Unidad 2, lectura 1 1 Unidad 2. Lectura 1. El presente material se encuentra protegido por derechos de autor. Se reproduce para uso exclusivo de los estudiantes de Teología del SFT, de la PUJ. Fuente: Duchrow, Ulrich, Alternativas al capitalismo global, Abya-Yala, Quito 1998, p.152-157. Nota: Sobre la lectura, se han realizado modificaciones para su mejor comprensión. - principios económicos del antiguo Israel (1) - EL SURGIMIENTO DE ISRAEL COMO UNA SOCIEDAD DE CONTRASTE Ulrich Duchrow En lo que hoy se conforma como el Oriente Medio, entre 1500 y 1200 a.c. aproximadamente, se vive en un contexto de grandes imperios. Canaán (tierra palestina, o lo que será el futuro Israel) es un territorio sucesivamente adueñado por estos imperios. A su vez, allí existen Ciudades-Estado que, si bien sometidas a los imperios, poseen dominio sobre sus territorios inmediatos. Se trata, entonces, de una dinámica sociopolítica y económica de lazos de sometimiento y dependencia, descargada en especial sobre los sectores productivos campesinos agrarios que son, en últimas, los que mantienen con su menguada producción toda la maquinaria burocrática y militar de las ciudades e imperios, por medio de la fuerte tributación a que son sometidos. En este contexto, el empobrecimiento es frecuente, ante la necesidad impuesta al productor de alimentar con su producción, no sólo las necesidades derivadas de su reproducción y de los excedentes dedicados al mantenimiento comunal, sino además, las necesidades derivadas e impuestas de la tributación local y externa. Esto ocasiona, por demás, que al no poder atender a su reproducción y excedente comunitario de manera adecuada, se tenga que endeudar, con lo que entra en un ciclo de empobrecimiento cada vez mayor. En esta dinámica, el productor campesino sostiene el improductivo aparato estatal. El empobrecimiento era frecuente, y aún la esclavitud por deudas, aunque se lograba cierto margen de sobrevivencia. Por factores políticos, la región entra en una gran agitación hacia el 1300 ac. Surgen nuevos protagonistas imperiales que luchan por el control territorial, y al interior de los imperios, la pobreza lleva a situaciones límite que ocasiona una fuerte movilidad y conflicto social al interior. Los imperios deben enfrentar los desórdenes internos, lo que lleva a un descuido de los territorios dominados. En esta dinámica, las Ciudades-Estado de Canaán, libradas de su tutela, se enfrascan en pequeñas luchas territoriales. Todo ello determina un fuerte aumento del gasto militar improductivo, y por supuesto, su sostenimiento sobre el forzamiento de las ya menguadas fuerzas del campesino productivo. Aparece entonces la miseria, la leva, el trabajo forzado, y las condiciones de vida de los empobrecidos, en general, se hacen atroces. Es entonces cuando los desconocidos sociales huyen, o son expulsados, y durante este lapso de aproximadamente 100 años coinciden en las montañas de Canaán, refugio seguro para su sobrevivencia. Se trata, en esta época, de una auténtica desintegración de los Imperios y de las ciudades estado de Canaán, es decir, de un vacío de poder. Hasta entonces las colinas y montañas apenas se habían poblado; lo típico eran los pueblos amurallados de las costas y los valles, que controlaban sus respectivos traspaíses. Con la agitación presente, muchos de esos pueblos fueron destruidos y nunca se reconstruyeron, mientras que en las áreas montañosas se levantaron asentamientos poblacionales de los huídos de las condiciones de explotación y guerra. Negativamente, este es un proceso de descolonización y desurbanización, pero en términos positivos, este fue el surgimiento de Israel, al menos en las colinas y las montañas. Según las investigaciones actuales, los grupos que se establecieron allí tenían diversos orígenes. Muchos simplemente se habían liberado de la servidumbre del pago de interés, trabajo forzado y tributo que imponían las ciudades circundantes. Otros habían emigrado desde Unidad 2, lectura 1 2 las afueras de los reinos e imperios de Mesopotamia, o del este del Jordán. A estos grupos marginalizados, que no entraban en ninguna clasificación social, se les llamaba, de manera genérica, Hebreos, apiru. Ya más en detalle, desde los actuales aportes históricos: ¿Quiénes son estos marginalizados, estos “desconocidos sociales”, que logran organizarse en las montañas de Canaán? El grupo de los hapiru, habitantes originales de estas tierras, son los huídos de las ciudades-estado de Canaán: mendigos, empobrecidos, bandoleros, que logran cierta identidad en torno al espacio de la montaña. Los grupos mosáicos, marginados sociales de Egipto en extrema miseria, que logran sobrevivir (algunos) a la imposible travesía del desierto; a raíz de esta experiencia, conciben una entidad divina guerrera y pavorosa que, sin embargo, está a favor del esclavo. Los grupos sinaíticos o árabes, grupos con los que los mosaicos toman contacto en su travesía por el desierto. Con estos jinetes nómades es posible que algunos grupos mosaicos se hayan integrado, y adquirido algunos de sus referentes religiosos, como el tener un lugar de culto y un mediador, como la idea de un dios celoso y único vinculado al hecho militar, y en su manifestación vinculado a fenómenos naturales (el volcán y la tormenta). Los grupos abrahámicos, grupos nómades pastoriles de oriente, que vinculados a la planicie y evitando el contacto con las ciudades (por ser lugar de peligro físico y de robo para ellos), manejan una religiosidad más familiar, vinculada al cuidado del ganado y de la tierra, peregrina y de construcciones provisorias, de horizonte socioeconómico autosuficiente. Estos grupos se mezclan, y van conformando poco a poco una original cultura. La investigación etnológica reciente ha dibujado una descripción de estos grupos. Su forma de sociedad se caracteriza por el parentesco; varias “casas paternas” o familias forman un agrupación de familias, que a su vez forman una tribu. Los estudios hablan de “sistemas segmentarios de linaje”, o sociedades segmentarias. El sistema de linaje significa que la unidad de los grupos se produce por la orientación de sus miembros hacia los lazos genealógicos del sistema de parentesco, y no por un liderazgo político autónomo. Por tanto, los segmentos de la sociedad no eran ni superiores ni inferiores, sino de un rango políticamente igual. Económicamente, había producción familiar y autosuficiencia (autarquía). El sistema se construía en base del uso colectivo, no de la propiedad. Se trata de una economía de subsistencia, donde la producción de bienes es para el propio uso de la gente y su apoyo mutuo. Esto se ve reflejado, por ejemplo en las leyendas del Génesis, caracterizadas por la ausencia de la imagen del “pobre”, lo que indica la falta de diferencia entre pobres y ricos y no precisamente una gran prosperidad. Políticamente podemos caracterizar esta sociedad –siguiendo la terminología de Max Webercomo de "anarquía regulada". Las agrupaciones de familias eran autónomas. Es decir, la autonomía política no es el efecto incidental de la falta de un aparato estatal encontrado en las sociedades segmentarias, sino un deseo consciente de autodeterminación e independencia. De ahí que al naciente Israel debería llamárselo decididamente un "antiestado", y no un "preestado". Pero lo decisivo es que este proceso de liberación social y nueva organización social se identificaba con la experiencia del dios Yahvé. En las ciudades reino y los imperios del antiguo Cercano Oriente los dioses y sus cultos eran los garantes y sostenes del sistema; y Yahvé contrastaba radicalmente con ello. A Yahvé se lo experimentaba como el que libera a los oprimidos y a los esclavos. El gran grupo que acompañó a Moisés en su huida de Egipto a Palestina trajo allí con ellos a Yahvé. El proceso de la religión de Yahvé se vincula inseparablemente con el proceso de la liberación política del grupo del Éxodo; es la chispa que ayuda a prender en llamas un conflicto social latente y perdurable. El libro del Éxodo cuenta de varias maneras cómo este grupo de trabajadores forzados extranjeros, oprimidos, políticamente ineptos, fragmentados y conformistas, consiguió, a través del dios Yahvé, un guía político y una nueva esperanza para el futuro. Y ello les hizo capaces de construir la solidaridad interna y liberarse de sus reservas sociales externas y así emprender acciones comunes para la liberación política. Parece que en el desierto del sur de Palestina los nómadas amantes de la libertad (grupos sinaíticos) ya habían adorado antes a Yahvé. Este vino de afuera, no formaba Unidad 2, lectura 1 3 parte del panteón egipcio; consecuentemente, podía traer diversos atributos para el conflicto social que la gente experimentaba como dinámicos (el de la tormenta). Según el capítulo 3 del Éxodo, Dios revela a Moisés el misterio del nombre de Yahvé: "Estaré con vosotros" (con los oprimidos). No es una casualidad que en los capítulos 1 y 2 del Éxodo se caracterice repetidamente a Yahvé como "el Dios de los hebreos"..., es decir, como un dios que toma partido por los desconocidos sociales. Aparte de su liberación de Egipto, el grupo de Moisés tuvo la experiencia de Dios como una aparición en la 'montaña de Dios', como se le llama tradicionalmente al monte Sinaí. Esta experiencia constituyó el culto a Israel (el primero del grupo de Moisés). Lo típico es que en esta teofanía Yahvé no se vincula a sí mismo a un lugar, por ejemplo, a una ciudad o a un templo, sino al grupo. Además, en las palabras de Yahvé, el culto debe ser siempre móvil: un "arca" portable, "una tienda de campaña". Posiblemente hasta la compañía móvil de los levitas, que no poseían ningún medio de producción, data de esta experiencia cúltica. Esa podría ser la razón de que, incluso cuando Israel obtuvo un templo y un clero estatal, los levitas siguieran siendo activos por ser un elemento móvil (y a menudo socialmente en oposición o revolución). Los mandamientos y leyes, que en la tradición se vinculan con esta teofanía, no regresaron en su forma presente al primer periodo. El vínculo entre la ley de Dios y el Sinaí se da primeramente sólo en los argumentos de los profetas contra el pecado de monarquía en la época del desmoronamiento del Reino del norte (722). Al relacionar el don de la ley con el Sinaí, querían establecer la Ley como externa (desde afuera) a la esfera de poder del estado. Así, el Sinaí se convierte en la base de la historia de la Ley de Israel, pero en esos tempranos días del grupo de Moisés aún no sucedía eso. Con toda probabilidad, podemos dar por hecho que en ese tiempo existían simplemente las antiguas leyes del clan y la costumbre, que se apoyaban mutuamente. El recientemente liberado grupo de Moisés se encontró con los nómadas pobres, los grupos marginados de las ciudades, los campesinos que huían del sistema de tributos y las pandillas de bandidos de los hapiru; todos en el intento de establecerse en el país montañoso de Palestina. La solidaridad interna y entre los grupos de familias dio origen al orden social y legal del anárquico periodo de los Jueces. El cuerpo político local de toma de decisiones era la asamblea de los patriarcas de las familias legalmente libres y económicamente independientes. Los mayores eran los representantes y voceros en la "Asamblea del pueblo" de todas las tribus. En los casos de una amenaza externa, el guía carismático asumía el liderazgo en las guerras comunes de defensa y liberación. Yahvé resultaba ser un fuerte aliado en tiempos de conflicto y por eso se lo adoraba cada vez más como el único Dios en todos los cultos locales del dios El, que tomaba la forma de los dioses de las diferentes familias. El dios Yahvé estaba integrado no solamente en el sistema politeísta, por ser el único dios de la región desértica del sur, además era un dios que había demostrado su divinidad en la liberación del estado de opresión. Y finalmente era un dios que se había vinculado a sí mismo exclusivamente con un grupo que estaba en el fondo del montón. Como tal estaba predestinado posiblemente a convertirse en el dios de una asociación de tribus, que aseguraba para esos grupos precisamente la clase de libertad que habían ganado desde la dependencia del estado. Por tanto debemos suponer que Yahvé fue rápidamente adoptado por las demás tribus de la asociación como un grato fortalecimiento de su mundo de símbolos religiosos. Yahvé se fusionó con El, y así se convirtió en el Dios de Israel (Jueces 5:3-5). Lo cual significa que la protección a los débiles y oprimidos no se entendía desde el principio como un problema sociológico (o social y ético), sino teológico. La doxología, o el acto de alabar a un Dios que libre de la opresión, es inseparable de la justicia dentro de la comunidad liberada y protegida (cfr. La Canción de Miriam, Ex.15; la Canción de Débora, Jueces 5; y el Magnificat de María, Lc 1:52). El hecho de que la estructura de la representación socio-política en esta sociedad sea claramente masculina, mientras las canciones de alabanza por la liberación son entonadas por mujeres, nos advierte sobre la cuestión del patriarcado, tan acaloradamente debatido hoy. No puede haber dudas de que en el primer periodo de Israel los vínculos más importantes de las relaciones se daban a través del padre, es decir, de los hombres. Este modelo se conoce como Unidad 2, lectura 1 4 de "línea paterna". Por otra parte, algunos estudios muestran que el papel religioso de la mujer en las sociedades acéfalas del protoestado del Cercano Oriente debe considerarse como extraordinariamente estratificado y significativo. Aquí puede caber una comparación con el papel guía que la mujer tiene en el shamanismo. Aunque en Israel no hay un rastro directo de ello, las mujeres tenían aparentemente casi el mismo acceso al área de lo sagrado que los hombres. Sociológicamente, el material del Antiguo Testamento lleva a la conclusión de que, incluso en las sociedades patriarcales, y a pesar de todas las posteriores desventajas, en el primer periodo los hombres y las mujeres eran más o menos iguales, y se involucraban distintamente en los actos religiosos más en base a su función que a su rango. La obra de Yahvé, que las mujeres y los hombres glorifican en las canciones de alabanza, conlleva a la creación del bien, de relaciones justas en casa y afuera. Las relaciones asimétricas de poder, dañinas y causa de dependencia para la gente, son inaceptables para Dios, de acuerdo con los primeros testigos bíblicos. Dios oye llorar y ve sufrir (Ex.3). Esto encuentra su expresión en algunas ideas bíblicas centrales: la justicia (sedaqah) se entiende como el "comportamiento orientado a la comunidad", "juzgar / conciliar" (safat) como salvar a la parte más débil en un conflicto, y shalom como una condición de salud dentro de relaciones justas. La primera forma que toma el pueblo del dios liberador Yahveh es por lo tanto la de una comunidad de grupos nómadas y marginados, ahora solidarios entre sí y consistentes en (grupos) de familias campesinas, cuya seguridad la organizan los líderes carismáticos ("los jueces"), a quienes Yahveh dota con el Espíritu de salvación y conciliación. Ya no necesitaban un estado, una burocracia, las diferencias entre ricos y pobres; podían vivir humanamente; incluso si para hacerlo, al menos al principio tenían que renunciar a algunos de los mejores productos de la civilización, que de todas maneras, originalmente sólo había poseído una pequeña clase alta. El Dios verdadero se manifestó el momento en que la sociedad asumió rasgos humanos; la sociedad cambió y se volvió humana al grado de que el Dios verdadero se hizo manifiesto. Aquí existe una interacción, e históricamente al menos será imposible decir cuál vino primero. El cambio económico fue un elemento esencial de todo el proceso. La regencia del nuevo Dios se efectuó no exclusivamente, pero sí decisivamente en una nueva clase de economía humana. La Biblia nos muestra los comienzos del reino de Dios. Con el paso del tiempo, Israel incumplió repetidamente las normas establecidas en ese comienzo. Muchas veces cayó en la tentación de ser como los otros pueblos. Una y otra vez Dios lo reencaminó y los persuadió amorosamente a seguir el camino hacia la definitiva revelación del reino de Dios, sobretodo a través de los profetas.