YACIMIENTOS ARQUEOLOGICOS PARTIDO DE TIGRE PCIA. DE BS.AS. INTRODUCCION La Arqueología suele definirse como la Ciencia que reconstituye el pasado humano a través de los restos materiales que sus protagonistas nos dejaron. Se puede viajar al pasado por distintas vías. Un ejemplo es el análisis de documentos coloniales, cartas de cronistas, evangelizadores, funcionarios y todo aquel que habiendo conocido estos grupos en el momento de contacto hispano–indígena, haya reflejado por escrito, datos sobre su estilo de vida, sus costumbres, creencias, organización social, etc.. Es este el ámbito de la ETNOHISTORIA. Existe otra vía, netamente arqueológica, que se traduce en el cumplimiento de varias etapas: 1. La elaboración de un proyecto de investigación. 2. Los trabajos de excavación en el sitio para la obtención de restos materiales. 3. El trabajo de gabinete, donde se procesan y analizan todos los hallazgos, para redactar posteriormente un informe de investigación. Una nueva especialidad, la ETNOARQUEOLOGIA, permite al investigador entender cómo operaban las cosas en el pasado, a través de la observación de conductas en grupos primitivos actuales. Así se puede lograr una aproximación a la comprensión de la relación existente entre la actividad humana en el pasado y los vestigios materiales encontrados. Cualquier tipo de dato ayuda a armar el rompecabezas del pasado: restos de animales y/o vegetales, brindan información sobre su dieta, el hallazgo de un fogón y artefactos hablan de sus actividades y hasta simple e imperceptibles granos de polen, permiten reconstruir el entorno ecológico. Todos los elementos recuperados, lo son por intermedio de minuciosas y pacientes técnicas de excavación a más del registro de todo el material extraído. La labor del arqueólogo es comparable a la lectura de un libro cuyas páginas se destruyen a medida que es leído. En una excavación, necesariamente se destruye la matriz sobre la cual se alojan los restos, para poder seguir excavando. De aquí la importancia de que todo el material quede registrado tridimensionalmente, fotografiado y volcado a un mapa. Cada pieza guarda estrecha e irreemplazable relación con todo lo que la rodea. La obtención de esta información, que sólo es posible con los métodos que científicamente se instrumentan, se pierde cuando son ignorados. Es el caso de la actividad predadora bajo cualquiera de sus nefastas formas. Un coleccionista de piezas cerámicas por ejemplo, las extrae sin el conocimiento técnico adecuado, por lo que pierden su contexto, su identidad y sólo son “testigos mudos” de nuestro pasado: nada pueden decir porque han dejado de ser testimonios arqueológicos para convertirse en objetos sin alma, exhibidos en una vitrina. Los protagonistas de nuestro pasado ya no están para contarlo, pero nos han dejado sus restos materiales que nos hablarían de él si se lo permitiéramos. CONSIDERACIONES ARQUEOLOGICOS SOBRE EL ESTADO DE LOS SITIOS La mayor parte de los sitios arqueológicos en nuestro país, se encuentran en avanzado estado de destrucción. Este deterioro se debe a agentes naturales (climáticos, geológicos, acción de animales y/o vegetales, etc.) y culturales (ocasionados por la intervención humana). El deterioro provocado por el hombre se da a través de varias vías: 1. La ejecución de obras públicas y privadas sobre los restos arqueológicos. Ejemplos: caminos, represas, puentes, viviendas (NORDELTA Ciudad Pueblo, Tigre, Pcia. de Bs.As.). En este punto una alternativa de solución viable sería el planteo contra reloj, de una Campaña Intensiva de Arqueología de Rescate, con el fin de recuperar en el menor tiempo posible, la mayor cantidad de material arqueológico, para que no se pierda definitivamente. 2. El saqueo, que implica la irreparable pérdida de la información de contexto y la destrucción del dato arqueológico. Lamentablemente, si bien nuestro país cuenta con una legislación desde 1916, con la ley 9080, ampliada por el decreto de 1921, volviendo reiteradamente sobre la legislación, no se ha logrado terminar con el flagelo del saqueo y la comercialización de piezas. Los saqueadores con nombre y apellido, se mueven impunemente amparados en la falta de control adecuado para que los sancionen. 4. La acción del turismo. El visitante ocasional es un sujeto inquieto, que ávido de experiencias novedosas, remueve piedras, arroja basura o se lleva como recuerdo tiestos cerámicos que encuentra en superficie o en algún pozo que cava a escondidas. Estas personas actúan así por desinformación, pues desconocen el daño cultural que están ocasionando. De aquí debería surgir la propuesta pedagógica, dirigida a todos los niveles de la comunidad, enseñando el pasado para que se valore y preserve. Es decir, que la necesidad de preservar el patrimonio arqueológico existe en nuestra legislación desde hace tiempo, pero no ha sido suficiente para defenderlo. Existe un desconocimiento total por parte de la población, de las leyes y conductas que permitirían detener el constante deterioro de los sitios. HISTORIA DE LA INVESTIGACION EN EL NORTE BONAERENSE A fines del siglo pasado, Florentino Ameghino excavó diversos sitios en el norte de la provincia de Buenos Aires, dando inicio a la Tradición Arqueológica Argentina, cuya cuna debe buscarse precisamente en esta área. Por esa época Zeballos y Pico, excavaron el famoso túmulo de Campana, en el partido homónimo, extrayendo una gran cantidad de enterratorios humanos y una gran colección arqueológica consitente en cerámica aborigen, artefactos de hueso y piedra cuya antigüedad era anterior a la llegada de los españoles al Río de la Plata. Durante la primera década de este siglo, Luis María Torres, excavó diversos sitios en la desembocadura del Paraná, demostrando la existencia de diferencias en los contenidos materiales de los sitios arqueológicos del área, que remarcaban su complejidad cultural prehispánica. Estas excavaciones, paralelamente, pusieron en boga la discusión acerca del origen de los albardones. Se planteaba si éstos habían sido expresamente construidos por los aborígenes o eran elevaciones naturales del terreno, lo cual refleja a su vez, el auge de la arqueología de los “Mounds” de la cuenca del Mississipi en los Estados Unidos de Norte América de forma tal que, entre fines de la década del 20 y principios de los 30, Samuel Lothrop excavó diferentes sitios en el Delta del Paraná, (entre otros Arroyo Sarandí, Arroyo Malo y Arroyo Guazunambí) y los asignó siguiendo la tradición cultural de la época, a grupos indígenas mencionados en las crónicas de la primera etapa de la conquista. Durante las décadas siguientes, la actividad de excavación decayó y sólo se observan esfuerzos aislados de algunos investigadores. Bonaparte excavó el sitio Cañada Honda a principios de la década del 50 en el partido de Baradero, extrayendo nuevamente gran cantidad de enterratorios humanos, alfarería e instrumentos de hueso y piedra. Durante los 60, Cigliano excavó sitios arqueológicos en la ribera del Río de la Plata y en la Isla Martín García, obteniendo los primeros fechados radiocarbónicos del área. A lo largo de los 70, diferentes investigadores, excavaron en el Río Luján, en el partido de Campana, pero también fue un esfuerzo aislado quedando truncas dichas acciones. Entre fines de los 60 y principio de los 70, el Dr. Lafón excavó numerosos sitios en el Delta del Paraná, representando el primer esfuerzo sistemático en la excavación y estudio del área. Ello no fue continuado con igual esfuerzo de análisis de los materiales recuperados, que quedaron en los almacenes del Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires. Lafón excavó al menos media docena de sitios, de los cuales cuatro, se encuentran el el partido de Tigre. En la década de los 90, Graciela Brunazzo comenzó a excavar dos sitios en la ribera del Río de la Plata, en el área que excavara Ciglano en los 60. Paralelamente, un equipo dirigido por la Dra. Sempe realizó excavaciones en una localidad arqueológica del extremo meridional del Río de la Plata. Ambos equipos han publicado numerosos trabajos preliminares, constituyendo una referencia para aquella área. Para esa misma fecha, en el Bajo Paraná, un equipo integrado por los Licenciados María Rodríguez, Fabiana Frascaroli, Cristina López, Alejandro Acosta y Daniel Loponte, con el aporte de otros profesionales de las Ciencias Naturales, han trabajado en diferentes sitios arqueológicos de los partidos de Tigre, Campana, Escobar, Zárate y aledaños. Así mismo se han comenzado a estudiar las colecciones obtenidas por Lafont en los 60 y 70 en el área, las que han sido donadas generosamente por el Museo Etnográfico de la UBA, al equipo de investigación. Como fruto de estos estudios, se han publicado una docena de trabajos sobre la arqueología del área en encuentros y revistas científicas. Las investigaciones han demostrado la existencia de dos formas básicas de vida en el área, antes de que el territorio fuera colonizado por los españoles. Por un lado,se han excavado campamentos de grupos que vivían de la caza, la pezca y la recolección de frutos. Estos elaboraban alfarería, producían numerosos instrumentos de piedra y hueso, enterraban a sus muertos en los mismos sitios, sometiéndolos a veces a complejos rituales de funeralías. Otros sitios han demostrado la existencia de una economía basada también en la casa, la pesca y la recolección, pero con un componente de agricultura. Dentro de este esquema, se ubican los grupos de guaraníes, que producían una exquisita alfarería y enterraban a sus muertos en grandes vasijas funerarias. De esta forma, los sitios arqueológicos del área constituyen un reservorio de tradiciones artesanales extinguidas. Asimismo, debido a la variedad de recursos explotados por los grupos aborígenes, los depósitos arqueológicos representan una asociación de flora y fauna que permite reconstruir el ambiente de la región antes de la irrupción de la conquista y colonización. Desde el punto de vista bioantropológico, la información obtenida constituye una fuente valiosa para los estudios de enfermedades y adaptación biomecánica al trabajo y al ambiente de un pasado irrecuperable. Los modelos que surgen de los estudios, permiten además, comprender el modo de vida básico del hombre antes de la irrupción del sistema estatal, de forma tal que tiene validez universal. Por otro lado, arrojan una valiosa luz sobre las primeras décadas de la conquista y colonización española, constituyéndose en documentos aún inéditos del proceso histórico de la construcción de la identidad del país. De idéntica forma, la preservación de los sitios históricos de los siglos XVII y XVIII que existen enterrados en el área, ayudará a reconstruir el proceso de colonización y formación de la sociedad colonial y nacional posterior. ESTADO ACTUAL DE LA SITUACION DE INVESTIGACION El equipo de investigación antes mencionado, está financiado por diversas instituciones académicas, cuyo respaldo está constituido por becas de investigación, gastos de viáticos o cesión de laboratorios para la investigación (Comisión de Investigación Científica de la Provincia de Buenos Aires, Universidad Nacional de la Plata y Programa de estudios Prehistóricos del CONICET). La destrucción de numerosos sitios arqueológicos producto de la construcción de canales, la ampliación de los mismos, la desecación de lagunas, la construcción de barrios privados y las tareas económicas asociadas a labores de campo, han acelerado en los últimos cinco años la destrucción de la mayoría de los sitios en los partidos cercanos a la capital. QUÉ HACER? Los sitios arqueológicos del bajo Delta, a menudo son pequeños predios de no más de 2000 metros cuadrados y en ocasiones no mayores a los 500 metros cuadrados, que deberían ser denunciados por los Municipios a la autoridad competente en la materia a nivel nacional (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano), a fin de gestionar su estudio y preservación. Si es imposible realizar proyectos de investigación a largo plazo, debido a que el predio se destinará a fines edilicios o actividades económicas, sería sumamente beneficioso, que se obtuviera una inmediata participación de profesionales designados por el citado organismo municipal, a fin de que dignostiquen las características culturales de los sitios que se destruirán y se pueda obtener en un plazo que no afecte el avance de las tareas, una muestra representativa de los materiales del sitio. Correspondería esta tarea, al Equipo de Arqueología de Rescate. Cabe destacar que cada sitio arqueológico es una cápsula del tiempo que ha tardado cientos de años en formarse. A su vez cada sitio es único e irreemplazable para una multitud de disciplinas de la Ciencias Sociales y Naturales. Dr. Alfredo Jorge Etchevarne Parravicini