FILOSOFIA, EDUCACION Y SOCIEDAD GLOBAL Manuel Bernales Alvarado Marcelo Lobosco Compiladores PRÓLOGO Dr.Manuel E. Bernales Alvarado (*) La UNESCO tiene una antigua tradición de promoción de la filosofía, el filosofar, el aprendizaje y la enseñanza de ella especialmente en diálogo con las ciencias sociales y humanas, a través de temas clave para la humanidad, así como para regiones y grupos sociales priorizados por las políticas de la Organización. Estos antecedentes se remontan al período de la Primera Postguerra Mundial, años de la Sociedad de las Naciones, en cuyo marco se creó la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual, el 4 de enero de 1922, como Órgano Consultivo del Consejo de la Sociedad de las Naciones, la misma que en su primera reunión en noviembre de 1920, discutió la necesidad de fomentar la cooperación intelectual junto a la política entre los Estados Parte. El 24 de setiembre de 1924 el gobierno de Francia plantea la creación del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual. La Sociedad de las Naciones, Roma diciembre de 1924, estableció la creación del Instituto y su sede en París. Éste fue inaugurado el 16 de enero de 1926. Se instituyeron acciones en lo que hoy son los cinco dominios de acción de la UNESCO y se crearon las Comisiones Nacionales de Cooperación Intelectual a partir de enero de 1923. Las Comisiones Nacionales eran 30 en 1928 y llegaron a 49 en 1938. En 1927 la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual sugirió que las Comisiones Nacionales deberían representar “todas las actividades intelectuales notables de sus países” y “enviar uno o varios delegados a reuniones que pudieran asegurar una mejor coordinación de los esfuerzos”. “Cuando la UNESCO heredó la obra realizada encontró un avance considerable en esta tarea de carácter internacional, que sirvió de base muy cimentada para su programa inicial” (tomado de “Historia de la UNESCO”. Fernando Valderrama. 2ª Edición revisada. Obras de referencia de la UNESCO. Ediciones UNESCO. 1995, París). Desde aquel entonces se asume que la filosofía sintetiza los procesos históricos sociales que caracterizan un período o bien momentos de transición entre ellos o lo que se denomina cambios de época en una perspectiva de larga duración. También la filosofía está incorporada explícita o implícitamente en el razonamiento anticipatorio o prospectivo. Algunas veces, se han sistematizado los parámetros axiológicos y éticos que permiten completar los conocimientos o saberes sobre determinados objetos de estudio acerca de los cuales, en dichas perspectivas de futuro, se formulan juicios de valor que a su vez son inseparables de las vigencias sociales o criterios de época así como, a veces, de prenotandos o de la ideología, es decir, del conjunto de ideas y creencias que expresa la conciencia social de un grupo (en el sentido que Calvez y Cuvillier dan a estos términos y expresiones). Desde 1999 la contribución de la filosofía, junto con el Programa de Etica, ha sido esencial para la comprensión, aplicación y reflexión del Programa de Cultura de Paz y del Programa sobre Seguridad, denominado Seguridad Humana o Seguridad en Democracia. También está relacionada con los fundamentos epistemológicos del Programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST, por sus siglas en inglés), que es el único programa de ciencias sociales aplicadas de la UNESCO. Desde que se estableció como eje transversal la Superación de la Pobreza, no sólo su alivio, la filosofía cumple un papel fundamental en la conceptuación de la problemática y en la formulación de criterios para superarla. Es más, la concepción de que la pobreza constituye una violación de los derechos humanos y que demanda una acción no sólo ética sino política, económica, social, científica, educativa y cultural, tiene un fundamento filosófico en las distintas disciplinas que conforman la filosofía. Al mismo tiempo, al haberse establecido como prioridad principal de la gestión del sector de ciencias sociales y humanas, la Etica de la Ciencia y la Tecnología con énfasis en Bioética, la filosofía también resultó necesaria, pertinente y relevante para la reflexión y propuestas de decisión en estos temas, así como, en los distintos capítulos mediante los cuales va a continuar el desarrollo de esta prioridad principal: Ética del Ambiente, Ética del Agua, Ética de Uso del Espacio Exterior, Ética de la Economía, e inclusive Ética de la Política, que no hace mucho justificó la expresión “Polética”. Sin embargo, hay una visión restringida, que racionaliza una práctica profesional o gremial de la filosofía en el sentido de tomar el Programa de Filosofía de la UNESCO como un compartimento estanco, de filósofos, para filósofos. Algo similar ocurre con el Programa de Ética. Tal perspectiva limita el potencial, contribución y posibilidades de la filosofía a un espacio estrecho y una óptica reducida. En cambio, la visión totalizadora de la filosofía es inseparable de las otras prácticas sociales que están asumidas en los otros grandes temas de la UNESCO. Un ejemplo de la primera es la reducción de la filosofía al campo de la educación. Y un ejemplo de la segunda es el diálogo de la filosofía con todas las otras ciencias, disciplinas y saberes, incluidos, por supuesto, los saberes tradicionales, que hoy la UNESCO, probablemente con un énfasis verdaderamente nuevo, está valorando. Ver al respecto: Declaración y Plan de Acción de la Conferencia Mundial sobre la Ciencia, Budapest, 1999 y la Declaración sobre Patrimonio Inmaterial, las cuales se suelen ver en la perspectiva de los sectores Ciencias Exactas y Naturales y Cultura respectivamente, reafirmando una lectura sesgada y no en una perspectiva de totalidad, complejidad, interdisciplinariedad, y transdisciplinariedad, como se dice ahora, que sí se encuentran caracterizando las obras muchos clásicos de la filosofía y de las ciencias. Quiero llamar la atención sobre los fundamentos filosóficos de grandes decisiones de la UNESCO y de las Naciones Unidas: la Nota Técnica del Director General de la UNESCO para la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague, 1995), que marcó un hito en la conceptuación filosófica, jurídica, económica y política de los derechos humanos en la superación de la pobreza, basada naturalmente, en la Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos (Viena, 1993); también la citada Declaración y Plan de Acción de la Conferencia (Budapest, 1999); la Declaración de Santo Domingo que América Latina y el Caribe preparando la Conferencia de Budapest; la Declaración y Programa de Acción de la Conferencia de Educación Superior (París, 1998); el Seminario Internacional de Centro América (Honduras, 1998) como contribución a la Conferencia Internacional de París; y la Declaración y Propuestas de la Conferencia sobre Políticas Culturales para el Desarrollo (Estocolmo, 1998). En el mismo sentido es imposible comprender el contenido y alcances de los Informes “La Educación encierra un tesoro” (Jacques Delors, 1994) y “Nuestra Diversidad Creativa” (Javier Pérez de Cuéllar, 1995), al margen de la contribución de la filosofía y en especial del fecundo debate entre filósofos y cultivadores de las ciencias sociales y humanas. Por lo expresado el Programa de Filosofía y Ética en el Cluster MERCOSUR+Chile, impulsado desde la Oficina Regional de Ciencia en Montevideo, planteó la discusión de los temas centrales del Día de la Filosofía en sus distintas ediciones, con una perspectiva estratégica propia, vale decir, desde la pobreza y la desigualdad de nuestras sociedades, desde nuestra diversidad cultural y política, desde nuestros esfuerzos para superar la pobreza y para avanzar en la integración, en un mundo de una globalización fracturada que beneficia al 5% de la humanidad y tiende a excluir al resto, así como el modelo económico prevaleciente prácticamente ha liquidado las clases medias en algunos países y ha condenado a la exclusión a importantes sectores de la sociedad, especialmente niños, mujeres, indígenas y afrodescendientes, a la par que ha desarticulado los aparatos de estado y los servicios públicos esenciales a los que tiene derecho toda la persona y todas las personas, parafraseando a Francois Perroux, por exigencia de su eminente dignidad. Así hemos entendido la filosofía en la UNESCO y así hemos compartido esfuerzos con la Olimpíada Internacional de Filosofía en la Argentina, organizada por la Asociación Olimpíada Argentina de Filosofía, y auspiciada y financiada por el Ministerio de Educación de la Nación Argentina, con la Asociación Filosófica del Uruguay, con la Cátedra UNESCO-UNISINOS, “Trabajo y sociedad solidaria” (Sao Leopoldo, Rio Grande do Sul, Brasil), con la Cátedra UNESCO “Manifestaciones Actuales de la Cuestión Social”, (Instituto Di Tella y asociados, Buenos Aires, Argentina). Esta visión la hemos planteado en el trabajo con las Oficinas de UNESCO en México y en la Sede Unesco París. Por lo expresado existe el convencimiento de que la filosofía continuará con su vocación universal más allá del sector ciencias sociales y humanas, más allá de todos los sectores de la UNESCO, informando y orientando la acción de distintos actores que protagonizan la lucha por una mejor calidad de vida duradera y garante de los derechos de las nuevas generaciones. La mundialización y globalización impacta sobre nuestras sociedades y las personas que las integran necesitan transformar dichos impactos, mayormente negativos, en insumos orientados a un futuro a la medida de la persona y no de hegemonía de la renta del capital ni de diversas formas de subordinación que están tendiendo a minimizar a los Estados-Nación que no tienen una estatura estratégica que los haga viables en la estructura mundial del poder. En suma, estamos inmersos en un proceso de trabajo socialmente condicionado, no sólo burocráticamente pautado, que asume y valora positivamente las contribuciones de varones, mujeres, grupos e instituciones que han filosofado desde nuestra América, especialmente en una perspectiva de transformación y liberación que, para muestra un botón, ha sido recogida en “América Latina en sus ideas”, editada hace muchos años por la UNESCO y que está demandando una versión actualizada y prospectiva que recoja las circunstancias, los desafíos y las posibilidades que tiene el ser humano desde el micro cosmos del genoma hasta el macro cosmos del espacio exterior, pasando por las contradicciones, déficits, y avances en la construcción de mejores sociedades “En vez de la miseria” como dijo Jorge Ahumada. Esta acción, tendrá en su momento que recoger las contribuciones de la antropología y de la semiótica al incorporar claves propias de culturas y grupos sociales, pueblos o etnias, hasta hoy dominados, que ya León Portilla hace muchos años, desde México, ha subrayado al presentar lo que considera la filosofía de los pueblos amerindios antes de la conquista española y portuguesa, y que diversos filósofos, incluidos autores claves de la Teología de la Liberación (Gustavo Gutiérrez Merino, Juan Luis Segundo o Leonardo Boff), han llevado a un nivel de desarrollo de reconocimiento mundial. Si me permiten una reflexión final, veo el papel de la filosofía en todos los campos de la actividad humana, sobretodo en el esclarecimiento intelectual acerca de lo qué es, lo que puede y debe ser, especialmente en el campo de la transformación del universo social y de los universos personales por valores no sólo de tener más sino de ser más y valer más en solidaridad. (*) El autor es responsable por la presentación de la presente publicación y por las opiniones que aquí aparecen las cuales no reflejan necesariamente las de la UNESCO y no comprometen a la Organización. INDICE PRÓLOGO................................................................................................................... Manuel Bernales Alvarado 9 Sobre los autores........................................................................................................ 13 INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... Marcelo Lobosco 17 LA NECESIDAD DEL PENSAMIENTO EN EL MUNDO GLOBALIZADO.................. Iván Avello Arias 21 PROSPECTIVA, FILOSOFÍA Y DEMOCRACIA, UNA REFLEXIÓN POLITOLÓGICA......................................................................................................... Manuel Bernales Alvarado 29 EL ÚLTIMO DESPOJO............................................................................................... Manuel de Jesús Corral C. 41 NOTAS FILOSÓFICAS SOBRE LA INFANCIA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN 57 Walter Kohan REFLEXIONES PARA UNA EDUCACIÓN FILOSÓFICA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN.......................................................................... 69 Mauricio Langón LA FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LA OLIMPÍADA ARGENTINA DE FILOSOFÍA....................................................................................... Marcelo Lobosco 85 LA TRAMPA DE LA TRADICIÓN................................................................................. 101 Rita M. Novo FILOSOFÍA, GLOBALIZACIÓN Y EDUCACIÓN SUPERIOR..................................... 109 Augusto Pérez Lindo IDENTIDAD, EL OTRO Y LOS OTROS EN LAS TECNOLOGÍAS COTIDIANAS........ 119 Miguel Angel Santagada. FILOSOFÍA Y UNIVERSIDAD: CALIDAD Y EVALUACIÓN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR................................................................................. 131 Félix. G. Schuster CIUDADANÍA, NACIÓN Y MUNDIALIZACIÓN.......................................................... . Patrice Vermeren 145 EL ESTADO EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN...................................................... Ana María Zagari 157 SOBRE LOS AUTORES Iván AVELLO ARIAS Profesor de estado en filosofía desde 1974, Magister en Pensamiento Contemporáneo, Candidato a Doctor en Filosofía UNMSM (Lima). Profesor de Ética y Filosofía de la Educación, Filosofía de las Ciencias y Filosofía Contemporánea, en las Universidades de Chile, Valparaíso y Universidad Técnica Federico Santa María. Valparaíso, Chile. Manuel E. BERNALES ALVARADO Politólogo. Representación de la Unesco ante Argentina, Uruguay y Paraguay. Co-secretario y representante de la Unesco-Montevideo en el Comité de Enlace Uruguay del Programa Gestión de las Transformaciones Sociales (MOST). Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe. Oficina para el grupo de países del Mercosur y Chile. Manuel de Jesús CORRAL C. Dr. en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México, FFYL. Profesor titular del Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM. Pertenece a la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación. Autor de La ciencia de la comunicación en México, origen, desarrollo y situación actual, Producción alternativa y democracia en América Latina, Comunicación y vida, Comunicación y ejercicio utópico en América Latina, Comunicación y sus entramados en América Latina; cambiar nuestra casa, y de numerosos artículos. México DF, México. Walter O. KOHAN Dr. en Filosofía; Profesor titular de Filosofia da Educação del Centro de Educação e Humanidades de la Universidade do Estado de Rio de Janeiro UERJ; Profesor del programa de pós-Graduación en Educación e investigador del Laboratório de Políticas Públicas de la UERJ; Investigador del Conselho Nacional de Pesquisa (CNPq) y miembro del Comitê Científico de la Associação Nacional dos Programas de Pós-graduação em Educação (AMPED). Autor u organizador de libros en español y portugués, coordinador de tres colecciones. Sus artículos están publicados en español, portugués, francés, inglés y húngaro. Argentino radicado en Río de Janeiro, Brasil. Mauricio LANGON Ex-Inspector Nacional de Filosofía de Educación Secundaria, Prof. de la UCUDAL, Prof. del IPA, Prof. de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, miembro de Filosofar Latinoamericano, Ex Presidente de la Asociación Filosófica del Uruguay. Autor de numerosos artículos; coautor de Materiales para la construcción de cursos de filosofía. Montevideo, Uruguay. Marcelo LOBOSCO Profesor y Licenciado en Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Diplome d’ Etudes Approfondie de la Universite de Paris 8, Consultor de Unesco y Organización de Estados Iberoamericanos, Director ejecutivo de la Olimpíada Argentina de Filosofía, Profesor adjunto UBA, Profesor Asociado UNMDP, autor de Subjetividad y constitución del otro ( Almagesto), coautor de Tópicos de la razón práctica (Eudeba), La resignificación de la ética , la ciudadanía y los derechos humanos en el siglo XXI (Eudeba), Phrónesis (Vicens Vives- Barcelona). Buenos Aires, Argentina. Rita NOVO Profesora de Filosofía, Universidad Católica de Mar del Plata, Profesora Titular Regular de Filosofía de la Historia, Universidad Nacional de Mar del Plata, Secretaria Académica de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, autora de numerosos artículos. Mar del Plata, Argentina. Augusto PÉREZ LINDO Dr. en Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina; Prof. Titular de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires; Director de la Maestría en Desarrollo Social de la Universidad del Nordeste. Autor de Universidad, Política y Sociedad (Eudeba), El problema de la verdad (Biblos), La batalla de la inteligencia (Cántaro), Mutaciones. Escenarios y filosofías del cambio de mundo (Biblos), Políticas del conocimiento. Educación Superior y Desarrollo (Biblos), Acción e Inercia Social en el existencialismo dialéctico de J.P. Sartre (Ediciones del Signo), Universidad, conocimiento y reconstrucción nacional (Biblos); coautor de Creatividad, actitudes y educación (Biblos), Políticas de la Universidad (Colihue). Buenos Aires, Argentina. Miguel Angel SANTAGADA Master en Semiótica y Comunicación por la Universidade Santa Caterina y Dr. en Artes de la Escena y la Pantalla por la Université Laval, Quebec. Se desempeña actualmente en la Facultad de Ciencias Sociales UBA, en la Faculté des Lettres, Université Laval, como Vicedecano en la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Autor de Cómo leer a Borges, De certezas e ilusiones. Trayectos de investigación en comunicación en América Latina, y varios importantes artículos. Tandil, Argentina. Félix Gustavo SCHUSTER Dr. en Filosofía, Universidad de Londres, Decano de la Facultad de Filosofía y Letras UBA, Director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (EHHSS), París, Francia; Profesor Titular de Filosofía de las Ciencias de la Facultad de Filosofía y Letras UBA, autor de Explicación y predicción, coautor con Gérard Althabe de Antropología del Presente, y con Gregorio Klimovsky de Descubrimiento y creatividad en ciencia, etc. Buenos Aires, Argentina. Patrice VERMEREN Dr. en Filosofía, Prof. de Filosofía de la Universidad París 8, Investigador del Centro de Investigaciones Políticas de la Sorbonne, CNRS-Universidad París 1, Responsable de la Cátedra Unesco de Filosofía, París, autor de Amadeo Jacques, el sueño democrático de la Filosofía, Víctor Cousin, Le jeu de la Philosophie et de l’État, Spinoza et la politique, coautor de Filosofías de la ciudadanía, Filosofías de la Universidad, etc. París, Francia. Ana María ZAGARI Lic. y Dra. en Filosofía por la USAL. Directora de la Escuela de Filosofía de la FFHL, de la Universidad del Salvador, donde es además, Profesora Titular de Filosofía Social, Docente en la Universidad de Buenos Aires. Coautora del libro Globalización, la frontera de lo político, entre otros. Experta del IGLU-OUI. Buenos Aires, Argentina. INTRODUCCIÓN Marcelo Lobosco Las debilidades de un libro son el reverso de las intenciones vacías que no se han sabido cumplir, afirma Deleuze. Asimismo, como es conocido, todo prólogo afirma Hegel, es exterior a la cosa misma. Razón por la cual, poco podemos albergar sobre la ilusión de un libro perfecto que contenga un lenguaje perfecto, tal como Walter Kohan recupera de Jorge Luis Borges. Lo cual implica, dado lo primero, la imposibilidad de un pensamiento perfecto y universal, como afirma el genial poeta argentino. Por lo tanto esta introducción sólo cumpliría la función honorífica y rutinaria de comentar los trabajos de los autores mentados. Sin embargo, paradojalmente, proponemos para la misma un importante lugar, el de diseño, pues intentamos dibujar los planos de los laberintos conceptuales actuales, intentando hacer síntesis sobre el rol de la Filosofía y la educación en las sociedades de complejidad paradojal de comienzos de siglo XXI. Ante la implosión de las economías nacionales y la explosión planetaria del capitalismo financiero. Frente a la megaabsorción por parte de las empresas transnacionales a las empresas nacionales y la disminución de los Estados nacionales, términos que recuperamos de la biología para designar el carácter regresivo de esta época. Frente a esto, las sociedades tienen sus mediaciones y como ha afirmado Carlos Cullen, la educación es una mediación normativa, y nosotros agregamos que esa mediación lo es de los procesos histórico-sociales que piensan la realidad desde una lógica identitaria, donde no hay lugar para la diversidad, la alteridad, pues de lo que se trata es de imponer en las sociedades actuales, una lógica de la mismidad. Es por eso que celebramos esta iniciativa de la Oficina de UNESCO Uruguay de apoyar este tipo de realidades como la realización de un libro de carácter Regional donde confluyen prestigiosos representantes de la Universidad de París 8 de Francia, de la Universidad de Buenos Aires de Argentina, de la Universidad Autónoma de México, la Universidad de Mar del Plata de Argentina, de la Universidad del Centro de Argentina, de la Universidad Estadual de Río de Janeiro, Brasil, de la Red de Profesores de Filosofía de Chile, la Universidad del Salvador de Argentina, de la Asociación Filosófica del Uruguay, todo esto coordinado por la Asociación que presido, la Asociación Olimpíada Argentina de Filosofía y editado por esta prestigiosa Editorial, que es la Editorial del Signo. También queremos agradecer a las Oficinas de UNESCO París, a través de su Subdirector General Dr. Pierre Sané y a la Oficina Regional de UNESCO México, a través de su Directora Dra. Alya Saada. Todo con un objetivo común: metabolizar los procesos y el impacto de la globalización a través de la educación filosófica, es decir de lo que nosotros denominamos humanizar las prácticas. Pues las prácticas sociales, como ha señalado alguna vez el filósofo argentino Enrique Hernández, emiten sentidos, y no siempre están tematizados por el lenguaje. En esta línea de pensamiento Félix Schuster, en Filosofía y Universidad: calidad y evaluación en la educación superior, de Argentina, propone el rol de la filosofía en la Universidad como relevante pues permite desarrollar la capacidad de reflexión y plantear con rigor problemas vinculados con el conocimiento. Sobre estas bases, a su vez, analiza el tema de la calidad y la evaluación en la educación superior, cuyo tratamiento es prioritario en el marco institucional actual. Asimismo, Patrice Vermeren, en Ciudadanía, Nación y Mundialización comienza sus interrogaciones con una pregunta paradoxal, si queremos reconstruir a esa noción su sentido original, paradoxal. Se trata de interrogar las formas y las transformaciones de estos términos en la Filosofía política contemporánea. Interrogar la pertinencia intempestiva de estos términos. Manuel Bernales Alvarado, en Prospectiva, Filosofía y Democracia, una reflexión politológica, propone un pensamiento desde la perspectiva de la Ciencia Política, teoría política empírica y normativa, así como metodología sobre el rol constructivista de la filosofía como hecho social y pensamiento crítico en la democratización. Walter Kohan, en Notas filosóficas sobre la infancia en tiempos de la globalización, reflexiona críticamente sobre la infancia, la cuál fue pensada como el material para las utopías políticas y la educación como el camino para alcanzar esas utopías. Inclusive la filosofía o una educación filosófica han sido pensadas formando parte de esa misma lógica. Frente a esta forma de trabajar, Kohan introduce la perplejidad de pensar la infancia desde otro lugar, ¿entre la educación y la filosofía? Esta pregunta buscará pensar en el texto, desde otra lógica política, educacional y filosófica. Manuel de Jesús Corral, en El último despojo, interroga acerca de los sentidos del término globalización, que según él escamotea las intenciones reales de quienes lo han introducido al léxico común. Intenciones que esconden el ansia de dominio de pocos sobre muchos. Este término es una versión ideológica del término imperialismo; en nombre de la globalización se han cometido despojos nunca antes vistos. Despojos materiales simbólicos. Circunscritos antes a las geografías locales, nacionales y regionales. Miguel Ángel Santagada, reflexiona agudamente en Identidad, el otro y los otros en las tecnologías cotidianas, sobre las consecuencias colaterales y los efectos no deseados, en la construcción de identidades, la conciencia de riesgo producto de la incursión de los medios tecnológicos en el mundo de las sociedades posindustriales a partir de los gerenciamientos tecnológicos. Augusto Pérez Lindo, presenta en forma rigurosa, en Filosofía, Globalización y Educación Superior, las articulaciones entre la Filosofía, la mundialización en curso y la Educación Superior. La Filosofía que es por naturaleza universalista padece en muchos aspectos de etnocentrismo. Necesita globalizarse asumiendo el pensamiento de todas las culturas. Por su parte, la Educación Superior tiende de muchas maneras a adaptarse a la globalización, a veces perdiendo de vista los valores de la cultura perenne, las identidades, las diversidades. En América del Sur la búsqueda de la interrogación regional conduce a repensar la conciencia histórica, el modelo cultural y la Educación Superior. Rita Novo, en La trampa de la tradición, señala sagazmente, que enseñar filosofía hoy, por un lado, implica el desafío de un pensar capaz de hacerse cargo de su propia actualidad, de inscribir a la filosofía en la actualidad y al mismo tiempo convertir ese ámbito de inscripción en un objeto-problema de la filosofía. Por otro lado, la utilización de nuevas tecnologías, amplían el campo de posibilidades de los procesos de enseñanza, permitiendo la construcción de un espacio virtual de interactividad. La tradición en otro sentido constituye una trampa en la medida que su invocación corresponde a la posición que reniega del presente como condición. “Querer conservar la clase de filosofía en su vieja forma es caer en la trampa” como afirmaba Foucault. Mauricio Langón, en Reflexiones para una educación filosófica en tiempos de globalización, reflexiona interesantemente sobre la situación mundial actual, considerando en ella motivos de asombro y espanto, es decir, como exigiendo la necesidad de filosofar. Ante la proliferación de mentalidades y subjetividades que no se asombran, entiende que la educación debe transformarse filosóficamente procurando personas problematizadoras, críticas, autónomas, creativas y solidarias. Iván Avello, en La necesidad del pensamiento en el mundo globalizado, reflexiona de manera relevante, desde la ruptura de la polis griega y los comienzos de la transnacionalización de su comercio hace que “todo se compre y todo se venda”, aún los hombres, esa es la esencia de la corrupción donde realiza su crítica Aristóteles. Los valores y el modo de ser griego, pierden su identidad, los dioses entran en crisis, siendo reemplazados por la plutocracia con el disfraz de “democracia”; estas reflexiones lo llevan a reflexionar sobre el presente. Ana Zagari, en El Estado en tiempos de globalización, reflexiona de manera profunda, acerca de las consecuencias en la concepción del Estado, a partir del capitalismo y sus problemas derivados respecto a la gobernabilidad y sus relaciones con la globalización. El que suscribe, en La fundamentación filosófica de la Olimpíada Argentina de Filosofía, a partir de la experiencia de Argentina, trabaja la conceptualización y fundamentación filosófica de este proceso educativo extracurricular que se viene realizando en nuestro país desde hace ocho años, y que cumple con una recomendación de la UNESCO del programa Filosofía y Democracia en el mundo. En el mismo se trabaja la Filosofía como disciplina de síntesis que articula las representaciones sociales, la construcción social del conocimiento, las actitudes en tanto portación de valores a partir de una concepción filosófica que intenta problematizar el presente, fomentando en los alumnos el proyecto de autonomía y emancipación. Finalmente, queremos agradecer a todos los que han colaborado desinteresadamente con el presente libro. La profesora Alicia Segal de la Olimpíada Argentina de Filosofía, en la corrección de estilo, a Sergio Lobosco, por el Diseño de Tapa, Silvia Diez de UNESCO Uruguay por su colaboración constante. Además queremos agradecer a los amigos, como el Lic. Alfredo Grassi, el Dr. Gregorio Weinberg, la Dra. Alcira Bonilla, la Dra. Diana Maffía, miembros honorarios de la Olimpíada, a los jóvenes exolímpicos, que con su apoyo nos han entusiasmado con que otra manera de pensar el mundo es posible. LA NECESIDAD DEL PENSAMIENTO EN UN MUNDO GLOBALIZADO Iván Avello Arias Abstract THE NEED OF THE THOUGHT IN A GLOBALIZATED WORLD The Philosophy arises in Greece in a moment in which the transnacionalization of its trade makes that " everything buys itself and everything sells ",yet the men, the essence of the corruption for Aristotle. The values and the way of being a Greek, his identity, gets lost and the gods enter in crisis, being replaced by the plutocracy with the disguise of "democracy". Any coincidence with the current reality is a pure coincidence. We can only resort to ourselves, to the thought Resumen La Filosofía surge en Grecia en un momento en que la transnacionalización de su comercio hace que "todo se compre y todo se venda", aún los hombres, la esencia de la corrupción para Aristóteles. Los valores y el modo de ser griego, su identidad, se pierde y los dioses entran en crisis, siendo reemplazados por la plutocracia con el disfraz de "democracia". Cualquier coincidencia con la realidad actual es pura coincidencia. Sólo queda recurrir a nosotros mismos, al pensamiento. El modo en que afecta la globalización al pensamiento pareciera ser un tema típico de nuestro tiempo. Sin embargo, el fenómeno ya puede observarse en Grecia desde el siglo VII a.C., con la explosión comercial y la moneda, junto a lo que podríamos llamar internacionalización de los mercados o globalización. El contacto con otras culturas y el interés por venderles provoca en los comerciantes un especial interés por saber con quién están tratando, lo que les lleva a preocuparse por sus valores y convicciones, adoptando sus costumbres bajo el lema “el cliente siempre tiene la razón”. Los griegos descubrieron, no sin sorpresa, que pueblos a los que llamaban bárbaros no elevaban súplicas a sus dioses para que las mercaderías llegaran felizmente a puerto, sino que elaboraban cartas de navegación contemplando las estrellas y, lo más importante, llegaban con mayor seguridad y prontitud a los puertos de destino, incrementando las ganancias. Sabemos que los comerciantes griegos llegaron con sus productos hasta lo que después fue España, de modo bastante “competitivo” como se diría en la jerga de moda. En toda la historia de la humanidad, es frecuente encontrar que las ciencias que impactaron y desplazaron a las antiguas creencias, están relacionadas directamente con la navegación o los viajes y con la necesidad de contar y calcular - el desarrollo de la matemática, la geometría y la astronomía no es un fenómeno típico sólo del Renacimiento, ni tampoco la calculadora ratio romana, cálculo y cuenta de los haberes en bodega -. La confusión entre ser y tener no es algo del siglo XX, sino muy anterior. Otro hecho conocido es que el pensamiento y la ciencia surgen en las colonias griegas, lugares a los que eran enviados los disidentes que criticaban el sistema de poder existente en las polis, asociado desde los orígenes con la religión; no olvidemos que el origen de la religión apolínea y la represión de la vitalidad y la sexualidad son más una medida económica que moral, ya que los agotados esclavos no estaban en condiciones de elevar la productividad luego de las orgías dyonisíacas (Cfr. Gernet y Boulanger, “El genio griego en la religión”). En cualquier caso, las medidas represivas, del tipo que sean, no suelen aplicarse a las elites que tienen el poder , dado que éstas son superiores o especiales y por lo tanto están más allá del bien y del mal, y se consideran autorreferentes. Asimismo, la globalización hace tambalear las convicciones de los pueblos, siendo desplazada la autenticidad por la utilidad en un grado tal, que lleva a Aristóteles a preocuparse de que no se pierda el modo de ser propio de los griegos aristócratas, tratando de rescatar y conservar el éthos griego frente al mundo global determinado por la crematística, inquietud que origina su Ética. El afán de estas breves páginas es hacer que nos detengamos a pensar que resulta muy difícil ser “originales” y que en la mayoría de los casos el original suele ser alguien que ignora la historia, o bien se ha tragado los cuentos clásicos, lo que Nietzsche llamaba falta de sentido histórico o el “egipticismo” de los filósofos y de los Helenistas, especialmente los alemanes al estilo Burckhardt, quien fuera su amigo. Para mí, el aporte más importante de los llamados postmodernos, o de algunos de ellos, para ser más preciso, es haber constatado que no se pueden entender los acontecimientos humanos si excluimos la economía y la política, lo que cualquier latinoamericano ha vivido en las últimas décadas, siendo el modelo chileno la consumación, en tanto la constitución “política” de 1980 institucionaliza el sistema económico “democrático” más conocido como economía “social” de mercado o capitalismo salvaje, herencia común de las dictaduras militares. Esto ya era conocido en Atenas como “democracia” o más bien, como lo denuncia Aristóteles en su Política, una plutocracia o gobierno de los ricos, más precisamente de los más ricos, puesto que la triquiñuela denunciada en esta obra es que todos tenían derecho a desplegar su retórica y demagogia en las democráticas asambleas, pero antes de votar los politikés tenían que hacer una ofrenda a los dioses y digna de ellos, de modo que sólo los más ricos votaban de hecho, no de derecho. La importancia de la Retórica en Atenas es tal que, si alguien le ganaba a otro una discusión pública tenía el derecho de solicitar que el perdedor se convirtiera en su esclavo, otra denuncia de su Política. Otro fenómeno no menos importante y peligroso es el advenimiento, -cuando no-, del llamado “intelectual de mercado”, autodefinición que un conocido periodista se autoinfligió cuando un colega le preguntó a qué se debían sus cambios tan radicales de opinión entre lo que afirmaba en plena dictadura de Pinochet y lo que señalaba después de ésta; obviamente implica que se vende al sistema económico político dominante y justifica lo injustificable, amparándose en lo de “renovarse o morir” o bien en el obvio y evidente fracaso de cualquier otro sistema de poder que no sea el del neoliberalismo, ante lo cual sólo cabe la antigua resignación o la vuelta atrás. Hubo otro que dijo algo imposible con todo desparpajo: “yo sólo intento interpretar el pensamiento del general Pinochet”, acaso ¿no sabía que los generales, en general, no tienen ideas generales, como señaló Ortega y Gasset durante el franquismo?. En todo caso, lo que de ninguna manera cabe para ellos es el cambio real, papel que ha cumplido tradicionalmente el filósofo clásico y los profesores de filosofía que han platonizado de diferentes maneras, o bien han predicado un “platonismo para uso del pueblo” o cristianismo tradicional, en frase de Nietzsche. No olvidemos en todo caso que desde los llamados por Aristóteles fisiólogos jónicos y por Heidegger “primeros pensadores”, a éstos no les ha ido muy bien con el Estado, conservador por definición. Toda la filosofía ha sido platonizar de distintas maneras, decía Heidegger. Los franceses se han visto obligados a defender su cultura de la globalización, y también al estado de las transnacionales, penando la intromisión de lenguas y productos culturales extranjeros en la cultura francesa. Imaginémonos lo que ha acontecido con culturas más precarias como las nuestras. Para un país tan dado a imitar lo europeo o estadounidense como Chile, creyendo que con esto de alguna manera dejamos de ser perdedores y salimos ilusoriamente del subdesarrollo, la C.E.E. y la crisis de E.U.A. nos ha dejado sin modelos claros. ¿Habrá llegado el momento de imitarnos a nosotros mismos, de crecer desde nuestras raíces, puesto que todo lo demás ha sido arrancado por la globalización? Porque jamás el hombre ha pensado cuando no está forzado a hacerlo, cuando los otros caminos le han conducido al extravío o los dioses le han abandonado y cae presa del que Heidegger llamara “el temple de ánimo fundamental”, me refiero a la angustia que le patentiza la nada y le promete la posibilidad de ser. ¿O será que nuestros pueblos no están todavía suficientemente angustiados o desesperados?. Los índices de salud mental en Chile dicen lo contrario; según la Sociedad chilena de siquiatría, que presidiera Otto Dörr, un 58% de la población padece de depresión, siendo la causa principal el problema económico, encontrándose el 86 % entre los menores de 30 años, especialmente en los adolescentes. Por otro lado, el pensar que surge en “ épocas de penuria”, tomando la expresión de Rilke usada por Heidegger, suele ser una caída en alguna modalidad pasada del mismo sistema que nos aqueja, usualmente disfrazada de “reforma”, o bien cae en el pendularismo dialéctico y nos vamos de un extremo al otro sin pensar, sin conocer nuestro pasado para elegir entre las distintas opciones la que mejor nos va porque no nos conocemos más allá de las máscaras de las imitaciones que hemos adoptado, reemplazando lo que somos por alguna mala copia extranjera, dándole sentido a nuestras vidas desde las cosas y el consumismo. Generalmente los modelos educativos no tenían la flexibilidad adecuada para aterrizar a nuestros alumnos en la realidad efectiva, cayendo en el dogmatismo del razonamiento argumentativo que reemplaza al pensamiento por la deducción rigurosa desde axiomas que no son cuestionados ni pensados y toman la calidad de dogmas u opiniones que deben ser aceptadas sin más. No olvidemos que Fichte solía embaucar a sus alumnos que preguntaban por los fundamentos con la frase citada por Ortega y Gasset “esto es como es, y es como es porque es así”. Usemos los textos como herramientas para hacer pensar, dejando de lado toda beatería o la pretensión de ser el “concesionario autorizado para América latina del pensamiento de... ”. No olvidemos que una de las causas más importantes del éxito de la Iglesia durante 2000 años ha sido el sincretismo, usar los textos como cajas de herramientas al servicio del proyecto de hombre y sociedad que queremos, y si las herramientas que necesitamos no están allí, inventémoslas, dejando la puerta abierta para que los que vengan abran nuevos caminos del pensar, siempre riesgosos como nuestra vida. Tal vez una de las causas de los dogmatismos sea el intento de vivir humanamente con seguridad absoluta, al modo hegeliano, vivir securitas, sin cuidado, es querer demasiado y la ocasión para que nos “vendan alguna moto”, parafraseando el texto de Chomsky. Usemos a Nietzsche, a Marx, a Freud, a Ortega, a Zubiri o a cualquiera. El problema radica en que para poder hacerlo necesitamos saber quiénes somos y lo que queremos y, al parecer, todavía queremos no querer o queremos la nada, somos nihilistas en tanto no hemos aprendido a querernos y preferimos huir de nosotros mismos o bien levantamos algún ídolo o líder para escabullirnos de tener que responder ante nosotros mismos y los demás por lo que hemos hecho con nuestras vidas; una muestra de esto es el surgimiento de “iluminados” o “profetas” en nuestras poblaciones. Olvidamos que así como nadie puede saltar fuera de su propia sombra, nadie puede escapar de sí mismo. El desierto avanza, el desierto crece, decía Nietzsche. No basta con comprender los textos, sea cual sea el método interpretativo que utilicemos; para que no nos “vendan la moto” necesitamos saber “hacia dónde va la micro”, es preciso conocer el sentido y los orígenes, la genealogía. Daré dos ejemplos, el primero tomado de la reforma educacional que se está llevando a cabo en Chile, ante la cual se podría pensar que su objetivo es realmente mejorar la calidad y equidad de la educación, por consiguiente, si argumentamos desde esta premisa, se trataría de hacer pensar a nuestros jóvenes, para lo cual resulta necesario elevar su nivel de conciencia de la realidad que vivimos. Sin embargo, encontramos que la finalidad es hacer posible elevar la productividad, para que los productos nacionales compitan más ventajosamente en los mercados internacionales, hacia allá va “la micro” y la importancia de la educación técnico profesional. Pero esto no nos impide que usemos esta misma reforma como caja de herramientas y tomemos de ella los instrumentos que nos sean útiles para conectar a nuestros alumnos más estrechamente con la realidad efectiva, que no es la de los noticieros televisivos precisamente; o bien que adoptemos la metodología propuesta por la reforma, el constructivismo, y la utilicemos con un sentido distinto, algo que ya nuestros maestros están practicando. El otro ejemplo muestra cómo el principio no está suficientemente fundado y no obstante el sentido puede ser adecuado: es conocido el carácter cosmopolita que confiere Kant al hombre, y la importancia que este principio tiene en su moral, empero, si investigamos el fundamento de este postulado, sorprendentemente lo encontramos en una de sus obras menos conocidas, la Historia general de la naturaleza y teoría del cielo. Allí afirma sin más que existen otros seres racionales en el universo, considerablemente más racionales que nosotros, con los cuales necesariamente entraremos en contacto en el futuro, lo que hace necesario que depuremos y desarrollemos nuestra racionalidad, ya que si tal no hacemos, nos quedaremos al margen del gobierno universal. Y estamos hablando nada menos que de Kant. Es preciso sospechar y mirar bajo la falda de la señora historia, tal como hace Foucault, preguntando por los fundamentos como Heidegger. Si insisto en mencionar a estos autores es porque son aparentemente “sabidos” y aún, en algunos casos, han sido pretendidamente “superados” por otros, pero no hemos aceptado la invitación a investigar y pensar que nos cursaron, lo que puede hacernos dudar de que sean tan “conocidos”. ¿Será necesario que hayamos pasado en Chile de la neurosis depresiva a la neurosis maníaco depresiva para comenzar a pensar?. La tasa de suicidios ha aumentado en más de un 10 %. No conozco otra manera de dar cuenta de los problemas que no sea enfrentándolos de modo pensante y comprensivo, algo que sólo la filosofía proporciona, en tanto contribuye a elevar el nivel de conciencia. Por este motivo cuando estamos al final del camino y al final de la filosofía entendida como “caída en el abismo”, o en Heidegger o “escape a otros mundos” como Nietzsche, o una manera de negar la vida humana en Ortega, sólo nos queda la última parte de la expresión de la obra de Heidegger El final de la filosofía y la tarea del pensar: nos queda la tarea del pensar desde nosotros mismos, desde nuestra lengua materna, desde nuestra historia, auténticamente, lo que implica recuperar necesariamente nuestra conquistada, sometida y pisoteada autoestima. Venciendo el pánico a nosotros mismos, apropiándonos y asumiendo nuestro ser, sin cobardía y sin temor al peligro, puesto que ya estamos viviendo el mayor peligro, el de no vivir propiamente nihilizando o haciendo nada nuestra vida efectiva, cayendo en la enajenación, la alteración y la locura: parecemos estar vivos por fuera, pero por dentro estamos muertos de la peor muerte. Pienso sinceramente que existen pensadores como Nietzsche y Freud entre otros que debemos utilizar para evitar que se agudice el desquiciamiento de nuestros pueblos, con débiles raíces que resulta fácil arrancar. Este sistema de poder que nos aqueja, que sume en la miseria a la inmensa mayoría de la población, ya lo encontramos en Grecia en su período de mayor esplendor, cuando la plutocracia gobernaba con la máscara de la democracia, entre los siglos VI, V y IV a.C., siendo una de las principales causas de la necesidad de escapar de la realidad a través del vino, las drogas y los cultos orgiásticos que desembocaban en la inconsciencia y la catarsis, algo que pudiera creerse que es típico o exclusivo de nuestra época. El otro escapismo usual es el trascendentalismo, la fuga metafísica a algún “más allá” cuando no podemos soportar pensar en el aquí y ahora o no es conveniente a los intereses creados que averigüemos “cómo nos venden la moto” o “hacia dónde va la micro”, algo que no debiera sucederle a ningún tipo de intelectual honesto y solidario. No neguemos que, como a Ortega y Gasset en su lecho de muerte “le dolía España”, a nosotros ya nos está doliendo desde hace mucho nuestra patria, que el pensador es el médico de la cultura, que Nietzsche gritaba “nosotros los sicólogos” más propiamente “nosotros los siquiatras”. La tarea es urgente, con la tragedia de saber, como Ortega, “yo no sé si es posible, sólo sé que es necesaria”; esperemos que la necesidad produzca el órgano, porque en esta filantrópica tarea nos jugamos también nuestra vida. La invitación fue extendida hace más de un siglo, y ha sido reiterada posteriormente. Depende de nosotros acogerla o descartarla, teniendo conciencia de lo que nos jugamos en cada caso. BIBLIOGRAFÍA Cohen, Robert, Atenas, una democracia, Barcelona, Aymá, 1961. Curtius,Ernest, Historia de Grecia, México, Ediciones Siglo XX, 4 tomos, 1962. Chomsky, Noah y Ramonet, Ignacio, Cómo nos venden la moto, Barcelona, Icaria, 2003. Foucault, Michel, Microfísica del poder, Madrid, Ediciones La Piqueta, 1992. Freud, Sigmund, El malestar en la cultura, Madrid, Edit. Alianza, Colección Alianza de Bolsillo, 1992. Heidegger,Martin, La cosa, conferencia de 1949, [En] Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Seibal, 1994. ― La pregunta por la técnica, conferencia de 1953, [En] Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Seibal, 1994. ― Tiempo y ser, conferencia de l963., Madrid, Edit. Tecnos, 2000. ― Ciencia y meditación, [En] Filosofía, Ciencia y Técnica, Santiago, Edit. Universitaria, 1997. Nietzsche, Friedrich, Genealogía de la moral, [En] El eterno retorno, Así habló Zaratustra, Más allá ..., Buenos Aires, Aguilar, Biblioteca Filosófica, 1974. ― Más allá del bien y del mal , [En] El eterno retorno, Así habló Zaratustra, Más allá ..., Buenos Aires, Aguilar, Biblioteca Filosófica, 1974. ― Así habló Zaratustra, [En] El eterno retorno, Así habló Zaratustra, Más allá ..., Buenos Aires, Aguilar, Biblioteca Filosófica, 1974. ― Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Madrid, Edit. Tecnos, 1999. Marx. Karl, El capital, México, Siglo XXI, 3 tomos, 1999. ― Salario, precio y ganancia, Moscú ,Ediciones en Lenguas Extranjeras, traducción al castellano de Wages, Price, and Profit, 1954. ― Trabajo asalariado y capital, [En] Biblioteca virtual Espartaco, Home Cambio Social y Cultural, http://academic.uprm.edu/~mvaldes/id26.htm. PROSPECTIVA, FILOSOFÍA Y DEMOCRACIA, UNA REFLEXIÒN POLITOLÓGICA Manuel Ernesto Bernales Alvarado* Abstract FUTUROLOGY, PHILOSOPHY AND DEMOCRACY, A POLITOLOGYC REFLECTION In a holistic politologyc perspective , of complexity, or systemic in a generic sense, the essay presents a set of propositions on the democracy, capable of suiting for diverse democracies as variations of the abstract "model" and general outlined by a set of propositions, being based on a political normative theory and on a political empirical theory and demonstrating the links with an ideal human being to scales nationally and internationally that proposes the construction of democratic republics with integration, to be able to be, have and cost more in an unequal and inequitable global society or a fractured globalization. Resumen En una perspectiva politológica holística, de complejidad, o sistémica en un sentido genérico, el ensayo presenta un conjunto de proposiciones sobre la democracia, susceptible de valer para diversas democracias como variaciones del “modelo” abstracto y general perfilado por el conjunto de las proposiciones, basándose en la teoría política normativa y en la teoría política empírica y evidenciando la vinculación con un ideal humano a escalas nacional e internacional que propone la construcción de repúblicas democráticas con integración, para poder ser, tener y valer más en una mundialización desigual e inequitativa o de globalización fracturada. En víspera del centésimo octagésimo aniversario de la victoria en la Batalla de Ayacucho de los Patriotas latinoamericanos o hispanoamericanos y sus aliados o asociados de otras latitudes, conviene recordar una reflexión de Simón Bolívar: Buen gobierno(*) es aquel que logra la mayor seguridad social posible, la mayor libertad posible y el mayor bienestar posible. Ahora bien, ¿en el mundo de hoy es aceptable concebir el buen gobierno fuera de la democracia? En la ciencia política actual pueden distinguirse dos grandes orientaciones teóricas: la teoría política normativa y la teoría política empírica. * Estudios de grado: Humanidades; Ciencia Política y Administración Pública; así como Sociología; en la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú en Lima (1960-1968). Postgrado: Ciencia Política y Administración Pública en la Escuela Latinoamericana de Ciencia Política y Administración Pública de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, en Santiago de Chile (1969-1970). Planeamiento estratégico de la seguridad y la defensa en el Centro de Altos Estudios Nacionales del Perú (1979), ex CAEM, Lima, Perú.. Planificación de la economía nacional y ramal en el Ministerio de Planificación de Nicaragua y la Universidad de Berlin,( Managua 1981). Funcionario de la Carrera Pública del Perú por concurso entre 1964 y 1980. Consultor en América Latina y el Caribe hispano parlante, de organismos del sistema de las Naciones Unidas, el BID y la OEA, redes de ongs y empresas privadas entre 1980 y 1995. Especialista del Sector Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO en América Central (1996-1999) y en la Oficina Regional de Ciencia para América Latina y el Caribe (1999- ). Autor de ensayos y editor de libros publicados en América Latina, Estados Unidos de América y Gran Bretaña. Sus opiniones no representan ni comprometen a la UNESCO ni a sus contrapartes, son de su exclusiva responsabilidad. . La primera se emparenta con la filosofía, la ética y el derecho, es decir, con ciencias humanas prescriptivas no solamente explicativas del ser, condición de existencia, naturaleza o características sustantivas de algo o de alguien. Por ello es que sus relaciones son muy estrechas y no hay fronteras claras. El objeto de estudio general de la teoría política normativa es también el objeto de estudio de la filosofía política, de la ética política y del derecho y de, especialmente, el derecho público. La segunda se relaciona íntimamente con las ciencias sociales básicas como la historia, antropología, sociología y economía. Comparte con ellas el objeto de estudio, el ser-humanoen-sociedad, y sus linderos tampoco son claros. Si imaginamos círculos para indicar cada una de ellas, podemos colocarlos de forma tal que se intersecten mutuamente, dejando un núcleo común, bastante considerable, y espacios propios relativamente menores. No pocas veces el discurso sobre la democracia está asociado a la prospectiva, como en el caso del Proyecto DEMOS realizado por la UNESCO entre 1994 y 1999. La “Prospectiva” se vincula principalmente a los estudios que se denominan “proyectivoevaluativos”, esencialmente probabilísticos y tendenciales, no predictivos en un sentido puntual de un acontecimiento o proceso particulares, a los que se refiere el término “predicción”, como por ejemplo cuando se habla de la predicción del tiempo. Estos estudios de futuro, futurológicos o estudios orientados sobre el futuro, escenarios, se relacionan inevitablemente con los valores y con las prescripciones y prenotandos del sujeto individual o colectivo de estudio, por lo que son inseparables de orientaciones filosóficas y éticas; salvo, quizás, cuando se realizan ejercicios metodológicos de escenarios, y aún así, es imposible realizarlos de manera aséptica, neutra o indiferente a valores o perspectivas normativas o visiones que se refieren de alguna manera a lo deseable. Volviendo ahora al sentido “empírico” en las ciencias sociales, la UNESCO, en su primer lustro de vida, realizó y editó un conjunto de monografías sobre La enseñanza universitaria de las ciencias sociales, publicadas en español por la Unión Panamericana en Washington. La primera de ellas se refería a la ciencia política e indicaba una “lista temática” de asuntos o capítulos que caracterizaban, y en gran parte aún caracterizan desde hace cincuenta años, al estado de esta ciencia social básica, al decir de Maurice Duverger. Si se tomase ese listado como punto de partida para una reflexión politológica sobre la democracia, el resultado tendría que referirse esencialmente al fenómeno del poder en la sociedad y al Estado, en especial, en sus diversas manifestaciones o modalidades. Si nuestro objeto de estudio, desde el ángulo de vista enunciado, es la democracia y no hay manera de separarla del estado, tendríamos entonces dos maneras de estudiarla, complementarias, tensas, contradictorias, no antagónicas, y no excluyentes: - la democracia desde una perspectiva de teoría política normativa; - la democracia desde una perspectiva de teoría política empírica. A su vez, la primera puede verse en el sentido de la gran teoría y de la larga duración en ciencias sociales. La segunda, en el sentido de las generalizaciones empíricas, que pueden visualizarse en tres perspectivas graduales, imposibles de separarse de forma neta: la primera, que permite comprender una situación, la segunda de alcance medio, y la más amplia, que visa identificar regularidades, tendencias o leyes inherentes al objeto de estudio. La democracia, ¿existe esa palabra en algunos idiomas de países importantes del primer mundo y del segundo, porque prácticamente ha desaparecido el llamado tercer mundo?, es inseparable de concepciones sobre la persona en sociedad. ¿Es posible afirmar que exista una sola acepción de democracia; aun si se la concibe fundamentada, orientada e informada por los Derechos Humanos, toda vez que aunque estos tienen un alto grado de aceptación no existe unanimidad mundial?. Más ampliamente ver: La resignificación de la ética, la ciudadanía y los Derechos Humanos. (Marcelo Lobosco, compilador. EUDEBA. Buenos Aires.2004). Las visiones y propuestas de acción de la UNESCO pueden consultarse en:http://portal.unesco.org/shs/en/ev.phpURL_ID=1827&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTIO N=201.html A la luz de los hechos sociales y los estudios existentes, no resulta razonable afirmar que hay una sola acepción de democracia, aunque existen contenidos claves que se han ido construyendo desde distintas situaciones, diferentes culturas, diversos estados, variados fines y objetivos por los cuales los grupos humanos se han asociado para cooperar o luchar, a los que nos vamos a referir más adelante. En el sentido de la teoría política empírica la democracia es vista como una manera legal de organizar el poder legítimo en el marco del Estado, para la realización de fines, objetivos o resultados del conjunto social complejo que se organiza y por ende de estudiar las relaciones formales y reales entre gobernantes y gobernados, según distintas formas de Estado, así como de condiciones económicas y sociales inseparables de lo político. Lo expresado explica que los términos “gobierno”, “gobernabilidad” y “gobernanza” (*) están asociados íntimamente con democracia, estado y república. Desde la Revolución de la Independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución Francesa, que fueron procesos fundacionales de democracia en lo que se considera el mundo moderno en Europa y en las Américas, la idea está más unida al concepto y alcance de república que a otra forma de estado, de democracia y de gobierno. Sin embargo, de un lado, es evidente que existen importantes democracias en estados monárquicos con gobierno centrado en la autoridad monárquica o en la autoridad de un presidente o jefe de gobierno emanada de un parlamento y de elecciones; por ejemplo en el Reino de España. ¿Puede, pues, concebirse la democracia al margen de una cosmovisión, de un ideal de vida, de persona, de mundo, y por tanto exenta de postulados ideológicos o de “impurezas”, ideológicas? Defensor de la democracia económica y social en el Perú de los setenta y de la democracia política en los noventa, si me permiten la expresión, el conocido y apreciado maestro universitario, politólogo y periodista peruano Francisco Miro Quesada Rada escribe: “La democracia es el tema central en el análisis de la sociedad contemporánea. Sin embargo, mucho se habla sobre este proceso en cuanto forma de vida y de gobierno, pero poco como ideología. Es decir, en relación a una concepción del mundo... La democracia se sustenta sobre tres principios básicos: libertad, igualdad y participación, de los cuales sistemáticamente se desprende una serie de consecuencias. Los dos primeros principios nos dicen que los hombres son libres, en cuanto personas responsables de sus actos y, como tales, capaces de auto gobernarse; pero, también, son iguales porque entre ellos no puede haber diferencias de ninguna clase. El tercer principio, el de la participación, implica que debemos actuar conduciendo el destino de una sociedad.” (“La Democracia como Ideología”. En: Defensa de la democracia contra la dictadura, Miro Quesada Rada, Francisco. Editorial San Marcos. 1ª Edición, 2001. Lima, Perú, pp. 69 y 70). Pero, de otro lado, también es evidente que existen repúblicas que nada tienen que ver con la democracia o en las cuales hay hechos inocultables antidemocráticos y resultados de análisis empíricos, cada vez más basados en una teoría política normativa, cuyo fundamento son los derechos humanos, que revelan que no existe democracia, o por lo menos, algunos de sus elementos que hoy se consideran inseparables; a saber: - bienestar económico y social generalizado, con un mínimo de inequidad, - libertades personales y colectivas, de elegir y ser elegidos, de criticar, de asociarse para competir en política, de expresar el pensamiento o de profesar alguna religión o valor cultural, y - procesos electorales para cambiar el gobierno periódicamente, y mecanismos de decisión colectiva mediante el ejercicio del voto, como por ejemplo el plebiscito, el referéndum, y la revocación. “No puede existir democracia sin derechos humanos porque el pueblo, que es el árbitro supremo de las decisiones dentro de ese sistema político, sólo podrá ejercitar propiamente esta función si tiene libertad y seguridad que son, en definitiva, el resumen de la plena vigencia de los derechos humanos... Los tres órganos tradicionales de poder, los regionales, locales, y los órganos especializados, conforman una constelación de atribuciones y controles que, dentro del complejo estado contemporáneo, constituyen la mejor forma de garantizar un adecuado uso del inmenso poder que tiene el aparato estatal dentro de la sociedad... Cuando estos órganos son desnaturalizados, o cuando se crean condiciones para que sean susceptibles de recibir influencia política de los sectores de mayor poder, la democracia queda inhabilitada en la práctica: los controles no funcionan y la voluntad que prima lo hace arrasando con la forma y el fondo de la organización política... Por ello, la exigencia de que la institucionalidad democrática sea respetada, no es un prurito formal: es el reclamo necesario para que el ejercicio del poder sea verdaderamente limitado y controlado” (Marcial Rubio Correa: “Presentación Ensayo para el libro de Francisco Miro Quesada Rada”, Op Cit). Distintos estudios, de organismos internacionales, de entidades no gubernamentales, de universidades y de especialistas, están indicando que aún cuando hoy la idea de democracia, republicana o no como indiqué supra, se halla muy generalizada en el mundo, las condiciones económicas, sociales y políticas para su realización han mejorado muy poco en algunos aspectos y en otros aspectos han empeorado, aspectos sin los cuales es inconcebible e inviable la democracia. Cabe citar los informes del PNUD sobre la democracia en América Latina, los informes del Banco Mundial, el informe de la Comisión de Seguridad de Naciones Unidas Seguridad Humana, Ahora y libros como Los Estados Inviables (Oswaldo de Rivero), que están ilustrando el empeoramiento de la situación mundial. Es más, hay quienes van prefiriendo el concepto de república al de democracia ínsito en las filosofías que sustentaron e informaron las arquitecturas de los nuevos estados en América del Norte y en Francia en el siglo XVIII. Claro está que en rigor hay que tomar en cuenta que en el mundo existe la República Popular China –sin duda un actor militar estratégico de creciente peso y función― con cambios económicos y sociales de gran envergadura y alcances, manteniendo sin embargo la dictadura de un partido, sus Fuerzas Armadas y sus órganos de dirección y gestión estatales sobre la sociedad. ¿Qué impide ver que existe la República Popular de Corea, Corea del Norte, y la República de Cuba, en las cuales no hay opciones para una oposición crítica ni elección de gobernantes supremos que no surjan de la cúpula, elite del poder o líder absoluto; recordemos, de un lado, que ambos estados nación sufren agresión y una guerra no declarada por el tiempo de varias generaciones y de otro que en Corea se produjo, en los hechos, una sucesión designada, dinástica? Permítanme ahora exponer un conjunto de proposiciones con el fin de perfilar una noción de democracia que siendo esencialmente republicana en lo político, rescate también la justicia social, la participación con el mínimo de intermediación o sin ésta en el ejercicio del poder; noción, que a la vez es aplicable a la comunidad internacional, porque no puede existir democracia a nivel nacional o regional si no hay estado de derecho o democracia a nivel internacional y en la comunidad organizada de estados nación; también son aplicables a espacios políticos regionales o de conglomerados urbanos que hoy en buena medida han cobrado o van adquiriendo más importancia que los estados a los cuales pertenecen. Están tomadas de un trabajo que publiqué inicialmente en 1989 en ocasión de la Semana Científica de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y luego en publicaciones Naciones Unidas y del Perú. Retomé en ese entonces una propuesta de Najdan Pasic, para clasificar regímenes políticos desde lo que él llamó una perspectiva marxista, (que para mí lo es en sentido muy amplio y general y no particular restringido a lo que fue su versión oficialautoritaria), publicada en 1972 en la Revista de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, (no me refiero al Programa FLACSO-CHILE), cuando existían sus Escuelas de Sociología y de Ciencia Política y Administración Pública con sede en Santiago de Chile. Ahora insisto: Las ciencias histórico-sociales contemporáneas, particularmente la Ciencia Política provee un conjunto abierto de recursos conceptuales y metodológicos para el estudio teórico-empírico de las relaciones entre sistemas globales y democracias a escala nacional. Así, en plural, pues hay sobrada evidencia de que en el mundo actual y los años por venir previsibles no habrá un sólo modelo o paradigma válido, efectivo de unos y otras, sino diversos modelos en cambio, interinfluencia, conflictos, consensos y desarrollos desiguales: ellos existirán en un universo cada vez más global, interdependiente. Se puede consultar también la contribución de la UNESCO, mediante el Programa Gestión de las Transformaciones Sociales, MOST, por sus siglas en inglés:.URL_ID=3564&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html A mayor abundamiento, desde la segunda mitad de los años ochenta se ha popularizado la anglófona expresión ”asuntos intermésticos” = combinaciòn de internacionales y domésticos, lo que el MOST apunta como relaciones de lo local con lo global. Este mundo mundializado, globalizado, ― mal llamado “sociedad de la información”, “sociedad del conocimiento”―, porque de hecho no representan expresiones unívocas sino equívocas que ocultan abismales diferencias, capacidades, velocidades y posibilidades de existencia―. Se trataría más bien de un mundo del 5% de los beneficiarios, de los incluidos. Ver: http://portal.unesco.org/shs/en/ev.phpURL_ID=1520&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html . Se halla signado por la unipolaridad militar-estratégica y el policentrismo demográfico, económico, sociocultural y político, así como por una creciente brecha entre sociedades y estados desarrollados, unos ya "postindustriales y modernos", otros en vías de serlo. Pero también está marcado por un conjunto de naciones en pleno subdesarrollo, sometidas a una hegemonía imperial, en no pocos casos exclusiva y excluyente. En el panorama y procesos citados, América Latina y el Caribe, entran a una etapa de marginalización relativa y pérdida de posición e influencia en el sistema mundial del poder y la coexistencia de distintos sistemas (o regímenes) de democracia, forjados al estilo de los modelos o paradigmas, que sucesivamente se erigieron en postulados, mitos y dogmas políticos, económicos y sociales, aplicando el sentido en que los ha distinguido y vinculado Augusto Salazar Bondy en Mitos, postulados y dogmas de la Reforma Universitaria (Lima, UNEC, 1961). El estudio histórico, actual y prospectivo así como analítico y comparativo, revela que en la democracia hay un núcleo de nociones y proposiciones difícilmente recusables, tales como, en términos enunciativos se indica a continuación: - Las elecciones y los partidos u organizaciones políticas, no son, per se, sinónimo de democracia; aunque procesos que aseguren su existencia sometidos a la ley y las buenas prácticas de control social y publicidad, tanto como el voto universal, libre, directo y secreto, junto con libertad para la propaganda, agrupación, etc., constituyen condiciones deseables, perfectibles y necesarias, mas no suficientes, para que exista democracia. - Las desigualdades sociales profundas, pueden hacer no viable el consenso y legitimidad obtenidos o mantenidos por elecciones periódicas, al introducir o desarrollar conflictos de intereses antagónicos, por la continuidad o activación de inestabilidad, no necesariamente polarización, sino fragmentación y su consecuencia, escasa o nula "gobernabilidad". - Los "mass media" transnacionalizantes, constituyen, sea en monopolios privados, extranjeros o nacional-estatales, poderosas herramientas que determinan resultados electorales: "gobernar es hacer creer". Por lo común reactivan o forjan "mitosmovilizadores" y de "encuadramiento colectivo"; son los "grandes electores". - El pluralismo de grupos, movimientos y partidos u organizaciones políticas tienen al presente mayor atractivo internacional que sistemas que consagran o mantienen una sola opción o un bipartidismo -excluyente de otros desarrollos. - La crisis económica endémica, deuda externa, desigualdades sociales y doctrinas o normas legales de "seguridad nacional" imperiales o semilocales no democráticas, no aseguran sino niegan o socavan las más elementales bases económicas, sociales, culturales y jurídico-políticas de estabilidad y democracia efectiva. - Las intervenciones políticas, económico-financieras y, sobre todo militares directas o indirectas, no "crean" ni "consolidan" democracias, aún las de carácter restringido: por su naturaleza y carácter consolidan o crean "democracias cosméticas" o bajo tutela; anulan o enervan el sujeto principal de cualesquier sistema de democracia: el pueblo y sus organizaciones sociales, económicas, culturales y políticas. - La hipertrofia del poder real y aún legal, de Fuerzas Armadas y Policiales, no pocas veces con instrumentos paramilitares han conformado regímenes o sistemas no democráticos. - El "narco-poder", descriptivamente Ilamado "narcotráfico", asociado o no a grupos de privilegio y de poder nacionales o transnacionales, representan un factor de desnacionalización y autoritarismo, así como negación de los Derechos Humanos y su posibilidad de vigencia. - Fuerzas o grupos insurgentes, con ideología dogmática, praxis terrorista asociados o no al narcopoder, constituyen grave amenaza a los intereses vitales de los sujetos principales de la democracia: el pueblo y sus organizaciones. - Sistemas electorales que no sean parte de sistemas de normas, garantías y derechos políticos de ejercicio del poder, tales como la revocación, la fiscalización, el control, la interpelación, la comunicación y la información abierta y oportuna, accesible a todos, sin barreras u obstáculos de diversa índole, poco pueden hacer por sí mismos para construir democracias. - La riqueza y el potencial latinoamericano y caribeño, tienden a destruirse por políticas intervencionistas y no a preservarse como parte de las identidades e intereses nacionales, regionales y continentales que puedan expresarse en regímenes diversos que coexistan y cooperen en mutuo respeto. La participación del pueblo, organizaciones diversas e individuos, de distintas clases o sectores sociales junto con los partidos, constituye en el mundo actual y en América Latina en particular, el eje principal sin el cual aún con buenos o aceptables sistemas electorales no hay democracia o se enerva su construcción. Hay en el continente americano diversos caminos nacionales o subregionales a la democracia; de entre éstos el estadounidense es el más atípico; por tanto, mal puede tomarse o postularse como único ejemplo a seguir; aunque en sus precursores y fundadores hay valiosos elementos teóricos y pragmáticos que es deseable conocer y considerar para otras realizaciones, a condición de que no haya "calco ni copia". Paradigma político de democracia, abierto, adaptable, perfectible, sería, por tanto, uno que posibilite o asegure en forma prospectiva y no lineal así como plural, una influencia permanente, constante y determinante de las fuerzas sociales y políticas que representan los grupos sociales mayoritarios en: - la elección de los gobernantes (nación, región o gobierno local), en forma autónoma no apendicular a la de otras autoridades; - las reglas de su comportamiento, representación y revocación, en su caso; - la determinación de los contenidos y requisitos fundamentales de las políticas públicas internas y externas que en última instancia son exclusivas, del Gobierno Central o muy poco compartidas con otras instancias de dirección y gestión de la cosa pública o de actores como partidos y movimientos sociales, aunque hay una tendencia a la participación de éstos (Política Exterior, Políticas de Seguridad y de Defensa, Política de Gobierno Interior o Interior); inclusive se habla de “diplomacia ciudadana” y de “diplomacia parlamentaria”; ver Andrés Serbín y otros autores en la bibliografía de la página electrónica de la UNESCO que se encuentra al final de este ensayo. - la selección de los administradores públicos civiles, militares y policiales, acorde a normas constitucionales así como las que rigen su actuación y responsabilidad; y en - la capacidad para fiscalizar, sancionar o remover, como se empezó a indicar, éstos y aquéllos; de tal manera que: - existan opciones institucionales, basadas en una regla objetiva de derecho, para que todo el proceso permita reducir las áreas de conflicto y disenso y acrecentar las de solidaridad y consenso. Como sistema-concreto o régimen, supone contrapesos y balances entre los órganos: ejecutivo, judicial, legislativo y electoral del poder estatal y una autonomía relativa de ellos dentro de la Constitución y leyes principales. Descansa en la hegemonía o primacía de los intereses de los grupos sociales mayoritarios, plural y no reduccionistamente expresados, en funcionamiento dialéctico y sin etnocentrismos, ni exclusiones ni privilegios sectoriales, grupales o estamentales Junto a las tareas de construcción nacional, hay otros desafíos que están a la orden del dia en nuestra región: El autocentramiento de las economías y su integración interna e internacional gradual, a través de formas plurales de concertación, cooperación y desarrollo de emprendimientos y alianzas estratégicas, en el marco de una efectiva política para asegurar la competitividad con justicia y equidad de la nación, del estado nacional con integración internacional e inclusión social en lo interno, ― no sólo la mera capacidad de ganar mercados de alguna de sus partes ―, que ayuden a erradicar la miseria y la dependencia, so pena de marginarse del proceso mundial del poder o ser estados de dudosa viabilidad (**). La construcción, reconstrucción y aplicación de valores, principios y normas éticas en la vida cotidiana, “de paje a rey”, en todo lo ancho de la vida en sociedad y en sus dimensiones territorial ecológica, económica financiera, social cultural y política. Ser de pesadillas, quimeras, pasiones, razones e ideales, el ser humano es también un ser de valores. Y en este nuevo siglo, un elemental sentido común nos dice que de valores abiertos a la Trascendencia. Cabe recordar que André Malroux, refiriéndose al siglo XXI, dijo que será religioso o no será. Un mundo en el que el infierno no sean los otros porque éstos la condición esencial sin la cual es imposible existir y lograr la “vida buena” y un buen gobierno a su servicio. Esto cae ya en la filosofía y sugiero acceder a: http://portal.unesco.org/shs/en/ev.phpURL_ID=5053&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=2 01.html La economía mundo, la sociedad mundo, la política mundo, la cultura mundo, parafraseando a Inmanuel Wallerstein, vive asediado por destructores fundamentalismos, inseparables de todas las grandes religiones monoteístas, cada una de las cuales se reclama la verdadera, en los Estados Unidos de América, en la India, en Paquistán, en Arabia Saudita, en Israel, en Palestina, en estados de la ex Unión Soviética, en los de la ex Yugoeslavia... Todas las aludidas en diferentes momentos, a veces en el mismo escenario, usaron la guerra contra otras y sus elites dirigentes entre sí o contra los sectores dominados, aniquilaron o causaron grave daño a seres humanos y sus obras de civilización en nombre de la verdad y del bien. Desde perspectivas latinoamericanas y caribeñas es indispensable caminar decididamente a la vez que forjar un pensamiento estratégico propio, no reflejo, partiendo de, o incorporando, el pensamiento bolivariano, martiano, morazánico, así como el de Valle, Artigas y otros próceres y fundadores de nuestras Repúblicas; sin dejar de valorar y asumir la contribución de latinoamericanos y caribeños a la educación, la ciencia, la novela, la poesía o el ensayo. o de personas que asumieron positivamente nuestra realidad y proyectos viniendo desde el exterior. La educación, así, a secas, para indicar todas sus formas, modalidades o niveles, tiene un papel insustituible en la realización de la vocación humana de la sociedad y de las personas. Por esto reclamamos que sea universal, accesible a todas las personas a lo largo de toda su existencia y a la vez de la mejor calidad. Porque si la educación, especialmente para las grandes mayorías no crece en excelencia probablemente sea más bien infecunda para el desarrollo y la seguridad humana en democracia y fértil en frustraciones, desencantos, sufrimiento o muerte. (Si se desea se puede acceder a un pequeño libro mío:¿Para qué educar? Reflexiones sobre desarrollo, seguridad y democracia desde la Cultura de Paz. En la página electrónica de mi responsabilidad profesional htpp://www.unesco.org.uy/shs/publicaciones.html). (*) “Diccionario de la Lengua Española” – Real Academia Española Editorial Espasa– 22ª. Edición – 2001” Gobierno. 1. m. Acción y efecto de gobernar o gobernarse. 2. m. Conjunto de los ministros de un Estado.(...) 4. m. Distrito o territorio en que tiene jurisdicción o autoridad el gobernador.(....) ~ absoluto. 1. m. Aquel en que todos los poderes se hallan reunidos en una sola persona o cuerpo, sin limitación, especialmente en un monarca. ~ parlamentario. 1. m. Aquel en que los ministros necesitan la confianza de las Cámaras, o al menos de la elegida por voto más popular y directo. ~ representativo. 1. m. Aquel en que, bajo diversas formas, concurre la nación, por medio de sus representantes, a la formación de las leyes..... 1. loc. adv. Para que pueda ajustar sus planes, su conducta, etc., a lo que se comunica. servir de ~ algo. 1. fr. coloq. Servir de norma, de advertencia o aviso. Gobernabilidad. 1. f. Cualidad de gobernable. 2. f. gobernanza (arte o manera de gobernar). Gobernanza. 1. f. Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía. 2. f. ant. Acción y efecto de gobernar o gobernarse. (**) En la página electrónica: http://www.unesco.org.uy/shs/publicaciones.htlm se encuentra: Cultura, democracia y desarrollo. Repensando la seguridad y la defensa ante el siglo XXI. UNESCO-San José y Ministerio de Seguridad Pública de Honduras. Manuel Ernesto Bernales Alvarado, editor. 1996 ALIN EDITORA. Tegucigalpa. (Contribución al Foro Mundial sobre Seguridad convocado por el Director General de la UNESCO y realizado ese año en París como parte del Programa de Cultura de Paz de la UNESCO). La ilusión del buen gobierno. Manuel Ernesto Bernales Alvarado y Víctor Flores García, Editores. UNESCO. MOST. Montevideo. Julio 2004; y, Gobernanza, desarrollo y democracia en el MERCOSUR. Hacia un proyecto propio en el siglo XXI. Gerónimo de Sierra y Manuel Ernesto Bernales Alvarado, Compiladores. UNESCO. CLACSO. Montevideo. Agosto 2004. También hay otras publicaciones consultadas y de referencia. EL ÚLTIMO DESPOJO Manuel de Jesús Corral C. Abstract THE LAST SPOLIATION Globalization is a crooked term. It palms the real intentions of those who have introduced it to the common lexicon. Intentions that hide the anxiety of domain from few ones on many people Even if they are individuals or countries. Ideological version of the term imperialism, taking the name of the globalization wreckage have never been committed before seen. And they continue being committed. Material wreckage. But also symbolic. Circumscribed before to the local, regional and national geographies. Resumen Globalización es un término tramposo. Escamotea las intenciones reales de quienes lo han introducido al léxico común. Intenciones que esconden el ansia de dominio de pocos sobre muchos. Sean unos y otros individuos o países. Versión ideológica del término imperialismo, en nombre de la globalización se han cometido despojos nunca antes vistos. Y se siguen cometiendo. Despojos materiales. Pero también simbólicos. Circunscritos antes a las geografías locales, regionales y nacionales. Despojo globalizado Globalización es un término tramposo. Escamotea las intenciones reales de quienes lo han introducido al léxico común. Intenciones que esconden el ansia de dominio de pocos sobre muchos. Sean unos y otros individuos o países. Versión ideológica del término imperialismo, en nombre de la globalización se han cometido despojos nunca antes vistos. Y se siguen cometiendo. Despojos materiales. Pero también simbólicos. Circunscritos antes a las geografías locales, regionales y nacionales. Ampliados ahora a lo global. Despojos desprendidos de la lógica de las políticas privatizadoras. Privatizaciones concentradoras por la vía de las megafusiones. Y por ello eficaces y eficientes para pocos privilegiados. Más de tres décadas de experiencias globalizadoras lo confirman. Globalización neoliberal es, necesariamente, privatización. Y privatización es concentración. Megafusiones en particular en el ámbito de la tecnología mediática. Tecnología que se concentra en unas cuantas corporaciones privadas. Y algunas públicas. Pero todas con sede en países tecnológicamente desarrollados. La información es el principal insumo y nutriente de carácter público. En los hechos, hoy, instrumento con pretensiones de imposición de una cosmovisión y de un pensamiento único. Pretensiones a través del control. En efecto, del lado de la percepción-decodificación, preguntas circunstanciadas sobre los hechos; del lado de la codificación-emisión, regateo y escamoteo en las respuestas. El último despojo: la expropiación de lo público. Para que todo quepa en lo privado. ¿Qué es hoy lo público y cómo se ve desde los medios concentrados por la vía de las megafusiones? Desde la aparición de la polis griega, espacio abierto para la participación de los ciudadanos en los asuntos que afectan a todos; clausurado por siglos de poder absoluto, justificado con el argumento del derecho divino de los reyes; reabierto apenas en los albores de la modernidad con el rescate de la ciudadanía del individuo y de la soberanía del pueblo; ¿en riesgo de extinción nuevamente en la llamada posmodernidad? Intención de los globalizadores neoliberales: privatizar lo público. Al menos en un doble sentido: 1. Los sujetos: El globalizador ve frente a sí a clientes, consumidores, usuarios. Pretende mantenerlos estratégicamente aislados a unos de otros. Individualidad reducida a individualismo. Individuos con corazón de egoísmo. Individuos ajustados a, y conformados con, su vida privada. Desde ahí, lo público se reserva a los expertos, especialistas, técnicos y planeadores de gabinete. Ellos son los que saben. Los capacitados para construir lo referente a la vida pública. El ciudadano se esfuma. 2. Los objetos: Necesidades, intereses, servicios y beneficios reducidos a su mínima expresión. La estrictamente suficiente para la sobrevivencia de la fuerza de trabajo que garantice y asegure la perpetuación del sistema. Trabajo esclavo. Y, por consiguiente, explotado. Aislados unos de otros los individuos ¿para qué los potenciales productos mediáticos: información y comunicación como bienes de servicio público? Todo ello con la aquiescencia del achicamiento y pilatismo del Estado. Éste, en concordancia con las políticas globalizadoras, “tira la piedra y esconde la mano”. Y, así, por la vía de la privatización* de los sujetos y de los objetos se está llevando al cabo la utopía neoliberal: el despojo globalizado de lo público. Al menos esa es una de sus intenciones medulares. Vagabundeo ideológico de la clase política que pasa discursivamente de una geometría a otra. Más grave aún, el cinismo moral por el vaciamiento ético, y por tanto humano, del discurso. Resultado de esta conjugación: estulticia política. Con suficiente margen para un discurso engañoso y falaz. Y por ello mentiroso. En el lado de la codificación-emisión, discurso que se quiere y se pretende para el consumo popular. Promesas sin cuento sobre los problemas públicos. En el lado de la recepción-decodificación, formas de rechazo a los discursos que circulan en el mercado político. Reticencia e incredulidad ante las promesas. Si en la emisión del discurso se codifica un sí, en la recepción se decodifica como un no. Y, a la inversa, un no equivale a un sí. Se codifica y emite gobierno del cambio y se percibe-decodifica gobierno del cambio regresivo. Los enunciadores del discurso hablan. Los enunciatarios son, al menos pretendidamente, hablados. Da grima. La audiencia masiva entra en tirisia. Remito al lector a la bien documentada columna periodística de Alfredo Jalife-Rahme “La ‘privatización de la guerra’: el síndrome Halliburton”, en La jornada, 28 de diciembre de 2003, p. 14. Hasta la actividad bélica ha sido privatizada. El autor se refiere a la existencia de una industria militar privatizada. Se calcula que en ella se mueven entre 10 y 20 mil contratistas privados que trabajan sólo para la Secretaría de Defensa y el Departamento de Estado. Especie de ejército paralelo. Se desempeñan “en una zona de permisividad crepuscular donde ni los contratistas ni sus clientes desean que sea conocida su identidad fugaz –mucho menos el contenido de sus contratos”. Las transnacionales estadounidenses se han convertido en empresas paramilitares. De ahí que el autor formule dos preguntas: ¿Existe la globalización militar que cada vez privatiza más su quintaesencia al grado tal de empezar a desfigurar la propia carrera castrense? ¿El ideal de las transnacionales de EU, en particular las petroleras y las gaseras texanas (v.gr. Halliburton y Grupo Carlyle) consistirá en poseer su propio ejército de mercenarios?” * La mentira, en efecto, como gozne, hoy, del discurso político en cualquier sociedad autollamada democrática. Para muestra un botón: la propaganda. De acuerdo con Roberto Bardini, fue el senador estadounidense Hiram Warren Johnson quien, en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, dijo: “Al comenzar la guerra, la primera víctima es la verdad” 1. Hoy la clase política mundial ejerce su voluntad de verdugo de la verdad “así en la guerra como en la paz”. Y es que la lógica misma del modelo socioeconómico niega, por sí mismo, la paz. En el siglo XXI arrogancia y voracidad del poder imperial. Han quedado en evidencia en las últimas guerras alentadas por él: ayuda humanitaria en los Balcanes, lucha contra el terrorismo en Afganistán, guerra contra el mal en Irak. Y una sarta de fechorías explicadas, pero nunca bien justificadas, con mentiras. ¿Quién puede digerirlas? Así anda el mundo con esta estirpe política. La feroz competencia por los mercados establece, por fuerza, la rivalidad entre individuos, países y corporaciones supranacionales. Y en esa tesitura todo vale. Los medios se convierten en fines y los fines en medios. La verdad se hace aparecer como mentira. Y la mentira se trastoca en verdad. Desde la paranoia política todo ciudadano es un sospechoso. Desde la paranoia económica todo es mercancía. Reborujo y caos, en fin. Y en todo lo anterior la información está jugando un papel decisivo. Propaganda negra, y por consiguiente, información mentirosa, de la clase política en el poder. Clase política sin estatura de estadistas. De ahí sus argucias y embustes. Los políticos sacrifican la verdad y gobiernan con la mentira. Para consumo local: el proyecto de mi partido garantiza inversiones. Las inversiones generan empleo. El empleo eleva el producto interno bruto y mejora el ingreso familiar... En lo político, mayores márgenes de democracia (aunque no se dice cuál y para quién) o transición a la misma. Mayor justicia y seguridad social para todos.... Retórica pura. A la vuelta de la esquina, la desilusión. Partidos de izquierda, centro o derecha que confluyen en el mantenimiento del statu quo. Para consumo global: guerra sin cuartel al terrorismo internacional para alcanzar la seguridad mundial; megaproyectos para sumar a la modernidad y al progreso a los países “subdesarrollados”; tratados o acuerdos de libre comercio para beneficio de todos los pueblos; guerras preventivas contra supuestos, pero presentados como reales, países y personajes enemigos... Retórica pura. A la vuelta de la esquina, ganancia sin cuento de las corporaciones transnacionales inversoras. Con la correspondiente transferencia de capital a los países sede; asimetría en los tratados o acuerdos, y por consiguiente, torceduras de cuello a los socios débiles en los intercambios comerciales; guerras de liberación del poder militar imperial a países gobernados, según éste, despóticamente. Liberación convertida en invasión a países con ricos recursos naturales y reparto a las corporaciones “bien portadas”. Todo en nombre de la democracia. En los hechos: la mentira como arma de gobierno. Errancia de los medios Y en el centro de las políticas de información, los medios analógicos y digitales. Por ellos fluye el discurso. Ellos amplían y adornan el escenario. Escenario digno del espectáculo global. Nervio dúctil y versátil, sin duda. En su versión de apropiación o concesión privada. Pero también, aunque quizás en menor medida, en su versión de medios públicos. En uno y otro caso apuntalan al poder del Estado identificado, las más de las veces, con las entidades gubernamentales. Discurso mediático que ve las cosas de arriba hacia abajo. Y sólo incidentalmente, quizás, de abajo hacia arriba. Alineamiento al poder hoy con suma cero (pérdida) de lo que les quedaba de libre maniobra. Contribución evidente al mismo despojo globalizado. Roberto Bardini (2003). “Antibelicismos. La primera víctima”, en La jornada semanal, Núm. 423, 13 de abril, México, p. 3. 1 Ágora ¿posmoderno? Desde su origen, estos medios de difusión han errado en su función de mediación. Ahora, exhiben palmariamente la instalación de la mentira en lo público. Ocultamiento de la verdad con la distorsión de los hechos; eliminación del disenso con la represión de las personas; falseamiento de la realidad con la manipulación de la información. Mentira institucionalizada, y entronizada, que le es impuesta a los medios. O que sus gestores aceptan de buen grado. Causa de malestar social generalizado. Tan es cierto esto que empiezan a surgir, en el centro mismo del imperio, colectivos independientes y críticos con el propósito explícito de observar y dar seguimiento puntual al comportamiento mentiroso de los medios. Tales como el Centro para los Medios y la Democracia (prwatch.org) y FAIR (FAIR.org). Medios analógicos y digitales volcados del todo a desempeñar su papel de panóptico para el ejercicio de control político. Combate sin cuartel al terrorismo como coartada para legitimar e imponer la censura patriótica a los medios. Y, con ello, para dejar intocado el terrorismo de Estado. Legitimación, a final de cuentas, de la mentira. Medios fuertemente corporativizados. Por su nexo con el poder (político-económico-militar), autocensura. Por su alta concentración (sectorial-geo-cultural), visión única. Desde lo público, ¿qué funciones básicas cumplen hoy los medios? Ignacio Ramonet2 hace de ellos una caracterización. Reduce esas funciones a tres: vigilar los rastros manipulados por los amos; anunciar mediante refinadas técnicas publicitarias; vender mediante técnicas de marketing para la compra directa. Funciones muy específicas que sitúa claramente a los medios del lado del poder político y económico. Con razón agrega Ramonet que la técnica no es neutral. Está cargada de ideología. Ramonet, como muchos otros, sigue utilizando el concepto tradicional de Medios de Comunicación Masiva (MCM). No lo cuestiona ni lo desarrolla explícitamente. No es su intención. Pero en el cuerpo de su texto en ningún momento aparece la función de estos instrumentos como promotores de relaciones de comunicación. Y en sus textos aparece el cúmulo de mentiras difundido a través de los medios. Mentiras que empiezan desde el momento mismo en que se asume como si nada un término por otro. Los términos información y comunicación, por ejemplo. Sobre este punto en particular, la postura teórica de Dominique Wolton hace coherencia. Vale la pena detenerse en ella. A partir de las siguientes preguntas: ¿Cómo funciona la información en los medios? ¿Es lo mismo hablar de información que de comunicación? ¿Qué implica el tránsito de una a otra? ¿El discurso informativo es realmente comunicativo? Son éstas, preguntas iniciales que habría que resolver. Resolución necesaria para desenmascarar la mentira base sobre la que funcionan los medios para influir en la opinión pública. A ésta se le quiere conquistar mediante ciertos guiños de ojos. Se le quiere dar, se le da, gato por liebre. Intenciones ideológicas del discurso. Y, de esa manera, intenciones embusteras. . Primer guiño de ojos: Hay una información universal. La información generada a través de los medios cubre el mundo. Llega a todos los rincones. Ha vencido las distancias. Es cierto. ¿Quiere ello decir, sin embargo, que es universal? En la práctica, en el polo de la produccióncodificación-difusión hay, hasta hoy, un evidente modo occidental de la información. En el lado de la recepción-percepción-decodificación están, sin embargo, las especificidades lingüísticas y culturales que inducen a sus portadores a un determinado modo de interpretación. No hay, al menos hasta hoy, información mediática, de cualquier índole, ni lengua, ni cultura realmente universales. Wolton es claro y tajante al respecto: “No hay información universal, sino un punto 2 Ignacio Ramonet (2001), La golosina visual, Debate, Madrid, p. 23. de vista sobre los acontecimientos en función de las culturas, punto de vista que a su vez depende de las condiciones culturales de recepción y de descodificación”3. . Segundo guiño de ojos: Las técnicas de información, ahora múltiple e instantánea, comunican a los pueblos. Información y comunicación son una y la misma cosa. ¿Es esto cierto, cuando en los hechos “los códigos necesarios para la intercomprensión limitan el resultado”? Identificar información y comunicación es negar la complejidad del problema del “otro”. Con la instantaneidad de la transmisión en directo se ha superado la barrera técnica. Es cierto. Pero permanecen las barreras culturales dictadas por los diferentes sistemas de decodificación cultural. La aceleración del tiempo entre el acontecimiento y su transmisión obstaculiza, y hasta niega, la intercomprensión. La multiplicación e instantaneidad de la transmisión del mensaje torna complejos los procesos de su comprensión. Wolton es contundente al respecto: “La comunicación, aun en el seno de un espacio cultural común, marcha siempre lentamente, puesto que cuantas más informaciones hay, más falta hacen los comentarios y las explicaciones. Y si bien algunas veces la información puede tener un cierto carácter universal, los comentarios y las explicaciones de los que requiere corroboran la necesidad de un complemento para que se revele el sentido”4. Puesta en esquema, la explicación de Wolton quedaría de la siguiente manera: PRODUCCIÓN-DIFUSIÓN RECEPCIÓN-DECODIFICACIÓN INFORMACIÓN COMUNICACIÓN . Concepción del acontecimiento y del . Condiciones culturales: cosmovisiones, tiempo. valores, concepciones del tiempo... . Códigos de producción y emisión. . Códigos de interpretación. . Mundialización de la información. . Barreras para la comprensión. . Tercer guiño de ojos: No hay transición de la información a la comunicación. Desde una visión así cuentan la concepción del acontecimiento y del tiempo. Y las capacidades de los productores y difusores de la información. Pero se ignora de un plumazo la existencia del “otro”. Y su cosmovisión y carga de valores, creencias e imaginarios. Factores éstos que deciden la pluralidad de interpretación de la información. Información y comunicación son proceso diferentes aunque complementarios. La complementariedad no se logra en automático ni inmediatamente. El tránsito de aquélla a ésta se alcanza, en todo caso, cuando los sujetos dan el paso del acontecimiento en sí al acontecimiento para sí. Esto es, cuando hay una apropiación de éste. “La conclusión evidente -señala Wolton- es que no hay transición inmediata de la información a la comunicación, sino al contrario, una transición mediatizada por las opiniones, las ideologías y los estereotipos. En tiempos de paz, las informaciones están en gran medida filtradas por esos valores, en tiempos de guerra también, pero se ve menos”5. Ramonet y Wolton, y con ellos otros varios, son autores del Norte. Pero autores críticos de la globalización neoliberal. Atendibles por ello en sus explicaciones sobre la realidad mediática. Productos mediáticos, sobre todo la información, que se presentan como asépticos ideológica y políticamente. Están, sin embargo, cargados de ideología. Y contaminan con ello la realidad social total. Toda actividad humana está permeada por la ideología. Ni la ciencia se libra totalmente de ella. No habría que hacer, entonces, de ella un espantajo. Sí hay que estar sobre aviso, empero, de la ideología convertida en verdad única y absoluta. En este caso, ideología equivale a dogmatismo. Y es contra lo que previenen, directa o indirectamente, los autores citados. 3 Dominique Wolton (1992). War game. La información y la guerra, Siglo XXI Editores, México, p. 142. Ibid. 5 Ibid., p. 143. 4 Acierta Wolton cuando plantea que la comunicación implica la cuestión del “otro”. El “otro” no sólo como res extensa que requiere de inversiones económicas para el mantenimiento de su vida. Ni siquiera sólo como ente político urgido de democracia para la realización de su vida social. Sino el “otro” en tanto agente-paciente de cultura que con su capacidad de simbolización nombra las cosas. La cultura, entonces, como dimensión simbólica por la que el yo y el otro producen la construcción social de sentido de su vida. El yo y el otro como parte de una misma o diferente cultura (visión del mundo, valores, estereotipos, creencias, etcétera). Es en el ámbito de la cultura donde el yo y el otro se conciben a sí mismos y entre ellos como entes autónomos. Como iguales, sí, pero también, como diferentes. Es, por consiguiente, el ámbito de la cultura el punto de arranque de la diversidad cultural. Y a ellas se enfrentan hoy las “técnicas de información universal”. Del lado codificador-emisordifusor, innegable omnipresencia espacio-temporal de la información. Y para colmo instantánea. Del lado receptor-perceptor-decodificador, no necesariamente aceptación sumisa de la información; sino aparición, al menos probable, de mecanismos de defensa o exigencia de espacios mayores de tiempo para su interpretación y comprensión y, más aún, intercomprensión. La información universal lleva en sí un modo particular, en este caso occidental, (visión del mundo y del tiempo, valores, creencias... ). Modo regido por específicos patrones de esa cultura. Modo que cuenta con dispositivos tecnológicos para desplazar en todo tiempo y lugar sus productos simbólicos. Y para hacerlos circular en el mercado global de la información. Y esto le da ventajas. Pero frente a esa cultura específica están las otras culturas particulares. Cada una también con su propio modo de funcionamiento (visión del mundo y del tiempo, valores, creencias... ). Y regidas también por sus específicos patrones. Tan válidas como aquélla. Aunque con menores desarrollos tecnológicos. Información universal no significa, pues, automática y necesariamente más y mejor comunicación con el “otro”. Los efectos de aquélla no son tan automáticos como se pretende. Y como ideológicamente se presentan ante la opinión pública. La comunicación, por el contrario, requiere del encuentro que posibilite el diálogo. Difícil entre individuos autónomos y diferentes de una misma cultura. Doblemente difícil en tratándose de individuos autónomos y diferentes, que como pueblo, reclaman su pertenencia a una determinada cultura propia. Diálogo, por tanto, sólo posible en el marco del respeto a la simetría de dignidad de todas las culturas para que cada una se exprese y diga su palabra con libertad. Para evitar la mentira y el embuste ideológicos. Una cita contundente de Wolton sobre esta idea: “Si bien las condiciones de la comunicación son más realizables dentro de un mismo espacio cultural, se entiende que en el intercultural -que es la realidad masiva en el plano internacional- todo esto sepa a comunicación, tenga el color de la comunicación y el aroma, pero sin que forzosamente sea comunicación”6. Lo acaba de señalar también con toda pertinencia un intelectual de otra cultura. El paquistaní Tarik Ali. He aquí una larga, pero ilustrativa cita: “El imperialismo cultural es igual a Starbucks más Hollywood. El control de los medios de información por las corporaciones ha significado la restricción de la diversidad. La televisión está estrictamente controlada. La cobertura de la guerra de Irak en CNN y en BBC World fue pura propaganda. Fox (propiedad de Murdoch) habría contado con la aprobación de Goebbels. El control de Estados Unidos de la distribución cinematográfica ha obligado a sus rivales a tratar de imitar los éxitos de Hollywood. La oposición proviene de los márgenes: de los cines iraní, coreano y chino y de la televisora árabe Al Jazeera, por ejemplo. América Latina necesita sus propios equivalentes: una Tv Bolívar que informe 6 Ibid. sobre lo que realmente sucede en Venezuela, Bolivia o Brasil constituiría un desarrollo sensacional. La noción de que las redes privadas son “libres” es vista ahora como humor negro. El uso de esas redes en Venezuela, para desestabilizar y derrocar a un gobierno elegido, recuerda el uso de los medios impresos contra Salvador Allende en Chile”7. En los márgenes de las grandes redes privadas se han movido también, y se mueven, las posturas teóricas y las experiencias en materia de comunicación en América Latina. En esta época de reacomodos vale una referencia necesaria, y urgente, sobre ellas. Utopía justiciera De la mitad de los años setenta del siglo pasado a acá. El mundo se ha achicado. Se ha vuelto global. Se ha roto la igualdad jurídica de los Estados. Política, económica y militarmente está en la senda de la privatización. Con marca registrada unipolar. Por ello con un solo centro imperial. Y, por consiguiente, hegemónico. En torno a él, y como en círculos concéntricos, giran las decisiones y acciones de las otrora naciones soberanas. En los círculos más exteriores, las obsequiosas decisiones y acciones de las naciones latinoamericanas. Con excepción de Cuba. De ese modo, la dependencia se ha profundizado. En particular, por lo que aquí interesa, en el terreno de los medios y nuevas tecnologías para la información y la comunicación. Sobre la relación del binomio información-comunicación. Wolton emparenta con los planteamientos de algunos de los principales teóricos latinoamericanos de la comunicación. Con el latinoamericanos boliviano Luis Ramiro Beltrán y el latinoamericano venezolano Antonio Pasquali, por un lado. Y por otro, con el latinoamericano colombiano Jesús Barbero o la latinoamericana brasileña Maria Immacolata Vasallo de Lopes, por citar sólo tres. Algo de historia para refrescar la memoria. Y para recuperar lo que L. R. Beltrán, acucioso pionero de los estudios sobre comunicación en América Latina, ha denominado utopía justiciera. Aunque a estas alturas de concesiones, de la izquierda a favor de la derecha, no parezca o no sea políticamente correcto hacer este planteamiento. . El difusionismo-comunicacionismo, con su modelo lasswelliano, concebía a los individuos aislados unos de otros. Y cuasi-adheridos a los medios. L. R. Beltrán ofrecía una visión “otra” de la comunicación. Los individuos no son átomos o islas. Son, más bien, como un archipiélago interconectado. Iniciaba, así, una propuesta alternativa sobre la comunicación. De ahí que entendía y explicaba a ésta como “el proceso de interacción social democrática, basada en el intercambio de símbolos, por la que los seres humanos comparten voluntariamente experiencias en condiciones de acceso, diálogo y participación libres e igualitarias”8. Esta concepción del proceso comunicativo se extendía lógicamente a cualquier forma, nivel o tipo de comunicación. Le sirvió, sin duda, para plantear más tarde, a nivel regional, su propuesta de Políticas Nacionales de Comunicación (PNC). Éstas se pensaban en particular para América Latina. Pero tenían alcance universal. Sobre todo para los países miembros del Movimiento de Países no Alineados. Las acciones se llevaron a cabo desde el inicio de la década de los setenta. En el seno de la UNESCO. Y en el marco del Nuevo Orden Internacional de la Información (NOII). Frente a los monopolios nacionales y extranjeros de los medios de información, las PNC reivindicaban la democratización de la comunicación. Su autor las explicaba de la siguiente manera: Tariq Ali, (2004). “AL, trinchera contra el imperialismo”, en Rafael Hernández, La Jornada, México, 3 de enero, p. 23. 7 8 Cfr. José Martínez Terrero, (1986). Comunicación grupal liberadora, Ediciones Paulinas Argentina, p. 157. “Una Política Nacional de Comunicación es un conjunto integrado, explícito y duradero de políticas parciales de comunicación armonizadas en un cuerpo coherente de principios y normas dirigidas a guiar la conducta de las instituciones especializadas en el manejo del proceso general de comunicación de un país”9. Las PNC fueron aprobadas en 1976. En la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas de Comunicación en América Latina y el Caribe. En San José de Costa Rica. No sin la férrea oposición del monstruo de los organismos privados (Sociedad Interamericana de Prensa -IP- y la Asociación Interamericana de Radiodifusión -AIR-, alentados por Estados Unidos. El argumento de esta oposición: las PNC no garantizaban el libre flujo de información. En revancha por ésta y otras acciones promovidas por el Movimiento de Países no Alineados miembros de la UNESCO, Estados Unidos, y posteriormente Gran Bretaña, se autoexcluye de este organismo. Parecía que con su acción se hacía justicia a la demanda de los países del Sur. En la práctica, sin embargo, faltó voluntad política de los gobiernos de la región. Sólo Venezuela y Costa Rica apoyaron dicha iniciativa (Cuba seguía su propio camino). Aunque con escasos resultados. Luis Ramiro Beltrán lo reconocía. Un hecho, sin embargo, fue evidente: la creatividad de los teóricos latinoamericanos de la comunicación. Permanece vigente en tanto utopía. Deseable y ¿posible? En estos tiempos neoliberales de privatizaciones y globalizados de concentraciones y megafusiones mediáticas. Escasos resultados obtenidos con la aprobación de las PNC en 1976. Interrogante de la posibilidad de su planteamiento y aplicación hoy. ¿Significa, acaso, invalidez e inutilidad de su contenido utópico en el contexto de amoralinmoral asimetría informativa y, más aún, comunicativa? Pregunta en espera de respuesta. Vale por lo pronto, en estos tiempos de concesiones terminológicas y conceptuales que la izquierda cede a la derecha, la sugerencia que Beltrán hacía en su momento: “... forjar una política democrática -como la propuesta en San José- involucra las complejidades y dilaciones propias de los procedimientos de consulta y conciliación, legales y pacíficos. No es, por tanto, cosa fácil. Pero ello no debería llevar a descartar el ideal porque, como diría Freire, no podemos renunciar a la utopía. Aguardemos, pues, con fe y perseverancia. Insistamos en todo lo posible. Aprovechemos coyunturas. Ganemos terreno así sea sólo paso a paso”10. Destaca también en esta época de la comunicología latinoamericana la posición teórica representada por el latinoamericano venezolano Antonio Pasquali. Sus aportes iban en la línea de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt. Crítica sin concesiones a los medios. Destacan sobre todo sus esfuerzos por establecer una diferencia clara entre los procesos de información y los de comunicación. Posición teórica hoy quizás superada. Pero que, en concreto en este punto y en este momento de concesiones de la izquierda a la derecha, sigue teniendo validez. . Más recientemente. En la década de los ochenta y después. Preocupación principal de Jesús Martín Barbero a partir de su libro ya clásico De los medios a las mediaciones. Cultura hegemonía y comunicación: superar en el estudio y en el análisis el mediacentrismo. Lo más importante y decisivo no son los medios. El polo de la producción-codificación no es siempre todopoderoso. Se le puede y se le debe desmitificar. Es necesario, para ello, centrar el estudio en las mediaciones. Y el papel que desempeñan las relaciones de poder. En cuestionamiento a las teorías de los efectos de los medios y de la visión apocalíptica de los frankurtianos sobre los medios. Se recupera buena parte del pensamiento de Antonio Gramsci al respecto. Beltrán, Luis Ramiro (1982). “No renunciemos jamás a la utopía”, en Patricia Anzola, Chasqui (abril, mayo, junio), Quito, p. 7. 10 Ibid. p. 10. 9 Martín Barbero señala que entre los años sesenta y setenta el paradigma teórico hegemónico en América Latina era el funcionalismo. Prestaba atención al análisis del medio. En detrimento, por supuesto, del mensaje y del campo de la recepción. Entre el campo de la emisión y el de la recepción había un espacio vacío. Entre ellos no había ningún elemento, ninguna mediación que pudiera perturbarlo. Era un espacio despojado de conflicto. El campo de la recepción, por otra parte, era considerado sólo como receptáculo inerte. De ahí que al medio se le considerara omnipotente. Se imponía quien dominara el medio. Esto escondía, o expresaba en los hechos, una concepción teológica del poder. Se tenía una concepción teológica del poder. De ello se desprendía que “entre emisores-dominantes y receptoresdominados ninguna seducción ni resistencia, sólo la pasividad del consumo y la alienación descifrada en la inmanencia de un mensaje-texto por el que no pasaban los conflictos, ni las contradicciones y mucho menos las luchas” 11 . Desde las teorías de las mediaciones, por el contrario, el polo de la recepción no está necesariamente desarmado. Ni siempre es pasivo. Hay ahí sujetos portadores de necesidades: piensan, sienten, imaginan, producen, sueñan y actúan. Con decisiones propias o con negociación con el otro polo. Todo ello de acuerdo con las cosmovisiones, valores, creencias, pautas culturales dictados por sus propios contextos. Son, por consiguiente, capaces de resignificar la información que reciben. Importa, entonces, tomar en cuenta el modo de uso que los receptores hacen de los mensajes. Maria Immacolata Vassallo de Lopes es clara al respecto. Sobre todo en su último libro Vivendo com a Telenovela. Mediacôes, Mrecepcâo, teleficcionalidade. Los estudios culturales han superado el modelo reduccionista de los efectos de los medios. No niegan el carácter manipulador de los mensajes. Pero destacan la idea de que en el polo de la recepción se da una “práctica compleja de construcción social de sentido”12. Ahí los significados de los medios “pueden ser negociados o hasta eventualmente subvertidos por audiencias específicas”13. Y “cada formación social tiene su propia identidad y su propio código”14. Vassallo de Lopes crítica ciertos análisis sobre recepción. Y señala la aportación específica de los teóricos latinoamericanos: el arraigo de la recepción en los procesos culturales y políticos. “La recepción es... un contexto complejo, multidimensional, en el que las personas viven su cotidianidad. Al mismo tiempo, al vivir esta cotidianidad se inscriben en relaciones de poder estructurales e históricas, que extrapolan sus prácticas cotidianas. Éste es el conjunto de presupuestos teóricos que informan una teoría comprehensiva de los estudios de recepción. Y esa es, a nuestro parecer, la contribución distintiva de la teoría latinoamericana de las mediaciones. La producción y la reproducción social del sentido implicada en los procesos culturales no son sólo una cuestión de significado, sino también, y principalmente, una cuestión de poder”15. Vinculación, entonces, aunque no identificación, de las propuestas latinoamericanas de la educación para la recepción y de las mediaciones con el lenguaje de Wolton. En el polo de la producción-difusión (información): concepción del acontecimiento y del tiempo, códigos de producción y emisión y mundialización de la información. Pero también, en el polo de la 11 Martín Barbero, Jesús, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Gustavo Gili Editores, México, 1987, p. 222. 12 Vassallo de Lopes, Maria Immacolata (2002). Vivendo com a telenovela. Mediacôes, recepcâo, teleficcionalidade, Summus Editorial, Sâo Paulo, p. 28. 13 ibid. 14 ibid. 15 Ibid. p. 32. recepción-decodificación (comunicación): condiciones culturales, códigos de interpretación y barreras para la comprensión. América Latina ha sido pródiga en producción y propuestas teóricas. No lo ha sido menos en realizaciones prácticas. Son de sobra conocidas sus experiencias de edu-comunicación popular, alternativa. Y hasta contracultural. Muchas de ellas nada marginales, sino vitales. Todas en la línea de búsqueda de una comunicación horizontal y dialógica. Con las aportaciones de teóricos serios. Como es el caso del latinoamericano uruguayo Mario Kaplún*. Baste recordar lo hecho, y logrado, por las radios mineras y el cine junto al pueblo, en Bolivia; el cinema nuovo y el papel de los órganos alternativos de comunicación en el sindicalismo brasileño; Uruguay, Argentina, Chile, México con sus ricas y variadas experiencias y propuestas; y a lo largo de todo el subcontinente, la experiencias de las radios comunitarias que no cejan en su empeño por sacar a flote las prácticas de comunicación en beneficio de la comunidad. América Latina tiene toda una historia de búsqueda, experiencia y propuesta de teoría y práctica de una comunicación “otra”. Praxis de resistencia a la información-comunicación con intenciones manipulatorias. Hoy globalizada y hecha mentira. Cada cultura tiene su propia visión de la vida y del tiempo. En la occidental sucede lo mismo. Pero, administradora de la información universal, busca erigirse en modelo único. Y, engañosamente, pretende identificar ambos procesos. ¿Por qué ajustarse a sus visiones de la vida y del tiempo? En la Tradición (así, con mayúscula) cultural latinoamericana, por el contrarios, se les ha visto como procesos diferentes aunque complementarios. Cada uno con sus propios ritmos. Quiéranlo o no los encandilados por la eficacia de las actuales tecnologías. ¿A qué viene este somero repaso del pasado? A la necesidad y urgencia de mantener viva la memoria. A la urgencia de revitalizar el presente de este conglomerado de naciones. Enriquecerlo con los planteamientos y reivindicaciones válidos de los teóricos latinoamericanos. En concreto en relación con el derecho que asiste a estos pueblos, como naciones soberanas, a contar con sus propios medios y dispositivos tecnológicos. Para informar sobre lo que en ellas acontece. Para hablar y no para ser habladas. Para comunicarse. Una manera otra de entender la función de la información que se pretende universal. En América Latina, larga tradición de búsquedas, propuestas y acciones alternativas. En concreto en el ámbito de la información y de la comunicación. Pueblos con carencias. Pero, a pesar de ellas, capaces de ofrecer una praxis de resistencia a los embates y embustes y mentiras del poder imperial. Naturalmente no todo lo que de esos años a la fecha se ha planteado mantiene su vigencia al pie de la letra. Pero sí su espíritu en cuanto a los valores que encarna. Valores tales como la soberanía e igualdad jurídica de los Estados nacionales; la democracia como organización política, soberanamente elegida, y como forma de vida; la democratización de los beneficios sociales y de los bienes culturales; la justicia en materia de comunicación hacia adentro de esos países y en las relaciones con otros países;. Y, aquí, una estructura, gestión y uso de los medios y nuevas tecnologías que garanticen la posibilidad de acceso y uso de todos a ellos. Todo esto en respeto al modo de cultura de cada país y de la región. Con la convicción de que no hay democracia con estructuras, individuales y sociales, autoritarias. La Tradición, nutriente básica, lleva consigo gérmenes de Revolución. ¿No será por temor que se le rechaza? Los de mero abajo, los del sótano en México, han hecho al mundo una aportación muy atractiva. Considerados como el mundo del atraso, han utilizado las nuevas tecnologías con creatividad y eficacia. El vicealcalde de Venecia, Gianfranco Betín se refiere a * Remito al lector al valioso texto de Kaplún Una pedagogía de la comunicación, Ediciones de la Torre, Madrid, 1998. la influencia del zapatismo en Europa. Y hace explícita mención de los desfases entre el tiempo de los medios y el tiempo de la cultura india: “La recepción del zapatismo ha sido en realidad parcial también en quien se ha sentido intensamente comprometido. Por ejemplo, la apertura a la sociedad civil, el método de diálogo permanente (sólido, repito, porque está fundado en el equilibrio entre elecciones y recorrido, esto es, en la participación aun en el costo de no respetar los tiempos sincopados de la política y los medios de hoy: así, ciertos largos silencios de los zapatistas están en realidad llenos de una intensa discusión participativa que no sale de la comunidad o que no llega o intenta llegar a los medios de acuerdo con los tiempos que éstos imponen*, todo esto ha sido parcialmente mediado, aun cuando ha tenido éxito (a escala local o en escenario más amplio) cuando ha sido conocido”16. ¿Qué justifica en adelante la denominación medios de comunicación? La capacidad de comunicación está en ellos en potencia. Nadie lo puede negar. Pero lo cierto es que en acto no rompen las barreras de la incomunicación. Medios de comunicación como mera virtualidad. Pero no como realidad comunicativa. Conviene insistir en ello. La existencia de ésta parte de algunos supuestos. Personas, instituciones, sociedades, van construyendo, desde su origen, su identidad. Ésta da a cada quien su propio perfil. Y éste es irrenunciable si se quiere seguir siendo él mismo. La sociedad está formada por un conjunto amplio y diverso de identidades que co-existen cara a cara o a distancia. Ninguna de ellas es igual o mejor a la otra, sino simplemente diferente. Identidad y diferencia no se contraponen, sino que se complementan. En tratándose de personas y, por ende, de sujetos autónomos, para llegar a esa complementariedad se requiere de inteligencia y voluntad para: a) posibilitar el encuentro entre sujetos autónomos, iguales y diferentes, en tanto reconocimiento y aceptación recíprocos; b) conciliar identidad y diferencia, esto es, reclamar el derecho a ser uno mismo y respetar el derecho para dejar que “el otro” sea; c) propiciar relaciones intersubjetivas de comunicación dialógica, entre sujetos autónomos que, en contextos de suficiente simetría social y mutuo respeto, se expresen en libertad. De lo contrario ¿cómo convertir la simple co-existencia en con-vivencia? Por las funciones que se les atribuye a los medios y tecnologías digitales. Por las funciones que no cumplen. Y por lo que aquí se ha venido diciendo. La sigla que tradicionalmente los ha identificado, MCM (Medios de Comunicación Masiva), podría traducirse en todo caso como Medios de Control y Mentira. Duele decir esto, pero por desgracia parece reflejar la realidad. Realidad que debe ser subvertida. Si se quiere vivir con dignidad. Bibliografía Ali, Tariq, (2004). “AL, trinchera contra el imperialismo”, en Rafael Hernández, La Jornada, México, 3 de enero. Bardini, Roberto (2003). “Antibelicismos. La primera víctima”, en La jornada semanal, Núm. 423, 13 de abril, México. Beltrán, Luis Ramiro (1982). “No renunciemos jamás a la utopía”, en Patricia Anzola, Chasqui (abril, mayo, junio), Quito. * Cursivas del autor. Gianfranco Betin, (2003). “Cándidos como serpientes”, en La Jornada, 29 de diciembre de 2003, México, p. 10. 16 Betin, Gianfranco, (2003). “Cándidos como serpientes”, en La Jornada, 29 de diciembre de 2003, México. Jalife-Rahme, Alfredo, (2003). “La ‘privatización de la guerra’: el síndrome Halliburton”, en La jornada, 28 de diciembre de 2003 Martín Barbero, Jesús (1987). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía, Gustavo Gili Editores, México, 1987. Vassallo de Lopes, Maria Immacolata (2002). Vivendo com a telenovela. Mediacôes, recepcâo, teleficcionalidade, Summus Editorial, Sâo Paulo. Ramonet, Ignacio (2001). La golosina visual, Debate, Madrid. Wolton, Dominique (1992). War game. La información y la guerra, Siglo XXI Editores, México. NOTAS FILOSÓFICAS SOBRE LA (EDUCACIÓN DE LA) INFANCIA EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN Walter Omar Kohan1 Abstract Traditionally childhood is understood as material for political utopia and education as the path to reach such utopia. Even philosophy, and more specifically almost every educational philosophy, has been thought under this same logic. What other place childhood could inhabit, between philosophy and education? In this text we´ll try to set the conditions to think this question from another basis, at the same time political, educational and philosophical. Resumen Tradicionalmente la infancia fue pensada como el material para las utopías políticas y la educación como el camino para alcanzar esas utopías. Inclusive la filosofía o una educación filosófica han sido pensadas formando parte de esa misma lógica. ¿Qué otro lugar puede ocupar la infancia, entre la educación y la filosofía?, pregunta que intentaremos pensar en este texto, desde otra lógica política, educacional y filosófica. La infancia nos preocupa, como nada en la vida. También en la academia. No hay campo disciplinar que no se haya ocupado de la infancia: sociología de la infancia, filosofía de la infancia, historia de la infancia, psicología de la infancia, literatura infantil... Hemos situado la infancia en el centro de nuestras preocupaciones. Entre todas, hay dos áreas que se muestran más fuertemente activas: la historia y la psicología. El dato no deja de ser curioso para una época que buscó decretar – ¿ilusoriamente? - el fin de la historia y la muerte del hombre. Ejemplo del peso de la historia es lo difícil que resulta encontrar, aún hoy, un trabajo académico sobre la infancia que no dialogue o al menos mencione al célebre historiador de las mentalidades, Ph. Ariès (1973/1960), y su tesis de la invención moderna del sentimiento de infancia, que ya cumplió más de cuarenta años. La tesis, innovadora, provocativa, acaba instalándose como verdad naturalizada: la infancia “se vuelve” una invención moderna. Consideremos apenas un ejemplo, tomado del inicio de una conferencia presentada recientemente en una mesa redonda de un Coloquio Internacional: “Como sabemos, la infancia es una invención moderna, iluminista, y la posibilidad de entenderla en su especificidad nos 1 Profesor Titular de Filosofía de la Educación de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, Brasil. Una versión de este texto fue presentada como trabajo encomendado en el Grupo de Trabajo de Educación Infantil en la 27ª. Reunión Anual de la Asociación Nacional de Pos-graduación en Educación (ANPEd), Caxambú, Minas Gerais, en noviembre de 2004. proporcionó interpretaciones diversas...”2 Llaman nuestra atención algunos detalles; primeramente, que la infancia sea considerada una invención; segundo, que la invención sea de “la” infancia y no de “una” infancia; tercero, que esa invención sea calificada de moderna, iluminista; pero tal vez lo que más nos provoca es ese inicio: “como sabemos”, que naturaliza y torna una obviedad lo que viene después; el “como sabemos” es sinónimo de “naturalmente”, “evidentemente”, “como todo el mundo sabe”. Cuando todo el mundo sabe, parece que no lo sabemos, nadie sabe. Cuando algo se torna natural o evidente, deja de ser pensado. Mala señal para la infancia. Algo semejante sucede con los saberes de las ciencias “psi” que toman la propia infancia como objeto de estudio. Sabemos mucho, cada vez más, sobre la infancia. Sobre ella apuntamos el objetivo. La estudiamos, la orientamos, la sabemos. Sobre todo, la sabemos. La sabemos, primeramente, heterónoma; después, autónoma; primeramente, concreta; después abstracta; primeramente, autocentrada; después, solidaria. Actuamos en consecuencia. Dividimos la infancia; la separamos, la desagregamos, la anticipamos, la clasificamos. Las divisiones son cada vez más detalladas y sofisticadas. Nuestra precisión es constante, creciente. Tiempos de infancia Con todas sus contribuciones y avances, pensemos también en qué medida los saberes de la historia, de la psicología y los dispositivos que de ellos se desprenden han contribuido para fijar la infancia en torno de una cierta temporalidad, sea ella de larga o de corta duración. Siglos, décadas, años, meses, días, lo que importa es situar la infancia, los pequeños, dentro de una temporalidad cronológica. En lo que sigue, vamos a problematizar esa temporalización. Lo haremos echando una mirada a los inicios. Miraremos con más detalle para el tiempo y, para simpatizar un poco con los historiadores, consideremos ese momento en que se inventan algunas palabras y conceptos para pensar la temporalidad en la filosofía llamada occidental. Los antiguos griegos tenían varias palabras para decir y pensar el tiempo. Una de ellas es chrónos, que designa la continuidad de un tiempo sucesivo. Platón define chrónos como “la imagen móvil de la eternidad (aión) que se mueve según el número” (Timeo, 37d). Hay, para el ateniense, un modelo de temporalidad inmutable, la eternidad, sin movimiento; hay también un mundo en movimiento, el mundo que habitamos; numeramos ese movimiento de “este” mundo y lo llamamos chrónos. Algunas décadas después, Aristóteles, preocupado apenas con “este” mundo, define chrónos, sin modelo, como “el número del movimiento según el antes y el después” Física (IV, 220a). El tiempo-chrónos es, en ambas concepciones, la suma del pasado, del presente y del futuro, siendo el presente un límite entre el tiempo que ya fue y que no es más (el pasado) y el tiempo que todavía no fue y, por lo tanto, también no es, aunque vaya a ser (el futuro). En esta concepción, el ser del tiempo es un límite entre lo que ya fue y lo que todavía no es. Aunque chrónos haya sido la palabra más exitosa y común entre nosotros, no es la única para designar el tiempo entre los antiguos griegos. Otra es kairós, que significa ‘medida’, ‘proporción’, y, en relación con el tiempo, ‘momento crítico’, ‘temporada’, ‘oportunidad’ (Liddell; Scott, 1966, p. 859). Una tercera palabra es aión, la misma que Platón usa para referirse a la eternidad en el citado pasaje del Timeo; en sus usos más antiguos, aión designa la intensidad del tiempo de la vida humana, un destino, una duración, una temporalidad no numerable ni sucesiva, sino intensiva (Liddell; Scott, 1966, p. 45). Si chrónos es límite, aión es duración. Un intrigante fragmento de Heráclito (DK 22 B 52) conecta esta palabra temporal con el poder y la infancia. El fragmento dice que “aión es un niño que juega (literalmente, “niñando”), VAZ, Alexandre Fernandes, “Infância, escolarização, semiformação.” In: Anais do Colóquio Internacional “Teoria Crítica e Educação”. Piracicaba, SP: UNIMEP, 13-16 Set. 2004. CD-Rom. 2 su reino es el de un niño, infantil”. Hay una doble relación allí afirmada: tiempo - infancia (aión paîs) y poder-infancia (basileíe – paîs). Este fragmento parece indicar, entre otras cosas, que el tiempo de la vida no es sólo cuestión de movimiento numerado y que ese otro modo de ser temporal puede ser pensado como un modo de ser infantil, propio de lo que es un niño. Si una lógica temporal – la de chrónos - sigue los números, otra – la de aión - juega con los números e infantiliza el movimiento. El fragmento también sugiere que la infancia no es ser sólo una etapa, una fase numerable o cuantificable de la vida humana, sino un reinado que tiene como marca una intensidad. En el reino infantil, que es el tiempo, no hay, sólo, sucesión ni consecutividad, sino una intensidad de la duración, una fuerza infantil, sugiere Heráclito: es el reino del tiempo aiónico. También sugiere que la infancia, más allá de una etapa de la vida, es una posibilidad, una potencia, una fuerza vital. La rebeldía contra el tiempo cronológico y la historia que de ese tiempo se alimenta, es un lugar común en la literatura y en la filosofía. Borges, como muchos otros, condenaba esa esclavitud a la historia, que llamaba uno de los “pecados más graves de nuestra época”, tanto que fundó una revista a la que llamó Destiempo. Soñaba, como Platón, con un tiempo fuera del tiempo, instante inconmensurable en el cual convergen pasado, presente y futuro.3 G. Deleuze, filósofo francés contemporáneo, distingue también dos modos de la temporalidad. Aunque su concepción del tiempo y del movimiento es extremamente compleja para entrar en ella aquí, nos importa recuperar una distinción entre, de un lado, el devenir y, del otro, la historia (Deleuze, 1995, p. 267). La historia no es la experiencia, sino el conjunto de condiciones de una experiencia y de un acontecimiento que tienen lugar fuera de la historia. La historia es la sucesión de efectos de una experiencia o acontecimiento. De esta manera, de un lado están las condiciones y los efectos; del otro lado, el acontecimiento mismo, la creación, lo que Nietzsche llamaba de intempestivo. De un lado, está lo continuo: la historia, chrónos, las contradicciones y las mayorías; del otro lado, lo discontinuo: el devenir, aión, las líneas de fuga y las minorías. Una experiencia, un acontecimiento, interrumpen la historia, la revolucionan, crean una nueva historia, un nuevo inicio. Por eso el devenir es siempre minoritario. Las mayorías no se definen por el número o por la cantidad sino porque son un modelo al cual hay que conformarse.4 Las minorías, al contrario, son potencias no numerables o agrupables en conjuntos; ellas no tienen modelo, están siempre en proceso. El dinamismo de las minorías, lo que libera el devenir, es un cierto nomadismo (ser nómada es alcanzar velocidad, movimiento absoluto, se puede ser nómada sin salir del lugar), un cierto escaparse del control, de la pretensión unificadora, totalizadora; es una fuerza de resistencia, un “exorcizar la vergüenza” (Deleuze, 1995, 270). Por eso, el devenir, el acontecimiento (acontecimientar) y la experiencia (experienciar) son verbos en infinitivo y no conjugados o substantivos. Por eso la infancia no es propiamente un acontecimiento, sino que el devenirniño, el infantilar lo son.5 Entre la geografía y la historia, Deleuze privilegia la primera. Así, su ontología está llena de planos, segmentos, líneas, mapas, territorios, movimientos. Los seres humanos – como todas las formas de la vida – atravesamos simultáneamente espacios cruzados, entrelazados, opuestos. De un lado, están los espacios de la macro-política, el Estado, los segmentos molares, binarios por sí mismos, concéntricos, resonantes, expresados por el Árbol, principio de dicotomía y eje de concentricidad. De otro lado, los espacios de la micro-política, los segmentos moleculares, el rizoma, donde las binariedades vienen de multiplicidades, y los círculos no son concéntricos. 3 Cf., por ejemplo, Otras inquisiciones. In: Obras completas. Buenos Aires: Emecé, 1974. Para esta sección, cf. G. Deleuze; F. Guattari, 1980, p. 374 ss. 5 Estamos creando este neologismo para evitar el “infantilizar” de sentido usualmente peyorativo. Sandra Corazza es maestra en esta creación. De ella son, en portugués, “meninar”; “devir crianceiro”; “crianceirar”; “devir-infantil” y tantas otras (2003; 2004). 4 Políticas de la infancia Así, la cuestión de la temporalidad de la infancia se vuelve una cuestión de espacio y de pólis, política. Por cierto que la historia interesa. En su sentido histórico o genealógico, importa percibir la experiencia – en sentido foucaultiano – de la infancia que diversas sociedades afirman y posibilitan. Así como a partir del siglo XVIII la infancia es objeto privilegiado de los nuevos dispositivos de saber – poder epocales (De Mais; Pepe, 2003, p. 85), interesa notar las diversas infancias que se inventan en cada momento histórico y social. Sin embargo, hay también algo a-histórico, intempestivo, que no podemos dejar de ver y de pensar, que da sentido a la historia, pero que ella misma no consigue explicar. Las distinciones entre historia y devenir, chrónos y aión, macro y micro-política, pueden ayudarnos a pensar esa dimensión intempestiva que habita la infancia. En cierto sentido, hay dos infancias. Una es la infancia mayoritaria, la de la continuidad cronológica, de la historia, de las etapas del desarrollo, de las mayorías y de los efectos: es la infancia que acostumbramos llamar de “tradición occidental”, aquella que educa en conformidad con los modelos de la formación. Esa infancia es comprendida como primera etapa de una vida marcada por el tiempo de la progresión secuencial: seremos primero bebés, después, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos. Ella ocupa una serie de espacios molares: las políticas públicas, los estatutos, los parámetros de la educación infantil, las escuelas, las casas de abrigo para menores. Y hay toda una serie de dispositivos sociales, culturales, económicos que ocupan este espacio molar de la infancia. Existen también otras infancias, que habitan otras temporalidades, otras líneas, infancias minoritarias. Infancias afirmadas como experiencia, como acontecimiento, como ruptura de la historia, como revolución, como resistencia y como creación. Infancias que atraviesan e interrumpen la historia, que se encuentran en devenires minoritarios, en líneas de fuga, en detalles; infancias que resisten los movimientos concéntricos, arborizados, totalizadores, totalizantes y totalitarios: infancias que se tornan posibles en los espacios en que no se fija lo que alguien puede o debe ser, en que no se anticipa la experiencia del otro. Espacios propicios para esas infancias son aquellos en que no hay lugar para los estigmas, los rótulos, los puntos fijos. Habitamos muchos espacios, muchas temporalidades, muchas infancias. En la sección anterior, destacamos dos posibilidades, dos modos de pensar y afirmar el espacio, el tiempo, la infancia. Una y otra infancia no son excluyentes. Las líneas se tocan, se cruzan, se enredan, se confunden. No nos anima la condenación de una y la mistificación de la otra. No somos jueces. No se trata de combatir una e idealizar la otra. No se trata, por último, de decir cómo hay que educar a la infancia. La distinción no es normativa, sino ontológica y política. Lo que está en juego no es lo que debe ser (el tiempo, la infancia, la educación, la política), sino lo que puede ser (poder ser como potencia, posibilidad real) lo que es. Una infancia afirma la fuerza de lo mismo, del centro, del todo; la otra, la diferencia, el afuera, lo singular. Una lleva a consolidar, unificar y conservar; la otra a irrumpir, diversificar y revolucionar. El concepto de “devenir-niño” tal vez nos ayude.6 Como acabamos de ver, el devenir instaura otra temporalidad, que no es la de la historia. Por esa razón, devenir no es imitar, asimilarse, hacer como un modelo, volverse o tornarse otra cosa en un tiempo sucesivo. Devenir-niño no es volverse un niño, infantilizarse, ni siquiera retroceder a la propia infancia cronológica. Devenir es encontrarse con una cierta intensidad. Devenir-niño es la infancia como intensidad, un situarse intensivamente en el mundo; un salir siempre de “su” lugar y situarse en otros lugares, desconocidos, inusitados, inesperados; es algo sin pasado, presente o futuro; algo sin temporalidad cronológica, mas con geografía, intensidad y dirección propias (Deleuze; Parnet, 1988, p. 5-7). Un devenir es algo “siempre contemporáneo”, creación cosmológica: un mundo que explota y explosión de mundo. 6 Cf., entre otros lugares, G. Deleuze; F. Guattari, Mille Plateaux. Capitalisme et schizophrénie, 1980, la meseta “1730 – Devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible”. Devenir-niño es un adulto, un niño, cualquier ser humano, que se encuentra con aquello que, en principio, no “debería” encontrarse. El artículo indefinido “un” no marca ausencia de determinación, sino la singularidad de un encuentro, de cualquier “un” con cualquier otro “un”, encuentro singular, no particular ni universal. Los devenires son siempre minoritarios y andan en paralelo: devenir-intenso, devenir-animal, devenir-imperceptible (Deleuze; Guattari, 1980, Plateaux 10). Lo que los distintos devenires tienen en común es su oposición al modelo y a la forma Hombre dominante: marcan líneas de fuga a transitar, intensidades inexploradas: son una invitación abierta a lo que puede ser en el mundo. Deleuze afirma que los niños obtienen sus fuerzas del devenir molecular que hacen pasar entre las edades y que saber envejecer no es mantenerse joven, sino extraer los flujos que constituyen la juventud de cada edad (ibid., p. 398). Devenir-niño es, así, una fuerza que extrae, de la edad que se tiene, del cuerpo que se es, los flujos y las partículas que dan lugar a una “involución creadora”, a unas “nupcias anti-naturaleza” (ibid., p. 392), a una fuerza que no se espera, que irrumpe, sin ser invitada o anticipada. Tal vez podamos pensar de nuevo un otro lugar minoritario, molecular, para la infancia, en la espacialidad molar y concéntrica de la escuela; tal vez queramos promover otras potencias de vida infantil, otros movimientos y líneas en ese territorio tan maltratado, descuidado y desconsiderado que es la escuela. Ese intento supone cuestiones ontológicas y políticas. Las cuestiones ontológicas tienen que ver con la no percepción de las fuerzas que hacen que seamos lo que somos y la ilusión – ¿habrá que llamarla de iluminista, antropocéntrica o moderna? – de que el Hombre es el centro del mundo y, por lo tanto, el artesano privilegiado y auto-consciente del hombre. El mito de Frankenstein, el hombre que fabrica el hombre, ilustra la ilusión del Hombre pseudo-artífice de su propio destino y el mito de la educación como fabricación (Meirieu, 1996, p. 15 s.). Las cuestiones políticas derivan, en parte, de las ontológicas y, al mismo tiempo, las alimentan: bajo los efectos de la forma Hombre, en el mundo educacional opera toda una mutilación de las fuerzas que podrían estar al servicio de la creación de otros mundos. Quizás consigamos afirmar otras políticas para la infancia y su educación. Hay una política de la formación que, de alguna forma, se mantiene inalterada desde tiempos inmemoriales (Kohan, 2004). Para decirlo en pocas palabras, según esa forma, educar la infancia es importante porque los niños de hoy serán los adultos de mañana y, por lo tanto, los artífices de las futuras sociedades; así, educar la infancia es la mejor y más sólida manera de introducir cambios y transformaciones sociales. La infancia, entendida en primera instancia como potencialidad es, en esta mirada, la materia prima de las utopías, de los sueños políticos de los filósofos y educadores. Platón es quien tal vez más nítidamente inaugura esa tradición, particularmente en La República. Pensamos, sobre todo, en el libro II, aquél de la censura a los poemas homéricos y hesiódicos, que no contribuyan a la propagación de una divinidad verdadera, perfecta, inmutable. Situemos ese libro en el proyecto más amplio de la obra: después de la discusión sobre el concepto de justicia que la inaugura en el libro I, ‘Sócrates’ y sus interlocutores perciben que no hay cómo no ocuparse de y preocuparse con la educación de la infancia, si es que la investigación pretende establecer las condiciones que tornarán posible la justicia en la pólis. En efecto, el libro II de La República trata, sobre todo, de la educación de los guardianes de la pólis que son, según Platón, las mejores naturalezas, las más aptas para cumplir esa función. Tratar de educación permitirá comprender la génesis de la justicia y de la injusticia en la pólis y será inevitable si queremos pensar en una polis más bella, justa y mejor. La estrategia adecuada para llegar a tal pólis es la educación de los guardianes de acuerdo con los modelos más apropiados. Esa intervención se fundamenta en la idea de que la educación tiene una importancia extraordinaria para conducir alguien hasta la excelencia o virtud, areté (Ibid., II 378e ), tanto que toda educación determina un orden social: una buena educación lleva a un orden justo y una mala educación a un orden injusto (Ibid., II 376 c-d). La tarea comenzará temprano, desde la más tierna edad porque “el principio de toda obra es lo principal... porque entonces se forma e imprime el tipo que alguien quiere diseminar en cada persona” (Ibid., II 377a-b). De modo que, para educar esas tiernas naturalezas, será necesario tomar, cuanto antes, todos los cuidados necesarios, y definir muy precisa y escrupulosamente las formas (los modelos) y también los caminos que tendrán que seguir desde el inicio de sus vidas. Después, cuando ellos se conviertan en reyes-filósofos, desde el gobierno de la pólis, “educarán” a todos los otros habitantes. El concepto de infancia que se desprende de estos pasajes es nítido. Ella es una etapa de la vida, la primera, el comienzo, que adquiere sentido en función de su proyección en el tiempo: el ser humano está pensado como un ser en desarrollo, en una relación de continuidad entre el pasado, el presente y el futuro. La intervención educacional tiene un papel preponderante en esa línea continua. Ella se torna deseable y necesaria en la medida en que los niños no tienen un ser definido: ellos son, sobre todo, posibilidad, potencialidad: ellos serán lo que deben ser. Así, la educación tendrá la marca de una normativa estética, ética y política, instaurada por los legisladores, para el bien de los que actualmente habitan la infancia, para asegurar su futuro, para hacerlos partícipes de un mundo más bello, más justo, mejor. La infancia es el material de los sueños políticos a realizar. La educación es el instrumento ideal para realizar tales sueños. Inspirados en aquellas distinciones deleuzianas, tal vez podamos dejar de preocuparnos tanto en transformar los niños en algo distinto de lo que son, para pensar si acaso no sería más interesante una escuela que posibilitase a los niños, pero también a los adultos, profesoras, profesores, gestores, orientadores, directores, en fin, a quien sea, encontrar esos devenires minoritarios que no aspiran a imitar nada, a modelar nada, sino a interrumpir lo que está dado y propiciar nuevos inicios. Quien sabe podamos encontrar un nuevo inicio para otra ontología y otra política de la infancia en aquella que ya no busca normatizar el tipo ideal al cual un niño deba conformarse, o el tipo de sociedad que un niño tiene que construir, sino que promueve espacios donde un niño, o cualquier otro ser humano, de cualquier edad cronológica, puede habitar una intensidad creadora, disruptora, revolucionaria. No se trata de infantilizarnos, de volver a nuestra tierna infancia, de hacer memoria y reescribir nuestra biografía, sino de instaurar un espacio de encuentro creador y transformador de la inercia escolar repetidora de lo mismo. Quien sabe, un tal encuentro, entre un niño y una maestra, o entre una niña y otra niña, o incluso entre un maestro y otro maestro puedan abrir la escuela a lo que ella todavía no es, permitan pensar en aquello que, en principio, no se puede o no se debe pensar en la escuela, y hacer de ella un espacio de experiencias, acontecimientos inesperados e imprevisibles, mundo del devenir y no apenas de la historia, tiempo de aión y no solamente de chrónos. Ya escolarizamos suficientemente los niños. Tal vez sea hora de infantilizar la escuela. La idea puede parecer abstracta o casi ridícula en países como los latinoamericanos, donde hay un exceso de niños no suficientemente escolarizados o donde los índices de deserción y abandono escolar son crecientes. Con todo, tal vez, es justamente en ese nuestro contexto donde sea todavía más significativa la diferencia. En el fondo, la apuesta tal vez nos ayude a notar que no se trata solamente de números y de índices escolarización y nos permita pensar para qué queremos que los niños vayan a la escuela. Educación de la infancia e infancias de la educación La educación infantil es uno de los lugares privilegiados para educar a las niños, para formarlos, entendida la formación, de forma dominante, como un otorgarles las habilidades, capacidades y valores que harán de ellos los ciudadanos democráticos que nuestras sociedades necesitan y la escuela está llamada a educar. Las ideas sobre la infancia aquí presentadas tal vez nos ayuden a encontrar un nuevo modo de pensar la educación infantil, un nuevo inicio para la educación de la infancia. Sería algo así como una infancia de la educación infantil. Por cierto que sólo estamos sugiriendo líneas que necesitan ser profundizadas y no desconocemos algunas de sus debilidades. La idea de “nuevo” no es precisamente muy nueva en educación; al contrario, es sumamente trillada: ¿qué entendemos por “nuevo”? ¿En qué se diferencia lo “nuevo” de lo “viejo”? Lo nuevo, ¿vale simplemente por ser nuevo sin cualquier otra consideración? Y lo viejo, ¿no vale simplemente por ser viejo? En fin, las preguntas son muchas y no desconocemos su complejidad. Pero no quisiéramos que estas preguntas interrumpan el movimiento que estamos proponiendo. Ciertamente, el problema es mucho más grave y profundo. Inclusive, la infancia puede ser vista como una metáfora del otro y lo que hemos sugerido en estas páginas sobre la infancia bien valdría para pensar los espacios y tiempos afirmados en relación con otras formas subjetivas de nuestro tiempo. Con todo, por algún lado tenemos que comenzar y, como la educación de la infancia es justamente un lugar de inicios, comienzos y principios, tal vez no esté tan mal comenzar por allí. Podemos encontrar el inicio de este inicio en una pregunta. Se trata de pensar, como hace Sylvio Gadelha (2000, p. 120), lo que puede una educación. Es una pregunta spinozista y deleuziana “¿qué puede un...?”, pregunta ontológica y política, que interroga por una potencia productiva, por una fuerza que genere diferencia, por una nueva alegría, por una capacidad de afirmar una vida no fascista7 y no totalitaria en estos tiempos de insoportables fascismo y totalitarismo globalizados. La pregunta nos interroga para disponer todas nuestras fuerzas contra el fascismo y el totalitarismo de fuera, del sistema, del capital, del saqueo al petróleo, del hambre, de la impunidad, de la guerra al otro porque otro; y también contra el fascismo y totalitarismo de dentro, de nuestra cabeza, el del sometimiento de nosotros mismos, el que contribuye igualmente para que seamos aquello que somos. La pregunta interroga muchas formas de la experiencia8: ¿qué puede un cuerpo? ¿Qué puede un pensamiento? ¿Qué puede un niño? No lo sabemos. Incluso con toda nuestra arrogancia y petulancia cientificistas, nunca lo sabremos. En ese no saber tal vez encontremos un punto de partida para otros poderes, para otras fuerzas y potencias de la infancia. Hemos sabido tanto sobre la infancia, hemos discriminado tanto sus etapas y posibilidades, hemos proyectado tanto su futuro que, para fortalecer y dinamizar las fuerzas infantiles que habitan en nuestros cuerpos, tal vez sea propicio dejar de saber, justamente... lo que un niño puede o no puede. “No sabemos” y, en ese gesto, puede entrar la potencia de la sorpresa, de lo inesperado, de lo no anticipado, de lo que no podemos saber pero también no queremos saber porque si lo supiéramos, como lo sabemos, porque lo sabemos, habremos excluido lo que nuestro saber dejó del lado de afuera justamente para saberlo. No sabemos lo que puede un niño, de cualquier edad. También no sabemos lo que puede una educación. Quien sabe ese gesto abierto, atento, a la espera, puede dar lugar a una nueva infancia, de los niños y también de la educación. 7 Vale recordar de qué manera Foucault llamaba el Anti-Edipo de Deleuze y Guattari en el Prefacio que escribió para la edición inglesa del libro: “Una introducción a la vida no fascista” (1977, p. xiii). 8 Recientemente, en un teórico de “Filosofía de la Educación” que gentilmente nos invitó a compartir Carlos Cullen se preguntaba “¿qué puede una escuela?”. Referencias bibliográficas AGAMBEN, Giorgio. Infancia y historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2001. ARIÈS, Philippe. L'Enfant et la vie familiale sous l'ancient regime. Paris: Seuil, 2 ed. Primeira edición en francês: (Librairie Plon). 1973/1960. ARISTÓTELES. Física. Trad. Cast. Alejandro Vigo. Libros III-IV, Buenos Aires: Biblos, 2001. CORAZZA, Sandra. Metainfanciofísica 1 – A niño y el infantil, 2004, mímeo. _______. Infancionática: dois exercícios de ficción y algumas práticas de artifícios. 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On the contrary, non philosophical mentalities proliferate. I give a rough plan for a philosophical transformation of education and democratic spaces, recovering contributions from the Uruguayan tradition as well as from the recent changes in our country's philosophical education. Resumen El presente artículo reflexiona sobre la situación mundial actual, considerando en ella motivos de asombro y espanto, es decir, como exigiendo filosofar. Ante la proliferación de mentalidades y subjetividades (casi una cultura) que no se asombra, entiendo que la educación debe transformarse filosóficamente procurando personas problematizadoras, críticas, autónomas, creativas y solidarias. En esa línea intento recuperar algunos aportes teóricos de filósofos uruguayos y relato cambios recientes en la educación filosófica a nivel medio en nuestro país, que pueden ser útiles para otros. 1. Nuestra época es un tiempo apasionante y apasionado; también un tiempo patético. El conocimiento se mueve en la incertidumbre; los saberes entran en crisis desde sí mismos y empujados por la “furia desesperada de la técnica desencadenada”. Ya cualquier suceso es “rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un tiempo cualquiera”; ya el tiempo sólo es “rapidez, instantaneidad y simultaneidad”; ya atraviesan “todo este aquelarre, como fantasmas, las preguntas: ¿para qué? ¿hacia dónde? ¿y después qué?”.9 Como fantasmas esas preguntas, formuladas desde antes de ayer, pero posteriores a mañana. Porque nuestra época 9 HEIDEGGER, M.: Introducción a la metafísica. Buenos Aires, Nova, 1966, p. 75. de perplejidades está regida, sin embargo, por rígidos dogmatismos que no admiten dudas ni vacilaciones. Gira alocadamente, pero en torno a la inconmovible dureza del oro. Nuestra época de desconcierto, de conmoción, es un tiempo que exige filosofar, pues en todos los campos pone en crisis lo seguro. Sin embargo no es época de filósofos, siempre intempestivos, extemporáneos, de otro tiempo. O de otro espacio: desubicados, utópicos. Porque miran por debajo de su época sus raíces ocultas, o más allá de ésta anticipan su futuro; siempre críticos, siempre insatisfechos, siempre en su inquieto querer; paleolíticos y astronautas. Vivimos tiempos de ganadores. Vivimos tiempos de perdedores. No es este tiempo para un pensar radical como se quiere desde lo filosófico. Los ganadores no pueden pagarse el lujo de cuestionarse: actúan. Navegando celéricamente en momentos fluidos, desplazándose ágilmente sentados frente a sus cambiantes máquinas, acumulan sólidas fortunas que no se desvanecen en el aire. El dinero es más que nunca el motor inmóvil, instalado en el centro del universo. Por él se corre, se roba y se mata durante el día y se tiembla por no perderlo toda la noche. En vigilia insomne se busca refugio inexpugnable en la riqueza; tras rejas, perros, alarmas y guardias; un cálido útero lujoso, más seguro que la chimenea cartesiana, custodiado por policías y soldados, protege de los avatares del mundo y de la posibilidad siempre latente de perderlo todo. Para conservar no ya la riqueza sino las condiciones estructurales que permiten perpetuarla y ampliarla (siempre con la pobreza, el sacrificio y la muerte de los más) hay que amurallarse en un saber único e inmovilizar, atar, sujetar, detener todo pensamiento crítico. Regida por el motor de la ganancia, la liberada economía esclerosa todo en una globalización que presenta el cambio como fragmentación, como estallido, para que nada cambie. Hay pensamiento único, con recetas planificadas rigurosa y centralmente y ejecutadas descentralizadamente, que transmite sensación de vértigo ganador y esconde su necesidad de perdedores. Habría que limitarse a aprender a aprender y a seguir aprendiendo lo que ya muchos aprendieron hace tiempo: a no volar, a no interrogar, a no dudar, a no protestar, a no innovar, a no crear. A no pensar. Lo contrario es peligroso y no es redituable. En esta escena que nos constituye como "perdedores", los filósofos latinoamericanos "somos invisibles"; "ocupamos un "no lugar" -al decir de Carlos Pereda-. Nos han echado del palco de los "mejores, los hombres libres", en que nos había colocado la tradición desde Pitágoras, y nos han juntado a la inmensa mayoría de los seres humanos, los que en un tiempo fueron "esclavos", los que hoy somos "prescindibles". Es desde ese lugar perdido y ganado que vamos construyendo nuestro mirar, nuestro pensar, nuestro decir y nuestro hacer, en éste nuestro mundo, donde estamos y donde están nuestros espantos y nuestros problemas. Nuestros: de los latinoamericanos, de los prescindibles, de los seres humanos; por eso, de los filósofos. Los que todavía nos atrevemos a querernos filósofos (en una situación que exige -pero no quiere- pensar) vamos ocupando el lugar negado del pensar, vamos construyendo espacios y escenarios para lo humano, soplando en las grietas del sistema.10 10 Emilio Nogales me dijo una vez (y no lo olvido): "Hay que soplar en las grietas del sistema". 2. La situación actual es asombrosa. Exige, pues, filosofar. Vamos a mirar, desde nuestro lugar, algunas características de la actual situación mundial, para pensar la articulación entre filosofar y educar en este contexto, para explorar filosóficamente algunas de las condiciones de una educación productora de subjetividades autónomas, críticas, creativas y solidarias que puedan convivir en un mundo humano. En primer lugar, restituyendo a la capacidad de asombro su potencia subversiva. Tal vez espanto traduzca mejor que asombro la actitud que, desde Platón, pone en movimiento al filosofar. Espanta, por ejemplo, el achicamiento del mundo por caminos de comunicación que nos aproximan, la eclosión desconcertante de nuevos conocimientos y tecnologías inconcebibles que hacen creíble el sueño cartesiano de "nous rendre comme maîtres et possesseurs de la nature",11 y al mismo tiempo (y quizás por las mismas razones) el hambre y la exclusión y la muerte en medio de la opulencia y de la mayor concentración de riqueza y de poder jamás vista. Espanta, además, que este contexto contradictorio tiende a presentarse como único, necesario, y eterno; como uno todopoderoso sin otro. Y como deseable y bueno, porque ineluctable. El asombro que está en la base del filosofar que ensayo, tiene por objeto la expansión masiva de un tipo de subjetividad sumisa, que no se espanta, que no se asombra, que no se conmueve y no se mueve; un tipo de subjetividad antifilosófica. Una subjetividad apática, incapaz de sorprenderse por nada, de dudar, de cuestionarse, de advertir problemas, de preocuparse, de tomar posición, de pensar. Una subjetividad -o una cultura mundial- con su afectividad, su moral y su palabra sabia aparentemente aptas a amoldarse sin crisis a esta coyuntura inquietante. Una cultura tan bien articulada con la actual globalización que pone en crisis -por el simple hecho de existir y de proyectarse mundialmente-, a toda otra cultura, subjetividad o educación, y que tiende a presentarse como la única posibilidad humana. Una cultura con un pathos apático, impasible, sin compasión. Una sensibilidad insensible, una pasión pasiva, una afectividad a la que nada afecta, nada conmueve, nada es capaz de poner en movimiento. Una cultura con un ethos antiético, incapaz de estimar. Una moral amoral e inmoral. Puesto que, en su insensibilidad, no percibe diferencias, todo le es indiferente, sin valor. Un tipo de cultura que acepta y quiere valores impuestos. Una cultura a la que "nada le importa" y todo da igual. Una cultura con un logos ilógico, que flota sobre las paradojas de una razón en crisis, un conocimiento sin pensamiento, que transmutó la clásica docta ignorancia en una ignorante sabiduría que no tiene problemas. Un modo de pensar que no piensa. Un modo de conceptuar que deja la tarea del pensar en manos de otros (expertos, técnicos, conceptores), mientras acepta su embrutecimiento. Una "cultura" que se propaga en las subjetividades débiles por los medios de comunicación hasta imponerse como el sentido común de nuestro tiempo. Pero estos medios no parecen suficientes para consolidar la conformación de las subjetividades al sistema del mercado. Resulta necesaria, además, la educación, para inhibir el pensar. Porque la extensión planetaria de la economía de mercado puede desequilibrarse donde haya subjetividades autónomas, hay que echar mano de la educación. Y son los organismos financieros internacionales, responsables del equilibrio global del sistema 11 DESCARTES, R.: Discours de la méthode. 6ª parte. económico, quienes toman a su cargo mundializar esta subjetividad antifilosófica como la única posiblidad humana. Espanta que las agencias financieras más poderosas se hayan "metido a educadoras".12 Es que el campo educativo (muy especialmente el de la educación pública formal) es apto, tanto para formar subjetividades críticas como abyectas. Así, planificadas por entidades financieras internacionales, se desparraman por el mundo subdesarrollado "reformas educativas" uniformes que supuestamente permitirán ajustar los sistemas educativos a las necesidades y exigencias económicas transnacionales, hacer más "competitivos" a los países y las personas, paliar o disimular los grados más extremos de la pobreza, y preparar a los pobres para sobrevivir con bajos recursos, adaptándose a las veleidades del mercado. Espanta también que las mismas entidades financieras se metan a conceptoras, a elaborar una constelación conceptual que encuadre lo pensable en palabras, categorías, imágenes y métodos acordes a las necesidades del sistema económico prevaleciente; no a las necesidades de los seres humanos. Espanta no menos que estas entidades procuren ahora dictar cátedra de ética, decirnos dónde está el bien y dónde el mal, regir nuestra conducta y nuestra conciencia. Pensando desde el lugar del espanto la situación del mundo actual como crisis filosófica, quiero aportar al desarrollo de una conceptuación y una educación capaces de responder creativa y solidariamente a los desafíos de nuestra época. Para intentar hacer más filosófica (es decir, más radicalmente crítica y debatiente) y democrática (es decir, con más poder del pueblo y de cada uno de los seres humanos) nuestra educación. E, indirecta y parcialmente, nuestra sociedad. 3. Uruguay no es mal lugar para aportar a la fagocitación latinoamericana de la globalización con una educación filosófica articulada desde un filosofar radical y democrático. Por un lado, la "invisibilización" de sus filósofos en la vida pública se sostiene en la poca o nula atención "interna": se lee poco y nada a los colegas y maestros; se discute menos y mal; no hay "escuela"(s) propia(s). En ese contexto, la filosofía se refugia en una academia cerrada que se esteriliza para pensar los problemas reales; no se advierte pensamiento filosófico de fuste, creativo, poderoso; casi no hay publicaciones de peso. Por otro lado, hay cierta "sensibilidad filosófica" en el medio; es posible rastrear raíces de índole filosófica en ciertas características de la "uruguayez"; hay una orientación, un desarrollo y una profundización crecientes de lo "filosófico" a nivel de la educación media, tanto en lo que tiene que ver con la mejora de sus docentes como en la "recepción" por parte de los estudiantes. Estos últimos aspectos tienen que ver con el desarrollo histórico de la educación en nuestro país, que logró tempranamente en su educación primaria un nivel relativamente alto y la cobertura casi total de la población, afirmándose en una escuela sólidamente estructurada a nivel nacional con gran arraigo en la sociedad. Este desarrollo explica que la acción "reformista" -instrumentada plenamente en Uruguay desde 1995- se haya abocado principalmente a la desarticulación del ciclo básico de educación secundaria y a la fragmentación de la formación docente. 12 Soler, Miguel: "El Banco Mundial metido a educador". Montevideo, Universidad de la República, 1999. Paralelamente a este proceso, el poderoso vínculo que se ha dado históricamente en nuestro país entre filosofía y educación, explica que la "reforma" no haya eliminado la disciplina "filosofía" del segundo ciclo de la enseñanza media. Por otra parte esa fuerte articulación entre educación y filosofía es una de las raíces de la resistencia a la expansión de mentalidades antifilosóficas, a toda "reforma educativa" que tienda al debilitamiento del pensamiento autónomo, crítico, creativo y solidario. Como señalaba Carlos Mato, "la literatura filosófica especial y la enseñanza general, en todos los niveles de las instituciones públicas, han nacido y vivido casi siempre juntas en este país de grandes educadores como Dámaso Antonio Larrañaga, José Pedro Varela, Carlos Vaz Ferreira y otros." La producción filosófica -aunque no necesariamente ligada a una comunidad académica de investigación- estuvo siempre ligada a la docencia y a la acción política, y tuvo por ello, directa o indirectamente, fuerte impacto social. Una rápida mirada a nuestra historia permitirá visualizar algunos caracteres de nuestro filosofar en su relación con la educación. Según Mato, ya en las épocas de convulsión que marcaron el fin de la dominación española en estas tierras, un "filosofar sin aulas contrapuso dos embriones de cultura que se disputaban el principio vital y la guía espiritual" de nuestra sociedad: la "urbana" (representada por Dámaso A. Larrañaga) y la "campesina" (cuyo intérprete es José Artigas). De esa oposición, sin embargo, destaca "los dos caracteres comunes que nosotros heredamos tanto del pensamiento artiguista cuanto del carácter de Larrañaga": "la ausencia de dogmatismos" y la "plasticidad del pensamiento". "Esos antecedentes componen el clima espiritual apropiado para que en la segunda mitad del siglo XIX se produjera la Reforma escolar de José Pedro Varela", cuya noción de laicidad "es un punto de partida obvio para nuestro pensamiento filosófico". Esta "hipotética génesis del espíritu filosófico uruguayo" permite esquematizar su perfil: "pensamiento sin clausuras dogmáticas, receptividad para las ideas universales junto a cierta ductilidad para interpretarlas y adaptarlas a nuestra concreta circunstancia, y laicidad -al menos- en su significación de respeto básico por las ideas ajenas y propensión al pluralismo ideológico".13 No se entienda, sin embargo, que la tradición uruguaya excluye el conflicto o lo minimiza. Por el contrario, parte de él. Ya en la polémica Alberdi-Ruano (1838)14 hay que destacar la importancia concedida a la educación filosófica en cuanto a sus efectos sociales, a través de la formación de la juventud (es decir, de las elites), y el carácter de discusión pública que, en consecuencia, adquiere este filosofar. Arturo Ardao15 ha historiado detalladamente la "época polémica" en que, durante varias décadas del siglo XIX, "espiritualismo" y "positivismo" se disputaron "el principio vital y la guía espiritual" del país, a través de la formación de sus "doctores". En ese período, el magisterio espiritualista de Plácido Ellauri (que se prolonga 13 Mato, Carlos: La filosofía en el Uruguay. En: Escritos filosóficos. Buenos Aires, FEPAI, 2004. P. 123-127. Véase: CLAPS, Manuel: Primera polémica filosófica en el Uruguay y Texto de la polémica en Cuadernos Uruguayos de Filosofía, Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad de la República, Tomo II, 1963, p. 163 y ss. Cfr. ARDAO, Arturo: Filosofía preuniversitaria en el Uruguay. Montevideo, Claudio García, 1945, p. 73 y ss. El joven Juan Bautista Alberdi, exiliado argentino en Montevideo, asiste a los exámenes públicos de los alumnos de Salvador Ruano, profesor de filosofía de la Universidad, y los critica en la prensa, dando origen a un debate periodístico entre ambos en las páginas de El Nacional y la Revista Oficial, entre el 12 y el 19 de diciembre. La discusión se centra en el tipo de educación filosófica que deberían recibir nuestros jóvenes, representando según Claps- "dos actitudes opuestas que van a persistir hasta nuestros días", que "Gaos ha llamado la preocupación por los objetos trascendentes y sistemáticos del pensamiento, y la atención a los objetos inmanentes o históricos" (loc. cit.). Pero también representan la tendencia hacia una educación filosófica centrada en la preparación de un pensamiento teórico, crítico, de ruptura, y otra preocupada más bien por el conocimiento de la realidad político social, a la resolución de sus problemas y a la construcción práctica. 15 ARDAO, A.: Espiritualismo y positivismo en el Uruguay 14 durante 30 años), domina toda una época, con un eclecticismo caracterizado por su carácter dialogal, y por una ductilidad que lo lleva a ceder casi sin traumas ante la reforma positivista. Ésta se entrona en la Universidad con Alfredo Vázquez Acevedo, y se abre a la "educación del pueblo" con la reforma escolar laica de José P. Varela que alcanza a todas las capas de la población. La educación filosófica se afirma desde entonces en los estudios medios y, específicamente, en la formación de las elites políticas y docentes. Según Ardao,16 en 1893, cuando los principales representantes de las corrientes predominantes del siglo se unen para rendir homenaje a Plácido Ellauri, llega a su fin "el ciclo histórico de polémica entre el espiritualismo y el positivismo" y surge una época signada por el predominio de Carlos Vaz Ferreira, quien obtiene la cátedra de filosofía en 1897 con una disertación en que sostiene que el "profesor de filosofía" tiene la "importantísima misión" de "desterrar la general y arraigada creencia de que todo el pensamiento filosófico se encuadra en escuelas rígidamente determinadas", creencia que "ha producido ante todo la confusión, como trataré de probarlo al probar que esa concepción es estrecha e impropia para comprender la Filosofía; y ha producido además la intolerancia y el exclusivismo, al presentar a ésta dividida en un número fijo y limitado de teorías opuestas e inconciliables".17 De esa "repulsa de las escuelas" derivaría, según Ardao: "la proscripción del espíritu de sistema y del pensar y resolverse por fórmulas, estrecha manera de torturar la realidad y en definitiva ignorarla; la resistencia a la adopción novelera de los ismos ultramarinos, facilidad y abdicación de la inteligencia latinoamericana; la prevención contra los formalismos lógicos y los abstraccionismos verbo-conceptuales, que cavan un abismo sutil, pero fatal, entre el pensamiento y el lenguaje; la libre y valerosa profundización de los problemas, con obstinado apego a los hechos que configuran su planteamiento y desprejuiciado desapego a las soluciones dadas o a las consecuencias posibles; la aproximación del conocimiento a la acción, del pensamiento a la vida; el imperio de lo concreto en las ideas y en los ideales para convertir a aquéllas y éstos, de extraños y a veces adversarios, en amigos y compañeros de lo real".18 Dice Vaz Ferreira: "Lo esencial es que el efecto del aprendizaje de la filosofía es tan complejo como amplio e irremplazable: Abrir los espíritus; ensancharlos; darles amplitud, horizontes, ventanas abiertas; y por otro lado, ponerles en penumbra; que no acaben en un muro, en un límite cerrado, falsamente preciso; que tengan vistas más allá de lo que se sabe, de lo que se comprende totalmente: entrever, vislumbrar y todavía sentir, más allá de esos horizontes lejanos y apenumbrados, la vasta inmensidad de lo desconocido. Enseñar a graduar la creencia, a distinguir lo que se sabe y se comprende bien, de lo que se sabe y se comprende menos bien, y de lo que se ignora (enseñar a ignorar, si esto se toma sin paradoja, es tan importante como enseñar a saber). Concordantemente, excitar, despertar los espíritus: función excitante que tiene una importancia capital sobre todo en la adolescencia, edad de eclosiones intelectuales y afectivas que, en lo posible y conveniente, han de ser dirigidas a más de estimuladas. Además, todavía, la formación o el desarrollo del espíritu crítico, de análisis y libre juicio. Y producir también la sensación de la dificultad de las cuestiones, el discernimiento entre lo que es cierto o simplemente probable, y la sensación, también, de que hay problemas insolubles. La superiorización del espíritu por el contacto, a la vez, con los problemas superiores, y con los pensadores superiores que los trataron. El cultivo de los grandes 16 ARDAO, A.: Homenaje a Vaz Ferreira (octubre de 1952). En: Introducción a Vaz Ferreira. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1961. 17 Cit. por Ardao en op. cit. 18 Ardao, op. cit. sentimientos; la sinceridad; la tolerancia. Y también -importantísimo- los beneficios de la cultura desinteresada, de la no inmediatamente práctica”.19 Esta extensa cita sintetiza aquello que quiero transmitir respecto a la tradición uruguaya en materia de educación filosófica, en cuanto a sus posibilidades de resistencia frente a una globalización deshumanizadora: El esfuerzo consciente por producir efectos positivos en las subjetividades, sensibilidades y mentalidades sociales; la conciencia de que tales efectos no se esperan tanto de la enseñanza de la filosofía, cuanto del aprendizaje del filosofar. Al asumir pensar desde esta tradición, por un lado, estamos haciendo propuestas; por otro lado, quienes las hacemos, de algún modo somos efecto de esa educación. 4. Es fundamental captar la profundidad del ataque a la humanidad que supone el contexto que reseñé más arriba: se está sacrificando al interés de unos pocos y al supuestamente ineluctable funcionamiento del mercado, no sólo la vida digna de multitudes humanas y continentes enteros, sino incluso las condiciones que hacen posible dicha vida (y quizás toda vida) sobre la tierra. Entre estas condiciones amenazadas no es la menor la dilución de la capacidad de desarrollo del pensamiento propio a que hicimos alusión. Se hace imprescindible, pues, dar una respuesta apropiada, una respuesta filosófica. Esto es, una respuesta desde lo propio, arraigada en nuestra tradición; respuesta que se transmute en un cuestionar en profundidad. Nuestro cuestionar propositivo se inscribe en la articulación entre filosofía, democracia y educación que implica la transformación de cada una de ellas desde las otras. La necesidad humana de filosofar, conlleva hoy la de transformar filosóficamente la educación, en una educación para la constitución de subjetividades filosóficas, esto es, capaces de conmoverse y movilizarse, de solidarizarse, de preguntar, de cuestionar, de desobedecer, de pensar autónomamente, de crear y de proponer, de debatir y dialogar... Aquí sólo presentaremos someramente las líneas generales de la propuesta de una transformación filosófica de la educación, y algunos pasos concretos avanzados en Uruguay con la noción de función filosófica. Una transformación educativa y democrática de la filosofía Una transformación filosófica de la educación supone una transformación educativa y democrática de la filosofía. En efecto, sólo puede ser filosofía con potencial transformador de la educación, aquella que se ha dejado cuestionar por la filosófica tarea de enseñar filosofía; aquella que se ha ido constituyendo como democrática, educando filosóficamente. Me explico. Pensada desde su relación intrínseca con la democracia y en tarea educativa, la filosofía se va transformando. Va dejando de ser concebida como un corpus determinado de saberes eruditos, que un grupo selecto de expertos trata de preservar, aumentar y transferir indefinidamente a nuevas generaciones de custodios, exégetas y maestros que a su vez reiteren análogo movimiento repetitivo. En esa concepción de la filosofía, ésta representaría los invalorables recursos acumulados a través de su historia como accesibles, por medio de la enseñanza, a una elite que así dispondría de ellos al servicio de la sociedad en general. De tal 19 VAZ FERREIRA, C.: Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de la enseñanza, (1918). En: Obras, T. XV, p. 76-77 modo, la filosofía se insertaría en una concepción oligocrática y tecnocrática (gobierno y poder en manos de pocos, de los que saben, que hoy suelen llamarse expertos) y en una concepción selectiva, reiterativa y esotérica de la educación (la educación serviría básicamente para seleccionar tanto los saberes a reiterar como los grupos de personas capaces de manejarlos; para repetir -incluso al desarrollar innovadora y creativamente- exclusivamente los saberes seleccionados; para preservar esos saberes en círculos cerrados; de ese modo, esa educación serviría de fundamento y modelo a la reiteración de una sociedad antigualitaria). Las prácticas educativas democráticas de la formación filosófica para "no filósofos",20 las iniciativas de "filosofía para todos"21 o de "filosofar con todos" y hasta la vieja idea de que "todos somos filósofos", van perfilando otros modos de hacer filosofía. Otros modos de enseñar a filosofar y de enseñar filosofía. Otros modos de aprender a filosofar y de aprender filosofía.22 En esta concepción igualitaria, la filosofía y el filosofar aparecen ligados a su comunicación a todos y a su comunicación con todos; a su creación comunitaria, en la discusión y el diálogo; a su propia enseñanza, que es también enseñar a criticarla, a discrepar y discutir con ella, a crear incluso contra ella. En efecto, desde la práctica de la enseñanza de la filosofía se ha hecho manifiesta una particular relación entre el enseñar y el aprender.23 El maestro enseña, señala, marca un camino, un modelo: el alumno aprende, a través de esa enseñanza (o contra y pese a ella), algo que va más allá de ésta. En esto, sin embargo, la educación liberadora logra lo que quiere: engendrar un aprendizaje que se autonomiza de la enseñanza que recibe, que trasciende lo enseñado, que hace su propio camino construyéndose y construyendo nuevos espacios relacionales. El filosofar que así enseña, cuestionador e inquisitivo, genera una educación esencialmente desestabilizadora, que no se conforma con lo dado, que sabe espantarse y asombrar, que mira problematizando y procura "poner en movimiento el alma del discípulo" (no cargarlo con lastres paralizadores) y sostenerlo en la búsqueda de su(s) camino(s) propio(s). Este filosofar cuestionador, se pone constantemente en cuestión, resulta él mismo inestable, sometido a discusión pública, en ese plano de igualdad donde no hay seguridades, donde el aula filosófica se parece al ágora democrática en que cada uno pone en juego las seguridades de sus saberes previos para ir construyendo colectivamente nuevos ámbitos de pensamiento. Una transformación filosófica de la educación Es desde este filosofar transformado educativa y democráticamente que es posible proponer una transformación filosófica de la educación (y de las instituciones educativas) y de la democracia (y de las instituciones democráticas). 20 La experiencia uruguaya en este campo, como se ha dicho, se ha centrado fundamentalmente, en la educación filosófica a nivel de enseñanza media (y, en algunos casos, a nivel superior no especializado), pero en otros países hay amplias experiencias en filosofar con niños, consejo filosófico, cafés filosóficos, etc. La Sociedad europea de profesores de filosofía empleaba hace algunos años, un término sugestivo: filosofía para laicos. 21 La fórmula está ligada, por supuesto, a las propuestas de "educación para todos" propiciadas principalmente por la UNESCO, al menos a partir de la Conferencia de Jomtien. La fórmula "filosofía para todos" (en el sentido limitado de "para todos los estudiantes de educación media") fue utilizada en Italia en el marco de reformas, desde hace unos diez años. Aquí le damos un sentido democrático irrestricto. 22 "(...) sólo se puede aprender a filosofar" (Kant). "Yo aprendí filosofía" (Discépolo) 23 Véase: Documento de la Asociación Filosófica del Uruguay sobre educación filosófica y Langon, M.: Una pregunta a Jacques Rancière. En: Revista Educación y Pedagogía, nº 36. Universidad de Antioquía, 2003. En efecto, como dice el Documento de la Asociación Filosófica del Uruguay (AFU) sobre educación filosófica, "la 'enseñanza filosófica' no se reduce a la presencia de una asignatura en el curriculum, sino que implica una perspectiva radicalmente diferente de entender qué es la educación, qué es la enseñanza y qué es el aprendizaje. Esta perspectiva filosófica, no abarca sólo a la asignatura 'filosofía', sino a toda la educación". Ese documento se apropia libremente de la distinción que hace Roig entre "utopía" (un tipo determinado de discurso) y "función utópica" (que es posible analizar en todo discurso) para introducir la distinción entre "filosofía" (determinada asignatura curricular) y "función filosófica". La "función filosófica" tiene que ver con el "modo específico de articular y reformular la relación entre enseñanza y aprendizaje" de que hablamos más arriba24 y es "patrimonio común y responsabilidad a ser alcanzada a través de todo el curriculum (en el sentido amplio: a través de todo el contenido de la educación, de todo lo que hay y se hace en el seno de las instituciones educativas)". "Una educación cuidadosa del desarrollo de la función filosófica a través de todo el curriculum sería una educación apta para enfrentar con éxito los desafíos actuales porque sería apta para generar subjetividades autónomas, críticas, creativas y solidarias". La "función filosófica" puede concebirse como "aprender a pensar en el sentido más amplio: con (y a través de) los instrumentos, métodos y objetos de cada saber, de cada actividad, de cada disciplina, de cada asignatura; aprender a articularlos desde su específica perspectiva, aprender a cuestionar desde ellos, aprender a cuestionarlos desde otros, a no darlos por definitivos, a buscar superarlos, a 'tomarlos en cuenta', a relacionarlos, a someterlos a análisis crítico..." La idea implica desarrollar la potencialidad problematizadora de cada disciplina desde sí misma, "respecto a todas las otras y, específicamente, respecto a las cuestiones filosóficas y epistemológicas". En la propuesta de AFU, este esfuerzo de transformación de cada disciplina curricular, sería coordinado desde un "espacio articulador de la función filosófica".25 Asimismo el Documento propone diversas medidas para que la "función filosófica" actúe a nivel de cada centro de estudios y en sus relaciones con la sociedad. Una transformación filosófica de los espacios públicos 24 "Hay otro modo de concebir la transmisión educativa (y otro modo de concebir la relación de los hombres con los saberes) que es el que llamamos filosófico. En este modo, la trans-misión educativa, apunta a producir un cambio, una ruptura en el sujeto, en el discípulo, que ponga en movimiento un proceso de constitución de una subjetividad autónoma. Lo fundamental no es el objeto señalado, los saberes que el maestro enseña, sino el mensaje que el maestro trans-mite al discípulo a través de los saberes que enseña, y que permite la constitución de este como sujeto y la construcción de sus saberes. (...)Se parte de los saberes que el discípulo trae para producir una ruptura en el modo de relacionarse del discípulo con sus saberes. Una ruptura que es un poder de comienzo, el poder de vincularse libremente con los saberes (viejos y nuevos) -no de continuarlos- de transformarlos y de transformarse, de construirse como subjetividad autónoma capaz de apropiarse (críticamente) de los saberes enseñados, para adquirir el poder de distanciarse de ellos, de recrearlos y de desarrollarlos creativamente. Por otra parte, el maestro al enseñar, no puede seguir el movimiento propio del alumno. No puede garantizar su aprendizaje. Lo que el discípulo "aprende" (esencialmente, a ser libre) está más allá del saber que el maestro enseña; no es del plano de lo objetivo, sino de lo subjetivo; no tiene tanto que ver con los conocimientos sino con las personas y con los modos de éstas de relacionarse con otras personas, con el mundo, con los conocimientos, consigo mismas. Hay una discontinuidad entre "enseñanza" y "aprendizaje": el estudiante aprende, a través de lo que el maestro enseña, otras cosas que las que éste señala. Y, sin embargo, en esto consiste la grandeza de la enseñanza del maestro: que enseña a ser libre enseñando tal o cual saber" (AFU, doc. cit.) 25 Las autoridades educativas uruguayas aceptaron incluir esta "articulación" en un "plan piloto" que se está aplicando, como "espacio de crítica de los saberes". Dicho espacio, sin embargo, no es suficiente al contar con una sola hora semanal y al no haberse instrumentado los otros aspectos de la propuesta, necesariamente ligados a éste. Esta transformación filosófica de la educación, implica una transformación filosófica de las instituciones educativas y de las instituciones y el ejercicio de la democracia. Concebidos filosóficamente, el tipo de relaciones propiciados en los espacios educativos operan como "modelos" para comunidades extraeducativas. La idea general consiste en visualizar el aula (y, en general, los espacios educativos, incluyendo los de educación a distancia) según un modelo de comunidades de aprendizaje que viabilicen diálogos que tengan las características de los discursos legítimos según el Sócrates del Fedro; particularmente la nota de inclusividad que deriva de generar en el "discípulo" la capacidad de engendrar otros discursos legítimos capaces de lanzarse en diálogo en otras situaciones, de modo de volver a producir "imperecederamente" el mismo efecto.26 La invisibilización en que ha caído la filosofía bien podría interpretarse como el no tener lugar de lo filosófico en la escena "macro" determinada por la situación actual y en los "escenarios" marcados por dicha escena (tales como los lugares "visibles" del "comunicador" en TV). No se trata de "hacerse ver" en esos espacios, sino de crear espacios filosóficos y filosofizar espacios existentes,27 al menos en niveles micro (aula, café filosófico, academias, etc.), pero también los mezo (salas y asambleas docentes, centros educativos, sindicatos, instituciones barriales, etc.) y macro (espacios públicos, medios, instituciones de la sociedad civil, etc.). Una transformación filosófica de los espacios, consiste en hacerlos lugares igualitarios en los cuales sea posible avanzar -en discusión y en diálogo- a través de diversas sensibilidades, valoraciones y racionalidades. Espacios caracterizados por su apertura y su movilidad. Su apertura, como se dijo más arriba, no supone que no se trate de espacios limitados, sino, que cumplan una condición de publicidad, que sean de libre acceso o que sus resultados o acciones sean públicos. Otra condición sería la de la igualdad de los interlocutores (en su diferencia y gracias a ésta). Una condición de democracia es que en ellos se procure el desarrollo del poder de cada uno y de la comunidad. La apertura y movilidad exigen la condición de no querer dominar el futuro ni al otro; no cristalizarse o dogmatizarse en un punto a repetir, sostenerse en la condición fundamental a nivel de pensamiento: pensar siempre, pensar de vuelta, en profundidad y en cada ocasión. 5. Retomemos ahora el proceso realizado para preguntarnos en qué medida estas transformaciones están señalando caminos transitables para repensar y reorientar la problemática global encarada transformando instituciones y acciones educativas y sociales. Partimos de que nuestra época de desconcierto y conmoción, es un tiempo que requiere filosofar, pero no quiere filósofos, porque necesita ganadores y perdedores que se limiten a aprender a aprender a no pensar. Por ello nuestra propuesta se concentra en el dictum vazferreireano: "lo que puede hacer la enseñanza bien entendida, es dejar a las personas, habilitadas para pensar: no suprimir el pensamiento, sino enseñar a utilizarlo".28 26 PLATÓN: Fedro, 276-277. (Incluir la referencia a mi(s) artículo(s) sobre el tema, y la notación clásica). Ver también: comunidades en educación. 27 LANGON, M. Filosofar en escena y De sabihondos y suicidas. (2004) 28 VAZ FERREIRA, C. : Lógica Viva. En: Obras. Montevideo, Cámara de Representantes, 1957. Toma IV, p. 146. El escenario actual nos constituye a los filósofos latinoamericanos como "invisibles"; nos echa del palco de los "mejores, los hombres libres"; y nos arroja a la calle, entre los demás perdedores, como "prescindibles". Nuestra propuesta es asumir ese lugar común, perdido y ganado, para ir construyendo nuestro mirar, nuestro pensar, nuestro decir y nuestro hacer, desde los espantos y problemas en que nos identificamos. Entre esos espantos, el que mueve el filosofar de este trabajo, es la expansión masiva de un tipo de subjetividad antifilosófica: que no se asombra. Un tipo de subjetividad que se propaga por los medios de comunicación hasta imponerse como el sentido común de nuestro tiempo. Pero no alcanza con esa propaganda para bloquear el pensamiento que podría desestabilizar al sistema; de ahí que las agencias financieras encargadas del equilibrio de éste se metan a conceptoras, educadoras y moralistas. Desde este espanto, creo imprescindible y posible pensar la situación actual del mundo como crisis filosófica, y aportar al desarrollo de una conceptuación, una educación y una eticidad capaces de responder creativa y solidariamente a esos desafíos. La tradición filosófica uruguaya que está detrás del "no lugar" de sus filósofos, resulta enriquecedora para arraigar estos aportes. En base a esto ensayé una respuesta filosófica (es decir, cuestionadora en profundidad) y apropiada (desde nuestra tradición y hecha propia). Este cuestionar propositivo se inscribe en la articulación entre filosofía, democracia y educación que implica la transformación de cada una de ellas desde las otras. Esbocé algunos de los lineamientos para una transformación filosófica de la educación, articulada en torno a la noción de función filosófica, que supone una transformación educativa y democrática de la filosofía. Filosofía con potencial transformador de la educación, es la que se ha dejado cuestionar educando filosóficamente, la que desde esa práctica de la enseñanza de la filosofía ha hecho manifiesta una especial relación igualitaria entre el enseñar y el aprender, en que la enseñanza genera aprendizajes que la trascienden. Desde ese filosofar transformado se propone una transformación filosófica de la educación que se articula en torno a la noción de "función filosófica", que implica desarrollar la potencialidad problematizadora de cada disciplina del curriculum y exige articular creativamente estas problematizaciones. Por último, el tipo de relaciones desarrollado en los espacios educativos, puede operar como "modelo" para la transformación de los espacios públicos. No se trata de iluminar a los filósofos para visibilizar su actuación en escenas antifilosóficas -cerradas, privadas a los más, donde se repite y se continúa lo mismo-: se trata de filosofizar los espacios públicos y sociales; se trata de hacerlos abiertos, igualitarios, dia-logales, en movimiento hacia la transformación de la sociedad toda. Transformar filosóficamente todos los espacios, los educativos y los políticos, desde el aula hasta las instituciones democráticas y populares. El lugar del filósofo está en la construcción de esos espacios, consiste en ocupar un lugar común, en construir lugares en común, en sentarse a la mesa del pueblo, como un interlocutor más, que no procura tanto convencer cuanto hacer más filosóficos, más democráticos, más libres los espacios y las relaciones de convivencia: hacer filosofar, hacer pensar radicalmente. Estos espacios así transformados filosóficamente, serán cada vez más territorios de democracia, espacios donde se vaya ensayando, fortaleciendo y articulando el poder del pueblo y de cada una de las personas que lo integra. Bibliografía. ARDAO, A.: Introducción a Vaz Ferreira. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1961. ARDAO, A.: “Espiritualismo y positivismo en el Uruguay”, Cuadernos Uruguayos de Filosofía. Montevideo, Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad de la República, 1961-67, 5 vol. DESCARTES, R.: Discours de la méthode. DISCÉPOLO, E. S.: Cafetín de Buenos Aires (tango). DISCÉPOLO, E. 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These subjects comprise the scenary of the social-historical present times to be grasped in terms of concepts, along with various discipline theoretical registers. It is in this sense that cultural history will take social representations from Sociology of knowledge switching from the field of common sense to the concept in order to deliver some meanings to the social building of knowledge. From Social Psicology, will take some features of the attitudes that always carry values. All this material will be brought into a question, taking into account that Philosophy is a discipline of synthesis that makes up a range of knowledge from a variety of disciplines from a multidisciplinary approach. Resumen Sapere aude. Sirvan estas expresiones iniciales para señalar el movimiento que quiere suscitar este programa en los jóvenes. Atreverse a pensar por sí mismos. Con este dictum Kant inicia la reflexión sobre el presente. En este trabajo iniciamos una práctica teórica de la fundamentación filosófica de problemas a tematizar que se encuentran escenificados en el presente histórico-social para ser apropiados conceptualmente, con la colaboración de diferentes registros teóricos disciplinares. En ese sentido de la historia cultural tomará las representaciones sociales, de la Sociología del conocimiento pasará del sentido común al concepto para aportar a una construcción social del conocimiento. De la Psicología Social tomará el plano de las actitudes que siempre portan valores. Todo este material llevado a una interrogación, partiendo del presupuesto de la Filosofía como disciplina de síntesis, que integra conocimientos de diferentes disciplinas, desde una perspectiva multidisciplinar. Prólogo Sapere aude, afirma el dictum kantiano. Atrévete a pensar por ti mismo. Pero con esa afirmación encuentra su escenario en un trabajo que inaugura la interrogación filosófica acerca del presente: Qué es la Ilustración, es el artículo firmado por el filósofo de Könisberg En el mismo dictum Kant propone que el género humano debe alcanzar la mayoría de edad. Y para alcanzarla hay que pensar por sí mismo, en lugar de cualquier otro que piense por uno. Es por eso que según Kant no se puede aprender filosofía, sino a filosofar. ¿Puede haber una filosofía del presente?, ¿se puede interrogar filosóficamente a nociones conceptuales que encuentran su texto en la Historia de la Filosofía? La primera respuesta a esta interrogación es sí, toda noción tiene su realidad textual, su contexto y su pretexto. Y ese contexto siempre es histórico-social, donde emergen ciertas verdades, -según el decir de Castoriadis- que pueden ser reflexionadas conceptualmente. Pero hay que distinguir reflexionar conceptualmente, sobre ciertas nociones, de lo que es operar con las opiniones, desde las modas, desde el sentido común. La filosofía toma de las representaciones sociales un material del cual, puede transitar el laberinto de sus madejas conceptuales, buscando la coherencia lógica, pero no rehuyendo a las perplejidades, a las paradojas, que implican su formulación conceptual. M. Foucault, en la reflexión acerca de Qué es la Ilustración de Kant, recupera esa interrogación, reflexionando críticamente sobre la ontología del presente. Intentamos mostrar caminos, zonas no abordadas conceptualmente, divulgando la reflexión filosófica, sin vulgarizarla, como ha afirmado Ana Couló. La Olimpíada Argentina de Filosofía es un programa educativo en el cual se intenta fomentar en los alumnos la actitud y la actividad de discusión sobre temas que se encuentran presentes en las representaciones sociales de un país, lugar o región, llevándolo al ámbito conceptual filosófico, tomando como referencia a filósofos que intervienen en el debate actual y recuperando la tradición filosófica desde tensiones conceptuales, como ha afirmado E. Bianchini, que den cuenta de esa problemática desde posturas diferentes. Introducción La Olimpíada Argentina de Filosofía es un programa nacional de divulgación filosófica entre alumnos argentinos que cursan en escuelas secundarias, públicas y privadas. Su máxima, como afirmábamos anteriormente es el dictum kantiano sapere aude, que quiere decir atrévete a pensar por ti mismo. Cada año se lleva a cabo en todo el país, a partir de un tema, eje de una discusión sobre el cual se abrirá el laberinto filosófico. Pensamos que en ese sentido la Filosofía se presenta como una disciplina de síntesis conceptual, como ha afirmado brillantemente E. Hernández y como hemos desarrollado nosotros en diferentes lugares. La misma intenta recuperar la historia cultural, es decir la historia de las representaciones sociales, para apropiarlas conceptualmente; asimismo de la sociología de conocimiento, intenta recuperar el conocimiento como construcción social, objetivada y subjetivada, las diferentes miradas del conocimiento desde el conocimiento vulgar, el saber técnico y el conceptual o filosófico. De la Psicología Social, atravesada por el cuestionamiento del Psicoanálisis, intenta recuperar la posibilidad de hacer consciente lo inconsciente, lo portado, el plano de las actitudes, llevando a discusión argumentativa, reflexiva y crítica la producción filosófica de los alumnos de la escuela media. Dado que toda actitud es portación de valores que se encuentran escenificados en toda conducta y que puede ser recuperada a través del trabajo filosófico. Es decir conceptualmente toma una perspectiva multidisciplinar, partiendo del supuesto de la filosofía como disciplina que sintetiza curricular e histórico- socialmente un presente histórico. La Olimpíada Argentina de Filosofía intenta situar la producción filosófica como práctica teórica para que los participantes, alumnos de escuelas medias se enfrenten extracurricularmente a una problemática atravesada por diferentes miradas de filósofos, lo cual va a implicar un posicionamiento argumentativo y actitudinal frente a una problemática del presente histórico- social. Asimismo, éste es un programa de articulación de escuela Media con la Universidad, pues los alumnos trabajan durante un año una problemática a desarrollar y se encuentran con problemáticas académicas y pedagógicas que le servirán luego, en su vida posterior universitaria. Otro de los componentes, además del académico, en un programa nacional de impacto internacional como el presente, es la posibilidad de gestionar. Tarea que se realiza con funcionarios, educadores, filósofos, profesores de Filosofía, alumnos con los cuales construir un espacio común de debate articulable institucionalmente. Es por esa razón que nos parece relevante señalar como lo ha afirmado A. Segal que a las personas debe dárseles razones e incentivos para influir en su comportamiento. Las personas cuentan con la libertad de poder elegir, tener una actitud de cooperación o de resistencia hacia la autoridad. Por eso es relevante que se encuentren identificados con los objetivos de la organización y debido a que las personas no pueden controlarse de la misma forma que las herramientas, debe preocuparse por asegurar el aporte de los esfuerzos individuales de sus miembros y una forma de lograrlo es haciendo hincapié en la motivación y el compromiso. Finalmente acordamos con lo afirmado por A. Blanco, en el sentido que una de las tareas propias de los programas de este tipo es la tarea de comunicar la cultura y la educación, intentado salir de la cultura de la inmediatez, a los efectos de tener la posibilidad de la mediación simbólica. Se intenta sacar la Filosofía de los claustros, poniéndola en la calle y haciéndola accesible a los alumnos de los lugares más lejanos que no poseen los recursos ni la tecnología de los que habitan en las grandes urbes. Es decir, parafraseando a C. Cullen recuperar la gesta filosófica, con el pensar de una cultura que ha recuperado su sujeto. Objetivos pedagógicos El programa tiene como objetivos pedagógicos los que se mencionan a continuación: 1. Que los alumnos desarrollen las destrezas cognitivas necesarias para realizar una correcta argumentación. 2. Que puedan articular el pensamiento lógico, reflexivo y crítico. 3. Que desarrollen su capacidad para plantear problemas filosóficos y para el respeto y tolerancia por argumentos alternativos, base de todo sistema democrático. 4. Que desarrollen la investigación y reflexión sobre problemas éticos como horizonte de realización de lo humano. Eje temático El Eje se modifica cada año; en el ciclo 2004 es "La conceptualización filosófica del otro, una fundamentación crítica". Este tema se abordó desde la tensión conceptual libertad-igualdad y a partir de una pregunta común que se desarrolló de diferente modo en los distintos sub-ejes: ¿En qué sentido uno es igual al otro en la vida comunitaria? En cada uno de ellos se planteó una problemática relacionada con la pregunta general. Los participantes deben elegir una de las opciones y pueden prepararse sólo en esa. El alumno trabajará la tensión conceptual del Sub-Eje elegido, desde diferentes abordajes. Materiales producidos por el equipo técnico-docente · Textos fuente, selección de textos de autores filosóficos en donde se presentan problemas, conceptos, tesis, interrogantes. · Ficha de Articulación, para facilitar la interpretación de los textos en el análisis del problema. · Ficha Didáctica para alumnos, para facilitar una lectura comprensiva y contextualizada del eje. · Módulos que integrarán unidades de aprendizaje. Breve presentación del tema Durante cada ciclo se problematiza un tema que se encuentra inscripto en las representaciones sociales y que puede ser apropiado conceptualmente por la Filosofía. Durante el ciclo 2004, se ha trabajado el eje El problema del otro, que surge en un momento histórico-social, luego de las paradojas de la modernización tecnológica en América latina, en las sociedades preindustrializadas, como así también después de las migraciones, los multiculturalismos y los intereses de la razón en las sociedades industrializadas. Pensar el problema del otro, es pensar la unidad de lo diverso y no la diversidad de lo uno, que traducido económica y filosóficamente es crear un nosotros no excluyente. La pregunta que nos hacemos entonces, es cómo podemos apropiarnos de la Modernidad en el presente histórico desde nuestra perspectiva. Implica crear dentro del pensamiento occidental en la interpretación del hombre como sujeto, cuando se lo pone como fundamento del conocimiento y de la moral y como fundamento último de la metafísica. Y no como sujeto-sujetado por los devaneos del capitalismo financiero; donde el otro no sea un mero dato estadístico, sino que sea incluido en un proyecto integrador de Nación. Pues como afirmaba nuestro filósofo, el joven Alberdi, conquistar una filosofía es conquistar una nacionalidad. Una nación no es tal sino por la conciencia profunda y reflexiva de los elementos que la constituyen, un pueblo es civilizado cuando aplica la razón a sus problemas. Esta idea de sujeto se puede ver retrospectivamente en los griegos sin que esto aparezca explícitamente planteado. Podemos reconocer la idea de sujeto en la antigüedad porque ya sabemos en la modernidad lo que es un sujeto. Al surgir explícitamente esta idea en la modernidad se niega la naturaleza como lo dado, y se comienza a pensar lo social como lo construido. El otro comienza a ser considerado como lo otro de la razón, como estado de naturaleza respecto de la sociedad civil. El sujeto moderno se caracteriza por tener una interioridad en la cual tendría la capacidad de reconocer como válido lo que se considera un conocimiento y como correcto aquello que se considera con valor normativo en el plano ético y político. En este plano es especialmente donde se afirma la libertad del sujeto en tanto autonomía y el planteo del otro surge en el horizonte de la igualdad, que es el reconocimiento que hace cada uno de todos los demás como sujetos libres y racionales. Aquí podría situarse el comienzo del "problema" del otro (dentro del horizonte histórico y filosófico de la modernidad), no sólo en el sentido de problema teórico o especulativo sino como problema "práctico". El otro es una libertad que reconozco ante mí y que debo reconocer como tal por el principio de igualdad. Pero "la libertad tiene límites", es una libertad limitada por el otro. El límite de la libertad del sujeto es precisamente el reconocimiento del otro como un igual. La libertad y la igualdad constituyen la tensión conceptual que atrapa a la modernidad. Reconocer al otro como un igual es reconocerlo como aquél que tiene la posibilidad de elegir su propio proyecto de vida. Pero la pregunta es cómo podemos crear lazos, tener una comunidad con proyectos de vida diferentes. El problema sigue preocupando actualmente a los filósofos, especialmente a los que intentan pensar dentro del horizonte de la modernidad y su proyecto, como Rawls, Habermas, Taylor y a quienes toman una posición crítica con respecto a la modernidad, como Derrida, Rancière, Vermeren. Los escenarios han ido cambiando, en el plano de la historia y en el de la filosofía. La modernidad, tanto en el plano histórico como en el plano teórico, ha intentado manejar el problema de la tensión entre igualdad y libertad buscando alguna forma de unidad de la diversidad que respete el derecho a la diversidad de los sujetos. Por ejemplo en la forma clásica del dispositivo del Contrato, o en la forma romántica que intentó sobrepasar la idea del contrato correlativa a la del sujeto mediante formas más complejas de unidad como el "espíritu del pueblo", espíritu de la Nación. Estas "soluciones" suponen concebir como posible y como realizable prácticamente una unidad de la diversidad. En el siglo XIX esta búsqueda se lleva al límite: al negar que el sujeto sea una identidad simple e inmediata como la de un individuo racional, uno e indiviso, se propone un sujeto que, como tal, es ya una diversidad. La identidad supone alguna forma de unidad de lo diverso en la que los individuos históricos son los pueblos y los otros (pueblos) enemigos en la soberanía, constituidos como otros para asegurar la propia identidad. A lo largo del siglo XX, el desarrollo de los totalitarismos así como el conformismo generalizado, el avance de la insignificancia y la masificación como rasgo característico de las sociedades democráticas, impulsaron a algunos filósofos inmersos en esos procesos históricos a hacer una revisión de estos conceptos. El problema del otro toma un nuevo giro, no se trata ya sólo de garantizar la diversidad del otro como un igual sino de dejar ser a la diferencia. Se considerará que si la identidad del sujeto supone una mediación que unifica su diversidad, esta unidad no es la de una razón universal sino la que produce un discurso socialmente legitimado. Es decir produce sujetossujetados. Si se cree que cada individuo hace su propio proyecto de vida se puede seguir en el planteo del otro como diverso y buscar la posible unidad de esta diversidad. Es la sospecha acerca de esta unidad colectiva la que implica pensar que la unidad no es resultado de la unión de los sujetos, sino que es anterior al sujeto individual y es incluso la condición de posibilidad a la que está ya de antemano sujeto. Intentar recuperar la identidad simple e inmediata del sujeto cartesiano es tal vez inviable, pero el camino que han tomado algunos filósofos contemporáneos consiste en hacerse cargo de una nueva tensión: la tensión entre la identidad y la diferencia. Allí, la identidad es en realidad una unidad. Es el resultado de una construcción que trasciende al sujeto individual. El trabajo del pensamiento consiste en deconstruir esa unidad o identidad en la que el sujeto está tomado teniendo como objetivo no una especie de atomización del sujeto, sino dejar paso a la diferencia como posibilidad y a la libertad que se afirma en su posibilidad. En el pensamiento contemporáneo también nos encontramos con una tensión entre igualdad y libertad, la idea de la libertad humana de afirmar una diferencia trasciende el planteo moderno de la autonomía del sujeto y del otro como diverso. El problema es cómo se concilia esta libertad que afirma siempre una diferencia como posible y remarca que cada uno tiene derecho a concebir 'su' diferencia con la exigencia de la igualdad. La mayor dificultad es que se borra el horizonte de la universalidad que conciliaría o abarcaría las diferencias. ¿La igualdad con los otros se concilia con la libertad individual?, el problema se intensifica ya que no habría una unidad comunitaria que pudiera realizar a cada uno plenamente como un sí mismo a la vez que ve al otro como un igual. Hemos situado el horizonte de la modernidad y su correspondiente apropiación desde nuestro horizonte histórico-social porque necesariamente el problema del Otro se plantea actualmente en términos de la pregunta acerca de cuál es el legado de la modernidad que debemos retomar y cuál el que debe considerarse definitivamente acabado. No es menor la idea de una libertad y una igualdad que no deben estar reñidas con la emancipación de todo aquel al que en el estatuto de la alteridad resulta excluido (el exiliado, el extranjero, el indocumentado, los países atrasados, etc). Y la idea de una libertad e igualdad en el horizonte de una educación, entendida como mediación normativa, como afirma el filósofo argentino C. Cullen y una ciudadanía como categoría ético política da lugar a la escuela como condición de posibilidad de la República . Sub-Eje A: Ética Cada eje comienza con un cuestionamiento. En este eje la problematización está vinculada a la siguiente pregunta ¿Existe una racionalidad ético-práctica que permita reconocer al otro como un igual y a la vez como libre? "Nadie por ser joven dude en filosofar, ni por ser viejo de filosofar se hastíe, pues nadie es joven o viejo para la salud del alma." Epicuro, Carta a Meneceo. En el presente sub-eje trabajaremos la fundamentación Ética del problema del Otro. Pensar la Ética en la época de las post-certezas, fin del sujeto, fin de la hegemonía de los Estados Nacionales es pensar la posibilidad de argumentar las acciones morales. La ética reflexiona sobre la acción moral, pertenece a la filosofía práctica y como tal se define como un campo problemático. Es sumamente difícil pensar una ética no articulada con una política y si reflexionamos sobre el problema del otro, es muy problemático descontextualizarlo del campo de la praxis política. Los Estados Nacionales están en tensión histórica y racional con el capitalismo económico financiero, donde la subjetividad moral se encuentra cercada, como afirma Carlos Cullen, por los fundamentalismos y por los escepticismos. Caemos en los fundamentalismos cuando le otorgamos el espacio de lo público, el don de la palabra a los prejuicios, a las armas, a los hábitos que nos dicen por trasmisión oral, dónde está el bien y dónde está el mal. En suma, cuando la fuerza está por encima de la racionalidad. Caemos en escepticismos cuando afirmamos que no se puede justificar el bien, ni el deber, ni ningún valor. La Ética como parte de la Filosofía Práctica es reflexiva y crítica. Es reflexiva porque busca fundamentar las acciones del sujeto moral en contacto con los otros. Es una disciplina crítica en tanto interpela y discierne entre los valores, las costumbres vigentes social e históricamente o instaladas a través de los medios. Pues de lo que se trata es de la salud del alma, como afirma la Carta a Meneceo. El camino que proponemos seguir en este sub-eje está enmarcado por las diferentes nociones que adopta la Ética, en tanto conceptos de racionalidad práctica. Comienza con la visión aristotélica de la Ética, a partir de la de una Ética de bienes, teleológica, y que se realiza en la phrónesis, que siempre se concreta en la polis. Es decir con los otros. Sigue por la ruta de la Modernidad, a partir de la negación del mundo natural, del mundo dado y la instalación del contrato jurídico-político, surge la subjetividad. Por eso tomaremos la figura de la autoconciencia de Hegel, que nos permite pensarnos como una subjetividad en una relación ética con los otros. El siguiente paso está dado por recuperar los conceptos de la modernidad de autonomía, praxis y razón pero en el sentido del registro imaginario y la creación psíquica y social-histórica humana, partiendo de la perspectiva de Castoriadis. Finalmente en una mirada desde la exclusión a partir de la experiencia latinoamericana, tomaremos la Ética como exigencia de justicia y critica a la Modernidad excluyente. Por esa razón tomaremos a E. Dussel, como figura paradigmática. Sub-Eje B: Política2 En este campo problematizaremos la tensión entre igualdad y libertad en relación a la igualdad política. ¿Es posible conciliar la tensión entre igualdad y la libertad en la comunidad política? T. Todorov cuenta que un día los hombres adquirieron la libertad y la autonomía y las mujeres se adhirieron a ello; se cuenta que... luego se dieron cuenta de que esa libertad y el deseo de una igualdad política ponía en juego su propia constitución como individuos...por ello, el tema que nos convoca exige empezar por una genealogía de la constitución subjetiva. Ésta puede rastrearse en la historia de Narciso y Eco, por lo que convocaremos a Ovidio para hacer una lectura de lo que está en juego en la mirada y en la voz para que puedan existir tanto el otro como el sí mismo. 'Más acá' de la idea de hombre como animal político, se puede trabajar cómo cada ser está destinado a la apertura hacia el otro y a la sociabilidad y también qué lugar es específico de la mujer en este sentido. La consecuencia política de la diferencia de los sexos, no tiene necesariamente que determinar ni la exclusión ni la subordinación de la mujer, y mucho menos su conversión en objeto. De la mano del mito fundador de este tema y del texto de Vernant y de Frontisi-Ducroux intentaremos mostrar el sentido de la alteridad en las bases mismas de nuestra cultura. El tema del otro ubicado en su sentido político supone diferenciar cómo se produce el ser 'sí mismo' en relación con los otros, en la Antigüedad en relación a lo que se entendía en ese contexto por identidad donde se pueden señalar los procedimientos que dotan a la individualidad humana de un cierto estatuto ¿Cómo el sí mismo en la sociedad de la confrontación (Grecia antigua) se constituye por estar los hombres cada uno bajo la mirada del otro y cómo se modifica esta constitución por la entrada de la política democrática? ¿Y cómo cambian esos términos por la entrada de la política moderna en la que deberemos aprehender una noción de igualdad y de libertad griegos, pero modificados por las condiciones modernas? Condiciones que desembocan en una libertad entendida ya como emancipación, altamente cuestionada en el mundo más contemporáneo. La igualdad con el otro, consustancial a la política, es primero 'isonomía' o igualdad ante la ley por parte de Grecia, donde la ley de la política está fundada sobre la igualdad porque se opone a toda ley natural de dominación. Al mismo tiempo, se opone a glorificar la desigualdad natural y social que aparecerá en primer plano en la política moderna cuando, en cambio, se dará la invención de los derechos subjetivos (en lugar de la regla objetiva de derecho). Podremos así, diferenciar el contrato moderno -con Locke- que tendrá como principio político una igualdad mera y simple al proponer un orden social que descansará en la igualdad de cualquiera con cualquiera y fundado más en el sentido de anular el principio natural de dominación de un hombre sobre otro, cada uno en tanto individuos. La igualdad moderna quedará situada en sus características positivas como en aquellas que pueden hacer que se transforme en la justificación misma de las desigualdades reales. En este marco, dos perspectivas se destacan en el pensamiento contemporáneo de la comunidad. La de R. Espósito por la singular relevancia de su propósito que no es otro que el de encontrar una salida a la lógica de la segregación, de la desaparición, del extermino, en suma, de la imposibilidad absoluta del 'lugar' del otro. Nos introduce en la semántica conceptual de los distintos momentos del pensamiento filosófico, desde la perspectiva de los derechos humanos -no en tanto fundamentan un mero individualismo- sino en tanto formales, como derechos que dan lugar a que ninguna raza ni grupo ni comunidad originaria pueda reivindicar ser la detentadora originaria de esos derechos. Es la perspectiva de Roberto Espósito en la que se reivindica también la idea de un pensamiento y una acción -que más amplios que la filosofía misma- den lugar a un cambio en la 'manera de pensar' que se sitúe fuera del discurso metafísico en el que quedan encerradas la mayoría de las filosofías políticas. Esta visión nos permite subrayar cómo en toda la historia de la metafísica (a las que pertenecen las filosofías políticas) el Otro adquirirá la figura del bárbaro, para luego especificarse como el enemigo y más tarde como enemigo interno, repitiéndose a lo largo de la historia a la violencia del acto inaugural que supone la imagen de una Grecia vencedora sobre Troya. Siendo al mismo tiempo una visión que retoma, en relación a los conceptos que vierte, las experiencias políticas concretas que hicieron del Otro lo inasimilable, lo superfluo o directamente 'nada', desdibujando su figura humana o conduciéndolo al exterminio. En otra perspectiva. T. Todorov toma el ángulo ético-político de la libertad y la responsabilidad individual. El peso que significa asumir la libertad individual y las consecuencias que se derivan de la igualdad moderna y su Revolución específica. Las condiciones actuales parecen llevar necesariamente a una renuncia del hombre a sus lazos con lo divino, al lazo con el otro, o la libertad y la responsabilidad nos llevan a tener el peso y la carga de redefinir esos lazos. En este sesgo se trata de reivindicar el lugar del sujeto en la historia, pues, como vemos desde los orígenes mismos de nuestra cultura, la pérdida del otro es al mismo tiempo la del propio yo. La libertad y la responsabilidad, fundamento de las democracias actuales, pueden mostrarse como pivote de una idea de comunidad en la que los distintos puntos de vista (conservadores, cientificistas, individualistas, etc) subsistan con la salvedad de que ninguno en el poder pueda hacer desaparecer al punto de vista del otro. A partir de lo cual se puede modificar la noción de una igualdad entendida como mera igualdad dada por el sólo hecho de ser hombre como quiere cierta lectura de los derechos humanos. La libertad y la autonomía, experiencias del mundo instaurado a partir de las revoluciones modernas como conceptos de la mayor relevancia, donde se destaca la importancia de la Educación como aliada de la política, definida formalmente por la operación de que la educación es lo que hace que subsistan los aspectos no desechables de la naturaleza humana. Y el papel que la Educación tiene para intentar conciliar la tensión entre libertad e igualdad donde J. Rancière nos enseñará la 'escritura' de lo que llama egaliberté o una igualdad en la educación como premisa formal, sin contenido ni diferenciaciones que haga a la transmisión de saber por fuera de la jerarquía del maestro-amo y el alumno pasivo-receptivo. En contrapunto con la idea de una modernidad que se diferencia del mundo antiguo en las formas de situar la constitución del sí mismo y del otro y de una diferencia entre la libertad de los antiguos y la de los modernos, es posible situar también las aristas propias de la modernidad. La tensión que se puede ver en el Renacimiento siguiendo el hilo conductor del genocidio de comunidades (como las civilizaciones precolombinas que sigue al ascenso del oro en Europa). El otro como el colonizado, como el enemigo, o simplemente como el que habita tierras que pueden ser apropiadas junto con los seres y las culturas que las habitan es el otro que puede ser diezmado en nombre de una cultura universal. Desde E.Dussel veremos el recorrido de un pensamiento que sospecha de la racionalidad europea y que hace una lectura de la modernidad 'europea' interrogando el sentido de la inclusión o exclusión de nosotros mismos en tanto americanos construidos como lo otro. Y que cuestiona en los textos mismos de los pensadores modernos, el sentido de lo propio tantas veces confundido con la propiedad privada y que hace sospechar del derecho de gentes como un derecho proclamado pero que no logra dar cuenta de la alteridad. La antropología ilustrada de Locke justifica la opresión, el exterminio, la esclavitud en el seno mismo de la reflexión sobre la comunidad. La racionalidad moderna tendría así una matriz esclavista y colonial, fundamento del comportamiento de las metrópolis europeas hacia el mundo colonial que hasta el presente continúa ejerciendo su lógica de exclusión radical tanto de la dignidad de la Alteridad como del derecho a la Identidad. Sub-Eje C: Antropología2 ¿Es conciliable la idea del hombre como sujeto con la igualdad y la reciprocidad como una de las formas del reconocimiento del otro? La vida comunitaria presupone una cierta idea histórica acerca de lo que significa ser hombre. Esta idea contiene partes de las distintas tradiciones culturales que nos constituyen aunque no completamente articuladas. Si bien no es explícita ni puede ser completamente explicitada, es el trasfondo dentro del cual comprendemos al otro e intentamos ser reconocidos por él. Si bien la galería histórica de las ideas del hombre abarca una gran cantidad de figuras, existe una idea del hombre de la que somos tributarios, que ha influido e influye aún poderosamente en nuestra cultura y nuestra vida social, la idea del hombre como un sujeto. El hombre es para nosotros ante todo un sujeto que encuentra en sí mismo, en su interioridad o autoconciencia, el fundamento de sus representaciones, de sus acciones y de su historia. A pesar de los cuestionamientos que esta idea del hombre ha recibido por parte del psicoanálisis, la antropología y la filosofía, conserva aún cierta evidencia del sentido común y está en buena medida ligada al funcionamiento de nuestras instituciones políticas y económicas. El empresario, el obrero, el consumidor, así como el ciudadano son desde la lógica de las instituciones a las que están ligados, fundamentalmente sujetos. En el plano de la comunidad lo determinante del sujeto es la libertad entendida como autonomía. El problema del otro surge cuando es necesario asegurar, la reciprocidad en tanto reconocimiento e igualdad de los hombres como sujetos. El contrato es el mecanismo institucional idealmente concebido para este fin. Las luchas sociales, las rupturas de los contratos sociales y políticos, las guerras civiles e internacionales, han mostrado, sin embargo a largo de la historia las limitaciones de este mecanismo. Este relativo fracaso del contrato nos permite, sin embargo, entrever la tensión que rige el encuentro de uno con el otro en comunidad moderna, es decir la tensión entre igualdad y libertad, como una tensión contenida en la idea del hombre como sujeto. El sujeto moderno es doble, es al mismo tiempo un hombre y un ciudadano. Esta duplicidad y esta tensión es lo que constituye el sentido del sujeto moderno. El sujeto es un hombre que busca su autonomía individual y social mediante una institución que la asegure para todos los hombres del mundo. En este sentido, el sujeto es el hombre como ciudadano del mundo, tal como lo caracterizó Kant en su antropología. Las críticas contemporáneas a la idea del hombre como sujeto, que en su expresión filosófica veremos en Heidegger, ignoran sin embargo esta duplicidad del sujeto como hombre y ciudadano, al amputar el aspecto político de la idea de sujeto. Esta idea tenía ya una larga historia antes de llegar a esta formulación kantiana Se postula por primera vez en San Agustín en la alta Edad Media, como la interioridad en la que el alma "recuerda" el conocimiento implícito que tiene de sí, lo saca a luz y al hacerlo descubre su verdadero fin, su bien, que es uno con el amor a Dios. Ya en esta primera formulación de la idea del hombre como sujeto, éste se concibe como un ciudadano, aunque no todavía de una institución externa sino de una ciudad interior, moral, que depende de aquello hacia donde se dirige el alma, lo que ama. Si lo que desea el alma es el hombre, se será ciudadano de la ciudad terrena que surge del crimen y lo perpetúa; si en cambio ama a Dios y sujeta a él su voluntad, será ciudadano de la ciudad de Dios. La sujeción interior de la voluntad del hombre a la ley de Dios hace posible la reciprocidad y la igualdad pero a costa de resignar la autonomía. La idea del hombre como sujeto adquirirá una nueva configuración en Descartes antes de surgir plenamente en la idea del sujeto kantiano que mencionamos. Dentro de la filosofía contemporánea veremos en Merleau Ponty y Balibar dos intentos de recuperar una noción de sujeto no amputada de su contenido político que supere las críticas heideggerianas. Finalmente desde la perspectiva de Latinoamérica haremos junto con Kusch una inversión de perspectiva. En vez de buscar al sujeto en la condición de un ciudadano determinado por la constitución, hallaremos el fundamento de ésta en el estar-siendo del hombre, que se determina en el ser, mediante sus instituciones y sus símbolos, pero en tanto está unido a la potencia creadora del estar. Método de trabajo El profesor puede preparar ejercicios tomando como fuente los textos de los filósofos seleccionados para el año, adaptándolos a la metodología utilizada según queda explicitado en el ejercicio modelo que se adjunta. La finalidad es: . Que el alumno comprenda conceptos en función de sus contextos culturales. . Que identifique argumentos, que reconozca contradicciones. . Que argumente de manera consistente y relevante. . Que detecte supuestos y formule críticas. . Que genere hipótesis, establezca síntesis o extraiga conclusiones. A modo de modelo presentamos el siguiente ejemplo, programado por el equipo Técnico-Docente del Comité Central de la Olimpíada Argentina de Filosofía a los efectos de poder visualizar la aplicación de los elementos enunciados anteriormente. Eje B “Con predilección mayor tal vez que todos los ciudadanos atenienses, puesto que ni siquiera para ver un espectáculo saliste nunca de la ciudad ni fuiste a otra parte alguna sino por servicio militar, ni hiciste jamás excursiones, como los demás hombres, ni te entraron ganas de ver con tus propios ojos otras ciudades y otras leyes, sino que nosotras te satisficimos y te satisfizo nuestra ciudad. ¡Tanto es lo que nos distinguiste y tanto lo que aceptaste nuestra ciudadanía!, aún dejando aparte que en ella, como en la ciudad de tus complacencias, engendraste a tus hijos. Más aun: en este mismo proceso judicial estuvo en tu mano ponerte cual castigo el destierro, si así lo hubieras querido, y haber hecho entonces con el consentimiento de la ciudad lo que ahora contra su consentimiento emprendes. Mas en aquella oportunidad te vanagloriaste de que no se te daba nada de tener que morir, sino que preferías, más bien, como dijiste, la muerte al destierro. Pero ni te avergüenzas de lo que dijiste ni nos respetas a nosotras, las leyes, puesto que te has propuesto destruirnos, y obras como le hubiera el más vil de los esclavos, intentando fugarte contra aquellos contratos y conciertos a tenor de los cuales conviniste en vivir como ciudadano nuestro”. (Platón, Critón) “....porque me dirían [las leyes]: “Sócrates, grandes testimonios tenemos que nosotras y la ciudad hemos sido de tu agrado, que, si por excepcional manera no te hubiéramos agradado, no habrías hecho de esta ciudad tu estancia preferida”. A. Análisis del texto 1. ¿En qué falta incurriría Sócrates si escapara de la cárcel? Reconstruye el argumento de las Leyes 2. ¿Qué clase de libertad prefirió conservar Sócrates al no elegir el destierro? Fundamenta. B. Interpretación 3. Lee y compara el siguiente fragmento del sofista Hipias de Bus con lo afirmado por Platón: “¡Oh hombres aquí presentes! Os creo a todos unidos, parientes y conciudadanos, no por la ley, porque lo semejante está unido en parentesco por naturaleza, pero la ley (nomos), tirano de los hombres, en muchos casos emplea la violencia contra la naturaleza” (Protágoras, 337c; Dils, 11, 13. Tomado de Roig, A. A. Ética del poder y moralidad de la protesta) . ¿Qué crítica al juicio de las Leyes puedes hacer tomando como punto de partida lo afirmado por Hipias? 4. Tú que eres conocido como un activo partidario de defender las leyes y combatir el robo en tu ciudad y te encuentras ante la siguiente encrucijada: Tu padre está al borde de morir de una enfermedad cuya cura sólo es posible mediante una droga recientemente descubierta. Pero el laboratorio que la fabrica se niega a venderla a precios accesibles a todos, por lo cual no tienes los recursos necesarios y no puedes comprarla . Un grupo de personas, que están en tu misma situación, te proponen robar la droga. Construye un diálogo entre Sócrates e Hipias acerca de cuál es la mejor decisión que deberías adoptar. 5. ¿Crees que pueden coincidir la libertad del hombre con la del ciudadano? Intenta apoyarte en los conceptos que has elaborado a través de tus respuestas a los ítems anteriores, para construir una respuesta bien argumentada. Bibliografía Aristóteles, Ética a Nicómaco, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1981,. Castoriadis, Cornelius, Institution imaginaire de la societé, Seuil, 1975 Chartier, Roger, El mundo como representación. Barcelona, Gedisa, 1995. Cullen, Carlos, Reconocimiento y pluralismo. El lugar del otro en la formación del sujeto moral, [En] Memorias del XIV Congreso Interamericano de Filosofía, Puebla, 1999. Hegel, G.W.F., Fenomenología del Espíritu, México, Fondo de Cultura Económica, 1981. Hernández, Enrique, La piedra que desecharon los constructores, Revista de Filosofía Latinoamericana, nro. 13, 1988. Jaenson, Francis, Sartre par lui-même, Paris, Gallimard, 1960. Kant, Immanuel, Una respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?, Tecnos, Madrid, 1988. Kohan, Walter, Filosofía caminhos para seu Ensino, CNPq, DP6A Editora, Rio de Janeiro, 2004. Lobosco, Marcelo, La Filosofía como disciplina de síntesis, Revista Conexión Abierta, Buenos Aires, UAI, 1999. Sartre, Jean Paul, Critique de la Raison dialêctique, Paris, Gallimard, 1960. _______________El existencialismo es un Humanismo, Buenos Aires, Huascar, 1980. Vermeren, Patrice, Le rêve democratique de la Philosophie, Paris, L Harmattan, 2001. 1 Profesor y Licenciado en filosofía, Universidad de Buenos Aires, DEA Universidad de Paris 8, Consultor de Unesco y Organización de Estados Iberoamericanos, Director ejecutivo de la Olimpíada Argentina de Filosofía, Profesor adjunto de la Universidad de Buenos Aires. 2 Agradezco, la colaboración en el presente artículo de los Profesores Eduardo Bianchini y Beatriz Gercman, respectivamente. LA TRAMPA DE LA TRADICIÓN Rita M. Novo Abstract THE TRAP OF THE TRADITION To teach philosophy today implies the challenge of a thinking capablly of taking charge of its own proper current importance, inscribing the philosophy at present and at the same time to turn this area of inscription into an object - problem of the philosophy. On the other hand it implies the utilization of new technologies that extend the field of possibilities to the processes of education. Also a challenge respect the transformations that needs the education to accompany the changes that intensively shape the present and like that, the tradition constitutes a trap because its invocation corresponds to the position that renounces the present as condition. " To want to preserve the class philosophy in its old form is to fall down in the trap " since it forms this is historically tied to a function that is prompt to disappearing; to support it, It will go to considering the education to be like empty and expired dispensation and the possibility of his suppression discussion that takes a new sense, a light in the problems that the philosophy teaching raises in an "globalizated" world. Resumen Enseñar filosofía hoy implica el desafío de un pensar capaz de hacerse cargo de su propia actualidad, de inscribir a la filosofía en la actualidad y al mismo tiempo convertir ese ámbito de inscripción en un objeto-problema de la filosofía. Por otro lado implica la utilización de nuevas tecnologías que amplían el campo de posibilidades de los procesos de enseñanza. También constituye un desafío respecto de las transformaciones que requiere la educación para acompañar los cambios que aceleradamente modelan el presente y así, la tradición se constituye en una trampa en la medida que su invocación corresponde a la posición que reniega del presente como condición. “Querer conservar la clase filosofía en su vieja forma es caer en la trampa” ya que esta forma está históricamente ligada a una función que está pronta a desaparecer; mantenerla, llevará a considerar como vacía y caduca la enseñanza que se dispensa y de allí, la posibilidad de su supresión; discusión que cobra un nuevo sentido a la luz de los problemas que plantea la enseñanza de la filosofía en el mundo “globalizado”. La enseñanza de la filosofía asume las dificultades que el mismo saber afronta para insertarse en el campo de los saberes legitimados en la sociedad contemporánea. La celeridad con que se producen los cambios en nuestro mundo ha sido acompañada de un viraje del pensamiento que busca interpretar la realidad y otorgar significados a fenómenos que se imponen por su novedad. La segunda mitad del siglo XX se ha caracterizado por el debilitamiento de las estructuras que permitían comprender al mundo: conceptos universales o enunciados de carácter general cuya verdad se predicaba de manera absoluta. Los universales han dejado de tener valor explicativo, antes bien, conceptos tales como sujeto, objeto, mundo, valor, necesitan ser explicados a partir de los procesos que los constituyen y les otorgan significación. La linealidad y la necesidad con que la modernidad clásica pensaba la historia de la humanidad y también el desarrollo de la razón humana, consumada en el saber científico, dan paso a un pensar que se sitúa en la discontinuidad, en la fractura, en la contingencia del devenir histórico. En este marco, las certezas se asumen en la transitoriedad del acontecer humano y por tanto ofrecen menos seguridad. La filosofía busca ordenar y componer este recorrido del pensamiento en el que la actualidad se impone como objeto de reflexión. La complejidad radica en la distancia imperceptible que nos separa de nuestra actualidad, la que nos constituye como sujetos , la que no podemos menos que considerar porque conforma nuestros gustos, nuestras necesidades, nuestro mundo y el modo de aproximarnos a él . Ésta, que caracterizamos por sus manifestaciones puntuales en el avance científico y tecnológico, en la racionalidad económica imperante, en el aumento de las desigualdades sociales, en el discurso y las prácticas en defensa de los Derechos Humanos y también en su hostigamiento, en los medios de comunicación masiva, en las nuevas formas de orientación de la opinión pública, en la globalización, la saturación de información, etcétera, etcétera, es la condición de posibilidad de toda práctica social, el suelo en el que se asientan nuestros interrogantes y también nuestras respuestas. Enseñar filosofía hoy, por un lado, implica el desafío de un pensar capaz de hacerse cargo de su propia actualidad, de inscribir a la filosofía en el presente y al mismo tiempo convertir ese ámbito de inscripción en un objeto-problema de la filosofía. “Querer conservar la clase de filosofía en su vieja forma es caer en la trampa” decía Foucault, en una entrevista publicada en Le Nouvel Observateur con el nombre de “La trampa de Vincennes” (Le piège de Vincennes). Entre los años 1969 y 1970 Foucault dirigió el departamento Filosofía de la Universidad de Vincennes, creada con posterioridad y a consecuencia de los acontecimientos del mayo del 68. Los enfrentamientos con el gobierno se multiplicaron desde su creación y en 1970 el Ministro de Educación decidió suprimir el reconocimiento de los títulos que otorgaba. En ese contexto y a propósito de los nuevos Planes de Estudios que proponía en la nueva Universidad, Foucault argumentaba en contra de la tradición en la enseñanza de la filosofía, de su vieja forma, históricamente ligada a una función que consideraba pronta a desaparecer, con lo cual mantenerla, llevaría a considerar vacía y caduca la enseñanza que se dispensara y de allí, la posibilidad de su supresión. La tradición se constituye en una trampa en la medida que su invocación corresponde a la posición que reniega del presente como condición. En esta entrevista que recogen los “Dits et ecrits”, Foucault polemiza con la ortodoxia académica y aunque el punto de partida es la enseñanza de la filosofía en Francia, su análisis se desvía hacia el sentido mismo de la filosofía, su significación histórica y su función en el planteo de problemas que se renuevan, se amplían, se transforman. “Lo que existe son los filósofos, una cierta categoría de individuos cuyas actividades y discursos varían mucho de acuerdo con el tiempo. Lo que los distingue, como sus vecinos los poetas y los locos, es la división que los separa y no la unidad de un género o la constante de una enfermedad”.i Los biógrafos señalan que ese pasaje por Vincennes transformó al mismo Foucault, y desde una puesta en perspectiva histórica de los saberes que le permitía pensar la actualidad produce un viraje hacia una perspectiva política en el planteo de problemas filosóficos. La cuestión de la filosofía es la cuestión de este presente que está en nosotros mismos. Por eso la filosofía hoy es enteramente política y enteramente históricai decía Foucault Ontología del presente y política de la verdad, situación de la filosofía que no ha dejado de caracterizarla desde el siglo XVIII. Interrogación por la actualidad que toma en Kant la forma ¿Qué es la Ilustración? y que Foucault traduce por ¿Qué es lo que ocurre hoy?, ¿Qué es lo que pasa ahora?, ¿qué es ese ”ahora“ en el interior del cual estamos unos y otros y que define el momento en el que escribo? No es ésta la primera vez que la filosofía se ocupa del presente, sin embargo Foucault advierte que la cuestión se centra en lo que es este presente, trata en primer lugar, sobre la determinación de un cierto elemento del presente al que hay que reconocer, distinguir, descifrar de entre los otros. ¿Qué es lo que en el presente tiene sentido para una reflexión filosófica? i Foucault recupera este breve texto de Kant para señalar una nueva modalidad de interrogar, que es posible rastrear hasta nuestros días bajo formas diversas. Le interesa remarcar una actitud, un ethos en ésta que considera una ontología crítica de nosotros mismos y a la vez un análisis histórico de los límites que nos contienen y su posibilidad de franquearlos. La filosofía desde esta perspectiva es histórica y es política, se constituye en un modo de problematizar, de inquirir, de indagar en las reglas de producción de verdad, en la construcción de la subjetividad, en suma, en las relaciones de poder. La filosofía es enteramente política porque no hay afuera del poder y es histórica porque su desafío es poner al pensamiento a prueba de los acontecimientos, de la actualidad, de la experiencia presente. No consiste en permanecer en el ámbito confortable de lo ya pensado sino en interrogar de nuevo las evidencias y los postulados, cuestionar los hábitos, las maneras de hacer y de pensar, disipar las familiaridades admitidas, retomar la medida de las reglas y las instituciones a partir de esta reproblematizacióni. Esta discusión cobra un nuevo sentido a la luz de los nuevos problemas que plantea la enseñanza de la filosofía en el mundo “globalizado”; un mundo del que nos dicen mucho más la sociología, la psicología o la historia, que la filosofía. Si asumimos que la filosofía es mucho más que la indagación, análisis y reflexión acerca de los sistemas consumados en la historia de las ideas, si aceptamos que hacer filosofía y enseñar filosofía implica hacerse cargo del mundo en el que nos es dado vivir, entonces seguramente compartiremos la aseveración foucaultiana acerca de la necesidad de renovación permanente de la vigencia de la filosofía y su enseñanza. ¿Cuál es el papel que desempeñan, en este esquema de posibilidades de nuestro presente, las nuevas tecnologías? Sin duda que constituyen un medio importante en la transformación de los procesos de enseñanza y su adecuación a nuevas necesidades. Pero la real transformación no se exige sólo de los medios o de las estrategias sino fundamentalmente se refiere al modo de concebir a la filosofía en su vinculación con otros saberes. No obstante, la distancia que separa a numerosas poblaciones de nuestro país de los centros educativos, sumado a la compleja situación económica que en muchos casos impide el traslado requerido para proseguir estudios de nivel superior, las nuevas herramientas que proveen los desarrollos tecnológicos pueden resultar eficaces para suplir o complementar la formas de educación presencial. Entre las muchas posibilidades que ofrece el uso de Internet, la enseñanza virtual o enseñanza en línea también constituye un desafío respecto de las necesarias transformaciones requeridas en la educación para acompañar los cambios que aceleradamente modelan el presente. La construcción de un espacio virtual de interactividad, es bastante diferente de la plataforma tecnológica o e-learning o como se quiera denominar el instrumento que organiza y diseña la comunicación entre dos o más interlocutores en una situación comunicativa de naturaleza educativa; implica una propuesta que sustente la interacción entre los agentes en torno a cuestiones problematizadoras . Sin duda, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación producen una revolución en la enseñanza, constituyen un nuevo campo de posibilidades en el que es preciso indagar, pero su uso no define la alternativa de “no caer en la trampa” y esa cuestión es ella misma filosófica. Con la mirada en ese horizonte de desafíos y en procura de la afirmación de esa actitud que Foucault recuperaba como un ethos, programamos una Maestría en Filosofía con modalidad semipresencial i, utilizando los desarrollos tecnológicos de última generación que nos proveía el Portal EDUCAR del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. La Maestría se centró en tres ejes en los que creímos era posible identificar cuestiones de interés para una reflexión filosófica que diera cuenta del presente: así poder, trabajo y sociedad se conformaron en los grandes núcleos en torno a los cuales se organizó el diseño curricular. i En la pretensión de aportar elementos de reflexión desde el ejercicio filosófico a algunos aspectos de la novedad que constituye el presente, entendimos que estos tres núcleos permitían reconocer algunos cambios sociales e institucionales significativos en las últimas décadas. Nos referimos a las configuraciones del poder en el nuevo sistema financiero, las nuevas formas del capital, los sistemas de trabajo que han transformado el dispositivo tayloriano del capitalismo industrial, las formas actuales del trabajo, del empleo, y sus consideraciones problemáticas, la discusión teórico-política sobre el nuevo diseño de las jerarquías sociales, los nuevos grupos dominantes y las formas actuales de exclusión social, entre otras cuestiones. El modo como estas realidades se presentan, los discursos que las legitiman, las prácticas que generan, las resistencias que se configuran y su relación intrínseca con un sistema de saberes y una jerarquía de valores, se constituyó en el objeto de análisis de cada uno de los seminarios. El análisis de las nuevas formas de poder, las transformaciones en la sociedad, las nuevas problemáticas vinculadas con el trabajo determinaron un abordaje que permitiese combinar los recorridos históricos y las perspectivas coyunturales, desde la lectura y discusión de las fuentes clásicas, hasta las formas mediáticas en las que hoy se trasmite el saber. Los fenómenos de globalización económica y mundialización de la tecnología en los que nuestro país se halla incluido, así como la importancia del impacto que estos fenómenos producen en la sociedad y el Estado de la Argentina de fines de siglo XX, es motivo de investigaciones, reflexiones y nuevas problematizaciones, en el ámbito de las ciencias sociales y también de la filosofía, siempre que se afirma su vigencia, no sólo como recuerdo y prestigio, sino como exigencia y búsqueda renovada de soluciones a los problemas que plantea la actividad humana de manera continua. Esta forma de entender a la filosofía se condensa en las preguntas que Foucault planteaba en su genealogía: ¿cuáles son los juegos entre la verdad y el poder en las sociedades?, ¿qué política de la verdad se pone en funcionamiento en las instituciones culturales y los sistemas de valores?, ¿qué es una historia del presente?. En todas las respuestas a estas cuestiones es posible rescatar un enunciado: pensar la actualidad es una de las tareas de la filosofía. En ella se afirma su propia subsistencia, su renovada vigencia. La enseñanza de la filosofía es en este sentido diferente de la transmisión de conocimientos, es ante todo una actitud a lograr, un ethos. APÉNDICE MAESTRÍA EN FILOSOFÍA PRÁCTICA CONTEMPORÁNEA PODER, TRABAJO Y SOCIEDAD TíTULO QUE OTORGA Magister en Filosofía Práctica Contemporánea PERFIL DEL EGRESADO a) b) c) d) El egresado de la Maestría estará capacitado para la investigación en el campo de: el análisis de la cultura contemporánea, estudio acerca de los valores que informan la política y la sociedad actual, examen de los fundamentos y los avances en las Ciencias Sociales, la filosofía política contemporánea. PROPÓSITOS -Formar recursos a niveles científicos de jerarquía que puedan atender las demandas profesionales existentes en esta Universidad y en otros ámbitos académicos nacionales. -Profundizar y garantizar la formación de un área de excelencia en la especificidad de la Filosofía Práctica Contemporánea. -Brindar a los graduados de Filosofía la posibilidad de completar su formación sistemática de acuerdo a los stándares internacionales. A la vez ofrecer a graduados de otras disciplinas la posibilidad de entrenamiento en el ejercicio de la investigación que pueda ser de utilidad y aplicabilidad en el desarrollo de su profesión. -Lograr que el aspirante efectúe aportes originales acordes con las exigencias de calidad imperantes en la comunidad científica. PLAN DE ESTUDIOS Ciclo de Formación Básica: está integrado por cuatro asignaturas y dos seminarios sobre temáticas específicas a desarrollar. Ciclo de Formación Orientada: está conformado por Seminarios y un Taller de Tesis. Obligaciones Académicas: los seminarios se organizarán en torno a los ejes propuestos: Poder, trabajo y sociedad, y desarrollarán aspectos de los núcleos problemáticos que siguen: 1) El cambio de percepción del mundo natural y su influencia en la configuración espacio-temporal de valores, deseos y sentidos 2) El reordenamiento del mundo: dialéctica entre igualdad y libertad, creación y producción, autonomía y obligaciones políticas. 3) Dinámica de la conciencia individual y conciencia colectiva. Imaginarios en la relación memoria y olvido: mesianismos, utopías, quimeras, proyectos y narrativas históricas. DESCRIPCIÓN DEL SISTEMA Los cursos tendrán una duración cuatrimestral y la carga horaria teórica correspondiente se repartirá en cuatro encuentros con frecuencia mensual. A fin de asistir al estudiante en el proceso de investigación complementario a los desarrollos teóricos se organizará un sistema de tutorías a través de correo electrónico, y se utilizarán las posibilidades que ofrece Internet para la enseñanza a través de video chats, talleres on line, materiales expresamente elaborados para los cursos y otros recursos disponibles en la red. FILOSOFÍA, GLOBALIZACIÓN Y EDUCACIÓN SUPERIOR Augusto Pérez Lindo Abstract PHILOSOPHY, GLOBALIZATION AND HIGHER EDUCATION The aim of this work is to present the articulations among Philosophy, globalization and Higher Education. We ask first about the meaning of globalization, mundialization and universalization concepts. We point out that Philosophy aims to the universality of concepts while it suffers, in many ways, from ethnocentrism. In the globalization era it is imperative to assume a multicultural thought. We also point out that Philosophy does not face, as it must, the paradigm changes which are going on. Some topics and changes are proposed for the dynamic South American Higher Education to face the challenges of globalization and under developement. The search of regional integration leads to re-think the historical conscience, the cultural pattern and the Higher Education. We also try to point out the contributions from Philosophy to this process. Resumen Tratamos de mostrar en este trabajo las articulaciones entre la Filosofía, la globalización y la Educación Superior. Indagamos primero sobre el sentido de los conceptos de “globalización”, “mundialización”, “universalización”. Señalamos que la Filosofía apunta a la universalidad de los conceptos mientras padece en muchos aspectos de etnocentrismo. En la era de la globalización se impone asumir un pensamiento multicultural. Asimismo, se indica que la Filosofía no enfrenta como debiera los cambios de paradigmas que se están produciendo. Se proponen temas y cambios en la dinámica de la Educación Superior sudamericana para enfrentar los desafíos de la globalización y del subdesarrollo. La búsqueda de la integración regional conduce a repensar la consciencia histórica, el modelo cultural y la Educación Superior. Tratamos de señalar los aportes de la Filosofía en este proceso. I. Los conceptos de “globalización”, “mundialización” y “universalización” suelen pasar por equivalentes en el lenguaje ordinario.i Sin embargo, podemos distinguir en cada uno de ellos matices diferentes. Tratándose de la Filosofía no debemos olvidar que su proyecto encierra una búsqueda de la “universalización”. Idea que estuvo presente en el Budismo, en el Catolicismo, en el Renacimiento, en el Iluminismo, en el Marxismo y otras corrientes. En el fondo, como señala Claude Levi-Strauss en “Raza e historia”i, se trata de realizar el movimiento constante de las culturas hacia la singularización y la universalización. El concepto de “globalización” se fue imponiendo hacia 1990. En todos los foros se asumió que el mundo ahora está totalmente conectado a través de los medios de comunicación, los transportes, la economía capitalista y los sistemas informáticos. Todos coinciden en que por primera vez todas las culturas, los pueblos, los miembros del planeta están conectados entre sí y constituyen un nuevo sistema-mundo. Los movimientos ecologistas contribuyeron a destacar la globalidad de los problemas ambientales. Cuando Marx y Engels redactaron hacia 1844 el “Manifiesto Comunista” reconocieron que la revolución industrial y el capitalismo estaban dejando atrás las formas antiguas de producción y tendían a crear un espacio económico universal, lo que consideraban como propio de la evolución histórica. Frente a la “mundialización” que el capitalismo estaba operando opusieron la internacionalización de las luchas sociales, o sea, la lucha de clases a escala internacional. El concepto de mundialización fue asimilado por otra parte a la idea del progreso de la humanidad. Durante la mayor parte de los siglos XIX y XX la mundialización capitalista (bajo las formas del progreso económico-tecnológico o bajo las formas del colonialismo o el imperialismo) encontró un correlato en la internacionalización de las luchas sociales e ideológicas que el socialismo en sus distintas expresiones divulgó en todas partes durante más de un siglo. Si rastreamos un poco más atrás veremos que en distintos momentos históricos se tuvo la intuición de que la humanidad podía encontrar su destino en un proyecto global. Por ejemplo, los jesuitas desde el siglo XVI habían concebido un sistema de colegios y bibliotecas conectados en los cinco continentes. Llegaron a intentar la conversión al catolicismo del Emperador chino y por lo tanto de todos sus súbditos. En América del Sur habían iniciado la evangelización mediante el aprendizaje de las lenguas vehiculares aborígenes como el quechua y el guaraní. Fue uno de los intentos más audaces que en el pasado se imaginaron para llegar a la mundialización mediante el conocimiento. También podemos evocar la experiencia más lejana de la Biblioteca de Alejandría que dio origen desde el siglo IV a.C. al desarrollo de un sistema de educación superior libre, cosmopolita, pluralista.i Los reyes Ptolomeo idearon el proyecto de un centro que contuviera los conocimientos de todas las culturas en todos los campos disciplinarios. Recibían alumnos de la India, de China, de Arabia, de África, de Europa, de todo el mundo conocido entonces. El acceso a los libros era libre, lo mismo que el contacto con los sabios y especialistas de distintas disciplinas que eran invitados a residir en el Museion. La ciudad-puerto se convirtió en el primer mercado mundial de bienes culturales e intelectuales. Se traficaban a precios altísimos manuscritos filosóficos, religiosos, médicos y otros. Este ensayo precursor de un centro científico y universitario libre, cosmopolita y pluralista quedó trunco en el siglo IV d.C. y recién en el siglo XX encontramos tentativas equivalentes. Ver: Augusto Pérez Lindo, “Globalización, postmodernidad, mutaciones: cambios del mundo y cambios de paradigmas”, en: A. Pérez Lindo (comp.) Nuevos paradigmas y filosofía, Oficina de Publicaciones del CBC, Bs.As., v.3, 1997, pp.5-53. i C. Levi-Strauss, Race et Histoire, Gonthier, Paris, 1961. i II. La evocación de estas experiencias históricas sirve para destacar que la idea de “mundializar” las culturas y los conocimientos tiene antecedentes lejanos. En este sentido la “globalización” actual no es una novedad absoluta, aunque tenga características inéditas. Si profundizamos un poco más el análisis constataremos que la búsqueda de una comunidad universal estuvo presente en distintos momentos de la historia de la humanidad. Podríamos entonces sostener esta tesis: tanto la particularización (o sea, la construcción de la identidad étnica y luego la individualización) como la universalización forman parte de la evolución humana desde hace varios milenios. En el libro “Raza e historia” que Levi- Strauss escribiera para la UNESCO en 1952 encontramos la tesis de que las culturas humanas parecen oscilar entre la afirmación de las particularidades y la búsqueda de lo universal. La invención de la filosofía por los filósofos jónicos en la Grecia Antigua y por los budistas en la India hacia el siglo VI a.C. tiene una particular relevancia en la formación de una “conciencia universal”. Podemos considerar que así como las religiones monoteístas, 10.000 años atrás, habían combatido el animismo y el politeísmo introduciendo la idea de Un ser trascendente al mundo que religaba a todas las conciencias humanas entre sí y con la Ver: A. Pérez Lindo (2003). Universidad, conocimiento y reconstrucción nacional, Biblos, Bs.As., Cap. 2: “La evolución de la educación superior”. i naturaleza, la Filosofía introdujo la idea de que era la razón (o el conocimiento entre los budistas) lo que sostenía la construcción de un universo compartido por todos los humanos. Es cierto que los filósofos jónicos identificaron los primeros principios con el aire, el sol, la tierra, el agua y otros elementos. Pero muy pronto se impuso la conciencia de que el principio universal surgía del Logos, de la Razón. Los budistas, por su parte, siempre rechazaron toda representación substancialista prefiriendo hablar del “conocimiento” sin presuponer ni la existencia de un alma individual ni un universo organizado a través de totalidades. La Filosofía aparece entonces en la historia de la humanidad como una reflexión que revela al ser humano dotado de una capacidad universal para pensar el mundo. Y aunque en principio se creyó que esto fuera un atributo de unos pocos iniciados en el uso sistemático de la inteligencia, muy pronto se reconoció que la búsqueda del saber y de la verdad estaban al alcance de cualquier ser humano, algo que estaba implícito, pero negado, en diversas culturas anteriores al desarrollo de la filosofía. Una de las particularidades de la filosofía es que postuló la “universalidad” como atributo necesario de todo enunciado que pretendiera ser “verdadero”. La amalgama verdaduniversalidad fue claramente percibido por San Pablo, fundador de la idea del “catolicismo” (katholos en griego designa lo universal). Y aunque este predicador renegara de la Filosofía a favor de la Fe entendió que la trascendencia del cristianismo dependía de su caracterización como un mensaje universal y no como expresión de una comunidad particular. En la “Fenomenología del Espíritu” de Hegel (1832) encontramos más de una clave para entender el proceso de universalización humana a través de la Filosofía. Se trata tal vez del mayor intento por explicar la evolución de la humanidad a través del progreso dialéctico de las ideas filosóficas. Muchos criticaron esta visión por considerarla idealista o reduccionista. La trascendencia del pensamiento hegeliano en este punto reside no tanto en su sistema teórico sino en la intuición que le da origen, a saber, que la humanidad avanza contradictoriamente hacia una toma de conciencia universal que las filosofías contribuyen a explicitar. El legado de Hegel es la incorporación de la historicidad en todos los fenómenos humanos. III. ¿Cuál sería el lugar de la Filosofía en la era de la “globalización”?. En general podemos percibir actualmente un serio desfase entre la filosofía y la comprensión del proceso globalizador en curso. Por ejemplo, el currículo universitario en Occidente sigue siendo etnocéntrico. Los estudios de filosofía están centrados en los autores europeos o norteamericanos, siguen repitiendo al infinito que la invención de la filosofía “universal” fue exclusiva de los griegos. Se deja el estudio del pensamiento en India, África, América del Sur y otros lugares, como parte de las “filosofías particulares”, como singularidades étnicas. También podemos acotar que la producción filosófica académica sigue siendo marcada por la exégesis de autores reconocidos y en cambio se dedica muy poco al estudio de las transformaciones actuales: globalización, informatización, cientificación de la sociedad, el surgimiento de las biotecnologías, de la realidad virtual o de nuevas subjetividades. Son excepciones los estudios multiculturales y los estudios de género en numerosas universidades, sobre todo de Estados Unidos, los estudios sobre el pensamiento sudamericano o el pensamiento asiático. Podemos considerar como un agravante del desfase de la Filosofía el hecho de que la corriente post-moderna euro-norteamericana ha tendido a interpretar como una actitud universal el desengaño o el nihilismo que predomina en las culturas dominantes occidentales sin tomar en cuenta que mientras en Europa se consuma la realización de ciertos modelos de pensamiento en otras culturas asistimos a la emergencia de nuevas realidades: el integrismo islámico, el capitalismo asiático, el post-liberalismo sudamericano, etc. Estamos asistiendo al surgimiento de un nuevo mundo, a la emergencia de nuevas realidades que reclaman ser interpretadas por los filósofos y otros especialistas.i Pero los filósofos postmodernos decretaron el fin de las nociones de verdad y realidad, del sujeto y de otras categorías que remiten al pasado. Richard Rorty propone diluir la filosofía en las ciencias humanas o en la literatura, Gianni Vattimo hace la apología del “pensamiento débil”, Baudrillard afirma que ya no tienen sentido los grandes discursos sobre la humanidad. Al mismo tiempo que esto sucede en la “academia filosófica”, en el “agora mundial” miles de movimientos sociales defienden los discursos sobre los derechos humanos, numerosas organizaciones ecologistas pugnan por imponer una nueva concepción de la naturaleza, las empresas de avanzada desarrollan la “gestión del conocimiento” y el “pensamiento estratégico”, las instituciones científicas se abocan a la reflexión sobre la ciencia y sus alcances éticos, las corrientes religiosas y míticas emergentes cuestionan ideas y creencias dominantes. La des-orientación de muchos filósofos es patente. En el Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía de Córdoba 1987 el filósofo ruso Vadim Semenov, de la Academia de Ciencias de Moscú, intentó explicar de qué modo se estaba planteando la “reforma” (“perestroika”) en la Unión Soviética. Participamos del foro particular con Semenov donde nos relató de qué manera algunos pensadores próximos de Gorbachov habían preparado las condiciones ideológicas para cambiar el sistema vigente. (Notemos que la mayoría de los analistas fueron sorprendidos por la caída del muro de Berlín en l989). Una de las cosas que destacó, siendo dialéctico consecuente, es que las realidades habían cambiado mientras que las formas de pensar seguían siendo las mismas. En una actitud casi desesperada la sección de Filosofía publicó una serie de artículos en la revista de la Academia de Ciencias de Moscú bajo el lema “Ahora o nunca”. La gente no estaba en la Plaza Roja pidiendo la democracia pero los filósofos se anticiparon al cambio de mundo que necesitaban. El fenómeno de la “globalización” convoca por su propio alcance a la reflexión filosófica. Pero el quehacer filosófico se encuentra arrinconado en las universidades entre el pesimismo postmoderno, la exégesis tradicional de autores, los particularismos o la reproducción del canon occidental. Asumir la globalización implica ponerse en actitud de descubrimiento frente a las nuevas realidades que la acompañan: informatización de la sociedad, surgimiento de un nuevo proletariado mundial, nuevas fronteras de las ciencias cognitivas, centralidad de los medios audiovisuales, expansión de las biotecnologías, deterioro del medio ambiente y aparición de nuevas concepciones sobre la naturaleza, etc. Viendo las cosas desde este punto de vista podríamos decir que el océano de cuestiones filosóficas a tratar augura una demanda creciente de especialistas y estudiantes de filosofía en las próximas décadas. Siempre y cuando las facultades de filosofía no rehuyan el compromiso ético y epistémico con el objeto de su reflexión: el mundo. IV. Si nuestra hipótesis del “desfase” entre la “academia” y el “agora” resulta plausible entonces cabe preguntarse ¿qué propondríamos en la educación superior para afrontar desde la filosofía los problemas emergentes con la globalización?. Ante todo, siendo coherentes con los propósitos de la UNESCO que patrocina este libro, propondríamos la construcción de un currículo filosófico que contemple los aportes más relevantes de todas las culturas de oriente y de occidente. Todavía carecemos de una Enciclopedia Mundial de la Filosofía lo que es un síntoma de las barreras culturales, metafísicas y epistémicas que se interponen ante tremenda tarea. Para abordar la globalización la Filosofía tiene que globalizarse, tiene que descubrirse como expresión de las múltiples formas del pensamiento humano. i Ver: A. Pérez Lindo (comp.), El concepto de realidad. Teorías y mutaciones, Biblos, Buenos Aires, 2003. Una segunda manera de aproximar la filosofía a los problemas mundiales sería establecer un sistema internacional de becas para estudios filosóficos de postgrado en diversos países y contextos. Los sudamericanos sabemos tanto de la India como Cristóbal Colón hace 500 años. Los intercambios con India, China, países islámicos, África y sudeste asiático deberían equilibrar los flujos académicos casi exclusivos hacia Estados Unidos y Europa. Esta forma de “intercambio académico desigual” tiende a perpetuar el etnocentrismo y la dependencia intelectual respecto a los centros dominantes. En la Educación Superior en general se habla del currículo abierto como un recurso para evitar la endogamia y la mono-disciplinariedad. En el caso de la Filosofía la necesidad de apertura hacia diversos problemas es mayor que en cualquier otra disciplina. Por lo tanto, sugerimos que al menos un veinte por ciento del plan de estudios de Filosofía esté abierto a materias optativas (dentro de la institución) y electivas (en cualquier institución del país o el extranjero). Esta sería una manera simple de promover la transdisciplinariedad. V. Las iniciativas antes mencionadas (currículo global, becas e intercambio de postgrado, currículo abierto) apuntan a cambios en la formación de los estudiosos de filosofía. Ahora deberíamos preguntarnos ¿qué aportes puede hacer la Filosofía a los problemas actuales?. Proponemos la construcción de una “agenda de problemas actuales relevantes para la Filosofía” donde deberíamos afrontar por lo menos estas cuestiones: - la reelaboración del concepto de “realidad” a partir de los cambios que se han producido en los contextos del mundo y de las diferentes disciplinas; - la redefinición del concepto de la vida a partir de los procesos de manipulación biotecnológica de la naturaleza, de la vida, de las especies y de las estructuras del ser humano; - la sustitución progresiva de la memoria y de la inteligencia humana por las computadoras y el surgimiento de una “inteligencia supra-individual” a través de los sistemas de información; - las transiciones de la realidad “objetiva” a la “realidad virtual” en la cultura informática, en la educación a distancia, en las economías simbólicas, en las comunicaciones intersubjetivas del ciberespacio; - la crisis de la socialidad y de la solidaridad como consecuencia de la crisis del Estado, de la familia, de las relaciones sociales y de los valores; - - el deterioro progresivo de las capacidades de reflexión en la sociedad y en los sistemas educativos debido a la influencia de los medios de comunicación de masas, al avance del pensamiento mítico y a la desvalorización del pensamiento científico; la contemporaneidad y la pluralidad de las culturas en un contexto donde al mismo tiempo los medios de comunicación social dominantes tienden a la homogeneización de la cultura. Frente a estas cuestiones caben posiciones distintas porque la comunidad mundial vive los impactos de las mutaciones de manera diferenciada y porque el pluralismo cultural legitima la diversidad de interpretaciones. De modo que no debemos esperar que haya un consenso intersubjetivo homogéneo sino complejo, asumiendo las incertidumbres que siempre subsistirán. VI. La Educación Superior se encuentra en el “ojo de la tormenta”, es decir, en el corazón de las mutaciones en la medida en que el uso del conocimiento determina muchas de las alternativas de la sociedad. Sin embargo, es necesario subrayar que tanto como la ciencia, la tecnología y la educación, en la sociedad operan factores de poder y procesos que dependen de otras instancias. Sería incorrecto esperar de la educación una fuerza de transformación que ella misma no tiene sobre sí ya que depende de decisiones políticas, de condiciones económicas y sociales. Dicho esto, cabe destacar que la Educación Superior en América Latina involucra a más de 14 de millones de estudiantes en carreras de grado y de posgrado y a más de 600.000 profesores. Las clases dirigentes, los profesionales y los especialistas surgen de las universidades. Desde este punto de vista la centralidad de la Educación Superior es evidente. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la producción científica y tecnológica donde la baja inversión (cercana al 0,50% del PBI en promedio), la baja productividad, el bajo impacto, la dispersión de proyectos y la escasa capacidad para liderar procesos de innovación tecnológica colocan a América del Sur en situación vulnerable. Salvo sectores y países destacables el conjunto se encuentra en desventaja con la capacidad de las empresas trasnacionales y de los países industrializados incluyendo los emergentes como China, India, Corea y otros. Sin tomar en cuenta los factores económicos y los avatares políticos, que han sido variados y dramáticos en las últimas décadas, podemos observar que las políticas universitarias y de investigación no estuvieron fundadas en “políticas de conocimiento”, es decir, en análisis serios sobre la evolución de las ciencias, de las tecnologías y de las demandas sociales a escala nacional, regional y mundial. Las políticas institucionales estuvieron fuertemente dominadas por las demandas crecientes de diplomas profesionales y consecuentemente por los problemas de acceso masivo a la educación superior, por la diversificación de las ofertas académicas y por la calidad de la enseñanza. Por supuesto que estas cuestiones son relevantes, pero al concentrarse la preocupación en los problemas de adecuación a una demanda imaginaria del mercado profesional y en las cuestiones organizacionales se ha perdido de vista que lo que está en juego es la producción, la organización y la distribución de los conocimientos para asegurar el desarrollo de la sociedad. En las empresas se ha producido un giro en la temática gerencial al introducir como una dimensión importante la “gestión del conocimiento”. Lo cual significa reconocer que la competitividad de la empresa depende de cuánto valora la calidad de sus recursos humanos, la capacidad innovadora y la capacidad para satisfacer necesidades de la sociedad. El “giro cognitivista”, que ya había sido anunciado por Peter Drucker y por Alvin Toffler, no sólo significa revalorizar los “bienes intangibles” de la empresa sino también admitir que toda organización está marcada por los procesos y teorías de conocimiento que pone en marcha. En la Educación Superior la “gestión del conocimiento” todavía no ha cobrado similar relevancia, lo cual resulta paradójico pues las universidades constituyen por definición centros de producción y de transmisión de conocimientos. Pero los administradores han estado más ocupados en problemas de financiamiento, de funcionamiento, de acreditación, de reforma curricular, sin asumir que todas estas cuestiones podrían ser encaradas de manera más pertinente partiendo de una “política del conocimiento”. VII. Para América del Sur y para el MERCOSUR en particular, la cuestión de las “políticas del conocimiento” es decisiva por varias razones. En primer lugar, porque la región posee ya una masa crítica de universitarios, científicos y tecnólogos, capaces de producir un “salto hacia delante” en el proceso de desarrollo regional. Comparativamente el MERCOSUR tiene un potencial de este tipo mejor definido que el que tenía China al iniciar la década de 1970. Pero China definió a partir de este período una estrategia de crecimiento fundada en el uso intensivo de la investigación, la innovación tecnológica junto con una articulación muy fuerte con los sectores productivos. Dejando de lado la cuestión del liderazgo estratégico hegemonizado por el PC chino y el Estado, las potencialidades científico-técnicas eran de escala semejante. El caso chino, como el japonés, el coreano y otros en cuanto al uso intensivo del potencial científico para el crecimiento ponen en evidencia que la posibilidad de crecer con uso intensivo de conocimientos no depende en el caso de América del Sur de la existencia de los factores sino del despliegue de los mismos, es decir, de las políticas de desarrollo. Pero quienes deben llamar la atención sobre este aspecto, los universitarios, los científicos, se comportan como usuarios de la renta pública en busca de mayores recursos para reproducirse en lugar de colocarse en la función del liderazgo estratégico para modificar el modelo de desarrollo regional. Frente a la globalización, a la cientificación e informatización de la sociedad, la Filosofía tiene la responsabilidad de contribuir al análisis de los procesos de conocimiento que tienden a configurar la región y su futuro. Esto supone salir del pensamiento especulativo o meramente crítico para insertarse en la dinámica de la educación superior, del sistema científico y tecnológico. En lugar de quedarse en el sitio de los comentarios sobre lo que acontece la filosofía puede anticipar los criterios o las actitudes adecuadas para fortalecer el bienestar de la sociedad. VIII. Los filósofos alemanes encontraron hacia 1809 la ocasión para redefinir el estatuto de la universidad y de la sociedad alemana con la reapertura de la Academia de Berlín liderada por Humboldt. La Filosofía ocupó allí un lugar central pero como un camino para fortalecer el acceso a la ciencia y la cultura nacional. Para la Educación Superior sudamericana el desafío es equivalente: necesitamos fortalecer el conocimiento científico y humanista al servicio del desarrollo de nuestros pueblos. Esta premisa debiera orientar el esfuerzo de las escuelas filosóficas para redefinir el currículo de grado, los estudios de post-grado y la investigación a fin de que las comunidades académicas puedan operar como sujetos de pensamiento capaces de responder a los desafíos de la globalización y de los cambios del mundo. En este sentido resulta importante insistir en la formación interdisciplinaria de los estudiantes para evitar que el “paradigma profesionalista” dominante siga produciendo graduados con poca capacidad de reflexión epistemológica, filosófica y social. Por su propia naturaleza la Filosofía trasciende las fronteras y las contingencias históricas, aspira a la universalidad. En este sentido las singularidades y diferencias serían accidentes dentro de un proyecto mayor que nos vincula con la construcción de una ciencia y de una humanidad universal. Pero, por otro lado, atender a los desafíos singulares que presentan nuestras sociedades sudamericanas es el camino obligado para que aprendamos a valorizar el uso del pensamiento filosófico en la resolución de nuestros problemas. De modo que inevitablemente la Filosofía en la Educación Superior sudamericana ha de admitir esta tensión profunda y creativa entre la pretensión de universalidad y la afirmación de su singularidad. En la medida en que asistimos al surgimiento de un nuevo modo de producción y de transmisión de conocimientosi la Filosofía vuelve a ocupar un lugar de relevancia en tanto reflexión epistémica que puede resultar decisiva para comprender y orientar las derivas inciertas de la sociedad del conocimiento que se instala a escala mundial. Pese a los anuncios nihilistas o escépticos el pensamiento filosófico puede seguir siendo un faro para iluminar las alternativas que podemos elegir. En América del Sur la enseñanza de la filosofía a nivel superior puede contribuir a la formación de ciudadanos creativos, científicamente lúcidos y socialmente solidarios para afrontar al mismo tiempo los desafíos de la globalización y del subdesarrollo regional. i Ver: M. Gibbons: C. Limoges; H. Nowotny; S. S; P. Scott; M. Trow, La nueva producción del conocimiento. La dinámica de la ciencia y la investigación en las sociedades contemporáneas, Pomares-Corregidor, Barcelona, 1997; H. Wowotny; P. Scott; M. Gibbons, Re-Thinking Science. Knowledge and the Public in an Age of Uncertainty, Blackwell, Oxford, 2002. IDENTIDAD, EL OTRO Y LOS OTROS EN LAS TECNOLOGÍAS COTIDIANAS Miguel Angel Santagada. “Nosotros nos reconocemos como ‘nosotros’ porque somos diferentes de ‘ellos’. Si no hubiera ningún ‘ellos’ de los que somos diferentes, no tendríamos que preguntarnos quiénes somos nosotros". (Hobsbawm, 1996). Abstract IDENTITY, THE OTHER AND THE OTHERS IN QUOTIDIAN TECHNOLOGIES With this paper we discuss the possibilities for a notion of identities, fit to three aspects of current social existence: both the perception and conscience of de risk, the decline of thought agencies and the erosion of public life. The first aspect calls for constructing a communitarian feelling in favor to the protection of environment and every forms of life, the second aspect compels to forget the idea of a substantial and non historic identities. Last, but not least, the third aspect concerns to uses of communication technologies as tool for create and hold identities. Resumen Con este documento discutimos las posibilidades de una noción de identidades correspondientes a tres aspectos de la existencia social presente: la percepción y conciencia del riesgo, la decadencia de las ‘agencias de pensamiento’ y la erosión de la vida pública. El primer aspecto requiere construir un sentimiento comunitario a favor de la protección del medio ambiente y todas las formas de vida; el segundo aspecto compele a olvidar la idea de identidades substanciales y no históricas. Por último, pero no por ello menos importante, el tercer aspecto concierne a los usos de tecnologías de comunicación como herramienta para crear y sostener identidades. Vida cotidiana en la sociedad de riesgo. Es posible que no existan denominaciones más sugestivas para describir nuestra época que la de sociedad de riesgo (Luhmann, 1996). El término, además de pretender una descripción desapasionada del desarrollo de la modernidad occidental, funciona como una advertencia acerca de un porvenir cuyas condiciones generales suelen imputarse al desarrollo técnico-industrial. En un sentido restringido, el riesgo al que se hace alusión puede comprenderse mejor si se lo asocia con la idea de efectos colaterales o de consecuencias indeseadas. Como una mueca trágica y farsesca de la idílica justicia poética, el desprecio o el descuido por circunstancias brutalmente descartadas en los cálculos de factibilidad puede verse castigado con catástrofes incontrolables, que afectarían (como ya lo han hecho) el medio ambiente y la vida o la salud de varios cientos de millones de personas. Sobre la base de tal advertencia, el riesgo también provoca cierto inusitado interés por debatir públicamente y por hacer objeto de la política cuestiones que en la era posterior a la Revolución Industrial sólo habían permanecido bajo la (descuidada) atención de los monopolios corporativos. La relación con la naturaleza, que implica el agotamiento de los recursos no renovables y la gestación de consecuencias no previstas a partir del desarrollo de las tecnologías, configuran sólo dos de las esferas iluminadas por el debate en torno a las potenciales amenazas que el progreso técnico plantea a la vida social en las próximas décadas. Ciertamente, asuntos como los mencionados implican mucho más que un retaceo a las iniciativas empresariales, y un condicionamiento tanto de las tasas de rentabilidad de las inversiones privadas como el futuro inmediato de las economías emergentes. Se trata, en última y definitiva instancia, de la eventual desaparición de nuestras formas conocidas de existencia social. Un panorama semejante al del intempestivo derrumbe de un teatro: los actores abandonan a sus personajes y buscan conservar lo que verdaderamente importa: lo que son en realidad. Por esa razón, el concepto de sociedad de riesgo ha sido retomado como eje para el análisis de las políticas culturales. La cuestión se plantea a partir de un proceso que autores como Adorno y Horkheimer (1967) no dudaron en vincular con el creciente poderío de la técnica y de la razón instrumental. Junto con la ausencia de consideración dispensada a los efectos secundarios o colaterales, las tradicionales agencias colectivas de pensamiento se han eclipsado tras el vertiginoso destello de los numerosos displays mediáticos incorporados al entorno doméstico. Hasta no hace mucho, aquellas agencias funcionaban como promotoras de visiones del mundo, organizaban las expectativas individuales y reducían la incertidumbre mediante construcciones simbólicas de fuerte impacto emocional y de sólida –por indiscutida y prestigiosa– eficacia persuasiva. La labor de esas agencias apuntalaba la instauración de un “sentimiento de comunidad”, que aunque no resistiera el menor examen histórico o científico, favorecía la integración social y lograba redireccionar el disconformismo mediante apelaciones a un futuro mejor, al sacrificio personal, a la causa de la justicia o de la democracia, etc. Tal sentimiento de comunidad, en términos generales, funcionaba como un reflejo espasmódico de los individuos frente a las marcas identitarias construidas como soporte más o menos efectivo de los vínculos sociales demandados en las épocas de organización de los estados nacionalesi. El poder convocante de esas agencias fundacionales de la ciudadanía ilustrada se ha disuelto por imperio de varias circunstancias relacionadas. Aunque el proceso de disolución ha sido largo, suele indicarse que desde mediados de los ochenta se han intensificado unos factores clave en la pérdida de horizontes integradores del pensamiento y la acción: la creciente dependencia del sistema educativo respecto de las demandas de capacitación planteadas por el mercado de trabajo, la extensión y penetración en los hogares de los medios de comunicación, el desistimiento, promovido por la ideología neoliberal, de las funciones protectoras y reguladoras del Estado son, entre muchos otros, aspectos de este proceso que ha sido caracterizado por Ulrich Beck (1996) como de individualización. Al cabo de este proceso se verifica una suerte de fragmentación de los vínculos sociales que dejaría a los individuos expuestos a riesgos cuya magnitud excede ampliamente los límites de su capacidad de respuesta. La creciente ineptitud de las agencias tradicionales quedaría evidenciada en la irredimible incompatibilidad de intereses contrapuestos, cuya coordinación no puede ser encarada sino a un costo muy alto de pérdidas de vidas o de cataclismos irreparables. No obstante, los ciudadanos igualmente requerimos y por ende debemos procurarnos las definiciones y orientaciones que las agencias identitarias ya no pueden ofrecernos. Barthes sostenía que no hay pueblo sin leyenda o mitologías; tal vez por esta razón ha sido preciso recurrir a instancias sustitutas de las tradicionales agencias, que produjeran estas construcciones. Pero el alcance de estas noveles instancias se encuentra reducido a las demandas más o menos esporádicas que plantea una coyuntura volátil y de repentinas transmutaciones. Un ejemplo palmario de esta cortedad de las construcciones identitarias puede obtenerse de las artes contemporáneas, que han acentuado la experiencia de desamparo de la vida cotidiana, proponiendo obras inconclusas, cuyo sentido queda librado a las decisiones de los espectadores o consumidores. Ya no serían las obras de arte las que imponen sentidos a las audiencias, oficiando como instituciones de orientación y organización de las ideas, sino que, libradas a su propio impulso, las audiencias asisten en el arte contemporáneo a la puesta en escena de la perplejidad, del enigma y del caos que emergen de esta subjetividad sin límites ni autoridades reconociblesi. En las sociedades latinoamericanas, la advertencia sugerida por el concepto de riesgo puede sonarnos extraña; a un desarrollo industrial y tecnológico insuficiente, se suma un proceso de democratización que no alcanza a satisfacer los estándares de las economías desarrolladas, y una ostensible disparidad en el acceso a los bienes, la información y el conocimiento. Acaso sea más sensato indicar que nuestro riesgo no es percibido como dependiente de un cambio catastrófico que podría ocurrir en el futuro como consecuencia del desarrollo tecnológico. Más bien, el riesgo parece consistir en el hecho de que las condiciones sociales y económicas del presente sigan manteniéndose por mucho tiempo más. Las poblaciones carecientes de nuestros países son el aquí y ahora de un riesgo -es decir, el aspecto de un daño ya causado- que en las sociedades industrializadas se intuye cautelosamente como una probabilidad futura. Recuérdese que en el último lustro, la población pobre de nuestro subcontinente creció en un 20 % respecto del quinquenio anterior, y alcanzó la cifra de 220 millones de personas, un 45% de la población total. La cifra total de personas analfabetas totales o funcionales y de semianalfabetas que no tienen acceso a la información, al conocimiento o a las tecnologías básicas como el teléfono pueden resultar todavía más aterradoras (Pinzón, 2003), en contraste con la optimista y benévola creencia emanada por la noción de sociedad de la información. A pesar de estas diferencias, el aspecto cultural de la sociedad de riesgo se plantea en nuestras naciones con una intensidad similar a la que se diagnostica para los países industrializados. La fragmentación de los vínculos sociales también presenta signos característicos en países donde la economía informal, el narcotráfico, la indigencia y la crisis de representatividad se posicionan como elementos contra los que se muestra sobrepasado el orden legal. De este modo, a pesar de la diversidad de las circunstancias económicas y materiales, la debilidad de las agencias culturales parece ser un rasgo común de las sociedades del temprano siglo XXI, al menos desde el punto de vista de la construcción identitaria. No es que no haya objetivos para los cuales convocar. Simplemente, parecen agotadas las bases legítimas desde las cuales lanzar las convocatorias. Además, el concepto de riesgo nos dice de qué cosas cada uno debe protegerse, pero no se pronuncia acerca de qué corresponde hacer colectivamente, para conjurarlo. Individuación y riesgo de desprotección. El proceso de individuación sugiere un panorama de fragmentación en el que las metáforas tradicionales relativas a la cohesión y a la integración de las sociedades resultan inadecuadas. Para no citar más que algunos ejemplos emblemáticos, obsérvense los fenómenos que la crítica cultural suele señalar como característicos de nuestro presente: las comunidades nacionales están sucumbiendo en consonancia con la debilitación de las agencias identitarias ancladas a la tradición y al territorio (Beck, 1996); los sistemas educativos carecen de la legitimidad o de los recursos con que imponer referentes comunes, ya que rivalizan con ellos los medios de comunicación, también desterritorializados y orientados por políticas mercantiles de entretenimiento superficial (Ortiz, 1994); por último, la proliferación de técnicas y estilos del llamado arte mediático sugiere el abandono progresivo de la pretensión de transmitir mensajes o contenidos (Poissant, 1995, Lévy, 1997)). En este escenario signado por el mercantilismo pasatista, ya no es posible pensar en códigos comunes, en identidades sustanciales o en experiencias históricas mayoritariamente compartidas gracias a las chapucerías de la industria cultural. Consecuentemente, la búsqueda de “sentidos trascendentes”, de orientaciones profundas y de sentimiento comunitario suele hacerse infructuosa. No hay a quién recurrir; sólo encuentran los individuos el refugio cierto que las puertas (perfectamente cerradas) del hogar pueden ofrecerles. Como resquicio mínimo que asegura el contacto con el mundo exterior, las tecnologías mediáticas permiten avizorar un relampagueante universo de pretensiones efímeras que se agotan en el entretenimiento y la puerilidad, cuando no nos traen intimidaciones sensacionalistas servidas tras la cortina de humo de enconados e irrecuperables enemigos de la humanidad. El repliegue sobre la vida cotidiana a que conduce el proceso de individuación, consecuentemente, no indica un movimiento destinado a recuperar la solidez de los sentimientos comunitarios que las condiciones de la vida social han debilitado. Agnes Heller (1984) consideraba la vida cotidiana como el ámbito excluyente para que los individuos elaboremos reflexivamente la experiencia social y construyamos nuestras expectativas sobre la base de las condiciones sociales más generales. Pero la autora húngara no creyó necesario ponderar el hecho de que un número siempre creciente de medios de influencia se ocupa de alentar las expectativas individuales y de registrar, distorsionándola a partir de intereses contrapuestos, la experiencia colectiva. Como no es posible proyectarnos hacia el futuro con independencia del horizonte de posibilidades construido y sostenido colectivamente, nuestra percepción de lo que debemos hacer, de lo que nos cabe esperar y aún de aquello que “constructivamente” somos depende de dichos medios. Como individuos, nuestros márgenes de acción se encuentran reducidos por entornos institucionales cuyo funcionamiento global no deriva de decisiones aisladas ni responde a voluntades específicas. Sin embargo, el aislamiento y la privacidad del ámbito doméstico no llegan a reparar ni las causas del disconformismo, ni la inanición que ocasiona. Aunque de un modo atemperado, y sin pretensiones de largo plazo, los sentimientos identitarios pueden sobrevivir merced al esfuerzo de instituir referentes comunes en el imaginario de poblaciones disgregadas. Ya no hay razones que sostengan discursos esencialistas acerca de la identidad; sólo cabe, a este respecto, analizar los empecinados propósitos de las construcciones identitarias -cuya opacidad se oculta a la comunidad -, que pretenden inaugurar. Parece necesario, entonces, trazar ciertas demarcaciones analíticas para comprender en términos de política cultural qué expresan las identidades culturales y cuál es el destino de las comunidades que se reconocen a partir de tales referentes. Referentes identitarios y sentimiento de comunidad. Un paisaje urbano, una melodía, un slogan, cierta práctica habitual, una divisa deportiva, o un héroe literario, pueden convertirse en referentes identitarios cuya función, en vistas de algún propósito, parece ser la de actualizar determinados vínculos sociales. El reconocimiento que hacemos de esos símbolos implica dos aspectos del tiempo; como estructuras que representan algo más que a sí mismas, los referentes identitarios ratifican una historia y auguran un porvenir. En esos símbolos están condensados esquemas narrativos por los que se expone -de un modo casi siempre acrítico- la pertenencia a una comunidad. De esta forma, los símbolos expresan la actualidad de un nosotros cuyos rasgos imprecisos proponen o convocan a un compromiso emotivo, a cambio de una protección y de un sentido de continuidad que parece indispensable para afrontar la incertidumbre, la solitariedad y la desprotección. Al funcionar como referentes identitarios, los símbolos configuran un lugar de encuentro con los otros, que en las sociedades modernas ya no requiere ser cara a cara y que puede prescindir de la proximidad física. Se ha dicho que los referentes identitarios apelan al orden de lo emotivo o de lo virtual; su función es la de renovar o fortalecer vínculos sociales, y por ello derivan de una operación compleja en la que se distinguen tres momentos fundamentales: un propósito, una construcción, un sentimiento comunitario. En la mayoría de los casos, es deliberado el hecho de que ciertos símbolos devengan referentes identitarios. Más allá de las cuestiones técnicas que analizan los publicistas y los psicólogos experimentales, la institución de referentes identitarios persigue un propósito adicional al de la eficacia persuasiva, o a la del rigor creativo. Por regla general, el propósito es opaco para quienes reconocen en los símbolos un valor identitario específico. Precisamente, penetrar en los propósitos de una construcción identitaria nos aleja inmediatamente del sentimiento comunitario que con dicha construcción se pretende inaugurar. Por ejemplo, relativizaríamos nuestra pertenencia a la cofradía de naciones occidentales tan pronto como advirtamos los intereses imperialistas que alienta cierta editorialización de las noticias propaladas por la CNN en conexión con las políticas del Pentágono. La construcción identitaria se orienta a partir de un propósito, pero depende de la oportunidad, es decir del modo en que se explota argumentativamente la oportunidad. Por su carácter condensado, los esquemas narrativos implícitos en los referentes identitarios pueden ser débiles desde el punto de vista argumentativo, o demasiado imprecisos como para evitar interpretaciones no deseadas. En cualquiera de esos casos, los referentes identitarios no llegan a despertar el compromiso propuesto, y la explotación de la oportunidad no ha sido exitosa. Si atendemos al tipo de oportunidades en que se construyen las identidades, podemos advertir que, con independencia de los propósitos, los referentes identitarios se erigen de un modo proactivo o de uno reactivo. El modo proactivo procura aprovechar una oportunidad para la cual no se plantean conflictos severos desde el punto de vista de los propósitos perseguidos. Es el caso, entre muchos otros, de las agrupaciones conformadas en torno a ciertos cantantes o bandas musicales de proyección internacional, a cuyos seguidores la construcción identitaria les propone un compromiso de baja intensidad a cambio de un fervor que se actualiza sólo en los mega-recitales o con la compra de pósteres y discos compactos. Esta forma proactiva de las identidades también se caracteriza por su resuelto carácter comercial o de necesidades inmediatas, que a la vez diluye el debate ideológico o estéticoi. En el universo paradisíaco de los ídolos de la canción no hay espacio para la crítica social, ni para la toma de posturas contestatarias conducentes en algún sentido político. Como sabemos, estos referentes identitarios logran conjugar en una armonía algo pueril el apoliticismo, el entretenimiento baladí y el consumo despreocupado. ¿Es suficiente esta orientación identitaria para promover orientaciones más o menos eficaces e integradoras? Por cierto, la oportunidad que da lugar a una construcción identitaria proactiva no es permanente. Consecuentemente, la intensidad de los sentimientos comunitarios puede mantenerse sólo si junto con los referentes identitarios se construye una diferencia nítida respecto del exterior de la comunidad. Para esto, existe una estrategia que tiende a aumentar la robustez de los vínculos comunitarios: la identidad suele definirse con respecto a los otros (Laclau, 1996). El modo reactivo explota oportunidades en las que no es posible encontrar caminos alternativos para superar cierto disconformismo o cierta insatisfacción. Como las vías institucionales establecidas no alientan esperanzas para un cambio favorable, se requiere aunar voluntades en procura de alguna meta específica, que tal vez no sea coincidente con los propósitos que animan la construcción identitaria. Ésta asume el carácter de reactiva porque ante todo relata los orígenes o las causas de la disconformidad, denuncia a los responsables y al mismo tiempo los define como enemigos, como un otro que ha causado el estado de cosas contra el que se actúa. La identidad reactiva, entonces, se apoya en un conflicto -cierto o imaginario- para deslindar el nosotros de los otros, contra quienes se reacciona. El sentimiento comunitario así inaugurado tiene que ver con una identificación que recuerda el concepto de valor lingüístico desarrollado por Ferdinand de Saussure: somos lo que los otros no son. Identidades reactivas y explotación oportunista. La construcción identitaria es sensible a la oportunidad que explota para erigirse como tal. El sentimiento comunitario que se pretende provocar no tiene que implicar un esfuerzo significativo para los individuos convocados; más bien, a fin de que éstos se encuentren contenidos en la comunidad, los referentes identitarios satisfacen en general dos requisitos de recognoscibilidad, que coadyuvan a su nitidez y a su eficacia convocante. Han de ocultar su carácter artificial, y han de poder disimular la heterogeneidad de la comunidad que vienen a inaugurar. Desde un punto de vista exterior al de la comunidad, todo referente identitario es artificial, y toda comunidad está integrada heterogéneamente. La ilusión de homogeneidad es un producto de las construcciones identitarias y no su fundamentoi. Paradójicamente, las construcciones identitarias extraen su fuerza de aquello que vienen a buscar y a erigir, y no de lo que ya está instalado y funcionando. Por ello es que la explotación argumentativa de la oportunidad permite señalar el carácter reactivo o proactivo de la identidad: para viabilizar un sentimiento comunitario; es preciso encontrar zonas de intersección entre las expectativas, los rencores o los miedos de varios centenares de individuos. La identidad reactiva se construye ante todo a partir de la disyunción: somos nosotros o son ellos; la identidad proactiva, en cambio, utiliza la conjunción copulativa y; parece consentirlo todo, parece aceptar todas las diferencias a fin de conjugarlas en una unidad superadora, cuya nitidez es casi siempre reducida. Por esta razón es que para un mismo tipo de propósitos, la oportunidad aconsejará construir identidades reactivas o proactivas. En ocasiones, para imponer un producto las campañas publicitarias utilizan la idea de que quien no lo compra es torpe o ignorante. Pero en general, la propaganda comercial consiste en congregar a los «elegidos», y no en refutar a los «réprobos». En cambio, la construcción reactiva trabaja a instancias de una identificación por las diferencias irreductibles que se mantienen con los otros. Veámoslo con un ejemplo. Luego de la crisis de diciembre de 2001, en la Argentina se desarrolló un vasto movimiento social identificado con el slogan Que se vayan todos. Por su naturaleza policlasista, pero especialmente debido a la severa crisis de representatividad, el movimiento QSVT agrupó a sectores sociales que casi nunca coinciden en sus reclamos ni en sus expectativas. Confluyeron allí los ahorristas defraudados, los empleados públicos de algunas provincias a los que se les adeudaban el salario de varios meses, los desocupados de clase media, algunos militantes estudiantiles y profesionales, indigentes, marginales, residentes de zonas suburbanas y rurales, etc. El disconformismo frente a la gestión de los políticos fue la oportunidad explotada para la construcción identitaria. Mientras el gobierno no convocara a elecciones, el slogan continuaba siendo enarbolado aún por los principales epígonos de los partidos no oficialistas, lo que demuestra en atrayente poder de convocatoria del slogan. Al producirse la convocatoria electoral, sin embargo, el esfuerzo de los constructores identitarios se volcó a precisar el alcance de la expresióni. De este modo el «todos» quedó reducido a un conjunto circunscrito de «ellos», tales como «el pasado», «los corruptos», «las mafias enquistadas en el poder», «los ineficientes», etc. Al cambiar la oportunidad, los movimientos identitarios se vieron obligados a argumentar de un modo diferente, y a construir referentes identitarios más específicos, y consecuentemente, con menor poder de convocatoria. El otro, cercano [gracias a] a pesar de las tecnologías mediáticas Si se acepta nuestra propuesta analítica, en la comprensión de las identidades parece que ya no es relevante la pregunta identitaria fundamental, que se refiere a, simplemente, lo que somos. Una vez más, el debilitamiento de las agencias y la emergente crisis de los vínculos sociales nos ayudan a comprender por qué ya no basta la imprecisa y vaga apelación al ser. El sentimiento de que pertenecemos a una comunidad es una experiencia personal de intensidad variable, de la que podríamos enorgullecernos o avergonzarnos. La fortaleza de ese sentimiento, sin embargo, reside en ser provocado contra el telón de fondo de los otros, de aquellos de los que nos sentimos diferentes, y respecto de los cuales se funda nuestra identidad. Desde un punto de vista reactivo, ser implicaría ante todo no ser como el otro, diferenciarse, intentar valerse del otro como una operación indispensable para la construcción de la propia identidad. Aunque esta instrumentalización transite el orden de lo simbólico, la violencia que se ejerce sobre el otro tornaría éticamente reprochable la construcción identitaria reactiva. Los referentes identitarios pueden revitalizar nuestro sentimiento, pero el origen de ese sentimiento se encuentra en una oportunidad que resultó favorable para instalarlo, en vistas de algún propósito al que no es posible acceder mientras el sentimiento mantenga su máxima intensidad. Con todo, la construcción identitaria no depende sólo de una explotación criteriosa de la oportunidad; los referentes identitarios tienen que acomodarse en un contexto caracterizado por la profusión de otros referentes y por la incredulidad o despreocupación de las personas en la vida cotidiana. Los sentimientos comunitarios se fortalecen en espacios compartidos, y el repliegue sobre la privacidad doméstica conspira contra esa posibilidad. Por lo demás, los motivos del disconformismo pueden ser muy variados, y no parece factible la construcción de una identidad reactiva apoyada en un tipo inespecífico de experiencia donde se articulen prácticas e intereses tan heterogéneos. Las tecnologías de la información y de la imagen insinúan, a este respecto, un replanteo de la cuestión. Desde el punto de vista de su condición de instrumentos concebidos para doblegar ciertas restricciones físicas, las nuevas tecnologías han resuelto el problema del espacio compartido, al poner de manifiesto que los vínculos comunitarios no requieren estar anclados a un territorio determinado. Además, gracias a la ductilidad y penetración de las tecnologías electrónicas de la comunicación y el diseño, ha sido posible erigir referentes identitarios que a pesar de su vacuidad cumplen razonablemente con la función instituyente: esto es, satisfacen la exigencia de reconocimiento, pero no se comprometen con contenidos manifiestamente discriminatorios o excluyentes. Más allá de su instrumentalidad de corto plazo, las nuevas tecnologías han propiciado lo que Gehlen (1980: 73) consideraba el nuevo subjetivismo. Una sensación de extrañamiento del mundo, una toma de distancia que ocurre al distinguirnos de los otros, pero asemejándonos paradójicamente a ellos, comparándonos y resaltando las diferencias. No se trataría ya de una adscripción fija o estable a una comunidad de destino, representada ante sí misma como ahistórica o trascendente. Al parecer, esta adscripción identitaria es más bien escurridiza y supone una comunidad de condiciones dinámicas, cuya pertenencia implica autorreflexividad. Como consecuencia, desde el sentimiento comunitario el otro ya no es un próximo, dependiente de una construcción que forma parte de la propia operación identitaria; externamente, vemos que sobre este otro pretendidamente virtual, acaso sin rostro y sin historia, se ejerce una violencia simbólica porque en el mismo gesto en que configuramos el sentimiento comunitario se plantea esta necesidad de ser diferentes gracias a que se reacciona contra aquello que no se quiere ser. En ese sentido, la construcción identitaria reactiva, más allá de las oportunidades en que se apoya, de los propósitos que persigue y de los sentimientos específicos que despierta puede ser pensada como un esfuerzo por hacer salir de lo oculto el misterio de lo que somos, ofreciendo un camino para preguntarnos por una verdad que nos resguarde de los riesgos y peligros. Todo esto ocurre “externamente” como una provocación, pero si oímos el llamado a una comunidad es porque nos sentimos involucrados, y porque se suscita en nosotros el sentimiento de que pertenecemos, de que estamos dentro, de que no hemos sido provocados de un modo manipulatorio, sino de que se nos ha otorgado el resguardo y la protección que demandábamos. Ciertamente, dicha protección es ambigua e inestable; para evitar riesgos potenciales, no se nos propone que abandonemos la aparente seguridad de nuestra vida cotidiana, de nuestras percepciones, de nuestras certezas de fondo. Sólo se nos propone no ser el otro, rehuir de los fundamentalismos, deplorar la heroicidad, desestimar las causas nobles, sentirnos resguardados de los peligros porque estamos en casa. Ser lo que somos, entonces, tiene un precio muy alto: el conformismo y la resignación. Heidegger observó que en la etimología de la palabra técnica se encuentra el significado que los griegos dieron al arte. La evolución de la cultura y la complejidad de la creación artística podrían sugerirnos, en cambio, que de aquella intersección inicial no quedan más que rastros confusos y ambiguos. Sin embargo, ese parece ser, en la rutina absorta de la vida cotidiana, el ejercicio reflexivo que provocan las artes y las culturas mediáticas contemporáneas, en su contribución a las identidades reactivas. Como trabajo de construcción, de poiesis solicitado a los espectadores, sin expresarlo, estas disciplinas artísticas contemporáneas ponen en escena el disconformismo cuyos difusos contornos nos llaman a participar, a ser miembros comunitarios; es tarea de los constructores identitarios tomar el disconformismo inicial, diluir su sentido de réplica, de resistencia, de insurgencia y despertar sentimientos de comunidad, orientados a apoyar un orden que, externamente, nos sumerge cada vez más en la incertidumbre, el riesgo y la fragmentación. Bibliografía Beck, Ulrich (1996) La invención de lo político. Fondo de Cultura Económica, México. Gehlen, Arnold (1980) Man in the age of technology. Columbia University Press, New York. Heller, Agnes (1984) Sociología de la vida cotidiana, Península, Madrid. Hobsbawm, E. (1996) "La política de identidad y la izquierda". En Revista Nexos (setiembre 1996) [versión electrónica] Lima. Horkheimer, M. y Adorno, T. (1967) Dialéctica del iluminismo. 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One of those perspectives connect the knowledge of each disciplinary field with the academic culture associated to the fields themselves. In this respect we analyse the superior education and its transformations. The place of philosophy in the University is relevant to develop the capacity of thinking and to establish with rigor problems connected with knowledge. Resumen El rol de la filosofía en la universidad es relevante: permite desarrollar la capacidad de reflexión y plantear con rigor problemas vinculados con el conocimiento. Sobre estas bases, a su vez, analizaremos el tema de la calidad y la evaluación en la educación superior, cuyo tratamiento es prioritario en el marco institucional actual. 1.- Introducción La investigación sobre educación superior adquiere especial relevancia en los momentos actuales por muy diversas razones entre las cuales destaca el tener que orientar el proceso de transformación de las instituciones académicas, demandado por una sociedad cada vez más dependiente del conocimiento. Al investigador se le está exigiendo mayor actualización de los conocimientos que favorezca la recreación de experiencias exitosas específicas y debidamente contextualizadas, que además sea el intérprete e intermediario de los cambios que se están produciendo en la sociedad y que se reflejan en las presiones que las instituciones educativas están recibiendo para aumentar su eficacia, equidad y pertinencia social y que sea capaz de una producción de conocimientos propia para lo cual las condiciones de creatividad, sentido crítico reflexivo y redes operativas regionales se hacen indispensables. En América Latina existen en casi todos los países organismos nacionales de coordinación de la educación superior que no elaboran, sin embargo, estadísticas nacionales sobre educación superior al nivel del país y menos aún investigaciones. Los recursos financieros con los que cuentan las universidades nacionales son los que destina el estado, más el aporte de organismos internacionales como ser, el Banco Mundial, BID, UNESCO, etc. Dentro de la región hay países que desde hace años vienen realizando investigaciones en torno a la Educación Superior. En nuestro país, aún teniendo una tradición universitaria, el desarrollo de las mismas se vio interrumpido por los sistemas dictatoriales, que obstaculizaron el curso de sus potencialidades. : 2.- El problema de la evaluación de la calidad de las universidades En los ámbitos de gestión de la educación superior en Europa y en los Estados Unidos, lleva ya quince años la discusión acerca de cómo definir la calidad de la educación superior, cómo construir indicadores mensurables y quién o quiénes deben conducir el proceso de evaluación y qué se hace con los resultados. Esto responde a las consignas de una nueva retórica en el campo de la educación: la necesidad de generar un sistema de educación superior que responda a cánones de rentabilidad, productividad y calidad, tal y como éstos se definen en el ámbito empresarial. La preocupación por las calidades, en el mundo de los negocios, es una preocupación por la productividad y, consecuentemente, por la rentabilidad. En la versión taylorista o en la versión japonesa, de lo que se trata es de garantizar una adaptación competitiva a las condiciones actuales del mercado. En este sentido la calidad es un concepto comparativo. No se trata entonces de elevar la calidad de los productos por convicciones de algún tipo, sino que se trata de una estrategia competitiva. Lo que nos interesa es evaluar qué sucede cuando esta lógica se traslada, casi sin mediaciones, al ámbito de las políticas públicas, en este caso, a la evaluación de la educación superior. En su versión más matizada, la evaluación de la calidad se propone como procedimiento legitimador del gasto creciente. Sin embargo, la creciente importancia que adquiere la discusión sobre la implementación de sistemas de evaluación de la calidad universitaria se centra fundamentalmente en la necesidad de reducción del gasto. De allí que se transfiera el concepto de calidad del ámbito empresarial de forma directa. Pretender evaluar la calidad de la actividad de una universidad en su conjunto es una tarea por lo menos compleja. La cuestión de la diversidad del trabajo académico puede abordarse desde múltiples perspectivas. Una de ellas vincula la naturaleza del conocimiento propio de cada campo disciplinario con la cultura académica asociada a dichos campos. El estudio sobre la profesión académica se hace tomando la evidencia de las características epistemológicas de campos específicos. Esta propuesta de taxonomía toma de base las disciplinas académicas “centrales” o predominantes. Intenta bosquejar así, las características prominentes del campo del conocimiento para cada categoría. La taxonomía propuesta clasifica de la siguiente forma: disciplinas duras puras, blandas puras, duras aplicadas, o blandas aplicadas. Considera además importante diferenciar si el conocimiento es considerado acumulativo o si es reiterativo y revisionista. Dividir y etiquetar todo el ámbito del conocimiento humano en términos tan sencillos es violentar muchas distinciones importantes. Cualquier disciplina dada está fragmentada en sí a lo largo de una variedad de dimensiones. No obstante, si se reconocen los peligros, tales agrupamientos epistemológicos pueden servir a un propósito útil. Aquí se introducen para dar un marco de las diferencias básicas, muchas veces directas, de las prácticas de trabajo entre académicos que enfrentan retos intelectuales fundamentalmente diferentes. Estas diferencias se evidencian fundamentalmente en los siguientes ítems: cómo los recién iniciados son incluidos en la vida académica, qué relación guardan con sus asesores, cómo publican, con qué frecuencia, cómo se comunican entre sí, con qué frecuencia, importancia de congresos y espacios de intercambio científicos, cómo se relacionan entre sí y con las diferentes especialidades. Todo esto está marcado fundamentalmente por el modo de investigar propio de esa disciplina a partir de la clasificación antes descripta. Esta muy parcial caracterización de las diferentes formas de organización del trabajo académico en vinculación con las características del objeto de conocimiento definidas por cada campo, revela con claridad que el trabajo académico en el interior de las universidades dista mucho de ser homogéneo. Mucho más si se considera la creciente subdivisión de las disciplinas tradicionales en especialidades, con tendencia a institucionalizarse. Por lo cual resulta inconcebible usar para campos tan dispares la aplicación de los mismos parámetros de evaluación. La cuestión de la diversidad se complejiza, si incluimos en el análisis que también el posicionamiento en distintos paradigmas teóricos y metodológicos dentro de un campo disciplinario específico o incluso dentro de una especialidad, supone distintos modos de organización del trabajo académico, lo que, en muchos casos, se traduce directamente en la conformación e institucionalización de áreas en el interior de las disciplinas. Lo que nos interesa es resaltar que la diversidad teórica e ideológica es un rasgo inherente a la vida universitaria. El tercer aspecto que nos permite caracterizar la diversidad, se vincula con la llamada multiplicación de la figura del académico. Según la visión tradicional, ser un “buen académico” equivale a ser un investigador, y ser un investigador de prestigio equivale a publicar en revistas con referato fuerte, de gran prestigio dentro de la propia especialidad. Ernest Boyer (1991) propone superar esta imagen unívoca del académico (que proviene del modelo alemán humboldtiano del profesor-investigador), infundiendo al término un significado más amplio que recupere la gama completa de actividades que realizan quienes se desempeñan en las universidades. Propone concebir el trabajo académico en términos de cuatro funciones: descubrimiento, integración, aplicación del conocimiento y enseñanza. De lo expuesto anteriormente se podría concluir que cualquier sistema de evaluación construido sobre la base de la especificidad del trabajo académico, debería sustentarse en criterios diversos para ajustarse a la peculiaridad de aquello que quiere evaluar. Los resultados de la evaluación de un sistema con estas características no nos permitirían construir una clasificación, lo cual, lejos de constituir una “pérdida”, nos permitiría alcanzar una visión más ajustada acerca de la calidad del trabajo académico en cada una de las áreas. El mercado aparece vinculado a la elaboración de sistemas de evaluación de la calidad en dos sentidos. En un sentido más general, el mercado presenta a la universidad una serie de requerimientos respecto de los resultados del trabajo académico, que podemos resumir en la recurrida frase “producir para el mercado”. Algunas miradas actuales sobre la universidad tienden a buscar exclusivamente la medida en que el conjunto del trabajo universitario aporta a la transferencia de tecnología y servicios del sector mercantil, y/o calculando la tasa de retorno social e individual correspondiente a la inserción laboral de los egresados universitarios, en el marco de la nueva teoría del capital humano. En este primer sentido, el mercado se vincula con la elaboración de sistemas de evaluación de calidad constituyendo en sí mismo el criterio externo con respecto al cual debe medirse el trabajo académico. En un sentido más indirecto, el mercado se vincula con la elaboración de sistemas de evaluación de calidad exportando sus criterios internos de evaluación a la evaluación del trabajo académico. Así el término de “eficiencia”, definida en términos de mayor productividad con menor costo, termina produciendo apreciaciones según las cuales serían más eficientes las universidades que cumplieran sus tareas con un menor costo por alumno, o que por los mismos montos económicos en términos de cargas salariales, subsidios, etc., produjeran más o lo mismo. Ahora bien, el mercado parece no tener otro modo de evaluar que no sea homogeneizando. En efecto, el mecanismo básico del funcionamiento mercantil requiere que cualquier elemento que ingrese al mercado se vea despojado de su peculiaridad y se exprese en términos de una equivalencia cuya expresión es la cantidad de dinero. La reducción de las diferencias a equivalencias es la condición de existencia del mercado. De modo que una evaluación del trabajo académico con criterios mercantiles es necesariamente homogeneizadora, es decir, necesariamente anuladora de su especificidad. Se hace pues necesario diferenciar entre “valor”, dimensión utilitaria de la calidad cuya expresión más frecuente pero no única, está vinculada con el mercado, y “excelencia” que sería aquella dimensión de la calidad asociada con el máximo logro en términos de parámetros intrínsecos al desarrollo de la disciplina que se trate. Por lo tanto, la evaluación de calidad incluye aspectos intrínsecos y extrínsecos al desarrollo disciplinario y que dentro de estos últimos el mercado no es el único ni el más importante. Además, la calidad es un concepto multidimensional donde el peso de los parámetros intrínsecos y extrínsecos no puede medirse homogéneamente, con independencia de la especificidad del campo disciplinario que se pretende evaluar, ni del proyecto social y político que las instituciones hayan delineado. 3.- La ciencia académica en el siglo XX en América Latina. Argentina en ese marco de referencia. En diferentes momentos la actividad científica fue organizada en contextos institucionales predominantes: la universidad, el instituto dedicado a la investigación, el museo de ciencias, el observatorio, la revista científica, etc. La configuración interna de estos ámbitos y sus relaciones recíprocas estuvieron determinadas por la centralidad de la universidad durante la mayor parte del período cubierto por este estudio. Fue sólo a partir de los sesenta que la posición central de la universidad comenzó a erosionarse, estableciéndose las condiciones para la reestructuración del sector de ciencia y tecnología que tendría lugar en los años setenta. En el nivel de análisis del estado se señala su papel cambiante. El estado fue un nexo que ligó el grueso de la actividad científica en América Latina, tanto desde el liderazgo de la universidad pública, que por mucho tiempo no fue cuestionada, como a través de instituciones creadas para cubrir funciones especializadas de investigación ligadas al sector productivo o de servicios. 3.1- Las décadas del desarrollo. 1940-1960 Durante los años ´30 y ´40, algunos líderes científicos reclamaron el apoyo gubernamental a la investigación básica, usualmente en una base compartida con el apoyo internacional, como medio de construir comunidades científicas y de lograr el desarrollo económico, que se suponían causalmente ligados. La Gran Depresión, seguida de la 2da Guerra Mundial inauguraron en América Latina un período de crecimiento de la actividad industrial que reemplazó en gran medida a la agricultura, de expansión rápida de la población en grandes centros urbanos y de mejoramiento del nivel general de educación, en un contexto político que alternó entre el populismo y el autoritarismo. Este período tuvo considerable influencia en el desarrollo posterior de las actividades de investigación en la región. La noción de que la ciencia y las universidades jugarían un papel central en el sustituyéndose importaciones sin que existiera preocupación por la dependencia tecnológica subsiguiente. No hubo apoyo para la producción de bienes de capital, ni apoyo para el desarrollo de la tecnología que se adquiría a bajo costo del exterior. Esto tiene consecuencias aún hoy (desarrollo tardío de bienes de capital, inicio retrasado de la educación de posgrado, la estructura marginal de la I+D experimental y la todavía muy baja participación empresarial en el apoyo financiero de estas actividades). La investigación se desarrolló fundamentalmente en las universidades, quienes asumieron la responsabilidad de reforzar la tecnología local, para explotar las oportunidades de la materia prima local, aumentando así producción y productividad. El escenario de una política pública para la ciencia y la tecnología, que fructificó en los sesenta, fue instalado en la década del cincuenta, y sus voceros fueron figuras líderes de la comunidad científico-académica.desarrollo socioeconómico era parte de la ideología “desarrollista” emanada de la Comisión de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL). En la práctica, la manufactura local de productos finales recibió prioridad, 3. 2.- La edad de la política científica. 1960-1980 Funcionan organismos de planificación económica y social en la región que se encuentran con dificultades, falta de coordinación institucional, incoherencia entre los diferentes planos del mediano, corto y largo plazo, ausencia de personal, proyectos y estadísticas adecuadas. Desarrollos contradictorios. Esperanza de constituir sociedades más justas y equitativas. Logros inesperados en la puesta en práctica de proyectos puntuales (energía atómica en Argentina). La década del sesenta culminó con el movimiento de renovación de 1968 en las universidades. A la vez había tasas insatisfactorias de crecimiento, distorsiones y subdesarrollo de las capacidades empresariales, profundos desequilibrios regionales y sectoriales, una marcada concentración del ingreso, creciente proceso de extranjerización y aumentos sustanciales del endeudamiento. Altamente correlacionados con estas situaciones surgieron regímenes autoritarios en diferentes países (Argentina en el ´74). Una de las características más generales en la región fue el surgimiento de instituciones no universitarias de investigación, públicas o privadas, como respuesta a las múltiples presiones que atentaban contra la salud y la continuidad de la investigación en la Universidad, hasta entonces el marco institucional casi exclusivo para la investigación científica. Las grandes fundaciones norteamericanas colaboraron en la creación de un sector privado de investigación. Surgieron fundaciones privadas, tanto nacionales como extranjeras, investigación en empresas públicas. Investigadores que quedaron aislados de las universidades. 3. 3.- Un nuevo público para la ciencia: el empresariado industrial. 1980-1990 Sector industrial latinoamericano: precaria situación financiera de las firmas asociadas, ligadas a la declinación del mercado interno, tasas de inversión reducidas que se traducen en obsolescencia técnica. En el sector público diversos factores han debilitado el apoyo para ciertas áreas críticas tales como I+D. Las limitaciones de la base económica del estado se hicieron manifiestas también en la crisis de los sistemas educativos en todos los niveles. De este modo lo que está en cuestión hoy no es una dificultad temporaria sino todo el sistema productivo y social. Las universidades tradicionales y bien establecidas, que históricamente albergaron a los grupos de investigación sufrieron un deterioro progresivo. Científicos e ingenieros trataron, cuando les fue posible, de organizar su trabajo fuera de las universidades o en torno de programas aislados de posgrado, el viejo mecanismo de enviar estudiantes becados a los centros de los países desarrollados continúa operando siempre que haya fondos y oportunidades disponibles. Los investigadores que decidieron continuar en la universidad buscaron, más allá del apoyo gubernamental tradicional, un público que los apreciara por su capacidad de educar, innovar y dar asesoramiento experto. La retórica de la utilidad industrial finalmente llegó a América Latina con toda la fuerza de los ´80. Sólo que esa retórica chocó con dos dificultades: por un lado, las oportunidades para una ciencia industrial y para una fuerza de trabajo altamente calificada no son grandes; por el otro, se abrió un abismo pernicioso entre lo que es supuestamente “útil”, y lo que es puramente cognitivo. Se trata de insuflar aires nuevos en mecanismos de evaluación y decisión anquilosados. No pocas veces se trata simple y llanamente del conflicto entre, por un lado, competencia y, por el otro, incompetencia y oportunismo intelectual. En los ´80 la nueva alianza entre la ciencia académica y la utilidad comenzó a desarrollarse. Los principales clientes de las universidades son indiscutiblemente las grandes empresas públicas, dado que en algunos países como la Argentina, las compañías del estado representaban la parte más importante del sector productivo, convirtiéndose en las únicas empresas donde existen los recursos adecuados para esa cooperación y la conciencia de la importancia estratégica que representa para la economía. La participación de las empresas multinacionales en la cooperación con la investigación latinoamericana, sorprendentemente, ya no resulta impensable, dado que las mismas deben adaptarse a las condiciones y mercados latinoamericanos, lo cual implica un esfuerzo de investigación y desarrollo tecnológico, para el cual, las universidades latinoamericanas están más capacitadas, además de tener costos más bajos en I+D. La relación entre estos dos ámbitos, el académico y el productivo adquiere cada vez mayor expresión, también debido a la situación de crisis financiera de la universidad, que exige la creación de medios de financiamiento alternativos. Por otro lado resulta de una reflexión conjunta a través de la cual se concluye sobre la importancia estratégica que puede representar para estos países la conjugación de esfuerzos de la universidad, como representante del espíritu científico y el saber cristalizado de la sociedad, y el mundo de la economía y del trabajo, donde se desarrollan las capacidades de producción y el nivel de calidad de los productos y servicios en un mundo cuya actividad se encuentra cada vez más internacionalizada y donde los mercados se abren cada vez más y son a la vez más competitivos. 3. 4.- Conclusiones La incipiente comunidad científica se fue construyendo en un contrapunto permanente entre la voluntad de incorporación al sistema científico internacional y el deseo de llegar a tener una voz propia, autonomía en la definición de su perfil, sus intereses y su legitimación. Una buena porción de libertad y autonomía en la toma de decisiones es proporcionada por las capacidades científicas y tecnológicas que tiene una nación. El conocimiento es, más que nunca, poder y oportunidad. América Latina, sin embargo, todavía no ha desarrollado un consenso duradero en torno a este axioma. Los estudios más recientes apuntan a un serio deterioro de las condiciones de trabajo en el ámbito científico y la creciente alienación de los investigadores, que carecen de estímulos y a menudo de las condiciones mínimas para desarrollar su labor. Además, una serie de críticas señalan que mucho de lo que se hace es trivial y que la “ideología de la investigación aplicada”, a la que hicimos referencia en el punto anterior como desarrollo de la última década, puede haber ayudado a consolidar la inadecuación de las capacidades de investigación actuales. Al mismo tiempo, la situación internacional global continúa moviéndose en un proceso dinámico que ha reducido el espacio disponible para América Latina. El actual proceso de internacionalización del sistema económico es abiertamente favorable a los países más industrializados. Los individuos y los grupos que en América Latina defendían el desarrollo de las fuerzas productivas locales desde una nueva posición de autodeterminación y capacitación científica y tecnológica, hoy están a la defensiva o son abiertamente ignorados como obsoletos. El desarrollo de las capacidades científicas locales en la región es desestimulado de distintas maneras. Pero la salida, por más testaruda que parezca, aparece tan válida ahora como en los sesenta: los países latinoamericanos deben asegurar la existencia y la expansión de las capacidades de investigación locales como condición necesaria aunque insuficiente de éxito, que en última instancia dependerá de las transformaciones sociales radicales y de cuidadosas negociaciones internacionales. 4.- La innovación en la gestión de la ciencia en la universidad En la tradición argentina representada por Houssay, heredera a su vez de la concepción humboldtiana, la investigación en las universidades es un constituyente de la función de formación. La investigación por excelencia es la básica, fundamento y origen de la creación, que sólo en una instancia posterior será aplicada; la universidad se consideraba como el centro de la creatividad científica y el núcleo generador de la modernidad de un país, entendida ésta en términos de capacidad científica. El actor casi exclusivo del desarrollo científico es el investigador. La universidad es sólo el contexto. Si bien durante los años sesenta se arraigó la idea de que era necesario tomar decisiones desde la institución “universidad”, el protagonismo de la decisión acerca de qué investigar, cómo mantenerse en el mercado científico, qué formación impartir, cómo orientar a los nuevos investigadores, etc., corría por cuenta del investigador o de estructuras más acotadas, como el departamento o el laboratorio. En la segunda mitad de los años ochenta (impulso inaugurado por los países centrales) la cuestión del desarrollo científico se postula como preocupación propia de los órganos centrales de las universidades: creación de secretarías de ciencia y técnica con perfil definido y reconocimiento en la trama de relaciones organizacionales, desde el punto de vista burocrático y desde el punto de vista de la gestión, financiamiento de proyectos, rutinas de evaluación de inv., tramitación de cooperación externa, becas, estimulación a esfuerzos de transferencia de conocimientos tecnológicos a las fuerzas productivas, etc. La pregunta es si todos estos instrumentos se corresponden a las peculiaridades de la investigación universitaria. Una cuestión central, en tal sentido, es si la universidad constituye de por sí un “organismo integrado” en términos de políticas organizacionales o es sólo un locus donde se desenvuelven actividades científicas, más o menos espontáneas o autorreguladas. La universidad se caracteriza por la difusividad del poder en el marco de la extrema fragmentación de objetivos basados en el conocimiento, y por tanto, un poder basado en la especialización profesional. En tal sistema la capacidad del gobierno institucional de imponer decisiones resulta acotada, siendo el factor dinámico de los cambios internos, lo que producen las unidades o células autónomas que la integran. Como señala Von Vught, en las universidades sólo los “profesionales académicos” tienen el poder para tomar muchas decisiones orientadas al conocimiento: qué y cómo investigar y enseñar depende de ellos. En gran medida es atributo del “campo especializado” en el cual se desenvuelve una estructura autónoma de relaciones de producción de conocimiento y poder. Este campo es la intersección de dos ámbitos de relación: la comunidad científica de la especialidad y la universidad. La preeminencia de la primera sobre la segunda, se debe a la orientación hacia la comunidad científica internacional en su conjunto y al financiamiento externo de la investigación universitaria, lo que agudiza la excentricidad de las relaciones entre el investigador y la universidad. Las “áreas de conocimiento” son los focos organizacionales básicos, de ahí la fragmentación en células casi autónomas, aisladas en gran medida del resto de la organización. Por esto se dificulta un control de las universidades desde el exterior y de una instancia central de la organización y de una planificación centralizada. Es por ello que las políticas y la gestión de la ciencia en la universidad tienden a restringirse a la fase de promoción, entendiendo a ésta como la función de apoyo a la investigación, la puesta en disponibilidad de recursos sin que la instancia decisoria central de la organización ejerza la capacidad de elección entre alternativas de contenido. Si bien a través de la promoción se puede orientar la actividad del individuo, en la práctica el desarrollo se deja librado a la acción de las tendencias dominantes en la comunidad científica. La necesidad de incorporar la planificación de la actividad científica y tecnológica ha venido siendo reconocida por estas organizaciones. La planificación atiende a la determinación de metas y prioridades para alcanzar un objetivo global de política, en función de resultados anticipados, dentro de lo que es posible en el campo de la ciencia. Aún cuando el concepto de planificación intenta adecuarse a la incertidumbre de las situaciones como a la complejidad de las organizaciones, mantiene el principio de centralidad en la toma de decisiones dejando al actor los aspectos “técnicos” sobre los que versa la decisión. El desarrollo de las “nuevas tecnologías” trajo aparejado el requerimiento de importantes inversiones en “Investigación y Desarrollo” y el acortamiento de los tiempos que median entre la investigación básica y la aplicada. La necesidad de nuevos tipos de alianzas estratégicas entre las universidades y las empresas adquirió un nuevo sentido frente al carácter interdisciplinario de estas investigaciones, lo costoso de su financiamiento y el acortamiento de los ciclos de duración de los nuevos productos. En estos nuevos campos de conocimiento científico comienza a desaparecer la clásica distinción entre investigación básica y aplicada, otorgándose mayor relevancia a la “investigación estratégica”, la cual cubre aquellos tópicos que muestran en el largo plazo un potencial de explotación comercial y responde a prioridades nacionales de orden económico. Las transformaciones en la percepción social de las funciones de la universidad se da en un contexto de restricción de recursos públicos donde diversos actores de la sociedad comienzan a ejercer presión demandando alguna forma de “responsabilidad externa” de parte de la universidad, por los recursos sociales que a ella se destinan. Frente a esto, las autoridades universitarias se ven impulsadas a crear relaciones más estrechas con el sector productivo, como una forma de demostrar la utilidad de la universidad en el desarrollo económico y tecnológico del país. Frente a la densidad de los campos científicos disciplinarios, la posibilidad de constitución de nuevos campos científicos a partir de la tributación de distintas disciplinas constituye un proceso de final impredecible. Implícitamente, ello es percibido como condición para la constitución de un espacio de interacción social, un criterio de legitimación para trazar los límites del escenario de interacciones en el que se jueguen los distintos procesos de apropiación de recursos y capitales. La fijación de los límites con frecuencia no es una cuestión saldada y su provisoriedad está basada en la cuota de poder de los integrantes de las diversas disciplinas. En ello influye, más que una diferencial cuota de poder dentro de la universidad, el capital de reconocimiento e interacciones exógenas y la capacidad de intervención desarrollada fuera de la institución. Esta asimetría que otorga a algunos mayor poder de exclusión del campo de las interacciones y beneficios potenciales constituye, sin embargo, una situación de tensión permanente y siempre proclive al cuestionamiento de la posibilidad de articulación entre especialistas de diversas disciplinas científicas. La fortaleza de un campo científico (en cuanto ámbito social de interacción y lucha) puede resultar un factor negativo para la constitución de dicha cooperación. La hipótesis que se puede formular sobre este punto es que el nivel de constitución de un campo científico (campo de lucha y escenario de dominación) es inversamente proporcional a la posibilidad de instaurar una racionalidad cooperativa y de planificación global que se expresa en una posible herramienta institucional. Inversamente éste puede ser una condición favorable para la constitución de campos científicos inexistentes (por lo menos entre la comunidad científica local), pero a la larga, es posible que la racionalidad instrumental resulte contradictoria con la dinámica social del campo. La institución del liderazgo en ciencia está integrada a la estructura y dinámica de la actividad. El modelo académico de investigación está sustentado en la relación primaria de maestro-discípulo, condición favorable a la generación de sistemas de liderazgo que trasciendan esta relación inmediata. Sin embargo, un fuerte liderazgo intelectual no es una condición favorable para el éxito organizativo de un programa de política científica institucional. La experiencia sugiere que una estructura de liderazgo en un campo mantiene la estructura de relaciones de dominio incompatible con los criterios de conformación de una planificación institucional. El dominio sobre la base de parámetros de conocimiento se transfiere al dominio en estrategias de promoción y acción; y esto produce que los posibles beneficios queden tendencialmente, acotados a los “seguidores”, restringiéndose su evolución a la dinámica de un grupo dominante. Esto sugiere una nueva incompatibilidad entre algunas pautas extendidas en el medio académico y la organización de la política científica institucional. Por otra parte, las entidades organizacionales tienen dificultades para desenvolver en su interior liderazgos de tipo organizativo. De esta forma, sea por exceso o por defecto, el liderazgo intelectual es una condición de dificultad para la emergencia de liderazgos activos en lo organizacional. Ello constituye una de las tensiones que dificultan o retardan la evolución de los programas en términos de organizaciones eficientes. La orientación en términos de intereses endogrupales debería cambiar a definición de beneficios exogrupales y colectivos. La orientación hacia los requerimientos y pautas que imponen las instituciones (nacionales o internacionales) de la ciencia (por ejemplo, CONICET o las revistas especializadas a través de sus temáticas) debería cambiar a la valoración de la institución universidad como un objeto de orientación y capitalización de los esfuerzos propios. Se hace necesaria la incorporación del concepto de política científica y de estrategia colectiva, frente a la orientación por el proyecto individual o grupal y la selección de alternativas de acción en términos de éste exclusivamente. Los tres niveles están relacionados entre sí y con los temas abordados más arriba, los tres constituyen componentes clave de la concepción que desde el gobierno de una universidad se debe intentar imprimir. Un discurso en el cual adquirían cada vez mayor centralidad los términos vinculados a una racionalidad excéntrica con respecto a los intereses endogrupales: política científica, decisiones estratégicas, prioridades, pautas de cooperación, evaluación no exclusivamente dictada por criterios de calidad académica, interés institucional de la universidad. Ello no sería factible en el mismo grado sin la práctica participativa de los científicos en la toma de decisiones, a diferencia de las experiencias habituales en las que el papel del científico en el proceso de planificación se restringe a la función de asesoramiento desempeñado por investigadores seleccionados como “representativos”. La participación de investigadores pertenecientes a distintos ámbitos institucionales de la universidad es posible en una estructura diseñada sobre la base de relaciones horizontales, obviando la pertenencia de cada grupo a la respectiva facultad o instituto del que forma parte. Esta horizontalidad, unida a la capacidad de gestión y toma de decisión colectiva de los mismos participantes, constituye una nota considerada positiva por los investigadores como una forma de “desburocratizar” el sistema de gestión de la ciencia. Con frecuencia se insiste en el hecho de que los intereses institucionales de unidades académicas obstaculizan procesos de integración de campos cognitivos, vinculación de grupos en torno a objetivos comunes, cooperación en la adquisición y uso de infraestructura, etc. Es prioridad fundamental que haya mayor articulación entre los especialistas al interior de los propios países. Articular y potenciar los esfuerzos internamente y articular acciones a nivel regional utilizando el rol de apoyo de organismos regionales. Las redes telemáticas son posibilitadoras de formas reticulares de cooperación que pueden construir de manera espontánea equipos cooperativos invisibles, locales, regionales o internacionales. Es preciso que se favorezca la consolidación de otro tipo de procesos en los cuales los liderazgos intelectuales puedan establecerse de manera más adecuadamente incrustada dentro de las instituciones, para que haya mayores posibilidades de continuidad en el quehacer de los especialistas y a la vez que se establezcan mayores oportunidades de trabajo colectivo y con mayores articulaciones tanto dentro de los países como entre los países. Los investigadores deben servir de intermediarios en las nuevas alianzas que es preciso construir entre el mundo del trabajo y el mundo de la educación, para que las nuevas estrategias sean pensadas conjuntamente. Sería necesario reconstruir una posición que responda más estrechamente a las particularidades de la región. En momentos de grandes transformaciones, el investigador debe asumir roles complementarios de experto (para viabilizar la investigación a corto plazo, orientadora de las decisiones que se están tomando), pero el investigador debe ser reflexivo y por tanto intelectual y además debe ser un buen gestor para poder manejar coherentemente la diversidad de roles, así como también la diversidad de procesos que caracterizan una producción de conocimientos de alta calidad y dinámica en el espacio y en el tiempo. Los conflictos antes nombrados de carácter estructural ilustran la atención que debe ponerse en la relación entre los distintos niveles de organización de la actividad académica que principalmente son, la contradicción entre formas pluridisciplinarias y la organización centrada en lo disciplinario de las facultades y departamentos. Por otro lado, el gobierno de una facultad no puede prescindir de los distintos instrumentos de gestión como estrategia de acumulación de poder político, conservar el dominio de ellos es una condición de mantenimiento del poder institucional. Intentando resolver estas cuestiones se expandieron formas “híbridas” de vinculación externas a las casas de estudios en el mundo, desarrollándose empresas y fundaciones universitarias comercializadoras de tecnologías, con resultados que aún no se pueden evaluar (ej. UBATEC). Queda por tanto puesto en cuestión la ingenuidad de un enfoque administrativista que se limite a diseñar modelos de programación sin tener en cuenta las tensiones estructurales que activa, tanto dentro como fuera de la universidad. En razón de ello, parece ser una condición importante para la evolución positiva de estas experiencias, su acompañamiento por parte de una gestión especializada, en la que se combinen recursos técnicos junto con una continua disposición a la negociación política con los distintos actores intervinientes o afectados por el proceso de consolidación de la experiencia. Bibliografía Becher, Tony. “Las disciplinas y la identidad de los académicos” en Pensamiento Universitario, Año 1 Nº 1 Bs. As., Nov. 1993. (tomado de Universidad Futura, vol. 4 Nº 10, 1992. Versión original en Burton Clark (ed.) The academic Profession: National Disciplinary and Institutional Settings, University of California Press, 1987). Bell, Martin. “Enfoques sobre política de ciencia y tecnología en los años noventa: viejos modelos y nuevas experiencias”. En REDES Nº 5 Vol.2, Bs. As. Dic. 1995. Centro de Estudios e Investigaciones. Universidad Nacional de Quilmes. 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Universidad Nacional de Quilmes. CIUDADANÍA, NACIÓN Y MUNDIALIZACIÓN* Patrice Vermeren Abstract CITIZENSHIP, NATION AND GLOBAL SOCIETY A paradoxal question has summoned us, if we want to reconstruct the notions of Citizenship, Nation and Global society in theirs original sense. It is a question so as to interrogate the forms and the transformations of these terms in the political contemporary Philosophy. To interrogate the untimely relevancy of these terms. Resumen La cuestión que nos tiene aquí convocados es una pregunta paradoxal si queremos reconstruir las nociones en su sentido original. Se trata de interrogar las formas y las transformaciones de estos términos en la Filosofía política contemporánea. Interrogar la pertinencia intempestiva de estos términos. La pregunta que nos tiene aquí convocados es una pregunta paradoxal, si queremos restituir a esa noción su sentido original, paradoxal, entonces, entendemos que es en contra de la opinión. Se trata de interrogar las figuras, las formas y las transformaciones de la filosofía política contemporánea. Pensamos que tal interrogación, lleva, porta, una distancia en relación con los discursos sostenidos hoy en el mundo contemporáneo, que nos habla, por ejemplo, del fin de la política, o bien que nos habla de la vuelta de la política. Mi idea es poner en cuestión estos temas, que son los temas de moda, que son los temas puestos en cuestión por los filósofos franceses contemporáneos. Entonces mi idea es interrogar estos tres términos: ciudadanía, nación y mundialización, sobre todo interrogar a la permanencia intempestiva de esos términos. Es decir, con qué condiciones o en qué condiciones podríamos seguir hablando de república, en qué condiciones podemos seguir hablando de ciudadanía, con qué condiciones podemos seguir hablando de nación, cuando se están transformando los estados en América Latina y en el mundo. Entonces, es esta distancia que se trata de interrogar, en estos términos, se trata de interrogar los conceptos clásicos de la política, dando lugar al concepto de soberanía, soberanía del pueblo, bajo el modo de una crítica de la política, o bien para dar una reconstrucción de los conceptos de la política. Y para entrar en este debate ¿qué sentido tiene seguir hablando de ciudadanía y de nación en épocas de la mundialización, a partir de las reflexiones del filósofo francés Ètienne Balibar. Primero sobre el concepto de ciudadanía: este concepto de ciudadanía siempre tiene la doble función de discriminación, primero porque está ligado a la existencia de un Estado, es decir a la existencia de un principio de soberanía pública, y por otro lado, porque está ligado al ejercicio reconocido de la capacidad individual de participación en las decisiones políticas. Es decir, somos siempre ciudadanos de un Estado, pero también el ser ciudadano es ejercer un poder de participación en la vida política, es por eso que cuando se habla de ciudadanía se habla siempre también de igualdad. La idea de igualdad siempre está presente en la construcción de ciudadanía. El concepto de ciudadanía siempre fue el juego de luchas y transformaciones, es decir que el sentido de la palabra ciudadanía nunca fue fijado de una vez y para siempre. No solamente como ya lo decía Aristóteles -, porque cada régimen político se proyecta en una definición del concepto de ciudadanía, proyecta la distribución de los poderes que lo caracterizan, sino también, porque esta definición delimitando jurídicamente un cierto tipo de hombre, delimitando cierto tipo de poderes y deberes la definición de la ciudadanía cristaliza, a nivel del individuo, relaciones sociales constitutivas de una sociedad. La pregunta está entonces sobre esta sobredeterminación del concepto de ciudadanía, y el problema de la ciudadanía se va a complicar cuando en el S XIX y en el S XX se marca que la definición no es solamente una individualidad; un ciudadano no es solamente alguien que posee derechos, derechos que le serían dados por la constitución. Esta idea que los derechos del ciudadano serían los derechos del hombre y del ciudadano y a partir de aquí tendría que ejercerlos o no, complica la noción de ciudadanía a partir del momento en que está relacionada al concepto de nacionalidad. La ciudadanía no es solamente la posibilidad del ejercicio de un derecho político, no está sólo del lado de la acción política, sino que a partir del momento en que nacen los estados-nación, la ciudadanía está relacionada con la existencia de estados-nación. Tenemos la definición y la manera donde se ejercen los derechos políticos; en esta idea de derecho político hay dos connotaciones: está la participación en el voto y está el ejercicio de las magistraturas, es decir, el hecho de poder ser elegido uno mismo. Les recuerdo que para los griegos y los romanos de la antigüedad no se separan el elegir por el voto y el poder participar uno mismo en las magistraturas. Pero como ustedes saben, en el caso de los romanos y los griegos, muy poca gente era ciudadana, quizás el cinco por ciento de la población era ciudadana, todos los demás eran metecos, extranjeros, y no hablo de las mujeres que no tenían derecho a participar de la vida pública, y no hablo de los esclavos que no eran ni hombres ni cosas. Por el contrario, con el mundo moderno nace un ciudadano que tiene las dos funciones, es decir la función de elegir y la función de participar de la magistratura de manera separada. Lo que introduce la política moderna sirve de representación, es decir que cierto número de personas puede ser elegida para las magistraturas y así ser representante de la soberanía, pero no todos; estamos entonces, ante una figura nueva dentro del mundo moderno, que es la figura de la democracia representativa. Ahora bien, oponiendo esta relación del ciudadano a la nación, se agrega, entonces, la pertenencia a una cultura, a una comunidad política. Como ustedes saben, cada vez más, hoy, el que es apátrida no es ciudadano, y quizás tampoco un hombre. Por ejemplo, Hannah Arendt, que es una filósofa, autora de un libro llamado “El Imperialismo”, describe la situación del siglo veinte como una situación donde cada vez más hay refugiados, muestra que estos refugiados son gente sin derecho en el derecho, personas que no tienen existencia política, que no son reconocidas como miembros de tal o cual nación, y como no pertenecientes a ninguna nación, ya no son tampoco ciudadanos; en última instancia se encuentran en campos de refugiados. Es una de las preguntas de la modernidad; entonces, la cuestión de la modernidad es que los derechos del hombre están hechos, justamente, están pensados para ser ejercidos cuando ya no se ejercen o no pueden ejercerse los derechos del ciudadano. Sin embargo, resulta que son justamente estas personas sin derechos, que están sin nación, las que también se encuentran sin ciudadanía y por eso son objeto de un rejunte en comunidades que ya no tienen un status jurídico. La segunda cuestión viene del concepto de nación. ¿Tiene sentido hoy, hablar de nación, de nacionalidades? ¿Se pueden inscribir las relaciones entre individuo y la sociedad en un modelo nacional o de nación?, entonces la pregunta se plantea de esta manera, esta manera deriva en la doxa y hemos dicho que vamos a trabajar sobre paradoxas, o sea, sobre esta relación entre lo que dice la opinión y lo que se puede pensar. ¿Qué dice, entonces, la opinión corriente, común? O bien se sostiene que estamos en una fase de regeneración, de refundación de la nación, o bien se sostiene que estamos en una época de disolución, de postnación, y es esta alternativa la que tenemos que cuestionar. Es decir, no será esta manera de encarar el problema como una alternativa, que nos impide cuestionar realmente lo que está en cuestión en este tema. Porque si sostenemos la pregunta en sí, o bien estamos bajo la consigna de defender la nación, o bien decimos hay que defender la ciudadanía nacional, hay que defender la cultura nacional, hay que defender la política social en el marco nacional o para los únicos nacionales; es decir, por ejemplo, trabajo para los franceses, para los argentinos, antes que para los inmigrantes, esto es una posición que nos dice que habría que regenerar la nación ante los peligros de la mundialización. O bien, según la posibilidad inducida por esta cuestión - que es una cuestión con una trampa -, la solución sería ir más allá de la nación, es decir ir más allá de la nación a través de instituciones supranacionales o bien por procedimientos transnacionales, por ejemplo con procesos como la nueva economía mundializada, como la consigna ecologista donde se nos dice que tenemos que unirnos todos para proteger al planeta, proteger el buen aire del planeta, o bien se nos dice que tenemos que internalizar los modelos culturales. Entonces, es esta alternativa que desde un punto de vista filosófico tendríamos que cuestionar. En filosofía, como ustedes saben, no se defiende pura y simplemente un punto de vista; se dice en qué condiciones puedo yo iniciar tal o cual tesis, o bien, en qué condiciones puedo enunciar tal o cual tesis contraria. Una interrogación filosófica es una interrogación que desplaza la opinión, la opinión nunca es una pregunta, la opinión siempre es una respuesta. Como ustedes saben, la ignorancia no es la reacción de aquél que no contesta una pregunta, sino de aquél que siempre tiene una respuesta hecha para toda pregunta. Entonces el lugar desde el cual podemos interrogar acerca de la idea de nación desde un punto filosófico, es preguntarnos ‘en qué condiciones podemos decir que estamos al final de la nación’. Si hago esta pregunta, este tema de la nación o fin del estado-nación, diré con intangencialidad, o bien se dice esto pensando que es un progreso de la humanidad, el fin de la nación, -se va a decir, que salgamos de la nación -, porque así salimos de los particularismos nacionales y gracias a la salida de los particularismos de los nacionalismos, vamos al fin a poder entrar en el proyecto universalista de la modernidad; es el punto de vista de un gran historiador, que ustedes conocen bien porque vino muchas veces aquí, Hobsbawn - O bien se dice lo contrario, se dice que es un peligro el final de la nación, que es una regresión, una crisis de las identidades, una crisis de la modernidad, pero de todas maneras cuando se expresan estos enunciados, está contenida la idea de que hemos llegado al fin de los estados nacionales y siempre se ha tomado como algo no pensado. Para poder hablar del fin de las naciones hay que suponer que existe un origen de las naciones. El tema, ustedes saben, del fin de algo, siempre es un poco sospechoso, por ejemplo, se ha hablado del fin de la historia, saben del filósofo Hegel que decía que venía el final de la historia porque para él, la reflexión de la historia es la realización de la idea del saber absoluto. Nos dice que la filosofía siempre llega al final, siempre llega demasiado tarde y nos dice “la lechuza de Minerva sólo se levanta en el crepúsculo” - ustedes saben que la lechuza es el pájaro filosófico -. Saben que se ha usado el tema del fin de la historia, por ejemplo el consejero del presidente americano que se llama Fukuyama, para decirnos que ningún otro horizonte que el horizonte instalado era posible, que ninguna perspectiva utópica podía ser sostenida, para decirnos que habíamos conocido totalitarismos de izquierda y de derecha, que habíamos conocido el nazismo y el stalinismo, y entonces lo único que era posible porque estábamos al final de la historia era una democracia, en lo posible, una democracia liberal, a la americana, aceptando todas las injusticias que podía haber en esta sociedad real. Pero también sobre este tema del fin, está el filósofo francés Paul Valéry que nos habla del final de las civilizaciones. Él habla después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), ustedes saben que esta guerra generó la masacre de millares de personas y la utilización de la nación que era mas civilizada, la nación alemana, dado que tenia la posibilidad de utilizar la ciencia para destruir la Humanidad. Se decía que la civilización occidental era la civilización del futuro porque ella era la única que conlleva un modelo de universalidad, entonces cuando se pensaba que las otras civilizaciones no podían realizarlo porque llevaban un principio de particularidad, la civilización occidental era concebida como la civilización del futuro, y resulta que justamente esta civilización es la que llevó a la posibilidad de destruir la humanidad. Es por eso que escribe Valéry…”nosotros y mi nación, sabemos desde ahora que somos mortales…”, y por eso el tema del final de las naciones, el final de los estados-nación es un tema no inocente, porque él dice que si hay un fin de la nación, hay, también, un origen de la nación y si se dice eso se está en una justificación, se cae en una justificación de la nación a partir de cierta cantidad de criterios problemáticos. Es, por ejemplo, la famosa oposición entre la nación francesa y la nación alemana; la nación francesa se originaría del lado de la voluntad, serían ciudadanos franceses aquellos que teniendo conciencia de compartir los valores de la comunidad francesa, elegirían pertenecer concientes del conocimiento de causa, a esta comunidad. Es una idea heredada de la Revolución Francesa, expresada en el texto canónico sobre esta cuestión, el texto de Renoir que se denomina “Esto es una nación”. Es una conferencia dictada en la segunda mitad del S XIX que nos dice: ¿qué es una nación?, ¿se caracteriza por una lengua?, no, porque hay lenguas habladas por varias naciones y naciones que comparten varias lenguas, ¿se caracteriza por la pertenencia a una raza?, para eso tendrían que existir las razas - en el S XIX se creía que las razas existían -; no, porque también tenemos países con varias razas y razas que pertenecen a varios países; el único criterio de pertenencia a una nación es la voluntad de compartir los valores de esa nación. Y cuando se conoce esta conferencia, es el momento justo después de la guerra con los alemanes, en que la zona de Alsacia y Lorena tienen que elegir si son franceses o alemanes, el pueblo tiene que elegir si quiere pertenecer a Francia o Alemania. Esta concepción de nación se opone a la concepción alemana de nación, que se funda sobre la tradición y no sobre la voluntad; está fundada sobre la naturaleza y no sobre la conciencia, está aislada en última instancia en un derecho de sangre. Entonces, según la tradición se es alemán porque se es hijo de alemanes, porque se habla la lengua alemana, y porque se pertenece, fundamentalmente, al pueblo alemán. No quiero insistir sobre eso porque es el pasado y tenemos que hablar del presente y del futuro, pero está este problema que cuando se habla del fin de la nación, uno se encierra en estas alternativas y en última instancia se refiere al origen de la nación. Habría que distinguir dos cosas del punto de vista de la nación: el hecho que existen nacionalidades individuales: hay naciones que han existido, hay naciones que existen, hay naciones que van a existir; son reuniones de población en el marco de las mismas instituciones, son un conjunto de relaciones codificadas entre estado y sociedad, relaciones codificadas entre política e individuo, entre grupos sociales y esfera pública, pero estas nacionalidades no son eternas, nacen, viven, mueren o pueden morir, pueden perdurar pero entonces están sometidas a condiciones de reproducción. Decir esto, es decir, por ejemplo, que la nación francesa no existió siempre, que quizás no exista para siempre, pero ¿qué sentido tiene buscar una apología de estructura entre la nación francesa de hace trescientos años y la nación francesa ahora?, es una pregunta, porque no son sólo las formas de existencia materiales, sino también las formas de representación, ¿qué quiere decir sentirse francés o sentirse argentino?, ¿es lo mismo hoy que en el medio del S. XIX ? Entonces, están por un lado, las nacionalidades materiales y por el otro lado, están las formas, es decir la forma de la nacionalidad como tipo de formación social, como modo de combinación de estructura económica e ideológica, como modo de relación entre las funciones simbólicas y las funciones administrativas del estado, la forma nación va a oponerse a otras formas, como por ejemplo, la ciudad recuerda a la polis, o al imperio. Si hablamos, por ejemplo, del Imperio Romano, quizás entonces las naciones sean comunidades, pero la forma-nación es una estructura que no ha dejado de transformarse; la pregunta es entonces si todavía tiene sentido hablar de nación al momento de la mundialización. Entonces la pregunta primordial que nos tenemos que hacer es ¿qué quiere decir mundialización? Entre los franceses se puede decir que es una figura extensiva y una como gran calidad intensiva y universal como realidad, es una interdependencia efectiva entre elementos a partir de la cual podemos formar lo que llamamos ‘el mundo’; entonces, es universal como realidad. Es dos cosas, por un lado las instituciones, los grupos, los individuos, y por otro lado, son los proyectos que se esfuman entre los individuos y las instituciones. Esta universalidad real es la circulación de las cosas, las mercaderías circulan, la circulación de las personas, son las relaciones de fuerza y los compromisos políticos, que acontecen ahora a nivel mundial; son los contratos jurídicos, la comunicación de las informaciones, la comunicación de los modelos culturales. Entonces podemos decir que estamos bien en un sentido y en otro sentido, en el cual partes del mundo puedan estar divididas políticamente, están reunidas en una organización: las Naciones Unidas. A menudo las mismas imágenes, la misma lengua, se pueden ver por todos lados: eso es la universalidad extensiva; pero también existe una universalidad intensiva, es decir que cada uno está llamado a domicilio, desde su cuenta de banco, hasta la venta de publicidad, desde las informaciones en Internet, hasta la vigilancia policial, y ahora el nivel de vida, la calificación de cada uno como individuo, todo se mide a la medida del mercado mundial de trabajo. Incluso la formación intelectual se mide a partir del conocimiento de los códigos, de códigos internacionales, en la lengua internacional, incluso la alimentación, la salud, la sexualidad son pensadas en relaciones a la escala del mundo (el tipo de alimentación básicamente es la misma, con la diferencia que aquí la carne es más rica). La salud, lo mismo, hay normas de salud que son universales y los comportamientos privados, la sexualidad es lo mismo. Podemos decir entonces, que esta universalidad es también una universalidad intensiva y podemos decir que empezó ya mucho antes que el S. XX, podemos decir que la mundialización existe desde ya hace mucho tiempo, pero quizás lo que es verdaderamente especifico de la mundialización hoy es que se ha tornado irreversible. Es lo que Wallerstein llama “sistema- mundo”, hay un “sistema mundo” que impide toda posibilidad de retorno a la autarquía. Como si hiciera una línea centrada sobre sí misma en una pequeña comunidad singular - ustedes saben que no podemos vivir así -, por ejemplo que no se puede producir tela con un salario alto, cuando van a llegar telas baratas que vienen de Asia (discúlpenme, tomo un ejemplo que viene del mercado y en el nivel que estoy utilizando el término mundialización, porque acá usamos las dos palabras, globalización y mundialización). La globalización se refiere más bien a la cuestión económica, pero ustedes saben que la mundialización es algo más que la movilización de los mercados. La idea es que la nueva figura de la universalidad vendría a destruir las antiguas figuras utópicas de la universalidad, así como también a las visiones de la Ilustración, esas viejas visiones cosmopolitas fundadas en un humanismo teórico sobre el compartir valores morales y culturales con una meta emancipadora. Entonces, esta mundialización real de la economía, esta generalización de los mercados financieros, que dan lugar a una redefinición de las prácticas económicas, da también lugar a una redefinición de la política; es por eso que se cuestionan la nacionalidad y la ciudadanía hoy, pero también da lugar a una redefinición de la tecnología y de las costumbres y entonces esta mundialización, expone las condiciones de la democracia y la ciudadanía a un cierto número de riesgos. Es hora de enumerar esos riesgos. Lo primero es en relación con la redefinición de la naturaleza de la función del estado; el gran riesgo, es que el lugar del ciudadano se sustituya por el del consumidor, y entonces si el consumidor sustituye al ciudadano, el riesgo es de neutralización de lo político. Es el riesgo de la indiferencia que vendría a ganar a los actores políticos en contra de los ciudadanos, en este caso, en el caso de la mundialización. De ahí que el ciudadano al no ser más que un consumidor con derechos de consumidor, nos enfrenta al riesgo del fin de la concepción clásica de la soberanía. La concepción clásica ¿cuál es?, se diría que existe un espacio público, que en ese espacio público se construye una autonomía política, en el espacio público de la democracia puedo elegir libremente, tomar tal o cual decisión que será respetada por el gobierno, por el poder ejecutivo. El primer riesgo es, entonces, en relación con la distinción del estado. La segunda cuestión, es cómo una redefinición dirigida por la mundialización, está sobre la sociedad civil. ¿Cómo se define un ciudadano de manera clásica?, decimos que es un sujeto que posee derechos, estos derechos los obtuvo naciendo, le han sido otorgados por la Constitución y las instituciones. Por cierto, si digo ‘la cuestión del origen de la ciudadanía clásica’, creo que por lo menos hay cuatro orígenes que se mezclan: primero el concepto de ciudadano viene de las filosofías del Contrato Social; en este caso el concepto de derecho sería abstracto, y el sujeto que recibe derechos y los posee es un sujeto abstracto en todo sentido. Pero la segunda fuente del concepto de ciudadanía, se hace después del Contrato Social, se hace con el Contrato, y de ahí surge nuestra sociedad y obtengo los mismos derechos. La segunda fuente, entonces, es el derecho civil; éste no es un concepto abstracto ya que en el derecho civil el sujeto es un padre o un hijo, es un esposo o una esposa, es un propietario o un no-propietario, entonces no son sujetos abstractos e iguales en escala, son sujetos fundamentalmente desiguales. El tercer origen del concepto moderno de ciudadanía es la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano; aquí el concepto es complicado, porque se dice no ‘el hombre’ sino ‘los hombres’ son iguales y estos hombres, justamente, no tienen sexo y el resultado es que en el momento en que se declaran las instancias de los derechos del Hombre y del Ciudadano, se priva a las mujeres del ejercicio del derecho de voto, por lo tanto, a la mitad de los hombres - habrá que esperar ciento cincuenta años en Francia para que las mujeres tengan el derecho de votar -. Y finalmente, la cuarta determinación en el concepto de ciudadanía luego de la filosofía del Contrato Social, el código civil y la declaración de los Derechos del Hombre, es el derecho de las nacionalidades. El derecho de las nacionalidades adjunta al derecho del ciudadano, una pertenencia a una nación, es decir, una pertenencia puntual. El prejuicio de esta concepción de la ciudadanía, es que el ciudadano está hecho, definitivamente, en una sociedad, por lo tanto, el ciudadano, si no puede ejercer sus derechos, demanda, le pide a la República darle más posibilidades de ejercerlos. Y de este juego entre lo que debería ser el ciudadano ideal y lo que es en realidad, resulta que la gente no tiene muchas posibilidades de participar en la vida política, que la gente ya no cree en que la política pueda cambiar algo, y entonces, ya no vota. Es esta condición - si ustedes dicen por un lado que existe este ciudadano ideal y por el otro esta realidad miserable - por la que se puede decir que hay una carencia de ciudadanía o como se habla hoy, que hay una ciudadanía de baja intensidad. Pero esto es un problema político porque esta representación induce a una cierta solución posible; no sucede lo mismo si ustedes se hacen la pregunta de otra manera en relación con la política, al revés. Si ustedes dicen como algunos políticos franceses, que en la ciudadanía está en primer lugar el acto y la palabra política, si se dice que no se nace ciudadano, si no se es ciudadano siempre, pero se es ciudadano - como lo dice Arendt -, en el momento en que se toma la palabra, en el momento en que se realiza un acto político, resulta que en ese momento se reabre el espacio político en la democracia, en el cual uno se reconstituye como ciudadano. Esto supone otra concepción de la ciudadanía, una concepción en la que se separa la ciudadanía de la nacionalidad, entonces, después de la redefinición de la sociedad y estado, y la sociedad civil, quisiera señalar dos matices más. Primero en el campo de la educación y la universidad, los efectos de la mundialización se hacen sentir, y lo que está en cuestión es la función de estructura de la escuela y la universidad, y en particular de la escuela y la universidad pública. La escuela pública fue construida como una sección de igualdad en un mundo de desigualdad; que el mundo sea desigual, eso es un hecho claro, pero justamente la invención de la República moderna ha sido para cada uno la posibilidad de realizar funciones y aptitudes naturales y esa es la idea de la instrucción pública. El carácter público ¿qué quiere decir?, quiere decir que en una universidad - contrariamente al mundo exterior, al mundo de la economía -, se es únicamente sujeto de la universidad, con un derecho a la educación, por la educación; no se es una mujer o un hombre, un pobre o un rico, se es conocido solamente en relación al saber y a la transmisión de saber. Entonces en la transformación producida por la mundialización, la articulación de la escuela con la ciudadanía, la articulación de la escuela con la democracia, desaparece y desaparece todo eso de una visión técnica de la escuela; se dice que la escuela tiene por función distribuir las capacidades destinadas a mejorar el rendimiento de los aspectos económicos, entonces el problema es ¿qué sentido puede tener defender una educación pública o una universidad pública?. Si bien aquí no puedo desarrollar esta cuestión, lo que queda claro es la diferencia entre público y privado; se puede decir que lo privado tiene sus pobres, que puede ayudar a los pobres con becas gratuitas, pero en la escuela pública los pobres no son nombrados como pobres, en la escuela privada los pobres son nombrados como pobres. Mi pregunta en relación con la universidad pública, es que, tal vez, también habría que hacerse la pregunta de otra manera, se nos dice que hay varios fines, varias finalidades de la universidad, pero el fin de la universidad es la ciencia, la investigación, por ejemplo, los alemanes fundadores de la universidad alemana del S. XIX. Pero entonces, si ustedes sostienen esto, se dice también que no es así porque no se sostiene la investigación que debería producirse, o bien, se puede decir que la responsabilidad de la universidad es hacer ciudadanos responsables, pero ustedes ven que tampoco funciona; llego aquí y hay una manifestación en la calle, entonces ven ustedes que la universidad no produce obediencia. Se puede decir que la otra función de la universidad es la adaptación al mundo del trabajo, pero la universidad produce gente que sabe latín, que sabe cosas inútiles, por lo que tampoco llenaría esa función; se puede decir en cuarto término, que la función de la universidad es formar para un empleo útil, pero como saben, hay gente que sale de la universidad y no tiene trabajo. El problema entonces es que si ustedes piensan la universidad sobre su función, a cada rato les contestan que la universidad no cumple con sus funciones, finalmente uno se da cuenta que nunca cumple con sus funciones y la mejor prueba es que siempre se han hecho reformas en la universidad. ¡Al día siguiente que se fundó la universidad, ya se decía que había que refundarla! Es como el concepto de crisis: se nos dice que la sociedad está en crisis, pero como siempre está en crisis, podemos decir que la sociedad vive de la crisis, así como la escuela y la universidad viven de la reforma. Más bien tendríamos que preguntarnos si no podríamos cuestionarnos al revés o de otra manera, y decir que finalmente la universidad no es ella misma cuando va más allá de aquello que se le pide, de todo aquello que los filósofos, el estado, las empresas le piden. Cuando el esquema no corresponde a una demanda no formulada, se es una comunidad que se constituye y se re-constituye perfectamente, contestando a preguntas que nadie le formuló, que nadie le hizo, salvo la comunidad misma y que es esa comunidad, que es finalmente, el espacio que estamos viviendo en este momento. Finalmente la cuarta redefinición implicada por la mundialización, después de una redefinición del estado, después de una redefinición de la sociedad civil, después de una redefinición de la universidad, sería una redefinición de aquello que liga a tres de ellos, sería una redefinición de la representación política. Entonces, la pregunta es, más bien ¿la democracia de hoy y de mañana, es el recurso del experto?, es decir, esa idea de que los problemas contemporáneos son tan complicados que el ciudadano común no los puede resolver y tiene que llamar al experto. Es que en tanto los ciudadanos no estamos lo suficientemente calificados para responder a los problemas, - ya a nivel nacional era complicado -, ahora que los problemas tienen un nivel mundial, como ciudadanos necesitaríamos a los expertos, pero los expertos privan cada vez más al ciudadano de la decisión. ¿Qué sentido tiene reivindicar la participación en la vida política? hay una especie de círculo vicioso que va de la complementación del sistema, al pasaje por el experto y es que al recurrir al experto se produce la deshabilitación del ciudadano. Entonces se puede decir que desde la intención de la política democrática cabe esta pregunta ¿la soberanía es para la nación o bien para los representantes de la nación? Ésta era una pregunta de la Revolución Francesa. Tenemos un marco legislativo en crisis institucional republicano, pero el pueblo real en un adecuado concepto de pueblo, el pueblo real – decimos - es inmigrante, gente que no se halla en su país y entonces no la podemos dejar votar, porque votan en función de sus intereses privados. Comprenden que no es mi opinión, estoy describiendo los discursos, yo quiero transmitirles lógicas de discurso, todas las buenas razones para explicar que, de cierta manera, el ciudadano hoy, teniendo la libertad de los antiguos, solo puede tener una ciudadanía y actividad distintiva. Y esta cuestión que nos planteamos todos, ciudadanía, nación, y mundialización, nos llevaría también a la pregunta ¿qué es la democracia? y, a grandes rasgos hay dos posibilidades: la racionalidad estatal contemporánea o la racionalidad interestatal contemporánea, que sólo reconoce individuos y grupos reales, con derechos y con valor respectivos; imaginen entonces, un mundo en el que agentes económicos, son al mismo tiempo, objetos de derecho e inventan la ciudadanía -¡qué sería de estos individuos! -. Es en este sentido que se puede hablar de la empresa ciudadana, del poder ciudadano. Quiere decir, entonces, que la política de cierta manera es llevada a lo contrario, el mundo sería un mundo donde uno se ocuparía sólo de las cosas de uno; desde este punto de vista, la mundialización no es tanto la pérdida del poder de los estados ni la lógica de la despolitización de los estados. Se presenta, entonces, la idea de que tendríamos que llegar a un consenso; ahora bien, el consenso, es de cierta manera lo contrario de la democracia, el consenso es el totalitarismo, la democracia es la libre expresión del disenso, cuando hay consenso ya no hay estado público, cuando hay consenso ya no hay posibilidad de elegir, y la democracia sería por lo contrario, esta posibilidad indeterminada, indefinida de reabrir espacios públicos en los cuales la palabra pueda restituir al concepto ciudadano. En este sentido estoy muy interesado en lo que sucede actualmente en Argentina, cuando se nos decía que a nadie le interesaba la política, se dan modos de expresarse en otros lugares, aquellos lugares conquistados en la vida política, antes del orden de la subderivación política y se restituye así algo de la idea de la democracia, que sería una democracia del disenso. Todo esto para decir - y no se puede decir así, rápidamente -, que estamos al final de las naciones. Por lo mismo no tiene sentido hablar de “la” mundialización, sino más bien hablar de las mundializaciones, siendo representación con planes contradictorios cuyo futuro está abierto. Agradezco mucho por escucharme, y muchas gracias a mi traductora. * Conferencia pronunciada el 20 de agosto de 2003, en el Colegio Carlos Pellegrini, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dentro del Ciclo de Conferencias organizado por la Asociación Olimpíada Argentina de Filosofía. . EL ESTADO EN TIEMPOS DE GLOBALIZACIÓN Ana María Zagari* Abstract THE STATE IN TIMES OF GLOBALIZATION The figure of the State that has its origin in the 17th century and that although weakened is the one we know today, went through the diverse modalities of the capitalism. During the industrialist period, the principle of cohesion of the State was that of the territorial sovereignty. In the financial capitalism, another principle, that of governability, appears in the scene: borders are weaker than capital which, thanks to fiber optics, enters and leaves countries, beyond their borders. Governability is functional to globalization, and it is a way of unique thought. Capital hates political and social conflicts, it needs States which guarantee order and governability, which facilitate its interests. In our countries, to weaken or to minimize the State is to make it functional to the most uneven globalization. Our position is to point out in the only thought the desertion of critical thought; and to revise that rulers and citizens be recognized in their own projects, without stopping the dialogue between each other or with the world. Resumen El Estado es un constructo político del siglo XVII que aún hoy, habiendo atravesado las diversas modalidades del capitalismo, sigue presente, a pesar de su debilidad. Durante la fase del capitalismo industrial, el principio de cohesión del Estado fue el de la soberanía territorial. Otro principio aparece en la escena política en la hegemonía del capitalismo financiero: el de gobernabilidad. Las fronteras se debilitan gracias a descubrimientos como el de la fibra óptica, que permite la entrada y la salida de las mercancías y de la información, más allá de las fronteras territoriales de los Estados nacionales. El principio de gobernabilidad es funcional a esta etapa del capitalismo llamada globalización, y es también uno de los principios del llamado pensamiento único. El capital detesta los conflictos políticos y sociales; necesita de un Estado que sea garante del orden y de la gobernabilidad. En nuestros países, el pensamiento único, justificador del capitalismo global, ha querido enseñar las “bondades” de un Estado mínimo, contribuyendo así a debilitar aquel constructo que era la figura política por antonomasia. Nuestra posición señala que el pensamiento único (contradicción en los términos, ya que pensar es dia-logar), es la deserción de la crítica y de la reflexión: no es pensamiento sino adoctrinamiento. Desde este punto de vista –el nuestro– resulta necesario señalar la importancia de una ciudadanía que se reconozca en los proyectos propios, sin por ello desestimar el diálogo con el mundo. Para ello el Estado sigue siendo la mejor apuesta, conociendo que la globalización es hoy una forma dominante de lo real y de lo teórico, pero siempre sujeta a objeciones y a análisis críticos. Estado y mercado son los lugares por los que derivan el saber, el hacer y el deber, en el (mal) llamado Occidente, desde su origen. Lo político, modalidad del estar juntos manteniendo el conflicto originario en estado de latencia, es decir inventando estrategias para lograr la paz, que a lo largo de la historia reconoce períodos demasiado breves, inventa el Estado como modo de hacer la ley y concentrar la fuerza para que salga de los cuerpo individuales. El mercado, primer lugar físico que prolonga el oikós para intercambiar bienes, es junto con la invención del dinero, el lugar simbólico de mercar y de hacer circular las mercancías. Intereses particulares que, con la revolución industrial y el mercantilismo “ocupa” la esfera de lo político (esfera pública) y se representa como clase hegemónica que vela por el bien general. Lo político es el lazo que constituye la subjetividad y es una modalidad de la ontología, en tanto que el bien y la justicia son sus fines. Su figura moderna es la representación soberana del poder: el Estado. Público y privado fueron las figuras de lo público y de lo privado, respectivamente, hasta que la expansión del capitalismo crea otra figura: lo social, que muchas veces fagocita al Estado y le impone que abogue por sus intereses privados como si fueran comunes.i El Estado es una figura moderna que representa a una clase burguesa necesitada de cuidar las fronteras, mantener activa a su población y concentrar la fuerza en un cuerpo vigilante, que la libera de gastar sus propias energías en la defensa patrimonial. Pero el capitalismo financiero produce otros movimientos (ligados a las nuevas tecnologías) y en un espacio que se quiere global, las fronteras son un obstáculo a la “libre” circulación de las mercancías. Funcionales a este modelo son las teorías de las caídas: de las ideologías, de los grandes relatos, del fin de la historia, con el consecuente fortalecimiento de la figura que Hegel llamó alma bella, figura de una subjetividad transparente y ajena a todo mal, aún a los que son efectos de sus propias obras, en detrimento del Estado, con las consecuencias perversas que pueden derivarse de este desapego por lo político. Lo que está en juego es el principio de representación del Estado y la soberanía de las naciones. Quien formula y desarrolla la teoría de la representación, ligada a la soberanía del Estado es el filósofo Thomas Hobbes.i El de la gobernabilidad es otro de los problemas que aparece junto con las versiones de la muerte de los llamados grandes relatos, uno de los cuales es el relato de la muerte del Estado soberano. La primera intuición –si se me permite decirlo así -, es que el término gobernabilidad,i más allá del uso banal que de él empezaron a hacer los así llamados medios de comunicación, es funcional al modelo del “fin de la historia”. Soberaníai y gobernabilidad son principios ligados con la formación del Estado moderno y con su crisis actual. Son dos modalidades diversas, aunque complementarias, del poder y de la subjetividad. El principio de soberanía es, a partir de la denominada -por Hobbes - filosofía civil, el principio cohesionante del Estado, cuyo origen es el llamado contrato social. La i Es lo que nos enseñó Hannah Arendt en La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993. Título original: The human condition. i Hobbes, Thomas Leviathan, or the Matter, Form and Power of a Commonwealth Eclesiastical and Civil, 1651, edited with an introduction by C. B. Macpherson, Penguin Classics, England, 1985. First published, 1651. Para este trabajo se utilizó esta edición y se tradujeron los párrafos transcriptos. Hay edición en castellano, Leviatan o la Materia, Forma y Poder de una República Eclesiástica y Civil, Sección de Obras de Política y Derecho, Fondo de Cultura Económica, México, 1998 (segunda edición), traducción y prefacio de Manuel Sánchez Sarto. i Es Foucault, Michel quien trabaja este sustantivo conceptualmente en Dits et écrits: 1954-1988, édition établie sous la direction de Daniel Defert et Francois Ewald avec la collaboration de Jacques Lagrange, éditions Gallimard, Paris, 1994. subjetividad que se constituye con el pacto es la del ciudadano. El súbdito-ciudadano se constituye también como pueblo en el mismo acto de la tranferencia del poder, y deja de ser una masa o multitudo humana que, en el estado de naturaleza tiene poder y libertad, pero en el que las pasiones y el deseo pueden resultar letales. La violencia originaria que es constitutiva de nuestro ser-para-la-muerte, es agresiva y disolvente; debe ser atenuada por mediaciones que legalicen una negatividad capaz de vencer el mal infinito y de poner una sujeción a la pasión egoísta. Toda la historia de la humanidad recurre en sus relatos o mitos de origen a diversas formas del límite, para no morir, antes de tiempo. No Matarás es el mandamiento y el imperativo universal que en el siglo XVII, siempre siguiendo a Hobbes, adquiere la forma del contrato social, o la de la representación del poder, condición de posibilidad de una forma de subjetivación –la ciudadanía-, cuya aspiración de progreso y acumulación le impone lograr vivir juntos –los ciudadanos-individuos-, en paz. La experiencia de nuestra propia violencia política cuando el Estado fue tomado por el terrorismo, y la soberanía deja de ser representación para oscurecerse con la sangre y la desaparición, hacen necesaria la vuelta al filósofo que se ocupa de la constitución de un Estado tal como hoy, en crisis, todavía pervive. Ese Estado que, si se pone como parte – y no como instancia última- en la violencia civil, se convierte en Estado de terror, confundiendo poder con violencia. La pregunta ¿cómo es posible vivir juntos? persiste, ya que el absolutismo hobbesiano es un modelo discutido desde el inicio, aunque él se encargue, si lo leemos atentamente, de plantear la obediencia como modo de lograr una vida buena, es decir pacífica y que sea condición de posibilidad del progreso de los hombres. La persistencia de la pregunta por la conjunción poder- obediencia, en un ejercicio especulativo, va conduciendo a otro filósofo contemporáneo: Michel Foucault, que asocia el principio de gobernabilidad con el antimaquiavelismo jurídico y eclesial. Si bien en El Príncipei no se habla de soberanía, ni de Estado entendido como EstadoNación, se plantea la relación poder - del Príncipe- y territorio: cómo defenderlo, extender sus fronteras, pero sobretodo, hacerlas impenetrables. La soberanía como principio de autoridad es anterior a la Modernidad: Medioevo y Renacimiento fueron sus cunas. Pero es moderno pensar el Estado como la autoridad última de la República. En cambio, el principio de gobernabilidad es una modalidad de la biopolítica, que hace masa de la ciudadanía y “confunde” la paz con el orden. Hay que subrayar no sólo las diferencias con el principio de soberanía, sino su semejanza más estructural: la de pensar la subjetividad en relación con la categoría de cantidad, de manera casi excluyente. Hoy el problema no sólo es el de la representación del ciudadano y la paz interior, sino el de cómo cohesionar las demandas de la población de las denominadas democracias ampliadas, en las que han surgido otras formas de subjetivación de la obediencia (o de la desobediencia civil). Para acallar el conflicto siempre presente en el vivir juntos, se ha construido la serie paz-seguridad-orden, que puede derivar en una metonimia del totalitarismo como silencio, o en la hegemonía de potencias que pervierten su fin (el de la paz mundial) a través de acciones que las acercan a la violencia y las alejan de la justicia y la paz. Este es hoy el grave problema político. i Cfr. Bataille, Georges. La souverainité, en Oevres complètes, t. VIII. Paris, Gallimard, 1999. Contra la figura del Estado, sin embargo el autor es uno de los más lúcidos analistas del problema de la soberanía política. i Maquiavelo, Nicolás. El Príncipe, Madrid, Alianza, 1981. El inicio y la consolidación de la figura del Estado-Nación se basan en un principio, el de soberanía; la transformación del Estado y su crisis contemporánea están basadas en la puesta en cuestión de dicho principio, dando cabida a otro, denominado principio de gobernabilidad Estos no son necesariamente excluyentes, pero la hegemonía del primero fortalece el elemento jurisdiccional del territorio, mientras que la hegemonía del segundo aparece ligada al proceso de expansión poblacional, y a la necesidad de controlar las demandas que de ella se derivan. El principio de soberanía incluye en su definición un orden teológico–político. La referencia a ese orden indica que el concepto proviene de la Biblia y está referido a Dios. Se encuentra en la mayoría de las formas del poder que quieren fundarse o derivarse de Él. Toda expresión monárquica, sea eclesial o civil, apela a Dios como fuente de legitimación de su soberanía. También lo hace Thomas Hobbes, al identificar en la figura bíblica del Leviathan el poder humano, al que llama, asimismo, dios mortal. Si bien el Renacimiento produce la gran ruptura del orden teologal, y el inicio de la Modernidad quiere para sí el primado de la Razón, los príncipes y reyes no resignan su antiguo derecho de soberanía. En la serie violencia-poder-fuerza-paz-seguridad-orden, los siglos XVII y XVIII modifican la concepción de la soberanía, su origen, su sede, su sujeto, merced a las grandes guerras y también a grandes transformaciones institucionales, religiosas, jurídicas, filosóficas. Ese dios mortal hobbesiano no resigna, sino que hereda el principio de soberanía, y lo quiere para sí. El modelo teológico-político queda así formulado. La soberanía divina es requerida para legitimar tanto al rey como al Estado absoluto. Su rasgo divino permanece en la figura laica del Leviathan. El elemento religioso, y las luchas de las distintas sectas que abandonaron el catolicismo y disputaron el poder en guerras prolongadas, darán origen a un nuevo orden económico, conocido como mercantilismo primero, y luego como capitalismo. Cuando las guerras territoriales ceden y la paz posibilita el crecimiento de las poblaciones y la acumulación de las riquezas, el Estado vigila tanto sus fronteras como el mantenimiento de la paz interior. El principio de soberanía o de autodeterminación política es necesario pero no suficiente para organizar a la población. Surge entonces otro principio, denominado de gobernabilidad, como condición de posibilidad del afianzamiento del orden económico-administrativo, que puede leerse también bajo la categoría de biopolítica, en la que la vida humana es pensada y tratada como masa. Se desplaza lentamente el modelo teológico-político hacia un orden económico-administrativo. La preocupación contemporánea por la gobernabilidad de las naciones, produce serias controversias respecto de la soberanía de las mismas y del poder de sus Estados. Este problema podría entenderse como el debilitamiento de las instituciones políticas, tanto del estado-nación, como del orden internacional, a favor de un orden globalizado. Es lícito preguntarse, apelando a la filósofa Hannah Arendt, si una ontología de la despolitización contraria al modelo de constitución de la soberanía, no resulta de la prioridad que tienen las causas eficientes por encima de la causa final, imponiendo una ética de los bienes a la ética de los fines. El principio de gobernabilidad parece más adecuado a una perspectiva que deja de mirar lo teopolítico-territorial, para preocuparse por la población y por los individuos que habitan un suelo común, con derechos y demandas propios, que pueden modificar el modo de ejercer el poder del Estado: tránsito del decisionismo al administrativismo y del ciudadano como sujeto a la sujeción de la bioestadística.i Si el contractualismo de Hobbes enuncia una antropologia, una semiótica y una filosofía política, sus mayores contribuciones son: La definición del hombre como un ser de deseo y de lenguaje. La valoración del lenguaje (como pacto o contrato) para atemperar la violencia de las pasiones. Principio de soberanía del Estado: la figura de un tercero que está por sobre el interés de los privados. Primacía de lo público sobre lo privado. Entrevió el peligro de la corrupción. La concepción del individuo-ciudadano. La preferencia del ejercicio de la fuerza por medio del Estado, antes que ejercida por cada uno de los individuos: preferencia del Estado a la guerra civil, stasis o anarquía. La claridad de indicar que la soberanía sólo puede ejercerla el Estado de la Nación, en su territorio. Entre las Naciones se vuelve al estado de naturaleza (o de igualdad) o de guerra, porque no hay un tercero que dirima por encima de ellos. Anticipa los problemas actuales de los organismos internacionales, ya que aunque se hayan pensado como Estados-parte, el poder de cada uno es distinto y el más poderoso hace valer o por el poder del veto, o por hacer caso omiso de las recomendaciones del organismo, su punto de vista. El pacto social en Hobbes es para instituir a un soberano que nos proteja. Puede criticársele su concepción absolutista del Estado, que él defiende con el mismo argumento del pasaje del estado de naturaleza al estado civil. Pero lo cierto es que la experiencia de un Estado ausente o mínimo no llevó a mayor justicia, ni a una vida buena para todos, sino que profundizó las desigualdades. Sin embargo, las dificultades de considerar que el pathos fundamental del hombre es el egoísmo y su definición del hombre desde el egoísmo, pero también como un ser de deseo y de palabra, dan lugar a interpretaciones cerriles a lo largo de los siglos posteriores, pues olvidan que plantean que un hombre sin deseo es un hombre muerto. Y reconoce que si el deseo es infinito y los bienes son finitos, la lógica que se impone en el estado de naturaleza, donde no existe la propiedad privada, es el de la guerra por la apropiación de esos bienes, a los que todos tienen derecho. El mayor obstáculo es la definición de razón: es cálculo y todo razonamiento es una operación de adición o de sustracción. Sólo considera la categoría de cantidad. El pacto es un cálculo contractual que se realiza para sustraer fuerza a los individuos y para que esa sustracción les permita transferir la fuerza a un tercero. Cálculo y contrato constituyen una subjetividad que en su propia definición tiene su límite. En el mismo sentido, el principio de gobernabilidad, con todas las diferencias establecidas, plantea el mismo principio cuantitativo y por eso, su disciplina es la estadística. Representación y gobernabilidad serían principios de una imagen del mundo –la modernaque en sus marcas más privilegiadas, olvidan la calidad. Sin embargo, la gobernabilidad –no en vano en los discursos político y mediático estandarizados según las normas de la potencia hegemónica y del capital financiero, es funcional al proyecto de la globalización, mientras que la soberanía nacional es su límite. La gobernabilidad, en esta versión de control de la población y hacer masa de ella el eficaz a la planificación biopolítica que en los 90 estuvo hegemonizada por el así denominado pensamiento único.i i Cfr.Agamben, Giorgio, Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia, Pre-textos, 1998. Traducción y notas de Antonio Gimeno Cuspinera. Título original: Il potere sovrano e la nuda vita. ¿Cómo pensar el presente, ya que la filosofía no hace predicciones? Pensar es analizar, disolver, descontruir, criticar y formular nuevas interpretaciones del presente. Hay que mostrar las paradojas contemporáneas sin pretender eliminar las contradicciones, sólo poniéndolas en relación: una de ellas es la de abogar por la paz pero fortaleciendo la lógica y la economía de la guerra; otra es insistir en las teorías de los derechos (humanos, políticos, sociales, ecológicos) manteniendo una concepción cuantitativa del poder; otra es la de mantener una ética de los bienes y no de los fines; dicho de otro modo, otorgar valor cuasi absoluto a la causa eficiente por sobre la causa final, definir la subjetividad por el tener y excluir de las necesidades básicas a más de la mitad de la población, ejercer cargas públicas representando intereses antagónicos con el bien común, pretender inmunizarsei de todo mal al punto del escepticismo que desemboca en la nihilización del mundo. Pero no es minimizando al Estado como lo lograremos, sino impulsando la recuperación de la esfera pública para una ciudadanía que se reconozca en la representación soberana de quienes están en el gobierno. Para quienes trabajamos con los conceptos, la tarea de insistir en la salida del llamado pensamiento único (o de los finales) que aún hoy hace efecto, es una obligación: nunca el pensamiento es único, él es diálogo, confrontación, intercambio, por lo tanto “pensamiento único” es una contradicción en los términos –oximoron, para la retórica- que, sin inocencia difundieron ideólogos del fin de la historia y de la globalización. Si desde Brzezinski, pasando por Kissinger, ideólogo de los golpes de Estado en Latinoamérica, y desembocando en Fukuyama, que alentó en el fin de la historia, el avance de la hegemonía estadounidense, todos ellos asesores de Estado, se reitera que la amenaza al proyecto global es el Estado, invirtamos la proposición y veremos cómo nuestro punto de vista requiere consolidarse para fortalecer nuestro propio desarrollo. iCfr. Zagari, Ana; Perez Cancio,Susana; González, Alejandra.-Globalización, la frontera de lo político, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 1997. i Sobre los alcances del verbo inmunizar y su empleo político, o más bien biopolítico –inmunización parlamentaria, por ejemplo- ver: Espósito, Roberto, Communitas. Origine et destin de la communauté. Paris, Presses Universitaires de France. 2000. Immunitas. Protezione e negazione della vita. Torino, Einaudi, 2002.