Antiguo Régimen y el liberalismo: dos sistemas enfrentados

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3.1. El Antiguo Régimen y el liberalismo: dos sistemas enfrentados
3.1.1. EL ANTIGUO REGIMEN
Denominamos Antiguo Régimen a la manera tradicional de gobierno en los Estados europeos que imperaba
en el siglo XVIII, excepto en Holanda y el Reino Unido, en el siglo XVIII había llegado a dar lo que se
conoce como monarquía absoluta. El gobierno absoluto de los reyes se basaba en el mantenimiento de una
injusta organización social, resultado de la división en estamentos y basado en la perpetuación de situaciones
de privilegio que favorecían a una minoría. el Antiguo Régimen se identifica por tres elementos:
Una organización política basada en el poder absoluto de la Corona, sustentada por los siguientes
principios:
• La soberanía, la capacidad de tomar decisiones en los asuntos públicos, corresponde exclusivamente
al rey, y los consejeros son un medio de consulta.
• El Estado es propiedad de la Corona. Se considera obtenido legítimamente por derechos de conquista
y transmitido por herencia.
• El poder del rey es absoluto, se encuentra por encima de la ley, así que no tiene que cumplirla.
Concentra en su persona los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
• La administración territorial depende del régimen señorial. De esta forma, algunas asuntos
públicos, como el cobro de impuestos, la aplicación de la Justicia local, etc., quedan en manos de
grupos particulares (clero, nobleza).
Una organización social estamental, que perpetúa la situación. La sociedad se divide en tres estamentos,
nobleza, clero y tercer estado, grupos a los que se accede por el nacimiento:
• La nobleza y el clero tienen leyes particulares (privilegios), como no pagar impuestos, el cobro de
tributos en beneficio propio y una serie de ventajas: no se les puede torturar para obtener confesiones;
su testimonio en los Juicios prevalece sobre el de individuos de menor rango social.
• El tercer estado agrupa a las personas que sostienen económicamente al reino con su trabajo y sus
impuestos. Entre ellos, los que habitan en las ciudades y se dedican a los negocios (burgueses) son los
más interesados en un cambio de sistema.
La representación del país en las Cortes se hace en función de estos tres estamentos. A cada uno de ellos les
corresponde un voto, así que los privilegiados siempre imponen sus intereses.
Un sistema económico adaptado a la economía agraria, que resulta inadecuado para el desarrollo industrial,
comercial y financiero propios de una economía moderna. Este sistema económico se caracteriza por:
• Existencia de trabas a la circulación de bienes inmuebles: la propiedad vinculada o amortizada no
puede cambiar de manos.
• − Pervivencia de monopolios derivados del régimen señorial sobre el uso de molinos, hornos,
lagares, ríos. montes, etc., así como de aduanas señoriales, peajes etc.
• Los artesanos están obligados a inscribirse en el gremio, asociación de los productores de un mismo
oficio residentes en una misma ciudad, que es quien controla los precios, horarios, etc.
3.1.2. El LIBERALISMO
1 Frente al antiguo régimen, en los siglos XVII y XVIII surge una corriente de pensamiento que elaboró un
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sistema político, social y económico alternativo, el liberalismo, podemos definir su programa de reformas
como:
Un nuevo régimen político basado en los principios liberales:
− La soberanía no corresponde al rey, sino a la nación, entendida como una comunidad con una trayectoria
histórica común, que habla una lengua determinada y habita un territorio concreto. Se concede mediante el
voto.
− El Estado no es un patrimonio de la Corona, sino un conjunto de instituciones, creado para garantizar los
derechos de los ciudadanos.
− El rey no está por encima de la ley. Debe haber una separación de poderes que han de recaer en
instituciones diferentes e independientes, de manera que se garantice el control mutuo y el equilibrio entre
poderes: el ejecutivo, asignado al rey, que lo ejerce a través del gobierno y sus ministros; el legislativo,
ejercido por las Cortes en representación de la nación, que votan individualmente las propuestas de ley. y el
judicial, desempeñado por los jueces, que actúan en los diferentes tribunales de justicia.
− Se suprime el régimen señorial. Se nombran instituciones públicas (diputaciones provinciales y
ayuntamientos) que se encargan de la administración.
Supresión de los estamentos. Se establece la igualdad de los individuos ante la ley y el fisco.
La actividad económica debe ser libre, regulada por el libre juego de la oferta y la demanda.
Los principios fundamentales de esta actividad son:
• La propiedad vinculada debe ser desamortizada, toda propiedad debe ser privada y por tanto se
permite su venta, donación, etc.
• Deben ser abolidos los monopolios, de manera que las condiciones de producción y circulación de
bienes deben ser libres, garantizando la competencia.
• La supresión de los gremios da paso a la libre creación de empresas. Desaparecen los limites
legales que impiden el alargamiento de las jornadas, la reducción de los salarios. Se prohiben las
asociaciones.
• Los esfuerzas de modernización en el ámbito político, económico y social se veían frenados por la
insistencia de los grupos dominantes favorecidos por el Antiguo Régimen (monarquía nobleza clero),
por lo que las reformas propuestas por los consejeros ilustrados acabaron fracasando.
3.2. El impacto de la Revolución francesa en España: abandono de la política reformista y agudización
de la crisis
3.2.1. EL REINADO DE CARLOS IV (1788−1808)
La primera revolución de tipo liberal que intento poner en practica el nuevo modelo de organización
socioeconómico y político para suplantar al Antiguo Régimen fue la Revolución francesa de 1789. La
invasión por las tropas napoleónicas de amplios territorios en Europa estimulo el sentimiento nacionalista de
las poblaciones ocupadas. A pesar de que Napoleón fue finalmente vencido y su obra destruida, y aunque las
potencias vencedoras intentaron restaurar la situación anterior, en los años siguientes se desencadenó una
cadena de oleadas revolucionarias. De esta manera hacia 1870 existían en casi toda Europa regímenes
liberales (con la excepción de Austria Rusia y Prusia).
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Carlos IV subió al trono en 1788, se dispuso a continuar con la política reformista impulsada por su padre,
Carlos III, principal valedor del despotismo ilustrado. En España Carlos III se hábil rodeado de ministros de
ideas reformistas que deseaban modernizar el país y fortalecer la monarquía mediante una serie de ambiciosos
proyectos para desarrollar la agricultura el comercio y las comunicaciones.
Los elevados costes del ejército y la armada aumentaban unos gastos que se estimaban imprescindibles en los
Estados absolutistas. Sin embargo, todas estas reformas debían hacerse desde arriba, dentro del sistema
político de la monarquía absoluta. La monarquía obtenía sus ingresos de los impuestos, pero los ricos no sólo
no pagaban impuestos, sino que además los cobraban en beneficio propio. El programa de reformas era en
realidad incompatible con el mantenimiento de los privilegios de la nobleza y el clero. Los reyes necesitaban
el dinero para superar la bancarrota de la hacienda real. Los reyes se resistían a suprimir los privilegios de los
grupos dominantes.
Esta situación de crisis financiera y política, con profundas consecuencias sociales. es la que heredaba Carlos
IV en 1788, quien mantuvo en el cargo a algunos de los ministros que habían colaborado con su padre. En su
reinado culmina la crisis del Antiguo Régimen, la quiebra de un orden social, el estamental, y el
estancamiento de un sistema económico, el mercantilista.
En la Francia borbónica la situación era análoga. Parecían haber llegado a un callejón sin salida; la monarquía,
la nobleza y el clero pensaron remediar la bancarrota con la obtención de impuestos extraordinarios que
habrían de conceder los Estados Generales (nombre que recibían las Cortes estamentales en Francia). La
convocatoria de esas Cortes significaba la posibilidad de hacer triunfar las reformas, dar el primer paso para
transformar el sistema político. Las diferentes ideas con que unos y otros acudían a la convocatoria y las
malas cosechas provocaron un estallido revolucionario de consecuencias imprevisibles.
Como consecuencia, España perdió el apoyo sobre el que había gravitado toda su política exterior a lo largo
del siglo. Esto se reflejó en los sucesivos cambios de gobierno.
El conde de Floridablanca, ministro con Carlos III, estableció un férreo control para evitar la entrada de
cualquier tipo de noticia procedente de Francia. Así. intervino la correspondencia, censuró los periódicos,
vigiló mercancías, etc. Sin embargo, nada pudo impedir la llegada de noticias sobre los acontecimientos
franceses.
Le sustituyó el conde de Aranda, que permaneció nueve meses en el cargo, hasta noviembre de 1792. Frente
a los que querían la guerra contra Francia, defendió una postura pacifista.. Esta política pacifista le llevó
finalmente a su destitución.
Manuel Godoy, dio un nuevo giro hacia una política más intervencionista. Se fijó como primer objetivo
salvar la vida a Luis XVI, que había sido acusado del delito de traición por intentar provocar la invasión del
país revolucionario. Sin embargo, fue guillotinado y se proclamó la república en Francia.
Estos acontecimientos desencadenaron una guerra generalizada de las potencias europeas contra Francia. El
temor a la invasión exterior radicalizó la lucha entre las distintas tendencias políticas, que se enfrentaron
duramente entre sí y no dudaron en recurrir al terror para eliminar a sus rivales. Francia no sólo no fue
vencida, sino que pasó de sacudirse la invasión a contraatacar lanzando ofensivas fuera de su territorio.
Las tropas francesas lograron introducirse en la Península por la zona NE (Figueras, en Gerona) y NO (Irún.
San Sebastián). Ante el fracaso militar, tanto Prusia como España decidieron abandonar las hostilidades. Las
negociaciones de paz llevaron a la firma del Tratado de Basilea (22 de Julio de 1795), en la que Francia
devolvía todas sus conquistas en territorio español a la Corona y, en compensación, recibía la parte francesa
de la isla de Santo Domingo.
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Ante el escaso éxito de la intervención militar, Godoy decidió poner en práctica una política pragmática y
realista. La alianza tradicional mantenida a lo largo del siglo XVIII entre los Borbones de Francia y España
(Pactos de Familia) se había visto trastocada por la conmoción revolucionaria. La alianza hispano−francesa,
había quedado rota. Godoy inició conversaciones con las autoridades francesas, que dieron paso a la firma del
primer Tratado de San Ildefonso (18 de agosto de 1796). Dicho tratado inaugura una nueva etapa de amistad
entre ambos Estados. Por este acuerdo, España se comprometía a luchar Junto a Francia contra Inglaterra.
Apenas dos meses más tarde, España movilizaba sus tropas en una guerra que comenzaría con la derrota de la
armada española en el cabo de San Vicente (14 de febrero de 1797) y la pérdida de la isla de Trinidad en el
Caribe.
3.2.2. LA CRISIS DE GOBIERNO DE 1808 Y LA INTERVENCIÓN DE NAPOLEÓN
Comenzó a destacar un joven oficial de artillería: Napoleón Bonaparte. En 1799 se convirtió en cónsul de un
Directorio formado por él y otros dos dirigentes. Pronto se deshizo de sus colaboradores y se convirtió en
cónsul vitalicio, para proclamarse en 1804 emperador. Napoleón personalizó y transformó la Revolución
francesa, concentró personalmente el poder político.
Napoleón revolucionó la estrategia militar y transformó la guerra revolucionaria en una guerra de conquista.
Derrotó a los monarcas absolutos del continente y reorganizó el mapa europeo a su antojo, imponiendo como
soberanos en los territorios vencidos a miembros de su familia o a sus lugartenientes.
Pero si en el continente las tropas napoleónicas eran imparables, en el mar Inglaterra se mostraba invencible.
Las derrotas navales hispano−francesas de Finisterre y Trafalgar en 1805 tuvieron como consecuencia la
destrucción de la mayor parte de la armada española. Con su flota diezmada, España no podía defender sus
posesiones americanas, que se encontraban a merced de los barcos ingleses.
Godoy, que se había titulado príncipe de la Paz era, según los campesinos, el principal responsable de la
continuidad de la guerra. Esta situación, propició una crisis de gobierno que puso fin al reinado de Carlos IV,
marcado por la debilidad y la impotencia. Dentro de la corte se fue gestando una oposición al 'favorito", por la
confianza incondicional que tenía en él el monarca y por sus intenciones reformistas. Esta corriente opositora,
popular y aristocrática, iba a ser aprovechada para sus propósitos por el futuro Fernando VII. El emperador
había decretado el establecimiento de un bloqueo comercial que interrumpiese los intercambios de Gran
Bretaña con el continente para ello era necesario contrarrestar el contrabando y la violación del bloqueo
continental que se hacía desde Portugal. Desde España, las tropas napoleónicas, podrían atacar Portugal por
tierra y ocuparla fácilmente. Así fue cómo España entró en los planes del emperador.
Por el Tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), suscrito entre Godoy y Napoleón, España
consentía el paso de tropas francesas por territorio español para ocupar Portugal, cuyo territorio habría de ser
dividido posteriormente en tres partes independientes, una de las cuales era para Godoy. A finales de ese
mismo año, las primeras tropas francesas atravesaron la frontera con el anunciado pretexto de invadir Portugal
y ocupar Lisboa (noviembre de 1807). A comienzos de 1808 se introdujeron nuevas tropas por Cataluña y
Navarra y ocuparon las primeras fortalezas en territorio español. Cuando Godoy comprendió las verdaderas
intenciones de Napoleón, intentó trasladar la familia real a Sevilla para embarcar hacia América.
El descontento popular por la presencia de tropas extranjeras en territorio español, dio lugar al estallido del
Motín de Aranjuez (17 de marzo de 1808). La residencia de la familia real en esta ciudad fue asaltada por un
tumulto popular, Godoy fue arrestado y Carlos IV se vio obligado a abdicar en favor de su hijo. Una semana
más tarde entraban las tropas francesas en Madrid.
Fernando VII trató de entrevistarse con Napoleón en Burgos. El encuentro en Burgos no se produjo; hubo
después una nueva cita en Vitoria, a la que el emperador tampoco asistió. Finalmente, fue en Bayona donde
Napoleón reunió a toda la familia real española y obligó a Carlos IV a abdicar en favor de Napoleón y a
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Fernando VII a devolver los derechos a la Corona en favor de su padre. Después entregó la Corona a su
hermano José Bonaparte (José I) el 10 de mayo de 1808. A su vez, quiso dar a la monarquía un nuevo
carácter reformista, dotándola de una ley fundamental, la Constitución de Bayona de 1808, que respondía a
las intenciones reformistas moderadas del emperador.. Sin embargo esta Constitución no llego a tener
vigencia porque su aplicación se vio interrumpida por el inicio de la guerra de liberación
Algunos ilustrados se pasaron al bando de los patriotas para intentar frenar el proceso revolucionario, como
es el caso de Jovellanos. Otros, a los que se denominó afrancesados, optaron por unirse a la legalidad
impuesta por Napoleón, que les parecía la única vía para modernizar el país. Este fue el caso de Cabarrus, que
acepto ser ministro de Hacienda de José I.
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La Revolución francesa (1789)
iba a ejercer una influencia decisiva en la política española.Las desavenencias para decidir el sistema de
votación (individual o por estamentos) desencadenaron los acontecimientos. Ante la imposibilidad de llegar a
un acuerdo, los miembros del tercer estado abandonaron el lugar donde se reunían los Estados Generales y se
trasladaron al salón donde se jugaba al Frontón (Jeu de Pomme), que por su amplitud podía acoger a los
diputados congregados. Allí se proclamaron representantes de la nación francesa y determinaron elaborar una
constitución que fijara un nuevo sistema político basado en las ideas ¡lustradas. La reunión de los diputados
del tercer estado en lo que se denominó Asamblea Nacional Constituyente suponía un acto revolucionario, un
desafío a la autoridad del monarca, que intentó reprimir la revuelta. Sin embargo, las tropas del rey se negaron
a detener a los diputados y a disparar sobre la multitud. Luis XVI hubo de claudicar, a la espera de recibir
apoyo exterior. La labor legislativa de la Asamblea Constituyente iba a transformar la estructura social,
económica y política del país, con un serie de decretos que culminaron con la proclamación de la Constitución
de 1791.
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