SER SIGNOS PARA EL MUNDO DESDE LA IDENTIDAD CRISTIANA ERNESTINA ÁLVAREZ TEJERINA SEMANA MONÁSTICA 2011 INTRODUCCIÓN Participo en esta Semana Monástica con mucho agradecimiento, sobre todo al equipo organizador por la confianza que han puesto en mí, y que espero no defraudar y a todos ustedes por la cordialidad y el afecto con que me siento acogida. El tema que se me propuso: “Ser signos para el mundo desde la identidad cristiana”, se puede abordar desde diferentes enfoques: la Teología, la Cristología, la Sagrada Escritura…, me di cuenta de que todos ellos me quedaban grandes; eran retos muy superiores a mis posibilidades. Pero me acordé de unas palabras de Gabriel Marcel en su obra “El misterio del ser”: “La montaña que me aplasta es también la que puedo escalar”. Y busqué por dónde ascender a esta montaña. Después de pensarlo bastante, decidí no ahorrarme ningún esfuerzo. Avanzar paso a paso, sin atajos; renunciar a mi posición privilegiada de creyente y marchar al ritmo de todo ser humano que busca un sentido a su vida y no encuentra respuestas. Este era el único camino posible para poder aceptar el reto que se me presentaba, porque esa realidad no me era ajena, formaba parte de mi experiencia. Dice el autor de la carta a los Hebreos que: “El Sumo Sacerdote puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados por estar también él envuelto en debilidades” 1. Sí, yo puedo entender perfectamente a los que viven en una situación de increencia ya que, durante 14 años, permanecí fuera de la Iglesia. Por lo tanto voy a hacer esta reflexión desde mi historia personal, recordando lo que para mí fueron luces que me permitieron acercarme de nuevo a la fe. Es a lo único a lo que me atrevo delante de todos ustedes, a presentarles mi experiencia, pero una experiencia que ha buscado comprenderse, entenderse a sí misma y no sólo experimentarse. 1 Hb 5,2 1 Sócrates afirmaba que únicamente nos está permitido hablar de aquello que concierne a nuestra propia existencia. De él se cuenta que, cuando había sido acusado ante el pueblo, se le acercó un orador que le entregó un discurso de defensa cuidadosamente preparado pidiéndole que lo aprovechara. El sabio lo recibió con sencillez y lo leyó. Luego lo devolvió al orador diciendo: “Es un discurso bello y bien hecho pero no me parece digno aprovecharme del arte de un orador. He entregado mi vida, he cumplido mi misión y pienso que podré decir al menos un par de palabras sin recurrir a artes oratorias que no son para mí, dado que cuento con la ayuda de dios” 2. Pues yo voy a tratar de seguir su ejemplo y, con la ayuda del Señor, decirles, al menos, dos o tres palabras. SITUACIÓN ACTUAL Probablemente ya lo conozcan pero querría presentarles, más detalladamente, una terrible epidemia que se está extendiendo a nivel mundial: “la ausencia de Dios”, enfermedad peligrosa y de graves consecuencias. Las consultas están llenas de pacientes y, ante la gravedad de la situación, especialistas de todas las partes del mundo y de diferentes épocas de la historia, se han reunido en sesión clínica para preparar una receta curativa. El objetivo es sanar el corazón humano para que vuelva a confiar en Dios, hacer de un no creyente, un nuevo cristiano. Como me han permitido asistir a su encuentro, voy a tratar de informarles de todo lo que vaya aconteciendo. Hipócrates de Cos, el gran médico de la Antigua Grecia, es considerado, por unanimidad, el más adecuado para orientar en cuanto al tratamiento; él toma la palabra. —El diagnóstico está claro. Se trata de la dramática cuestión de la lejanía de Dios. Donde durante dos mil años había dominado la fe, domina ahora la duda. Necesitamos una fe que venza la triste condición del momento presente. 2 Citado en, Soren Kierkegaard. Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo. Trotta, Madrid, 2011, p. 27 2 Sin embargo, esto no puede hacernos caer en la desesperación. El gran monje ortodoxo, Matta El Meskeen, nos recuerda “que en todo ser humano hay un instinto de retorno a Dios inscrito en lo más profundo de su naturaleza y lo experimenta en el corazón”. Y también Teilhard de Chardin, con su habitual y extraordinaria originalidad, mantuvo siempre la esperanza en que “toda la humanidad, aunque un poco a tientas, siente y experimenta el Centro hacia el que converge. El final será la totalización, en un Amor total, de toda existencia humana” 3. Vamos, pues, a trabajar con ánimo y optimismo. Revisando, con minuciosidad, las historias clínicas de los pacientes, he encontrado algunos que consiguieron curarse y pienso que podemos extraer de ellos la fórmula para sanar a todos. A continuación les expongo dos de estos casos. HISTORIA CLÍNICA DEL PRIMER PACIENTE Se trata de Ernestina Álvarez, una monja benedictina de Santa María de Carbajal de León. Ella misma nos relata su proceso. I.-LA INFANCIA Nací en una familia cristiana tradicional. Fui Bautizada, estudié en el colegio de las Josefinas de Madrid, recibí la Primera Comunión y el Sacramento de la Confirmación. Si bien la práctica creyente de mis padres se concretaba en acudir a la Eucaristía los domingos, un profundo sentido religioso fue creciendo conmigo desde los primeros años. 2.- LA OSCURIDAD Tras la infancia llega la adolescencia, los catorce años, nadie la invita, pero acude siempre a la cita a su hora y trae consigo una gran maleta repleta de cambios. En mi caso, supuso una fuerte crisis fisiológica y psicológica, que afectó también a la dimensión espiritual. La pérdida más dolorosa fue la de la fe. No fui capaz de apostar todo a una jugada y aguantar, dar un paso al frente cuando mis ojos ya no contemplaban nada más que el abismo a mis pies. Era evidente 3 Pierre Teilhard de Chardin. Sobre el amor y la felicidad. PPC, Madrid, 2005, pp., 45- 47 3 que el dios de la infancia ya no podía darme las respuestas que yo necesitaba. No tuve esa fe a la que hace referencia Romano Guardini: “Fe es tener suficiente luz como para soportar las oscuridades”. Abandoné todas las prácticas religiosas y quedó, única y exclusivamente, el deseo de encontrar “algo” que volviese a dar sentido a mi vida, respuesta a mis interrogantes. Experimenté la agonía de todo hombre buscador de felicidad, de plenitud y que no encuentra camino. 3.-APARECEN LUCES A.-Primera iluminación: Oriente Pronto viene una primera iluminación, algo se aclara y, curiosamente, no llega del cristianismo sino de los ambientes espirituales de Oriente. Los modelos empezaron a cambiar. Surgieron nuevos líderes a quienes admirar y seguir: Buda, Ghandi, Lao Tsé, Confucio… Numerosos textos iban cayendo en mis manos y me hablaban de un mundo interior. ¿Qué encontré en esas tradiciones? Que eran capaces de abrir en mí la trascendencia y me permitían acceder a lo espiritual, a lo Absoluto. Creo, sin lugar a dudas, que encontré ahí la posibilidad de desarrollar la dimensión contemplativa que llevaba en germen por mi vocación benedictina aunque, por supuesto, no fuera consciente de ello en aquel momento. Con frecuencia me he preguntado por qué no encontré eso en mi religión, ¿fue culpa mía o es que no se me ofreció esta posibilidad? ¿Qué busca también hoy día la gente en la espiritualidad oriental? ¿Responde a una moda de nuestro tiempo? ¿Quizás se cumple lo que dice el filósofo Ernst Bloch: “Al pie del faro no se ve”? o ¿puede ser que el faro no alumbre bien? Durante todo este tiempo el yoga me fue sosteniendo, pero me quedaba siempre un sentimiento de insatisfacción, de que no era aquello lo que yo perseguía o, que si lo era, no del todo, faltaba algo más: ¿Qué sería? ¿A dónde ir a buscarlo? 4 Nietzsche afirma que: “La destrucción de una ilusión no proporciona todavía verdad alguna, sino que produce una ampliación de nuestro espacio vacío, un crecimiento de nuestro desierto”, y así ocurrió en mí. B.-Segunda Iluminación: El encuentro con la Palabra de Dios La segunda gran luz en el camino es el encuentro con la Palabra de Dios. Fue sorprendente cómo se realizó ya que tuvo lugar a través de una película de televisión. Se trataba de una película americana en la que unos indios matan a la mujer de una familia de colonos. Cuando la están enterrando, el pastor protestante reza el salmo 22: “El Señor es mi pastor nada me falta…” Yo quedé impresionada al escuchar esas palabras y tuve un profundo estremecimiento interior. ¡Qué poder tiene la Palabra de Dios! Muchas veces he reflexionado sobre ello recordando ese momento. Su fuerza arrolladora fue capaz de abrirse paso en mí, en un contexto totalmente desfavorable, y dar sus frutos. Me apunté a un Curso Bíblico a Distancia que duraba tres años y en el verano del primer curso se convocó una reunión para que los estudiantes pudiéramos conocernos entre nosotros y a los profesores. En el momento de las presentaciones, se produjo en mí un gran silencio expectante cuando oí: fray..., monje benedictino de Santo Domingo de Silos. Así tuve la oportunidad de realizar uno de mis “sueños”: poder hablar con un monje. Me invitó a ir a su monasterio y allí me presenté un 15 de Agosto, fiesta de la Asunción de la Virgen María. C.-Tercera iluminación: el encuentro con la Liturgia Acudí a la Iglesia. Había bastante gente y me entregaron un libro negro, muy grueso. Al parecer se llamaba antifonario. Lo abrí y dentro había unos signos dibujados y unas palabras en latín que yo no entendía. Los monjes cantaban y se me hizo algo pesado. Terminado el acto me senté. No sabía qué había sido aquello, era la primera vez que asistía a una celebración de ese tipo, pero sucedió algo impensable. A pesar de toda la incomprensión y extrañeza que había sentido, de forma absurda, 5 ilógica, casi hasta grotesca y extravagante, me dije: “Esto es a lo que yo quiero dedicar toda mi vida”. ¿Qué había ocurrido durante lo que más tarde supe que había sido el oficio de Vísperas? Yo había asistido simplemente por curiosidad pero, al contemplar la celebración litúrgica, con toda la belleza con la que se expresó, quedé envuelta en una especie de ambiente nutricio que me abrió a la presencia de Dios. El poder transformante de la liturgia de las Horas alcanzó una vitalidad de tal envergadura que fue capaz de ponerme en contacto con el Misterio de Dios actualizado en la celebración y presentí que aquello iba a dar pleno sentido a mi vida. HISTORIA CLÍNICA DEL SEGUNDO PACIENTE El segundo paciente, Pedro Álvarez, hermano de Ernestina, es quien ahora se expresa. 1.-LA OSCURIDAD Mi hermana y yo habíamos ido de la mano durante una larga trayectoria: una infancia creyente, una adolescencia rebelde con la pérdida de la fe, el encuentro con oriente… Sin embargo, en un momento concreto, nuestros caminos empiezan a separarse. Ella había encontrado, de nuevo, al Dios personal encarnado en Jesús de Nazaret, pero yo, ante la duda de si el zen era o no lo mío, doy un paso más, dejo el trabajo y me voy a un monasterio zen de Italia para practicar con mayor intensidad. En este periodo se desarrolla en mi interior un duro combate. En un frente se encuentran mi hermana y los benedictinos, el calor, las raíces; y en el otro el zen, la búsqueda, la creatividad... Es una guerra que me destruye, no puedo seguir más así… Únicamente encuentro en mi interior una fuerza que me empuja a seguir buscando, sin ningún miramiento humano. 2.-LUCES EN MI CAMINO. A- El amor gratuito: la acogida 6 Después de año y medio, regreso a casa y mi hermana me lleva al monasterio de Santo Domingo de Silos; gusto la paz y la acogida benedictina. Me presenta a un monje y nos hacemos los tres amigos. Describirle resulta difícil. Es un entusiasmo, un gozo, una vivencia y un cariño que llaman la atención a cualquiera que le conozca. Trasmite a Dios sin él sospecharlo y en esto reside su influencia. Un día nos dijo: “Vamos a hacernos hermanos y formar un “trío”, nos santificaremos o condenaremos juntos. Somos los tres ángulos de la base de una pirámide que busca a Dios, su vértice”. Y en un momento de euforia nuestro amigo lanzó un pulso: “¡O los tres zen o los tres monjes! ¿Quién podrá más Buda o Cristo?” B- ¿La experiencia o la fe? La experiencia había sido durante los últimos 10 años mi única maestra y a ella había entregado la dirección de mi vida. Sentía mi incredulidad como una situación definitiva: “es imposible que vuelva a creer”. Alguien me insinuó: “Es sencillo, di que crees”. ¡Eso nunca!, si es sólo cuestión de decir que tengo fe, ¿cómo contar a todos que es real, compartirla y salvarme? Prefiero seguir siempre así, antes que engañarme a mí y a otros. Necesito un milagro. Y el milagro llega. Al final de un curso de meditación zen aparece algo totalmente nuevo y sorprendente, increíble y maravilloso, en las tinieblas nace una luz. Donde todo era oscuridad, duda y angustia surge una luz brillante, amorosa, que va ocupando todo mi ser. Tiene vida y su nombre resuena en mis oídos: Dios. Un nombre que creía imposible pronunciar de nuevo. Dios existe y se me ha manifestado. C- La Palabra de Dios y dar una oportunidad al cristianismo Sin embargo lo fundamental no es creer o no creer, sino en qué creer. Aquí me surgen muchos problemas. Leo el Evangelio de San Mateo, y descubro un Jesús que va al fondo del corazón, que me 7 salva, me habla de un Reino que ya está desarrollándose en mi interior y que colma todos mis sueños. Pero, ¿Jesús me conduce a la Iglesia? Desde fuera, ésta se me presentaba cerrada, uniforme, dogmática, fría, lejana… ¿Cómo creer en todos esos dogmas, tradiciones, asuntos sobrenaturales…, que los cristianos han de creer? Las monjas benedictinas me lanzan un reto: “Da una oportunidad a la Iglesia como se la has dado a otras confesiones”, y descubro en ella una gran riqueza, diversidad, profundidad y santidad, y no la puerilidad que suponía. Ahí sí deseo entrar, y de hecho, de repente, me siento dentro, rodeado de hermanos que me ayudan y con los que puedo compartir mi fe. PREPARACIÓN DEL MEDICAMENTO —Después de examinar con profundidad estos dos casos que consiguieron curarse, —es Hipócrates quien toma la palabra de nuevo— creo que deberíamos elaborar una fórmula magistral que incluyera los siguientes elementos: la dimensión mística, la Palabra de Dios, la Liturgia y la acogida fraterna y se administraría a los que permanecen aún enfermos. Me podréis objetar que va a ser una pérdida de tiempo porque la receta que os indico es muy antigua y ya conocida por todos y no se ve que esté dando muy buenos resultados últimamente, sin embargo me defiendo con las palabras de San Juan: “No penséis que os escribo algo nuevo sino sólo para recordaros lo que tenemos desde el principio”4. En realidad, aunque nuestro tiempo quiere constantemente novedades, lo de siempre, las tradiciones del pasado, seguirán siendo las antorchas encendidas que iluminen nuestro camino. Ahora bien, estos ingredientes tradicionales han de tener una forma nueva de preparación y presentación en función de la situación actual de nuestros pacientes. A ellos les damos la palabra. 4 2 Jn 5 8 HISTORIA CLÍNICA DE LOS ALEJADOS DE DIOS Nosotros no somos creyentes pero sí necesitados de Dios, precisamos un asidero contra la fuerza de la corriente que nos arrastra hacia ningún sitio. Estamos anhelando la verdad, la felicidad, el sentido de vida. ¿Qué piensan de nosotros, y sobre todo de los jóvenes? ¿Creen que somos más difíciles que los de ayer? Fíjense en cómo Sócrates, en el siglo V a. C, describe a la juventud de su tiempo: “Nuestra juventud gusta del lujo, es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. No se ponen de pie cuando una persona anciana entra, responden mal a sus padres, hablan cuando no se les pregunta, devoran la comida a toda velocidad y tiranizan a sus maestros y profesores” 5. ¡Qué cantidad de sentimientos encontrados llevamos dentro de nosotros! De duda, como los de Unamuno: “Oye mi ruego tú, Dios, que no existes, y en tu nada recoge estas mis quejas. Tú que a los pobres hombres nunca dejas sin consuelo” 6. De perplejidad, como los del poeta sufí: ¿Tan vacía está la tierra de ti, Señor, que muchos han de dirigir los ojos hacia el cielo para encontrarte? De pobreza existencial, como los del poeta leonés Leopoldo Panero: “Soy el hombre desnudo, soy el que nada tiene, soy siempre el arrojado del propio paraíso. soy el que tiene frío de sí mismo, el que viene cargado con el peso de todo lo que quiso” 7. También de miedo: No queremos que nos aniquilen sino que nos iluminen. No se trata de que apaguen nuestra llama sino de conseguir que arda con más fuerza. 5 Citado en: Una nueva oportunidad para el Evangelio. Hacia una pastoral de engendramiento. Proponer la Buena Noticia a los jóvenes por Oliver Frohlich, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2011, p. 200 6 La oración del Ateo 7 El templo vacío. Poema de Leopoldo Panero 9 Les advertimos que tenemos mucha dificultad para entender los términos que utilizan cuando hablan sobre la redención por Cristo, la expiación, la vida eterna o, más aún, de la Trinidad. Todo eso se encuentra muy lejos de nosotros. Necesitamos captar por propia experiencia el camino cristiano. Como dicen en el zen: “captar con el cuerpo”. Vamos a acercarnos a sus monasterios para que nos ayuden. Buscamos un tratamiento eficaz que recomponga las dramáticas fracturas que ha operado en nosotros una modernidad que nos ha llevado a la pérdida de la unidad con nosotros mismos, con la naturaleza, con los otros y con Dios. Lo que perseguimos es lo que al final de su vida el filósofo Malraux deseaba: “atrevernos a gritar juntos: “No existe la nada, en el fondo de las cosas no está la nada sino el amor de Dios” . LA DIMENSIÓN MÍSTICA —Creo que ya estamos capacitados para empezar con el primer elemento: la dimensión mística ¿Alguien quiere comenzar el debate? —Yo mismo, dice Serafín de Sarov. Partimos de que existe una “dimensión mística” en todo hombre que es ese deseo de unidad, de ir hacia el centro de sí mismo. Aristóteles relata que cuando se le preguntó a Pitágoras para qué había sido creado el hombre respondió: “para contemplar el cielo”. Desde hace años se nos alerta sobre la necesidad de retornar a la mística, a la experiencia de estar en íntimo contacto con lo divino y de ser tocados por el Espíritu de Dios. Sería estar más atentos a la presencia de lo sagrado en nuestros propios itinerarios y en los de los demás. Reconocer la contemplación como un estilo de vida para todo cristiano y hacer de nuestros monasterios verdaderos centros de mística cristiana. Cultivar esta dimensión, en este mundo del siglo XXI, implica una lucha feroz, a muerte, contra la agitación, el ruido, la superficialidad, el constante hacer..., pero lucha, aún más terrible y temible 10 contra las fuerzas negativas que nos circundan y nos inducen a la desesperación, la angustia, el miedo, el sin-sentido, la tristeza,.. Cristo luz del mundo Sin embargo, una vez despertada en nuestros enfermos la dimensión trascendente, no podemos quedarnos ahí; hay que mostrarles a Jesucristo como luz para acceder al conocimiento del Padre. Toda la tradición de la Iglesia así lo proclama. Recordamos a Ireneo de Lyón: “Aquel que supera nuestra capacidad, que es incomprensible e invisible, se hace comprensible y visible para los hombres porque el Hijo nos ha dado a conocer al Padre, lo ha mostrado a los hombres” 8. También a Agustín de Hipona: “el hombre en tinieblas puede pasar a ser iluminado si deja que Cristo, luz divina, lo alumbre. Cristo es el rostro verdadero del Padre” 9 . Y más recientemente en la Lumen Gentium se nos dice: “Todos los hombres están llamados a la unión con Cristo que es luz del mundo. De Él venimos, por Él vivimos y hacia Él caminamos” 10 Existencias sanadas- salvadas Ahora bien, si insistimos a nuestros pacientes en que dentro de la Iglesia hay una “gran luz”, que es Jesús, en quien se nos revela el Padre, debemos ser focos de esa luz. Tenemos la responsabilidad de presentarles el gran regalo que hemos heredado de Dios: la salvación de Jesucristo. Ya lo señalaba Cromacio de Aquileya, “El Señor llama a sus discípulos luz del mundo, porque después de haber sido iluminados por él, que es la luz verdadera y eterna, se han convertido ellos mismos en luz que disipa las tinieblas…y alejan del corazón del hombre el error” 11. 8 S. Ireneo de Lyón: Tratado contra las herejías. San Agustín, Sermón 53. 10 LG 1, 3 11 Tratado 5 sobre el Evangelio de San Mateo 9 11 Y el Papa Benedicto XVI va en esa línea:“Estamos llamados a hacer accesible a todos los hombres las grandes fuerzas del cristianismo. Debemos ser, no atractivos, sino transparentes para Cristo. Meter a Cristo en el mundo y en los hombres” 12. Pero, ¿cómo?, ¿cómo anunciarle hoy al mundo que, en medio de su sufrimiento, hay perspectivas de redención? ¿Estamos en condiciones de convencer a nuestros enfermos y necesitados de la posibilidad de encontrar nueva alegría? 13. ¿Seremos creíbles para los no creyentes que viven a la espera de Dios pero que no siempre encuentran voces que lo identifiquen, personas que le den figura concreta, signos que les hablen de él. ¿Qué podemos hacer? Creo que no se trata de hablar, como nos sugiere Von Balthasar. Él dice que “la ausencia de Dios se colma sólo con la presencia: los hombres y mujeres que hayan encontrado a Dios, que lo hayan experimentado, serán quienes estén en condiciones de revelar los rasgos de su rostro. Son las existencias teologales. Hemos de presentar los signos de vidas transformadas”. Dietrich Bonhoeffer se preguntaba: “En un mundo donde se percibe que Dios ya no es reconocido, en un mundo sin Dios, ¿cómo hablaremos de Él? ¿Intentaremos crear ámbitos de cultura cristiana profundizando en el pasado con cierta nostalgia? ¿Intentaremos provocar necesidades religiosas en gente que aparentemente no tiene ninguna? Podemos decir que hoy aumenta el interés religioso, pero a menudo no es más que para dar un barniz religioso a la vida. ¿Cómo hablaremos entonces de Cristo hoy? Y él mismo se respondía: a través de nuestra vida. Así le describe el futuro a su ahijado: “Llegará el día en que quizá será imposible hablar abiertamente de Cristo; pero rezaremos, haremos lo que es justo. Y llegará el tiempo de Dios”. El lenguaje nos será dado si vivimos verdaderamente de Cristo” 14. Soren Kierkegaard también se planteaba un interrogante semejante: “¿Qué puede presentar el cristiano al hombre de hoy? ¿Acaso la elocuencia, las artes oratorias, la ingeniosidad, el parloteo, 12 13 14 Entrevista al Papa Benedicto XVI en su viaje pastoral al Reino Unido, 16 de septiembre de 2010 Lc 5,31 Dietrich Bonhoeffer. El precio de la gracia. El seguimiento. Sígueme, Salamanca, 2007, pp., 183- 204 12 las argumentaciones científicas? No, nada de eso sino la seriedad. La seriedad del que predica sobre cómo llegar a ser cristiano consiste en que un individuo se reconozca pecador para hablarle, en su vida cotidiana, a otro individuo que se reconozca a su vez también pecador para no caer ambos en la impostura” 15. Pienso que todos estamos de acuerdo en que es el testimonio de una vida salvada— sanada, más que una doctrina, lo que tenemos que ofrecer. Mostrar el cristianismo como un portentoso estado de gracia y fortaleza que invade todos los ámbitos y espacios humanos. LA PALABRA DE DIOS —Seguimos con el segundo componente: la Palabra de Dios Dionisio el Areopagita, abre el coloquio. — Aprovecho que Guigo el Cartujo no ha podido venir para proponer, en cuanto a la preparación de nuestra fórmula magistral, una lectio divina no tan racional como nos la presenta siempre Guigo y toda la mentalidad racionalista medieval que parte de él. ¿Cómo solemos enseñar la lectio divina? Ante todo, como una actividad mental, racional que trata de hurgar en la Sagrada Escritura para extraer un mensaje, lo que supone un acercamiento a la Palabra en plan conquista, como quien intenta deshacer una roca con un pico. Lo importante es la persona y su esfuerzo por comprender a Dios a quien transforma en un objeto de estudio. Cuando se le comentó a un monje budista el método racional de lectio divina, con sus conocidos pasos de leer, meditar, orar y contemplar, quedó muy sorprendido y preguntó: “¿Cómo podéis leer un texto Sagrado sin pasar antes por un estado de contemplación silenciosa que purifique el corazón? Pienso que sólo después de esta preparación podrá la persona descubrir el meollo del texto y no quedarse en lo anecdótico o en consejos piadosos”. 15 Soren Kierkegaard. Para un examen de sí mismo recomendado a este tiempo. Trotta, Madrid, 2011, p. 13 13 ¿Y si confiamos más en el poder de la Palabra?, Dietrich Bonhoeffer afirmaba convencido que “La Palabra de Dios entra por sí misma en el hombre, posee un movimiento propio. No es que exista una Palabra que el hombre tenga que agarrar, manejar, entender o poner en movimiento para que penetre en él y aplicársela. Mas bien la Palabra recorre por sí misma ese camino y el hombre ni puede ni debe hacer más que ponerse al servicio de ese movimiento propio de la Palabra evitando todo obstáculo. La Palabra sale en busca del hombre.” 16 Yo sintetizaría este segundo ingrediente diciendo que sería bueno orientar a nuestros pacientes hacia un tipo de lectio divina más parecida a la monástica primitiva de tipo espiritual, no tan racional. LA LITURGIA DE LAS HORAS. —Damos paso al tercer ingrediente: la Liturgia de las Horas A Benito de Nursia se le considera el más experto en este tema y se le ofrece la palabra. —Creo que estamos de acuerdo en que la liturgia es el lugar teológico para entrar en contacto con el Misterio de salvación, con Cristo glorioso que continúa su misión de curación. Pero la Liturgia no sólo nos hace participar del misterio de Cristo, sino que también nos capacita para manifestar a los otros los misterios cristianos. El Papa Benedicto XVI, en su discurso a los periodistas de los Semanarios Católicos italianos, les decía que: “Para llevar a cabo su importante cometido, debían cultivar ante todo un vínculo constante y profundo con Cristo a través de la Liturgia: ¡sólo la comunión profunda con Cristo capacita para llevar al hombre de hoy el anuncio de la salvación” 17. Pero pienso que, en nuestros días, dada la dificultad que entraña la liturgia, poder captar la esencia o forma interior ha de ser mediante la forma exterior asumiendo que ésta es siempre una manifestación sensible de la interior. Todo ello tiene que ver con la belleza litúrgica 16 Dietrich Bonhoeffer. El precio de la gracia. El seguimiento. Sígueme, Salamanca, 2007, p. 185 17 Discurso a los participantes en la Asamblea de la Federación Italiana de Semanarios Católicos el 26 de noviembre de 2010. 14 Solzhenitsyn, el famoso escritor ruso, afirmaba que “De las tres ramas del ser que son la verdad, la belleza y la bondad, el mundo moderno ha cortado la bondad y la verdad; queda sólo la belleza y con ella debemos dar testimonio de todo el tronco. El arte, lo bello, ayuda a despertar por eso necesitamos profetas del arte” 18. Por eso no tenemos ninguna disculpa para no celebrar la liturgia con todo el esplendor y belleza que merece. El que seamos pocos o mayores no implica que seamos descuidados. A través de la fiesta litúrgica, el espectador experimenta en sí una apertura a ámbitos profundos de su realidad que ve, de pronto, cargada de potencialidades y caracterizada por una forma específica de luminosidad y esplendor. El hermano Roger de Taizé lo expresa bellamente: “Cuando una oración común deja entrever sobre la tierra la alegría del cielo, la gente acude de todas partes para descubrir aquello de lo que inconscientemente se estaba privando. Nada lleva más a la comunión con Dios que una amplia oración litúrgica” 19. LA ACOGIDA —Entramos ya en la recta final con el último elemento: la acogida El gran poeta Homero, el más antiguo experto en hospitalidad, nos honra con su intervención: — “La hospitalidad anda a la par del respeto, cualquier situación es buena para honrar y ayudar al extraño… con la acogida se superan las relaciones individuales y se realiza una alianza entre las parentelas de huésped y anfitrión... “Extranjeros, mendigos, acogedlos porque todos nos vienen de Dios” 20 18 Conferencia dada en Estocolmo. Citado en Olivier Clément, Dios es simpatía, Narcea. Madrid, 2011. p. 85 Hermano Roger. Su amor es un fuego. p. 21 20 Recogido de las obras de Homero 19 15 “Ninguna luz es mejor que la de la caridad”, señalaba Juan Crisóstomo antes de partir para el destierro 21 y el hermano Roger de Taizé, nos abre horizontes: “Estemos atentos porque la comunión a la que nos llama Cristo sobrepasa la realidad eclesial y no nos deja insensibles” 22 . “Los cristianos estamos en un momento en que la vocación de universalidad, de catolicidad depositada en nosotros por el evangelio, puede encontrar un cumplimiento sin precedentes. ¿Tendremos el corazón tan grande, la imaginación tan abierta, el amor tan ardiente como para responder a una de las primeras llamadas del Evangelio?” 23 . TENEMOS LA MEDICINA —¡Hemos terminado!, informa Hipócrates. Mucho trabajo pero ha dado su fruto. Ahora bien, ¿quién será el médico capaz de administrar tan especial y extraordinario fármaco? No vale cualquiera, hacen falta especialistas en esta materia y que cumplan unos requisitos. LA SENCILLEZ: a la que se refiere el Papa Juan XXIII: “Cuanto más avanzo en mi camino hacia el Señor, más advierto la dignidad y hermosura conquistadora de la sencillez en el pensar, en el trato, en las palabras. Una tendencia a simplificar lo que es complejo, a reducir todo al máximo de claridad sin preocuparme por embrollos de pensamientos o palabras”. EL COMPORTAMIENTO: si vivimos siempre celebrando un Misterio, el de Dios, en toda circunstancia, el rostro, el porte, el andar, el tono de la voz, los gestos… deberían cobrar valor expresivo del misterio que experimentamos. LA ALEGRÍA: cuestión difícil ya que las palabras felicidad y alegría son muy engañosas. Cada persona y cultura las identifica de una manera diferente. “En Leningrado, durante la perestroica, se reunió un grupo de fieles cristianos para una celebración litúrgica. Entre los asistentes había una mujer joven, bien parecida y un personaje ajeno al grupo la habló irónicamente diciendo: “¿Es usted cristiana?”. “Sí lo soy”, respondió ella, y él, de nuevo, le preguntó: “Entonces, ¿es usted 21 Homilía antes de partir para el destierro. Unanimidad en el pluralismo, p. 78 23 Pasión de una entrega, p. 133 22 16 feliz?”, a lo que la mujer contestó: “no somos cristianos para ser felices, sino para estar vivos” 24. Yo creo que más que otra cosa la humanidad necesita grandes vivientes, personas que expresen que existe un sentido de vida” LA PACIENCIA porque “Paciente y larga es nuestra tarea, en la noche oscura del amor que espera” 25. LA ORACIÓN que tanto recomienda San Benito al abad “para los que, corregidos muchas veces, no quieren enmendarse: “Si viere que ya nada puede hacer su ingenio, recurra también al mejor remedio: su oración y la de todos los hermanos para que el Señor, que todo lo puede, cure al hermano enfermo” 26. Y LA HUMILDAD ¿Por qué la humildad? porque me informan de que, desgraciadamente, estamos todos contagiados de la enfermedad. Somos ya de los no creyentes. Al parecer el Señor no nos reconoce; le han insistido en que hemos comido y bebido con él, que ha enseñado en nuestras iglesias, que hemos profetizado en su nombre y en su nombre expulsamos demonios y en su nombre hicimos muchos milagros, pero insiste en que no sabe quienes somos, que nos apartemos de él. Debemos, pues, aceptar reunirnos en el mismo ambulatorio que nuestros enfermos y recibir idéntico tratamiento. Sólo hay un médico, nuestro Señor Jesucristo y todos los demás estamos necesitados de sanación. Gregorio Palamás nos resume este último y fundamental requisito así: “Desterremos totalmente el vicio de la arrogancia con el que podemos sentirnos mejores que los demás, procuremos nuestra conversión a la humildad, a no anteponernos a los demás: Cuando vea el Señor que no le fallamos en la caridad y que hemos adquirido la humildad, dará cumplimiento a sus promesas y nos hará verdaderos pescadores de hombres, dotándonos de una fortaleza tal que superará la naturaleza” 27. 24 Olivier Clément. Dios es simpatía, Narcea, Madrid, 2011, p. 83 Himno litúrgico de la Hora de Tercia 26 RB XXVIII, 4-5 27 Gregorio Palamás. Homilía 28 25 17 Antes de dar por terminada esta sesión clínica, vamos a repasar los componentes del fármaco: Una dimensión mística que presente a Cristo como luz del mundo mediante existencias salvadas, una lectio divina principalmente espiritual, una Liturgia bellamente realizada y una acogida fraterna universal y todo ello administrado por un especialista que se caracteriza por su sencillez, compostura, su profundo sentido de la vida, su paciencia, oración y humildad. Ahora que os miro detenidamente, intuyo un último interrogante en todos vosotros, ¿tendrá éxito el tratamiento? Y me parece que nadie se atreve a contestar pero la respuesta llega con claridad meridiana desde el cielo... “La semilla cayó en tierra buena y brotó y fructificó dando el ciento por uno. El que tenga oídos para oír, que oiga” 28 Termino ya con unas palabras de San Agustín: “Hemos pasado un buen rato disfrutando de una luz común, nos hemos llenado de gozo y alegría, aunque nos separemos ahora unos de otros, procuremos no separarnos nunca del Señor” 29 Ernestina Álvarez Tejerina, OSB, León Salamanca, septiembre de 2011 28 29 Lc 8,8 Sermón 35 de San Agustín sobre el Evangelio de San Juan 18 PERSONAJES CITADOS Gabriel Marcel: Filósofo católico existencialista (1889-1973) Sócrates: Filósofo griego maestro de Platón del s. V a.C. Romano Guardini: sacerdote católico y teólogo italiano. Muerto en 1968 Ernst Bloch Filósofo alemán muerto en 1977, escuela de Tubingia Nietzsche: Filósofo existencialista ateo del s. XIX Dionisio el Areopagita: Escritor bizantino del s. VI Dietrich Bonhoeffer. Lider religioso alemán, pastor y teólogo protestante, que luchó contra el nazismo y fue asesinado. Matta El Meskeen Monje de la Iglesia Ortodoxa Copta recientemente fallecido San Agustín. Obispo de Hipona, Padre de la Iglesia. (s. IV-V) Papa Benedicto XVI Unamuno: Filósofo español s. XX Leopoldo Panero: Poeta español, leonés, de la generación del 36 Soren Kierkegaard: Danés, filósofo y teólogo, Padre del existencialismo 1855 Solzhenitsyn fue un escritor e historiador ruso, Premio Nobel de Literatura en 1970 Oliver Clement: Cristiano laico de los testigos actuales más fecundos de la Ortodoxia cristiana en París. Homero: Poeta griego del s. IX a C Cromacio de Aquileya. Italiano, s. IV, Obispo de Aquileya San Ireneo, Padre de la Iglesia. S.IV-V Hermano Roger de Taizé. Pastor protestante prior de la comunidad de Taizé San Benito. Monje italiano del s. V-VI, padre de los monjes y monjas benedictinos. San Juan Crisóstomo. Padre de la Iglesia, Obispo de Constantinopla, S. IV-V André Malraux París, 3 de noviembre de 1901 - Créteil, 23 de noviembre de 1976), novelista, aventurero y político francés. Personaje representativo de la cultura francesa que giró en torno al segundo tercio del siglo XX Hipócrates de Cos, el gran médico de la Antigua Grecia del s. V- IV a. C, considerado por muchos como el «padre de la medicina» . T de Chardin: Orcines, 1 de mayo de 1881 - Nueva York, 10 de abril de 1955 fue un religioso, paleontólogo y filósofo francés que aportó una muy personal y original visión de la evolución. Miembro de la orden jesuita, Serafín de Sarov: un monje ortodoxo, uno de los santos más venerados en la Iglesia ortodoxa. Nació el 19 de julio de 1759 en la ciudad de Kursk en Rusia. Monje del monasterio de Sarov. Aristóteles: 384 a. C. – 322 a. C. fue un filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Platón: Platón 428 a. C. – 347 a. C.) fue un filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia noble y aristocrática. Von Balthasar: Cardenal Teólogo Católico, s. XX, alemán Gregorio Palamás: 1296-1359, teólogo y filósofo bizantino. Renovó la mística y el monaquismo ortodoxo. 19 “SER SIGNOS PARA EL MUNDO DESDE LA IDENTIDAD CRISTIANA” INTRODUCCIÓN SITUACIÓN ACTUAL HISTORIA CLÍNICA DEL PRIMER PACIENTE I.-La infancia 2.- La oscuridad, 3.- Aparecen luces a- Primera iluminación: oriente b- Segunda iluminación: el encuentro con la Palabra de Dios c- Tercera iluminación: el encuentro con la Liturgia HISTORIA CLÍNICA DEL SEGUNDO PACIENTE I.- La oscuridad 2.- Luces en mi camino a- El amor gratuito, la acogida b- ¿La experiencia o la fe? c- La Palabra de Dios y dar una oportunidad al cristianismo PREPARACIÓN DEL MEDICAMENTO HISTORIA CLÍNICA DE LOS ALEJADOS DE DIOS LA DIMENSIÓN MÍSTICA a- Cristo luz del mundo b- Existencias sanadas-salvadas LA PALABRA DE DIOS LA LITURGIA DE LAS HORAS. LA ACOGIDA TENEMOS LA MEDICINA a- La sencillez b- El comportamiento c- La alegría d- La paciencia e- La oración f- La humildad FINAL 20