerca de la pura nada, que nada hay lo bastante fino para encontrar sitio en él, como no sea Dios. El es tan simple y tan fino, que encuentra sitio bastante en el corazón retirado, desprendido. Lo acogible es acogido y abarcado, siempre, según la especie particular de quien lo acoge; así también todo lo cognoscible e aprendido y comprendido según la facultad de quien lo conoce, y no como es en sí... ...También coloco el retiro por encima de la misericordia. Tampoco ésta consiste en otra cosa sino en que el hombre sale de sí hacia los achaques de sus prójimos y su corazón queda conturbado. De esto se halla libre el retiro, que permanece en sí y no se deja conturbar nada. En una palabra, si examino cada una de las virtudes, ninguna encuentro tan perfecta ni me asemeja tanto a Dios como el retiro... Ahora preguntarás: Qué es, pues, el retiro, que esconde un poder tan fuerte? El verdadero retiro significa que el espíritu permanece tan inconmovible ante todo lo que le pasa, agrado o pena, honra o vergüenza, como una ancha montaña permanece quieta dentro del viento. Este inconmovible retiro es los que más asemeja los hombres a Dios. Porque el que Dios sea Dios estriba en su inconmovible retiro; de ahí fluye su pureza, su simplicidad, su inmutabilidad. Si, pues, el hombre tiene que ser igual a Dios (en la medida en que una criatura puede alcanzar esta igualdad), esto no puede ocurrir más que por retiro. Transporta a los hombres a la pureza, de aquí a la simplicidad y de aquí a la inmutabilidad; y estas propiedades producen una igualdad entre Dios y los hombres. Esta igualdad tiene que venir por la gracia. Es lo único que eleva al hombre sobre lo temporal y lo purifica de todo lo pasajero. Permíteme que te diga: ESTAR VACÍO DE TODO LO CREADO ES TANTO COMO ESTAR LLENO DE DIOS. Ahora, otra cuestión: Cuál es el objeto del puro retiro? Su objeto no es esto ni aquello; va a una pura nada, porque se abre al estado más excelso, en el cual Dios puede regirnos a su antojo. Ahora bien: dios no puede actuar en todos los corazones según quisiera. Porque, si bien es Todopoderoso, no puede actuar si no encuentra ya disposición o si no la provoca. O si no la provoca, añado, teniendo en cuenta a San Pablo, porque en él no encontró disposición alguna, sino que le preparó antes, derramando sobre él su gracia. Por eso digo que Dios gobierna según seas la disposición que encuentre. Así, gobierna de manera distinta en el hombre que en la piedra. de esto tenemos un ejemplo en la naturaleza: Si encendemos un horno y colocamos en él una masa de avena, otra de cebada, otra de centeno y otra de trigo, aunque hay solo una clase de calor en el horno, no provoca en todas las masas el mismo efecto, sino que con una hace pan fino, con otra un pan más basto, y con la otra más basto todavía.No es culpa del calor, sin de la materia, que no era la misma.En un corazón donde hay sitio todavía para esto y aquello es facial que se halle algo que impida a Dios actuar por completo Si el corazón tiene que estar perfectamente dispuesto, deberá descansar en la pura nada, y ésta constituye, al mismo tiempo, la mayor fortuna que podemos tener. Toma un ejemplo de la vida: Si quiero escribir en una tabla y hay algo ya escrito en ella, me confundirá, por muy bello que sea lo escrito; si quiero escribir bien, tendré que borrar lo que hubiere, y lo mejor será que no haya nada escrito. Del mismo modo, si Dios tiene que escribir en mi corazón a la perfección, todo lo que sea esto o aquello tiene que desaparecer de él. Entonces podrá Dios realizar por completo su suprema Voluntad. Por tanto, ningún esto o aquello puede ser objeto del corazón retirado.- 2.1.3 La moralina antes de empezar a hablar sobre ética, derechos humanos y voluntariado, quería precisar el enfoque de mi charla, tomando distancia con respecto a una forma de entender la moral en esta tierra mía, y acercándome, por el contrario, a otra. Hace muchos años paseaba por las playas de Valencia un cuerpo de policía montado a caballo, midiendo la decencia de los bañistas, comprobando su decoro. Llamaban la atención a quienes no iban decorosamente vestidos y les instaban a cambiar de ropa por otra más decente. Las gentes se avisaban unas a otras al verlos venir, como cuando ahora nos hacemos señales con los faros del coche en carretera para advertirnos del peligro de multa, y llamaban usualmente a aquellos policías "la Moral". Yo quisiera empezar esta charla distanciándome de esa manera de entender la moral, porque no es de eso de lo que se trata realmente cuando hablamos de moral o de ética. Sin embargo, sí que me voy a acercar a otra figura, también de mi tierra, que es la famosa "Moral del Alcoyano". Saben ustedes que el equipo del Alcoyano iba perdiendo por nueve a cero y el defensa pidió prórroga para intentar empatar. Y yo quisiera empezar esta charla acercándome a la moral del alcoyano, porque creo que estos tiempos y todos los tiempos necesitan ese tipo de moral. Una sociedad que asume la moral del alcoyano está alta de moral, y por eso mismo da a los inmigrantes una solución muy diferente a la que estamos dando, a esos que vienen de otros países sencillamente porque se están muriendo de hambre, porque, si no, bien que se quedarían allí. Una sociedad alta de moral resuelve de muy otra manera muchos de los problemas con los que nos topamos o que creamos; una sociedad desmoralizada, sin ganas, sin arrestos, sin fuerzas, es una sociedad que resuelve las cosas desde esta razón perezosa con que la estamos resolviendo. Por otra parte, importa precisar dos términos muy simples también antes del comienzo: moralita y moralina. Aquí entenderemos la moral en el sentido orteguiano de "moralita", de un explosivo tan potente como la dinamita que, puesto en los lugares oportunos, permite acabar con lo indeseable y permite construir de nuevo. La moralina, por el contrario, no interesa, porque es una prédica empalagosa y ñoña, que se extiende sobre algo putrefacto, sobre algo que empieza a oler mal. Es, pues, desde la Moral del Alcoyano y desde la moralita, desde el ansia de levantar la moral de nuestras sociedades, a mi juicio, demasiado desmoralizadas, desde donde yo quisiera que habláramos esta mañana sobre ética, derechos humanos y voluntariado, sobre los tres términos que los organizadores del congreso han puesto sobre el tapete de esta mesa. Empezaremos, obviamente, por la ética. La palabra "ética" es muy hermosa. Viene de la palabra griega êthos, que significa "carácter". Todas las personas se forjan un carácter, las instituciones se forjan un carácter, los pueblos se forjan un carácter. Nacemos con un temperamento, pero nos vamos haciendo por repetición de actos un carácter. Nuestra vida, la de las personas, la de las instituciones y los pueblos consiste, a fin de cuentas, en la forja de ese carácter que necesariamente adquirimos. Y de eso trata la ética: de la forja de un buen carácter. Pero ¿qué quiere decir forjarse un buen carácter? A lo largo de la historia dos candidatas se han ido ofreciendo como orientaciones para forjarse un buen carácter: justicia y felicidad. Y las dos han ido generando utopías, las utopías de la justicia y las de la felicidad. Los seres humanos nos hemos orientado muy acertadamente hacia crearnos un carácter en el sentido de la justicia y también en el sentido de la felicidad. Y así como las personas y las instituciones tienen que ser justas, las personas tienen que ser felices. Afirmaba John Rawls en Teoría de la Justicia que la justicia es una obligación de las instituciones y de las sociedades, de la misma manera que la verdad es una obligación de los sistemas científicos. Una institución que no pretenda ser justa es ilegítima, una sociedad que no pretenda ser justa es una sociedad inhumana. Las instituciones y las sociedades tienen que pretender ser justas, las personas además de ser justas sueñan con ser felices. Por eso las instituciones han de establecer las bases de justicia indispensables para que las personas puedan proyectar su felicidad como bien les parezca, siempre que no atenten contra la felicidad de los demás. Lamentablemente, al hilo del tiempo las utopías de la justicia han entrado en conflicto con las de la felicidad. Y ¿por qué? Porque la felicidad ha venido a entenderse como bienestar, como simplemente estar bien. También aquí traeré a colación un dicho de mi tierra: "el que estiga bé, que no es menege"; el que esté bien, que no se mueva. El bienestar nos hace acomodarnos, y si vienen otros de otra tierra porque no están bien, y por eso se mueven, les podemos tirar al mar o enviarlos de nuevo al lugar donde no estaban bien. Porque ellos no están bien, pero nosotros sí, para qué tenemos que movernos. Me temo que ese principio, que mantenemos como una obviedad, de "el que estiga bé, que no es menege" ha sido la causa en muchas ocasiones de que los afanes de justicia hayan entrando en conflicto con la aspiración a la felicidad; o, mejor dicho, con el bienestar. Pero, como decía Scitovsky en Frustraciones de la Riqueza, tras hacer un análisis de estudios del bienestar, en los que se toma por índice del bienestar el número de coches y electrodomésticos de un país, ¿quién nos ha dicho que tener todo eso, es lo que produce la felicidad? Lamentablemente los listos sacan de aquí la conclusión de que si los medios materiales no porducen la felicidad, no importa que haya países o grupos que carecen de tales medios. Pero eso es cinismo puro, y el cinismo es imperdonable. Por el contrario, el gran reto del tercer Milenio consistirá, a mi juicio, en diseñar una idea de felicidad que incluya, como un componente suyo ineludible, el afán de justicia. Hemos depapeurado excesivamente la felicidad, la hemos dejado en elemental bienestar, en estar bien, en tener lo suficiente. Somos muy modestos y no nos atrevemos a hablar de felicidad, sino, a lo sumo, de calidad de vida: llevar una vida de calidad, todo pequeñito, modesto, poco ambicioso. Y, sin embargo, es preciso recuperar la aspiración a la felicidad. Decía Aristóteles, hace ya veinticuatro siglos, que todos los seres humanos tienden a la felicidad, y hubiera sido igualmente verdad aunque no lo hubiera dicho: todos los seres humanos tienden a la felicidad, y no podemos arrojar la toalla en esto, tenemos que diseñar una idea de felicidad, que tenga como componente ineludible la justicia. ¿Qué relación guarda todo esto con los derechos humanos? Los derechos humanos, como es sabido, son aquellos derechos que se reconocen a todo ser humano por el hecho de serlo. No se conceden graciosamente a las personas, sino que se les reconocen, no se les dan. Y si recordamos muy rápidamente, aunque ustedes lo saben mejor que yo, cuáles son los derechos ya reconocidos internacionalmente, hablaríamos de los derechos civiles y políticos, los derechos sociales, económicos y culturales, el derecho a la paz, el derecho a un medioambiente sano y el derecho al desarrollo. Estos derechos están ya reconocidos, y componen lo que se puede considerar los mínimos de justicia que una sociedad tiene que cubrir, para no considerarse una sociedad bajo mínimos de humanidad. Los derechos tienen que ver con la justicia, y estos derechos que ya se han reconocido urbi et orbe son ese tipo de derechos que hay que proteger para no caer bajo mínimos de humanidad. Una sociedad que no esté empeñada en que se protejan los derechos civiles, económicos, sociales, culturales, el derecho a la paz, el medioambiente, y el derecho al desarrollo está bajo mínimos de moralidad o, lo que es lo mismo, bajo mínimos de humanidad. Pero, ¿cómo se hace esto? Saben ustedes que hay muchas discusiones sobre si los derechos humanos son un manifestación etnocéntrica, si son occidentales. Pero conviene recordar, por una parte, que los derechos económicos, sociales y culturales pueden tener muy claramente pretensiones de universalidad. Que las gentes puedan tener un ingreso básico, una vivienda, asistencia sanitaria de calidad, una educación de calidad, esto es algo que todos los posibles beneficiarios reconocen urbi et orbi. Y con respecto a los derechos civiles, comentaba Amartya Sen en su libro Desarrollo y Libertad que conviene tener mucho cuidado y no decir simple y llanamente que las gentes de otras culturas no valoran la libertad de expresión, de asociación, de reunión. Tal vez son los dirigentes los que prefieren decir que el pueblo no las valora, pero hay que preguntar al pueblo si desea expresarse libremente y formarse su conciencia, o prefiere estar subordinada. Es posible que nos lleváramos muchas sorpresas y que tuviéramos que cambiar nuestras opiniones sobre el etnocentrismo de estos derechos. Por otra parte, el universalismo de los derechos se forja también porque las culturas han estado en diálogo desde siempre, no hay culturas separadas e independientes, no hay RH negativos, afortunadamente. Afortunadamente, hay mestizaje, sangres mezcladas, iberos, celtas, romanos, cartagineses y fenicios, y judíos y árabes y cuantos más mejor, porque cuanta más sangre nueva, más riqueza, y cuanta más variedad más riqueza. Las culturas están mezcladas y desde esas culturas es desde donde se pretende que todo ser humano tiene derecho al ejercicio de su libertad. Un derecho que no podemos rebajar, si no queremos caer bajo mínimos de justicia. La pregunta es ahora quiénes han de proteger esos derechos. Aquí aparece una de esas cómodas divisiones del trabajo en sectores sociales, tres en este caso, que resultan tan apropiadas para manuales y charlas. El primer sector, el del poder político, se dice que se rige por la conquista y por la conservación del poder, el sector económico que se dice que se rige por el dinero y la creación de riqueza, y el sector social que se dice que se rige, por la solidaridad. Yo quisiera empezar proponiéndoles que no dividamos el trabajo de las sociedades en tres sectores. Porque el sector político no tiene por tarea conservar el poder, tiene por tarea -y por eso se legitiman los Estados de derechoproteger y defender los derechos humanos. El estado de derecho nace con el sentido de proteger los derechos humanos, y por lo tanto, es el poder político al que le caben en primera instancia: al poder político autonómico, al poder político estatal, al poder político trasnacional, a los organismos que van creando una ciudadanía cosmopolita; a ellos es a los que en primera instancia les corresponde proteger los derechos, porque esa es su tarea, y que tiene que hacer el voluntariado, recordarles que esa es su tarea.¿Y qué debe hacer la sociedad civil al respecto? Recordar al poder político que ésa es su tarea y no puede abandonarla. El sector económico es el que está obligado a crear riqueza para todos los seres humanos, y una riqueza de calidad. Como decía mi buen amigo Aurelio Martínez, que ha sido Conseller de Economía en esta Comunidad Autónoma, es un verdadero fracaso de la economía que una gran parte de la humanidad se esté muriendo de hambre; la economía no está libre de valores, sino que tiene como meta la de crear riqueza para todos los seres humanos, y una economía que no lo consigue es, como tal ciencia económica, un fracaso. Por eso no hay que decir que el sector político y el sector económico van cada uno a su marcha, generando un conjunto de desgraciados, marginados, excluidos, que caen como una especie de pozo sin fondo, y allí vienen los voluntarios, gentes de buen corazón, gentes con una cierta moralina, buenas personas que recogen los deshechos. No es así: el poder político tiene que hacer su tarea, el poder económico ha de generar riqueza para todos los seres humanos y no generar exclusión, y por eso las empresas han de remoralizarse desde dentro. Con esta orientación creamos la fundación ÉTNOR, de la que soy directora, como se ha dicho en la presentación, con la intención de elevar la moral de las empresas desde dentro, con esa orientación escribimos un grupo de investigación Ética de la empresa y dediqué a la empresa un capítulo en Ciudadanos del Mundo: con la metade remoralizar las empresas desde dentro e impedir que los sectores primero y segundo vayan creando marginados, que después acoge la buena gente. No es eso: cada uno ha de hacer su tarea. Pero también ha de hacerla es amplio sector al que se llama el Sector del Voluntariado, el Sector Social, el de la Solidaridad. ¿Y en qué consiste esa tarea? Ustedes lo saben mejor que yo, porque pertenecen a él, pero tal vez sea bueno que lo recordemos juntos en voz alta. Mucha gente piensa que si el poder político y el económico funcionaran como deben, entonces los voluntarios se harían superfluos. Y, sin embargo, ustedes saben que los voluntarios jamás serán superfluos, es más, que el próximo milenio será el del voluntariado, cuyo oficio consiste, entre otras cosas, en recordar a los otros dos poderes cómo tienen que realizar su tarea, espoleándoles para ello. Pero no sólo eso. En occidente hemos trazado nuestra idea de justicia desde la idea de los derechos y los deberes. Hablamos de derechos humanos y preguntamos a quién corresponde el deber de protegerlos. Pero ocurre que hay un conjunto de obligaciones que no son deberes porque no corresponden a derechos. Decía Charles Taylor que cuando se habla de derechos nos referimos a unas capacidades de los seres humanos que hasta tal punto nos parece que tienen que ser protegidas, porque son indispensables para llevar una vida verdaderamente humana, que decimos que tienen derecho a desarrollarlas. Pero, en primer lugar, para que esos derechos se protejan no basta los otros dos poderes (el político y el económico), sino que hace falta ese sector de las gentes que hacen las cosas (y perdónenme la expresión, porque va a parecer muy tosca), que ejercen la solidaridad porque les da la real gana, porque son voluntarios, porque quieren, porque les sale del fondo del corazón, y porque hablan desde la sobreabundancia de su corazón. Porque quieren realizar la justicia, no por coacción, no por sanción, sino porque les sale del fondo. Es tarea del voluntariado diseñar una idea de felicidad que no sea la del mero bienestar, sino que incluya de forma ineludible la justicia. Porque, según yo lo entiendo, el voluntario es el que no puede ser feliz, si no se hace justicia, el que no puede tener su vida como autorrealizada si no es desde la compasión, desde la indignación ante la injusticia, desde el co-sufrimiento, desde el estar con los otros. Para el voluntario la felicidad no puede reducirse a bienestar, no puede ser un "jo estic bé, no em menege", sino que se mueve porque le da la real gana, porque nadie se lo manda, porque quiere, porque se lo dice su corazón y le sale desde el fondo. Entiendo que la gran tarea del voluntariado consiste en llevar adelante esa idea de felicidad y que, por si faltara poco, sucede que los seres humanos únicamente podremos proteger de verdad la justicia si forma parte de nuestros proyectos personales de felicidad. En caso contrario, podrán hacerse muchas proclamas, dedicaremos al Voluntariado un año desde la ONU, y otro al perro y al gato, al niño, al anciano, y a quien ustedes quieran, pero la justicia se nos quedará bajo mínimos, porque a la justicia se llega desde los proyectos de felicidad que, a fin de cuentas, es a lo que aspiran los seres humanos. Una felicidad imposible si, amén de los derechos, nadie se ocupa de satisfacer necesidades que nunca podrán reclamarse como derechos y ante las que nadie puede tener el deber de satisfacerlas. Las personas necesitamos sentido para nuestra vida, consuelo, cariño, esperanza, y jamás esas necesidades podrán ser protegidas con un derecho, ni corresponde satisfacerlas al poder poder político ni al económico, sino a ese amplio mundo del voluntariado, en el que se inscriben las familias, las escuelas, las asociaciones y comunidades, formadas por personas que no entienden su felicidad si no forma parte de ella ese otro, que es ya parte de mi vida, que nadie me obliga a atenderle, pero yo me siento obligado, porque hace mucho tiempo, que me sé ligado a él. Si no se descubre ese lazo por el que nos sintamos obligados, la humanidad podrá ser un mundo de hombres, pero no un mundo de seres humanos. Por eso, por favor, ayúdennos a que el tercer milenio sea el de una felicidad que incluye la justicia y la satisfacción de las necesidades humanas. 2.2 Métodos deseables 2.2.1 El diálogo crítico Una vetusta tergiversación Desde los comienzos de la filosofía ?es decir, desde que se comenzó a usar, o a pretender usar, la razón de un modo sistemático? se arrastra un malentendido que provoca, inevitablemente, el enfrentamiento de dos actitudes: la devoción por la racionalidad y el repudio de ella. Los representantes de una y otra actitud no han dejado de enfrentarse desde entonces. Unos confían en la razón ciegamente (lo cual puede ser un porte “racionalista”, pero no una presunción racional), y piensan que se dispone con ella de un instrumento infalible para descubrir todas las verdades y resolver todos los conflictos prácticos. Los otros sienten auténtica repugnancia hacia semejantes ínfulas, y llegan entonces al extremo opuesto: la convicción de que la razón no sólo es ineficaz para aquellas funciones, sino que, además, vulnera los aspectos auténticamente humanos, o sirve de pretexto para manipular a la gente, etc. Esas actitudes antagónicas, sin embargo, tienen un presupuesto común, consistente en la falsa creencia de que la razón es unidimensional, y de que, en correspondencia con ello, su función es (o pretende ser) la de proporcionar conocimiento seguro, estable, definitivo, y establecer el orden en todos los asuntos teóricos y prácticos. Como la experiencia diaria muestra fehacientemente que tales cosas son utópicas, y que la realidad no sólo no concuerda con ellas, sino que, además, parece empeñada en todo lo contrario, surge la comprensible sospecha de que toda defensa de la razón es un subterfugio para ejercer impunemente la injusticia. El escepticismo adquiere entonces un propio valor moral, un carácter de denuncia frente a lo que se interpreta como una actitud hipócrita por parte de quienes defienden la razón. En la actual transición de milenio, esas denuncias se han vuelto a exacerbar. El pensamiento autodenominado posmoderno y otras corrientes afines reinciden hoy en los viejos y gastados tópicos que marcan las múltiples variantes del irracionalismo. Dicho de modo muy sintético y escueto: los irracionalistas acusan a los racionalistas o bien de ingenuos, víctimas de una vana ilusión, o bien, por el contrario, de cínicos que manipulan a la gente en beneficio de intereses individuales y egoístas. Los propios acontecimientos históricos, en definitiva, y según este módulo de la sospecha, han puesto de relieve el poder altamente pernicioso de la razón, a la que son adjudicables, en última instancia, las grandes calamidades humanas. Creo que hay en todo esto una inmensa y lamentable tergiversación, independientemente de que el origen de la misma se encuentre en posturas racionalistas o irracionalistas. Más precisamente: creo que el origen no está en la postura que se adopte, sino en un error de interpretación acerca de lo que la razón es y de lo que ella puede hacer. Mientras no se advierta y se reconozca la estructura bidimensional de la razón, el viejo debate quedará empantanado en los repetidos viejos argumentos que, tanto de uno como del otro lado, provienen del mismo prejuicio. Es preciso comenzar por distinguir la función de fundamentación de la función de la crítica. La razón no se limita a una sola de esas funciones, sino que sólo es auténtica razón cuando ejerce ambas. Pero también hay que entender (pues el no entenderlo es posiblemente la principal fuente de ese gran error interpretativo) que ninguna de esas funciones prepondera sobre la otra, y ?lo que viene a ser lo mismo? ninguna de ellas se subordina a la otra. Esas subordinaciones inadecuadas existen de facto, porque las cometen con gran frecuencia quienes usan la razón; pero no de jure, porque no responden al equilibrio estructural de la razón misma. En sentido estricto, sólo hay una plena presencia de la razón cuando esas dos funciones ?que en cierto modo son opuestas? se complementan y compensan mutuamente. La fundamentación se vincula con el orden, la estabilidad, la armonía, la unidad, la universalidad; en tanto que la crítica es ante todo la demarcación de los propios límites racionales, y se manifiesta en el reconocimiento de estructuras conflictivas, y en el de la multiplicidad y la diferencia. La fundamentación se maneja con la retrospección, en tanto que la crítica es prospectiva; pero la razón, en su conjunto, es necesariamente ambas cosas; mira hacia el frente y hacia atrás, como la cabeza de Jano. En la gran mayoría de las acusaciones irracionalistas se desfigura el verdadero sentido de lo racional y se acaba convirtiendo a la razón en una especie de tabú.. Se le adjudican, de modo precipitado (ya que no se para a considerar la mencionada bidimensionalidad y la correspondiente bifuncionalidad) todos los males que aquejan al género humano, especialmente desde la Ilustración (porque fue ésta, en efecto, la que incurrió en el exceso de un “endiosamiento” de la razón). En vistas de ese lamentable y peligroso malentendido se hace necesario, en la actualidad, mostrar cómo esos males no derivan en realidad de la razón, sino precisamente del apartamiento de ella, o al menos, de alguna de sus dimensiones, (aunque también, como se verá después, de su uso monológico). Los males, en otros términos, sobrevienen, sí, en relación con la razón, pero lo hacen precisamente cuando se desconocen sus límites (por bloqueo de su dimensión crítica) o cuando se olvida el necesario apoyo en ella (por bloqueo de la dimensión fundamentadora). Los males no derivan de la razón, sino de la arbitrariedad, y se puede ser arbitrario tanto por falta de fundamentación cuanto por falta de crítica. Se usa mal la razón cada vez que se acentúa un desequilibrio entre ambos aspectos, y el gran malentendido, la ya arcaica aunque siempre renovada tergiversación consiste en identificar la razón con cualquiera de sus usos unidimensionales. Pero la razón no puede ni debe ser equívocamente confundida con los malos usos que muchos hombres hacen de ella. Una confusión semejante es al cabo tan perjudicial como ese mal uso, y equivale a una imagen distorsionada y difamante del verdadero carácter de la razón. El irracionalismo es en definitiva autocontradictorio (porque no puede prescindir de lo mismo que impugna): pero es también peligroso, porque parece dejar el camino libre a las acciones netamente irracionales, tan frecuentes en nuestro tiempo. Lo que urge, en cambio, es un estudio concienzudo de las características intrínsecas de la razón en su plenitud. 2. La razón como diálogo crítico El concepto de "diálogo crítico" tiene que ser entendido paralelamente y en referencia directa al de "dialogicidad de la razón", puesto de relieve, en nuestro tiempo, particularmente (aunque no sólo) por la "ética del discurso". Según ésta, el uso correcto de la razón tiene lugar en la comunicación entre interlocutores. En otros términos: aunque pueda haber diálogo sin razón, no hay razón sin diálogo. La convicción de que la búsqueda racional de la verdad requiere el intercambio argumentativo en la interlocución se remonta por lo menos a Sócrates, a quien muchos, entre ellos Windelband, llaman "inventor de la razón". Un título similar , desde Hegel, se le había otorgado a Parménides; lo cual es, en buena parte, correcto: lo de Parménides representaba el descubrimiento de la relación entre el pensar y el ser. Sin embargo, esto ponía de relieve sólo una dimensión de la razón, la dimensión básica, caracterizada por la búsqueda y la exigencia de fundamentos. Parménides había descubierto también, probablemente, la dimensión crítica de la razón, es decir, la capacidad de ésta para cuestionar pretendidos fundamentos y para cuestionarse incluso a sí misma, advirtiendo sus propios límites. Pero este aspecto de la racionalidad es olvidado u omitido por Parménides cuando niega cosas tales como la multiplicidad y el cambio, de las que dan testimonio los sentidos. El razonamiento parmenidiano, despojado de los detalles que no viene al caso considerar ahora, es aproximadamente así: El ser es uno y el mismo; sólo el ser es, el no-ser no es; la razón sólo se ocupa con lo que es; multiplicidad y cambio no pueden ser: son inconcebibles e inexpresables. En otros términos: como no pueden ser explicados por (la dimensión básica de) la razón, hay que declararlos meras apariencias. En lugar de hacer funcionar la razón críticamente, con auto-restricción de su propio alcance, se opta por la prescindencia de la experiencia sensible. Zenón de Elea lo justificará con sutilezas argumentativas. Ante un riesgo real (el peligro de un exceso de crítica, determinante de unilateralidad, como de hecho ocurrirá más tarde con los sofistas), se elige el abandono de la dimensión crítica y el refugio en la dimensión básica, fundamentadora (sin advertir que también así se incurre en unilateralidad). En otra parte he llamado a esto "regreso eleático", y creo que es un tipo de evasiva que aparece reiteradamente en la historia de la filosofía. El pensamiento griego había conocido la dimensión crítica probablemente ya antes que los eleatas, con los jónicos, que no se conformaban con las viejas explicaciones mitológicas de los fenómenos. Pero nadie había dejado que la razón aplicase su instrumental crítico a sí misma. Cuando los eleatas intentan hacerlo, parecen asustarse como si provocaran el desmoronamiento de la razón, y entonces retroceden. Mientras con el "regreso eleático" quedan cercenadas muy importantes posibilidades de la razón, la manera de eludir semejante cercenamiento, en cambio, consiste justamente en reconocer el carácter dialógico de la razón, es decir, la relación entre logos y dia-logos. Referir la razón al diálogo equivale a darse cuenta de que el "curso" de la razón es más bien un "discurso", una manera de correr entre unos argumentos y otros que se le contraponen, para lo cual, como es obvio, se requiere la presencia del interlocutor. Ejercer la razón no significa sólo entretejer argumentos, sino también, y ante todo, intercambiarlos. O, si se quiere decirlo con mayor precisión: los argumentos mismos sólo cobran sentido en la comunicación dialógica. Se argumenta para un receptor que se comporta, a la vez, como argumentante, y de quien se esperan asentimientos u objeciones; pero acaso más éstas que aquellos. Así convergen crítica y dialogicidad: los argumentos piden tácitamente ser "puestos a prueba" frente a contraargumentos. Más que una mera "operación", la razón requiere co-operación. En la famosa "mayéutica" socrática se trataba de ayudar, como lo hace una partera, a que el interlocutor "diera a luz" un conocimiento del que ya estaba "grávido". Semejante obstetricia intelectual era propuesta ?modesta o irónicamente? por Sócrates, sin embargo, en una sola dirección, ya que él afirmaba no poseer ningún saber, y ser sólo capaz de colaborar para que los demás pudieran dar a luz sus propios saberes. En la actual concepción dialógica de la razón, en cambio, si se admitiera la metáfora obstétrica, se tendería más bien a pensar que todos los participantes en el diálogo (o "discurso") obran simultáneamente como "parteros" y "parturientes". Sócrates practicaba su arte mayéutica en un tipo de diálogo al cual denominaba elenchos, usando un término jurídico que alude a la exposición de pruebas y contrapruebas ante un tribunal. Sin embargo, no hay que pensar en una exacta equivalencia, pues lo judicial no se conecta con la verdad del modo enfático y prioritario en que lo hace la mayéutica. En el ya citado texto de Windelband, y con referencia al procedimiento dialógico de Sócrates, leemos que "la verdad sólo existe si sobre los individuos se eleva una instancia general a la que todos tengan que someterse. La verdad, por tanto, sólo puede buscarse haciendo que los individuos, por encima de todas sus diferencias de opiniones, se paren a pensar entre sí en lo que todos ellos reconocen". Es la actitud a la que me refiero aquí con la expresión "diálogo crítico": éste se peculiariza en ese cambio de perspectiva por parte de los interlocutores, es decir, cuando a cada uno de éstos le interesa más resolver el problema que refutar al otro. Windelband añade que "la filosofía de Sócrates no es la obra de un pensador o un cavilador solitario, ni es tampoco algo que pueda ser enseñado o aprendido: es una búsqueda común, un profundo intercambio. Tiene por forma el diálogo". La tesis de que todo lo auténticamente racional es necesariamente dialógico fue no sólo expuesta, sino asimismo retomada por Platón, y reapareció más de una vez en la historia de la filosofía. En el pensamiento contemporáneo se la encuentra en filósofos de extracción diversa, aunque, por lo general, más o menos vinculados a la hermenéutica. Otto Friedrich Bollnow, por ejemplo, define la razón como "el plano de comunidad en que los hombres hablan entre sí y se encuentran dialogando". Destaca también la vinculación semántica entre logos y Vernunft. Logos aludía a la vez a la "razón" y a la "palabra". La proximidad entre esos dos significados, derivada de que los griegos entendían que los hombres son racionales en cuanto pueden hablar entre sí, se perdió en la ratio latina (más cercana a la idea de "cálculo"). El vocablo alemán Vernunft está etimológicamente ligado al verbo vernehmen (percibir, oír) e indica que la razón funciona cuando los hombres se oyen entre sí. "Razonable" (vernünftig), a su vez, tiene una connotación moral: una "solución razonable" no es nunca totalmente "racional", sino que depende siempre de "arreglo y conciliación". La razonabilidad requiere el hablar y el mutuo escucharse de las partes, en caso de conflicto o desacuerdo inicial. El mismo Bollnow, en otro lugar, ha caracterizado el auténtico diálogo como una relación en la que respetamos al interlocutor como ser humano y en la que "estamos dispuestos en el fondo a escuchar sus razones y a permitir que se discutan las nuestras". Una similar percatación de la dialogicidad de la razón sirve de pilar a la pragmática de Habermas y Apel, a su vez con precedentes diversos, a los que no es ajeno el citado Bollnow, y que abarcan asimismo la teoría de los "actos de habla" (Austin y Searle), la hermenéutica de Gadamer, la teoría de los "juegos de lenguaje" (Wittgenstein), la semiótica pragmatista (Peirce), etc. Está referida, en suma, a lo que se conoce como "giro lingüístico" de la filosofía, y aparece incluso en pensadores con tendencias irracionalistas, como Rorty, Derrida y muchos otros. Sostener la dialogicidad de la razón obliga a abandonar la vieja creencia de que nuestros razonamientos se desarrollan dentro de nuestras cabezas individuales, aunque haya o no comunicación dialógica con otras cabezas individuales. Esa creencia, junto con su correspondiente actitud, es considerada hoy como "solipsismo metódico", y en ella se da por supuesto que desde nuestro "yo" pensante, en soledad (es decir, al margen de nuestra inserción en una comunidad de comunicación) podemos razonar y hallar todo tipo de verdades. Se incurre en el mencionado solipsismo cuando no se advierte que el sentido y la validez de lo que pensamos dependen del intercambio comunicativo con interlocutores reales o potenciales. Se lo evita, en cambio, cuando se admite que cada uno de nosotros vehiculiza pensamientos o razonamientos elaborados por un medio comunitario, y, en definitiva, por la humanidad. Los pensamientos racionales no son un patrimonio personal, sino social, aunque a la vez requieren, por cierto, la intervención personal de cada uno, ya que se forjan constantemente en el intercambio argumentativo dialógico. Este aspecto adquiere relevancia, como se verá más abajo, en la dialéctica entre lo público y lo privado. No es posible obrar racionalmente desde el aislamiento. Esto se explica porque nuestros pensamientos se hilvanan en el lenguaje, la instancia de comunicación, no única, pero sí por excelencia. Quizá haya pensamientos "inefables", ideas que no se dejan atrapar en palabras y que requieren de otras vías de comunicación, tales como las que ofrece el arte. Pero cuando los pensamientos se mueven en la bidimensionalidad de la razón, requieren ser puestos a prueba, y se hace así necesaria la argumentación en apoyo de sus exigencias de validez y contraargumentaciones a través de las cuales se generen rectificaciones o, por el contrario, se refuercen tales exigencias. En cualquiera de esas alternativas, obviamente, sólo se puede apelar al lenguaje. Hablar de argumentos extralingüísticos ?como el "argumento" del asaltante que exhibe un arma? no es más que una metáfora. Existen infinitos movimientos gestuales con los que comunicamos ?por el hábito de convenciones tácitas? informaciones, o advertencias, u órdenes, etc. en las que se presuponen siempre determinadas locuciones (por ejemplo: "si no me da el dinero le pegaré un tiro"), correspondientes a diálogos no necesariamente racionales (es decir, también a diálogos en los que está ausente la crítica). Todo lenguaje es público, o sea que, como lo mostró Wittgenstein, no hay lenguaje privado. También podemos ver ahí la causa de nuestra imposibilidad de pensar aisladamente. Todo cuanto pensamos discurre sobre moldes sociales; hemos configurado nuestra mente a través del proceso de socialización en el que adquirimos competencia lingüística. El sentido de cuanto pensamos reside en la posibilidad de que sea comunicado por nosotros y entendido por otros seres pensantes. Hasta nuestro "yo" es un producto de relaciones comunicativas. Podemos reconocernos en la medida en que somos reconocidos por otros. Sin el "otro" que me habla y me escucha ?de nuevo: actual o potencialmente? mi "yo" se desvanece. La autoreferencia del pensar ?el "darnos cuenta" de nuestros propios pensamientos? constituye una "reciprocidad internalizada": la relación de cada uno consigo mismo presupone la relación con otros. Esto ha sido con frecuencia puesto de relieve, en nuestro tiempo, por pensadores expresamente dialógicos, como Buber, Bollnow, MerleauPonty, Levin-Goldschmidt, Laín Entralgo y tantos más. La difusión de ese tipo de pensamiento, reforzada ahora con la "ética del discurso" es un signo positivo en una época en que, por otra parte, abundan los desentendimientos trágicos y las negativas al diálogo. ¿Somos realmente "seres racionales"? ¿Cómo debe entenderse hoy esa vetusta afirmación? No, desde luego, en el sentido de que siempre usemos la razón, sino sólo en el de que, en principio, somos capaces de usarla en ciertas circunstancias. Ni nuestras opiniones ni nuestras acciones son siempre racionales. Pero la aserción de que los hombres son "seres racionales" también reviste una segunda significación, a saber, la de que podemos entendernos y llegar a acuerdos entre nosotros por medio de argumentos. Y aún podría delinearse ahora una tercera significación: la de que somos capaces de asumir nuestra dependencia de relaciones comunicativas. Aunque resulte paradójico, nuestra auténtica autonomía se establece precisamente cuando asumimos de hecho esa dependencia. Cuando razonamos presuponemos la validez intersubjetiva de nuestros juicios y de nuestros razonamientos (la posibilidad de que unos y otros sean ratificados por una comunidad de comunicación). Toda significación se subsume en dicha validez; o, como lo expresa Apel, "el significado es una especie del género validez". Comprender esto, y admitirlo, permite superar el "solipsismo metódico", porque en dicha admisión se adopta una nueva perspectiva: se pasa del "paradigma de la conciencia" (desde el cual se confía en certezas concienciales individuales) al "paradigma del lenguaje" (en el que se refiere la validez al acuerdo o consenso intersubjetivo, alcanzado a su vez mediante comunicación lingüística). Este cambio se conoce hoy como "giro lingüístico" (linguistic turn), y resulta imprescindible para entender el sentido de la "razón dialógica". En sus primeras manifestaciones, sin embargo, el "giro lingüístico" se había concentrado en la dimensión semántica y la sintáctica, descuidando la pragmática, con lo cual se continuaba sin percibir adecuadamente el carácter dialógico de la razón. Para dicha percepción ha sido necesario un segundo giro (el "giro pragmático"), por el cual se enfatiza la relación de los signos lingüísticos con sus usuarios e intérpretes. La "pragmática trascendental", por su parte, ve en esa relación una condición de posibilidad de la validez. Dicho de un modo menos técnico: sólo son confiables los conocimientos que pueden ser comunicados a otros, y que pueden ser comprendidos y corroborados por otros. Ninguna verdad es propiedad individual; en las verdades se expresa el intercambio de propuestas, objeciones y contrapropuestas, el uso de los argumentos y, en definitiva, el consenso entre quienes participan del diálogo. En el "paradigma de la conciencia", cuya acuñación inicial se encuentra en Descartes, se incurre, como dije, en "solipsismo metódico"; se parte del supuesto de que es posible alcanzar verdades mediante la reflexión solitaria: verdadero sería lo que se presenta con total "claridad y distinción" a la conciencia. Pero ese supuesto es falso, porque es incompatible con otro supuesto implícito, a saber, que aquellas sus meditaciones solitarias cuentan de antemano con la posibilidad de ser comunicadas lingüísticamente, es decir, cuentan con el consenso de interlocutores. Cuando Descartes escribía lo que pensaba, estaba de hecho recurriendo al diálogo. La escritura representa la intervención en una especie de diálogo "en cámara lenta": se sabe que el lector, destinatario de la comunicación, tardará en recibirla; pero la escritura cuenta de antemano con la lectura que la actualice y la interprete. El signo gráfico carece incluso de significación fuera del acto comunicativo y, por tanto, del diálogo que él integra. La escritura presupone intersubjetividad. Y aunque Descartes no hubiese escrito nada, sus reflexiones solitarias habrían supuesto, de todos modos, competencia lingüística, y, habrían sido potencialmente expresables en un contexto dialógico por medio de signos gráficos o fonéticos. Si se entiende el sentido dialógico de la razón, se puede lograr también el equilibrio entre sus dos dimensiones (fundamentadora y crítica). La crítica es percatación de límites racionales; pero no sólo hay límites de la función básica, fundamentadora, sino también límites de la crítica como tal. Estos últimos sólo cobran nitidez cuando se advierte que la crítica no es posible sin choque de argumentos, es decir, sin diálogo crítico. Así como la crítica no puede ejercerse monológicamente, tampoco puede ella aplicarse a todo. La función crítica culmina en la comprensión cabal de esos límites. El auténtico diálogo crítico requiere, además, lo que puede denominarse convergencia crítica. Cuando participamos en un discurso argumentativo, presuponemos la posibilidad de un acuerdo con nuestros interlocutores (tal acuerdo es, según la expresión habermasiana, "contrafácticamente anticipado”). Pero en el diálogo crítico se presupone, además, la actitud hermenéutica consistente en reconocer, como dice Gadamer, que "el otro puede tener razón". Si todos los participantes en el diálogo asumen esa actitud (lo cual, lamentablemente, sólo es posible en casos excepcionales, y totalmente imposible si no se dan las condiciones mencionadas), el diálogo deja de constituir un antagonismo entre los interlocutores y se convierte en alianza de los interlocutores contra el problema que se procura clarificar o resolver. Dicha "alianza" (que no excluye, desde luego, sino que más bien propicia la contraposición de argumentos) es lo que he denominado "convergencia crítica", y creo que es la meta a la que apunta el diálogo socrático, según parece haberlo advertido Windelband. Hay convergencia crítica cuando los interlocutores están realmente dispuestos a eventuales rectificaciones, a través del diálogo, advirtiendo, claro está, que se derivan de ahí peculiares ventajas y logros racionales. Incluso puede acontecer, como lo sabía ya Epicuro, que quien "pierde" una discusión determinada, recoja los mayores beneficios de esa misma discusión. En el diálogo crítico los participantes están dispuestos a modificar, eventualmente, sus propias opiniones, y a subordinar sus propios intereses al acuerdo intersubjetivo. Obsérvese que se trata de dos dificultades distintas: para cambiar de opinión hay que reconocer la falibilidad de la propia opinión e interesarse en la resolución del problema que se está discutiendo, cambiando así la dirección de los argumentos. Para subordinar los propios intereses al interés por el acuerdo, en cambio, se requiere una especie de interludio, consistente en el aprovechamiento que el participante hace, para sí ?no todavía para resolver el problema ni para lograr el acuerdo?, de los argumentos de su interlocutor (como ocurre en la situación acotada por Epicuro). La importancia del diálogo crítico, y de la posibilidad de que, en principio, éste culmine en convergencia crítica, se ha hecho evidente en nuestro tiempo. La democracia, por ejemplo, requiere el reconocimiento público, a cada ciudadano, del derecho a expresar su opinión y defender sus intereses, lo cual, a su vez, remite al diálogo entre gobernante y gobernado. Aunque sea inevitable una asimetría entre aquel y éste, el diálogo tiene que posibilitarse, o bien hay que renunciar al juego democrático. En dicho juego, el poder político, obliga, en proporción directa a su intensidad y extensión, a ejercer actitudes críticas, y esto implica la promoción del diálogo. En toda negativa al diálogo (como asimismo en toda interrupción, o en toda simulación del diálogo) la causa está, o bien en alguna convención ?dialógicamente? aceptada o bien en la arbitrariedad humana de privilegiados que carecen de argumentos para justificar sus privilegios. Aunque el diálogo crítico requiere simetría, no siempre las asimetrías lo imposibilitan. Ciertos diálogos críticos sólo pueden establecerse gradualmente (a medida, por ejemplo, que justamente las asimetrías fácticas sean tematizadas y discutidas simétricamente) El sistema democrático deriva, sin duda, de la exigencia de igualdad, pero también de la percatación de que la razón funciona dialógica y críticamente, como se puede apreciar no sólo en la estructura legislativa parlamentaria, sino también en un poder judicial basado en el intercambio argumentativo: tribunales, cortes de justicia, etc., son formas de institucionalización del diálogo crítico. En todas ellas está necesariamente supuesto el carácter dialógico de la razón. El hecho frecuente de que las discusiones institucionalizadas traen perjuicios a la administración del Estado no puede esgrimirse como argumento en contra de dicha institucionalización. Es cierto, por ejemplo, que los debates parlamentarios se demoran a menudo excesivamente (unas veces por obstaculizaciones deliberadas, y otras por carencia de recursos argumentativos). En este tipo de circunstancias se apoyan las posturas decisionistas que, desde Hobbes, adjudican la legitimación a la "autoridad" y no a la "verdad". Aunque se ha intentado demostrar lo contrario, creo que el decisionismo es incompatible con la democracia. El diálogo crítico es difícil; pero precisamente sus dificultades ?entre las que están las ya mencionadas dilaciones parlamentarias? tienen que ser sometidas, a su vez, al diálogo crítico. Este es necesariamente, en muchos de sus aspectos, autorreferencial, es decir, tiene que tematizarse con frecuencia a sí mismo. La dialogicidad de la razón implica, entre otras cosas, el reconocimiento de conflictos inevitables en su institucionalización. Como ejemplo elocuente está el conflicto entre decidir cortando el diálogo (autoritarismo) y continuar el diálogo indefinidamente, sin arribar a decisiones (inoperancia). Sólo la actitud racional, desde el equilibrio entre las dos dimensiones de la razón, puede lograr una mediación entre aquellos extremos; pero no lo puede sino a través de diálogo crítico. Un criterio general puede ser, por de pronto, el de que toda toma de decisión en la que no se hayan agotado las posibilidades dialógicas debería ser expresamente provisoria y revisable. En la medida de lo posible, el diálogo debe continuar. Si el diálogo es realmente crítico, de él saldrán también criterios de autorregulación. Las asimetrías, como dije, pueden tematizarse. Cuando la simetría no está fácticamente dada, lo razonable no consiste en renunciar al diálogo y apelar a la violencia, sino en construir algo así como un metadiálogo previo, en el que tiene lugar dicha tematización. Es posible, allí, explicitar las diferencias (sobre todo, de poder), y discutir si, y en qué medida, ellas incidirán sobre los resultados del diálogo. Sería más que ingenuo esperar que alguien renuncie espontáneamente a sus privilegios o a su posición de ventaja en un diálogo. Sin embargo, no es imposible, en cada caso, una explicitación de la asimetría. No es imposible discutir, simétricamente, el hecho de que existen posiciones ventajosas. En una discusión semejante quedan expuestos los recursos de los interlocutores. Estos pueden, por de pronto, arribar a acuerdos procedimentales, estableciendo límites a quien ocupe la posición de privilegio, etc. Las excursiones metadialógicas constituyen recursos autorreferenciales casi inevitables en todo diálogo crítico. Ellas apartan del tema concreto que se debate, pero permiten compensar las relaciones asimétricas entre los interlocutores. También es preciso tener en cuenta que, aunque sin duda las asimetrías estorban el diálogo, no siempre lo traban por completo. Los diálogos no tienen lugar por un solo carril, sino por varios a la vez. Algunos de éstos pueden cerrarse mientras otros quedan abiertos, representando simetrías parciales, desde las que, justamente, se denuncian y se cuestionan las asimetrías. En los sistemas democráticos no hay asimetrías totales, las que, en cambio, son propias de los totalitarismos. La apertura de nuevos y más amplioscarriles dialógicos puede favorecerse actualmente desde la tecnología informática; pero ello requiere el reconocimiento de la dialogicidad de la razón y la consecuente promulgación institucional del diálogo crítico. Parece lícito sostener que la concreción efectiva de la mencionada promulgación no puede ser ajena a los actuales esfuerzos, realizados a escala mundial, por favorecer el "Desarrollo Humano". En las democracias, como se vio, los poderes políticos presuponen necesariamente el carácter dialógico de la razón. También se ha generalizado en el mundo ?a pesar de la subsistencia de regímenes totalitarios y a pesar de las múltiples deficiencias que aún padecen los regímenes democráticos? la convicción de que la democracia es el tipo de gobierno más razonable. Es cierto que el concepto de "democracia" tiene ambigüedad; pero también es posible, en la medida en que se pongan de relieve las estructuras conflictivas y dialógicas, encaminarse gradualmente a un concepto integral. Entre las características del rol racional (y razonable) que cabe hoy al Estado democrático, no puede ya pasarse por alto la de una constante promoción de instituciones destinadas al diálogo abierto entre todos los ciudadanos y entre éstos y el gobierno. Dicha promoción está exigida por la dialogicidad (hoy suficientemente concientizada) de la razón como tal, y porque cada día es posible comprobar los estragos que producen las acciones irracionales, derivadas, en su mayoría, de la negativa al diálogo. La institucionalización dialógica en gran escala está, además, posibilitada de hecho por el sistema massmediático en general y por los actuales alcances de la tecnología informática. 2..2.2 El seminario El Seminario Permanente de la Expedición Pedagógica es uno de los centros de la acción de la continuidad que se propone a la movilización expedicionaria Tiene como propósito central la consolidación del grupo expedicionario. La Expedición Pedagógica ya es un acontecimiento para los maestros del país que, al menos, tienen una referencia de ella. Nuestro reto es ahora convertirla en un acontecimiento social. El Seminario intenta consolidarse como una realización de maestros y, así, mostrar al país a la Expedición como hecho social. A través del desarrollo de cuatro interrogantes podemos construir entre todos el propósito y las características del Seminario: ¿Qué es el Seminario? Es antes que nada un soporte, un apoyo para la organización. Es una manera de organización. Es permanente en tanto reconoce y moviliza ‘la calentura’ y establece niveles de regulación de la producción: El Seminario recoge, cosecha, define reglas de producción de saber y posibilita formas de organización. Es un soporte que no intenta uniformar. En él se pueden asumir distintos papeles. Se puede entrar y salir, pues se pertenece a él de formas distintas. El Seminario Permanente se realizará por medio de 4 encuentros presenciales y una vinculación virtual constante. ¿Quiénes hacen el Seminario? Para ser parte del Seminario se requieren dos condiciones expedicionarias: una condición que podemos llamar necesaria, en la que aparecen formas distintas de ser expedicionario: expedicionario viajero, anfitrión, acompañante, del Equipo Coordinador, etc. Otra condición, la suficiente que es aquella que es necesario construir, permitiendo que el expedicionario se dote de formas diferentes de mirar, de escribir, de actuar de otro modo. Es la conquista de un nuevo lugar en el discurso, en el saber, en el problema de la pedagogía; es un nuevo lugar en el discurso pedagógico. Para ello se desplegarán en el Seminario diferentes mecanismos: análisis de cine, círculos de estudio, lectura de registros y de testimonios, en fin un conjunto de acciones que nos vayan volviendo sujetos potentes. ¿Qué le da razón al Seminario? El fortalecimiento del Núcleo Expedicionario, entendido como el conjunto de maestros que han dado vida a la Expedición. El Seminario surge, entonces, de esa capacidad del maestro de dirigirse a si mismo a pesar de las dificultades, de esa posibilidad de hacerle zigzag al poder. El expedicionario es un sujeto que se desprende de las apoyaturas y que asume la dificultad como el hecho que lo mueve. No es un sujeto que reclame la carencia de dificultades para existir. El Seminario es una instancia de formación. Es un espacio para pensarse como productor de saber. Al plantearse el problema de la política y del conflicto, el Seminario y el maestro expedicionario lo hacen desde la pedagogía. No se hace necesario salirse de la escuela para hacer política. ¿Cómo funcionará el Seminario? Es necesario afinar los mecanismos que nos permitan el contacto permanente. Sin embargo desde ya se pueden destacar tres aspectos fundamentales para su funcionamiento: (a) el lugar desde el que se da la producción de saber. En este caso las escuelas. Escuelas en plural, porque la Expedición pone de manifiesto que en Colombia se dan muchas maneras de hacer escuela. El Seminario se interesa en producir saber pedagógico desde las escuelas. (b) El saber que se producirá en el Seminario: un saber fragmentario, ausente de intereses abarcadores, no científico, - en el sentido de pretender ser universal o verdadero -, ni ideológico, - en el sentido de tener su causa en el deber ser -. Es un saber cercano al maestro. (c) Las Redes en tanto formas organizativas flexibles, que mutan, que se adaptan a las condiciones del momento de la producción. No es la organización como cascaron, como condición previa a la producción de saber, sino que más bien es la Producción de Saber la que define, la que determina los modos de organización. El Seminario es la Misa y nada más. Sí, allí en el rescoldo de la Misa, Dios se va preparando sus futuros sacerdotes. Allí en el torno de la Misa, Dios modela a su alter Christus. Es la forja de corazones valientes. Es la fragua donde se funden los corazones del Sumo Sacerdote y los de sus ministros. El yunque donde los labra. La palestra donde nos enseña a luchar. El regazo donde nos acoge. La casa que nos protege. Jardín donde nos deleita. Patio en el que nos alegra. Escuela donde nos enseña. Libro en el que aprendemos. Locutorio donde dialogamos. Hoguera que nos incendia. ¡Y néctar, polen, perfume, flor, fiesta, banquete, comunión, diálogo, avanzada, agoné... y Fuego ...y Viento! Sin duda. Los principales formadores de los futuros sacerdotes (y de los que ya son sacerdotes) son: el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo. Cuando los responsables se olvidan de esto sólo logran un Seminario horizontal que forma sacerdotes ocupados únicamente en los problemas de dentro de los horizontes de este mundo, un Seminario inmanentista que forma ministros no trascendentes, un Seminario desacralizado donde sus alumnos no viven el tremens y fascinans de lo sagrado. De ahí que, como dijo Juan Pablo II, «la celebración diaria de la Eucaristía y la adoración asidua del Sacramento del altar ocupan un lugar central en la formación sacerdotal»1[2] . De hecho, ninguno de nosotros ha entrado en la vida consagrada para seguir a hombres, aunque puedan ser santos. Entramos porque entendimos que el Señor nos llamaba, para gloria de Dios Padre, en el Espíritu Santo. Alguno podrá preguntar, pero ¿acaso no debemos ser fieles al carisma del fundador? Ciertamente que sí, pero porque el carisma es don del Espíritu Santo, ser fieles al carisma del fundador no es ser fieles a un hombre sino al Espíritu Santo. Entramos en un Instituto religioso «porque nos damos cuenta de que nuestra vocación coincide esencialmente con la de los miembros del mismo y con los fines que esta institución se propone... advertimos una coincidencia entre los dones propios que nos orientan hacia una misión en la Iglesia y los que recibió quien dio vida a ese Instituto»2[3]. La Santísima Trinidad es la que nos hace crecer en la Misa en la fe, la esperanza y la caridad. Es el misterio de la fe, prenda de nuestra futura resurrección y vínculo de caridad, con Dios y con todos los hermanos. Podemos apropiar al Padre el hacernos crecer en confianza, el abandonarnos a su Providencia que nos da el pan de cada día, la fidelidad a sus designios, el asombro ante la creación continua de quien dice siempre: «Hagámoslo de nuevo» como se ve en la Misa. Al Hijo podemos atribuir el enseñarnos en la Misa a sacrificarnos por los otros, a servirlos como hizo Él en el Cenáculo, a entregarnos hasta morir como el grano de trigo, a anonadarnos como Él que lo hace bajo la apariencia de pan y de vino, a ser hacedores de comunión, a ser firmes como Él que es el Amén de Dios. El Espíritu Santo nos enseña a amar la belleza, a no desmayar en alcanzar la santidad a pesar de toda la realidad de nuestros pecados en contrario, a gozar de las cosas de Dios, a penetrarlas sabrosamente, a dejarnos llevar por sus santos dones. Y miles de cosas más. Por eso estimo que el Seminario es, fundamen-talmente, la santa Misa. Alguien podría decir, pero entonces ¿todos los Seminarios serían iguales contra lo que nos dice la experiencia? No se sigue, como no se sigue que todos saquen el mismo fruto de la Misa, por ser la Misa perpetuación del sacrificio de valor infinito. No solo está en la Misa lo que se obra ex opere operato, sino también lo que se obra ex opere operantis según la «fe y entrega»3[4]. Pero aún hay una distinción más a tener en cuenta. Si el Seminario es sólo la santa Misa, ¿para qué los Superiores, formadores y profesores? Ciertamente que ellos tienen gran responsabilidad en la formación de los futuros sacerdotes, de manera específica e insustituible en discernir la idoneidad o no de los candidatos. Pero nunca dejaremos de ser meros instrumentos, e instrumentos deficientes. Así como nadie es digno de ser sacerdote porque es una gracia que trasciende a todo hombre, así nadie es digno de ser Superior, formador o profesor de los futuros alter Christus ya que todo hombre está muy lejos de poder llegar a la altura de esa misión de altísima responsabilidad. Siempre seremos instrumentos deficientes. Nuestra gran habilidad consiste en secundar de la manera más perfecta posible las inspiraciones del Espíritu Santo con el fin de lograr que los seminaristas participen de manera activa, consciente y fructuosa del Sacrificio del altar. Ellos son los que tienen que lograr un clima de serenidad gozosa en el Seminario, para que sea posible el clima de oración. Ellos tienen que esforzarse para que la liturgia de la Misa sea catedralicia sin formalismos, bella sin afectaciones, solemne sin engolamientos, austera pero plena, fiel a las rúbricas pero creativa, con el máximo de participación y desarrollando todas las posibilidades que da la misma liturgia al máximo, de modo particular en los cantos y en la música sagrada. Y los estudios de lenguas, los filosóficos y los teológicos, ¿qué razón se ser tienen? Todo lo otro se ordena a preparar de la manera más digna posible a quién a de subir un día al altar para ofrecer el Sacrificio y predicar la Palabra. Incluso el deporte y la eutrapelia, el apostolado y los campamentos, y todo lo demás en la vida del Seminario debe brotar de la Misa y debe orientarse a la Misa. Queridos hermanos: Como tuve oportunidad de decir, un Seminario no lo forman sólo los Superiores sino también los seminaristas. Hoy se necesitan seminaristas que con serenidad y alegría se preparen para el futuro sacerdocio dejándose formar por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo. De manera especial, en la Misa. No ahorren ningún esfuerzo para participar cada vez mejor de la santa Misa. Luchen contra la pereza, la acidia, las distracciones, la aridez, la rutina. Lo más tonto que se puede hacer en un Seminario es desaprovechar la Misa. Estudien todos los años, por lo menos, un libro sobre la Misa, como sacrificio y como sacramento, la liturgia eucarística, su historia, desde los grandes tratados teológicos hasta los libros más simples de reflexión y meditación. Vale la pena. Quiero recordarles que en nuestro empeño no figura sólo el que lleguen a ser sacerdotes, sino, con la gracia de Dios, a que muchos de ustedes lleguen a ser Superiores, formadores y profesores de Seminarios, para gloria de Dios y bien de los hombres. Entre los formadores ocupa un lugar preferencial la celestial formadora, la Virgen María. A Ella le encomendamos la tarea que nuestros Padres desempeñan en tantos Seminarios del mundo. En especial, le encomiendo mi sueño de poder ofrecer más equipos de formadores para Seminarios. 2.2.3 El estudio de casos Existencia de algunos principios tradicionales El que compara los manuales de teología moral tradicionales con los más recientes, inmediatamente se da cuenta de que en aquéllos puede encontrarse claramente una referencia constante para la solución de ciertos problemas delicados a algunos principios: del doble efecto, de totalidad, de excepción, de la epiqueya y algunas distinciones: directo-indirecto, voluntario-involuntario, activo-pasivo, que en cambio están casi del todo ausentes en los manuales de teología moral contemporáneos. Ante semejante descubrimiento, el que establece la comparación movido por el entusiasmo hacia el nuevo modo de hacer teología después del Vat. II se encontrará enseguida orientado hacia la aprobación del mencionado abandono que para él se identifica con el rechazo de una mentalidad casuística, que intentaba descifrar exactamente el campo de lo lícito y de lo ilícito, mientras que la teología moral debería ser propositiva y tender a la presentación de un ideal de vida moral y cristiana. En cambio, el que realiza la confrontación de modo neutral o científico se preguntará inmediatamente por la radical innovación de pensamiento que ha tenido lugar en el seno de la reflexión moral teológica, capaz de hacer ya superfluo el recurso a estos principios, y si quizá su casi total abandono no ha traído más empobrecimiento que enriquecimiento para la misma reflexión ético-teológica. Éste intentará también comprender loqueen efecto significaba en el pasado el recurso a los mencionados principios, cuál era en último análisis el fin de su uso y qué lógica guiaba al teólogo moralista de ayer, que no podía prescindir de recurrir frecuentemente a,ellos. Si la teología moral tradicional advertía la necesidad de recurrir a uno u a otro de estos principios, ¿cómo es, podemos todavía preguntarnos, que la teología moral de hoy no advierte ya esta necesidad extrema? -¿Era aquel recurso realmente necesario o simplemente ilusorio? Si era necesario, ¿por qué ha sido abandonado, y con qué se lo ha sustituido? Si era ilusorio, ¿cómo o en virtud de qué reflexión se ha llegado a la conciencia de tal ilusión? Para responder de modo satisfactorio a estas preguntas no hay otra solución que seguir con la comparación, localizando ante todo aquellos puntos en los cuales en los manuales tradicionales aparecía el recurso a los mencionados principios y ver luego cómo los mismos problemas allí afrontados los resuelve la producción teológico-moral contemporánea. De esta confrontación se seguirá que frecuentemente, más allá de aquellos casos en los cuales los principios de los que se habla son explícitamente recogidos, se dan otros muchos casos en los cuales el recurso a los mismos principios está también claramente presente, aunque explicitado quizá de modo inconsciente con otra terminología. Mediante este atento análisis se podrá también advertir que a veces el no usar estos principios en la solución de un problema implica la falta de aquella claridad que es visible, en cambio, en los manuales tradicionales. Pero se notará también que en algunos otros casos no se usan estos principios porque se adoptan otras modalidades resolutivas del problema, examinadas atentamente por el que las usa y adoptadas también, conscientemente, modalidades que llevan igualmente a una claridad aún mayor respecto a la alcanzada tradicionalmente. El contexto de su utilización En la presentación sistemática dei modo de usar los mencionados principios morales, los manuales tradicionales no dedicaban un capítulo aparte, excepto para el principio de la epiqueya, al cual se reservaba un párrafo en el curso del tratado sobre la ley para poner de manifiesto y examinar el problema de la no aphcabilidad de las normas en casos particulares. Ni siquiera en los diccionarios de teología moral se dedicaba atención particular y explícita a cada uno de estos principios. El mismo DETM (1973) reservaba una voz propia sólo a los principios del doble efecto y de totalidad, además del de la epiqueya. No obstante, el recurso a aquellos principios se ha considerado siempre de importancia decisiva. Normalmente se recurría a ellos a fin de establecer las normas para la solución de cara a los problemas particulares, especialmente de algunos por los que se interesaba la teología moral especial. Aquí aparecía casi necesaria su utilización y se daba igualmente por descontada la solución a la cual se llegaba mediante su uso. De modo más puntual aún se puede decir que el recurso a estos principios tenía lugar en la solución de aquellos casos en los cuales, como veremos, se sedimentaba un valor o una concurrencia de valores. Cualquiera que lea en un manual tradicional cualquiera el capítulo sobre el aborto puede estar seguro de tropezar con el recurso al principio del doble efecto, ulteriormente clarificado por las distinciones entre voluntario e involuntario y entre directo e indirecto, para resolver con juicio moral de licitud la extirpación del útero afectado de cáncer de una mujer encinta. Y quien lea en alguno de aquellos manuales el capítulo sobre la ilicitud siempre y en todas partes de matar a cualquier persona humana, tropezará ciertamente con el recurso al principio de la excepción para justificar la muerte del tirano, del agresor injusto en el caso de legítima defensa y del enemigo en el caso de guerra justa. Estos y otros muchos ejemplos que se podrían aducir dicen claramente que el contexto en que se utilizaban estos principios es el de la moral especial (o en otros términos, de la l ética normativa). Mas, ¿qué función desarrollaban en ellos estos principios? Constituían puntos de referencia claros para el teólogo moral y le ofrecían también criterios precisos para la solución moral de todos los casos más controvertidos. Por eso, ante su casi total ausencia en la teología moral contemporánea, ocurre preguntarse cómo se las arregla para resolver estos casos y a qué principios se dirige el teólogo de hoy para establecer el juicio moral sobre los mismos problemas y tantos otros análogos que se nos presentan cotidianamente. A1 intentar responder a esta pregunta, se llegará al descubrimiento de que la reflexión teológicomoral contemporánea no sólo descuida los principios tradicionales, sino también el tratado de aquellos problemas que justamente se resolvían mediante el uso de los mismos y que constituían el objeto de interés predominante de la teología moral tradicional, conocida comúnmente como casuística. Nos damos cuenta así de que hoy no se hace ya casuística, o en todo caso se hace menos que en el pasado. Pero no hacer casuística significa no hacer verdadera teología moral especial (es decir, no ir en busca del verdadero juicio moral en cada caso problemático de la vida cotidiana) o, en otros términos, no hacer ética normativa. Esta primera impresión se convierte luego en certeza cuando leemos ciertas afirmaciones hoy frecuentemente 'repetidas sobre la necesidad de rechazar neta e inmediatamente la mentalidad subyacente al modo, de proceder casuístico de la teología moral tradicional. Como si la teología moral no pudiera y no debiera también interesarse por el l comportamiento moralmente recto y pudiera y debiera dirigir al sujeto moral sólo la exhortación a adoptar una actitud moralmente buena o cada vez más buena [l Parénesis]. Nos percatamos así de que hoy se rechaza la casuística sin advertir el verdadero error en que caía, consistente justamente en aplicar a la l actitud del sujeto el juicio moral formulado sobre su comportamiento, y sin advertir el gran mérito de la casuística misma, que consistía en tomar en consideración el mayor número posible de casos y formular respecto a ellos el juicio moral más genuino. La relevancia de los mencionados principios morales para el establecimiento de las normas sólo puede emerger plenamente analizando el modo de proceder de la llamada casuística y confrontándolo con el modo de proceder argumentativo de la ética normativa. Aquí, pues, es necesario explicitar el modo de argumentar subyacente a los principios mismos, que desembocaba en el paso de una teoría argumentativa a la otra. III. Su relevancia argumentativa Para adquirir una visión clara de la función significativa desarrollada por estos principios y distinciones en el proceso que miraba a establecer el juicio moral, es preciso recurrir a las dos teorías fundamentales éticoargumentativas conocidas y usadas también por la teología moral y a sus características específicas [I ética normativa]. El teólogo moral que conoce las soluciones tradicionalmente dadas por su disciplina a ciertos problemas y al mismo tiempo las aplicaciones en el campo teológico moral de ciertos debates madurados dentro de la ética filosófica, fácilmente se percatará no sólo del contexto general en el que se recurre a los diversos principios y distinciones [/arriba, II], sino también de las características que distinguen aquel contexto particular. En efecto, no se les usa en todo el ámbito de la teología moral especial, sino preferentemente y casi de modo exclusivo, y no al azar, para resolver aquellos problemas respecto a los cuales habitualmente se recurre a la argumentación ldeontológica. Como el resultado de la teoría ético-normativa de tipo, deontológico no es aplicable a todos los casos particulares, y puesto que (contrariamente a cuanto afirma la misma argumentación deontológica) en estos casos "excepcionales" la individuación de la norma no se puede obtener prescindiendo de la consideración de las consecuencias, sucesivamente el ámbito aplicativo de la norma moral deontológicamente formulada se restringe mediante el recurso a estos principios. Siendo éstos de naturaleza específicamente l teleológica, en cuanto principios se prestan muy bien a favorecer de modo casi invisible e indoloro el paso de una a otra pista argumentativa. El recurso a estos principios o distinciones marca así el confín entre el modo de proceder deontológico y el teleológico, y al mismo tiempo evidencia los límites estructurales de la argumentación deontológica, que de hecho, diversamente a sus tesis iniciales, no puede prescindir de considerar las consecuencias, al menos en la solución de algunos de aquellos problemas en orden a los cuales debería, en cambio, demostrar toda su validez. Que, por ejemplo, haya que considerar siempre moralmente ilicita la muerte de otra persona, como norma moral deontológicamente formulada, viene a chocar inmediatamente con aquellos casos, sean pocos o muchos, en los cuales esta norma no resulta aplicable, simplemente porque las consecuencias de su aplicación serían aún más graves; recurriendo al principio de la excepción, la teología moral tradicional distingue aquellos casos en los que, basándose en la consideración de las consecuencias, la norma no resulta ya válida. Además, ciertas acciones valoradas inicialmente de modo deontológico pueden de hecho llevar a diversas consecuencias, identificables algunas con otros tantos valores, y otras, en cambio, identificables con no valores: el uso del principio del doble efecto y las distinciones entre directo-indirecto o voluntario-involuntario llevan a considerar moralmente lícitas aquellas acciones cuyas consecuencias positivas se identifican con valores mucho más urgentes o fundamentales que los no valores con los cuales, en cambio, se identifican las consecuencias negativas. Se considera siempre del todo moralmente erróneo la intervención, quirúrgica o no, con la cual el sujeto moral ataca la integridad física del cuerpo propio o ajeno; pero luego, respecto a todos aquellos casos en los cuales sólo mediante una intervención que hiere la mencionada integridad se puede salvaguardar el valor más fundamental de la vida, se recurre al principio de totalidad para justificar también la amputación de un miembro, ordenada a evitar la muerte del interesado. De este modo la teología moral tradicional supera brillantemente las dificultades que surgen del uso de uno de los dos argumentos de tipo deontológico: ilícito por falta de autorización. En efecto, es preciso insistir en que el recurso a estos principios tiene lugar justamente en el ámbito de los problemas afrontados y resueltos con este tipo de argumento deontológico. En cambio, para todos aquellos casos en los cuales la teología moral tradicional usa el otro argumento deontológico: el de ilícito por ir contra la naturaleza, no prevé casi nunca el recurso a los principios mencionados, y permanece firmemente anclada en las posiciones deontológicas iniciales. El ejemplo más significativo acaso, en el cual también la inicial deontológica del "ilícito por ir contra la naturaleza" desemboca en argumentos de tipo teleológico, es el del recurso a la llamada restrictio mentalis en el tratado de la mentira, como pecado contra la naturaleza del lenguaje humano. En otros términos: la norma deontológica fundada en "ilícito por ir contra la naturaleza" prevé un número mucho menor de posibilidades de restringir su ámbito aplicativo. El retorno a la teleología, evidenciado por el recurso a estos principios en ciertos momentos del modo de proceder tradicional en el establecimiento de las normas, merece en todo caso ser más profundizado. La característica profundamente teleológica de los diversos principios está del todo clara en el hecho de que hacen depender la solución de los problemas de moral especial justamente de la consideración de las consecuencias de la acción y de la identificación de tales consecuencias con otros tantos valores o no valores. Los ejemplos que vamos a aducir para cada principio en los párrafos siguientes intentan demostrar esta afirmación y la perspectiva de la cual proviene. IV. El principio del doble efecto Este principio permite resolver aquellos casos en los cuales una acción determinada provoca contemporáneamente al menos dos consecuencias, de las cuales una es positiva y la otra negativa. Consiste en valorar este tipo de acciones no según el criterio deontológico normalmente usado para el contexto operativo global dentro del cual se insertaban estas acciones, sino según el criterio teleológico. La teología moral tradicional recurría a este principio en el momento en que la norma moral deontológicamente fundada, debido al conflicto de valores que venía a crearse, no resultaba ya aplicable al caso concreto y se hacía necesaria la reintroducción del criterio teleológico. Se afirmaba, por ejemplo: la interrupción del embarazo es siempre moralmente ilícita, porque no hay derecho a interferir en el proceso vital del que va a nacer. En el proceso que lleva a la formulación de esta norma podemos entrever diversas fases: -ante todo se parte de la visión teleológica del valor vida como valor no moral más fundamental, y por tanto como valor que debe ser siempre preferido cuando entra en concurrencia con otros valores no morales; en un segundo momento se reformula la norma del modo deontológico antes mencionado, que implica también la exclusión de cualquier posible conflicto entre el valor vida y otros valores no morales, ampliando y generalizando a todos los casos p9sibles aquel juicio teleológico inicial; -luego, en un tercer momento, viendo que la norma así generalizada no es siempre aplicable o tomando en consideración las diversas consecuencias de una acción particular, la norma misma es nuevamente encuadrada en su contexto originario de perspectiva teleológica mediante el recurso al principio del doble efecto. En este tercer momento la consideración justamente de las consecuencias o del doble efecto de la acción, hace considerar moralmente lícita la intervención por la cual se extrae el útero afectado de tumor en una mujer encinta, porque a la consecuencia negativa de la muerte del feto acompaña la consecuencia positiva de la recuperación de la salud o de la no pérdida de la vida por parte de la madre. Considerar el efecto, sea doble o no, de una acción no es otra cosa que volver a la argumentación teleológica y a su procedimiento valorativo específico, que tiende a identificar las consecuencias con otros tantos valores o no valores, para considerar luego moralmente recta aquella acción cuyo efecto positivo se identifica con el valor más fundamental y más urgente respecto a los valores menos fundamentales y menos urgentes del otro efecto negativo. La preocupación por no deslizarse hacia una visión moral demasiado permisiva y al mismo tiempo por delimitar exactamente los contextos de aplicabilidad del principio inducía luego a la misma teología moral tradicional a fijar ciertas condiciones: 1) bondad o al menos indiferencia moral de la acción; 2) honestidad del fin; 3) independencia del efecto bueno del malo; 4) razón proporcionalmente grave. En ellas es fácil ver la consideración, típica del modo de proceder teleológico, de la relación recíproca entre los valores y los no valores que constituyen los efectos de la acción, de la relación que se establece entre el valor o no valor medio (acción) y el valor o no valor fin y de la urgencia de realizar un determinado valor. Los mismos manuales tradicionales ofrecían también otros criterios estimados necesarios para aplicar sin peligro de relativismo el mismo principio; en particular las distinciones entre voluntario e involuntario y entre directo e indirecto, que veremos /abajo, VIII, 1-2. V. El principio de totalidad Este principio procede de la visión de la relación entre la parte y el todo, del significado más completo que posee el todo respecto a la parte y de la preferencia consiguiente que es preciso otorgarle en el plano de la realidad propia de la persona humana particular; en otros términos, de la visión de la preferencia que merece el valor de la totalidad cuando entra en conflicto con el valor de la parte, como, por ejemplo, cuando se hace necesaria la amputación de un miembro para la supervivencia del individuo. Se identifica con la posibilidad moral de intervenir en la integridad física del cuerpo humano, localizando exactamente el momento criteriológico en virtud del cual es moralmente aceptable la intervención lesiva de la parte, que por motivos varios se hace indispensable para el bien del todo. La interpretación explicativa de este principio giraría siempre en torno a esta terminología mientras no se evidencie claramente la perspectiva profundamente teleológica de base, mediante la explicitación de los respectivos valores con los cuales vienen a identificarse la parte y el todo. En efecto, el principio se usa normalmente para indicar la precedencia que posee el valor no moral más fundamental vida (el todo) respecto a los otros valores no morales mucho menos fundamentales (la parte). Sin embargo, se usa también para indicar la preferencia que el sujeto deberá dar siempre al valor moral de su bondad personal en el caso en que ésta entre en conflicto con otros valores no morales, aunque se trate también del de la vida. En uno y otro caso la referencia implícita y la reinterpretación aplicativa del pasaje de Mc 9,43-48 (y paralelos) aparece más bien evidente. Léase, por ejemplo, uno de los muchos párrafos en los cuales Pío XII hace referencia a este principio: "A la subordinación de los órganos particulares respecto al organismo y a su finalidad peculiar se añade también la del organismo en orden a la finalidad espiritual de la empresa misma" ("AAS" [1958], 693-694). Con el principio de totalidad la teología moral tradicional responde a la pregunta sobre la posibilidad moral de lesionar el propio organismo. La respuesta inicial deontológicamente fundada, que lleva a afirmar la ilicitud moral de cualquier intervención, se transforma en atento examen de los casos particulares y de los diversos valores que en ellos concurren; el conflicto se resuelve basándose en el principio que en último análisis responde plenamente a la perspectiva de la argumentación normativa de tipo teleológico. VI. La excepción También el recurso al principio de la excepción, igual que el recurso a los otros principios, ocurre en el momento en que se toma en consideración la colisión de deberes o el conflicto de valores que viene a crearse en ciertos casos. Cuando la observancia de la norma deontológica, debido a ese conflicto de valores, lleva a consecuencias aún más graves que aquéllas a las que conduce la restricción de su ámbito aplicativo, la teología moral tradicional no recurre a la formulación explícitamente teleológica de la norma, sino al principio de la excepción, evidenciando los casos particulares en los cuales falta la validez de la norma misma. Así, por ejemplo; la norma que afirma siempre y en todas partes la ilicitud moral de matar a otro prevé también con el uso de este principio su no aplicabilidad a los casos de legítima defensa, de muerte del tirano o de guerra justa. Analizar detalladamente si, por qué y hasta qué punto en estos casos para la tradición teológico-moral el principio de la excepción hacía moralmente lícita la muerte del otro no lleva a resultados satisfactorios mientras no nos reintroducimos en la perspectiva peculiar de la argumentación teleológlca, que encuentra la solución de los diversos casos de conflicto entre los valores: -en la defensa del valor de la vida propia cuando se es agredido y no existe otra posibilidad de defensa, justamente porque se trata de dos valores de igual grado que entran en conflicto y que a causa de la agresión ajena no pueden salvaguardarse contemporáneamente; -en tender a la realización del menor número de no valores no morales, que corresponde al otro principio teleológico del mal menor, cuando se trata de valores o no valores de igual grado: la vida del tirano es un valor, pero la vida de todos aquellos que a causa del tirano corran el riesgo de perecer es un valor de igual grado, que interese a un número mayor de personas y que en cuanto tal merece ser salvaguardado; -en la defensa de ciertos valores de fundamental importancia para la vida del individuo y de la sociedad en que éste vive, como las libertades político-religiosas, de las que el sujeto moral tiene necesidad para realizar y expresar su propio valor moral: en este caso la guerra justa era considerada como la correspondencia social de la legítima defensa. VII. La epiqueya El contexto en que se usa este principio es de tipo ético jurídico, es decir, se recurre y con él al mismo tiempo se define el momento en el que la perspectiva moral entra en conflicto con la jurídica vigente; más exactamente, el momento en que la solución moral dada por el sujeto a un problema por motivos bien precisos -que deben ser siempre moralmente justificables- difiere de la prevista por la ley civil o penal, porque el caso en cuestión posee elementos no previstos o no previsibles por el legislador, que justamente inducen a formular un juicio moral diverso del ya formulado por el legislador mismo. Precisamente porque se trata de contextos operativos no previstos o no previsibles por el legislador, el principia de la epiqueya se identifica con la interpretación por parte del sujeto agente de la voluntad del legislador o del espíritu de la ley, por 10 cual él hace lo que en aquel momento corresponde a la perspectiva dentro de la cual se ha formulado la ley misma. También la epiqueya es un principio fundamentalmente teleológico, ya que se refiere a todos aquellos casos en los que las consecuencias previstas por el legislador se sustituyen por otras aún más negativas o positivas o se le añaden otras capaces de exigir el cambia del juicio final y cuya valoración, por no poder estar incluida eri la formulación legislativa, es confiada a la responsabilidad del sujeto moral. Precisamente por eso los manuales tradicionales insertaban el tratado del principio de la epiqueya en el contexto del discurso sobre la ley y/ o en el de la prudencia: el recurso a la epiqueya y su recto uso suponen equilibrio, madurez, formación de la conciencia o capacidad del juicio por parte de la persona particular. VIII. Las distinciones reiteradas Además de los principios arriba mencionados, la tradición teológicomoral recurre también a algunas distinciones. Aquí se toman en consideración sólo las más frecuentes: I. VOLUNTARIO-INVOLUNTARIO. Esta distinción se usa particularmente como criterio aplicativo del principio del doble efecto. Para que la acción sea moralmente recta, se decía, es necesario querer la realización del efecto positivo y no querer, en cambio, sino sólo tolerar, la del efecto negativo. Con esta distinción se hacía referencia a la distinción, fundamental en t ética normativa, entre actitud y comportamiento, indicando de qué modo debía calificarse la actitud moral de la persona al realizar la acción. En efecto, querer el efecto negativo y no el positivo de la acción se identifica con una actitud moralmente mala o pecaminosa. 2. DIRECTO-INDIRECTO. Mientras que el criterio del voluntarioinvoluntario se refiere a la actitud con que se realiza la acción por el doble efecto, este segundo criterio se refiere a las características que debe poseer el comportamiento desde el punto de vista moral: el efecto negativo debe seguirse sólo indirectamente de la realización de la acción de doble efecto, no puede ser nunca su fin directo éste debe siempre identificarse con el efecto positivo. El ejemplo arriba citado de la extracción del útero afectado por tumor en una mujer encinta aclara plenamente el ámbito aplicativo de este criterio.,3. ACTIVO-PASIVO. Sustancialmente idéntica a la precedente, esta distinción sólo difiere por la terminología y por el ámbito aplicativo en el que habitualmente se usa: el relativo a la eutanasia. El recurso a esta distinción-brota, en efecto, de la posibilidad entrevista de delimitar, justamente mediante el principio de dejar morir de la eutanasia pasiva o de la no obstinación terapéutica, la norma deontológicamente fundada en la falta de autorización, que prohibe cualquier intervención activa o directa encaminada a abreviar la vida ajena. 4. INOCENTE-CULPABLE. Esta distinción se introducía en el contexto del discurso sobre los raros casos en los cuales se juzgaba lícito realizar una acción que tuviese como consecuencia, no querida (involuntaria) e indirecta, la muerte de un inocente (interrupción del embarazo); en cambio, normalmente no se usaba cuando se hablaba de muerte por legítima defensa, justamente porque se distinguía el comportamiento con el inocente del seguido con un injusto agresor. También en este caso la reflexión de los teólogos morales tradicionales, por encima de la aparente referencia a las causas genéticas de la acción, estaba guiada por la consideración de las causas finales de la acción. Eliminar a un culpable salvando así la vida propia era considerada una acción moralmente lícita, mientras que eliminar al inocente se consideraba acción moralmente ilícita, justamente porque en este caso el valor de la vida no era considerado en concurrencia con otros valores. [/Epistemología moral; /Ética normativa; /Prudencia; /Sistemas morales]. BIBL. Para el uso de estos principios por los manuales tradicionales cf en ellos los respectivos capítulos dedicados al problema moral de la vida física. Para la epiqueya, cf los capítulos sobre la ley y la prudencia. La reflexión teológico-moral hasta un reciente pasado no ha dedicado igual atención a los principios mencionados. 2.2.4 Análisis de dilemas Desde que las nuevas enseñanzas LOGSE se han ido generalizando e implantando en los antiguos centros de BUP y FP, la mayor parte de los profesores no han dejado de preocuparse y ocuparse de incorporar nuevos medios a su diaria labor docente. Posiblemente el gran reto de estos próximos años va a ser la tarea de transmitir de forma convincente a los jóvenes lo importante y necesario que es su desarrollo intelectual a través del conocimiento de las diferentes ciencias y tecnologías. Y, como las nuevas enseñanzas piden nuevos modos, el fondo cartesiano que cada profesor lleva en su interior, le susurra que una de las claves radica en el método. Buscar, elegir, seleccionar. En este contexto metodológico, la discusión de dilemas morales es una de las muchas técnicas que pueden ser usadas para impartir algunos de los temas de la materia de ética y moral en el cuarto curso de la enseñanza secundaria. La finalidad de estas páginas es servir como elemento introductorio a esta modalidad de diálogo, en la seguridad de que los profesores que lo deseen lo utilizarán con éxito en su devenir docente. ¿QUÉ SON LOS DILEMAS MORALES? Un dilema moral es una narración breve, a modo de historia, en la que se plantea una situación posible en el ámbito de la realidad pero conflictiva a nivel moral, y se solicita de los oyentes o bien una solución razonada del conflicto o un análisis de la solución elegida por el sujeto protagonista de la historia. Por regla general la situación se presenta como una elección disyuntiva: el sujeto protagonista se encuentra ante una situación decisiva ante la cual sólo existen dos, y nada más que dos, opciónes (A) ó (B), siendo ambas soluciones igualmente factibles y defendibles. El individuo se encuentra, pues, ante una verdadera e inevitable situación conflictiva. Clases de dilemas Dilemas morales hipotéticos: en ellos se plantean problemas abstractos, generales, que a veces son de difícil ubicación en la realidad, pero que los que los analizan reconocen que son siempre posibles en determinadas ocasiones de la vida real. Se suelen obtener de la literatura, de los medios de comunicación o de la propia imaginación de quien los elabora. Las situaciones y los personajes generalmente están alejados del mundo real de los sujetos a los que se les proponen, pero o bien se parecen en algo a otras situaciones vividas o conocidas por el sujeto, o bien algún miembro de su entorno social o familiar es susceptible de reflejarse en la narración. Este tipo de dilemas presentan menos interés para el alumno al faltarles la riqueza y la variedad de la propia experiencia, pero pueden favorecer el razonamiento como habilidad discursiva. Dilemas morales reales: Plantean situaciones conflictivas sacados de la vida diaria y de sus problemas. Se basan en hechos reales, cercanos en el tiempo o en el espacio a los sujetos y suelen extraerse de los distintos medios de comunicación, de situaciones o sucesos históricos, de situaciones o vivencias personales, etc. (problemas de libertad, sexo, conciencia personal...). Este tipo de dilemas son más motivadores y facilitan la implicación de los sujetos participantes que, de una u otra manera, ven reflejadas en ellos situaciones más o menos cercanas. EL CRITERIO MORAL Y SU DESARROLLO. Van a ser Piaget y Köhlberg los que realicen los estudios más profundos sobre el desarrollo moral del niño. Los estudios de Piaget con niños de corta edad, comienzan por el análisis de las reglas del juego social en cuanto que son obligatorias para cualquier jugador normal. En una segunda etapa estudia la mentira infantil y el juicio que de la misma tienen los niños de diferentes edades. Para Piaget, en el desarrollo moral se pueden distinguir dos fases: La fase de heteronomía moral, en la que las normas le vienen al niño impuestas desde fuera. En esta etapa las normas morales son como fuerzas reguladoras en si mismas, que funcionan con independencia del niño, el cual las cumple por la fuerza, generalmente, de la autoridad que representan. Acatarlas y cumplirlas lleva consigo recompensas; incumplirlas castigo. La fase de autonomía moral, en la que el niño, después de un periodo de interiorizacion de las reglas, comienza a actuar basándose en criterios propios y no en imposiciones exteriores. Piaget insiste en que la conciencia de lo que es bueno o malo llega al niño a través de la cooperación mutua con los demás. Lawrence Kohlberg, realiza a partir de 1955 investigaciones con chicos varones de edades comprendidas entre los 10 y los 17 años y de clase social media y baja. De estos estudios y de las revisiones realizadas posteriormente, Kohlberg concluye que el desarrollo moral se realiza a lo largo de seis estadios secuenciados lógicamente, universales(validos para todo tiempo y cultura) e irreductibles. Estas etapas o estadios van apareciendo a partir de la interacción del niño con el entorno social. Los estadios son lineales, es decir forman una secuencia invariante en el desarrollo de cada individuo, y no son acumulativos, ya que nadie puede pertenecer a dos estadios a la vez. Cada uno de ellos es, pues, un todo estructural. En un principio los individuos comienzan asimilando las reglas de conducta como algo que depende de la autoridad externa. Posteriormente perciben dichas reglas como elementos indispensables para lograr la recompensa de satisfacer las propias necesidades. En un tercer estadio las considera como un medio para alcanzar la aprobación social y por tanto la estima de los demás. Despues las reglas se convierten en soportes de determinados órdenes ideales y finalmente se transforman en elementos articuladores de principios sociales que se le manifiestan como imprescindibles para poder vivir al lado de los demás. CONSTRUIR DILEMAS MORALES No es tarea fácil confeccionar los dilemas morales, pero si queremos trabajar el análisis de dilemas, es imprescindible acometer la tarea. Como ya hemos apuntado en otro lugar, se debe hacer un planteamiento global del proyecto y es necesario tener claros los valores sobre los que se desea insistir a la hora de seleccionar el material. Dentro de este ámbito tal vez sea imprescindible que el programa de discusión de dilemas morales se realice después de haber dedicado algún tiempo a la tarea de analizar y aclarar lo que son los valores, de tal manera que el alumno tenga criterios para entender el contexto dentro del cual se desarrolla la actividad. Hay que tener en cuenta, también, la duración de la experiencia. Si se le va a dedicar un trimestre, son necesarios al menos 5 dilemas mensuales y en la selección de los mismos deberán considerarse los siguientes extremos: El dilema debe ser relevante para el grupo en el tipo de problema que plantea, por tanto es importante conocer a losmiembros del grupo con el que se va a trabajar: edad, nivel de conocimientos, intereses de la mayoría. El planteamiento del dilema debe realizarse de forma comprensible para ellos. Relatar la historia y escribirla bien es importantísimo para su comprensión y posterior discusión. Elementos de los dilemas. La discusión de dilemas no es una técnica de terapia de grupos, por lo tanto el foco de interés no debe estar centrado en la vida de los sujetos que participan en el análisis. El caso presentado debe remarcar bien y debe diferenciar claramente las alternativas planteadas y su legitimidad. Debe aparecer muy claro el personaje principal, y que tiene que elegir entre dos opciones: (A) o (B). Los sucesos deben estar centrados sobre cuestiones de valor moral. El profesor tiene que estar seguro de que el dilema es entendido por los alumnos; si no es así, debe proporcionarles las explicaciones necesarias para que todos los asistentes tengan muy claro el hecho sobre el que se va a plantear el trabajo El planteamiento del dilema debe terminar siempre con preguntas del tipo: ¿qué debe/debería hacer X?, con el objetivo de que aparezca de forma clara la obligación moral del protagonista de la historia. Es conveniente tener preparadas algunas alternativas al dilema planteado por si los alumnos no captan el problema y el debate se hace imposible. Estas alternativas pueden ser: Sencillas modificaciones o complicaciones del dilema planteado. Disponer de preguntas sonda (exploratorias) que permitan comprobar que se ha entendido el problema/s planteado/s. Este tipo de preguntas pueden también ser útiles cuando el diálogo derive hacia cuestiones poco relevantes, o cuando los asistentes necesiten ayuda porque se les han agotado las cuestiones que les permitan profundizar en el análisis de los hechos. A la hora de realizar la programación debes recordar que: => Buscar dilemas es una labor que el profesor debe realizar. => Al plantear un dilema es conveniente señalar la fuente que lo ha inspirado: un libro, el periodico, una película, un suceso real... Esto puede servir de ayuda a los que deben resolverlo. Tal vez se puedan hacer una mejor composicion de lugar y esto les acerque al problema. Si los alumnos se sienten implicados, su interés aumenta. => No todos los grupos son iguales. Piensa en los alumnos o en el grupo ante el que va a ser planteado: la edad, el nivel de desarrollo o conocimientos, los intereses, el presencia mayoritaria de un sexo u otro... Todo dilema debe ser adaptado al grupo. Una historia que da buen resultado en un grupo de alumnos puede resultar poco inspiradora en otro. => En el conflicto debe haber un personaje central, que es el que debe elegir una opción. Este personaje no debe estar excesivamente alejado de las posibilidades reales o imaginarias del grupo.</DT< P> => El conflicto siempre es moral. Si aparecen otros aspectos controvertidos, hay que tenerlos en cuenta previamente y tener planificadas algunas preguntas alternativas que reconduzcan al conflicto original, en el caso de que el objetivo inicial se desviase. Si el planteamiento del dilema se acaba con la pregunta: ¿Qué debe hacer?, se remarca el aspecto moral de la solución conflictiva. Debes evitar => Los dilemas ambiguos, bien porque la historia carezca de interés, bien porque se usen palabras excesivamente técnicas, o bien porque la historia sea excesivamente complicada. => Que el conflicto moral inicial pueda ser olvidado al estar rodeado de otros conflictos cuyos elementos puedan ser mucho más atractivos para el alumno. => Convertir la sesión en una especie de terapia de grupo, en la que cada cual cuenta su experiencia. => Que el profesor sea el que aporte las soluciones el problema. Son los alumnos los que deberán buscar las posibles salidas del mismo, y no esperar que el profesor sea el que diga la última palabra. => Los planteamientos maximalistas y ¡porque sí!. Habrá que insistir constantemente en que cualquier planteamiento deberá estar adornado y acompañado de las oportunas razones. Si esto no ocurre dicho planteamiento podrá no tenerse en cuenta. Unidad III. La vocación, la vida académica y la ética profesional 3.1 La ética académica Hace cincuenta años, cuando entré en contacto con la ciencia, raramente se hablaba sobre temas éticos. Pero actualmente, el lema de la ética en la ciencia no sólo ocupa los anuncios y los suplementos dominicales, también lo encontramos en libros, periódicos y conferencias. Lo cual me alegra, ya que he pasado la mayor parte de mi vida instando a mis colegas a ser más "responsables socialmente". Pero, ¿cómo ha surgido este brusco cambio de actitud? ¿Por qué se espera que los científicos tengan más en cuenta la ética de lo que solían? Algunos verán en ello tan sólo una consecuencia natural de la creciente influencia de la ciencia en la sociedad. Yo lo interpreto como un síntoma de la transformación de la ciencia en un nuevo tipo de institución social. Hace cincuenta años, el mundo de la ciencia se dividía en dos tipos de instituciones. En las universidades y en organizaciones públicas de investigación se practicaba la "ciencia académica". En los laboratorios industriales y en los de investigación y desarrollo gubernamentales se practicaba la "ciencia industrial". Eran dos culturas diferentes, ligadas íntimamente en muchos sentidos, pero en donde los asuntos éticos se planteaban de forma bastante diferente. La ciencia académica era enormemente individualista. Los nombramientos de la gente se debían a la contribución al conocimiento mediante publicaciones científicas. Las universidades y los institutos de investigación tenían poca influencia directa en las investigaciones. Los académicos portante es que este principio de "no ética" no es un módulo obsoleto, sino una parte integral de un complejo marco cultural. Las normas de Merton se combinan de forma diferente para motivar y permitir una gran gama de formas y procesos de actuación. Entre ellas no hay espacio para otras virtudes o valores diferentes a la su puesta verdad objetiva y desinteresada. Los científicos académicos siempre han tenido en cuenta, por supuesto, consideraciones éticas en su trabajo, pero han tenido que rescatarlas a escondidas de la vida privada, de la política, de la religión o de las meras tendencias humanitarias. Incluso ahora, muchos científicos expertos rechazan instintivamente la intrusión de este elemento problemático en su dedicada y ordenada vida. Investigaciones sin dueño Ahora vayamos a la "ciencia industrial". Esencialmente tiene la misma base de conocimientos que la académica, pero sociológicamente es diferente. Sus principios estructurales son normas codificadas, ya que los imponen explícitamente los organismos empresariales que pagan a los científicos por su trabajo. No digo que estos principios sean completamente opuestos a la ética académica, pero ciertamente existen muchos contrastes. Uno es que generalmente los científicos industriales no "son dueños" de sus investigaciones, ya que no eligen sus propios proyectos ni son libres de publicar resultados por propia iniciativa. La ciencia industrial no es un complemento de la ciencia académica, sino una cultura paralela en la que personas con talento se sirven de la ciencia para producir conocimientos valiosos. Pero no hay un término ético en su lenguaje social. Es cierto que un grupo especializado de científicos industriales puede juntarse para formular un código profesional que cubra varios aspectos de su trabajo, aunque esta forma de actuación no es intrínseca a la investigación y sigue estando sujeta a sus obligaciones contractuales como empleados de una empresa. La ciencia industrial, desde la agricultura hasta los zoológicos, el estilo más tradicional del "Modelo 1". Yo prefiero llamarla 'postacadémica", para mostrar que conserva externamente muchas formas de actuación académicas y todavía se localiza parcialmente en círculos académicos. La ciencia post-académica tiene características que hacen absurdas las barreras tradicionales entre ciencia y ética. Como hemos visto, las dos razones para mantener las consideraciones éticas separadas de las dos diferentes tradiciones científicas son esencialmente inconsistentes. Aplicadas simultáneamente no se apoyan entre sí, sino más bien tienden a anularse. La investigación post-académica se realiza normalmente por una sucesión de "proyectos". A medida que se intensifica la competencia por fondos, las propuestas de proyectos se vuelven más específicas en relación a los resultados esperados de la investigación, incluyendo su impacto social y económico más amplio. Esto ya no es algo que deben determinar los investigadores. Ya no se espera que las universidades y las instituciones de investigación se dediquen exclusivamente a la 'búsqueda del conocimiento" en sí misma. Se ven impulsadas a buscar patrocinio industrial ya explotar al máximo cualquier descubrimiento patentable hecho por sus académicos, especialmente cuando se sospecha un posible beneficio comercial. Se ha argumentado que toda investigación del "Modelo 2" procede de problemas que surgen de las aplicaciones científicas. Esto no significa que la ciencia básica vaya a desaparecer. El camino hacia la solución de muchos problemas urgentes, como el hallazgo de una curación para el Sida, pasa seguramente por muchos territorios de investigación básica, remotos y aparentemente sin importancia. Pero el mero hecho de que estos caminos provengan de necesidades humanas del pasado y se dirijan al futuro, les da una dimensión ética explícita. Incluso la investigación más básica tiene así potenciales consecuencias humanas, de forma que los investigadores se ven obligados a preguntarse si todos los objetivos de la actividad que realizan se ajustan a sus propios valores. Para la mayoría de los científicos industriales, la situación no ha cambiado mucho. Pero el típico papel post-académico del empresario científico independiente combina los riesgos morales con los financieros, y no permite que los problemas éticos alcancen a los directivos no científicos. ¿Deben estos científicos permanecer ligados a la ética académica que aceptaron al realizar sus doctorados? Otra característica de la ciencia post-académica es que es en gran parte producto del trabajo de equipos científicos, a menudo de varias instituciones diferentes. ¿Dónde recaen entonces las responsabilidades éticas? ¿Debe culparse al líder del trabajo deshonesto de uno de los miembros del equipo? ¿Qué código ético debe aplicarse a un equipo que incluye científicos académicos e industriales? Para complicar más el problema, los equipos suelen ser temporales. ¿Cómo funcionan las consideraciones éticas en estos entornos? Estos son sólo algunos ejemplos de cómo la transición hacia la ciencia post-académica está forzando a los científicos a ser más sensibles frente a temas éticos. Una de las virtudes de la nueva forma de producción de conocimientos es que no puede esconder sus problemas éticos debajo de la alfombra. La ciencia ya no puede volver la espalda a asuntos que muchos de nosotros hemos intentado durante mucho tiempo sacar a luz. 3.2 La vocación La Vocación INTRODUCCIÓN. En una tarde cualquiera, un muchacho entra en la oficina de un sacerdote y cerrando la puerta le pregunta: "Padre, ¿cómo sé si tengo vocación?". El Sacerdote, conociendo al joven, comprende que éste tiene inquietudes deseando saber si Dios lo llama al sacerdocio. La pregunta puede presentarse en otras formas, por ejemplo: ¿Qué es la Vida Religiosa? o bien el chico dice: "¿Cómo es la vida en el seminario? ¿Qué estudian?". El caso es que de pronto un muchacho presiente que el Señor lo está llamando al Orden Sacerdotal. Todo su proyecto vital anterior se tambalea, pues después de años de estudio con la idea de ser ingeniero o doctor y estando el título ya cercano, ha perdido el interés por su carrera y piensa cada vez más en las cosas de Dios. Lo que es más, duda mucho si de veras quiere a su novia o es nada más por costumbre que la visita. Dependiendo de la persona y sus inquietudes, hay que analizar caso por caso. Puede ser que se trate de una auténtica vocación al sacerdocio o simplemente de una ilusión o inquietud pasajera. ¿QUÉ ES LA VOCACIÓN? Como suele suceder, las cosas más importantes de la vida, son difíciles de definir. El concepto de vocación se presta a diversas interpretaciones y por tanto puede provocar confusión. Podemos usar la palabra vocación de diferentes maneras, en diversos niveles. Existen,por ejemplo, escuelas "vocacionales"; se dice que alguien tiene "mucha vocación" para algún oficio o profesión; si un muchacho se sale del seminario "es que no tenía vocación". Y también hablamos de "vocación matrimonial o religiosa". ¿De qué estamos hablando? En realidad, la palabra VOCACIÓN proviene del latín: VOCARE, que significa llamado. Sentir una vocación equivale a decir que alguien me está llamando. De otra manera no tiene sentido. ALGUIEN LLAMA Debemos poner en claro antes que nada, que es Dios quien llama. Iluminados por la fe y experiencia enorme de la Iglesia, sabemos ciertamente que toda vocación viene de Dios. El uso de dicha palabra en otro contexto, es abusivo o equivocado. Aclaremos los puntos. EL PRIMER LLAMADO Dios Creador nos llama del no-ser a la existencia. Nosotros no nos damos la vida solos: la recibimos gratuitamente. Dios, por medio de los padres, va llamando a la vida a los seres humanos. No somos el resultado casual e intrascendente de un proceso biológicos ciego, sino que Dios asocia en su obra creadora a causas segundas, en este caso los padres. En la formación de una familia, los padres son cocreadores con Dios. Tener un hijo es la respuesta al deseo de Dios expresado bellísimamente en el libro del Génesis con las palabra divinas: "Creced y multiplicaos, henchid la tierra" (Gén. 1,28). No importa la mucha o poca conciencia que los esposos tengan del hecho, ellos están de cualquier manera, colaborando con la obra de Dios como causas segundas. Y sabemos por la fe, que el Señor, atento a los actos conyugales, crea personalmente el alma de cada niño concebido. ¡He ahí la grandeza de los actos sexuales! ¡He ahí el respeto absoluto que debemos tener por el niño en cualquier momento de su gestación! UN SEGUNDO Y SUBLIME LLAMADO Pero Dios no nos llama a la existencia nada más para que vivamos, crezcamos, nos reproduzcamos y nos muramos. No somos animales. El tiene un proyecto grandioso e inefable para cada persona llamada a la existencia. Si ha constituído a los esposos como colaboradores suyos en la procreación, es para un fin mucho muy superior al mero deseo de llenar la tierra de seres humanos. Cada uno de nosotros, todos los hombres y mujeres que poblamos la tierra, estamos llamados "desde antes de la creación del mundo", como nos dice San Pablo en su maravillosa carta a los Efesios, a participar de su propia VIDA DIVINA, hasta la eternidad, lo que llamamos la GRACIA SANTIFICANTE. Este llamado, esta vocación a la Gracia, es el hecho más importante en nuestras existencias. Si el don de la vida humana es ya de por sí algo formidable, el que Dios nos llame a gozar de su propia Vida Divina, es algo inaudito, inefable, insospechable si no fuera por la revelación que Cristo nos hace en la Sagrada Biblia. Solamente por la Fe, podemos entender el sublime llamado que Dios nos hace en su Querido Hijo y de la aceptación de esta verdad toda nuestra vida adquirirá un sentido total. Fuera de esta perspectiva, la vida parecería un absurdo o una broma cruel. ¡Tantas idas y venidas, tantos trabajos y sufrimientos, para al fin morir y desaparecer! No es el fin de este Folleto abundar en el tema excelso de la Gracia. Por eso sugerimos estudiar el Folleto E.V.C. 165 titulado exactamente "LA GRACIA". Quede tan solo claro, que Dios no nos llama únicamente a gozar de la vida humana, sino que aparte de esta existencia a nivel humano, El nos llama a participar ya de su Divinidad: es la vocación a la Gracia. Y siendo la Gracia de por sí santificante, en resumidas cuentas, Dios nos llama a la santidad. Todo hombre nacido en este planeta, está llamado a ser Santo. La vocación a la Santidad es universal. De una manera brillantísima el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática "Lumen Gentium" nos aclara el llamado universal a la santidad por la participación de la Vida Divina: "El Padre Eterno creó el mundo universo por un libérrimo y misterioso designio de su sabiduría y de su bondad; decretó elevar a los hombres a la participación de la Vida Divina" (LG2). Más adelante en el número 39 el mismo documento nos dice: "por eso en la Iglesia todos, ya pertenezcan a la Jerarquía, ya sean apacentados por ella, son llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación" (I Tes.4,3). Del mismo modo con que el Apóstol San Pablo invita a todos a la santidad, el Papa Juan Pablo II, en su visita a Brasil, repite la misma idea: "La verdad es que estamos llamados todos -¡no temamos a la palabra!- a la santidad (¡y el mundo hoy necesita tanto de los santos!) una santidad cultivada por todos, en los varios modos de vida y en las diferentes profesiones y vivida según los dones y las tareas que cada uno ha recibido, avanzando sin vacilaciones por el camino de la fe viva, que enciende la esperanza y actúa por medio de la caridad". En Alemania, el Papa clama: "¡Sed Santos! Sí, santificad vuestras propias vidas y mantened siempre en vuestro corazón la presencia de Aquel que es El solo Santo". Tal vez jamás habías pensado en ser santo y sin embargo estás llamado a serlo, participando de la Vida Divina que se nos comunica por los Sacramentos a partir del Bautismo. "¡Yo no nací para ser santo!" hemos oído muchas veces y sin embargo la realidad es precisamento lo contrario: hemos sido llamados a la existencia para ser santos. Aquel grito no es sino una confesión de ignorancia o de cobardía ante la necesidad de responder al llamado de Dios. EL HOMBRE RESPONDE Si en toda vocación es Dios quien llama, toca al hombre responder a dicho llamado. Y como el hombre es libre por designio Divino, puede responder afirmativamente... o no. Podemos negarnos al don de la existencia suicidándonos. Podemos negarnos al llamado a la santidad, pecando. Es nuestra decisión y Dios la respeta porque no quiere autómatas. El pone ante nosotros la vida o la muerte, la Gracia o la condenación. ¡Terrible cosa ser tan libres! LOS TRES CAMINOS PARA SER SANTOS Puesto en claro que Dios nos llama a la Gracia, no hay mas que tres modos de responder al llamado: casados, solteros o consagrados. Todos nacemos solteros pero llega el momento en que cada quien debe decidir de qué manera Dios lo llama a vivir en santidad. Ciertamente hay algunos que deciden vivir en pecado, pero no podemos decir que esa sea una vocación: Dios no nos llama al pecado y a la condenación al darnos la vida. El pecado viene a ser precisamente la respuesta negativa al llamado divino. Los casados. La vida matrimonial corresponde a la voluntad de Dios expresada en el Génesis con aquel "Creced y multiplicaos". La inmensa mayoría de hombres y mujeres, optan por casarse, aunque sin pensar siquiera que Dios los llama por ese medio a la participación de la Vida Divina. El instinto, el romanticismo, las costumbres, la sociedad misma, llevan a los muchachos al matrimonio. Raro sería aquel joven que no haya pensado en casarse algún día. Así pasa que sin pensar gran cosa en el aspecto vocacional del matrimonio, se van fundando nuevas familias y hasta los que se casan "por la Iglesia" en muchas ocasiones no ven su unión como un camino de santidad. El matrimonio Sacramento, es ciertamente un canal de Gracia para los cónyuges católicos. Vivir el matrimonio con la conciencia de estar caminando juntos, esposos e hijos, en presencia de Dios, gozando de su Vida comunicada por Jesucristo, para llegar juntos, en familia, a la gloria eterna, es toda una aventura maravillosa, digna de ser vivida intensamente. Los casados dan gloria a Dios con todos los actos de su vida conyugal y ésto incluye la prudente y santa fecundidad, que da hijos a Dios por medio del Bautismo. Los Solteros. No solamente existe la inclinación natural al matrimonio, sino que los padres educan a sus hijos para casarse. Estamos condicionados y presionados por la sociedad a formar una familia. Y sin embargo se dan muchos casos en que el hombre o la mujer, por múltiples razones, no encuentran con quien casarse. ¿A qué edad deben darse cuenta y aceptar que el matrimonio no es para ellos? ¿A qué edad deben descubrir la soltería como una vocación a realizarse humana y cristianamente en santidad? Lo que a ojos de muchos parece un fracaso, una carencia, es por el contrario el camino providencial -o sea, querido por Dios- para esta persona en concreto. Ni humana ni cristianamente debemos depender de una pareja para realizarnos plenamente. Lo que es más, muchos que se casaron, nunca deberían haberlo hecho y el matrimonio en vez de plenificarlos, los frustró lamentablemente. Que lo digan las familias infelices y los divorciados. Estando natural y socialmente inclinados al matrimonio, Dios puede indicarnos de alguna manera que nos tiene reservado otro camino para ser santos. Al aceptar realistamente que no hay matrimonio en el horizonte, el hombre o la mujer deben descubrir las inmensas ventajas que la soltería brinda a la persona humana en el campo cívico, científico, deportivo, cultural y religioso. San Pablo, en su carta a los Corintios, nos invita a permanecer célibes como él, para poder servir al Señor sin las limitaciones naturales que impone la vida matrimonial (I Cor.7,32-34). Los solteros, de ambos sexos, pueden hacer de su vida celibataria, una aventura formidable en todos sentidos, siempre en Gracia de Dios. La fuerza cívica y religiosa de aquellos que no se casaron, puede ser tremenda con tal que no vivan amargados pensando en lo que no fue. ¡Lo que pueden hacer los solteros por México! ¡Cómo puede un soltero dar gloria a Dios en la Iglesia! No es el propósito de este Folleto desarrollar a fondo la vocación al celibato. Los referimos al Folleto E.V.C. 612 "El Campo Ignorado". Tan sólo quede aquí el hecho de que en la castidad perfecta que nos exige Dios y sin el amor físico de los cónyuges, los solteros pueden dar y recibir amor a raudales, lo que en muchos casos no sucede dentro del matrimonio. Hay que recordar siempre que la vocación básica de todo hombre es la santidad y que el matrimonio es accidental en la vida, o sea, no es necesario para realizarnos como personas y como santos. Los Consagrados. Una tercera vía hacia Dios es el de aquellos que reciben un llamado especial a consagrarse al Señor de tiempo completo. Son los llamados a las Ordenes Sagradas o a la vida Religiosa, tanto masculina como femenina. En un momento dado el muchacho o la muchacha sienten o se dan cuenta de que Dios los llama. Una muchacha con todas las aptitudes para ser una buena esposa y madre de familia, perfectamente capaz de desarrollarse en una profesión, siente un atractivo total por Cristo y todo lo demás pasa a un segundo plano: novios, carrera, negocios, proyectos. Un muchacho, a la mitad de la carrera y con novia, de alguna manera escucha aquél "Ven y sígueme" que hizo a San Pedro abandonar la barca y sus redes y marcharse tras Jesús. Es el momento en que acuden a un sacerdote o religioso para aclarar sus inquietudes. No es fácil responder al muchacho o a la chica si el llamado es auténtico. Sería muy cómodo que Jesús se apareciera personalmente a cada uno y mirándolo amorosamente a los ojos, le dijera "vente conmigo", pero no sucede así. No hay dos vocaciones iguales y es preciso analizar cuidadosamente cada caso para discernir la voluntad del Señor. Trataremos por separado el llamado al Sacerdocio y la vocación religiosa. LA VOCACIÓN SACERDOTAL. Leemos en el Evangelio de San Mateo 4,18-22 cómo "Caminaba Jesús a orillas del lago de Galilea y vio a dos hermanos: Simón, llamado después Pedro y Andrés, que echaban las redes al agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme y los haré pescadores de hombres". Los dos dejaron inmediatamente las redes y empezaron a seguirlo. Mas allá vió a otros dos hermanos: Santiago y Juan, que con Zebedeo, su padre, estaban en su barca zurciendo las redes. Jesús los llamó y ellos también dejaron la barca y al padre y empezaron a seguirlo". Así llamó Cristo a "los que El quiso" de entre todos sus discípulos y los fue formando por tres años de una manera especial. Les fue dando órdenes y confiriéndoles sus poderes para llevar a cabo su obra de salvación. Si hay una cosa clara en los Evangelios, es la intención precisa de fundar su Iglesia en los Apóstoles para santificar y salvar a la humanidad entera por la predicación de la Palabra de Dios y la celebración de los Sacramentos. Tan magna empresa, obviamente, no terminaría con la muerte del último de los Apóstoles y así, ellos fueron comunicando sus poderes sacerdotales a sus sucesores por la imposición de las manos, como constatamos en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo. Desde entonces, miles y miles de muchachos han sentido el mismo llamado a entregar su vida entera por la salvación de las almas. "El amor de Cristo nos apremia" decía San Pablo y esos hombres, inflamados por el amor a Dios, han llevado la Palabra de Salvación durante 20 siglos a todos los rincones de la tierra. En el Documento del Concilio Vaticano II llamado "Presbiterorum Ordinis", se describe la misión del sacerdote: "Los sacerdotes contribuyen, a un tiempo, al aumento de la gloria de Dios y a que progresen los hombres en la Vida Divina" (P.O.2). "Los presbíteros, tomados de entre los hombres para las cosas que miran a Dios, para ofrecer ofrendas y sacrificios por los pecados, viven entre los demás hombres como entre hermanos" (P.O.3). "Por su vocación y ordenación, los presbíteros de la Nueva Alianza son ciertamente separados en el seno del Pueblo de Dios, no para alejarse de él, ni de cualquier hombre, sino para que puedan consagrarse totalmente a la obra a la que el Señor los llamó" (P.O.3). Pero ¿cómo llama Dios a un joven a su servicio? Tengamos presente que El toma la iniciativa y llama a quien quiere del modo que El quiere. Puede ser que el muchacho ve de pronto, con una lucidez total, que el sacerdocio es lo suyo. O bien puede suceder que la idea vaya colándose lentamente en su ánimo, como a través de una niebla que se despeja poco a poco. Algunos han sido llamados desde su más tierna infancia y jamás han pensado en otra cosa; otros al contrario, han tenido que superar dudas y tentaciones, altibajos y decepciones. Cada sacerdote podría decir el cómo de su llamado. Hermoso el testimonio de un sacerdote Marista que desde los siete años al ver a su cura párroco ya anciano, se dijo: "A su muerte yo tomaré su lugar"... SIGNOS DE LA VOCACIÓN SACERDOTAL Como en el amor humano, en la vocación sacerdotal no hay reglas absolutas. Se puede, sin embargo, tener en cuenta algunos aspectos o rasgos generales que ayudan a discernir si un joven está siendo llamado por Dios o no. 1. Vida en Gracia. Podemos decir que el fin último del ministerio sacerdotal es lograr que todos los hombres vivan en Gracia de Dios y así se salven eternamente, como lo indica el Concilio ya citado. Para eso vivió, murió y resucitó Jesucristo Nuestro Señor, para darnos Vida Eterna. Sería por tanto una contradicción pensar en dedicar la vida entera a este fin, desde una condición permanente de pecado mortal. Los cristianos, auxiliados por los Sacramentos, debemos y podemos vivir permanentemente en Gracia. Es por eso que recibe el nombre de Gracia Habitual. Siendo frágiles cualquiera puede en un momento dado cometer un pecado mortal y verse así privado de la Vida Divina, pero eso sería la excepción. Un buen católico no tolera vivir en pecado y busca la Reconciliación con Dios en el Sacramento de la Penitencia lo más pronto posible. Cuando un muchacho vive normalmente en pecado ya sea por vicios adquiridos o por decisiones equivocadas, como puede ser el tener una amante, no puede pensar en serio en el sacerdocio. Algunos grandes Santos han sido también anteriormente grandes pecadores, pero respondieron al llamado Divino convirtiéndose sinceramente dejando su condición de pecadores. San Agustín es un ejemplo clásico de ello. 2. Gusto por las cosas de Dios. Muy raro sería que se manifestara una vocación en un muchacho tibio y desapegado. Por lo general, existe una inclinación, tal vez heredada y vivida en la familia, hacia lo religioso. Familias profundamente religiosas, donde Dios está presente, donde la oración es frecuente y la asistencia a Misa es gozosa y festiva, no es raro que se vean bendecidas con el llamado de alguno de sus hijos al estado sacerdotal. El gusto por las cosas de Dios, a pesar del mal ambiente familiar, puede llegar súbitamente como un magnífico descubrimiento a partir de un encuentro con Cristo, por ejemplo en una Jornada de Vida Cristiana o un Retiro Espiritual. De pronto Dios es el personaje más importante en la existencia y todo lo que tenga que ver con El es marvilloso: Biblia, Sacramentos, catequésis, apostolado, parroquia, oración, obras de caridad, liturgia, etc... No es de extrañar, por lo tanto, que se diga: "Esto es lo mío" y piense en entrar al seminario. 3. Capacidad intelectual. Cuando un joven ha podido terminar estudios equivalentes a la preparatoria o vocacional, está demostrando al menos dos cosas: cierta capacidad intelectual y haber tenido la disciplina suficiente para obtener un certificado. Podemos sospechar que los estudios sacerdotales no serán un obstáculo infranqueable. En el seminario se estudia mucho y por largos años. Por lo general son tres años de filosofía y cuatro de teología, aparte de un año de noviciado si el muchacho quiere pertenecer a una congregación religiosa. Es por eso que hacen falta tanto la inteligencia como la perseverancia. Los sacerdotes, al final de sus estudios, son tan profesionistas o más, que un licenciado, ingeniero o doctor. Ojalá los católicos remuneraran sus servicios pastorales al mismo nivel que pagan los servicios profesionales de un médico o un abogado... 4. Equilibrio emocional. El ministerio sacerdotal y la vida misma en el seminario, van a someter al candidato a duras pruebas y presiones. Es por eso que se requiere de una estabilidad bien cimentada. Las personas frágiles, volubles, en extremo emotivas, desequilibradas, no son aptas para el sacerdocio y tal vez ni para el matrimonio. Cuando se tiene sobre los hombros la responsabilidad de una parroquia o la dirección de una escuela, cuando los problemas de la gente llegan por todos lados, cuando hasta las tentaciones acechan, es necesario poseer una ecuanimidad y un dominio de sí a toda prueba. Una persona sin esas cualidades será un problema permanente tanto en el seminario como ya en la vida ministerial. 5. Vida de castidad. Relacionada con la estabilidad emocional viene la capacidad de vivir en castidad perfecta. Desde el siglo IV (386) el Papa Siricio hizo ley Eclesiástica lo que ya se venía practicando desde mucho antes: el celibato sacerdotal. Muchos cristianos, siguiendo el ejemplo de San Pablo, permanecían en el celibato para poder dedicarse completamente al servicio de Dios (I Cor.7,32-35). En un mundo sexualizado al máximo, en donde se concede un valor absurdo e indiscutible a la actividad sexual, sea del tipo que sea, el voto de castidad parece una locura incomprensible. El mismo Señor Jesús apuntó tanto la grandeza de la castidad "por el Reino de Dios", como la incomprensión del mundo hacia esa actitud (Mt. 19,12). Muy en contra de lo que nos bombardean los medios masivos de comunicación, la obligación de la castidad es absoluta para los solteros ("No fornicarás") y aún los casados deben comportarse dentro de su matrimonio según la ley de Dios en lo que podemos llamar "castidad matrimonial". El candidato al sacerdocio es invitado a continuar viviendo la castidad del célibe cristiano, permanentemente, por el Reino de los Cielos. Si ya desde joven ha comprobado tristemente que no le es posible la continencia, debe antes de atreverse a emitir el voto de castidad, comprobar que ha superado esa debilidad y puede en el futuro ser fiel a su promesa. El voto de castidad hace del sacerdote y del religioso, no solamente un hombre libre de las cargas inherentes a la vida de familia, sino también un signo impactante para el mundo, de los valores trascendentales del Reino de Dios. El que un hombre renuncie a una cosa tan de acuerdo con la naturaleza humana, como es formar una familia, supone un acto de fe formidable en la Vida Eterna de la Gloria. El sacerdote es una flecha que apunta hacia el más allá y nos dice que las realidades temporales, por legítimas que sean, no son las definitivas, no son las más importantes. Poder sacrificar el presente como los mártires- por el Reino de los Cielos, es una gran señal para todo el mundo. Es tal vez por eso que el sacerdote católico es un personaje permanente en novelas, películas y series televisivas. Es un hombre extraordinario, que motiva o molesta. Su celibato, el secreto de confesión, su fidelidad a su fe, lo hacen interesante de cualquier manera. Por desgracia no siempre aparece en las pantallas con veracidad. Los productores y autores son capaces de desfigurar totalmente la figura sacerdotal con tal de causar impacto: ni al Papa respetan. En cambio los pastores protestantes no son noticia. Siendo como son hombres casados, cuando aparecen los vemos como buenas personas predicando su religión y sumergidos en todos los problemas que el matrimonio conlleva. Es por estas razones y muchas otras, que la Iglesia no modifica la ley del celibato sacerdotal. Aunque muchos jóvenes no opten por el sacerdocio debido precisamente al reto que representa dicho voto, aunque haya de vez en cuando, por desgracia, escándalos debidos a la debilidad humana, el celibato permanecerá vigente en la legislación eclesiástica aunque no sea mandamiento Divino. Más adelante, cuando tratemos de la Vida Religiosa, ampliaremos el tema del voto de castidad que también emiten los religiosos y las religiosas. 6. Amor a la Iglesia. El sacerdote trabaja tiempo completo por el Pueblo de Dios: todas sus energías, proyectos, ilusiones, van encaminadas a la instauración del Reino de Dios en la tierra, extendiendo sus límites a los confines del mundo. En otras palabras, toda su vida en una apasionada entrega a la Iglesia. Un muchacho que ha descubierto el proyecto de Dios, ama ya a la Iglesia y trabaja por ella en obras de apostolado desde su posición laical. No solamente medita directamente el Evangelio, sino que estudia asiduamente los documentos del Magisterio, tan importantes como aquél. Escucha atentamente la voz del Papa y del Concilio, se interesa en los acontecimientos eclesiales como pueden ser los viajes pastorales del Papa, las reuniones episcopales como el CELAM, etc... Es en otras palabras, un "hombre de Iglesia". Ingresar al seminario no sería sino un lógico paso en la entrega ya iniciada en su parroquia o en algún movimiento apostólico. 7. Amor a la Eucaristía. Podemos decir que la cumbre del ministerio sacerdotal es la celebración de la Santa Misa. Es cuando un sacerdote es más sacerdote. Es cuando los poderes sacerdotales rayan en lo inaudito: ¡consagrar el pan y el vino para ofrecer al Padre la Víctima Divina y luego repartirla al pueblo fiel! ¿Cómo pensar en una vocación al sacerdocio que no tenga como meta la celebración de la Eucaristía? ¿Cómo podría existir una tal vocación en un muchacho que ni asiste a Misa ni comulga jamás? La intimidad con Jesús Eucaristía es uno de los signos más claros del llamado al sacerdocio. Pasar largos ratos ante el Sagrario, participar gustosamente en la Misa, comulgar no tan solo los domingos, sino a diario si es posible, sería lo más lógico en el proceso hacia el sacerdocio. 8. Actividad Apostólica. Se ha mencionado que el candidato, por su amor a la Iglesia, participa en el apostolado. Del mismo modo como un chico que desea ser futbolista se pasa el día pateando pelotas y no pierde ocasión de jugar, el muchacho que es llamado al sacerdocio, se interesa por las obras de apostolado generosamente. Tal vez no lo reflexione ni se dé cuenta, pero el apostolado se convierte en el valor principal en su vida. Podemos decir que el celo apostólico es un signo y un camino de la vocación sacerdotal. Autor: P. Clemente González Fuente: es.catholic.net ¿Qué es la vocación? Vocación significa "llamado", del latín vocare -que quiere decir llamary se refiere a que cuando Dios te creó, también te pensó y te llamó a un estado y condición de vida específicos, a un estilo de vida concreto. Primero que nada, para entender esto, es necesario darnos cuenta que Dios existe. Ésta es una verdad del tamaño del cielo, que con el simple hecho de estar vivos cada nuevo día por las mañanas, reafirmamos. Es más fácil comprobar que Dios existe que comprobar lo contrario. Si un astronauta encontrara en Marte un edificio, no se pondría a tratar de explicar el cómo, por casualidad, se amontonaron todos los componentes para ir logrando cada ladrillo de la construcción, sino que diría que en Marte alguien construyó el edificio. Igualmente, una persona sensata diría que alguien tuvo que haber creado al hombre, que es algo más que un edificio, pues es más perfecto. Ahora bien, el hecho que Dios exista nos lleva a otra cuestión: siendo tan inteligente, Él no se pone a hacer cosas sin razón alguna. Y cuando manda a algún alma a la tierra, lo hace con un plan específico, para que viva de una manera concreta. Y es esta manera concreta a la que llamamos vocación. Debemos recordar que nuestra plenitud y felicidad depende de cuánto busquemos llevar a cabo este plan de Dios en nuestras vidas, por que no hay nadie, NADIE, que sepa más la manera de hacernos felices, que Dios mismo, aún cuando nosotros queramos "experimentar" nuestros propios caminos. 3.3 Las profesiones actuales En el caso de la arquitectura al llamarla profesión, debemos también considerarla como vocación. Toda vocación es una posibilidad de ser: es una forma posible de ser hombre. La vocación es el sentido de orientación vital. La profesión como la vocación tienen su propio nivel de excelencia y la areté, o la virtud, o la bondad de cada cosa constituye el elemento existencial de la cosa misma, y se aprecia examinando si ella sirve para lo que es. De igual modo se juzga al hombre, examinando lo que hace en su actividad profesional. Al elegir una profesión o una vocación es elegir entre múltiples maneras de ser, y es adquirir el compromiso se ser hombre excelente dentro del campo de su profesión. Una vida que cumple eminentemente su vocación tiene la virtud de la ejemplaridad: sirve de guía a las nuevas vocaciones, pues es la voz de una forma de vida llamativa que invita a fijar una orientación vital, a determinar el camino de una vida, contribuyendo a dar cohesión a la comunidad de los profesionistas, lo que implica en la profesión un compromiso común. El ejercicio profesional presupone que una institución educativa ha otorgado al profesionista, además del reconocimiento de la capacidad intelectual, un crédito de solvencia moral; en consecuencia, el profesionista debe ajustar su conducta a los valores éticos más elevados. La finalidad principal del ejercicio profesional es prestar un servicio a la sociedad; solo de manera secundaria la profesión es un medio para adquirir honestamente satisfactores económicos y procurar con ellos la subsistencia del profesionista y de su familia. Cualquier profesión u oficio debe promover en el individuo la conciencia de su responsabilidad y solidaridad social. De entre el conjunto de nuestros deberes, los llamados profesionales ocupan un lugar especial en nuestra conducta. Pues toda profesión siempre impone obligaciones y deberes que cumplir. Nuestro comportamiento ante estos deberes, constituye lo que se llama conciencia profesional: la con-vicción profunda de las obliga-ciones inherentes a la profesión, y la fidelidad habitual en su cumplimiento, dándonos una par-ticular manera de ser. Nos ha acostumbrado el tiempo y los repetidos números que se han editado de esta revista a esperar siempre una idea central en torno a la cual giran todas las aportaciones que vamos a leer. Este no es el caso. Por ello, enfrentar la tarea de presentar un número de Reencuentro como el que actualmente tienen en sus manos no es tarea fácil, ya que al leer el índice no encontrará el lector una serie de títulos coherentes respecto a una temática de interés general, previamente seleccionada. Sin embargo, subyace en este número un eje de coherencia en los problemas planteados por cada uno de los colaboradores. No cabe duda que algunos de los autores, cuyos escritos se encuentran en este número, se quedaron reflexionando en torno a los problemas educativos que conlleva el uso de los ordenadores electrónicos y lo que aportan a algunas profesiones en particular. Tal es el caso del reto que implica utilizar el potencial de Internet, bien sea como instrumento de búsqueda de información o de nuevos elementos de enlace, como, por ejemplo, las video-conferencias, cuya posibilidad otorga la moderna navegación en la Red. La administración es una de las actividades comunes a toda empresa, bien sea productiva o educativa. En efecto, tanto en sus labores normales, entre otras las funciones de dirección, como en la docencia, la actividad administrativa puede ser transformada por el uso de la herramienta cibernética. De hecho, como ya fue expuesto en nuestro anterior número, las nuevas tecnologías, en general, han generado situaciones de reto y de incertidumbre para el diseño de los programas de estudio, para los cursos y para la modalidad de comunicar contenidos académicos y resultados de investigación, por decir sólo algunos aspectos que han sentido el peso que supone el uso de las nuevas tecnologías, en general y en la educación en particular. El uso de las nuevas tecnologías, basadas en la cibernética, genera fascinación. Algunos campos del conocimiento pueden estar más expuestos que otros. Sin embargo, en todas las profesiones actuales el contacto con la tecnología cibernética es continuo y cotidiano. Esta circunstancia puede generar dependencias, cuyas consecuencias son difícilmente previsibles. En el presente número se analiza la necesidad del estudio de las Ciencias Básicas para algunas profesiones del Area de la Salud para evitar este peligro. Es obvio que esta área no es la única sometida a tales circunstancias. En efecto, cualquier disciplina o profesión que ignore las bases científicas en que se apoyan sus logros prácticos cotidianos, tiende a ser mera técnica. Su aprendizaje, por tanto, sólo exigirá un poco de habilidad y memoria, nunca conocimiento y reflexión crítica. Además del caso analizado en la presente publicación, es preciso remarcar la necesidad de estudios de ese tipo para las profesiones derivadas de las Ciencias Sociales, las cuales presentan el mismo peligro. En el campo de los análisis sociales, el lector encontrará dos ejemplos relacionados con la educación, aunque en niveles distintos. Por un lado, la reflexión sociológico-educativa nos presenta el posible resultado de procesos de trabajo, cada vez más complicados, que pueden incidir en la eficacia de la acción educativa en el nivel universitario; por otro, la ubicación curricular del arte y el modo de enseñarlo, se estudia al determinar la idoneidad y competencia de los docentes que tienen a su cargo el desarrollo de tales habilidades. Por último, cierra el contenido de las aportaciones que constituyen el presente número un análisis de las capacidades incorporadas en los estudiantes de la carrera de medicina de la UAM-Xochimilco, donde se pretende conocer las capacidades de competitividad en los campos propios de la residencia médica. Estos comentarios pretenden hacer surgir el interés del lector en los contenidos del presente número. Como bien puede observarse existe un hilo conductor, desde la cibernética, aplicada a la dirección de empresas y al incremento del capital humano en los posgrados de administración, hasta la capacidad de organización de la acción universitaria y la competencia docente en la enseñanza de las actividades artísticas, o la capacidad competitiva que una universidad incorpora en sus estudiantes para enfrentar no sólo el mercado de trabajo, sino su capacidad de acceso a los niveles de especialidad. No quisimos dejar pasar la publicación en este número, de los acuerdos a que se llegó en el Congreso Pedagogía 2001, que se celebró en la Ciudad de la Habana en los primeros días del mes de febrero del año en curso. Sirva este reconocimiento a los deseos y propuestas que los maestros hicieran, como una necesidad de dar a conocer los reclamos educativos de América Latina. El presente trabajo tiene como objetivo realizar algunas reflexiones sobre la forma en que varias de las empresas actuales realizan su actividad en las condiciones de trabajo que ha impuesto Internet, la Red; y cómo esta actividad está condicionada fundamentalmente por la utilización masiva, constante y adaptada a esas condiciones, de la información disponible. Inevitablemente se está produciendo un impacto en el estilo de dirección de las personas que laboran en esas empresas. ¿Es éste un aporte revolucionario a la ciencia de la dirección o una confirmación de los principios expuestos por los pioneros de la cibernética, hace más de cincuenta años? Las respuestas que da el trabajo a esa pregunta no son definitivas, pero pueden estimular otros estudios que arrojen más luz sobre este problema tan novedoso: las empresas en el ciberespacio, y la percepción que en este caso se tiene de dichas instituciones desde un país del Tercer Mundo, en este caso Cuba. 3.4 La ética profesional Los valores morales básicos deseables que deben fundamentar la manera ética del quehacer del arquitecto, deberán considerarse como mínimo los que se señalan a continuación, relacionándose en dos columnas, en la primera el valor mismo y en la segunda la forma de comportamiento que marca el deber ser, en congruencia con ese valor: VALOR: DEBERÁ SER: COMPROMISO COMPROMETIDO CONFIABILIDAD CONFIABLE CONGRUENCIA CONGRUENTE DISCRECIÓN DISCRETO HONESTIDAD HONESTO HONRADEZ HONRADO JUSTICIA JUSTO LEALTAD LEAL PRUDENCIA PRUDENTE RESPONSABILIDAD RESPONSABLE VERACIDAD VERAZ Código de Ética Preámbulo Es propósito de este Código enunciar las normas y principios éticos que deben inspirar la conducta y actividad de los matriculados en el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal. Dichas normas y principios tienen su fundamento último en la responsabilidad de los profesionales hacia la sociedad. Constituyen la guía necesaria para el cumplimiento de las obligaciones contraídas con la casa de estudios en que se graduaron, con la profesión, con sus colegas, con quienes requieren sus servicios y con terceros. En virtud de esa responsabilidad y de tales obligaciones, deben realizar los mayores esfuerzos para mejorar continuamente su idoneidad y la calidad de su actuación, contribuyendo así al progreso y prestigio de la profesión. Por su propia naturaleza, las normas de este Código no excluyen otras que conforman un digno y correcto comportamiento profesional. La ausencia de disposición expresa no debe interpretarse como admisión de actos o prácticas incompatibles con la vigencia de los principios enunciados, ni considerarse que proporcione impunidad. Por el contrario, confrontados los profesionales con tal situación, deben conducirse de una manera que resulte coherente con el espíritu de este Código. Artículo 1º – Estas normas son de aplicación en la Capital Federal, Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antartida Argentina e Islas del Atlantico Sur para todos los profesionales inscriptos en este Consejo en razón de su estado profesional y en el ejercicio de su profesión, ya sea en forma independiente o en relación de dependencia. También alcanzan a los inscriptos en el Registro Especial de No Graduados. Art. 2º – Los profesionales deben respetar las disposiciones legales y las resoluciones del Consejo, cumpliéndolas lealmente. Art. 3º – Los profesionales deben actuar siempre con integridad, veracidad, independencia de criterio y objetividad. Tienen la obligación de mantener su nivel de competencia profesional a lo largo de toda su carrera. Art. 4º – Los profesionales deben atender los asuntos que les sean encomendados con diligencia, competencia y genuina preocupación por los legítimos intereses, ya sea de las entidades o personas que se los confían, como de terceros en general. Constituyen falta ética la aceptación o acumulación de cargos, funciones, tareas o asuntos que les resulten materialmente imposible atender. En la actuación como auxiliar de la justicia se considera falta ética causar demoras en la administración de la justicia, salvo circunstancias debidamente justificadas ante el respectivo tribunal. Art. 5º – Toda opinión, certificación, informe, dictamen y en general cualquier documento que emitan los profesionales, debe expresarse en forma clara, precisa, objetiva, completa y de acuerdo con las normas establecidas por el Consejo. La responsabilidad por la documentación que firmen los profesionales es personal e indelegable. En los asuntos que requieran la actuación de colaboradores, debe asegurarse la intervención y supervisión personal de los profesionales, mediante la aplicación de normas y procedimientos técnicos adecuados a cada caso. Art. 6º – Los profesionales deben conducirse siempre con plena conciencia del sentimiento y solidaridad profesional, de una manera que promueva la cooperación y las buenas relaciones entre los integrantes de la profesión. Las expresiones de agravio o menoscabo a la idoneidad, prestigio, conducta o moralidad de los profesionales alcanzados por las normas de este Código, constituyen falta ética. Art. 7º – La formulación de cargos contra otros profesionales debe hacerse de buena fe y sólo puede inspirarse en el celo por el mantenimiento de la probidad y el honor profesional. Toda denuncia, a los efectos de su consideración, debe ser concreta y basarse en un hecho punible por este Código. Art. 8º – Los profesionales deben abstenerse de aconsejar o intervenir cuando su actuación profesional permita, ampare o facilite los actos incorrectos, pueda usarse para confundir o sorprender la buena fe de los terceros, o emplearse en forma contraria al interés general, o a los intereses de la profesión, o violar la ley. La utilización de la técnica para deformar o encubrir la realidad es agravante de la falta ética. Art. 9º – Los profesionales no deben interrumpir sus servicios profesionales sin comunicarlo a quienes corresponda con antelación razonable, salvo que circunstancias especiales lo justifiquen. Art. 10º – Los profesionales no deben retener documentos o libros pertenecientes a sus clientes. Art. 11º– Los profesionales deben abstenerse de actuar en institutos de enseñanza que desarrollen sus actividades mediante propaganda engañosa o procedimientos incorrectos o que emitan títulos o certificados que puedan confundirse con los diplomas profesionales habilitantes. Art. 12º – Se considera falta ética de los profesionales permitir que otra persona ejerza la profesión en su nombre o facilitar que alguien pueda actuar como profesional sin serlo. Art. 13º – Los títulos y designaciones de cargos del Consejo o de otras entidades representativas de la profesión pueden ser enunciados solamente como relación de antecedentes o al actuar en nombre de dichas entidades. Art. 14º – Los profesionales no deben utilizar ni aceptar la intervención de gestores para la obtención de trabajos profesionales. Art. 15º – Los profesionales no deben tratar de atraer los clientes de un colega, empleando para ello recursos, actos o prácticas reñidas con el espíritu de este código y en particular con lo establecido en el art. 6º. Art. 16º – Las asociaciones entre profesionales, constituidas para desarrollar actividades profesionales, deben dedicarse, como tales, exclusivamente a dichas actividades. Art. 17º – Constituye violación a los deberes inherentes al estado profesional, y en consecuencia se considera infracción al presente Código, el hecho de que un matriculado –aún no estando en el ejercicio de las actividades específicas de la profesión– haya sido condenado judicialmente por un delito económico. Art. 18º – El ofrecimiento de servicios profesionales debe hacerse con objetividad, mesura y respeto por el público, por los colegas y por la profesión. Se presume que no cumple con estos requisitos la publicidad que contenga expresiones: a) falsas, falaces, o aptas para conducir a error a cualquier persona razonable, incluyendo: 1) la formulación de promesas sobre el resultado de la tarea profesional; 2) el dar a entender que el profesional puede influir sobre decisiones de órganos administrativos o judiciales; b) de comprobación objetiva imposible; c) de autoelogio; d) de menoscabo explícito o implícito para colegas (por ejemplo, a través de comparaciones de calidades supuestas de los trabajos profesionales); e) que afecten la dignidad profesional; o f) de evidente mal gusto. Los matriculados integrantes de asociaciones de profesionales no podrán agregar la denominación de la Sociedad si esta no se encuentra inscripta en el Consejo. Art. 19º – La relación de los profesionales con sus clientes debe desarrollarse dentro de la más absoluta reserva. Los profesionales no deben revelar conocimiento alguno adquirido como resultado de su labor profesional sin la autorización expresa del cliente. Art. 20º – Los profesionales están relevados de la obligación de guardar secreto profesional cuando imprescindiblemente deban revelar sus conocimientos para su defensa personal, en la medida en que la información que proporcionen sea insustituible. Art. 21º – Para establecer los honorarios correspondientes a las actividades profesionales, deben tomarse en consideración la naturaleza e importancia del trabajo, el tiempo insumido, la responsabilidad involucrada y las disposiciones legales y reglamentarias vigentes. Art. 22º – Los profesionales no deben dar ni aceptar participaciones o comisiones por asuntos que, en el ejercicio de la actividad profesional, reciban de o encomienden a otro colega, salvo las que correspondan a la ejecución conjunta de una labor o surjan de la participación en asociaciones profesionales. Tampoco deben dar ni aceptar participaciones o comisiones por negocios o asuntos que reciban de o proporcionen a graduados de otras carreras o a terceros. Art. 23º – Cuando los profesionales en el ejercicio de actividades públicas o privadas hubiesen intervenido decidiendo o informando sobre un determinado asunto, no deben luego prestar sus servicios a la otra parte hasta que hayan transcurrido dos años de finalizada su actuación, salvo que mediare notificación y la parte interesada no manifestase oposición en un plazo de 30 días corridos. Art. 24º – Los profesionales no deben intervenir profesionalmente en empresas que actúen en competencia con aquellas en las que tengan interés como empresarios, sin dar a conocer previamente dicha situación al interesado. Art. 25º – Los profesionales deben abstenerse de emitir dictámenes o certificaciones que estén destinados a terceros o a hacer fe pública, en los siguientes casos: a) Cuando sean propietarios, socios, directores o administradores de la sociedad o del ente o de entidades económicamente vinculadas sobre las cuales verse el trabajo. b) Cuando tengan relación de dependencia con el ente o respecto de personas, entidades o grupos de entidades económicamente vinculadas. c) Cuando el cónyuge, los parientes por consanguinidad en línea recta, los colaterales hasta el cuarto grado inclusive y los afines dentro del segundo grado, estén comprendidos entre las personas mencionadas en el inc. a) del presente artículo. d) Cuando tengan intereses económicos comunes con el cliente o sean accionistas, deudores, acreedores o garantes del mismo o de entidades económicamente vinculadas, por montos significativos con relación al patrimonio del cliente o del suyo propio. e) Cuando su remuneración fuera contingente o dependiente de las conclusiones o resultados de la tarea. f) Cuando su remuneración fuera pactada en función del resultado de las operaciones del cliente. En los casos de sociedades de profesionales, las restricciones se harán extensivas a todos los socios del profesional. Art. 26º – Toda transgresión a este Código es pasible de las correcciones disciplinarias enunciadas en el art. 16º de la Ley 20.476. Art. 27º – Las faltas por inconducta profesional en que los matriculados incurran fuera de la jurisdicción de este Consejo y que debido a su trascendencia afecten el decoro de la profesión, podrán ser motivo de una declaración de censura. Art. 28º – Las violaciones a este Código prescriben a los cinco años de producido el hecho. La prescripción se interrumpe por los actos procesales tendientes a la dilucidación o esclarecimiento del hecho violatorio; por la comisión de otra violación al presente Código o por la existencia de condena en juicio penal o civil. Art. 29º – La prescripción se suspende mientras cualquiera de los que hayan participado en el hecho violatorio sea miembro electo del Consejo Profesional o del Tribunal de Disciplina, aun cuando el hecho sea ajeno a su cargo. Terminada la causa de la suspensión, la prescripción sigue su curso. Art. 30º – La prescripción corre, se suspende o se interrumpe separadamente para cada uno de los partícipes del hecho violatorio. Art. 31º – Cuando los poderes públicos o las reparticiones oficiales requieran información sobre antecedentes de matriculados, no se considerarán como tales las sanciones de advertencia, amonestación privada y la primera sanción comprendida en los incs. 3º al 5º inclusive, del art. 16º de la ley 20.476, transcurridos tres años desde: a) la fecha en que ha quedado firme en caso de apercibimiento público; b) la fecha de su cumplimiento, en caso de suspensión en el ejercicio de la profesión; c) la fecha de reinscripción en la matrícula, en caso de cancelación. Art. 32º – Las disposiciones de este Código comenzarán a regir desde el 1º de abril de 1981, fecha en que cesará en sus efectos el aprobado por Resoluciones 172/68, (expte. 2686 - acta 312) y 389/68 (expte. 3535 - acta 317), como así también aquellas normas que se oponen a las establecidas en el presente Código. Art. 33º – Publíquese y difúndase. 3.4.1 Deberes para consigo mismo. Entrega generosa de lo mejor de uno mismo. Actuar con profesionalidad, humanidad y eficacia en las tareas. encomendadas. Prestar al beneficiario una ayuda gratuita y desinteresada sin esperar ni aceptar ningún tipo de compensación material. Reconocer, respetar y defender activamente la dignidad personal de los beneficiarios, conociendo y acatando la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Confidencialidad y discreción en el uso de los datos relativos a los beneficiarios. Crear un clima de respeto mutuo, evitando posturas paternalistas. Fomentar en los beneficiarios la superación personal y la autonomía. Informar a los beneficiarios de manera objetiva, teniendo en cuenta sus necesidades y circunstancias personales. Denunciar cualquier violación de los Derechos Humanos. Potenciar el desarrollo integral como persona del beneficiario. Comprender la situación de partida del beneficiario. Tratar de informarle con amabilidad de los modos en que puede buscar su propio desarrollo. Ser paciente a la hora de esperar resultados de las acciones realizadas. 3.4.2 Deberes para con la profesión Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y métodos de trabajo de la organización. Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio. Confidencialidad y discreción. Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a disposición del voluntario. Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario. Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite. Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas. Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del servicio prestado. Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes. En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a los beneficiarios o a la organización. Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización. Participar imaginativamente en la organización Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las deficiencias en la aplicación de los programas. Informar sobre la posible inadecuación de los programas. Denunciar las posibles irregularidades que se detecten. Colaborar de manera gratuita y desinteresada. 3.4.3 Deberes para con los colegas Conocer y asumir el ideario, estatutos, fines, programas, normas de regulación y métodos de trabajo de la organización. Respetar la organización sin utilizarla en beneficio propio. Confidencialidad y discreción. Hacer un uso responsable de los bienes materiales que la organización ponga a disposición del voluntario. Utilizar debidamente la acreditación que la organización proporciona al voluntario. Interrumpir la colaboración cuando la organización justificadamente lo solicite. Comprometerse de modo meditado, libre y responsable, cumpliendo, los compromisos adquiridos y realizando con seriedad las tareas encomendadas. Demandar y participar en actividades de formación, necesarias para la calidad del servicio prestado. Informarse, antes de comprometerse, sobre la tarea y responsabilidades que se asumirán, y considerar si se dispone de tiempo y energías suficientes. En caso de renuncia, comunicarla con antelación suficiente para evitar perjuicios a los beneficiarios o a la organización. Actitud abierta y cooperante hacia las indicaciones de la organización. Participar imaginativamente en la organización Informar sobre las necesidades no satisfechas de los beneficiarios y sobre las deficiencias en la aplicación de los programas. Informar sobre la posible inadecuación de los programas. Denunciar las posibles irregularidades que se detecten. Colaborar de manera gratuita y desinteresada. Respetar la dignidad y la libertad de los otros voluntarios, reconociendo el valor de su quehacer, ya sean de la propia organización o de otras. Adoptar una actitud de apertura y escucha hacia el otro. Fomentar el trabajo en equipo propiciando una comunicación fluida y un clima de trabajo y convivencia agradable. Intercambiar sugerencias, ideas, propuestas y experiencias en un marco de respeto mutuo con vistas a una mayor eficacia del trabajo que se lleva a cabo. Hacer propios y asumir con responsabilidad los compromisos adquiridos por el grupo. Facilitar la integración, formación y participación de todos los voluntarios, especialmente de los nuevos, en condiciones de igualdad. Ofrecer una acogida cálida y sincera a quienes inician su voluntariado. Promover el compañerismo para evitar la competitividad, el afán de protagonismo, las tensiones y las rivalidades. Crear lazos de unión entre voluntarios de diferentes organizaciones. 3.4.4 Deberes para con los usuarios, pacientes o clientes ################### 3.4.5Deberes para con los proveedores Todo trabajador tiene o debe desarrollar una ética profesional que defina la lealtad que le debe a su trabajo, profesión, empresa y compañeros de labor. Villarini (1994) describe que “la ética de una profesión es un conjunto de normas, en términos de los cuales definimos como buenas o malas una práctica y relaciones profesionales. El bien se refiere aquí a que la profesión constituye una comunidad dirigida al logro de una cierta finalidad: la prestación de un servicio” (53). Señala, además, que hay tres tipos de condiciones o imperativos éticos profesionales: (1) competencia - exige que la persona tenga los conocimientos, destrezas y actitudes para prestar un servicio (2) servicio al cliente - la actividad profesional sólo es buena en el sentido moral si se pone al servicio del cliente (3) solidaridad - las relaciones de respeto y colaboración que se establecen entre sus miembros. Para lograr en los empleados una conciencia ética profesional bien desarrollada es que se establecen los cánones o códigos de ética. En éstos se concentran los valores organizacionales, base en que todo trabajador deberá orientar su comportamiento, y se establecen normas o directrices para hacer cumplir los deberes de su profesión. En virtud de la finalidad propia de su profesión, el trabajador debe cumplir con unos deberes, pero también es merecedor o acreedor de unos derechos. Es importante saber distinguir hasta dónde él debe cumplir con un deber y a la misma vez saber cuáles son sus derechos. En la medida que él cumpla con un deber, no debe preocuparse por los conflictos que pueda encarar al exigir sus derechos. Lo importante es ser modelo de lo que es ser profesional y moralmente ético. Por ejemplo, un deber del profesional es tener solidaridad o compañerismo en la ayuda mutua para lograr los objetivos propios de su empresa y, por consiguiente, tener el derecho de rehusar una tarea que sea de carácter inmoral, no ético, sin ser víctima de represalia, aun cuando esto también sea para lograr un objetivo de la empresa. Al actuar de esa manera demuestra su asertividad en la toma de decisiones éticas, mientras cumple con sus deberes y hace valer sus derechos. Además, demostrará su honestidad, que es el primer paso de toda conducta ética, ya que si no se es honesto, no se puede ser ético. Cuando se deja la honestidad fuera de la ética, se falta al código de ética, lo cual induce al profesional a exhibir conducta inmoral y antiética. Hay tres factores generales que influyen en el individuo al tomar decisiones éticas o antiéticas (Ferrell, 87-96), los cuales son: 1. Valores individuales - La actitud, experiencias y conocimientos del individuo y de la cultura en que se encuentra le ayudará a determinar qué es lo correcto o incorrecto de una acción. 2. Comportamiento y valores de otros - Las influencias buenas o malas de personas importantes en la vida del individuo, tales como los padres, amigos, compañeros, maestros, supervisores, líderes políticos y religiosos le dirigirán su comportamiento al tomar una decisión. 3. Código oficial de ética - Este código dirige el comportamiento ético del empleado, mientras que sin él podría tomar decisiones antiéticas. Un aumento en las regulaciones rígidas en el trabajo a través de los códigos de ética ayudará a disminuir los problemas éticos, pero de seguro no se podrá eliminarlos totalmente. Esto es así, debido a las características propias de la ética que establecen que ésta varía de persona a persona, lo que es bueno para uno puede ser malo para otro; está basada en nuestras ideas sociales de lo que es correcto o incorrecto; varía de cultura a cultura, lo cual no se puede evaluar un país con las normas de otro; y está determinada parcialmente por el individuo y por el contexto cultural en donde ocurre. No obstante, el profesional debe reconocer que necesita de la ética para ser sensible a los interrogantes morales, conocer cómo definir conflictos de valores, analizar disyuntivas y tomar decisiones en la solución de problemas. 3.4.6 Deberes para con la sociedad inmediata Promover la justicia social, fomentando una cultura de la solidaridad rica en valores humanos y difundiendo el voluntariado. Conocer la realidad socio-cultural, para mejorarla, atendiendo las necesidades e interviniendo en las situaciones de injusticia. Tener como referencia de la propia actividad la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Complementar la acción social de las distintas administraciones públicas, para dar un mejor servicio a la sociedad, sin proporcionarles un pretexto para eludir sus propias responsabilidades. Comunicar a las instituciones pertinentes las situaciones de necesidad o marginación y reclinarles compromisos para solventarlas. Procurar que el voluntariado no impida la creación de empleo. Detectar posibles yacimientos de empleo en relación a las necesidades cubiertas por el voluntariado que deben ser asumidas por otros sectores. Transmitir, con sus actitudes, acciones, palabras aquellos valores e ideales que persigue con su trabajo voluntario. Ser coherente con la actitud de voluntario en el día a día. 3.4.7 Deberes para con el entorno y el mundo COMPROMISO Se relaciona con la obligación contraida, la palabra dada, la fe empeñada y con la responsabilidad personal de cumplir cabalmente con lo ofrecido, no se relaciona únicamente con la responsabilidad que impone el deber, el compromiso se relaciona más bien con la obligación moral que nos impone el honor. CONFIABILIDAD Es característica de la persona en quien se puede confiar, por que tiene la preparación profesional y la responsabilidad para proporcionar soluciones confiables, su integridad profesional lo avala y siempre emitirá juicios en los que ha puesto todo su interés por obtener la mejor información y ha vertido todo su conocimiento, con objeto de que lo que dice sea producto de juicios de recta razón. CONGRUENCIA Es la correspondencia entre la idea y el acto. Toda escala de valores determina una forma particular de acción, derivada de la idea esencial que se transmite a través de esos valores, la congruencia exige que exista esa correspondencia de actuación emanada de la idea que genera la acción. La congruencia es esencial para la actuación ética y debe de ejemplificarse por medio de la conducta personal, que la convierta en algo paradigmático para la sociedad. DISCRECIÓN Se preocupa permanentemente por tener sensatez para formar juicios demostrando tacto para hablar u obrar. Sabe guardar la información profesional que recibe ya sea de sus clientes, contratistas o proveedores cuidando no divulgarla o darla a conocer inneceariamente. No da opiniones que no se hayan comprobado previamente, ni emite juicios con información incompleta. HONESTIDAD Está vinculada con la forma recta de hacer acciones y decir palabras, se relaciona con la congruencia entre el decir y el hacer, se refiere a la forma cabal de hacer las cosas, es complementaria de la confiabilidad y la veracidad. La conducta honesta se refiere precisamente a la conducta ética. Se refiere también a la capacidad de reconocer los propios errores y los aciertos de los demás. HONRADEZ Se da como valor de la calidad de probo, de recto proceder, a quien ejerce la rectitud, la integridad, que es cuidadoso en el manejo de los recursos económicos. Complementa a la honestidad,a la lealtad y a la confiabilidad. Es una forma de comportamiento que debe prodigar con su ejemplo para que los demás lo consideren como algo deseable. JUSTICIA Se esfuerza continuamente para dar a los demás lo que les es debido, de acuerdo con el cumplimiento de sus deberes y de acuerdo con sus derechos, como personas (a la vida, a los bienes culturales y morales, a los bienes materiales); como profesionales, (justa remuneración por el trabajo prestado, adecuada calidad y cantidad por los servicios contratados, entregando lo mejor de su capacidad profesional) y a la vez intenta que los demás hagan lo mismo. LEALTAD Acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros clientes, jefes, trabajadores, contratistas, instituciones, etc. de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, el conjunto de valores que representan. No acepta la competencia desigual en la cual esté en juego alguno de los vínculos que se han generado por motivos de relación profesional, en la cual se hayan desarrollado valores producto de esta relación. PRUDENCIA En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información que enjuicia de acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las consecuencias favorables y desfavorables para él y para los demás antes de tomar una decisión, y luego actúa o deja de actuar de acuerdo a lo decidido. RESPONSABILIDAD Asume las consecuencias de sus actos razonados, resultado de las decisiones que tome o acepte; de tal modo que los demás queden beneficiados lo más posible o, por lo menos, no perjudicados preocupándose a la vez de que las otras personas en quienes puedan influir hagan lo mismo. VERACIDAD Valor del que dice, usa o profesa la verdad. Obligación que tiene el profesional de indagar los hechos hasta encontrar el origen de la verdad de las cosas y que le permite actuar en consecuencia con veracidad, procurando que con su conducta permanente en esta tenaz búsqueda de la verdad, logre contagiar a los demás de esta forma de comportamiento. UNIDAD 4. La ética de las instituciones y de las organizaciones La cuestión ética es de gran relevancia para todo individuo y se extiende al ámbito empresarial. En cada decisión que se tome, estará inmiscuido algo de ética. Trátese de negociaciones con proveedores o con el sindicato, de contrataciones o despidos de empleados, de asignación de responsabilidades o de lanzar una promoción, la ética siempre está presente. Actualmente, cuando existen más organizaciones que pugnan por la transparencia y con la internet como herramienta de democratización y movilización social, las empresas tienen como uno de sus cimientos la ética corporativa. Y es que como dice Rinnov Kan, director de uno de los grupos financiero más importantes de Holanda, "Sin valores sólidos estamos coqueteando con el desastre. Con valores sólidos, podemos enfrentar a los mercados internacionales." Pero, sin duda, hay quienes ponen por encima de la ética y los valores los resultados financieros, pero no se dan cuenta que la ética corporativa puede ser una fuente de ventajas competitivas, ya que por medio de ella se pueden atraer clientes y personal de primer nivel. A través de la ética se puede acabar con prácticas corruptas que destruyen valor y dañan la economía y la sociedad, si ponderamos más la cultura organizacional, con valores comunes (más que códigos o reglas) que sirvan como sendero de los individuos que conforman las organizaciones podríamos dar mayores componentes éticos a una empresa. Si nos basamos en que el capital humano es uno de los mayores activos empresariales, si no el mayor, y tomamos conciencia que estas personas valen por sí mismas, que se les debe respetar y que no se les puede tratar como un medio sino como un fin, habremos dado el primer paso para fundamentar éticamente las instituciones. Una organización que viva según los cinco valores básicos: igualdad, libertad, dialogo, respeto y solidaridad estará mejor preparada para el futuro. Estamos viviendo tiempos de globalización que han hecho que las organizaciones sean más planas, más descentralizadas y con empleados más autónomos y con mayor poder de decisión, por esto se hace necesario que las relaciones no sólo al interior de las empresas sino entre empresas y demás organizaciones, se basen en los cinco valores arriba mencionados, lo cual generará mejores patrones de conducta y permitirá generar valor. Los componentes de una empresa ética Aunque pueden ser innumerables, los siguientes darían lugar a las bases de una ética organizacional: 1. Vivir de acuerdo con los cinco valores fundamentales 2. Una cultura organizacional con valores comunes para sus miembros 3. Luchar por alcanzar la satisfacción de todos los agentes involucrados en la empresa: accionistas, directivos, empleados, proveedores y clientes 4. Asumir la responsabilidad social por sus actuaciones 5. Pesa más el contrato moral entre la empresa y sus integrantes y asociados que el mero contrato legal Cuando se logran incorporar estos componentes básicos se llega a generar mayor valor económico, ya que las relaciones, no sólo laborales, sino entre proveedor y empresa, cliente y empresa, etc., mejorarán y el tiempo y los recursos que se invertían en mejorar las ineficiencias que se presentaban en dichas relaciones, podrá ser invertido en aquellos aspectos que lo demanden. La ética suele mejorar el funcionamiento de la empresa mediante varias vías: Reduce los conflictos de los miembros que la forman. Mejora la imagen exterior de si misma. Supone un componente esencial del concepto de "calidad total", tan importante hoy día. *Igualdad *Respeto *Libertad *Dialogo *Solidaridad Cabe aclarar que un comportamiento empresarial ético no es la panacea para todos los problemas, ni conduce cien por ciento al crecimiento y la prosperidad, pero no nos engañemos, el comportamiento no ético tampoco y sí puede acarrear problemas, tanto interna como exteriormente. 4.1 La ética en la sociedad actual La obra de Erich Fromm merece ser destacada especialmente por su tendencia humanista constructiva. Continuadora de las líneas de aportaciones psicoanalíticas e inspirada en postulados también marxistas y de otras corrientes como el existencialismo y el zen, no exenta de contradicciones e incitadora de polémicas mantiene , sin embargo, interesantes líneas de reflexión que conservan su vigencia ante los acuciantes problemas humanos de la sociedad de hoy. Etica y Psicoanálisis, su obra de 1947 es, en este sentido, una obra iluminadora y sugerente. Más que los desencuentros entre sus planteos y sus fuentes inspiradoras, incluídas las del psicoanálisis freudiano o con el marxismo, consideramos provechosa su relectura desde los encuentros posibles . Una nueva síntesis es posible entre éstas y otras grandes direcciones del pensamiento cultural, social y psicológico , que contribuya a la construcción de una imagen más integradora y completa de la realidad humana contemporánea. Una hermenéutica crítica, psicoanalítica, humanista y marxista se impone en el examen desprejuiciado e integrador de los complejos procesos sociales de la acrtualidad. Los intentos de ''desmontaje'', ''deconstrucción'' o'' develación interpretativa'' de los procesos profundos que conforman la trama de la experiencia humana desde lo imaginario social y desde su cotidianeidad han sido hasta ahora poco privilegiados en las investigaciones sociales y psicológicas en nuestro contexto. La comprensión de las manifestaciones sociales y psicológicas de la situación humana requieren, más que nunca en estos momentos de reajuste esencial de los paradigmas y de confrontaciones sociales, de enfoques holísticos multilaterales y multidisciplinarios. Los estudios descriptivos de nuestra realidad, o el empleo de metodologías cualitativas para la investigación de los fenómenos sociales pueden estar aportando una información de partida interesante, sin lugar a dudas. Los enfoques psicoanalíticos, desde la integración de sus diferentes vertientes, sin embargo, pueden aportar elementos claves de comprensión de la trama de relaciones y expresiones semiconscientes e inconscientes en el campo de lo imaginario social , en su articulación dialéctica y contradictoria con las elaboraciones sistematizadas de la cultura y la ideología . Esta comprensión integradora revelaría muchos nudos contradictorios de las expresiones de la subjetividad social al nivel de lo psicológico cotidiano, las diferencias y aproximaciones de los discursos actuales, arrojando luz sobre las preocupaciones vitales explícitas y latentes, los costos y riesgos de la política social en su más amplia expresión. No se trata de la psicologización burda de los fenómenos que, por su naturaleza y complejidad son más amplios, ni de una sociologización de las situaciones sociales, ni de una lectura ingenua de los componentes verbales y comportamentales de los actores sociales, sino de penetrar en la profundidad comprensiva de las determinaciones de las condiciones de vida materiales y la estructura social, articulándola con la interpretación de los mecanismos psicológico-sociales, ideológicos y culturales que explicarían las manifestaciones sociales complejas y, a su interior, las situaciones humanas que componen los fenómenos sociales. Esta unidad de la interpretación estructural-funcional e historicista de la situación social en su unidad con la expresión profunda de su psicología social es uno de los principios metodológicos requeridos en la investigación de la sociedad actual. Fromm partió del reconocimiento del valor de la obra de Marx en la consideración del importantísimo papel de los factores socioeconómicos (1963, 11) pero destacó, en la obra de referencia, las líneas interpretativas de la Psicología social y la Etica como campos definitorios de la acción social. En este sentido, planteó Fromm la importancia del estudio de la Situación humana a partir del análisis de las contradicciones en la expresión de las que denominó ''dicotomías históricas y existenciales''. Si en '' Miedo a la libertad'' analizó los temores del hombre moderno que lo llevan, en determinadas situaciones sociales y personales, a la sumisión y a la escapatoria del asumirse a sí mismo y de la responsabilidad de su autonomía, en Etica y Psicoanálisis discute el problema de la Etica, considerada a partir de las normas y valores conducentes a que el hombre logre, personal y socialmente, la realización de sí mismo y sus potencialidades. (1967,9). Este planteo pone, en primer plano de la acción social transformativa, la creación de las condiciones para el despliegue de la autorrealización personal de los individuos, para la expresión rica y múltiple de todas sus potencialidades humanas, coincidentemente con las ideas de Marx sobre el campo del desarrollo humano ( 1961,1973). La contraposición entre Etica humanista y Etica autoritaria, señalada por Fromm, pondera la autorrealización de los individuos frente a normas inamovibles o poco flexibles sobre lo bueno y lo malo, muchas veces aludidas a tenor de los intereses sociales o de conservación de la pureza ideológica, el bien común, la preservación de los logros para el futuro, etc. La propuesta Frommiana de esta Etica humanista abre la posibilidad del análisis de las condiciones sociales y mecanismos psicológicosociales que propician la indiferencia , la sumisión protectora del individuo, en vez de su maduración como ente autónomo y responsable. Es decir, las condiciones para la construcción de un individuo (sociedad) creativa y desarrolladora, en vez de paternalista y obediente, vista la contraposición en sus últimas consecuencias. Es la consideración de una Etica humanista para la interpretación y transformación de las situaciones sociales lo que implica tratar, desde el psicoanálisis, el campo de los valores visto, tanto como expresión de racionalizaciones de contenidos culturales o ideológicos con una carga prohibitiva como, por otro lado, también en su condición de criterios valorativos principales que determinan nuestras acciones sociales (1967,9). Es, en esta misma doble dimensión que los Valores son componentes de la Ideología (tanto si es concebida como '' falsa conciencia''-Marx- que como sistematización de principios y nociones de Valor). Es a partir de este doble carácter de la expresión de los Valorestradiciones-normas (Ideología-Psicología social) donde es preciso develar sus contradicciones con la situación real de las diferentes esferas de la actividad social, en el campo de la vida cotidiana. Esto favorecería, en la consideración de Fromm, la aplicación social práctica a la solución de las necesidades de toda la sociedad y el enfrentamiento constructivo de los problemas del individuo concreto y su realización personal, constituyente fundamental de su felicidad , su salud mental y desarrollo. De aquí se deriva, por tanto, la solución de las contradicciones sociales e históricas en beneficio del individuo y de la sociedad. La comprensión profunda de las relaciones individuo-estado-sociedad requiere de la penetración en los mecanismos psicológico-sociales a partir de los cuáles se producen unas u otras formas de comportamiento. En la conjunción de las elaboraciones del psicoanálisis clásico y del humanista pueden encontrarse claves importantes para la solución constructiva de algunos de los problemas más acuciantes de la sociedad contemporánea. El planteamiento de normas y valores desde las necesidades de una ddeterminada institución social puede no corresponder con las necesidades o expectativas de los grupos sociales o individuos, creando límites estrechos de acción social e individual. Toda norma implica un carácter prohibitivo que puede provocar la acción de mecanismos de represión psicológica y generar inhibiciones y sentimientos contradictorios o de culpabilidad, cuando la carga de compulsión para su cumplimiento es fuerte y presenta matices de irracionalidad o desajuste a las condiciones actuales percibidas. De la misma manera que la obligación paterna que no considera las necesidades de expresión propia y autonomía de los hijos puede provocar comportamientos de rebeldía, de indiferencia u obediencia ciega neurótica , impotencia aprendida o desajustes de la conducta social, así ocurre en la manifestación de fenómenos de la subjetividad social y de masas, al nivel de los grupos sociales y de la sociedad total. Múltiples investigaciones psicológicas han demostrado la acción negativa de estos mecanismos de relación social impropia. Sin embargo, no se han enfocado al nivel de los grupos y la sociedad en nuestro contexto. En el Malestar de la Cultura, Freud señalaba al respecto: '' El superyo cultural ha elaborado sus ideales y erigido sus normas. Entre éstas, las que se refieren a las relaciones de los seres humanos entre sí están comprendidas en el concepto de la ética........El super-yo cultural, a entera semejanza del individual, establece rígidos ideales cuya violación es castigada con la angustia de conciencia........El sentimiento de culpabilidad -la severidad del super-yo- equivale, pués al rigor de la conciencia, es la percepción que tiene el yo de esta vigilancia que se le impone, es la apreciación de las tensiones entre sus propias tendencias y las exigencias del super-yo (1968,57-63). La analogía entre los procesos de carácter neurótico vs. el desarrollo pleno del individuo, con el caso de los grupos sociales y la sociedad total, salvando las especificidades propias de cada instancia, presenta posibilidades productivas de investigación e interpretación de fenómenos sociales e individuales no directamente visibles pero con consecuencias considerables en la dirección de los comportamientos y estructuras psicológicas de las personas y grupos sociales. La Etica humanista, como la concibe Fromm, desde esta perspectiva compleja de las relaciones individuo-sociedad, presenta el papel activo del sujeto individual y social desde una perspectiva de participación plena, autónoma y responsable, en la que el contraste de posiciones, la capacidad de autoexpresión, el empleo de la duda racional en la confrontación constructiva, se dán a través del ejercicio dialéctico, del diálogo reflexivo, creativo y constructivo, por oposición a la asimilación de normas y valores externos desde una posición heterónoma. Estas, que son condiciones establecidas desde la investigación psicológica como pre-requisitos para la madurez emocional e intelectual y la realización personal, son igualmente condiciones para el desarrollo de una sociedad constructiva en la que la develación y explicitación de las contradicciones, temores y limitaciones y la reelaboración crítica por todos sus integrantes, abren las posibilidades de una reconstrucción con sentido de consenso y progreso. IIEn este marco referencial psicoanalítico, humanista y marxista se ubica la importancia metodológica de la categoría Proyecto de Vida. Desde hace muchos años, hemos venido elaborando conceptualmente, y aplicando a investigaciones en diferentes campos, la noción generalizadora de Proyecto de Vida para la interpretación de la acción social de la persona en el ámbito individual, grupal y social general. El Proyecto de Vida enmarca las direcciones y orientaciones principales de despliegue de la vida personal o grupal, en el conjunto de las contradicciones de su relaciones reales y de sus elaboraciones conscientes e inconscientes, en el contexto material ,sociocultural y en las diferentes esferas de su actividad social. Esta categoría, sin pretender ser omnicomprensiva de todos los procesos de la persona social, aborda algunas de sus relaciones esenciales en la articulación de su presente con la trayectoria pasada y sus perspectivas futuras, con la construcción de un sentido y un estilo de vida armónico o desajustado, realista o irrealista, autónomo o heterónomo, de estancamiento o de desarrollo autorrealizador. En todas nuestras investigaciones, el Proyecto de vida con orientaciones productivas (Fromm), autorrealizadoras, caracteriza a los sujetos de mayor nivel de integración armónica de los procesos de la personalidad, con expresiones de autodeterminación, autovaloración realista, capacidades de elaboración crítica de sí y de la realidad así como de reajuste de sus conflictos y contradicciones no siempre conscientes, en la configuración de un sentido de una vida constructiva y de expresión de sus potencialidades en el campo de lo personal y lo social. Por oposición, los Proyectos de vida desajustados se dán en personas más permeables a una posición heterónoma, con deficiencias de autovaloración y conflictos no resueltos en el plano inconsciente o limitaciones en sus capacidades de autocrítica y de reelaboración positiva de la realidad, todos los cuáles actúan como barreras o limitaciones contradictorias para su desarrollo personal. La elaboración del sentido de vida personal no puede separarse de la dirección que toma la propia vida en el curso de los acontecimientos de la situación social real. Por eso, la sustentación del proyecto de vida personal en valores propios requiere del análisis de las contradicciones y conflictos internos y de una percepción realista de sus posibilidades de realización en la situación social concreta. Pero la construcción de un pleno sentido de realización de las potencialidades propias están enmarcadas en una estructura de relaciones , valores y normas sociales propiciatorias de ese despliegue y que brinden la posibilidad de una expresión genuina de dignidad y solidaridad constituyentes de una espiritualidad humana y realizadora. Proyectos de vida conflictuados, desintegrados, heteronomos, no realizadores, marcados por la inseguridad, temores, falta de expectativas constructivas o expresión de automatismos o indiferencia, de anomia y desviación social, se presentan a nivel de los individuos y colectivamente cuando la sociedad no puede propiciarles vías de satisfacción y despliegue de sus necesidades , por el efecto pernicioso de normas y tradiciones culturales negativas, cuando no hay estructurados procesos de comunicación e intercambio reflexivos y aperturas creadoras, capaces de orientar las tensiones productivamente hacia la transformación positiva de las condiciones de la vida material y espiritual, en lo personal y en lo social. En situaciones de crisis social, la incertidumbre y la variabilidad en el curso de los acontecimientos, las decepciones en la realización de los ideales y metas sociales, el deterioro de las condiciones de vida pueden producir conmociones y reevaluaciones importantes de los proyectos de vida individuales y colectivos que pueden afectar, incluso, las bases de la identidad personal y social. Las posibilidades de un reajuste constructivo para el despliegue de las potencialidades individuales y sociales, pasa por la deconstrucción o desmontaje de los ámbitos de contradicción que permita elaborar creativamente las estrategias desarrolladoras. Nuestra sociedad confronta una serie de problemas que expresan síntomas de desintegración y disrruptivos, a los que se ha convenido en denominar manifestaciones de una crisis de valores de cierta amplitud. Son conocidas algunas de las situaciones de carácter nacional e internacional que han provocado el deterioro de las condiciones de vida materiales y espirituales de estos tiempos. Sin embargo, no se ha explorado en otro orden de condicionantes de orden profundo psicológico de caracter individual y social presentes en la base de la presente crisis. Aún sorteada desde un declarado interés humanitario por salvaguardar necesidades básicas importantes de la población, puede estarse desconociendo: la acción de mecanismos de orden psicológico que generan temores, culpas, frustraciones y decepciones, conflictos, inadecuada valoración de los riesgos, el complejo cuadro de la relación entre autoridad y autonomía, expectativas de despliegue de potencialidades productivas, las causas más profundas de las manifestaciones de doble moral, ilegalidad, actividades delictivas y antisociales, etc. Se requiere de la evaluación de las proporciones del daño moral en las presentes condiciones de supervivencia de amplios sectores de la población y las imposibilidades presentadas a la realización de las potencialidades personales y sociales de acuerdo a la coyuntura compleja y las normas políticas y económicas vigentes, a la luz de los riesgos que comporta nuestro futuro social como nación y las perspectivas que se necesitarían abrir, más allá de las medidas coercitivas o persuasivas. Es preciso determinar las diferencias entre las interpretaciones y lecturas desde el discurso oficial normativo y lo que puede estarse expresando al nivel de la subjetividad, en el sentir y el pensar individual y social y descodificar cuáles pueden ser los mecanismos psicológicos y sociales que pueden estar confiriendo una determinadas significaciones a las actuales expresiones de la subjetividad y el comportamiento social. Es necesario asumir las expresiones de lo imaginario grupal y social, las contradicciones, temores, retos, atribuciones, preocupaciones, tabúes, arquetipos culturales e ideológicos, etc., que conforman el inconsciente colectivo de nuestra identidad nacional y develar el entramado de significaciones y efectos reales en nuestro contexto social actual. Por eso, las posibilidades epistemológicas y heurísticas que brinda la interpretación psicoanalítica, humanista y marxista pueden calar muy hondo en la investigación social y del individuo, orientando la solución de los problemas en la dirección de una Etica humanista. Conceptos integradores , ubicados en esta dirección aportadora, como el de Proyectos de Vida, podrían favorecer la aplicación de los enfoques multilaterales referidos, en la contribución a la solución perspectiva y enriquecedora de los problemas del desarrollo pleno individual y social. Es una tarea difícil tratar de resumir las distintas posiciones ideológicas y filosóficas que fundamentan la diversidad de posiciones en muchos temas referentes a la ética de la vida humana, o de la vida en general, de la bioética, y también las diferencias en las legislaciones de cada país. Intentaré realizar una síntesis, sin entrar por falta de espacio en el análisis de cada cuestión. 1. LA BIOÉTICA: LOS MODELOS ÉTICOS DE REFERENCIA Definición de la Bioética Históricamente, la bioética ha surgido de la ética médica, centrada en la relación médico-paciente. Respecto a ésta última, la bioética supone un intento de conseguir un enfoque secular, interdisciplinario, prospectivo, global y sistemático, de todas las cuestiones éticas que conciernen a la investigación sobre el ser humano y en especial a la biología y la medicina. Las definiciones que se han dado son muy diversas y reflejan, en cierta forma, la variedad de enfoques y concepciones. Una de las primeras señala que "La Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y del cuidado de la salud, en cuanto que esta conducta es examinada a la luz de los valores y principios morales"(Reich, 1978). Se aportan aquí importantes precisiones sobre el objeto de estudio: la conducta humana en dos terrenos específicos, las ciencias de la vida (biología) y los cuidados de la salud; y este objeto es estudiado a la luz de los valores y principios morales y de forma sistemática (Gracia, 1989; Ruiz Retegui, 1987: 7-51). Algunos ponen más de relieve la necesidad de responder a los nuevos problemas planteados por las ciencias biomédicas. Así, "la bioética es la búsqueda ética aplicada a las cuestiones planteadas por el progreso biomédico"; otros acentúan los aspectos sociales o comunitarios: "La bioética es el estudio interdisciplinar del conjunto de condiciones que exige una gestión responsable de la vida humana ( o de la persona humana) en el marco de los rápidos y complejos progresos del saber y de las tecnologías biomédicas". O señalan su papel de solución a "los conflictos de valores" en el mundo de la intervención bio-médica (Durant, 1992). Existen bastantes divergencias en cuanto al contenido de la bioética. Algunos la ven como un simple marco de reflexión y de investigación interdisciplinaria sobre los desafíos a raíz de los progresos técnicomédicos. Otros van más lejos y ven en la bioética un "método de análisis" que ayude en los casos de toma de decisiones. O más aún, si se considera que forma parte de la ética o es una forma de ética, se puede entender como una "búsqueda normativa" del deber ser en el ejercicio profesional. Dentro de esta búsqueda de normas que orienten la acción, cabe una posición pragmática que considera imposible el consenso en las cuestiones de fondo dentro de una sociedad pluralista, y propone por tanto una ética de mínimos aceptables que siga el parecer de la mayoría, en la búsqueda de compromisos prácticos. "La bioética es la ciencia normativa del comportamiento humano aceptable en el dominio de la vida y de la muerte". En esta posición, se borra prácticamente la diferencia entre ética y derecho. Otra posición distinta es la que destaca la perspectiva ética de la palabra y de la reflexión, buscando una sistematización, el análisis de los valores y postulados fundamentales que están en juego y una búsqueda ética personal: "la bioética es el estudio de las normas que deben regir nuestra acción en el terreno de la intervención técnica del hombre sobre su propia vida". Si quisiéramos precisar aún más esta definición, tendríamos que enumerar esos principios o valores fundamentales, que son el respeto a la persona humana, con la protección de las personas concretas, y el respeto y promoción de la vida humana en sí misma. Es una concepción que podríamos llamar personalista de la bioética: "Llamamos bioética a la búsqueda del conjunto de exigencias del respeto y de la promoción de la vida humana y de la persona en el sector bio-médico". Como puede verse, son distintas concepciones y distintos ámbitos de aplicación, más o menos extensos. Principios, reglas y valores Como comenta Guy Durand, "la reflexión bioética se basa en los hechos y en principios y reglas. La bioética no quiere principios determinados de forma abstracta y que se impongan a la realidad de forma autoritaria. Tampoco quiere un sistema de principios que funcionaran como prohibiciones incuestionables... quiere concluir en los hechos, pero necesita sin embargo de principios y reglas (Durand, 1992: 41). Existen dos principios fundamentales, unánimemente reconocidos, que son complementarios: el respeto a la vida humana, que pertenece al orden de la objetividad y debe servir de finalidad a la actuación ética; y el principio de la autodeterminación de la persona, que remite al dominio de la subjetividad y es esencial en la ética. Estos dos grandes principios no suprimen las reglas y normas más concretas y específicas: el precepto de no matar, la noción de medios proporcionados, el principio de totalidad, el acto de doble efecto, el consentimiento libre e informado, etc. Hay que tener en cuenta asimismo las reglas clásicas específicas de la deontología médica, como el principio de beneficencia, el principio de benevolencia y la confidencialidad; y también principios más recientes que influyen en la consideración bioética: el principio utilitarista de buscar el mayor bien para el mayor número de personas; el principio de universalización que propone siempre a la persona como fin y nunca como un medio; el principio de igualdad en dignidad y valor de todas las personas humanas; el principio de justicia y equidad, que puede compensar el utilitarismo primando la ayuda a los menos favorecidos. Estos principios designan, por tanto, una orientación fundamental, inspiradora de la acción. Las reglas están en cambio más cerca de la misma acción, la determinan y enmarcan, y en definitiva, permiten la aplicación concreta de los principios. La palabra valor incluye dos aspectos, la significación y la orientación a la acción, por lo que también puede utilizarse en relación con los principios, aunque en su acepción filosófica una moral de valores se opone a una moral de principios. Los valores pertenecen al orden del bien o del ser, como el valor de la vida, la dignidad de la persona o la autonomía del hombre como ser libre. El respeto a esos valores funda los principios éticos de respeto a la vida, prohibición de matar, autodeterminación, etc. Los principios y reglas -las normas- deben estar al servicio de los valores y traducirlos en términos operativos. Como puede verse, el equilibrio entre todos estos principios y valores no es siempre fácil. En el ámbito de la bioética nos encontramos frecuentemente con conflictos de principios y valores que es necesario jerarquizar o regular, en los casos concretos y a nivel teórico. De cualquier manera, está claro que toda reflexión bioética de la persona está condicionada por sus propios valores, por sus opciones y creencias, por la manera de entender al hombre, la vida y la medicina. Son decisivas las opciones fundamentales sobre el sentido de la vida humana y su definición, el sentido de la persona, del sufrimiento, de la vejez y de la muerte, el sentido de la procreación y de la sexualidad, y por supuesto, el sentido de la misma ética. En este sentido, es de enorme interés la actual discusión, especialmente en los Estados Unidos, sobre si la bioética debe basarse en los principios o en la virtud: en un sistema normativo basado en principios o en una ética de la virtud personal (Palazzina, 1992: 59-85). Según esta postura,"frente a una ética científica, que antepone el conocimiento, y la ética profesional que dicta los límites deontológicos sin establecer el contenido humano como único fundamento del acto médico, hay que levantar la ética del médico: hacer cuanto pueda y sepa para el bien del enfermo... supeditando el método científico al acto médico... entendido como compromiso interpersonal" (AAVV, 1989). También se está poniendo de relieve, en definitiva, la importancia de la actitud ética del médico y la formación de su propia conciencia, que puede llevar a su realización como persona y como científico, o a su destrucción desde el punto de vista moral (Sonnenfeld, 1991). Ambas posiciones no son excluyentes y depende también su relación del modelo ético que se tenga. Modelos éticos de referencia Aunque la bioética trata siempre de permanecer cerca de las situaciones concretas, las teorías éticas están siempre presentes en las discusiones y en las soluciones que se apunten. Podemos distinguir cuatro teorías principales: a) La ética ontologista. Existe una moral objetiva, una bondad y una malicia intrínseca; es decir, que hay actos siempre y en sí mismos aceptables y otros, al contrario, condenables, cualquiera que sea la situación. Por tanto, la rectitud moral no es subjetiva ni situacional, ni arbitrariamente fijada por el hombre o por Dios: el bien existe en las propias cosas. Existen principios que se imponen al hombre como absolutos. b) La ética utilitarista. El núcleo de la moralidad -para esta corrientese encuentra en la maximización de la felicidad y la minimización de la miseria y del sufrimiento. Una acción es buena si tiende a este fin y mala si se aleja de él. Por tanto, la moralidad depende de las circunstancias, de la situación. En definitiva, el fin justifica los medios. Algunos autores toman en consideración sólo el propio interés personal como fin; otros tienen una visión más altruista, con el principio utilitarista de "el mayor bien para el mayor número de gente", de modo que se vean las ventajas e inconvenientes y se escoja la que más ventajas aporte a todas las personas implicadas en la acción. c) El deontologismo. Se opone a las anteriores teorías. Un acto es moral, no porque sea bueno en sí o porque sea útil, sino porque es correcto; la rectitud le viene de la voluntad, pues el bien se impone como un deber, un imperativo. Dentro de esta corriente, unos siguen a Kant, fijando grandes principios universales inevitables, y otros aceptan reglas, pero con excepciones en algunas circunstancias. Para otros, finalmente, sólo cuenta la evaluación del acto en la situación singular y única que le rodea. d) La ética personalista. Podemos reunir en esta corriente todos los esfuerzos que se han hecho para evitar el utilitarismo y el deontologismo, sin volver por ello exclusivamente a la escuela ontologista o, al menos, tratando de evitar sus excesos, o de conciliar objetividad y subjetividad en una ética de los valores. Esto se ha llevado a cabo desde diversas posiciones, algunas fuera de todo apoyo en una ontología, y otras basadas en la metafísica del ser. Se trata de dar importancia al sujeto, a la persona, no en oposición pero sí en preeminencia frente a una ley objetiva que se impondría desde fuera. A esta corriente se debe la importancia que se da desde hace algunos años a los derechos fundamentales de la persona, con un interés manifiesto por las declaraciones de derechos, incluidos los de los enfermos, y la insistencia en unos determinados principios bioéticos. Estos principios son, en breve resumen, una concepción personalista de la corporeidad humana, el valor fundamental de la vida física, el principio de totalidad o terapéutico, el de la libertad y responsabilidad, y el principio de socialidad o subsidiariedad (Sgreccia & Notarfonso, 1992: 123-129). Más allá de las perspectivas de fondo, pueden encontrarse semejanzas entre algunas de estas teorías en lo que se refiere a la reflexión bioética concreta, y los límites entre ellas a veces no están tan claros. De todas maneras, la aplicación de esas teorías da lugar, de hecho, a unos diferentes modelos éticos de referencia práctica, con muy desiguales consecuencias y jerarquía de valores a la hora de evaluar cualquiera de las cuestiones debatidas y, sobre todo, a la hora de enfrentarse con las dos cuestiones fundamentales de la bioética, que antes mencionábamos: el respeto a la dignidad de la vida humana y la defensa de la libertad de la persona. Al menos podemos mencionar cuatro: el modelo liberal radical, el pragmáticoutilitarista, el modelo sociobiológico y el personalista (Sgraccia & Notarfonso, 1992: 119-123; Ruiz Retegui, 1987: 12-14). a) El modelo liberal-radical. La referencia última y suprema del juicio ético es la libertad: es lícito lo que es libremente querido, libremente aceptado y no daña la libertad de los demás. Así, respecto a la ingeniería genética, se sostiene la "libertad de investigación": el investigador debe ser objetivo en la evaluación de los resultados y no debe tener ninguna regla ética más. Se advierten bien las conclusiones de este modelo en la vida cotidiana: la liberalización del aborto, la elección del sexo de los hijos, el cambio de sexo por parte del que lo desee, la libre actuación en la fecundación "in vitro", la libertad de decidir el momento de la propia muerte, etc. En este modelo no se profundiza suficientemente en la verdad de la libertad humana. En el fondo, se defiende "la libertad para algunos, solamente para los que pueden hacerla valer ... se trata de una libertad de los vínculos y no de una libertad para un proyecto de vida y de sociedad que se justifique por su finalidad. Se trata, en otras palabras, de una libertad sin responsabilidad" (Bonete, 1995). Desde un punto de vista estrictamente ético, en la jerarquía de los valores, la vida antecede a la libertad: todo acto libre, lo es de un hombre que actúa libremente. Sin vida humana, no es posible ser libre. b) El modelo pragmático-utilitarista. En el terreno de la bioética, este modelo se basa en la teoría de la praxis y una justificación del utilitarismo social. Es una posición bastante difundida en algunos centros y comités de bioética. El entendimiento humano no puede llegar a alcanzar ninguna verdad de tipo absoluto y, por tanto, tampoco puede definirse una moral válida para todos y para todos los tiempos. Es necesario recurrir a una moral "comedida", pragmática: la moral del cálculo de la utilidad evaluable, de la relación entre costo y beneficio. Ese cálculo, imprescindible en cualquier intervención médica, por ejemplo, se aplica también entre el valor de la vida humana y los valores económicos, sociales o simplemente de progreso científico, de forma que se puede llegar a un utilitarismo extremo de corte pragmático. El criterio de la utilidad no puede ser nunca el último en bioética: siempre debe considerarse la utilidad respecto a quién o a qué, es decir, respecto a la finalidad del propio acto médico, que es la salud de una persona enferma. El fín lo marca de modo último la propia persona enferma. c) El modelo sociobiológico. Según este modelo, la vida y la sociedad están sujetas a la evolución biológica y sociológica, y los valores morales deben también modificarse de modo evolutivo. El motor es el "egoismo biológico" que da lugar al derecho y la moral, como expresiones culturales. Desde esta perspectiva, el único valor ético es el que permite mantener el equilibrio evolutivo del ecosistema, en continuo progreso. Todo lo que esté a favor de ese progreso, está bien, y lo que comprometa el equilibrio, está mal. Es preciso, sin embargo, que el progreso haga referencia a un valor que lo haga auténtico, por el que pueda medirse. Además, el hombre está rodeado de hechos y valores que le acompañan siempre y a los que debe encontrar significado, por encima de las variaciones culturales o de costumbres: la muerte, el dolor, la verdad, la solidaridad y finalmente, su propia libertad. d) El modelo personalista. En el panorama cultural actual, la concepción personalista es la que mantiene el primado y la intangibilidad de la persona humana, considerada como valor supremo, punto de referencia, fin y no medio. Dentro de las diversas posiciones, la que pensamos más fundamentada es la que remite la persona al ser: la persona humana "es digna" porque "es más". Sólo a partir de este fundamento es posible construir una bioética plenamente respetuosa con la dignidad última de la persona humana. Esta dignidad es la que exige el máximo respeto y una efectiva tutela, en el terreno de la bioética, desde el momento de la concepción al de la muerte natural, y siempre que se muestre necesitada de ayuda. Según nuestro parecer, esta concepción responde más plenamente al propio ser del hombre, y explica mejor la relación existente entre dignidad de la persona y libertad, no como valores divergentes sino complementarios. Lo explicaremos de modo más detallado a continuación. 2.- POSICIONES FILOSÓFICAS SOCIALMENTE EXTENDIDAS Diría en primer lugar que se observa un "abordaje" de las cuestiones de bioética como si fueran meras cuestiones pertenecientes al ámbito económico -en la gestión sanitaria, costes y utilidad, investigación farmacológica-, al ámbito político -cómo resolver social y jurídicamente los problemas planteados por el aborto, etc, con una ética de mínimos-, o al ámbito cultural, al que pertenecerían las "opiniones" de cada grupo social con su ética de máximos. En el ámbito económico domina el modelo utilitarista. "Al orden económico de la sociedad le concierne la organización de la producción y la asignación de bienes y servicios... El principio axial que rige es la 'racionalidad funcional': es decir, lograr eficacia, menores costes, mayores beneficios, maximización, optimización... El valor que predomina es el de la 'utilidad'"(de Santiago, 1997: 29-80). Está clara la aplicación de este principio en toda la discusión acerca de la ética de la gestión de las instituciones de salud y en el debate en torno a la asignación de recursos escasos en la atención sanitaria. Es importante su aplicación, no lo dudamos, pero no puede extrapolarse a toda la atención sanitaria o imponerse, sobe todo, en las relaciones interpersonales entre el médico y el paciente: éste último quedaría así -queda así, de hecho, en muchas ocasiones- en un mero 'usuario' de los servicios profesionales del trabajadorfuncionario sanitario. El campo de acción de la política es el de la justicia y el poder. Resalta el control de los usos legítimos de la fuerza y pretende regular los posibles y reales conflictos entre concepciones particulares de la justicia, herederas de tradiciones sociopolíticas diversas. El principio axial del orden político es la 'legitimidad' democrática con que se ejerce el poder, en el sistema democrático. La legitimidad presupone el principio ético de la 'igualdad', y la ética discursiva (Apel, Habermas) o neocontractualista (Rawls) son las que mejor concordarían en este ámbito. Es indudable su aplicación y sus ventajas en la consecución del consenso, siempre necesario en política. Pero tampoco puede extrapolarse a todo el ámbito social y a todo el campo político, como una 'ética de consenso a la baja'. Es decir, tratar de consensuar a base de prescindir cada uno de los valores y opiniones que difieren de los que mantienen los demás. Esto sería -es, en el caso del aborto, por ejemplo- un plano inclinado hacia abajo. Por último estaría el ámbito de la cultura: recursos artísticos, religiosos, morales, etc con los que se expresan los sentidos de la existencia humana. El principio axial es aquí la búsqueda de la 'autorrealización', de la respuesta al sentido de situaciones existenciales comunes a todos los tiempos y todos los seres humanos: la muerte, la obligación moral, el amor y el sacrificio, el sentido de la vida, etc. Las filosofías morales y políticas que más hincapié hacen hoy en estos problemas existenciales y en la búsqueda de la autorrealización son las que podemos denominar personalistas en sus variadas versiones, neoaristotélica, comunitarista, etc (Bermudez 1990: 357; León, 1992: 5-22). Una de las claves de la Bioética es, precisamemte, la multidisciplinariedad, que es también lo opuesto a una visión reducida, angosta, pequeña, de cada especialista en su especialidad científica. Por esto, pienso que debemos tratar de integrar cada una de esas posiciones filosóficas dentro del conjunto, a la hora de abordar cualquier problema de bioética: es necesario contar con los medios económicos para tener un buen sistema sanitario, y distribuirlos según justicia; es precio el debate social que influya en el orden político y en la consiguiente legislación de las nuevas tecnologías que afectan a la vida humana. Pero no podemos dejar encerrados los valores y creencias en el ámbito estrictamente cultural, sin repercusión en la vida pública y en el orden político y jurídico. Cada grupo social, cada grupo cultural, debe aportar lo mejor de sí mismo al conjunto de la sociedad, sin imposiciones intolerantes del signo que sean, frecuentemente desde posiciones que, en Europa por lo menos, se escudan detrás de la palabra 'tolerancia'. El debate político y social debe contar con el respeto a unos valores y bienes humanos, por debajo de los cuales una sociedad sería in-humana, y entre esos bienes está la dignidad de la persona humana, y como expresión jurídica, una decidida y efectiva tutela de los derechos humanos fundamentales. 3.- LOS DERECHOS HUMANOS COMO BASE DE LA LEGISLACIÓN EN BIOÉTICA Partimos del rechazo del positivismo ético, y la necesidad de una fundamentación ética de los derechos humanos, como derechos fundamentales. Así, son la concreción y el desarrollo histórico de los valores de la persona, que los integran y unifican en el mundo jurídico moderno. "Suponen, desde el punto de vista de dichos valores, su concreción e integración (libertad e igualdad), detectables en el análisis histórico de los sistemas jurídicos, y se sitúan por tal motivo entre la moral y la política: constituyen la realización social -a nivel formal-jurídico- de la moral positiva por parte del poder"(Serna Bermúdez, Pedro 1990: 357.). Por tanto, tienen un doble fundamento: desde el punto de vista material están determinados por los valores; pero el constitutivo formal, lo que permite que verdaderamente sean designados con el rótulo de "derechos humanos", es la asunción por la norma positiva, por el derecho válido. Y al contrario, esto implica que "el poder político, para ser legítimo, ha de organizarse en función de los derechos humanos... estos, aunque se dan en la sociedad, puesto que sólo constituyen una deuda jurídica si hay alteridad, no emanan de la misma, sino de una instancia anterior -lógica y ontológicamente, aunque no históricamente- al poder político y a la sociedad misma: a saber, la realidad misma del ser hombre"(Serna Bermudez, 1990: 361). La dignidad del hombre y su índole personal son el fundamento de los derechos, que aparecen así como instrumentos de realización de la libertad. Los derechos humanos surgen precisamente "como límites de lo que el poder social puede interferir en cumplimiento de su función organizadora... y se configuran como 'libertades' de los ciudadanos que posibilitan que se haga efectivo un núcleo esencial de aquella originaria libertad psicológica". Como hemos comentado anteriormente, la libertad en definitiva, en alguna de sus manifestaciones -las protegidas por los derechos como "libertades" concretas- posee una importancia primordial que la convierte en valor. "Eso que convierte a la libertad en valor es precisamente la dignidad de la persona. La dignidad del hombre exige el respeto de éste como sujeto de una independencia y autonomía que hay que garantizar socialmente, puesto que la persona y los grupos humanos no se reducen a su presencia social y, mucho menos, a su presencia en el Estado; es más, la sociedad misma tiene como fin el desarrollo del ser personal (...) Esta es, pues, la función más alta de los derechos humanos: la protección de la dignidad de la persona y la moralización del derecho"( Serna Bermudez, 1990: 362364). Los derechos humanos, actuando como factores posibilitantes de la libertad, constituyen "verdaderas necesidades humanas, en la medida que delimitan exigencias mediales para el desarrollo moral del hombre". Por lo tanto, aparecen como derechos inalienables y también irrenunciables, en la medida que ningún hombre puede renunciar desde el punto de vista ético a su propia dignidad como persona. Por esto precisamente, la primera base del ordenamiento político es la dignidad de la persona y su libertad, y en segundo término están los valores instrumentales de justicia, igualdad, etc. Y el ordenamiento jurídico -la Constitución Española de 1978- propugna como valores superiores la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político; pero a la hora de establecer cuál es la base de esos valores, de los derechos y deberes fundamentales, establece con precisión en su artículo 10º: "La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social"(B.O.E. 1978). 4.- BIOÉTICA Y DERECHO Ninguna ley o disposición normativa puede ir en contra de este principio fundamental, ético y jurídico. Y esto es importante tenerlo en cuenta en la elaboración de la legislación en materias de bioética, actuales y futuras. En definitiva, el derecho no puede desentenderse u oponerse a la moral. Tampoco debe identificarse con la moral, en el sentido de que no debe condenar todo lo que es inmoral o imponer todo lo que la moral exige. Pero no puede perder nunca su relación con los valores fundamentales de la persona y, por tanto, con la moral. Desde la primera de estas posiciones, el positivismo jurídico recurre en ocasiones a una justificación basada en la ética de consenso. Ya vimos que la ley española sobre técnicas de reproducción asistida responde muy directamente a una concepción utilitarista o pragmática, que ciertamente es difícil tratar de conciliar con "los contenidos constitucionales" que menciona, especialmente con el ya citado artículo 10º de la Constitución. La legislación en materia de bioética, dentro de la pluralidad de un sistema democrático, debe basarse en la llamada "ética de mínimos", pero no de unos "mínimos a la baja", pues no deben son fruto exclusivo de un consenso pactado: el propio consenso y la democracia no son posibles sin la aceptación de unos mínimos éticos objetivos. "Esto supone varias cosas: primero, que la moral no es meramente convencional, ni mero resultado de la estrategia o el pacto, sino que puede fundamentarse objetivamente; segundo, que esta moral tiene niveles: uno es el de la moral individual, que se identifica con la ética de máximos propia de cada persona (su personal proyecto de felicidad y perfección), y otro el de la moral civil, o conjunto de mínimos requeridos para que la vida en sociedad pueda ser considerada éticamente digna; y tercero, que ética y derecho son cosas distintas, pero intimamente relacionadas"(Gracia, 1989: 575-576). En esos "mínimos éticos objetivos", exigibles en una legislación sobre bioética, de acuerdo con todo lo expuesto anteriormente sobre la dignidad de la persona, debe estar una eficaz y máxima tutela de los derechos humanos, y un efectivo respeto por parte del legislador a la finalidad propia de las ciencias de la salud, siempre al servicio de la persona humana. Como se ha escrito recientemente, "en la defensa y vigilancia de los derechos Humanos, la Bioética incide en la práctica al orientar a los investigadores, técnicos, científicos, legisladores y gobernantes en la valoración de la repercusión de sus respectivas acciones y labores, así como en las medidas correspondientes para evitar excesos y abusos que denigren la dignidad humana"(Velasco Suarez, 1993: 928) En definitiva, la práctica de la bioética está lejos de ser algo inocente o superficial. Incide profundamente sobre las convicciones personales de cada uno y sobre los valores colectivos de una sociedad. Es lo que hace difícil la reflexión bioética, tanto a nivel de coherencia personal como de discusión social. Pero esto precisamente nos señala la urgencia que tiene si queremos un progreso científico, médico y social a la altura de la dignidad del hombre. 4.2 La responsabilidad social de las instituciones y de las organizaciones Definición la responsabilidad social de las empresas (RSE) La Comisión Europea define la responsabilidad social de las empresas (RSE) como «la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores (stakeholder)». Contexto De este modo, la aplicación efectiva del concepto de RSE ayuda a alcanzar el objetivo expresado durante el Consejo Europeo de Lisboa de que la Unión Europea logre «convertirse en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera sostenible con más y mejores empleos y con mayor cohesión social». Tras la publicación del Libro Verde (pdf) «Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas» en julio de 2001, con objeto de suscitar un debate sobre este tema y contribuir a la elaboración de un marco europeo para el fomento de este concepto, la Comisión piensa proseguir su acción mediante propuestas concretas. Consultas A raíz de la publicación del Libro Verde sobre la RSE antes indicado, se procedió a una amplia consulta a organizaciones patronales, empresas y otras asociaciones e instituciones. Se pueden sacar las siguientes conclusiones: Las empresas subrayan la naturaleza voluntaria de la RSE. En su opinión, el concepto no podrá aplicarse de forma uniforme dada la diversidad de planteamientos nacionales al respecto. Los sindicatos y las organizaciones de la sociedad civil advierten de que las iniciativas voluntarias no son suficientes para salvaguardar a los trabajadores. Por ello exigen a las empresas que se responsabilicen de sus actividades en el ámbito social mediante mecanismos eficaces. Los inversores señalan la necesidad de mejorar la divulgación de la información y la transparencia de las prácticas empresariales. Las organizaciones de consumidores insisten en la importancia de disponer de información fiable sobre las condiciones de producción y comercialización de los bienes. Las instituciones europeas como el Consejo, el Comité Económico y Social, el Comité de las Regiones y el Parlamento Europeo destacan la importancia de un enfoque europeo sobre este tema. La principal función de una empresa consiste en crear valor y generar así beneficios para sus propietarios y accionistas. Pero también puede contribuir a la vez al bienestar de la sociedad. Hoy en día, las empresas están cada vez más convencidas de que su éxito económico ya no depende únicamente de una estrategia de aumento al máximo de los beneficios a corto plazo, sino de tener en cuenta la protección del medio ambiente y el fomento de su responsabilidad social, incluidos los intereses de los consumidores. Ha surgido un amplio consenso sobre la importancia de la RSE en las actividades de las empresas, ya que éstas últimas se han dado cuenta de los siguientes puntos: la mundialización ha aumentado el grado de complejidad organizativa de las empresas pues la creciente expansión de sus actividades en el extranjero hace surgir nuevas responsabilidades a escala mundial, en particular en los países en desarrollo; la imagen, el prestigio y, por consiguiente, el éxito de las empresas depende de su compromiso en favor de los consumidores; para calcular mejor los factores de riesgo y de éxito de una empresa, las instituciones financieras piden obtener información que no se limite a los tradicionales informes financieros; las empresas tienen un claro interés en contribuir al desarrollo del conocimiento y de la innovación si quieren beneficiarse de una mano de obra competente; el desarrollo de prácticas que tengan en cuenta elementos medioambientales y sociales contribuye a la modernización de las actividades de las empresas y, por consiguiente, a su competitividad a largo plazo. Una acción comunitaria Dadas las carencias observadas en el ámbito de la RSE, La Comisión propone una estrategia de fomento de la RSE fundada en determinados principios: naturaleza voluntaria de la RSE; transparencia y credibilidad de las actividades de la RSE; focalización de la acción comunitaria en las actividades en las que la intervención de la Comunidad aporte un verdadero valor añadido; enfoque equilibrado de la RSE en lo1s ámbitos económico, social y medioambiental, así como para los intereses de los consumidores; atención a las necesidades específicas de las PYME; respeto de los acuerdos e instrumentos internacionales existentes [por ejemplo, normas de trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), directrices de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), etc.]. La Comisión pretende llevar a cabo una serie de acciones concretas para solventar las carencias existentes: la falta de información sobre la relación que existe entre la RSE y los resultados económicos de las empresas; el conocimiento insuficiente de los consumidores y de los inversores sobre el concepto de RSE; la ausencia de consenso sobre una definición general de RSE por las diferencias entre los Estados miembros; la escasa presencia del concepto de RSE en la formación universitaria; la falta de recursos para acciones en favor de la RSE con que cuentan las pequeñas y medianas empresas (PYME); la inexistencia de instrumentos para diseñar y administrar las actividades de la RSE; la falta de coherencia de las políticas públicas en este ámbito. Conocimiento de los beneficios que puede aportar la RSE a las empresas y a los países A pesar del amplio consenso existente sobre la importancia de la RSE para las empresas, es difícil por el momento valorar detalladamente los aportes concretos de una acción en este ámbito. Por consiguiente, la Comisión sugiere realizar estudios sobre las consecuencias positivas de las acciones en el marco de la RSE para la competitividad de las empresas, apoyar las actividades de sensibilización sobre la RSE, y analizar y difundir la información sobre las prácticas socialmente responsables. Aumentar el intercambio de buenas prácticas entre empresas y entre Estados miembros Las propias empresas han destacado la importancia de intercambiar las experiencias respectivas y sus buenas prácticas en materia de RSE. Por tanto, deben mejorar los foros existentes mediante una mejor conexión en red y cooperación. Esto también es válido para los Estados miembros que han elaborado políticas de RSE distintas entre sí y que reflejan sus diferentes tradiciones. Apoyar las capacidades de gestión en materia de RSE Hay que integrar los principios de la RSE en la educación general y en la formación en materia de administración de empresas. Además, deben utilizarse los Fondos Estructurales y, principalmente, el Fondo Social Europeo para fomentar la RSE en la formación destinada al personal de dirección y otros trabajadores. Incitar a las PYME a adoptar estrategias de RSE Dado que este concepto se ha diseñado sobre todo para las grandes empresas, es aún más importante acabar con el desconocimiento que tienen las PYME. Los principales problemas de éstas últimas al respecto son la falta de sensibilización y de recursos. Por ello, hay que estudiar las características específicas de la estrategia de RSE de las PYME, fomentar el intercambio y la difusión de buenas prácticas, presentar el concepto de RSE a las asociaciones de PYME y a las organizaciones de ayuda a las PYME, facilitar la cooperación entre las grandes y pequeñas empresas, y sensibilizar a las PYME en relación con el impacto de sus actividades en los países en desarrollo. Reforzar la transparencia de las prácticas y los instrumentos de RSE La transparencia es esencial pues facilita en primer lugar el intercambio de mejores prácticas y, por consiguiente, la mejora de todas las prácticas y, en segundo lugar, ayuda a las empresas a cuantificar los resultados obtenidos. Por tanto, es deseable un aumento de la transparencia en los siguientes ámbitos: códigos de conducta (derechos de los trabajadores, derechos humanos, protección del medio ambiente, etc.); normas de gestión (integrar los aspectos sociales y medioambientales en las actividades diarias de las empresas); medición de resultados, elaboración de informes y validación (redacción de informes internos por parte de las empresas sobre sus actividades en el ámbito de la RSE); etiquetas (derecho de los consumidores a la información sobre los productos mediante el etiquetado); ISR (inversión socialmente responsable, especialmente para los fondos de pensión; es decir, invertir en empresas teniendo en cuenta sus resultados sobre RSE). Creación de un foro multilateral europeo sobre la RSE Dada la diversidad de las tradiciones en materia de RSE, no será posible sin duda lograr soluciones generales. No obstante, la participación de todas las partes implicadas es fundamental para garantizar la aceptación y credibilidad de la RSE. Por consiguiente, la Comisión propone la creación de un Foro multilateral sobre la RSE con el objeto de promover el intercambio de experiencias, el acercamiento de las iniciativas existentes en la Unión Europea y la detección de ámbitos donde sea conveniente una acción a escala comunitaria. El Foro constará de una plenaria que se reunirá dos veces al año y de mesas redondas temáticas con reuniones más frecuentes. La Comisión invita al Foro a presentar para mediados de 2004 orientaciones en los siguientes ámbitos: relación entre la RSE y la competitividad; contribución de la RSE al desarrollo sostenible, en particular en los países en desarrollo; aspectos específicos de las PYME; eficacia de los códigos de conducta existentes; desarrollo de orientaciones y criterios comunes para medir los resultados; definición de orientaciones comunes para los sistemas de etiquetado; divulgación de información sobre las políticas de ISR. Integración de la RSE en las demás políticas comunitarias Como se declaró en la Estrategia en favor del desarrollo sostenible adoptada por la Unión Europea en la cumbre de Gotemburgo de 2001 y en la Carta de los Derechos Fundamentales proclamada en Niza en 2000, la UE se ha comprometido a integrar plenamente en sus políticas y acciones consideraciones de tipo económico, social y medioambiental con arreglo al concepto de RSE. La Comisión se compromete a fomentar en mayor medida la integración de los principios de la RSE en las políticas de la UE, publicar un informe en 2004 sobre los resultados del Foro multilateral europeo y establecer en el seno de la Comisión un grupo interservicios en materia de RSE, con objeto de garantizar la coherencia de la labor de esta institución. Los principios de la RSE son especialmente importantes en las siguientes políticas de la UE: políticas de empleo y de asuntos sociales (educación/formación permanente/información/consulta/igualdad de oportunidades/integración de personas con discapacidad/anticipación de los cambios industriales y de las reconversiones); política de empresa (un enfoque equilibrado que maximice las sinergias entre sus dimensiones económica, social y medioambiental); política medioambiental (evaluación continua de los resultados medioambientales/concepto de eficiencia ecológica que compara la cantidad de bienes producidos con el impacto medioambiental de la producción/reconocimiento de las cuestiones medioambientales en los informes anuales de las empresas/contribución al desarrollo de una tecnología medioambiental con mejor comportamiento ecológico y beneficiosa a largo plazo para las empresas); política de los consumidores (consideración de los intereses de los consumidores, cada vez más exigentes en temas medioambientales y sociales); política de contratación pública - compradores públicos (aprovechar el hecho de que los compradores públicos suelen tener más libertad para tener en cuenta aspectos sociales y medioambientales/facilitar el intercambio de buenas prácticas en este ámbito); política exterior, comercial y de cooperación al desarrollo (aprovechar los diversos vínculos con los países en todo el mundo merced a acuerdos políticos y comerciales para hacer respetar las normas internacionales sociales, medioambientales y en materia de derechos humanos/por parte de la UE, dirigirse directamente a las empresas multinacionales para fomentar estas consideraciones); administraciones públicas (integrar los principios de la RSE en su propia gestión, algo que también se aplica a la Comisión Europea/proyectos internos específicos de la Comisión Europea para fomentar el concepto de RSE en sus servicios). Dentro de estos nuevos modelos corresponde una especial responsabilidad a las empresas. Los consumidores y las organizaciones de consumidores velarán por ciertos intereses sociales o pautas de consumo, pero las empresas son los principales agentes de producción y comercialización. Una actuación social y ecológicamente responsable de las empresas sería una importante contribución a un mundo más justo y solidario. Este fenómeno se denomina en Europa como la RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS (CSR). Bajo la creciente presión de ONGs y consumidores, cada vez hay más instituciones públicas y empresas privadas que adoptan códigos de conducta en materia de condiciones laborales, derechos humanos y aspectos medioambientales; dirigidos en particular a sus subcontratistas y proveedores. Lo implementan por razones diversas, para algunas es una mera operación de "marketing", para ganar o no perder cuota de mercado. Pero también existen razones éticas, las instituciones públicas y empresas privadas pueden tener claras convicciones éticas y querer contribuir a una mejora social o ecológica. La reputación de una empresa -como comprador- puede sufrir graves daños, si una investigación sobre las condiciones laborales de su proveedor, o las condiciones comerciales/financieras de la transacción comercial no respetan los derechos humanos básicos. Cuando este tipo de datos sale a la luz suele tener como resultado campañas que afectan significativamente al prestigio empresarial, provocando campañas publicitarias negativas, pérdida inmediata de cuota de mercado, perjuicios en la implantación social y por ende, en las cuentas de resultados anuales. Los salarios que paga Nike en Indonesia por todos sus trabajadores/as están por debajo de los 20 millones de dólares; cifra inferior al contrato que la firma mantiene con Michael Jordan por hacer publicidad de sus productos. El coste laboral, para Nike, de fabricar un par de zapatillas no llega a los 60 céntimos, mientras que el precio promedio de venta en los EE.UU. es de unos 100 euros. El polo opuesto es la Confederación Danesa de Empresarios (quizás la más progresista del mundo), organización patronal que ha adoptado una serie de directrices en materia de derechos humanos que instan a las empresas a asumir el mismo nivel de responsabilidad social en sus países de acogida que en su país de origen. En toda la cadena de producción y comercialización deberían aplicarse códigos de conducta. Es importante que las empresas faciliten información transparente sobre dicha aplicación, en particular a las comunidades locales, los trabajadores y directivos. 4.2.1 La ética en la familia Comprender correctamente la Etica del Matrimonio y de la Familia supone partir de tres afirmaciones: La Etica del Matrimonio y de la Familia presenta fuertes raíces históricas. En la actualidad ocupa un lugar muy importante entre la Etica. La ética se encuentra impactada por otras ciencias (sociología, antropología, filosofía, medicina, psicología, etc). Comenzamos explicando los términos "ética o moral", "matrimonio" y "familia". Etica.- estudio de los ethos, bien como modo de ser o como hábitos y costumbres. El centro es la razón (racionalidad intramundana Filosofía). Moral.- estudio de las costumbres, que pueden ser buenas (virtudes) o malas (vicios). El centro es Dios (dimensión trascendente - siglo XI). El matrimonio se entiende como la relación estable entre un hombre y una mujer con un refrendo social y público. La familia es la relación estable en la pareja conyugal, sus vástagos, si los hubiere, y su acción social. II.- Mediación en la ética de la familia. La mediación ética o protocategórica la encontramos en la "persona" como sujeto ético de comportamiento en su doble dimensión: vertical o trascendental y horizontal o inmanente. En esta protocategoría se parte de la siguiente pregunta: ¿Qué es el hombre? . Kant responde con múltiples interrogantes, a los que contestarán distintas ramas del saber: ¿¨Qué es el hombre?. Antropología. ¿Qué puedo saber del hombre?. Metafísica. ¿Qué debo saber del hombre?. Práxis o Moral. ¿Qué debo esperar del hombre?. Religión. La realidad humana la hemos de contemplar en diversas dimensiones: 1.- El hombre, unidad totalizante. Afirmación básica de la ética. La persona es un todo, una unidad totalizante que se expresa a nivel interior y exterior, objetivo y subjetivo, intencional y ejecutivo. 2.- El hombre, inteligencia sentiente. La persona es una unidad inteligente con capacidad de pensar y elegir, es razón más corazón. Lo que se evidencia a través de tres notas fundamentales: a) b) c) La persona es un ser vivo. El bios humano es original. El intelegir es la modalidad biológica humana por excelencia. 3.- El hombre estructura personal. Lo cual conlleva tres cualidades delimitadoras de la persona: a) Conformación (organización, responsabilidad, libertad, etc). b) Individualidad (capacidad de autolimitarse y autoafirmarse). c) Personalidad (interioridad, autoconciencia, autogobierno, autocontrol). 4.- La persona, ser para el encuentro. 5.- La persona realidad teológica. Incluye una dimensión teológica, busca a Dios o al misterio, y esta búsqueda le hace ser más persona. III.- La realidad de la ética y de la familia. La ética tiene en cuenta la realidad histórica del vivir humano y se cuestiona cuál es la situación de la familia cómo vive la pareja, el matrimonio, etc. Mas, ¿cuáles son las condiciones para que esa pregunta ética esté bien hecha?. 1.- Que la ética sea una realidad autónoma con respecto a otras ciencias. 2.- Que esté bien construida. 3.- Que sea universalizable. Esto es, de todos los sujetos, no de los más poderosos. 4.- Que sea imparcial. 5.- Que sea desinstitucionalizada. En ética tienen que desaparecer las sanciones, pues ella pertenece a la conciencia. Debe ir por la línea de la autonomía, de la humanización. IV.- Situación real de la ética. En la actualidad, no faltan voces que, desde una u otra óptica bien civil bien religiosa, privada o pública, expresan valoraciones sobre la situación moral actual, interpretándola bajo distintas perspectivas. La patética moral o hipótesis de la desmoralización. Hay quienes afirman la existencia de una involución moral y comparan nuestra época con la "decadencia romana". El fenómeno de la desmoralización es entendido en tres niveles de diferente profundidad: 1) Desmoralización = Inmoralidad. Es el modo más superficial de entender la moralidad. Se considera como un aumento del mal moral. Ante lo cual, hemos de contestar que no podemos dejar de ver los males morales que abundan en el mundo actual, pero también debemos tener presentes las siguientes constataciones: a) Es muy dificil medir la salud moral concreta de un grupo humano. b) Es necesario admitir la fuerza operante del mal, su misterio dentro de la historia, pero también es necesario admitir la fuerza del misterio de Cristo. c) Cuando se habla de aumento de inmoralidad en el mundo de hoy, ¿en qué ámbitos de comportamiento se piensa de manera preferente?. d) En nuestro tiempo han aumentado las posibilidades de hacer el mal, pero también han aumentado las de hacer el bien. Estas connotaciones relativizan la afirmación del aumento del mal moral en el mundo de hoy. Hay que admitir la existencia de profundas inmoralidades en la actualidad e incluso aceptar que haya habido un aumento considerable de las mismas. Pero no se puede decir que la crisis de la moral se resuelva en un aumento de inmoralidad. 2) Desmoralización = Permisividad. La sociedad actual es de signo permisivo, pluralista, y lleva consigo como consecuencia la tolerancia. Estos tres factores: pluralismo, permisividad y tolerancia, repercuten en el modo de vivir y formular la moral. La permisividad tiene dos manifestaciones fundamentales: la permisividad social, y la tolerancia jurídica. a) La permisividad social, supone el paso de la clandestinidad a la publicidad de muchos comportamientos moralmente reprobables que antes permanecían en la esfera privada y han pasado a la esfera pública. Tal circunstancia va contribuyendo al oscurecimiento de los valores éticos y dando lugar a una connaturalidad en relación con el mal que hace descender el nivel de reacción moral, lo que repercute negativamente en niños, personas en periodo de formación, adultos inmaduros, etc. b) La tolerancia jurídica, supone un progreso en la aceptación real de la libertad de conciencia de las personas. No obstante hay que distinguir entre "exigencia moral" y "licitud jurídica". Debiendo respetar todo ordenamiento jurídico la libertad de conciencia de los que tengan ideas morales contrarias. 3) Desmoralización = Amoralidad. La amoralidad supone una mayor desmoralización que la inmoralidad y la permisividad. Nuestra civilización dominada por la ley del "consumo", la industrialización, el urbanismo, la masificación y el tecnicismo, está inmersa necesariamente en una nueva forma de civilización. Nace así la "sociedad de consumo" que posibilita la aparición del "hombre masa" a través de los siguientes mecanismos: Desintegración de las relaciones humanas. Manipulación de la palabra. Degradación del amor y de la sexualidad. Fomento de la violencia como forma de relación interhumana. Empobrecimiento del espíritu humano. Aunque son evidentes los mecanismos de la sociedad que originan zonas humanas de inmoralidad, sin embargo reconocemos que la configuración sociocultural de la época presente favorece el recto planteamiento de la pregunta moral. La hipótesis de "cambio". Frente a la clave interpretativa de la desmoralización aparece la interpretación en términos de "cambio". Nuestra época es favorable a la aparición de una nueva estimativa moral. Los factores que propician la nueva pregunta ética desde la sociedad y la cultura son los siguientes: 1) La búsqueda de "fines" y "significados". 2) La necesidad de utopías globales. 3) El valor inalienable de todo hombre. En los dos o tres últimos siglos la comprensión del hombre y del mundo ha cambiado. Han tenido lugar las revoluciones industrial, científica, democrática, y educacional. Por tanto, el cambio, cultural de hoy repercute seriamente en la ética operando una variación en la estimativa moral del hombre. El modelo de cambio / conversión. Los factores que están condicionando el cambio/conversión en la estimativa moral son los siguientes: 1) La conciencia de la historicidad del hombre y del mundo. 2) La variabilidad cultural y sociológica de las normas de comportamiento. La ética, la moral, no puede identificarse con una forma cultural determinada, pero tampoco puede admitir todas las formas socioculturales posibles. 3) La variación en el concepto de "naturaleza humana". Los avances científicos y la nueva comprensión del hombre han obligado a repensar el concepto de naturaleza humana y de la ley natural. 4.2.2 La ética en las instituciones públicas e-México se reserva el derecho de alterar este documento en cualquier momento y es la responsabilidad de los usuarios de eMéxico de enterarse de las actualizaciones que se hagan al Código de Ética. El uso que usted haga de los servicios proporcionados en este sitio, es condicionado a la aceptación del siguiente Código de Ética. eMéxico se reserva el derecho de prohibir o suspender a cualquier persona, por comportamiento inapropiado en Internet o por quebrantar el Código de Ética. 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MARCO LEGAL.- El usuario deberá cumplir con todas las leyes y normas de igual rango, ordenanzas y reglamentos, nacionales e internacionales, que fueran aplicables en relación con el uso del portal e-México, así como en el uso y transferencia de información en el citado portal NO SABOTEAR EL PORTAL.- Queda prohibido publicar o compartir información dentro del portal, que contenga intencionalmente algún virus u otras herramientas de programación informática que puedan dañar, interferir perjudicialmente o expropiar sistemas, datos o informaciones personales. Todo contenido que contravenga lo anterior será eliminado y al responsable le será prohibido el acceso. HONESTIDAD.- El objetivo del portal es fomentar la comunicación abierta y honesta entre todos sus miembros, quienes deben ser respetados como individuos con el fin de lograr un entorno cálido, armonioso y de respeto. Cualquier acoso o abuso verbal o escrito hacia otros usuarios o miembros del personal de e-México, resultará en la cancelación de los servicios de e-México a la comunidad como grupo y a sus líderes. POSTULADO I. APLICACIÓN UNIVERSAL DEL CÓDIGO: Es la obligatoriedad de seguir el Código de Ética por todo contador ya sea que trabaje en el territorio nacional o en el extranjero por el hecho de serlo, sin importar que actividad tenga o especialidad, que trabaje como profesional independiente o como funcionario o empleado de instituciones públicas o privadas, abarca también a los contadores públicos que no ejerzan su profesión. RESPONSABILIDAD CON LA SOCIEDAD. POSTULADO II. INDEPENDENCIA DE CRITERIO: Al expresar cualquier juicio profesional el contador público acepta la obligación de sostener un criterio libre de conflictos e intereses e imparcial. POSTULADO III. CALIDAD PROFESIONAL DE LOS TRABAJOS: En la presentación de cualquier servicio se espera la máxima calidad de un trabajo profesional, siguiendo las normatividades de la profesión que sean aplicables a dicho trabajo, actuará con la intención, el cuidado y la diligencia de una persona responsable. POSTULADO IV. PREPARACIÓN Y CALIDAD PROFESIONAL: Como requisito para aceptar prestar sus servicios, deberá tener el entrenamiento técnico y la capacidad necesaria para realizar las actividades profesionales satisfactoriamente. POSTULADO V. RESPONSABILIDAD PERSONAL: El Contador Público siempre aceptará una responsabilidad personal por los trabajos llevados a cabo por RESPONSABILIDADES él o HACIA realizados QUIEN bajo LO su dirección. PATROCINA. POSTULADO VI. SECRETO PROFESIONAL: El Contador Público tiene la obligación de guardar secreto y de no revelar, por ningún motivo, en beneficio propio o de terceros, los hechos, datos o circunstancias de que tenga o hubiese tenido conocimiento. Con autorización de los interesados proporcionará a las autoridades competentes la información y documentación que éstas le soliciten. POSTULADO VII. OBLIGACIÓN DE RECHAZA TAREAS QUE NO CUMPLAN CON LA MORAL: Faltará al honor y dignidad profesional todo contador público que directa o indirectamente intervenga en arreglos o asuntos que no cumplan con la moral. POSTULADO VIII. LEALTAD HACIA EL PATROCINADOR DE LOS SERVICIOS: El contador público se abstendrá de situaciones que puedan afectar a quien haya contratado sus servicios. POSTULADO IX. RETRIBUCIÓN ECONÓMICA: Por los servicios que presta, el Contador Público se hace acreedor a una retribución económica. RESPONSABILIDAD HACIA LA PROFESIÓN. POSTULADO X. RESPETO A LOS COLEGAS Y LA PROFESIÓN: Todo contador público cuidará sus relaciones con sus colaboradores, colegas y con las instituciones que los agrupan buscando que nunca se menoscabe la dignidad de la profesión sino que enaltezca actuando con espíritu de equipo. POSTULADO XI. DIGNIFICACIÓN DE LA IMAGEN PROFESIONAL A BASE DE CALIDAD. Para hacer llegar a la sociedad en general y los usuarios de sus servicios una imagen positiva y de prestigio, el contador público se valdrá de su calidad profesional y personal. Podrá comunicar y difundir sus propias capacidades sin demeritar a sus colegas o a la profesión en general a excepción de los servicios de dictaminación. POSTULADO XII. DIFUSIÓN Y ENSEÑANZA DE CONOCIMIENTO TÉCNICOS: Todo contador público que de alguna manera transmita sus conocimientos, tendrá como objetivo mantener las más altas normas profesionales y de conducta y contribuir al desarrollo y difusión de los conocimientos. 4.2.3 La ética en las instituciones educativas El interés por la calidad de la educación y el funcionamiento de los organismos educacionales no es nuevo, es más bien un interés asociado al establecimiento, en el siglo pasado el XIX naturalmente, de Sistemas Formales de Educación. Sin embargo la preocupación por la calidad ha revestido, en la actualidad, una nueva modalidad como si fuera un producto de mercado señala el autor, demandando verificaciones empíricas. Este concepto que, en los últimos años ha impregnado a toda la sociedad, aparece vinculado a la planificación y ejecución de planes de desarrollo y perfeccionamiento de la educación generando un creciente interés por los procedimientos de evaluación. El interés por estas materias ha trascendido los medios especializados llegando a ser, en algunos aspectos, de interés público. La evaluación educacional, que tradicionalmente se había centrado en la verificación del logro de los objetivos educacionales, ha pasado con el tiempo a englobar otros aspectos afectivos, conductuales, sociales y a proyectarse en estudios de gran envergadura de carácter nacional e internacional. Desde hace poco tiempo, a lo menos en el medio nacional, se advierte la necesidad de evaluar globalmente también los centros educacionales. El interés se ha iniciado con procesos de autoevaluación generalmente sin una adecuada sustentación teórica y metodológica o, como señala el autor, de carácter amateur. El propósito de estos trabajos es por lo general de carácter formativo ya que están destinados a detectar aquellos factores que intervienen en el proceso y que pueden ser mejorados. Sin embargo la pobreza metodológica tiende a desdibujar o a desconocer los factores de real incidencia. La existencia de un organismo externo de carácter permanente y con una amplia base de sustentación teórica y metodológica sólo se ha producido en la educación superior. El Consejo Superior de Educación ha sido encargado de acreditar las nuevas universidades privadas creadas al amparo de las leyes que rigen el sector a partir de 1981. La acreditación se produce en diferentes instancias, permitiendo el inicio de las actividades, verificando el desarrollo en el tiempo y autorizando su independencia una vez cumplidas las exigencias requeridas. Las Universidades agrupadas en el Consejo de Rectores han destacado a su vez el interés por los sistemas de autoevaluación. El problema principal de la evaluación de las instituciones educativas de nivel básico y medio y de nivel superior no verificadas por el Consejo Superior de Educación reside, por lo tanto, en la fundamentación teórica de los propósitos y en una metodología que pueda ser desarrollada por organismos no especializados de cada institución. La bibliografía disponible es más bien limitada y hasta el mismo libro que se comenta no se encuentra a la venta en Chile. El texto de Antonio Trinidad Requena consta de dos partes, en la primera se refiere a los aspectos teóricos y metodológicos, y en la segunda desarrolla un modelo de autoevaluación institucional en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada. La primera parte consta de una introducción, cuatro capítulos y cien páginas, es una relación muy apretada y densa del estado del arte. Se recogen en él, tanto las ideas del autor como los puntos de vista de los principales especialistas. Lejos de ser una presentación abigarrada es clara, ordenada y didáctica síntesis. En el primero de los cuatro capítulos se abordan los conceptos y tendencias históricas y actuales aplicándolas en lo particular a las instituciones universitarias señalando: La tesis que defiende este libro es que la Evaluación de las Instituciones Universitarias debe ser un proceso descriptivo, sistemático y riguroso, con un enfoque global u holístico puramente, integrado en la actividad educativa de la institución, reflexivo, comprensivo que facilite y sirva para ayudar a la mayoría de la institución educativa. (pág. 7) Al referirse a las variables las categoriza en un modelo que las ordena en aquéllas que se refieren: 1. al profesor, 2. a los estudiantes, 3. a los recursos, 4. a los resultados y 5. a criterios específicos diversos. Cada uno de estos bloques agrupa numerosos indicadores. Me parece interesante la inclusión de las principales críticas que recoge a los indicadores de rendimiento. Ellas son críticas contundentes y de fondo y han de tenerse en cuenta a la hora de usarlos. Como el libro no está disponible, me permitiré transcribirlas, sobre todo porque suelen ser usadas en nuestras evaluaciones: * Los indicadores de rendimiento intentan ser medidas cuantitativas, aunque el resultado del proceso de la educación superior es cualitativo. * Se intenta comparar algo que no es comparable: los procesos de producción en la educación superior no aspiran a producir masivamente productos idénticos. * Simplifican la complejidad y diversidad de la educación superior y de la ciencia. * Son variables aproximativas, sustitutivas de una realidad compleja, pero no representan los hechos reales mismos. Existe el peligro de que esas variables se conviertan en un objetivo por sí mismas. (pág 36) El capítulo segundo está referido a la naturaleza de la evaluación institucional señalando situaciones relacionadas con el carácter conflictivo de la evaluación en especial en el medio universitario. En él se analizan diversas modalidades y finalidades de la evaluación y las reacciones del personal académico y de los estudiantes y sus consecuencias en la calidad de la información recogida. El autor hace al respecto recomendaciones sobre las consideraciones operativas y éticas que debieran estar presentes en el momento de decidirlas. * Deben responder a las necesidades de las diferentes audiencias, es decir deben informar no sólo de virtudes y defectos, sino de soluciones. * Deben iluminar el proceso organizativo de enseñanza aprendizaje utilizando procedimientos que pueden ser aplicados fácilmente, apuntando a la necesidad de asegurar que la evaluación será realista, práctica, prudente, diplomática, moderada y sobre todo que forme parte de las actividades normales de la institución educativa. * Deben facilitar decisiones públicas y profesionales relevantes desde la ética profesional del evaluador. Con este epígrafe el comité se centró en la ética de la evaluación basada en compromisos explícitos que aseguren la necesaria cooperación, protección de los derechos de las partes implicadas y la honradez de los resultados. (pág. 51) Otros aspectos se refieren a las recomendaciones que hace la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía (diciembre de 1972) para la evaluación de las instituciones educativas. De ellas me interesa destacar algunas; a) El carácter procesal y continuo que deben tener. b) El carácter democrático, es decir, permitir la intervención de los sectores de la comunidad educativa implicados directamente. c) Debe respetar la intimidad de los participantes en el proceso evaluador, en cuanto a la utilización de cualquier información que les afecta. El capítulo tercero desarrolla un cuadro panorámico analítico de los modelos de evaluación institucional especial interés, por la posibilidad que da al lector de compararlos. No obstante su imparcialidad, reitera una crítica señalada en la introducción del libro respecto de la estrechez positivista que ha afectado al concepto de Evaluación. La presentación de los diferentes especialistas resulta ilustrativa, clara y didáctica pero no siempre las observaciones resultan prácticas en el momento de las decisiones. Si como visión panorámica permiten una descripción sintética y puntual, para un conocimiento más detallado debe requerir de una lectura directa de los textos fundamentales de esos autores. El mérito reside en que es posible limitar la búsqueda al restringir la selección según los intereses del lector. Finaliza esta primera parte con la presentación de diferentes opciones metodológicas en la evaluación de Instituciones Educativas. Estas opciones condicionan naturalmente todas las etapas, desde la planificación a la ejecución. El análisis resulta ilustrativo cuando se debe escoger una estrategia de acción. Como primera medida se identifica la finalidad de la evaluación y naturalmente el grupo del que parte la iniciativa. Destaca las ya conocidas finalidades: * La de rendir cuentas. * La de comparar instituciones. * La de investigar sobre la materia. * La de realizar una evaluación formativa. * La de evaluar un proceso. La finalidad más frecuentemente citada, es la rendición de cuenta (Accountability) que se refiere a los criterios de eficacia-social, dado que la educación utiliza fondos públicos y es necesario saber como se gastan. En esta misma categoría John Elliott (1988) distingue, además, la profesional y la económica. En el capítulo IV se recogen descripciones muy útiles para comprender las perspectivas cualitativas y cuantitativas de la Evaluación. La autoevaluación ocupa parte importante de este capítulo, destacando sus ventajas: 'El conocimiento y comprensión de la institución y de los problemas que tiene -en el caso de la autoevaluación- será máxima. También es cierto, sin embargo, que la evaluación - justificación, es un peligro que coencierra la falta de distancia emocional y el compromiso de los propios implicados en convertirlo en autojustificación' (pág. 79). La evaluación externa a su vez, puede adolecer de otro defecto grave, el no lograr conocer realmente la institución que evaluará porque la comunidad educativa tiende a sentirla como un mecanismo de control con el que no está dispuesto a colaborar. La segunda parte del libro, la Evaluación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada es ilustrativo en cuanto a la aplicación práctica, de lo tratado en la primera parte y resulta de gran interés para quienes estén interesados en desarrollar un trabajo similar en su propia institución. Estimo muy ilustrativo reproducir los objetivos de esta evaluación: El trabajo pretende alcanzar los siguientes objetivos * Negociar con todos los agentes de la Facultad, las dimensiones, subdimensiones e indicadores que van a ser evaluados. * Diseñar y elaborar los instrumentos necesarios para la evaluación. * Ensayar y validar, con carácter previo, los métodos, las técnicas y los instrumentos de evaluación a utilizar. * Conocer la realidad educativa de la Facultad, con la participación de todos los implicados en ella, para saber qué estamos haciendo. * Formular un juicio -por parte de todos los agentes implicados-sobre la calidad de servicio educativo prestado por la Facultad, para mejorar la toma de decisiones, desarrollar la profesionalidad del docente, pero anteponiendo el análisis y la reflexión crítica a la innovación coyuntural y apresurada. La Secretaría de Educación Pública presentó una guía que orientará a las instituciones educativas del país para desarrollar los sistemas necesarios que permitan alcanzar la certificación de calidad en el proceso de enseñanza-aprendizaje, avalada por normas internacionales. Con la participación de instituciones educativas y organizaciones sociales y empresariales, se creó la Guía para Facilitar la Aplicación de la Norma ISO 90001:2000 en Organizaciones Educativas (IWA2 por sus siglas en inglés) para impulsar la calidad escolar en México. La Guía servirá como una herramienta para certificar los procesos de gestión educativa y contribuir a lograr los objetivos del Programa Nacional de Educación 2001-2006. Contiene elementos de fácil comprensión para que la norma ISO 9001:2000, aplicable a todo tipo de organización, se utilice en los procesos administrativos y en los vinculados al proceso de enseñanza-aprendizaje. Destacan la capacitación de profesores, la selección y admisión de estudiantes, el seguimiento y evaluación del proceso de enseñanzaaprendizaje, el desarrollo de material didáctico, la vinculación con el sector productivo, así como el desarrollo, revisión y actualización de planes y programas de estudio. La Guía IWA2 impulsará la gestión de calidad y la comprensión de las cláusulas del ISO con recomendaciones para su aplicación en un lenguaje comprensible para los educadores, así como el fortalecimiento de los procesos de autogestión de las escuelas. El proyecto es coordinado en su fase internacional por la Unidad Administradora del Proyecto para la Modernización de la Educación Técnica y la Capacitación (UAPMETYC), perteneciente a la Subsecretaria de Planeación y Coordinación de la SEP. En conferencia de prensa, el Secretario del proyecto internacional IWA2, Miguel Ángel Tamayo Taype aseguró que uno de los principales beneficios de la certificación es mostrar en forma clara y transparente la mejora de la calidad en todos sus niveles y modalidades educativas. El también Coordinador General de la UAPMETYC, informó que la meta del actual gobierno que encabeza el Presidente Fox es que todas las escuelas certifiquen sus procesos de enseñanza-aprendizaje o se encuentren en ese proceso para el año 2006, por lo que en el próximo ciclo escolar las instituciones educativas del país contarán con la guía. El funcionario dio a conocer que la norma mexicana ISO 9001:2000 en educación será publicada el próximo mes de mayo en el Diario Oficial de la Federación y la primera edición de la guía iniciará con 200 mil ejemplares. En principio la guía fue realizada en idioma inglés con el nombre de International Workshop Agreement (IWA-2)–Guidelines for the application of ISO 9001:2000 in education, la cual fue publicada el 6 de noviembre del 2003. El grupo técnico de trabajo para la creación de la guía se conformó por la UAPMETyC de la SEP, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América Latina. Además participaron el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y representantes de la industria, instituciones educativas privadas, empresas privadas, consultoría, así como especialistas de más de 120 países con comentarios que enriquecieron la guía. 4.2.4 La ética en las instituciones privadas Etica y política, socialización y privatización Por José M. Tojeira Detrás de los conflictos que se están viviendo en El Salvador en el campo del desarrollo social encontramos también una enorme carencia de claridad en lo que respecta a lo que exactamente se quiere y desea para la sociedad. Los medios de comunicación, especialmente los más grandes, han conseguido convertir en tabú las palabras que hagan referencia a la dimensión social de la persona humana. Y en el caso de los grandes servicios que el Estado e incluso instituciones privadas pueden dar a la persona, la palabra socialización aparece en la mente de algunos como una especie de peligro de socialismo. Estos grandes medios de comunicación, cada vez de mayor calidad técnica, aunada a una terrible estrechez mental, complican el debate sobre la realidad nacional al impulsar ese modo de pensar, tan absurdo y ridículo. Como el vicecanciller Dada, no se sabe si impulsado por la empresaria de pompas fúnebres que tenemos al frente del ministerio de Relaciones Exteriores, o por el medio ambiente creado por los periódicos, que se oponía en Tegucigalpa a un acuerdo que todos los países acuerpaban y estaban dispuestos a firmar, simplemente porque el texto llevaba la palabra exclusión. Pues bien, tal vez entender un poco mejor la palabra socialización, recuperarla en el debate público, nos ayude a todos a abrir las mentes y definir con mayor claridad lo que deseamos para el bien de nuestro país y su desarrollo. Y para que no haya duda en qué queremos decir con ese término, citaremos en extenso al Concilio Vaticano II, base del pensamiento actual de la Iglesia y enormemente actual a pesar de los casi 40 años transcurridos desde su finalización. "En nuestra época —dice el Concilio— se multiplican sin cesar las conexiones mútuas y las interdependencias; de aquí nacen diversas asociaciones e instituciones, tanto del derecho público como del derecho privado. Este fenómeno, que recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo, muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus derechos", (GS 25). Lo que se afirma, en el fondo, es que el grado de humanización que ha alcanzado nuestra sociedad, implica una estructuración de las relaciones entre personas que debe ir regida por el bien común de un modo más claro y eficaz. Para ello es indispensable una regulación adecuada de los derechos de las personas, una supervisión pública de estos derechos y una colaboración clara y decidida entre los ciudadanos, las instituciones intermedias, los organismos estatales y los sectores privados. "La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización, hacen que el bien común se universalice cada vez más implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano", nos sigue diciendo el Concilio. En otras palabras, que es el bien común el que se debe universalizar. Y que el bien común no es una idea abstracta, sino "el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección" (GS 26). El bien común es así no una idea general y sin contenido, casi limosnera, que piensa que a pura iniciativa individual, aunque sea generosa, se puede logar que todos estemos bien. El Bien Común, como lo entiende la Iglesia es el fruto de una convivencia social organizada que estructura el acceso a derechos básicos de la persona de tal manera que nadie quede excluido (horror, otra vez la palabra prohibida). Vemos así que en la mentalidad del Concilio Vaticano II hay una relación estrecha entre socialización y bien común. Dos términos que los gurús de algunos periódicos quieren separar y divorciar a como dé lugar. Sin embargo la realidad es muy otra de la que quieren vendernos los teóricos empobrecidos y provincianos del Gobierno actual. Solo garantizando derechos básicos primero, desde la estructuración de la convivencia social, se puede después impulsar e invitar a las instituciones de lucro (y digo de lucro y no privadas, porque instituciones privadas las hay también sin fines de lucro) a participar en el impulso y estímulo del bien común. Creer que las instituciones de lucro individualizado producen automáticamente bien común es absurdo. Pero también es absurdo querer excluirlas de la participación en la estructuración del bien común. Al contrario, una economía de libre empresa, si se mueve en el marco de una democracia con interés social, potencia y desarrolla al máximo el bien común, que como todas las estructuraciones humanas, necesita de continua innovación, estímulo y competencia. En nuestro país el problema ha venido, con frecuencia, del enorme poder e insensibilidad, todo ello junto, de las instituciones de lucro privadas frente a la realidad nacional, donde predomina la pobreza, el incumplimiento de derechos básicos, y la exclusión (qué bárbaro, como se empeña la palabrita en aparecer en el texto). Si se quiere organizar primero el lucro, y luego los derechos básicos, el resultado es el que vemos. Ojalá que el actual conflicto de salud, más allá de las pasiones que conlleva, nos ayude a visualizar esta problemática. Y que la conciencia que podamos adquirir en el campo de la salud la extendamos a las pensiones, a la educación y a la vivienda. Tanto en la época romana posterior a la era de Augusto como en nuestros días, la vida pública parece haberse reducido a una obligación formal. Habría que remontarse hasta la polis griega o la Roma clásica para encontrar un escenario en el que la condición ciudadana implicara una valoración prioritaria de la dimensión política, en el que pudiese reconocerse en la afirmación 'cives romanus sum' "un hecho mucho más profundo, más envolvente que el que significa en nuestro tiempo el dato jurídico de la nacionalidad". De acuerdo con Sennett, la conjunción de los procesos citados trajo consigo una vuelta a lo privado junto con una relegación de la dimensión pública, que comienza a ser considerada como moralmente inferior. Este retorno al mundo de la privacidad, ya previsto por Tocqueville, cuando afirma que el individualismo estaba llamado a convertirse en uno de los rasgos más característicos de las sociedades democráticas, y que es juzgado ahora como 'degradación de la vida pública', puede constatarse igualmente en procesos que van desde las externas modificaciones experimentadas en la fisonomía urbanística de las grandes ciudades, como señala Augé, hasta las internas transformaciones de la intimidad y la identidad del yo, como señalan Elias o Giddens. Tal visión pesimista del ciudadano de los países industrializados es abonada por los datos de las bajas cifras de afiliación a partidos políticos y sindicatos, los altos porcentajes de abstención electoral (porcentajes que, en los Estados Unidos de Norteamérica, llegan casi al 50 por ciento del censo) o la muy débil participación en los diversos mecanismos, a través de los cuales se articulan la presencia y control ciudadanos en la vida pública de la democracia. Además, a ello se añaden -como correlato de esta actitud de desapego y desinterés hacia la 'res publica'- ciertas tendencias que indican una creciente falta de información acerca de las grandes cuestiones públicas, el desconocimiento de los líderes políticos, sus proyectos y programas, y la ignorancia de la naturaleza y modo de funcionamiento del sistema político y del lugar que en él ocupa el ciudadano. En el mismo sentido, pero ideológicamente opuestos, habrán de expresarse algunos de los representantes de la Escuela de Frankfurt, para quienes la 'industria cultural' reduce al 'ciudadano' a la censurable categoría de 'consumidor', convertido en mera "coartada de la industria de las diversiones", dando lugar con ello a que el discurso de los medios -en una inflación cuantitativa- termina por sustituir su propio contenido. Como se ve, no faltan voces que -ideológica e históricamente distantes- aspiran a vincular el auge y la crisis del sistema político democrático con la trayectoria particular de la institución de los medios de comunicación. Sin embargo, según Sfez, la recurrencia contemporánea al tema de la comunicación no puede sino explicarse como una suerte de empresa desesperada con la que se busca encontrar un elemento capaz de mantener el consenso cuando ya se han perdido tanto los criterios de legitimidad como los factores tradicionales de integración social. Si esto es así, si el sistema de medios ha dejado de cumplir sus funciones originarias, quizás resulte de alguna ayuda el examen de aquella obra primera de Jürgen Habermas en la que de manera más específica aparece trazada la génesis histórica de la esfera pública burguesa. Con este recurso se busca comprender el papel desempeñado por los medios de comunicación en ese proceso y, muy especialmente, por la prensa escrita, al tiempo que se examinan críticamente las razones aducidas por el autor para explicar por qué los contemporáneos medios de comunicación no siempre están en condiciones de atender, de manera satisfactoria, a sus funciones institucionales y a las expectativas públicas vinculadas con ellas. La prensa, como órgano crítico de ese nuevo público, se convierte así en 'fourth state', según la conocida expresión de Macaulay en la que afirma que "la galería del Parlamento en la que se sientan los periodistas se ha convertido en el cuarto poder del reino", poder que vendría a completar la tripartita división de poderes con la que Montesquieu culmina lo ya parcialmente sostenido por Locke. Con la abolición de la 'Licensing Act', no sólo la publicidad burguesa comienza a desempeñar funciones políticas al convertir a la prensa en ese instrumento que impele ahora a que las decisiones políticas sean tomadas ante la nueva tribuna del público, sino que irá cobrando forma de consenso, en el seno de la teoría democrática liberal que va desde Montesquieu hasta los 'Founding Fathers' norteamericanos, la idea de que se hace necesaria una prensa libre y crítica como un componente esencial del sistema político. La prensa vendría a situarse como la prolongación del Parlamento y como un elemento indispensable de la publicidad política y del 'right to know' de los ciudadanos, hasta el extremo de que llegará a considerarse que, sin ella, se haría imposible la transparencia en la que esencialmente debiera consistir un régimen democrático de gobierno, aquel en el que nadie posee ni el monopolio de la verdad ni el monopolio de la virtud y que se funda en la libertad. Gracias a la actividad de la prensa, actividad que hará posibles las crecientes funciones de control político desempeñadas por el público raciocinante, las discusiones parlamentarias terminarán por convertirse en asunto de interés público. Este proceso traerá consigo el tránsito desde la 'opinion' a la 'public opinion' en la medida en que, merced a la publicidad de ciertos temas facilitada por la prensa misma, la opinión del público raciocinante deja de ser ya una simple 'opinion', equiparable a la mera 'inclination', para vincularse con las "reflexiones privadas acerca de los asuntos públicos y con la discusión pública de éstos". Al decisivo papel desempeñado por la prensa en este proceso se añade, además, la influencia política de la formulación teórica de la 'Publizität' ilustrada, tal y como aparece en la filosofía del derecho y en la filosofía de la historia de Kant. Para el filósofo de Könnisberg, la publicidad hace las veces del vínculo capaz de armonizar la política y la moral, y esto tanto al modo de "principio de la ordenación jurídica" como al modo de "método de la ilustración". La situación actual es aquella en la que "la publicidad es funcional tanto a la manipulación del público como a la legitimación ante él. La publicidad crítica es desplazada por la publicidad manipuladora". El deterioro del principio crítico de la publicidad significará, entre otras cosas, y por lo que al público (mediatizado) se refiere, que a éste sólo se lo reclame para aclamar una decisión y no para discutirla. Pero el verdadero problema radica en que los medios de comunicación se hayan convertido en empresas con fines prioritariamente comerciales, y que necesiten de una específica protección política para alcanzar tales fines, lo cual los sitúa cada vez más ligados con el poder y el dinero, modos no discursivos de coordinación, y menos con la acción comunicativa. En síntesis, que la dependencia económica de los medios de comunicación como instituciones de la publicidad no hace sino abrir de par en par las puertas a una publicidad crecientemente manipulada, publicidad en la que funciona -más que una opinión pública- "un plebiscito dispuesto a la aclamación". Así, "la conexión comunicativa de un público raciocinante constituido por personas privadas ha sido cortada; la opinión pública que otrora surgía de esa conexión ha sido en parte descompuesta en opiniones informales de personas privadas sin público, y en parte en opiniones formales de las instituciones publicísticamente activas. El público no está ya solicitado a través de la comunicación pública, sino que a través de la comunicación de las opiniones públicamente manifestadas, el público de las personas privadas no organizadas es reclamado por la notoriedad pública 'representativa' o manipulativamente desarrollada. En cambio, una opinión pública en el sentido estricto de la palabra sólo puede producirse en la medida en que los dos ámbitos comunicativos sean mediados por el ámbito de la notoriedad pública crítica". 4.2.5 La ética en los partidos políticos Partido Revolucionario Institucional (PRI) Bajo el régimen de Porfirio Díaz (1877-1911) México había logrado altas tasas de crecimiento económico, pero ello a costa de un inequitativo reparto de la riqueza y de una creciente dependencia hacia el exterior. La caída de Díaz fue originada por un enfrentamiento armado, la Revolución Mexicana, que culminó con la promulgación de la Constitución de 1917, la más avanzada en su tiempo, pues fue la primera del mundo en incorporar disposiciones de contenido social. México no tenía un camino hecho para cumplir con su destino democrático. Había que diseñar las instituciones que le dieran sustento; transitar, paso a paso, sobre vías propias y adecuadas a nuestras condiciones, e imaginar los nuevos derroteros después de cada conquista. El PNR surge en 1929 como un partido de partidos, de convocatoria amplia, institución donde convergen fuerzas políticas afines pero distintas. El PNR sería la institución más poderosa para la competencia política; fue entonces el lugar para diseñar los primeros acuerdos y prácticas en la lucha por el poder público; el medio que llevó a la realización de relevos de gobiernos por medio de elecciones y en condiciones de estabilidad. El amplio acuerdo hizo que el PNR surgiera con un gran predominio, porque en él convergieron los líderes y organizaciones más importantes del país, pero nunca propuso el totalitarismo a través de un Estado que negara la participación de otras fuerzas políticas. El Nacionalismo Democrático define y defiende que sin hostilidades, ni exclusivismos, se privilegie la comprensión y solución de los problemas nacionales y así mismo asuma cabalmente, la defensa de nuestra independencia política y económica. En conclusión, los priístas entendemos por Nacionalismo Democrático el cuerpo ideológico que conjuga la libertad, la igualdad, la democracia y la defensa de la soberanía. Un nuevo nacionalismo incluyente, moderno, firme en la defensa de los intereses populares y nacionales. En suma, el PRI reivindica la aportación y capacidad que hacia el futuro otorgan cuatro afluentes principales, como lo son el pensamiento democrático-liberal, la justicia social, el orden jurídico como principio de la convivencia civilizada y el nacionalismo; en ese sentido la visión del PRI hacia el Estado es por uno de carácter liberal en lo político, social en sus propósitos y cuya acción siempre esté basada en el derecho; un Estado que honre la Constitución General de la República, como la máxima expresión de la soberanía y del acuerdo político. Un Estado que se realice en la Constitución y una Constitución que se realice a través del Estado. CODIGO DE ETICA Los miembros de la Comisión Electa de Dictamen correspondiente al tema de "Principios y Valores" previamente había recibido las propuestas y relatorías copiosamente formuladas por todas las asambleas estatales y del Distrito Federal, así como de las asambleas sectoriales de las mujeres, los jóvenes y del movimiento territorial, habiéndose instalado la Asamblea con un quórum de trescientos veinticinco delegados debidamente registrados y acreditados. A partir de la instalación de la Asamblea, se tomaron relatorías y propuestasque tuvieron una gran riqueza temática y permitieron a los suscritos llevar a cabo un examen pormenorizado y minucioso de las propuestas formuladas a través de las relatorías que se nos hicieron llegar de todos los estados de la República, las del Movimiento Territorial en sus asambleas estatales, las de los sectores Obrero, Campesino y Popular, la de las organizaciones de mujeres y de jóvenes. Es importante resaltar, en primer término, que el tema más mencionado en las relatorías y confirmado por los delegados en la 18 Asamblea Nacional, fue la necesidad de que se difunda ampliamente el Código de Ética, para que la militancia tenga pleno conocimiento del mismo y se pueda en consecuencia exigir su debido cumplimiento y por otra parte, que se aplique con rigor y se exija estricto cumplimiento sin limitación, ni exclusión ninguna. DE LA NATURALEZA DEL PARTIDO El Partido Revolucionario Institucional es un partido político nacional, popular, democrático, progresista e incluyente, comprometido con las causas de la sociedad; los superiores intereses de la Nación; los principios de la Revolución Mexicana y sus contenidos ideológicos plasmados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En el Partido Revolucionario Institucional se expresa la diversidad social de la nación mexicana con la presencia predominante y activa de las clases mayoritarias, urbanas y rurales, que viven de su trabajo, manual e intelectual, y de los grupos y organizaciones constituidos por jóvenes, hombres y mujeres cuya acción política y social permanente, fortalece las bases sociales del Estado Mexicano. El Partido está formado por la alianza social, plural y democrática de las organizaciones sociales que desde su fundación han integrado sus sectores Agrario, Obrero y Popular, y por ciudadanos considerados individualmente o agrupados en organizaciones, movimientos y corrientes internas de opinión que sostienen una plataforma de principios y programa de acción que se identifican con los postulados de la Revolución Mexicana. EL EMBLEMA El emblema y los colores que caracterizan y diferencian al Partido se describen como sigue: Un círculo dividido en tres secciones verticales destacadas en color verde, blanco y rojo de izquierda a derecha, respectivamente, enmarcadas en fondo gris la primera y la última y en fondo blanco la segunda. En la sección verde estará impresa en color blanco la letra "P"; en la sección blanca y en color negro la letra "R"; y en la sección roja la letra "I" en color blanco. La letra "R" deberá colocarse en un nivel superior a las otras dos. El lema del Partido Revolucionario Institucional es "Democracia y Justicia Social". Los órganos del Partido y sus candidatos en campaña deberán utilizar emblema, colores y lema del Partido; los sectores, organizaciones y militantes que deseen utilizarlo para asuntos y con propósitos específicos podrán hacerlo sin fines de lucro y únicamente con autorización expresa del Comité Ejecutivo Nacional, o de los Comités Directivos Estatales y del Distrito Federal, los municipales, distritales o delegacionales, en el caso del Distrito Federal. El Comité Ejecutivo Nacional recurrirá, en su caso, a las instancias legales que considere pertinentes, denunciando el uso indebido de los elementos señalados sin la autorización a que se refiere el párrafo anterior. Únicamente la Asamblea Nacional podrá autorizar cambios al emblema, colores o lema del Partido. PARTIDO DE LA REVOLUCION DEMOCRATICA (PRD) EL OBJETIVO DEL PARTIDO 1. El Partido de la Revolución Democrática es un partido político nacional conformado por exicanas y mexicanos libre e individualmente asociados, que existe y actúa en el marco de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos; es un partido de izquierda democrático cuyos propósitos son los definidos en su Declaración de Principios, Programa y línea política. 2. El Partido de la Revolución Democrática realiza sus actividades a través de métodos democráticos y legales, y no se encuentra subordinado a ninguna organización o Estado Extranjero. 3. El Partido se distinguirá por: a. Su nombre: Partido de la Revolución Democrática; b. Su lema: "Democracia ya, patria para todos"; c. Su emblema: sol mexicano estilizado con las siguientes características: • estructura formada por una circunferencia de dieciséis rayos de trazo ancho,ocho de los cuales son largos y ocho cortos; • la distancia entre el límite exterior de la circunferencia y el extremo del rayo largo es igual al diámetro interior de la circunferencia; • el rayo corto llega a dos tercios de esa distancia: • el emblema se complementa por la sigla PRD, construida con kabel extrabold,con una altura equivalente al diámetro interior de la circunferencia, teniendo las letras P y D un ajuste de diseño; • los colores del Partido son el amarillo (Pantone 116) en el fondo y el negro en el sol y las letras. 4. El nombre, lema y símbolo del Partido solamente podrá ser usado por las organizaciones y órganos del mismo definidos en el presente Estatuto. Toda propaganda, publicidad o declaración pública del Partido deberá aparecer con la organización u órgano responsable. En los procesos internos de elección, sólo podrán usar el nombre, lema y símbolo los aspirantes debidamente registrados, siempre que se distinga con claridad que se trata de candidaturas o precandidaturas. HISTORIA DEL PRD Desde 1986, también el Partido Revolucionario Institucional comenzó a mostrar cambios en el perfil de sus miembros: fueron ingresando los primeros tecnócratas quienes consideraban el neoliberalismo como dogma de fe. Era una generación de políticos jóvenes que llegaron al gobierno con sendos doctorados en economía y finanzas procedentes de las universidades norteamericanas más prestigiadas, sin sensibilidad social ni política, y dispuestos a poner en práctica sus teorías económicas utilizando al país como laboratorio experimental. La respuesta al interior del partido oficial no se hizo esperar.En un sano ejercicio de autocrítica, Cuauhtémoc Cárdenas Y organizaron la llamada Corriente Democrática que buscaba, sin más, democratizar en todos sus niveles al Partido Revolucionario Institucional, mantener la visión social del partido y al mismo tiempo cuestionar las contradicciones económicas y sociales que surgían del nuevo modelo económico aplicado por el presidente de la Madrid. A pesar de los esfuerzos democratizadores, la mayoría de los miembros del PRI se cuadraron a la disciplina partidista impuesta por el presidente de la República y sólo un pequeño grupo, encabezado por Cárdenas y Muñoz Ledo, decidieron seguir hasta las últimas consecuencias. En lo que fue quizá una de las fracturas más graves en la historia del partido oficial, la Corriente democrática rompió lanzas y salió del organismo político para engrosar una nueva y moderna oposición que despertaría la conciencia cívica en la campaña electoral de 1988. El primer paso fue dado el 14 de octubre de 1987, cuando el Partido Autentico de la Revolución Mexicana, registró como candidato a la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas. La candidatura del PARM no parecía representar riesgo alguno para el partido oficial. Sin embargo, como el tiempo lo demostró, fue la primera piedra para construir el Frente Democrático Nacional. En las semanas siguientes se sumaron a Cárdenas el Partido Popular Socialista y el Partido Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional. Hacia mayo de 1988 la izquierda mexicana cerró filas de forma definitiva: Heberto Castillo renunció a la candidatura del Partido Mexicano Socialista en favor de Cárdenas. Así quedó conformada la alianza de partidos y organizaciones sociales de izquierda más importante en la historia de México. A la gran alianza de 1988 se unieron organizaciones sociales de izquierda como la Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Itsmo (COCEI), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC), la Asamblea de Barrios de la Ciudad de México, la Unión de Colonias Populares, la Unión Popular Revolucionaria Emiliano Zapata, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR), la Organización Revolucionaria Punto Crítico (ORPC), la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas (OIR-LM, particularmente en el D.F.) y el Movimiento al Socialismo. Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del Frente Democrático Nacional, despertó la conciencia ciudadana, recorrió el país, tomó la plaza pública, organizó a la sociedad, unificó a los estudiantes, reunió a los intelectuales. Miles de personas acudían a los mítines de su candidato; gran parte de la sociedad se entregó a Cárdenas. Parecía un movimiento destinado al triunfo. Sin embargo, el sistema político mexicano no estaba dispuesto a perder. Cuatro días antes de las elecciones, fueron asesinados en la ciudad de México, Xavier Ovando y Román Gil, responsables del cómputo electoral del Frente Democrático Nacional. El 6 de julio, día de la elección, desde temprana hora se empezaron a tener noticias de múltiples irregularidades cometidas por el aparato priísta. EL PRD El Partido de la Revolución Democrática es una organización política nacional constituida por mexicanas y mexicanos de acuerdo a los principios y normas que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. El Partido es una organización independiente y laica que no está sujeta a organización internacional o partido extranjero alguno, y rechaza cualquier financiamiento que provenga del exterior o de instituciones, organizaciones o grupos religiosos; asume que México es una nación libre, republicana e independiente, con una composición pluriétnica, multilingüística y pluricultural, sustentada originalmente en sus pueblos indígenas, y que todo ello debe expresarse en las leyes que rigen a todas las mexicanas y los mexicanos. El Partido conduce sus actividades por medios pacíficos y democráticos y reafirma el principio fundamental de que la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo y que todo poder público debe instituirse para beneficio del mismo. PARTIDO ACCION NACIONAL (PAN) Historia Desde 1926, Manuel Gómez Morin, fundador de Acción Nacional, trabajó afanosamente reuniendo voluntades para formar un partido político. El licenciado Gómez Morin consideraba que lo más urgente era crear conciencia en la ciudadana, para que percibiera los problemas que tenía el país, y despertar el deseo de participar en su solución. Así, supo organizar a un grupo de jóvenes en el umbral de la vida pública, que pensaron en la necesidad de realizar acciones unificadas por el bien del país, propagando esta inquietud por toda la república. En febrero de 1939, se constituyó un Comité Organizador que recorrió el país, uniendo voluntades para iniciar la formación del partido. Del 14 al 17 de septiembre de ese mismo año, reunida la Asamblea Constituyente de Acción Nacional en el local del Frontón México, se adoptaron los principios de doctrina y los estatutos de lo que hoy es nuestro partido. Uno de los más sobresalientes integrantes del Comité Organizacional de Acción Nacional es el licenciado Efraín González Luna, quien nació en Autlán, Jalisco, el 18 de octubre de 1898. Él definió la doctrina del partido como "Humanismo Político". Entre los fundadores están los licenciados: Miguel Estrada Iturbide, Rafael Preciado Hernández, Juan Landerreche Obregón, Gustavo Molina Font, Manuel Herrera y Lasso, Aquiles Elorduy y Luis Calderón Vega. A diferencia de otros partidos, Acción Nacional nace de la sociedad y para la sociedad. En los artículos 1ro. y 2do. de su acta constitutiva, se señala que: la asociación civil y el partido político, se denominan "Acción Nacional" y, tienen como objeto de su existir la actividad cívica organizada y permanente; la intervención activa en todos los aspectos de la vida pública de México, para lograr el reconocimiento del interés nacional sobre cualquier interés parcial; el reconocimiento de la eminente dignidad de la persona humana, y la subordinación de cualquier actividad individual o del Estado a la realización del Bien Común. PRINCIPIOS DEL PARTIDO La Nación es una realidad viva, con tradición propia varias veces secular, con unidad que supera toda división en parcialidades, clases o grupos, y con un claro destino El interés nacional es preeminente; todos los intereses parciales derivan de él o en él concurren. No pueden subsistir ni perfeccionarse los valores humanos si se agota o decae la colectividad, ni ésta puede vivir si se niegan los valores personales. La vida de la Nación, el cumplimiento de su destino, la posibilidad de crear y mantener en ella condiciones espirituales y físicas adecuadas para una convivencia civilizada y noble, son incompatibles con el establecimiento o la conservación de un estado social desordenado o injusto, como lo sería fatalmente el que parta de toda negación de la dignidad de la persona humana o de la proclamación de una necesaria división violenta de la unidad nacional por la lucha de clases, castas o parcialidades. La miseria y la ignorancia son fruto del desorden moral y económico que la injusticia, la anarquía y la opresión introducen en la sociedad. Sólo podrán ser evitadas, si la Nación es ordenada rectamente, y su vida se funda en el reconocimiento de los valores espirituales y se dirige a la realización del bien común. La lucha contra la ignorancia y la miseria es deber, pero no monopolio del Estado, y es también responsabilidad y derecho de todos los miembros de la Nación. Codigo de etica Para Acción Nacional la política es eminentemente ética. La ética rige a la acción política y al político tanto en su aspecto público como en lo personal. La ética política de Acción Nacional está inspirada en los valores que son esencia de la doctrina del partido, la que postula el respeto pleno a la dignidad de la persona humana. Estos valores nos exigen que la acción política dirija sus acciones a la consecución del Bien Común, practicando la Solidaridad, la Subsidiaridad y la Democracia. Acción Nacional sostiene que la política tiene una dimensión ética, que contempla la correcta selección de los medios para realizar objetivos dignos y valiosos. No es justificable que los fines sean absolutos y mediaticen al hombre ni el uso de medios que dañen la dignidad de las personas. No hay razones de Estado que sean argumentables para violentar derechos humanos o ciudadanos. Para Acción Nacional este principio ético es obligatorio porque se fundamenta en la naturaleza misma de la persona, ya que el "deber ser" se deriva del "ser", el cual sólo puede cumplir con su destino cuando se guía por sólidas normas éticas y por ideales que lo eleven a niveles superiores de liderazgo social y político. PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MEXICO (PVE) DECLARACION DE PRINCIPIOS EL PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MEXICO es una organización ecologista política interesada fundamentalmente en el cuidado y conservación de la naturaleza y del medio ambiente. EL PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MEXICO busca la recuperación y afianzamiento de los auténticos valores culturales de México. En especial, de la tradición y conocimientos autóctonos, que son profundamente respetuosos de los seres vivientes humanos, animales y vegetales, así como de los elementos naturales. Los principios fundamentales del PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MEXICO son AMOR, JUSTICIA, LIBERTAD, para todos los seres que habitan la tierra. PRINCIPIOS DEL PARTIDO VERDE ECOLOGISTA DE MEXICO Los principios básicos son: AMOR, JUSTICIA, LIBERTAD. PRINCIPIOS ECONOMICOS El patrimonio principal que tiene la humanidad es la naturaleza y el medio ambiente. Este patrimonio representa la verdadera riqueza de una nación, por lo que debemos cuidarlo prioritariamente. Sabemos que al destruirla, destruiremos la vida toda. La tendencia es buscar un equilibrio entre el desarrollo de los procesos económicos y la conservación del medio ambiente. PRINCIPIOS SOCIALES Son autosuficiencia, desconcentración y convivencia armónica con la naturaleza. El P.V.E.M. defiende los derechos humanos como parte central de su posición en la sociedad. Reivindica la igualdad de derechos y oportunidades para todos los mexicanos en los campos de salud, vivienda, educación, cultura y recreación. PRINCIPIOS POLITICOS La tendencia política del P.V.E.M. es la ecologista. Por tal motivo , el P.V.E.M. difiere del resto de los partidos. La competencia se sustituye por la integración de esfuerzos en torno de un objetivo común, que es la defensa de la vida y de su hábitat. El P.V.E.M. afirma la necesidad de instaurar formas democráticas de convivencia en la sociedad, los partidos políticos y el gobierno. Tolerancia, respeto a la diversidad y a la diferencia son formas que guían al P.V.E.M. en sus relaciones políticas con la sociedad y la esfera pública. La mejor solución a los problemas de México parte de los principios del Partido Verde Ecologista de México. La falta de la mejora económica, el deterioro de la condición de las lagunas de nuestro país y de la vida a su alrededor, la falta de aprovechamiento del atractivo turístico, basado en la cultura e historia de nuestro pueblo, deben ser abordados desde soluciones ecologistas. Historia: Una modesta Organización de Colonos surgida en los pedregales de Coyoacán en 1979, Fué el Factor del cambio al final del siglo, después de 70 años de Gobernar al País un partido político. De una pequeña Brigada de vecinos de una Colonia como hay tantas en México, que sufrió la pérdida de sus espacios Verdes, surge la semilla que años mas tarde será el Catalizador para el cambio pacifico de México: El Partido Verde Ecologista de México. Este es un breve relato de la forma en que sus integrantes buscaron la alternativa de participar políticamente, para superar los muchos obstáculos que se encontraban al tratar de salvaguardar el Medio Ambiente. En 1979, Habitantes de varias Colonias Populares se agrupan para colaborar en el desarrollo de su comunidad asentada en la zona conocida como los Pedregales de Coyoacán. Los vecinos de esa zona se habían organizado a través de Comités de Colonos para solucionar problemas coma la carencia de servicios básicos, así coma la falta de espacios verdes y deportivos para los niños y jóvenes de la zona. Ante la falta de interés y de respuesta de los funcionarios del gobierno, los vecinos se agrupan, y de esta unión surge la ONG denominada "Brigadas de Trabajo de los Pedregales, Democracia y Justicia Social", donde están representados los colonos del Pedregal de Santa Ursula, Ruiz Cortínez, Ajusco y Santo Domingo entre otras colonias. La agrupación inició sus trabajos apoyando a los propios vecinos en la solución de problemas básicos como redes de drenaje y agua potable. De entre estos grupos pronto destaca el de Santa Ursula Coapa, por su entusiasta activismo para lograr un cambio trascendente, lo que en buena parte se debe a la labor de los vecinos del lugar. Con el apoyo de los colonos de Santa Ursula se inicia una intensa y exitosa cruzada demandando al delegado y al regente de la Ciudad de México la anulación de un programa que había convertido un terreno anexo a una escuela secundaria en una zona de transferencia de basura, donde los montones de desechos se arrojaban al aire libre. Con constancia y decisión los Brigadistas logran el rescate de esta área que transforman ellos mismos en lo que ahora se conoce como el Parque Emiliano Zapata. AUTONOMIA INTERNA Y EXTERNA En el PVEM se establece categóricamente la obligación de no aceptar pacto o acuerdo que lo sujete o subordine a cualquier organización internacional, o lo haga depender de entidades o partidos políticos extranjeros o nacionales. En el PVEM queda absolutamente prohibido solicitar o recibir cualquier clase de apoyo económico, político y propagandístico, proveniente del extranjero o de ministros de los cultos religiosos o sectas. PARTIDO DEL TRABAJO (PT) Historia Fecha de fundación: 8 de diciembre de 1990, en el Auditorio del "Plan Sexenal" de la ciudad de México. En las elecciones de 1991, sólo obtuvo 270 mil votos, por lo que no consiguió el 1.5 por ciento que fija la ley para conservar el registro. Comenzó una campaña para realizar asambleas en más de la mitad de las entidades federativas del país. Pudo realizar 18 asambleas en otras tantas entidades. El 13 de enero recibió su registro definitivo por resolución del Instituto Federal Electoral. En la elección del 21 de agosto de 1994, el PT obtuvo una votación cercana a 1 millón de sufragios emitidos en todo el país. El PT se formó a partir de la coordinación de varias organizaciones sociales: Comités de Defensa Popular de Chihuahua y Durango; Frente Popular de lucha de Zacatecas; Frente Popular "Tierra y Libertad" de Monterrey, así como personas procedentes de la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA); Coordinadora Nacional "Plan de Ayala" y del movimiento magisterial independiente. Desde 1994 el PT cuenta con Diputados Federales y en los dos últimos procesos contamos con un Senador. Gobierna por si mismo varios municipios en el país y cuenta con Diputados en la gran mayoría de los Congresos Estatales, así mismo esta presente en los Cabildos de casi todos los Ayuntamientos de México. En alianza con otros partidos se logró ganar en varios estados de la Republica, entre ellos Tlaxcala, Baja California Sur, Nayarit, Chiapas y Yucatán. FINALIDAD DEL PT Sabemos que México es un país fuerte que necesita que lo ayudemos a salir adelante acabando con todo aquello que dificulta su progreso desde hace ya varias décadas. Por nuestros hijos y por nosotros mismos urge curar a México. Los objetivos son claros y contundentes y no vacilaremos en perseguirlos: Lograr una Nación humanista que centre sus actividades en el bien común. Una Nación trabajadora que supere la explotación del hombre por el hombre y que erradique la pobreza y la pereza. Una patria libre y liberadora que nos haga forjadores de nuestro propio cambio. Un país democrático sin demagogia que propicie la participación ciudadana en los asuntos públicos. El PT El trabajo es la única fuente generadora de riqueza material y humana y la única actividad lícita que permite vivir en armonía. Los que seguimos la línea del PT estamos a favor del trabajo cooperativo y constructivo; y en contra de todas las formas de explotación porque empobrecen el género humano. Somos PARTIDO DEL TRABAJO y no sólo Partido de los Trabajadores porque reivindicamos la cultura del esfuerzo honesto y creativo en todos los ámbitos de la vida social. PARTIDO LIBERAL MEXICANO (PLM) En términos generales, el Liberalismo designa un orden político basado en el respeto a las libertades civiles y en el control del poder político por parte de los ciudadanos. Por tanto, promueve el desarrollo integral del individuo, el respeto de sus derechos humanos, la tolerancia hacia los otros, el predominio de los valores éticos del humanismo y la participación democrática de la sociedad, todo ello a través de la consolidación de un Estado de Derecho, entendiendo que la legalidad es el poder que tiene la ciudadanía para defenderse del abuso de los poderosos. Hasta aquí una definición general del Liberalismo, que mucho debe a autores como John Locke, Thomas Hobbes, Montesquieu o Alexis de Tocqueville. Posteriormente, diversas corrientes han venido desarrollando estas primeras definiciones agregando otros elementos, hasta llegar al punto de que corrientes que no tienen nada que ver con el Liberalismo, o incluso, que le son totalmente contrarias, se hicieron llamar "liberales". El caso de México es especial dentro de la historia del Liberalismo. Personajes como José María Morelos pronto se dieron cuenta de que cualquier tipo de libertad poco tenía que hacer frente a la pobreza; de que la pobreza anula toda libertad, ya que en ella no existe ninguna posibilidad de elegir: nadie elige ser pobre y, por tanto, en ese estado, comienza a reducirse cualquier libertad hasta anularse. En tal sentido, plantearon que el Estado, además de promover las libertades civiles, debía intervenir para "moderar la indigencia y la opulencia". A partir de esta demanda nace lo que podemos llamar, con toda propiedad, como el Liberalismo Mexicano: una vigorosa variante del Liberalismo, que pone el acento en la cuestión social y en la obligación del Estado de asumir la defensa de los sectores más desprotegidos como una tarea esencial, además de la custodia de los procedimientos democráticos y de las libertades ciudadanas. Así, el Liberalismo Mexicano surge con la gesta de Independencia en 1810; vota con Ponciano Arriaga por los derechos sociales en 1857; defiende a la nación, los métodos democráticos y la libertad de creencia con Benito Juárez en 1867; protesta contra la injusticia y la dictadura con Camilo Arriaga en 1902; se organiza con Ricardo Flores Magón en 1910; rescata su acento social y federalista con Jesús Reyes Heroles mientras Daniel Cosío Villegas hace la crítica del poder autoritario; se redescubre en la insurrección democrática del 2000 y se organiza durante 2001 y 2002 como el nuevo Partido Liberal Mexicano. Propuesta Estableceremos un diálogo nacional sobre política social para definir los temas de los programas y proyectos de las acciones de gobierno, en el que participe la sociedad y los poderes de la unión. Los compromisos y alcances deben sustentarse en leyes y acuerdos, estableciendo áreas estratégicas y compromisos mínimos a cumplir. Se implante un sistema justicia imparcial y confiable, en el que las leyes se apliquen rápidamente, sin distinciones. Basta de impunidad. Emblema El emblema del Partido Liberal Mexicano se conforma de la siguiente manera: La silueta simplificada de un águila real, estilizada, de perfil derecho, con las alas extendidas, figurando emprender el vuelo, trazada en línea o filete en color negro al 100%, con fondo blanco, posicionada sobre un óvalo color naranja Pantone Matching System No. 021. El águila intersecta en varios puntos el óvalo y sobresale de éste en un 40%. Dentro del óvalo están también las siglas PLM en tipo de letra Impact Regular mayúsculas, 15 puntos, color negro al 100%, con delineado en blanco, ubicadas inmediatamente debajo del águila e intersectándola. Para la estricta reproducción de este emblema, el Comité Ejecutivo Nacional expedirá el Manual de Identidad Gráfica correspondiente. FUERZA CIUDADANA Fuerza Ciudadana somos una nueva generación de mexicanas y mexicanos en la que se combinan edades, profesiones, trayectorias y experiencias laborales y políticas. Una nueva generación, no solo por la edad de la mayoría de quienes participamos sino ante todo porque compartimos una nueva forma de ver y hacer política. Cuando nos propusimos hacer un partido político una de las primeras cosas que reflexionamos fue el tema ya comentado de la desacreditación de la política, de la distancia creciente que perciben los representantes de sus representados y la preocupación que nos genera que las nuevas generaciones rechacen cada vez más la política como actividad y a quienes a ella se dedican. Si concebimos la política en su sentido más esencial, como el espacio donde se toman las decisiones colectivas, y, en tanto democracia, estas deben ser tomadas en beneficio de la mayoría, debemos afrontar el reto de recuperar su sentido y dignificar su acción. Por eso planteamos una organización nueva, democrática, sin los lastres del pasado, sin intereses de grupo cerrados que convierten a los partidos en patrimonios de unos cuantos, o de uno solo. En Fuerza Ciudadana convergen académicos, estudiantes, universitarios, amas de casa, profesionistas, luchadores sindicales y de partidos socialistas, campesinos e intelectuales, ciudadanos comunes con visiones progresistas. Lo que importa es que somos un colectivo motivado por ideales y esperanzas compartidas. Paso a paso estamos integrando una Fuerza Ciudadana con la suma de miles de personas a lo largo y ancho del territorio nacional. Contamos con la fuerza y el respaldo de organizaciones ciudadanas que luchan por causas comunes, por la defensa de los derechos humanos, por la protección y restauración del medio ambiente, por los derechos de los campesinos, por las libertades de los jóvenes, por la igualdad de las mujeres o por el derecho a vivir en ciudades dignas y seguras. ¿Porque luchan? Para el ciudadano común cada vez es más difícil distinguir entre las diferentes ofertas políticas. Las propuestas de los partidos a menudo parecen iguales. Lo que hace la diferencia no son los objetivos sino los caminos que se proponen para lograrlos. El reto que plantea Fuerza Ciudadana es rescatar el ejemplo de la lucha que la sociedad civil ha dado en las últimas décadas; de esa sociedad organizada que ha rebasado a los partidos en la búsqueda de soluciones colectivas; de las nuevas formas de participación que han hecho de los intereses ciudadanos su eje y motivo; de las formas creativas de participación, comunicación, movilización o reclamo. No se trata de incluir a la sociedad civil organizada, tan celosa de su independencia, en un partido o de buscar su afiliación corporativa. Se trata de respetarla, de obtener su respaldo solidario, de luchar hombro con hombro en las causas que le preocupan, de retomar los ejemplos que el cauce mismo de la participación ha hecho simples y viables. Se trata de generar un partido que se afilie a las causas y reclamos de la sociedad, que reconozca la madurez de sus movimientos y sea un espacio abierto para sumarse a sus luchas. El desafío es que con el rumbo de los grandes problemas y retos sociales promovamos el compromiso y la participación individual, generando activistas que luchen en su entorno por las causas sociales que les preocupan. Los cambios profundos de la sociedad no se logran por decreto, requieren del compromiso y la lucha cotidiana de losciudadanos. Por eso decidimos proponer como nombre a la organización que estamos creando Fuerza Ciudadana para así expresar el nuevo proyecto político que surge del cambio social. Los ciudadanos han tomado el control de los procesos electorales ahora queremos que tomen el control de la política y la reorienten y conduzcan por el camino de la honestidad, la honradez y la eficacia al servicio de la mayoría. En suma, si las contradicciones sociales hacen que las ofertas de los partidos suene a demagogia; si a las nuevas generaciones el espacio político y las actividades de los partidos les parece un terreno inhóspito, poco atractivo y no digno de confianza; si la oferta de los partidos no se distingue en el panorama común de los ciudadanos y si las condiciones electorales hacen de los nuevos partidos políticos una mala decisión; ¿por qué seguir?, ¿por qué aferrarse a crear otra organización más con registro?, ¿por qué empecinarse en otra organización que genere expectativas políticas?. La crítica más inmediata gritaría, con un dejo de razón, por que hay mucho que ganar, por los recursos, por las posibilidades de espacios de representación, aunque sea plurinominales. ¡Que simple! ¡Que sencillo puede sonar!. Lo cierto es que en el fondo en la política se puede perder todo menos la esperanza. No podemos claudicar en el reto de regresar a la política el espacio digno que le corresponde, de hacer de la política algo más inmediato y transparente, en el desafío de generar en la democracia mejores caminos para la sociedad. No podemos dejar de oír el reclamo de las nuevas generaciones. Sin eslogan, no podemos decir que no al camino que ha trazado la fuerza misma de los ciudadanos. Códigos de Conducta/Ética Estos códigos usualmente son un grupo de reglas escritas que regulan la conducta de los funcionarios públicos, incluyendo los administradores electorales. Ciertos sistemas electorales incluyen códigos de ética para regir la conducta de los partidos políticos, los candidatos y los grupos de presión . Estos códigos están diseñados para prevenir el comportamiento inmoral. (ver Comportamiento Ético) y, si está legalmente establecido, puede obligar a los funcionarios a cumplir con sus acciones individuales. Los códigos de ética y de conducta pueden ser independientes o formar parte de un conjuto de leyes. Por ejemplo, la Ethics and Disclosure Act, Wyoming 84 forma parte de un grupo de leyes sobre el servicio público, que regulan también a los administradores electorales de Wyoming. En Sudáfrica, el Código de Conducta para los administradores electorales es una regulación independiente que fue diseñada específicamente para procesos electorales. Los códigos de ética y conducta que son promulgados en una legislación o regulación tienen carácter obligatorio e incluye la imposición de sanciones y multas para determinadas violaciones a la misma. La sanción puede abarcar desde una multa, la suspensión de labores e incluso hasta la descalificación como candidato. Por ejemplo, el incumplimiento a la Ley de Ética de Wyoming es sujeto de castigo sobre la base de una multa no mayor a los mil dólares americanos. La violación a las leyes sobre ética regularmente son causa suficiente para dar por terminada una relación laboral o para remover de su cargo a un funcionario público.85 Las violaciones a este código que involucran acciones penales son turnadas al sistema penal de justicia. En la India, se presupone que los partidos políticos y candidatos contendientes se deben apegar a un Modelo de Código de Conducta. Este código fue dado a conocer por la Comisión Electoral después de que los partidos políticos llegaron a un consenso sobre su contenido. Este modelo impone una serie de lineamientos generales sobre la forma en que los partidos y candidatos se deben conducir durante la campaña. Está orientado a mantener una campaña electoral sobre líneas sanas, evitando los conflictos y enfrentamientos. Entre los partidos políticos o sus seguidores y para asegurar que prevalezca la paz durante el periodo de campaña y a partir de entonces, hasta la declaración de los resultados. Este modelo también prescribe lineamientos de comportamiento para el partido en el poder, ya sea del centro o de un estado, para asegurar las mismas condiciones a todos los partidos y para que el partido gobernante no haga mal uso de su posición para beneficiarse en su campaña electoral.86 Para mayor información sobre códigos de conducta de los partidos políticos, ver Códigos de conducta para los partidos políticos, Observación Electoral Nacional (para observadores nacionales) y Estándares para Evaluar las Elecciones (para observadores internacionales). Códigos de conducta para los partidos políticos Algunos sistemas electorales usan un código de conducta para regir el comportamiento de los partidos políticos, los candidatos y sus simpatizantes durante la elección. Éstos pueden ser acuerdos voluntarios, no forzosos, que son consecuencia de un consenso entre los partidos, o pueden ser parte de un marco legal y regulador, que es obligatorio y para el cual existen autoridades que lo hacen cumplir. Los códigos de conducta o comportamiento deben adaptarse a las circunstancias específicas de cada sistema electoral. En las democracias más establecidas, donde el financiamiento de las campañas es un conflicto, los códigos de ética incluyen instrucciones detalladas sobre lo que se permite y lo que se prohíbe al respecto. En países que atraviesan por una transición, el enfoque del código de conducta está dirigido hacia la renuncia al uso de la violencia y la disposición para aceptar los resultados electorales. Los códigos de conducta para los partidos políticos incluyen a los partidos, sus candidatos y simpatizantes. Algunos requieren que el partido controle las actividades de sus simpatizantes y que sea responsable de las violaciones del código por parte de ellos. Código de conducta voluntario IDEA (el Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral) ha desarrollado un modelo Code of Conduct: Political Parties (IDEA) . Es un código voluntario basado en las negociaciones entre los partidos. Estas negociaciones establecen las reglas básicas para la ética en las campañas y contribuyen a establecer confianza en la celebración y el resultado de las elecciones. IDEA cree que es más probable que los partidos obren de buena voluntad si se comprometen voluntariamente a cumplir con un código de conducta. La denuncia pública es una motivación para que actúen con moderación y respeten el código. Código de conducta obligatorio Algunos sistemas electorales incluyen un código de conducta obligatorio que los partidos y candidatos deben respetar si participan en la contienda electoral. Estos códigos pueden ser parte de un marco legislativo o regulador y se aplican mediante sanciones legales y administrativas. Un candidato podría resultar descalificado de la contienda si no respeta el código de conducta, y también puede ser sujeto a sanciones legales. Para fines de integridad, los códigos deben escribirse con claridad y las obligaciones de las partes deben carecer de ambigüedad. Las sanciones por no respetarlo deben ser razonables y estar detalladas en él. Un ejemplo de código de conducta para los partidos políticos en un país que atraviesa por una transición es el Código de conducta para los partidos políticos de 1995 para Sudáfrica. Este código es automáticamente obligatorio para cualquier partido, candidato o representante de partido que presente su solicitud para contender en las elecciones. El término "representante" es amplio e incluye a "los agentes de los partidos, los mensajeros, los partidarios a la postulación del candidato, las personas en las listas de representación proporcional de los partidos, y los simpatizantes (incluyendo a todos los miembros de los partidos y a los donadores de fondos). 233 El partido es responsable de las violaciones al código por parte de cualquiera de sus representantes. Un resumen del Código de conducta para partidos políticos en Sudáfrica: condenar públicamente la violencia y la intimidación; no cometer actos de violencia o intimidación, ni dar discursos o emprender acciones que puedan conducir a la violencia o a la intimidación; no permitir portar o mostrar armas en mítines políticos, marchas, manifestaciones, mesas de votación, etc; no publicar o repetir acusaciones falsas, difamatorias o que exalten los ánimos con respecto a los contrincantes políticos; cooperar con otros partidos políticos para evitar programar actividades políticas en el mismo lugar y a la misma hora; no impedir el acceso a los votantes elegibles mediante opositores políticos; no destruir, distorsionar o quitar los materiales de campaña de otros partidos políticos; no plagiar los símbolos, colores y acrónimos de otros partidos; no sobornar a los electores elegibles con respecto a la campaña electoral o a la votación; no abusar de las posiciones de autoridad, influencia o privilegio con respecto a la campaña electoral o al voto; no discriminar con base en la raza, el sexo, el origen étnico, la clase, el género o la religión en relación con la elección o la actividad electoral; facilitar la participación y el acceso equitativos a las mujeres en las actividades políticas y en la votación; cooperar con las autoridades electorales en la investigación de conflictos y acusaciones relacionados con las elecciones; tomar las medidas razonables para asegurar que los funcionarios electorales, los del padrón electoral y los representantes autorizados no sufran insultos ni estén expuestos a amenazas o peligro en la realización de sus labores oficiales; tranquilizar a los electores con respecto al secreto y la integridad de la papeleta, y asegurarles que nadie sabrá por quién votaron; tomar las medidas necesarias y razonables para disciplinar y evitar que los representantes de partidos y candidatos, los empleados y los simpatizantes: infrinjan el código; cometan cualquier delito en términos de estas regulaciones o cualquier otra ley; cometan alguna irregularidad electoral; y contravengan o dejen de cumplir alguna disposición de las regulaciones electorales; y establecer y mantener comunicación con el gobierno provincial, el funcionario del padrón electoral, el director electoral a nivel local, incluyendo el intercambio de nombres, direcciones, números telefónicos y de fax de agentes electorales y otros funcionarios y representantes relevantes. 4.2.6 La ética en las ONG Las ONG han jugado un papel clave en la difusión de la filosofía de la responsabilidad social corporativa; como es sabido, el enfoque RSC1 de la gestión empresarial supone un nuevo modelo de gobierno de las externalidades empresariales en lo económico, social y medioambiental; cabría decir que la atención pública respecto de los impactos sobre la sociedad y el medio ambiente de las empresas adquiere un carácter universal en la segunda mitad de los años ochenta, como consecuencia de casos como los de Bophal o Exxon Valdez. Más recientemente, en la década de los noventa, el escrutinio se extiende a lo social, siendo paradigmáticos, por su impacto social, los casos de Nike, y la fabricación de balones en Indonesia; Shell y su connivencia con el régimen dictatorial de Nigeria; o incluso Monsanto y su terquedad en la producción de organismos modificados genéticamente. La novedad aportada por el concepto RSC radica en que las demandas sociales de prácticas empresariales RSC no son intermediadas por el Estado y que, en una buena parte de las ocasiones, se articulan a través de los mercados de producto, consumo responsable; de capitales, inversión socialmente responsable (ISR) o Inversión RSC; o a través de otros activismos no intervenidos por los Estados. Son variados2 los razonamientos acerca de la evolución histórica de la filosofía RSC; sin embargo cabría destacar algunos aspectos que, a juicio de los redactores de este informe, han jugado un papel clave en el desarrollo del enfoque: Primero, la aparición de los fondos ISR, o fondos éticos3, cuyo origen se encuentra en EE.UU durante la década de los años cincuenta; en aquel entonces, grupos religiosos como los cuáqueros deciden que no es ético lucrarse con actividades que, a su juicio, dañan el tejido moral de la sociedad, de ahí que deciden no invertir en los denominados «valores pecado»: acciones de compañías cuyas actividades están relacionadas con el alcohol, el juego y el tabaco. Durante los años 70 del pasado siglo, y fruto de la guerra de Vietnam, grupos activistas descubren que la inversión, en una sociedad como la norteamericana donde un porcentaje importante de la población «está en bolsa», es una buena herramienta para presentar alegatos sociales en contra de la fabricación de armas, la carrera armamentista u otros asuntos. Un tercer hecho relevante se produce en la década de los 80, cuando gobiernos de ciertos estados norteamericanos4, deciden que las sociedades administradoras de sus fondos de pensiones se desprendan de aquellos valores de renta variable que tengan intereses en la Sudáfrica del apartheid. La noticia fue portada del New York Timesy causó conmoción en el mundo financiero, llegándose incluso a poner en duda su legalidad. Durante la década de los noventa la inversión RSC se extiende a todos los países de la OCDE y comienza a formar parte del paisaje financiero habitual. Posteriormente, a raíz de los escándalos contables y de la malas prácticas generalizadas de gobierno corporativo, el mundo financiero comienza a prestar atención a parámetros no financieros, como la calidad de las prácticas de gobierno y el análisis de las prácticas RSC a la hora de construir carteras de valores. Comienza a tomar cuerpo la percepción de que las prácticas acreditadas en materia de RSC son un buen indicador del futuro rendimiento económico financiero de una determinada compañía. Segundo, la crisis de la creación de valor, como consecuencia del último desplome bursátil, de finales de los noventa y comienzos de la década de 2000, da cobijo a filosofías corporativas alternativas, la empresa de los stakeholders; se entiende que mediante la articulación adecuada de las demandas de sus stakeholders, las empresas acaban maximizando sus resultados económico-financieros y, por ende, el valor creado para sus accionistas. Por el contrario, los comportamientos miopes u oportunistas hacia los grupos de interés acaban, en último término, dañando también a los accionistas. Esta filosofía corporativa, propuesta entre otros por Michael Porter5 a comienzos de los noventa, cayó en el olvido a raíz de la posterior escalada bursátil, ocupando su lugar la creación de valor para el accionista. Por otra parte, cabría también decir que los últimos escándalos contables, y de malas prácticas de gobierno corporativo, han perjudicado seriamente la credibilidad de los administradores; como respuesta, éstos comienzan a valorar y prestar atención a la importancia de construir filosofías corporativas que articulen las demandas de los grupos de interés y, así, conseguir acumular una cierta lealtad por parte de los mismos. Por último, el nuevo papel de las ONG como interlocutores empresariales resulta ser un fenómeno de interés para entender el despegue de la filosofía RSC; las actividades de las compañías multinacionales escapan al ámbito de actuación de los Estados nación; en consecuencia crecen las dificultades en el control público de las externalidades empresariales. Se entiende que el control de éstas se realiza a través de tres mecanismos: los Estados, en el ámbito de sus competencias, los mercados, y las ONG, que suelen vehicular con mayor o menor acierto una parte de la opinión pública internacional. Si las compañías son multinacionales, también lo son las ONG. Éstas, en consecuencia, ejercen el control sobre las externalidades privadas allá donde no llega el control público. Las diferencias objetivas de tamaño y poder negociador entre multinacionales y ONG se ven corregidas por varios factores: la difusión de las TIC contrarresta y equilibra el poder negociador de unas y otras; también, el mencionado desequilibrio de partida se ve compensado por la facilidad de acceso de las organizaciones sociales a la opinión pública mundial. Las ONG se convierten en embajadores y representantes de los stakeholders. Durante los años noventa las ONG articulan debates públicos sobre el respeto a los derechos sociolaborales de los empleados de grandes empresas, sobre el trabajo infantil, trabajos forzados, sobre la protección del medio ambiente, sobre determinadas prácticas de los mercados globales; y, también, en el caso de Europa, sobre los organismos modificados genéticamente. Es en este escenario donde se produce el surgimiento de los conceptos de “ciudadanía corporativa”, “sostenibilidad empresarial”, o “responsabilidad social corporativa”. En gran parte, esta nueva visión del papel de la empresa en la sociedad es impulsada por la presión de organizaciones de la sociedad civil que ven en el creciente poder de las empresas no sólo una amenaza sino también una oportunidad de establecer unas nuevas reglas de juego. Por ello, en la última década determinadas organizaciones de la sociedad civil han sido especialmente activas en la búsqueda y experimentación de nuevas estrategias para influir en las empresas y en el mercado. Con este objetivo en mente algunas de ellas han puesto en marcha iniciativas para promover la responsabilidad social empresarial; algunas basadas en la confrontación y la exposición de las empresas a la opinión pública; otras basadas en el diálogo y la colaboración. Este informe pretende ofrecer una visión acerca de la forma en que las OSC (Organizaciones de la Sociedad Civil) están buscando influir en el comportamiento de las empresas; por eso, el informe se articula en torno a cierto número de iniciativas. Éstas vienen acompañadas de una breve introducción que permita poner estas actividades en su contexto y de un breve análisis que permita extraer conclusiones prácticas. El estudio se divide en cuatro secciones: 1. En la primera sección se definen los objetivos y metodología. 2. En la segunda sección se analiza el papel de las organizaciones sociales como impulsoras de la responsabilidad social corporativa. 3. En la tercera sección se presentan las conclusiones del análisis de los estudios de caso seleccionados. 4. En la cuarta sección se presentan las iniciativas para ilustrar los distintos métodos utilizados por las OSC para impulsar la responsabilidad corporativa. 4.2.7 La ética en otro religiosas, privadas, etc. tipo de organizaciones: PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES ÉTICA EN LAS COMUNICACIONES SOCIALES I INTRODUCCIÓN 1. El uso que la gente hace de los medios de comunicación social puede producir efectos positivos o negativos. Aunque se dice comúnmente —y lo diremos a menudo aquí— que en los medios de comunicación social « cabe de todo », no son fuerzas ciegas de la naturaleza fuera del control del hombre. Porque aun cuando los actos de comunicación tienen a menudo consecuencias no pretendidas, la gente elige usar los medios de comunicación con fines buenos o malos, de un modo bueno o malo. Estas opciones, importantes para el aspecto ético, no sólo las realizan quienes reciben el mensaje —espectadores, oyentes y lectores—, sino especialmente quienes controlan los medios de comunicación social y determinan sus estructuras, sus políticas y sus contenidos. Incluyen a funcionarios públicos y ejecutivos de empresas, miembros de consejos de administración, propietarios, editores y gerentes de emisoras, directores, jefes de redacción, productores, escritores, corresponsales y otras personas. Para ellos, la cuestión ética es particularmente importante: los medios de comunicación social ¿se usan para el bien o para el mal? 2. El impacto de la comunicación social es enorme. Por medio de ella la gente entra en contacto con otras personas y con acontecimientos, se forma sus opiniones y valores. No sólo se transmiten y reciben información e ideas a través de estos instrumentos, sino que a menudo las personas experimentan la vida misma como una experiencia de los medios de comunicación social (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Aetatis novae, 2). La evolución tecnológica está teniendo como consecuencia inmediata que los medios de comunicación resulten cada vez más penetrantes y poderosos. « La llegada de la sociedad de la información es una verdadera revolución cultural » (Pontificio Consejo para la Cultura, Para una pastoral de la cultura, 9); y las innovaciones deslumbrantes del siglo XX pueden haber sido sólo un preludio de lo que traerá consigo este nuevo siglo. El alcance y la diversidad de los medios de comunicación accesibles a la gente en los países ricos ya son asombrosos: libros y periódicos, televisión y radio, películas y vídeos, grabaciones y comunicaciones electrónicas transmitidas por radio, cable, satélite e Internet. Los contenidos de esta vasta difusión van desde las noticias rigurosas hasta el mero entretenimiento, desde las oraciones hasta la pornografía, desde la contemplación hasta la violencia. La gente, dependiendo de cómo usa los medios de comunicación social, puede aumentar su empatía y su compasión o puede encerrarse en un mundo narcisista y aislado, con efectos casi narcóticos. Ni siquiera los que rehúyen los medios de comunicación social pueden evitar el contacto con quienes están profundamente influidos por ellos. 3. Además de estas razones, la Iglesia tiene sus propios motivos para estar interesada en los medios de comunicación social. La historia de la comunicación humana, vista a la luz de la fe, puede considerarse como un largo camino desde Babel, lugar y símbolo del colapso de las comunicaciones (cf. Gn 11,4-8), hasta Pentecostés y el don de lenguas (cf. Hch 2,5-11), cuando se restableció la comunicación mediante el poder del Espíritu Santo, enviado por el Hijo. La Iglesia, enviada al mundo para anunciar la buena nueva (cf. Mt 28,19-20; Mc 16,15), tiene la misión de proclamar el Evangelio hasta el fin de los tiempos. Hoy sabe que es preciso usar los medios de comunicación social (cf. Concilio Vaticano II, Inter mirifica, 3; Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 45; Juan Pablo II, Redemptoris missio, 37; Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Communio et progressio, 126-134, Aetatis novae, 11). La Iglesia también se reconoce a sí misma como una communio, una comunión de personas y comunidades eucarísticas, que « se fundamenta en la comunión íntima de la Trinidad » (Aetatis novae, 10; Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunos aspectos de la Iglesia entendida como comunión). En efecto, toda la comunicación humana se basa en la comunicación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Más aún, la comunión trinitaria llega hasta la humanidad: el Hijo es la Palabra, « pronunciada » eternamente por el Padre; y en Jesucristo y por Jesucristo, Hijo y Palabra hecha carne, Dios se comunica a sí mismo y comunica su salvación a los hombres y mujeres. « Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo » (Hb 1,1-2). La comunicación en la Iglesia y por medio de ella encuentra su punto de partida en la comunión de amor entre las Personas divinas y en su comunicación con nosotros. 4. La Iglesia asume los medios de comunicación social con una actitud fundamentalmente positiva y estimulante. No se limita simplemente a pronunciar juicios y condenas; por el contrario, considera que estos instrumentos no sólo son productos del ingenio humano, sino también grandes dones de Dios y verdaderos signos de los tiempos (cf. Inter mirifica, 1; Evangelii nuntiandi, 45; Redemptoris missio, 37). La Iglesia desea apoyar a los profesionales de la comunicación, proponiéndoles principios positivos para asistirles en su trabajo, a la vez que fomenta un diálogo en el que todas las partes interesadas —hoy está implicada una gran parte de la humanidad— puedan participar. Estos propósitos constituyen la razón de ser del presente documento. Lo decimos una vez más: los medios de comunicación social no hacen nada por sí mismos; son únicamente instrumentos, herramientas que la gente elige usar de uno u otro modo. Al reflexionar en los medios de comunicación social, debemos afrontar honradamente la cuestión « más esencial » que plantea el progreso tecnológico: si, gracias a él, la persona humana « se hace de veras mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a todos » (Juan Pablo II, Redemptor hominis, 15). Damos por supuesto que la gran mayoría de las personas dedicadas con toda su capacidad a la comunicación social es gente consciente que quiere hacer las cosas como se debe. Los funcionarios públicos, los políticos y los ejecutivos de empresas desean respetar y promover el interés público, tal como lo entienden. Los lectores, los oyentes y los telespectadores quieren emplear bien su tiempo, con miras a un crecimiento y un desarrollo personales que les permitan llevar una vida más feliz y más productiva. Los padres sienten la inquietud de saber si lo que entra en sus hogares a través de los medios de comunicación social es beneficioso para sus hijos. Los comunicadores más profesionales desean usar sus talentos para servir a la familia humana, y están preocupados por las crecientes presiones económicas e ideológicas tendentes a bajar los modelos éticos presentes en numerosos sectores de los medios de comunicación social. Los contenidos de las innumerables opciones hechas por todas esas personas en relación con los medios de comunicación social se diferencian de un grupo a otro y de una persona a otra; pero todas las opciones tienen su peso ético y están sometidas a una evaluación ética. Para elegir correctamente, es necesario que quienes eligen « conozcan las normas del orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica » (Inter mirifica, 4). 5. La Iglesia aporta diversos elementos a esta cuestión. Aporta una larga tradición de sabiduría moral, enraizada en la revelación divina y en la reflexión humana (cf. Juan Pablo II, Fides et ratio, 36-48). Una parte de esa tradición está formada por un conjunto fundamental y creciente de doctrina social, cuya orientación teológica es un importante correctivo tanto para la « solución atea, que priva al hombre de una parte esencial, la espiritual, como para las soluciones permisivas o consumistas, las cuales con diversos pretextos tratan de convencerlo de su independencia de toda ley y de Dios mismo » (Juan Pablo II, Centesimus annus, 55). Más que pronunciar simplemente un juicio pasajero, esta tradición se ofrece a sí misma al servicio de los medios de comunicación social. Por ejemplo, « la cultura de la sabiduría, propia de la Iglesia, puede evitar que la cultura de la información, propia de los medios de comunicación, se convierta en una acumulación de hechos sin sentido » (Juan Pablo II, Mensaje para la XXXIII Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 1999, n. 3). La Iglesia también aporta algo más en esta cuestión. Su contribución especial a las realidades humanas, incluyendo el mundo de las comunicaciones sociales, es « precisamente el concepto de la dignidad de la persona, que se manifiesta en toda su plenitud en el misterio del Verbo encarnado » (Centesimus annus, 47). Como afirma el Concilio Vaticano II, « Cristo el Señor, Cristo el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación » (Gaudium et spes, 22). II LA COMUNICACIÓN SOCIAL AL SERVICIO DE LA PERSONA HUMANA 6. La Instrucción Pastoral sobre las comunicaciones sociales Communio et progressio, en continuidad con la Constitución Pastoral del Concilio sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes (cf. nn. 30-31), subraya que los medios de comunicación están llamados a servir a la dignidad humana, ayudando a la gente a vivir bien y a actuar como personas en comunidad. Los medios de comunicación realizan esa misión impulsando a los hombres y mujeres a ser conscientes de su dignidad, a comprender los pensamientos y sentimientos de los demás, a cultivar un sentido de responsabilidad mutua, y a crecer en la libertad personal, en el respeto a la libertad de los demás y en la capacidad de diálogo. La comunicación social tiene un inmenso poder para promover la felicidad del hombre y su realización. Sin pretender dar más que una visión de conjunto, presentamos aquí, como hemos hecho en otro documento (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Ética en la publicidad, 4-8), algunos beneficios económicos, políticos, culturales, educativos y religiosos. 7. Económicos. El mercado no es una norma de moralidad o una fuente de valores morales, y se puede abusar de la economía de mercado; pero el mercado puede servir a la persona (cf. Centesimus annus, 34), y los medios de comunicación desempeñan un papel indispensable en una economía de mercado. La comunicación social sostiene los negocios y el comercio, contribuye a estimular el progreso económico, el empleo y la prosperidad, promueve mejoras en la calidad de los bienes y servicios existentes y el desarrollo de otros nuevos, fomenta la competencia responsable con vistas al interés público, y permite que la gente haga opciones informadas, dándole a conocer la disponibilidad y las características de los productos. En resumen, los complejos sistemas económicos nacionales e internacionales actuales no podrían funcionar sin los medios de comunicación. Si se prescindiera de ellos se derrumbarían las estructuras económicas fundamentales, con gran perjuicio para numerosas personas y para la sociedad. 8. Políticos. La comunicación social beneficia a la sociedad, facilitando la participación informada de los ciudadanos en los procesos políticos. Los medios de comunicación unen a la gente en la búsqueda de propósitos y objetivos comunes, ayudándoles así a formar y apoyar auténticas comunidades políticas. Los medios de comunicación son indispensables en las sociedades democráticas actuales. Proporcionan información sobre cuestiones y hechos, sobre funcionarios y candidatos a cargos públicos. Permiten que los líderes se comuniquen rápida y directamente con el público sobre asuntos urgentes. Son importantes instrumentos de responsabilidad, llamando la atención sobre la incompetencia, la corrupción y los abusos de confianza, a la vez que ponen de relieve los casos de competencia, espíritu cívico y cumplimiento del deber. 9. Culturales. Los medios de comunicación social facilitan el acceso de la gente a la literatura, al teatro, a la música y al arte, que de otro modo serían inasequibles para ella, y promueven así un desarrollo humano respetuoso del conocimiento, la sabiduría y la belleza. No hablamos sólo de representaciones de obras clásicas y de los frutos de la erudición, sino también de espectáculos populares sanos y de información útil que reúne a las familias, ayuda a la gente a resolver los problemas diarios, eleva el espíritu de las personas enfermas, solas y ancianas, y alivia el tedio de la vida. Los medios de comunicación también hacen posible que los grupos étnicos se estimen y celebren sus tradiciones culturales, compartiéndolas con los demás y transmitiéndolas a las nuevas generaciones. En particular introducen a los niños y a los jóvenes en su patrimonio cultural. Los comunicadores, como los artistas, sirven al bien común preservando y enriqueciendo el patrimonio cultural de las naciones y los pueblos (cf. Juan Pablo II, Carta a los artistas, 4). 10. Educativos. Los medios de comunicación son importantes instrumentos de educación en diferentes ámbitos, desde la escuela hasta el lugar de trabajo, y en muchas etapas de la vida. Los niños que son iniciados en los rudimentos de la lectura y las matemáticas; los jóvenes que procuran realizar su formación vocacional o quieren conseguir títulos de estudio; y los ancianos que quieren aprender nuevas cosas en sus últimos años: éstos, como muchos otros, gracias a los medios de comunicación, tienen acceso a un rico y creciente tesoro de recursos educativos. Los medios de comunicación son instrumentos educativos normales en muchas aulas. Y, más allá de las paredes del aula, los medios de comunicación, incluida Internet, superan las barreras de la distancia y el aislamiento, ofreciendo la oportunidad de aprender a pobladores de áreas remotas, a los religiosos en conventos, a las personas obligadas a permanecer en su hogar, a los detenidos, y a muchos otros. 11. Religiosos. La vida religiosa de mucha gente se enriquece mucho gracias a los medios de comunicación, que transmiten noticias e información de acontecimientos, ideas y personalidades del ámbito religioso, y sirven como vehículos para la evangelización y la catequesis. Diariamente proporcionan inspiración, aliento y oportunidades de participar en funciones litúrgicas a personas obligadas a permanecer en sus hogares o en instituciones. A veces los medios de comunicación también contribuyen de un modo extraordinario al enriquecimiento espiritual de las personas. Por ejemplo, es incontable en todo el mundo el número de personas que ven y, en cierto sentido, participan en importantes acontecimientos de la vida de la Iglesia televisados regularmente por satélite desde Roma. Y a lo largo de los años los medios de comunicación han llevado las palabras y las imágenes de las visitas pastorales del Santo Padre a miles de millones de personas. 12. En todos estos ámbitos —económico, político, cultural, educativo y religioso—, y en otros más, los medios de comunicación pueden usarse para construir y apoyar a la comunidad humana. En efecto, toda comunicación debe estar abierta a la comunión entre las personas. « Para llegar a ser verdaderamente hermanos y hermanas es necesario conocerse. Para conocerse es muy importante comunicarse cada vez de forma más amplia y profunda » (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, Vida fraterna en comunidad, 29). La comunicación que sirve genuinamente a la comunidad « lleva consigo algo más que la sola manifestación de ideas o expresión de sentimientos. Según su más íntima naturaleza es una entrega de sí mismo por amor » (Communio et progressio, 11: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de junio de 1971, p. 3). Este tipo de comunicación busca el bienestar y la realización de los miembros de la comunidad dentro del respeto al bien común de todos. Pero para discernir este bien común se requieren la consulta y el diálogo. Por esta razón, es imprescindible que las partes implicadas en la comunicación social se comprometan en dicho diálogo y acepten la verdad sobre lo que es bueno. De este modo los medios de comunicación pueden cumplir su deber de « atestiguar la verdad sobre la vida, sobre la dignidad humana, sobre el verdadero sentido de nuestra libertad y mutua interdependencia » (Juan Pablo II, Mensaje para la XXXIII Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 1999, n. 2). III LA COMUNICACIÓN SOCIAL QUE VIOLA EL BIEN DE LA PERSONA 13. Los medios de comunicación también pueden usarse para bloquear a la comunidad y menoscabar el bien integral de las personas alienándolas, marginándolas o aislándolas; arrastrándolas hacia comunidades perversas organizadas alrededor de valores falsos y destructivos; favoreciendo la hostilidad y el conflicto; criticando excesivamente a los demás y creando la mentalidad de «nosotros» contra « ellos »; presentando lo que es soez y degradante con un aspecto atractivo e ignorando o ridiculizando lo que eleva y ennoblece. Pueden difundir noticias falsas y desinformación, favoreciendo la trivialidad y la banalidad. Los tópicos —basados en la raza y en la pertenencia étnica, en el sexo, en la edad y en otros factores, incluyendo la religión— son tristemente comunes en los medios de comunicación. Además, con frecuencia la comunicación social descuida lo que es auténticamente nuevo e importante, incluyendo la Buena Nueva del Evangelio, y se concentra en lo que está de moda o en lo excéntrico. Existen abusos en cada una de las áreas que acabamos de mencionar. 14. Económicos. Los medios de comunicación se usan a veces para construir y apoyar sistemas económicos que sirven a la codicia y a la avidez. El neoliberalismo es un caso típico: « Haciendo referencia a una concepción economicista del hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos, en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos » (Juan Pablo II, Ecclesia in America, 56). En dichas circunstancias, los medios de comunicación, que deben beneficiar a todos, son explotados en provecho de unos pocos. El proceso de globalización « puede crear oportunidades extraordinarias de mayor bienestar » (Centesimus annus, 58); pero con él, e incluso como parte de él, algunas naciones y pueblos sufren la explotación y la marginación, quedándose cada vez más atrás en la lucha por el desarrollo. Estas bolsas de miseria cada vez más amplias en medio de la abundancia son semilleros de envidia, resentimiento, tensión y conflicto. Esto subraya la necesidad de « adecuados órganos internacionales de control y de guía válidos, que orienten la economía misma hacia el bien común » (Centesimus annus, 58). Frente a graves injusticias, no basta que los comunicadores digan simplemente que su trabajo consiste en referir las cosas tal como son. Eso es indudablemente su tarea. Pero algunos casos de sufrimiento humano son en gran parte ignorados por los medios de comunicación, mientras informan acerca de otros; y en la medida en que esto refleja una decisión de los comunicadores, también refleja una selectividad inadmisible. De forma más fundamental aún, las estructuras y las políticas de comunicación y la distribución de tecnología son factores que hacen que algunas personas sean « ricas en información » y otras « pobres en información », en una época en que la prosperidad, e incluso la supervivencia, depende de la información. Por tanto, de este modo los medios de comunicación a menudo contribuyen a las injusticias y desequilibrios que causan el sufrimiento sobre el que informan: « Hay que romper las barreras y los monopolios que colocan a tantos pueblos al margen del desarrollo, y asegurar a todos —individuos y naciones— las condiciones básicas que les permitan participar en dicho desarrollo » (Centesimus annus, 35). La tecnología de las comunicaciones y la información, junto con la formación para su uso, es una de esas condiciones básicas. 15. Políticos. Los políticos sin escrúpulos usan los medios de comunicación para la demagogia y el engaño, apoyando políticas injustas y regímenes opresivos. Ridiculizan a sus adversarios y sistemáticamente distorsionan y anulan la verdad por medio de la propaganda y de planteamientos falsamente tranquilizadores. En este caso, más que unir a las personas, los medios de comunicación sirven para separarlas, creando tensiones y sospechas que constituyen gérmenes de nuevos conflictos. Incluso en países con sistemas democráticos, también es frecuente que los líderes políticos manipulen la opinión pública a través de los medios de comunicación, en vez de promover una participación informada en los procesos políticos. Se observan los convencionalismos de la democracia, pero ciertas técnicas copiadas de la publicidad y de las relaciones públicas se despliegan en nombre de políticas que explotan a grupos particulares y violan los derechos fundamentales, incluso el derecho a la vida (cf. Juan Pablo II, Evangelium vitae, 70). A menudo, también los medios de comunicación difunden el relativismo ético y el utilitarismo, que caracterizan la actual cultura de la muerte. Participan en la contemporánea « conjura contra la vida », « creando en la opinión pública una cultura que presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como enemigas de la libertad y del progreso las posiciones incondicionales a favor de la vida » (Evangelium vitae, 17). 16. Culturales. La crítica condena con frecuencia la superficialidad y el mal gusto de los medios de comunicación que, sin estar obligados a la estrechez de miras o la uniformidad, no deberían tampoco caer en la vulgaridad o la degradación. No sirve de excusa afirmar que los medios de comunicación social reflejan las costumbres populares, dado que también ejercen una poderosa influencia sobre esas costumbres, y, por ello, tienen el grave deber de elevarlas y no degradarlas. El problema presenta diversos aspectos. Uno de ellos se refiere a los temas complejos, cuando en vez de ser presentados con esmero y veracidad, los noticiarios los evitan o los simplifican excesivamente. Otro serían los programas de entretenimiento de tipo corruptor y deshumanizante, que incluyen y explotan temas relacionados con la sexualidad y la violencia. Es una grave irresponsabilidad ignorar o disimular el hecho de que « la pornografía y la violencia sádica deprecian la sexualidad, pervierten las relaciones humanas, explotan a los individuos —especialmente a las mujeres y a los niños—, destruyen el matrimonio y la vida familiar, inspiran actitudes antisociales y debilitan la fibra moral de la sociedad » (Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales: una respuesta pastoral, 10). En el ámbito internacional, el dominio cultural impuesto a través de los medios de comunicación social también constituye un problema cada vez más serio. En algunos lugares las expresiones de la cultura tradicional están virtualmente excluidas del acceso a los medios populares de comunicación y corren el riesgo de desaparecer; mientras tanto, los valores de las sociedades ricas y secularizadas suplantan cada vez más los valores tradicionales de las sociedades menos ricas y poderosas. Teniendo esto en cuenta, habría que prestar particular atención a los niños y jóvenes, proporcionándoles programas que les permitan tener un contacto vivo con su herencia cultural. Es de desear que la comunicación se haga según modelos culturales. Las sociedades pueden y deben aprender unas de otras. Pero la comunicación transcultural no debería realizarse en detrimento de las más débiles. Hoy « incluso las culturas menos extendidas no están aisladas. Se benefician de intercambios cada vez mayores, y al mismo tiempo sufren presiones ejercidas por una fuerte corriente uniformadora » (Para una pastoral de la cultura, 33). El hecho de que un gran número de informaciones fluya actualmente en una única dirección —desde las naciones desarrolladas hacia las naciones en vías de desarrollo y pobres— plantea serias cuestiones éticas. ¿Los ricos no tienen nada que aprender de los pobres? ¿Los potentes son sordos a la voz de los débiles? 17. Educativos. En lugar de promover la enseñanza, los medios de comunicación pueden distraer a la gente y llevarla a perder el tiempo. De este modo, los más perjudicados son los niños y los jóvenes, pero los adultos también sufren esa influencia de programas banales e inútiles. Una de las causas de este abuso de confianza por parte de los comunicadores es la avidez, que pone el lucro por encima de las personas. De igual modo, los medios de comunicación se usan en algunas ocasiones como instrumentos de adoctrinamiento, con la intención de controlar lo que la gente sabe y negarle el acceso a la información que las autoridades no quieren que tenga. Ésta es una perversión de la educación auténtica, que se esfuerza por ampliar el conocimiento y la capacidad de las personas y ayudarles a perseguir propósitos elevados, sin limitar sus horizontes y sin aprovechar sus energías al servicio de ideologías. 18. Religiosos. En la relación entre los medios de comunicación social y la religión existen tentaciones por ambas partes. Entre las tentaciones de los medios de comunicación están el ignorar o marginar las ideas y las experiencias religiosas; tratar a la religión con incomprensión, quizá hasta con desprecio, como un objeto de curiosidad que no merece una atención seria; promover las modas religiosas con menoscabo de la fe tradicional; tratar a los grupos religiosos legítimos con hostilidad; valorar la religión y la experiencia religiosa según criterios mundanos de lo que debe ser; preferir las concepciones religiosas que corresponden a los gustos seculares a las que no corresponden; y tratar de encerrar la trascendencia dentro de los confines del racionalismo y el escepticismo. Los actuales medios de comunicación reflejan la situación posmoderna del espíritu humano, encerrado « dentro de los límites de su propia inmanencia, sin ninguna referencia a lo trascendente » (Fides et ratio, 81). Por su parte, la religión puede tener tentaciones como formarse un juicio exclusivamente crítico y negativo de los medios de comunicación; no comprender que los criterios razonables de un buen uso de los medios de comunicación, como son la objetividad y la imparcialidad, pueden excluir un trato especial para los intereses institucionales de la religión; presentar los mensajes religiosos con un estilo emotivo y manipulado, como si fueran productos que compiten en un mercado saturado; usar los medios de comunicación como instrumentos para el control y el dominio; practicar innecesariamente el secreto, por lo demás pecando contra la verdad; minimizar la exigencia evangélica de conversión, arrepentimiento y cambio de vida, sustituyéndola con una religiosidad tibia que pide poco a la gente; e impulsar el integrismo, el fanatismo y el exclusivismo religioso, que fomentan el desprecio y la hostilidad hacia los demás. 19. En síntesis, los medios de comunicación pueden usarse para el bien o para el mal; es cuestión de elegir. « No conviene olvidar que la comunicación a través de los medios de comunicación social no es un ejercicio práctico dirigido sólo a motivar, persuadir o vender. Mucho menos, un vehículo para la ideología. Los medios de comunicación pueden a veces reducir a los seres humanos a simples unidades de consumo, o a grupos rivales de interés; también pueden manipular a los espectadores, lectores y oyentes, considerándolos meras cifras de las que se obtienen ventajas, sea en venta de productos sea en apoyo político. Y todo ello destruye la comunidad. La tarea de la comunicación es unir a las personas y enriquecer su vida, no aislarlas ni explotarlas. Los medios de comunicación social, usados correctamente, pueden ayudar a crear y apoyar una comunidad humana basada en la justicia y la caridad; y, en la medida en que lo hagan, serán signos de esperanza » (Juan Pablo II, Mensaje para la XXXII Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 1998, n. 4). IV ALGUNOS PRINCIPIOS ÉTICOS IMPORTANTES 20. Los principios y las normas éticas importantes en otros campos se aplican también a la comunicación social. Se pueden aplicar siempre los principios de la ética social, como la solidaridad, la subsidiariedad, la justicia, la equidad y la responsabilidad en el uso de los recursos públicos y en el cumplimiento de funciones de responsabilidad pública. La comunicación debe ser siempre veraz, puesto que la verdad es esencial a la libertad individual y a la comunión auténtica entre las personas. La ética en la comunicación social no sólo concierne a lo que aparece en las pantallas de cine y de televisión, en las transmisiones radiofónicas, en las páginas impresas o en Internet, sino implica también muchos otros aspectos. La dimensión ética no sólo atañe al contenido de la comunicación (el mensaje) y al proceso de comunicación (cómo se realiza la comunicación), sino también a cuestiones fundamentales, estructurales y sistemáticas, que a menudo incluyen múltiples asuntos de política acerca de la distribución de tecnología y productos de alta calidad (¿quién será rico y quién pobre en información?). Estas cuestiones remiten a otras, con implicaciones económicas y políticas para la propiedad y el control. Por lo menos en las sociedades abiertas con economías de mercado, el problema ético de todos puede ser cómo armonizar beneficio con servicio de interés público, entendido según una concepción integral del bien común. Incluso a las personas de buena voluntad no siempre les resulta evidente cómo aplicar los principios éticos y las normas a los casos particulares; hacen falta reflexión, discusión y diálogo. Ofrecemos las siguientes consideraciones con la esperanza de alentar esta reflexión y este diálogo entre los responsables de la política de la comunicación, los comunicadores profesionales, los expertos en ética, los moralistas, los usuarios de la comunicación y demás personas implicadas. 21. En estas tres áreas —mensaje, proceso y cuestiones estructurales y sistemáticas— el principio ético fundamental consiste en que la persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas. El desarrollo integral requiere que exista una cantidad suficiente de bienes materiales y productos, pero también exige atención al « parámetro interior » (Juan Pablo II, Sollicitudo rei socialis, 29; cf. 46). Cada uno debe tener la oportunidad de crecer y florecer con respecto a la amplia gama de los bienes físicos, intelectuales, afectivos, morales y espirituales. Las personas tienen una dignidad y una importancia irreducibles, y jamás pueden ser sacrificadas en aras de intereses colectivos. 22. El segundo principio es complementario del primero: el bien de las personas no puede realizarse independientemente del bien común de las comunidades a las que pertenecen. Este bien común debería entenderse de modo íntegro, como la suma total de nobles propósitos compartidos en cuya búsqueda se comprometen todos los miembros de la comunidad, y para cuyo servicio existe la misma comunidad. Así, mientras la comunicación social se ocupa —y es natural— de las necesidades e intereses de grupos particulares, no debería hacerlo de manera que enfrente a un grupo contra otro: por ejemplo, en nombre de la lucha de clases, del nacionalismo exagerado, de la supremacía racial, de la limpieza étnica u otros temas similares. La virtud de la solidaridad, que es « la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común » (Sollicitudo rei socialis, 38), debería gobernar todas las áreas de la vida social, económica, política, cultural y religiosa. Los comunicadores y los responsables de la política de la comunicación deben servir a las necesidades y a los intereses reales, tanto de las personas como de los grupos, en todos los niveles y de todos los modos. Urge la equidad en el ámbito internacional, donde la mala distribución de los bienes materiales entre el Norte y el Sur se ha agravado a causa de la mala distribución de los recursos de la comunicación y de la tecnología de la información, de los que dependen en gran medida la productividad y la prosperidad. Problemas análogos existen también en los países ricos, « donde la transformación incesante de los modos de producción y de consumo devalúa ciertos conocimientos ya adquiridos y profesionalidades consolidadas » y « los que no logran ir al compás de los tiempos pueden quedar fácilmente marginados » (Centesimus annus, 33). Es evidente, por tanto, la necesidad de una amplia participación en la toma de decisiones no sólo acerca de los mensajes y los procesos de comunicación social, sino también acerca de las cuestiones sistemáticas y la distribución de los recursos. Los responsables de las decisiones tienen el serio deber moral de reconocer las necesidades y los intereses de quienes son particularmente vulnerables —los pobres, los ancianos, los hijos por nacer, los niños y los jóvenes, los oprimidos y los marginados, las mujeres y las minorías, los enfermos y los minusválidos—, así como las necesidades e intereses de las familias y los grupos religiosos. Hoy más que nunca la comunidad internacional y los intereses de las comunicaciones internacionales deberían tener una actitud más generosa y abierta con respecto a las naciones y las regiones donde aquello que los medios de comunicación hacen o dejan de hacer, los hace partícipes de la vergonzosa persistencia de males como la pobreza, el analfabetismo, la represión política, la violación de los derechos humanos, los conflictos entre grupos y entre religiones, y la supresión de las culturas indígenas. 23. Aun así, seguimos creyendo que « la solución de los problemas nacidos de esta comercialización y de esta privatización no reglamentadas no siempre reside en un control del Estado sobre los medios de comunicación, sino en una reglamentación más importante, conforme a las normas del servicio público, así como en una responsabilidad pública mayor. Hay que destacar, a este respecto, que si los cauces jurídicos y políticos en los que funcionan los medios de comunicación de ciertos países están actualmente en franca mejora, hay otros lugares en los que la intervención gubernamental es un instrumento de opresión y de exclusión » (Aetatis novae, 5). Hay que estar siempre a favor de la libertad de expresión, porque « cuantas veces los hombres, según su natural inclinación, intercambian sus conocimientos o manifiestan sus opiniones, están usando de un derecho que les es propio, y a la vez ejerciendo una función social » (Communio et progressio, 45: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de junio de 1971, p. 5). Sin embargo, considerada desde una perspectiva ética, esta presunción no es una norma absoluta e irrevocable. Se dan casos obvios en los que no existe ningún derecho a comunicar, por ejemplo el de la difamación y la calumnia, el de los mensajes que pretenden fomentar el odio y el conflicto entre las personas y los grupos, la obscenidad y la pornografía, y las descripciones morbosas de la violencia. Es evidente también que la libre expresión debería atenerse siempre a principios como la verdad, la honradez y el respeto a la vida privada. Los comunicadores profesionales deberían participar activamente en la elaboración y aplicación de códigos éticos de comportamiento para su profesión, en colaboración con representantes públicos. Los organismos religiosos y otros grupos también deben participar en este esfuerzo continuo. 24. Otro principio importante, ya mencionado, concierne a la participación pública en la elaboración de decisiones sobre la política de las comunicaciones. En todos los niveles, esta participación debería ser organizada, sistemática y auténticamente representativa, sin desviarse en favor de grupos particulares. Este principio se aplica siempre y, tal vez de manera especial, cuando los medios de comunicación son de propiedad privada y operan con fines de lucro. En el interés de la participación pública, los comunicadores « deben tratar de comunicarse con la gente, no sólo de hablarle. Eso implica conocer las necesidades de la gente, ser consciente de sus luchas y presentar todas las formas de comunicación con la sensibilidad que la dignidad humana exige » (Juan Pablo II, Discurso a los especialistas en comunicación, Los Ángeles, 15 de septiembre de 1987, n. 4; L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 18 de octubre de 1987, p. 12). Se suele considerar que la circulación, los índices de audiencia y las taquillas, junto con el análisis de mercado, son los mejores indicadores del sentimiento público; de hecho, son los únicos necesarios para que funcione la ley del mercado. No cabe duda de que la voz del mercado puede oírse de esas maneras. Pero las decisiones sobre los contenidos y la política de los medios de comunicación no deberían depender sólo del mercado y de factores económicos —los beneficios—, puesto que éstos no contribuyen a salvaguardar el interés público en su integridad ni tampoco los legítimos intereses de las minorías. Hasta cierto punto, puede responderse a esta objeción con el concepto de « nicho », según el cual los periódicos, los programas, las emisoras y los canales particulares se dirigen a audiencias particulares. Este enfoque es legítimo, en cierto sentido. Pero la diversificación y la especialización, que organizan los medios de comunicación para corresponder a las audiencias divididas en unidades cada vez más pequeñas basadas en gran parte en factores económicos y en modelos de consumo, no deberían llegar tan lejos. Los medios de comunicación social deben seguir siendo un « areópago » (cf. Redemptoris missio, 37), un foro para el intercambio de ideas e información en el que participan personas y grupos, fomentando la solidaridad y la paz. En particular, Internet despierta preocupación con respecto a « las consecuencias radicalmente nuevas que entraña: pérdida del "peso específico" de la información, reducción de los mensajes a pura información, ausencia de reacciones pertinentes a los mensajes de la red por parte de personas responsables, efecto disuasorio en cuanto a las relaciones interpersonales » (Para una pastoral de la cultura, 9). 25. Los comunicadores profesionales no son los únicos que tienen deberes éticos. También las audiencias —los usuarios— tienen obligaciones. Los comunicadores que se esfuerzan por afrontar sus responsabilidades merecen a su vez audiencias conscientes de las propias. El primer deber de los usuarios de la comunicación social consiste en discernir y seleccionar. Deberían informarse acerca de los medios de comunicación —sus estructuras, su modo de actuar y sus contenidos— y hacer opciones responsables, de acuerdo con sólidos criterios éticos, sobre lo que conviene leer, ver o escuchar. Hoy todos necesitan alguna forma de formación permanente acerca de los medios de comunicación, sea mediante el estudio personal, sea mediante la participación en un programa organizado, sea con ambos. La educación en el uso de los medios de comunicación, más que enseñar algo acerca de las técnicas, ayuda a la gente a formarse criterios de buen gusto y juicios morales verdaderos, que constituyen un aspecto de la formación de la conciencia. A través de sus escuelas y de sus programas de formación, la Iglesia debería proporcionar este tipo de educación para el uso de los medios de comunicación social (cf. Aetatis novae, 28; Communio et progressio, 107). Las siguientes palabras, dirigidas originalmente a los institutos de vida consagrada, tienen una aplicación más amplia: « La comunidad, consciente del influjo de los medios de comunicación, se educa para utilizarlos en orden al crecimiento personal y comunitario con la claridad evangélica y la libertad interior de quien ha aprendido a conocer a Cristo (cf. Ga 4,17-23). En efecto, esos medios proponen, y con frecuencia imponen, una mentalidad y un modelo de vida que debe ser confrontado continuamente con el Evangelio. A este propósito desde muchos lugares se pide una profunda formación para la recepción y el uso crítico y fecundo de esos medios » (Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, Vida fraterna en comunidad, 34). De igual modo, los padres tienen el serio deber de ayudar a sus hijos a aprender a valorar y usar los medios de comunicación, formando correctamente su conciencia y desarrollando sus facultades críticas (cf. Juan Pablo II, Familiaris consortio, 76). Por el bien de sus hijos, y por el suyo, los padres deben aprender y poner en práctica su capacidad de discernimiento como telespectadores, oyentes y lectores, dando ejemplo en sus hogares de un uso prudente de los medios de comunicación. De acuerdo con la edad y las circunstancias, los niños y los jóvenes deberían ser introducidos en la formación respecto a los medios de comunicación, evitando el camino fácil de la pasividad carente de espíritu crítico, la presión de sus coetáneos y la explotación comercial. Puede ser útil a las familias —padres e hijos juntos— reunirse en grupos para estudiar y discutir los problemas y las ventajas que plantea la comunicación social. 26. Además de promover la educación en el uso de los medios de comunicación, las instituciones, las organizaciones y los programas de la Iglesia tienen otras importantes responsabilidades en lo que atañe a la comunicación social. En primer lugar, y sobre todo, el ejercicio de la comunicación por parte de la Iglesia debería ser ejemplar, reflejando los elevados modelos de verdad, responsabilidad y sensibilidad con respecto a los derechos humanos, así como otros importantes principios y normas. Además de esto, los medios de comunicación de la Iglesia deberían esforzarse por comunicar la plenitud de la verdad acerca del significado de la vida humana y de la historia, especialmente como está contenida en la palabra de Dios revelada y expresada por la enseñanza del Magisterio. Los pastores deberían estimular el uso de los medios de comunicación social para difundir el Evangelio (cf. Código de derecho canónico, can. 822, § 1). Quienes representan a la Iglesia deben ser honrados e íntegros en sus relaciones con los periodistas. Aun cuando « sus preguntas provocan algunas veces perplejidad y desencanto, sobre todo cuando corresponden poco al contenido fundamental del mensaje que debemos transmitir », debemos tener presente que « esos interrogantes desconcertantes coinciden con los de la mayor parte de nuestros contemporáneos » (Para una pastoral de la cultura, 34). Si la Iglesia quiere hablar de modo creíble a la gente de hoy, quienes hablan en su nombre tienen que dar respuestas creíbles y verdaderas a esas preguntas aparentemente incómodas. Los católicos, como los demás ciudadanos, tienen el derecho a expresarse libremente y por ello también el de acceder a los medios de comunicación para este fin. El derecho de expresión incluye la posibilidad de manifestar opiniones acerca del bien de la Iglesia, con el debido respeto a la integridad de la fe y la moral, respeto a los pastores, y consideración por el bien común y la dignidad de las personas (cf. Código de derecho canónico, c. 212, § 3; c. 227). Sin embargo, nadie tiene derecho a hablar en nombre de la Iglesia, ni a implicarla en lo que haga, sin haber sido designado expresamente; y las opiniones personales no deberían presentarse como enseñanza de la Iglesia (cf. ib., c. 227). Sería un gran bien para la Iglesia que un mayor número de personas que tienen cargos y cumplen funciones en su nombre se formaran en el uso de los medios de comunicación. Esto no vale solamente para los seminaristas, para miembros de comunidades religiosas en período de formación y para los jóvenes laicos católicos; vale para todo el personal de la Iglesia. Si los medios de comunicación son « neutrales, abiertos y honrados », ofrecen a los cristianos bien preparados « un papel misionero de primer plano », y es importante que éstos estén « bien formados y se les apoye » (Para una pastoral de la cultura, 34). Los pastores también deberían ofrecer a sus fieles orientación acerca de los medios de comunicación y de sus mensajes, a veces discordantes e incluso destructivos (cf. Código de derecho canónico, c. 822, § 2 y 3). Una consideración análoga es válida también respecto a la comunicación interna en la Iglesia. Un flujo recíproco de información y puntos de vista entre los pastores y los fieles, una libertad de expresión que tenga en cuenta el bien de la comunidad y el papel del Magisterio al promoverla, y una opinión pública responsable, son expresiones importantes del « derecho fundamental al diálogo y a la información en el seno de la Iglesia » (Aetatis novae, 10; cf. Communio et progressio, 20). El derecho de expresión debe ejercerse con deferencia a la verdad revelada y a la enseñanza de la Iglesia, y respetando los derechos eclesiales de los demás (cf. Código de derecho canónico, c. 212, § 1, 2 y 3; c. 220). Como sucede en otras comunidades e instituciones, a veces la Iglesia necesita —y en ocasiones tiene el deber— de practicar la reserva y la discreción. Pero no debería hacerlo con miras a la manipulación y al control. Dentro de la comunión de fe, quienes « poseen la sagrada potestad están al servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del pueblo de Dios y tienen, por tanto, la verdadera dignidad de cristianos, aspirando al mismo fin, en libertad y orden, lleguen a la salvación » (Lumen gentium, 18). La práctica correcta de la comunicación es uno de los modos de realizar esta concepción. V CONCLUSIÓN 27. Al comenzar el tercer milenio de la era cristiana, la humanidad está creando una red global de transmisión instantánea de información, de ideas y de juicios de valor en la ciencia, el comercio, la educación, el entretenimiento, la política, el arte, la religión, y en todos los demás campos. Esta red ya es accesible directamente a muchas personas en sus hogares, en las escuelas y en los lugares de trabajo, es decir, prácticamente dondequiera que se encuentren. Es común ver en tiempo real acontecimientos, desde deportes hasta guerras, que suceden en el otro extremo del planeta. La gente puede entrar directamente en contacto con una infinidad de datos que hasta hace poco no estaban siquiera al alcance de especialistas y estudiantes. Una persona puede ascender a las alturas del genio humano y de la virtud, o caer en el abismo de la degradación mientras está sentada sola ante un teclado o una pantalla. La tecnología de la comunicación logra constantemente nuevos avances, con enormes potencialidades para el bien y para el mal. Al mismo tiempo que aumenta la interactividad, se desdibuja la distinción entre comunicadores y usuarios. Se necesita una investigación continua sobre el impacto y, en especial, sobre las implicaciones éticas de los medios de comunicación, tanto nuevos como emergentes. 28. Pero, a pesar de su inmenso poder, los medios de comunicación son y seguirán siendo sólo medios, es decir, instrumentos, herramientas disponibles tanto para un uso bueno como para uno malo. A nosotros corresponde elegir. Los medios de comunicación no exigen una nueva ética; lo que exigen es la aplicación de principios ya establecidos a las nuevas circunstancias. Y ésta es la tarea en la que todos tienen un papel que desempeñar. La ética en los medios de comunicación no sólo es tarea de especialistas en comunicación social o en filosofía moral; la reflexión y el diálogo que este documento pretende impulsar y fomentar deben alcanzar horizontes más amplios y globales. 29. La comunicación social puede unir a las personas en comunidades presididas por la simpatía y los intereses comunes. ¿Estarán dichas comunidades basadas en la justicia, la decencia y el respeto de los derechos humanos? ¿Se comprometerán en favor del bien común? ¿O, por el contrario, serán egoístas e introvertidas, buscando el beneficio de grupos particulares —económicos, raciales, políticos e incluso religiosos— a expensas de los demás? ¿Servirá la nueva tecnología a todas las naciones y a todos los pueblos, respetando las tradiciones culturales de cada uno, o será un instrumento para aumentar la riqueza de los ricos y el poder de los poderosos? Corresponde a nosotros elegir. Los medios de comunicación también pueden usarse para separar y aislar. La tecnología permite cada vez más a la gente reunir informaciones y servicios elaborados exclusivamente para ella. Eso supone ventajas reales, pero plantea una cuestión inevitable: ¿será la audiencia del futuro una multitud de audiencias de una sola persona? La nueva tecnología, a la vez que puede aumentar la autonomía individual, tiene otras implicaciones menos positivas. El « web » del futuro, en lugar de ser una comunidad global, ¿podría convertirse en una vasta y fragmentada red de personas aisladas —abejas humanas en sus celdas—, que interactúan con datos y no directamente unos con otros? ¿Qué sería de la solidaridad, o qué sería del amor, en un mundo como ese? Aún en el mejor de los casos la comunicación humana tiene serias limitaciones; es más o menos imperfecta y corre el riesgo de fracasar. A las personas les resulta difícil comunicarse siempre unas con otras honradamente, de un modo que no haga daño y sirva lo mejor posible a los intereses de todos. Además, en el mundo de los medios de comunicación, las dificultades inherentes a ella a menudo son acrecentadas por la ideología, por el afán de lucro y control político, por rivalidades y conflictos entre grupos, y por otros males sociales. Los actuales medios de comunicación aumentan mucho el alcance de la comunicación social, su cantidad, su velocidad; pero no hacen menos frágil ni menos susceptible de fracasar la disposición humana a comunicarse de mente a mente, de corazón a corazón. 30. Como hemos dicho, la contribución especial que la Iglesia ofrece al debate en este campo consiste en una visión de la persona humana, de su incomparable dignidad y de sus derechos inviolables, y en una visión de la comunidad humana cuyos miembros están unidos en virtud de la solidaridad con vistas al bien común de todos. La necesidad de estos dos conceptos es especialmente urgente « cuando se está obligado a constatar el carácter parcial de propuestas que elevan lo efímero al rango de valor, creando ilusiones sobre la posibilidad de alcanzar el verdadero sentido de la existencia »; al faltar esas visiones, « muchos llevan una vida casi hasta el límite de la ruina, sin saber bien lo que les espera » (Fides et ratio, 6). Ante esta crisis, la Iglesia se presenta como « experta en humanidad », cuya experiencia « la mueve a extender necesariamente su misión religiosa a los diversos campos » del comportamiento humano (Sollicitudo rei socialis, 41; cf. Pablo VI, Populorum progressio, 13). No puede conservar exclusivamente para sí misma la verdad sobre la persona humana y sobre la comunidad humana; al contrario, debe compartirla abiertamente, siempre consciente de que la gente puede responder en forma negativa a la verdad, y también a ella misma. La Iglesia, al tratar de fomentar y apoyar elevados modelos éticos en el uso de los medios de comunicación social, busca el diálogo y la colaboración con los demás: con los funcionarios públicos, que tienen el deber particular de proteger y promover el bien común de la comunidad política; con los hombres y mujeres del mundo de la cultura y las artes; con estudiosos y profesores comprometidos en la formación de los comunicadores y los oyentes futuros; con los miembros de las demás Iglesias y grupos religiosos que comparten su deseo de que los medios de comunicación se usen para la gloria de Dios y el servicio al género humano (cf. Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, Criterios para la cooperación ecuménica e interreligiosa en las comunicaciones); y, en especial, con los comunicadores profesionales: escritores, directores, reporteros, corresponsales, actores, productores y personal técnico, así como con los propietarios, los administradores y los responsables de la política en este campo. 31. A pesar de sus limitaciones, la comunicación humana encierra en sí algo de la actividad creadora de Dios. « El Artista divino, con amorosa condescendencia, transmite al artista humano » —y, podríamos añadir, también a los comunicadores— « un destello de su sabiduría trascendente, llamándolo a compartir su potencia creadora »; si llegan a comprender esto, los artistas y los comunicadores « pueden comprenderse a fondo a sí mismos, y su propia vocación y misión » (Juan Pablo II, Carta a los artistas, 1). El comunicador cristiano en particular tiene una tarea, una vocación profética: clamar contra los falsos dioses e ídolos de nuestro tiempo —el materialismo, el hedonismo, el consumismo, el nacionalismo extremo y otros—, ofreciendo a todos un cuerpo de verdades morales basadas en la dignidad y los derechos humanos, la opción preferencial por los pobres, el destino universal de los bienes, el amor a los enemigos y el respeto incondicional a toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural; y buscando la realización más perfecta del Reino en este mundo, conscientes de que, al final de los tiempos, Jesús restablecerá todas las cosas y las restituirá al Padre (cf. 1 Co 15, 24). 32. Para concluir, dado que estas reflexiones se dirigen a todas las personas de buena voluntad, y no sólo a los católicos, conviene hablar de Jesús como modelo para los comunicadores. « En estos últimos tiempos » Dios Padre « nos ha hablado por medio del Hijo » (Hb 1,2); y este Hijo nos comunica ahora y siempre el amor del Padre y el sentido último de nuestra vida. « El mismo Cristo en su vida se presentó como el perfecto comunicador. Por la encarnación se revistió de la semejanza de aquellos que después iban a recibir su mensaje, proclamado tanto con palabras como con su vida entera, con fuerza y constancia, desde dentro, es decir, desde en medio de su pueblo. Sin embargo, se acomodaba a su forma y modo de hablar y pensar, ya que lo hacía desde su misma situación y condición » (Communio et progressio, 11: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 6 de junio de 1971, p. 3). Durante la vida pública de Jesús las muchedumbres se reunían para escuchar su predicación y su enseñanza (cf. Mt 8,1.18; Mc 2,2; 4,1; Lc 5,1, etc.); él enseñaba « como quien tiene autoridad » (Mt 7,29; cf. Mc 1,22; Lc 4,32). Les hablaba del Padre y, al mismo tiempo, los dirigía hacia sí mismo, explicando: « Yo soy el camino, la verdad y la vida » (Jn 14,6) y « el que me ha visto a mí, ha visto al Padre » (Jn 14,9). No perdió tiempo en discursos insustanciales o justificándose a sí mismo, ni siquiera cuando fue acusado y condenado (cf. Mt 26,63; 27,12-14; Mc 15,5; 15,61), pues su « alimento » era hacer la voluntad del Padre que lo había enviado (cf. Jn 4,34); y todo lo que decía y hacía guardaba relación con esa voluntad. A menudo la enseñanza de Jesús adoptaba la forma de parábolas y relatos coloridos que expresaban profundas verdades con las palabras sencillas que se usaban a diario. No sólo sus palabras, sino también sus obras, especialmente sus milagros, eran actos de comunicación, que revelaban su identidad y manifestaban el poder de Dios (cf. Evangelii nuntiandi, 12). En sus comunicaciones mostraba respeto por sus oyentes, solicitud por su situación y sus necesidades, compasión por su sufrimiento (por ejemplo, véase Lc 7,13), y firme determinación de decirles lo que necesitaban oír, de un modo que debía atraer poderosamente su atención y ayudarles a recibir el mensaje, sin coerción ni componendas, sin engaño ni manipulación. Invitaba a los demás a abrir su mente y su corazón a él, sabiendo que éste era el modo de llevarles hacia él y hacia su Padre (véase, por ejemplo, Jn 3,1-15; 4,7-26). Jesús enseñaba que la comunicación es un acto moral: « De lo que rebosa el corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas. Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado » (Mt 12,34-37). Criticaba severamente a quienes escandalizaran a los « pequeños », y aseguraba que a quien lo hiciera « era mejor que le pusieran al cuello una piedra y lo echaran al mar » (Mc 9,42; cf. Mt 18,6; Lc 17,2). Era completamente sincero; un hombre de quien se podía decir que « en su boca no se halló engaño »; y también: « al ser insultado, no respondía con insultos; al padecer, no amenazaba, sino que se ponía en manos de aquel que juzga con justicia » (1 P 2,2223). Insistía en la sinceridad y en la veracidad de los demás, al mismo tiempo que condenaba la hipocresía, la inmoralidad y cualquier forma de comunicación que fuera torcida y perversa: « Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no", pues lo que pasa de aquí viene del maligno » (Mt 5,37). 33. Jesús es el modelo y el criterio de nuestra comunicación. Para quienes están implicados en la comunicación social —responsables de la política, comunicadores profesionales, usuarios, sea cual sea el papel que desempeñen— la conclusión es clara: « Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. (...) No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen » (Ef 4,25.29). Servir a la persona humana, construir una comunidad humana fundada en la solidaridad, en la justicia y en el amor, y decir la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios han sido, son y seguirán ocupando el centro de la ética en los medios de comunicación. Organizaciones prividas El contexto: ajuste estructural y sociedad civil Las transformaciones de orden económico (ajuste estructural), sus consecuencias políticas y sociales, han cambiado dramáticamente el escenario en el que se desenvuelven las vidas de los individuos y las organizaciones. Los fenómenos de liberación del comercio y las transnacionalización, la “globalización” de la economía, de las regulaciones, pero también de las dificultades (destrucción del medio ambiente y los recursos naturales, pobreza, migración), son el marco de realidad en el que se desenvuelve el trabajo de todos los grupos humanos. Este marco de referencia afecta de una manera a las organizaciones que surgen en un contexto urbano e integrado en términos culturales, económicos, políticos, mientras que representa retos diferentes para los grupos más tradicionales, vinculados a comunidades con niveles de integración socioeconómica menores. El repliegue de la acción estatal supone cambios en los usos corporativistas, lo cual no necesariamente es un avance o una ventaja pero ciertamente cambia la orientación y los recursos de los que disponen las organizaciones y su relación con el Estado. Las organizaciones de trabajadores son un ejemplo de ello. Una de las críticas que se han generado a partir de esta situación es la que indica que el achicamiento del Estado es una retroceso que obedece a intereses capitalistas, y que es una dejación de obligaciones que malamente pueden ser cubiertas por las organizaciones civiles. Otra manera de verlo, es que al liberarse de una excesiva o paternalista tutela por parte del gobierno, las organizaciones tienen mayor libertad para dirigirse a sus objetivos específicos y para encontrar las maneras o estrategias de acción que satisfagan las necesidades de sus integrantes. La comprensión del contexto nos debe llevar a evaluar las posibilidades de desarrollo futuro de cualquier organización. ¿De dónde procede la energía de la sociedad para dar con nuevas formas de acción? De un capital cultural (Kliksberg, 2000). La capacidad de los grupos humanos para auto organizarse a fin de alcanzar sus objetivos es uno de los aspectos más recientemente reconocidos por los estudiosos del desarrollo. Los planteamientos puramente económicos o técnicos no han dado los resultados que se esperaban para alcanzar mejores condiciones de vida. Los trabajos de R. Putnam vinieron a poner el acento en un factor de carácter humano y social que se ha extendido ampliamente bajo el nombre de capital. La observación inicial es sencilla: los mismo planes económicos dan resultados diferentes en regiones donde la población tiene características de civilidad o de incivilidad. Las primeras consiguen mejores resultados, basadas en la cooperación, mientras que las segundas se distinguen por la falta de cohesión y la pobreza de sus resultados. De esta manera tenemos una conexión directa y sugerente entre una categoría ética y un terreno que ha sido dominado por los enfoques cuantitativos y economicistas. La idea de capital social como capacidad de cooperación remite, aunque no se diga con frecuencia, a visiones éticas de la sociedad con un añejo historial. Para los clásicos griegos y romanos, la sociedad humana se funda en la confianza de unos en otros pues, dice Cicerón, con el enemigo no queremos andar ni siquiera por el mismo camino. La visión de la sociedad civil como mundo de la confianza y las relaciones humanas es mucho más cercana a la idea que de la sociedad tenían los humanistas clásicos que al individualismo moderno, pues para aquellos la amistad social –quizás en el lenguaje moderno podríamos llamarla solidaridad-, es el origen de vida en común, mientras para los utilitaristas lo es la debilidad y el egoísmo. El punto central es que las posibilidades desarrollo están condicionadas, al menos en parte, por la capacidad de cooperación o capital social (Fukuyama), mientras que a su vez el capital social consiste casi por entera en una condición ética de confianza y amistad que permite, en términos operativos, la previsibilidad de la actuaciones (Luhman, 1996). Pero la cuestión del capital social, siendo eminentemente cultural, tiene la peculiaridad de tener un enorme dinamismo. A diferencia de otros aspectos culturales, que son de largas latencias y de difícil manejo (se desarrollan a lo largo de decenios o centurias), el capital social puede modificarse en periodos relativamente cortos, para bien y para mal. La capacidad de producir confianza o desconfianza en la población está en relación directa con la observancia de conductas éticas y el logro de resultados por parte de cualquier organización, sea el gobierno, sean organizaciones privadas (Uslaner, 2002). Por contraparte, la incongruencia entre la conducta y el discurso es uno de los principales motivos de pérdida de la confianza por parte de los miembros de un grupo. De una manera patente, las prácticas de corrupción minan la credibilidad del Estado y de toda organización que se ve envuelta en esa clase de vicios. De allí la importancia de fortalecer y mejorar el desempeño de toda organización que pretende incrementar su capital social. Este factor es de especial importancia para las organizaciones civiles porque en ellas, en muchos casos, se da por supuesta la honradez de sus integrantes y la respetabilidad de sus fines. Desde luego que hay una pluralidad de perfiles en el mundo del tercer sector, con mayor o menor trabajo profesional asalariado, pero también para muchas de ellas la participación voluntaria es esencial, tanto en forma de trabajo de voluntarios como donaciones y cooperación en sus múltiples formas. El acceso a estos recursos se finca en el factor de confianza. En el caso de muchas organizac iones de la sociedad civil, particularmente aquellas de naturaleza filantrópica o las que tienen un importante componente ético o de valores (como son en nuestro país muchas de inspiración religiosa), los procesos de generación de capital social están íntimamente relacionados con el factor de confianza ligado a la gestión ética de los recursos y la dirección de las acciones. Si bien la confianza es casi un sinónimo de la noción de capital social (Fukuyama, 1995; Luhman, 1996), y por consiguiente necesaria en cualquier género de organizaciones humanas, su perentoriedad es aún mayor en el caso de las organizaciones animadas por un espíritu de solidaridad, de benevolencia, de filantropía u otros semejantes. No hay en el medio mexicano un estudio suficiente sobre el tema, aunque existe una creciente bibliografía sobre transparencia en la gestión gubernamental. Son muy escasos los estudios empíricos al respecto, y se dirigen preferentemente a la percepción de la gestión del gobierno. La adaptación de los estudios de transparencia y gestión ética a las necesidades de organizaciones civiles es una tarea que está en buena medida por hacer. Así mismo, el énfasis anticorrupción que presuponen los estudios sobre transparencia es distinto del énfasis que se propone hacia la adopción de criterios de actuación éticos como parte del proceso de toma de decisión. Lo que nos parece más útil es fomentar el espíritu de la ética como instrumento que fortalece a las instituciones y mejora sus resultados, y no tanto insistir en el carácter restrictivo o formalista. Por esta razón considero que incrementar el uso de aproximaciones prácticas para la generación de capital social fundadas en la ética es muy provechoso para la práctica y para la teoría de la gestión de las OSC. Hay varias maneras de crear capital social con herramientas éticas. Una de esas nociones es la de “estructura ética”, a la cual me refiero a continuación, pero hay que recordar que este enfoque puede ser demasiado frío, o demasiado “organizativo” o “administrativo”, pues surgió en el ámbito de la administración pública, pero existen también otros enfoques más humanistas e incluso más interesante epistemológicamente, como los que se fundan en la idea de desarrollo moral y de comunidades éticas (Kohlberg, 1997). Estos han generado enfoques como el de ambientes o climas éticos (Agarwal y Malloy, 1999), que tienen la ventaja de incluir metodologías empíricas (Hofstede). La necesidad de la ética en las organizaciones civiles La ética es la primera condición que debe cumplir cualquier organización decente (Rawls). La ética no es un accesorio de lujo que pueden o no adoptar las organizaciones, públicas o privadas. La observancia de ciertas normas básicas y ciertos valores fundamentales no es opcional, sino requisito para la existencia de cualquier organismo social. La justicia, la observancia de la ley, el respeto de los derechos humanos, por ejemplo, deben ser realidad operante de cualquiera organización, so pena de quedar sujeta al juicio de las autoridades y de la sociedad. En palabras de los editores de la OCDE, “La ética puede ser puramente instrumental, puede ser sólo un medio para un fin, pero un medio necesario. La ética de gobierno es una condición sine qua non para una buena política pública. En este sentido, es más importante que cualquier política concreta, porque todas dependen de ella”. Sin embargo, más allá de esos límites definidos incluso en términos legales, existe un amplio campo de maniobra en la administración, la definición de políticas y normas de trabajo, y sobre todo la fijación de objetivos y estrategias, que son el terreno natural para la búsqueda de la realización de valores. En esos campos no predeterminados es donde la intervención de la mentalidad ética, con su característica capacidad de razonamiento y análisis prudencial puede contribuir poderosamente al cumplimiento de los fines de cualquier organización. Desde ese punto de vista, la estructura ética puede convertirse en un auxiliar importante de la dirección y de la estrategia, en cuanto pone de manifiesto a la vista de todos los integrantes de la organización y de sus usuarios la relación que hay entre la operación regular del organismo y el cumplimiento de sus objetivos y valores. Prácticamente todas las organizaciones que inician un proceso de profesionalización de su gestión están relacionados con nociones como “plan estratégico”, en el cual se pone una buena parte de las esperazas de desarrollarse en el mediano y largo plazo. La inclusión de los aspectos organizativos éticos que hemos señalado en la estructura ética puede ayudar, de manera lateral, no solamente a que se impida la proliferación de acciones no éticas individuales, sino que además puede reforzar el aspecto positivo y propositivo en la toma de decisiones éticas (Brown). De hecho, la idea de estructura ética puede ayudar a destacar la idea de una ética positiva, frente a la idea más usual de una ética restrictiva o negativa. Mientras que ésta última está orientada a la prohibición de determinadas conductas, la ética positiva es una manera de reforzar el proceso de toma de decisiones en un sentido ético explícito. Esto es especialmente relevante en el caso de las organizaciones civiles, porque ellas están orientadas hacia lo público, aunque estemos acostumbrados a identificarlas como sector privado. En ese sentido, las organizaciones civiles solidarias, a las cuales nos dirigimos principalmente en este estudio, tienen una naturaleza híbrida, al ser privadas en cuanto a su régimen de propiedad, porque no son instituciones del Estado, pero son al mismo tiempo públicas en cuanto están orientadas hacia el beneficio de la sociedad, y no buscan en principio el beneficio o el lucro privado, y precisamente muchas de ellas están constituidas y definidas legalmente y públicamente en estos términos. Esta es la diferencia establecida por B. Barber para las organizaciones civiles, que se encuentran en la franja intermedia entre el mercado, caracterizado por la libertad de acción, y el Estado, que lo está por la preocupación colec tiva. El tercer sector, o la sociedad civil organizada, ha experimentado en años recientes un importante crecimiento de su presencia en la conciencia pública, y dadas las transformaciones que experimenta el mundo, Latinoamérica en especial, es previsible que su importancia y protagonismo social también sean crecientes. Sin embargo, las organizaciones civiles no están completamente exentas de faltas de carácter ético. Los problemas de corrupción también se han dado en ellas, en la medida que recursos económicos, tanto públicos como privados, afluyen hacia dichas organizaciones. Este segundo aspecto, el del peligro del abuso de los recursos de la organización, es una preocupación real y sentida entre los miembros del tercer sector. La naturaleza solidaria de muchas de las organizaciones a las que nos referimos hace más importante la congruencia entre los valores declarados o implícitos, y la operación real de las mismas. Por desgracia, no es raro encontrar en ellas, al lado de una inmejorable buena voluntad, carencias técnicas, profesionales y éticas. Se hace preciso desarrollar estrategias que favorezcan la formación de capital social a través de las organizaciones, pero al mismo tiempo es necesario que los procesos de profesionalización, cuando llegan, no representen un abandono o enfrentamiento con la base de capital social fincado en la aportación de los voluntarios, las donaciones, y la confianza de todos los beneficiarios. Uno de los lugares donde se ha podido identificar la existencia de ese problema ha sido estudiado como “conflicto de interés”, que puede entenderse como una “situación en la cual una persona tiene un tiñeres privado o personal suficiente como para que se pueda sospechar influencia de éste en el ejercicio objetivo de su deber oficial” (MacDonald, C., MacDonald, M., Norman, W., 2002). Los problema ocasionados por conflicto de intereses pueden inhibirse por medio de una estructura ética adecuada, pero también es evidente la necesidad de la formación ética individual. Corrupción y “estructura ética” La noción de “estructura ética” ha sido propuesta recientemente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a fin de explicar los factores que inhiben por un lado o incentivan, por otro, las conductas éticas dentro de las instituciones del servicio público. A partir de esa sugerencia, esta propuesta de investigación se dirige a aplicar la noción a las instituciones y organizaciones privadas. La idea de estructura ética, surge de una preocupación por la gestión pública, pero su propósito inicial puede ser compartido en el ámbito privado porque muchas de las organizaciones de la sociedad civil son privadas en su gestión pero públicas en su vocación, y es esto precisamente lo que más importa, que la gestión de las organizaciones no pierda su eficacia pública al autofagocitarse como resultado de procesos de corrupción. En ese sentido, no olvidamos tampoco que la corrupción no obedece a un solo factor. La corrupción no es sólo cuestión moral, sino también resultado de una circunstancia política y económica, tiene consecuencias políticamente conservadoras; tiene que ver con el mantenimiento del control político a través de una repartición de los privilegios a las élites (Escalante,1992). De esta suerte, el problema de la corrupción va más allá de un planteamiento puramente ético. Algunos de los factores externos a la organización que pueden mencionarse como favorecedores de procesos de corrupción son los siguientes: Moral pública: cuando tenemos una situación de hecho en que la población acepta o admite más o menos con naturalidad las prácticas corruptas, como si se tratara de conductas normales y esperadas. Leyes y reglamentos: sea por su anacronismo, su inadaptación a las realidades que deberían regular, incluso la inexistencia de norma jurídica. Administración (eficacia de la gestión pública), cuando el burocratismo impide la terminación eficiente de procesos, abriendo oportunidades para la intervención de “gestores”, “coyotes” y corruptelas de alto o bajo rango. Distribución del poder político (sociedad bien ordenada), la falta de acceso al poder público y su concentración en unos pocos. Distribución de la riqueza (sociedad equitativa), la desigualdad de riqueza irá aparejada con la desigualdad de poder, estableciéndose intercambios de hecho entre los grupos con poder efectivo. Como puede verse, estos factores no puede ser superados por la acción aislada de una organización. Son problemáticas sociales y culturales. Empero, la estructura ética es una respuesta muy concreta a la pregunta sobre lo que se puede hacer, al nivel de cada organización y al nivel de la gestión local. Cualquier organización, sea pública o privada, posee una estructura que interviene en la gestión de los múltiples asuntos que son materia ética. En ese sentido, la “estructura ética” se refiere a los elementos de la organización que intervienen, para bien o para mal, en la actuación de la misma. Pero puede ocurrir que dicha estructura esté subdesarrollada, o que algunos de sus elementos estén corrompidos, y en ese caso la estructura no va a favorecer la conducta ética de sus integrantes. Por el contrario, mediante el diseño adecuado de la estructura, se puede ayudar a que las dependencias e individuos tengan más alicientes y encuentren un ambiente más favorable para actuar de maneras éticamente correctas. En suma, la idea de estructura ética expresa la convicción de que a través del diseño de una estructura que forma parte de la constitución misma de la organización es posible apoyar su actuación ética. De este modo, no se deja la actuación a la sola buena voluntad de los individuos, mientras que tienen en contra toda una inercia y una estructura que operan en contra de sus buenas intenciones. La estructura ética está formada por una serie de elementos, cuya identificación podría ser variable, pero que en la descripción de la OCDE son los siguientes: 1.Marco legal: leyes, reglamentos y códigos de derecho positivo. 2.Mecanismos de responsabilidad: procedimientos legalmente establecidos, definición de responsabilidades. 3.Liderazgo: recae sobre los políticos de alto nivel, representantes populares y gobernantes. 4.Códigos de conducta: establecidos por gremios o colegios profesionales, a manera de manuales para la solución de situaciones difíciles. 5.Socialización: formal e informal, del primer tipo son cursos de inducción, manuales de funciones, documentos que explican la misión y políticas, etc.; del segundo tipo son tradiciones, convivencia extra laboral, etc. 6.Coordinación: alguien se hace cargo de que las actividades realizadas son congruentes con el compromiso ético 7.Condiciones de trabajo: en especial para el servidor público, de tal suerte que pueda cumplir eficazmente con sus tareas. Estos siete elementos cumplen tres funciones básicas: 1. Control; 2. Orientación y, 3. Gestión. Algunas de estas funciones son cumplidas principalmente por ciertos elementos, sin embargo, en mayor o menor medida todos los elementos contribuyen a que la organización tenga control sobre sus acciones que tienen implicaciones éticas, que dichas acciones se orienten en el sentido del cumplimiento de los valores institucionales y a que haya una gestión consciente de tal clase de acciones, con responsables definidos. Pero es posible identificar una participación más importante de algunos elementos en el cumplimiento de ciertas funciones específicas del siguiente modo: a) La función de control corresponde principalmente al marco legal y a los mecanismos de responsabilidad. Estos dos elementos definen los límites de lo permitido y la prohibido, así como especifican los procedimientos a seguir en casos de infracción a dichos límites. b) La función de orientación corresponde principalmente a los códigos de conducta, el liderazgo y la socialización. Es importante distinguir el marco legal de los códigos de conducta, pues éstos tiene solamente una fuerza moral y son orientaciones detalladas que pretenden auxiliar el buen juicio del profesional o trabajador en el cumplimiento de sus tareas especializadas, sus deberes y responsabilidades específicas, en tanto que el marco legal se refiere a las leyes positivas, vigentes y con fuerza coactiva. Es más fácil entender de qué manera el liderazgo y los usos y tradiciones que no están prescritos formalmente de hecho orientan a los integrantes de la organización para observar determinadas conductas. c) La función de gestión se cumple especialmente a través de la coordinación de las tareas que tienen implicaciones éticas y a través de la provisión de las condiciones necesarias (herramientas, insumos, información y otros recursos) a quienes deben cumplir las tareas o tomar las decisiones que tienen implicaciones éticas. Hay que notar que en las líneas anteriores se usa varias veces la expresión “acciones que tienen implicaciones éticas”. Con ella aludimos a que la mayor parte de las organizaciones de hecho enfrentan continuamente problemas en los que están implícitas valoraciones y espacios más o menos amplios para decisiones de muy diverso sentido ético, siendo sin embargo ambiguas desde el punto de vista legal. La formación de una sensibilidad ética ante tales problemas es parte de las tareas que tiene una cultura organizacional ética. La idea de cultura de la organización está implicada en varios de los elementos y funciones mencionados anteriormente, aunque no la hemos designado por separado, y seguramente el estudio de los aspectos culturales es importante para poder entender el funcionamiento y proponer formas de intervención en la estructura ética. Implicaciones para poner en práctica en las organizaciones privadas y OSC 1. El marco jurídico para las OSC suele estar menos definido que la regulación para las entidades estatales. La Ley de fomento de asociaciones civiles es una muestra de lo que falta por hacer en ese terreno. Las reglas internas equivalen a los contenidos normativos de la cultura de la organización. No se trata de ideales, sino de criterios efectivos en la toma de decisiones internas. En la función pública estas reglas son públicas y sancionadas por el legislativo, pero la legislación positiva solamente regula parcialmente a las organizaciones privadas, así que es necesario suplir por autorregulación estos aspectos. 2. Los mecanismos de responsabilidad para una organización privada sólo están parcialmente definidos por la ley y el Estado. Pero es importante para el funcionamiento que haya claridad sobre los procedimientos y las atribuciones, que deben ponerse entonces de manera autónoma. 3. El liderazgo y la dirección, los encontraremos normalmente representado en la figura de los consejos directivos y juntas de gobierno y a través de las direcciones ejecutivas. Las juntas directivas tienen un papel esencial para que se observen conductas éticas y se transmitan a todos los integrantes de la organización. Implica compromiso de la dirección; Que ella establezca reglas claras de funcionamiento interno, en perfecta congruencia con la normatividad general; Asignación de responsables de la función ética, siendo posible la existencia de un organismo específico, o al menos una previsión para los problemas particulares que se presentarán. La improvisación puede muy fácilmente añadir injusticias a las faltas 4. Los códigos de conducta implican la publicación de los documentos internos tales como misión, visión, políticas, códigos profesionales, códigos éticos propios del ramo. Cabe decir que los esfuerzos en ese sentido se localizan por sectores, como los intentos de auto controlar los principios éticos en áreas sensibles como la recaudación de fondos. Empero, no se puede creer que basta con la publicación de un código de conducta. 5. Procesos de socialización conscientes y realistas. En pocas ocasiones los procesos de inducción son formales. Más comúnmente la socialización es informal, pero lo importante es que sea positiva: que enseñe a hacer las cosas correctamente. 6. que implican especial cuidado y atención con la aportación de voluntarios, donantes y beneficiarios. 7.Coordinación: raramente se podrá asignar la supervisión de la actuación ética a una dependencia explícita. A veces, se puede recurrir a la formación de un comité interno, con autoridad efectiva. Lo que es deseable en todo caso es la definición de la responsabilidad para cada cargo que toma decisiones, de manera que en ellas debe ir incorporado el aspecto ético. También es importante que haya canales de comunicación que sean accesibles con facilidad para todos, y respuestas claras a las quejas o sugerencias de cualquiera. Las herramientas tecnológicas pueden ser de utilidad, pero la efectividad de la comunicación en el terreno ético viene dada por una decisión ética más que por la velocidad del correo electrónico. 8.Condiciones de trabajo adecuadas para el modelo ético. La buena voluntad no debería servir de máscara para que se violen las reglas. En un escenario de medios escasos es importante definir cuáles son las condiciones necesarias para la realización de las tareas. Los aspectos anteriores son de carácter formal y son herramientas que se pueden poner en práctica en el corto plazo. Pero no sustituyen la formación o capacitación ética específica. De hecho, una de las recomendaciones que hemos encontrado en los comités de ética para el servicio público de varios países es dar a los funcionarios un entrenamiento específico en la solución de dilemas éticos. El criterio y la madurez ética no se pueden sustituir con reglas generales. Todavía más, la tendencia a restringir y burocratizar es efecto de la falta de confiabilidad, pero el problema de fondo es éste mientras la falta de reglas es sólo instrumental. La estructura ética es una herramienta como otras de que se puede valer una organización para incrementar la eticidad en su toma de decisiones y en su operación habitual. La consecuencia de ello será un incremento de la confianza y predictibilidad de su conducta, el compromiso del público que comparte sus ideales y por consiguiente las condiciones propicias para un aumento del capital social disponible. Algunas preguntas y metas ¿Cuáles son las diferencias entre los elementos y las funciones constitutivas de la estructura ética en las organizaciones civiles solidarias respecto de las estatales y las empresariales? ¿Cuáles son los factores culturales, específicamente éticos, y los de gestión que deben ser tomados en cuenta en orden a proponer una estructura ética funcional para las organizaciones civiles, atendiendo a los aspectos de voluntariado, filantropía y crecimiento de capital social? ¿Cómo se define el marco de referencia ético para cada organización, en función de su campo de trabajo, origen o filiación? ¿Cuáles son los rasgos fundamentales de un programa de capacitación ética para organizaciones de la sociedad civil? ¿Cómo integrar al marco de referencia ético situaciones tales como la pobreza, la exclusión social, las desigualdades pronunciadas, la discriminación de las minorías y otras, que implican serios problemas éticos? ¿Qué códigos de conducta deberían adoptar los líderes políticos, el empresariado, altos funcionarios públicos y líderes de organizaciones básicas de la sociedad civil entre otros, como grupos claves para el liderazgo ético de la sociedad? Encontrar un modelo de estructura ética capaz de comprender el funcionamiento de las organizaciones civiles solidarias del ámbito mexicano y latinoamericano. El modelo debe ser capaz de integrar conceptos familiares en la literatura sobre organizaciones, tales como cultura de la organización, misión, visión, códigos éticos, desarrollo moral, etc. Al mismo tiempo, el modelo debe ser capaz de comprender la complejidad de contenidos éticos de las sociedades latinoamericanas. Ética: Elemento Clave para el Desarrollo Últimamente hemos visto cómo grandes empresas Internacionales de la talla de Worldcom, han ido a la quiebra debido a la falta de una escala de valores dentro de sus empresas. Las organizaciones tanto gubernamentales como privadas deben crear códigos de ética a los cuales sus integrantes se apeguen ya que sin éste, tarde o temprano las consecuencias de no actuar éticamente llegarán. En primer punto es importante esclarecer que la ética es una disciplina práctica, técnica que busca la forma de cómo comportarnos a fin de asegurar nuestra realización personal, considerando cuáles son los fines que valen la pena perseguir y bajo qué condiciones vale la pena perseguirlos. Debido a que la ética no puede proporcionarnos un conjunto de reglas que podamos seguir al pie de la letra para cada una de las situaciones que se presentarán, debemos buscar apegarnos a las bases de la actuación ética que son actuar con inteligencia y tomar en cuenta los intereses de los demás. Actuar con inteligencia exige que consideremos cuidadosamente la mejor manera de lograr nuestros objetivos y también el valor de éstos, de modo que persigamos sólo objetivos dignos de alcanzarse. Dando a nuestra inteligencia el papel rector en nuestra vida, podemos tomar en consideración todos los datos de importancia, hacemos que haya una unidad interna entre nuestras diversas ideas y sentimientos, y podemos asegurar que perseguimos fines valiosos. La segunda parte de actuar éticamente es interesante, por los demás es razonable ya que si no lo hacemos tomarán venganza, nos haremos de una mala imagen, generaremos las emociones típicas de una persona que no coopera, nos aislaremos de los demás y dificultaremos iniciar y sostener relaciones personales no manipulativas; aumentaremos nuestra tendencia a dejarnos llevar por los sentimientos y las emociones en lugar de por la razón y traicionando nuestra autoestima, ya que cada vez que damos a alguien poco valor nos devaluamos de la misma forma. Las empresas deben buscar actuar de esta forma ya que si lo hacen su organización adquiere buena imagen, se gana la confianza de otros grupos y fomenta entre sus empleados una actitud de dedicación por los intereses de la empresa; todos estos factores se traducen en ventajas competitivas para la empresa. De igual forma hay empresas para las que estándares éticos más elevados son más importantes, éstas son las que tienen que hacer negocios con socios (empleados, accionistas, proveedores, clientes, gobierno, etc.) a quienes se exige comprometer recursos significativos sin que ellos puedan obtener de la empresa garantías confiables de que cumplirá sus compromisos; también aquellas compañías que no pueden medir confiablemente la calidad del trabajo de sus empleados clave: las que necesiten que sean de gran tamaño y visualice un largo periodo de vida. En última instancia, todas las conclusiones de lo que es correcto o incorrecto hacer, se derivan de un número de principios éticos fundamentales. Éstos son: Principio de Solidaridad: "Tenemos que preocuparnos por promover el bienestar de todos los seres humanos, no sólo el nuestro. En la medida en que no lo hagamos, estancaremos nuestra propia realización." La aplicación de este principio podría ser de gran relevancia en la actuación de los principales partidos de nuestro país, los cuales sólo buscan alcanzar sus objetivos particulares y dejan fuera los objetivos comunes que como nación deberíamos perseguir. Principio de Equidad o Imparcialidad: "Siempre debemos forzarnos a actuar con inteligencia." Principio de Eficiencia: "No basta con las buenas intenciones para tratar de promover la realización humana; tenemos que esforzarnos por usar medios eficaces." De igual forma es aplicable a nuestro país, el Gobierno Federal está totalmente dispuesto a emprender acciones que lleven a México al desarrollo pero la mayoría de los proyectos ha quedado sólo en buenas intenciones y no actos concretos. En éste punto es importante resaltar que la responsabilidad no sólo se encuentra en manos del Estado sino también en todos y cada uno de los habitantes de este país. Principio de Abstenerse de Elegir Dañar a un Ser Humano: Nunca debemos elegir directamente dañar a un ser humano en un aspecto de su identidad personal" En cuanto a este tipo es necesario resaltar que existe una gran diferencia entre elegir y aceptar, debido a que es imposible medir el alcance de nuestros actos en su totalidad, pudiera resultar que de una acción nuestra se genera un mal para otra persona pero de ninguna manera debemos elegir hacerle ese mal. En cuanto al gobierno, éste de ninguna forma debe aceptar causar un daño a la población, por lo que debe conjuntar esfuerzos para tratar de evitar el daño a los ciudadanos. Principio de la Responsabilidad del Papel que hay que Desempeñar: "No tenemos las mismas responsabilidades por todos los aspectos del bienestar humano. Nuestras circunstancias, capacidades, papeles y compromisos específicos nos dan responsabilidad prioritaria por ciertos aspectos del bienestar de ciertas personas." Con referencia es importante resaltar que si realmente la gente nos comprometiéramos con el papel que nos corresponde desempeñar, nuestro país trabajaría a la perfección y realmente se alcanzaría el desarrollo y la equidad en todos los aspectos. El problema aquí, es una serie de compromiso con los objetivos personales y de la Nación. Principio de Aceptación de Efectos Colaterales: "Bajo ciertas circunstancias, puede ser razonable realizar acciones que probablemente, incluso seguramente, provocarán efectos colaterales perniciosos." Principio de Cooperación en la Inmoralidad: "Bajo ciertas circunstancias, puede ser razonable cooperar en las acciones inmorales de otras personas." Esto sólo puede aceptarse si la acción es una parte subordinada de la acción inmoral de otra persona, el participar es sólo material, es decir que en ningún momento se quiere el fin inmoral, ni se aprueba, ni se desea su éxito, si las razones que motivan a involucrarse son tan fuertes que todavía estaría dispuesto a cooperar si las personas perjudicadas fueran la misma persona o sus seres queridos. Considerando la aplicación de estos principios en la actividad diaria de nuestro país y participando todos en su ejecución, sin duda podríamos alcanzar el desarrollo. Para ello necesitamos que la sociedad actual recapacite en la forma de comportarse y que tanto los padres como los profesores entiendan la responsabilidad que tienen de formar niños y jóvenes con valores quiénes serán los principales actores del país en las siguientes décadas. 4.3 Ética y mercado 4.3.1 La ética ante el mundo global Globalización era un término que se utilizaba con frecuencia en el lenguaje moderno, pero era difícil establecer su significado exacto. Tal vez no fuera posible, y sin duda era inútil, tratar de encontrar una definición precisa de ese término. En la reunión, la atención del Cuadro de Expertos se centró en los procesos de globalización económica en la alimentación y la agricultura. Las características principales de la globalización eran la expansión de la inversión privada extranjera en la agricultura; la elaboración y comercialización de alimentos, en gran medida, aunque no exclusivamente, a través de empresas transnacionales; y un creciente intercambio internacional de alimentos favorecido por la reducción de los obstáculos al comercio. Era necesario examinar las consecuencias de esos procesos para el medio ambiente y la subsistencia de quienes padecían hambre y malnutrición. La gran mayoría de los afectados vivían en las zonas rurales de los países en desarrollo; casi todos ellos eran pequeños agricultores y muchos de ellos eran mujeres. Detrás de los inversores estaban las nuevas y poderosas tecnologías en las esferas de la informática, la biotecnología y la ingeniería genética. La base de la tecnología moderna era la investigación que requería mucho capital, pero la distribución de la capacidad de investigación y desarrollo tecnológico era sumamente desigual y las corrientes de inversión se concentraban en las zonas donde se obtenían mayores beneficios. En su primera reunión, el Cuadro de Expertos había observado que el poder económico se estaba concentrando cada vez más: las 200 mayores empresas transnacionales del mundo representaban una cuarta parte de la actividad económica mundial, y a menudo quedaban fuera del control de los gobiernos en los territorios en que operaban. Eran demasiadas las personas marginadas en el mundo, y la diferencia entre los grupos más pobres y los más ricos seguía creciendo. El Cuadro de Expertos observó con preocupación los graves desequilibrios de poder derivados de la concentración de la economía en manos de unos pocos. Esta enorme disparidad de poder económico repercutía negativamente en el financiamiento para actividades de desarrollo. Los recursos se estaban orientando cada vez más hacia los intereses privados, en detrimento de las instituciones públicas. Las oportunidades que ofrecían las formas actuales de globalización económica, consistentes en la reducción de los obstáculos al comercio, la privatización, el fomento de la inversión privada tanto extranjera como interna y la disminución de la reglamentación estaban por lo general estrechamente relacionadas con los avances en las comunicaciones y el transporte y las nuevas oportunidades técnicas. Todos estos factores permitían mejorar la eficiencia del mercado, pero sólo para quienes estaban en condiciones de aprovechar esas nuevas circunstancias. La creciente ubicuidad de las inversiones y el comercio estaba reforzando y aumentando en diversas formas la desigualdad intrínseca, que era el resultado de siglos de desarrollo desigual. La mayoría de los países en desarrollo estaban muy rezagados con respecto a los países desarrollados en cuanto al poder económico, las telecomunicaciones y el transporte. Las reglas del juego no eran las mismas para todos; los países en desarrollo se encontraban en una posición mucho más débil que los países desarrollados en los mercados mundiales. Esta debilidad tenía efectos especialmente devastadores para su población, caracterizada por grupos de agricultores hambrientos y marginados y personas sin tierras en las zonas rurales cuya influencia en las decisiones económicas adoptadas al nivel de gobierno central solía ser escasa. Por otra parte, quienes padecían hambre y malnutrición estaban atrapados en un círculo vicioso. Un consumo de alimentos insuficiente e inadecuado daba lugar a un estado nutricional deficiente y aumentaba la propensión a contraer enfermedades y la baja productividad. La alta incidencia de enfermedades graves, como el paludismo y el VIH/SIDA, empeoraba esta situación. Al tratar de salir de una modalidad de cultivo de subsistencia, los agricultores locales tropezaban con el obstáculo de los altos costos de transacción para enviar sus productos a mercados más remunerativos. Como consecuencia de unas prácticas comerciales más liberalizadas, corrían el riesgo de encontrarse en desventaja cuando sus productos competían con los que producían y comercializaban productores no locales de manera más eficaz en función de los costos. Esta situación podía ser beneficiosa para los consumidores urbanos pobres, pero creaba problemas para los productores rurales locales. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de las personas que padecían hambre eran agricultores, aparceros y trabajadores agrícolas de los países en desarrollo, este problema constituía una realidad que era necesario afrontar. Un aspecto destacado de los actuales procesos de globalización era la privatización y desreglamentación de que estaban siendo objeto los servicios públicos. Este hecho tenía diversas consecuencias, algunas de las cuales planteaban cuestiones éticas difíciles de resolver. Una de esas consecuencias, que se había examinado durante la primera reunión del Cuadro de Expertos celebrada en 2000, era la disminución de los fondos públicos para la investigación agrícola. Ciertos aspectos de la investigación agrícola estaban cada vez más a cargo de empresas privadas, cuyo interés en abordar las necesidades de los pequeños agricultores de los países en desarrollo era limitado. Otra consecuencia de la globalización del mercado de bienes y servicios era la reducción del margen para un sistema de gobierno nacional democrático. Mientras que los efectos de las decisiones que adoptaban los Estados más poderosos y las instituciones internacionales que éstos dominaban se dejaban sentir en todo el mundo, las personas que vivían en otros países tenían escasa o nula influencia –a través de votaciones o de cualquier otra forma de participación– sobre muchas de las medidas y reglamentos que les afectaban. Lo que de hecho se observaba y se denominaba globalización era un fenómeno constituido por una serie de procesos distintos que afectaban de diferentes modos a diferentes grupos de personas. Para algunos, estos procesos tendrían efectos generalmente positivos, mientras que otros padecían tal vez sólo sus consecuencias negativas. Desde la perspectiva ética del Cuadro de Expertos, era necesario saber no sólo adónde se iba sino también adónde se quería ir. Lo ideal sería tratar de conseguir una sociedad mundial en consonancia con el Artículo 28 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que rezaba lo siguiente: «Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos.» Las preocupaciones éticas en que se sustentaba el enfoque adoptado por el Cuadro de Expertos obligaban a esforzarse por alcanzar un equilibrio entre una libertad de acción económica acompañada de una solidaridad ética, tal como exigían los derechos humanos, y una utilización ecológicamente sostenible de los recursos naturales basada en el respeto del medio ambiente. Era necesario estudiar los efectos de las tendencias de la globalización en curso, pero más importante aún era reflexionar sobre adónde se quería ir y cómo se podía influir positivamente en la evolución actual, desde una perspectiva ética. El mercado no podía ser el único elemento rector de los procesos sociales y económicos. Había que tratar de encaminarse hacia una sociedad mundial que ofreciera a todos igualdad de oportunidades, en lugar de centrarse en la globalización económica, que beneficiaba sobre todo a quienes desempeñaban ya los papeles más importantes en el sistema económico mundial. Era necesario un régimen de gobierno mundial que promoviera una distribución equitativa de los beneficios, especialmente para las personas actualmente desfavorecidas, y que contrarrestara los riesgos y las consecuencias negativas. Este régimen de gobierno mundial debía ser administrado de manera descentralizad por los Estados, que habían de cooperar en el seno de las instituciones multilaterales para armonizar sus intereses y garantizar una participación amplia y general, evitando la hegemonía de unos pocos Estados. Los Estados tenían la responsabilidad primordial dentro de su territorio y debían reconocer su responsabilidad ética respecto de la prevención del hambre y la sostenibilidad ecológica. La orientación actual de la globalización tendía a reducir la capacidad de las instituciones públicas para garantizar una redistribución razonable que permitiera proteger a quienes de otro modo sufrirían las consecuencias de la transformación y darles nuevas oportunidades. En la actualidad, se observaba también una tendencia a que los bienes públicos pasasen a ser propiedad privada. Eran necesarios unos marcos legislativos apropiados para llevar a cabo una reforma que permitiera a los gobiernos cumplir con sus responsabilidades. La globalización de los mercados debía ir acompañada de un sistema de gobierno mundial que fuera responsable y respondiera a las necesidades, a través de unas instituciones capaces de asegurar a todos el ejercicio de los derechos humanos, incluido el derecho a recibir alimentos adecuados y a estar protegidos contra el hambre. La comunidad internacional, por conducto de sus instituciones y organizaciones, debía reconocer su deber de contrarrestar las consecuencias de una globalización con reglas de juego muy desiguales, y propiciar condiciones que generasen igualdad de oportunidades para todos. No sería posible realizar progresos importantes en la reducción del hambre en un mundo cada vez más global si los Estados y la comunidad internacional organizada no reconociesen su obligación de adoptar y aplicar unas normas adecuadas. A nivel internacional, era imprescindible reforzar la función de las instituciones multinacionales como la FAO para tener debidamente en cuenta las preocupaciones de quienes actualmente no se beneficiaban de los procesos de globalización o a quienes esos procesos pudieran incluso haber perjudicado. Desde una perspectiva ética, debía concederse prioridad a los grupos más expuestos a la inseguridad alimentaria, asegurando al mismo tiempo que todas las medidas adoptadas con ese fin respetasen la dignidad de la persona y fuesen ecoló-gicamente sostenibles. Era necesario replantearse las cuestiones relacionadas con la globalización en función de un compromiso ético mundial que sirviera de guía a las políticas de inversión, ayuda y comercio, con objeto de conseguir el ejercicio universal de los derechos humanos, y en particular el derecho de toda persona a la alimentación y la protección contra el hambre, y que respetase la diversidad de las culturas humanas. Tal vez fuera aconsejable elaborar un código de conducta para la globalización económica con miras a evitar determinadas consecuencias negativas y a garantizar una distribución mejor y más equitativa de los beneficios para todos. La calidad total desde un compromiso ético es una de las bases sobre la que se asientan las distintas iniciativas que en la actualidad buscan implantar la calidad en la gestión de las ONG. La calidad se define así como una conciencia, no una meta, sino un proceso sin fin. Las ONG están buscando la forma de adaptar las normas de calidad a un mundo tan complejo como es el de los servicios sociales. "Cualquier institución, en los tiempos actuales, necesita trabajar con una calidad de gestión que refrende la necesidad de transparencia, de eficiencia, de buen destino de los recursos". Así opina Juan Moro, Adjunto al Presidente del Club de Gestión de la Calidad. Esta asociación se creó en 1991 con el objetivo de ayudar a implantar la calidad y la gestión de calidad en todas las instituciones, tanto privadas como públicas. El Club de Gestión de Calidad es una copia o traducción de todos los principios y las ideas de la EFQM, European Organization for Quality, creada en 1989. El Club, ligado permanentemente al EFQM, ha colaborado con dos ONG españolas a la hora de implantar sistemas de calidad. "Hemos estado ayudando de manera indirecta a dos ONG, Feaps (Confederación Española de Organizaciones a Favor de las Personas con Retraso Mental) y Save the Children, porque pensamos que son de lo más representativas y, a nuestro entender, de las que están mejor gestionadas, aunque todavía no están aplicando todos los criterios de calidad de gestión, de transparencia, de eficiencia, porque están en un proceso de adaptación". Estas dos ONG podrán servir, en un futuro, como ejemplo al resto de organizaciones interesadas. Dentro de la gestión de calidad, Juan Moro introduce un elemento que considera adecuado, como es la gestión del conocimiento, y que no supone otra cosa que trasladar experiencias, es decir, aprovechar el conocimiento de las mismas para otros casos, dentro de una misma organización, o incluso entre organizaciones. Y pone un ejemplo: es el caso de la integración de los discapacitados en las plantas de Volkswagen de Pamplona, una experiencia muy valorada que puede ser trasladada, por ejemplo, a la planta de Ford en Almussafes. Sello de excelencia europea La EFQM desarrolló un esquema de premios, pero para poder optar al premio europeo a la calidad con ciertas garantías, es necesario llegar a una determinada puntuación, la máxima es de 1000 puntos. La empresa será evaluada en un proceso totalmente neutro controlado por expertos de distintos países. Para facilitar la obtención de esos 1000 puntos, en el Club de Gestión de la Calidad decidieron que era mejor establecer unas "entradas inferiores", entonces desarrollaron los sellos. Existen tres niveles: bronce, plata y oro. Con 200 puntos se alcanza el bronce, con 300 la plata y con 500 el oro. Juan Moro define así este sistema: "es un estímulo para la empresa o administración para que vaya quemando etapas al tiempo que va progresando y va viendo el final, ve que su carrera tiene sentido y va mejorando y consiguiendo una serie de metas parciales hasta llegar a poderse presentar al premio". El proyecto de la Fundación Luis Vives El objetivo general de este proyecto es el aumento del conocimiento y de las buenas prácticas en la implantación de modelos de gestión de la calidad en las ONG de Acción Social. El proyecto sobre "Gestión Total de la Calidad en las ONG de Acción Social. Proyecto (TQMONG)" tendrá una duración de un año y medio y cuenta con el apoyo y la financiación del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Se trata de una investigación teórica y práctica que combina distintas metodologías y cuenta con dos fases bien diferenciadas. En la primera parte se lleva a cabo una investigación de carácter internacional que trata de poner de manifiesto las mejores prácticas en este campo en países como Canadá, Estados Unidos, Suecia, Alemania, Japón y España, entre otros. Se analizará cuáles son las relaciones entre las variables de gestión de las ONG y las principales características de cada uno de los modelos. Esto permitirá realizar planteamientos estratégicos en la gestión de las ONG basados en el refuerzo de su propia identidad. En la segunda parte, utiliza la metodología de Investigación-Acción Participativa, mediante la que siete organizaciones sociales se formarán y realizarán la autoevaluación de la calidad de su gestión. La calidad no tiene fin, es un proceso, no una meta Javier Tamarit, Responsable del Departamento de Calidad de Feaps explica que en España, en la actualidad, existen varios frentes abiertos en la búsqueda de la calidad en la gestión de organizaciones sociales: por un lado se mueve desde los últimos años la norma "ongconcalidad" como intención de lograr que las ONG de Acción Social avancen en el ámbito de la calidad. Este proyecto fue propuesto por el Instituto de Trabajo Social y Servicios Sociales (INTRESS) y contó con la colaboración de Cruz Roja, FEAPS, la Fundación Secretariado General Gitano y la Fundación Vínculos. El proyecto aún sigue un proceso que ha llegado a su fin. Por otro lado, y prácticamente solapándose en el tiempo, se ha movido la norma AENOR, o como explica Tamarit: "la intención de AENOR de crear una norma de ética en las ONG de Acción Social, igual que había una norma de ética para las organizaciones en general, sería una adaptación de la norma en el ámbito de lo social". Y, finalmente, la Plataforma de ONG de Acción Social junto con el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, están impulsando un plan de calidad para su implantación en las ONG de Acción Social. Juan Tamarit explica que el proceso ya está cercano a su fin: "probablemente dentro de poco se verá y se probará si es adecuado y se aprobará, o no". Es importante que se busque la calidad desde distintos frentes, aunque sean planteamientos diferentes: unos provienen de la empresa ordinaria de toda la vida, de la necesidad de impulsar la calidad con los sistemas de gestión ya establecidos; otros, intentan crear normas un poco más adaptadas al sector social, con las dificultades que estos sistemas presentan. Y en este caso se encuentran las iniciativas de AENOR y "ongconcalidad". En Feaps la calidad es uno de sus grandes retos y, por ello, se encuentran participando prácticamente en todos esos frentes. Y con esos conocimientos ya adquiridos, Javier Tamarit hace una advertencia importante: "¡Ojo!, que la calidad no se alcanza por tener una norma. La calidad es un proceso permanente de mejora continua, de camino sin fin y en ese camino una organización se puede ayudar en un momento determinado, porque hace un análisis propio, de la norma ISO; o lo puede ver muy complicado y puede ayudarse de la norma "ongconcalidad", o lo puede hacer con EFQM. Pero las tres le van a dar aspectos muy comunes: tienen que pensar en las personas a las que dirige su función, las personas son el centro, es lo que se llama en la calidad la orientación al cliente. Es decir, las estructuras que sostienen a cada una de las normas son muy comunes entre sí aunque las normas sean muy distintas, y por lo tanto a las organizaciones sí que habría que ayudarles en eso". En definitiva: "la calidad no es un departamento al uso, es una conciencia. Esa es la clave. Para nosotros, desde Feaps, el objetivo es lograr la calidad de vida mediante la calidad total desde un compromiso ético. Y eso entendemos que podría ser común a cualquier gestión de la calidad en el ámbito de organizaciones de acción social. Es decir, de una u otra manera, una asociación que atienda a personas mayores, debe cuidar la calidad, no solamente en la calidad de los procesos, sino en la calidad en cuanto a la satisfacción de las personas, por lo tanto en calidad de vida, y todo lo debe hacer desde los valores, la gestión por valores, la ética. Calidad de vida, calidad en la gestión, compromiso ético o gestión basada en valores. 4.3.2 Ética y equidad AMERICA LATINA: Etica y equidad, armas mortales contra pobreza por Humberto Márquez CARACAS, mar (IPS) - Hay que buscar las causas de la agudización de la pobreza en América Latina en la profunda desigualdad, algo que no suele hacerse adecuadamente, según el experto argentino Bernardo Kliksberg, quien apuesta al empuje social para cambiar la situación. América Latina y el Caribe conforman una región con algunas de las mayores reservas de materias primas estratégicas del mundo, fuentes baratas de energía, óptimas posibilidades de producción agropecuaria, ingentes riquezas turísticas y una muy buena ubicación en términos de geografía económica. Sin embargo, más de 43 por ciento de sus 505 millones de habitantes son pobres, más de un tercio de sus jóvenes están desempleados, la mortalidad materna es más de 20 veces mayor a la del mundo industrializado y la exclusión sigue en aumento. Para muestra, es de señalar que entre 2000 y 2002 la cantidad de pobres creció en 15 millones y el porcentaje de habitantes en esa situación es mayor que en 1980. ”La razón central, no suficientemente examinada por los economistas, está en la desigualdad” existente en América Latina, la mayor del planeta, precisó en entrevista con IPS el sociólogo y también economista Kliksberg, responsable de la Iniciativa sobre Capital Social, Etica y Desarrollo en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que realiza su asamblea anual en Lima. Pero Kliksberg, autor de una treintena de libros sobre el tema, se declara optimista respecto del futuro. Esa realidad se puede modificar con la profundización de la democracia, el empuje de la sociedad civil, el potencial de desarrollo material de la región y, sobre todo, con la capacidad de los latinoamericanos para generar capital social e insuflar ética a la gestión económica. --¿Cómo se alimenta la pobreza de la desigualdad? --En primer lugar por la desigual distribución de la riqueza generada. El 20 por ciento más rico de la población recibe 60 por ciento del ingreso nacional en América Latina, y el 20 por ciento más pobre recibe sólo tres por ciento de ese ingreso. --¿De qué modo se traduce esa inequidad? --En el acceso a activos productivos, como por ejemplo la tierra. Una gigantesca población rural no accede al bien de producción más básico. Hay desigualdad en la educación, pues el 10 por ciento más rico tiene como mínimo 12 años de escolaridad y el 30 por ciento de menor ingreso apenas alcanza a cinco años. Eso se traduce en menores salarios, porque la brecha entre trabajadores calificados y no en la región es una de las mayores del mundo. Hay grandes desigualdades en salud, por la menor esperanza de vida y mortalidad materna e infantil. En 2003, enfermedades asociadas a la pobreza causaron la muerte de 190.000 niños en América Latina. --¿Cómo se pudo medir la relación entre desigualdad y pobreza? --Un estudio de la economista estadounidense Nancy Birdsall hizo una proyección econométrica para comparar la América Latina de fines de los años 60 y la que surgió después de las dictaduras militares (de los años 70 y principios de los 80) y la aplicación de políticas ortodoxas (neoliberales). --¿Y cuál sería el nivel de pobreza si se hubiese seguido aplicando en la región la política económica de la década del 60? --La pobreza alcanzaría a la mitad de la actual. El aumento de la desigualdad ha duplicado la pobreza. Es lo que llamamos pobreza innecesaria, causada sólo por más desigualdad. --¿Falló entonces el recetario liberal aperturista, el llamado Consenso de Washington, impuesto en los años 90 en América Latina? --Fue ineficiente para reducir la desigualdad y, en casos como Argentina, polarizó a la sociedad y llevó a destruir la clase media. El crecimiento es imprescindible, así como tener economías competitivas y baja inflación, pero un estudio (coordinado por la Comisión Económica para América Latina) muestra que mayores tasas de crecimiento demorarían muchísimo, de 30 a 50 años, en reducir moderadamente la pobreza, que afecta a 221 millones de latinoamericanos y caribeños. Mejorar la equidad tendría un impacto más fuerte en menos tiempo. --¿Qué políticas o medidas concretas se deben aplicar para ello? --En el acceso al crédito, por ejemplo. Hay 60 millones de pequeñas y medianas empresas en América Latina, que son la principal fuente de empleos y que pueden generar muchos más, pero que reciben apenas cinco por ciento de todo el volumen de préstamos que aporta el sistema financiero regional. --¿Usted entiende que avanzan en esa dirección los nuevos gobiernos de América Latina? --Justamente, surgen nuevos gobiernos al extenderse el clamor contra la desigualdad y la pobreza, porque la política es un factor muy activo. El programa brasileño Hambre Cero, por ejemplo, es absolutamente anti-desigualdad y desarrolla una estrategia original, al involucrar a toda la sociedad, y no sólo al Estado, en las tareas de facilitar el derecho humano básico de la alimentación. --¿Qué puede decir de los casos de Argentina y de Venezuela? (De visita en varias ciudades venezolanas, Kliksberg decidió no opinar sobre el proceso político venezolano actual). --Hay experiencias maravillosas, como la Feria de Consumo Popular en Barquisimeto (oeste de Venezuela) donde 80 cooperativas y otras asociaciones de productores y consumidores abastecen con alimentos hasta 40 por ciento más baratos a 50.000 de las 170.000 familias de la ciudad. Y en Argentina, los nuevos ingresos fiscales se han invertido en el área social. Es importante, para elevar el número de consumidores y hacer crecer el mercado interno, mermado por la desigualdad. --¿Hay lugar entonces para el optimismo? --Absolutamente. Hay vientos de cambio muy importantes en América Latina. Por el empuje de la sociedad civil que quiere democracia con más igualdad. Y el pensamiento sobre el desarrollo empieza a pasar de una visión puramente economicista-financiera, de resultados tan pobres, a la que se propone una economía con rostro humano y preservación del ambiente. --¿Cómo pueden estas sociedades animar los nuevos enfoques? --Hay que discutir la gran dimensión olvidada del desarrollo, la formación de capital social y la ética. No son una llave mágica, pero cualquier comparación entre sociedades más y menos desiguales muestra la importancia del clima de confianza en el interior de una sociedad, la capacidad de asociatividad, la conciencia cívica y los valores éticos. --¿Puede ofrecer un ejemplo latinoamericano al respecto? --Las remesas de los inmigrantes latinoamericanos en Europa y América del Norte, fundamentada en valores familiares y éticos, para apoyar a quienes se quedaron en el terruño, representaron 32.000 millones de dólares en 2002 y 40.000 millones de dólares en 2003. Ese flujo de recursos no entró en los cálculos de los economistas tradicionales y es una suerte de capital perfecto, que no genera deuda externa, va a los sectores más necesitados y tiene un efecto multiplicador importante. --¿Cómo deberían comportarse otros actores económicos? --La economía en definitiva debería estar al servicio de valores éticos, como los derechos de las familias y de los niños, o de los jóvenes a trabajar y de los ancianos a ser protegidos. Poco se dice que 40 por ciento de los mayores de 60 años en América Latina no tienen ningún ingreso. Debe haber responsabilidad ética en las políticas públicas y en la acción de la empresa privada. --Pero todos los gobiernos reivindican el componente ético y social de sus políticas. --Sí, pero aún la corrupción devora hasta 10 por ciento del producto bruto latinoamericano. Por eso son importantes iniciativas como la de la legislatura del (meridional) estado brasileño de Río Grande del Sur, que dispone acompañar el presupuesto económico anual con un presupuesto social, provisto de objetivos cuantificables, y del cual el ejecutivo deberá rendir cuentas anualmente. --¿Y no es un objetivo romántico el reclamo a las empresas? --Absolutamente no. Tomemos los casos de Enron (gigante energético de Estados Unidos, quebrado de modo fraudulento en 2002) o de Parmalat (la empresa láctea transnacional italiana, envuelta un escándalo similar este año), pero sobre todo estudios según los cuales al menos 50 millones de estadounidenses ya son clasificados como consumidores éticos, es decir, un rico mercado de compradores que orienta sus compras hacia productos de firmas que se comporten como buenos ciudadanos con respecto a los consumidores, a sus empleados, al ambiente y en terceros países. --Este giro ético es un regreso a los orígenes. --Así es. Al quehacer económico como lo recogía la Biblia, traducido en expresiones del papa Juan Pablo II que insiste en un código ético para la globalización. Y los padres fundadores de la economía moderna, comenzando por Adam Smith, consideraron siempre la ética como un requisito esencial de la actividad económica. (FIN/2004). Reflexionar sobre ética y equidad es una forma de recordar la importancia del poder de las ideas, pues sin creer en éste no tendría sentido reflexionar sobre aquellas. Esto es particularmente relevante cuando los colombianos estamos dominados por el "síndrome de la imposibilidad". Este síndrome, donde han convergido el estructuralismo, el macroanálisis y la pereza, produce un mensaje muy simple para la sociedad: el destino es inevitable. Por lo tanto no hay responsabilidad individual sobre el mejoramiento de las condiciones de la población. Y sólo importa el corto plazo para sobrevivir. La reflexión sobre ética y equidad es importante especialmente cuando cambia el contexto en el que los hombres interactúan. Las posibilidades de equidad dependen sobre todo de la construcción de reglas de juego, que es un proceso colectivo. La idea de mercados sin reglas de juego que conduzcan a la eficiencia o a la equidad es ingenua. En nuestra historia pueden diferenciarse dos momentos importantes. Cuáles reglas de juego, y cuál ética, acompañaron a los enormes progresos en materia distributiva y de reducción de pobreza entre finales de los 50 y mediados de los 80, cuando en ningún otro país del mundo la desigualdad del ingreso se redujo más, y en donde en pocos países del mundo la pobreza se redujo con más velocidad? Este proceso de avance equitativo permitió reversar la enorme inequidad que se generó entre los años veinte y los cincuenta. Cuáles fueron los dinamizadores de este proceso?. Creo que fueron tres: primero, la aceleración del crecimiento económico; segundo, una revolución de la estructura agraria; y, tercero, una explosión educativa en los años 60 que no tuvo equivalente ni aún en los países asiáticos. Este proceso fue producido en parte espontáneamente por el desarrollo económico y en parte significativa por acciones inducidas por el Estado. Con mucha reorientación de la demanda hacia lo social y con nuevas normas, que es donde en este país se han concretado los valores sociales. Esta mención histórica sirve para recordar que en una agenda por la equidad hay que valorar adecuadamente lo que ocurrió en el pasado, porque si no es fácil caer en el síndrome de la imposibilidad del desarrollo equitativo. El poder de los instrumentos se conoce por sus resultados y también cuando estos se debilitan. Quizá fue esto lo que pasó hace 10 años. Yo diría que en la última década, más que a falta de voluntad política, nos enfrentamos a un problema de eficacia del estado. Les voy a traer a colación un ejemplo. Yo participé en el esfuerzo de conseguir 1 punto del PIB para distribuírselos a los más pobres. La ley 100 tenía ese propósito básico, y efectivamente movilizó 10 mil millones de dólares nuevos al sistema de salud, orientados por la ley a atender a los más pobres. Con ese esfuerzo se podría haber tenido coberturas universales. Pero en el camino se perdió al menos la mitad de la nueva plata. Y no casualmente, hoy nos quedan la mitad de los pobres sin atender. La eficiencia del Estado es, entonces, tan o más importante que la voluntad política. Y por ello en la agenda de la equidad, la reflexión sobre los instrumentos para lograrla puede ser tan importante como las orientaciones generales para lograrla. Ahora la economía ha dado un giro importante. El período de crecimiento estable en un ambiente cerrado ha dado pie a otra fase contingente y globalizada, que parecería haber perdido la agenda para el desarrollo equitativo. Los economistas, los filósofos y los políticos parecen una vez más capturados por el síndrome de la imposibilidad, que nos condena otra vez a la violencia, la desigualdad y la pobreza. Me parece más bien que el cambio de época nos debería conducir a un cambio en las ideas y en la agenda. Para expresar mi idea en términos matemáticos, en la nueva época debemos pasar de la ética de la media o del promedio, a la ética de la varianza. Cuando nos acercamos a una década de enorme variabilidad del ingreso y de la actividad económica, deberíamos estarnos preparando a un cambio en el manejo de instrumentos por la equidad. Y propongo en esta discusión tres nuevos instrumentos. Hay que dar un salto en materia de capital humano mucho más fuerte que el de los últimos 30 años. Ya no basta con educación primaria universal. Hoy es necesario que los muchachos terminen toda la carrera educativa. La Cepal ha encontrado que hoy en día el mejor seguro contra la pobreza es tener 12 o 13 años de educación. Por ello, mucha más educación en las escuelas, colegios y universidades es necesaria para competir y para mejorar equidad. En la generación de un nuevo shock de capital humano, hay que pensar también más allá de las escuelas, pues ellas toman apenas toma la mitad del tiempo la educación de un niño. La otra mitad son los medios de comunicación, con particular importancia de la televisión. Más allá de la expansión de capital humano ampliado, es necesario enfrentar la inseguridad económica asociada con la varianza en el crecimiento. Para los riesgos individuales derivados de una economía volátil, no hay salida diferente a la expansión de la seguridad social. Nuestras instituciones de seguridad social han sido diseñadas para épocas estables, de crecimiento que garantizaba recursos para grupos selectos de la población. El reto principal en épocas de alta inseguridad económica como las que se avecinan, es buscar generalizaciones de la seguridad social que, al tiempo que sean sostenibles, promuevan la equidad sobre el segundo momento de la distribución del ingreso. El tercer instrumento para empoderar los individuos en la nueva época es el fortalecimiento del capital. Por cierta tentación ludita y mala economía se ha pensado que redistribución era atacar las empresas y el capital con mayores impuestos. De lo que se trata, en el fondo, es de buscar que esas contingencias, o que esos clamores residuales que resultan siendo la propiedad del capital, sean repartidas adecuadamente. Por ello, la equidad en esta nueva época está asociada a mayor ahorro y a un mejor diseño de reglas de repartición contingentes, que resulten compatibles con mayor crecimiento y equidad. Por supuesto que esto plantea temas enormes. Un mercado de capitales más amplio y equitativo es, en mi opinión, la clave para el nuevo período que se avecina. La pérdida en los dos últimos años de la tercera parte del valor del capital del país plantea un reto muy interesante: cómo hacer que esta construcción de capital sea mucho más equitativa que en el pasado. El desarrollo de instrumentos financieros equitativos sofisticados permitiría dejar a un lado la vieja idea de ordeñar a las empresas a través de mucha tributación. El contexto, entonces, ha cambiado. Estamos en un mundo de crecimiento contingente que nos debería llevar a dejar atrás la vana ilusión de tener una recuperación estable. En realidad, vamos a tener cinco años más de enorme fluctuaciones en nuestra economía. Cómo avanzar en la agenda de ética equitativa en el nuevo mundo globalizado? En éste, la redistribución tiene que estar basada un buen modelo económico, donde la redistribución del ingreso y de la riqueza sea mucho más compatible con el crecimiento eficiente y su sostenibilidad en el tiempo. El reciente libro de Nancy Birdsal y Carol Graham muestra que hay muchos instrumentos redistributivos que son eficientes en términos de generación de crecimiento. Hay que eliminar de nuestras cabezas la idea que es imposible lograr equidad con crecimiento. Más bien, hay que buscar los instrumentos adecuados. Temas como la construcción de bienes públicos, los derechos de propiedad en el sentido clásico de derechos al riesgo tienen que ganar un mayor espacio en nuestra reflexión. En general, creo que un reto para los intelectuales es pensar otra vez en grande, como en los países europeos después de la destrucción de la guerra. El país parece incapacitado para pensar en nuevos términos ante la situación actual: cómo puede ser que después que la tasa de desempleo ha subido 10 puntos, que ha crecido en un millón el número de desempleados en un solo año, no hemos sido capaces de plantear una propuesta de política seria? Esa es una irresponsabilidad colectiva muy grande, de la cual somos culpables todos. Hay que plantear en grande la agenda por la equidad en un mundo globalizado. Sam Bowles, un profesor radical de la Universidad de Amherst, sostiene la tesis de que casualmente el mundo globalizado es más fácil hacer acciones redistributivas si estas son compatibles con la eficiencia. Gran parte de ello pasa por la provisión eficiente de bienes públicos, y el buen y eficiente manejo del presupuesto con recursos públicos escasos. Se trata de enfrentar con mucha voz y con mucha fuerza a la corrupción. Cuando 8 millones de pobres colombianos se quedaron sin salud básica porque se les robaron la plata, no deberíamos quedarnos cruzados de brazos. Más bien, en el caso de la salud se ha descubierto un modelo que podría ser aplicado a otros campos: la combinación de recursos públicos y competencia en la provisión de los servicios con subsidio directo a la población más pobre. Este modelo permitiría a más gente pobre beneficiarse de los recursos públicos, ahora tan escasos. Este modelo permite evitar aquél que sólo concibe la provisión pública, que parecería haber desviado los recursos de los pobres a grupos más pudientes de la población. No olvidemos que parte de los recursos de los pobres se fueron en aumentar los salarios de los grupos de la salud, no tan pobres, que aumentaron 55% en términos reales en los últimos cinco años. Ahí está buena parte del problema. En este mundo globalizado hay también necesidad de reducir con más fuerza la disparidad de los ingresos entre grupos diferentes al capital. Los estudios indican que gran parte de la desigualdad de los ingresos proviene del mercado de trabajo, que requiere reformas importantes en la búsqueda de mucha eficiencia, y de eliminación de privilegios a los grupos más altos de la población. En general, la globalización puede ser paradójicamente un muy buen escenario, con disciplina del mercado y de competencia internacional, para una agenda equitativa o para la búsqueda ética de una economía con mayor equidad con mayores posibilidades que antes. Si superamos la visión que todo puede hacerse con gasto público y con demanda, y pensemos en la eficiencia que puede provenir de la competencia y, en general, de políticas de oferta. Hay que pensar en mucha más equidad, pero juzgada menos en los términos tradicionales de ingresos monetarios, y más en términos de las capacidades individuales y, sobre todo, en términos de la capacidad de acción colectiva, en la cual los colombianos no hemos sido particularmente destacados. El contexto para la reflexión ética hacia la equidad, entonces, ha cambiado. Paradójicamente, una época contingente y globalizada como la que comenzamos a transitar permitiría espacios mucho más interesantes en la búsqueda de una sociedad más equitativa. Pero aunque ha cambiado el contexto, no ha cambiado la responsabilidad, especialmente de los intelectuales. Buena parte de los problemas a los que nos enfrentamos creo con cariño se debe a la falta imaginación de los economistas, de los sociólogos, de los filósofos, de los políticos por igual. Hay necesidad de construir, y de construir con imaginación. El poder de las ideas para una agenda redistributiva es esencial. Me parece increíble que en el ultimo año se haya generado más de tres millones de nuevos pobres, frente a la cual no hay una propuesta ni en el gobierno ni en el conjunto de la sociedad civil. En cuál ética esto es aceptable? Será otra expresión del Síndrome de la Imposibilidad que sigue dominando a nuestros intelectuales? Insisto, superar este Síndrome es el principal límite para volver a pensar en grande y avanzar políticamente hacia la equidad. 4.3.3 Ética y cultura Programa "Ética y Cultura del Desarrollo Sustentable" En la década de los noventa mediante el Programa "Tercer Milenio" (nacional) el CFV propicio una reflexión en la sociedad cubana en torno a tres principios básicos: el amor a la naturaleza, el respeto a la diversidad humana y la solidaridad. En 1998 el CFV organizó conjuntamenente con otras organizaciones la conferencia internacional "Etica y cultura del desarrollo: construyendo una economía sostenible". Esta Conferencia contó con la presencia de organizaciones y personalidades de 25 países. Por el interés despertado por la Conferencia, donde se propuso que este intercambio se convirtiera en un foro permanente, -ver documento final-, el CFV decidió transformar el Programa "Tercer Milenio" en el Programa "Etica y Cultura del Desarrollo Sustentable". El objetivo del Programa "Etica y Cultura del Desarrollo Sustentable" es la de facilitar el proceso de construcción consensuada de un paradigma alternativo de desarrollo social sustentable para Cuba. Las principales acciones del CFV se han centrado alrededor de este programa de educación, comunicación y experimentación en torno a la ética y cultura del desarrollo sustentable. Este programa articulado al programa "Tercer Milenio Internacional" es el núcleo que articula la misión del Centro Félix Varela. Entre las diversas actividades que incluye este programa se han realizado diversos seminarios, varios de ellos de alcance nacional. Seminarios y talleres del programa de seguimiento. 1998 Taller "Sistema de Mapas Verdes" 10-12 de diciembre. 1999 Taller "Elaboración de proyectos". En coordinación con un especialista del Grupo Integral de la Capital. La Habana, 27 de enero. Taller "La contabilidad por fondos en organizaciones para el desarrollo social". En coordinación con un especialista del Consejo de Iglesias de Cuba, La Habana, enero. Primer Taller del "Grupo de Trabajo y Reflexión (GTR)" del Centro Félix Varela.La Habana, 2 de marzo. Primer Taller "Sociedad y desarrollo sostenible." Estrategia del Municipio Guama para declararse municipio sostenible. Santiago de Cuba.18-19 Marzo. Taller "La salud pública en el contexto de una economía sustentable". La Habana, 28-30 abril. 3er. Taller "Medio ambiente con los consejos populares". En coordinación con el Parque Metropolitano de La Habana, La Habana, 23 de septiembre. Taller "Construyendo sociedades sustentables" en coordinación con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-Ecuador) y el Instituto de Ecología Política de Chile (IEP). La Habana, 27-29 septiembre. 2do. Taller del Grupo de Trabajo y Reflexión (GTR) del Centro Félix Varela. Octubre. 2do Taller "Sociedad y desarrollo sostenible." Estrategia del municipio Guama para declararse municipio sostenible. Municipio Guamá, Santiago de Cuba. 9-10 Noviembre. Taller "Empresas Socialmente Responsables". Taller Nacional con participación internacional. La Habana, 15 de noviembre. 2000 Mesa Redonda "Sociedad, subjetividad y persona: implicaciones éticas". La Habana,7 de marzo. Seminario "Construyendo sociedades sustentables". La Habana, Septiembre Para mayor información sobre algunas de las actividades de este programa puede ver los siguientes documentos: Conferencia Internacional "Etica y Cultura del Desarrollo: Construyendo una Economía Sostenible" Taller sobre el Mapa Verde (Mapa Ecológico) Proyecto sobre el Mapa Verde (Mapa Ecológico) Taller del Grupo de Reflexión y Trabajo. Temas de estudio Seminario "Construyendo sociedades sustentables" MEDIACIÓN, ÉTICA Y CULTURA Dr. Nora Femenia, Nova Southeastern University Florida, U.S. La introducción de la figura jurídica y de la consecuente práctica de la mediación en Argentina esta presentando por un lado una abundante oferta de profesionales dispuestos a mediar, y por otro lado una demanda muy reducida. Este es un caso donde la confianza pública en el nuevo instrumento de resolución de conflictos todavía tiene que desarrollarse. Sin intentar explicar todas las causas posibles de esta discrepancia, el presente trabajo se centrará sobre algunos aspectos centrales del proceso de introducción de la mediación. Siendo este un proceso profundo de cambio en las reglas aceptadas de las interacciones sociales, especialmente las conflictivas, requiere algunas reflexiones sobre las bases filosóficas y éticas en las cuales se asienta. La mediación, tal como se la está estudiando e intentando implementar ahora es una práctica eminentemente basada en modelos norteamericanos. Esta práctica lleva ya algunos años, y esta basada en el deseo de proveer medios alternativos, no adversariales, de solución de disputas. Su aplicación es exitosa en variados ámbitos, ya sea comerciales, familiares, institucionales o comunales, al generar interacciones entre las partes que promueven la búsqueda de soluciones mutuamente aceptables. Es importante considerar que las prácticas sociales son creadas y desarrolladas dentro de cada contexto cultural, dentro del cual expresan y reproducen normas y valores importantes. La forma jurídica de la mediación, tal como se la esta introduciendo en Argentina, es ya una parte de la cultura prevaleciente en los Estados Unidos, y como tal, se asienta en principios que para esa cultura son básicos y auto-evidentes. El propósito de este trabajo es examinar esos valores, ver como esos valores determinan la forma de la mediación tal como es construida y ofrecida al publico allí y analizar la correspondencia de esos valores con los valores de la cultura latinoamericana, y en especial la argentina. Algunas sugerencias acerca de la adaptación exitosa a la cultura local podrían deducirse luego de estas consideraciones. Hablando en general, los valores sociales son aquellos que, una vez elegidos, son activamente practicados y tematizados dentro de una definida cultura. Esto quiere decir que los valores son mencionados, discutidos, reclamados y respetados por las personas, para sí mismas y vistos como la norma aceptada para regir las interacciones de la vida cotidiana. Tiene que haber una correlación entre los valores tematizados y los aceptados como normas que rigen válidamente la interacción social. Aquellos valores solamente declarados pero no encarnados en la práctica diaria son ineficaces para regir y modelar las interacciones entre personas. Pasaremos revista a los valores que se aplican a la vida diaria de las personas en Estados Unidos, y veremos como se revelan en la práctica de la mediación, tal como es practicada allí. Primer valor: el derecho individual a la autodeterminación. Se expresa diariamente a través de sostener la posibilidad de elegir entre varias opciones, aquella que mejor represente los intereses y deseos del individuo. Para lograr esto, se asume que la persona hará una búsqueda inteligente y concienzuda de los costos y beneficios de cada opción. Pero se lo tematiza de manera inequívoca, al aceptarse continuamente el derecho de las personas a elegir lo que quieran, y que para ello deben recibir toda la información necesaria para hacer una decisión informada. Al fin y al cabo, es el mismo individuo quien pagará los costos de una decisión equivocada, por lo tanto se le respetara el proceso de la decisión independiente hasta las últimas consecuencias. Se transmite a través de las familias, donde la aspiración de las madres es darle a sus hijos el máximo numero de opciones posible, mientras simultáneamente se enseña a los niños la manera de analizar el costo/beneficio de cada opción. Si haces esto, tienes el postre ahora, pero pasa tal cosa; si haces lo otro, estas son las consecuencias, etc. Lo que se respeta en este valor es el derecho de cualquier persona a hacer sus propias opciones, recibiendo la información necesaria. Es claro en casos quirúrgicos, donde a pocos cirujanos se les ocurriría abrogarse el derecho a decidir extirpar los ovarios de una paciente sometida a histerectomía, sin haberle preguntado antes a ella, y explicado las razones de la decisión. Lo que la ética de ofrecer información no cubre, posiblemente lo suplemente la ley de malpráctica. Pero es socialmente inaceptable hacer decisiones que afectarán los bienes de una persona, en su lugar, salvo casos de manifiesta incompetencia. Lo que la mediación respeta escrupulosamente es la construcción mediada de un acuerdo que represente lo que las partes quieran y estén decididas a cumplir. El mejor acuerdo que el mediador pueda proveer es inferior al acuerdo que las mismas partes quieran. Para ellos, las etapas dedicadas a elicitar información, hacer preguntas de manera especial, abrir un torbellino de ideas y generar opciones se dedican a ampliar la información que las partes necesitan para construir su acuerdo. El dilema ético que podría presentarse es la existencia o no de una adecuada capacidad de las partes de representarse a sí mismas: una parte que, motivada por miedo consiente a un acuerdo que no representa sus mejores intereses, puede ser invitada entonces a buscar el consejo profesional. Este es el caso típico de una mediación en divorcio cuando están presentes signos de violencia familiar. El valor básico ofrecido por el proceso de la mediación reside en aumentar la capacidad de las partes para hacer decisiones que beneficien tanto su situación actual como la futura. Es en este sentido que se dice que el mismo proceso de mediación tiene que ser una experiencia educacional, que enseñe a las partes nuevas maneras de identificar sus intereses, representarlos inteligentemente y llegar o no a acuerdos donde se los respete. Por ejemplo, la Asociación Americana de Arbitracion, en su modelo de conducta para mediadores, establece que el principio fundamental de la mediación es la autodeterminación, que descansa sobre la capacidad de las partes de alcanzar un acuerdo voluntario y sin coerciones, teniendo ambas la libertad de abandonar el proceso de mediación en cualquier momento. El peligro de trasponer un modelo de mediación basado en este valor, sin adecuado examen de las circunstancias culturales locales, podría llegar a producir mediaciones donde se ofrezca un seudo respeto a la autodeterminación de las partes. Una cultura autoritaria supondría, sin mayor preocupación por el valor de la autodeterminación, que el mediador puede o debe arrogarse la posibilidad de decidir por las partes, o permitirse ofrecer consejo profesional. Sin una adecuada preparación crítica, y aún un cambio profundo de mentalidad, el rol de experto que los profesionales desempeñan frente a la población en general, llevaría (especialmente en casos donde las partes carezcan de educación suficiente, sofisticación o habilidad negociadora) a acuerdos generados e impuestos por el mediador. Cuando el desbalance es entre las partes, el mediador deberá tener una clara noción de como balancear el proceso para asegurar que la parte mas débil, generalmente la mujer, no sea forzada a acuerdos perjudiciales. En caso que una de las partes intimide o fuerce a la otra, el mediador será responsable de defender la libre determinación de la parte afectada, asegurando una negociación equilibrada y justa. La autodeterminación de las partes se vería gravemente perjudicada si el mediador, preocupado por demostrar un alto nivel de acuerdos, usara coerción de cualquier tipo para obtenerlos. Desgraciadamente, y a causa de los mismos efectos de una cultura autoritaria, aun es posible que las mismas partes esperen, sugieran o demanden la intervención "autorizada," del mediador, quien se sentiría mas que justificado a ofrecer su solución. Si esto efectivamente sucede, ya no se trata de mediación, y posiblemente sea un arbitraje por otro nombre. El segundo principio sobre el cual se basa explícitamente y prescriptivamente la mediación norteamericana es el de imparcialidad. El mediador solo puede conducir aquellos procesos en los cuales pueda permanecer imparcial, debiendo retirarse si tiene intereses o prejuicios en contra de una de las partes, o si una de las partes así lo percibe. En este punto surgen muchas dificultades al traducir la teoría de la mediación a otro contexto, en este caso el latinoamericano. Por un lado, esta generalmente ausente una discusión publica acerca de la igualdad de las personas en el ámbito legal y social, y acerca de la necesidad de confrontar y reducir los prejuicios desplegados por algunas partes de la sociedad contra otras, juzgadas como inferiores. La mediación exige que no se tengan prejuicios contra las características personales (étnicas, raciales, de género), o contra el tipo de conducta desplegada a lo largo del proceso de mediación. Esto asegura la confianza de las partes en que el mediador es el principal responsable de examinar cuidadosamente sus propios prejuicios y capaz de auto-excluirse si descubre que una de las partes es, por ejemplo, de una raza o grupo étnico/social diferente, contra la que tiene prejuicios desfavorables, y no pudiera por ello garantizar la imparcialidad de su intervención. Pero esto es solo posible en un contexto cultural donde la misma sociedad tenga institucionalizada la práctica constante de discutir, analizar y combatir los prejuicios sociales. En Argentina habría que hacer un esfuerzo consciente y sostenido para impulsar esta actitud de revisión critica de los prejuicios sociales. Otros aspectos éticos de la mediación, tales como el evitar conflicto de intereses, competencia y confidencialidad son igualmente importantes. Como tendrá el publico la percepción de que el mediador se compromete solo a defender los intereses de las partes, sin responder a intereses ajenos que estén necesitando un acuerdo coercivo? Como se hará la derivación a otros profesionales, en caso necesario, derivando clientes sólo a aquellos profesionales que cumplan con calificaciones adecuadas? Quien garantizará que la oferta pública de mediadores esté supervisada por organismos competentes? Aparte de aquellos mediadores incluidos en el listado de la justicia, cuyas calificaciones han sido revisadas y aprobadas, quien garantizara las calificaciones de otros profesionales? Y, yendo mas allá de las calificaciones a las actitudes, quien verificará que el mediador defienda solamente el interés por las partes y su autodeterminación? Para proteger el proceso de la mediación, el mediador también deberá cuidar la confidencialidad del proceso. Toda la información recibida, a menos que las partes lo dispongan, es estrictamente confidencial. Cómo se creará la percepción pública de que la confidencialidad es un bien que se intenta preservar? Habiendo bienes y valores en riesgo, preservar rigurosamente la practica de la confidencialidad determinará el futuro de la mediación como institución publica. Insertar un nuevo instrumento público como lo es la mediación demanda un profundo cambio social, por que es necesario hacer un examen cuidadoso de los principios éticos sobre los cuales se basa. Para promover la confianza del público en este nuevo método de resolución de disputas, hace falta iniciar una amplia discusión entre profesionales y público acerca de la mediación, sus valores subyacentes y su concordancia con los principios éticos vigentes en la Argentina. ÉTICA Y CULTURA CONTEMPORÁNEA AUTOR: HUGO IBARRA ORTIZ INTRODUCCIÓN El presente trabajo se exterioriza como un informe de investigación, mas que como un discurso argumentativo, o como una serie de fonemas que tienen que ver con una realidad parmenídea, prístina, estática o extática. No pretende ser el último léxico definidor de una situación tan compleja como lo es la filosofía contemporánea y su respectiva ética. No es un tratado de ética dónde se puedan encontrar definiciones de diferentes autores y sus cosmovisiones. No es para que lo lean los muchachos de preparatoria. No es un decálogo de como comportarse. No es una narración. No se si sea solamente un juego más del lenguaje. Tampoco es un tratado de antropología. Intenta mostrar que la llamada Época Moderna o racionalidad instrumental se olvidó por preguntarse por el hombre. En el intento desesperado de salvarse por su propia mano ( pues el Dios cristiano se murió hace mucho y su providencia también ), de darse a sí mismo todas las condiciones de posibilidad de su existencia, de bastarse a sí mismo, de crearse por sí solo y sobre todo, en su afán de dominio del ser o de la naturaleza, o de los demás seres humanos, de conocer más y mejor, de hacerse dios; ha dejado de lado el bienestar de los hombres, la responsabilidad, el amor, la solidaridad, la caridad, los sentimientos, inclusive la libertad. El cuadro de Francisco Goya representa muy bien esta época; además, lo tomo como ejemplo de lo que quiero expresar; sin embargo, no hago de él una descripción estética, sino más bien intenta tomarla como símbolo de dicha época. Así mismo la ética perteneciente a esta época ha sido ultrajada por la epistemología, violada por la codicia del saber, arrinconada como un cacharro que nos puede servir para algunas actividades y que sin embargo no puede ser la que guíe a los hombres. Como dice Carl Friederich von Weizsacker en La valides de la ciencia: el mundo científico y técnico de la Edad Moderna es el resultado de haberse atrevido, el hombre, a conocer sin amar. Se hace del hombre lo que se haría a cualquier otro objeto. La verdad somete, esclaviza, socava al sentimiento, a las bondades. Es más bueno conocer mucho que ser bueno. Se escoge a Descartes, Kant, Hegel y Husserl, por la simple y sencilla razón que me parecen que son los filósofos que han representado mejor el esquema de la modernidad; y de alguna manera, el pensamiento de estos filósofos, son tres momentos de un mismo bloque, son una trinidad que se erige como un dios que tiene su propio credo. Este trabajo pretende describir de qué manera y en qué medida se ha cometido un parricidio con premeditación, alevosía y ventaja. En efecto, los filósofos contemporáneos y los postfilósofos, han cometido, los primeros, un parricidio, han matado a sus padres para que ya no engendren más vástagos deformados,[*] para que ya no críen mas problemas ficticios. Los segundos se han quedado huérfanos, los postfilósofos, pues han enterrado a la filosofía y no quieren tener padres ni abuelos ni ningún tipo de parentela que tenga que ver con la argumentación y con el logocentrismo, el fonocentrismo, lo trascendental con la fundamentación, etc; excavando sus raíces y royéndolas hasta lo último para que no retoñe mas, deconstruyendo lo construido y dejándolo así, aplanado el terreno de la filosofía a mazazos y dejándolo todo tirado, triturar hasta las cenizas. Esto son los problemas a los que se enfrentarán Apel y Dussel. El presente escrito intenta ser una comparación entre dos éticas envueltas en una marea vertiginosa de discursos relativos y relativizantes. Apel y Dussel en diálogo. Dos contra el mundo cínico. Peleadores incansables porque halla justicia en el mundo, solidaridad, responsabilidad y liberación. Los dos con los parricidas y contra los parricidas; los dos contra los huérfanos y los roedores, rechazando a los deconstructores y arqueologistas, a posmodernos y posfilósofos. Se escoge a Apel y a Dussel por tener la consideración muy personal de que ambos filósofos pueden ayudar en mucho a delinear el rumbo de la filosofía, y porque ambos han tenido la preocupación por denunciar, no sólo la crisis que está viviendo la filosofía, sino la humanidad entera; y por último, porque han sido los dos pensadores, uno del norte y otro del sur, que han decidido entablar un diálogo abierto y constructivo. En los dos se encuentra el mismo disgusto que sienten los posmodernos por esa violencia de la época moderna y encuentran, a diferencia de aquellos, la salida en la ética. Dejan de lado la construcción de grandes sistemas metafísicos, dejan al margen las pretensiones de centralidad y de absolutez; los dos hacen reflexionar en el destino y la función del pensamiento filosófico. Pero la ética es quien los separa. Aquellos son teóricos irónicos, cínicos estéticos, antiéticos, amorales, pues la moralidad se construye, no se deconstruye, ellos, los que se autodenominan posfilósofos, están más allá del bien y del mal; Apel y Dussel no. Para estos lo que salvará a la filosofía de eso que se ha pregonado con tanta fuerza, su muerte, es la ética. La epistemología ya no puede dar nada, pues ya lo dio todo, ahora le toca a la ética dirigir los pasos del hombre por este desierto lleno de ilusiones creadas por la insolación y la avidez por lo inmaculado, la originalidad se busca por la originalidad. La otra hipótesis que se maneja en este trabajo es que los discursos éticos de Dussel y Apel no son excluyentes uno del otro, como pudieran parecer en algún momento, sino, incluso complementario. Se perfeccionan el uno al otro en una gran apología que puede envolver el hemisferio norte con el sur en una megaética. Un gran discurso que repercute de manera directa, primero en las comunidades, en los pueblos, los estados: y después, en un segundo momento entre las naciones, en el derecho internacional. Dos caras de una misma moneda, dos piernas de un mismo gigante, dos caballos de un mismo tiro. Estas son las ideas principales que se esbozan en este sencillo trabajo. CAPITULO I El sueño de la Razón crea monstruos PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA A LA MANERA DE GOYA. Oscuro, violento, grotesco, moderno, goyesco: Saturno tragándose a su hijo, devorándolo, engulléndolo. Dios de la agricultura que fue destronado por su hijo, en venganza se lo come. Ojos desorbitados que no miran a la noche infinita que lo circula, aberrantes, enajenados; mas que boca fauces hambrientas, incisivas; melena ceniza al viento que se sacude al dentellear; brazos acerados que se aferrar fuertemente a su víctima; víctima descabezada, desbrazada, desnuda, muda, leve; desnudez en neblinas. Gigante que consume, pesadilla vuelta realidad. Dios de la agricultura, dios de la técnica, dios de la ciencia, dios de la transformación de la naturaleza, dios dominador. Acromegálico que sale de las sombras, que esta en las sombras como en su elemento, que trae en sus manos un cuerpo yerto, medio consumido, ya sin un brazo, ya sin la cabeza y mordisqueado con ansias en el antebrazo izquierdo. Juego de contrastes entre luz y sombras. Locura que se erige como razón, sangre derramada sobre los labios y manos del antropófago. Estado de libertad de la conciencia, la angustia, lo monstruoso, y lo sublime se desprenden con la fuerza de un pesadilla, proyección visible de los aspectos obsesionantes de la conciencia. Realidad y sueño se impulsan sin tregua, hasta identificarse con el contexto de una experiencia subjetiva inquietante. Retrato de una época, festín alegórico, consumación del proyecto subyugador, de la elucubración de subsumir todo en la unidad, la diversidad en la conciencia, no es la conciencia del ser, sino más bien -como diría el maestro Kuri- es el ser de la conciencia. Solo que dicho plan de enlazar toda la heterogeneidad se sale de la mano a la mencionada conciencia; se le escapa el poderlo todo. Es el hombre ante su creación, la creación se lo come, lo rebasa, lo supera enormemente. La pintura de Goya anuncia el tiempo de la mayúscula angustia, de la gran congoja. El sueño de la razón crea monstruos, éste es el monstruo que se come a su hijo, hijo que le ha dado la vida al padre. El padre es producto del hijo y sin embargo se lo come en un mar de tinieblas, de oscuridad. La oscuridad es signo de incertidumbre, de sospecha, nada es seguro ya. El hijo que ha creado a su padre es tragado por éste, el hijo le ha dado vida, le ha dado el ser y sin embargo se lo saborea. El hombre ha creado a la modernidad y la modernidad se lo traga. El hombre le ofrece culto a la ciencia, a la agricultura, a la técnica, es su dios no obstante el dios lo roe. Saturno es la modernidad, es esas ganas de dominar todo bajo la técnica, de subsumir el todo bajo la unidad; el hijo es el humano que se ha fiado de la razón y de sus visiones oníricas para dejarse poseer por sus brazos, sólo para ser comido. La racionalidad soñando, soñando ha ser dios ha engendrado figuras que la rebasan y se le salen de la senda deseada por ella. Es símbolo de la modernidad. La pintura de Goya denuncia: la metafísica de la subjetividad, la razón instrumental, se ha olvidado del hombre, de lo que es, de lo que pretende, y su relacionarse entre sí; y no solo se ha olvidado, se olvidó porque lo engulló. Un olvido de fundamentar a la ética en tanto que ética, puesto que ésta ha sido la sombra vacua de la epistemología, la hermana inútil del gran ogro creado que para poco o nada sirve para el dominio del ser, de la realidad. Veamos, como mas bien, en la historia de la filosofía moderna se ha sustituido al hombre por un "sujeto intelectual ejemplar: anónimo, ilustrado, sin cuerpo, mera categoría teórica"[1]. Es el protagonista ausente, ese que desea, tiene angustia, comete errores, miente, corrompe, mata, espera, juega, ríe, llora, abusa pero que no está. La metafísica de la representación se ha quedado también retirada, alejada de la experiencia de la vida cotidiana: del hambre, de la vileza, de la congoja, del desconsuelo. "Y el hombre como realidad espesa y primera, como objeto difícil y sujeto soberano de cualquier conocimiento posible, no tiene lugar alguno en ella"[2]. Ha desmembrado al hombre en episteme y ethos, en cuerpo y alma, en yo empírico y sujeto trascendental, en saber que se sabe rasgado, escindido, inconcluso. Ha habido un descomunal olvido de la ética, del hombre y sus semejantes, de los otros yoes, todos han quedado en una tautología de lo mismo: la ciencia, la tecnología, la voluntad de dominio., en Mathesis y Taxonomía. Tal olvido ha traído como secuela la tecnología del yo, el uso y abuso, el atropello y la ilegalidad, la iniquidad y la extralimitación, el exceso y el despotismo, el completar el nihilismo activo. Sin embargo, y a pesar de que se lo ha tragado, que lo ha masticado lentamente para que la angustia y la agonía sea dosificada, el hombre ilustrado, el hombre de la razón técnica, el alabador de Saturno sigue creyendo en este dios-monstruo en esta trinidad inmanente. LA IDEA CLARA Y DISTINTA Descartes estaba convencido que el método axiomático de las matemáticas lo llevaría de forma deductiva hacia la verdad, es tal su empeño que lo introduce como método a la filosofía dando pie a todo su sistema. Estos métodos son el análisis de los geómetras y de los algebristas. Descartes encuentra en ellos el mismo rigor que la lógica formal, con la ventaja que hacen progresar el conocimiento y permiten descubrir nuevas verdades. Existe pues, la necesidad de un método para la investigación de la verdad: Entiendo por método, reglas ciertas y fáciles gracias a las cuales el que las observe exactamente no tomará nunca lo falso por verdadero y llegará, sin gastar inútilmente esfuerzo alguno de la mente, sino siempre aumentando gradualmente la ciencia, al verdadero conocimiento de todo aquello que sea capaz.[3] El método en Descartes sirve para elaborar la metafísica de éste y queda justificado por ella. Tal metafísica no tiene la intención más que de penetrar en la realidad para apropiársela, para representarla. A Descartes no le interesa fundamentar o dar un método para llegar a lo que es bueno o no, sino más bien le importa la verdad o falsedad, desde aquí según él se podría vislumbrar lo otro, la ética. El instrumento general del conocimiento es la razón o el buen sentido, capacidad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso. Es sumamente importante saber, distinguir, no equivocarse, no errar, no fallar. Hay una línea continua de Galileo a Descartes. Para Descartes se trataba de sacar a la luz al pensamiento como forma más general de todos estos pensamientos que son el error o la ilusión, de manera que se conjurará su peligro, con el riesgo de volverlos a encontrar, al fin de su camino, de explicarlos y dar, pues, el método para prevenirse de ellos[4]. Los cuatro preceptos del Discurso son de modo matemático reducido a lo esencial y por lo tanto generalizado; el primero se refiere a la intuición y los otros a la deducción: El primero no admitir jamás por verdadera cosa alguna que no la conociese evidentemente como tal, es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviese ninguna ocasión para dudar de ello.[5] Este primer precepto se reduce a lo siguiente: no aceptar como verdadero sino lo que es evidente. De lo contrario las ansias de certeza del filósofo se verán esfumadas, borradas. La evidencia consiste en la intuición intelectual de una idea clara y distinta, y se caracteriza por la indubitabilidad, excluyendo toda posibilidad de error. El ser humano y sus relaciones son más bien difusas no son tan evidentes como un axioma matemático, tampoco no hacen progresar al conocimiento, no ayuda a poseer el cosmos, no son una evidencia indubitable, no son representables, conducen a error. La intuición se define de la manera siguiente: Entiendo por intuición, no el testimonio variable de los sentidos, ni los juicios engañadores de la imaginación, sino la concepción de un espíritu sano y atento, tan fácil y distinta que no quede duda alguna acerca de lo que comprendemos; o bien, lo que es lo mismo, la concepción no dudosa que nace en un espíritu sano y atento de la sola luz de la razón.[6] Esta intuición no nace de lo sensible o de lo empírico, sino solamente con la sola luz de la razón. De esta manera puede ver cualquiera que existe, que piensa, que 2+2 es igual a 4, que un triángulo tiene tres lados, etc. Desgraciadamente lo humano no puede ser formalizable como lo son los números, de lo contrario quizá Descartes se hubiese interesado en intuirlo. El objeto de esta intuición es la idea clara y distinta, es el axioma de donde parte todo el sistema cartesiano. El que una persona mate a otra o bien le mienta no es nada claro. A Descartes no le gustan las complicaciones, tiene pavor a error, a lo que se le escapa, a lo que no puede dominar; es más sencillo y más provechoso discurrir sobre cómo podemos conocer. Una idea es clara cuando se perciben todos sus elementos y una idea es distinta cuando no se puede confundir con otras. El tipo de idea clara y distinta es la naturaleza simple, ésta puede ser una esencia como la del triángulo, un hecho como el del pensamiento, una existencia como la del yo, o también una relación de dos términos como la de igualdad. La existencia a la del yo de la que se refiere Descartes no es el de un sujeto circunstanciado, ni que se sabe finito o bien, que se sabe difuminado por su situación, no está hablando del hombre Descartes, está hablando de una categoría a priori. "Con el cogito sum pretende Descartes dar a la filosofía una base nueva y segura. Pero lo que él deja indeterminado en este comienzo "radical" es la forma de ser de la res cogitans, o mas exactamente, el sentido del ser del sum."[7] Pero nunca podría ser la voluntad, los sentimientos o alguna otra nebulosa de lo que está compuesto ese ser tan inocuo como lo es el humano una idea clara y distinta. Es un afán de ordenar, de matematizar, de llevar a cabo una ciencia general de la regularidad, de la simetría. Descartes se pregunta por la esencia del que duda, es decir, que hay obviamente algo que esta dudando y ese algo soy yo, más sin embargo, ¿qué soy yo? Lo que ante todo se da en el cogito es el pensamiento: es inmediatamente conocido por la conciencia: De aquí se sigue que hay identidad entre el pensamiento y la conciencia o lo que es lo mismo, que no hay pensamiento sin conciencia. Para Descartes es una simple definición nominal: "Con el nombre de pensamiento entiendo todo lo que sucede en nosotros de tal manera que somos inmediatamente conscientes de ello"[8] Pero el yo no se reduce al fenómeno psicológico del pensamiento, es una cosa pensante "una sustancia cuya esencia entera o naturaleza es la de pensar".[9] Ahora bien para Descartes el Yo revelado en el cogito no es principio de vida de un cuerpo, es categoría teórica, es representación epistémica. En efecto, el alma es una sustancia muy distinta del cuerpo. Pues todavía duda de la existencia de los cuerpos y esta ya seguro de la existencia Cogito. Por lo tanto, el Cogito es más conocido, es más evidente que los cuerpos, es lo primero que conocemos y la más certísimo. En efecto, el cuerpo es un sustancia cuya esencia es la extensión y el alma es una sustancia cuya esencia es el pensamiento. El cuerpo considerado en sí mismo, depende de la física y de las leyes del movimiento. El alma es espíritu puro. En cuanto esta pasiva contemplando las ideas y en cuanto esta inactividad es la voluntad. El hombre ha sido desgarrado, ha sido escindido, bifurcado, desmenuzado; es una exteriorización empírica y trascendental. Pero de ninguna manera Descartes aborda aquí lo que es el hombre. Éste es más bien considerado en consonancia con el orden, con la representación, con la simetría. Nunca es considerado en sí mismo, no hay en Descartes una antropología, un pensar en el hombre. El alma no es para el padre de la filosofía moderna una sustancia al estilo del cristianismo, es mas bien reducto teórico, especulación racional, concepto formal. Creo firmemente que la filosofía no se puede reducir a un método cuantitativo y ni mucho menos axiomático, de lo contrario el ser humano se disminuiría a ser un simple mecanismo hemostático con un ordenador ( su alma ) totalmente disímil. Por otro lado la supremacía de la conciencia o del cogito sobre los entes ha hecho a toda la modernidad subsumirse bajo el mandato del yo, del espíritu, de la voluntad de poder. Y totalizado la realidad, una realidad mantenida por el yo europeo, que al no abrirse al Otro, siempre su historia será un eterno retorno a lo mismo. Se deduce que a Descartes no le preocupo el pensar en el hombre, lo que a él le importó es dar los requisitos de verosimilitud lo más perfectos posibles, para conocer, para adueñarse del ser, de lo que hay. LA IDEA TRASCENDENTAL Kant infla al Ego cogito, lo pone por encima de todo, lo hace trascendental. El primer paso de Kant en la Crítica de la razón Pura es el de aislar la sensibilidad, a la manera de un químico que aísla el cuerpo extraño, haciendo abstracción de todo lo que le añade el entendimiento, y analizándola para poder determinar su valor o alcance. Así pues, la estética trascendental empieza con algunas definiciones que son capitales para el resto de la crítica. "La teoría kantiana de las condiciones del conocimiento teórico y practico es efectivamente trascendental, no antropológica".[10] Esta es pues, una primera reducción del hombre en tanto tal; es obvio que Kan no es consciente de ello, pues no era tal su intención y su hubiese sido consciente, quizá no le importó. La intención era darle a la representación mental todas las condiciones de posibilidad para que la diversidad fuera subsumida en la unidad, en la unidad de cogito, del yo trascendental. Además de dejar de lado las teorías cartesianas. Kant habla de que la única intuición que tiene el hombre es una intuición sensible y nunca una intuición intelectual ( a la manera de Dios), está por demás afirmar que no puede haber ningún conocimiento metafísico de la realidad. (Sería bueno considerar a qué metafísica se refería Kant, tomando en cuenta a su maestro Wolff y, a su vez, a Francisco Suárez). Así pues la sensibilidad queda definida como pasividad, como pura receptividad y el conocimiento se define como espontaneidad o actividad. Pero esta sensibilidad de la que habla Kant no parece ser la sensibilidad de todo, sino más bien la que esta en el orden del conocimiento. Asimismo la sensación es la "impresión de un objeto sobre la facultad representativa". Los sentidos fueron repudiados por Descartes como vía para el conocimiento, luego, Kant tampoco los toma, lo único que pretende es darle todas las armas a la razón representativa para huir del error y de la ilusión, de lo impensado. Sería inútil negar que Kant habla de sensaciones fuera del tiempo y del espacio, pero es que el tiempo y el espació son inmanentes a la conciencia, son condiciones, a priori, de posibilidad del conocimiento; nunca se está hablando de espacio en sí ni de tiempo en sí, sino como meras categoría teóricas; para ir construyendo una racionalidad procedimental, un pensamiento totalizante. El logos de la representación es tan fundamental en Kant como su crítica. Pues éste consiste en alinear diversas representaciones sensibles bajo una representación común. Hay aquí una metafísica idealista de lo Uno en que lo múltiple intenta ser subsumido, lo infinito y lo finito absorbido, lo universal y lo temporal amoldado, lo necesario y la contingente adecuado. Esto es la unidad trascendental, objetiva, de la apercepción. Los juicios y las categorías todos recaen sobre lo mismo, relacionado con la metafísica de la conciencia. Ésta unidad trascendental de apercepción es un estamento sospechoso del cual tiene que ver poco o nada con el hombre. Aún y cuando Kant era cuáquero veía en la crítica de la metafísica la posibilidad de emancipación del hombre, pero, ¿realmente su Crítica habla del hombre? El ansia de salirse de una escolástica decadente llevó a muchos filósofos de buena voluntad a olvidarse del hombre y de lo que realmente necesita. En la fundamentación de la metafísica de las costumbres se lee: ... la razón ordena, por sí misma e independientemente de cualquier fenómeno, lo que debe acontecer, y por consiguiente acciones de las que hasta ahora el mundo no ofreció ejemplo ninguno y de cuya conveniencia hasta mucho pudiera dudar quien todo lo funda en la experiencia, pero que no obstante la razón requeriría inflexiblemente...[11] Es así que el hombre concreto, el hombre de carne y hueso queda fuera, subsumido a los requerimientos de la razón. La experiencia no puede dar ningún tipo de conocimiento, ni de lo que es bueno, ni de lo que no lo es. Es la teoría sobre la praxis, la especulación sobre la experiencia Kant habla de cuatro paralogismos que comete Descartes, acerca de la psicología racional y con esto pareciera que habla del hombre. sin embargo no es así. El primero es el paralogismo de la sustancialidad, el segundo es el de la simplicidad, el tercero de la personalidad y el cuarto de la identidad exterior. El primero consiste en pensar el alma como sustancia, el segundo consiste en considerar el alma como sustancia simple, el tercero que estriba en considerar el alma como algo que no cambia con el tiempo, y el último que habla de la dudosa existencia de los objetos sensibles fuera de nosotros.[12] Todo este artificioso discurso sobre los paralogismos se resumen en el primero y en el último de tales paralogismos. El yo trascendental kantiano no puede pensarse de la misma manera que el cogito cartesiano. Para Kant el yo no es una cosa en sí, es decir, un noúmeno, pero tampoco está en el ámbito de la experiencia; tiene, más bien, un pie en el mundo fenoménico y otro en el mundo nouménico, está partido en dos. Enterró Kant al hombre empírico en la panconceptualización del yo trascendental. El yo trascendental kantiano, que tiene sensibilidad, representaciones, y que está parado en la esfera de lo nouménico y fenoménico no es, de ninguna suerte el hombre que tiene capacidad de amar u odiar, de estimar o matar, ese que es contradicción, que sufre y ríe; que construye cosas y destruye mundos. No habla del ser situacional y su relacionarse con sus otros. No le cautiva al filosofo de Köenigsberg, ni le preocupa discurrir sobre el hombre, no es garantía para el desarrollo del conocimiento, de la ciencia, de la técnica, del dominio del ser. La filosofía kantiana permanece fiel a sus orígenes metafísicos pues parte de que la razón cognoscente se encuentra a sí misma en un mundo racionalmente estructurado o puede suministrar ella misma a la naturaleza y a la historia una estructura racional, categorizable, en una fundamentación trascendental; Se buscan así las condiciones de la, experiencia en las condiciones de posibilidad de la experiencia en las condiciones de posibilidad del objeto y de su existencia, en tanto, en la reflexión trascendental, se identifican las condiciones de posibilidad de los objetos de la experiencia con las condiciones de posibilidad de la experiencia misma.[13] Es la pretensión de las síntesis objetivas en las cuales las representaciones según sus identidades y diferencias se ordenan en cuadros permanentes inmanentes; es la Mathesis galileana, es la analítica trascendental, es el descuidar al hombre en tanto que tal. LA IDEA ABSOLUTA En este apartado se verán cuáles son las ideas directrices del pensamiento hegeliano, obviamente es algo demasiado arriesgado; sin embargo, es con el fin de establecer si en la filosofía de Hegel también hay un olvido del hombre. Se podría afirmar que uno de los principios rectores de Hegel es que el Absoluto, el Espíritu, es inmanente a la historia, a la conciencia, al mundo. Para Hegel el Absoluto no está por encima del yo ( como en Fichte o Schelling), de la historia o de la naturaleza. No es algún tipo de alfaguara de donde se pudiese singularizar todo lo demás. No es algo trascendente al universo, a la representación, a la memoria. Para Hegel, el Espíritu no es una sustancia, inmutable, inalterable, parmenídea; es más bien, acción, verbo, movimiento. El Absoluto no es, será al final de los tiempos, en la consumación de sí mismo. Antes de ser plenamente él, es mas bien transformación, evolución, cambio. Es rigurosamente inherente al cosmos, al espíritu, totalizando por su expansión como todo objeto y como todo pensamiento. Un ente en singular no es, mas que un soplo, un momento, un instante, un lapso de este movimiento, de este desplegamiento, Lo que es realmente un hombre en particular es una abstracción del Espíritu, un santiamén, polvo y ceniza. Todo lo que es real es racional, y todo lo que es real es racional. Es el canon del racionalismo más depurado y más omnímodo que justifica un panlogismo como denominación de la filosofía hegeliana. Esto también se entiende como la serie de propagación del universo no es de ninguna manera un disparate o una extravagancia. Todo tiene su razón de ser y de estar. Todo es necesario y lógico. Y el Absolutoespíritu-universo es totalmente racional, nada escapa de él, porque todo es él: leyes naturales, pensamiento, arte, religión, filosofía, cultura, política, Jesucristo, Napoleón, Stalin o Hitler. Del mismo modo se interpreta que es suficiente reflexionar lógicamente para estar cierto de manera a priori de que el pensamiento es real, verdadero, ontológicamente cierto, no solamente que pudiera corresponder a la realidad, sino que el pensamiento es realidad, hay una identidad entre pensamiento y realidad. El hombre con sus vicisitudes, cambios, angustias, molestias, juegos, manías, dolores, hambres; no es el centro dentro del sistema de Hegel; no le llama la atención el estudiarlo, el explicarlo, es borradura. "Por ser real y sustancial solamente como ciudadano, el singular, en tanto no es ciudadano y pertenece a la familia, es solamente la sombra irreal que se borra". [14] Es decir, es necesario que el hombre sea ciudadano, que este dentro del sistema para ser humano, para ser tomado en cuenta, inclusive para que exista. Lo universal está desperdigado en múltiples átomos llamados seres humanos, pero, sólo valen como personas en su unidad. La persona es sólo reconocida en la universalidad abstracta; la personalidad ha salido de dicha sustancia. "...,la personalidad surge del espíritu inmediato que es la voluntad universal dominante de todos y así mismo su obediencia servidora".[15] La persona es contingente. Lo que vale en la persona no es ella misma sino el acto puro de la autoconciencia, de saberse dentro de un sistema; si no te sabes o no quieres estar dentro del Espíritu eres nada; Hegel crea la nada. La persona es un vacío, es un ser accidental "y un obrar y un moverse sin esencia, que no alcanza consistencia alguna"[16] La persona en abstracto es el señor del mundo, es la persona absoluta, toda personalidad, toda existencia, Espíritu y Razón. Es persona, pero la persona solitaria que se enfrenta a todos; estos todos constituyen la válida universalidad de la persona, pues el singular como tal sólo es verdadero como pluralidad universal de la singularidad,...[17] Todo el ser de la persona, del hombre, sus derechos, sus alegrías, tristezas, fábulas, etc no se vinculan por ser él un individuo, sino más bien están vinculadas a la realidad abstracta, a la autoconciencia en general, al espíritu absoluto. Hegel posterga, arrincona, desdeña, al hombre en tanto que hombre, hace de él un guiñol que maneja el Absoluto-espíritu-universo-Razón, un títere dispuesto a ser subsumido por el dominio de una razón infeliz, escindida, desdichada. Sören Kierkegard le reclamará muy justamente este olvido. LA IDEA FENOMENOLÓGICA La idea original de Husserl era fundar la filosofía como ciencia rigurosa, indudable y en ausencia de supuestos, esto es, no va a tomar en cuenta lo que se pudo decir antes de él, ni todas las creencias o conocimientos que pudiesen ser susceptibles de error. El punto de unión con Descartes es que para éste los sentidos no pueden ser tenidos como instrumentos confiables del conocimiento, pues no hay una diferencia real entre la vigilia y el sueño; es por eso que se debe dudar de todo conocimiento que nos proporcione los sentidos. Descartes comienza dudando y llega al Ego cogito, por otro lado, Husserl ya sabe que llegará al Ego cogito, mas para él éste no es más que un psicologísmo que aún se inscribe en el mundo, en la historia y que no puede ser tomado como evidencia. Pero ¿cuál es esa evidencia de la que habla Husserl? La evidencia para él es una evidencia apodíctica, esto es, que no se puede dudar de ella, es algo que es necesario y no contingente como lo es el mundo de las cosas. El mundo no puede ser evidencia de ningún conocimiento pues es una evidencia vacilante, contingente, no indispensable. Mientras que la evidencia que busca Husserl tiene que ser necesaria, universal, absolutamente indubitable. Este evidencia es el Yo, pero no el yo cartesiano o kantiano, pues ambos están circunscritos en la historia, en el mundo. El Yo del que habla Husserl es el Ego Trascendental Fenomenológico, único, absoluto. Y ¿de qué manera se llega al Ego trascendental? El giro que lleva a la subjetividad trascendental es a través de la epojé, esto es, al no emitir juicios sobre las creencias y los conocimientos del ego cogito, y al poner dentro de este mismo paréntesis al ego cogito, se ve la necesidad de creer en la intuición de que hay algo que percibe, de que hay algo que tiene conciencia, esto es, el Ego Trascendental Fenomenológico; un Ego que es necesario, que se presenta siempre como lo indubitable. Ahora bien, el mundo todo se presenta para mí, es decir, para una conciencia y es por eso que el Ego es la primera y más clara evidencia. Husserl, como Descartes, se propone explorar la cosa que piensa, el "ego cogitans" , entiende esta tarea como la explicitación de la vida de la conciencia, pero, como vimos, esta vida es intencional y la intencionalidad es dación de sentido. Ahora bien, explicitar la subjetividad trascendental es constituir el mundo, de lo anterior se infiere, que la acción que realiza la conciencia es dar sentido, es un poder constituyente. En efecto, con la epojé se pone entre paréntesis nuestras creencias y nuestros conocimientos, mas no se cuestiona siquiera de la existencia o no del mundo; lo que importa es que el ser ya es un ser para la conciencia, ya que ésta le da sentido al ser, de otra manera no sería. Con esta dación de sentido el Ego está constituyendo el mundo y lo está constituyendo como algo ajeno a él. En esto consiste la constitución del objeto como trascendencia. Al momento de constituir el objeto, éste no es lo mismo que el Ego, es algo ajeno, distinto, pero en la inmanencia, es decir, dentro del Ego mismo. Para Husserl el mundo no desaparece, es mas bien resultado de la intencionalidad de las cogitaciones del Ego, así explicitar la tarea de la subjetividad es verla en la tarea de constituir el mundo; es decir, el Ego trascendental constituye lo que el mundo es y esto quiere decir que el mundo es ajeno a él, que el mundo tiene una cierta trascendencia pero, esta trascendencia no deja de ser inmanente en el Ego: " Todo ser es conciencia pura o ser constituido por la conciencia". El Ego no es vacuo, el ego se aprehende a sí mismo como cogitaciones sucesivas. La existencia como trascendencia es un absurdo para Husserl ya que toda existencia es dentro del Ego trascendental. Ahora bien, con todo este intento de fundamentar a la filosofía como ciencia rigurosa e indubitable, Husserl cae en el solipsismo casi de la misma manera que Descartes, sólo que en Descartes era un solipsismo empírico, es decir, el sujeto empírico es quien cae en un solipsismo; en cambio el de Husserl es trascendental. Es obvio que el Ego se queda solo con sus cogitaciones, no logra salir de sí mismo porque todo está en él; esto no sería ningún problema si Husserl no quisiera fundamentar un conocimiento válido para todos, es decir, un conocimiento objetivo. Como Husserl intenta fundar una ciencia ex nihilo, o sea, en ausencia de supuestos, también tendrá que caer en un solipsismo, pues el Ego constituye su conocimiento, su objeto de estudio, sus categorías, no cree que se pueda fundar nada fuera de él. Es pues un solipsismo trascendental. Asimismo, Husserl intenta salvar tal solipsismo hablando de intersubjetividad; veamos cómo desarrolla tal argumento. "todo ser es conciencia pura o ser constituido por la conciencia pura" Sin embargo, "los otros egos no se ofrecen a la reflexión filosófica como siendo simplemente en mi, sino al contrario, como siendo fuera de la conciencia propia, los otros se presentan como no siendo la obra de mi actividad"[18] La aparente contradicción constituye el problema del alter ego, se trata de un problema para el Ego, es decir, debe poder resolverse dentro de la esfera de la subjetividad trascendental. Esto es, para empezar el Ego trascendental tendrá que hacer una segunda reducción fenomenológica, una nueva epojé, ahora lo que se pondrá entre paréntesis es el mismo Ego; puesto que los otros egos se aparecen al ego como no siendo obra de él y sin embargo están ahí. Este poner entre paréntesis al mismo Ego es para profundizar aun más en la racionalidad absoluta, es una interiorización más intensa. Este intimar más en el Ego trae como consecuencia que se vea algo como propio y algo como ajeno. Lo propio es mi yo como mónada, es mi intencionalidad y mi cuerpo. Y sin embargo, el otro se me apresenta, me transgrede con su propiedad, con su identidad. Entonces el ego intuye que lo que se le apresenta, primero, como cuerpo físico y después como subjetividad extraña tiene que ser algo análogo a él. Es la intuición analógica lo que puede salvar de alguna manera la existencia del alter ego. Sólo que la intuición analógica no sale del ego trascendental y pareciera que los otros egos se constituyen por éste, por lo que no sale de un solipsismo; todas las mónadas son inmanentes al Ego trascendental. Para la filosofía que busca los fundamentos del conocimiento es importante no quedar reducida a un mero solipsismo, pues el conocimiento que se quiere fundar no ha de ser el de un sólo Ego monádico, sino un conocimiento objetivo, compartido por una pluralidad de conciencias; pero, ¿De dónde saca el Ego trascendental la idea misma de una pluralidad de egos que no son meros cuerpos físicos, sino también y sobre todo sujetos trascendentales? Husserl pretende mostrar en la meditación quinta que la existencia de otros egos es necesaria y que es indispensable la comunicación entre ellos, para esto se basa en la teoría de la intuición analógica. En primer lugar, el Ego toma la experiencia del mundo como algo ajeno a él, en esta experiencia ve cuerpos físicos de carne y hueso dominados por algo que no es físico. Yo mismo me veo como mónada, en un cuerpo y con una intencionalidad; mi cuerpo es análogo a él y de que aquí intuyo que detrás de ese cuerpo hay una subjetividad, hay una conciencia, que se apresenta en mi una subjetividad. Mas esto no se puede decir que es trascendencia sino que es sólo inmanencia, es algo ajeno en mi (EGO), es una trascendencia inmanente. Pero como se pueden comunicar las mónadas inmanentes al EGO es mediante una armonía entre tales mónadas. Esta armonía esta preestablecida, es totalmente ajena a todos las mónadas. ¿La preestableció el Ego trascendental? No se sabe, sólo se sabe que no es preestablecida por Dios como en Leibniz. Manuel Cabrera en su libro Los supuestos del idealismo fenomenológico propone un dilema que desemboca en el rechazo del idealismo de Husserl. Veamos el dilema: "la teoría de la intuición analógica está o no de acuerdo con el ideal de una filosofía sin supuestos; si está de acuerdo, es un puro solipsismo y debe ser rechazada; si no está de acuerdo, debe ser igualmente rechazada, pues explica algo que no es problemático".[19] Es obvio que la teoría de la intuición analógica está de acuerdo con un ideal de filosofía sin supuestos, mas sin embargo, esto nos remite a la armonía preestablecida que es un supuesto metafísico, por ende, aquel ideal de construir una filosofía sin supuesto alguno se viene abajo. Ahora bien, si no está de acuerdo debe ser rechazada, pues intenta explicar algo que no tiene ningún problema como lo es que los sujetos se comuniquen. Este último disyunto implica que la evidencia apodíctica de la que habla Husserl sea otra en lugar del Ego trascendental. Trae como consecuencia la trascendencia. Si como implica el segundo disyunto del dilema, el preestablecimiento de la armonía entre las mónadas desplaza al ego trascendental de verdadera cuestión metafísica, ¿hacia a dónde debe orientar su visión el filósofo empeñado en hallar el fundamento del conocimiento, hacía dónde debe ahora dirigirse? Quizá a intentar fundamentar la filosofía desde un nosotros realista, desde la microfísica de la comunidad, hacia la ética. Sin embargo, a Husserl nunca la importó la ética en tanto que ética, pero se pueden extraer algunas consecuencias éticas de sus escritos. Como hemos visto líneas arriba, Husserl intentó fundamentar a la filosofía en ausencia de supuestos, para esto realiza una epojé de las creencias, de los conocimientos y del mundo, llega así a la subjetividad trascendental. La actividad del Ego trascendental es la intencionalidad, es decir, constituir el ser, darle sentido. Después, se le apresentan cuerpos psicofísicos que son independientes de él y que atrás de estos cuerpos está el alter ego. Pero este otro yo no es trascendencia, es pura inmanencia, esto es, el Ego lo constituye, le da sentido, está dentro del Ego. He aquí el problema. Toda la ética de la modernidad está basada en el Yo, primero en el cartesiano después en el kantiano, en el espíritu absoluto, y ahora en el Ego trascendental. Este ego determinará lo que es bueno y lo que es malo, lo que es conveniente y lo que no. Si yo realizo la primer epojé y llego a las mismas consecuencias que Husserl, diré como él que el otro es constitución mía, que yo le doy sentido y significado, que no es sino en mi conciencia. Las consecuencias de esto son muy graves. Es tener al otro como mi invención y no como un ser con identidad propia, semejante a mi, es cierto, pero también distinto a mí. Y como es mi invención, no es Otro trascendente, es inmanente a mi conciencia, puedo hacer de él como las cosas, es decir, se presenta como cosa a la mano, como útil a mis intenciones. Se le degrada, reduce, menoscaba. Es parte de mi proyecto como lo es un ordenador electrónico, como lo es una pala, una escoba. No se da realmente una relación ética, o más bien tal relación es de dominio, de opresión, es el señor ante el siervo, es el amo frente al esclavo (Hegel), el niño caprichoso ante el juguete, el capitalista ante América Latina, Europa ante el resto del mundo. Ya Nietszche había formulado la voluntad de poder, ahora Husserl la fundamenta, estamos a un paso del nazismo. La egología de Husserl desembocará, si se le toma como metaética, es decir, como fundamento de la ética, en una destrucción del ser humano, la reducción de la humanidad del otro a puro fenómeno inmanente a mi conciencia. Así pues podemos ver que la época del apriorismo solipsista la pregunta por el hombre queda olvidada y con eso, también, un cierto olvido de la ética en tanto que ética. Esto es ni el yo pienso cartesiano, ni el yo trascendental kantiano, ni tampoco el Espíritu hegeliano y mucho menos el ego trascendental fenomenológico son el hombre; éstos son sólo categorías, tan sólo eso. Esto también ha recalado en la erección violenta de la tecnología como redentora de toda la humanidad y con ello la secularización de la misma filosofía. Terminamos con una cita de Vattimo que es bastante ilustrativa al respecto: Aquello de lo que la filosofía contemporánea se ha venido sintiendo cada vez más consciente en relación con la metafísica es que la desconfianza respecto a ésta última y el plan, enunciado de diversas maneras entre los siglos XIX y XX, de "superarla", no se basa en fin de cuatas en motivos "teoréticos", sino. ante todo, en razones éticas.[20] EL DESENCANTO POR LA FILOSOFÍA En esta centuria que se extingue, desde su nacimiento hasta ahora, su senectud, ha habido un problema constante que ya denunciaba Husserl y aplaudían el último Heidegger y el último Wittgenstein; y que siguen aplaudiendo autores como Foucault, Derrida, Lyotard o Rorty. Este es el problema de la imposibilidad de fundamentar la filosofía. La filosofía fundamentada ha muerto. Se murió de asfixia, dirían algunos, pues se le atoró el ego tan grande que engendró; o bien, se murió de olvido, dirán otros pues los pensadores se han cansado de sostenerla con sus ideas. Ha nacido en su lugar un locuaz discurso, léxico, gramatológio que ha venido a hablar de realidades tanto como se pueda: el relativismo, la posmodernidad, ha nacido la posfilosofía. Husserl, en sus Meditaciones Cartesianas intenta darle el último soplo de vida a la filosofía con su Ego trascendental fenomenológico, pero para algunos cae en un absurdo solipsismo monadológico pesimista. En su Crisis de las ciencias europeas, ya comienza a oler como la filosofía se empieza a descomponer en vida, agoniza, aún no fallece y ya se preludia su desfiguramiento, su fenecimiento. La modernidad ha empobrecido su caudal y se debe confesar definitivamente occisa. Veamos cómo se da el desencanto por la fundamentación. Heidegger, el pragmatismo, Niesztche y Wittgenstein son algunos de los parricidas de la fundamentación de la filosofía, niegan la exigencia del la fundamentación última de la filosofía. Nietzsche es el que comienza por apropiarse de una escalera que al final desechará por cambiarse al mito. En El Nacimiento de la tragedia nos relata cómo la ciencia, la metafísica de la presencia debe quedar anulada: "Pues el origen de la cultura historiográfica -y de su, en el fondo absoluta y radical contradicción contra el espíritu de la "Edad Moderna" , de una conciencia moderna, ese origen tiene que ser aprehendido a su vez en términos historiográficos; es el saber histórico el que tiene que resolver el problema del saber histórico; el saber tiene que volver su aguijón contra sí mismo -este triple "tiene que" es el imperativo del espíritu de la "Edad Moderna", en caso que de que esta edad moderna entrañe algo realmente nuevo, poderoso, prometedor para la vida y originario."[21] La ciencia, la modernidad pierde su posición de privilegio; sólo constituye ya una última época de la historia de una racionalización que viene de muy lejos y que se inició con la disolución de la vida arcaica y la destrucción del mito (Después Bataille retomará esta corriente de Nietszche). Apolo es mentiroso y encubridor, Dionisios es valiente y sincero. El mito es lo otro, Dionisios es lo otro, lo trepidante, lo que está por venir. El agavillar, el amarrar las culturas, el subsumir el todo a la unidad, la multiplicidad al uno de la conciencia es la pérdida del mito y de la patria mítica. Esta es la desgracia del hombre moderno, esto es su fatuidad sublimada en los discursos de lo mismo, ésta es la miseria del homo sapiens sapiens: el optimismo Socrático que crea la ciencia, el hombre teórico, el Fausto. La tragedia como sabiduría, como representación, como juego, como sustituto de la ciencia. La tragedia como verdadero mito y verdadera ontología. La mitología renovada en términos estéticos sería la encargada de poner en movimiento las fuerzas de la integración social congeladas en la sociedad de la competencia. Porque la experiencia estética es el acto supremo de la existencia. El arte en forma de mitología logrará recobrar el carácter público, ya no sería órgano sino meta y futuro de la filosofía. La poesía sustituye al poder de la religión y de la filosofía." ...es difícil que el hombre vuelva alguna vez a la metafísica y aún a la religión. Después del desengaño de las ciencias y de la técnica buscará una poética".[22] "Pues el principio de toda poesía es dejar en suspenso el curso y las leyes de la razón racionalmente pensante y trasladarlos al bello rebullir de la fantasía, al caos originario de la naturaleza humana, del que no conozco símbolo más bello que el varipinto hervidero de los antiguos dioses"[23] Esta tradición de los románticos pasará íntegra a Nietzsche para ridiculizar y demoler a la filosofía. La vía para escapar de la modernidad ha de consistir en descoser el principio de individuación, rasgar el horizonte de la subjetividad. Ya que el mundo sólo puede justificarse como fenómeno estético. Realmente la actividad metafísica del hombre es el arte y la dominación nihilista de la razón centrada en el sujeto es la conclusión y costumbre de una perversión de la voluntad de poder. La voluntad no pervertida sería la metafísica del principio dionisiaco. Pues Nietzsche introniza el gusto, "el sí y el no del paladar", como órgano de un conocimiento allende lo verdadero y lo falso, allende el bien y el mal" [24] Lo estético como puerta de salida a lo dionisiaco queda más bien mistificado y convertido en lo otro de la razón. La filosofía comienza a dejar de existir. II Heidegger, por su parte, ha acusado a toda la historia de la filosofía de un olvido del ser; por eso es necesario, menesteroso e inclusive urgente, la destrucción de la historia de la ontología: Si ha de lograrse en punto a la pregunta misma que interroga por el ser el "ver a través" de su peculiar historia, es menester ablandar la tradición endurecida y disolver las capas encubridoras producidas por ella. Es el problema que comprendemos como la destrucción del contenido tradicional de la ontología antigua, llevada a cabo siguiendo el hilo conductor de la pregunta que interroga por el ser, en busca de la experiencias originales en que se ganaron las primeras determinaciones del ser, directivas en adelante.[25] Es la socavación de todo fundamento anterior de la metafísica para superar a la metafísica, es revolver los principios y revertirlos, es la génesis, dragar el piso en el que esta cimentado todo Occidente; excavar y sacar la raíz, lanzarla por los aires como algo dañino, para que no retoñe más, para que no tenga más niños, más vástagos. Así mismo, con la remodelación de la fenomenología husserliana pone, Hidegger, a la praxis como forma primera a que tiene acceso el hombre, desbancando a la percepción husserliana. Es el cambio de ser-a-la-vista por ser-a-la-mano. Husserl había transformado la filosofía kantiana, había disuelto el noúmeno en puro fenómeno; no hay nada fuera de la conciencia trascendental, todo es inmanente a ella y el Ego es la evidencia apodíctica irrefutable. Pero para Heidegger, Husserl es el último representante de la filosofía kantiana. Pues la afirmación de que la conciencia es la región del ser absoluto no está sacada fenomenológicamente recurriendo a las cosas mismas, sino que es un prejuicio de la filosofía moderna que se ha conservado en la fenomenología.[26] Volviendo a los griegos Heidegger asegura que la peana de la filosofía en tanto que filosofía es el ser mismo. Cualquiera sea la forma en que se interpreta al ente, sea como espíritu en el sentido del espiritualismo o como materia y fuerza en el sentido del materialismo, sea como devenir y vida, o como voluntad sustancia o sujeto, sea como energía o eterno retorno de lo mismo, en todos los casos el ente aparece como ente a la luz del Ser.[27] El ser constituye a la subjetividad y no la subjetividad al ser. Sólo que para Heidegger el ser es tiempo, es témpico e historial, no atemporal o parmenídeo, ni siquiera aristotélico, mucho menos platónico o suareciano. El ser es posibilidad, es historialidad. Y desde aquí se desvanece la idea de la fundamentación última. Pues el fundamento que debe fundamentar todo es él mismo infundamentado, reposa en el sin fondo o abismo y rechaza toda fundamentación, es indescriptible e indefinible. El ser como acontecer, que simplemente se da. Ese es su proyecto Quién realiza la pregunta por el ser es el hombre. La persona no es una cosa, una substancia, un objeto. Con ello se quiere subrayar lo mismo que señala Husserl cuando postula para la unidad de la persona una constitución esencialmente distinta que para las cosas naturales.(...) A la esencia de la persona pertenece el poder solamente existir realizando actos intencionales... El ser psíquico no tiene, pues, nada que ver con el ser de la persona. Los actos se realizan, la persona es un realizador de actos.[28] Esto es, el ser lleva al hombre a su propio ser; la pregunta por el ser hace a su vez preguntar por quién es el que pregunta. Así el ser traslada al hombre a su propio ser y se descubre que el hombre es acontecer. El hombre es un ser en el mundo de la vida cotidiana, es el ser ahí, dentro de un cierto horizonte. Este acontecer pone al hombre no como dominador de las cosas, del ser, sino más bien como oidor, escuchador, contemplador del ser. "Todo acto libre del hombre presupone esta libertad más originaria que es el "dejar ser al ente; no es el hombre quien posee la libertad, sino que la libertad posee al hombre."[29] Hay que dejar que el ser se nos manifieste. El pensar meditante deja atrás la obsesión de una búsqueda de fundamentación última del saber para ponerse a la escucha del destino, del ser. "La última filosofía de Heidegger puede entenderse como la tentativa de desplazar ese acontecer, del teatro de una mitología renovada en términos estéticos al teatro de la filosofía" [30] Todo el afán de Heidegger se endereza a la praxis de la incomparecencia de la colocación del Ser como un advenimiento del propio Ser y a meditar sobre esta incomparecencia. Es decir, todo el discurso de Heidegger gira alrededor del ser, pero el ser para Heidegger es incomparecencia, esto es, que no nos aparece como el ser a la vista, sino que está velado, enmascarado, oculto. La superación de la metafísica se debe dar porque ésta ha olvidado al ser, contentándose únicamente con el ente. En la razón instrumental, en la tecnociencia, en la que el olvido del ser es más patente y el ente se exterioriza, se desarrolla, se desenvuelve. Pero son las palabras y su juego lo que podrá salvar al hombre de su inocuidad. "El negocio último de la filosofía es preservar la fuerza de las palabras mas elementales con las que el Dasein se expresa e impedir que la comprensión común las haga descender a esa inteligibilidad que obra ... como fuente de pseudoproblemas".[31] Es por eso que al ver a la metafísica como historia y salir de la metafísica comprendiendo al ser de manera diferente a como lo ha entendido Occidente es lo mismo.[32] Ahora el giro debe ser a la obra de arte: Heidegger encuentra el punto de referencia para descubrir la actividad que no sólo es óntica, sino también ontológica en la obra de arte[33]. Se revela aquí la influencia del mesianismo dionisiaco de Nietzsche. La obra de arte no sólo es un objeto a la mano, es también y sobre todo fuente de verdad; es irreductible al mundo, no es instrumento. La atención que se le tiene es por ella misma y no como función o mecanismo. Tiene su propio mundo, que ella misma abre y funda. La obra es apertura de la verdad, aun es un sentido más profundo y radical: no sólo abre e ilumina un mundo, ... sino que además, al abrir e iluminar, hace que se haga presente ese otro aspecto constitutivo de toda apertura de la verdad que la metafísica olvida,... En la obra de arte está realizada la verdad no sólo como revelación y apertura, sino también como oscuridad y ocultamiento. [34] Nada puede hacer la filosofía para el descubrimiento del ser, de la verdad: ahora toca al arte sacar a flote la verdad, le toca a la poesía desvelar lo que el ser es, es tarea de la pintura, del cine, del teatro, de la música, de la arquitectura, de la fotografía, de la danza explicitar la verdad, la poesía es Epifanía del Ser; esto es lo que asegura Heidegger. III "De lo que no se puede hablar lo mejor es callarse".[35] El otro que ha dado muerte a la filosofía fundamentada es Wittgenstein. En el Tractatus confina Wittgenstein a la filosofía a una actividad terapéutica, solamente con función de medicamento para aliviar los chichones que se hace el filósofo al intentar rebasar los límites del lenguaje. Wittgenstein vislumbró que la certitud de las enunciaciónes científicas está confirmadas por la conformación lógica subterránea a todo locución específica: "la característica particular de los enunciados lógicos es que a la sola luz de su símbolo se puede reconocer que son verdaderos"[36] Esto sólo se puede mostrar, nunca decir y mucho menos demostrar. Cabe aquí el misticismo, lo inefable, lo inombrado, lo impronunciable, el lenguaje está limitado. Wittgenstein dio muerte a toda metafísica, a todo intento de dar una fundamentación última del saber y del conocer. En el Tractatus Logico.Philosophicus, condenó la metafísica teórica como sin sentido, sólo que en cuanto los medios sintáctico-semeánticos de un lenguaje que sólo puede figurar estados de cosas subsistentes dentro del mundo pretende hablar de las condiciones ontológicas y trascendentales de posibilidad de la figuración de estados de cosas. Esto es, el lenguaje no puede decir y nombrar las condiciones de posibilidad de existencia de el estado de cosas, solamente en su estructura, que por otro lado es lógica, se puede mostrar, mas no demostrar. Así es, la Lógica es la que subyace al isomorfismo entre el mundo, el lenguaje y el pensamiento, la Lógica y no la filosofía es efectivamente conduce al hombre a la verdad. En el 6.13 del Tractatus declara: "La Lógica no es una doctrina, sino un reflejo dl mundo. La lógica es trascendental."[37] Es así que la Lógica sustituye a la filosofía, la filosofía no puede dar más de sí. Los límites del lenguaje de cada individuo son los límites de su mundo. La lógica llena el mundo, sin ésta, el mundo no sería. "El sujeto pensante representante no existe".[38] No hay ningún orden apriori de las cosas. El yo filosófico es el límite del mundo, no es el mundo. Es condición de posibilidad del mundo, nada más. La Lógica sería el punto supremo, la piedra angular, el punto de Arquímedes en la filosofía de Wittgenstein; es condición de posibilidad de todo: del lenguajes del pensamiento y del mundo. Pero ésta rejilla que teje Wittgenstein para superponerla en esa superficie de formas disímiles como es el mundo y que sirve para hacerlas homogéneas no es mas que un olvidarse de la filosofía en el sentido tradicional que se le había considerado, es decir, como metafísica o como teoría del conocimiento. Así mismo, en las Investigaciones Filosóficas. lo que confiere significado a los lenguajes concretos es su uso: es decir el juego del lenguaje consiste en afirmar que los más primario en el lenguaje, no es la significación sino el uso. Para entender un lenguaje hay que comprender como funciona en el seno de una forma de vida en la que están indisolublemente entretejidos actividades sociales, comprensión del mundo y usos lingüísticos. "No identifico, ciertamente, mi sensación mediante criterios, sino que uso la misma expresión Pero con ello no termina el juego del lenguaje, con ello comienza."[39] Las formas de vida son irreductibles una a la otro por lo tanto los juegos del lenguaje también son irreductibles entre sí. Ya no hay por qué preferir un juego de lenguaje a otro. Nuestro actuar es lo que está a la base del juego del lenguaje y no la observación; es la práctica, sus usos y no la especulación. La noción de significación lejos de aclarar el lenguaje lo rodea con una especie de niebla. Cuando nos desprendemos del significado podemos comprender no sólo el carácter básico del lenguaje, sino la multiplicidad de los lenguajes. En la practica del uso del lenguaje una parte grita las palabras, la otra actúa de acuerdo con ellas; ...Podemos imaginarnos también que todo el proceso del uso de palabras es uno de esos juegos por medio de los cuales los niños aprenden su lengua materna. Llamaré a éstos juegos del lenguaje,...[40] El lenguaje está en la trama de nuestra vida, hablar un lenguajes es parte de la actividad de una forma de vida. Loa lenguajes del lenguaje deben engranar con la realidad. Puede decirse que el concepto de 'juego' es un concepto de borde borrosos. ... Frege compara el concepto con un área y dice: un área delimitada sin claridad no podría en absoluto llamarse un área. .. Pero carece de sentido decir: " detente aquí aproximadamente".... Y justamente es así como se explica qué es un juego.... Así jugamos precisamente el juego.[41] El juego no tiene borde, pero tampoco quiere tenerlos; está en su esencia el no tenerlos. Al ponérselos ya no es un juego del lenguaje, es más bien un pretensioso discurso acerca de una realidad prístina; no es de la vida tal juego que así se le requiera, es de la muerte, de lo inamovible. No hay "una" esencia del lenguaje, no hay algo que los pueda subsumir a la unidad, no se pueden agavillar en una característica común y trascendental o trascendente, sino que más bien: "...digo que no hay nada en absoluto común a éstos fenómenos por lo cual empleamos la misma palabra para todos -sino que está emparentados entre sí de muchas maneras diferentes".[42] Es así que el que intentase encontrar un amarre aprorístico a los juegos del lenguaje, no ha comprendido la vida, es un necio: es ilegítimo dar un establecimiento definitivo, concluyente, irrecusable de estas polilocuciones. La verdad ya no es algo trascendente o trascendental, no es algo que está por encima de la historia o de la vida, mas bien está en la vida, es parte constitutiva de ella. La verdad siempre estará en referencia a nuestros lenguajes: Y decir que una proposición es todo lo que puede ser verdadero o falso equivale a decir: Llamamos una proposición a aquello a lo que aplicamos en nuestro lenguaje el cálculo de las funciones de verdad. ... Y el uso de las palabras "verdadero" y "falso" pueden ser una parte constitutiva de ese juego; y entonces pertenece para nosotros a la proposición, pero no se "ajusta" a ella.[43] La verdad ya no es algo objetivo o subjetivo, ya no es, ni siquiera, algo que podamos aprehender; sino que solamente es parte de los juegos del lenguaje. Y si ya no hay verdad ya no hay necesidad de buscarla y mucho menos de construir un gran sistema filosófico que de cuenta de ella. "Cuando Wittgenstein, retomando desde cero el estudio del lenguaje, centra su atención en los efectos de los discursos, nombra los diferentes tipos de enunciados que localiza y por tanto, enumera algunos de los juegos del lenguaje".[44] Esto lleva a un convencionalismo radical que deja de lado una teoría del significado, de la verdad. Y que insiste en la multiplicación de los juegos del lenguaje. Mas concretamente, se quiere poner de relieve que las reglas de la gramática no son un reflejo de la estructura del mundo que, en ese caso, aportaría la justificación última de las reglas gramaticales, sino que, por el contrario lo que los filósofos piensan que son formas constitutivas de la realidad no son sino un mero reflejo de las reglas gramaticales[45]. En efecto, la gramática no puede ni concordar ni entrar en colisión con la realidad porque las reglas de la gramática no determinan lo que es verdadero sino solo lo que tiene sentido decir. En la filosofía, tal como la comprende el último Wittgenstein, no hay ningún lugar para ningún tipo de prueba, Lo único que hay son aclaraciones sobre el funcionamiento de nuestros lenguajes. La fundamentación última de la filosofía es ilegítima. Sólo le queda (como en Heidegger) ser arte, poesía juego: Creo haber resumido mi posición con respecto a la filosofía al decir: de hecho, sólo se debería poetizar la filosofía.[46] Intentar llevar a cabo una fundamentación última con ayuda de argumentos lógicos es una tarea nefasta e innecesaria, pues los límites del lenguaje siempre nos remiten a los mismos problemas ficticios e insolubles. Siempre nos lleva a los mismos errores. Por eso, para no verse tan ridículos los filósofos han dejado de lado la lógica para cambiarla por la retórica, reemplazan el logos por el arte, la filosofía por la poesía, el argumento por la metáfora. En efecto, tanto para Hidegger como para Wittgenstein la filosofía no sea al cabo una narración más al lado de otras narraciones mas. La filosofía no es ningún sistema da proposiciones que pudieran competir con las proposiciones científicas. Es la transvaloración querida, deseada, profetizada por Nietzsche. Káiser Nietzsche ganó. La filosofía fundamentada ha muerto, descanse en paz LOS POSTFILÓSOFOS Praxis, finitud, facticidad, posiciones historicistas, la pragmática, los juegos del lenguaje y las posibilidades del ser, la contingencia del lenguaje, del yo, de la comunidad; la remodernización de la modernidad a través de la crítica posmoderna: la paradoja que se sublima a través de la narración, del relato; la paralogía legitimada. Hermenéutica, arqueológica, deconstrucción, aplanamiento del discurso, igualitarismo discursivo, holismo, inconmensurabilidad, lo inefable. La Diferencia, su inasibilidad, que no es palabra ni concepto, que no tiene esencia ni existencia, para la que no hay nombre; la Gramatología. Relatos, sólo relatos, que en el mejor de los casos son conjeturas modestas, contribuciones sugerentes al coetáneo conciliábulo de la humanidad, efectivas ventajas particulares dentro de una ininterrumpida lid por la preponderancia, narraciones imperfectas y sin engreimiento. Son los sepultureros de la modernidad, del sueño del YO. La Gramatología, la deconstrucción: la afirmación de que la presencia está constitucionalmente afectada por la no presencia, "que lo mismo sólo es lo mismo cuando está afectado por lo otro cuando se hace otro del mismo",[47] el enrasar las palabras, junto con la vida cotidiana, las determinaciones educativas y las situaciones históricas hacen del discurso un paralogismo, un escándalo, un analítico de los supuestos, un explicitar la estructura ausente. Buscar los supuestos a priori históricos de cada logos, de cada episteme, dejar de lado el fonocentrismo para referirse únicamente a la escritura. El lenguaje es escritura y sólo escritura. La deconstrucción: En el interior de la clausura, a través de un movimiento oblicuo y siempre peligroso, corriendo el permanente riesgo de volver a caer más acá de aquello que deconstruye, es preciso insertar los conceptos críticos en un discurso prudente y minuciosos, marcar las condiciones, el medio y los límites de su eficacia, designar rigurosamente su pertenencia a la máquina que ellos permiten deconstruir; y simultáneamente la falla a través de la que se entrevé, aún innombrable, el resplandor de más allá de la clausura. [48] La imitación de la phoné mediante la escritura es el inicio de la metafísica y por ende repudiada, apartada. "El logocentrismo sería, por lo tanto, solidario de la determinación del ser del ente como presencia".[49] En efecto, el logos es el que ha estado desde el principio a la cabeza de toda discusión, es partidor de realidades y constituidor de las mismas. Es la rejilla que todo Occidente ha superpuesto al mundo, son los anteojos con que se ve la naturaleza, el cosmos. Es precisamente de lo que quiere limpiar Derrida a Occidente, de ese logocentrismo fundado en un fonocentrismo. ¿Por qué la voz tiene que estar por encima de la escritura? No hay ninguna razón para preferir la fonación a la escritura. El mundo es todo una escritura, un manuscrito de otro mundo, una archiescritura. Derrida interpreta la relación, en sí diferenciada, entre expresión, significado y vivencia como la fisura por la que penetra aquella luz del lenguaje que nos es menester para que algo nos pueda ser presente en el mundo. ...Ésta representación simbólica, Derrida la entiende como un proceso de temporización, como aquel aplazar, como aquel activo estar ausente y retenido, que se hace valer en la estructura de la representación y del salir a la luz en el acto de intuición.[50] Esta es precisamente la diferencia que no puede ser nombrada, que no se tiene la capacidad de describir, la que se escapa a toda conceptualización, es lo que no se puede escribir, es el fundamento de la deconstrucción. La gramatología es critica de la metafísica "la palabra es vivida como unidad elemental e indivisible del significado y de la voz, del concepto y de una sustancia expresiva transparentemente".[51] Pero, ¿qué nos da la seguridad que la voz nos pueda capturar al fenómeno, a la existencia? Derrida no diría ciertamente: en el principio era la palabra, en el principio era el verbo; sino más bien en el principio era la escritura, en el principio era la grafía y las letras estaban en ella y las letras eran ellas. No cabe duda que el ser no se identifica con en el pensar -como sería en el caso de Parménides- sino que se identifica con ser escrito, con ser plasmado. No nos está presente por nombrarlo, sino porque está escrito en la archiescritura. "Porque el nombre de escritura permanece en esta X. En esta incógnita que se vuelva tan diferente de lo que siempre se ha llamado "escritura".[52] Y es que en realidad la apariencia de los caracteres no es su realidad. Algo se dispersa, algo queda fuera de los caracteres. La inscripción de los caracteres no es lo que se entiende por esas palabras. El significado que está detrás de las palabras no queda restringido a las palabras mismas. Es que no hay afuera y adentro. El libro no puede subsumir, no puede agavillar en sus paginas toda la escritura; ni siquiera a la que se refiere él mismo. La escritura no es suplemento de la voz; la escritura es la fuente. La metáfora originaria es lo que precede a la fonación. ...no basta, no se trata, en verdad, de mostrar la interioridad de lo que Rosseau habría creído exterior; sino más bien de hacer pensar la potencia de exterioridad como constitutiva de la interioridad: del habla, del sentido significado, del presente como tal; .... Se trata de un suplemento originario, ...suple el origen desfallecente.[53] De tal suerte que no hay ninguna diferencia en la escritura como tal. Se puede leer de la misma manera a Hegel que a Víctor Hugo; a Kant que ha Goethe; etc. Así Derrida disuelve los límites de la filosofía y de la literatura, de la narración y de la argumentación; dentro de esta gran escritura los límites son difusos nos dicen lo mismo los poemas de Hölderlin que la Fenomenología del Espíritu, pues el autor se disuelve en esta gran escritura que se nos escapa. A creadores como Derrida ( y digo creadores porque Derrida no estaría de acuerdo con el epíteto de pensador) son ante los que se enfrenta Apel con su ética de la responsabilidad y en cierta manera el mismo Dussel. Ambos filósofos no comparten la postura de los postfilósofos; estarían de acuerdo con ellos en dejar la modernidad a un lado y salirse de ella, mas no están de acuerdo en salirse de la racionalidad; pues hay mucha diferencia en repudiar a la modernidad y lanzarse a los brazos de la irracionalidad. Derrida asimila muy bien el legado de Nietszche, Heidegger y Wittgenstein. Estructura y contexto; canon y ruptura; el Otro y lo distante; la prosa del mundo y la prosa de lo escrito. Foucault escribe, describe, interpreta, lee; pero, ¿ qué es leer? "Leer en serio, auténtico leer, es referir las palabras patentes a ese todo latente dentro del cual quedan precisadas y con ellas entendidas".[54] "Sólo quienes no saben leer se asombrarán de que lo haya apresado más claramente en Cuvier, en Bopp y en Ricardo que en Kant o en Hegel."[55] Leer no es pues nada mas deslizar los ojos por las palabras capturadas en la tinta, leer será acceder a lo inefado, a eso que no está dicho, que está amputado del decir. del escribir y sin embargo es el puntal, el entramado, el cuerpo de la cresta del iceberg, lo inefable, lo inescrito, lo insignado, los limites del mundo, del decir. Michel Foucault se revuelve dentro de éste caos originario para buscar las ciencias del hombre, para averiguar la episteme antes de la epistemología. La palabra escruta, juzga y le pide balance a la palabra. La revolución estructuralista impresionó a Foucault, lo convirtió al igual que a Derrida, en un crítico del pensamiento fenomenológicoantropológico. Así mismo la critica nietszcheana llega a Foucault, no por Heidegger, sino más bien por Bataille, y su objeto de investigación serán las ciencias humanas. La arqueológica, se enfrenta ante lo escrito, ante lo ya dicho, ante lo pensado; pero no todo lo pensado, sólo lo que ha sido, en un primer momento aprisionado por la articulaciones verbales y, en un segundo instante, por la pluma, el papel y la mano; por la similitudes entre las ideas y las palabras, ante el texto, ante los juegos del lenguaje, el fonocentrismo queda al margen, a la orilla. "Si distinguimos el texto del libro, diremos que la destrucción del libro, tal como se anuncia actualmente en todos los dominios, descubre la superficie del texto. Esta violencia necesaria responde a una violencia que no fue menos necesaria".[56] De igual forma, Foucault afirma: "La obra no puede considerarse ni como unidad inmediata, ni como unidad cierta, ni como unidad homogénea".[57] El discurso oral contiene un rasgo ya absolutamente primitivo de distanciación que es la condición de posibilidad de todos los que consideramos ulteriormente. En el discurso oral se da una dialéctica entre el decir y lo dicho, lo dicho es el acto locucionario, ilocucionario e inclusive perlocucionario. El estilo es lo que media entre el evento y la significación, entre el decir y lo dicho. De este modo "un estilo es la promoción de una decisión en una obra que, por su singularidad, ilustra y exalta el carácter evenemencial del discurso, pero este evento no debe ser buscado en otra parte que en la forma misma de la obra".[58] La escritura convierte al texto en algo autónomo respecto de la intención del autor. Lo que el texto significa ya no coincide con lo que el autor ha querido decir. Significación verbal y significación gráfica tienen en adelante destinos diferentes. Pero sobre todo, la escritura libera el discurso de la referencia inmediata a un mundo común presupuesto y lo abre al mundo propio de la obra. Pretenden reconstruir, restablecer este mundo; la gramatología con el desprecio por el fonocentrismo, y la recuperación de la escritura; la arqueológica, las epistemes propias de cada tradición; la hermenéutica, el contexto vivencial que fue condición de posibilidad de tal escrito: lo que hay que interpretar en el texto es la propuesta de un mundo que es tal que yo pueda habitarlo para proyectar en él una de mis posibilidades mas propicias. Pues mediante la ficción y la poesía se abren en la realidad cotidiana nuevas posibilidades de ser- en- elmundo. De este modo, la realidad cotidiana es metamorfoseada por medio de lo que podríamos llamar las variaciones imaginativas que la literatura opera sobre lo real[59]. La posibilidad de la escritura es la que verdaderamente define a tal reconstrucción de la gramatología, arqueológica y la hermenéutica, es ella quien dicta sus respectivos discursos. No tienen otra alternativa, lo inefado se les escapa, los a priori históricos no se dejan dar alcance, las palabras, los signos, los significados huérfanos, son lo único que se les manifiesta en los vericuetos de la ?????y la ?????????, del descifrar la imaginación social pasada, de la genealogía de las teorías del conocimiento: Nietzsche ha escrito que la escritura no está sometida originalmente al logos. Esta época es para deconstruir.[60] La Filosofía ya no es razón, es poesía. Nietzche está presente, la genealogía está presente. Ésta "investiga el suelo que nos ha visto nacer, la lengua que hablamos y las leyes que nos gobiernan, para traer a la luz los sistemas heterogéneos que bajo la mascara del yo prohiben toda identidad".[61] Combinada de manera audaz con la lingüística de Saussure ha dado algo que se han empeñado a denominar como postestructuralismo, los entes se multiplican; Foucault los multiplica, es la arqueológica. El enfoque estructuralista parte con Saussure del sistema de reglas lingüísticas y supera la filosofía del sujeto al hacer derivar de las estructuras subyacentes y de las reglas generativas de una gramática las operaciones del sujeto cognoscente y agente, del sujeto enredado con su práctica lingüística.[62] Escudriñan, indagan cómo las estructuras cambian, se trastocan, el género de la episteme se bifurca y una estructura, una casilla queda vacía; será llenada con la nueva denominación, el orden, la gramática, la historia, moneda y precio; como el afuera y el adentro se vuelven uno mismo en la escritura, es la metafora originaria. La arqueología, pues, no parte de las grandes unidades discursivas, ni de las obras, ni de los autores, ni de los libros o de los temas, La arqueología pretende describir los discursos como prácticas que obedecen a reglas. La arqueología define los discursos en su especificidad, muestra que un juego de reglas que se manifiesta en tal es irreductible a cualquier otro. La arqueología define unos tipos y unas reglas de practicas discursivas, que pueden atravesar obras individuales, autores, temas, etc. La arqueología es la descripción de un discurso objeto.[63] Esta manera de cómo las ideas de la episteme han ido mutándose fascinan a Foucault. Éste se lanza a desvelar cómo esas casillas, esas estructuras se han ido hinchando hasta llegar a lo que conocemos como ciencias de lo humano. Son las discontinuidades, las fisuras, las brechas, los cortes, las formas enteramente nuevas; esas casillas vacías, lo que le interesa a Foucault; no le interesa los cánones o la tradición, para él la tradición se hace con las nuevas denominaciones, inflando a la ontología. La representación, el habla, el clasificar, el cambiar, el orden, la Mathesis, la Taxonomía son las rupturas que han escindido a un género anterior como lo era la episteme de la Edad Media. De alguna manera Foucault interpreta, hace, redescribe, confecciona la arqueológica: Como nos falta la pureza originaria, la investigación de estructuras tiene que remontarse a aquella decisión que separa a la vez que une a la razón y a la sinrazón. Tiene que tratar de descubrir el constante intercambio, la oscura raíz común y la originaria confrontación que presta un sentido tanto a la unidad como a la oposición de sentido y desvarío. Así podrá volver a aparecer esa fulminante decisión, heterogénea dentro del tiempo histórico, pero inseparable fuera de éste que separa aquél rebullir de oscuros insectos del lenguaje de la razón y de las promesas de época.[64] Platón en el diálogo ??? y en el ??????? comienza por problematizar sobre el lenguaje, sobre los nombres, sobre el decir; pareciera que anuncia, denuncia, lo que será las tres edades del pensamiento occidental; Platón, contra su costumbre, vacila en tres posiciones que parecieran distintas, contrarias; una ontológica, es decir que los nombres son naturales al ser, que descubren lo que el ser es; otra epistemológica, que se refiere a que los nombres se pueden conocer, que es el yo quien denomina, quien habla, quien dice; y una última posición en la cual se ve una clara actitud semántica--lingüística en la cuál la palabra crea la realidad, la palabra se convierte en el hogar del ser, es la palabra quien crea, funda, da sentido al ser, a la sustantividad. Foucault, Derrida, Vattimo parece que se inscribirían muy bien en esta última esfera; para ellos son las palabras escritas las que anteceden a los autores, las que engendran a las cosas, son esa parte de los a priori históricos que es menester explicitar. La arqueológica realiza, a su manera, la deconstrucción, remite la data al todo de donde es, a lo que está latente; sin embargo no ejecuta, de ninguna manera, el triángulo hermenéutico, no le interesa el quién del discurso, nada más a quién y el qué, a lo único que se podría referir es a un sujeto colectivo. Ha habido un sueño antropocéntrico, en donde el protagonista de todo el discurso está ausente, las estructuras, las casillas lo absorben, se lo beben, esto es lo que descubre la arqueológica. Esto es lo incisivo de Foucault, ¿cuánto de lo que es Descartes, Kant o Hegel que presta forma a los discursos, a los relatos no es, en realidad unos individuos al que los relatos prestan forma? Pregona la arqueológica que los discursos no pertenecen al individuo, sino a la cultura colectiva, a la época histórica. El eslabón inicial de la cadena, el caos originaria, el verdadero sujeto primero de la escritura nos parece cada vez más lejano, más diluido, más difuso; quizá se trate de un yo fantasma, de un lugar vacío, de una nostalgia. Foucault, Derrida, Lyotard, Vattimo parten también del último Heidegger ( la hermenéutica hace lo propio ), parten del lenguaje, de una escritura como un acontecer de la verdad, del ser; de un discurso epocal que posibilita a la vez que prejuzga todo acontecer intramundano, "... como acaecimiento en el proceso contingente de emergencia y hundimiento de formaciones del saber y del poder." [65]. Después del derrumbamiento de la subjetividad trascendental, la analítica se alinea a un anónimo pasar del lenguaje. Tal análisis "contribuye a la disolución del sujeto y deja rebullir en los lugares y plazas de una síntesis vacía mil contingencias perdidas."[66] El último Heidegger es el grito de insatisfacción por todo lo que ha producido la tecnología del yo, la proyección de la subjetividad, el despliegue del espíritu. Foucault y Derrida se han aferrado, asido a éste grito, lo ha hecho suyo; objetiva, destaca el lenguaje como telaraña producida por la araña que es la episteme y que se traga a la mosca, al hombre; pero no a la humanidad, sino al pretensioso constiutidor de realidades, constructor de grandes sistemas metafísico; de la Gran Narrativa, diría Rorty; se traga al Cogito, al Yo trascendental, al Espíritu absoluto, al Ego trascendental fenomenológico. "La disolución de la subjetividad filosófica, su dispersión en un lenguaje que la priva de su poder y la multiplica en ámbito de su propio vacío, es probablemente una de las estructuras fundamentales del pensamiento contemporáneo".[67] El problema para Foucault así como para la hermenéutica y la gramatología es que lo impensado, lo que queda fuera, lo no escrito, lo no escribible no les interesa. Todo lo que en el mundo se nos acumula como problema, todo lo que en el mundo solucionamos o fallamos ha quedado disuelto y convertido en mera función de la apertura de horizontes ( fenomenológicos-hermeneúticos y ¿por que no? estructurales) siempre nuevos. Foucault-Derrida reconocen que las páginas emigran de un libro a otro constantemente ( como ahora ), que no existen originales, sino solamente sus rastros, que no existen textos, sino sólo lecturas, que no existe mundo, sino mundos posibles, juegos del lenguaje, palabras que vagabundean. "El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual sea el modo de unificación que se le ha asignada: relato especulativo, relato de emancipación".[68] Relativismo exacerbado, fin de la filosofía. R.I.P. Esto es precisamente a lo que se va a enfrentar Apel y Dussel, pues a ninguno de los dos les parece conveniente para la filosofía y para la ética misma un relativismo exacerbado, más bien abogan por el bienestar común y no de unos cuantos. CAPITULO II KARL OTTO APEL, SU ETICA. En un mundo feliz no se necesitan filósofos. LOS SUPUESTOS DE LA ÉTICA DEL DISCURSO "Hoy en día el título "Transformación de la filosofía" podría contraponerse fácilmente al título más atractivo -y más actual para muchos jóvenes- "La muerte de la filosofía" o al menos la decadencia de la filosofía".[69] Es así como comienza su libro Karl Otto Apel. La filosofía no ha muerto, sino que se transforma. Apel pertenece, junto con Habermas, a lo que ha sido llamada la Escuela de Francfort. Bajo la tutela del mismo asesor, Apel se doctoró con la tesis sobre Ser y Tiempo y Habermas haciendo un trabajo sobre Adorno. Herederos de un marxismo continental, bien pronto Apel se desilusionaría de éste al ver las tropas soviéticas invadir Polonia, los dogmas caen y las ideologías también. Hermeneuta crítico de la ideología: "que Auschwitz no se repita"; humanista cuasirrenacentista, antropólogo del conocimiento, transformador de la metafísica trascendental kantiana, defensor de la fundamentación última, ético dialógico de la responsabilidad. Su vociferación nace de una insatisfacción producida por los discursos relativos y relativizantes de su época. Brota de un descontento de su entorno. Apel sale del Yo moderno de una manera muy distinta a la de los huérfanos, a la de sus contemporáneos; es el nosotros quien lo salve del fastidio posmoderno. Pero va a ser la ética la parte que más interese al trabajo de comparación: La transformación de la filosofía significa transformar la filosofía trascendental clásica de la conciencia, que parte del individualismo metódico, en un filosofía trascendental del lenguaje que reconoce el carácter dialógico, comunicativo de la razón. Es precisamente esta razón comunicativa la que podrá asumir en nuestros días la tarea de fundamentar una ética racional.[70] El giro pragmático-hermeneútico, o pragmática trascendental como también se le conoce, emana a partir de una pareja de gemelos opuestos, pero muy dispareja, de familias totalmente contrarias, de un Romeo y una Julieta: la filosofía analítica y la hermenéutica existencial. Los padres son Martín Heidegger y Ludwin Wittgenstein. Pero en tal maridaje intervino, de manera decisiva, Charles S Pierce y sus estudios semióticos ( que según el Doctor Beuchot, como veremos más tarde, retoma de la semiótica medieval): "se trata de una filosofía trascendental del lenguaje, nacida después de Hegel, que contempla la posibilidad de una progresiva superación de la evidencia fenoménica en dirección de la verdad intersubjetivamente válida de la interpretación de los signos de tal posibilidad..."[71] La semiótica trascendental pierciana le da la oportunidad a Apel de salirse de un solipsismo monadológico al estilo husserliano A mi juicio la concepción desarrollada por Charles S. Pierce acerca de la formación del consenso en la comunidad científica puede ofrecer una primera idea de como cabe pensar todavía filosóficamente un transformación de la filosofía de los grandes pensadores. Según Pierce esta comunidad de experimentación y de reinterpretación desplazaría a la época del apriorismo solipsista basada en la evidencia y establecería de forma metódicamente controlable -como concreción del sujeto trascendental kantiano- aquel consenso veritativo, que en la época en que precedió -según Pierce- al método apriori de los grandes pensadores individuales, se obtuvo coactivamente utilizando el método de la autoridad.[72] Esta cita tan larga es importante para resaltar la influencia que tiene Pierce en el discurso filosófico de Apel. El intento es transformar la filosofía trascendental kantiana. Para esto utiliza la hermenéutica de Heidegger. Apel atribuye a Heidegger, el haber disuelto la dicotomía sujeto-objeto cartesiana, con su comprensión de los entes. Pero Apel considera que la concepción heideggeriana de la verdad esta en un error, porque: "ha desarrollado la problemática de la constitución del sentido del mundo incluida en la estructura anticipativa del comprender, pero ha atribuido la problemática de la validez del sentido a una filosofía trascendental perteneciente a la metafísica que debe ser dejada de lado".[73] Es lo que dice también Rorty acerca de Heidegger: vierte vino nietszcheano en odres kantianos y es de lo mismo que lo acusa Derrida. En efecto, parece ser que Heidegger no se sacudió la metafísica que él mismo condenaba: una fe ciega en el destino del ser. Este destino, para Apel, difícilmente superará la filosofía trascendental kantiana; es menester una transformación de la misma mediante una filosofía que tenga en cuenta la estructura anticipativa del comprender en todas sus formas: Esto es: la estructura preliminar del ser-en-el-mundo, la cual determina la precomprensión propia de todo comprender actual; esta estructura contiene (...) presupuestos históricos contingentes, sino también irrefutables presupuestos del logos, presuposiciones trascendentales pragmáticas de la argumentación. Esta tendencia me llevó a la concepción de una hermenéutica trascendental y de una pragmática trascendental.[74] Él mismo confiesa que son de inspiración pierciana sus ideas ya que Pierce nunca abandonó el arquetipo kantiano de las ideas reguladoras para el progreso del conocimiento el motivo normativo teorético. Por otro lado hay una valoración por parte de Apel de la hermenéutica existencial de Heidegger y de Gadamer. Pero ¿cómo pude dicha hermenéutica ayudar a la transformación de la filosofía? Apel considera que son algunas tesis las que pueden ayudar: "A mi juicio la hermenéutica sufrió en Heidegger una radicalización ontológica y existencial cuya relevancia gnoseológica quedó patente ante todo, al superar la idea que la comprensión es un método que compite con la explicación analítico causal para responder científicamente a las preguntas sobre el por qué".[75] En efecto, la hermenéutica le parece a Apel la mejor vía para explicar las cuestiones sobre el ser humano. Además de que ayuda de manera significativa para el proceso de la transformación de la filosofía. La ética se nutrirá con ésta posición. Otros que inciden de manera decisiva en la formación de los conceptos, de las estrategias, de las unidades discursivas de Apel son Wittgenstein, Tarski, Russell y Quine, es decir, la filosofía analítica. Estos filósofos habían propuesto un análisis lógico del lenguaje y hasta se habían atrevido a decir, más específicamente Wittgenstein, que la lógica subyace a la estructura del mundo, que es condición sine qua non de la existencia del mismo. Por otro lado. Tarski: parece que el siguiente argumento lo esgrime contra los realistas diciendo que se deben conformar con toda la realidad que quepa en un enunciado como: la oración "la nieve es blanca si y solo si la nieve es blanca". Todo realismo al que se puede referir el conocimiento no es mas que el que está enunciado en la teoría semántica-formal-lógica de Tarski; pero, ¿ de hecho la teoría de Tarski se refiere a la realidad? y sí es ésta la única realidad que puede abordar el conocimiento se queda en una visón epistémica extrema. En la filosofía analítica hay una aporía, una contradicción, una inconsistencia. "Tal aporía es debida al hecho de que hasta hoy la filosofía orientada en sentido lógico-lingüístico no ha logrado poner en pie nada que pueda equivaler a la tematización reflexiva de la evidencia fenoménica de la autoconciencia en la filosofía trascendental clásica,"[76] La pregunta sería si esa filosofía intenta endilgar una evidencia apodíctica e irrefutable. Lo cierto es que con sus metalenguajes y sus metateorías dice Apel no conseguirán nada; que está destinada al fracaso, pues los metalenguajes no pueden concluir. "Así hablar de la correspondencia entre enunciados y hechos es hablar criteriológicamente en el vacío, pues los hechos se han definido a priori como aquello con lo que se corresponden los enunciados verdaderos."[77] Esto va en contra de la ontosemánticaformal del primer Wittgenstein y en contra de Tarski. Con Wittgenstein y contra Wittgenstein. Tras su desencanto de sí mismo, de la lógica, de la ontosemántica-formal, Wittgenstein se refugia en el hogar del ser, diría Heidegger, en el lenguaje natural, en los juegos del lenguaje. Para Wittgenstein la cuestión central es ¿cómo conocemos que de hecho un hombre sigue una regla? Y la respuesta que da el vienés son los juegos del lenguaje. Para Apel esto implica que: un enjuiciamiento de una determinada forma de vida... es por principio imposible. Simplemente, se dan distintos juegos del lenguaje o formas de vida y ellas son el último horizonte trascendental y el último criterio sobre las reglas y su contravención.. Fuera de este horizonte no hay ningún criterio de verdad y falsedad o de bondad y maldad.[78] Pero, para Apel, el filósofo debe ponerse a distancia de dichos juegos de lenguaje en una actitud crítica. Esto es, no debe dejarlos pasar de lado o ignorarlos como si fuesen parloteos inocuos, sino más bien se deben recibir con una cierta postura, con una determinada estimación. Parangonarlos, diferenciar unos de otros, clasificarlos, agavillarlos según correspondan. A mi juicio no son los juegos lingüísticos fácticamente existentes, variados e inestables, ligados a formas de vida a sí mismas variadas e inestable, los que están en condiciones de suministrar el contexto regulativo postulado por Wittgenstein para el seguimiento de una regla; sólo es capaz el juego trascendental del lenguaje, que se presupone ya en todos ellos como condición de posibilidad y validez del acuerdo intersubjetivo.[79] Así Apel con Wittgenstein acepta los juegos del lenguaje como el último horizonte inteligible pero considera que todos estos juegos del lenguaje están ligados, encadenados a un lenguaje último en el cual son mutuamente comunicables. Charles S. Pierce es el que bendice el maridaje que realiza Apel de la Filosofía analítica y la hermenéutca existencial con su semiótica trascendental. Peirce es el fundador del pragmatismo norteamericano. Se dedicó más al magisterio y sus publicaciones fueron hechas de manera fragmentada en revistas, no construyó realmente un sistema total y acabado; sin embargo, los norteamericanos lo llaman su Kant. Estudió la lógica en todas sus direcciones, desde Kant hasta Duns Scotto. La filosofía de Peirce es una filosofía de laboratorio, así como él mismo afirma: "usa los métodos más racionales que puede descubrir para encontrar lo poco que puede encontrarse del universo, del espíritu y de la materia a partir de las observaciones que cada cual pueda hacer en cualquier momento de su vida en vigilia".[80] Desarrolló también una semiótica que va a ser asilada en el discurso filosófico de Apel. "La teoría de Pierce está concebida de antemano como explicación semántica y pragmática del sentido de la verdad".[81] Esto es, no sólo está pensada como la relación de adecuación que pudiese haber entre las palabras y los cosas, entre el significado y su referente concreto, sino también como los usos que se pueden hacer de ellas. También la teoría pierciana contiene la tridimensionalidad de la función sígnica, a saber: el uso icónico, como signo de sí mismo y de nada más; el uso indicativo del signo es con referente al objeto, el signo es signo del objeto; y el uso simbólico, que es el signo para el sujeto, el signo interpretado por el sujeto, solo que no es el caso de un individualismo como en la época moderna, no es un signo que interprete u yo, sino que el signo siempre está a la disposición de la comunidad, es la comunidad quien lo elucida. Para Pierce la certidumbre de una evidencia fenomenológica es a través de los signos interpretados: "la evidencia empírica de los fenómenos puede ser integrada en la verdad intersubjetivamente válida de la interpretación lingüístico conceptual".[82] Asimismo, la teoría de Pierce otorga la reconstrucción lógica-semántica de la correspondencia con una posible explicación del sentido de la verdad. Claro que esta correspondencia no es en el sentido privadamente subjetivo, sino más bien en una comunidad interpretante. La teoría pragmatista-normativa de la explicación del significado bajo la idea rectora de los interpretes lógicos se puede enlazar con el esfuerzo por el consenso progresivo acerca de la verdad, incluso con el significado de la hipótesis de fondo de la precomprensión del mundo, hipótesis implícita siempre en el uso y comprensión del lenguaje.[83] Asimismo, la teorías de Pierce ayudan al la filosofía trascendental a darse a sí misma una orientación gnoseo-antropológica. Lo que Peirce realiza, según Apel, es una transformación semiótica de la filosofía trascendental en sentido kantiano. En efecto, Peirce es el único filósofo que continúa con el proyecto kantiano de un a priori trascendental, solo que el apriori que postula Peirce no es subjetivo, ni idealista en ningún sentido; pero tampoco es realista, sino más bien lingüístico. La expresión "unity consistency", que Peirce emplea en su crítica a Kant, indica realmente la dirección en el que él mismo busca el "punto supremo" de su "deducción trascendental": no se trata de la unidad objetiva de las representaciones (...) en un yo-conciencia, sino de la consistencia semántica de una representación de los objetos intersubjetivamemte válida, conseguida mediante signos y que, indudablemente, según Peirce, solo podemos determinar en la dimensión de la interpretación de los signos;[84] Para Peirce es más un pragmatismo del lenguajes, que un teoría de la lógica de la ciencia. Así, por consiguiente, el uso simbólico del lenguaje, es decir, la interpretación que realiza el sujeto del signo no es un interpretación de un sólo individuo, sino de una comunidad de individuos. En lo que sería más tarde en Apel la comunidad comunicativa. Hermenéutica existencial, juegos del lenguaje, la desaprobación del falibilismo en pos de una comunidad interpretante, la pragmática del lenguaje pierceana son las tradiciones que subyacen de alguna manera a la teoría consensual de la verdad apeliana. Esto es, la verdad será puesta de manifiesto mediante una comprensión hecha por una comunidad interpretante del mundo mediado por la función sígnica del lenguaje, con una argumentación y siempre en estado de superación propia. La ética entra en posesión de todo este discurso para constituirse a sí misma. SU INTENTO DE FUNDAMENTACIÓN DE LA ETICA A Apel no sólo le interesa el campo teórico, es decir, dar los prolegómenos para construir una teoría de la verdad en este siglo en el que la filosofía se ha secularizado, relativizado, sino también las cuestiones prácticas, las relaciones del hombre con el hombre, le interesa la ética. Quizá nazca su preocupación de presenciar el gran holocausto nazi y sin embargo su intención es muy encomiable; incluso le interesa no la sola comunidad europea, ya que ha establecido un diálogo permanente con un filósofo de la periferia, de Latinoamérica, como lo veremos más adelante. Apel pasa, con su teoría del consenso, de un yo sé a un nosotros argumentamos; de un kantismo a un husserlismo-piercianohermenéutico-falibilista. Intenta demostrar que la categoría del yo pienso, del yo sé, se queda aislada, ya no procede, ha sido superada. Ahora es el advenimiento de la época del nosotros, de la comunidad comunicativa concreta. Es la etapa de la ética del discurso. "Y es que la pragmática trascendental nos ha mostrado esa relación sujetosujeto, en la que ya siempre somos, nos ha mostrado que la razón humana es en diálogo, no en monólogo".[85] Para Apel la ética tiene que ser de una comunidad, es decir, tiene que ser de afuera y de adentro, no sólo de adentro como lo había supuesto la época moderna. En efecto, Hume, Kant, Hegel, Stuart Mill, James, conservaban la idea de que el ser humano estaba dividido en dos, en el afuera y en el adentro; es decir, que debía tener reglas morales para su casa, su hogar, su familia, su parroquia, su adentro; pero que debería conducirse de manera diferente ante la sociedad, ante la muchedumbre, el estado, la política, etc. Apel disuelve esto. En un primer momento, es decir en la parte que él denomina A de su ética, se refiere a una comunidad comunicativa ideal. Es ideal en el sentido de que es trascendental, es decir, es un a priori, como posibilidad de realización de la comunidad comunicativa real. Intenta esbozar aquí una ética de la comunidad comunicativa, pero bien pronto se da cuenta que hay dos razones muy poderosas para referirse a la ética como ética del discurso; la primera es: "esta denominación se refiere a una forma especial de la comunicación -el discurso argumentativo- como medio para la fundamentación concreta de normas".[86] Esto es, Apel está seguro que una ética nada más de la comunicación no le podrá dar la seguridad que se pueda llegar a la fundamentación de reglas normativas para la vida. Que es necesario la argumentación, el dar los razonamientos precisos, la demostración lógica, inclusive, de por qué es mejor tal norma y no otra; el simple diálogo no ayuda en nada, la argumentación es imprescindible. La otra razón por la cual Apel se inclina a llamar a su ética del discurso es porque: "remite a la circunstancia de que el discurso argumentativo -y no por ejemplo, una forma cualquiera, arbitraria, de comunicación en el mundo de la vida- contiene también el apriori racional de la fundamentación del principio de la ética". [87] Contra Kant y Hume, el primero pensaba que el apriori racional de la ética era el imperativo categórico y el segundo, era el instinto, la pasión; o en encaramiento con Sturart Mill que estaba convencido que el fundamento de la ética era la utilidad; Apel les antepone la argumentación, el raciocinio, el poner en práctica esa definición que se tiene del hombre tan antigua como la filosofía, como lo es la de animal racional. Este es el fundamento de la ética, irrecusable, pero también aborrecido por algunos. En una sociedad abierta en que cada uno pareciera tener la verdad de las cuestiones morales o que ninguno la tuviese, en un mundo donde la diversidad cultural es cada día más promiscua, más abundante; o bien en que las sociedades están más informatizadas, en más comunicación y por lo tanto en mayor posibilidad de conocer lo que otros hacen o realizan, piensan y construyen, industrializan o destruyen; la ética de Apel trata de que se asuma una mayor "responsabilidad solidaria con relación a las consecuencias globales primarias y secundarias de la actividad colectiva de la humanidad por ejemplo, la de los usos industriales de la ciencia y la técnicaademás de la organización de esta responsabilidad como una praxis colectiva". [88] Responsabilidad, solidaridad, humanidad y praxis colectiva. Ser responsable significa: respondo, contestar a, estar comprometido con, un maridaje doblemente fuerte, estamos reiteradamente enlazados con nuestros semejante, son unos esponsales que nos religan, pues a lo que estamos religados es lo que nos hace vivir, nos hacemos vivir. La solidaridad viene de un sentimiento de hermandad; aunque Richard Rorty deje de lado la idea de humanidad por ser un concepto metafísico, para Apel hay solidaridad porque hay humanidad y esa responsabilidad y esa solidaridad sólo se podrá realizar en una práctica de todos, todos tienen el mismo estamento para decir, para hablar, para argumentar. No se trata de que algunos cuantos especulen qué es lo bueno para todos, ya sea el estado, una monarquía, un burocratismo, y después estos todos lo sigan al pie del cañón, sino más bien que entre todos digan qué es mejor para todos. "... es decir, la cooperación solidaria de los individuos ya en la fundamentación de las normas morales y jurídicas susceptibles de consenso por medio del discurso argumentativo."[89] Es una ética formada desde las bases, esto es, desde la microfísica, desde la relación de humano a humano, familia a familia, pueblo a pueblo, sociedad a sociedad, nación a nación, esto es, una institucionalidad política de los discurso prácticos. Respecto a que la argumentación es el fundamento a priori de la ética Apel afirma: Su dimensión verdaderamente filosófica, consiste en que la idea del discursos argumentativo, su carácter irrebasable para todo pensamiento con pretensiones de validez, debe también hacer posible una fundamentación última del principio ético a partir del cual han de derivarse siempre todos los discursos argumentativos como discursos prácticos de la fundamentación de normas.[90] Esto es lo que verdaderamente constituye a la ética del discurso como un proyecto filosófico, como una salida racional a al problema de la fundamentación de la ética en este mar de la incertidumbre, en este flujo y reflujo de corrientes alternas, paralelamente opuestas, oblicuas, perpendiculares. La ética del discurso no es una negociación, pues la negociación siempre lleva un deje de debilidad, ambigüedad; no es un juego de ofertas y demandas dónde gane el que más ofrezca a más bajo costo de compromiso o exigencia moral, tampoco es un reducirse a una fundamentación precomunicativa de la ley moral, referida al individuo autártico tal como lo pretendía Kant, no es un "yo quiero" nietszcheano de la voluntad de poder sino que más bien es una pretensión "estrictamente filosófico-trascendental -por supuesto, en el sentido de una transformación y resolución pragmáticolinguística",[91] La transformación de la ética kantiana, de su imperativo categórico, se da a través de la semiótica trascendental pierciana, de la pragmática del signo, del lenguaje. El Yo pienso que va de Descartes pasando por Kant hasta llegar a Husserl es descontinuado, dejado de lado, rebasado por la irrebasabilidad, por la regulación de las relaciones intersubjetivas de una multitud de sujetos que, como vimos más arriba, el cogito cartesiano y el ego trascendental husserliano los constituye como objetos de percepción, como elementos de la experiencia, y no como co-individuos. No pueden dar ninguna de las dos posturas una fundamentación trascendental. Es la ética del discurso quien supera y transforma a una ética kantiana del reino de los fines; en dicha ética la libertad y la autonomía quedan referidas a un reino establecido por Dios, un reino metafísico. "Así, la certeza practica de la libertad y la autonomía tendría que derivarse, de acuerdo con Kant -en consonancia con el primado de la razón práctica- a partir del deber de la ley moral, supuesta ya como válida."[92] Y si Kant tiene razón ¿qué responsabilidad tiene el ser humano en la elección de lo bueno o lo malo si ya Dios lo previó todo? Ciertamente no es un determinismo, pero éste argumento no vale para todos, no vale, por principio de cuentas, para los ateos, e irreligiosos; y no es que Kant ponga a Dios como el fundamento, sino que el reino de los fines a que él se atiene, no está dado por el hombre. Es menester dar un fundamento más sólido, "más acá", más de nosotros y en favor de nosotros, un fundamento que sea irrecusable, este es: no el yo pienso, como ya se vio, sino el nosotros argumento. Esta transformación de la ética kantiana por medio de una pragamática-lingüística viene a mostrar dos cosas: primero debemos suponer las condiciones normativas de posibilidad de un discurso argumentativo ideal. Y que por lo tanto, -esto es lo segundo-, estamos aceptando la ética del discurso. Así pues, si nosotros aceptamos que el yo pienso cartesiano queda rebasado por un yo argumento de tipo apeliano, estamos suponiendo que debemos tomar en cuenta cuáles son las condiciones de posibilidad de tal argumentación y dichas condiciones no pueden ser sino éticas; terminamos aceptando la ética del discurso. Contra los escépticos y relativistas, contra los cínicos y teóricos irónicos, contra los deconstructores y roedores, Apel destaca la argumentación como horizonte irrebasable, pues hasta el más testarudo de los irracionales argumenta. Claro está que Apel está suponiendo que dicha argumentación debe ser "honesta y temáticamente ilimitado"[93] pretende que su interlocutor sea honesto, que no diga mentiras o bien que argumente de acuerdo a algunas reglas preestablecidas. Ya que para él todos los involucrados en la discusión ética de un cierto tema deben estar totalmente interesados en la resolución del tema o del conflicto. Así pues, la ética del discurso pretende tener muy en cuenta la honestidad de los interlocutores, de los argumentistas para llegar a un consenso: "Precisamente en ello reside el punto de la fundamentación reflexiva última de la ética."[94] Apel se refiere a los argumentadores serios, honestos, a aquellos que se saben en una comunidad real; esto es, que se saben que están insertos en la vida cotidiana de la problemática, que son seres humanos envueltos por contrariedades, conflictos, dilemas. La otra característica de un argumentador serio es que se sabe referido a una comunidad argumentativa ideal, es decir, que para poder comunicarse debe suponer una normatividad de tipo ideal, universalmente válida. Esta idealidad no es de tipo platónica o plotiniana, sino que más bien se toma como ideal en sentido de modelo, de esquema preferible. Pero, ¿cuáles son estas normas universales? -He aquí la parte B de la ética de Apel, que se refiere a la comunidad comunicativa real-; una de ellas es la corresponsabilidad, otra es la igualdad de derechos, y la susceptibilidad de consenso. Así podemos asegurar que todos somos responsables, en alguna medida, de los actos realizados en el mundo vital, que todos ponemos nuestro granito de arena en tales situaciones. La igualdad de derechos supone que todos tiene el mismo status legal, factico e inclusive hasta ontológico; que no hay superioridad racial de ningún tipos, o superioridad económica, política, cultural, etc. Que todos somos iguales ante todos.[95] Todos los seres capaces de comunicación lingüística deben ser reconocidos como personas, puesto que en todas sus acciones y expresiones son interlocutores virtuales, y la justificación ilimitada del pensamiento no puede renunciar a ningún interlocutor y a ninguna de sus aportaciones virtuales a la discusión.[96] Y la otra norma establece que todo tipo de problemática se puede resolver mediante un consenso. Es de esta manera que se bosqueja la fundamentación ultima pragmático-trascendental del principio de universalización de la ética, es la transformación de la ética kantiana en pos de la intersubjetividad lingüísticamente mediada. Pero a la ética del discurso no se le puede acusar de lo que se le acuso a la época moderna, a saber, del olvido de la historia concreta de los seres humanos; pues la ética del discurso es una ética de la responsabilidad histórica. En su trabajo Apel lo divide como una parte abstracta, que sería la fundamentación que ya vimos y la otra parte la denomina la ética del discurso en su injerencia histórica. La ética del discurso no solamente toma en cuenta la idealidad de la comunidad comunicativa sino que: "Su punto de partida es también el a priori de la facticidad de la comunidad comunicativa real; es decir un forma de vida sociocultural a la que cualquier destinatario de la ética ha de pertenecer siempre debido a su identidad contingente, a su nacimiento y socialización."[97] No está hablando Apel de los seres humanos como categorías a priori del conocimiento, como vimos que se realizó en la época de la razón instrumental, sino que Apel menciona que los hombres, los integrantes de una comunidad comunicativa real son los que viven en sociedad, en una cultura determinada, hombres de carne y hueso. Es así que hay una consecuencia benéfica de la fundamentación última en sentido pragmático-lingüístico de la ética del discurso; es a saber: "la norma básica de la responsabilidad histórica de la preocupación -de la preocupación- por la preservación de las condiciones naturales de la vida y los logros histórico-culturales de la comunidad comunicativa real fácticamente existente en este momento."[98] Esta pre-ocupación no es de corte teórico, sino que está directamente en relación con los hechos históricos, con la vida cotidiana. No está hablando Apel de rangos, de clasificaciones especulativas; está hablando de los hombres existentes, que están realmente en coexistencia, empíricamente sensibles, materialmente perceptibles. Pero, ¿cómo es posible que se reúnan en una fundamentación de la ética del discurso razones aprioreticas con contingencia históricas? Es posible gracias a el apriori dialéctico de la comunidad comunicativa que tiene a su favor, en primer lugar, el hecho de considerar desde principio las ideas de la hermenéutica filosófica en el a priori de la facticidad e historicidad del ser en el mundo humana y de la necesaria pertenencia a una determinada "forma de vida" sociocultural .[99] Está aquí muy presente Heidegger y Wittgenstein. El primero con su ser en el mundo, con la hermenéutica existencial, el otro con su juegos del lenguaje pertenecientes a cada forma de vida. Pero la distinción es muy precisa: la argumentación aparte de ser histórica, concreta, es el factum de la razón, esto es, la condición de posibilidad de todo discurso, de todo juego del lenguaje, "que en nuestro días pertenece a la facticidad de nuestro ser en el mundo."[100] La ética del discurso no puede ser una pura ética deontológica, un decálogo de cómo comportarse, de la pura obligatoriedad, pues ese tipo de ética, que ya anunciaba Kant, es ahistórica, abstracta e inverosímil. La ética del discurso, tiene que considerar que la historia humana - también la de la moral y la del derecho- ha comenzado desde siempre y la fundamentación de normas concretas puede y debe conectarse también, ya siempre, a la eticidad concretada históricamente en las correspondientes formas de vida.[101] Sin embargo, esto no quiere decir que la ética del discurso deje de lado el punto universalista que tocó Kant en el deber ideal, sino que mas bien la fundamentación universalista de la ética la da la interpretación pragmático-trascendental del factum de la razón. Así Apel concluye la explicación de su teoría de la ética del discurso diciendo que su ética no alude a ningún tipo de utopía social concreta, que no intenta ser una revolución mundial donde se instaure el reino de la libertas, sino que más bien se trata de: dar "las condiciones ideales de la posible formación de consenso sobre normas."[102] Su ética se lleva a cabo cuando una comunidad concreta se atiene a presupuestos ideales de la argumentación mediada hermenéuticamente por una pragmática de los signos lingüísticos, que es trascendental, pues se rige como irrebasable, para establecer normas morales concernientes a todos en una historia determinada, en un forma de vida específica. CAPITULO III ENRIQUE D.DUSSEL, SU ETICA. De madrugada como todas las mañanas Niños y perros disputan alrededor del basurero. Revuelven y revuelven, sacan y meten los restos de comida en la basura. En un mundo perro, sin corazón, esta es la forma encontrada por Dios para atender la oración de los miserables pequeños hambrientos: el pan de cada día dánosle hoy! LAS SUPUESTOS DE LA ÉTICA DE LA LIBERACIÓN Europa siempre nos ha catalogado, a los latinoamericanos, como la cultura de "no siendo, como la que aún no es", como la que esta por construirse, por elaborarse, por no tener su propio ser y su propia identidad, los europeos se saben o se creen "padres intelectuales" de toda la cultura occidental, ciertamente estamos influenciados por tal tradición, sin embargo, tenemos nuestra propia particularidad, nuestra propia manera de ser y de estar en el mundo, en la existencia. El que los europeos se sientan con cierta superioridad, no implica que ontica y ontológicamente lo sean; el predominio del "yo", de la singularidad, los ha hecho olvidarse del Otro, del que no son ellos, del que no piensa como ellos y no actúa como ellos. Se han olvidado del que no es parte de su Totalidad. Esto ha contribuido a que la existencia del hombre se haya autoafirmado monologámente y a crear enemistades entre los hombres, incluso esto ha recalado hasta las estructuras mas elementales. Sin embargo, hay voces que claman en el desierto, que gritan desde la periferia, que hacen, muy atinadamente ver a Europa, a Estados Unidos que hay Otro; que aún a pesar de sus deseos de represión y exterminio ideológico ( a veces también físico ), político, económico y moral no hemos dejado de existir, de vivir, de luchar. Hablar de Filosofía de la Liberación supone hablar previamente de otras cosas. Liberación se opone a dominación. Anunciar la Filosofía de la Liberación implica pensar y vivir en un contexto sociohistórico de dominación y opresión. Se trata por tanto de una Filosofía que intenta captar la relevancia de temas que implican un cambio estructural de determinada situación sociohistórica. Una Filosofía así implica un determinado compromiso político y social con vistas a la ruptura con la situación opresora. Toda filosofía manifiesta a su manera la relación de funcionalidad que mantiene con la situación histórico-social; en este sentido resulta siempre comprometida. Retengamos entonces esta afirmación de base: la filosofía como saber racional, elaborado y sistematizado brota de un momento definido de la historia, se desarrolla bajo determinados modos de producción material, ideal. social y cultural, y es articulada en función de varios intereses de los que no siempre se tiene conciencia. Por eso la verdadera cuestión es: este tipo de filosofía, ¿con quién se compromete? ¿A qué causa quiere servir? La filosofía latinoamericana quiere comprometerse con la liberación ideológica, económica, social y política de los grupos dominados y oprimidos. La realidad social en que nace este tipo de filosofía aparece bien definida: es la de aquellos grupos para los cuales el cambio cualitativo de la estructura social representa una oportunidad de librarse del opresor dominio del sistema. Para muchos, la decisión neta de su realidad social en favor de los oprimidos ha significado una conversión hermenéutica a las nuevas propuestas que se les han dado para su reflexión y por el estilo adecuado que se les impone para su transmisión. La articulación de la Filosofía de la Liberación parte de la experiencia vital frente al pobre. Su indignación ética no es menor. Pero mediatiza esta indignación con un análisis de la realidad para detectar los mecanismos generadores de tal miseria escandalosa y articular una praxis que tenga eficacia liberadora. No se trata de liberar aquí y allá manteniendo el mismo marco de relaciones de fuerza ( reformismo); se trata realmente de una voluntad revolucionaria que intenta cambiar el propio marco. Así mismo la filosofía de la liberación germina de la preocupación de algunos intelectuales latinoamericanos que intentan darle una línea de pensamiento y también de acción a la cultura latinoamericana. De los primeros que tienen dicha preocupación son Risieri Frondizi, el hispano-mexicano José Gaos, Paulo Freire, con su pedagogía del oprimido; Arturo Andrés Roig, Leopoldo Zea, Samuel Ramos, Horacio Cerutti, Francisco Miró Quezada, Juan Carlos Scannone, Frantz Fánon, con los condenados de la tierra; Fals Borda con su sociología de la liberación, en Colombia; teólogos como Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Hugo Assman, Ignacio Ellacuria. También el concilio Vaticano II da en herencia algunas ideas a la filosofía de la liberación, lo mismo sucede con la reunión de obispos de Latinoamérica celebrado en Medellín, Colombia y de Puebla; la teoría de la dependencia económica realizada por los brasileños; Salazar Bondy, etc. Enrique Dussel se presenta como el filósofo que ha dado este giro hermenéutico y ha dejado de lado los discursos metafórico o los metarelatos para voltear su vista hacia el oprimido, hacia, el pobre, el indigente, la viuda, el huérfano, el obrero, el desposeído! Es así que Enrique Dussel recoge toda esta tradición de tribulación, de intranquilidad, de ansiedad y la reformula, la redescribe a partir de una filosofía europea; a partir de Heidegger y de Emanuel Levinas. Lo ha hecho no sólo-- siento yo --para demostrar de alguna manera que el latinoamericano existe, que esta aquí. en medio de la pobreza, sino por que también hay muchos que están en las mismas condiciones y no son latinoamericanos; como es el caso de África, parte de Asia e India. Es decir, que la liberación es universal y no particularizada. De la teología cristiana Dussel va a retomar las palabras del humanismo semita. El Éxodo mosaico va a ser replanteado de manera actualizada en la circunstancia propia de Latinoamérica. De igual manera los escritos de los profetas de Israel que en todo momento condenan la acumulación indiscriminada de las riquezas y la consecuente pobreza de la gran mayoría, son asimilados por Dussel. "...siguiendo el análisis de una antropología carnal ( la basar hebrea) unitaria, una metafísica creacionista y un ética política de compromiso con la justicia. El núcleo ético-mítico semita se constituía así (desde el mito adámico, dramático instaurador de la historia) en el punto de partida de la cultura latinoamericana posterior".[103] De igual forma, Dussel hace suya la caritas cristiana, ese afán de ayuda al prójimo. Dussel es un filósofo cristiano. De Freire, de Fánon y de la sociología de la liberación, entra en posesión Dussel de todo un bagaje cultural que le es muy propicio para la elaboración de su ética, el no pensar ideas, sino pensar la existencia. Lo mismo que Salazar Bondy, Dussel se apropia de la pregunta: ¿hay realmente un filosofía en Latinoamérica? Y con él, también Dussel afirma que la filosofía que se ha estado elaborando en Latinoamérica sólo ha servido como medio de enajenación; como ilusión que nos lleva al desvarío, a la desconección de lo que pensamos con nuestra realidad. Por eso, es menester que se construya una filosofía que parta desde la cotidianidad del ser latinoamericano. De Heidegger tomará, al igual que Apel, la hermenéutica existencial. Las posibilidades del ser, la cotidianidad, el ser-en-el-mundo, la interpretación de la situación habitual de los Latinoamericanos; el fundamento ontológico, las posibilidades ónticas, de aquí tomará el fundamento irrebasable de la ética. De Emanuel Levinas retomará a la ética como filosofía primera, el termino de lo Otro y lo distinto, la ética de la alteridad. El mismo Dussel nos dice por que retoma a Levinas: "Porque la experiencia originaria de la filosofía de la liberación consiste en descubrir el "hecho masivo de la dominación, del constituirse de una subjetividad como "señor" de otra subjetividad, en el plano mundial, en el plano nacional, en el plano pedagógico, en el plano religioso, en el plano erótico."[104] Y porque sobre todo Levinas le da la Filosofía de la liberación la posibilidad de mirar al pobre como el Otro, el que grita, el que gime en medio de su miseria y que pide ser ayudado. Pero también Marx está muy presente. Como mismo Dussel afirma, Levinas le ayuda a mirar al pobre como al Otro, a construir una superación de la metafísica a partir de la Otredad. Sin embargo Levinas no le podía ayudar a construir una económica. "El retorno sistemático a Marx que comencé a finales de la década de los setenta se debió a tres hechos. En primer lugar, la creciente miseria del continente latinoamericano. (...) En segundo lugar, para poder efectuar una crítica del capitalismo (...) En tercer lugar, porque la filosofía de la liberación debía construir una económica y una política firme."[105] En su libro Hacia un Marx desconocido Dussel lleva acabo una elucidación completa de los manuscritos del 61 al 63 y descubre que Marx constituirá nuevas categorías exigidas por un discurso dialéctico que se va internando en la realidad. "La Filosofía de la Liberación latinoamericana tiene mucho que aprender de Marx. La ciencia de Marx fue "Filosofía de la Liberación" del trabajo vivo alienado en el capital como trabajo asalariado en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX." [106] Es así que se concretiza mas el trabajo de Dussel. Hermenéutica existencial, crítica a la época de la subjetividad, el humanismo del Otro al estilo de Levinas, el humanismo semita, la teología de la liberación, reprobación del neoliberalismo capitalista, la pedagogía del oprimido, la sociología de la liberación, la teoría de la dependencia económica, Juan XXIII y Paulo VI, el Concilio Vaticano II, Medellín y Puebla, son los que definen, forman, conforman la ética de la liberación dusseliana .SU INTENTO DE FUNDAMENTACIÓN Dussel propone una Ética de la Liberación. Esta ética tiene un fundamento transontológico, es decir, el fundamrnto es el Otro. Tal fundamento no puede ser la físis de los griegos, ni el "YO" de la modernidad, tampoco el logicismo lógico de Wittgenstein o de Ayer. El existencialismo sartreano se inscribe dentro de la corriente subjetivista y es el sujeto el fundamento de la moralidad, por lo que lo deja de lado. Lo mismo sucede son Nietszche, Husserl, Heidegger[107] y más recientemente en sus discusiones con Apel. Para fundar la moral dice Dussel debemos partir del "hecho originario en la totalidad de que el hombre es un ente cuya esencia le va el estar, desde que es arrojado al mundo. Este será el primum factum ontológico en el que se podrá descubrir la estructura que piensa la ética"[108] Esto quiere decir plenamente que la ética no es una rama de la filosofía, que es tan inherente al hombre que le va en su hallarse en el mundo, que viene a desplazar de alguna manera a la Metafísica griega y escolástica; además, a la teoría del conocimiento de la modernidad, ya que la ética es la única que piensa la situación existencial del hombre. Esto es la ética se constituye como filosofía primera, como metafísica en el sentido aristotélico. "El fundamento de la ética es el ser del hombre que se comprende existencialmente como poder ser. Ese poder ser es el del hombre, es el horizonte mismo de su mundo.."[109] Este pensar la situación existencial del hombre lleva un giro hermenéutico, lleva el com-prender al ser, y esto se entiende así, es: "aquella actualidad primerísima por la que el hombre se "abre" al círculo u horizonte del mundo y, dentro de él iluminado por la luz del ser es capaz de captar lo que los útiles son"[110] El com-prender como la palabra lo indica, sugiere unirse con el sujeto. Para comprender a las personas es necesario tener una relación vital con ellas. De lo contrario la objetivamos, la cosificamos y la hacemos objeto de ciencia. La persona es siempre un sujeto y en el fondo, un misterio que, cuanto mas se conoce más se abre a un horizonte ilimitado. Entonces el com-prender es abrirse, es apertura y también es captación de lo que nos hace frente en nuestra historia, lo que tenemos a la mano, es apertura ilimitada al Otro. En este captar lo que nos hace frente, la comprensión se nos da como una apertura al poder ser que se le revela al hombre como finitud y que se trasciende como libertad. El hombre no es una realidad terminada y acabada, en donde no se tenga que adicionar nada, no, por el contrario es una realidad abierta, inacabada, en constante transformación[111]. "El ser es el acontecimiento fundamental, sobre cuya base puede surgir el hombre histórico en medio del ente, revelado en su totalidad (...)El mundo es el orden trascendental u ontológico del ser. Sin el hombre no hay mundo, en el sentido que el hombre se abre al mundo que por su parte es un ámbito que se despliega desde el ser. (...) El mundo como el ámbito de la com-prensión significa el horizonte dentro del cual todo ente se muestra con una cierta referencia (Verweisung) a lo que constituye fundamentalmente dicho orden: el ser, desde el cual el hombre se abre al orden de la inteligibilidad. (...) Se com-prende el ser de las cosas cuando estas son integradas y proyectadas en el interior de nuestras propias posibilidades[112]". El ser, el ex-sistire es la base, es el cimiento, el sostén de que el hombre se sirve para realizarse en la historia y es el mundo en donde existe este orden ontológico, donde esta organizado de alguna manera la entidad, la materia, las cosas. También es este mundo, el círculo, el espacio, la perspectiva donde el hombre se abre a la intelección de las cosas, de donde las puede tomar, donde las puede integrar a las propias posibilidades. Pero este círculo, que es hermenéutico, no se queda con las cosas, también se refiere a personas. Aplicado este círculo a los oprimidos, a los desvalidos esto significa que, para comprender realmente quién es el dominado, el subyugado, necesitamos abordar como quien se siente alcanzado y abordado por él o ellos, requerimos una kenosis, un abajamiento, un vaciarnos en una entidad muy propia de ellos para así prendernos de su ser, de su hallarse, de su ser ahí. Por eso, toda y cualquiera comprensión encierra al sujeto. No existe un acceso directo a la realidad, sin pasar por el sujeto, porque es el sujeto concreto, con sus condicionamientos, con su pobreza, con su marginación, con sus posibilidades y limitaciones el que se nos revela como el Otro. Comprender será siempre e inevitable interpretar. Solamente si interpretamos al Otro lo comprenderemos. Esto se les ha olvidado a los del centro, a los dominadores, a los de primer mundo. El hombre en el mundo tiene un sin fin de posibilidades de poder ser, de desarrollarse, de vivir, de realizar su praxis: "la com-prensión primera apertura y fundante al mundo como tal, y la comprensióninterpretadora derivada o fundada de los útiles que intramundanamente me hacen siempre frente ya con sentido"[113] Esto quiere decir, simple y sencillamente que hay dos maneras de prenderse del ser; las primera, es una apertura al mundo como tal, sin añadir, ni quitar nada de él, sin intentar darle un sentido exclusivo para mi. La otra parte que es la interpretación de los útiles que me son dados, que ya tienen un significado propio, que van ayudar de alguna manera en el poder-ser del hombre; es el despliegue de la praxis Sin embargo, si todos estos útiles les son negados, si las mas indispensables de las cosas no las tienen un humano, entonces, ¿de qué manera podrá ser? Es decir, cómo podrá llegar a realizarse, a desarrollar su praxis. No tendrá nada que interpretar pues no tendrá mas remedio que atenerse a lo que tiene, a su indigencia. Esta imposibilidad de interpretar lo que no tiene, hacer ser al hombre falto de libertad, falto de conciencia, reducido en su hallarse en la existencia. Lo anterior es lo que le ha negado el "YO" europeo y norteamericano, al ser del latinoamericano, al africano y al asiático, según Dussel Es así que: La dia-léctica com-prensiva existencial es el modo primero y cotidiano como el hombre vive su mundo y se abre a él. La comprensión fundamental es pre-conceptual: no es estática, a partir de un horizonte dado de una vez para siempre, sino dinámica: es una comprensión en proceso de totalización ad infinitum. Es comprensión universal, trascendental y concreta ( no abstracta).[114] Este tipo de dialéctica no es al estilo de Hegel, es decir, no es una tesis, una antítesis y un síntesis; no es una superación de una contradicción; es mas bien comprensiva, interpretante de la existencia. Son las posibilidades del ser-en-el-mundo. El que el hombre esté en el mundo implica necesariamente que tenga una gama de posibilidades, ya que la praxis es su manera de hacer, de actuar. Y esta posibilidad es lo mismo que el valor: "El valor y el carácter de ser posibilitante es idéntico."[115]Así el valor tiene significatividad con alusión al poder-ser del individuo. Mas no lo constituye él, como ha sucedido en toda la ética de la modernidad, sino que más bien lo descubre, se le manifiesta. El hombre se abre a valores porque descubre posibilidades. "Cada posibilidad en cuanto comprensible e interpretada como algo en la respectividad de cada momento con todos los demás desde el poder-ser, guarda su lugar, tiene un sentido, y por ello tiene también un valor."[116] Y como poder ser en el mundo, el hombre es en la praxis pero también trascendente; finito, mas no pierde su libertad, no está condicionado: " ...es un habérselas no esclavizado o determinado absolutamente ante posibilidades que desde el poder ser se muestran como mediaciones intotalizante."[117] La libertad es pues la preocupación ontológica se refiere a lo intramundano como posibilidad, como apertura. Es elección y preocupación. La libertad y la elección de mis posibilidades como tales me hace tener en consideración a la alteridad. Hay que mirar más allá y por encima de la Totalidad, esta Totalidad que agobia al oprimido y envilece al opresor. Ya que la Totalidad hombre-ser. como ser en el mundo, se abre y es fundamento desde lo previo: desde lo Otro, los distinto, lo que esta fuera de lo Mismo. El "Cara a Cara" es la experiencia personal, la comprobación vital, es una reduplicación que implica lo supremo: la projimidad, lo inmediato, el rostro frente al rostro en la apertura o exposición de una persona ante las otra. De esta experiencia surge toda significación posible. "En la oposición del cara-a-cara brilla la racionalidad primera, el primer inteligible, la primera significación, es el infinito de la inteligencia que se presenta (es decir, que habla ) en el rostro."[118] El Otro se revela como un misterio en el que sólo cabe callar. De manera semejante a como el profeta se disponía a escuchar la palabra de Yahvé, así el filósofo tiene que guardar la actitud de sosiego, de serenidad para escuchar la palabra del Otro. Este Otro no es un medio, ni un instrumento, es libertad, es projimidad. El Otro me exige justicia, reconocimiento. Con el Otro se establece el verdadero reino de los fines y no a la manera de Kant. El fundamento de la ética, en conclusión, es la praxis. De ninguna manera la teoría o lo abstracto. Solamente martilleando se conoce lo que es el martillo; solamente siendo entes onticos ontológicos morales es como se fundamenta la ética. La ética es intrínseca al ser humano, le va en el estar arrojado en la existencia. Al vivir se hace la ética, en su práctica existe, se fundamenta. Si existo soy un ente ético; existo, luego soy ético.El humanismo del Otro es el verdadero fundamento de la ética La ana-léctica señala el método propio de la ética de la liberación y es parte también del fundamento de la misma; la rige y la cimienta. La ana-léctica se define por su oposición a la dialéctica. Dialéctica como método "es un atravesar (dia-) diversos horizontes ónticos para llegar de totalidad en totalidad hasta la fundamental"[119] La ana-léctica como método es colocarse en el ámbito metafísico de la exterioridad del Otro. Es "...un método que parte desde el Otro como libre, como un más allá del sistema de totalidad; que parte entonces desde su palabra, desde la revelación del Otro y que con-fiando en su palabra, obra, trabaja, sirve, crea"[120] De esta manera la ética esta presente en todo el proceso ana-léctico, tan pronto como el filósofo toma el papel de escucha atento. No puede pensar la liberación del oprimido sin que haga suya la voz del pobre. El filósofo está en una actitud de apertura ilimitada, de silencio expectante, de atención interrogante. Lejos de adoctrinar según el uso común de la cátedra universitaria o de intentar extraer la verdad de un supuesto interlocutor, esta sentado interiorizando la memoria colectiva y constitutiva del pueblo. Así es posible la ana-léctica. "El tema a ser pensado, la palabra reveladora a ser interpretada, le será dada en el historia del proceso concreto de la liberación misma. Esa palabra ese tema no puede leerse (no es un ser escrito: texto ), ni puede contemplarse o verse (no es un ser visto; idea o luz) sino que se oye en el campo cotidiano de la historia, del trabajo y aún de la batalla de liberación. El saber-oir es el momento constitutivo del método mismo; es el momento discipular del filósofo; es la condición de posibilidad del saber-interpretar para saber-servir."[121] El filósofo debe dejarse llevar por las palabras del pobre, creer en el oprimido; es un situación de fe, y sin embargo es racional. Porque no se queda en el puro asentimiento mocional de lo que escucha, de lo que oye. sino que también, realiza un discurso para erigirse como profeta, que anuncia un reino de fines mejor y denuncia las estructuras injustas a las cuales se ve sometido el ser humano. El filósofo, dice Dussel, tiene que descubrir cómo es la Totalidad. La Totalidad se definiría como aquella posición que no reconoce a lo Oteo. Como aquella actitud de autoafirmarse monologicamente. Nosotros y sólo nosotros tenemos voz, pensamiento, ideas "....para deducir la Totalidad es necesario, no sólo la experiencia fáctica de la Alteridad, sino la clara conciencia y un pensar reflejo sobre la misma experiencia, para que la Totalidad pueda ser descrita como totalidad y la Alteridad como la infinición del otro, negatividad primera y afirmación incom-prensible."[122] Está por demás decir que estas ideas la toma de Levinas; sólo que para Dussel la infinitud no es algo con trascendencia, no es la divinidad. La infinitud para Dussel es la cara de pobre, del hambriento, que siempre se muestra como infinita a la Totalidad, se descubre como un misterio. Entonces, para exhibir la Totalidad que subsume todo a sí misma, no sólo le queda al filosofo la conciencia de sí, sino que también reflexionar que está en una Totalidad cerrada que debe ser abierta por el Otro. La ana-lectica es la que debe salvar a la Totalidad de cerrarse, de autoconsumirse, de volverse obsoleta. (Buena parte de la Crisis que supone Husserl es a causa de que Europa se ha constituido como Totalidad, cerrada en discursos de lo mismo). Así mismo en Dussel el principio del mal es la dominación. El mal está encarnado en las estructural sociales, económicas, políticas, religiosas, culturales, etc. Hay un cierto ethos de dominación, de subyugación. El bien por lo tanto es la liberación. No la libertad en abstracto, que nada dice de personas en particular; sino más bien, la liberación así, como acción, como praxis que se desarrolla conjuntamente. Ya había dicho Freire, el hombre no se libera solo se libera en conjunto. Así el filósofo y el pueblo son los que, de alguna manera, se ayudan a liberarse. El pueblo del la de dominación y el filósofo de enajenación mental causado por los discurso del centro, de la totalidad. El tener conciencia ética será pues ayudar a liberar al Otro. Es escuchar su voz y denunciar, en algún momento la injusticia en la que vive y después guiarlo a su liberación mediante la praxis. Esta praxis, no es sino el actuar intramundano, pero éste actuar puede ser de dos maneras: una praxis de dominación, que la que ha venido ejerciendo el centro sobre la periferia, la totalidad sobre la alteridad, el estado sobre el ciudadano, etc; y la praxis de liberación que se concretiza en la legalidad, en la justicia. Que puede traer inclusive como consecuencia una guerra defensiva. La liberación del Otro es lo que debe buscar con sumo esmero, con preocupación por parte del filósofo, está a la cabeza de las necesidades prioritarias que asume Dussel y esa liberación sólo va a ser posible mediante la confianza en la palabra del Otro: La inteligencia queda como perpleja y debe rendir sus armas quedando a la espera en la esperanza; dicha posición la hemos denominado confianza, fe. Por ello el respeto, la veneración, el reconocimiento de la libertad del Otro (liberté d' Autrui), no puede fundarse en la razón o el logos, en la intuicón o comprensión, sino en la confianza que afirma al Otro como un prius, como lo anterior de suyo (como diría Zubiri) o la negatividad primera del semejante pera jamás igual, el próximo (prójimo) pero nunca el mismo.[123] La interpelación del Otro dl pobre encuentra respuesta en la actitud servicial del filósofo, se encuentran cara-a-cara y mutuamente se ayudan. El primero tiene que creer en el segundo, y el filósofo tiene que creer en la palabra del Otro, es un acto de fe. El hombre nuevo, la humanidad nueva es el proyecto para el futuro. La utopía no la deja de lado el pensamiento de Dussel. Mas esta utopía no es sino la crítica a la ideología dominante. Siempre una utopía es lo que se quiere llegar a alcanzar, si no existiesen tales utopía la condición humana no avanzaría, se quedaría estática: "La utopía auténtica es el pro-yecto nuevo que se va constituyendo (fuera del orden dado) desde la exigencia analéctica del Otro, del pobre, del que siendo oprimido guarda al mismo tiempo una exterioridad escatológica."[124] El vicio consistirá entonces en estar de lado de los dominadores, o bien dominar, ya sea de cualquier manera, y la virtud será la liberación. Un hombre o una mujer virtuosa es la que ayude a la liberación en indeterminado nivel de la vida cotidiana, es la que tiene confianza en la palabra del Otro, virtuoso es el que tiene esperanza en que las estructuras cambiarán para bien de todos, virtuoso es aquel que arriesga su vida por la libertad del Otro, el justo es el que sirve. Los niveles concretos de la ética son la erótica, la pedagógica, la política, la arqueológica, la teológica, la económica. El primer nivel se refiere a la relación Varón-mujer. Es por demás conocido que en Latinoamérica es de preponderancia una actitud "machista", desde tiempos quizá prehispánicos, en la cual el varón domina, subyuga, humilla a la mujer. Es por eso que la liberación también atiende éste reclamo muy justo de la mujer: liberarse del macho. En el nivel pedagógico, heredado de Paulo Freire, Dussel advierte que el estado ha creado la educación como un aparato reproductor de la ideología dominante. El maestro es un instrumento a la mano para el estado, es la gurbia con que se sirve para modelar la suave masa amorfa que es la niñez. Que la escuela es como una fuente de enajenación, que quien bebe será apartado de su realidad circundante. También se refiere éste nivel a la relación padre-hijo, en la cual los padres intentan absorber toda la vida del hijo en proyectos e ilusiones propias, tomando al hijo como instrumento. La ética de la liberación también se atiene a la necesidad de liberación, tanto del maestro y por ende del alumno, como el padre como ciudadano y el hijo como tal. Se debe reconocer la entidad metafísica del maestro, del alumno, del padre, del hijo, su alteridad transontológica. Pero si el maestro, el padre son dominados por el Estado en el nivel pedagógico, también lo son en el nivel político. El otro como hermano se me presenta, pues ambos estamos en medio de una injusticia institucionalizada. La política ya no busca el bien de la comunidad, sino el confort de la obra de arte: el Estado; la eudaimonia de mí mismo. La política busca la oligarquía dominadora. Así en niveles tan sencillos como lo es la relación ciudadano a ciudadano, hasta en niveles internacionales, del centro sobre la periferia, del norte con el sur del globo. La arqueológica se refiere mas que nada, en Dussel, a ese principio que está a la base de la idiosincrasia del latinoamericano, arjé, significa principio del que todo procede y al que todo fluye, en algú sentido es Dios. Lo contrario de la arqueológica es el fetichismo, que lo define Dussel como: el ego europeo y posteriormente todo el centro, constituye un Totalidad divinizada, fetichizada, la cual divinidad exige a los oprimidos de la periferia ( ya los que se encuentran dentro del orden divinizado, al niño, a la mujer y al trabajador), que le rindan un culto obligatorio, Ser ateos de un tal divinidad es la condición de posibilidad de rendir culto al Otro absolutamente absoluto, de cumplir una praxis de liberación.[125] Europa como dios, el centro como el todo poderoso, es la trinidad del padre, del hijo, y del espíritu antes mencionada; es Saturno. Pero también el macho se fetichiza a sí mismo, el estado también intenta suplantar a dios y lo mismo sucede con la tecnología y la ciencia.Es así como empieza a surgir las voces que claman en el desierto; Dussel clama en el desierto, pero ya no está sólo, ahora, está en franco debato con otro, con uno del centro que intenta tener la misma pre-ocupación por la ética. CAPITULO IV APEL Y DUSSEL EN DIALOGO La utopía, aliento del hombre. FRIEBURG 1989 En años recientes, mas específicamente en 1989, el filósofo alemán Karl Otto Apel y el filósofo argentino Enrique Domingo Dussel a invitación de Raúl Fornet-Betancourt han iniciado un fructífero diálogo con intenciones claras de confrontar y comparar ambas posiciones acerca de la ética; además de emprender una conversación que puede llevar a la filosofía metas antes no elaboradas e insospechadas. Como ya vimos lo que intenta Apel es una transformación de la filosofía trascendental kantiana a través de una semiótica trascendental donde el nosotros es la base que fundamenta su teoría del consenso que viene a ser la estructura de que se vale su ética para desplegarse en el mundo de la filosofía. Por su parte Dussel también intenta una transformación de la filosofía a su modo, para él la filosofía primera debe ser la ética, se debe fundamentar en tanto que ética, y debe ser liberadora. Los dos tienen semejanzas y diferencias, ambos parten de la hermenéutica existencial heideggeriana. Ven al hombre como el serahí determinado por la circunstancialidad, por el mundo de la vida, por lo que le acontece, le adviene. Apel entra en posesión de la analítica existencial a través de la lectura directa de Ser y Tiempo de Heidegger. Dussel hace lo propio, pero su camino es menos directo, creo que obtiene el bagaje heideggeriano atravesando primero la lecturas de Levinas. Mas sin embargo, Apel retomará el discurso de Hidegger tamizado por las disertaciones que sobre semiótica realiza Charles S, Pierce. Mientras que Dussel criba Ser y Tiempo por medio del acervo ideológico preponderante en la intelectualidad latinoamericana. Ambos se enfrentan al problema antes descrito en el capitulo 1, cuando afirmamos que la humanidad ha sido rebasada por un proyecto de modernidad que ha traído consecuencias tan desastrosas como la pobreza extrema de algunos y el enriquecimiento excesivo de otros, o bien la violencia de la razón representada íntegramente por las dos guerras mundiales y el genocidio enorme en Alemania. El propósito del uno y el otro, no es soslayar dicho proyecto, sino más bien apartarse de él porque fue poco eficiente y muy contradictorio. Mas ese apartamiento no se da matando a la filosofía, como han hecho los parricidas, los huérfanos y los hijos de los huérfanos; sino más bien, en el caso de Apel es una transformación y en la caso de Dussel es liberación. En noviembre de 1989 en la Academia Católica de la Arquidiócesis de Freiburg se encontraron los dos filósofos. En dicho evento Apel expuso su punto de vista acerca de lo que debería ser la ética, a saber: una superación de la crítica de la razón práctica kantiana fundada en el reino de los fines, con la ayuda de la semiótica pierceana que tiene como característica primordial y fundante el nosotros interpretante de los usos del lenguaje en atención a la argumentación con la determinación de encontrar las normas morales que más convengan a la comunidad comunicativa real. Dussel crítica la posición de Apel en su ensayo denominado La Introducción de la "Transformación de la Filosofía de K.O. Apel y la Filosofía de la Liberación (reflexiones desde una perspectiva latinoamericana)" y está en lo fundamental de acuerdo con él. Es decir, trata, también, de abrir las sendas que no han sido despejadas en medio del bosque. Sin embargo difiere con Apel en que él, Enrique Dussel, tiene como horizonte siempre presente la miseria del pueblo latinoamericano y de la periferia en general: África, Asia, Medio Oriente. Después, en el mismo ensayo mencionado describe el origen de la filosofía de la liberación concluyendo que, Latinoamérica, no está en la premodernidad, ni es una antimodernidad conservadora y tampoco se encuentra en una época posmoderna; sino más bien que es la otra cara de la modernidad: "América Latina, en cambio, nació al mismo tiempo que la "modernidad", pero como su "otra-cara" necesaria, silenciada, explotada, dominada."[126] Mas adelante en el mismo artículo Dussel propone, con la ayuda de un relato entre un antropólogo alemán y un tojolabal, que ente las indígenas sí hay una verdadera comunidad; y esto lo antepone a la comunidad comunicativa ideal de Apel. Esto es, entre los indígenas y, lo que la filosofía de la liberación quiere, es que haya o deba de haber una verdadera comunidad de vida entre los individuos; no una comunidad ideal en que la interpelación del otro, del pobre, no es escuchada, sino más bien que de ahí parte la filosofía del liberación para construir su discurso. El Otro, el silenciado, el excluido, el que está más allá de la comunidad de comunicación es el que verdaderamente debe importar. "El Otro no sólo es trascendentalidad, en el nosotros, sino trascendental a la misma comunidad. Sin embargo de hecho, en la comunidad de comunicación "real", el Otro es ignorado, desconocido, -no reconocido-, y excluido como momento ético de una estructura vigente de injusticia."[127] Le crítica Dussel a Apel que hay una diferencia enorme entre la comunidad comunicativa "real" y la comunidad de comunicación "histórico-posible", ya que escuchar la voz del Otro, es empezar a construir donde ya no haya una Totalidad cerrada en una supuesta sociedad abierta. Además, la filosofía de la liberación sospecha que dicha comunidad de comunicación "real" puede ser siempre una sociedad hegemónica, que al dominar culturas, naciones, clases, grupos, sexos, edades, impone como "real" su propia "particularidad", Otro análisis que realiza Dussel de la ética del discurso es que, la comunidad comunicativa "real" es siempre del lenguaje, esto es, no sale del mismo lenguaje, es ponerse de acuerdo mediante expresiones lingüísticas sin salir de ellas. Quedándose solamente en términos que pudiesen estar por definirse mas que definidos, a saber: bueno, malo, hambre, pobreza, libertad. Etc. Mas para la filosofía de la liberación, la praxis es la que domina en las relaciones entre los humanos y no el lenguaje. Por que se puede dominar y oprimir sin necesidad de decir nada. Esto es, no solamente mediante discursos se oprime y excluye al Otro, sino sobre todo con actos , en la práctica. Es por eso necesario que se de mas que una comunidad de comunicación sobre el lenguaje u del lenguaje, una comunidad praxis sobre la vida o de la vida. MEXICO 1991 A estas observaciones realizadas por Dussel a la ética de Apel, éste contesta en un ensayo denominado La Pragmática trascendental y los problemas éticos norte-sur. Conferencia dictada en el Seminario organizado en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, en México, en febrero de 1991. Que se dio como el segundo momento del proyecto iniciado en Freiburg, Alemania. En dicho ensayo, Apel inicia manifestando que el filósofo debe, por principio de cuentas, atenerse a una pretensión universalista basada en una fundamentación última de la filosofía, que el filósofo debe ir en contra de los contextualismos como el de Richard Rorty y otros. Sin embargo, tratándose de que dicha validez universal esté determinada por una eurocentrismo es cuestión aparte y de otro tono. Menciona, asimismo, que varios filósofos, de corte variopinto, desde los postheideggerianos, hasta los postwittgensteineanos, pasando por todo jaez de posmodernos han asegurado que, el filósofo como ser finito, está condicionado por su historia y su contexto sociocultural; sin embargo él no está de acuerdo con esas posturas relativizantes. Afirma de sí que es anticuado, que el mismo título de su conferencia "Pragmática Trascendental" lo revela sin tapujos. No obstante, en lo que sigue, pondré de relieve, en primer lugar, el fuerte impacto que ejerce la perspectiva sociocultural particularmente sobre el pensamiento de un filósofo."[128] Después pasa a decir que él como filósofo y como pensador de izquierda a estado sometido a la experiencia del derrumbe del marxismo-leninismo y a la creciente enajenación que produce el capital y tales hechos escapan de la mano del hombre. A continuación, Apel sostiene que hay una tensión que no se puede evitar y que no se puede interrumpir entre la comunicación e interacción del mundo de la vida por un lado, y su alienación en los sistemas sociales funcionales por el otro. Esto trae como consecuencia que deba haber pretensiones de validez de corte universalista para no caer en un relativismo exacerbante. Y esa pretensión de validez universal solamente se da mediante le discurso argumentativo que es una especie de metainstitución trascendental a todas las instituciones socioculturales. "Es necesario mantener mediante la comunicación un control reflexivo, por decirlo así, de los sistemas, es decir, finalmente, mediante la metainstitución del discurso argumentativo."[129] Acto seguido Apel deja de lado su experiencia del derrumbe del marxismo-leninismo para centrarse en lo que para él fue una decisiva tensión y contraste ante las lecturas de los trabajos de intelectuales Latinoaméricanos y sus visitas a este subcontinente. Pero más específicamente surgió la tensión del custionamiento de Enrique Dussel a su ética de la comunidad de comunicación realizado en Freiburg. "Por lo tanto, intentaré, en lo que sigue, reconstruir la aproximación pragmático-trascendental de la ética del discurso como una ética universalista mediante un intercambio de argumentos con los comentarios pertinentes de Enrique Dussel."[130] A pesar de todo Apel no cede ni un ápice en su consideración acerca de que la ética debe tener visos de validez universal y que es la suya la que tiene, en especial, este rasgo distintivo y tan necesario. Para ésta demostración Apel va a partir de dos distinciones arquitectónicas de la ética del discurso, primero: la distinción entre el apriori de la comunidad real de comunicación y el a priori de la comunidad ideal de comunicación y, segundo: la distinción entre la parte A y la parte B de la ética misma. Apel sostiene, para referirse a los puntos antes mencionados, A y B, que los dos comparten el mismo a priori trascendental, y que están en relación dialéctica. Y es menester tomar en cuenta, según Apel, que cada participante de una comunidad de filósofos, científicos, son en primer lugar, argumentadores serios; y en segundo dos cosas de suma importancia: "que una persona es miembro de una comunidad real de comunicación con sus antecedentes históricos ... y al mismo tiempo es miembro de una comunidad ideal de comunicación, que no existe y nunca existirá realmente ,,, debe presuponerse e incluso anticiparse contrafacticamente como existente en todo argumento serio."[131] Esto en un primer momento parece oscuro. Un mismo miembro es partícipe de una comunidad de comunicación real y al mismo tiempo a una ideal. ¡Vaya problema de ubicuidad! Pero veamos cómo explica tan opaca bipartición del filósofo argumentador. Esto es, todo aquél que argumenta lo hace con pretensiones de validez universal. No se puede argumentar sin tener dichas pretensiones. Si se dice argumentador serio lleva el propósito de dar un último fundamento a dicha argumentación. Sin embargo, cabe la posibilidad de que sean excluidos algunos de dicha argumentación: "... las razones para excluir a los otros son dos, y en la mayoría de los casos son ambas, razones de una lógica de desarrollo de la conciencia, sugeridas por ejemplo por la escuela de Piaget-Kohlberg, y también razones en un sentido de la marginación represiva según Ribeiro y Dussel."[132] Termina esta idea diciendo que todos pueden acceder al discurso argumentativo si se eliminan las causas de exclusión. Y se debe asumir -dice Apel- que todos los pueblos hasta ahora excluidos tienen condiciones trascendentales análogos a las que se presuponen. Sin embargo, vuelve a su concepto original de una pragmática trascendental que le parece que elimina dicha exclusión del otro. Apel regresa a la parte A de su ética, es decir, la más abstracta para tratar de clarificar con mayor precisión el enredo del argumentador serio que pertenece a una comunidad de comunicación real e ideal. Así pues recuerda las ideas de Richard Rorty para constatar que el pragmatismo, al igual que lo postwittgensteineanos, dejan de lado las ideas regulativas o contrafácticas que son tan indispensables para argumentar. Se vale de Charles S. Pierce para asegurar que, aún en este pensador que fue el fundador del pragmatismo, era necesario la anticipación de condiciones contrafácticas de un ideal en el ideal de la comunidad de comunicación. "Por lo tanto, la comunidad ideal de comunicación, aunque está necesariamente anticipada por los miembros de la comunidad real de comunicación, no es una utopía concreta, ya que es a la vez mayor y menos que una comunidad histórica posible."[133] Creo que no quedó muy claro. ¿ O sí? Sin embargo en el párrafo siguiente Apel asegura que la comunidad comunicativa ideal no es, como ya dijo, una utopía concreta, sino más bien, una idea regulativa, es lo meramente trascendental, es lo que da condición de posibilidad de la comunidad comunicativa real. Mas me pregunto ¿ no es, como en Kant, la comunidad comunicativa ideal un reino de los fines preestablecido? No lo sé. Lo que sí se ve muy claro es que Apel no abandona su idea de una pragmática trascendental. Y continúa: "En tanto, por otro lado, una comunidad de vida concreta, -para usar u termino dusseliano- nunca puede ser trascendental desde mi perspectiva".[134] Prolonga Apel su idea central asegurando que hay una confusión en asimilar la comunidad comunicativa ideal como una utopía concreta y que más bien está en el espacio y en el tiempo para asegurar el fruto de la argumentación seria de los miembros de una comunidad comunicativa real. Y qué dicha interpretación, ya manifestada, de la comunidad ideal lo emparienta con una tradición de la cual no es heredero, como es el caso de Marx, Engenls, y se podría decir hasta Ernest Bloch; que por otro lado, le parece patética. Y que aún más, él, Apel, no lleva la idea del progreso por el lado de Hegel y de Marx, sino más bien lo hace desde la idea kantiana de fundar la idea del progreso histórico por medio de la ética, como una tarea ética y no como otra cosa. Después Apel se refiere a un problema en particular como lo es la explosión demográfica, acentuada en el hemisferio sur. Dicha explosión ha traído como consecuencia la crisis ecológica que está padeciendo nuestro mundo entero, y que no sólo el sur tenga la culpa, sino que más bien hay una cierta responsabilidad por parte del norte. En el siguiente parágrafo Apel puntualiza otro problema concreto que se está viviendo en la actualidad y que atañe principalmente al sur: "Ribeiro, al igual que Dussel, señala, el hecho de que las teorías del desarrollo sociocultural pueden asumir una función ideológica, estrechando las estructuras represivas de dependencia e incluso de esclavitud, indicando con ello distinciones en las etapas de desarrollo."[135] Apel está de acuerdo en lo fundamental en esto, sin embargo; comenta, que no solo las teorías de desarrollo sociocultural han tenido algo de culpa en la función ideológica, sino también, la negativa a la educación dentro de los países del tercer mundo. Por otro lado el igualar los estándares de vida entre los europeos y los ciudadanos del tercer mundo, podría traer, en su consideración muy particular, consecuencias desastrosas. Pues ¿cómo sería de grande la contaminación si todos los habitantes del mundo traerían automóvil? Yo no sé si es ingenuo Apel, pero cuando hablamos de mejoramiento de vida de los habitantes del tercer mundo, no se está hablando de automóviles, si no que se está hablando de no morirse de hambre. Apel sostiene que lo que intenta realizar la ética del discurso es relativizar los estándares de vida. Pues le parece que el sur no tiene por qué desear lo estándares de vida del norte. Si no que más bien puede llegar a su desarrollo sui generis sin aumentar la crisis ecológica. Claro que es necesario exterminar el hambre, pero después no se puede decir que la vida de los europeos sea la mejor y el modelo a seguir. Hay otros caminos. Y que esos otros caminos se deben encontrar por consenso, mediante los discursos argumentativos honestos, buscando lo mejor para todos. Otro problema que debe afrontar la ética del discurso es el planteado por Enrique Dussel, el de la exclusión del pueblo de los discursos argumentativos, asegura Apel. Pero para solucionar dicho problema debemos aceptar dos cosas: "primero, no se puede sostener la separación entre la racionalidad consensual y la racionalidad estratégica de interacción."[136] Y es la ética de la responsabilidad la que puede darle solución al problema de exclusión de los pueblos que no pueden argumentar mediante la disolución de dicha separación entre ambas racionalidades. En efecto - declara Apel- la comunidad de comunicación ideal no debe ser afectada en nada por la determinación de la comunidad comunicativa real. Es decir, que la idea regulativa, que es la comunidad de comunicación ideal es trascendental y por lo tanto válida para todo mundo, que incluye a los desposeídos como a los poseedores. Parece obvio que esta consideración proporciona el punto de vista desde el cual la ética del discurso, como un principio de responsabilidad, puede también proporcionar el fundamento para aquellas máximas de la acción en las cuales debe confiar la ética de la liberación para poder hacer justicia de aquellos que por el lugar que ocupan todavía no tienen una oportunidad real de argumentar.[137] Así pues termina su respuesta Apel al cuestionamiento hecho por Dussel en Frieburg con el pleno convencimiento que no dejará de lado su pragmática trascendental en la que está basada su ética del discurso, sino que al contrario, la reafirma como la vía óptima para salir de los problemas éticos entre el norte y el sur. En su ensayo, La Razón del Otro. La interpelación como acto-dehabla Dussel da la réplica a tan grandilocuente discurso llevado a cabo por Apel. En el uno punto uno de dicho ensayo comienza Dussel por revisar el recorrido intelectual y de formación de Karl Otto Apel que inicia, como ya vimos, con Wittgenstein, pasando por Heidegger tamizado de manera sutil por la semiótica trascendental de Charles S, Pierce. Y asegurando que siempre le a preocupado el lenguaje. Después en el 1.2. realiza el mismo ejercicio de reconocer el trayecto pero ahora el de la filosofía de la liberación. Sin abrogarse como el único representante de un movimiento tan amplio como lo es la filosofía de la liberación, recuerda que su legado le viene a su vez de Heidegger, de Levinas y de la preocupación ya latente en la intelectualidad latinoamericana. En el punto 2 de su ensayo y valiéndose de esquemas y diagramas, denominado la interpelación, Dussel propone que su discurso parte de la intuición de Levinas de que el Otro es la fuente originaria de todo discurso posible; que es un discurso esencialmente ético. Y el interpelar al que se refiere Dussel no solamente es un acto del habla mas, sino mas bien, es un acto de habla con una cierta intencionalidad; dicha intencionalidad no es sino la ética: Te "interpelo" por el acto de justicia que debiste cumplir conmigo.[138] Esto es, que la interpelación se usa aquí -asegura Dussel en una llamada al pie de página- de manera distinta de como corrientemente se utiliza. Interpelación aquí es enfrentar a alguien pidiéndole cuentas por el cumplimiento de un responsabilidad o deber contraído. En el parágrafo 2.1. designado con el nombre de "Exterioridad e "Interpelación" Después de resaltar que mandar o pedir o exigir no es igual a interpelar, concluye que: Por "interpelación", entonces, entendemos un enunciado performativo sui generis que lo emite alguien que se encuentra, con respecto a un oyente, "fuera" o "mas allá" (trascendental en este sentido)al horizonte o marco institucional, normativo del "sistema", de la Lebenswelt husserliana-habermasiana o de la Sittlichkeit hegeliana, que fungen como la "totalidad" de un Levinas.[139] El liberador pues toma como suya, la interpelación del Otro y al final es declarado culpable y excluido de la totalidad. En el parágrafo 2.2. titulado: "Interpelación y las pretensiones" de validez, Dussel lo divide en cuatro grandes parágrafos para su mejor explicación. En el primero Dussel se refiere a que el acto del habla al que él se refiere viene a caer en una cuasi-comunicación, cuasi-inteligibilidad. Ya que el hablante que está en la exterioridad no se puede comunicar con el oyente del sistema a causa del que el oyente que está en la totalidad lo cree incompetente para llevar a cabo una argumentación seria. En la segunda parte Dussel afirma que la Interpelación no tiene, de por sí ella misma, pretensiones de verdad, ya que no es un concepto epistemológico. No obstante sí se puede llegar a tal validez atendiendo a la dignidad de las personas. Esto es, cuando Afirmo que yo te "interpelo" por el acto de justicia que debiste cumplir conmigo.[140] Se está teniendo en cuenta, no las responsabilidades del oyente para con el hablante; que pudiera no tener, o basado en el acuerdo consensual, que pudiera nunca llega; sino que más bien, que el interpelante se opone al consenso vigente que desde el pasado hasta ahora lo excluye, pues su argumentación es radical y muy posiblemente no aceptada de hecho. En el tercer punto Dussel confirma que la interpelación, como fuerza ilocucionaria, no puede estribar en su inteligibilidad, ni tampoco en su verdad, ni en las normas de rectitud. En cambio, sí puede consistir en su veracidad. En efecto, El oyente no tiene otra posibilidad genuina de comunicarse "seriamente" con el hablante, sino por el "creer" o "aceptar" racionalmente la sinceridad de la interpelación del pobre. Este por su parte debe expresarse de tal manera que su "intención" sea claramente interpretada; que su sinceridad, su veracidad, quede al descubierto porque es la garantía fundamental de la pretensión de validez comunicativa de su "acto-de-habla"[141]. De esta manera es como se puede dar según Dussel la interpelación del Otro y la comprensión del que está dentro del sistema. En la cuarta parte Dussel declara que la pretensión de validez de rectitud, tampoco se le puede adjudicar a la interpelación, ya que el que interpela siente que la normatividad existente es la que produce su miseria; por lo tanto, no queda mas que la no-normatividad de lo establecido para pasar a una institucionalidad donde el interpelante tenga derechos que ahora no tiene. Pasa Dussel al punto tres de su trabajo que lo llama: La Razón del Otro. La Exterioridad y la comunidad de comunicación. Después de un breve introducción donde deja sentado su concepto de interpelación, entra a explicar plenamente lo del titulo de dicha parte. En el 3.1. que es la Exterioridad y la comunidad de comunicación ideal, el filósofo argentino, ya mexicanizado por cierto, dice que la comunidad de comunicación ideal o trascendental como la entiende Apel o universal como la entiende Habermas, no tiene en cuenta la razón del Otro, al interpelante como interpelante, en su exterioridad real como persona. Y propone una nueva definición de comunidad de comunicación ideal teniendo en cuenta el derecho de poder situarse siempre virtualmente como Otro dentro de la misma comunidad. Esto es, que cualquier miembro de una comunidad tiene derecho al disenso. Dicho disenso tiene en cuenta la exterioridad, no que la mencionada exterioridad niegue a la comunidad, sino que mas bien la afirma en cuanto la hace aparecer como reunión, con-vergencia entre personas totalmente libres. Asevera Dussel que ningún acuerdo, por absoluto que parezca, puede dejar de lado el tener en cuenta la Razón del Otro. En el 3.2. Exterioridad y comunidad de los científicos. Analiza la parte B de la ética de Apel y sugiere que le importa poner de relieve el disenso, es decir, cuando alguna persona no está de acuerdo con el acuerdo vigente ¿Qué es lo que pasa? Pues pasa que cuando esto sucede el descubridor se pone en relación a la comunidad que tienen dicho acuerdo como Otro, no es que sea tajantemente otro, sino que empieza a otrificarse. Entonces, es repudiado, repulsado por la comunidad que reafirma el acuerdo vigente con más fuerza y energía. Pues bien, este descubridor que ha encontrado algo diferente, que ha tropezado con el acto-del-habla de pobre es la filosofía de la liberación. Que obviamente será tenida por falsa e incomprendida; pero que en su tenacidad -asegura Dussel- está lo que puede ayudar a un cambio de paradigma o de cosmovisión, es decir, de acuerdo. El seguimiento de las ideas de Domingo Dussel se lleva acabo en el párrafo 3.3. que por su largo título lo acortamos a Tipos concretos de interpelación. En los renglones que siguen nuestro valiente filósofo, que los divide en seis puntos, trata de explayar como se pueden dar los tipos concretos de interpelación. Después de recordar que es el mismo problema de exterioridad ya antes mencionada, y de que el mundo de la vida al que se refiere Habermas no puede ser el mismo que el mundo de la vida del Sur; pues aquél es el hegemónico y dominador; comienza la primera parte diciendo que el primer nivel concreto de interpelación es el racismo vivido en Estados Unidos, en Alemania, en Sudáfrica y en Latinoamérica con sus indios y afroamericanos. En la sección 'b' habla del machismo tan predominante en nuestra Latinoamérica, y lo que llama Dussel el uxoricidio de la mujer. Ella es la dominada, la que es puesta como objeto sexual, la que también interpela El trabajador, el obrero que vende su fuerza como el único recurso que le queda para sobrevivir ante la vorágine del capitalismo salvaje; de igual forma interpela. La devastación de la naturaleza excluyendo a las futuras generaciones que están por venir, y un mundo que no nos pertenece. El eurocentrismo excluyente, como modelo de vida civilizada que impone ideas, modas, costumbres, modos de pensar, etc. Y finalmente lo que para Dussel es tan importante el que mas del 75% de la población se encuentre en una pobreza bochornosa e imperdonable; son todos estos millones de pobres los que interpelan a grito abierto y cuello alzado. Ya en el apartado 4 que se denomina: De la "pragmática" a la "económica". Dussel asevera que a la pragmática de Apel le falta construir una económica que dé cuenta de los problemas éticos que se puedan originar de los procesos económicos. Le achaca también Dussel a Apel una ceguera ante la pobreza extrema provocada, principalmente, por los países eurocentristas, y por el capaitalismo cruel de la cultura anglosajona. FRANKFURT 1992 El siguiente avance del diálogo entre la ética del discurso y la filosofía de la liberación fue realizado en Francfort, Alemania, en 1992. Dicha etapa fue publicada por la Universidad de Guadalajara y compilado por Enrique Dussel, bajo el título: Apel, Ricoeur, Rorty y la filosofía de la liberación. En esta publicación se encuentra la réplica que realiza Karl Otto Apel al comentario de Dussel efectuado en el seminario en México. El trabajo de Apel se denomina: La "ética del discurso" ante el desafío de la "filosofía de la liberación". Principia Apel recordando los antecedentes históricos de la discusión actual, entre él y Dussel. Rememorando que fue a iniciativa de Raúl Fornet-Betancourt que se inició el tan citado coloquio que aún perdura. Y que por su parte, para Apel, la consideración de Dussel le ha parecido muy benéfica para la comunidad comunicativa real de filósofos en todo el orbe. Va a emprender su discurso reflexionando sobre dos tópicos en la disertación hecha por Dussel. La primera, que se refiere a la pobreza y exclusión de la comunidad argumentativa de un 75% de la población mundial; y la segunda, que alude a la mala lectura que tienen los filósofos europeos, en particular Apel, del Capital de Marx. A la primera consideración Apel se manifiesta de la siguiente manera: que está de acuerdo, en lo esencial, con Dussel de que ese 75% de excluidos deben ser escuchados y que es una tarea importante para la ética del discurso. Sin embargo, tal comentario no hace, para nada -en el razonamiento de Apel- tambalear la concepción pragmática trascendental en la que se sustenta la ética. Muy por el contrario ya se había previsto tal crítica cuando se hacía la siguiente pregunta en la parte B de la ética "¿cómo debe actuarse bajo la suposición de que las condiciones de aplicación de una ética fundada en la comunidad comunicativa ideal no se encuentren en gran parte dadas?"[142] Y se había respondido a dicha pregunta que quienes participan en la comunidad comunicativa deben tomar en cuenta y considerar los intereses aún de los que no son privilegiados en participar en dicha comunidad. Pues todos quedarán afectados con el consenso al que se llegue. Mas con todo eso, los participantes están obligados a crear las condiciones de posibilidad de la ética del discurso de manera más global. Termina esta idea diciendo que Dussel comparte con él la preocupación por el otro, pero que sin embargo, le parece que el discurso argumentativo es el que en verdad pueda lograr la solución a los problemas éticos y de otra índole. En la segunda idea que es la misma lectura que se hace de la obra de Marx, Apel atiende a lo correlativo al tema: después de hacer una gran consideración al proceso degenerativo al que le llevo la crisis a la Unión Soviética, y detrás de la reflexión sobre la caída del marxismo-leninismo con una erudición que no deja dudas de que conoce el tema, y del socialismo occidental, Apel concluye que el mismo Dussel en su libro de 1977 la Filosofía de la liberación, hace pensar que no va aceptar un diálogo norte-sur tras una reforma del capitalismo. Y que dicho libro está influenciado de manera decisiva por Marx y la creencia de una utopía concreta y después, en un segundo momento, por la teoría del imperialismo desarrollada por Lenin y Rosa Luxemburgo que se manifiesta de manera latinoamericana como la teoría de la dependencia. Y Apel se cuestiona ¿cómo responder a dictamen tan global? En el 5.4. que lo llama: La problematización escéptico-pragmática de las teorías generales de desarrollo político. Incluyendo aquí Apel la teoría actual de dependencia. Lo primero que cita es un comentario de Habermas en el que se asegura que se ha perdido la visión integral del conflicto Norte-sur y de la política de desarrollo. Asesta el primer golpe a Dussel al afirmar que la teoría general de dependencia ha sido superada, que ya no es vigente, pues simplifica de manera ridícula un problema más intrincado y complejo como lo es la relación Norte-Sur. Además, pone el ejemplo de Singapur, de Hong Kong, y de Corea del sur para asegurar que la teoría de la dependencia apelando a la situación geográfica y política queda fuera de combate. Con esto está de acuerdo todos aquellos que critican a la filosofía de la liberación o a la teología de la liberación.[143] Corona esta idea afirmando que el Norte no ha tenido la culpa directa del subdesarrollo del sur, sino que más bien es una problemática interna a los países, que va desde el aspecto poliétnico, hasta la oligarquía desarrollada en muchos países, las guerras continuas, etc. Con la ayuda de dos analistas económicos, como lo son Thomas Huertienne y de Alberto O. Hirschamann, Apel continúa su perorata afirmando que, el desarrollo económico de Latinoamérica se parece al de Inglaterra y al del pueblo germano prusiano de mediados del siglo XIX y que por lo tanto, la dependencia no es característica de América Latina, y segundo, que con el hecho del fin de la guerra fría, Estados Unidos no seguirá con su política del patio trasero. (¡Que alentador!). Sin embargo, Apel se hace una pregunta fundamental: ¿Se obtiene de ello ( de lo afirmado arriba) un resultado enteramente negativo de la valoración situacional en la que Dussel basa su "filosofía de la liberación"? La respuesta es No. Y desarrolla tal respuesta en el punto 5.6. que lo ha designado como: Los hechos éticamente relevantes de la relación entre el primero y el tercer mundos que apoyan la valoración situacional y las pretensiones de Dussel. En primer lugar , dice Apel, la ética de Dussel se presenta como una critica a la ética del norte, como una interpelación de los pobres, y así se debe tomar, no como otra cosa. Enumera, a continuación, algunas situaciones que han acentuado el conflicto entre el norte y el sur. 1° El colonialismo llevado a cabo por las potencias del siglo XVI en América, África, esto y su consiguiente exterminio de los nativos. Que por otro lado, la situación de tales nativos no ha cambiado mucho desde entonces. 2° La luchas de independencia de las diferentes colonias en América no trajo los beneficios deseados por todos, ya que la pobreza es tan grande como entonces. 3° Los negros fueron esclavos desde entonces. 4° El colonialismo sigue a través del creciente influjo del capitalismo salvaje, la deuda externa que prácticamente es impagable, el acabamiento de los recursos naturales, la caída de los precios de las materias primas; en conclusión que el norte ha sido injusto con el sur, pues éste con sus materias primas, y su fuerza de trabajo ha pagado más de lo que debe, y aún así sigue endeudado. A su manera de ver un problema que tiene vigencia perenne en cuanto una macroética es la relación Norte-Sur, por cuestiones ecológicas, así como por cuestiones socioeconómicas. Sobreentendido esto, pasa Apel a dar sus consideraciones acerca del marxismo y a concretar la idea de que la filosofía de la liberación es una utopía. Hay -según Apel- tres teorías que han alcanzado fama entre los pensadores latinoamericanos, y que han contribuido o son parte de esa idea marxista de que la utopía debe ser superada por la ciencia; que se debe dejar de lado el utopismo para transformarlo en realidad. 1° La teoría de enajenación. 2° La teoría del valor del trabajo y la plusvalía. Y 3° La teoría histórico-determinista. En cuanto a la primera tiene Apel que decir dos cosas: a) Preponderantemente hay que superar la relación sujeto-objeto de legado moderno para de ahí entender la relación entre la interacción y el trabajo que se da en una comunidad de vida y sólo entonces resulta posible el comprender el surgimiento de las instituciones sociales. Y b), disolver la enajenación a través de la emancipación, es para Apel, una utopía de regresión cultural, en la cual, nadie es enajenado y cosificado por nadie; esto sería el reino de libertad deseado por Marx. Ahora bien , no se trata de suprimir la problemática de la enajenación como la enunció Marx, sino más bien tener en cuenta un sistema eficiente que esté en constante apreciación por parte de sus integrantes, y que es el discurso argumentativos la metainstitución que no cosifica a los demás, sino que los toma como seres que se pueden comunicar y darse a entender. En lo referente a la teoría del valor del trabajo y la plusvalía, Apel asevera que, después de hacer un examen minucioso de las conceptos de valor de cambio y de valor de uso, concluye lo siguiente: el intento de superar la enajenación y la cosificación de la praxis del mundo de la vida inherentes al sistema económico capitalista apelando exclusivamente a las fuerzas de producción y a las relaciones de producción ... equivale a una regresión de la cultura o a una burocratización que paralizaría la economía. En cuanto al determinismo histórico, también debe abandonarse, ratificar Apel. Esta determinación históricista ha concluido en que los intelectuales se erijan como el "filósofo rey" de Platón; como las de Stalin, Mao o Lenin Para terminar, Apel manifiesta que Dussel cree que Marx es un pensador ético en el sentido de conceptualizar un imperativo categórico. Mas sin embargo no sería el primero. Kant ya afirmaba un imperativo categórico en el cual se involucraba la idea del progreso social. Además, como ya se vio las teorías de Marx, son en el mejor de los casos posibles una utopía regresiva. La tarea que debe acometer la ética del discurso la resume Apel así: "lo que importa y lo que nos debe importar es influir de manera políticamente efectiva y éticamente responsable en las condiciones institucionales de marco (...) con el objeto de hacer justicia a la interpelación de los pobres del tercer mundo."[144] El trabajo de Dussel bautizado con el nombre de Hacia un diálogo filosófico Norte-Sur y junto con el otro trabajo Del escéptico al cínico, son lo que podríamos llamar la contestación del filósofo latinoamericano a los comentarios tan acerados y agudos realizados por Karl Otto Apel. El primero de los trabajos fue leído por Dussel a instancias del 70 aniversario de filósofo alemán, mas el segundo es la objeción directa de la anterior conferencia dada por Apel. No obstante en las dos se encuentran ideas para refutar a Apel. En el primer trabajo, Dussel inicia poniendo en claro el estado de la cuestión. Recuerda en dicho párrafo (les gusta recordar a ambos) el seguimiento que ha llevado el diálogo hasta el momento, pasando por Frieburg, en 1989, México en 1991, hasta 1992 en Francfort, es decir hasta ese momento. Para Dussel, Apel sigue en el mismo camino de la razón del yo, aunque es un yo que se ha establecido en nosotros, aún sigue siendo moderno para Dussel. Todavía tiene esa cara de irracionalidad, de nihilismo activo que produjo la época de la tecnociencia. El racismo y eurocentrsimo no lo ha superado Apel y el corolario de esa inauguración del irracionalismo a escala mundial es el nazismo, tan temido por el mismo Apel. En el primer apartado se refiere Dussel al mito de la modernidad e inicia su redescripción de tal época con una cita de Kant de la filosofía de la Historia, en la cual se manifiesta la culpabilidad del hombre por la alienación; y que es la ilustración quien los salvará de tales desvaríos. Insiste Dussel que el filósofo contemporáneo se mueve dentro de ese sentido de la vida que proporciona la ilustración. Siguiendo con la idea, Dussel afirma que Hegel apostrofa a Latinoamérica, Asia, África esa inmadurez de la que hablaba Kant, afirmando, consagrando con fuerza el eurocentrismo. Y todas las ideas anteriores se resumen para Dussel en la querella por la conquista entre Ginés de Sepulveda y Bartolomé de las Casas; y que continua sus estragos desde esos tiempos nostálgicos, hasta la invasión de Panamá, la guerra del golfo pérsico, etc. Esta es la cara irracional de la modernidad en la cual se afirman algunos seres humanos como superiores y se subyuga, se socava a los demás, a los bárbaros, a los Otros. Esta es la postura de la filosofía de la liberación que comparte con Fray Bartolomé de las Casas, entre otros. En el siguiente fragmento denominado: Exterioridad-Totalidad, Lebenswlt-System. Desarrolla Dussel la idea que ya conocemos: de que aparte de la Totalidad está la exterioridad, los Otros , los que no están en el sistema, los que no están dentro de la comunidad comunicativa real. Sale tal categoría de Levinas, como ya sabíamos, ahora también sale de Marx; cuando habla de que el trabajador que es la exterioridad del sistema capitalista, que está afuera. Lo mismo sucede en el plano erótico desde Frued, la mujer es la que está en la exterioridad del machismo, etc. El siguiente párrafo y último, titulado Comunidad de comunicación y comunidad de vida. Aquí Dussel llama la atención sobre la necesidad que hay para referirse, en una comunidad no solamente a lo lingüístico y a las condiciones de posibilidad de verdad o a las pretensiones de lo mismo; sino que también, hay que tener en cuenta el trabajar, el comer, el vivir y las pretensiones de justicia, de libertad, etc. La filosofía de la liberación se compromete con la miseria y los oprimidos y no solamente con los que pueden argumentar, o se interesan por las cuestiones de verdad. En el siguiente ensayo, citado ya, Del escéptico al cínico. Inicia especificando que este ensayo se ha desprendido de una reflexión hecha por el filósofo argentino sobre la concepción filosófica de Wittgenstein y que la mismo tiempo tiene el objetivo de proseguir el diálogo con Apel. Apel intenta dar una fundamentación última partiendo de un oponente escéptico, mas la filosofía de la liberación enfrenta directamente al cínico; la pragmática trascendental quiere sacar las condiciones de posibilidad de conocer la verdad y tiene pretensiones de este jaez, Dussel tiene un encono con todos aquellos que no desean reconocer en el Otro como un ente moral con derecho a la libertad. La ética del discurso hace caer al escéptico en una contradicción performativa, pues al argumentar ya siempre se toman en cuenta los a prioris de tal argumentación, pues sus pretensiones de validez no pueden ser negadas sin caer en contradicción; pero tampoco pueden demostrarse sin caer en petición de principio. "Toda la estrategia argumentativa del pragmático trascendental se enfrenta siempre a un escéptico. Si el escéptico "entra" en la argumentación, caerá necesariamente en una autocontradicción performativa... ." [145] Sin embargo Dussel opina que hay una figura, una forma de no entrar en contradicción en la pragmática trascendental si n entrar en la discusión o a la argumentación. Pues Apel tiene muy presente la figura del escéptico, mas para Dussel existe otra figura. El escéptico, en cierta medida, afirma al Otro, le da la posibilidad de ser, no obstante, el cínico niega al Otro desde el principio, no le da la oportunidad de nada. Es una decisión práctica negar al otro, no se da el encuentro porque le resta igualdad al otro. El cara-a-cara es negado por el cínico, ya que éste toma al otro como un instrumento, como un momento de su razón estratégica. Al cínico le interesa el poder, el poder es el fundamento de la razón cínica, es la voluntad de poder sin mas. Ante el cínico nada puede argumentar la ética del discurso el cínico jamás entrará en la argumentación. La filosofía de la liberación esta en franco debate, en franco encono contra los cínicos y su razón estratégica que se funda en el poder, la razón cínica que quiere, desea, busca el poder. La filosofía de la liberación, en un primer momento, describirá al enemigo del cínico, es decir, el Otro; después, funda las categorías para poder describir el proceso de totalización excluyente. Además, esto es radicalmente apriori para la estructuración de la contestación al cínico, esto es precisamente lo que Apel no vio -según Dussel- pues está inmerso en una razón estratégica fundada por el cinismo. "La acción argumentativa de la ética del discurso cumple una "función" interna en el sistema, ya que en realidad sólo enfrenta al escéptico, académico, científico, pero no descubre su más profundo y real oponente: la 'razón cínica' "...[146] Con la ayuda de un esquema, Dussel explica, que solo cuando se presenta el rostro del Otro, cuando se le descubre como excluido del sistema y se le da la voz para que clame por su liberación, es cuando a la razón estratégica defendida por la razón cínica se le rasga el velo y se identifica con la responsabilidad. Esta constituye la respensabilidad a priori que es anterior a toda responsabilidad comunicativa. Termina este ensayo sugiriendo que la ética de la liberación no puede ser un momento de la parte B de la ética del discurso, que en cambio podría ser muy factible que la ética del discurso sea parte, solo un momento de la filosofía de la liberación. El filósofo debe ser el que guíe, en el proceso de liberación contra escépticos y cínicos, a los desarrapados del mundo, a los oprimidos, subyugados, excluidos, a los pobres de las naciones periféricas. COMENTARIOS CRÍTICOS COMENTARIO A APEL. El presente comentario crítico no es con el fin de condenar absolutamente la teoría de Apel sino que es con el intento de señalar los punto débiles de la teoría, tanto en lo epistemológico como lo referente a la ética. Es por eso que la primera crítica que se le puede hacer a Apel es esa, su teoría consensual de la verdad no es más que una adecuación de todos los participantes en la investigación de un suceso; primero con el suceso, y después entre sí. La intersubjetividad está mediada por la interpretación de la pragmática de los signos lingüísticos de Pierce que, según el doctor Beuchot, esta semiótica es recogida de la tradición escolástica. Esta parte de la segunda escolástica o escolastica-renacentista fue la que más influyo sobre Pierce y su elaboración de la semiótica. Ciertamente usó mucho a autores medievales -espacialmente nominalistas como Ockam- en sus estudios de lógica- sobretodo en lógica de relaciones-; pero en sus investigaciones sobre la semiótica, además de Duns Scotto, está muy presente la escuela portuguesa, a través del Cursus philosophicus de los jesuitas de Coimbra, los Conimbricenses. Pierce los utiliza mucho para su noción de interpretante.[147] Es así que si Apel se basa en la semiótica trascendental de Pierce y éste se basa en la escolástica segunda, no podemos decir que la posición de Apel sea muy nueva o deje de lado la adecuación de la mente con las cosas y con otras mentes. Por otra parte Apel instaura la argumentación dialógica como el horizonte irrebasable, al que todos se deben sujetar para llegar al consenso; tanto en cuestiones de verdad como en lo que se refiere a la ética. Y sin embargo, la argumentación dialógica tampoco es nueva. En su libro Ensayos sobre la teoría de la argumentación, la remite Mauricio Beuchot a los tópicos dialéctico de Aristóteles. Es así que no es nada nuevo. En efecto, también Fray Alonso de la Veracruz en su libro Tratado de Tópicos Dialécticos hace un revisión de las suposiciones del estagirita. La argumentación está al principio de la filosofía, es la que la hace continuar, Apel es escolástico. Apel acusa a Heidegger de un olvido del logos y a Emmanuel Kant de olvidarse de fundar la ética en cuanto referencia a una responsabilidad histórica; mas si de acusaciones se trata se puede acusar a Apel de dejar a la ética a la sombra de la epistemología. Apel cometió el mismo error que sus predecesores que intentaron fundamentar a la ética. En Kant, Hegel, Stuart Mills, Nietzsche, James, el fundamento de la ética no es mas que una burda copia del fundamento de la epistemología, del espíritu absoluto, de la utilidad, de la voluntad de poder, de la pragmática; lo mismo sucede con Apel. No funda a la ética en tanto que ética, en lo que tiene de propio y de sí. Menciona que la ética debe buscar el consenso de la comunidad comunicativa ideal y ese consenso no fue pensado para construir a la ética, sino que más bien, fue elaborado para continuar con la tradición cartesiana-kantiana de fundamentar la epistemología en algo inconmovible. No se salva Apel de la acusación que le dirige él mismo a Kant. Su posición también es epistemológica. Es un metarrelato que tiene pretensiones de absolutez, unidad y de una panconceptualización increíble. En efecto, Kant, con su yo trascendental, que no es empírico ni histórico, intentaba darle a la filosofía ilustrada la piedra angular que sirviese para construir todo conocimiento posible, para escapar de la incertidumbre, evadirse del error y abrazar con brazos fuertes a la certidumbre, a la exactitud, a la verdad. En cuanto a la cuestión de la razón practica Kant se ve obligado a referir la libertad un reino de los fines establecido por Dios; pues lo que le interesa es salvar la ética de la relatividad fundándola en el imperativo categórico. Apel se cree heredero de esta tradición, se cree con el deber de fundar la filosofía en algo irrebasable, sólo que, como ya vimos ese algo irrebasable no es nada nuevo. Quizá lo único nuevo sea la partícula nosotros a la que tanto se aferra para salvarse de un solipsismo estilo Descartes. Sin embargo, éste es un término de tipo metafísico, es por eso que cae dentro de la metafísica que desea alejar. Otro punto que es poco claro dentro de la teoría de Apel es ¿cómo puede sacar de dos posturas que no tienen ninguna pretensión de absolutez, ni de fundamentación, como lo son la hermenéutica existencial y los juegos del lenguaje de Wittgenstein, una fundamentación última de la filosofía con sentido epistemológico? ¿Cómo puede Apel extraer de dos discursos que se refieren a la contingencia del ser y del lenguaje un discurso con pretensiones trascendentales? Es decir, ni Heidegger ni Wittgenstein buscan fundamentar de forma última e irrevocable a la filosofía. Como ya vimos más arriba, ven a los filósofos anteriores a ellos como deformados por los chichones que se provocan con intentar rebasar el lenguaje, o intentando posturas metafísicas; desfigurados por su ambición de dominio del ente, por el olvido del ser. Apel reconcilia ambos discursos por medio de la pragmática trascendental. Pero ¿no es la semiótica pierciana algo tan ambiguo o más que la certeza sensible de Hegel o los enunciados atómicos de Popper? Apel no lo deja tan claro. Y no lo deja tan claro porque Apel asume la hermenéutica heideggeriana de manera tácita. Es decir supone que Heidegger está en lo correcto. Lo cierto es que, a mi manera de ver, hay en Heidegger un apasionamiento tajante que nadie cuestiona y que por lo tanto hay puntos poco esclarecidos: como lo es la famosa fórmula del olvido del ser. De todas maneras Apel lo acepta como fundamento de su teoría. Por otro lado Wittgenstein con su juegos del lenguaje intenta destruir todo lenguaje último de la realidad, todo plexo unívoco omnicomprensivo definidor de la realidad. Y sin embargo Apel lo traiciona. Interpreta al filósofo vienés como mejor le conviene para la elaboración de su teoría. No niega los juegos del lenguaje, pero los quiere agavillar en uno solo, unívoco, no equívoco. Pero quizá uno de los puntos más punible y el que más interese para ésta investigación de la teoría de Apel sea la idea de honestidad de los argumentadores en la ética dialógica de la responsabilidad. Apel en la explicación de la ética del discurso dice que la va a llamar así porque no le interesa un ética de la comunicación, pues ésta se puede dar de muchas maneras; le va a interesar especialmente la argumentación. Pero para que un argumentador sea serio tiene que ser honesto. Ya está Apel caracterizando al argumentador, le esta dando un distintivo ético. Este argumento es circular. Pues para llegar a un consenso ético los interesados deben ser éticamente honestos. No es un argumento fuerte. Se supone que le tienes que dar al individuo razones suficientes y válidas para que haga el bien y no el mal. El decirle que va argumentar sobre cuestiones ética a alguien pero que lo va a hacer de manera ética y responsable es un argumento circular. Es como decirle que debe ser bueno porque sí o porque es bueno ser bueno. Apel con su ética pierde ante los cínicos, ante los teóricos irónicos, ante los pensadores que no tienen y no quieren tener un compromiso de responsabilidad con su historia y con los demás. Otro punto sumamente criticable es el de que la ética se lleve a cabo por medio del consenso. En efecto, por medio del consenso se puede dejar de lado muchos derechos propios de los hombres. Pondremos un ejemplo concreto para ver que la ética dada por el consenso puede tener efectos negativos no deseados. Supongamos que en una comunidad, cualquiera que sea su vastedad, ya sea un estado o un país; están argumentando sobre el aborto y ganan los que den argumentos mas lógicamente estructurados o eficazmente contundentes. ¿Qué pasa? El aborto se legaliza en dicha comunidad; y con ello un homicidio con premeditación alevosía y ventaja. O bien, se pone a tema de debate el que se despenalice el tráfico de drogas y al poco tiempo se ven las penosas consecuencias de niños consumiendo drogas como si fueran gansitos. La ética, a mi manera de ver, no se debe fundar en la argumentación, pues ésta no es principio eficiente y suficiente para que se establezcan normas éticas buenas para todos. Los intereses de grupo, de individuos pueden mediar dicha argumentación y, por lo tanto, ser traicionado el fin al que se intentaba llegar. El nosotros de Apel está también en entredicho. Este nosotros es excluyente, quiere decir que hay "otros" que no son nosotros y que no pueden entrar en la argumentación. Esos otros son los que no pertenecen a nuestra comunidad, son los distintos, los bárbaros; pero, ¿dónde están los bárbaros? ¿Quienes son nosotros y quienes los otros? Al intentar definir el "nosotros" siempre estamos en riesgo de que intervengan ciertos juicios de valor en tal definición. Y por tanto ser poco ecuánime, poco imparcial. Apel considera que este "nosotros" es lo único que puede ayudar a la ética del discurso en la transformación de la ética kantiana del sujeto; pero no se da cuenta que dicho termino es un favoritismo, un sectarismo, un elitismo. Apel no deja de ser alemán eurocentrista. COMENTARIO A DUSSEL A Dussel se le pueden apostrofar muchas cosas, vamos por orden. Él intenta fundamentar la ética partiendo de una destrucción de toda la ética anterior pues está basada en el sujeto. Es cierto esto, pero sólo en el horizonte de la llamada modernidad; más sin embargo hay discursos éticos que no se pueda decir que estén fundados en la categoría teórica llamada subjetividad. Esto no es así en la ética antigua, en la ética de los clásicos. A Platón y Aristóteles les interesaba el bien de la polis, es decir el bien común. Parte de tal estructura de la ética pasará, sacralizada claro está, al cristianismo. Sin embargo, el cristianismo tiene su manera de decir la ética, tiene su propio discurso, este es el amor al prójimo, incondicionalmente. Ya en con la emancipación de la conciencia, en tiempos más cercanos, sí es cuando la ética se basa en el Yo. Creo que Dussel no puede desoccidentalizarse, esto es, no puede dejar de lado las categorías que están implícitas en la cultura occidental, no puede superar la metafísica del oeste. No puede destruir algo que se viene construyendo hace más de dos mil años. Está envuelto en esta ideario, en estas creencias y esto lo revela su propio relato. Otro punto que no está del todo esclarecido, es ¿cómo pretende Dussel que su filosofía se llame auténtica latinoamericana mientras maneja categorías europeas? En efecto, para fundamentar su ética parte de la analítica existencial heideggeriana y de una supuesta transformación de la dialéctica hegeliana. Aunando a esto las concepciones de Levinas de Totalidad y el Otro y la ética como filosofía primera. Dussel no parte de la idiosincrasia propia del latinoamericano para construir su ética. Sino que como todos los proyectos ambiciosos, importa las ideas, las estructuras conceptuales de los europeos. Enrique Dussel no es auténtico, no piensa, como en algún momento se podría pensar, la existencia del latinoamericano; piensa más bien en abstracto, en agudezas intelectuales, en ideas. Cierra los ojos a ese ente nuevo que es Latinoamérica, a esa diversidad cultural, a es mezcla heterogénea de estirpes. Estoy en acuerdo con el maestro Lauro Ateaga en que la fundamentación de la ética por parte de Dussel es un poco deficiente o que se basa en un acto de fe, es decir en creer en la palabra del Otro; sin embargo no sólo es la fe quien fundamenta a la ética, veamos con mesura. Ciertamente que la ética de Dussel, que es un discurso racional tiene en su cimientos algo que no lo es. La fe en la palabra del Otro es la única certeza posible de la cual se debe aferrar el filósofo para cambiar se mirada hacia el pobre, la exterioridad, etc. "Ese acto de fe es con-fianza deseo (désir), ágape, amor de justicia. Desde luego no es la fe que define la religión cristiana como la adhesión al Otro absolutamente absoluto como un don y para la cual se requiere el auxilio divino, sino la respuesta que da el hombre al llamado del Otro humano."[148] Tiene mucha razón el maestro Lauro Arteaga, es por lo mismo que la ética que construye Dussel es como un gigante con pies de barro, una construcción discursiva laboriosa, de lectura endemoniadamente complicada, pero que su sostén es incongruente con el proyecto original. Pero en lo que basa la ética Dussel no sólo es en el acto de fe del filósofo ante la palabra del Otro. Sino que más bien, lo que creo percibir en el discurso dusseliano es que el hombre, el ser humano, al estar en la existencia, es ante todo un ente ético, un ser moral; que su primera relación al llegar a la existencia no es con la physis como lo pudieran pensar los griegos, ni es la subjetividad inmanente como en los modernos, sino que es más bien su relación con el Otro, esto es con su madre y posteriormente con su padre, su hermano etc. Esto es el ser humano al existir es un ser ético. No obstante, esta manera de pensar así Dussel no la extrae de la cultura latinoamericana, sino más bien del lituano afrancesado Emanuel Levinas, que parte a su vez de la fenomenología de corte husserliano. Es así que Dussel no crea un discurso nuevo, sino que amalgama de manera maravillosa las diferentes disertaciones europeas en una supuesta filosofía de la liberación. Él que condena al occidente totalitario de una perorata de la mismidad, donde siempre se refieren a sí mismos; dónde es la autoimagen regulada por los conceptos; donde es la creación de sí mismos; Dussel hace exactamente lo mismo, repite de manera consciente, el mismo discurso, la misma arenga, la misma perorata, la misma flatulencia que sus acusados. Otro punto que es importante considerar son los términos Totalidad y alteridad. El primero, como ya vimos lo substrae de la filosofía de Levinas con un matiz muy propio. Pues para Dussel la Totalidad es el Yo autárquico, pancreator, que esta a la base del pensamiento occidental. Y la alteridad sería lo que está afuera del tal Totalidad, es decir, el Otro, el que no está dentro de lo mismo. Con todo, calificar de filosofía totalitaria, sofística, inauténtica, domesticadora y perversa al fenómeno que con ese título apareció y se sigue cultivando en Occidente, suena cuando menos agresivo; ... Y por el contrario, calificar sin más como auténtica, verdadera, liberadora, gesto de héroes a la filosofía que nace y se desarrolla en la "periferia" ... parece demasiado audaz y presuntuoso.[149] Comparto estas ideas con el maestro Lauro, sin embargo, creo que tiene ciertos visos de verdad lo que postula Dussel. Descartes, Kant y sobre todo Hegel, cuando piensan en el ser humano piensan en los europeos, no se preguntaban por el pensamiento de los demás, es decir, de los que no son semejantes a ellos, no se preguntaban por los diferentes y sus diferencias; más bien se autoafirmaban monologamente. Por otro lado la alteridad sí me parece una realidad. No solamente en la línea económica sino también en la línea del pensamiento. A lo latinoamericanos se nos reconoce cierta capacidad en algunas artes o en la poesía o novela, más nunca en el pensamiento, ni en la filosofía. Lo mismo ocurre en la economía y otros. Algo semejante la pasa a lo países de Asía y de Oriente medio. ¿Por qué querer que todas las personas piensen de la misma forma? ¿Dónde está la barbarie y dónde la civilización? Es totalmente fatuo pensar que los europeos son los civilizados y que todos los que no son europeos no lo son. Creo que Europa como mater omnibus del que se ufanaban algunos ya ha quedado superada, pues la influencia es recíproca, no se puede decir que los europeos tengan una superioridad; pues tales categorías no son válidas. En su método Dussel, del que tanto se envanece, es uno de los puntos, como lo asegura el maestro Arteaga. En efecto, para empezar tal método parte de un concepto escolástico como lo es la analogía; dicho método ya se encuentra en las obras de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Era algo muy recurrido en aquellos tiempos; y pretendía suponer que las diferencias no eran tan radicales, que había algo que las emparentaba, que tenían ciertas semejanzas: por analogía se entiende a la santísima trinidad como lo asegura San Agustín en De Trinitate y toda la escolástica que repartía al ser por analogía. Es así, que lo que retoma Dussel como analéctica no es tan nuevo y tan original. Por otro lado, el pensar en la alteridad como análogo a mí ya se da también en la fenomenología De Husserl. Así es Husserl, al estar hablando de percepción analógica está atendiendo a que hay otros seres semejantes a mí que puedo escuchar y que por lo tanto se puede establecer una intersubjetividad. Además, la ana-léctica pareciera, como lo indica el profesor Arteaga, tiene en su base otro acto de fe, como es el conjeturar el alguien desde su Totalidad pueda comunicarse con el Otro: "Si la analogía vale sólo para la ontología, no puedo valerme de esa noción para tratar de establecer una comunicación con el Otro. Quizá por eso dice Dussel que se trata de una ana-logía, concepto que vale para la meta-física. De ser así debemos suponer que nos encontramos en otro ámbito, en el de la fe"[150] Y esto es así gracias a que el método de la ética es transexistencial. ¿Cómo aclara este punto Dussel? Realmente no lo hace. También se da en la ética de Enrique Dussel, un cierto maniqueísmo. El pueblo es el bueno y los gobiernos despóticos son los malos, el hombre es el malo ante la mujer, el Estado ente el ciudadano, el centro ante la periferia, la totalidad ente la alteridad, el padre ante el hijo, el maestro ente el discípulo. Y esto es un cierto pensamiento ingenuo. Ya que ambas partes al estar en la existencia pueden ser buenos o malos, ya que ambos tienen voluntad; no necesariamente siempre el pueblo, el hijo, la mujer, el ciudadano, etc, son los buenos y los otros son los malos. Siempre en estas consideraciones hay matices, que va del blanco pasando por todos los grises hasta llegar a lo más negro y oscuro. No se trata tampoco de canonizar una de las dos partes sino simplemente de afirmar que hay en el discurso de Dussel un cierto una cierta influencia de Maniqueo. ¿Será liberadora? Es una de las preguntas mas fuertes que se le pueden hacer a la filosofía de la liberación de Enrique Domingo Dussel. ¿Realmente su filosofía libera al pueblo oprimido, a la mujer subyugada, al obrero explotado, al ciudadano violado, al alumno enajenado, al creyente iluso, a la periferia dominada? ¿Hasta qué punto el discurso de Dussel llega a las masas y las convierte, o a los grandes industriales o todos lo dominadores para hacerlos caer en la cuenta de que están haciendo mal? Dussel asegura que su discurso no es tan abstracto y que atiende más bien a la praxis liberadora. Mas sin embargo no parece ser que las teorías de Dussel tengan efectos prácticos, es más, ni siquiera que este haciendo escuela, que tenga seguidores de fijo y de continuo. Es cierto que en años recientes ha tenido un diálogo con Apel y que se esperan frutos de dicho diálogo. No obstante, si se dice filosofía de la liberación no debería tratar de convencer a un filósofo o a una comunidad de filósofos sobre sus teoría, sino que más bien debería procurar que su discursos fuesen una realidad. La liberación no se hace sino liberando. No con discursos endemoniadamente intrincados o boscosamente inaccesibles, con una erudición aplastante, sino con actos, con acciones. HACIA UNA ÉTICA DIALÓGICA DE LA LIBERACIÓN Hemos visto hasta el momento cómo estos dos filósofos han reaccionado contra la modernidad, contra ese olvido del hombre, contra ese ego cogito que todo lo envuelve, o contra el yo trascendental, en oposición al espíritu absoluto; adversarios de Saturno que se ha tragado a su hijo-creador, contrincantes de la metafísica de la subjetividad. Hemos visto también, que los dos salen del discurso de la modernidad de manera diferente que sus contemporáneos, postfilósofos, y que en cierta medida se enfrentan a ellos, a los arqueologistas, deconstructores, historicistas, a los teóricos irónicos, a los cínicos e intentan superarlos, superar ese cinismo y esa irresponsabilidad. Ahora bien, los dos, como se ha mostrado hasta el momento, tanto Apel como Dussel, tienen la certeza de que sus teorías acerca de la ética son excluyentes y en algunos puntos hasta contrarias, sin embargo en la lectura que hago de ellos encuentro que sus teorías sobre la ética no son contrarias y que, inclusive, no solo son excluyentes sino que se complementan muy bien para la construcción de una megaética mundial. Veremos como. Primeramente analizando el discurso de Apel y de Dussel, el hombre vemos que como tal tiene la función esencial de abrirse libre y espontáneamente al "otro yo", para formar un nosotros. La personalidad de cualquier ser humano es la vida intima desarrollando sus riquezas espirituales sobre el mundo y sobre los demás. Y el hombre se realiza plenamente dándose por completo a los demás, para formar ese "nosotros" o una comunidad (con Apel). El hombre crece en su persona conforme crece en su relación interpersonal con los otros: en actitud de diálogo, comprensión y cooperación (con Dussel). Crece según se relacione con un número cada vez mayor de personas y no solamente con los de su grupo o con los de su estatus o nacionalidad. Así crece la dimensión personal en la comunidad. La persona necesita desarrollarse, liberarse ( con Dussel ). Pues, entonces, la comunidad no se puede cerrar. De ahí que el avance continuo sea la apertura del hombre a lo universal. La persona se abre primero a un pequeño grupo, luego a la comunidad, después a la asamblea y a todas las comunidades hasta a la humanidad. En cambio el hombre cerrado al "yo" o al "tu" de su comunidad como es el caso de la modernidad o de los llamados posmodernos, se halla frustrado, contradictorio consigo mismo. Hoy, el peligro para el hombre está en una sociedad despersonalizada, en una sociedad técnica que no hace referencia mas que a la dimensión menos importante del hombre: la dimensión congitiva-técnica, o de bienestar material dejando su persona en la mas completa soledad o, si se quiere encadenada a la peor esclavitud al de la masa (Ortega y Gasset). La modernidad, cambiando al hombre de mente, lo introdujo irresistiblemente en la masa, sin dejar abrirse al "otro yo" y le somete en el anonimato, confundiéndolo con la máquina, que funciona, pero que no se responsabiliza. Una comunidad no es una masa donde el hombre cae como un átomo. La masa no tiene personas, sino un haz de fuerzas que se dejan empujar en dirección de su conductor. Para poner estas fuerzas en marcha se las despersonaliza, se les masifica, se les impide la reflexión y se les empuja por la sugestión, bien por la política, bien por una dictadura o bien mediante coerción económica. En la masa no cuentan los valores personales, sino sus funciones, su contribución utilitaria. En cambio, la comunidad donde se realiza el hombre, no vive de organización, sino que es algo preestablecido, algo consecuente a la naturaleza social del humano (Aristóteles).Es por eso que es tan importante la liberación del hombre, como diría Dussel. La comunidad no es una relación abstracta (como le diría Dussel a Apel), sino un encuentro real, concreto con el "tu". Sólo se vive la comunidad cuando la cordialidad de la confianza que se profesa fluye hasta el "yo" de cada individuo, envolviendo a todos los miembros en la estima común; sólo que esta inclinación común se realiza en la responsabilidad y en la cooperación, en la ayuda a los demás para liberarse. Pues si yo me responsabilizo con la comunidad me tengo que responsabilizar con cada uno de los miembros de dicha comunidad. La comunidad exige mutua apertura con la que todos los miembros quedan enriquecidos. La comunidad se desarrolla cuando alguno de sus miembros, que tiene personalidad deja huella en ella y viceversa. Cuando en la comunidad funciona la dialéctica acuerdo-desacuerdo, se debe recurrir como bien afirma Apel, a la discusión y argumentación de los tópicos en cuestión. Así es como la ética de Dussel y de Apel se pueden complementar. De la lectura que hago de la ética de la liberación se ve a las claras que Dussel no tiene un método para llevar acabo la liberación de los oprimidos, de los que están sometidos al yugo de la Totalidad, no tiene una manera de hacer efectivo sus aspiraciones de igualdad entre la periferia y el centro. Tiene la ética de Dussel el que, o bien lo que se requiere para que haya equidad entre los integrantes del mundo, pero le falta el como lo va a realizar. En efecto, para Dussel es muy importante que el ser humano se libere, los pobres de su miseria, los ricos de su egoísmo, los teóricos irónicos de su cinismo, el centro-Totalidad de su ceguera, pero no tiene el procedimiento para llevar a cabo la liberación, aún y cuando la guía del filósofo sea una luz que ilumine, el filósofo no cuenta con una estrategia a seguir. En un determinado momento habla de revolución pero eso solo es una medida drástica; pero por vías pacificas no tiene el camino muy claro. Es como un soldado que sabe lo que tiene que hacer pero no sabe cómo hacerlo, no cuenta con los aparatos indispensables para realizarlos y la estrategia mas conveniente; no hay un plan bien definido en la filosofía de la liberación. Por su parte Apel desarrolla de manera basta el como se le podría hacer para establecer una ética de la humanidad solo que le falta el que. En efecto, Apel tiene los instrumentos necesarios para construir dicha ética sin embargo, le falta el foco de luz hacia donde dirigirse. Es como un marino que tiene un excelente barco no obstante no sabe hacia donde dirigirlo; está en medio del mar embravecido y no reconoce el rumbo necesario; y por lo tanto se puede perder en la grandeza del mar y lo picado de las olas; puede establecer como su objetivo muchas metas que en lugar de hacerle bien a la humanidad le pueden hacer el mal. Asimismo, Apel da la impresión que se deja influenciar por ese haz de fuerzas que corren desbocadas sin freno ni brida y que no saben hacia donde las conducen, y cree que lo que pide la masa es lo mejor, sin perjuicio de sus teorías, creo que no debe ser así. Por otro lado si bien con su pragmática trascendental Apel intenta demostrar que tiene la transformación de la filosofía y con ella la transformación de la ética, no tiene, en cambio, bien conceptualizado que sería lo mejor para el hombre, qué es lo bueno. Ciertamente que habla de responsabilidad histórica, a pesar de ello, tal responsabilidad histórica puede atañer solamente a los miembros de su grupo y nunca estar en concordancia con el resto de la humanidad. Además, la ética de Apel se muestra como un constructo teórico que está desligado con la realidad y las necesidades de la mayoría de los eres humanos; aún y cuando apele a la parte B de su ética no hay esa ligazón con la problemática verdadera. En lo concerniente a que Apel intenta una fundamentación última del conocimiento y de la ética basada en la semiótica trascendental de Pierce y que Dussel parece que no tiene tal intención, no se contraponen tampoco ya que la fundamentación que hace de la ética Apel no afecta en nada, ni deforma el discurso ético de Dussel. Es cierto que Dussel le critica muy duro a Apel que dicha fundamentación tenga visos de idealismo o bien de una especulación que está fuera de la realidad. No obstante, sus éticas no se oponen sólo por este punto, ya que en cierta medida la ética de Dussel también tiene impresiones de fundamentación, cuando tiene la pretensión de que su ética no sólo es para los latinoamericanos; sino también y sobre todo, para todos los humanos. Así tiene pretensiones de validez universal. De esta manera la ética de Apel es el marino que se embarca en su bien equipado barco y la ética de Dussel puede ser el faro que lleve a buen termino la travesía de la embarcación. Apel con su razón discursiva otorga los pertrechos necesarios y Dussel con su filosofía de la liberación es la aspiración que se intenta consumar, que se intenta hacer efectiva para la construcción de una ética dialógica para la liberación, para una megaética que pueda abarcar al norte como al sur, tanto al centro como a la periferia, tanto a la Totalidad como a la Otredad y se disuelvan todos estos distingos. Esto no es más que el inicio de tal ética. La suerte está echada.