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Argentina, un país en disputa
E
n los últimos decenios, tanto el mercado global como el argentino se han ido
concentrando en grandes grupos económicos que tienen intereses muchas veces
en tensión con los propios gobiernos. En lo particular, hay una disputa para ver si
Argentina sanea su relación con el mundo económico internacional de manera más o
menos conveniente para los actores económicos más poderosos.
El acuerdo de Argentina con los gobiernos que forman parte del Club de París, la
indemnización a Repsol por la estatización de YPF y el pago a las empresas de servicios
públicos con sentencias del Ciadi, indican una decisión del gobierno de culminar un
proceso de normalización financiera iniciado con el cambio de papeles de deuda de
2005 y 2010.
Los canjes fueron realizados en condiciones muy favorables para los intereses
nacionales: quita de capital, reducción de intereses y extensión de los pagos. Se logró
ese resultado a partir de la enorme magnitud de la crisis previa, por mérito de los
negociadores y del gobierno y gracias al hecho de haber cancelado la deuda con el FMI,
condicionante de la política doméstica en los 50 años anteriores. Los últimos acuerdos,
en tanto, fueron más equilibrados en cuanto a la preservación de los intereses en
pugna, pero el país debió enfrentar fallos desfavorables en el caso del Tribunal del
Banco Mundial, y tuvo que negociar nada menos que con Japón, Estados Unidos y los
principales países de Europa en el otro.
En el caso de los “fondos buitre”, la normalización de una pequeña parte de la
deuda pública en situación irregular enfrenta a nuestro país con un conglomerado
de intereses que incluye a gran parte de la Justicia y el Congreso estadounidense,
donde los financistas tienen fluidos contactos, entre otros motivos por estar entre los
principales aportantes de sus campañas. Se trata esa de una comunidad de intereses
que incluye además a sectores políticos opositores y grupos y entidades empresarias
de nuestro país.
¿Porqué hay argentinos entre los que presionan para que el gobierno renegocie con
los fondos buitres de manera inconveniente, comprometiendo incluso la deuda que
se está pagando? En buena medida es debido a las perspectivas que se abren para
nuestro país. Por sus potencialidades agrícola-ganaderas y extractivas, sumadas al
relativamente bajo endeudamiento, un incipiente desarrollo científico-tecnológico y
otros atributos que el economista Aldo Ferrer incluye en su concepto de “densidad
nacional”, la Argentina tiene casi todas las condiciones necesarias para transformarse
en una economía de importancia a escala global. Pero la manera en que se inserte en
el mundo en los próximos años será decisiva para afirmar ese destino. Y los grupos
concentrados de Argentina y del mundo no miran de costado esa posibilidad.
Regularizar o no la relación con los inversores, generar a partir de esa renegociación
situaciones de autonomía o dependencia del sector financiero y los sistemas productivos
de otros países o de empresas transnacionales, son todas cuestiones que están en el
debate en estos días. Tenemos que hacer un esfuerzo por normalizar la situación con
nuestros acreedores, pero no podemos prestarnos a chantajes que pongan en riesgo
esas perspectivas extraordinarias que los argentinos tenemos para los próximos años.
Eduardo Sigal
Presidente de la FAPC
EspEcial la naturalEza dE los buitrEs
1
Especial La naturaleza de los buitres /
Agosto 2014
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2
EspEcial la naturalEza dE los buitrEs
La naturaleza de los buitres
No son simples tenedores de deuda, sino especuladores dispuestos
a sacrificar el futuro de los países con tal de lograr ganancias
especulativas
A
lgunos actores económicos
confunden, deliberadamente,
a los fondos especulativos con los
demás tenedores de deuda, pero
tienen una naturaleza diferente.
Los denominados “holdouts” en
la jerga financiera globalizada, son
propietarios de bonos argentinos
que no ingresaron a los canjes
de 2005 y 2010 dispuestos por
el gobierno argentino para
regularizar la deuda en cesación
de pagos desde 2001. No
obstante, no debe confundirse
a esos inversores individuales
o colectivos con los “fondos
buitres”, que son inversores
de alto riesgo que compran
deliberadamente títulos de deuda
de economías débiles o a punto de
colapsar a precios muy bajos para
luego reclamar por la vía judicial el
valor total de esos bonos más los
intereses devengados.
Los fondos buitre compran títulos
públicos con una alta tasa de
interés aún sabiendo las pocas
chances que tienen de recuperar
lo invertido, ya que no apuestan
al juego del mercado, sino
que la rentabilidad la obtienen
recurriendo a tribunales que les
aseguran la desaparición de ese
riesgo. Esto es posible gracias
a un sistema poco regulado y a
un poder judicial y político que
legitima estas conductas1
La metáfora del buitre, se refiere a
que su estrategia, cuando se trata
de deudas soberanas, se basa en
esperar a que la economía de algún
país entre en crisis y no pueda
afrontar sus deudas para, en ese
momento, lanzarse en picada
a atacar a su presa moribunda
adquiriendo
bonos
públicos
devaluados a bajísimo valor y
luego, con demandas judiciales y
mediante distintos métodos de
presión, que van desde embargos,
operaciones de lobby y campañas
de prensa desprestigiando a los
Estados deudores, fuerzan a los
gobiernos a pagarles el valor total
de los instrumentos adquiridos
más los intereses devengados.
Estos agentes económicos, lejos
de ser algo marginal, ocupan
una cuota importante de los
mercados financieros globales y
representan un grave perjuicio
para los Estados endeudados.
Los propietarios de estos fondos
de inversión, muchas veces, son
difíciles de identificar. En general,
se encuentran domiciliados en
paraísos fiscales y van adoptando
la nacionalidad y la forma legal
que les sea más conveniente a los
fines de sus negocios. A menudo,
se establecen con el único objetivo
de perseguir una deuda y luego se
desarman. Por otro lado, si bien se
puede enumerar una larga lista,
muchas veces pertenecen a los
mismos accionistas y solo varía
levemente la composición. Entre
los principales se destacan NML
Capital, de Paul Singer y EM Ltd.
de Kenneth Dart.
Singer, es fundador y director
del fondo de inversión Elliott
Management que controla a NML
Capital, el buitre financiero que
más acciones legales inició contra
Argentina. Además, demandó
a Panamá, Ecuador, Perú, la
República
Democrática
del
Congo, Polonia, Costa de Marfil y
Vietnam. Es el principal financista
del Partido Republicano de los
Estados Unidos, por sólo citar
algún ejemplo, fue el mayor aportarte de las compañas
presidenciales de George W. Bush y MittRommey.
Kenneth Dart, no se queda atrás. Es dueño de Dart
Management, desde donde controla el fondo EM Ltd.
En Argentina su nombre cobró relevancia cuando en el
2010 logró que el juez federal de Nueva York, Thomas
Griessa, fallara a su favor y habilitara un embargo de
USD 105 millones de las cuentas que posee el Banco
Central de la República Argentina (BCRA) en la Reserva
Federal de Nueva York. Entre los países que demandó
Dart, además de Argentina, figuran Brasil, Turquía, Perú
y Polonia.
El caso argentino
Los bonos en poder de este fondo buitre fueron emitidos
originalmente bajo la administración de Carlos Menem
en 1994. Luego del default declarado por el presidente
interino Rodríguez Saá, a fines de 2001, una parte de esos
bonos fueron comprados por NML Capital con el objetivo
especulativo de esperar futuras reestructuraciones para
luego negarse a participar de ellas y reclamar por la
vía judicial pagos por sumas millonarias. Ese momento
llegó junto con las dos reestructuraciones que el Estado
ofreció primero en el año 2005 y luego en el 2010.
En los contratos de canje se expresaba que los bonos
que no entraran al canje podrían permanecer en default
indefinidamente. Y en el 2010 se agregó un párrafo que
expresa textualmente que la Argentina “se opondrá
enérgicamente a los intentos de los tenedores que
no participen en la oferta de intercambio, por cobrar
su deuda a través de litigios u otros procedimientos
legales.” En ese escenario, los fondos buitre concurrieron
a los tribunales neoyorquinos reclamando el cobro
por el valor nominal de sus bonos más los intereses,
que estiman en un monto de U$D 1.330 millones, un
1.680 % más de lo que pagaron por ellos, alegando
que la conducta del gobierno de excluir del pago a los
tenedores que no ingresaron a los canjes viola la cláusula
de igualdad (pari passu) del Acuerdo Fiscal de 1994 bajo
el cual se emitieron los títulos en cuestión.
en cortes extranjeras e internacionales.
La defensa argentina planteó que los tribunales
estadounidenses no tienen jurisdicción en virtud de la
inconstitucionalidad de la delegación de inmunidad,
pero esa posición fue rechazada por la Justicia
estadounidense, que dio lugar a la demanda iniciada por
el fondo buitre.
Otra cuestión implicada en el juicio es la interpretación
de la cláusula paripasu. Esta frase en latín puede
traducirse literalmente “con igual paso”. Lo que es a
veces interpretado como “en igualdad de condiciones”,
“al mismo nivel” y, por extensión, “en forma equitativa”,
o, “en forma imparcial y sin preferencias”. En el ámbito
de las finanzas hace referencia a que dos o más
préstamos, bonos o acciones, tienen iguales derechos
a ser abonados. En el caso de bonos de deuda pública
significa que no hay acreedores privilegiados ni deudas
subordinadas y que un Estado no puede clasificar una
deuda en un nivel de inferioridad.
Los demandantes acusan al Estado argentino de haber
violado el trato de igualdad tanto en los canjes de 2005
y 2010 al disponer que los títulos de aquellos que no
ingresaron pueden permanecer en default por tiempo
indeterminado, como cada vez que canceló obligaciones
con los bonos de canje mientras, al mismo tiempo,
repudiaba la deuda en tenencia de los que no entraron.
Asimismo, argumentan que las leyes 26.017 (ley cerrojo)
y 26.547 (reapertura del canje) redujeron el rango legal
de sus tenencias al prohibir al Estado Nacional “reabrir
el proceso de canje (…) y a efectuar cualquier tipo de
transacción judicial, extrajudicial o privada respecto de
los bonos que no hubiesen sido presentados al canje”.
En diciembre de 2011, el Tribunal del Primer Circuito de
Nueva York a cargo del juez federal, Thomas Griesa,
ordenó al Estado argentino a pagar la parte que
correspondía a los demandantes. Esa instancia fue
apelada por el gobierno argentino en la Cámara de
Apelaciones de Nueva York y la sentencia quedó en
suspenso hasta tanto se expresara el Segundo Circuito.
La defensa demostró con sólidas pruebas que Argentina
no violó en ningún aspecto la cláusula paripassu.
La “inmunidad” soberana
Una cuestión a tener en cuenta en el análisis es que
en este tipo de operaciones financieras la Argentina
renuncia a la inmunidad soberana en la jurisdicción de
cualquier tribunal estatal o federal de la ciudad de Nueva
York. El primer precedente de delegación de soberanía
jurídica en el país es la Ley 21.305 sancionada por la
dictadura militar en 1976. Esta norma fue derogada en
1981 pero se reformó el Código Procesal Civil y Comercial
autorizando la prórroga de competencia territorial.
En línea con ello y pese a que la Constitución Nacional
lo prohíbe, en los 54 tratados bilaterales de inversión
firmados entre 1992 y 2002 y en sucesivas emisiones
de bonos de canje de deuda, incluso en 2005 y 2010, se
aplicaron cláusulas de renuncia a la inmunidad soberana
Especial la naturaleza de los buitres
3
Puesto que, se lee en el expediente, “(…) no se le ha
dado a los tenedores de Bonos de Cambio, ninguna
preferencia jurídicamente vinculante sobre los bonos de
los demandantes. [La legislación argentina, claramente,
pone en un mismo nivel legal a] las reclamaciones que
puedan derivarse [tanto] de la reestructuración de deuda
[como] de la deuda no reestructurada [Esto es así] aun
cuando [el Estado] haya cumplido con otras obligaciones
de pago, mientras incumple con los demandantes,
[ya que, a pesar de ese incumplimiento] los bonos de
los demandantes siempre se han mantenido como
obligaciones directas, incondicionales, no garantizadas
y no subordinadas de la República, con el mismo rango
legal que cualquier otra deuda (…) y eso es todo lo que
la disposición de trato de igualdad exige.
El gobierno argentino entiende que se estaría violando
la prestación de igualdad de trato si se concretara la
medida impuesta por el juez Griesa, visto que sería
una conducta sumamente inequitativa con aquellos
tenedores que ingresaron al canje y accedieron a la
quita. Si Argentina le pagara a los fondos buitre el 100%
de los títulos en su poder les estaría otorgando un trato
preferencial frente a otros acreedores que aceptaron
una importante quita con plazos de pago que van hasta
el año 2038.
Pese a estos argumentos, la resolución del Segundo
Circuito –que se conoció el 26 de octubre de 2012confirmó la decisión del juez Griesa y ordenó la
devolución del expediente a la Primera Instancia para
que fijara el monto de la sentencia y los términos para
su ejecución, los cuales, posteriormente, volverían a
ser analizados por la Cámara de Apelaciones para que
exprese el fallo definitorio.
En una nueva instancia ante el juez Griesa la defensa
argentina hizo notar el daño que un fallo a favor de
los buitres generaría a la economía del país y el mal
precedente que crearía para futuras reestructuraciones
de deuda, no sólo en Argentina, sino en general, puesto
que terminaría desalentando la participación voluntaria
mientras que estimularía la especulación a través de
litigios.
La decisión del juez Griesa se conoció el 20 de
noviembre de 2012. Tal como se esperaba, el Magistrado
sentenció al país a pagar el 100% de los títulos en
manos de los demandantes. Posteriormente una
serie de presentaciones desde ambas partes del litigio
determinaron mayores plazos e instancias, con una
audiencia el 27 de febrero de 2013 en la que se aceptó
como tercera parte la intervención del gobierno de
los Estados Unidos, el Bank of New York y el fondo de
inversión Gramercy, que participó del canje de 2010.
Estas declaraciones apoyaron la postura argentina.
En esa audiencia la presentación argentina reafirmó la
propuesta para que el Tribunal revea como alternativa
“(…) para poner definitivamente fin al litigio (…)
Una fórmula de pago a prorrata, que considere a los
demandantes y otros en su misma situación, en los
4
Especial la naturaleza de los buitres
mismos términos que los participantes en el canje de
la República Argentina del año 2010. [Ésta] sería una
solución consistente con un tratamiento igualitario y con
las leyes y prácticas públicas de la República Argentina,
que el Ejecutivo podría una vez más presentar al
Congreso.”
El gobierno de los Estados Unidos presentó un “amicus
curiae” firmado por los departamentos de Estado,
Justicia y del Tesoro, respaldando la posición argentina.
Es interesante señalar que en su presentación el fondo
de inversión Gramercy afirma: “Nosotros estamos
cobrando con quita y a plazo, y los demandantes quieren
cobrar todo de una vez y en efectivo. Eso no tiene nada
de igualitario”.
Ante un pedido de la Cámara de Apelaciones el gobierno
argentino presentó una oferta de reapertura de canje
que se engloba en los términos establecidos en las
reestructuraciones anteriores, garantizando, de este
modo, un trato igualitario a los tenedores de Bonos.
Además, precaviendo un pronunciamiento de la Cámara
de Apelaciones perjudicial el gobierno argentino
presentó ante la Corte Suprema de Justicia de los
Estados Unidos una primera apelación contra el fallo
que emitió la Segunda Instancia.
Mientras se aguardaba la respuesta de la Corte Suprema
sobre la apelación del fallo del 26 de octubre de 2012, el 23
de agosto de 2013 la Cámara de Apelaciones confirmó en
su totalidad la sentencia del juez Griesa, cuya ejecución
dejó en suspenso hasta tanto la Corte Suprema se
exprese sobre esa resolución. Cabe hacer notar que
si bien la resolución judicial no implica técnicamente
un embargo en la medida que los fondos no son
secuestrados, es indudable que la justicia neoyorquina
efectivamente está decidiendo y ejerciendo control
sobre bienes de un Estado extranjero atribuyéndose una
potestad que no tiene, conducta que no deja de ser un
claro atropello a la soberanía.
En relación al fallo resulta importante insistir en que el
país está inhabilitado por la legislación nacional y los
prospectos de las reestructuraciones a cumplirlo, puesto
que existen normas que no permiten ofrecer mejores
condiciones a un bonista frente a otro. De hacerlo, el
Estado queda expuesto a acciones judiciales con altos
costos por parte de tenedores de Bonos de Cambio que
podrían derivar en una nueva crisis económica.
En este sentido, son ilustrativas las palabras del Premio
Nobel en Economía Joseph Stiglitz, al referirse al litigio
contra Argentina: “(…) [La] reciente decisión de un
tribunal de apelaciones estadounidense amenaza con
cambiar drásticamente a los mercados mundiales de
deuda soberana (…) Como mínimo, torna inviables
todas las reestructuraciones de deuda según los
contratos estándar. En el proceso se anuló un principio
básico del capitalismo moderno: cuando los deudores
no pueden pagar a los acreedores, es necesario volver
a empezar”….” Las repercusiones de este injusto fallo
pueden tener consecuencias muy duraderas. Después
de todo, ¿qué país en desarrollo que tenga los intereses
de largo plazo de sus ciudadanos en mente estará
preparado para emitir bonos a través del sistema
financiero estadounidense, cuando sus tribunales –y
tantas otras partes de su sistema político– parecen
permitir que los intereses financieros triunfen por sobre
el interés público?”
Frente a esta situación judicial es que la Argentina
decidió reabrir por tercera vez el canje a través de
la ley N° 26.886. El gobierno argentino apeló ante la
Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, la
que debería resolver si aceptaba o no ese pedido y, en
caso de acceder a su revisión, ratificar o no la sentencia
del juez Griesa. La Corte Suprema de ese país decidió
no tomar el caso, con lo que convalidó tácitamente lo
resuelto en las instancias inferiores.
Queda clara la relevancia que tiene la resolución de
este litigio a nivel mundial. En él se dirimen cuestiones
de soberanía y toda la arquitectura global de
reestructuraciones ordenadas de deudas soberanas.
Particularmente, este último punto es el que más debiera
preocupar a las naciones desarrolladas y organismos
internacionales, dado que es un conflicto inminente
para los países europeos que hoy atraviesan crisis de
deuda. Más allá de eso, el dilema sobre la soberanía no
es para nada menor
1)Para un análisis exhaustivo del tema puede verse
Kupelian, R. y Rivas M. S. “Fondos buitres: El juicio contra
Argenina y la dificultad que representan en la economía
mundial” Cfidar. Documento de trabajo N° 49. Febrero
2014.
Pago soberano, en pocas palabras
P
ara garantizar que los tenedores de bonos de los canjes de 2005 y 2010, perjudicados
por las decisiones del sistema judicial de Estados Unidos, reciban sus fondos sin
inconvenientes, y de paso permitir el ingreso de bonistas que no ingresaron a esos
procesos, el gobierno nacional propone –ad referéndum del Congreso- dos cambios
en el mecanismo de pago de los títulos:
-Remover al Bank of New York Mellon (BoNY) como agente fiduciario frente a su
incapacidad para cumplir con las obligaciones contractuales y designar como nuevo
pagador a Nación Fideicomisos.
- Habilitar el canje voluntario de los bonos reestructurados regidos por leyes extranjeras
por otros con idénticas condiciones de rentabilidad y plazos pero bajo legislación
argentina.
La deuda emitida bajo legislación extranjera plausible de cambio asciende a 28.000
millones de dólares, alrededor del 14 por ciento del stock de pasivos externos. Cambiar
esos bonos por otros en idénticas condiciones financieras con ley argentina es un
procedimiento técnico voluntario que puede ser realizado individualmente.
Además, el proyecto de ley deja abierta la puerta a que los bonistas soliciten en forma
colectiva la legislación y jurisdicción aplicables a los títulos. Necesitan una adhesión del
66 por ciento de todos los bonistas
EspEcial la naturalEza dE los buitrEs
5
El desendeudamiento argentino
Argentina redujo el peso de su deuda pública renegociando los bonos que habían dejado de pagarse en
2001 y cancelando al contado o en nuevos plazos compromisos contraídos por gobierno anteriores
L
a libre convertibilidad del peso
con el dólar vigente entre
1991 y 2002 generó un déficit
financiero
crónico
financiado
con
endeudamiento
público,
venta de activos y reducción de
prestaciones públicas. La flotación
administrada, el renovado rol del
Estado incentivando la producción
y el consumo con mayores recursos
fiscales y los canjes de deuda pública,
desarrollados de 2003 a la fecha,
dieron un giro al endeudamiento
argentino, llevándolo a cifras, tasas,
plazos y condiciones de pago más
manejables.
En el modelo de los 90, mientras
la deuda crecía, la capacidad de
pago del país se deterioraba, en
buena medida como consecuencia
de una apertura comercial externa
unilateral,
indiscriminada,
que
se potenciaba frente al atraso
cambiario producto de una paridad
fija y de una inflación baja pero
persistente. Durante los diez años
de la década menemista, la deuda
externa pasó de los U$S 62.000
millones a U$S 122.000 millones.
El gobierno de la Alianza, al
convalidar el modelo de la
convertibilidad, no produjo ninguna
modificación en este esquema, por
lo que la deuda siguió creciendo,
a punto tal que los intereses y
amortizaciones llegaron al 25 % de
los recursos presupuestarios.
El volumen alcanzado por los
compromisos financieros resultó
impagable a fines del año 2001 y
produjo la situación de default de
la Argentina. Los compromisos
impagos en moneda extranjera
llegaron a totalizar 81.836 millones
de dólares repartidos en 152 bonos.
El default decretado por el
Presidente Adolfo Rodríguez Saá
a fines del 2001 no paralizó el
6
endeudamiento. Por el contrario,
desde ese momento y hasta 2003 la
deuda aumento casi 35.000 millones
de dólares por la acumulación de
atrasos, emisión de nuevos títulos
de deuda, compensaciones a los
depositantes de los bancos y al
sistema financiero por la pesificación
asimétrica, la restitución del 13 % a
empleados públicos y a jubilados,
el rescate de las cuasimonedas y
la asunción de las deudas de las
provincias, decisiones adoptadas
casi todas ellas por el gobierno de
Eduardo Duhalde.
Primer canje y pago al FMI
El gobierno que asumió en mayo
de 2003 inició al año siguiente un
proceso de reestructuración de la
deuda a partir del decreto 1735/04.
El resultado fue una quita en el
monto de la deuda de alrededor de
un 65 %, equivalente a U$S 63.000
millones,con una adhesión del
73 % por parte de los acreedores
externos. La reducción del capital,
las tasas más bajas, y el alargamiento
de los plazos hizo sustentable el
cumplimiento estricto de los nuevos
compromisos asumidos.
El corolario de la primera etapa de
este proceso fue la ley 26.017, que
impidió al Poder Ejecutivo reabrir el
proceso de canje o efectuar pagos
no contemplados en ese proceso
hasta la reapertura del canje en el
año 2010 y el dictado de la ley N°
26.886. El objetivo del “cerrojo” era
dar seguridad a quienes sí habían
adherido, de que no habría para
otros acreedores mejores ofertas de
renegociación por parte del Estado
nacional.
Además, a mediados de diciembre
de 2005, el Presidente Néstor
Kirchner anunció la cancelación
Especial la naturaleza de los buitres
de todas las obligaciones que la
Argentina mantenía con el Fondo
Monetario Internacional, que en
ese momento ascendían a U$S
9.810 millones, recuperando de
ese modo la soberanía en materia
de diseño y control de la política
económica. El FMI condicionaba el
financiamiento de ese organismo
a programas económicos que
incluían privatización, desregulación
y flexibilidad laboral, recortes en
el gasto público, transferencias
de recursos al sector financiero y
fomento al mercado de capitales,
todo lo cual era contrario a los
nuevos paradigmas vigentes. El
gobierno había optado, en cambio,
por establecer retenciones a las
exportaciones, un tipo de cambio
administrado por el Banco Central,
congelamiento de las tarifas de
los servicios públicos, una política
monetaria expansiva, bajas tasas
de interés, y mantenimiento de
algunos tributos resistidos por
la ortodoxia financiera como el
impuesto a créditos y débitos
bancarios. La decisión de cancelar
toda la deuda con el FMI significó
entonces la afirmación de transitar
un camino propio, independiente
de los condicionamientos de ese
organismo.
Reaperturas y
desendeudamiento
En 2010, a través del Decreto Nº
563/10, se reabrió el proceso de
canje de los bonos emitidos por
la Argentina para que ingresaran
bonistas a los cuales se debía U$S
12.862 millones. La adhesión total del
proceso de renegociación 2005-2010
abarcó al 92,4 % de los acreedores.
También en el año 2010 se constituyó
el Fondo del Bicentenario para el
Desendeudamiento y la Estabilidad, destinado a hacer
frente a los compromisos externos con la aplicación
en forma directa de las reservas internacionales de
libre disponibilidad en poder del Banco Central. Se
reafirmaba así el concepto que permanentemente ha
guiado al Gobierno Nacional: no afectar la asignación de
los recursos aplicados en su política de crecimiento con
inclusión social.
Más recientemente, a través de la ley 26.886 de 2013, el
Congreso de la Nación autorizó al Ministerio de Economía
a realizar todos los actos que fueran necesarios para
concluir con el proceso de reestructuración de la deuda
externa. El objetivo era incorporar a la regularización de
la deuda a todos aquellos acreedores que no ingresaron
en las anteriores renegociaciones, ofreciéndoles los
mismos términos y condiciones y no sólo los llamados
“fondos buitres”, que constituyen el 0.45% del total de
la deuda que estuvo en default.
Cabe resaltar que quienes no ingresaron en los
anteriores procesos de canje no lo hicieron porque
esa fue su voluntad y no lo hicieron porque ese es su
“negocio”. Su apuesta consiste en esperar que terminen
las negociaciones de deudas para comprar bonos que
en esos momentos tienen bajos precios, para demandar
luego al deudor y buscar ganancias más altas de los que
sí adhieren a las renegociaciones. Además esos bonos
no fueron comprados antes del default, sino en 2008,
es decir, luego del primer canje, lo cual revela el carácter
puramente especulativo de esas operaciones.
La otra cuestión que tiene que ver con los llamados
“fondos buitres” es la consecuencia que podría tener
para la Argentina un arreglo distinto al realizado con el
93 % de los acreedores que sí entraron al canje. Un pago a
esos acreedores minoritarios en condiciones diferentes
implicaría el inmediato reclamo y demanda de parte del
resto de los acreedores que pretenderían las mismas
condiciones, ya que ellos aceptaron otros plazos, tasas
y quitas.
El menor peso de la deuda
Como puede fácilmente deducirse de lo anterior, la
Argentina viene experimentando desde la asunción
del gobierno en mayo de 2003 un fuerte proceso de
desendeudamiento. Ello le ha permitido al gobierno
nacional diseñar y llevar a la práctica un programa
económico de desarrollo, generación de empleo,
inclusión social y progresiva distribución del ingreso y,
conjuntamente, poder hacer frente a sus compromisos
externos.
Desde algunos sectores económicos, políticos y
mediáticos identificados con las políticas neoliberales
impuestas durante la década del `90 se ensayan
argumentos para poner en duda estos logros. Con
esa intención se mencionan cifras de endeudamiento
en valores absolutos para tratar de desvirtuar el real
desendeudamiento. Y no en función de aquellas
variables que expresan la posibilidad y capacidad de
hacer frente al pago de los servicios de deuda externa.
En el cuadro adjunto se han tomado la relación entre
la deuda pública total y la deuda pública externa con el
Producto Bruto Interno. Así, puede comprobarse que en
el caso del primer indicador la relación pasó de un 164,3%
en el año 2002 a un 41,5% a fines de 2012, mientras que
para el segundo indicador la relación cayó desde un 95,3%
en el año 2002 a un 14.1% a fines del 2012. La reducción
de estos indicadores no solamente tiene que ver con la
política de desendeudamiento del gobierno sino también
con el fuerte crecimiento económico experimentado
desde el año 2003. En efecto, el PBI creció entre los años
2002 y 2013 un 92,5%, casi se duplicó, y ello equivale a una
tasa anual acumulativa promedio del 6,1%.
También podría tomarse como indicador de la capacidad
de pago de la economía nacional la relación entre
deuda externa y las exportaciones totales, dado que
para el cumplimiento de los compromisos externos,
la Argentina tiene que obtener divisas a través de su
comercio exterior. En el año 2002 el total de deuda
pública era más de 5 veces mayor a las exportaciones
(435.3%) mientras que a fines del año 2012 representaba
un 143.2% de las exportaciones.
Una tercera alternativa es relacionar la deuda con
la cantidad de reservas en poder del Banco Central.
Mientras que en 2002 la deuda total era 13 veces mayor
que las escasas reservas internacionales, a fines del
2012 la deuda era 3.5 veces más alta que la cantidad de
reservas en el Banco Central.
Esto quiere decir que en el presente el peso del pago
de los intereses y amortizaciones de capital de la
deuda externa no es condicionante para el crecimiento
de la economía nacional, al menos no en la misma
medida que en el pasado reciente. Al mismo tiempo,
la reestructuración ha implicado también un cambio
significativo en lo que hace a las monedas en que se han
contraído las deudas, ya que mientras que a fines de 2001
la casi totalidad del endeudamiento estaba nominado
en moneda extranjera, en el año 2012 el 41% del mismo
está en pesos, lo que significa un fortalecimiento tanto
de la economía como de la moneda nacional, como así
también una menor exposición financiera a las posibles
variaciones del tipo de cambio.
Asimismo, también se ha producido un cambio
substancial en quienes son los acreedores de la deuda.
A fines de 2012 el 58.1% de la deuda estaba en poder
de agencias del sector público (ANSES, Banco Central,
Banco Nación), el 29.1% en manos del sector privado y el
restante 12.8% corresponde a organismos multilaterales.
Con estos porcentajes las condiciones para futuras
refinanciaciones son muchísimo más factibles y
convenientes.
Actualmente a diferencia de otras naciones, nuestro país
tiene ratios de deuda con el sector privado en moneda
Especial la naturaleza de los buitres
7
extranjera absolutamente inéditos, al menos para el
de los últimos años, y muy bajos en relación con sus
pares de la región y con otros países del mundo. Y eso
le permite no depender de una continua refinanciación
como en el pasado.
En definitiva, los procesos de reestructuración de la
deuda argentina, que incluyen los procedimientos de
canje realizados en los años 2005 y 2010 y la cancelación de
los compromisos con el Fondo Monetario Internacional
muestran las firmes decisiones tomadas por el gobierno
nacional para diseñar y poner en práctica una estrategia
global en el plano económico que compatibilice una
política de desarrollo y de inclusión social con el
cumplimiento de los compromisos externos contraídos.
Sostenibilidad de la deuda externa
- En % del PBI Año
Deuda Pública Bruta
Deuda Pública Externa
2002
164.3
95.3
2003
138.7
79.2
2004
127.3
74.3
2005
73.9
34.8
2006
64.0
26.3
2007
56.1
24.1
2008
48.8
18.6
2009
48.8
18.2
2010
45.3
16.9
2011
41.8
14.2
2012
44.9
14.1
2013 (III trim.)
45.6
13.2
Fuente: Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Oficina Nacional de Crédito Público
El acuerdo con el Club de París
E
n mayo de 2014, el Gobierno Nacional llegó a un acuerdo para la renegociación de la deuda que mantiene
la Argentina con los países del denominado “Club de París”. No fue el gobierno en ejercicio quien contrajo
la deuda que se acaba de renegociar. Fue contraída originariamente por la dictadura instaurada a partir de
septiembre de 1955. Con posterioridad otros gobiernos incrementaron, por diferentes razones, ese
tipo de endeudamiento, y fue renegociada sucesivamente en los años 1962, 1965, 1985, 1987, 1989,
1991 y 1992. Y es el gobierno actual el que trata ahora de regularizarla.
Hay que recordar que en el año 2008 el Gobierno Nacional había avanzado en la posibilidad de cancelar
en un pago único dichos compromisos, pero fue el estallido de la crisis financiera y económica mundial
lo que impidió su concreción. El acuerdo logrado este año, en tanto, ordena un flanco de las finanzas
internacionales que debían arreglarse en forma definitiva, permitiendo así remover un obstáculo que
tenían el Estado Nacional, los Estados Provinciales y las empresas locales para operar libremente en los
mercados financieros internacionales.
Por otra parte, el plazo obtenido de cinco años, que puede prolongarse hasta los siete, las tasas
de interés, que en el peor escenario serían de un máximo del 3,8% anual, las magnitudes de los
desembolsos periódicos, que son sustentables y no afectan mayormente ni las reservas del Banco
Central ni las políticas de expansión productiva y social internas, y cierto tipo de condiciones para
facilitar las inversiones extranjeras directas, que se relacionan con los montos de desembolsos, son
aspectos favorables a nuestro país.
Constituye también un hecho sin muchos precedentes que en las negociaciones encaradas y culminadas
no haya participado, ni siquiera como observador, el Fondo Monetario Internacional, dando continuidad
a su ausencia en el monitoreo de las políticas económicas de la Argentina
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EspEcial la naturalEza dE los buitrEs
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