LECTURA ORANTE DE LA PALABRA MARCOS 4, 26-34 Domingo 17 de Junio de 2012 INTRODUCCIÓN.Es hermoso ver a Jesús, que busca en la vida y en los acontecimientos elementos e imágenes que puedan ayudarnos a percibir y experimentar la presencia del Reino. En este Evangelio Jesús nos cuenta dos breves historias que suceden todos los días en la vida de todos nosotros. Con la primera se resalta su fuerza vital: crece progresivamente en silencio, más allá de los éxitos y fracasos humanos, pues es Dios quien lo hace crecer. Esto no niega la participación humana, pues se habla de la siembra y de la cosecha que realiza el agricultor. Con la segunda se plantea su carácter paradójico, aparentemente se trata de algo insignificante; pero una vez en movimiento, no tiene fronteras, está abierto a todos. Estas dos parábolas son un mensaje de ánimo y de esperanza, no sólo para los discípulos de aquel tiempo, sino también, para nosotros, los discípulos de ahora. Es una invitación a trabajar en los asuntos del Reino, confiando nuestros esfuerzos en el poder de Dios. La parábola se mueve con la gente y nos empuja a escuchar la naturaleza y a pensar en la vida. CANTO AL ESPÍRTU SANTO Espíritu De Dios llena mi vida, llena mi alma, llena mi ser (bis) Ven lléname, con tu presencia lléname, lléname, Con tu poder, lléname, lléname, con tu bondad (bis). Si Dios no vive en mí, vivo sin calma, vivo sin rumbo, vivo sin luz (bis) Si Dios no vive en mí, vivo sin fe, sin esperanza, sin caridad (bis) ORACIÓN INICIAL.Hagamos silencio, dejemos los ruidos internos y externos en manos Del Señor, para disponernos a escuchar Su Palabra con los Oídos del corazón bien abiertos, y oramos: “Señor Jesús, pedimos la asistencia de tu Divino Espíritu, para que Actúe en nosotros y nos ilumine para así comprender la Palabra que tú nos viene a regalar y tener la capacidad Para hacerla vida en nuestras vidas. AMÉN”. LECTURA.- ¿Qué dice el texto de Marcos 4, 26-34? Marcos 4, 26-29 “La semilla que crece por sí sola” Jesús les dijo: “El Reino de Dios es como un hombre que sembró un campo; de noche se acuesta, de día se levanta y la semilla germina y crece sin que él sepa como. La tierra por sí misma produce frutos: primero el tallo, luego la espiga. En cuanto el grano madura, mete la hoz, porque ha llegado la cosecha. Marcos 4, 30-32 “La semilla de mostaza”. Dijo también: ¿Con qué compararemos el Reino de Dios? Con una semilla de mostaza: cuando se siembra en la tierra es la más pequeña de las semillas; después de sembrada crece y se hace más alta que las demás hortalizas, y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden anidar a su sombra. Marcos 4, 33-34.- Uso de las parábolas. Con muchas parábolas como éstas les exponía la Palabra, conforme a lo que podían comprender. Sin parábolas no les exponía nada, pero aparte, a sus discípulos les explicaba todo. ¿Qué parte del texto te llamó más la atención? ¿Por qué? ¿Por qué Jesús daba a conocer el Reino de Dios en parábolas? ¿De qué habla la primera parábola? ¿Qué dice Jesús de la segunda parábola? ¿Por qué a sus discípulos se les explicaba todo en privado? MEDITACIÓN.- ¿Qué me dice o nos dice el texto? No es necesario responder a cada pregunta, selecciona la más significativa para ti y/o comunidad. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida. Como miembro de mi Iglesia ¿me asemejo a la semilla que crece por sí sola? ¿Me siento invitado (a) a ser una semilla de mostaza? ¿Qué significan estas dos parábolas para mi vida y/o comunidad? Nuestra vida de fe ¿Se parece a la semilla que alude el Evangelio de este domingo? ¿En qué se nota? o ¿Qué importancia le damos al Reino de Dios? o ¿Cuál es el mensaje del texto para mi vida o nuestra vida hoy? o o o o ORACIÓN.- ¿Qué le respondo al Señor? Con un corazón agradecido luego de haber leído y meditado la Palabra, vamos al encuentro del Señor orando lo que hemos vivido hasta hoy. Háblale con confianza y sin temor, agradece su presencia y cercanía. CONTEMPLACIÓN.- Dejo que el Señor me hable.Contempla el rostro de Dios encontrado en este Evangelio y quédate unos instantes en silencio, saboreando y gustando ese amor que viene hacia cada uno de sus hijos e hijas. Y procura también traer a tu mente y corazón las veces que tú has sido constructor (a) del Reino de Dios. ACCIÓN.- ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿A qué me invita el Señor con esta Palabra? ¿Qué compromiso surge en mí para ser un colaborador (a) del Reino de Dios? ¿Cómo haré vida esta Palabra? ORACIÓN. Concluimos esta Lectura Orante, con el Salmo 34 (33)