“LA RECUPERACIÓN DE DERECHOS, UNA EXPERIENCIA SUBJETIVANTE”Mariana BARESI, Carmen CACERES, Virginia GRENZ En el camino que emprende cada persona incluida en el Programa de Rehabilitación y Externación Asistida (P.R.E.A.) 1 se van abriendo distintos espacios de recuperación de derechos, no solo en relación a lo perdido a causa del padecimiento propio de la enfermedad y los efectos de la internación prolongada, sino también a aquellos que por diversas circunstancias personales, nunca fueron gozados. Desarrollar estos espacios es un desafío para el equipo del Programa, ya que existen múltiples dificultades, trabas y mitos instalados tanto en el sistema jurídico como en el de salud que complican seriamente la efectivización de los derechos. Es a lo largo de este proceso que se abre con la inclusión al Programa que nos proponemos que las usuarias logren recuperar y defender sus posibilidades en distintos terrenos: familiares, económicas, legales, laborales, del uso del tiempo libre, en la intención de que incrementen sus niveles de autonomía y goce integral de derechos. El trabajo de la recuperación de derechos cuenta con la tarea conjunta del equipo del Programa y la usuaria implicada. En esta participación plena del sujeto cuyos derechos están en proceso de recuperación, en cada instancia del mismo, se pone en juego una voluntad y una decisión. SE REQUIERE LA CONCIENCIA DE QUE EL GOCE DE LOS DERECHOS EXIGE UN COMPROMISO EN SU PROSECUCIÓN, UN TRABAJO SU LOGRO, puede tratarse de una exigencia afectiva (enfrentar a un hermano/una hermana, a la concubina de un padre fallecido), puede tratarse de la realización de trámites que, con nuestra orientación y sostén, y en la medida de lo posible, tendrá que realizar la usuaria por sí. Hay dos movimientos implicados en esta tarea: que la usuaria se descubra como titular de derechos (después de años de opresión manicomial), que el gozarlos implica un compromiso y un esfuerzo que será decidido y realizado conjuntamente (usuaria y equipo). Partimos de un concepto de salud que implique el pleno desarrollo de la persona, que le permita disfrutar sus posibilidades, respetando la singularidad que esto tiene en cada caso. VER ADMN: SOSTEN LUCA En nuestro trabajo utilizamos estrategias que responden a la organización institucional formal, tanto del Poder Judicial como del sistema de Salud e impulsados por las necesidades de cada caso concreto, creamos recursos informales que nos permiten viabilizar lo que aparece impedido en el terreno formal. Se trata de acordar con cada usuaria del programa en forma conjunta, estrategias que son combinación de recursos formales e informales. Así buscamos intervenir, tanto en lo que respecta al objetivo concreto que puede ser el de recuperar una casa usurpada, establecer un vínculo con un hijo apropiado, acceder al matrimonio, cobrar una locación, así como la producción de la experiencia subjetivante que nace de trabajar por los propios derechos. Realizamos entrevistas personales con las usuarias del programa, acordamos intervenciones según lo requiera el caso; elaboramos informes interdisciplinarios que movilicen al Poder Judicial (más allá de las previsiones de la ley procesal), establecemos contacto con las personas implicadas en el problema; en el marco de estrategias elaboradas entrelazando los saberes específicos con que cuenta el equipo del programa con la activa participación de cada usuaria. Estos distintos saberes 1 El PREA es el Programa de Rehabilitación y Externación Asistida que funciona en el Hospital Esteves desde el año 1999. Está destinado a promover y sostener la externación de pacientes internados en hospitales psiquiátricos de la Provincia de Buenos Aires. En muchos casos, pese a que no existen razones clínicas que justifiquen la continuidad de su internación, ésta se prolonga porque los pacientes carecen de condiciones económicas o familiares que permitan su regreso a la comunidad. El programa les brinda a las usuarias la posibilidad de vivir en comunidad -en casas que el Ministerio de Salud alquila a través del hospital- ejerciendo sus derechos y obligaciones y contando con la asistencia del equipo del programa. Las pacientes ingresan a la etapa de admisión por derivación de la sala donde se encuentran internadas o por propia solicitud, atraviesan una etapa de rehabilitación, denominada escuela y luego de este proceso se externan. Durante la externación las usuarias sostienen su tratamiento psiquiátrico y psicológico en el Centro de Día “Libremente” y son visitadas periódicamente por el equipo de acompañantes comunitarias y enfermeras en sus domicilios. provienen del trabajo social, la psicología, psiquiatría, abogacía, enfermería, terapia ocupacional, acompañamiento comunitario. Y en el área comunitaria tantos más… En todo el curso de esa recuperación u obtención, según cada caso, ocurre un trabajo de efectos subjetivantes. En el cual tenemos en cuenta el posible impacto que simbólica y prácticamente, tendrá en la vida de la persona la recuperación de un derecho concreto. Para ello es fundamental el trabajo en equipo, el trabajo interdisciplinario es uno de los factores que concurren a la realización de un programa que se constituye como alternativa al manicomio. No es objeto de este trabajo ahondar en el criterio de interdicción basado en la falta de aptitud para dirigir la propia persona y administrar bienes, pero es este el telón de fondo que justifica el sistemático freno al ejercicio de los derechos que no deberían perderse a causa de la internación ni del padecimiento mental. Nosotros trabajamos con personas que han sido internadas en un hospital psiquiátrico, muchas veces por largos períodos, lo que convierte a una internación, que pudo ser legítima en su momento, en una situación de privación ilegítima de la libertad. Aunque no podemos dejar de cuestionar seriamente cuanto hay de legítimo en una internación forzada, absolutamente en contra de la voluntad de la persona. Quiero decir, la internación en contra de la voluntad de una persona es legítima en tanto la ley vigente la admite, pero es igualmente innecesaria en tanto existen otras posibilidades – probadas- donde la internación se puede realizar en forma acordada con la persona y por un brevísimo período, respetando la dignidad de ser humano que sigue detentando quien sufre un padecimiento mental. El mismo acto de privación de la libertad de una persona, al momento de su internación, compromete y obliga al sistema judicial a la protección de los derechos que esa persona deja de poder ejercer por si misma. En lugar de ello la ley y la misma circunstancia de la internación le impiden a la persona internada ejercer por sí sus derechos. El sistema legal que idealmente es protector en la realidad es obstáculo, aplasta por acción incorrecta u omisión. En general, quién representa, asiste o sustituye a la persona internada, legalmente, lo hace en pos de sus propios intereses –cuando no directamente en contradicción con los de la usuaria- o simplemente no sabe ni quién es ni que necesita. Se supone que el sistema judicial apunta a la protección de la persona que fue internada, pero en muchos casos la inhabilitación legal –y más aún la declaración de insania- es más bien perjudicial que protectoria; porque puede impedirle a la persona crecer, desarrollar su autonomía, ejercer derechos y contraer obligaciones. En excepcionalísimas situaciones podría justificarse la necesidad de incapacitar a una persona. El Estado debe ser responsable por los derechos que limita o controla, aunque lo haga con el argumento de proteger a la persona. Ese cuidado es incompleto o directamente negativo si le impide su desarrollo o implica la pérdida de bienes. La idea debería ser la de ayudar con ligereza, sin asfixiar, relanzar a la persona al uso por si de sus derechos. Nuestro trabajo es acompañar a que pueda ocuparse de sus propias cosas como parte de un proceso rehabilitante. Considerando rehabilitativo el sentirse parte de algo, si tenemos la capacidad de ejercer derechos y contraer obligaciones, como tantos otros, ese algo al que pertenecemos es la sociedad misma. En diversas fases del trabajo de la externación aparecen necesidades concretas: recuperar hijos, casas, títulos, documentación. ¿Quién debe procurar esa recuperación de derechos? La determinación de la extensión y los límites de los poderes y facultades del juez y de las partes respecto del objeto litigioso y la aportación de material de conocimiento para el juicio, según se otorguen exclusiva o concurrentemente a unos u otros, define que un proceso sea dispositivo o inquisitivo. Por ejemplo, en un sistema legal inquisitivo, como el penal, hay un interés del Estado en reprimir ciertas conductas consideradas perjudiciales para la sociedad. Por eso el mismo Estado impulsa el movimiento de la Justicia. En un sistema legal dispositivo los que instan a la Justicia son los particulares, únicos interesados en remediar una situación injusta (vgr. el cobro de un deuda, la reparación de un daño). Está discutido doctrinariamente cuales son las características de los procesos de incapacidad. Algunos autores estiman que en estos juicios el principio dispositivo está derogado o por lo menos seriamente restringido. Considerando que al estar en juego la libertad o la capacidad de una persona amerita que el juez tenga facultades inquisitivas para investigar la verdad y esclarecer los hechos. El Estado, a través de la justicia, debe tener el interés directo de tutelar en tanto se encuentran comprometidos bienes que por regla definen a la persona; como la libertad y la capacidad. En lo que se refiere a personas con padecimiento mental, adictos, alcohólicos, disminuidos en sus facultades mentales, la ley establece un sistema de asistencia y representación, por el ministerio público, asesorías, defensorías y curadurías; y de control, función que cumple el Juzgado. Con tantos personajes involucrados, ¿quién debe impulsar el cuidado legal de la persona y sus bienes? La ley dice que debe hacerlo quien ejerce la representación del “presunto insano” y siempre, concurrentemente, la asesoría de menores en incapaces. Pero tanto la curaduría como la asesoría de menores e incapaces suelen ver el expediente cuando se lo remite el juzgado y el juzgado les remite el expediente cuando alguno de ellos ha formulado algún planteo en el mismo. Por eso si, como nos sucede en el P.R.E.A. no hay familia que haya actuado o bien ha actuado complicando la situación legal de la usuaria o sus bienes, el expediente y junto con él la capacidad de la persona, quedan apilados en un rincón. Creando una especie de limbo jurídico que obstaculiza el desarrollo de la autonomía de la persona. En el trabajo de la rehabilitación implicamos al sujeto en la tarea de recuperar las capacidades que fueron apagadas por la internación, recobrar los bienes que perdió y representarse a si mismo; con nuestra ayuda y con las posibilidades propias que tenga. Ante una necesidad de una usuaria se intenta hacer de la búsqueda de una solución, una situación de aprendizaje en la que la persona esté implicada en el mayor nivel posible en cada caso. Claro que a veces resultan necesarias intervenciones directas de los trabajadores, pero cuidando que sean eso, solo las necesarias. A veces esa intervención necesaria del equipo es justamente impulsar a la persona a hacer por sí misma. Tratando de recuperar también la posibilidad de que sean escuchadas en otros ámbitos y estar allí para avalar su palabra, que desgraciadamente muchas veces no se considera valiosa. Las usuarias del programa, a la par de nuestro trabajo, desarrollan un rol activo, no como simples espectadoras, sino como sujetos de derechos y obligaciones, poniéndolos ya en práctica desde el momento mismo del abordaje del problema. Programa de Rehabilitación y Externación Asistida, Hospital Estéves.