FUNDACIÓN UNIVERSITARIA IBEROAMERICANA EL CÁNCER: UN ENFOQUE ESTRICTAMENTE BIOLÓGICO-NATURISTA Preparado por Ángel R. Barreiro Maymí Proyecto Final de Máster presentado por Ángel R. Barreiro Maymípara la obtención del Máster en Estudios Biológico-Naturistas y Homeopatía Profesor-Tutor Sandra Jarrín Enero, 2012 Caguas, Puerto Rico 1 0 INDICE 1. INTRODUCCIÓN………………………………………………….. 4 2. OBJETIVOS……………………………………………………….... 5 2.1 General………………………………………………………….... 5 2.2 Específico………………………………………………………… 5 3. CONTENIDO ………………………………………………………... 5 3.1 ¿Quées el cáncer y quélo causa?................................................... 5 3.1.1 Definición de cáncer……………………………………… 5 3.1.2 Factores de riesgo………………………………………… 6 3.1.3 La importancia del entorno……………………………….. 7 3.1.4 ¿Es la edad un factor de riesgo?.......................................... 7 3.1.5 El peligro de los campos electromagnéticos……………… 8 3.1.6 Estrés: el enemigo en la intimidad………………………... 9 3.1.7 El riesgo de los aditivos en los alimentos…………………. 10 3.2 Incidencia y tendencia del cáncer en Puerto Rico………............... 13 3.3 Mortalidad por cáncer en Puerto Rico…………………………….. 16 3.4 Inefectividad de los tratamientos convencionales contra el cáncer... 18 3.4.1 Cirugía…….............................................................................. 18 3.4.2 Quimioterapia.……………………………………………….. 21 3.4.3 Radioterapia………………………………............................. 25 3.5 El Cáncer: Los problemas de diagnóstico………………………… 30 3.6 Las manipulaciones estadísticas en el cáncer……………………... 34 3.7 Efectividad terapéutica de los métodos biológico-naturistas en el tratamiento del cáncer……………………………………………… 36 3.7.1 Nutrición………...................................................................... 37 3.7.2 Fitoterapia…………………………………………………… 44 3.7.3 Homeopatía…………………………………………………. 52 3.7.4 Terapia Ortomolecular y Oligoelementos……....................... 55 3.7.5 Ozonoterapia………………………………………………... 63 2 3.7.6 Aromaterapia………………………………………………... 67 3.7.7 Masaje Terapéutico…………………………………………. 69 4. CONCLUSIÓN……………………………………………………….. . 72 5. BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………. 74 3 1. INTRODUCCIÓN De todas las enfermedades, el cáncer es sin lugar a dudas la de mayor impacto y temor en el corazón y mente de las personas. Su frecuencia se estáelevando. Tan solo en Puerto Rico se diagnostican anualmente alrededor de 10,000 nuevos casos de cáncer. Los efectos fí sicos y emocionales de esta condición son devastadores, lo mismo que los efectos de los métodos disponibles de tratamiento ortodoxo. De igual manera, la tasa de mortalidad de esta condición continúa en aumento; peor aun, no existe un solo fármaco utilizado en Oncología que haya demostrado en ensayo clínico haber curado un solo caso de cáncer. No obstante, los productos quimioterapéuticos constituyen, junto a la radioterapia y la cirugía, las técnicas de tratamiento oficialmente aceptadas y promovidas por el establecimiento médico; esto último, muy a pesar de que su uso, fuera de las etapas tempranas de la condición, no haya sido exitoso. Tomando en cuenta todo lo anterior, no es difícil entender por qué la reacción de la mayor parte de la gente ante esta terrible enfermedad, sea de terror, impotencia y desesperación. En este proyecto final de grado, pretendemos abordar abiertamente y sin ideas preconcebidas la problemática del cáncer, no tan solo en Puerto Rico, sino también a nivel mundial. Nuestro análisis nos llevará irremediable y necesariamente a poner en la balanza al establecimiento ortodoxo con sus métodos convencionales de diagnóstico y tratamiento, en un esfuerzo por medir su éxito o fracaso; para luego presentar de manera responsable un enfoque distinto, noble, científicamente probado y terapéuticamente eficaz: el enfoque estrictamente biológico-naturista en el tratamiento del cáncer. 4 2. OBJETIVOS 2.1 GENERAL: Recopilar y presentar información actualizada sobre la disponibilidad y efectividad terapéutica de los métodos biológico-naturistas en la prevención del cáncer o el manejo del paciente que ya padece la condición. 2.2 ESPECÍFICOS: Definir quées el cáncer y quélo causa desde la perspectiva biológiconaturista. Presentar información sobre la incidencia, tendencia y mortalidad del cáncer en Puerto Rico. Realizar una investigación y exposición detallada de información científica actualizada que pone al descubierto la ineficacia de los métodos convencionales de diagnóstico y tratamiento del cáncer. Cuestionar la validez de las estadísticas disponibles sobre el cáncer. Realizar una exposición minuciosa y responsable de la gran variedad de métodos biológico-naturistas que tienen respaldo científico y de probada efectividad terapéutica en la prevención y tratamiento del cáncer. 3. CONTENIDO 3.1 ¿Quées el cáncer y quélo causa? 3.1.1 Definición de Cáncer El cáncer se refiere a un crecimiento de tejido productivo por la propagación continua y descontrolada de células anormales con capacidad de invasión y destrucción de otros tejidos (metástasis). El cáncer es un grupo de más de 100 5 enfermedades distintas que tienen caracterí sticas comunes. Todos los tipos de cáncer comienzan en la célula. Las células cancerosas son agresivas (crecen y se dividen descontroladamente), invasivas (invaden y destruyen los tejidos adyacentes) y tienen capacidad de metástasis (se propagan a otras localizaciones del cuerpo). Hay varios tipos de cáncer. El carcinoma es el cáncer que empieza en la piel o en los tejidos que revisten o cubren los órganos internos. El sarcoma es el cáncer que empieza en el hueso, el cartílago, la grasa, el músculo, los vasos sanguíneos u otro tejido conjuntivo o de sostén. La leucemia es el cáncer que comienza en el tejido que elabora la sangre, como la médula ósea y hace que se produzca un gran número de glóbulos anormales y que entren en el torrente sanguíneo. El linfoma y el mieloma múltiple son cánceres que empiezan en las células del sistema inmunológico (Figueroa et al., 2003). 3.1.2 Factores de Riesgo Un factor de riesgo es todo aquello que incrementa la posibilidad de desarrollar una enfermedad. Los distintos tipos de cáncer conllevan diferentes factores de riesgo. Los científicos han encontrado varios factores de riesgo que hace que las personas desarrollen cáncer. Estos factores de riesgo están asociados a los estilos de vida (obesidad, sedentarismo, uso de alcohol, uso de tabaco), al historial familiar, a la exposición ocupacional (ciertos químicos, radiación), a ciertos virus y bacterias (HIV, hepatitis), a factores ambientales (exposición a rayos UV) y a factores internos (uso de ciertas hormonas, medicamentos, mutaciones genéticas y condiciones inmunológicas). Estos factores riesgo pueden actuar juntos o en secuencia para iniciar o promover carcinogénesis. Frecuentemente se necesitan más de 10 años de haber ocurrido la 6 exposición a factores de riesgo para una persona desarrollar cáncer (De La Torre et al., 2003). 3.1.3 La Importancia del Entorno El riesgo de cáncer también varí a según el lugar en el que se viva (Campoy, 2005). Durante mucho tiempo se pensó que determinados tipos de cáncer tenían mayor incidencia en unas razas que en otras pero resultó ser falso. El riesgo de cáncer de colon y mama, por ejemplo, es muy bajo entre los japoneses que viven en su país natal, por lo que se pensóque se debía a alguna característica genética propia. No obstante, luego se comprobaría que esa incidencia era bastante mayor en los japoneses que emigraron a Estados Unidos, llegando a igualar al resto de la población americana. Paralelamente, los japoneses tienen en su país porcentajes muy elevados de cáncer de estómago y, sin embargo, esa incidencia es más baja en los japoneses nacidos en los Estados Unidos. Todo esto parece demostrar que aunque el papel de la genética es obvio en algunos casos, no es como algunos creen, un factor tan crucial en muchos otros. Influye de forma mucho más significativa el entorno en el que se vive, especialmente en lo que se refiere a las costumbres alimenticias y al medio ambiente. 3.1.4 ¿Es la Edad un Factor de Riesgo? Oficialmente la edad es también un “factor de riesgo” importante en el desarrollo del cáncer (Campoy, 2005). Asíse concluyó al constatarse que algunos tipos de cáncer afectan casi exclusivamente a personas jóvenes. Sin embargo, este hecho no demuestra nada por símismo. No obstante, se asegura que en la medida que envejecemos, el riesgo de padecerlo es mayor. Es más, los expertos aseguran que a partir de los 25 años de edad, se tiene un riesgo que se duplica cada cinco (5) años, y todo porque la mayoría de los cánceres los padecen personas de mayor 7 edad, y algunos, como los de la próstata, estómago y colon tienen mayor probabilidad de aparecer después de los 60 años. La verdad, sin embargo, es que a medida que envejecemos contamos con un sistema inmunológico más debilitado y por ende, es más fácil que aparezca el cáncer, lo mismo que cualquier otra enfermedad. De cualquier manera, podemos concluir que la edad es un factor de riesgo para contraer cáncer en personas con deficiencia inmunológica. 3.1.5 El Peligro de los Campos Electromagnéticos Todos y cada uno de los seres vivos están rodeados de su propio campo electromagnético, una invisible pero cuantificable cubierta de energía radiante. Por millones de años, estos campos de energía existieron por símismos y sin ninguna perturbación o alteración. Al final del siglo XIX, la primera lámpara de filamento incandescente fue inventada en Gran Bretaña y, un poco después, en América. Con esta última invención, la electricidad llegó a ser una parte vital de nuestra diaria existencia. Hoy en día, toda la población de la tierra está expuesta a un grado variable de campos electromagnéticos: lámparas, televisores, radios, refrigeradores, hornos de microondas, computadoras, y últimamente, una gran variedad de teléfonos celulares. Absolutamente todos y cada uno de ellos emiten frecuencias invisibles de radiaciones electromagnéticas. Si a esto añadimos la radiación natural geopática de nuestros implementos domésticos, no serí a ninguna exageración decir que vivimos y existimos en una sopa electrónica y que, sin ningún control, representa un peligro para nuestro bienestar y salud. Así como el uso del teléfono ha aumentado en proporciones mundiales, así también han proliferado el número de antenas de radio y telecomunicaciones para dar esos servicios. Hasta ahora, las organizaciones oficiales han declarado que estas antenas mástiles no representan ningún riesgo para las personas que viven 8 cerca de ellas (O’Connor, 2006); no obstante, las circunstancias revelan una historia diferente, reportándonos un buen grupo de enfermedades, principalmente cáncer, entre las personas que viven en la vecindad de estas instalaciones (Watayo, 2006). Tomemos como ejemplo, el caso del Escorial en Madrid, España donde cinco funcionarios de la policía murieron de cáncer en apenas 16 meses y siete desarrollaron la enfermedad, con la singularidad de que todos ellos trabajaban al lado de un superordenador, una antena de transmisiones y dos subestaciones eléctricas (Barahona, 2006). Sobre este particular, el doctor Darí o Acuña Castroviejo, Catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada afirma: “entre los principales efectos perjudiciales de la exposición a campos electromagnéticos podemos mencionar el incremento en el riesgo de algunos tipos de cáncer, como por ejemplo, las leucemias agudas y los tumores del sistema nervioso central en la infancia” (Barahona, 2006). En relación a esta cruda realidad, algunos científicos han respaldado y estado de acuerdo con lo anterior. Por ejemplo, el Dr. Robert O. Becker, nominado dos veces para el premio Nobel, ha descrito a la proliferación de los campos electromagnéticos:”…como el más importante contaminante en el medio ambiente del planeta” (Moulton, 2010). Por otra parte, La Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Parlamento Europeo han tenido discusiones sobre el impacto ambiental de los campos electromagnéticos (Gerson, 2010); y ambas instituciones recomiendan en este caso la aplicación del principio: “…si hay duda no lo hagamos”. En otras palabras, se debe hacer todo lo posible para evitar la exposición innecesaria a este invasivo, penetrante e invisible “smog” electrónico. 3.1.6 Estrés: El Enemigo en la Intimidad Además de las influencias dañinas externas que atacan las defensas del organismo, existe otra que nace dentro de nosotros mismos y que debe de tomarse muy en cuenta: el estrés. Considerado muchas veces como parte natural de una 9 vida demandante y rápida, el estrés pocas veces se menciona como un factor de riesgo en el desarrollo de cáncer. No fue sino hasta la primera mitad del siglo XX, cunado el eminente endocrinólogo nacido en Hungrí a, el Dr. Hans Selye empezó a preguntarse el por quémuchas personas presentaban un estado que él llamó de “subsanidad”, y en el cual, sin estar enfermos, tampoco estaban enteramente sanos. Notaba el Dr. Selye que a muchas personas les faltaba vitalidad; eventualmente, identificó la causa de este problema identificándola con las siguientes palabras: “Estrés es una respuesta inespecífica a cualquier demanda del organismo, ya sea causada por o como resultado de condiciones agradables o desagradables; es una forma de adaptación del propio organismo ante las exigencias de la vida (Gerson, 2009). Parafraseando de nuevo a Selye: “…la biología del organismo requiere de cierta cantidad de estrés para mantenerse en equilibrio”. Sin embargo, un exceso de estrés – que el organismo sea incapaz de manejar – puede generar cambios patológicos. El problema es que los seres humanos del mundo moderno responden a los peligros reales o imaginarios en la misma forma instantánea y biológica que nuestros más remotos ancestros. Cuando eran atacados por un animal feroz o enemigo, se requerí a de una rápida adaptación de energía para luchar o huir. La reacción de alarma desencadenada ante una situación amenazante provocaba en la persona una repuesta inmediata del eje pituitario-adrenocortical, con la presencia de hormonas para enfrentar el peligro. El resultado era un ritmo cardí aco acelerado, incremento en la glucosa sanguínea, pupilas dilatadas y presión arterial elevada; sin embargo, todos estos cambios biológicos desaparecían cuando el peligro cesaba de ser inminente. En nuestros días, la mayorí a de los seres humanos no enfrentamos estados de alarma como los de nuestros antepasados; no obstante, síencaramos periodos de frustración, momentos de enojo y otras formas de tensión emocional que no 10 encuentran vías de escape o desahogo. Lamentablemente, la respuesta biológica del organismo en estos casos sigue siendo la misma. A su debido tiempo, y como consecuencia de los cambios hormonales inducidos por las hormonas respectivas, acaban por aparecer una serie de enfermedades: hipertensión, trombosis coronarias, úlceras gástricas y duodenales, padecimientos renales y reacciones alérgicas, por mencionar solo algunas. Por si fuera poco, el sistema inmunológico se debilita y su capacidad de respuesta a las infecciones y al cáncer disminuye, con las consecuencias biológicas que todos conocemos (Lekander, 1999). El prominente Oncólogo alemán, Dr. Ryke Geerd Hamer, ha realizado un amplio y sobresaliente trabajo en este campo motivado por la trágica muerte de su hijo. Él y su esposa sufrieron la amarga pena de perder a su hijo en un evento de cacerí a. Eventualmente, el Dr. Hamer desarrolló cáncer del testículo y su esposa cáncer de mama. Su esposa no sobrevivió, no obstante, y como resultado de su investigación, Hamer descubrió que existe un fuerte y directo vínculo psicológico-emocional ligado a las diferentes formas de cáncer. Este hecho le ayudo a desarrollar una serie de terapias enfocadas en el manejo del estrés, las cuales al ponerlas en práctica, le ayudaron a sanar su condición. Miles de pacientes de cáncer por todo el mundo han experimentado el mismo efecto sanador (Bollinger, 2011). 3.1.7 El Riesgo de los Aditivos en los Alimentos Los más estrictos proponentes de la alimentación naturista en el mundo sugieren que la dieta adecuada debería incluir alimentos en los que “nada se ha extraído ni agregado, o que se descompusieran sino se consumieran inmediatamente”. Naturalmente, en el mundo en que vivimos esto puede parecer casi imposible, ¿por qué? Porque lo que ordinariamente se encuentra en los templos de la industria alimentaria es precisamente lo contrario. El uso universal de los aditivos en los alimentos ya ronda por los miles. La razón principal de su existencia es que 11 el “alimento” tenga un mejor aspecto, que se vea bien y que, a pesar de tener menor valor nutritivo, pueda durar más tiempo en las vitrinas y estantes de los mercados. La química en la industria de los alimentos tiene por objetivo además, imitar cualquier sabor o aroma. Si fuéramos a medir el éxito de la industria alimentaria solo por la amplia variedad y disponibilidad de comestibles, tendríamos que aceptar que ha sido muy capaz (Gerson, 2009). Sin embargo, lo que la industria alimentaria es incapaz de hacer con sus productos adulterados es engañar el organismo, pretendiendo que éste responda a la gran gama de ingredientes artificiales como si fueran auténticos. El cuerpo humano identifica estas substancias como toxinas y carentes de nutrientes esenciales. Entre los aditivos más comunes podemos mencionar: los nitritos de sodio, la sacarina, la cafeína, sustitutos de grasa (olestra), colorantes artificiales, emulsificadores, intensificadores de sabor, aspartatos, glutamatos de sodio, además de, cuantiosas cantidades de azúcar refinada, sirope de maíz y sal. Existe abundante evidencia de que todos estos aditivos en los alimentos tienen el potencial de inducir y causar un gran número de reacciones alérgicas, fatiga, problemas de conducta, cambios de humor; y después de un uso prolongado, pueden conducir a trastornos cardí acos y cáncer (Tuormaa et al., 2005). Tomemos como ejemplo el caso de los aspartatos, vendidos regularmente como NutraSweet, Spoonful, y Canderel. Estos merecen una consideración especial porque se encuentran presentes en más de cinco mil artículos, que incluyen bebidas efervescentes, jamón, cereales, vitaminas y hasta alimentos para diabéticos. No contienen calorías y por lo tanto, son atractivos para los interesados en conservar y perder peso. Los aspartatos contienen al menos seis substancias químicas, incluyendo el metanol (alcohol de madera); un veneno con propiedades acumulativas que se convierte en formaldehído, conocido agente carcinógeno (Martini, 2004). El “DKP” (diquetopipiperazina), que en estudios 12 experimentales en animales ha producido tumores cerebrales (Elsas, 2004), y la fenil-alanina, conocida neurotoxina que puede originar problemas neurológicos graves (Roberts, 1995). Otro aditivo potencialmente nocivo para la salud lo es el saborizante conocido como glutamato monosódico (G.M.S.), incorporado hoy a un sinnúmero de sopas, ensaladas, aderezos para ensaladas, comidas rápidas y congeladas. Estudios recientes indican que el uso del glutamato monosódico en los alimentos triplica la cantidad de insulina que se produce en el páncreas, lo cual induce a la obesidad (Erb et al., 2006). Este aditivo también tiene un efecto adictivo, lo cual sus propios productores aceptan abiertamente (Martini, 2004). Entre los efectos adversos e indeseables del glutamato monosódico podemos destacar: cefaleas, palpitaciones, náuseas, vómitos, somnolencia y astenia, entre otros. Otro aditivo que merece consideración breve lo son los llamados aceites vegetales hidrogenados (trans fats o grasas trans). La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta de estas grasas se limite a menos del 1% del total de calorías. Por otra parte, la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, ha calculado que al menos treinta mil – probablemente hasta cien mil – personas mueren cada año en los Estados Unidos de enfermedades cardiovasculares causadas por consumir alimentos que contienen aceites vegetales hidrogenados (Gerson, 2010). Existe un gran caudal de información científica confiable que demuestra que las grasas vegetales hidrogenadas dificultan grandemente la función celular del organismo, disminuyendo su capacidad de excretar desechos y toxinas. Esto abre la puerta a enfermedades cardí acas, diabetes, cáncer, inmunodeficiencias y obesidad. 13 3.2 Incidencia y tendencia del Cáncer en Puerto Rico Durante el periodo de 1999 a 2003, en Puerto Rico se diagnosticaron un promedio de 10, 361 casos de cáncer invasivos anualmente. El 54.5% de los casos diagnosticados de cáncer fueron en hombres y el 44.5% fueron en mujeres. El cáncer de próstata, mama, colon y recto fueron los tres principales tipos de cáncer primarios más diagnosticados. En los hombres, el 57.0% total de los casos diagnosticados lo constituyeron el cáncer de la próstata, colon y recto y pulmón y bronquios. En mujeres, el cáncer de mama, colon y recto y pulmón y bronquios representaron el 53.3% del total de casos. El cáncer de próstata fue el cáncer más diagnosticado en hombres, afectando a más de 2,073 casos anualmente. El cáncer invasivo de mama fue el más frecuente entre las mujeres, afectando a más de 1,536 casos anualmente (Figueroa et al., 2004). Otros tipos de cáncer comunes entre los hombres fueron el cáncer de cavidad oral y faringe, estómago, vejiga urinaria, linfoma no-Hodgkin, e hígado y tracto intrahepático. En las mujeres fueron el cáncer de tiroides, pulmón y bronquios, cuello uterino, linfoma no-Hodgkin y estómago. El 1.3% de los casos de cáncer para 1999-2003 se diagnosticaron entre los 0 a 20 años de edad; el 14.2% entre los 20 a 49 años de edad, el 29.2% entre los 50 a 64 años de edad, el 26.5% entre los 64 a 74 años de edad y el 28.2% entre los mayores de 75 años de edad. La tabla 3.1 presenta los tres tipos de cáncer más frecuentes en Puerto Rico por sexo y grupo de edad. 14 Tabla 3.1 Porciento de casos por edad y sexo Puerto Rico 1999.2003 Boletín del Registro de Cáncer, 2004 Analizar las tendencias temporales de los distintos tipos de cáncer debe ser un objetivo muy importante. Las tendencias pueden ser evaluadas por el Cambio Anual Porcentual (APC por sus siglas en inglés). El APC es el promedio anual del cambio de una tasa durante un periodo de tiempo y nos ayuda a poder identificar si las tasas, en promedio, están decreciendo, aumentando o si se han mantenido constantes durante el periodo. En Puerto Rico, durante el periodo de 1987 al 2003, las tasas de incidencia de cáncer entre hombres aumentaron, en promedio, 0.1% cada año. Esta tendencia no es estadísticamente significativa. Por lo tanto, se puede decir que la tendencia se ha mantenido constante. Mientras que, entre las 15 mujeres, para el mismo periodo las tasas de incidencia aumentaron, en promedio, 0.5% cada año. Esta tendencia fue estadísticamente significativa, por lo tanto, hubo un aumento en las tasas de incidencia de cáncer entre las mujeres. La tabla 3.2 muestra los APC de los tipos de cáncer más comunes. Tabla 3.2 APC (%) de la incidencia de cáncer más comunes, PR, 1987-2003 Boletín del Registro de Cáncer, 2004 3.3 Mortalidad por Cáncer en Puerto Rico El cáncer es la segunda causa de muerte en Puerto Rico. Durante el periodo de 2000 al 2004 se reportaron un promedio de 4,767 muertes por cáncer anuales en la isla. El 57.2% de las muertes por cáncer fueron en hombres y el 42.8% en mujeres. Durante este periodo las causas principales de muerte fueron el cáncer de pulmón y bronquios, colon y recto, próstata y mama. En los hombres, el 45.1% de las muertes fueron por cáncer de próstata, pulmón y bronquios y colon y recto. En las mujeres, el cáncer de mama, colon y recto y pulmón y bronquios representaron el 41.2% de las muertes por cáncer. El cáncer de próstata fue la principal causa de muerte en los hombres, causando más de 516 muertes anualmente. El cáncer fue la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres, causando más de 360 muertes anualmente. Otros tipos de cáncer que causaron un número importante de muertes en los hombres fueron el cáncer del estómago, esófago, cavidad oral y faringe, páncreas y leucemia; en las mujeres fueron el cáncer de hígado y tracto 16 intrahepático, estómago, páncreas, ovario, leucemia y cuerpo del útero (De La Torre et al., 2004). El 0.1% de las muertes por cáncer ocurrieron entre los 0 a 20 años de edad, el 8.1% entre los 20 a 49 años de edad; el 22.9% de las muertes entre los 50 a 64 años de edad, el 24.5% entre las edades de 65 a 74 años y el 43.8% entre los mayores de 75 años de edad. La tabla 3.3 muestra el porciento de muertes de cáncer por edad y sexo en Puerto Rico entre 1999-2003. Tabla 3.3 Porciento de muertes por cáncer por edad y sexo, 1999-2003 Boletín del Registro de Cáncer, 2004 Las tasas de mortalidad en hombres y mujeres han mostrado una reducción durante el periodo de 1987 al 2004. Las tasas de mortalidad en hombres 17 disminuyeron, en promedio, 1.02% cada año. Esta tendencia es estadísticamente significativa. Por lo tanto, la tendencia de mortalidad ha disminuido significativamente. Mientras que, entre mujeres, para el mismo periodo las tasas de mortalidad disminuyeron, en promedio, 0.98% cada año. Esta tendencia fue estadísticamente significativa, por lo tanto, hubo una reducción en las tasas de mortalidad de cáncer entre las mujeres. La tabla 3.4 muestra los APC de mortalidad de los tipos de cáncer más comunes por sexo en Puerto Rico entre 1987-2004. Tabla 3.4 APC (%) tipos de cáncer más comunes por sexo, 1987-2004 Boletín del Registro de Cáncer, 2004 3.4 Inefectividad de los Tratamientos Convencionales Contra el Cáncer 3.4.1 Cirugía La cirugía es sin dudas el método más común practicado por la clase médica a lo largo de la historia médica moderna para tratar el cáncer. Un vistazo a las estadísticas sobre el cáncer nos revela además, que la mayoría de los pacientes de cáncer que se han sanado recurrieron a este método para tratar la condición; y no es que lo pongamos en duda, pero es importante, tal vez imperativo, que realicemos un breve pero a la vez serio análisis de la cirugía del cáncer; porque los resultados del aparente éxito de esta práctica médica son aun inconclusos y 18 han sido puestos en tela de juicio por muchos profesionales de la salud (Maugh et al., 1995). Por ejemplo, para 1995 se celebróque el promedio de supervivencia en pacientes de cáncer de la piel fuera del 85%, 60% en cáncer de mama, 40% en pacientes de cáncer de colon y 70% en pacientes de cáncer del útero (Marx, 1995). Sin embargo, estas estadísticas solo hacen referencia al llamado periodo de cinco años de supervivencia del paciente con relación al cáncer, a partir de la fecha del diagnóstico inicial. No se tenía en aquel momento información adicional – como no se tiene hoy día tampoco – sobre cuántos de aquellos pacientes sobrevivieron al periodo inicial de supervivencia de cinco años. ¿Por qué no está disponible dicha información? Todo parece indicar que la respuesta a dicha pregunta ha estado disponible desde hace siglos. Es interesante señalar que la cirugía del cáncer no siempre fue favorecida por la clase médica antigua. Hipócrates, el llamado Padre de La Medicina y quien estuvo muy familiarizado con la enfermedad del cáncer, siempre aconsejóa sus colegas: “Sobre todo, no hagan daño a sus pacientes”; y uno de sus más elocuentes tratados sobre medicina advierte: “Es mejor no aplicar tratamiento (invasivo) en casos de cáncer oculto; porque si se hace, el paciente morirápronto; pero si no se trata, el paciente durarápor largo tiempo” (Shimkin, 1977). Aulo Cornelio Celso, un prominente enciclopedista médico del siglo I de nuestra era, enfatizó que el cáncer avanzado se “irrita mediante tratamiento”, y que a mayor grado de irritación, mayor posibilidad existe de exacerbar los síntomas propios de la condición hasta provocar la muerte del paciente (Moss, 2002). Es importante señalar que dicho principio permaneció vigente por siglos, hasta que la cirugía cobrónotoriedad en el siglo XIX. 19 ¿Cuál era el razonamiento detrás del principio? Algunos científicos modernos, siguiendo el razonamiento de sus colegas del pasado, han cuestionado si la cirugía misma no acelera el proceso canceroso. El argumento radica en que dado que la cirugía inevitablemente irrita o altera el tumor, extirpar el mismo puede provocar la propagación de células cancerosas por todo el cuerpo e inducir metástasis. De hecho, algunos libros de texto incluso advierten contra el peligro de remover un espécimen para análisis (biopsia), ya que esto podría tener el efecto antes mencionado (Moss, 2002). Esto nos lleva a considerar otro asunto muy importante: ¿son el cáncer y el tumor la misma cosa? La clase médica parece creer que sí, ya que todos los métodos convencionales para tratar el cáncer tienen el mismo objetivo: la eliminación del tumor mediante la erradicación de éste o la disminución de su tamaño. Lo que es peor aun, la llamada remisión del cáncer parece medirse en estos términos; no obstante, un tumor no puede estar compuesto exclusivamente de células cancerosas (Bollinger, 2011), debido a que las células cancerosas no pueden formar tejido. El tejido de un tumor, a diferencia de lo que se cree, debe estar compuesto de células saludables. Las células cancerosas que residen en el tumor son lo verdaderamente importante y no el tejido mismo; pero ni siquiera las células cancerosas en el tumor son las que ponen en peligro la vida de la persona. Es la propagación de las células cancerosas a través de los sistemas sanguíneo y linfático lo que realmente mata al paciente. Entonces, regresando a la pregunta que hiciéramos al principio, ¿por quéno existe información que revele cuántos pacientes de cáncer – que se someten rutinariamente a cirugía – sobreviven al periodo inicial de supervivencia de cinco años luego del diagnóstico inicial? Un análisis minucioso de las estadísticas disponibles revelan que la Industria del Cáncer define el término “cura”, como el periodo aplicado al paciente que sobrevive por al menos cinco años desde la fecha 20 del diagnóstico inicial (Bollinger, 2011). Esto parece ser una manipulación de los términos, puesto que dicha circunstancia no serí a indicativa en forma definitiva de que el paciente se ha “sanado” o que está “libre de cáncer”; mucho menos de que ha sobrevivido más alláde dicho periodo. De manera, que el aparente éxito de la cirugía de cáncer muy bien pudiera circunscribirse a dicha manipulación de los términos o estadísticas, ya que como hemos explicado, la cirugía, aunque puede prolongar la vida de la persona por un tiempo – sobre todo, en el caso de tumores que pudieran estar bloqueando algún órgano – no puede evitar la propagación del cáncer (metástasis); peor aun, pudiera provocarla. 3.4.2 La Quimioterapia La Quimioterapia consiste básicamente en el tratamiento del cáncer mediante sustancias químicas, fundamentalmente de dos tipos: las citostáticas, que intentan impedir que las células cancerosas se multipliquen, y las citotóxicas, que destruyen las células cancerígenas. El problema es que ambos tipos, al margen de su grado de efectividad, no son selectivos, y por consiguiente, también afectan a las células sanas. La Quimioterapia es uno de los métodos más indefendibles de la medicina moderna; y solo el hecho de que se presente por los médicos como la única alternativa a una muerte segura, permite entender que los pacientes acepten someterse al deterioro fí sico y emocional que provoca (Muro, 2003). Este método de tratamiento contra el cáncer nació en 1942, cuando Alfred Gilman y Fred Phillips, investigadores de la conocida Universidad de Yale, decidieron estudiar las posibilidades terapéuticas del gas mostaza o Iperita, un producto venenoso que se utilizo como arma quí mica por primera vez durante la I Guerra Mundial. Estos investigadores sabían que tras un ataque efectuado en 1917 con el gas mostaza por las tropas alemanas, muchos soldados resultaron muy afectados, aun estando lejos del lugar del estallido de la bomba del gas. Pocos días después, un buen 21 número de aquellos soldados murieron como consecuencia de cuadros infecciosos y hemorragias internas; constatándose, que todos ellos padecían de una marcada disminución de glóbulos blancos y plaquetas, asícomo hipoplasia (reducción del volumen de un órgano por disminución de su número de células) medular y linfática. Todo este cuadro tétrico fue el resultado de la capacidad del gas mostaza de actuar como agente alquilante, es decir, capaz de alterar la estructura y función de las moléculas de ADN de una célula de tal manera que impida que esta pueda multiplicarse. De ahíque surgiera la hipótesis de que tal vez dicha propiedad del gas serviría para impedir la multiplicación descontrolada de las células cancerosas. Poco después, comenzarían los ensayos con roedores; y tras los aparentes éxitos iniciales en humanos, en 1946 se anuncióque se había logrado reducir el tamaño de los tumores de dos pacientes, uno con un linfosarcoma y otro con un Linfoma de Hodgkin. Otros investigadores prominentes, Alper, Dameshek y Peterson, conseguían poco después resultados similares. Sin embargo, en los años 50 las investigaciones realizadas por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, mostraban que los agentes alquilantes, asociados ya con esteroides y otros fármacos, no serví an para lograr una mayor supervivencia de los enfermos (Moss, 2002). De hecho, unos años antes (1942) el Centro de Cáncer Sloan-Kettering Memorial, había iniciado calladamente tratamientos contra el cáncer de mama utilizando derivados del gas mostaza sin resultados positivos. La propia Universidad de Yale también realizó para 1943 ensayos quimioterapéuticos en 160 pacientes de cáncer, sin que tan solo un paciente fuera sanado (Bollinger 2011). Este hecho, llevóal renombrado Dr. Bean Burk del NCI a comunicarle por carta a su jefe y Director del Instituto, Dr. Frank Rauscher, que los agentes quimioterapéuticos utilizados eran: (1) “altamente tóxicos en las dosis administradas, (2) inmunosupresores, es decir que disminuyen la capacidad del sistema inmunológico y (3) extremadamente carcinógenos”. 22 Hoy en día, y ante la evidencia de que los fármacos anticancerí genos utilizados en Quimioterapia, no solo no curan el cáncer, sino que ni siquiera prolongan la vida de los enfermos, se ha instaurado la moda de aplicar un “protocolo de quimioterapia combinada”. Es decir, la utilización de los llamados “cocteles” – como en el caso de los pacientes de SIDA – con varios productos que se toman al mismo tiempo (Muro, 2003). Según la versión oficial, cuando esos cocteles se toman tras una intervención quirúrgica para extirpar el tumor, se logran “índices de curación significativos. Claro, lo que eso realmente significa es que la supervivencia en los cinco años siguientes es algo mayor estadísticamente. Lo que no significa es que el cáncer se cure, porque el paciente termina muriendo en la mayor parte de los casos. Como ya se explicó, cuando los oncólogos hablan de “curación”, no se refieren realmente a que el paciente queda libre del cáncer, sino que hablan de “curación clínica”, término que se aplica a todo enfermo que sigue vivo cinco años después de haberle sido diagnosticado un cáncer. Otro asunto importante es que la respuesta a la Quimioterapia varí a en función de la dosis, el tipo de fármaco que se administra, la duración del tratamiento y el grado de evolución en que se encuentra la enfermedad. No obstante, la respuesta del organismo a dichos fármacos es siempre la misma. Al tratarse de agentes tóxicos, poseen un efecto inmunosupresor, o sea, que bajan las defensas del enfermo, atacando la médula ósea y destruyendo a la vez los glóbulos blancos cuya función es combatir las infecciones, los glóbulos rojos que llevan el vital oxígeno a los órganos del cuerpo y las plaquetas que permiten la coagulación de la sangre. Consecuentemente, todo enfermo de cáncer sometido a Quimioterapia queda expuesto a otras enfermedades por lo que no es extraño que pueda fallecer de una pulmonía o una infección común. Sobre este particular, el Dr. Allen Devin, alega: “la mayoría de los pacientes de cáncer en los Estados Unidos mueren de Quimioterapia” (Bollinger, 2011). Dicho comentario es interesante si se toma en consideración que el fármaco quimioterapéutico “5FU” es comúnmente conocido 23 por los doctores como “cinco pies bajo tierra” por sus efectos potencialmente letales. A esto podemos añadir que los agentes quimioterapéuticos son además cancerígenos; no sólo como efecto colateral, sino como efecto directo y primario (Moss, 2002), puesto que no distinguen entre las células cancerosas y las sanas. Tan cierto es esto último, que investigaciones recientes revelan que los farmaceutas que dispensan fármacos quimioterapéuticos están en peligro de contaminarse con estos y desarrollar cáncer (Bollinger, 2011). Estudios adicionales sobre el tema y publicados en el rotativo Seattle Times en julio de 2010, reportó que los epidemiólogos daneses utilizan data disponible entre los años 1940 a 1980 para establecer el potencial de riesgo de padecer leucemia entre enfermeras oncólogas. Un estudio danés del 2010 concluyó que 92,000 enfermeras enfrentan un elevado riesgo de contraer cáncer de mama, tiroides y del cerebro como consecuencia de la contaminación en sus lugares de trabajo con residuos – incluso orina – de derivados quimioterapéuticos. La mayoría de los fármacos oncológicos provocan entre otros efectos indeseables, calvicie, náuseas extremas, vómitos, encías sangrantes, debilidad extrema, llagas alrededor de la boca y sangrado y ulceración del tracto gastrointestinal. Muchos pacientes aseguran que los efectos colaterales – entre ellos la anemia y la fatiga – son incluso peores que la propia enfermedad. En el año 2009, un artículo publicado en los Archivos de Medicina Interna concluyóque el síntoma de fatiga o cansancio extremo que resulta de las dosis de quimioterapia administradas a la mayoría de los pacientes, resultan ser tan contraproducentes que muchos los describen como peores que los propios de la condición (cáncer). Además de los citados efectos a corto plazo, la Quimioterapia puede provocar otros a largo plazo. Por ejemplo, lesiones del corazón que pueden manifestarse semanas, meses o incluso años después del tratamiento (Campoy, 2004). Un trabajo publicado por Nature Medicine 24 en el 2003 señala que el mismo mecanismo que sirve para luchar contra los tumores en una de las sustancias (Herceptin), utilizada en el cáncer de mama, es responsable a la vez de causar daños al corazón al hacer más vulnerables las células cardí acas a la toxicidad de los quimioterapéuticos. La Quimioterapia puede también provocar pérdida de la fertilidad. En resumen, la Quimioterapia, no solo no garantiza – en la mayor parte de los casos – una mayor supervivencia, sino que encima provoca una calidad de vida mucho peor. En síntesis, la pregunta final pudiera ser: ¿se someterían los oncólogos a la Quimioterapia si fueran diagnosticados con cáncer? La respuesta puede sorprender. El Centro de Cáncer McGill en Montreal, Canadá, uno de los más prestigiosos centros para el tratamiento de cáncer en el mundo, encuestóa 64 oncólogos de reconocida reputación y prestigio; con el propósito de saber cómo reaccionarían ante un diagnóstico de cáncer. Cincuenta y ocho (58) respondieron que la Quimioterapia sería inaceptable, incluyendo a sus familiares. La razón: los quimioterapéuticos realmente no funcionan, son tóxicos y los efectos fí sicos y emocionales son devastadores (Day et al., 2005). Estamos hablando de que el 91% de los oncólogos no utilizarí an la terapia que ellos mismos recomiendan a otros. ¿Seráque saben algo que se le oculta al público en general? 3.4.3 La Radioterapia La terapia con radiación o radioterapia, consiste en aplicar rayos X de alta intensidad para debilitar la capacidad reproductiva de las células del cáncer. También se utiliza radioactividad emanada de implantes artificiales, como las semillas de cobalto-60 o radio que se insertan directamente en el tumor. El problema es que – como en el caso de la quimioterapia – esa radiación daña las células sanas al tiempo que destruye las cancerígenas. Además deprime severamente el sistema inmunológico y puede causar daños graves en los cromosomas. Esto puede ocurrir hasta cuando nos hacemos una radiografía, así 25 que el efecto en dosis terapéuticas es obviamente mucho mayor (Muro, 2003). Hoy en día está constatado que no existe un “umbral” para los efectos genéticos de la radiación; es decir, que cualquier dosis de radiación provoca mutaciones y que la cantidad de las mismas suelen ser proporcional a las dosis. Dicho de otra manera, no hay ninguna dosis segura de radiación, por consiguiente, la radioterapia es pues, ante todo, un demostrado método cancerígeno (Gerson, 2009). Por eso los últimos “avances” radioterápicos consisten en minimizar el área que se irradia y el tiempo de aplicación. Una vez aplicada la radiación, los efectos aparecen tras un “periodo de incubación”. Se dice que son agudos cuando se manifiestan en cuestión de minutos, días o semanas. Pero pueden aparecer también después de muchos años. Hay que agregar que no todas las células y tejidos son igualmente sensibles o vulnerables a las radiaciones. Además, en términos generales, cuanto mayor es la dosis, más rápida es la aparición de efectos indeseables; por eso en la práctica – exceptuando los accidentes o actos negligentes de importancia – se aplican hoy dosis muy pequeñas a fin de que el tiempo de “latencia o incubación” sea largo (hasta de más de 25 años). Pero lo cierto es que ni siquiera esa prudencia impide que aparezca muchas veces metástasis, se reproduzca el cáncer o se generen nuevas enfermedades como consecuencia del daño causado al organismo. Los defensores del tratamiento con radiación intentan minimizar los efectos secundarios potenciando los “beneficios” que a corto plazo se obtienen. Por ejemplo, la ya mencionada remisión de cinco años en el 80% de pacientes de enfermedad de Hodgkin. Asímismo, aseguran que el tratamiento es igualmente efectivo en casos de los linfosarcomas, en el caso de cáncer de próstata no operable, y en los tumores localizados de cabeza, cuello y cérvix. También aseguran que la radioterapia es preferible en cánceres como el de laringe y próstata. En el caso de tratamiento de cáncer de mama se argumenta que la 26 lumpectomía combinada con radioterapia parece disminuir las posibilidades de aparición del tumor en la mama afectada; aunque eso, incluso entre quienes apuestan a esta fórmula de tratamiento, estáen discusión porque pueden aparecer cánceres posteriores, diez años después de la exposición. El tratamiento de cáncer con radioterapia, no solo tiene un valor limitado y discutible, sino que con frecuencia resulta mucho más nocivo que beneficioso. Como ya hemos mencionado, los efectos colaterales conocidos de la terapia con radiación incluyen la inmunodeficiencia severa y prolongada, además de daños cromosómicos que podrían producir cáncer más tarde. Incluso la aplicación de dosis muy moderadas de radiación en los testículos y ovarios pueden causar la esterilización o inducir a mutaciones genéticas. La radioterapia puede también impedir de manera permanente el crecimiento de los niños (Israel, 2007). Pero hay muchos más efectos colaterales. La radioterapia puede provocar náuseas, vómitos, pérdida de pelo – temporal o permanente – ronchas y quemaduras de la piel y las membranas mucosas, debilidad y fatiga, lesiones o úlceras en boca, garganta, intestinos, áreas genitales y otras partes del cuerpo, necrosis de los huesos, dilatación permanente de pequeños capilares y arterias debajo de la piel, amenorrea, úlceras en el recto, fí stulas, diarrea, colitis e hinchazón. Definitivamente, este no es un cuadro muy alentador, sobre todo, cuando hablamos de una terapia que se supone sea curativa; y estos son solo los efectos a corto plazo. A largo plazo la radioterapia puede causar daños muy serios en los órganos y tejidos del organismo. De hecho, la mayoría de los cánceres no se pueden curar mediante la radiación, porque la dosis de rayos X necesaria para eliminar todas las células cancerígenas podrí a matar también al paciente (Cairns, 1985). Por otra parte, hay estudios que demuestran que las personas que se han sometido a radioterapia son más 27 propensas a desarrollar cáncer en otras áreas del cuerpo, activando el proceso de mutación que crea nuevas células de cáncer de otros tipos (Israel, 2007). En adición, el National Surgical Adjuvant Breast Project, a la hora de analizar los efectos de la radioterapia en el cáncer de mama, concluye: “De los datos disponibles parece deducirse que el uso de la irradiación en el post-operatorio no ha proporcionado ventajas discernibles a los pacientes tratados, en términos de aumento de la proporción de quienes quedaron libres de la enfermedad durante cinco años. A este respecto, y según varios ensayos y un artículo publicados en 1994 por la revista The Lancet, en algunos casos concretos la radioterapia aplicada después de una operación de cáncer de mama incrementa incluso el índice de mortandad (Stjernsward, 1994); y de acuerdo a otro estudio realizado por epidemiólogos del centro Médico Presbiteriano de Columbia, publicado en 1998, el tratamiento con radiación del cáncer de mama aumenta ligeramente el riesgo a largo plazo en la mujer de padecer de cáncer del esófago. El estudio se dirigió a examinar los archivos de más de 220,000 pacientes de cáncer de mama diagnosticadas entre 1973 y 1993. El grupo incluyó a pacientes que recibieron radioterapia y a aquellos que no. Diez o más años después del diagnóstico, los pacientes irradiados presentaban aproximadamente cuatro o cinco veces más posibilidades de desarrollar cáncer del esófago que los pacientes no irradiados o de las mujeres de la población general (Ahsan y Neugut, 1998). Muchas de las complicaciones ocasionadas por la radiación no se hacen evidentes hasta varios años después del tratamiento, dando al terapeuta y al paciente un falso sentido de seguridad durante uno o dos años. La médula ósea, donde se generan las células de la sangre, resulta considerablemente obliterada en el campo de irradiación; y se trata de un efecto irreversible (Jones, 1980). Incluso algunos efectos están más enmascarados. En un estudio realizado en 1995 en la Universidad de Oxford sobre el cáncer de mama, se encontróque muchas mujeres que fueron irradiadas murieron de ataque cardíacos porque sus corazones se 28 habían debilitado por el tratamiento (Muro 2003). La radiación puede también debilitar el Sistema Inmunológico, lo que puede llevar a la muerte por causas secundarias como neumonía u otras infecciones interiores. De hecho, muchos pacientes cuya muerte se certifica por deficiencia cardí aca, neumonía o paro respiratorio, realmente mueren de cáncer, o para ser más exactos, a consecuencia de su tratamiento para el cáncer (Muro, 2003). Es patente mencionar la opinión de tres radiólogos prominentes, quienes no muestran reparos a la hora de criticar las “bondades” de la radioterapia. Nos referimos al Dr. William Powers, Director de la División de Radioterapia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington; a Phillip Rubin, Jefe de la División de Radioterapia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester y a Vera Peters, médico del Princess Margaret Hospital en Toronto, Canadá. Todos ellos están de acuerdo en admitir que “aunque la radioterapia preoperatoria y postoperatoria ha sido utilizada extensamente y durante décadas, no es todavía posible demostrar el beneficio clínico inequívoco de este tratamiento combinado. Aun cuando la proporción de una cura mejora con una combinación de radiación y terapia, es necesario establecer el costo en incremento de mortalidad que puede tener lugar en los pacientes sin respuesta favorable a la terapia adicional”. Hoy en día, la mayoría de los médicos – sobre todo en Puerto Rico – continúan creyendo que la radioterapia es inofensiva (Muro, 2010). Eso explica que el 60% de los tumores reciba radioterapia en algún momento de su evolución. En la mayoría de los casos se emplea en las primeras fases del proceso, mientras que en un 10% se utiliza cuando el paciente sufre alguna recaída. Se sigue pues recomendando a los enfermos como un tratamiento “paliativo”, escudándose en las “mejora tecnológica” de los aparatos porque con ellos se suponen que son más seguras las dosis de radiación recibidas. Y esto no es algo sobre lo que se pueda 29 alegar ignorancia porque se ha estado proclamando desde la década de los cincuenta. Los primeros estudios realizados en el Centro de Cáncer SloanKettering Memorial de Nueva York demostraron que la radioterapia podía llegar a ser mortal y que los pacientes que no recibieron radiación vivieron mucho más tiempo que aquellos que fueron irradiados. Este y otros hallazgos fueron denunciados por Ben Fitzgerald en un congreso en 1953. En aquella comunicación – el desde entonces famoso Informe Fitzgerald – se acusaba al establecimiento médico de conspirar activamente para eliminar terapias alternativas prometedoras contra el cáncer. Sin embargo sus estudios fueron ignorados y la industria de la radioterapia siguiósu camino. Algo parecido ocurrió en 1979, cuando el Dr. Irwin Bross denunció que “durante 30 años los radiólogos habían estado involucrados en una mala praxis masiva”. Sin embargo, su intento de conseguir fondos para investigar el encubrimiento de lo que denominarí a “cáncer médico provocado por la radioterapia” no prosperó. Nuevamente, ¿sabrán ellos algo que se oculta al público en general? 3.5 El Cáncer: Los problemas de Diagnóstico En cuanto al diagnóstico del cáncer se refiere, hay que decir que hasta hace relativamente poco no se disponía de métodos precisos para su detección precoz, ni en sus estados previos, ni en sus fases iniciales; ni podía hacerse un seguimiento adecuado de los casos, por lo que tanto médicos como pacientes se encontraban en una lucha a ciegas al no tener la posibilidad de controlar la evolución de la enfermedad. Es más, las pruebas efectuadas daban a veces “positivo” a pesar de que los pacientes no sufrían ningún tipo de cáncer, lo que se denomina un “falso positivo”; al tiempo que en otros casos, los resultados eran aparentemente negativos cuando era obvio que el paciente sufría de cáncer: “falso negativo”. Este hecho, asumido como normal llevó a los científicos a formular teoremas de cálculo sobre la precisión de los resultados de las pruebas basados en las “similitudes estadísticas” encontradas entre los falsos positivos y negativos, 30 sumados y divididos a y entre los verdaderos positivos y negativos confirmados con posterioridad; lo que dio, sorprendentemente, origen a un sistema de cálculo de probabilidades más empírico que matemático, pero que fue comúnmente aceptado por la comunidad médica (López, 2005). Hoy en día, la mayoría de los expertos en cáncer utilizan métodos analíticos basados en la detección de datos “anormales” en la sangre y orina de los pacientes mediante pruebas específicas denominadas marcadores tumorales, solo que tales métodos de diagnóstico son confiables hasta cierto punto ya que algunos son incapaces de detectar la presencia del cáncer; salvo que éste, estédesarrollándose o diseminándose por los tejidos. Por otro lado, tumores previamente no detectados pueden pasar desapercibidos para los reactivos existentes, ya que al no haberse clasificado anteriormente, no se dispone de un método de clasificación de la patología. Es más, en ocasiones estos “tests” detectan sustancias producidas por enfermedades diferentes al cáncer que elevan los resultados provocando un error en el diagnóstico y dando un falso positivo. Otros no son lo suficientemente sensibles como para identificar la presencia de cáncer en un amplio porcentaje de pacientes. Obviamente, cuando los pacientes presentan ya un gran deterioro – como consecuencia de la enfermedad – se pueden utilizar otros métodos de diagnóstico y seguimiento tales como: las biopsias del tejido, la Tomografía Axial Computarizada (TAC), la Resonancia Nuclear Magnética (RNM), La Tomografí a por Emisión de Positrones (PET Scan), las gammagrafí as, los ultrasonidos y demás arsenal tecnológico disponible en la actualidad. Pero, ¿qué de las fases iniciales? Porque mientras más temprana su detección o identificación de la predisposición, más fácil serárevertir o prevenir el cáncer. Tomemos por ejemplo el caso de las mamografí as, técnica con serí as limitaciones. Teóricamente, puede detectar tumores entre 6 y 17 meses antes de que éste sea palpable, pero lo cierto es que en estudios rigurosos jamás se ha 31 conseguido superar la barrera del 52% de precisión diagnóstica. Aun así,continúa siendo considerado como el método de primera elección a la hora de establecer programas de detección precoz. Otro agravante estriba en que el método no es inocuo. Como ya hemos considerado, la exposición a rayos X supone un riesgo de salud evidente a largo plazo, sobre todo en mujeres con un historial familiar de cáncer de mama. Tampoco debe olvidarse que cuando una mujer recibe la noticia de que la mamografí a ha dado positivo se suele desencadenar otro proceso de angustia y ansiedad que, invariablemente, provoca cambios drásticos en la vida de la persona afectada y su entorno. Cambios tan radicales en ocasiones, que rara vez la persona vuelve a ser la misma. Por otro lado, el miedo a padecer de una enfermedad letal puede tener repercusiones serias en el estado de salud de los sistemas inmunológico y nervioso de la persona, lo que como ya hemos discutido puede constituir un riesgo en el desarrollo de cáncer (López, 2005). En el caso del cáncer prostático, el análisis por excelencia – desde la perspectiva médica – es el nivel de PSA (antígeno específico prostático). Es común ver que si el PSA de un paciente está alto, se ordene una biopsia u operación. El razonamiento es que el PSA elevado es equivalente a cáncer de próstata, pero, ¿lo es en realidad? De acuerdo a estudios recientes, lo único que revela el PSA “Test” es simplemente cuánto antígeno prostático un hombre tiene en su sangre, lo cual es un indicador de inflamación. Sin embargo, infecciones, agrandamiento benigno de la próstata y hasta el uso de ciertos medicamentos sin receta (Ibuprofen, por ejemplo), pueden elevar los niveles de PSA y no significar cáncer de próstata (Bullinger, 2011). El Dr. Thomas Stamey, de la Universidad de Stanford, fue uno de los primeros proponentes del PSA “Test”, no obstante, en una conferencia emitida en el 2004, el galeno dijo que “el PSA ya no tenía una relación con el cáncer de próstata. De hecho, el propio inventor de la prueba, Richard J. Albin, se 32 ha expresado en contra de ella por más de una década; y más recientemente, en marzo de 2010, escribió para el New York Times: “el PSA “Test es difícilmente una prueba efectiva para detectar cáncer prostático”. Aun así, millones de hombres por todo el mundo son inducidos a biopsias y cirugías innecesarias como consecuencia de los resultados de estas pruebas. ¿Cuáles han sido las consecuencias? Incontinencia, impotencia y hasta la propagación de células cancerígenas por todo el cuerpo (metástasis) debido a las biopsias y remoción del órgano. Por otra parte, existe un método económico y bastante más preciso que fue desarrollado por Sam Bogoch, médico y bioquímico formado en Harvard; que en 1991 dio a conocer sus más de 20 años de investigación científica: el AMAS. Aprobado en 1994 por la FDA (Food and Drug Administration), el AMAS mide la cantidad en sangre de un anticuerpo específico denominado anti-malignina, que actúa contra la íntima capa proteica de la célula cancerosa y que, según el Dr. Bogoch, se encuentra en todos los tipos de cáncer. Un método que no solo permite efectuar la detección precoz, sino además seguir la evolución de la enfermedad, midiendo la efectividad del tratamiento, percibida en términos de reacción de anticuerpos. El AMAS ha demostrado una precisión del 95% en la primera prueba y un 99% en la segunda. Se asegura que tiene la capacidad de detecta el cáncer hasta 19 meses antes que los métodos convencionales (López, 2005). Otra prueba económica y sencilla de detectar cáncer de manera temprana y que permita el seguimiento y eficacia de cualquier tratamiento es la HCG por sus siglas en inglés. Esta es realmente una prueba de embarazo que detecta una hormona llamada gonadotropina crónica humana en una muestra de orina o sangre. El Bioquímico y paciente de cáncer, Dr. Howard Bear, descubrió que se puede monitorear el cáncer mediante esta prueba determinando cuan activo estáel cuerpo en producir células innecesarias o controlando la producción de éstas de 33 manera normal. La teorí a de Bear es que si los niveles de HCG se elevan pero no existe embarazo, entonces, un proceso anormal de producción celular estaría ocurriendo lo cual puede llevar a concluir que un cáncer se estádesarrollando. El famoso Dr. Manuel D. Navarro concuerda con la teoría del Dr. Bear y ha desarrollado una prueba para detectar cáncer, incluso antes que las señales o síntomas propios de la condición se desarrollen. 3.6 Las Manipulaciones Estadísticas en el Cáncer La maquinaria del establecimiento oncológico se ocupa desde hace años de hacer creer a la sociedad que en la curación del cáncer se avanza de manera constante, pero no es verdad en absoluto. En lo que se ha avanzado es en el diagnóstico y solo en un mínimo porcentaje de cánceres, digamos en los menos importantes. Pero en la curación de los más graves, no se ha avanzado prácticamente nada. Una verdad que se ha tratado de ocultar mediante manipulaciones estadísticas (Campoy, 2006). Por ejemplo, la industria del cáncer ha definido el término “cura” para referirse al paciente que sobrevive más de cinco años desde la fecha del diagnóstico inicial. No obstante, dicha definición no se refiere de ninguna manera a que el paciente haya sido sanado o estélibre de cáncer. Lo que realmente sucede es que debido a mejoras en los métodos de diagnóstico, ahora los tumores se pueden localizar meses o incluso años antes a lo que sucedía con los métodos de diagnóstico disponibles algunos años atrás. Por consiguiente, los pacientes viven ahora más tiempo. Sin embargo, si un paciente desarrolla el mismo cáncer luego del periodo de cinco años, o si muere poco después, aun se considera curado según dichos parámetros (Bullinger, 2011). Otra cosa que suele ocurrir o verse con frecuencia en las estadísticas de la industria del cáncer es la omisión o inclusión – dependiendo de cuál sea el caso – 34 de ciertos grupos para que las estadísticas luzcan mejor. Por ejemplo, no es raro ver que pacientes de cáncer del pulmón se excluyan de ciertas estadísticas, a pesar de que el cáncer del pulmón estáentre las primeras causas de muerte por cáncer. Por otra parte, se incluyen ciertos tipos de cáncer de piel, ya que el 99% de los pacientes con dicha condición vive pasado el periodo de cinco años, lo cual obviamente aumenta el porciento de “curas”. Una clara manipulación de las estadísticas del cáncer la vemos en la remoción de pacientes que mueren durante un protocolo quirúrgico, quimio o radioterapéutico del grupo de control. Lo que esto significa en términos simples es que si de diez pacientes en un protocolo de quimioterapia de sesenta días, nueve mueren antes de concluido el protocolo y uno solo sobrevive, entonces los nueve son removidos de la muestra y se considera el protocolo 100% efectivo (Moss, 2002). La industria del cáncer también suele pasar por alto el conteo de pacientes que mueren durante un protocolo quirúrgico, quimio o radioterapéutico, adjudicándolo a otras causas. Por ejemplo, si como consecuencia de los efectos colaterales de un protocolo oncológico (quimio o radioterapia), un paciente se debilita y muere de neumonía, esa muerte no se le adjudica a las estadísticas del cáncer, sino tal vez a un fallo respiratorio o cardíaco. Finalmente, es común escuchar que si un tumor es reducido de tamaño como resultado de la Quimioterapia, el protocolo es efectivo; pero, ¿quiere decir eso que el paciente vivirámás tiempo? No necesariamente, ya que como se ha explicado antes, la reducción de tumores en el cáncer no constituye garantía de que un paciente sobreviva a la condición. 35 3.7 Efectividad Terapéutica de los Métodos Biológico-Naturistas en el Tratamiento del Cáncer Los seres humanos afrontamos desde hace algunas décadas las llamadas “enfermedades” como un auténtico campo de batalla, donde se lleva a cabo una guerra contra sus “responsables”; agresores externos – bacterias, virus, hongos, parásitos, etc. – a los que hay que combatir. Por tal motivo, es común escuchar a un buen número de profesionales de la salud utilizar un lenguaje eminentemente bélico. Por ejemplo, hoy se habla de “librar combates”, de “hacer la guerra” a esta o aquella enfermedad; de “enemigos a combatir”, de “ataques” sistémicos o localizados y hasta de “victorias” o “derrotas”. En el caso de las técnicas de tratamiento pasa algo similar. Se pueden identificar términos tales como: cortar, quemar, destruir, bloquear, eliminar; así como de las “armas” para hacerlo, cuyo conjunto se define de hecho como “arsenal” terapéutico. Dicho lenguaje suele ser muy común, sobre todo, en el ámbito del cáncer, porque también los tumores se ven como algo patógeno, es decir, como la causa del descontrol de un grupo de células anárquicas que amenazan con extenderse por el resto del organismo hasta ocasionar su destrucción. Esta visión reduccionista de la enfermedad es la que ha llevado al actual establecimiento médico a utilizar una serie de métodos invasivos y nocivos para la salud en la llamada “lucha contra el cáncer”. No obstante, hay quienes comparten una visión distinta de la enfermedad, y prefieren ver a esta última desde la perspectiva biológica como una disfunción orgánica; donde cualquier proceso patológico se atiende mejor y con más éxito ayudando al sistema inmunológico a que enfrente el problema por símismo, potenciándolo mediante la desintoxicación, una nutrición adecuada y otros métodos naturistas efectivos, no invasivos y científicamente probados. Dichos 36 métodos han probado ser igualmente efectivos en la prevención y tratamiento del cáncer. 3.7.1 Nutrición La Nutrición es la ciencia que define principalmente el aprovechamiento de los nutrientes. Es la ciencia encargada del estudio y mantenimiento del equilibrio homeostático del organismo a nivel molecular y macro sistémico; garantizando que todos los eventos fisiológicos relacionados – digestión, absorción y utilización de nutrientes, procesos metabólicos, de eliminación, etc. – se efectúen de manera correcta, con el propósito de lograr una salud adecuada y la prevención de enfermedades. La nutrición es también la ciencia que estudia la relación que existe entre los alimentos y la salud, especialmente en la determinación de una dieta. Aunque alimentación y nutrición se utilizan frecuentemente como sinónimos, son términos diferentes ya que la nutrición hace referencia a los nutrientes que componen los alimentos, y comprende un conjunto de fenómenos involuntarios que suceden tras la ingesta de los alimentos, es decir, la digestión, absorción y asimilación a nivel celular. Por otra parte, la alimentación comprende un conjunto de actos voluntarios y conscientes que van dirigidos a la elección, preparación e ingestión de los alimentos; fenómenos vinculados con el medio sociocultural y económico del individuo y que determinan – al menos en gran parte – su estilo de vida. Muchas enfermedades comunes – posiblemente la gran mayoría – y sus síntomas pueden ser frecuentemente prevenidas, aliviadas y hasta sanadas con una buena nutrición. El cáncer, aunque muchos afirmen lo contrario, no es una excepción; de hecho, es más bien un hecho constatado (Hilu, 2007). Por ejemplo, en una reunión celebrada por la Asociación Americana para la investigación del Cáncer en el 37 2005, el investigador Shivendra Singh presentó cómo una sustancia que se libera al masticar las verduras crucíferas ayuda a controlar los tumores de próstata humanos inducidos en ratones (Muro, 2006). Las crucíferas son una amplia familia de vegetales con más de 390 géneros y 3,000 especies, entre las cuales existen muchas plantas cultivadas para alimento siendo las más comunes, la col o repollo, la coliflor, las coles de Bruselas, el brécol o brócoli y el nabo gallego. Esta sustancia liberada: el Fenitil-isotiocianato o PEITC, también provoca la apoptosis en las células del cáncer de próstata. Al final de un ciclo de tratamiento de 31 días los ratones tratados con PEITC presentaron tumores casi dos veces más pequeños que los del grupo de control. Resultados que se verí an confirmados cuando en enero de ese mismo año, investigadores de la Universidad de Rutgers en New Jersey, EEUU, hallaron que una combinación de cúrcuma – un ingrediente del curry – y del fenitil- isotiocianato era eficaz en cáncer de próstata. Posteriormente, la revista Cáncer Research del mes de septiembre de 2005 reportaría que ciertos compuestos presentes en las crucíferas podían “ayudar a ralentizar el cáncer del pulmón”. La eficacia de estas hortalizas en la prevención y tratamiento del cáncer se debe además, a que contienen indol-3-carbino, una sustancia que el organismo convierte durante la digestión en 3,3 diindolilmetano, producto que ha demostrado “in vitro” inhibir la proliferación de las células cancerígenas y que tiene la propiedad de acelerar el metabolismo de los estrógenos, impidiendo que pueda ser utilizado por las células cancerosas. Asílo indicarí a un estudio del Instituto de investigación Hormonal de New York. Es más, inhibe en crecimiento en las células de cáncer de próstata como demostróotra investigación; esta vez realizada por la Universidad de California, la cual se publicó en el Journal of Biological Chemistry. Las células cancerosas tratadas crecieron un 70% menos que las del mismo tipo de tumor que no recibieron el tratamiento. 38 La notable actividad anticancerígena de las crucíferas se debe también a que además contiene sulforafano, sustancia que contribuye a acabar con los componentes potencialmente cancerígenos en las comidas. De hecho, un grupo de científicos británicos del Centro John Innes en Norwich, consiguió en la primavera del año 2000 crear un “superbrócoli” cruzando una variedad normal con una de la misma familia, pero más salvaje y de origen siciliano que tiene cien veces más sulforafano que uno natural, a fin de utilizarlo en tratamientos anticancerígenos. Las fresas, la mora azul y las cerezas poseen también una gran variedad de fitoquímicos y antioxidantes de gran beneficio para la salud. Estas frutas contienen ácido elágico, un compuesto que ayuda a prevenir la mutación celular y actúa como anticancerígeno. Estudios clínicos además demuestran que el ácido elágico evita que las células cancerosas puedan inhibir al gene p53 de provocar apoptosis. Las moras azules contienen también epicatechina y pterostibilene, ambos compuestos que protegen el hígado y previenen el cáncer del colon (Losso et al., 2004). En el 1999, científicos de la Universidad de Michigan descubrieron que el color morado en las cerezas constituye una abundante fuente de ciertos antioxidantes denominados antocianidinas. Además, contienen cantidades generosas de melatonina, una hormona producida por la glándula pineal, la cual es parte del proceso natural del cuerpo para regular el sueño. Se ha descubierto que niveles normales de melatonina en el cuerpo pueden tener un efecto anticancerígeno (Gescher, 2006). Además de la probada efectividad anticancerígena de las verduras crucíferas y ciertas frutas, existen varios métodos terapéuticos de nutrición científicamente probados y efectivos, tanto en la prevención como en el manejo del paciente de 39 cáncer. Tomemos por ejemplo la Terapia Gerson. Desarrollada por el doctor alemán Max Gerson hace ya más de medio siglo, la terapia que lleva el nombre de este insigne médico, no solo sigue de actualidad, sino que es idónea para tratar cualquier patología crónica además del cáncer (Campoy, 2011). De hecho, es tan eficaz que sus postulados fueron – y siguen siendo – ferozmente atacados. Gerson constató que básicamente la intoxicación del organismo, su acidificación y el déficit de nutrientes, es la causa principal de todas las enfermedades, incluido el cáncer, porque ello rebaja el nivel de defensas. De ahí, que su propuesta fue igual de sencilla. Padezca lo que padezca, al enfermo hay de desintoxicarle, alcalinizarle y nutrirle adecuadamente. Nutrientes procedentes siempre de alimentos naturales, especialmente de frutas y verduras ecológicas – que deben ingerirse crudas o poco cocinadas – y en cantidades generosas, constituyen el fundamento de la Terapia Gerson. Muchos de los alimentos en la Terapia se ingieren en la forma de zumos recién procesados con el propósito de proveerle al organismo un suministro óptimo de vitaminas, minerales, enzimas, oligoelementos y fibra, además de oxigenarlo porque Gerson constató que en todas las personas con patologías degenerativas existe una clara deficiencia de oxígeno en sangre. Otro aspecto importante de la terapia de zumos de Gerson consiste en ayudar al organismo a desintoxicarse y equilibrar el pH, llevándolo a una correcta homeostasis y a potenciar el sistema inmunológico. Aunque desconocida, esta terapia ha sido tan efectiva que sus recomendaciones han sido avaladas por la Sociedad Americana del Cáncer; además, el Instituto Nacional del Cáncer y la Sociedad Americana del Corazón proponen actualmente una versión modificada de la Terapia Gerson. El Instituto Gerson reclama que su terapia es en la actualidad capaz de lograr la remisión en el 42% de los pacientes desahuciados por cánceres terminales, lo cual es una cifra muy significativa (Gerson, 2009). Algunos estudios parecen respaldar 40 las cifras del Instituto Gerson. Por ejemplo, en el 2005, un estudio publicado por expertos del Centro de Cáncer de Medicina Austriaca, reveló resultados muy alentadores en un grupo de 36 pacientes de cáncer de mama que habían experimentado cirugía y que a la vez realizaron una versión modificada de la Terapia Gerson. De acuerdo con los resultados, el 76% de los pacientes experimentaron menos efectos postoperatorios que pacientes en igualdad de condiciones que no habían realizado la terapia (Hildenbrand, Bradford y Cavin, 2005). Un análisis retrospectivo realizado en 1995 en 153 pacientes con melanoma maligno, comparó el periodo de cinco años de supervivencia en pacientes que realizaron la Terapia Gerson en relación a pacientes que no la adoptaron (Kroberger, 1995). Los autores revelaron que el promedio de supervivencia en pacientes que usaron la Terapia fue significativamente superior a los que solo utilizaron métodos convencionales. Para pacientes con melanoma, etapa II (100% vs. 79%), melanoma, etapa IIIa (82% vs. 39%), melanoma, etapa IIIa y IIIb (70% vs. 41%) y melanoma, etapa IV (39% vs. 6%). Otro método de alimentación naturista que ha obtenido una gran difusión, debido tal vez a la seguridad que proporcionan más de sesenta años de práctica médica profesional y numerosísimas observaciones realizadas en pacientes a lo largo de varias décadas, lo es el Método Kousmine (Kume, 2011). Su creadora, la Dra. Catherine Kousmine (1904 – 1992) expuso que el cáncer se desarrolla, preferentemente, en cuerpos mal nutridos debido a los múltiples errores e incongruencias de las dietas y los alimentos actuales. Para demostrar lo sólido de sus argumentos, parte de experimentos con animales para luego exponer su dilatada experiencia con pacientes humanos. Frente a las sustancias cancerígenas, la Dra, Kousmine se reafirma en que un cuerpo que recibe la amplia variedad de elementos nutritivos y que precisa para su mantenimiento, es reacio a permitir el 41 desarrollo de un tumor. La doctora explica: “Por ejemplo, existe un colorante denominado amarillo de manteca que si se lo administra a ratas alimentadas con comprimidos nutritivos o con arroz pulido, se provoca en ellas la aparición de tumores en el hígado. Si se alimenta a estos animales con arroz integral o aun con los mismos comprimidos más un suplemento de vitaminas, los tumores son más raros o no se forman”. El punto débil de nuestro organismo, la “gran madre” del cáncer reside, para la Dra. Kousmine, en la finísima capa de células epiteliales del intestino. Esa es la capa a través de la cual los nutrientes llegan al torrente sanguíneo y la circulación linfática. Si esta membrana intestinal se vuelve excesivamente porosa o permeable permitirá la entrada a la sangre y la linfa, numerosos tóxicos y bacterias. Con el tiempo el hígado, que recibe a través de la vena porta la sangre que ha pasado por el intestino, se saturaráy los filtros o ganglios linfáticos estarán repletos de detritus orgánicos. En esta situación, toda la economía corporal podrí a sufrir un gran colapso. De ahí, que para la Dra. Kousmine el estado de salud o equilibrio corporal se efectúe mediante dos procedimientos fundamentales. 1) Impedir la entrada de nuevos tóxicos al organismo eliminando las sustancias y alimentos perjudiciales. 2) Realizar los cambios dietéticos apropiados para restaurar la normalidad asegurando un suministro adecuado de todos los elementos que el cuerpo necesita para regenerarse. Para lograr este objetivo, el Método Kousmine se fundamenta en cuatro pilares esenciales, a saber. 1) La alimentación sana 2) Higiene intestinal 42 3) Equilibrio ácido – básico del organismo 4) Aporte de nutrientes Uno de los principales ingredientes del pilar de la alimentación sana del Método Kousmine lo es la crema Budwing. Esta crema constituye en símisma una extraordinaria alternativa de tratamiento en diversos tipos de cáncer. La terapia surge de las investigaciones sobre el rol de los ácidos grasos esenciales, que por años realizó la insigne y siete veces nominada para el premio nobel, Dra. Johana Budwing. Budwing propuso que la enfermedad crónica – incluido el cáncer – es el resultado de un organismo carente de ácidos grasos esenciales, los cuales poseen electrones unidos a moléculas de oxígeno y proteínas. Cuando éstos son absorbidos por la pared celular, suministran oxígeno a la célula, el cual es necesario para la elaboración de ATP, conocida como la molécula de la vida ya que suministra energía a todo el organismo. Esta es la teoría detrás de la Dieta Budwing: el uso de oxígeno puede ser estimulado en el organismo mediante las lipoproteínas (proteínas ricas en sulfuro y el ácido linoleico). La Dra. Budwing también propuso que una dieta rica en aceite de linazas prensado en frío junto o mezclado con queso blanco y magro (tipo requesón) promueve un metabolismo aeróbico, el cual crea un ambiente inhóspito para la proliferación de las células cancerosas (anaeróbicas) provocando apoptosis. Es así como surge la famosa crema de Budwing ampliamente utilizada por el Método Kousmine. Es interesante destacar que un nuevo estudio conducido por el Instituto Nacional de la Salud en los Estados Unidos, sugiere que una dieta rica en ácidos omega 3 y lignanos puede detener el crecimiento de tumores cancerosos en la próstata 43 (Demark-Wahnefried, 2009). El estudio fue presentado en la cuadragésima tercera asamblea anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO). Los investigadores llegaron a la conclusión de que las propiedades de la linaza, similares a las de las semillas de ajonjolí, interrumpen la cadena de eventos que inducen la multiplicación de células en forma descontrolada y crean el ambiente propicio para la formación de un tumor. Los pacientes del estudio fueron asignados al azar a uno de cuatro grupos. Un grupo tomó 30g de semillas de linaza durante un periodo de 30 días previo a la operación. Otro grupo tomólo mismo, pero además se le instruyóseguir una dieta baja en grasas. El tercer grupo solo siguió las indicaciones de la dieta baja en grasas, mientras que al cuarto grupo no se le dieron indicaciones. Luego de la operación, los investigadores examinaron las células del tumor bajo el microscopio para determinar cuan rápido se habían multiplicado. El resultado fue que los dos grupos que habían ingerido las semillas de linaza mostraron un crecimiento menor de células cancerosas. Estos ejemplos son indicativos de que una nutrición adecuada es definitivamente una pieza indispensable en el “rompecabezas” de cáncer. Comenzar un tratamiento alternativo contra el cáncer pudiera asemejarse al efecto de añadir leña a una fogata. El fuego avivado tendría el efecto de quemar, incinerar o devorar cualquier elemento extraño (célula cancerosa) en la fogata; pero si la alimentación no es sana, serí a como echar agua al fuego. En conclusión, un régimen nutricional adecuado puede ser una herramienta poderosa en la prevención y manejo del paciente de cáncer. 3.7.2 Fitoterapia La Fitoterapia es la utilización de plantas medicinales o de sus derivados con finalidad terapéutica para la prevención o tratamiento de patologías. Aunque la 44 fitoterapia se remonta a tiempos ancestrales, no ha sido hasta la actualidad cuando se han identificado los componentes de las plantas que presentan las propiedades farmacológicas y que se denominan principios bioactivos. La fitoterapia, pues, pertenece al ámbito de la medicina o más bien al de la medicina biológiconaturista y está estrechamente relacionada con la botánica y el estudio del metabolismo secundario vegetal. Hoy día, existen muchos fitofármacos o fitocompuestos que incluyen extractos estandarizados producidos a partir de la totalidad de una planta o de sus partes u órganos, los cuales tienen un papel relevante en la prevención y tratamiento del cáncer. Investigaciones recientes han demostrado que los extractos del árbol norteamericano Paw Paw (Asimina triloba), contienen nuevos y promisorios agentes antitumorales y pesticidas. Los extractos del Paw Paw, derivados de las ramas del árbol – las ramitas producen el extracto más potente – contienen sustancias biológicamente activas conocidas como acetogeninas anonáceas, las cuales son derivadas de ácidos grasos de cadena larga. Las acetogeninas anonáceas han demostrado una actividad antimicrobiana, antiviral, antitumoral y antihelmíntica. Los estudios también han demostrado que algunas acetogeninas del Paw Paw exhiben una potente citotoxicidad – un efecto tóxico en las células que previene su reproducción o crecimiento – contra las células cancerosas de las mamas humanas, el colon y los pulmones in vitro. De hecho, una particular acetogenina, trilobacina, demostró una actividad inhibidora un billón de veces más potente que la adriamicina, un medicamento estándar anticancerígeno. Al igual que la adriamicina, las acetogeninas anonáceas del Paw Paw son potentes agentes antineoplásticos, sustancias que previenen el desarrollo del crecimiento anormal de un tejido. Sin embargo, los extractos de esta planta no causan los serios efectos secundarios asociados con el uso de la adriamicina (McLaughlin, 2008). 45 De acuerdo con la reciente investigación, ciertas acetogeninas del Paw Paw muestran una promesa hacia el futuro de una nueva generación de agentes antitumorales, debido a su habilidad de disminuir los niveles de ATP (trifosfato de adenosina) por vía de la inhibición del complejo mitocondrio I. En términos más sencillos, las acetogeninas del Paw Paw inhiben el crecimiento de las células tumorales disminuyendo los niveles de ATP. El ATP es la forma primaria de energía utilizable en las células. Por consiguiente, estas acetogeninas han demostrado tener la capacidad de privar a las células cancerosas de su abastecimiento energético, lo que resulta en una apoptosis o muerte programada de las células, un tipo de respuesta auto destructiva. Un estudio clínico reciente conducido por el Centro de Tratamiento y Monitoreo del Cáncer en Nevada, EEUU, revelólas bondadosas y prometedoras aplicaciones del Paw Paw en el manejo de pacientes de cáncer. De un total de veinte pacientes de cáncer terminal, trece sobrevivieron a un periodo de tratamiento con acetogeninas anonáceas provenientes del Paw Paw, se encuentran en condición estable y continúan tomando el preparado. A cada paciente se le administró una capsula de 12.5 mg. De un extracto estandarizado de la planta, administrado cuatro veces al día con las comidas. En tan solo una semana los niveles de CA 125 fueron reducidos en dichos pacientes en un 66%, habiendo tolerado de manera satisfactoria el preparado. Solo se observaron náuseas y vómitos en algunos de los pacientes sujetos al estudio. Por otra parte, se reportaron incrementos significativos de energía en la gran mayoría de los pacientes participantes del estudio (Benson y Forsythe, 2002). Tomemos el ejemplo específico de uno de los pacientes en el estudio. El participante #2 fue un hombre de 63 años de edad con un tumor maligno en la región del cuello. Para julio 30 del 2002, una radiografí a del tumor reflejó una cavidad y masa en el cuello de 7 mm y 5 mm respectivamente. El sujeto no 46 realizo ninguna otra forma de tratamiento, excepto la ingesta de las cápsulas de Paw Paw. Comenzó con el tratamiento de Paw Paw para septiembre de 2002, y para marzo de 2003, otra radiografí a mostró una disminución significativa en el tamaño del tumor: la cavidad midió4.4 mm y la masa 3 mm. Los árboles del Pau D’ Arco (Tabebuia impetiginosa) son nativos de las selvas lluviosas de América de Sur y conocidos por repeler el crecimiento de los hongos. Las tribus nativas de la región lo han utilizado por siglos para curar los tumores. De acuerdo con una investigación publicada en Planta Médica y en el Journal of Natural Products, la actividad anticancerígena del Pau D’ Arco puede ser debida a la presencia de naftoquinonas citotóxicas, compuestos que muestran un efecto tóxico en células cancerosas. La investigación científica demuestra que el Pau D’ Arco estimula la producción de glóbulos rojos en la médula ósea, lo cual mejorarí a la capacidad de la sangre de transportar oxigeno a los diferentes tejidos del cuerpo (Mowry, 2002). En un estudio realizado por la Facultad de Farmacia de la Universidad de Venezuela en 1968, se demostróque el lapachol, otro componente activo del Pau D´Arco, posee fuerte actividad antineoplásica en ratas. Otro estudio realizado posteriormente por la misma facultad, demostró que prolonga el tiempo de vida en más de un 80% en ratones inoculados con células leucémicas; y un estudio realizado en 1980 en nueve pacientes con diferentes tipos de cáncer (hígado, riñón, mama, próstata y cuello uterino) demostróque el lapachol puede disminuir la masa tumoral y reducir el dolor causado por el tumor. En ese estudio se logro la remisión completa de tres pacientes (Bollinger, 2011). La Chlorella (Chlorella pyrenoidosa) es nutricionalmente comparable a otra planta muy conocida: la spirulina, conteniendo sin embargo, un poco menos de 47 proteína, solo una fracción del beta-caroteno, pero más del doble del contenido de ácidos nucleicos y de clorofila. El ácido nucleico en Chlorella contiene un nutriente especial llamado CGF (factos de crecimiento de Chlorella). CGF estimula el crecimiento normal sin estimular los mecanismos de crecimiento por enfermedad, tal como los tumores. CGF es muy beneficioso para sanar las heridas, para mejorar el crecimiento en los infantes, para mantener la salud de los ancianos y para estimular el crecimiento que ha sido detenido por la degeneración o por la enfermedad (Moss, 2002). En adición a esto, la pared celular de Chlorella ha demostrado enlazarse con metales pesados, pesticidas y carcinógenos tal como los PCBs (poloclorobifeniles), removiéndolos del cuerpo. La pared celular de Chlorella también contiene polisacáridos complejos que estimulan la producción de interferón y otros compuestos antitumorales, antimutagénicos e inmunoestimulantes (Bollinger, 2011). En un estudio realizado en Japón, un grupo de científicos colocaron a ratas de laboratorio en un régimen nutricional de Chlorella por diez días y luego les inyectaron células cancerosas de tres tipos distintos. Sorprendentemente, el 70% de las ratas en el régimen de Chlorella sobrevivieron, comparadas con el 100% de ratas que no fueron alimentadas con el alga, las cuales desarrollaron cáncer y murieron en un periodo de 20 días (Tierra, 2003) La investigación de los efectos inmunoestimulantes de la Chlorella no se limitan a los estudios en animales. Un estudio realizado en el estado de Virginia, EEUU, tratóa 15 pacientes con glioblastomas (tumor cerebral) con un preparado en polvo y líquido de Chlorella, combinado en ocasiones con quimio y radioterapias. Aunque los pacientes de esta condición por lo general solo presentan un promedio 48 de supervivencia de dos años, los pacientes tratados con Chlorella superaron dicho periodo (Yance, 2008). La Chlorella además posee la capacidad de incrementar en sangre los niveles de la proteína albúmina. De acuerdo a la obra de consulta Earl Mindell’s Supplement Bible, numerosos estudios han documentado que los niveles bajos de albúmina en sangre constituye un marcador para el desarrollo de enfermedades serias como el cáncer y los problemas cardíacos (Mindell, 2011). El Téverde, hecho con las hojas no fermentadas de la planta Camellia sinensis contiene compuestos conocidos como polifenoles que funcionan como antioxidantes, combaten las bacterias y el cáncer, inhiben la oxidación del colesterol LDL y proveen muchos beneficios adicionales para la salud. La investigación demuestra que los polifenoles que ocurren en el té verde – catechinas, y galocatechinas, incluyendo el EGCG (epigalocatechina – 3 galata) – son poderosos antioxidantes, los cuales barren directamente los radicales libres. De hecho, los investigadores de la Universidad de Kansas informaron que el poder del EGCG es doble al del resveratrol (encontrados en las uvas, el vino tinto y otros alimentos). Los polifenoles del té verde, particularmente el EGCG, son también antimutagénicos y pueden ayudar a proteger contra en desarrollo de tumores disminuyendo la ocurrencia de las alteraciones cromosómicas resultantes de la exposición a los mutágenos, y directamente ligándose con los carcinógenos. Además, la evidencia muestra que los polifenoles del téverde pueden inhibir la acción de potenciales carcinógenos como las nitrosaminas, los hidrocarbonos aromáticos policíclicos y las aminas heterocíclicas (Alschuler et al., 1998). Las investigaciones recientes demuestran que el polifenol principal en el téverde, el EGCG, inhibe la actividad de la urokinasa, la cual es necesaria para el crecimiento de las células cancerosas. El EGCG se prende a la urokinasa 49 previniéndola de invadir células sanas y formar tumores. Los experimentos de laboratorio han demostrado también que el EGCG induce la muerte celular programada o apoptosis (Ahmad, 1997). Algunos estudios sugieren que los consumidores del té verde tienen un menor riesgo de contraer cáncer gastrointestinal, junto con riesgos significativamente reducidos de contraer cáncer del esófago. Por ejemplo, un estudio a gran escala conducido por la Universidad de Columbia, el Shanghai Cancer Institute y el National Cancer Institute, involucrando 900 individuos con riesgo elevado de contraer cáncer del colon, del páncreas y del recto, mostraron que el riesgo era significativamente menor si consumían té verde al menos una vez por semana durante un periodo de seis meses (Ji et al., 1997). Además, una revisión de 15 estudios sobre el té verde fue conducido por científicos en el Alternative Medicine Research in Cancer de la Universidad de Texas. Los resultados de la revisión demostraron que sobre más de la mitad de los estudios confirmaron los efectos protectores del téverde contra el desarrollo de cáncer de la vejiga, colon y recto, esofágico, gástrico, pulmonar, y pancreático (Mindell, 1998). Estudios clínicos han probado que la hierba china conocida con Astragalus (Astralagus membranaceus), es efectiva contra el cáncer. El Astragalus mejora la tolerancia y minimiza los efectos tóxicos de la quimio y radioterapias, acelera la recuperación y mejora los índices de supervivencia en pacientes con la condición. En un estudio clínico de 115 pacientes que tomaron quimioterapia, el Astragalus aumentó el conteo de glóbulos blancos en cerca de un 83%. Es importante notar que el Astragalus no contiene componentes que directamente atacan la células cancerosas, más bien, fortalecen las defensas inmunológicas mismas contra el desarrollo de cáncer (Wassef, 1998). 50 En un estudio italiano realizado en 1994, una combinación de Ligustrum y Astragalus fue administrada a pacientes de cáncer de mama; la combinación de esta combinación de hierbas produjo una disminución en la tasa de mortalidad de los pacientes de un 50% a un 10% (Morazzoni y Bombardelli, 2004); y otros dos estudios revelaron que los pacientes que consumen Astragalus frecuentemente, tienen dos veces más probabilidad de sobrevivir al periodo de cinco años de supervivencia que los que solo recurren a los tratamientos convencionales de cáncer. Existe además evidencia de que esta hierba beneficia la función del hígado, órgano vital y que por lo general se ve comprometido en pacientes de cáncer. En China, por ejemplo, el Astragalus es comúnmente empleado en el tratamiento de hepatitis. El mismo parece reducir significativamente los niveles de toxinas e incrementa los niveles de interferón sin alterar el ADN (Zhang y Fan, 1996). Un estudio realizado en Cina en el 1998 reveló que el consumo de Ginseng, resulta en una disminución de 67% en el riesgo de contraer cáncer del estómago y 70% de cáncer del pulmón. Estudios en animales han demostrado la capacidad del Ginseng de estimular la producción de interferón e inducir apoptosis (Yun et al., 1998). De acuerdo a un estudio publicado en la Revista de Medicina China, los ginsenosides en el Ginseng poseen la capacidad de prevenir que ocurra angiogénesis, inducir apoptosis y prevenir metástasis Bollinger, 2011). En mayo del 2001, se publicaron los resultados de un estudio que duró30 años e involucró a más de 35.000 sujetos, el cual concluyó que el consumo de un extracto de Muérdago (Viscum album), mejora significativamente el porciento de supervivencia para una variedad ce cánceres. El estudio demostró que la inyección cutánea del extracto puede tener el efecto de inhibir el desarrollo de tumores malignos, incrementar la respuesta inmunológica y prevenir el desarrollo de metástasis (Maticek et al., 2001). 51 3.7.3 Homeopatía La Homeopatía es una ciencia médica desarrollada por el Dr. Samuel Hahnemann (1755 – 1843), un médico alemán. La misma se fundamenta en el principio de que “lo similar cura a lo similar”. Dicho de manera sencilla, cualquier sustancia que pueda producir síntomas en una persona sana, puede curar síntomas similares en una persona enferma cuando se utiliza en forma homeopatizada Esta idea se conoce hoy como la “Ley de los Similares”. De acuerdo con los principios de la Homeopatía clásica, existen muchos tratamientos homeopáticos para el apoyo del paciente de cáncer. Por ejemplo, un informe clínico del 2008 en la India muestra que la homeopatía puede tener efectos positivos sobre el cuidado del cáncer (Jonas, 2011). Estos resultados preliminares llevaron al Instituto Nacional del Cáncer (NCI) a poner en marcha un estudio que permitióa los expertos presentar sus datos para que fueran analizados de manera científica. Uno de los trabajos extensamente analizados, fue el Protocolo Benerji de la Fundación P. Banerji para la investigación homeopática (PBHRF) en Kolkata, India. En este protocolo participaron 21888 pacientes oncológicos monitorizados entre 1990 y 2005 y que tan solo utilizaron homeopatía para tratar el cáncer. Los clínicos reportaron que en un 19% de los casos, se producía una regresión total del tumor y un 21% más, se mantenían estables o mejoraban. Después de una rigurosa evaluación, el NCI concluyó que había suficientes indicios de la eficacia del protocolo como para iniciar estudios posteriores. Investigadores del Hospital Homeopático de Londres se han dedicado a realizar estudios de pacientes oncológicos en situación paliativa y a identificar los síntomas que mejor respondan a la prescripción homeopática. Por ejemplo, en un ensayo doble ciego, 30 niños con llagas en la boca debido a la quimioterapia contra el cáncer, se les administro oralmente un enjuague bucal homeopático o de 52 placebo, cinco veces al día al menos por 14 días. Los resultados mostraron que el uso del tratamiento redujo significativamente los síntomas en comparación con el placebo (López, 2007). Un estudio realizado por la Sociedad Americana del Cáncer en el 2008 revelóque de un total de 4,000 pacientes de diferentes tipos de cáncer y que sobrevivieron más allá del periodo de cinco años de supervivencia, el 29% había utilizado alguna forma de terapia homeopática durante dicho periodo (Jonas, 2011). En otro estudio conducido por el Samuel Institute de Alexandria, Virginia un total de 100 ratas machos fueron asignadas al asar a grupos de control y tratamiento, luego de haber sido inyectadas con células de cáncer prostático. El grupo de tratamiento recibió dosis de cinco diferentes remedios homeopáticos. Los resultados revelaron, que aunque los remedios homeopáticos no mostraron tener efecto celular anticancerí geno directo, si parecieron detener la progresión del cáncer y reducir la incidencia y mortalidad de las ratas (López, 2007). Estudios de laboratorio llevados a cabo por el Centro de Estudios Farmacológicos y Botánicos – entidad dependiente del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la República Argentina – han logrado confirmar la eficacia de un preparado homeopático compuesto a partir de las plantas plántago, carqueja y romero. El remedio empleado en diferentes diluciones logró un porcentaje de inhibición de la proliferación celular en línea de células cancerosas del 51,7%. El Oncólogo Bernardo Udaquiola, científico participante del estudio, reportó además, que los pacientes tratados con el remedio homeopático – cuya experiencia se recoge ya de 14 países – demuestran tener una mejor calidad de vida. El científico señala como principales indicadores de la mejoría de calidad de vida, la estabilidad y mejora de los valores hematrimétricos (parámetros que relacionan el índice de hamatocritos, la hemoglobina, y el número de hematíes o 53 glóbulos rojos), el incremento del apetito, el aumento de peso corporal, la disminución del tamaño de los tumores, el alivio del dolor y una reducción de los efectos indeseables de la quimio y radioterapias. Según otro de los miembros del grupo de Udaquiola, las mejores respuestas de actividad anticancerí gena con el preparado se dan en tumores de mama, próstata y sistema nervioso central, afirmando haber obtenido un 80% de mejorías (Muro, 2008). En el ámbito de los llamados remedios antihomotóxicos – formulaciones compuestas por diversas sustancias elaboradas homeopáticamente – también se han obtenido algunos logros en el tratamiento del cáncer (López, 2007). Ese es el caso del Dr. Tahes Abbas, cardiólogo español y miembro de la asociación catalana, española y europea de cardiología. El Dr. Abbas posee basta experiencia tratando a pacientes de cáncer mediante una medicina menos farmacológica y iatrogénica. El principio básico de su protocolo es limpiar a fondo el organismo, estimularlo y potenciar sus defensas permitiéndole caminar hacia la auto curación. Abbas ha obtenido excelentes resultados utilizando los compuestos antihomotóxicos Ocoxin y Viusid, junto a otros preparados del tipo suis, comúnmente utilizados en homotoxicología. Viusid posee una poderosa acción antiviral e inmunoestimulante, imprescindible para actuar como complemento de los tratamientos convencionales – quimio, radioterapia y cirugía – que por naturaleza son inmunodepresores. El Ocoxin por otra parte, aporta el restablecimiento de la función de apoptosis celular y la obstaculización del proceso angiogénico o de creación de nuevos vasos sanguíneos para la alimentación del tumor. El éxito mayor se ha obtenido en pacientes con cánceres del pulmón, prostático, colon y rectal y de mama donde se ha obtenido remisión total o parcial hasta en un 43% de los casos. Hablando sobre sus terapias de vanguardia en el tratamiento del cáncer empleando la Medicina Biológica, el Dr. Fernando Alarcón de España señala: “La 54 Homotoxicología considera el cáncer como una fase de desdiferenciación, situando esta patología en la última fase de acumulación de toxinas. De manera que para tratarlo, hay que activar los mecanismos de desintoxicación extra e intracelular”. El Dr. Alarcón ha tenido excelentes resultados empleando los compuestos antihomotóxicos: Lymphomyosot, Hux Vomica Homaccord y Berberis Homaccord en periodos de 15 días en la fase de desintoxicación, junto a compuestos para estimular la función inmunológica: Echinacea compositum, Engystol N, Tonsilla compositum y otros, tanto en terapia coadyuvante como solas. 3.7.4 Terapia Ortomolecular y Oligoelementos Ortomolecular es un término que se deriva de la palabra griega “orto” que vertida al español significa correcto, y de la palabra “molécula”, que es la estructura más simple proyectada en las características de un compuesto. Asíque el término molecular literalmente significa molécula correcta. El dos veces ganador del Premio Nobel, el Biólogo Molecular Linus Pauling, acuñó el término “Ortomolecular” en un artículo de su autoría y titulado Psiquiatría Ortomolecular, publicado en el rotativo Science en 1968. Desde entonces, el término Medicina o Terapia Ortomolecular se emplea para referirse a la práctica de prevenir y tratar patologías – por ejemplo cáncer – a través del suministro de cantidades óptimas de sustancias que son naturales para el cuerpo. Introducir en el organismo de forma intravenosa vitamina C – nunca intramuscularmente – en la formulación adecuada, mediante goteo y en altas dosis destruye las células cancerosas; en cualquier lugar del organismo y sin producir efectos secundarios (Hickey, 2009). Asílo indican los trabajos de investigación perfectamente documentados. Por ejemplo, un estudio realizado en la Universidad de Nebraska, EEUU, demostró que aplicada de esa forma, aun en altas dosis – hasta 50 gramos diarios – no produce toxicidad. Su eficacia se basa en que la 55 vitamina C produce peróxido de hidrógeno, siendo este el que se encarga de destruir las células cancerosas al liberar oxígeno. De hecho, los macrófagos y leucocitos de nuestro sistema inmunológico – responsables de combatir las infecciones – fabrican peróxido de hidrógeno a fin de oxidar o eliminar toda sustancia extraña que se introduce en el cuerpo. Y tanto la penicilina como el interferón deben precisamente buena parte de su eficacia el hecho de que estimulan la producción de peróxido de hidrógeno; lo mismo que logra la vitamina C. Cabe agregar, que si bien la aplicación intravenosa aumenta notablemente la eficacia, ingerida oralmente, también refuerza el las defensas del organismo, la producción de neutrófilos y la síntesis de interferón. El descubrimiento de que la vitamina C es útil en el tratamiento del cáncer debe atribuírsele al Dr. Linus Pauling, quien dese temprano en la década de los setenta, condujo un estudio junto al Dr. Ewan Cameron con 100 pacientes de cáncer en etapa avanzada (Bullinger, 2011). A estos pacientes se les administró 10,000 milígramos de vitamina C diariamente. El estudio concluyó que los pacientes tratados con altas dosis sobrevivieron hasta cuatro veces más tiempo que los pacientes que no tomaron vitamina C suplementaria. El progreso de estos pacientes fue entonces comparado con un grupo de 1000 pacientes de otro galeno que no utilizóninguna forma de medicina alternativa. Los resultados revelados en 1976 demostraron que los pacientes que usaron vitamina C, vivieron un promedio de 300 días más que los pacientes que solo se sometieron a terapias convencionales (quimioterapia). Otro estudio más reciente y realizado por el Bio Communications Research Institute en Wichita, Kansas y la Universidad de Puerto Rico, en el cual se emplearon altas dosis de vitamina C intravenosa en la forma de ascorbato sódico en lugar de ácido ascórbico, concluyólo siguiente (Riordan, 2001) : La vitamina C es tóxica para las células cancerosas. 56 Las concentraciones de vitamina C capaces de eliminar las células tumorales solo pueden lograrse en seres humanos de forma intravenosa. El ácido lipoico refuerza la toxicidad inducida por la vitamina C en las células tumorales. La mayor destrucción de células tumorales se obtiene con dosis superiores a los 30 gramos; en todo caso, las remisiones totales en pacientes tratados con esa dosis probablemente se deba a la respuesta biológica que induce la vitamina c, más que a sus efectos citotóxicos. En 1970, el Dr. Karl Folkers siguió el curso de tratamiento de seis pacientes que estaban tomando CoQ10 para su condición de fallo cardí aco congestivo, quienes además, eran pacientes de cáncer. Todos ellos experimentaron remisión total del cáncer. Motivado por la impresionante recuperación de sus pacientes, el Dr. Folkers persuadió a uno de sus colaboradores, quien padecía de cáncer terminal del pulmón, a que tomara 500 milígramos de CoQ10 diariamente para ver el resultado. Luego de un año, el paciente se recuperó totalmente, sin un solo vestigio de metástasis y 15 años más tarde continuaba sin rastros de la enfermedad (Mercola, 2006). La Curcuma longa, uno de los principales ingredientes activos del Tumeric, posee varias propiedades protectores de cáncer. Un estudio reciente conducido en el 2007 y publicado en el Rotativo de Inmunología Clínica, encontró que la cúrcuma puede reparar el ADN que ha sido dañado por la radiación (Aggarwal et al., 2007). El mismo estudio concluyó que la cúrcuma posee acción antioxidante capaz de proteger al cuerpo de los efectos de los radicales libres. La cúrcuma mostró tener propiedades que inhiben la formación de tumores y previenen metástasis. Además, el estudio reveló que aun cuando se administraran dosis de hasta 10 gramos al día, no se observó toxicidad alguna. Finalmente, la cúrcuma parece proteger las células contra la acción de los llamados xenoestrógenos, 57 adhiriéndose a los centros receptores de estrógeno. En el estudio, la cúrcuma fue capaz de revertir el crecimiento causado por ciertos tipos de estrógeno. Esa propiedad del cúrcuma o convierte en un agente promisorio en la prevención y posible tratamiento del cáncer de mama. Estudios investigativos han demostrado que el mineral selenio – especialmente cuando se utiliza en combinación con las vitaminas E, E y el bata-caroteno – bloquea las reacciones químicas que crean radicales libres en el cuerpo. El selenio además previene el daño a las moléculas de ADN del proceso reproductor conocido como mitosis; en otras palabras, previene el desarrollo de procesos tumorales (Howestine, 2007). En los últimos 20 años, los estudios sobre el mineral selenio se han enfocado en una forma novel de selenio: la methylselenocysteina (MSC). Un compuesto orgánico y relativamente simple, la MSC se encuentra en forma natural en varias plantas, incluyendo el ajo, brócoli y las cebollas que crecen en suelos ricos en selenio. El MSC se transforma fácilmente en methylselenol por una enzima llamada Beta-lyasa, la cual se distribuye por todo el cuerpo. De acuerdo a estudios realizados por el Departamento de Biología Celular Y Molecular de la Universidad de Baylor, el methylselenol ha probado ser una forma efectiva de selenio, la cual exhibe propiedades anticancerígenas mediante la inducción del proceso de apoptosis. El methylselenol, además inhibe el proceso de angiogénesis (Medina, 2005). El estudio placebo doble ciego más importante relacionado al selenio, fue conducido por el Centro de Cáncer de la Universidad de Arizona. Los resultados del estudio revelaron que el grupo tratado con selenio tenía un 66% menos probabilidad de desarrollar cáncer de próstata que el grupo que no lo utilizó. El 58 mismo estudio reflejóun 50% de riesgo menor en pacientes de cáncer del colon y 40% de riesgo menor para cáncer del pulmón (Clark, 2004). Estudios recientes presentados en el 2006 por la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer, han demostrado una relación inversa entre los niveles de vitamina D y la radiación ultravioleta a la que se exponen los individuos y la posibilidad de desarrollar un cáncer o fallecer por esta enfermedad. Algo asícomo si el sol y las vitaminas confiriesen algún tipo de inmunidad contra la formación de tumores. Se ha encontrado evidencias de que los factores relacionados con la vitamina D, incluyendo la exposición al sol y ciertos factores dietéticos como el consumo de aceite de hígado de bacalao, leche con suplementos y algunos pescados, se relacionan con una menor frecuencia de cáncer de mama, sobre todo si ésta se produce durante la adolescencia (Jackson, 2008). El estudio se realizó comparando datos de 576 mujeres de entre 20 y 59 años diagnosticadas de cáncer de mama con los de otras 1,135 que no tenían la enfermedad. Se demostróque las féminas sanas habían estado expuestas a más horas de sol, o bien consumían con mayor frecuencia productos ricos en vitamina D. Otro de los estudios en este campo fue realizado con 47, 800 varones profesionales de la salud, seguidos por la Escuela de Salud de Harvard. Se calculó el consumo de vitamina D en base a la dieta, los suplementos consumidos, la pigmentación de la piel, la grasa corporal, el lugar de residencia y la actividad fí sica de los individuos. Se comprobóque los varones que consumían 1,500 UI de vitamina D al día, tenían un 17% menos de riesgo de cáncer, y un 29% menos de riesgo de morir de un tumor (Calvino, 2006). Cuando se valoraron únicamente los tumores digestivos, los resultados fueron aun más llamativos puesto que la reducción fue del 43% y en el caso de la mortalidad del 45%. 59 Otro estudio llevado a cabo por la Universidad Northwestern en Chicago y que fue publicado en la revista Cancer Epidemiology Biomarkers and Prevention, encontróque las personas que reciben a diario una dosis de 400 UI de vitamina D tienen un 43% menos de riesgo de contraer cáncer de páncreas que quienes no la toman. Para el estudio los investigadores examinaron los datos de dos encuestas de largo plazo en la que participaron 46,700 hombres con edades entre 45 y 75 años y 75,400 mujeres con edades entre 38 y 65 años (Skinner, 2005). En 2004, investigadores del Colegio de Medicina Weill de la Universidad de Cornell, publicaron en el Journal of Alternative Medicine los resultados de unos estudios de cáncer de mama y cerebro. En los análisis, el resveratrol, un bioflavonoide que se encuentra en la cáscara de las uvas moradas, demostró su capacidad de inducir el proceso de apoptosis en los neuroblastomas (cáncer del cerebro) vía el gen p53, el cual repara el DNA. En adición a su capacidad de inducir apoptosis, el resveratrol pareció tener la capacidad de destruir las células cancerosas mediante la despolarización de las membranas mitocondriales en las células del tumor, lo cual resultó en la disminución del potencial de funcionamiento de dichas células (Bollinger, 2011). La vitamina B17 y que también es llamada leatrile o amigdalina, es un agente quimioterapéutico completamente natural que se encuentra en más de 1,200 plantas; particularmente en las semillas de frutas comunes como el albaricoque, el durazno, las manzanas y las cerezas. Se trata de un diglucósido con una molécula de cianuro que es extremadamente bioaccesible. Esto significa que penetra en la membrana celular alcanzando fácilmente un alto nivel de concentración dentro de la célula. Esta molécula de cianuro causócierta controversia, aunque atendiendo a las afirmaciones de quienes la utilizan, es inofensiva porque las células normales del organismo contienen una enzima llamada glucosidasa que la neutraliza impidiendo la liberación del cianuro. De esta forma, la vitamina B17 solo actúa 60 como glucosa en las células saludables produciendo energía. Las células cancerosas no contienen esta enzima, pero tienen otra llamada rodanasa; al estar ausente la glucosidasa y presente la rodanasa, la vitamina B17 se activa liberando la molécula de cianuro dentro de la célula maligna causando su destrucción (Llorente, 2003). Estudios realizados en el 2001 revelaron que la ingesta oral de enzimas proteasas: tripsina, quimo tripsina, papaína o bromelina, es beneficiosa en pacientes con cáncer, cuando se encuentran presentes en cantidades elevadas; al reducir el nivel de factores de crecimiento tumoral (Lauer, 2001). Estudios complementarios efectuados por la Dra. Lucía Desser de la Universidad de Viena, demostraron que las enzimas proteolíticas reducen además el GTF-beta: factor de crecimiento tumoral presente en muchos procesos cancerígenos. Otro factor que puede combatirse con las enzimas es la capacidad de adhesión a las paredes vasculares de las células cancerosas para iniciar una metástasis, para lo cual se sirven de unas sustancias adhesivas llamadas moléculas de adhesión. Solo cuando la célula cancerosa ha establecido contacto con el endotelio a través de esta molécula, está en situación de infiltrarse y desarrollar una metástasis. Respecto al melanoma maligno, la molécula de adhesión es la vitronectina. Bueno, pues la Dra. Desser logródemostrar que las enzimas bloquean la adhesión por medio de la suspensión de la formación de vitronectina en la superficie celular, impidiendo asíque ocurra metástasis. Igualmente, en el carcinoma de mama y colon tiene importancia la molécula de adhesión CD44. Pues bien, el doctor berlinés Rudolf Kunze demostró que las enzimas proteolíticas modifican esta molécula de adhesión hasta el punto de inhibir la metástasis. Otra investigación realizada en 1997 por Tibor Harrach y Frank Gebauer, sobre la capacidad de varias enzimas proteolíticas para modular la molécula de adhesión CD44 – fundamental también el en proceso de progresión del tumor y posterior 61 metástasis – revelóque las enzimas proteolíticas – como la bromelina, la papaína y la quimo tripsina – pudieron modular la molécula CD44 en las células de origen de la leucemia, así como en la líneas celulares de melanoma y carcinoma mamarios. El estudio además concluyó, que las enzimas proteolíticas también aumentan la capacidad de las principales células del sistema inmunológico: macrófagos, y linfocitos T, encargadas de reconocer las células cancerosas a través de las moléculas de superficie y destruirlas (Muro, 2004). Un champiñón brasileño conocido como el Champiñón del Sol – el Agaricus Blazei Murill – posee propiedades antitumorales y antimutagénicas, además de actividad inmunomoduladora, por lo que su ingesta en cacos de cáncer, no solo logra, notables mejorías, sino también recuperaciones sorprendentes. La razón parece estar en unos polisacáridos – los betaglucanos Beta (1-3) glucan – que potencian los mecanismos naturales del sistema inmunológico en su lucha, tanto contra todo tipo de enfermedades infecciosas, como en casos de cáncer. Se ha constatado que el Agaricus Blazei Murill estimula, entre otros, los linfocitos T y B, la producción de interferón y las interluquinas; y que cuando alguien ingiere el hongo, aumenta en sangre en un 3,000% la producción de las células NK – las llamadas células asesinas del sistema inmune - a los dos o cuatro días (Mizuno, 1995). En uno de los estudios realizados, se probaron los efectos al inyectar los betaglucanos en ratones infectados con células tumorales agresivas que se extendieron a sus hígados. Los investigadores encontraron, que los animales tratados con betaglucanos habían disminuido la metástasis del hígado. Además, todos los animales del grupo de control murieron antes de los 42 días siguientes; mientras un 28% de los ratones tratados con betaglucanos sobrevivieron. El resultado demostró que los betaglucanos activan el sistema inmune y reducen la capacidad de las células cancerosas de multiplicarse e inducir metástasis. Otros hongos como el Shiitake, el Reishi, el Coriolus, y el Maitake poseen propiedades similares. 62 3.7.5 Ozonoterapia Aunque el ozono existe de forma natural su fabricación para usos terapéuticos se realiza provocando, en un recipiente que contenga oxígeno en forma de gas (O2), una descarga eléctrica de alto voltaje para dar lugar a un oxígeno triatómico inestable: el O3 u ozono; que puede separarse fácilmente y combinarse con otras moléculas facilitando su poder oxidativo. Convencido de que el ozono de uso médico puede ser eficaz en casos de cáncer, el doctor español Juan Carlos Pérez Olmedo ha tratado por vía intraperitoneal diversos cánceres tales como el del pulmón, de laringe, vejiga, carcinoma de ovario y adenocarcinoma de colon; con la seguridad de saber que se trata de una sustancia inocua que se usa hoy en el tratamiento de muchas otras patologías: artrosis, diabetes y alzheimer, entre otras. Las propiedades terapéuticas del ozono: aumento del transporte del oxígeno, estimulación y activación de sistemas enzimáticos antioxidantes, actividad inmunomoduladora, anti-inflamatoria y analgésica, junto a sus propiedades germicidas y sumado a su ausencia de efectos colaterales, convierten a la mezcla de gases oxígeno-ozono en una terapia imprescindible en todas aquellas enfermedades en donde están involucrados fenómenos oxidativos, degenerativos, inmunológicos, infecciosos y tumorales. Estudios recientes apuntan además a una potente actividad antitumoral cuando se administra por vía intraperitoneal (Muro, 2009). A la fecha de hoy, hay más de once mil estudios relacionados con el ozono, pero la mayorí a están destinados a investigación básica, asíque solo citaremos los que son significativos por sus resultados en el cáncer. En 1980 la revista Science publicó un estudio que demostró que el ozono inhibe el crecimiento de células humanas de cáncer de pulmón, mama y tumores uterinos selectivamente (de manera dosis-dependiente). Bastaron 0,3 y 0,5 partes por millón de ozono en el aire ambiente para inhibir el crecimiento de las células cancerosas el 40 y el 60% respectivamente, sin que las células sanas se vieran afectadas. Posteriormente, se 63 constataría que con 0,8 partes de ozono por millón, el crecimiento de las células cancerígenas se inhibía en más del 90% reduciéndose el crecimiento celular a menos del 50%. Otro estudio piloto demostró la importancia del ozono para mejorar la situación de hipoxia – falta de oxigenación – de los tumores, apuntada por muchos autores como un factor esencial para el crecimiento tumoral. El estudio se realizó en 18 pacientes se les administro ozono por autohemotrasfución en tres días alternos durante una semana. Se midieron los niveles de oxigenación del tumor antes y después de la primera y tercera sesión con ozono y el resultado fue una disminución significativa en los valores de hipoxia, siendo los tumores que peor oxigenados estaban los que más se beneficiaron. El estudio concluyó que la ozonoterapia mejora la oxigenación en la mayorí a de los tumores hipóxicos (Clavo, 2004). Más recientemente, un grupo de investigadores cubanos efectuaron un trabajo en el que se implantaron tumores ascíticos Erhlich y sarcoma en ratones para luego tratarlos con ozono rectal, lográndose una disminución muy significativa en el número de metástasis. En otro estudio llevado a cabo por los mismos investigadores, el ozono se aplicóa los animales por vía intraperitoneal antes de la inoculación de un carcinoma pulmonar Lewis y se consiguióretrasar el desarrollo tumoral y reducir el incremento del volumen de los tumores (Menéndez, 2008). La última gran investigación base con el ozono, se conoció en mayo del 2008 cuando un grupo de investigadores inocularon en un grupo de conejos de Nueva Zelanda un carcinoma VX2 – particularmente letal y agresivo – para probar si el ozono tiene efectos antitumorales in vivo y luego, cuando la patología estaba en una etapa avanzada, les insuflaron una mezcla de ozono y oxígeno en el peritoneo. El resultado fue que siete de los catorce conejos sobrevivieron, y de 64 estos siete, en seis la regresión del tumor fue completa y no hubo metástasis pulmonares locales ni distantes. En cambio, en el grupo al que solo se le insufló oxígeno puro, sobrevivieron tres de trece animales. Cabe agregar que del grupo tratado con ozono, ninguno sufrió efectos adversos o cambios en los parámetros sanguíneos tras las repetidas insuflaciones peritoneales (Schulz, 2008). Entonces, ¿por qué no se plantean los oncólogos el uso del ozono en el tratamiento de cáncer? Porque para que se apruebe como terapia hace falta realizar grandes ensayos clínicos y nadie está dispuesto a poner un centavo en algo no patentable que además es tan barato. Eso, a pesar de que existen suficientes pruebas de su eficacia cuando se estudió su uso como terapia coadyuvante de los tratamientos convencionales. Por ejemplo, en 1974 se hizo un ensayo en Alemania en el que 40 mujeres con tumores primarios de cáncer genital y 5 con tumores recurrentes fueron tratadas con una mezcla de oxígeno y ozono en terapia coadyuvante de radioterapia ginecológica. Al final del ensayo, los investigadores concluyeron: “La regresión de los tumores femeninos en ambos grupos estudiados fue más rápida; los efectos secundarios de la radioterapia fueron reducidos y la condición general de los pacientes mejoró(Muro, 2009). En otro estudió conducido en Cuba en 1998, en el cual se utilizó ozono rectal como coadyuvante de un tratamiento de radioterapia con cobalto-60, de los setenta pacientes con cáncer de próstata a los que se les irradió, a la mitad se les insufló también ozono por el recto. El resultado reveló que el 84% de los pacientes tratados solo con radioterapia sufrieron efectos colaterales (dermatitis, cistitis, proctitis y otros), porcentaje que fue solo del 52% en quienes fueron también tratados con ozono. Además el valor del antígeno específico de próstata se redujo a menos de 10 ng/ml en el 92% de los que recibieron ozono (Menéndez, 2008). 65 En el 2001, un grupo de investigadores ruso realizó un estudió con 52 mujeres con cáncer de mama, de las cuales treinta y dos además de ser tratadas con terapia de citostáticos – fármacos que se utilizan para inhibir el crecimiento tumoral – se les insufló ozono por ví a intravenosa o rectal. El resultado del estudio demostró que la terapia coadyuvante con ozono contribuye a disminuir la incidencia y el grado de los efectos secundarios tóxicos de los citostáticos, mejoró la calidad de vida y parámetros inmunológicos de las pacientes y aumentósignificativamente la actividad del sistema de defensa antioxidante (kontorschicova, 2001). En el 2004, un equipo investigativo español, publicóun estudio comparativo cuyo objetivo fue evaluar el efecto clínico de la Ozonoterapia en pacientes con cáncer de cabeza-cuello en el curso de su tratamiento con radioterapia. Durante un periodo de tres años, 19 pacientes fueron sometidos a radioterapia, y de esos 19, 12 fueron también tratados con quimioterapia (antes y/o durante). Al restante de siete pacientes del grupo de los 19, se les administró como terapia coadyuvante ozonoterapia sistémica dos veces por semana mientras recibían la radioterapia. Es importante señalar que el grupo que fue tratado con ozonoterapia era también el de mayor edad, mayor porcentaje de afección ganglionar y mayor tendencia tumoral, por lo que obviamente su expectativa de vida era menor; no obstante, el estudio revelóque la expectativa media de vida fue de solo 6 meses entre quienes no recibieron ozono y de más de 8 entre quienes síla recibieron como terapia coadyuvante del tratamiento con radioterapia (Clavo, 2004). Un año después, un grupo de científicos italianos publicóun artículo sorprendente de una paciente de glioblastoma multiforme tratado con terapia de combinación con temozolomida y ozono en forma líquida administrada continuamente por vía venosa central. La joven había sido sometida a craneotomía con resección quirúrgica del tumor y radioterapia, pero ante la escasa respuesta del tratamiento se le dio temozolomida, aunque también sin resultados. Sin embargo, el tumor se 66 redujo cuando se añadió ozono mediante un catéter venoso central (Labichella, 2005). En resumidas cuentas, se ha investigado el ozono como terapia coadyuvante de los tratamientos convencionales en una amplia gama de tumores y se ha visto claramente su utilidad en el manejo de pacientes con cáncer. 3.7.6 Aromaterapia La Aromaterapia es uno de los tratamientos utilizados por la medicina alternativa y complementaria (CAM) para tratar diferentes enfermedades y síntomas, debido a que los aceites esenciales tienen muchos tipos de efectos farmacológicos, entre los que se encuentran un efecto antibiótico, sedativo, analgésico, espasmolítico, asícomo un efecto similar al obtenido por las sustancias endógenas tales como los esteroides, estrógenos, etc. Dado que son varios los aceites esenciales con actividad ansiolítica (lavanda, rosa, mandarina, naranja dulce, sándalo, geranio, etc.), la aromaterapia se ha utilizado clásicamente para el alivio de la depresión y la ansiedad. Estudios recientes, demuestran que la aromaterapia, sobre todo cuando se combina con masaje, puede tener el efecto de reducir la ansiedad y la depresión en sujetos sanos, pero también en sujetos con ciertas patologías crónicas y degenerativas como por ejemplo en pacientes de cáncer. Además se ha observado que los pacientes de cáncer y otras condiciones aumentaron sus niveles de linfocitos CD8 y CD16 luego de sesiones de masaje con aromaterapia. En una revisión sistemática de un estudio de aromaterapia con pacientes de cáncer de mama entre las edades de 20 a 70 años, los investigadores concluyeron que el uso de aceites esenciales con propiedades ansiolíticas (naranja dulce, lavanda y sándalo), combinados con masaje terapéutico, tienen el efecto de reducir los niveles de ansiedad, depresión y fatiga en dichos pacientes. El estudio además concluyó que, aunque difí cil de interpretar, los resultados revelan que luego de 67 sesiones de masaje con aromaterapia de 30 minutos, los niveles de linfocitos CD8 positivo y CD16 positivo aumentaron significativamente, lo cual revela que la Aromaterapia puede tener un efecto positivo en el sistema inmunológico (Corner, 2005). En un estudio placebo-doble ciego realizado en Australia investigó los efectos ansiolíticos de la aromaterapia inhalada en 313 pacientes con cáncer durante sesiones de radioterapia. Los 313 pacientes fueron asignados a tres diferentes grupos al asar: un grupo que solo utilizófracciones de aceites esenciales, un grupo que no utilizó aceite alguno y un último grupo que utilizó en forma inhalada una combinación de aceites esenciales puros (lavanda, bergamota y cedro real). El grupo que recibió la terapia con la combinación de aceites esenciales puros, mostró una disminución significativa de sus niveles de ansiedad en comparación con los otros dos grupos (Cox, 2003). Otro estudio realizado por el Hospital Memorial en Arlington, Texas en el 2003 procuró medir el efecto de la aromaterapia clínica en pacientes con cáncer que además mostraban síntomas de estreñimiento. El estudio utilizóaceites esenciales de pimienta negra y mejorana administrados en combinación con masaje abdominal. Se les pidió a los pacientes que describieran los beneficios de la terapia – si alguna – dentro de un periodo de 48 horas posteriores a la misma. El resultado fue que aromaterapia combinada con masaje fortaleció el proceso de peristalsis y alivió el estreñimiento en forma incluso más eficaz que el uso exclusivo de laxantes de efectividad moderada. El grupo que utilizóaromaterapia tuvo movimientos peristálticos en un periodo menos a las 48 horas vs. el que solo utilizólaxantes de efectividad moderada, cuya acción peristáltica se prolongómás alláde 72 horas (McNelis, 2005). 68 La Sociedad Americana del Cáncer ha expresado que la Aromaterapia puede ser beneficiosa para aliviar algunos síntomas en pacientes de cáncer, sobre todo, cuando se combina con masaje terapéutico. Por ejemplo, en la página electrónica de la Asociación de pacientes de mesotelioma de la pleura, un tipo de cáncer del pulmón, se recomienda el uso de la aromaterapia para aliviar síntomas relacionados con la condición tales como el dolor, las náuseas, la fatiga, ansiedad y depresión. Se advierte, que aunque son muchos los pacientes que se benefician de esta terapia, los ensayos conducidos no son clínicos y los resultados pueden variar de paciente a paciente; no obstante, la efectividad es evidente (Buckle, 2011). En la página electrónica del Instituto Nacional del Cáncer de EEUU. Se hacen varias referencias positivas al uso de la aromaterapia como terapia complementaria para pacientes de cáncer. Allíse describe a la aromaterapia como no tóxica y beneficiosa en el manejo de la ansiedad, la fatiga y la depresión. Además se menciona que puede tener un efecto positivo sobre el sistema inmunológico. 3.7.7 Masaje Terapéutico Los estudios han demostrado que el masaje terapéutico es beneficioso para los pacientes de cáncer desde las etapas iniciales de la condición hasta las etapas más avanzadas. Se han hecho muchas investigaciones científicas sobre los efectos positivos del masaje en personas con cáncer. Por ejemplo, de 1900 a 1990 se identificaron un promedio de 31 citas anuales en los estudios de medicina en lo relacionado a los beneficios del masaje en pacientes de cáncer; cifra que aumentó significativamente entre los años 1990 al presente, donde encontramos más de 1300 citas anuales. De acuerdo con muchos de esos estudios, el masaje disminuye en forma efectiva el dolor, náuseas, la fatiga, la ansiedad y la depresión en personas con la condición. 69 Uno de estos estudios fue realizado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Berlín en Alemania en el 2009. El estudio tuvo como objetivo evaluar si el masaje clásico era efectivo en reducir los síntomas y aliviar las alteraciones del estado de ánimo en pacientes con cáncer de mama. La prueba incluyó a 86 pacientes femeninos con cáncer de mama en etapa primaria. Su edad promedio era de 59 años. Las pacientes fueron asignadas aleatoriamente a dos grupos: el grupo de control y el grupo de intervención de masaje. El grupo de control no recibió ningún tipo de masaje, mientras que el grupo de intervención de masaje treinta minutos de masaje clásico que cubre el área de la cabeza, el cuello y la espalda, en sesiones de dos masajes por semana durante un periodo de cinco semanas consecutivas. Al final del estudio, los pacientes en el grupo de intervención de masaje mostraron una disminución significativa de molestias fí sicas y los niveles fatiga junto con el ánimo también habían mejorado. El estudio además reveló, que en los casos donde el mismo terapeuta había intervenido ininterrumpidamente durante las cinco semanas de masaje, el estado de ánimo del paciente era significativamente mejor. Un estudio midió los efectos del Reiki, un tipo de masaje por contacto, sobre la fatiga, el dolor, la ansiedad y la calidad de vida en general en pacientes con cáncer. El estudio consistió de una prueba cruzada y equilibrada de dos condiciones: Condición Reiki y Condición Descanso. En la condición Reiki, los participantes recibieron una sesión diaria de Reiki durante cinco días consecutivos, seguidos de un periodo monitorizado de una semana de descanso sin tratamiento; luego dos sesiones dos sesiones adicionales de Reiki y finalmente dos semanas sin ningún tratamiento. En la condición de descanso, los participantes descansaron durante 1 hora aproximadamente, cada día durante cinco días consecutivos, seguidos de un periodo monitorizado de 1 semana sin previsión de tiempo asignado a descanso y 1 semana adicional sin ningún tipo de tratamiento. En ambas condiciones, los participantes llenaron cuestionarios para 70 estudiar la fatiga relacionada con el cáncer y completaron una escala visual análoga para la evaluación diaria del cansancio, dolor y ansiedad, antes y después de cada sesión de Reiki o descanso. El resultado mostró una disminución significativa del dolor, la ansiedad y la fatiga en dichos pacientes (Tsang y Olson, 2009). Otro estudio fue realizado por uno de los principales centros de cáncer en todo el mundo, el Memorial Sloan- Kettering Cancer Center en New York, para medir el efecto del masaje terapéutico en 1,290 pacientes con cáncer. En este estudio se les dio a los pacientes unas tarjetas donde evaluarí an el nivel de intensidad de los cinco principales síntomas que los pacientes de cáncer enfrentan durante tratamiento convencional: dolor, náusea, fatiga, ansiedad y depresión. Las tarjetas permitían a los pacientes evaluar en una escala del 0 al 10 la intensidad de os síntomas, antes y después de cada sesión de 15 minutos de masaje terapéutico. El resultado revelóuna disminución significativa e inmediata en el caso de todos los síntomas evaluados (Walton, 2007). Un estudio fue conducido por el Concilio de Cáncer en los Estados Unidos en 39 pacientes con cáncer de sangre, para evaluar el efecto del masaje terapéutico en los niveles de hormonas de estrés de dichos pacientes. Se asignaron tres grupos al asar: el primer grupo de 13 pacientes recibiósesiones de aromaterapia sin masaje, el segundo grupo recibió sesiones de 60 minutos de masaje terapéutico dos días en semana por un periodo de tres semanas, y el tercer no recibió terapia complementaria alguna. Al finalizar el estudió se encontró que los pacientes que recibieron masaje, habían reducido significativamente los niveles de hormonas de estrés (Hudson et al., 2011). 71 4. CONCLUSIÓN Escribir de salud no es fácil, y mucho menos es hacerlo sobre un tema tan delicado como lo es el cáncer; sobre todo a contracorriente y aunque se haga desde el rigor intelectual. Pero más difícil aun, es escribir en contra de los tratamientos convencionales utilizados en la llamada “lucha contra el cáncer” a los que miles de personas se aferran por voluntad propia o presión familiar. Lo que no es difícil, es advertir que el conjunto de realidades que surge del análisis profundo, diligente, sosegado y bien ponderado de los métodos convencionales en el tratamiento del cáncer, apuntan a un evidente fracaso. La primera realidad es que resulta paradójico que en un mundo donde suelen haber posturas encontradas en prácticamente cada ámbito, se permita que la medicina se caracterice por un pensamiento fundamentalmente exclusivo, La ortodoxia médica – entiéndase la medicina convencional o alopática – ha impuesto su criterio de tal forma que quienes ponen en entredicho sus afirmaciones, difícilmente consiguen hacerse oír. Y eso, en el ámbito del cáncer es más patente que en ninguna otra enfermedad. Por otra parte, la experiencia médica misma hoy acepta que muchos problemas de salud tienen diversas formas de afrontarse. ¿Por quéno va a ser asícon el cáncer? ¿Acaso los resultados de las terapias actuales son tan buenos como para convertir el dogma imperante sobre su etiología y tratamiento en algo indiscutible? En absoluto. De hecho, la segunda realidad es que a pesar de los “grandes avances” en el tratamiento del cáncer con que cada cierto tiempo nos animan desde los medios de comunicación, la inmensa mayoría de quienes sufren esa enfermedad se mueren siguiendo los tratamientos convencionales. Las estadísticas no mienten. Como señalamos anteriormente, el cáncer es la segunda causa de muerte en Puerto Rico y la tasa de mortalidad entre los años 1987-2004 solo se redujo en un 1.02% en hombres y en un 0.98% en las mujeres. ¿A quién se pretende engañar 72 proponiendo que esas son estadísticas significativas? Peor aun, se espera que los casos de cáncer aumenten en más de un 50% hasta alcanzar la escalofriante cifra anual de 15 millones por todo el mundo en el 2020. La tercera realidad es que desde hace más de 50 años, la “batalla mundial contra el cáncer”, se ha centrado en una “guerra contra los tumores”; cuando todo señala a que es la prevención, es decir, el cambio de hábitos o estilo de vida lo que realmente merece la atención de la clase médica y los medios de comunicación; claro está, junto con la debida legislación para prohibir las sustancias potencialmente cancerígenas y un diagnóstico precoz. La cuarta realidad es que se ha pretendido hacernos creer que la llamada “cura Clínica”, la que establece que un paciente esta clínicamente curado si alcanza el periodo de supervivencia de cinco años, es un logro significativo; sobre todo, cuando los pacientes que sílogran esa meta lo hacen en condiciones sumamente lastimosas. Dicho todo, la quinta realidad es que el apoyo a los tratamientos convencionales no es ya total entre los médicos ortodoxos. Cada vez se levantan más voces autorizadas para discrepar de la línea de los tratamientos seguidos en la actualidad. De hecho, hoy ya se habla de la oncología integrativa: una forma de oncología abierta a los métodos o medicinas complementarias que han demostrado eficacia clínica. La nutrición, la fitoterapia, la homeopatía, la terapia ortomolecular y la ozonoterapia, junto al masaje terapéutico combinado con la aromaterapia – expuestos en este trabajo – han demostrado ser métodos científicamente probados en la prevención y/o el manejo del paciente de cáncer; ya sea en terapia sola o como complemento de las llamadas terapias convencionales. Tal vez se necesiten más estudios clínicos que confirmen la veracidad de los hallazgos preliminares, no obstante, creo que es apropiado 73 concluir que el enfoque biológico-naturista en el manejo del paciente de cáncer es una alternativa más eficaz e indiscutiblemente humana, cuando se aplica de manera integrada y con el respaldo de los laboratorios clínicos correspondientes. 5. BIBLIOGRAFÍA 1. Aggravel, B., Peterson, N., Harris, B. (2007). Curcumin can Suppress Tumor Irritation, Promotion and Metastasis. Journal of Clinical Inmmunology. 60 (4) 650-655. 2. Ahmad, N. (1997). Green Tea Constituent Epigollo Catechin-3-Gallate and Induction of Apoptosis of Cell Cycle Arrest in Human Carcinoma Cells. Journal of the National Cancer Institute. 89 (24) 1881-1886. 3. Aschuler, L., Webb, D., Shetty, M. (1998). Green Tea Healing Tonic. American Journal of Natural Medicine. 5 (8) 28-31. 4. Barahona, L. (2006). Discovery Dsalud. 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