EDUCACIÓN DEMOCRACIA Y JUVENTUDES MILITANTES: UN ESTADO EN TRANSFORMACIÓN. Una mirada conclusiva al II Congreso Internacional sobre “Educación, Democracia y Juventudes Militantes: Un Estado en transformación.” No resulta problemático hablar aisladamente de educación, democracia y militancia, el desafío es problematizar tejiendo sistemáticamente educación, democracia y juventudes militantes en relación al Estado y a las demás instituciones en un mapa político más a mplio. Educación y nueva ciudadanía En el mes de mayo, en la Ciudad de Santiago del Estero, la Fundación CEICOR (Centro de Estudio, Investigación y Comunicación Oscar Romero) realizó el Segundo Congreso Internacional sobre “Educación, Democracia y Juventudes Militantes: un Estado en transformación”. El congreso estuvo representado por estudiantes militantes de Chile, Ecuador, Venezuela, El Salvador, Perú, Colombia y Argentina, marcado por un perfil de reflexión en clave de Patria Grande, sumándose estos al 25 % de los participantes militantes. La fluctuante participación al congreso rondó las mil personas, que entre estudiantes y docentes constituyeron el 75% del total de los participantes. Un dato interesante es que este ultimo porcentaje señalado corresponden a sujetos que no tienen sentido de pertenencia a alguna organización política, movimiento o partido político, aunque si fuertes intuiciones, tensionados como invitados a pensar más seriamente lo político y a develar los callejones de cómo se debería transitar la política, descubriendo incluso la dimensión estatal. En líneas generales, algo motivador se pudo apreciar en este II Congreso: hay una nueva posición, una nueva postura de los docentes y estudiantes con lo político, un redescubrimiento de su bondad y por sobre todas las cosas un gran esfuerzo de asumirla para los ámbitos educativos. Sin embargo, esta nueva disposición se encuentra en una enérgica tensión con lo que piensa y con el modo de relación hacia la “sociedad política” (funcionarios); es decir con la persistencia, pertenencia y/o aceptación a los modos clásicos de hacer política. ¿Hay democracia en la noción de democracia?: Una segunda motivación que se pudo recuperar es que tanto docentes como estudiantes comparten el deseo de transformar la sociedad. La mayoría de los participantes ha coincidido que este anhelo de transformación se encuentra impregnado por una jerarquía de valores despolitizados, muchos de ellos sin conciencia colectiva y organizativa en los ámbitos educativos, constituyéndose en un factor (no siendo el único), en una imposibilidad para una relectura de la propuesta del sistema educativo a construir ámbitos deliberativos y de ejercicio ciudadano. Sin el componente organizativo (orientada a la democracia participativa) resulta difícil pensar la idea de democratizar las instituciones. Queda evidenciado que en un número no menor de docentes prima una idea absoluta sobre lo que se entiende por democracia, una noción de rango reduccionista no intencionada, sino impuestas por las estructuras hegemónicas tradicionales que a su vez es reproducida por el sujeto colectivo docente en los ámbitos educativos. Esta orientación, detectada en el congreso, de cómo se entiende la democracia se orienta a una “democracia delegativa”. De una manera recurrente e implícita aparecían en los debates los factores históricos: los modos clásicos de hacer política, cuyos efectos y consecuencias son bien conocidos en el interior del país. Se evidencia una deuda que se traduce en una tarea pedagógica política para desmitificar y deconstruir imaginarios fuertemente instalados en torno a la política, al Estado y a la militancia, para ampliar espacios y ejercicios de democratización. Estas situaciones recientemente señaladas no desalientan, al contrario, queda latente la motivación hacia esta disposición de los docentes a desaprender y a incorporar nuevos sentidos, “haciendo temas nuevos”, tejiendo sistemáticamente educación, democracia y juventudes militantes en relación al Estado y a las demás instituciones en un mapa político más amplio y desafiante. La revalorización de la ciudadanía por parte del sistema educativo, el soporte bibliográfico, las orientaciones curriculares y en especial en algunas unidades curriculares, presupone en el ejercicio docente una iniciativa al “quehacer educativo” en calve de educación, democracia y juventudes militantes. Estamos en un punto de partida, y el anhelo señalado anteriormente de transformar la sociedad tanto por docentes como por estudiantes debe ser recuperado, ¿en qué sentido? no solo, o necesariamente, es la práctica la que implica transformación social, debe haber un habitus en donde teoría y práctica nos coloque en el plano de disciplina intelectual y militancia. El pago como el lugar epistemológico del sur. El congreso tuvo una presencia política latinoamericana fuerte con la participación de juventudes militantes, en algunos casos con la experiencia de transitar en el Estado como es el caso de Ecuador y Venezuela y en otros, como en los casos de Chile o Colombia, en una fuerte rivalidad, situados en la trinchera pero más hacia fuera de ella. Santiago del Estero fue desafiado a ser un espacio, un habitus político dentro del campo educativo, para construir epistemología desde el sur. Una epistemología del sur “más adentro” desde el “pago”, o el “pagus”. Este desde “el pago”, remite a la idea de Francisco Suárez que reconoce ese “pagus” como despolitizado o politizado según sea la existencia de una mutua necesidad de ayudarse y que para este caso, el cimiento está en pensar colectivamente en lo político y en la política desde los ámbitos educativos y su trascendencia en la comunidad. ¿Cómo repolitizan los ámbitos educativos a la comunidad? … No cabe duda que en las escuelas se da una “pedagogía política de las ausencias”, una falta de lectura política más amplias. ¿Qué se preguntan por ejemplo las ciencias sociales en cuanto a la realidad contextual? ¿Cuáles son los límites y los nuevos horizontes de la función social de los ámbitos educativos? Entonces, no es que no existan ciertos problemas que requieran una respuesta política, no se los ven, quedan ocultos o a veces latentes sin ser problematizados, sin hacer el ejercicio del espacio público como ámbito de debate y propuestas. ¿El campo educativo santiagueño es un campo de fuerza? Revisando las evaluaciones del congreso, a partir de unas 100 muestras tomadas al azar, se advierte que el ámbito educativo sigue bajo el predominio de la ideología del orden establecido (por décadas) pero que de apoco va intentando configurar un nuevo orden; no es casual los más de 900 participantes en el congreso. Retomando la pregunta señalamos, aunque tímidamente, que el campo educativo es un campo de fuerza. El poder apareció como un tema central y podríamos decir que ya es un habilitante para decir que en ese campo hay poder, poderes, asimétricos por supuesto, pero que de manera consiente emergieron en los docentes. Las luchas están establecidas: por un lado, en imponer un pensamiento lineal para querer significar a la escuela, despolitizarla; y por otro lado, una intuición pedagógica más emancipadora, con ciertas experiencias aisladas de resistencia, pero que son o resultan ser materia prima para una educación democrática y ciudadana. Juventudes militantes, campo educativo y dispositivo pedagógico: “Nos encontramos en una coyuntura histórica extraordinaria y difícilmente repetible en el continente. Los gobiernos llamados progresistas o de izquierda fueron electos como resultados de procesos de luchas y movilización popular muy amplios en donde reaparece el fenómeno de las juventudes militantes, recuperando y sosteniendo los proyectos democráticos, regionales, nacionales y populares ” Este fue uno de los fundamentos del II Congreso ¿Cómo aconteció este marco teórico en el proceso del congreso durante los cuatro días? Las juventud santiagueña militante o estudiantes con fuertes intuiciones políticas y de necesidad organizativa tensionan nuevos imaginarios sobre el rol del Estado, la participación política en los ámbitos educativos y la democratización de las instituciones. Entonces reaparece la pregunta de manera cómplice ¿El campo educativo santiagueño es un campo de fuerza? Comienza a serlo por este fenómeno estudiantil con presencia fuerte e interesante en nuestra sociedad santiagueña. El campo educativo comienza a tener esta riqueza de las juventudes estudiantiles militantes, politizadas, audaces a conquistar los espacios y ampliar las libertades. En el congreso, en el cruce de estudiantes, docentes y funcionarios se subió el telón a un nuevo escenario. Nuevas ciudadanías, nuevos ámbitos educativos se asoman. Hay que generar estrategias entre docentes y estudiantes, comenzar a institucionalizar espacios participativos, deliberativos que puedan generar herramientas validas para la madurez del ejercicio ciudadano. Ninguna receta es válida, habrá que arriesgarse a la complejidad y a reinventar nuevas aperturas en un cruce de imaginarios complejos dada por las generaciones que transcurren los ámbitos educativos. ¿Podemos decir que durante el congreso se dispararon los dispositivos pedagógicos? Por supuesto que sí, más aun, esta trama compleja de repolitizar el campo educativo permite, entre estudiantes y docentes, enarbolar un dispositivo pedagógico en perspectiva de democratización y participación política. La noción de dispositivo pedagógico refiere a prácticas (discursivas y no discursivas) que supone el ejercicio del poder, relaciones de lucha, que si bien se materializan y cristalizan en instituciones ellas siempre pueden ser contestadas, modificadas. Cualquier relación pedagógica, como toda relación humana supone el ejercicio de poder. Recrear los dispositivos en clave de educación y democracia ¿Cómo se percibió en el imaginario de los docentes y de los estudiantes el esquema dominante? Es interesante desde el punto de vista de la movilidad gnoseológica hacia la política como se asoma en el imaginario docente y estudiantil una manera de visualizar al poder como una relación que constantemente puede ser contestada, se lo vive como un proceso, en proceso de… Los docentes como parte de la sociedad civil (en términos de Gramsci) van complejizando la comprensión que las instituciones educativas tienen a su cargo la creación y la difusión de la ideología y esto es bueno a la hora de abrir el horizonte de los dispositivos pedagógicos. Si la noción de dispositivo remite a formaciones históricas, es decir que se las pueden comprender en el seno de determinadas relaciones sociales, históricas, bien vale recuperar las subjetividades del sujeto colectivo docente, ponerlas a rodar y que desde el hecho de educar politizado se pueda abordar una respuesta histórica sobre las instituciones que se crearon y de las que se deben crear, como así también de las finalidades establecidas y de las que hay que redefinir. Recrear los dispositivos pedagógicos supone señalar los trasfondos sobre el porqué se asumieron ciertos sujetos para definirlos como sujetos de formación y sobre qué tipo de sujeto ciudadano hay que formar en esta coyuntura política latinoamericana. Reinventar una teoría crítica sobre aquellos enunciados que rigen como validos en los relatos educativos despolitizados es poder ensayar el espacio publico en la escuela. Pensar lo público, pensar su profunda dimensión nos llevan insoslayablemente a recomponer las desigualdades, (de cualquier índole) a abrazar la equidad y el respeto por más humanidad, sin estos motores el esfuerzo por un ámbito educativo más democrático pierde gran parte de su sentido. ¿Y la cuestión del Estado? Hay serías sensaciones advertidas en el II Congreso en que al Estado se lo asume naturalmente sin ninguna necesidad de persuadir al pensamiento de evacuarse no solo de la verticalidad relacional, sino de su efecto en el que el dominado, como lo expresa Guillermo O’donnell, asume como justa y natural la relación asimétrica. Otro interrogante pendiente a contestarlo colectivamente y propiciados por serio debates desde los ámbitos educativos, gremios, organizaciones de docentes o estudiantiles sería en pensar en la conjunción Estado y sociedad en este nuevo mapa político latinoamericano y en esta coyuntura provincial. El congreso tenía como eje transversal el tema sobre el Estado. Por esta razón se tomó una muestra obtenidas de 70 participantes para poder tener un termómetro sobre el imaginario vigente. Este muestreo trajo como resultado lo siguiente: Pensar el Estado ya desde una manera más local y pretender colocarlo como categoría central en la sociedad civil santiagueña requiere de una gran tarea. Los ámbitos educativos, los sujetos que los conforman como parte de esa sociedad civil, se asumieron en los días del congreso como difusora de ideologías; siguiendo a Luis Althusser en sus aportes sobre ideología y los aparatos ideológicos del Estado en su rol dominante, la escuela constituye parte de ese aparato ideológico del Estado encargada de reproducir las desigualdades y la despolitización de los ámbitos educativos. Se confirma en la muestra obtenida la no existencia de una conciencia política pedagógica colectiva de tal situación; recordemos que en Santiago del Estero la experiencia del “Estado represivo” tuvo una prolongada continuidad en las primeras dos décadas desde el comienzo de la vuelta de la democracia. ¿Cómo se entiende el aparato represivo? Para Althusser significa que el aparato del Estado en cuestión “funciona mediante la Violencia”, por lo menos en situaciones límites (pues la represión administrativa, por ejemplo, puede revestir forma no físicas) Quedó la inquietud en los docentes de cómo deberían, curricularmente y creativamente, institucionalizar este debate en la actual coyuntura política latinoamericana. No resulta casual la verificación que frente al re direccionamiento del interrogante durante el congreso sobre qué hacer con el Estado, cómo transitarlo, la recepción tuvo seria dificultades para construir una respuesta, sin embargo, se está constituyendo en el campo educativo una nueva percepción sobre el Estado, esto está influenciado por la existencia de formas de organización política mucho más amplio que hace diez años atrás en la provincia. La aparición de organizaciones nuevas, otras no tantas, pero con significaciones políticas nuevas, con ingredientes, elementos Estatales o en articulación con él a través de ciertos programas, convenios etc. a establecido una fisonomía más cercana y una sana sensación que puede ser aprovechada para recrear nuevos imaginarios para nuevos desafíos en torno al Estado. Si antes había un imaginario sobre en donde estaba ubicado el Estado (en la figura del gobernante, o en los edificios gubernamentales) hoy está claro que aparece de una manera mucho más basta el horizonte visual sobre el Estado. Este giro de mirada hacia el Estado, este tipo de roces entre instituciones y personas, provoca repensar el Estado, la sociedad y la política. Ámbito educativo como paradigma deliberativo: Para Adriana Puiggros, toda reflexión profunda sobre la educación popular debe tener en cuenta, en primer lugar, las dificultades para una verdadera participación real de los trabajadores, de las mujeres, de la juventud, de la gente del interior del país, en las estructuras del Estado, en los partidos políticos, en las instituciones de la sociedad civil. Es por ello que examinar los procesos concretos a través de los cuales se gestan los liderazgos, se consolidan los pequeños y grandes poderes tienen que ver con elementos pedagógicos que juegan un papel fundamental. Lo pedagógico se refiere en este caso a la reproducción o transformación de un tipo de mentalidades que puede estar o no orientada a la emancipación social, al ejercicio del espacio público. La preocupación por el espacio público, que concierne a la vida individual y colectiva debe, cada vez más, ser una preocupación en los ámbitos educativos en términos teóricos y prácticos. El llamado “paradigma deliberativo” reúne todos los temas que concierne al interés individual y colectivo, temas complejos y contradictorios pero que tienen la posibilidad de resolverse por medio del compromiso y la participación protagónico mediante un debate público. Docentes como estudiantes que participaron en este II Congreso, evidenciaron que muchas expresiones construidas por cada subjetividad en las instituciones educativas suelen desvanecerse asfixiados en meros comentarios, análisis y diagnósticos. ¿Cómo aprovechar la razón docente y estudiantil de manera pública e intersubjetiva? El proceso deliberativo debe instalarse en los ámbitos educativos como una condición necesaria para convertir en público el resultado consensuado de los debates de carácter institucional o interinstitucional. Hemos podido verificar en el discurso y ciertas experiencias pedagógicas que buen aparte de las estructuras institucionales de los ámbitos educativos proponen reducir al mínimo lo público. Cada institución educativa debe convertirse en un objeto de estudio y que en ella se pueda integrar todo el campo de motivaciones y de interrelaciones que se entrecruzan en los ámbitos educativos como materia prima, desperdiciadas muchas veces, para ser transformadas en verdaderos proyectos que no solo contengan conocimientos alternativos sino practicas comunitarias alternativas. El desafío de construir un sujeto pedagógico en el espacio publico Comúnmente nos encontramos en medio de ciertos debates públicos que instalados por los medios de comunicación se encuentran muy alejados de nuestros ámbitos locales, no queriendo decir que no sean importantes, sino que ciertos debates no se ajustan para nuestros ámbitos más cercanos, descuidando otros temas que tienen, que deberían estar en las agendas de nuestros funcionarios públicos. En términos de gobernabilidad sería (según lo que se puede desprender del pensamiento de Alcántara Sáez) la interacción entre gobernantes y gobernados, entre capacidad de gobierno y demandas políticas. En el espacio público del ámbito local no debe haber un solo debate sobre ciertos temas. En los ámbitos educativos, los estudiantes militantes y los docentes deben propulsar a democratizar el espacio público hacia los espacios públicos en plural: Podríamos imaginar como experiencia educativa para la construcción del espacio público y de la incidencia en el mismo, el agrupamiento de cierta cantidad de instituciones educativas en torno al municipio, o de algún comisionado municipal y que a partir de procesos deliberativos de toda la comunidad educativa puedan convertir en público el resultado consensuado de los debates que son plurales en el mundo de lo privado e instalarlo en la agenda publica de los funcionarios. Poder poner en práctica esta experiencia de los procesos de deliberación requerirá del ejercicio concreto de una razón práctica, capaz de conseguir en la esfera de lo público, la articulación de las diferentes identidades y de las posiciones antagónicas de individuos y grupos frente a valores en discusión. Por las razones señaladas, resulta sumamente importante el ejercicio de lo público en los ámbitos educativos a partir de un dominio de la vida práctica que consolide un ejercicio de la razón pública permitiendo entre otras cosas seguir entretejiendo educación, democracia y juventudes militantes que impulse cada vez más a democratizar los ámbitos educativos. Pensando en vos alta el “III Congreso internacional sobre Educación, democracia y Juventudes Militantes” Los grandes desafíos de construir un pensamiento alternativo, creativo y emancipador, las ideas de democratizar los ámbitos educativos y de ejercitar el espacio público, la exigencia de repensar la educación como reproductora de las desigualdades y salir de ese esquema, la oportuna necesidad de pensar el Estado, de propiciar la militancia estudiantil etc. nos remite al sujeto político ¿pero que hay detrás de este telón recientemente señalado? El Estado capitalista y el modelo económico que llevó a los pueblos a movilizarse y a condenar la deshumanización de ciertas recetas que abrieron la brecha sobre ricos y pobres…,queda abierto el desafío de encontrarnos ya pensándonos como “sujeto económico” en el espacio público ¿cómo producir y distribuir los bienes y servicios que la gente necesita para vivir en condiciones consensuadas de dignidad, cómo incluir a todos en la vida económica corriente? ¿Cómo razonar juntos en la definición y búsqueda activa del bien común? Lic. Diego Ramos. Coordinación política institucional CEICOR dieegoramos@gmail.com