Observatorios Urbanos A propósito del aniversario del voto femenino en México Elizabeth Cejudo Ramos* Es de muchos sabido que el 17 de octubre de 1953, hace 55 años, fue aprobada en México la iniciativa de ley que permitiría a las mujeres emitir su voto. En nuestro estado, la reforma llegó un año más tarde pero el intento de grupos femeninos organizados para lograr este derecho inició mucho antes. La participación pública femenina es notoria en algunos documentos históricos desde el siglo XIX. A nivel nacional, la lucha de las mujeres empieza a ser más evidente en las inmediaciones del porfiriato (1876-1911), cuando las mujeres obreras participaban activamente de los reclamos planteados por sus compañeros. Tiempo después, el derecho al voto aparece como un punto fundamental en la lucha revolucionaria. El sector femenino que formó parte del movimiento no vio su objetivo cristalizado en la Constitución de 1917, donde, aunque se les reconoció como ciudadanas, no se les otorgó el derecho al voto, con la excusa de que el sufragio femenino sería determinado por el clero. Después de varios intentos regionales de organización, en 1935 se funda el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, que aglutinaba a mujeres de todo el país y que si bien en su agenda no buscaba exclusivamente el voto femenino, sí le imprimió un gran empuje para que se aprobara durante el periodo de Lázaro Cárdenas del Río, quien impulso la propuesta aunque no se concretó en su periodo. Ocurrió durante la administración de Adolfo Ruíz Cortines, justo cuando la lucha era menos visible. La participación femenina ha sido un tema poco tratado en la historiografía de nuestro estado, sin embargo, existen algunos datos que nos llevan a afirmar que sí existía actividad política organizada por parte de las mujeres previo a la aprobación del sufragio femenino. Yo citaré dos. En 1925, la nogalense Emélida Carrillo se dirigió al Congreso de Estado para solicitar que se concediera el derecho a votar a las mujeres sonorenses. Los legisladores rechazaron amablemente la petición sin mayor explicación que “no considerar conveniente” la solicitud. Este hecho, nos habla de un ejercicio ciudadano que para sus tiempos es extraordinario. Una década después, en 1936, un grupo de mujeres manifestaron públicamente su apoyo al entonces candidato a gobernador Ignacio Yocupicio. En ese entonces, su partido, el PNR, permitiría a la mujeres votar en las elecciones internas y decidieron marchar en el centro de la ciudad de Hermosillo, a pesar de la lluvia que no perdonó el día y los improperios que desde las esquinas gritaban los hombres que consideraban como “marimachos” a las señoras y muchachas que acudieron a manifestarse aquel 19 de septiembre. En ese mismo año, la prensa local cubría con interés el asunto del voto femenino, pues el entonces presidente de la república, Lázaro Cárdenas, anunciaba que buscaría la aprobación de ese derecho. Decenas de notas, columnas y artículos reseñaban la importancia de otorgar el sufragio a la mujer, lo curioso es que estaban escritas por hombres. Sólo una colaboración femenina hacía referencia a este fenómeno y era de una escritora que residía en el Distrito Federal. No podemos ignorar la participación activa de las profesoras, pues aunque formaban parte de una organización que no perseguía objetivos específicamente femeninos, la Liga de Maestros Socialistas, el magisterio fue un importante semillero de activistas sociales que continuaron su labor hasta entrada la década de los cincuenta. El ejercicio ciudadano de las mujeres no se reduce a sufragar ni dio inicio una vez que se aprobó ese derecho. Si bien es cierto, debemos conmemorar la fecha, es también necesario reflexionar sobre el significado de la participación pública femenina en nuestro estado en todas sus manifestaciones, analizar cuál ha sido su proceso, sus tropiezos, sus fallas, sus aciertos y su contribución al panorama social de la época que les tocó vivir. Es cierto que la historia de las mujeres no puede reducirse a su participación en el nivel público, la contribución femenina en las sociedades se ha desarrollado primordialmente en el ámbito privado, donde es más difícil encontrar vestigios o documentos de su actuar, pero también es importante reconocer la actividad social de las mujeres en la conformación de nuestro sistema político actual. El tema de las mujeres y su derecho al voto ha sido estudiado desde diversos ángulos, creo que uno muy importante es conocer y reconocer la consolidación del ejercicio ciudadano, previo a que se ganara este derecho fundamental para el sector femenino en México, seguir esta veta de estudio sería un buen inicio para construir la historia de las mujeres en Sonora. *Asistente del Programa de Maestría en Ciencias Sociales de El Colegio de Sonora ecejudo@colson.edu.mx