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ENDUC 8
Cardenal Estanislao Esteban Karlic
Mayo 2015
Homilía en la Misa de apertura del Enduc-8 del Cardenal Estanislao Esteban Karlic.
Queridos señores obispos y presbíteros, queridos hermanos y hermanas
En este Encuentro queremos señalar los aportes católicos al desarrollo histórico de la
Argentina, para agradecerlos como dones de Dios y para animarnos a enriquecerlos y
ofrecerlos mejorados al Señor en nuestro culto gozoso de cada día.
En esta eucaristía queremos agradecer especialmente el don de la Iglesia como misterio
y pueblo de Dios que el Señor ha regalado a la Argentina desde sus orígenes, sabiendo
que en la Iglesia nos da todos los dones de la vida nueva de la redención, puesto que es
“el sacramento universal de salvación”. Así podemos tomar mayor conciencia de
cuánto nos ha amado el Señor en estos dos siglos de independencia nacional y de cuán
grande es nuestra responsabilidad frente a Dios, a nuestros hermanos argentinos y a los
del mundo entero.
La Iglesia, porque se da a sí misma como signo e instrumento de comunión con Dios y
de la unidad de los hombres entre sí, y se da desde esa profundidad, ella ha inspirado y
sostenido en su medida la unidad de la vida social y política en nuestro país. No de otra
manera sino desde los corazones, porque los cristianos vivieron el “acontecimiento
nación” desde esa experiencia de fe – según la gracia de cada uno-, de los sacramentos,
y especialmente de la eucaristía dominical, y así, desde la comunión de Pueblo de Dios,
de Cuerpo Místico y de Templo del Espíritu Santo. El “acontecimiento comunión”
vivido en el misterio de la Iglesia, se debía comunicar a la comunión nacional - sólo
Dios sabe en qué profundidad- en las acciones cotidianas por los caminos que
transitaban los bautizados que se presentaban con su nombre de bautismo, y cuando
juraban, muchas veces lo hacían por Dios y los Evangelios. La Iglesia, por esta
presencia, se daba a sí misma, y dándose a sí misma, daba, a su medida, al Dios
revelado por Jesucristo, que estaba en su interior.
Esta conducta, que hizo tanto bien en el pasado, debe continuar con su ley imitando a
Cristo, que es quien hizo la Iglesia dándose a sí mismo hasta la muerte.
Queremos darle a la Argentina nuestro saber, nuestra fraternidad, nuestro trabajo,
nuestra vida, no menos. Queremos y debemos darle a Dios, como lo hacemos en cada
eucaristía, porque cada una es para servicio de todos. En ella acabamos de completar
nuestros dones – damos a Cristo hecho Pan- y acabamos de renovar nuestra alianza de
libertad: la caridad hasta la muerte. No siempre tenemos plena conciencia de lo que
hacemos, pero objetivamente nos debemos comprometer a esto en la celebración
comunitaria que hacemos cada domingo.
Esta celebración ha tenido lugar en estos doscientos años.
redención que se hace presente y se comparte con la comunión.
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Es una bendición de
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Cardenal Estanislao Esteban Karlic
Mayo 2015
Es una presencia real de Cristo muriendo y resucitando, presencia pascual, reiterada por
las comunidades de Argentina, para recibir la enseñanza del amor del Evangelio, recibir
el perdón y jurar el amor fraterno.
En estas celebraciones se recibe la Palabra de Verdad que es Jesucristo, que llena el
corazón de paz. San Juan de la Cruz decía: “Cuando el Padre pronunció sobre la
historia de los hombres a su Verbo en la encarnación, se quedó mudo”, no tenía una
palabra mayor. Esta es la Palabra que nos atrevemos a repetir en nuestras celebraciones
y en nuestras oraciones cotidianas.
No silenciemos esta Palabra en la familia ni en la Universidad. No acabaremos de dar
la parte del evangelio que cada uno de nosotros debe pronunciar en Argentina y en
nuestra historia sino pronunciando el nombre de Jesús en la medida y con el amor con
que Dios nos ama a nosotros. Por nosotros quiere llegar su amor a nuestra nación.
En realidad, el Hijo de Dios se hizo hombre para que el hombre se haga hijo de Dios.
Esto valió para Argentina en los dos siglos pasados, y vale para cada día que va
llegando. El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio de Cristo. Como dijo
Tertuliano, Dios creó a Adán pensando en Cristo, el segundo Adán. Existimos para ser
hijos de Dios, para ser simplemente Cristo. No nos cansemos de repetir: existimos para
completar en cada uno de nosotros el misterio de Cristo, de Cristo pascual.
Creemos en la densidad de la vida sobrenatural de la gracia que nos hace hijos de Dios
en Cristo. Por eso hacemos fiesta en el bautismo y en la eucaristía. Por eso debemos
gozar de los pequeños actos de caridad.
En la Universidad se debe destacar en todas las carreras y disciplinas, que la persona
está destinada a la filiación divina, don de Dios, que nos hace hermanos de todas las
personas del mundo y nos reúne en los distintos círculos en los que estemos asociados
pero que tiene su plenitud en la comunión de la Iglesia, en la cual empieza un camino de
fraternidad en Cristo, el primogénito de Dios Padre.
Hacia esta plenitud de dignidad de la persona y de la comunidad se deben orientar los
caminos de los hombres, hacia el triunfo de la paz, superando las divisiones, los
conflictos y las guerras, en ese combate diario en que los hombres están llamados a
obtener la espléndida victoria, la supervictoria de la caridad fraterna.
Pensemos en la necesidad de sabernos convocados a este destino en la Argentina y en el
mundo de hoy con sus divisiones, para que, invocando a Dios Padre abramos las puertas
de nuestras fronteras a los hombres de buena voluntad para vivir de verdad la
fraternidad que tiene la ley de la gratuidad de la amistad. La apertura “a todos los
hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino” del Preámbulo de la
Constitución Nacional Argentina, es un caso extraordinario de universalidad que honra
nuestra nación.
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Cardenal Estanislao Esteban Karlic
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Recordemos a San Cipriano, a quien experimentamos muy cercano a nuestro espíritu
cuando nos enseña que la Iglesia es “un pueblo reunido por la unidad del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo”.
Hemos sido convocados a este encuentro para que, descubriendo la contribución que
hayamos hecho a la comunión de Argentina,, nos dispongamos a hacer de nuestra
nación siempre más un pueblo de hermanos.
La Iglesia cumple su deber dándose a sí misma como sacramento universal que salva a
su pueblo dándole a Dios, al Hijo de Dios hecho Pan y hecho Vino en la Eucaristía.
Tengamos siempre la sabiduría de la fe, y culminemos nuestro servicio compartiendo a
Cristo en su sacrificio. En este compartir el amor de la cruz merecemos la gloria.
San Juan XXIII decía, subrayando el valor del tiempo que cada día es capaz de Dios.
Un día nació Jesús. Otro día murió Jesús. Podemos decir, en lugar de día, cada
instante. Cada instante es capaz de Dios porque Dios está obrando para que cada
hombre se abra a su gracia, que no es sino Dios en nosotros. Este obrar de Dios
acontece siempre. Es precisa nuestra acogida para que el Señor profundice su cercanía.
Este adviento divino Dios lo hace siempre por Cristo único Salvador y por la Iglesia,
sacramento universal de salvación. Nosotros en la Iglesia, debemos decir con Benedicto
XVI, que quien, como humilde servidor del designio de Dios, “no da a Dios, da
demasiado poco”.
Solos no podemos vivir la auténtica hermandad universal. Con la gracia sí podemos y
sí debemos y nunca nos falta. En realidad el amor de Dios a esto nos llama y nos
inclina. El dinamismo del amor infundido por Dios nos hace capaces de dar la vida por
el Amado. Pero no olvidemos que el dinamismo del odio nos hace capaces de matar a
quien odiamos.
La Iglesia, aporte sacramental universal para la salvación de Argentina, quiso y quiere
convocar a todos a la peregrinación de la paz, que es el designio de Dios para todo
hombre, como lo aprendimos en esta tierra. Vivamos nuestro servicio a la Argentina
dándonos como Iglesia que también es sacramento universal de fraternidad.
Que la Virgen Santísima y todos los Santos nos acompañen con la belleza de su caridad.
Fuente del documento:
VIII Encuentro Nacional de Docentes Universitarios Católicos (ENDUC-8)
Aportes católicos al desarrollo histórico de Argentina
15, 16 y 17 de mayo de 2015. Pontificia Universidad Católica Argentina, Buenos Aires.
Comisión Episcopal de Pastoral Universitaria.
www.enduc.org.ar/enduc8
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