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La “revolución” kirchnerista y los
modelos en disputa
En la charla “La fórmula presidencial ScioliZannini y la actualidad del kirchnerismo a la
luz del pensamiento de Antonio Gramsci”,
Mario Della Rocca, Edgardo Mocca, Eduardo
Sigal y Eduardo Jozami reflexionaron sobre el
proceso político iniciado por Néstor Kirchner
y continuado por Cristina Fernández y las
chances de una continuidad a partir de la
fórmula encabezada por el actual gobernador
bonaerense. El siguiente es un extracto de
sus alocuciones
Especial Ajuste a la griega
1
Mario Della Rocca
“Lo que importa más que las personas
es el proceso histórico de lucha”
K
“La revolución que
pretendía Gramsci
para la Italia de su
tiempo es similar a
las transformaciones
profundas que se
dieron en la Argentina
desde el año 2003”
Segunda Época / Especial Los modelos en disputa
Octubre 2015 / ISNN nº 1668-3579
en La Batalla Cultural
Equipo
Consejo Editorial
Eduardo Sigal, Américo García,
Mario Della Rocca
Secretario de Redacción
Germán Celesia
gcelesia@fapc.org.ar
Diseño Gráfico
Jorge Figueroa
jrifigue@yahoo.es
arl Marx, en “Una contribución a la crítica de la
Economía Política” de la obra “El Capital” dice:
“El Ser determina la consciencia”. O sea que las
condiciones objetivas definían, de alguna manera, todo.
Después, Friedrich Engels ya hace un prefacio donde
dice que no es tan así, que Marx lo que quiso decir es
que en última instancia las condiciones objetivas definen
las realidades políticas, pero hay cierta generación de
condiciones subjetivas. Ahí se engancha Antonio Gramsci
y pasa a ser uno de los pensadores más importantes de
su tiempo, y uno de los pensadores más importantes en
todas estas décadas.
Gramsci hizo hincapié en el punto de la generación de las
condiciones subjetivas para, en su tiempo, la revolución.
Y hoy podríamos tranquilamente plantear, como lo
hacen algunos núcleos de izquierda, discusiones entre
reforma y revolución. Yo considero que esa no es la
discusión actual. Yo considero a la revolución que
pretendía Gramsci para la Italia de su tiempo similar
a las transformaciones profundas que se dieron en
la Argentina desde el año 2003. Estamos hablando
prácticamente de lo mismo. En uno de mis libros, pongo
que Néstor Kirchner tuvo más audacia que Perón, que
puso el freno a algunas transformaciones que se venían
en determinados momentos históricos.
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2Especial Los modelos en disputa
importante”. Yo lo voté en 2003, leí
el primer discurso como presidente y
dije: “Esto movió el tablero, si cumple
con el 50% del o que promete vamos
por un cambio trascendental”. Y por
suerte cumplió casi el 100% de lo que
dijo en ese discurso, que es casi una
pieza de museo.
Hegemonía,
bloque
histórico,
reforma intelectual y moral,
batalla cultural, su concepción de
los intelectuales. Cuando Néstor
llega al gobierno dice: “Armemos
una juventud”. Le dice a José
Pablo Feimmann: “Armemos a
los intelectuales”, y en realidad
después nace Cara Abierta, porque
Feimmann no se anima, en su
individualismo, a generar un grupo.
Todo esto debe contemplarse en
su globalidad para ver qué tiene
que ver con el kirchnerismo actual.
A Gramsci hay que pensarlo sobre
todo cuando hay una elevación
del nivel de consciencia de la
sociedad civil. A diferencia de
los que plantean un Gramsci
socialdemócrata, mi interés siempre
fue ver un Gramsci nacional y
popular, porque él se planteaba la
cuestión nacional como esencial,
y en eso debatía fuertemente con
Rosa Luxemburgo, León Trotsky.
Hablaba de la cuestión popular a
partir de creer que la sociedad civil
necesitaba una reforma intelectual
y moral profunda para constituir
un bloque histórico capaz de llevar
adelante las transformaciones, en
ese momento revolucionarias y hoy
transformadoras del país. Estamos
hablando de lo que la Presidenta,
Cristina
Fernández,
llama
“empoderamiento del pueblo”.
De alguna manera es un análisis
básicamente gramsciano. No es
el marxismo clásico vanguardista
vulgarizado, de que el partido lo
va a ser todo, de que la gestión
del gobierno lo va a ser todo y las
condiciones objetivas nos van a
llevar automáticamente al cambio,
sino que hay que crear condiciones
previas para ese cambio.
A Néstor Kirchner yo lo acompaño
desde 2003. Cuando Eduardo Sigal
se reunió con él dije: “Si Eduardo
está me parece que es un dato
Alvaro García Linera, vicepresidente
de Bolivia dice: “Hegemonía es
convencer a los que no están
con uno”. Nosotros tratamos de
generar consciencia para ver si
convencemos a otros que hoy no
están con nosotros. Eso es generar
hegemonía. Y García Linera agrega:
“Después de derrotarlos moral e
intelectualmente”. ¿Qué significa
una derrota moral e intelectual?
Por ejemplo que comiencen a darse
cuenta fehacientemente que no se
puede pagar la deuda externa con el
hambre del pueblo. Que los medios
de comunicación no pueden seguir
mintiéndonos como nos mienten.
Y así generar alternativas al bloque
hegemónico de poder, que hoy
sigue siendo muy
importante.
Evidentemente todavía hay mucha
lucha por hacer, mucha batalla por
la hegemonía, mucha batalla por la
consciencia de los argentinos, y hay
mucho por ganar. Yo creo que hay
un antikirchnerismo muy duro, pero
hay espacio para seguir creciendo,
y yo creo que se va a demostrar
esto en las próximas elecciones.
Gianni Vattimo, el intelectual italiano,
acaba de decir: “El Papa es el Gramsci
de la actualidad”. El Papa, si bien
algunos dicen: “No está haciendo
transformaciones profundas”, se
dedica a la reforma intelectual y
moral, a predicar nuevos valores. Su
crítica al capitalismo; su discurso a
favor de los pobres, de la igualdad
social. Son toda una serie de cosas
similares a los planteos que tenía
Antonio Gramsci. Pero este planteo
ideal tiene que conciliarse de alguna
manera con la política. La “real
política” tiene que tener su lugar.
Así ocurrió con las decisiones de los
últimos tiempos, que partieron de la
cúspide del poder en la Argentina.
Nos encontramos en medio de un
debate. Yo no consideré nunca a
Daniel Scioli como un traidor, sino
una persona inteligente, trabajadora,
que no tiene en su gen la igualdad
social, no le sale hablar de la igualdad
social, que es lo que hoy define a la
Argentina. En cambio, Carlos Zannini
tiene la igualdad social en su gen.
Antes de la decisión de la cúspide
del poder, pensaba que Florencio
Randazzo iba a profundizar el
modelo más netamente que
Scioli. La definición presidencial
tuvo sus sorpresas; yo creo que
tenemos que enmarcarlas más en
un proceso político, un proyecto,
que en una figura. Y si esta persona
es medianamente inteligente, yo
creo que se va a enmarcar en el
proceso. Creo que eso es lo que va
a pasar, aunque por supuesto hay
que acicatearlo desde la cámara
de diputados, para por ahí sacar la
reforma financiera que todavía falta.
Lo mismo en todas las cosas que
sabemos que faltan y que sabemos
que son muy duras de conseguir y
que por ahí en el próximo mandato
en algunas avanzamos y en otras no
avanzamos tanto. Pero volver atrás
me parece que va a ser imposible.
Como decía Marx en “El 18 brumario
de Luis Bonaparte”, los líderes,
los políticos, son personas. Lo que
importa es el proceso histórico de
lucha. Creo que acá hay un proceso
histórico que ni Scioli ni los grupos
hegemónicos están en condiciones
de detener. El propio Macri asume
el cambio en la Argentina, que estas
medidas del gobierno han entrado en
el sentido común de los argentinos.
También
algo
profundamente
gramsciano es tomado por las masas
como algo efectivo, perdurable,
que no quieren dejar de lado. Me
parece que en eso es un triunfo.
Todos sabemos que desde hace años
hay una disputa entre el pejotismo
tradicional y el kirchnerismo.
Nosotros trabajamos para que
el kirchnerismo sea una etapa
superadora del peronismo, del
pejotismo tradicional, sin despegarse
de la raíz peronismo que hoy sigue
sobreviviendo en muchas partes del
país. Y abogamos por la comunión
de las tradiciones peronista y
de izquierda, sabiendo que el
kirchnerismo tiene una raigambre
popular y nacional inexorable para
la Argentina. Fueron los que nos
sacaron de la crisis orgánica de la
Argentina y creo que el peronismo
nos sacó de ese pantano y nos
llevó a lo que fueron estos últimos
doce años de grandes avances que
no eran esperables por nadiem
Especial Los modelos en disputa
3
Edgardo Mocca
“La fórmula es el balance de una
etapa y el reconocimiento de una
relación de fuerzas”
E
l de los años 2001-2003 es un
momento de “crisis orgánica”.
Son esos los momentos
propicios, lo que Maquiavelo hubiera
llamado “la fortuna de emerger a
la política en momentos en crisis”.
Maquiavelo hubiera dicho que la
fortuna hace la mitad del trabajo
de un príncipe, o de un político en
general. La otra mitad la hace la
virtud política, el saber hacer. Es
un momento de crisis orgánica y la
fortuna para el líder y para el pueblo
de la emergencia del liderazgo de
Néstor Kirchner tiene también un
componente que fue la confluencia,
que no fue inmediata, entre la
voluntad transformadora de Néstor
Kirchner y la etapa que se abría en
el mundo. Yo no intuía en diciembre
de 2001 que la crisis Argentina
era un capitulo particularmente
dramático y catastrófico de un
proceso de crisis que fue mucho
más allá del sonsonete con que fue
predominantemente interpretada
esa escena: el de políticos sin moral,
o que roban, o que hay demasiados
parlamentarios.
Recordemos que en el año 2002
circulaba un papel, escrito por un
tal Rudiger Dornbusch, que supo
ser una de las referencias de lo que
se llama la “Ciencia” Económica,
y decía que la Argentina tenía
que ser tratada como ocurrió con
Austria después de la guerra, y ser
sometida a un proceso de quiebra
y ser administrada por especialistas
expertos internacionales. Es fácil
imaginar que detrás de esta fórmula
4Especial Los modelos en disputa
estaban los “expertos” del FMI, y los
grandes financistas del mundo.
Fue una crisis de la comunidad
política. Nosotros estuvimos a
punto de la destrucción de la
comunicad política. No sé si se
acuerdan, pero en ese momento
había gobernadores de provincias
que estaban entusiasmadísimos con
la idea de crear regiones, y cuando
en medio de semejante desbarajuste
los de Cuyo dicen: “vamos a armar
una región”, uno tiene que pensar
que están preparándose para que
el poder central no pueda seguir
funcionando.
Frente a esto, creo que es muy
útil pensarlo desde Gramsci. La
pregunta sobre qué quería hacer,
cuál era el programa de Néstor
Kirchner en el 2003, para las
viejas tradiciones de izquierda,
democrática o antidemocrática, es la
pregunta fundamental. El programa
de Néstor Kirchner era mantener,
conservar, ampliar y reproducir el
poder, que es lo que tiene que hacer
un príncipe, que es lo que explicaba
Maquiavelo. ¿Con qué fuerza se
enfrentaba el “nuevo príncipe”?
Se encontraba con la asentada
historia de la Argentina, donde
ganara quien ganara las elecciones,
había que obtener el certificado
de legitimidad en algunas oficinas
caracterizadas de los grandes
grupos económicos y de los grandes
medios de comunicaciones, que
están entrecruzados.
Todos recordamos que José
Escribano, en la Nación, le tomó
examen a Néstor Kirchner para
legitimarle con el certificado
correspondiente de que podía
ser Presidente de la República, y
Néstor Kirchner se negó a firmar el
certificado.
Pero la hoja de ruta de Néstor
Kirchner no es un programa, una
plataforma política, sino: vamos
a ver cuáles son los frentes de
conflicto. Primer conflicto a resolver,
el tema de la deuda, porque así no
puede existir un país, con semejante
lastre, efectivamente ahí sí aislado
del mundo.
Si uno mira la historia del 2003 hasta
acá, es la historia de los conflictos
políticos. Lo decisivo que estuvo
claro en Néstor Kirchner es que
en este país no gobiernan más
los economistas, los periodistas,
las grandes patronales, el FMI ni
las potencias extranjeras, sino
aquellos a los que el pueblo le ha
dado la tarea de gobernar por
medio del mecanismo más simple
y más trascendente de la historia
democrática del mundo que es la
votación, y solamente desde ese
punto de vista uno puede explicarse
el orden sucesorio, los episodios que
se fueron dando.
El primer gran episodio fue la
restructuración de la deuda, que fue
el más complejo, porque se puso el
dedo en el tablero eléctrico mundial,
y se hizo saltar todos los tapones.
Pero se encaró en un momento
muy alto de la popularidad, donde
la argentina salía de la crisis de la
postración de diciembre de 2001.
Por eso la construcción de un sujeto
llamado kirchnerismo comienza
con el conflicto agrario en el 2008,
porque a partir del 2007 se termina
la etapa fácil de la recuperación
porque los grandes factores de
poder dicen: “Hasta acá llegamos”.
Porque con las retenciones móviles
se inicia lo que es ya una guerra
declarada, que se vislumbra que es
de los medios porque es allí donde
aparece escenificada, pero la guerra
no nace necesariamente en los
medios. La guerra es de los mismos
tipos, las mismas asociaciones que en
el año 75 formaron al APG para darle
impulso y el programa económico y
político al golpe genocida. Son los
mismos tipos. Esos le declaran la
guerra al gobierno.
En cambio, la fórmula del oficialismo
es un balance, una fotografía que
se le saca a la realidad política y que
surge, es el resultado, de una batalla
política donde el plan de la derecha
argentina era que el gobierno de
Cristina terminara en un incendio
total, si es posible vinculado a la
cuestión financiera. En todo caso,
los cisnes negros que sobrevuelan
según el diario La Nación, apuntan a
eso: a crear clima para ver si, aunque
ahora es muy difícil que logren el
Plan A, lo menos pueden generar
incertidumbre a ver si logran
condicionar la elección, y si no
pueden condicionar el resultado de
la elección, que vayan condicionando
al futuro presidente que surja de
elección. Van a ir trabajando en eso,
pero se puede hablar globalmente
de un fracaso si uno cuenta del
2008 la cantidad de cuestiones que
se han ensayado, los recursos que
se han puesto en acción: sacaron
a los gendarmes, a los prefectos, a
los jueces, a los dueños de la tierra,
boicotearon los planes contra el alza
de los precios.
Hicieron todo tipo de salvajadas.
Y ni hablar del punto más alto de
esa sublevación oligárquica que
fue el caso Nisman, donde una
presidenta fue acusada, por una ley
que mandó al Congreso, de encubrir
el terrorismo de un país que ahora
es amigo de la principal potencia
mundial. Eso ocurrió en Argentina
de hace unos meses.
El plan A tenía tres líneas: una línea
era el desbarajuste económico,
porque eso crea desórdenes en
los estados de ánimo, desordenes
espirituales en el pueblo, y permiten
pasar del desorden subjetivo a la
acción, porque el segundo punto fue
hacerse con la calle.
Si uno mira las ínfulas de
Moyano, Barrionuevo y Michelli
-no las actuales, porque están
completamente desdibujados- la
situación anímica con la que salieron
a parar el transporte, a desequilibrar
a la sociedad argentina, y la
frustración tremenda que significó
para ellos el traspaso pleno de esa
idea. El segundo punto fue la calle,
el desorden, que la policía fuera, que
hubiera todo el despelote que se
pudiera.
Y el tercero, que es un poco la
síntesis política, de ese plan, era
quebrar la unidad interna del
movimiento que apoyó, que sirvió
de sustento orgánico de este
proyecto político durante estos
doce años. Y eso comenzó a tener
un principio de ejecución muy fuerte
con el resultado electoral de las
legislativas del año 2013 y el ascenso
de Massa. Con el ascenso de Massa,
los problemas económicos que
ya estaban planteados, y con la
incidencia de los poderes fácticos en
la creación del clima, estaban dadas
las condiciones. Todos sabemos
que se hablaba de la estampida, y
que después de la estampida, los
gobernadores y los intendentes de
la estructura peronista iban a hacer
fila detrás de Massa, iban a licuar y
a vaciar el poder político de Cristina
Kirchner y todo iba a terminar
como el plan A lo decía; es decir,
en el desorden social, económico y
finalmente en el desorden político.
¿Qué se saca de eso? Se saca que
se justifica una política de ajuste
brutal, porque en una situación de
caos, todos sabemos que las recetas
fundamentalistas
de
mercado
tienen más ambiente que ahora.
Eso fracasó, y en el fracaso de la
estrategia en relación al peronismo,
yo quiero decir que estoy convencido
que el factor esencial fue el liderazgo
de Cristina Kirchner. Y junto a ese
factor esencial, la candidatura de
Daniel Scioli jugó un papel muy
importante. Daniel Scioli dijo en
2013: yo quiero ser presidente. Y en
buena medida, hay que reconocer
que si alguien fue indispensable en
estos doce años para que pudiera
existir el proceso transformador
más importante de la Argentina
post primer peronismo, esa fue la
estructura federal del peronismo.
Encolumnar eso fue el centro de los
esfuerzos de Néstor Kirchner.
La transversalidad fue un proyecto,
pero visto desde hoy, era un modo
de jugar con la estructura del
peronismo: si no me apoyás, vamos a
tener que hablar en otros términos.
A mí me parece que la fórmula es
eso: es la síntesis, el balance de
una etapa, es el reconocimiento
de una relación de fuerzas. Y las
relaciones de fuerza pasan también
por lo electoral. Y hoy, la verdad que
cualquiera que vaya las provincias
del norte, noreste y noroeste, vas
a ver que si vos le sacas a esto la
estructura del Partido Justicialista
y tenés que conformarte con ser
un grupo de opinión política. Y ahí
termina la historia.
Dos “almas” en pugna
El primer gran
episodio fue la
restructuración
de la deuda,
que fue el más
complejo,
porque se puso
el dedo en el
tablero eléctrico
mundial, y se
hizo saltar todos
los tapones.
Para mi hay dos problemas que
aparentemente son contradictorios,
pero que tenemos que resolverlos a
los dos juntos. Uno es el problema
de la unidad, porque con todos
los dimes y diretes alrededor de
la candidatura de Scioli, estaban
empezando a meter una cuña entre
dos “almas”. Un alma peronista,
que para algunos era el alma de
la corrupción,
de la herencia
menemista, de lo peor que vivimos
en los 90, y para otros era el alma
nacional, el único alma que existe y
no los “zurdos”.
Es decir, según del lado que se
mire, estaba claro que era y es la
intensión principal de la derecha
jugar a una ruptura entre esos dos
corazones que tiene un proyecto
transformador. Es decir, quedar
con un peronismo como si no
hubiera pasado nada, despegado
de la novedad histórica política del
Especial Los modelos en disputa
5
kirchnerismo; es decir, despegado
de las madres, de la integración
regional, de la apuesta fuerte
Venezuela, Bolivia. Despegado de
la cultura, despegado del “relato”.
La defensa del frente cultural, del
frente gramsciano, que sigamos
teniendo viva, la red de formación
de opinión, de concepción de la
Argentina que nació en estos años,
de eso depende todo.
Entonces, unidad y profundización.
Lo primero que aparece es que
para profundizar hay que lastimar
la unidad, porque se supone, bien
o mal, que hay un sector, que
ahora con Scioli queda en el centro
del dispositivo nacional-popular,
un centro que tiene más cercanía
con una tradición conservadorapopular, como alguno ha definido la
de las provincias, más en el centro
del tablero ideológico-político,
más proclive a llegar a algún tipo
de acuerdos. Ahora, es un sector
que llega en nombre del conjunto.
Así como nosotros dirigimos esto,
siendo minoría en el movimiento
popular que acompañe esto, ahora
tenemos que prepararnos para
ser una minoría activa, pero una
minoría que crezca y que no esté
a la izquierda de nada, que esté
disputando el centro del dispositivo,
que es prepararse para una etapa
donde primero vamos a tener que
ganar y después vamos a tener
que ser, en la misma dialéctica,
portadores de la idea de la unidad de
lo que estuvo unido durante estos
doce años.
Tenemos que ser los principales
impulsores de que lo que estuvo
unido durante estos doce años
siga unido, y al mismo tiempo los
propulsores de todas las iniciativas
que han quedado pendientes y
que no pueden quedar congeladas,
porque quedar congeladas es
retroceder, si desaparece la
dinámica de cambios que empezó en
2003, lo cual no quiere decir que no
haya que hacer rodeos teniendo en
cuenta la situación internacional. No
seamos paladar fino de un gobierno
que se va a tener que bancar una
situación política complicada y del
cual no necesitamos apretarlo y
extorsionarlo para que haga lo que
nosotros queramos. Necesitamos
empujarlo,
acompañarlo,
necesitamos
darle
ideas,
necesitamos impulsarlo.
Termino con una idea que no es de
Maquiavelo ni de Gramsci sino del
Coco Basile, que dice: yo lo paro
bien al equipo, lo que pasa es que
después empieza a rodar la pelota
y cada uno de los jugadores va para
un lado distinto. Acá hay que ver
cada uno de los jugadores, porque
uno puede prejuzgar que va a hacer
Scioli o que va a hacer Cristina.
Ahora, no podemos entrar en una
especulación fina sobre cosas que
no ocurrieron. Además, no es que
nos van a pasar determinadas cosas
sino que nosotros vamos a hacer
cosas para que pasen otras cosasm
Eduardo Sigal
“El proceso de cambio ha dado lugar
al nacimiento de un nuevo bloque
histórico”
L
levamos doce años de un
proceso de transformaciones,
de reformas, en la Republica
Argentina, que, si nos remontamos
12 años atrás, ninguno de nosotros
imaginaba el nivel de profundidad
y la continuidad que iban a tener.
La capacidad de iniciativa política,
de debate político. La capacidad
de instalar en la sociedad ese
debate cultural para generar
un nuevo sentido común en la
sociedad argentina, sacarla del
individualismo en que la había
metido el neoliberalismo de los 90,
empezar a pensar en proyectos
colectivos, de país, de región, de
un mundo distinto, donde cada uno
de nosotros, como sociedad, como
país, como colectivo, tenemos un rol
importante para jugar.
Me parece que esa idea y ese eje
que ha transitado estos doce años,
ha tenido que ver con la idea del
desarrollo y la inclusión. Ese ha
6Especial Los modelos en disputa
sido el eje principal, motor de la
gestión de Néstor y de Cristina y en
la apuesta a que continúe después
de diciembre de 2015. Esta es una
de las ideas que está dando vuelta.
Por supuesto todo proceso de
cambio, todo proceso electoral, que
implica la posibilidad de un cambio,
genera
dudas,
interrogantes,
genera inquietudes, pero yo creo
que básicamente lo que nosotros
necesitamos es pensar cómo
tenemos la capacidad de aporte
constructivo a la continuidad del
proceso de desarrollo e inclusión en
la Argentina.
Este proceso empezó por recuperar
algunas cuestiones muy elementales
de una Argentina destruida, el
sentido de la producción, del
empleo, de la soberanía, casi en
el hecho paradigmático de cómo
por primera vez se patea el tablero
del sistema financiero mundial y se
plantea una negociación de la deuda
inédita, atípica, difícil que se vuelva a
repetir en el mundo.
Me parece que hemos sido
participes, protagonistas en algunos
casos y seguidores en otros, de
hechos espectaculares de la política
argentina. Y hemos ido avanzando
no solamente en algunas cuestiones
que hacen a mejorar la calidad de
vida desde el punto de vista material
en Argentina. También estamos
mucho mejor desde el punto de
partida de la cultura, de las ideas, de
la convivencia. Basta hablar de lo que
significa para eso haber avanzado en
el tema de la identidad de género,
en el matrimonio igualitario. Son
cuestiones que hacen a mejorarnos a
nosotros como país, como sociedad,
como género humano. Hemos ido
avanzando también con respecto a
legislaciones y a debates que se han
ido dando en el mundo.
Se han ido desarrollando cosas
que también hacen a un sentido
de desarrollo nacional. No es
cualquier desarrollo. Cuando acá
se crea un ministerio de ciencia y
tecnología y ponemos el acento en
el desarrollo científico tecnológico
en la Argentina, cuando estamos
hablando de un plan de desarrollo
nuclear y espacial en un país de
desarrollo medio y con muchas
dificultades,
cuando
estamos
poniendo el acento en transformar
el sistema educativo, cuando
hablamos de incorporar el sistema
científico tecnológico al proceso
de enseñanza aprendizaje, cuando
estamos acercando las universidades
a donde están los sectores
marginados, pobres, que siempre
fueron despreciados y excluidos en
la argentina,estamos generando
ideas acerca de qué tipo de países
estamos pensando en construir y
por supuesto hemos tocado en toda
esta etapa intereses fuertísimos. Lo
que se ha hecho con los cambios
en el sistema jubilatorio, hoy uno lo
puede decir casi como una anécdota
pero aquí se han tocado intereses
poderosísimos que se apropiaban
con importantes ingresos de la
poblacion por decenas de miles de
millones de pesos.
El haber recuperado Aerolíneas
Argentinas como aerolínea de
bandera, el haber recuperado YPF,
el proceso de transformación en el
sistema de transporte ferroviario,
y el haber tocado intereses, como
hemos tocado, y que nos tiene
en una tensión fenomenal en los
últimos años con el tema de la ley de
medios audiovisuales, es indicativo
de que estamos en un proceso de
transformación de la argentina,
económica, política, cultural, de
nuestra Argentina, en un sentido
muy profundo. Y hay en este proceso
de transformación, sectores que
resisten activamente. Tenemos
un pueblo con capacidad de
movilización, que ha ido cambiando
su sentido común, un pueblo que
es partícipe de estas ideas, pero
también yo quiero recordarles que
también una parte del pueblo se
movilizó en el año 2008 para impedir
una de las transformaciones en la
argentina con la 125, más allá de las
consideraciones, del personaje. Yo
lo que quiero decir, que nosotros
estamos en medio de un proceso
de transformaciones que nunca se
culmina. Estamos en medio de un
proceso de transformación con una
derecha que también se reorganiza,
con sectores de poder que resisten,
que han tenido y que ejercitan con
frecuencia demostraciones también
de movilizaciones sociales, porque
No nos alcanza
con los que están
convencidos de
este
proceso,
necesitamos ir
perforando ese
debate en los
sectores que aun
nos miran con
desconfianza
la movilización de febrero, con lo de
Nisman, muchos de ellos deben estar
planteándose porqué estuvieron
ahí en ese momento, pero fue una
demostración masiva, liderada
por sectores de la derecha que
resisten los cambios en la Argentina.
Se ha construido una derecha,
desde el punto de vista electoral,
competitiva. Son cosas que también
hay que tener en cuenta.
Me parece que hay una disputa
de carácter ideológico, cultural,
por ese sentido común del pueblo
argentino que me parece muy
importante tener en cuenta, porque
esto es parte de la batalla y parte
de lo que nos convoca a no ser
solamente analistas de la realidad y
a ser protagonistas de ese proceso
de cambios. Me parece que esto es
fundamental.
Hay cuestiones incluso en las que
no hemos podido avanzar como
hubiéramos querido. El tema de la
Ley de Medios, a la que hacíamos
referencia, es muy claro. Venimos
dando batalla, pero acá se ha
producido una asociación entre
los sectores concentrados, que
manejan una cuota importantísima
de esos medios de comunicación,
con el Poder Judicial, que también
contribuye
permanentemente
a poner trabas no sólo en las
trasformaciones en el sistema
comunicacional argentino. Están
poniendo trabas para su propia
transformación como una casta
llena de privilegios en la argentina,
y me parece que es uno de los
desafíos sustantivos que tenemos
para seguir democratizando y
transformando a la Argentina en la
próxima etapa. A mí me parece que
las políticas de democratización en
la justicia argentina, junto con esto
del desarrollo y la inclusión, han
sido fundamentales, le han dado un
rasgo distintivo, al cual la derecha
trata de descalificar por modos, por
características de liderazgo, pero
la democratización que hay en la
opinión pública, en la capacidad
de opinar de la ciudadanía, la
forma en que funciona el sistema
constitucional
republicano
en
Argentina y la democratización que
hemos trasladado a la economía,
a la educación, a la cultura y a la
política. Las propias PASO son un
mecanismo de democratización
de la política, porque rompe con la
lógica de la política para pocos, para
los que tienen recursos económicos
o la elite, abre las posibilidades para
el debate, para la democratización,
para la confrontación de ideas
y esto en el sentido gramsciano
apunta también a la cultura como
sostén de la consciencia. Me paree
que con todo este proceso de
democratización en los distintos
ámbitos se apunta en esa dirección.
Creo que nosotros tenemos que
apuntar a construir esta hegemonía
cultural. Lo venimos haciendo, pero
hay que continuar esa batalla para
construir una hegemonía cultural
del proceso de de transformación,
de esta Argentina de inclusión y de
desarrollo. Y tenemos que vencer
en ese debate no a una minoría, sino
a una parte importantísima de la
sociedad argentina. Que nos ve con
mucha resistencia.
Me parece que nosotros tenemos
que ser constructores de consenso
en la sociedad desde una convicción.
No nos alcanza con los que están
convencidos de este proceso,
necesitamos ir perforando ese
debate en los sectores que aun
nos miran con desconfianza en
las transformaciones y el desafío,
para mí, está en la continuidad, que
significa indefectiblemente aportes
e ideas para que este proceso
político pueda irse profundizando.
A mí me parece que este proceso
de cambio que se está dando en la
argentina está dando, en alguna
medida, nacimiento a la construcción
de un nuevo bloque histórico, un
nuevo sujeto en la argentina que se
alimenta de distintas historias, de
distintas experiencias de la historia
política argentina. Creo que nosotros
estamos siendo partícipes desde
nuestra identidad de la construcción
de un nuevo sujeto político que para
simplificar lo hemos determinado
kirchnerismo. Los que quieren mirar
y llevarnos a antes del 2003 no
están trabajando por la pureza de
este proceso político sino a favor
de la derecha. Nosotros queremos
fortalecerlosm
Especial Los modelos en disputa
7
Eduardo Jozami
“Scioli-Zannini significa unidad en la
diversidad”
C
reo que nos sirve Gramsci
para interpretar lo que está
ocurriendo en la argentina
hoy. A mí me parece que sí, siempre
que tengamos cierta moderación.
No hay ningún autor que resuelva
absolutamente nada en el terreno de
la política. Y eso Marx lo tenía muy
claro, siempre fue muy cuidadoso
en señalarlo. Pero yo creo que
Gramsci sirve porque tienen algunas
características que, me parece,
vienen bien para darle una marca al
debate político en este momento.
Por ejemplo, la preocupación por
la batalla o el debate cultural.
Claramente la construcción de la
hegemonía es la creación de una
nueva cultura, y nosotros hemos
visto que en la Argentina esto
puede ser visto como una gran
confrontación ente dos culturas.
Una que tiene que ver con la justicia
social, la identificación con los
intereses populares mayoritarios,
con la integración latinoamericana
y una cultura que tiene que ver
con la visión tradicional de los
sectores dominantes argentinos.
Si uno quiere caracterizar a esta
fórmula presidencial que tenemos
ahora, tendría que decir lo que
dijo Zannini ya varias veces en
diversos actos: esto es unidad
en la diversidad. Si nosotros
queremos vencer a Macri, tenemos
que fortalecer la unidad de este
movimiento que apoya la formula,
que como dijo Edgardo, expresa
una relación de fuerzas dentro del
movimiento político. Y siempre fue
así, cuando Néstor le dice a Torcuato
di Tella en esa entrevista que hace en
momentos en que él está por asumir
el poder, le dice: “Me gustaría que
el sistema político argentino se
orientara a dos grandes fuerzas:
una de centro derecha y otra de
centroizquierda”; está claro para él
que esa fuerza de centroizquierda
8Especial Los modelos en disputa
Hoy estamos
en un
momento en
que hace falta
seguir porque
seguir no es
simplemente
conseguir más,
es garantizar
lo que hemos
hecho hasta
ahora
no es el partido justicialista. Es otra
fuerza donde por supuesto estará el
partido justicialista o gran parte de
él y otros sectores políticos. Eso no
se pudo hacer y de alguna manera,
más allá de las buenas señales que
haga Daniel Scioli, el hecho de que
se haya impuesto la candidatura de
Daniel Scioli revela que esa tarea que
se había impuesto Néstor en 2003
no pudo realizarse acabadamente,
y es una tarea que está pendiente.
Hoy estamos en un momento en
que hace falta seguir porque seguir
no es simplemente conseguir más,
es garantizar lo que hemos hecho
hasta ahora, porque si uno piensa
en esta situación paradojal de
todo lo que se ha avanzado en la
economía y la enorme debilidad
estructural que seguimos teniendo,
nos damos cuenta de que sin una
política decidida y consecuente
para seguir avanzando, se corre
el riesgo de retroceder en los
logros conseguidos en estos años.
A mí me parece que el modo en
que se resolvieron las candidaturas
también está demostrando nuestras
debilidades. Yo creo que de aquel
22% y aquella situación en la plaza
en 2008, cuando tuvo que llamarlo a
Luis D´Elía para que tratara de que no
entraran los manifestantes a Plaza
de Mayo, a la situación actual, donde
hay decenas de miles de militantes
en todo el país, hay un avance muy
importante, pero a mí me parece
que el modo como finalmente se
resolvió la situación política, está
demostrando nuestra debilidad.
Y ya que hablamos de Gramsci,
me parece que Gramsci nos puede
ayudar como guía de muchas
reflexiones para pensar en la
construcción de una fuerza política
que debata, que tenga un proceso
de formación de sus cuadros, que
esté abierta sin sectarismos a todos
los sectores con los que se pueda
trabajar en común y que tenga
por supuesto, la identificación que
tenemos con lo que se hizo con lo
que se hizo en estos doce añosm
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