Manejo de trigos dañados por heladas Ings. Agrs. Andrea Bolletta, Eduardo Campi, Anibal Fernández Mayer, Ramón Gigón, Ricardo López, Mario Vigna. INTA EEA BORDENAVE sigborde@bordenave.inta.gov.ar La temperatura afecta el crecimiento y desarrollo de la planta en sus distintas fases (producción de hojas, tallos y otros componentes). Todos los procesos fisiológicos de la planta ocurren más rápidamente a medida que ésta aumenta. En este sentido, un buen manejo del cultivo puede contrarrestar más fácilmente los efectos negativos de las altas temperaturas que los de las bajas temperaturas, especialmente de las heladas. A medida que desciende la temperatura el desarrollo se hace más lento. Si las temperaturas son lo suficientemente bajas como para llegar a helar, puede producirse un daño severo en los tejidos jóvenes; de hecho, los tallos vegetativos pueden morir a -5°C. Dos o más heladas consecutivas durante el período que va desde la emergencia de las espigas hasta el inicio del llenado del grano, pueden tener consecuencias graves sobre el rendimiento. Temperaturas de 1,5°C registradas en la casilla meteorológica a 1,5 metros del suelo, son lo suficientemente bajas como para producir daños ya que equivalen a 0°C .sobre la superficie del cultivo. Una sola noche con helada durante este período puede ser decisiva para la planta. Numerosos son los factores que influyen en el efecto de heladas al trigo (estado de crecimiento, contenido de humedad, fertilidad del suelo y duración de la helada) que hacen difícil predecir la extensión del daño. Esto se complica también por diferencias en altura y topografía del terreno. La ocurrencia de heladas en este último mes de noviembre, generaron síntomas de daños en cultivos invernales, en su estadio de floración en la mayoría, presentándose una situación no deseada, en el ámbito regional. En el estado de floración, los síntomas que se observan es de anteras de color blanquecinas y en las espigas desde el centro a los extremos, fracciones sin granos formados y si el cultivo estuviese en el momento de llenado de grano (estado lechoso), el síntoma es de cambio de color, pasando de un liquido claro a marrón claro, en el contenido del grano. En el caso de la cebada cervecera, en formación de grano, el síntoma que se observa es una hendidura en el grano notable a simple vista cuando avanza la madurez comercial. Frecuentemente las heladas afectan sólo parte de los granos de las espigas o sólo sectores de un lote (generalmente a los bajos y depresiones). Los últimos macollos que normalmente no producen mucho grano, pueden desarrollar rápidamente después de una helada, particularmente si ésta ocurre temprano en primavera y las condiciones climáticas posteriores son benignas. En casos de daños muy severos, el trigo produce un rendimiento que supera los costos de cosecha y transporte. Esto puede alterarse por la posibilidad de vuelco si la planta está dañada en la base de los tallos, lo que demora la recolección y aumenta las pérdidas por desgrane. El grano producido en esas condiciones puede tener baja calidad para la panificación, granos chuzos, con desuniformidad de tamaño y madurez, bajo poder germinativo (tener en cuenta que la semilla recién cosechada tiene dormancia natural por unas cuatro semanas) y producen plántulas menos vigorosas. No obstante, este grano puede ser un excelente alimento para el ganado vacuno, con alto contenido de proteína. Asimismo este grano debe ser incorporado gradualmente a la ración durante una semana y no debe constituir más del 30 al 50% del total del concentrado de la misma. Otra alternativa económica es destinar el trigo helado para confeccionar heno o silaje. Se debe verificar en que estado reproductivo esta el cultivo afectado y cual es el porcentaje e intensidad del color verde de sus hojas. A mayor intensidad de color verde, para el mismo estado reproductivo, será mayor el nivel proteico y digestibilidad de la planta, por ende, mejorará la calidad final de la reserva de pasto que se obtenga. La calidad nutritiva de este alimento es buena si se corta en estado de grano lechoso o pastoso. Por ello es recomendable realizar previamente un análisis del cultivo para determinar su calidad. Las muestras deben tomarse teniendo en cuenta los sectores en el lote (lomas, media loma y bajos), recoger plantas enteras (sin sus raíces). Posteriormente armar una muestra compuesta de dichos sectores y remitirlas a un laboratorio. En muestras tomadas de trigo variedad Huenpan afectado por helada en un lote de la EEA Bordenave, que posteriormente fueron enviadas al Laboratorio de Evaluación de Calidad de Forrajes, se les determinó su calidad. Los resultados encontrados fueron los siguientes: Trigo en floración ( no helado) Trigo en floración (helado) Materia seca% Proteina bruta (%) Fibra detergente neutro (%) Fibra detergente ácido (%) 28.88 10.19 56.77 31.18 35.08 8.88 54.93 30.30 A partir de estos resultados se puede se aprecia que el trigo helado altera algunos de sus parámetros nutricionales, especialmente aumenta su materia seca, por pérdida de agua, y reduce los niveles proteicos. Mientras que los valores de la fibra se mantienen prácticamente sin alteraciones. Por lo que se puede deducir que este cultivo helado es apto para ser usado en la alimentación animal, ya que su calidad no se ve mayormente afectada a pesar del daño sufrido. Por otro lado, se debe tener precaución que el forraje puede contener mayor contenido de nitrógeno que el normal, pues la planta sigue absorbiendo este nutriente del suelo y no tiene los granos en desarrollo como destino y en tal caso presentaría problemas de nitratos en la dieta al ganado. Otro aspecto a tener en cuenta es que conviene observar atentamente al ganado que consume heno o silaje de trigo helado después de floración porque las aristas pueden dañar las mucosas de la boca y provocar infecciones de microorganismos (actinomicosis). La decisión de corte de un forraje para heno o silaje de planta entera no se debe analizar fuera del sistema de producción ya que existen, a veces, otros factores diferentes a los exclusivamente nutricionales, que pueden definir una estrategia de corte o picado determinada. No obstante, para decidir uno u otra forma de forraje conservado dependerá de varios factores a considerar: 1. Disponibilidad de máquinas para ensilar o enrollar. 2. Del tipo de animal a que se vaya a destinar esa reserva: de gran valor al momento de definir qué forraje conservado realizar en una época normal, reduce su importancia en este momento ya que se ve condicionado a la magnitud del daño causado por las heladas y la producción de materia seca del cultivo afectado. Sabemos que el silaje de planta entera, más si se hace “silo bolsa”, es la reserva forrajera que mejor mantiene la calidad original que el cultivo tiene en el campo. Desde ya que si picamos un cultivo de regular calidad vamos a tener “ensilado” un forraje regular. Además, sabemos que a medida que mejora la calidad de la reserva forrajera podremos utilizarla con cualquiera de las categorías de animales que tengamos en el campo, aún, aquellas de altos requerimientos como las vacas lecheras y terneros de menor de 250kg. de peso vivo. 3. De la producción de materia seca total por hectárea y de la cantidad y estado del grano presente en el cultivo helado: La producción de materia seca de un cereal de invierno, afectado o no por heladas, suele ser mediana a baja (menor de 5000kg ms./ha) en comparación con la que se puede obtener de un cultivo de verano (maíz o sorgos). Por ende, cuando se debe definir el tipo de reserva a realizar, sin dejar de considerar los puntos anteriores, se debe tener en cuenta que a menor producción de materia seca por ha se elevan los costos de picado por kilo de materia seca. De ahí que el productor debe evaluar bien estos 3 puntos para definir, finalmente, cual de las reservas le conviene más para su sistema de producción. Luego de un trigo helado, generalmente hay tiempo para que lo suceda otro cultivo de verano como sorgo, soja, girasol o maíz según la historia del lote, teniendo en cuenta si hay suficiente humedad en el perfil de suelo. En este caso previamente se debería secar con un herbicida el cultivo o cortar mediante labranza, para preparar la cama de siembra. Un factor de importancia es asesorarse sobre el grado de residualidad que tendrían los herbicidas incorporados en el trigo que se acaba de perder; ya que éstos podrían influir negativamente sobre el cultivo posterior. La planificación del barbecho para la siembra de cultivos de verano incluye entre otras cosas la elección de los herbicidas adecuados para tal fin, ya que el uso incorrecto de algunos puede provocar problemas. En la presente situación posiblemente se deberá improvisar la siembra sobre lotes de trigo perdidos por heladas, lo que obligará a revisar la historia de uso de herbicidas sobre esos lotes. En esta última campaña, por ejemplo, se ha empleado gran cantidad de herbicidas para el control de malezas en trigo y muchas de esas aplicaciones se efectuaron relativamente tarde con respecto a las épocas normales. Es sabido que la degradación de los herbicidas en el suelo está influenciada por numerosos factores como concentración, aplicaciones repetidas, pH, tipo de suelo, humedad y temperatura. A esto debe agregarse la metabolización de los mismos en la planta, que en el caso de las aplicaciones tardías puede ser importante porque la mayor parte fue captada por el cultivo antes de llegar al suelo. La residualidad varía entre herbicidas, por ejemplo los que no tendrían mayores problemas de residualidad serían el 2,4-D, MCPA, los graminicidas específicos, como diclofop (Iloxan), clodinafop (Topik), fenoxaprop (Puma) Puma o pinoxaden (Axial). Los que poseen mayor residualidad y estarían condicionando la siembra de cultivos sensibles son los derivados de sulfonilureas como el metsulfurón (Misil y muchas marcas comerciales), iodosulfurón (Hussar), prosulfurón y triasulfurón (Peak Pack). Debe destacarse que no es lo mismo el efecto de estos herbicidas sobre girasol (el más sensible), que sobre maíz o soja. Cuanto mayor sea el tiempo transcurrido entre la aplicación y la siembra, menor será la residualidad. Los resultados de varios años obtenidos en nuestra región indican una muy alta relación entre los milímetros de lluvia caídos en el período y la desaparición de los herbicidas de los horizontes superficiales; y menor relación con los días transcurridos desde la aplicación. Sin embargo, los dos parámetros no son independientes. Si asumimos que para girasol se necesitan 250 mm. para lograr la desaparición de metsulfurón de los primeros 10 cm. de suelo, no quiere decir que es lo mismo que hayan “caído” la semana pasada que durante 5 meses. Es muy difícil predecir la residualidad de los herbicidas y en las condiciones actuales derivadas de una contingencia climática adversa resulta mucho más difícil. Los tiempos de espera que normalmente manejamos son mayores a los que podemos tener con cultivos de segunda sobre trigos donde estos herbicidas se aplicaron en forma tardía. Si nos remitiéramos al registro oficial de herbicidas prácticamente no se podrían sembrar cultivos de verano donde se hayan aplicados sulfonilureas. Sin embargo, en la práctica, en la situación de este año y por razones de económicas (rescatar ingresos de ese lote), en algunos casos se analizará la posibilidad de llevarlos a cabo. Concretamente, este año en la E.E.A. Bordenave, sobre un suelo sin cultivo, con poca cobertura, a principio del mes de noviembre, a 4 meses de la aplicación de 8 gr. de un formulado comercial de metsulfurón (60%) con 258 mm. de lluvia aún se detectaron residuos fitotóxicos para el cultivo de girasol. Por lo tanto, al tomar la decisión sobre qué cultivo hacer sobre estos trigos se está asumiendo cierto riesgo. Como se mencionó anteriormente, hay un buen número de herbicidas que no traerían problemas para ningún cultivo (girasol, soja, maíz. etc.). Dentro de los más problemáticos (sulfonilureas), la soja sería el cultivo con menos riesgo y menor aún si se seleccionan los cultivares que poseen tolerancia a estos herbicidas. El que más dudas genera en este caso es el cultivo de girasol. El sorgo y el maíz también son sensibles a la presencia de estos herbicidas en el suelo. Si bien las abundantes lluvias de las últimas semanas pueden ayudar a disminuir la residualidad, es indudable que cada caso debe analizarse en particular para tratar de asumir el mínimo riesgo sabiendo que se está trabajando con componentes biológico-climáticos y no matemáticos.