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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
UNIVERSIDAD CATÓLICA ANDRES BELLO
DIRECCIÓN GENERAL DE
ESTUDIOS DE POST GRADO
REFORMA PARCIAL DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL JUEZ VENEZOLANO
Y LA JUEZA VENEZOLANA
Integrantes:
GRATEROL M., KARINA
MUJICA, LUIS GERARDO
PACHANO R., JORGE
TELLES M., LISSETH
VALECILLOS B., YRALBA
TRUJILLO, AGOSTO DE 2010
INTRODUCCION
La palabra Juez, desde cualquier ángulo que se le aprecie lleva implícita un
contenido pletórico de impresiones; especialmente en la actualidad, en la que las
instituciones se han deteriorado sensiblemente, habrá distintos enfoques,
reacciones, ataques y defensas, hacia quienes invisten esa dignidad o hacia
quienes actúen con indignidad cuando la invisten, pero todo individuo,
inexorablemente, buscara en el Juez a un ser especial que imparta justicia sin
reparar en obstáculos y sin aceptar interferencias.
Debido a la situación de las instituciones, muchos ciudadanos recelan de la
justicia y observan a los integrantes del sistema judicial con suspicacia,
desconfiando de la actuación procesal y probidad del sistema judicial. Eduardo
Couture decía que “… un Juez debe morir en su puesto”, y tan dignos son sus
conceptos que a modo de colofón podemos recordar parte de ellos:
“la muerte de un Juez es un episodio algo más grande que la
de cualquier ciudadano. A él se le dio en la vida más poderes
que a ningún otro hombre en el orden humano. A nadie le fue
dado disponer de la libertad, de la propiedad y del honor de los
demás en la larga medida en la que a él le fue dado, y mucho
menos hacerlo en nombre de la justicia. Cuando un Juez cae
en el ejercicio de tales poderes, a los que ha honrado a lo largo
de su vida, no acontece nada trágico ni inesperado. Por el
contrario, se recibe una sensación de alivio. Haber tenido el
fuego en la mano y no haberse quemado; haber tenido el
secreto en las manos y haberlo sellado, haber tenido tentación
en el pecho y no haber sucumbido; haber sido sobrio frente a la
concupiscencia; humilde ante la sensualidad del poder, virtuoso
ante la grandeza; y morir así, sin desfallecimiento, sin nada que
reprocharse, es “virtus moriendi”, en el antiguo y profundo
sentido de los estoicos”. (Raúl Eduardo Irigoyen 2006).+
Existen manifestaciones concretas de aplicación de la ética, a distintas
ramas del quehacer en la conducta, en la trayectoria, en la profesión de las
personas: la ética del médico, la ética del abogado, y más aun ahora, la ética del
Juez. La necesidad de comprimir el concepto de ética, como muchas veces se ha
pretendido hacer, a un problema de preceptos y normas donde taxativamente se
perfilaría el paradigma de la figura ética, en este caso del Juez, sería algo
intelectual y materialmente difícil, siendo un término con varias posibles
connotaciones.
REFORMA PARCIAL DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL JUEZ VENEZOLANO Y LA
JUEZA VENEZOLANA
Con la promulgación de un Código de Ética dirigido a regular el actuar de
los órganos decisores, se trata de otorgar una confianza, un confort, calidad de
vida institucional, investir de la facultad jurisdiccional a ciudadanos que reúnan la
doble idoneidad que se debe tener para ejercer la función pública, la idoneidad
técnica y la idoneidad moral.
En la Exposición de Motivos del Proyecto de Código de Ética del Juez y
Jueza Venezolano, se justifica la necesidad de crear un instrumento legal que
codifique formalmente la ética de los jueces venezolanos, en tal sentido, expone el
legislador venezolano, conscientes de la crisis del Poder Judicial, la Asamblea
Nacional Constituyente declaró en su oportunidad, la Emergencia Judicial,
señalando que muchas han sido las medidas que se han tomado para enderezar
el rumbo de nuestra justicia, como la reestructuración material de los tribunales, la
destitución de jueces o juezas, la concepción de principios inherentes a la justicia
que la colocan sobre las formalidades no esenciales y las reposiciones inútiles, y
la gratuidad como bandera de una justicia accesible a todos. En este sentido, la
Exposición de Motivos del Proyecto de Código de Ética del Juez y Jueza
Venezolano, (2001), reza lo siguiente:
“Considerando la función representativa del Estado que tienen
los jueces o juezas, y que los inviste como órganos de la
administración de justicia; conociendo la realidad de quienes
cumplen con la función encargada y conscientes de la
necesidad de la autenticidad humana, personal y profesional
que debe demostrar el juez o jueza; la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela se preocupó por la
obtención de aquellos niveles necesarios para lograr y
mantener administradores de justicia aptos, tanto técnica como
éticamente. Por ello, requirió de la Asamblea Nacional la
aprobación de un cuerpo normativo dirigido a preservar la ética
y la disciplina de los jueces venezolanos o juezas venezolanas,
para poder ofrecer, a los justiciables, mayor transparencia en la
trayectoria y capacidad personal, moral y profesional de los
encargados de administrar la justicia.
El Código de Ética del Juez Venezolano o Jueza Venezolana,
previsto por el artículo 267 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, es el fundamento del régimen
disciplinario de los jueces venezolanos o juezas venezolanas,
así como la proclamación de los principios en los cuales debe
basarse la potestad de administrar justicia, conforme lo dispone
el Título V, Capítulo III de dicha Carta Fundamental.
Sus disposiciones fundamentales versan sobre la necesidad de
confianza pública en la integridad e independencia del sistema
de justicia venezolano (artículo 1).
La jurisdicción, como potestad de administrar justicia, está
orientada a la vigencia de los derechos ciudadanos, al respeto
a la dignidad de las personas y al compromiso con el Estado
democrático y social de Derecho y de Justicia (artículo 3).
El Código de Ética se refiere a los deberes del juez o jueza, a
saber, la imparcialidad, la interpretación conforme al programa
axiológico de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela y el ejercicio de la magistratura como instrumento
puesto al servicio de la justicia (artículo 9).
Considera también, como deberes del juez o jueza la celeridad
en la administración de justicia (artículo 13), el uso apropiado
del lenguaje, la razonabilidad de la decisión, la resistencia
frente a las injerencias que puedan comprometer su sujeción al
derecho y la orientación de su tarea a los valores superiores
que la informan (artículos. 13, 14 y 15).
Se pone énfasis en que la actividad del juez o jueza no puede
limitarse a la conducta pública vinculada con su magistratura,
sino que debe extenderse a la conducta privada, de modo que
la estimación pública constate el decoro de su ministerio
(artículo 16).”
Por otra parte, y tomando en consideración la opinión del autor Hondureño,
Eduardo Cardona (2003), el Juez es la persona autorizada por el Estado para
administrar justicia, con autoridad para instruir, tramitar, juzgar, sentenciar y
ejecutar el fallo en un pleito o causa. En este sentido afirma lo siguiente:
“Las y los Jueces independientemente de su categoría en el
Poder Judicial, por tratarse de seres humanos están sujetos a
las equivocaciones propias de su naturaleza; por su investidura
están sometidos a un ordenamiento que regula su proceder,
normando sus facultades y deberes, por las circunstancias que
pueden derivarse para las partes que intervienen en el proceso.
Creemos que el buen funcionamiento de la justicia depende de
la capacidad y calidad de los jueces y juezas y no tanto de las
leyes, ya que, puede haber buenas leyes pero si los
operadores de justicia las aplican e interpretan mal, la calidad
de la ley no cumple su propósito.
El Juez, instituido por el Estado para decidir jurisdiccionalmente
un litigio entre las partes, está obligado a cumplir y observar
una conducta donde se destaquen los siguientes deberes,
entre los que se destacan; la independencia; la o el Juez sólo
debe someterse a la ley y a su convicción debidamente
fundamentada para la emisión de sus resoluciones; la
imparcialidad; entre la combinación de las conductas parciales
de los contendientes, mantenerse al margen y proferir una
sentencia justa e imparcial; la lealtad; debe a las partes y sus
defensores, fidelidad en el trato con ellos; la ciencia; profundo
conocimiento del derecho, que se traduzca en una sentencia
justa, y esto sólo se logra con una constante dedicación;
diligencia; esta no sólo es rapidez, sino también imaginación,
exigiéndole no sólo una resolución dictada en los plazos
legales, sino agudeza e ingenio en las misma; decoro;
elemento esencial para el desempeño de la función, honor,
respeto y consideración que recíprocamente se deben el Juez
y las partes. Debe asimismo ser justo, estudioso, reflexivo,
responsable y ejemplo para la comunidad”.
Así las cosas, entre las disposiciones fundamentales del Código de Ética
del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana, se establece cual es el objeto y
ámbito de aplicación de este instrumento legal:
“Objeto. Artículo 1. El presente Código tiene por objeto
establecer los principios éticos que guían la conducta de los
jueces y juezas de la República, así como su régimen
disciplinario, con el fin de garantizar la independencia e
idoneidad de éstos y éstas, preservando la confianza de las
personas en la integridad del Poder Judicial como parte del
Sistema de Justicia.
Las normas contempladas en el presente Código serán
aplicables a los magistrados
y magistradas del Tribunal
Supremo de Justicia en cuanto no contradigan lo previsto en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Ámbito de aplicación
Artículo 2. El presente Código se aplicará a todos los jueces y
juezas dentro del territorio de la República Bolivariana de
Venezuela. Se entenderá por juez o jueza todo aquel
ciudadano o ciudadana que haya sido investido o investida
conforme a la ley, para actuar en nombre de la República en
ejercicio de la jurisdicción de manera permanente, temporal,
ocasional, accidental o provisoria.
Los y las demás intervinientes en el Sistema de Justicia que,
con
ocasión
de
las
actuaciones
judiciales,
infrinjan
disposiciones legales o reglamentarias, omitan o retarden la
ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplan
negligentemente
o
que
por
cualquier
otro
motivo
o
circunstancia comprometan la observancia de principios y
deberes éticos, deberán ser sancionados o sancionadas según
la ley que los rija. Los órganos de la Jurisdicción Disciplinaria
Judicial podrán aplicar cualquiera de las sanciones de los
instrumentos que rigen a estos o estas intervinientes, cuando
con ocasión de dichas actuaciones judiciales, los organismos
responsables no cumplan con su potestad disciplinaria,
utilizando para tal fin el procedimiento y las garantías
establecidas en este Código.
Quedan exentos de la aplicación de este Código, las
autoridades legítimas de los pueblos indígenas, responsables
de las instancias de justicia dentro de su hábitat”.
En esta dirección el ejercicio ético de la actividad laboral presupone no solo
alta competencia profesional, sino además responsabilidad en el cumplimiento de
las funciones laborales específicas; cuestión que en gran medida se encuentra
organizada en los Códigos Profesionales; surgidos por la necesidad grupal de
elaborar y fijar codificativamente las normas morales que funcionaran como
cánones de determinada especialidad. De lo cual se deduce el pleno
reconocimiento a la existencia de la Ética Profesional, como teoría moral de la
conducta laboral especializada.
Existen grupos de especialistas cuya actividad laboral les plantean
requisitos morales más elevados. Son aquellas profesiones con un contenido de
trabajo directamente relacionado con las personas, por ejemplo: los médicos, los
psicólogos, los juristas, etc. Resulta natural la necesidad de que la sociedad exija
de esos profesionales un ejercicio laboral acompañado del cumplimiento de
normas de conducta adicionales; asegurándose así a un tiempo, la protección de
los intereses de los individuos y la confianza en el ejercicio de ese quehacer.
La Función Jurisdiccional, objeto de nuestro interés ético, posee un status
especial en cuanto a exigencias morales se refiere. El ejercicio de la labor
jurisdiccional entraña el enfrentamiento a numerosas situaciones conflictivas de
carácter complejo que exigen activas búsquedas morales para su solución. El
Juez, por su proyección se convierte en una personalidad social y comunitaria, por
cuanto participa con poder decisorio sobre los destinos de las demás personas,
por ello debe poseer como fundamento moral: la honradez, la firmeza de principios
y una adecuada conducta personal. En fin, el Juez se constituye con su actuar
profesional, en custodio de la Justicia y en protector de los bienes comunes, como
por ejemplo: el orden social, la seguridad ciudadana, etc.
Para Marta
González
Rodríguez (2001), resulta difícil encontrar otra
profesión que obligue diariamente a enfrentarse con tan gran número de las más
disímiles situaciones, actos, motivaciones y caracteres humanos. Y en medio de
toda esa diversidad resulta necesario orientarse de una manera operativa, integral,
plena y profunda.
Las experiencias en otros Estados, con la creación de Códigos de Ética
que permitan mantener un control de idoneidad moral en la actuación de los
jueces, demuestran que para los ciudadanos, usuarios del sistema judicial, es
necesaria la regulación formal de la idoneidad moral de los encargados de ejercer
la función jurisdiccional, por lo tanto el estudio de la aplicación de estas normas, a
la función específica del juez, merece un análisis profundo.
En este sentido, es necesario tratar de analizar que aportes trae
consigo el Código de Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana,
donde se establecen los principios éticos que guían la conducta de los jueces
y juezas de la República, así como su régimen disciplinario, cuyo fin es
garantizar la independencia e idoneidad de éstos y éstas, preservando la
confianza de las personas en la integridad del Poder Judicial como parte del
sistema de justicia.
Así pues, se pretende normar lo que sería la conducta ética del juez y
jueza venezolana, estableciendo sanciones, amonestaciones y destituciones,
pero el objetivo del Código, se enmarca en los parámetros dentro de los
cuales debe ejercer su función, los cambios efectuados buscan garantizarle
al Poder Judicial una norma que permita que la carrera judicial se ejerza con
la responsabilidad requerida.
El Código deroga la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura de
1998, el Reglamento de la Comisión de Funcionamiento y Reestructuración
del Sistema Judicial del 2005, los artículos 38,39 y 40 de la Ley de Carrera
Judicial, el 29, 30, 31,32 y 33 del Decreto sobre el Régimen Transitorio del
Poder Público (1999), los artículos 31 al 42 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial
(1998).
La reforma es de ocho artículos, relacionados con el sagrado derecho
a la defensa de los jueces y juezas. Entre ellos se proponen sanciones como
inhabilitaciones, que pueden comprender lapsos de entre dos a quince años,
dependiendo de la falta cometida, igualmente, se establece como un deber
del juez o jueza el valorar las pruebas en conjunto, tanto con la parte
denunciante como con el juez objeto de investigación.
Se modificaron los artículos 26, 29, 34, 61, 62, 74, 79, 82 que explican
aspectos relacionados con el derecho a la defensa de los jueces, así como
también la disposición transitoria tercera del Código de Ética anterior.
La reforma de este código de ética se hizo necesaria según los
legisladores para mejorar las normas, además de garantizar su correcta
interpretación y su efectiva aplicación para salvaguardar los derechos de los
jueces,
magistrados
y
funcionarios
que
pueden
estar
sometidos
disciplinariamente a la justicia.
Siendo las reformas las siguientes:
Artículo 29. Amonestación escrita
En la reforma a este artículo se establece que para salvaguardar los
derechos del investigado, y por ende el debido proceso, que si se hubiere
cometido un hecho que amerite amonestación escrita se debe notificar
previamente al juez, en donde se debe informar por escrito:
- Del hecho que se le imputa y
- Demás circunstancias del caso.
Para que dentro de los 5 días hábiles siguientes, en una audiencia
oral, formule los alegatos que tenga a bien esgrimir en su defensa,
cumpliendo así con el principio del debido proceso.
De igual forma, se corrige en este artículo la imprecisión que existe con
respecto al lapso para que el Tribunal Disciplinario Judicial decida, ya que
debe hacerlo dentro del lapso de 5 días hábiles.
El artículo 34. Renuncia maliciosa:
En la reforma a este artículo se corrige la desproporcionalidad que
existe en la norma en cuanto a la aplicación de la sanción y se gradúa de
acuerdo a la falta cometida y la sanción impuesta, suprimiendo la sanción de
inhabilitación por el solo hecho de existir méritos para una investigación, que
al final podría declarar la absolución del investigado.
En la reforma a este artículo 34 se propone, que en caso de renuncia
maliciosa habrá lugar de pleno derecho a la inhabilitación para el desempeño
de funciones dentro del Sistema de Justicia pero graduándola desde 2 años
hasta por un máximo de 15 años y en atención a la gravedad de la falta
cometida y la sanción disciplinaria aplicada
El artículo 61. Suspensión cautelar del ejercicio del cargo:
En la reforma a este artículo, para corregir imprecisiones se establece
que la suspensión provisional del ejercicio del cargo de juez o de jueza debe
ser con goce de sueldo y se establece que dicha suspensión cautelar puede
ser por un lapso de 60 días continuos, el cual podrá ser prorrogado por una
sola vez.
Por otra parte, en este artículo, se establece los motivos de
terminación de la medida, los cuales serán por:
-
Revocatoria.
-
Decisión de sobreseimiento
-
Absolución en la averiguación.
-
Imposición de una sanción.
Se corrige además una omisión del Código vigente, referente a la
suspensión cautelar en caso de medida preventiva de privación de libertad,
se
establece en la reforma que si a un juez le ha sido dictada medida
preventiva de privación de libertad, se le suspenderá del ejercicio del cargo
sin goce de sueldo, si hay sentencia absolutoria el juez podrá ser
reincorporado con la cancelación de los sueldos dejados de percibir durante
el lapso en que estuvo suspendido.
El artículo 62. Citación.
La reforma a este artículo establece que dentro de los 3 días de
despacho siguientes al vencimiento del lapso de promoción, las partes
podrán ejercer el contradictorio de la prueba y el juez, dentro de los 3 días de
despacho siguientes, debe admitir las pruebas que no sean manifiestamente
ilegales o impertinentes y deberá ordenar evacuar los medios que así lo
requieran. Se le da la facultad al juez en esta norma de omitir toda
declaración o prueba sobre aquellos hechos que aparezcan claramente como
no controvertidos entre las partes. Se establece por último, que en esta
oportunidad debe el juez fijar la audiencia.
En el artículo 74. Pruebas:
Se mejora la redacción y se agrega el deber del juez de valorar las
pruebas en conjunto, tanto las promovidas por la
parte denunciante así
como las aportadas por el juez investigado. De igual manera deberá el juez
analizar y valorar las pruebas evacuadas fuera de la audiencia y las
evacuadas en el desarrollo de la audiencia.
En el artículo 79. Dirección del debate y Registro
Se corrige lo referente a las pruebas, ya que la admisión de los medios
probatorios promovidos serán recibidos y admitidos en una fase previa a la
realización de la Audiencia, en la Audiencia solo se ordenará la evacuación
de las pruebas promovidas admitidas y no evacuadas.
En el artículo 82
Se corrige la redacción, pues la apelación es “para ante la Corte” y no
“ante la Corte”
Por otro lado se elimino la frase "por nacimiento" en el numeral
primero del artículo 44, con el propósito de permitir que los venezolanos por
naturalización tengan acceso al sistema de justicia para ser miembros de la
Corte
Disciplinaria
o
Tribunal
Disciplinario.
Además, en el literal B del mismo artículo 44 se incluyó la
"honorabilidad" como complemento al hecho de ser jurista de reconocida
competencia y porque atiende al hecho de ser éticamente demostrable que
esa persona en su competencia y en su ejercicio profesional tiene las
condiciones
para
ser
miembro
del
Tribunal
Disciplinario.
Finalmente se cambió la redacción del literal del artículo 44. Quedó
expresado de la siguiente forma: "Para ser juez o jueza del Tribunal
Disciplinario Judicial o l Corte Disciplinaria Judicial se requiere tener un
mínimo de siete años de graduado como abogado o haber desempeñado
funciones en el área jurídica o de gestión en la administración pública
durante un mínimo de cinco años o ser o haber sido profesor universitario en
el área de derecho público durante un mínimo de cinco años".
Así las cosas, nos asiste en esta oportunidad explanar algunas
reflexiones suscitadas tras la aprobación del Código de Ética del Juez
Venezolano y la Jueza Venezolana. Texto de rango legal dentro del
ordenamiento jurídico venezolano. Si bien el citado código abarca materias
más allá de la clásica deontología judicial, desde los célebres principios de la
imparcialidad e independencia, pasando por aspectos como el uso adecuado
del idioma castellano, hasta culminar en los delicados mecanismos del
régimen disciplinario judicial y los procedimientos para su aplicación. El
nuevo Código deontológico judicial venezolano, no se aparta del fin para el
cual fue configurado desde su introducción al parlamento nacional
venezolano en 2001: la concreción de un nuevo sistema de justicia, valga
decir, el juez popular bolivariano, antiformalista, funcional y socialista.
Ahora bien, necesitamos partir por el principio: la Ética. Abordar el
concepto de la ética para precisar una posterior relación con la actividad
judicial. La ética será la reflexión sobre la vida moral, es decir, todo el
conjunto de discernimientos racionales sobre el destino y uso de nuestra
libertad.
El objeto material de la ética partiendo de la aproximación conceptual
reseñada, serán los actos humanos analizados desde su dimensión moral, lo
cual implica que la ética no prescribe de modo inmediato lo que dichos actos
deben hacen, sino cuáles serían las consecuencias en el caso de
materializarse a la vida real. El objeto formal de la ética, por el contrario, es
revisar la forma de moralidad sin que la ética introduzca nuevos contenidos
morales, esto se traduce en que debe abocarse por proporcionar aquel
procedimiento lógico que permita discernir cuándo un contenido conviene a
la forma moral.
La ética no se queda en el plano de la reflexión general de los actos
humanos. Ella, con el pasar del tiempo, ha estructurado un patrimonio
cognoscitivo originado de situaciones, reglas o disciplinas específicas. El
fenómeno jurídico, por otra parte, tampoco escapa de discernimiento ético,
hasta el punto de que entre ambos se gestan particulares simbiosis que
humanizan al Derecho por un lado, y por el otro le concede a la ética el
apoyo suficiente para que pueda realizar su quehacer, sin que sea señalada
como una disciplina ingenua.
La ética jurídica, está encaminada fundamentalmente para reflexionar
acerca del ejercicio del poder jurídico por sus operarios naturales (jueces,
funcionarios, abogados litigantes, etc.). Cuando se concreta en cada uno de
los actores que trabajan con el Derecho, la ética jurídica se transforma en
ética judicial, ética del ejercicio de la profesión del abogado, ética del
legislador, etc.
Por la especificidad del tema nos detendremos en la llamada ética
judicial, que según la definición de Gómez Barboza, “es la actitud de las
personas que ejercen la función judicial que, en la búsqueda de lo que es
bueno para la vida del hombre y de lo que cada uno de ellos debe hacer para
realizarlo, permanentemente armonizan sus actos individuales con las
estructuras e instituciones y, por lo mismo, concatenan su responsabilidad
individual en la determinación y realización de lo bueno, con la
responsabilidad de los órganos colectivos de decisión en la misma tarea.
La ética judicial clásica es una ética deontológica, que basada en la
idea exacerbada de un normativismo, cerró sus filas a favor de defender la
legalidad como si se cumpliera el designio ético. Para la deontología jurídica
clásica, el juez al interpretar debía considerar como indispensable, tomar la
voluntad literal del legislador porque se consideraba como un magnífico
auxiliar para la interpretación de la ley. Así, el cuidado de la legalidad será
para la deontología clásica el primer deber, el primum principium ético una
vez que se ejerciera la magistratura. Como podemos observar, la ética
clásica tenía como objetivo la protección del sistema jurídico moderno
soñado por los juristas de la codificación, frente a las posibles desviaciones
ideológicas en las que podía incurrir el juez.
Podemos decir que la ética judicial clásica protegía el dogma de la
única solución (unilateralidad interpretativa) al puro estilo del more
geométrico, imponiéndole al juez un deber de abstención interpretativa. La
ética de este tiempo colocará al juzgador en una posición nada feliz, pues la
prudencia que los había caracterizado, que le había contribuido para el
progreso jurídico, salía del ámbito judicial para instalarse cómodamente en
los curules legislativos.
En este orden ideas, podríamos considerar al Artículo 10 del Código
de ética del juez o jueza venezolano y el problema de la ética en la
interpretación
jurídica
como
un
¿Retorno
hacia
un
neoclasicismo
deontológico?
Aunque es positivo el tratar de reglamentar las conductas del juez extra processum, a la deontología clásica y postclásica hay que recalcarles
que la función propia de los órganos jurisdiccionales es realizar el Derecho,
realización que se materializa gracias a la interpretación. Un adelanto de la
deontología clásica del nuevo cuño ha sido, para el caso venezolano, el
artículo 10 del recién aprobado Código de Ética de los Jueces Venezolanos o
Juezas Venezolanas. Establece el citado dispositivo lo siguiente:
“Las
argumentaciones
e
interpretaciones
judiciales
deberán
corresponderse con los valores, principios, derechos y garantías
consagrados por la Constitución de la República y el ordenamiento
jurídico. El juez o la jueza no debe invocar en su favor la objeción
deconciencia”
Al analizar este artículo, estamos de acuerdo en la inclusión y
preocupación judicial por los más desamparados en sociedades como la
nuestra donde configuran más de la mitad poblacional. Es quizá un
imperativo de acercamiento ético judicial como dice Javier de la Torre;
inclusive, en las bases de nuestra Constitución bolivariana de 1999 se
reafirma como un valor supremo la voluntad popular sobre la voluntad
judicial.
Recapitulando, podemos concluir primeramente que la deontología
judicial contemporánea no se agota en abordar los pormenores de la
“imparcialidad”, la justicia y los valores del estamento judicial. En nuestros
días se extiende hacia los ámbitos de la interpretación y de la actividad
argumental inclusive, como bien lo reconoce el Código de Ética del Juez y
Jueza Venezolano, pero, con la limitante de establecer un horizonte
hermenéutico al juez patrio referido en valores y demás parámetros
dictaminados por el ordenamiento jurídico. Hasta este punto nos parece un
Perogrullo, pero, en la dinámica venezolana marcada por abstracciones del
llamado “poder popular”, las distorsiones hacia esos valores y principios
estaría vinculada a las actividades y manifestaciones tumultuosas de la
República más que hacia los delicados artilugios de expresión popular. En
tercer término, para ratificar ese sabor “populachero” del nuevo Derecho
expresado por los jueces, se les impide a toda costa -uso de la prohibición
“no debe”- acogerse al mecanismo defensor de la pluralidad valórica en
sociedades libres como es la “objeción de conciencia”.
BIBLIOGRAFIA
 La Responsabilidad de los Jueces en Venezuela. Josefina Calcaño de
Temeltas. Impresos Urbina. Caracas 1982.
 Constitución
y Justicia Constitucional.
Jesús Maria Casal. UCAB.
Caracas, 2000.
 El Derecho de los Jueces. Diego Eduardo López Medina. Universidad
de los Andes. Colombia. 2007.
 Ley de Reforma Parcial del Código de Ética del Juez Venezolano y
Jueza Venezolana
 Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela
 www.google.com
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