La “revolución” kirchnerista y los modelos en disputa En la charla “La fórmula presidencial ScioliZannini y la actualidad del kirchnerismo a la luz del pensamiento de Antonio Gramsci”, Mario Della Rocca, Edgardo Mocca, Eduardo Sigal y Eduardo Jozami reflexionaron sobre el proceso político iniciado por Néstor Kirchner y continuado por Cristina Fernández y las chances de una continuidad a partir de la fórmula encabezada por el actual gobernador bonaerense. El siguiente es un extracto de sus alocuciones Especial Ajuste a la griega 1 Mario Della Rocca “Lo que importa más que las personas es el proceso histórico de lucha” K “La revolución que pretendía Gramsci para la Italia de su tiempo es similar a las transformaciones profundas que se dieron en la Argentina desde el año 2003” Segunda Época / Especial Los modelos en disputa Octubre 2015 / ISNN nº 1668-3579 en La Batalla Cultural Equipo Consejo Editorial Eduardo Sigal, Américo García, Mario Della Rocca Secretario de Redacción Germán Celesia gcelesia@fapc.org.ar Diseño Gráfico Jorge Figueroa jrifigue@yahoo.es arl Marx, en “Una contribución a la crítica de la Economía Política” de la obra “El Capital” dice: “El Ser determina la consciencia”. O sea que las condiciones objetivas definían, de alguna manera, todo. Después, Friedrich Engels ya hace un prefacio donde dice que no es tan así, que Marx lo que quiso decir es que en última instancia las condiciones objetivas definen las realidades políticas, pero hay cierta generación de condiciones subjetivas. Ahí se engancha Antonio Gramsci y pasa a ser uno de los pensadores más importantes de su tiempo, y uno de los pensadores más importantes en todas estas décadas. Gramsci hizo hincapié en el punto de la generación de las condiciones subjetivas para, en su tiempo, la revolución. Y hoy podríamos tranquilamente plantear, como lo hacen algunos núcleos de izquierda, discusiones entre reforma y revolución. Yo considero que esa no es la discusión actual. Yo considero a la revolución que pretendía Gramsci para la Italia de su tiempo similar a las transformaciones profundas que se dieron en la Argentina desde el año 2003. Estamos hablando prácticamente de lo mismo. En uno de mis libros, pongo que Néstor Kirchner tuvo más audacia que Perón, que puso el freno a algunas transformaciones que se venían en determinados momentos históricos. Comunidad & Desarrollo es propiedad de la Fundación Acción Para la Comunidad (FAPC), con sede en Avenida de Mayo 1480 2º derecha C1085ABR CABA Tel.4383-2045 Parte del Contenido de esta revista y las actividades de la FAPC son publicados en su sitio web: http://www.fapc.org.ar Registro de Propiedad Intelectual Nº 5216888 Ley Nº 11.723. Los artículos firmados reflejan la opinión de sus autores y no necesariamente la de los editores. Queda permitida la reproducción total o parcial de los artículos haciendo mención explícita del autor y la revista. 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Le dice a José Pablo Feimmann: “Armemos a los intelectuales”, y en realidad después nace Cara Abierta, porque Feimmann no se anima, en su individualismo, a generar un grupo. Todo esto debe contemplarse en su globalidad para ver qué tiene que ver con el kirchnerismo actual. A Gramsci hay que pensarlo sobre todo cuando hay una elevación del nivel de consciencia de la sociedad civil. A diferencia de los que plantean un Gramsci socialdemócrata, mi interés siempre fue ver un Gramsci nacional y popular, porque él se planteaba la cuestión nacional como esencial, y en eso debatía fuertemente con Rosa Luxemburgo, León Trotsky. Hablaba de la cuestión popular a partir de creer que la sociedad civil necesitaba una reforma intelectual y moral profunda para constituir un bloque histórico capaz de llevar adelante las transformaciones, en ese momento revolucionarias y hoy transformadoras del país. Estamos hablando de lo que la Presidenta, Cristina Fernández, llama “empoderamiento del pueblo”. De alguna manera es un análisis básicamente gramsciano. No es el marxismo clásico vanguardista vulgarizado, de que el partido lo va a ser todo, de que la gestión del gobierno lo va a ser todo y las condiciones objetivas nos van a llevar automáticamente al cambio, sino que hay que crear condiciones previas para ese cambio. A Néstor Kirchner yo lo acompaño desde 2003. Cuando Eduardo Sigal se reunió con él dije: “Si Eduardo está me parece que es un dato Alvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia dice: “Hegemonía es convencer a los que no están con uno”. Nosotros tratamos de generar consciencia para ver si convencemos a otros que hoy no están con nosotros. Eso es generar hegemonía. Y García Linera agrega: “Después de derrotarlos moral e intelectualmente”. ¿Qué significa una derrota moral e intelectual? Por ejemplo que comiencen a darse cuenta fehacientemente que no se puede pagar la deuda externa con el hambre del pueblo. Que los medios de comunicación no pueden seguir mintiéndonos como nos mienten. Y así generar alternativas al bloque hegemónico de poder, que hoy sigue siendo muy importante. Evidentemente todavía hay mucha lucha por hacer, mucha batalla por la hegemonía, mucha batalla por la consciencia de los argentinos, y hay mucho por ganar. Yo creo que hay un antikirchnerismo muy duro, pero hay espacio para seguir creciendo, y yo creo que se va a demostrar esto en las próximas elecciones. Gianni Vattimo, el intelectual italiano, acaba de decir: “El Papa es el Gramsci de la actualidad”. El Papa, si bien algunos dicen: “No está haciendo transformaciones profundas”, se dedica a la reforma intelectual y moral, a predicar nuevos valores. Su crítica al capitalismo; su discurso a favor de los pobres, de la igualdad social. Son toda una serie de cosas similares a los planteos que tenía Antonio Gramsci. Pero este planteo ideal tiene que conciliarse de alguna manera con la política. La “real política” tiene que tener su lugar. Así ocurrió con las decisiones de los últimos tiempos, que partieron de la cúspide del poder en la Argentina. Nos encontramos en medio de un debate. Yo no consideré nunca a Daniel Scioli como un traidor, sino una persona inteligente, trabajadora, que no tiene en su gen la igualdad social, no le sale hablar de la igualdad social, que es lo que hoy define a la Argentina. En cambio, Carlos Zannini tiene la igualdad social en su gen. Antes de la decisión de la cúspide del poder, pensaba que Florencio Randazzo iba a profundizar el modelo más netamente que Scioli. La definición presidencial tuvo sus sorpresas; yo creo que tenemos que enmarcarlas más en un proceso político, un proyecto, que en una figura. Y si esta persona es medianamente inteligente, yo creo que se va a enmarcar en el proceso. Creo que eso es lo que va a pasar, aunque por supuesto hay que acicatearlo desde la cámara de diputados, para por ahí sacar la reforma financiera que todavía falta. Lo mismo en todas las cosas que sabemos que faltan y que sabemos que son muy duras de conseguir y que por ahí en el próximo mandato en algunas avanzamos y en otras no avanzamos tanto. Pero volver atrás me parece que va a ser imposible. Como decía Marx en “El 18 brumario de Luis Bonaparte”, los líderes, los políticos, son personas. Lo que importa es el proceso histórico de lucha. Creo que acá hay un proceso histórico que ni Scioli ni los grupos hegemónicos están en condiciones de detener. El propio Macri asume el cambio en la Argentina, que estas medidas del gobierno han entrado en el sentido común de los argentinos. También algo profundamente gramsciano es tomado por las masas como algo efectivo, perdurable, que no quieren dejar de lado. Me parece que en eso es un triunfo. Todos sabemos que desde hace años hay una disputa entre el pejotismo tradicional y el kirchnerismo. Nosotros trabajamos para que el kirchnerismo sea una etapa superadora del peronismo, del pejotismo tradicional, sin despegarse de la raíz peronismo que hoy sigue sobreviviendo en muchas partes del país. Y abogamos por la comunión de las tradiciones peronista y de izquierda, sabiendo que el kirchnerismo tiene una raigambre popular y nacional inexorable para la Argentina. Fueron los que nos sacaron de la crisis orgánica de la Argentina y creo que el peronismo nos sacó de ese pantano y nos llevó a lo que fueron estos últimos doce años de grandes avances que no eran esperables por nadiem Especial Los modelos en disputa 3 Edgardo Mocca “La fórmula es el balance de una etapa y el reconocimiento de una relación de fuerzas” E l de los años 2001-2003 es un momento de “crisis orgánica”. Son esos los momentos propicios, lo que Maquiavelo hubiera llamado “la fortuna de emerger a la política en momentos en crisis”. Maquiavelo hubiera dicho que la fortuna hace la mitad del trabajo de un príncipe, o de un político en general. La otra mitad la hace la virtud política, el saber hacer. Es un momento de crisis orgánica y la fortuna para el líder y para el pueblo de la emergencia del liderazgo de Néstor Kirchner tiene también un componente que fue la confluencia, que no fue inmediata, entre la voluntad transformadora de Néstor Kirchner y la etapa que se abría en el mundo. Yo no intuía en diciembre de 2001 que la crisis Argentina era un capitulo particularmente dramático y catastrófico de un proceso de crisis que fue mucho más allá del sonsonete con que fue predominantemente interpretada esa escena: el de políticos sin moral, o que roban, o que hay demasiados parlamentarios. Recordemos que en el año 2002 circulaba un papel, escrito por un tal Rudiger Dornbusch, que supo ser una de las referencias de lo que se llama la “Ciencia” Económica, y decía que la Argentina tenía que ser tratada como ocurrió con Austria después de la guerra, y ser sometida a un proceso de quiebra y ser administrada por especialistas expertos internacionales. Es fácil imaginar que detrás de esta fórmula 4Especial Los modelos en disputa estaban los “expertos” del FMI, y los grandes financistas del mundo. Fue una crisis de la comunidad política. Nosotros estuvimos a punto de la destrucción de la comunicad política. No sé si se acuerdan, pero en ese momento había gobernadores de provincias que estaban entusiasmadísimos con la idea de crear regiones, y cuando en medio de semejante desbarajuste los de Cuyo dicen: “vamos a armar una región”, uno tiene que pensar que están preparándose para que el poder central no pueda seguir funcionando. Frente a esto, creo que es muy útil pensarlo desde Gramsci. La pregunta sobre qué quería hacer, cuál era el programa de Néstor Kirchner en el 2003, para las viejas tradiciones de izquierda, democrática o antidemocrática, es la pregunta fundamental. El programa de Néstor Kirchner era mantener, conservar, ampliar y reproducir el poder, que es lo que tiene que hacer un príncipe, que es lo que explicaba Maquiavelo. ¿Con qué fuerza se enfrentaba el “nuevo príncipe”? Se encontraba con la asentada historia de la Argentina, donde ganara quien ganara las elecciones, había que obtener el certificado de legitimidad en algunas oficinas caracterizadas de los grandes grupos económicos y de los grandes medios de comunicaciones, que están entrecruzados. Todos recordamos que José Escribano, en la Nación, le tomó examen a Néstor Kirchner para legitimarle con el certificado correspondiente de que podía ser Presidente de la República, y Néstor Kirchner se negó a firmar el certificado. Pero la hoja de ruta de Néstor Kirchner no es un programa, una plataforma política, sino: vamos a ver cuáles son los frentes de conflicto. Primer conflicto a resolver, el tema de la deuda, porque así no puede existir un país, con semejante lastre, efectivamente ahí sí aislado del mundo. Si uno mira la historia del 2003 hasta acá, es la historia de los conflictos políticos. Lo decisivo que estuvo claro en Néstor Kirchner es que en este país no gobiernan más los economistas, los periodistas, las grandes patronales, el FMI ni las potencias extranjeras, sino aquellos a los que el pueblo le ha dado la tarea de gobernar por medio del mecanismo más simple y más trascendente de la historia democrática del mundo que es la votación, y solamente desde ese punto de vista uno puede explicarse el orden sucesorio, los episodios que se fueron dando. El primer gran episodio fue la restructuración de la deuda, que fue el más complejo, porque se puso el dedo en el tablero eléctrico mundial, y se hizo saltar todos los tapones. Pero se encaró en un momento muy alto de la popularidad, donde la argentina salía de la crisis de la postración de diciembre de 2001. Por eso la construcción de un sujeto llamado kirchnerismo comienza con el conflicto agrario en el 2008, porque a partir del 2007 se termina la etapa fácil de la recuperación porque los grandes factores de poder dicen: “Hasta acá llegamos”. Porque con las retenciones móviles se inicia lo que es ya una guerra declarada, que se vislumbra que es de los medios porque es allí donde aparece escenificada, pero la guerra no nace necesariamente en los medios. La guerra es de los mismos tipos, las mismas asociaciones que en el año 75 formaron al APG para darle impulso y el programa económico y político al golpe genocida. Son los mismos tipos. Esos le declaran la guerra al gobierno. En cambio, la fórmula del oficialismo es un balance, una fotografía que se le saca a la realidad política y que surge, es el resultado, de una batalla política donde el plan de la derecha argentina era que el gobierno de Cristina terminara en un incendio total, si es posible vinculado a la cuestión financiera. En todo caso, los cisnes negros que sobrevuelan según el diario La Nación, apuntan a eso: a crear clima para ver si, aunque ahora es muy difícil que logren el Plan A, lo menos pueden generar incertidumbre a ver si logran condicionar la elección, y si no pueden condicionar el resultado de la elección, que vayan condicionando al futuro presidente que surja de elección. Van a ir trabajando en eso, pero se puede hablar globalmente de un fracaso si uno cuenta del 2008 la cantidad de cuestiones que se han ensayado, los recursos que se han puesto en acción: sacaron a los gendarmes, a los prefectos, a los jueces, a los dueños de la tierra, boicotearon los planes contra el alza de los precios. Hicieron todo tipo de salvajadas. Y ni hablar del punto más alto de esa sublevación oligárquica que fue el caso Nisman, donde una presidenta fue acusada, por una ley que mandó al Congreso, de encubrir el terrorismo de un país que ahora es amigo de la principal potencia mundial. Eso ocurrió en Argentina de hace unos meses. El plan A tenía tres líneas: una línea era el desbarajuste económico, porque eso crea desórdenes en los estados de ánimo, desordenes espirituales en el pueblo, y permiten pasar del desorden subjetivo a la acción, porque el segundo punto fue hacerse con la calle. Si uno mira las ínfulas de Moyano, Barrionuevo y Michelli -no las actuales, porque están completamente desdibujados- la situación anímica con la que salieron a parar el transporte, a desequilibrar a la sociedad argentina, y la frustración tremenda que significó para ellos el traspaso pleno de esa idea. El segundo punto fue la calle, el desorden, que la policía fuera, que hubiera todo el despelote que se pudiera. Y el tercero, que es un poco la síntesis política, de ese plan, era quebrar la unidad interna del movimiento que apoyó, que sirvió de sustento orgánico de este proyecto político durante estos doce años. Y eso comenzó a tener un principio de ejecución muy fuerte con el resultado electoral de las legislativas del año 2013 y el ascenso de Massa. Con el ascenso de Massa, los problemas económicos que ya estaban planteados, y con la incidencia de los poderes fácticos en la creación del clima, estaban dadas las condiciones. Todos sabemos que se hablaba de la estampida, y que después de la estampida, los gobernadores y los intendentes de la estructura peronista iban a hacer fila detrás de Massa, iban a licuar y a vaciar el poder político de Cristina Kirchner y todo iba a terminar como el plan A lo decía; es decir, en el desorden social, económico y finalmente en el desorden político. ¿Qué se saca de eso? Se saca que se justifica una política de ajuste brutal, porque en una situación de caos, todos sabemos que las recetas fundamentalistas de mercado tienen más ambiente que ahora. Eso fracasó, y en el fracaso de la estrategia en relación al peronismo, yo quiero decir que estoy convencido que el factor esencial fue el liderazgo de Cristina Kirchner. Y junto a ese factor esencial, la candidatura de Daniel Scioli jugó un papel muy importante. Daniel Scioli dijo en 2013: yo quiero ser presidente. Y en buena medida, hay que reconocer que si alguien fue indispensable en estos doce años para que pudiera existir el proceso transformador más importante de la Argentina post primer peronismo, esa fue la estructura federal del peronismo. Encolumnar eso fue el centro de los esfuerzos de Néstor Kirchner. La transversalidad fue un proyecto, pero visto desde hoy, era un modo de jugar con la estructura del peronismo: si no me apoyás, vamos a tener que hablar en otros términos. A mí me parece que la fórmula es eso: es la síntesis, el balance de una etapa, es el reconocimiento de una relación de fuerzas. Y las relaciones de fuerza pasan también por lo electoral. Y hoy, la verdad que cualquiera que vaya las provincias del norte, noreste y noroeste, vas a ver que si vos le sacas a esto la estructura del Partido Justicialista y tenés que conformarte con ser un grupo de opinión política. Y ahí termina la historia. Dos “almas” en pugna El primer gran episodio fue la restructuración de la deuda, que fue el más complejo, porque se puso el dedo en el tablero eléctrico mundial, y se hizo saltar todos los tapones. Para mi hay dos problemas que aparentemente son contradictorios, pero que tenemos que resolverlos a los dos juntos. Uno es el problema de la unidad, porque con todos los dimes y diretes alrededor de la candidatura de Scioli, estaban empezando a meter una cuña entre dos “almas”. Un alma peronista, que para algunos era el alma de la corrupción, de la herencia menemista, de lo peor que vivimos en los 90, y para otros era el alma nacional, el único alma que existe y no los “zurdos”. Es decir, según del lado que se mire, estaba claro que era y es la intensión principal de la derecha jugar a una ruptura entre esos dos corazones que tiene un proyecto transformador. Es decir, quedar con un peronismo como si no hubiera pasado nada, despegado de la novedad histórica política del Especial Los modelos en disputa 5 kirchnerismo; es decir, despegado de las madres, de la integración regional, de la apuesta fuerte Venezuela, Bolivia. Despegado de la cultura, despegado del “relato”. La defensa del frente cultural, del frente gramsciano, que sigamos teniendo viva, la red de formación de opinión, de concepción de la Argentina que nació en estos años, de eso depende todo. Entonces, unidad y profundización. Lo primero que aparece es que para profundizar hay que lastimar la unidad, porque se supone, bien o mal, que hay un sector, que ahora con Scioli queda en el centro del dispositivo nacional-popular, un centro que tiene más cercanía con una tradición conservadorapopular, como alguno ha definido la de las provincias, más en el centro del tablero ideológico-político, más proclive a llegar a algún tipo de acuerdos. Ahora, es un sector que llega en nombre del conjunto. Así como nosotros dirigimos esto, siendo minoría en el movimiento popular que acompañe esto, ahora tenemos que prepararnos para ser una minoría activa, pero una minoría que crezca y que no esté a la izquierda de nada, que esté disputando el centro del dispositivo, que es prepararse para una etapa donde primero vamos a tener que ganar y después vamos a tener que ser, en la misma dialéctica, portadores de la idea de la unidad de lo que estuvo unido durante estos doce años. Tenemos que ser los principales impulsores de que lo que estuvo unido durante estos doce años siga unido, y al mismo tiempo los propulsores de todas las iniciativas que han quedado pendientes y que no pueden quedar congeladas, porque quedar congeladas es retroceder, si desaparece la dinámica de cambios que empezó en 2003, lo cual no quiere decir que no haya que hacer rodeos teniendo en cuenta la situación internacional. No seamos paladar fino de un gobierno que se va a tener que bancar una situación política complicada y del cual no necesitamos apretarlo y extorsionarlo para que haga lo que nosotros queramos. Necesitamos empujarlo, acompañarlo, necesitamos darle ideas, necesitamos impulsarlo. Termino con una idea que no es de Maquiavelo ni de Gramsci sino del Coco Basile, que dice: yo lo paro bien al equipo, lo que pasa es que después empieza a rodar la pelota y cada uno de los jugadores va para un lado distinto. Acá hay que ver cada uno de los jugadores, porque uno puede prejuzgar que va a hacer Scioli o que va a hacer Cristina. Ahora, no podemos entrar en una especulación fina sobre cosas que no ocurrieron. Además, no es que nos van a pasar determinadas cosas sino que nosotros vamos a hacer cosas para que pasen otras cosasm Eduardo Sigal “El proceso de cambio ha dado lugar al nacimiento de un nuevo bloque histórico” L levamos doce años de un proceso de transformaciones, de reformas, en la Republica Argentina, que, si nos remontamos 12 años atrás, ninguno de nosotros imaginaba el nivel de profundidad y la continuidad que iban a tener. La capacidad de iniciativa política, de debate político. La capacidad de instalar en la sociedad ese debate cultural para generar un nuevo sentido común en la sociedad argentina, sacarla del individualismo en que la había metido el neoliberalismo de los 90, empezar a pensar en proyectos colectivos, de país, de región, de un mundo distinto, donde cada uno de nosotros, como sociedad, como país, como colectivo, tenemos un rol importante para jugar. Me parece que esa idea y ese eje que ha transitado estos doce años, ha tenido que ver con la idea del desarrollo y la inclusión. Ese ha 6Especial Los modelos en disputa sido el eje principal, motor de la gestión de Néstor y de Cristina y en la apuesta a que continúe después de diciembre de 2015. Esta es una de las ideas que está dando vuelta. Por supuesto todo proceso de cambio, todo proceso electoral, que implica la posibilidad de un cambio, genera dudas, interrogantes, genera inquietudes, pero yo creo que básicamente lo que nosotros necesitamos es pensar cómo tenemos la capacidad de aporte constructivo a la continuidad del proceso de desarrollo e inclusión en la Argentina. Este proceso empezó por recuperar algunas cuestiones muy elementales de una Argentina destruida, el sentido de la producción, del empleo, de la soberanía, casi en el hecho paradigmático de cómo por primera vez se patea el tablero del sistema financiero mundial y se plantea una negociación de la deuda inédita, atípica, difícil que se vuelva a repetir en el mundo. Me parece que hemos sido participes, protagonistas en algunos casos y seguidores en otros, de hechos espectaculares de la política argentina. Y hemos ido avanzando no solamente en algunas cuestiones que hacen a mejorar la calidad de vida desde el punto de vista material en Argentina. También estamos mucho mejor desde el punto de partida de la cultura, de las ideas, de la convivencia. Basta hablar de lo que significa para eso haber avanzado en el tema de la identidad de género, en el matrimonio igualitario. Son cuestiones que hacen a mejorarnos a nosotros como país, como sociedad, como género humano. Hemos ido avanzando también con respecto a legislaciones y a debates que se han ido dando en el mundo. Se han ido desarrollando cosas que también hacen a un sentido de desarrollo nacional. No es cualquier desarrollo. Cuando acá se crea un ministerio de ciencia y tecnología y ponemos el acento en el desarrollo científico tecnológico en la Argentina, cuando estamos hablando de un plan de desarrollo nuclear y espacial en un país de desarrollo medio y con muchas dificultades, cuando estamos poniendo el acento en transformar el sistema educativo, cuando hablamos de incorporar el sistema científico tecnológico al proceso de enseñanza aprendizaje, cuando estamos acercando las universidades a donde están los sectores marginados, pobres, que siempre fueron despreciados y excluidos en la argentina,estamos generando ideas acerca de qué tipo de países estamos pensando en construir y por supuesto hemos tocado en toda esta etapa intereses fuertísimos. Lo que se ha hecho con los cambios en el sistema jubilatorio, hoy uno lo puede decir casi como una anécdota pero aquí se han tocado intereses poderosísimos que se apropiaban con importantes ingresos de la poblacion por decenas de miles de millones de pesos. El haber recuperado Aerolíneas Argentinas como aerolínea de bandera, el haber recuperado YPF, el proceso de transformación en el sistema de transporte ferroviario, y el haber tocado intereses, como hemos tocado, y que nos tiene en una tensión fenomenal en los últimos años con el tema de la ley de medios audiovisuales, es indicativo de que estamos en un proceso de transformación de la argentina, económica, política, cultural, de nuestra Argentina, en un sentido muy profundo. Y hay en este proceso de transformación, sectores que resisten activamente. Tenemos un pueblo con capacidad de movilización, que ha ido cambiando su sentido común, un pueblo que es partícipe de estas ideas, pero también yo quiero recordarles que también una parte del pueblo se movilizó en el año 2008 para impedir una de las transformaciones en la argentina con la 125, más allá de las consideraciones, del personaje. Yo lo que quiero decir, que nosotros estamos en medio de un proceso de transformaciones que nunca se culmina. Estamos en medio de un proceso de transformación con una derecha que también se reorganiza, con sectores de poder que resisten, que han tenido y que ejercitan con frecuencia demostraciones también de movilizaciones sociales, porque No nos alcanza con los que están convencidos de este proceso, necesitamos ir perforando ese debate en los sectores que aun nos miran con desconfianza la movilización de febrero, con lo de Nisman, muchos de ellos deben estar planteándose porqué estuvieron ahí en ese momento, pero fue una demostración masiva, liderada por sectores de la derecha que resisten los cambios en la Argentina. Se ha construido una derecha, desde el punto de vista electoral, competitiva. Son cosas que también hay que tener en cuenta. Me parece que hay una disputa de carácter ideológico, cultural, por ese sentido común del pueblo argentino que me parece muy importante tener en cuenta, porque esto es parte de la batalla y parte de lo que nos convoca a no ser solamente analistas de la realidad y a ser protagonistas de ese proceso de cambios. Me parece que esto es fundamental. Hay cuestiones incluso en las que no hemos podido avanzar como hubiéramos querido. El tema de la Ley de Medios, a la que hacíamos referencia, es muy claro. Venimos dando batalla, pero acá se ha producido una asociación entre los sectores concentrados, que manejan una cuota importantísima de esos medios de comunicación, con el Poder Judicial, que también contribuye permanentemente a poner trabas no sólo en las trasformaciones en el sistema comunicacional argentino. Están poniendo trabas para su propia transformación como una casta llena de privilegios en la argentina, y me parece que es uno de los desafíos sustantivos que tenemos para seguir democratizando y transformando a la Argentina en la próxima etapa. A mí me parece que las políticas de democratización en la justicia argentina, junto con esto del desarrollo y la inclusión, han sido fundamentales, le han dado un rasgo distintivo, al cual la derecha trata de descalificar por modos, por características de liderazgo, pero la democratización que hay en la opinión pública, en la capacidad de opinar de la ciudadanía, la forma en que funciona el sistema constitucional republicano en Argentina y la democratización que hemos trasladado a la economía, a la educación, a la cultura y a la política. Las propias PASO son un mecanismo de democratización de la política, porque rompe con la lógica de la política para pocos, para los que tienen recursos económicos o la elite, abre las posibilidades para el debate, para la democratización, para la confrontación de ideas y esto en el sentido gramsciano apunta también a la cultura como sostén de la consciencia. Me paree que con todo este proceso de democratización en los distintos ámbitos se apunta en esa dirección. Creo que nosotros tenemos que apuntar a construir esta hegemonía cultural. Lo venimos haciendo, pero hay que continuar esa batalla para construir una hegemonía cultural del proceso de de transformación, de esta Argentina de inclusión y de desarrollo. Y tenemos que vencer en ese debate no a una minoría, sino a una parte importantísima de la sociedad argentina. Que nos ve con mucha resistencia. Me parece que nosotros tenemos que ser constructores de consenso en la sociedad desde una convicción. No nos alcanza con los que están convencidos de este proceso, necesitamos ir perforando ese debate en los sectores que aun nos miran con desconfianza en las transformaciones y el desafío, para mí, está en la continuidad, que significa indefectiblemente aportes e ideas para que este proceso político pueda irse profundizando. A mí me parece que este proceso de cambio que se está dando en la argentina está dando, en alguna medida, nacimiento a la construcción de un nuevo bloque histórico, un nuevo sujeto en la argentina que se alimenta de distintas historias, de distintas experiencias de la historia política argentina. Creo que nosotros estamos siendo partícipes desde nuestra identidad de la construcción de un nuevo sujeto político que para simplificar lo hemos determinado kirchnerismo. Los que quieren mirar y llevarnos a antes del 2003 no están trabajando por la pureza de este proceso político sino a favor de la derecha. Nosotros queremos fortalecerlosm Especial Los modelos en disputa 7 Eduardo Jozami “Scioli-Zannini significa unidad en la diversidad” C reo que nos sirve Gramsci para interpretar lo que está ocurriendo en la argentina hoy. A mí me parece que sí, siempre que tengamos cierta moderación. No hay ningún autor que resuelva absolutamente nada en el terreno de la política. Y eso Marx lo tenía muy claro, siempre fue muy cuidadoso en señalarlo. Pero yo creo que Gramsci sirve porque tienen algunas características que, me parece, vienen bien para darle una marca al debate político en este momento. Por ejemplo, la preocupación por la batalla o el debate cultural. Claramente la construcción de la hegemonía es la creación de una nueva cultura, y nosotros hemos visto que en la Argentina esto puede ser visto como una gran confrontación ente dos culturas. Una que tiene que ver con la justicia social, la identificación con los intereses populares mayoritarios, con la integración latinoamericana y una cultura que tiene que ver con la visión tradicional de los sectores dominantes argentinos. Si uno quiere caracterizar a esta fórmula presidencial que tenemos ahora, tendría que decir lo que dijo Zannini ya varias veces en diversos actos: esto es unidad en la diversidad. Si nosotros queremos vencer a Macri, tenemos que fortalecer la unidad de este movimiento que apoya la formula, que como dijo Edgardo, expresa una relación de fuerzas dentro del movimiento político. Y siempre fue así, cuando Néstor le dice a Torcuato di Tella en esa entrevista que hace en momentos en que él está por asumir el poder, le dice: “Me gustaría que el sistema político argentino se orientara a dos grandes fuerzas: una de centro derecha y otra de centroizquierda”; está claro para él que esa fuerza de centroizquierda 8Especial Los modelos en disputa Hoy estamos en un momento en que hace falta seguir porque seguir no es simplemente conseguir más, es garantizar lo que hemos hecho hasta ahora no es el partido justicialista. Es otra fuerza donde por supuesto estará el partido justicialista o gran parte de él y otros sectores políticos. Eso no se pudo hacer y de alguna manera, más allá de las buenas señales que haga Daniel Scioli, el hecho de que se haya impuesto la candidatura de Daniel Scioli revela que esa tarea que se había impuesto Néstor en 2003 no pudo realizarse acabadamente, y es una tarea que está pendiente. Hoy estamos en un momento en que hace falta seguir porque seguir no es simplemente conseguir más, es garantizar lo que hemos hecho hasta ahora, porque si uno piensa en esta situación paradojal de todo lo que se ha avanzado en la economía y la enorme debilidad estructural que seguimos teniendo, nos damos cuenta de que sin una política decidida y consecuente para seguir avanzando, se corre el riesgo de retroceder en los logros conseguidos en estos años. A mí me parece que el modo en que se resolvieron las candidaturas también está demostrando nuestras debilidades. Yo creo que de aquel 22% y aquella situación en la plaza en 2008, cuando tuvo que llamarlo a Luis D´Elía para que tratara de que no entraran los manifestantes a Plaza de Mayo, a la situación actual, donde hay decenas de miles de militantes en todo el país, hay un avance muy importante, pero a mí me parece que el modo como finalmente se resolvió la situación política, está demostrando nuestra debilidad. Y ya que hablamos de Gramsci, me parece que Gramsci nos puede ayudar como guía de muchas reflexiones para pensar en la construcción de una fuerza política que debata, que tenga un proceso de formación de sus cuadros, que esté abierta sin sectarismos a todos los sectores con los que se pueda trabajar en común y que tenga por supuesto, la identificación que tenemos con lo que se hizo con lo que se hizo en estos doce añosm