VIGENCIA TOTAL DE LOS POSTULADOS REFORMISTAS Han transcurrido de cerca de cien años desde aquellas memorables jornadas de la Reforma Universitaria del 18 y pese a críticas, negaciones, abandonos, rechazos y demás, los postulados claros y concisos de la reforma siguen teniendo hoy, ya entrado el siglo XXI, plena y absoluta vigencia. Aquel sueño de los jóvenes universitarios cordobeses aglutinados tras la palabra rectora de Deodoro Roca, con mil vuelta y avatares, con negaciones de todo tipo, con tiempos de aparente desaparición (recordemos los años del conservadorismo o del peronismo inicial) sigue hoy, con distintos grados de aplicación de acuerdo a las distintas universidades nacionales, siendo práctica cotidiana y/o materias a resolver. La Extensión Universitaria, que es unos de los más claros postulados referidos a la inserción de la universidad en la sociedad y de los universitarios en ella, es, sin duda, algo cotidiano y vigente. Para los que estudiamos y vivimos en Córdoba la universidad reformista del 58 a 1966, Con los brillantes rectorados de los doctores Jorge Orgaz y de Villafañe Lastra pensamos que esa presencia universitaria nunca antes había alcanzado tanto lustre y sentido como cuando organizados por la Radio Universidad de aquel entonces vivimos las jornadas culturales, musicales y artísticas de Atenas. Artistas de renombre internacional vivieron junto a los universitarios (en esa expresión de Extensión Universitaria de aquellos años) momentos que quizás nunca más se repitieron. O el teatro Universitario que era la salida de los ámbitos de la Escuela de Bellas Artes dirigida por aquel entonces por el arquitecto Raúl Bulgheroni y que puso a Córdoba en contacto con las mejores expresiones del teatro universal y argentino y que generaría encuentros y eventos posteriores que llegan a nuestros días. O esa imaginación nunca igualada que vio la luz en los años iniciales de la década de 60, punto de obligada referencia como los que fue la revista “Pasado y Presente”, aún hoy con plena vigencia. Y es que esos dos rectorados, truncados por la reacción militarista, mostraron a propios y extraños por primera vez en la historia argentina que los postulados reformistas, aplicados en todos sus aspectos, con serenidad y sabiduría, podrían impulsar a la universidad a logros en todos los aspectos (académicos, culturales, sociales, etc.) antes nunca alcanzados. Recordemos los años del rectorado en la UBA del doctor Risieri, Frondizi, la creación de la Editorial Universitaria y tanto logros similares. Lo interesante es que recién muchos años después y ya reencontrada la vía democrática (1983-2005) y retomados los lineamientos que muchos de los que ejercieron responsabilidades dirigenciales y que habían vivido aquella época luminosa de la reforma, se volvería a reencauzar los añosos postulados reformistas con similar vigor o, más bien, similkares intenciones, aunque los límites más altos no llegaran a darse, teniendo en cuenta los referentes tiempos apuntados, que para nosotros marcara los más altos logros obtenidos. La gratitud de la enseñanza universitaria, es un punto en el que solamente algunas universidades argentinas, quizás no con ánimo antirreformista y sí por necesidades presupuestarias nunca satisfechas aplican a rajatabla. Las más de ellas, con distintas denominaciones y diferentes items, desconocen éste postulado tildado de demagógico por muchos, pero de indudable carácter democrático y solidario, lo que constituye un punto que si bien tiene vigencia en algunas universidades es todavía algo que sigue provocando rispideces y desencuentros. Pero en este punto es, sin duda, n el que se distinguen aquellos auténticos reformistas y aquellos otros que no quieren ver en la universidad estatal, sin acceso irrestricto y gratuita, la soñada universidad de Roca y demás iniciadores de este movimiento original y auténticamente nuestro. En la Universidad de La Rioja, la universidad estatal quizás más alejada del sentido y espíritu reformista se aplican fuertes aranceles que limitan, sin duda, las posibilidades de los estudiantes. Pero es en el cogobierno, donde más se nota este intento de olvido o de volver a aquella vieja y detestada universidad en la que los universitarios, no eran sino invitados y pacientes convidados de piedra. Esa representación que desde los comienzos se pensó equitativa, equilibrada y muy participativa en muy pocas oportunidades y siempre retaceando su equitativa participación, se ha implementado. Más democracia en la universidad. Mucha más democracia es lo que se debe a toda costa implementar ya sea con la ley nacional pertinente, evitando por sobre todo que tras la necesaria y buscada autonomía universitaria puedan seguir escudándose y medrando grupúsculos o corporaciones que pretenden enquistarse en las universidades. Y este mayor democracia se impone en varios aspectos. Los universitarios, los estudiantes universitarios, tienen que tener sí o sí su equilibrada participación en el gobierno de la universidad, tanto a nivel facultades o escuelas corno en las máximas responsabilidades. Pues hasta el presente siempre se ha burlado sistemáticamente esto, en términos generales, por supuesto. Ya lo dijo Deodoro Roca que el estudiante universitario era todo, pero eso se fue dejando de lado cuantas veces fue necesario. Pero además los no docentes deben estar también en un pie de igualdad y representación. Así el gobierno tripartito debe dar paso definitivo al cuatripartito, para que la plena democracia se instaure definitivamente en el ámbito de la universidad nacional. Más democracia, mucha más democracia. Y este retintín debe quedar pegado en el cerebro de muchos, aún de aquellos que dicen ser reformistas de ley. Así uno de los aspectos más enojosos y que en pleno proceso verificado desde 1983 hasta la actualidad sigue mostrando las lacras del continuismo y de las luchas corporativas por seguir medrando en el ámbito universitario, es la carencia notoria en muchas universidades, por no decir en todas, de la necesaria periodización de los mandatos. Así la Universidad de Buenos Aires tuvo casi 20 años a un solo rector que se canso de serlo y que salió, más que nada, por denuncias de enriquecimiento y otros delitos conexos y anexos, pero esa misma insana y antirreformista costumbre y hábito se sigue dando en la mayoría de nuestras universidades nacionales. Y eso, justamente eso, contradice rotundamente el espíritu de la Reforma Universitaria. Que no fue nunca un simple cambio de figuritas sino que impuso por primera vez la necesidad de las prácticas democráticas, del respeto a las minorías, del diálogo, de la necesaria periodización de los mandatos, del rechazo a los lobbys, clanes y toda clase de representaciones espurias y oligárquicas. No es posible que durante décadas rectores, decanos y demás cargos electivos sean cambiados y sigan en definitiva los mismos. Pues eso atenta olímpicamente a la pureza y a la práctica de la democracia. E incluso llega, como ha ocurrido en varias universidades nacionales a la compra de los dirigentes estudiantiles mediante el otorgamiento de dinero so capa de becas, subsidios o cargos menores rentados, con objetivos claros y concisos como lo son que estos dirigentes sigan la política y los deseos personales de rectores, decanos ,etc. Un rector, un decano, no puede nunca tener más de dos mandatos y en lo posible, sería óptimo que tuviera uno solo. ¿Por qué ese quedarse durante décadas en la conducción universitaria? Lo que hemos visto y comprobado que ningún beneficio el demos universitario ha obtenido de estas prácticas. Los concursos periódicos, la exigencia académica, la investigación cotidiana y constante son requisitos necesarios para optimizar la calidad y nivel de los profesores. No creo que estén los mejores ni los más capaces cumpliendo esas tareas. Quizás la falta adecuada de presupuesto universitario haya llevado a aceptar que muchos accedan a los cargos de profesores sin tener la adecuada capacitación. Descreo bastante que en nuestras universidades nacionales a cargo de esta responsabilidad de enseñar estén los mejores. Por eso, aquello de las cátedras paralelas que hablaban los reformistas del 18 no es una utopía irrealizable. Es cierto que han pasado muchas décadas de aquel 1918, es cierto que pocas veces se logró mantener la universidad reformista en actividad, que los tiempos de la Reforma en nuestra universidad fueron a lo largo de estos casi cien años, pocos, aislados y muy discutidos y enfrentados. Pero las muestras, los botones que tuvimos de esos brillantes periodos nos señalan que las banderas reformistas para nada están caducas, ni muertas, ni pasadas de moda. Porque, justamente, no responden a una moda sino que surgen de una concepción humanista e integral del ser humano, una herramienta necesaria y meditada para formar universitarios conscientes, solidarios, libres y democráticos. No hay que dudar un instante en seguir remachando los postulados reformistas del 18, pues todos, absolutamente todos tienen hoy plena y absoluta vigencia. De eso, debemos estar plenamente conscientes. Miguel Bravo Tedin Académico Correspondiente Academia Nacional de Historia