La adulación y el halago como norma En la última sesión plenaria del Ayuntamiento de Valencia del pasado año, la alcaldesa Rita Barberá dio una muestra más de cómo entiende ella los mecanismos democráticos, cuando un tema no le interesa. En dicha sesión la alcaldesa propuso, para su aprobación por el pleno municipal, una moción que tenía como objetivo formal el apoyo al Plan Hidrológico Nacional (PHN). Pero en realidad lo que se manifestaba en el fondo no era más que una moción de halago al gobierno de Aznar y al ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas. Ante este hecho los socialistas presentamos una moción alternativa, que era exactamente igual a la resolución recientemente aprobada por unanimidad –por tanto, con el voto favorable de la diputada Barberá-- en las Cortes Valencianas, referida también al PHN. Y aquí es donde nuestra alcaldesa sacó a relucir su talante autoritario. De acuerdo con el Reglamento Municipal del Ayuntamiento de Valencia, cuando un grupo presenta una moción alternativa, se vota en primer lugar dicha alternativa, y si ésta se aprueba, decae la moción propuesta inicialmente. Este es el mecanismo de la Corporación Municipal y que Rita Barberá violentó al no permitir, en su calidad de presidenta de la sesión plenaria, que se votase la propuesta socialista. Jamás hasta ahora había ocurrido una cosa así. Con actitud autoritaria y antidemocrática, decidió que la propuesta socialista se incorporaba como adición a la propuesta del PP, cosa que, desde los bancos socialistas, se le dijo muy claro que no era posible, puesto que nuestra moción fue presentada como alternativa y no como adición o enmienda a la del PP, y que, por tanto, exigíamos su votación. Cuando se solicitó al secretario general de la Corporación que informase acerca del procedimiento de votación, nuestra alcaldesa, ni corta ni perezosa, le arrebató el micrófono y le prohibió cumplir con su obligación de informar. Ella entiende así las formas democráticas cuando algo no sale según su capricho: aplica en primer lugar “el rodillo” de la mayoría absoluta, y si no funciona, vulnera a continuación el reglamento. El incidente que comentamos no es pues nada baladí. Una de las reglas fundamentales en democracia es el respeto tanto a las formas y procedimientos como a los contenidos, ya que sólo así se garantizan los derechos de participación que en este caso concreto tenemos los concejales. Si la primera autoridad municipal incumple las normas, se quiebra la democracia y las consecuencias pueden ser muy graves. Y toda esta situación la promovió Rita Barberá sencillamente para no tener que votar a favor una propuesta presentada por los socialistas, a pesar de que ya había sido aprobada por las Cortes Valencianas. Una propuestas que a nosotros nos pareció mucho mejor que la presentada por el PP municipal, y que todos los grupos parlamentarios en las Cortes Valencianas habían votado a favor. Pero ella no podía tolerar que su moción no fuese aprobada, porque en el fondo lo que quería demostrar es lo de siempre: ella es más aznarista que nadie y, en este caso concreto, más “matista” que el ministro de Medio Ambiente. La adulación y el halago son la norma de conducta política de Rita Barberá; los procedimientos democráticos, medios prescindibles. Rafael Rubio Martínez, Secretario General PSPV-PSOE de Valencia. Ref.: RR/gr 48-01