Se pueden distinguir varios tipos de medicina: La medicina empírica se basa en la observación de hechos y en y en una rudimentaria experiencia. Opera con bálsamos, ungüentos , hierbas... Descubrió utilizaciones terapéuticas de determinadas hierbas que aún hoy día seguimos usando: por ejemplo el tomillo para el resfriado o la adormidera como narcotizante. La medicina mágica y la sacra: Ambas comparten la creencia en la eficacia de la palabra. Pero con la diferencia en que la medicina mágica se basa en el sentido de la superioridad humana y en la sacra el hombre es sólo un intermediario, es la divinidad quien posee realmente el poder. El religioso suplica a los dioses, intenta conmoverlos con súplicas y ofrendas; el mago opera sobre el mundo circundante, es más un científico en el sentido de que opera con materiales, intenta alcanzar un saber de las cosas por si mismo. La diferencia entre estas dos medicinas también tenía que verse en el que hemos dicho que es su instrumento más eficaz: la palabra. Mientras que para la medicina religiosa la palabra es un medio para persuadir, tiene una finalidad propiciatoria (si queremos que la divinidad o algo referente a ella , su fuerza, su calor, su luz... venga) o apotropaica (si lo que queremos es expulsar algún castigo o fuerza maligna). La palabra para la medicina mágica, para el mago, es un elemento de coacción, un compulsor que opera cualquiera que sea la finalidad que persiga. Es muy importante para definir la medicina, la medicina, la forma que tengamos de entender la enfermedad. En primer lugar diremos que hay dos formas de describirla, la primera la que hace el enfermo, es decir, una descripción vivencial y la segunda una descripción objetiva. Según como la entendamos podemos pensar que la enfermedad es fruto de la casualidad, que debido a determinadas circunstancias de la naturaleza hemos sido contagiados, la enfermedad ha venido a nosotros, ésta es la forma de entenderla de la medicina astral. También podemos pensar que estamos enfermos porque nos lo merecemos. La enfermedad entendida como castigo por alguna obra que haya ofendido a la divinidad. Las más comunes son: la peste para un colectivo y la lepra, la ceguera o la locura para un individuo. Una vez razonada la causa de la enfermedad, el carácter natural o punitivo, no quedaba aclarado el mecanismo por el que se enfermaba. Para este problema se concibieron tres formas de entender la enfermedad: una materialista (la enfermedad es una adherencia material que pasa al interior del organismo) otra dinamista o energética (la enfermedad es una fuerza misteriosa, un fluido que mana de los dioses o de determinados entes que se transmite por contacto, es la vis morbi de la que nos habla Plinio). De hecho en latín hay toda una familia léxica para explicar la transmisión por contacto. También se puede entender la enfermedad como demónica (la enfermedad deriva de la acción de un ser, un daimon, es neumática) así se explican las caídas repentinas, los ataques epilépticos, las fiebres...por la acción de una divinidad superior. Así lo vemos explicado en De morbo sacro. De estas formas de entender la enfermedad surgen las maneras de curación: Terapéutica catártica: Todavía hoy los indios de ecuador siguen realizando limpiezas para curar a los enfermos lo que podríamos comparar con el acto de limpiar una mancha. Se valen de abluciones, limpiezas, fumigaciones...Los elementos purificadores por excelencia son el agua(un tratamiento para curar un miembro era rasparlo y a continuación atravesar a nado un río) y el fuego (el padre corre alrededor del fuego con el recién nacido para quemar, no sabemos lo literal que puede llegar a ser este ritual, las imperfecciones o impurezas de su hijo). Ya desde la Odisea son muy comunes las fumigaciones con azufre, que tienen una función apotropaica. Cuando después de matar a los pretendientes de Penélope, Ulises fumiga es para echar sus almas, no para purificar el lugar. Platón también concibe la enfermedad como mancha al ponerla en relación con la vejez, con la fealdad... Terapéutica transferencial: Hay dos tipos: Por contacto con una divinidad o persona portadora de “dínamis”, la vis morbi se neutraliza o es expulsada al entrar en contacto con otro tipo de vis. Por contagio se traspasa a otro ser humano, animal, vegetal, a la tierra...Estamos haciendo referencia a por ejemplo el acto de imponer las manos (autores tan serios como Tácito, Suetonio o Dión Casio cuentan cómo Vespasiano curó a un ciego cojo escupiéndole en los ojos y dándole una patada en la pierna tullida, fuera de lo hilarante de la situación vemos que el que impone las manos, en este caso un emperador, tiene la fuerza para alejar la vis morbi. Otras terapias: organoterapia, mineroterapia, farmacopea e incluso la tan actual homeopatía, parten de la base que la enfermedad es un fluido dinámico y que por tanto la cura está en el contacto: lo semejante arrastra consigo a lo semejante. Siguiendo la línea de la curación por contacto autores como Plinio recomiendan el coito (sobre todo el primero) como remedia multi generi morborum por ejemplo se habla de la picadura de serpiente. La enfermedad en estos casos pasa a la mujer, Pero el hombre quedaba curado. Galeno recomendaba el coito para curar la gonorrea. Para el de ojo “baskanía”se inventaron, o más bien se descubrieron, distintos amuletos, aunque esta dolencia es más típica en Grecia que en Roma, la evolución no ha sido progresiva ya que hoy día vuelve a ser causa normal de malestar en muchos círculos de la sociedad. Del hecho de que un gobernante pueda dar órdenes a sus numerosas tropas o de que un buen orador pueda convencer a todo un auditorio surge el concepto de exorcismo. La logoterapia, el curar con la palabra hace referencia a la ilimitada confianza del hombre en su poder. El exorcismo cuya práctica no se generaliza hasta la época imperialista y que hoy día sigue vigente, se basa en una concepción demónica de la enfermedad. Mediante el “epodé” (palabra traducida al latín como “in-cantus” en castellano “encantamiento”) se pretende la aparición de fuerzas que están ocultas para, una vez descubiertas poder echarlas. De la práctica del encantamiento surge la meloterapia, la música como fuerza capaz de alejar las penas (en banquetes o ceremonias báquicas) y por ejemplo el ruido que se hacía con objetos de bronce para alejar a las brujas, tienen como base la fuerza del sonido. Pero sin duda como decimos hoy día “prevenir es mejor que curar”, Sobre todo para la medicina popular el remedio más eficaz es la prevención. De esta concepción surge el ayuno como profiláctico (el ayuno no sólo alimenticio, también hablamos de la castidad o la abstinencia). Recordemos la prohibición de los pitagóricos de comer habas. Quizá la necesidad preventiva venga de una fuerza demónica con la enfermedad. El demonio entra en el cuerpo principalmente por la boca y las fosas nasales. Porfirio advierte que los “démones” habitan en los animales, y por ejemplo los egipcios se abstenían de comer carne para evitar la ingesta de impurezas. Lo más parecido que había en la antigüedad a un hospital eran los templos de Asclepios, en las que se practicaba la incubatio. Se han dado varias teorías para las distintas inscripciones y exvotos que se ofrecían a la divinidad en agradecimiento por haberlos librado de la enfermedad, se ha señalado que los suplicantes soñaran en el templo con la curación, igual que un hambriento puede soñar con un banquete, o que se curaran por sugestión, quizá la casualidad ha hecho que la misma naturaleza los curara y hay también quien ha hablado de milagros. Pero lo cierto es que en los templos de Asclepios se ha encontrado material quirúrgico y que es mucha casualidad que conforme la ciencia griega avanzara, lo hicieran también las técnicas del dios, podemos leer en autores de la época: “y Asclepios estudió medicina”. Quizá la teoría más loable sea la que sugiere que los sacerdotes del dios hicieran de médicos durante la noche. Por últimos añadiremos unas breves palabras acerca de la medicina astral (ya que estamos desde hace rato fuera del tiempo destinado a la conferencia).Los astrólogos son llamados “mathematici”. Estos estudiosos entienden el cuerpo humano como una réplica en miniatura del universo. Para estudiar la influencia del cosmos en nosotros se hace coincidir la constelación de Aries con la cabeza humana y la de Piscis con los pies, a partir de aquí todas las constelaciones tienen una correspondencia con alguna parte del cuerpo humano. A cada una de los signos del zodíaco se le atribuyen unas características que tienen que ver con el dios o con el animal con el que estén relacionados (de hecho la palabra zodíaco viene del griego, pequeñas representaciones de animales).