De nuevo la demagogia punitiva ¿ Qué tienen en común Carlos Ruckauf, Luis Abelardo Patti, Juan Carlos Blumberg y Sergio Massa? Más de lo que en primera instancia podría pensarse. Fueron o son emergentes de una patología social vinculada con el miedo a ser víctima de un delito, o se montan en él por simple cálculo polítco. En buena medida, ese temor –visible incluso en poblaciones con ínfimos niveles delictivos- es creación de los medios electrónicos más influentes, desde donde se promueve una solución mágica al problema: la demagogia punitiva. Esta particular forma de ver las cosas consiste en suponer que el temor a un incremento de las penalidades convencería a los habitantes de ese mundo delictivo de abstenerse de conductas ilícitas. Lo curioso es que esa estrategia, complementada con la política de “mano dura” ante los sospechosos de delitos por cuestiones sociales o antecedentes penales, ya se llevó adelante con resultados poco alentadores: superpoblación carcelaria y vulneración de derechos sin un impacto decisivo sobre las cifras delictuales. Las estadísticas son bajas en el comparativo internacional1 e incluso frente a las registradas una década atrás, pero no lo suficiente como para asegurar una tranquilidad absoluta de parte de la población. Lo nuevo dentro de esta lógica demagógica consiste en demonizar un anteproyecto elaborado por una comisión de especialistas de los tres poderes, que aún no tomó forma de proyecto de ley, y cuyo principal objetivo es homogeneizar el Código Penal, distorsionado por esas reformas promovidas por los sucesivos partidarios del endurecimiento de penas. Esos cambios llevaron a absurdos como, por ejemplo, que los delitos contra la propiedad puedan ser punibles con condenas superiores a los cometidos contra personas, siendo que la vida misma y la integridad física constituyen, según la jurisprudencia argentina, un bien superior a tutelar. Frente a esta propuesta, el dispositivo mediático impulsa una campaña contra la reforma. La operación es encabezada por Massa, quien actúa como una suerte de cruzado contra los infieles. Las falacias, tergiversaciones e improvisaciones contenidas en esta ofensiva son muy notorias, lo que llevó a un juez de la Corte, Eugenio Zaffaroni, a solicitar al líder del Frente Renovador a que repase los libros de la Facultad de Derecho2. Lo más grosero es que esa fuerza política dice promover una consulta popular que para llevarse adelante requeriría, de manera previa, una reforma constitucional. Pero además, en la crítica confunde normativas nacionales EspEcial rEforma pEnal 1 Especial Reforma Penal / Abril 2014 Equipo Consejo Editorial Eduardo Sigal Secretario de Redacción Germán Celesia gcelesia@fapc.org.ar Diseño Gráfico Jorge Figueroa jrifigue@hotmail.com Impresión Agencia Periodística Cid Avenida de Mayo 666 CABA Comunidad & Desarrollo es propiedad de la Fundación Acción Para la Comunidad (FAPC), con sede en Avenida de Mayo 1480 2º derecha CP 1085ABR CABA Parte del Contenido de esta revista y las actividades de la FAPC son publicados en su sitio web: http://www.fapc.org.ar Registro de Propiedad Intelectual Nº 5.110.404 Ley Nº 11.723. Los artículos firmados reflejan la opinión de sus autores y no necesariamente las de los editores. Queda permitida la reproducción total o parcial de los artículos haciendo mención explícita del autor y la revista. Los autores de las publicaciones impresas deberán enviar con posterioridad a su edición un ejemplar para el archivo de la FAPC Consejo Directivo FAPC Presidente Eduardo Sigal esigal@fapc.org.ar Vicepresidente Américo García agarcia@fapc.org.ar Secretario General Adolfo San Martín asanmartin@fapc.org.ar Tesorero Jorge Marolla Jorge_marolla26@hotmail.com Filial La Rioja Rosa de Santiago650 Bº 25 de Mayo norte Ciudad de La Rioja Comisiones de Trabajo Salud salud@fapc.org.ar Seguridad seguridad@fapc.org.ar Usuarios y Consumidores usuarios@fapc.org.ar Educación educacion@fapc.org.ar Organismos de Control orgdecontrol@fapc.org.ar Inmigración inmigracion@fapc.org.ar Planeamiento Urbano planeaurbano@fapc.org.ar Integración Regional integraregional@fapc.org.ar 2 EspEcial rEforma pEnal El Código Penal no es el que define si alguien va a la cárcel, sino los códigos procesales de cada jurisdicción y los jueces. con el Código de Procedimiento en materia Penal, que es potestad de cada Provincia, y sostiene la existencia de una reducción generalizada de penas, cuestión desmentida a partir de una simple lectura del anteproyecto. Según el jurista Roberto Carlés, coordinador de la comisión redactora3, la distancia entre lo que dice Massa y los cambios propuestos es enorme. Según el diputado, “se reducirán las penas de 20 de los delitos más graves del Código Penal, y muchos se transformarían en excarcelables”. Carlés aclara: “El Código Penal no es el que define si alguien va a la cárcel, sino los códigos procesales de cada jurisdicción y los jueces. Alguien puede cometer un delito menor, pero igual ir preso por riesgo de fuga”. Para el líder del Frente Renovador, “se eliminaría la reincidencia: robar una o cien veces sería lo mismo según el nuevo Código”, lo cual “no es cierto (ya que) robar una o cien veces nunca es lo mismo porque el que roba cien veces tendrá cien penas que se acumulan”. Según Massa “bajarían las penas de 146 delitos”, pero el texto entregado a Cristina Kirchner reduce penas en 116 casos, incluye 85 tipos penales nuevos, despenaliza 17 conductas y aumenta las penas de 159 delitos. “Con la excusa de impedir el avance del anteproyecto elaborado por una comisión redactora con representación de diversas fuerzas políticas, se impulsa una campaña basada en mentiras y distorsiones informativas que intenta generar miedo para consolidar proyectos políticos de corte antidemocrático”, afirmó el ex fiscal Hugo Cañón, como parte de la lectura de un documento que gestó el Acuerdo para la Seguridad Democrática (ASD), al cual adhirió institucionalmente la Fundación Acción para la Comunidad, editora de esta publicación. robar una o cien veces nunca es lo mismo porque el que roba cien veces tendrá cien penas que se acumulan “En los últimos días se ha fortalecido un discurso oportunista de demagogia punitiva que intenta consolidar un endurecimiento represivo fuera de toda racionalidad democrática, y especula con la desinformación de la opinión pública”, dice otro de los párrafos del documento oportunamente titulado “Para más seguridad, más democracia”4m (1) http://www.oas.org/dsp/FLACSO/flacso_inseguridad.pdf (2) h t t p : / / w w w . p a g i na12.com.ar/diario/elpais/1-241031-2014-03-04.html (3) h t t p : / / w w w . p a g i na12.com.ar/diario/elpais/1-241425-2014-03-09.html (4) h t t p : / / w w w . a s d . o r g . ar/2014/03/para-mas-seguridad-mas-democracia/ Para más seguridad, más democracia E n los últimos días se ha fortalecido un discurso oportunista de demagogia punitiva que intenta consolidar un endurecimiento represivo fuera de toda racionalidad democrática y especula con la desinformación de la opinión pública. Las reacciones ante el tratamiento de un anteproyecto de ley para modificar el Código Penal sirven de base para el despliegue de argumentos autoritarios, tanto en su perspectiva penal, como en su desprecio por las instancias de debate institucionales. Están en juego los principios democráticos que protegemos como sociedad y los modos en que lo hacemos. Con la excusa de impedir el avance del anteproyecto elaborado por una comisión redactora con representación de diversas fuerzas políticas se impulsa una campaña basada en mentiras y distorsiones informativas que intenta generar miedo para consolidar proyectos políticos de corte antidemocrático. Los falacias demagógicas deben poner a la ciudadanía y a todo el espectro político en estado de alerta: se trata de un ideario que sostiene sin fundamentos que el aumento del poder de la policía, el incremento de las penas y el encierro masivo son las soluciones a los problemas de inseguridad. Las evidencias muestran la falsedad de esos planteos. Las políticas basadas en el aumento de penas y el mayor encarcelamiento no reducen la inseguridad ni desactivan las redes de criminalidad causantes de los delitos que más preocupan a la población. Esas son las políticas que fueron el eje de todas las reformas penales de los últimos veinte años en el país y sólo aumentaron la violencia. La falta de democratización de las fuerzas policiales produce día a día mayor violencia, altos niveles de corrupción y connivencia con el crimen organizado y una gran ineficacia para prevenir y reprimir el delito. A las organizaciones sociales y políticas comprometidas con la democracia y los derechos humanos nos preocupa que se instale una lógica en la que los referentes políticos compiten por liderar las propuestas de mayor endurecimiento y el componente represivo se presenta como única solución. Competencia que, al mismo tiempo, erosiona los mecanismos institucionales y las reglas básicas de la discusión en democracia: se ha argumentado a partir de mentiras y se proponen caminos inconstitucionales. Desde el Acuerdo para una Seguridad Democrática, creado con el propósito de fomentar una discusión abierta y pluralista, basada en consensos mínimos sobre las políticas públicas de seguridad en democracia, valoramos el proceso de elaboración del anteproyecto en el que se comprometieron diversas fuerzas políticas como base para una discusión amplia en el Congreso y rechazamos el intento de clausura del debate. Muchos de los firmantes de este documento tenemos críticas, modificaciones o agregados al anteproyecto, pero creemos que hay que hacerlo por fuera de todo oportunismo electoral o demagogia, que luego cobra víctimas que vuelven a servir para construir una nueva demagogia, en un círculo vicioso que urge superar. Buscamos reencauzar los términos y ámbitos de la actual discusión y, de cara a la sociedad, debatir con claridad y rigor técnico, las bases de una política criminal y de seguridad que sea democrática y eficaz, que para serlo no necesita tirar por la borda las mismas libertades públicas que forman parte de la calidad de vida que necesitamos defenderm Problemáticas complejas, como el narcotráfico, son usadas como coartada de modo irresponsable para justificar y extremar recetas autoritarias. Pero sabemos que la violencia no se resuelve con la guerra, ni dejándose seducir por atajos que consolidan la discriminación social y empujan la agenda de seguridad hacia la militarización. Especial reforma penal 3 4 Especial reforma penal El miedo Por Gabriela Cerruti E l sábado tuve que ir a una farmacia en La Plata. Mientras buscaban mi medicamento, me quedé mirando la hoja que sobre el mostrador invitaba a firmar contra el Código Penal. La empleada notó mi curiosidad y dejó lo que estaba haciendo para alcanzarme una lapicera: -¿Vio? Firme, hay que firmar. Todos estamos firmando. Van a soltar a todos los violadores. No va a ir nadie más preso. No pude discutir. Cada frase que decía, provocaba una reacción mayor y más desesperada. Hasta que llegó finalmente lo que debía llegar: -Hay que matarlos a todos. Hay que matarlos a todos. La traducción tribal, deshumanizada, anticivilizatoria en que el sentido común traduce los dichos de una dirigencia política que juega a instalar el terror como forma de conseguir votos. Que apela a los miedos más primitivos para desatar instintos. Un juego peligroso, perverso, hecho desde la irresponsabilidad de apelar a cualquier cosa con tal de “marcar agenda”, de decir cualquier cosa con tal de tener un minuto más en los medios. Sin entender el camino oscuro que esos dichos van trazando en canales profundos sociales que tienen su propia trayectoria, sus propias sinuosidades, que ya nadie maneja. Hay dos miedos ancestrales, dicen los teóricos. El miedo a la habitación oscura, y el miedo al perro que ladra. El miedo a lo desconocido, y el miedo a lo conocido. Sobre la pulsión de esos dos miedos el hombre ya no reconoce sus reacciones, puede actuar dejando de lado valores, solidaridades, pautas que en una situación normal lo harían comportar de otra manera. El estado de terror es precisamente la dominación de una sociedad a través de estos miedos. Por eso fue tan efectivo el estado terrorista argentino: la clandestinidad con que se llevó a cabo la represión agigantó los fantasmas. No había que meterse, no había que decir, no había que mirar, porque podía pasar algo que nadie sabía bien qué era, pero que era tremendo. Cualquiera podía ser llevado por cualquier cosa. El desmoronamiento del estado de derecho impregna a la sociedad de terror: no hay delitos y penas, no hay causas y efectos, hay una amenaza permanente de la que hay que huir. Cada uno se vuelve hacia adentro, hacia su mundo más privado, en donde también hay que cuidarse de lo que se dice o lo que se hace. A cualquiera le puede pasar eso, que no se sabe bien qué es. El terror, el miedo, son las armas más poderosas de dominación de una sociedad. Porque rompen la trama social. Deshumanizan. Plasman un derrumbe civilizatorio, estalla la esfera pública y el hombre y la mujer, seres sociales unidos por ética y valores, se convierten en hordas capaces de cualquier cosa por defenderse quién sabe de qué. El camino a la deshumanización no es lineal, ni se construye en un momento ni de un solo paso. Para explicar ese “derrumbe civilizatorio” que fue el Holocausto, Zygmunt Bauman escribió que un hecho extraordinario es sólo la unión especial de muchos hechos ordinarios. Qué es lo que convierte a hombres y mujeres comunes y corrientes en una horda asesina, capaz de matar a patadas a un joven, de apalear a otro hasta dejarlo sin conocimiento? Qué es lo que lleva a una sociedad que se cree cosmopolita y moderna, regida por valores éticos y religiosos a convertirse en un grupo tribal, despojado de cualquier sentido civilizatorio? El miedo, el terror. Hay que matarlos a todos, porque si no van a venir a matarnos a nosotros. Sin ese terror, sin esa psicosis generada desde un lugar de poder, como es el de un dirigente o una dirigencia que habla desde medios de comunicación respetados, podría entenderse a hombres y mujeres dispuestos a matar a un ser humano por defender una cartera? La condición humana es contradictoria y compleja. Pero la responsabilidad de un dirigente político, de un líder social o religioso, de cualquier persona con ascendencia en la sociedad, y de los medios de comunicación que reproducen esas ideas, es convocar al altruismo, a los sentimientos más nobles, a los valores por todos compartidos. El primer paso sería recuperar el lenguaje: dejar de llamar justicia por mano propia a un asesinato, dejar de llamar delincuente a quien es inocente hasta que se pruebe lo contrario, dejar de llamar hartazgo social a una horda asesina. No menos importante sería que quienes se proponen para dirigir un país entiendan que no son más importantes sus cinco minutos de fama que el futuro de una sociedad. Que alguien le avise a Sergio Massa que en un derrumbe civilizatorio, la humanidad es la primera víctimam *Legisladora porteña por Nuevo Encuentro Especial reforma penal 5 La horda fascista Por Flavia Delmas U n joven roba una cartera y es asesinado por una horda violenta, es noticia, pero es algo más que una noticia, es un terrible, descarnado hecho que podemos desplegarlo: un joven es linchado por una cartera, la cartera vale más que el joven, la vida de un muchacho pobre no vale nada, es otro en el que convergen los odios repetidos en cadena televisiva, en micrófonos y ríos de tinta. Rita Segato habla de pedagogía de la crueldad, se trata de la enseñanza y aprendizaje práctico que realizan los fráteres, esto es, los hermanos de una comunidad fraterna, como un grupo fascista (idea que retomare) en rituales de iniciación, de demostración de virilidad, de hombría que se dan a través del sometimiento del cuerpo (y desde ya del avasallamiento psíquico). Me pregunto cuál es el “aporte” de los medios, sobre todo de los audiovisuales, en esa pedagogía, cuales son las tramas de sentido y en ellas las articulaciones que operan para reproducir, sostener y alimentar esa pedagogía. Es un micro poder mediado que consumimos de manera naturalizada, es decir acrítica, generalmente en momentos de descanso o en procura de información, a veces sencillamente como telón de fondo. Entro a un kiosco en el centro de La Plata, son las 8.30 hs, el comerciante habla con un cliente “viste que se llevan nuestra guita, nosotros trabajamos y ellos viven del Estado que cría vagos”, el otro responde iracundo “y las mujeres llenas de hijos”, “es para sacar más guita”, “sabés que” remata enfático el trajeado comprador “hay que matarlos a todos”. 6 Especial reforma penal Y acá hago un profundo silencio. La noticia del joven asesinado por la horda me lo confirma. La pedagogía de la crueldad es el argumento del fascismo. Monserrat Sagot, citando a Boaventura de Sousa Santos, va a decir que “el fascismo actual no es un régimen político, sino más bien un régimen social y civilizacional. Se caracteriza por experiencias de vida bajo relaciones de poder e intercambio extremadamente desiguales, que se dirigen a formas de exclusión (a lo que le agregaría también de discriminación) particularmente severas y potencialmente irreversibles”. Irreversibles como la muerte. Luz de vida La madre del joven asesinado por la horda, dona sus órganos. Lo dice Polimeni en la radio. La mujer madre, como tantas Otras que en nuestra historia han sacado fuerzas de no se sabe de dónde, han vencido al dolor y han desafiado lo ineluctable del destino que la historia les tenía predestinado. Se ha erguido sobre la horda, sobre los fascistas y nos ha enviado un mensaje de vida. Está en nosotras y nosotros, como comunicadoras, como parte de una comunidad, como sujetos políticos, mirar con ojos bien abiertos y armar estrategias que nos permitan sembrar amor, como nos enseñó Néstor Kirchner, que supere tan profunda miseria humanam (*)Directora de la Especialización en Comunicación y Género de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP. Los linchamientos como efecto de la mano dura *Por la Comisión Provincial por la Memoria E l asesinato de David Moreira en Rosario, y otros episodios de violencia extrema contra jóvenes sospechados de ser autores de robos callejeros, es una señal de alarma que exige pronunciamientos contundentes y acciones políticas de todos los sectores1. Desde su creación, la Comisión por la Memoria de la provincia de Buenos Aires (CPM) brega contra los discursos y las políticas de mano dura, inscriptos en concepciones punitivistas y sostenidos como única respuesta ante los denominados “problemas de inseguridad” porque restringen su campo de intervención a la represión del delito. Junto con otras organizaciones hemos insistido en las consecuencias que esto conlleva: denunciamos las violaciones a los derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad que actúan al margen de la ley y con total impunidad, amparadas por discursos que concitan el apoyo de buena parte de la sociedad, atizada por el miedo a un otro peligroso; un miedo promovido en los discursos mediáticos y de cierta dirigencia política en busca de rédito electoral. Es necesario hacer memoria. En 1999 ganó las elecciones a gobernador el candidato que promovía las ejecuciones sumarias bajo el lema “meta bala, mate un delincuente”. El único resultado de su política fue echar por tierra una reforma policial orientada a la profesionalización de la fuerza y el control civil. En los deslucidos apenas dos años de gestión de Carlos Ruckauf no mejoraron los estándares de seguridad: sólo se incrementaron notablemente las violaciones a los derechos humanos en las cárceles hacinadas y en las dependencias policiales. En 2001, en el marco de la crisis, las ejecuciones policiales en la provincia de Buenos Aires ascendieron considerablemente. Más de diez años después, esta situación en la provincia de Buenos Aires sigue siendo alarmante, y no lo es menos en el resto del país. Las denominadas “leyes Blumberg”, sancionadas en el año 2004 por el Congreso nacional, son otro resultado de la demagogia punitiva. Este conjunto de leyes reiteraron la fórmula fallida planteando el endurecimiento del castigo como modo de disminuir el delito. El panorama actual demuestra una vez más que las políticas de mano dura no sólo son incorrectas, porque han demostrado su ineficacia, sino que son irresponsables y peligrosas. Los linchamientos son la consecuencia más brutal de la mano dura en sus dimensiones discursiva y práctica, en tanto particulares se apropian de la capacidad del Estado para “violar los derechos humanos”; es decir, no sólo lo avalan y reclaman sino que lo ejecutan. Se trata de los mismos discursos que promueven y justifican la tortura sistemática contra los sectores pobres y jóvenes que hoy pueblan los lugares de encierro. En ambos casos propiciando dos de los delitos más graves según nuestro ordenamiento legal: el homicidio y la tortura. Los linchamientos no son “justicia por mano propia”: son homicidios calificados. La Justicia deseable en una democracia es la que protege a las víctimas y sanciona a los responsables de conductas que infringen la ley. Anhelamos que esta vez no vuelva a imperar la Especial reforma penal 7 impunidad, como sucedió con los responsables de la muerte de Lucas Navarro, un niño de 15 años linchado, asesinado a golpes en 2010 por vecinos del barrio Los Pinos (La Matanza), luego de intentar cometer un robo con un arma de juguete. En septiembre de 2013 el tribunal de La Matanza –integrado por los jueces Javier González, Matías Deane y Gabriela Rizzuto- absolvió a los cuatro acusados por el crimen. Es necesario hacer memoria. A treinta años de democracia, y luego de vivir la experiencia límite a la que nos condujo el terrorismo de Estado, debemos actuar con responsabilidad. Sabemos, porque lo hemos vivido, qué consecuencias provoca engendrar “el huevo de la serpiente” alentando miradas e intervenciones sobre la realidad e instigando al miedo y a políticas de depuración social. Ninguna mayoría ganará con esto, aunque algunos mejoren en las encuestas sabemos los costos que esto produce y seguirá produciendo si no se detiene a tiempo. El siglo XX ha demostrado en demasiadas oportunidades cómo puede caerse en la barbarie. Los genocidios y masacres asolan la historia contemporánea. En todos ellos hay un patrón común: la estigmatización de otros constituidos en el “mal” a erradicar, a los que se los despoja de su condición humana como paso previo a su eliminación. 8 Especial reforma penal Los asesinados se cuentan por millones y no cesan. Por eso es altamente preocupante la exacerbación de la muerte y el horror sostenida y promovida por algunos grupos y voceros mediáticos, que se arrogan la representatividad social y difunden modos de leer la realidad a través del prisma del miedo y el odio, profundizando aún más la fragmentación social. Es imprescindible entonces avanzar en la formulación de políticas de seguridad democráticas y eficaces, abandonar el punitivismo como respuesta a los problemas sociales y los discursos que exaltan la vulneración de derechos como modo de resolución y, sobre todo, luchar contra la desigualdad social que provoca fuertes fracturas y lesiona la posibilidad de vivir juntos. Debemos encontrar caminos para avanzar en la democratización de la sociedad, sin demonizar culpables ni simplificar soluciones ante problemas complejos. Así seremos esa sociedad que honra su memoria y aprende de su pasadom * Adolfo Pérez Esquivel, Hugo Cañón, Aldo Etchegoyen, Víctor Mendibil, Mauricio Tenembaum, Elisa Carca, Susana Méndez, Carlos Sánchez Viamonte, Luis Lima, Víctor De Gennaro, Martha Pelloni, Roberto Cipriano García, Dora Barrancos, Verónica Cruz. 1 http://www.comisionporlamemoria.org/show_news. php?id=540