CIUDADANIA El ciudadano republicano: 1. Participa activamente en la democracia representativa y/o directa (asume funciones políticas). 2. Conoce y respeta los fundamentos constitucionales de su comunidad. 3. Rechaza el consumismo y la privatización de la vida pública. 4. Participa en debates sobre el bien común. 5. Sabe manejar el conflicto de visiones e interpretaciones. 6. Antepone el bien público sobre el interés privado, la comunidad política a la social. 7. Antepone las relaciones de igualdad cívica a las del clientelismo y paternalismo. 8. Busca solucionar el problema de la desigualdad social. Ejemplos: Ser ciudadano es gozar de derechos y deberes; y participa en el Estado y en la sociedad; con el objeto de sentirse autobligado por las leyes democráticas. Ciudadano es el hombre libre; sujeto de derechos; que acuerda con sus iguales dar su consentimiento y someterse a la ley que los garantiza. A su vez; el ciudadano debe decidir libremente cuál debe ser la organización social; cultural y política que escoja. La esencia del ser humano no deriva del hecho de ser miembro de un grupo social; sino de tener capacidad para decidir cómo quiere que sean las reglas de ese grupo social. (Jesús Emilio Valenzuela, Mazatlán) Es aportar a la construcción del proyecto de nuestra nación por medio del cumplimiento de mis deberes; el interés activo en las cuestiones públicas y el trato colaborativo y justo con mis conciudadanos. (Noé Galván, Monterrey) Es ser una persona que no esté limitada por prejuicios de clase y sin preocupación excesiva por su condición económica. Es ser capaz de opinar acerca de la organización política sin querer ver siempre cuales serían las ventajas personales que él podría sacar de cualquier decisión política. (Yves Solis, Santa Fe) El ciudadano liberal: 1. Se reconoce como persona moral, racional y razonable. 2. Reconoce la inconmesurabilidad de las concepciones del bien (tolerancia). 3. Reconoce que la libertad de cada una de las personas es fuente de reivindicaciones políticas. 4. Reconoce la coexistencia de la identidad privada (racionalidad) y la pública (razonabilidad), sin jerarquizar. 5. Utiliza la razón pública en sus reivindicaciones políticas. 6. Hace demandas responsables sobre los bienes primarios. 7. Reconoce que los recursos del Estado no pueden ser usados para promover una concepción particular del bien . 8. Es libre de no participar en la vida pública si vive en una sociedad bien ordenada. Ejemplos: Un ciudadano es un ser humano que; dotado de razón y de conciencia sobre sus necesidades e intereses; posee la capacidad de ejercer su libertad; en el ámbito de una sociedad democrática contemporánea; en la que procura regirse bajo una serie de reglas autoimpuestas encaminadas a la pacífica y mutuamente benéfica convivencia. (Gabriela Vieyra, Ciudad de México) La participación crítica; activa; tolerante y democrática en la construcción del espacio público; con miras a defender y repensar constantemente el catálogo de los Derechos Humanos vigentes e ideando y poniendo en práctica el ejercicio de la soberanía. (Sofía Reding, Ciudad de México) Es la persona que por obtener su mayoría de edad está capacitado para ejercer su obligaciones como ciudadanos dentro de las que destacan ejercer el sufragio ; derecho a votar y ser votado ; entre otras . (Argelia Hidalgo, San Luis Potosí) Es el sujeto de derechos y obligaciones protegido jurídicamente por el estado. Es la persona sujeta a la normatividad de su país. (Eloisa Alemán, CEM) Una persona comprometida con los acuerdos; principios; y normas establecidos en sociedad; sin que ello suponga el deterioro de los principios universales de justicia; libertad; igualdad y respeto (Silvia Vega Mazatlán) El ciudadano comunitarista: 1. Reconoce la prioridad de los deberes frente a la comunidad sobre los derechos individuales. 2. Asume responsabilidad sobre la conservación (evolución) de la comunidad histórica. 3. Es patriota. 4. Reconoce la existencia de deberes especiales para con la comunidad inmediata. 5. Promueve relaciones de amistad, amor, cuidado y buena vecindad. 6. Participa en labores del voluntariado y proyectos vecinales. 7. Es miembro activo de las asociaciones, clubes e iglesias. Ejemplos: Participar en las actividades sociales; culturales; de limpieza; de orden y respeto en mi comunidad. Participar también en la toma de decisiones en la vida de mi comunidad mediante la afiliación a grupos organizados. Tener en orden los pagos por servicios minicipales; servicios comerciales (teléfono; luz; TV; internet; ...); impuestos; etc. (Alejo Mosso, Cuernavaca) Ser parte de los derechos y obligaciones que derivan de un país; cuidad o región; siendo un elemento activo en las decisiones y acatando las reglas y normas que se establecen para una convivencia en armonía. Apoyar las acciones y a los demás ciudadanos provocando un ambiente de cordialidad que resulte una vida digna y feliz. (David Oliva, CEM) Sentirse parte de una comunidad; de manera que esta pertenencia genere en la persona una actitud de compromiso para su estabilidad y desarrollo. (Laura Gómez, San Luis Potosí) Las tres concepciones se enfocan hacia el fortalecimiento de la democracia, sin tomar específicamente una opción política en el espectro de izquierda-derecha. Al mismo tiempo postulan un grado de involucramiento en lo público político desde lo mínimo hasta lo máximo. Gracias a eso, es totalmente compatible con nuestra apuesta del a la ética de los mínimos. No se trata de indoctrinar sino de ofrecer a la comunidad TEC varios modelos, dejando a la elección personal libre la aceptación de uno de los tres modelos, o incluso la formación de un proyecto personal ecléctico. Este foro virtual es también ya un ejercicio ciudadano: es una discusión cívica, cuyo objetivo es construir una comunidad de ciudadanos comprometidos con los problemas que enfrentan a diario. En este sentido, las reglas de este foro asumen las características del discurso civil, que Barber propone en su obra Un lugar para todos. Cómo fortalecer la democracia y la sociedad civil. (2000: 119217). Estas características son: 1. Comunidad: el discurso civil debe expresar la civilidad de una sociedad cooperativa, que busca estrategias de cooperación y coincidencia en el sentido del beneficio común, es más que “una simple congregación de voces”, tampoco es una voz externa, impuesta. Es “una voz común la comparten los individuos como individuos (y de ese modo se expresan sus intereses), pero denota algo que tienen en común (lo que nos define como comunidad). (121) 2. Deliberación: implica análisis crítico y autorreflexivo, puede soportar la reiteración y el cuestionamiento cívico, la prueba del tiempo. Es así porque mantiene cierta distancia, imparcialidad y provisionalidad. Es dialéctica en el sentido de trascender los contrarios sin renunciar a las diferencias. 3. Inclusividad: es extensivo y multivocal, reconoce las diferencias como suyas, no las niega, busca compartir en vez de subordinar. 4. Provisionalidad: el público abierto e inclusivo está en una transformación constante, por eso la voz pública siempre está sujeta a enmiendas y evolución, incluso a contradicciones. El diálogo es continuo, interrumpido sólo por áreas de descanso provisional donde la acción se hace posible, y después se sigue el debate. 5. El escuchar: la capacidad de escuchar es tan importante como la de hablar. Solamente los intereses privados se pueden formular honestamente sin escuchar, los públicos necesitan que escuchemos y que modulemos la voz para que se pueda escuchar y asimilar lo que decimos. 6. Aprendizaje: es fruto de escuchar, el diálogo no puede ser un simple intercambio de opiniones inamovibles, la política implica el compromiso. 7. Comunicación lateral: horizontal, no es de gobierno a votantes, no es de élite y líderes a los seguidores, o de los especialistas a los laicos. Es una conversación multivocal y lateral entre ciudadanos iguales. 8. Imaginación: es la marca más importante de la eficacia ciudadana, porque permite que los intereses privados se extiendan para abarcar los intereses de los demás. 9. Fortalecimiento: el diálogo cívico fortalece para la acción conjunta, convierte a los interlocutores en agentes. Los derechos aseguran las libertades negativas, las demás se consiguen en acción. Iniciemos, entonces, nuestro debate. ¿Cuál es el modelo que consideran más adecuado para el tiempo y las circunstancias en los que vivimos? ¿En qué acciones y actitudes concretas se traduce este modelo? II) Revisión del concepto ciudadanía 1. Presentación El uso del concepto y la preocupación por el tema de la ciudadanía no es nuevo, aun cuando en el último tiempo sí ha tenido un lugar especial, particularmente si se analiza el contenido de los discursos públicos. En nuestros países latinoamericanos durante la década de los 70, en medio de un tiempo de auge de las dictaduras militares, la preocupación por la ciudadanía y la democracia tuvo bastante fuerza. Como dice Rolando Ames en el prólogo del libro de Sinesio López titulado Ciudadanos reales o imaginarios: “En sociedades marcadas por viejas desigualdades y discriminaciones, este auge tardío de la democracia no podía sostenerse si la pregunta por la condición en ella de las personas concretas, la demanda igualitarista característica de este siglo en nuestras sociedades emergentes, no hubiese encontrado cabida. Por eso, al lado de aspectos clásicos de las democracias originarias como institucionalización de elecciones y reglas para asegurar el pluralismo político, límites a la acción estatal y recomendación del sentido de tolerancia, es la cuestión de la ciudadanía la que está emergiendo en primer plano. Y al estudiar y promover ciudadanía se tiende a asociar en ella los aspectos jurídico–políticos con los sociales y culturales” (pp. 20). Actualmente el tema tiene al menos dos facetas: por un lado el reconocimiento de una serie de deberes y derechos de cada uno de los individuos de una sociedad, como ciudadanos. Por el otro, la serie de dificultades de orden cultural, legislativo e institucional con que tales deberes, pero sobre todo tales derechos, pueden ser exigidos por parte de los ciudadanos. Esta situación es lo que Sinesio López (1997) ha llamado la distinción entre una ciudadanía imaginaria y una real. Más aún, estas dificultades prácticas tienen también antesala en un asunto teórico, pues para el concepto de ciudadanía existen diferentes corrientes de pensamiento que ponen énfasis también diferentes. A continuación, se busca hacer una mirada general de estas concepciones, para luego tomar la relación entre el tema de la ciudadanía y la educación. 2. Una revisión teórica del concepto Haciendo un análisis del concepto ciudadanía, podemos encontrar antecedentes en lo que Kant llamó “la revolución copernicana” y Bobbio “un vuelco de perspectiva”, esto es, el cambio en la relación de los gobernantes con los gobernados como producto de la transformación de estos últimos de objetos en sujetos de poder. En un contexto de profundos cambios culturales, jurídicos, éticos, políticos, económicos y sociales, la emergencia de la ciudadanía supone revertir las relaciones de autoridad: desde aquellas que tradicionalmente atribuían privilegios a los gobernantes en desmedro de los gobernados, a otro estilo de relación en que los gobernados reivindican y desarrollan un conjunto de derechos y responsabilidades frente a los gobernantes. Estos diversos cambios se condensan en la emergencia de una sociedad de los individuos, base real de la ciudadanía y la democracia moderna. Si hacemos una mirada histórica, encontramos una serie de teorías que se levantaron inicialmente en la búsqueda de fundamentos para la emergencia de los gobernados (iusnaturalismo, kantismo, utilitarismo e historicismo), puesto que sólo una vez fundamentados los derechos de los gobernados podrían ser incorporados como tales en las constituciones, las leyes y las instituciones. S. López (op cit), citando a Bobbio, señala que en la actualidad, el problema no radica en la necesidad de fundamentar los derechos, puesto que éstos han sido demandados por casi todas las sociedades y aceptados por sus respectivos Estados. El problema en nuestros días radicaría en cómo introducir las garantías para que estos derechos se traduzcan efectivamente en prácticas ciudadanas. Un derecho existe en la medida en que el Estado lo garantiza, “apelando incluso al monopolio del uso legítimo de la fuerza para concretarlo”. La evolución de los derechos puede ser vista, en general, desde dos perspectivas: la filosóficojurídica y la sociológica. Desde la perspectiva filosófico-jurídica, más allá de las diferencias históricas y sociológicas, hay una cierta similitud en la forma como los derechos se han desarrollado. Los derechos comienzan como ideas y demandas que adquieren positivación convirtiéndose en leyes, y que asumen carácter universal con la firma por parte de los Estados pertenecientes a las Naciones Unidas de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). Desde ese momento, los derechos no sólo son defendidos por cada Estado en particular sino también por organismos internacionales, dando lugar a la aún incipiente ciudadanía cosmopolita10. Desde una perspectiva sociológica, cada sociedad tiene su propia historia de los derechos y del modo en que los ha ido conquistando, marcándose de este modo algunas diferencias entre lo que ha ocurrido por ejemplo en Europa y América Latina, y también entre países al interior de cada uno de estos continentes. Al respecto, el ya citado S. López (1997) expresa lo siguiente: “En Europa emergieron primero, en el siglo XVIII, los derechos civiles agrupados en torno a la idea de libertad; luego, en el siglo XIX, los derechos políticos vinculados a la participación política ampliada del pueblo a través del sufragio universal; finalmente, en el siglo XX, los derechos sociales, que tienen que ver con la participación en el bienestar producido por la colectividad. En el Perú y en otros países de América Latina, en cambio, luego de una liberalización limitada y truncada que buscó dar a luz los derechos civiles en las tres primeras décadas de este siglo, emergió vigorosamente, por los años cincuenta, la demanda de los derechos sociales (de tierra, educación, salud, vivienda, laborales), desde los cuales se exigían también los derechos civiles y los políticos. Esta prioridad de los derechos sociales obedece no a la abundante riqueza en la que pueden participar las clases populares, como sucedió en la Europa de este siglo, sino, por el contrario, debido a la pobreza extrema y a las discriminaciones y desigualdades sociales, que imponen sus propias urgencias”. El autor agrega que otra diferencia tiene que ver con el grupo desde donde surge. En Europa, habrían sido las elites las que tuvieron la capacidad de integración de las clases populares, mientras que en América Latina encontramos un proceso aún inconcluso de “construcción desde abajo” de una comunidad política nacional. La mirada desde la sociología histórica ha contribuido decisivamente a la comprensión de las diversas trayectorias de las sociedades tradicionales hacia la modernidad, y del modo en que ha sido incorporado el tema de la ciudadanía. Aquí se encuentran estudiosos como Tocqueville (quien identificó la ciudadanía con la igualación de las condiciones sociales), Barrigton Moore, Hungtinton y James Kurt (quien a su vez se ha basado en Gerschenkron y Hirschman). También podemos encontrar diversas concepciones expuestas principalmente por los filósofos sobre la ciudadanía en diferentes coyunturas teóricas. A continuación revisaremos muy brevemente las principales. ¿Qué es la ciudadanía? En la década de los noventa se ha puesto de actualidad un viejo y nuevo concepto como es el de "ciudadanía". ¿Qué razones explican la sorprendente actualidad de dicho concepto? Sin duda son varias las razones que probablemente se podrían presentar para explicar este fenómeno. Sin embargo, una parece constituir el elemento fundamental entorno a la que giran las demás: la necesidad, en las sociedades postindustriales, de generar entre sus miembros un tipo de "identidad" en la que se reconozcan y que les haga sentirse pertenecientes a ellas, porqué este tipo de sociedades muestran claramente síntomas de un déficit de adhesión por parte de los ciudadanos al conjunto de la comunidad, y sin ésta adhesión resulta imposible responder conjuntamente a los retos que a todos se plantean. Entre las distintas posiciones de debate de las últimas décadas (liberales vs. comunitarios, universalistas vs. contextualistas...) surge, entre la teoría y la práctica, una tercera opción, que es la del concepto de ciudadanía. En principio parece claro que la realidad de la ciudadanía, el hecho de saberse y sentirse ciudadano de una comunidad, puede motivar a los individuos a trabajar por ella. Así, podemos ver que en el concepto de ciudadanía se encuentran dos cuestiones clave: un aspecto racional, según el cuál una sociedad debe ser justa para que sus miembros perciban su legitimidad, y un aspecto de sentimiento en tanto que la ciudadanía refuerza los lazos de pertenencia, de identidad. Parece pues, que la racionalidad de la justicia y el sentimiento de pertenencia a una comunidad concreta deben ir unidos si queremos asegurar ciudadanos plenos y a la vez una democracia sostenible. De acuerdo con lo expuesto, la ciudadanía es un concepto mediador porque integra exigencias de justicia (derechos y deberes) a la vez que hace referencia a los que son miembros de la comunidad. Sin embargo la ciudadanía es un concepto complejo que abarca diversos aspectos. Podríamos acordar varias dimensiones: la ciudadanía política, la ciudadanía social, ciudadanía cívica, ciudadanía intercultural, etc. Ciudadanía política La ciudadanía es, en primer lugar, una "relación política" entre un individuo y una comunidad política, en virtud de la cual es miembro de pleno derecho de esa comunidad y le debe lealtad mientras disfruta de ella. En la actualidad, la ciudadanía supone un estatuto jurídico que atribuye un conjunto de derechos políticos, civiles y sociales a los sujetos que la disfrutan, ya sea por nacimiento o por la adquisición posterior de esta ciudadanía. Así, la ciudadanía permite ejecutar, al menos teóricamente, el conjunto de roles sociales que permiten a los "ciudadanos" intervenir en los asuntos públicos (votar o ser elegido, participar en organizaciones políticas y sociales, ejercer plenamente las libertades y los derechos reconocidos por la ley). La ciudadanía se basa, por un lado, en un atributo que reconoce o concede el Estado. Por otro, parte dl supuesto que los ciudadanos comparten unos valores y una pautas de comportamiento que permiten la convivencia entre ellos y les dota de una identidad colectiva específica. Este concepto de ciudadanía se ha forjado entre el siglo XVIII y XX mediante un proceso acumulativo. En una primera etapa, los ciudadanos son aquellos a los que se les reconoce un conjunto de derechos y libertades individuales, de naturaleza civil (especialmente de carácter económico). En el siglo XIX la ciudadanía adquirió un carácter predominantemente político. Los ciudadanos eran aquellos que gozaban de la plenitud de derechos políticos. La construcción de la ciudadanía por lo tanto ha sido un proceso vinculado a la consolidación del denominado Estado-nación y al progresivo establecimiento, en este marco, de la democracia representativa.