María: « Hagan todo lo que os diga” (Jn 2, 5) Después de haberse dado cuenta que JESÚS había entendido y obedecido su petición, MARÍA pide y anima a los servidores de las bodas de Cana de ponerse al servicio de CRISTO. Por este primer signo milagroso: “cambio del agua en vino”, JESÚS responde particularmente a una necesidad concreta, y toma conciencia de su misión. A la petición de MARÍA, para cumplir este signo, JESÚS necesitaba concretamente el servicio de los hombres. Pues, por MARÍA, él comparte con nosotros, lo que compartimos con él. Para ser servidores de CRISTO, necesitamos compartir tiempo con él a imagen de MARÍA. Al compartir tiempo con CRISTO por nuestra fe, estamos también llamados a compartir tiempo con los demás. Fe y caridad son una sola cosa. En su carta “Porta Fidei” por el año de la fe, el Papa Benedicto XVI nos dice esto: “La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y la caridad se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino.” Compartir, son acciones de colaboración para ponerse plenamente al servicio de los demás. En este año de la fe, la Iglesia nos invita a vivir unos tiempos de repartición con las familias, los pobres, los enfermos, los excluidos de la sociedad… …Retomando las fuentes del Evangelio; dejándonos guiar por MARÍA, seremos misioneros de la Iglesia en el corazón del mundo. Un mundo marcado por numerosas fragilidades y numerosas debilidades. A través de su propio recorrido, san Luis María Grignion de Montfort nos ayuda a compartir unos tiempos misioneros en medio del mundo. Desde su llegada a Poitiers, unos pobres del hospital, unos míseros descubren en él una atención particular para ellos a través de sus miradas y de sus cuatro horas de oración en la capilla. De manera que tienen un afecto particular hacia él. Y son ellos los pobres que le eligen como acompañante, para socorrerlos y enseñarlos. Por nuestra manera de compartir con los demás, damos testimonio de la presencia de CRISTO en el corazón de cada uno. Como MARÍA, acogiendo a JESÚS en nosotros, estamos llamados a hacer resplandecer una auténtica caridad que forma parte de la mayor acción de la Iglesia en el mundo. ¿Cómo hacer reconocer este servicio principal de la Iglesia en el corazón de nuestra sociedad? En la diversidad social, cultural y religiosa, me parece importante compartir con valor y determinación para construir y vivir juntos una vida humana real. Gracias a esta diversidad social, estamos llamados a una verdadera vida fraternal. Como bautizados, somos también ciudadanos, empleados en unas empresas, en unas asociaciones, en la vida pública… Por nosotros, la Iglesia está inserta en la sociedad. Nuestra vida de cristiano está llamada a compartir la vida misionera de la Iglesia con todo ser humano tal como es; para dar testimonio de la caridad gratuita de CRISTO por cada uno de nosotros. Durante su peregrinación a San Lorenzo, el Papa Juan Pablo II ha hecho este saludo: “Algunos han hecho prueba de un conmovedor espíritu cristiano, cuando, religiosos o seglares, cuidan los heridos cualquiera que sea su campo… al evocar algunos rasgos de vuestra historia, quisiera invitarles a retener los mejor de ello. Que estéis atados a CRISTO; como él, amar toda la humanidad, comenzando por los miembros los más desfavorecidos compartiendo la caridad. Que estéis fieles a la Iglesia, a la Eucaristía y al sacramento del perdón. Dejaos penetrar RISL Dany Bille Page 1 sur 4 por el amor que viene de Dios.” Juan Pablo II nos invita a imitar a CRISTO en su compromiso hacia toda la humanidad y particularmente los más pobres. Tenemos que vivir y compartir plenamente nuestras acciones sociales para mostrar el arraigamiento de nuestra vida cristiana. Este arraigamiento que toma fuerza y se construye a partir de la Palabra de Dios para amar a los demás como Dios mismo nos ama. “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.” (Jn 15, 13) Arraigando nuestra vida cristiana a través del compartir, servimos a CRISTO. Para servir a Dios, Tenemos que acercarnos a los que están en el sufrimiento. El sufrimiento que sea moral, psíquico, material o físico. En el mundo de hoy, muchas personas están cada vez más despojadas y atraviesan sufrimientos de todos tipos. ¿Qué hacer por ellos y con ellos? ¿Qué decirles? ¿Cómo comportarse frente a ellos? Servir a los demás; Primero tenemos que acogerlos bien para un trabajo real de acompañamiento que nos invita a la paciencia para medir el sufrimiento del otro y nuestras propios límites. JESÚS nos ha acogido tal como somos y ha compartido con nosotros para que compartamos con nuestros hermanos lo que es: El Dios de la Misericordia. La importancia de la acogida es primordial. ¿Cuál es pues nuestra manera de acoger, es decir, servir a la invitación de CRISTO? Para servir bien a nuestros hermanos y hermanas tenemos que ponernos a su escucha para caminar lo mejor posible con ellos en la confianza mutua y la paciencia. El servicio concierne todas las dimensiones de la vida social. “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme… ¿Cuándo fuimos a verte?" Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." JESÚS nos recuerda que servir a un hermano es una acción positiva para él. Nos muestra, como vivir la relación con los demás y particularmente con los más pobres. Pobrezas que dejan fragilizar los vínculos no solo en la sociedad, sino también dentro de las familias. Par compartir bien con nuestros hermanos, para servir bien a Dios sirviendo a nuestros hermanos y vivir bien nuestra misión, existe una etapa importante que es la formación. Mediante las formaciones que nos propone la Iglesia, vivimos en colaboración con ella. Gracias a la Iglesia, caminamos con JESÚS por MARÍA en nuestra misión pastoral. El Papa Francisco nos invita a amar a JESÚS por el servicio en la humildad; sirviéndole humildemente por amor a nuestros hermanos. Para ser misioneros, la importancia de estar bien formado se hace evidente. Estar formados por nuestras diócesis, por nuestras comunidades es un instrumento de profundización de la fe, de la Palabra de Dios, de comprensión y de adaptación a los diversos sufrimientos de nuestros hermanos. Por unas buenas formaciones, Servir y Compartir, es: asentar unos actos concretos de fe, de caridad y de esperanza. La caridad que es una fe activa, brota de una comunión profunda con Dios. Por el compartir y el servicio, cristianizamos no solo a los pobres, los enfermos, los jóvenes…, pero también su entorno. Compartir y Servir están en el corazón de una relación pedagógica que está en el corazón de la evangelización. Para hacer bien todo lo que JESÚS nos dice, tenemos que descubrir la imagen que nos da la Virgen MARÍA. La mirada de MARÍA durante las bodas de Caná nos ayuda, no solo a contemplar a su Hijo, sino a ponernos a su servicio. San Luis María Grignion de Montfort no ha dejado de ponerse bajo la mirada de la Virgen MARÍA sino para servir plenamente a su Hijo. Como san Luis María Grignion de Montfort, a la escuela de MARISL Dany Bille Page 2 sur 4 RÍA, por nuestros compartir y nuestros servicios, hacemos descubrir a nuestros hermanos y hermanas la misericordia de Dios que nos sostiene en nuestra misión. No paraba de orar para servir bien a los jóvenes, los pobres, los enfermos, los excluidos de la sociedad a imagen de JESÚS. Cuando MARÍA dice: “Haced todo lo que os diga”, nos invita a descubrir la figura DIACONAL de JESÚS; porque “No ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida por la multitud.” Compartir y Servir son dos pilares que nos ha arraigado en DIACONIA 2013 en Lourdes durante su concentración, (9-13 de mayo de 2013) donde los obispos de Francia nos invitan a vivir y a compartir para arraigar nuestras diócesis, nuestras parroquias y nuestras comunidades en un real servicio de fraternidad. A lo largo de esta peregrinación, hemos entrado en un verdadero diálogo para vivir en la caridad, la justicia y el amor de nuestros hermanos y hermanas. En la diversidad social, cultural y religiosa, es importante compartir con valor y determinación para construir todos juntos una nueva cultura de la vida humana. Gracias a la diversidad, estamos llamados a vivir una vida fraternal no solo con los pobres, sino también con los que tienen riquezas para compartir. Como lo ha vivido totalmente san Luis María Grignion de Montfort. Por el DIACONIA, la Iglesia, en nombre de CRISTO y a su imagen se pone al servicio de los pobres, de los enfermos, de los excluidos de nuestra sociedad, de nuestros jóvenes, y también de los ricos que necesitan compartir legalmente y humildemente una parte de sus riquezas. Por DIACONIA, ya no hay ruptura entre nuestra experiencia espiritual y nuestro compromiso en el mundo. Al dirigirnos a CRISTO y al ponernos al servicio de nuestros hermanos, damos testimonio de la presencia de Dios en nosotros y fuera de nosotros. Tras todos las reuniones que hemos vivido y compartido, en las celebraciones, tras los testimonios de varios enfermos, de personas cuidadoras, de personas aisladas, de jóvenes en dificultades, de familias en la miseria, de antiguos prisioneros, de extranjeros… los 86 obispos que nos piden servir la fraternidad. Por nuestros ministerios, estamos todos invitados a discernir los signos y las necesidades de nuestros hermanos para ponernos a su servicio. DIACONIA 2013 Vuelta de LOURDES Estas tres jornadas excepcionales vividas en Lourdes nos han empujado permanentemente en la pregunta: ¿Cuáles son nuestros caminos para el futuro? El primer camino es desarrollar una buena acogida a la escucha de las parroquias; porque es el primer camino de evangelización de la Iglesia. Hoy día, muchas personas están aisladas, rechazadas por la sociedad y crecen en un sufrimiento atmosférico. Acogiendo a los pobres, los enfermos, los que sufren interiormente, les ayudaremos a integrarse no solo en la Iglesia, sino también en la vida social. Otro camino importante es estructurar fuerte y plenamente unos vínculos en el servicio de los enfermos, de los pobres, de los que sufren interiormente… en el mundo y en la Iglesia. Es una invitación a animar el vivir juntos entre la Iglesia y los pobres en el mundo. Nuestro mundo es cada vez más trastornado por el desgarramiento del vínculo familiar y amical. Estos desgarramientos fragilizan los vínculos entre los hombres e instalan múltiples sufrimientos. RISL Dany Bille Page 3 sur 4 Estamos pues invitados por nuestros obispos a tejer unos vínculos para ponernos al servicio de la fraternidad. “A la lectura del Evangelio, siguiendo a Cristo servidor, todos han aprendido a escuchar la voz de los pobres de nuestro tiempo. Juntos, que nos atrevamos al cambio de mirada sobre los más frágiles. Abandonamos una mirada que juzga y humilla por una mirada que libera. Juntos, que nos atrevamos al cambio de actitud en el seno de las comunidades cristianas para que los pobres y tengan todo su puesto.” A lo largo de estas tres jornadas, los obispos, los sacerdotes y los diáconos, nos hemos puesto en los mismos bancos que los laicos (enfermos, discapacitados, personas mayores, en buena salud y los jóvenes); incluido durante las misas. Estas presencias colectivas han abierto los ojos y el corazón de muchos que sufren sobre “la presencia de Dios cerca de ellos. Hemos vivido el Vivir juntos por la presencia de los ministros ordenados cerca de nosotros” Por la acogida y el acompañamiento, sumamos, servicio y anuncio de la Palabra de Dios. Damos un verdadero rostro de amor de la Iglesia para todo ser humano. Este rostro no es una imagen sino un compromiso en la caridad y la fraternidad. ¿Cómo puedo ayudar a la Iglesia en su servicio, en su servicio en el mundo? Sirvamos pues la fraternidad haciendo todo lo que JESÚS nos pide. Dany bille, diácono permanente Servidor de JESÚS por MARÍA RISL Dany Bille Page 4 sur 4