1-Constitución de 1812 Art. 1. La Nación Española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Art. 2. La Nación Española es libre e independiente, y no es, ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona. Art. 3. La Soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales. Art. 4. La Nación está obligada a conservar y proteger por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad, y los demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen. Art. 8. También está obligado todo Español, sin distinción alguna, a contribuir en proporción de sus haberes para los gastos del Estado. Art. 15. La potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey. Art. 16. La potestad de hacer ejecutar las leyes reside en el Rey. Art. 17. La potestad de aplicar las leyes en las causas civiles y criminales reside en los tribunales establecidos por la ley. Art. 92. Se requiere además, para ser elegido diputado de Cortes, tener una renta anual proporcionada, procedente de bienes propios. Art. 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar, y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles. 1- CLASIFICACIÓN: Nos encontramos ante un texto histórico de naturaleza jurídica, dado que se trata de un fragmento de una constitución que es la ley máxima de un estado. Más concretamente es un extracto de la Constitución de 1812 cuyo autor es colectivo, fueron las Cortes de Cádiz como representantes de la nación española quienes redactaron y aprobaron dicho documento. Su destinatario es también colectivo pues va dirigido al conjunto de los ciudadanos de la nación. La finalidad que se pretendía con este texto era iniciar un proceso legal de reformas que pusiera fin en España al Antiguo Régimen y sentar las bases de una nueva organización política, social y económica en el país. El contexto histórico en el que hay que situar este documento es el la España de la Guerra de la Independencia (1808-1814), momento clave en la historia de este país pues la situación de vacío de poder que se generó como consecuencia de las abdicaciones de Bayona en 1808, y la no aceptación por parte de la mayoría de los españoles de la monarquía impuesta por Napoleón en la persona de su hermano José, va a provocar la formación de un poder popular que desembocará en la creación de las Juntas de defensa por todo el país. De éstas saldrá una Junta Suprema Central cuya finalidad era organizar el país y dirigir la guerra contra los franceses. Sin embargo dado el fracaso de su política, esta Junta después de trasladarse de Madrid a Sevilla y de allí a Cádiz, ante el avance francés, se disolverá para dejar paso a un Consejo de Regencia, si bien antes de hacerlo dejará organizada la convocatoria de unas cortes tradicionales que se reunirían en Cádiz (única ciudad no ocupada por las tropas francesas, aunque asediada). Esta ciudad tenía en esta época un carácter más abierto y liberal que otras ciudades españolas por ser principal puerto comercial con las colonias y contar con una burguesía dinámica y dispuesta a las reformas. Las Cortes se reunieron en esta ciudad en 1810 y algunos diputados que viajaron hacia Cádiz tardaron meses en llegar a la ciudad o no podrán hacerlo. Serán sustituidos provisionalmente por gaditanos cuando en septiembre de 1810 tenga lugar la sesión inaugural de las Cortes. Por primera vez fueron convocados representantes de las colonias y se reunieron no como era tradicional, por estamentos, sino en cámara única. Desde el punto de vista de su extracción social, los representantes convocados a Cortes pertenecían mayoritariamente a las clases medias ilustradas del país (abogados, militares, comerciantes). El prestigio que tenía la iglesia entre la sociedad se refleja en el gran número de diputados eclesiásticos (90 representantes), superior al de abogados, militares o funcionarios. Desde un punto de vista político-ideológico, las posturas de los diputados abarcaban desde los partidarios del absolutismo tradicional, enemigos de toda reforma y que serán denominados en las sesiones parlamentarias serviles, a una amplia mayoría que, partidarios de aprovechar la coyuntura para liquidar el Antiguo Régimen, empezarán a ser conocidos con el nombre de liberales. Una postura intermedia, que se pudo percibir en algunos debates, anunciaba ya la división de los liberales en las próximas décadas, entre moderados y progresistas. 2- ANÁLISIS Y COMENTARIO: El presente documento recoge un extracto de 10 de los 384 artículos de los que consta esta Constitución. Haciendo un análisis de ellos podemos exponer lo siguiente: Los dos primeros artículos definen a la nación española y quienes la integran (incluyendo por primera vez a los ciudadanos de las colonias) al mismo tiempo que introduce el concepto liberal de nación, como una entidad libre de individuos o ciudadanos, no súbditos, que no son patrimonio de ninguna familia, en clara referencia al sentido patrimonial de las monarquías absolutas que consideraban sus reinos como patrimonio personal. En el artículo 3 se habla de quien es el sujeto de la soberanía, concepto muy importante y que supuso un largo debate en las Cortes pues las opiniones estaban enfrentadas entre quienes defendían la soberanía de la nación (diputados que terminarán siendo denominados liberales) y quienes pensaban que la soberanía debía residir en el rey (serviles o absolutistas); si bien también los había que opinaban que ésta debía ser compartida entre las Cortes (la nación) y el rey. Finalmente se impondrá la postura de los liberales estableciéndose la soberanía nacional. En los artículos 15, 16 y 17 se establece el principio liberal de la división de poderes que recaen de la siguiente manera: el legislativo en unas Cortes unicamerales, el ejecutivo en el monarca y el judicial en los tribunales de justicia. En el artículo 92 se establecen las condiciones para ser elegido diputado y aunque aquí no aparezca esta constitución implanta un sistema de sufragio universal masculino indirecto para mayores de 25 años. Finalmente este documento recoge algunos artículos relativos a los derechos y libertades individuales que tendrán los ciudadanos, como el de libertad, propiedad, igualdad fiscal, instrucción pública,… (artículos 4, 8 y 366) La Constitución de Cádiz, que fue aprobada el 19 de marzo de 1812, de ahí el popular nombre de “la Pepa”, es un documento trascendental en la historia de España porque supuso el fin del Antiguo Régimen y los inicios del nuevo régimen liberal, aunque fuera solo hasta el regreso de Fernando VII (1814). Sus principales aportaciones fueron la aprobación de la soberanía nacional y el establecimiento de la división de poderes, así como la aceptación de los principios de libertad, igualdad y propiedad, que acabaron con la sociedad estamental. Pero la labor de las Cortes de Cádiz no se limitó a la redacción de este documento, sino que redactaron y aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a liquidar las estructuras del Antiguo Régimen. Entre las medidas de orden económico, se decretó la supresión de los señoríos jurisdiccionales, la libertad de trabajo, la limitación del poder de los gremios y la desamortización de las tierras comunales. Entre las de orden social, se votó la abolición de la Inquisición y la libertad de imprenta excepto para los temas religiosos. Sin embargo, pese al supuesto carácter revolucionario que algunos han querido ver en algunos de sus artículos, la primera Constitución española fue el resultado del compromiso y el pacto entre los diputados liberales y los absolutistas. Presentará pues algunas concesiones a estos últimos como el establecimiento de la confesionalidad del estado y el reconocimiento del catolicismo como única opción religiosa. Además hay que señalar que aunque el texto constitucional fue recibido con júbilo y felicitaciones por aquellos que veían como este documento suponía el inicio de tiempos nuevos, no hay que pensar que Cádiz representara a toda España y lo que aquí se legisló no pudo llevarse a la práctica de momento. Acabada la Guerra de la Independencia, se esperaba la llegada de Fernando VII. La normalización del país tras la guerra permitiría poner en práctica la Constitución y toda la gran obra legislativa realizada. Fernando VII, sin embargo, confirmó la desconfianza de algunos liberales cuando, haciéndose eco del denominado Manifiesto de los Persas, firmó un decreto en mayo de 1814 donde anulaba la Constitución y las leyes de Cádiz y restauraba el absolutismo. 3- VALORACIÓN: Las Constituciones precedentes a la española de 1812 y con las que se ha comparado con frecuencia son la norteamericana de 1787 y la francesa de 1791. Las tres, pioneras por otra parte en sus respectivos países, coinciden en algunos de sus artículos en el mismo carácter ético cuando establecen, por ejemplo, que el fin de toda constitución es la felicidad de los ciudadanos o que éstos deben ser “justos y benéficos” (Art. 6 Constitución 1812). Este carácter moral desaparecerá en el constitucionalismo posterior, cuando el siglo XIX se adentre en principios positivistas. La Constitución de 1812, ha servido de referencia para todas las realizadas en España durante el siglo XIX y para algunas de las constituciones americanas e italianas. Para las nacidas bajo gobierno de los moderados (1845) representaba un marco demasiado liberal, para las publicadas por los progresistas (1837) un modelo a seguir y para las democráticas (1869), un punto de partida. La Constitución de Cádiz es el comienzo del constitucionalismo español. Significa el ariete que abrió la muralla del absolutismo y significa también el nacimiento de una ideología que defendía que no cabía otro poder para el rey que no fuera el compartido con las Cortes y limitado por una constitución, nacida de la voluntad general.